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LA ANIMACION JUVENIL

La animación sociocultural se puede desarrollar en ámbitos distintos y en todas las edades


de la vida, pero ha sido en el campo de la juventud donde más han invertido las instituciones
públicas, en consonancia con lo que propone la Constitución Española de 1978 en su artículo
48 sobre la promoción que los poderes públicos harán para que la juventud participe
libremente en el desarrollo político, social, económico y cultural del estado democrático y se
le faciliten los medio para ello.

Pero la juventud actual continua gozando de pocas oportunidades debido a las dificultades
educativas, económicas y laborales, lo que demora su incorporación plena a la vida adulta.

De la juventud rebelde y prometedora de hace unas décadas ha pasado a convertirse en un


problema social agravado por el consumo abusivo de alcohol y drogas, el paro y el pasotismo
político y social. Este problema lo genera la sociedad misma e incluso lo rentabiliza, dado que
las clases dominantes (política y económica) incrementan así su control social, o lo que es lo
mismo, menos jóvenes críticos, menos jóvenes reivindicativos y más jóvenes consumistas y
fáciles de manejar.

Por tanto, el problema juvenil lo crea la sociedad, sus relaciones enfermas y la propia
patología estructural, siendo los jóvenes quienes padecen el problema y la principal víctima.

Si deseamos cambiar esta realidad habrá que conocer los síntomas que revelan una
patología social. Esas características que manifiestan el problema juvenil podemos resumirlas
en:

- El joven dispone de mucho más tiempo para sí mismo.

- La tasa de desempleo le impide satisfacer sus necesidades.

- La ausencia de valores hacen que, en su mayoría, se desentiendan de la política.

- La calle se manifiesta como un espacio de libertad, donde vivir cualquier tipo de


experiencia y sensación para afrontar la monotonía cotidiana.

- En la pandilla desarrolla su libertad y afectividad frente a la familia, la escuela y el entorno


hostil.

- La inactividad por la falta de oportunidades laborales potencia el aburrimiento, la soledad y


la frustración.

- La cultura del ocio tiende a incrementar el consumismo, convirtiendo las necesidades reales
en necesidades artificiales manipuladas por las grandes compañías del negocio (teléfono
móvil, música, ropa).
- Necesidad de aumentar el periodo de formación por la imposibilidad de acceso al proceso
productivo.

- Aparición del pasotismo o absentismo social.

- Aparición de nuevas formas de manipulación y alineación (delincuencia, callejeo,


drogodependencia).

En estas condiciones de vida el joven pierde el sentido de solidaridad con la comunidad o la


integración en el núcleo familiar, respondiendo con violencia, delincuencia, etc.

Ante esta perspectiva, la animación juvenil no consistirá en fabricar actividades para los
jóvenes, sino facilitarles los medios para que sean ellos mismos quienes pongan manos a la
obra para poder desarrollar su personalidad e identidad; en definitiva:

- Que sean protagonistas de la solución de sus problemas: profesión, empleo, estudios, ocio,
autonomía...

- Integración en la vida social: trabajo, asociacionismo, voluntariado...

EL EDUCADOR DE CALLE

¿Qué es la calle?, ¿quiénes pasan en la calle una gran parte de su tiempo?, ¿qué vivencias se
dan en la calle?, ¿qué hacen en la calle niños y jóvenes?, ¿qué abunda y qué sobra?, ¿puede
ser la calle un ámbito educativo?...

Cada vez más se conoce y reconoce la importancia y la función que desarrolla el Educador de
Calle entre los chicos y jóvenes en situaciones de marginación e inadaptación social, aunque
también se apuesta ya por la prevención desde edades tempranas o con otros colectivos en
situación de riesgo.

La figura callejera de este educador en medio abierto es esencialmente humana, educativa y


solidaria, con una amplia tarea que realizar, desde los contactos con la Administración y sus
recursos hasta la convivencia cotidiana con los chavales en las escaleras de cualquier patio.

Su modo de relacionarse vendrá dado por sus propias peculariedades y las circunstancias
concretas de las personas entre las que está y con las que va a trabajar. No existen límites
para su creatividad, por lo que se requiere un alto grado de flexibilidad, improvisación,
imaginación e ilusión. De ahí que al Educador de Calle deba ser un animador optimista,
seguro y dado a las relaciones interpersonales. Pero sobre todo deberá ser una persona
abierta a la formación permanente, un autodidacta, capaz de superar la ignorancia que lleva
a algunos educadores a repartir recetas mágicas con total impugnidad.

Así, pues, el Educador de Calle, irá contrastando lo que aprende, lo que dice , lo que
experimenta y vive para poder elaborar sus propias conclusiones. Y después servir de
interlocutor de chicos marginados, temidos muchas veces, para ayudarles a reflexionar y
hacerles de puente por el que buscar soluciones.

Antes de ejercer como tal, el Educador de Calle debe conocer, entre otras:

-Las motivaciones que le impulsan a elegir esta profesión.

-Lo qué significa ser Educador de Calle.

-Los destinatarios de su trabajo.

-Las dificultades que encontrará.

-La metodología de intervención.

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