CONSIGLIO NAZIONALE DELLE RICERCHE
ISTITUTO DI STUDI SULLE CIVILTA ITALICHE
E DEL MEDITERRANEO ANTICO
RIVISTA
DI
STUDI FENICI
FONDATA DA SABATINO MOSCATI
XXXI, 2 + 2003
ESTRATTO
PISA - ROMA
ISTITUTI EDITORIAL] E POLIGRAFICI INTERNAZIONALI
MMVSOMMARIO
Joni B. Tsinxin, Ethnic and Political Changes in Near Asia and the Fate of Phoenicia at the Dawn
of Phoenician History
Hans-Perer MULLER, Philologische und Religionsgeschichtliche Beobachtungen zur Géttin Tin-
nit
Juan AxtoNto Martin Ruiz, ALEJANDRO Pérez-Matumpres Lanpa, JaN RaMOn Garcia
Carrerero, Tumba de cimara de la necrépolis fenicia de Gibralfaro (Malaga, Esparia)
(Anexo I: Manet MonreRo, Andlisis de los restos de fauna; Anexo Il: ALFONSO PaLomo
Lavsurw - Victor SMrrH FERNANDEZ, Andlisis de los restos antropoldgicos)
NOTE E DISCUSSIONI
Donaretta Satv1, Monte Urpinu faceva parte della Karalis punica?
Pirro BaRTOLONt, Un vaso caliciforme da Bitia
RECENSIONI E SCHEDE
Maria Luisa FamA, Vincenzo Tusa, Le stele del Meilichios di Selinunte (SERGIO RIBICHINI)
Giovannt Bruzzt, Il guerriero, Voplita, il legionario. Gli eserciti nel mondo classico (PERO
BARTOLONI)
BIBLIOGRAFIA. 31 (1.1.2002 - 31.XI1.2002), a cura di Massimo BorTo, LORENZA CAMPANELLA,
FEDERICO Mazza, SERGIO RIBICHINL
Rivista pr Stup1 Fenict, Sommari dei supplementi
Cottezione pr Stupt Fenict, Elenco dei volumi 1-42 + 1973-2002
109
123
139
161
169
173
75
7
199
203TUMBA DE CAMARA DE LA NECROPOLIS FENICIA
DE GIBRALFARO (MALAGA, ESPANA)
Juan Antonto Martin Ruiz
ALgjanpRo PEREZ-MALUMBRES LANDA
Juan Ramon Garcia CARRETERO
Malaga
1. INTRODUCCION
L construccién de un gran aparcamiento
subterraneo en pleno centro de la capital
malaguefia, en una zona conocida como
Mundo Nuevo, en la vaguada entre la colina
donde se alza la Aleazaba islimica y el monte
Gibralfaro con el castillo homénimo (Fic. 1),
propicié la realizacién de unas obras que
afectaron a una sepultura que result6 parcial-
mente destruida, a pesar de que durante las
mismas se habia llevado a cabo, con anterio-
ridad a nuestra presencia, una vigilancia ar-
queolégica bajo la direccién de C. fiiiguez.
Lo cierto es que, entre los dias 20 de noviem-
bre del 2000 y 15 de enero de 2001, pudimos
realizar una intervencién arqueolégica de ur-
gencia que incluia la excavacién de lo que re-
staba del enterramiento, consistente en un hi-
pogeo que habia sido destruido en dos de sus
laterales, asi como su cubierta, conservandose
algo mejor la parte baja. Los restos que pudi-
mos documentar se cifien al muro perimetral
del aparcamiento, del que apenas pudimos
constatar una minima parte de su extensién.
Sin embargo, nos consta que no fue ésta la
‘inica tumba existente, pues también fueron
destruidos otro hipogeo y varias estructuras de
menor monumentalidad, entre las que pudo
haber alguna en urnas tipo Cruz del Negro.
‘Ademés de los restos documentados en la exca-
vacién, contamos con dos fotografias en for-
mato digital realizadas por uno de los técnicos
Fic. 1. Plano de situacién, 1: hipogeo, 2: zona de Campos Eliseos (Fuente: A. Pérez-MaLuMBRés).
RStFen, xxxt
2+ 2003140 JUAN ANTONIO MARTIN RUIZ ET ALIE
de la obra que muestran el estado en el que se
encontraba el hipogeo con fecha 30 de agosto
de 2000, es decir, dos meses antes de que se nos
requiriera para su excavacion, y que son de
gran utilidad para su reconstruccién.
Aiin asi, ¥ a pesar de los dafios sufridos que
nos privan de disponer de toda la informacion
existente, creemos que los datos obtenidos
son de un elevado interés para el estudio del
mundo funerario fenicio no sélo en la antigua
Malaca, sino que nos permiten entrever cue-
stiones de gran trascendencia para el estudio
de otras zonas colonizadas por estos navegan-
tes orientales, como podremos comprobar en
las paginas que siguen.
2. LA ESTRATIGRAFIA
El desarrollo de la excavacién evidenci6, en un
area excavada que comprendia 42 m. cuadra-
dos, la existencia de una secuencia estratigrafi-
ca relacionada tanto con la fase de construc-
——
ST yar
CAS (afer one
Fic. 3. Hipogeo con localizacién de los enterramientos (Fuente: A. Péinez-MaLumpnts).TUMBA DE CAMARA DE LA NECROPOLIS FENICIA DE GIBRALFARO 141
Fic, 5. Seccién transversal de la cimara Fic, 6. Detalle del acceso al hipogeo
(Fuente: A. Pérez-MatuMsres). (Fuente: A. PéRez-MaLuMres).12 JUAN ANTONIO MARTIN RUIZ. ET ALIE
Fic. 7. Planta de la tumba 1 y niveles superiores (Fuente: A. Pérez-MALUMBRES).
cin del hipogeo como con la posterior amor-
tizacién del conjunto. La zona sufrié la intru-
sion de un pozo medieval de 15 m. de didme-
tro, colmatado por rellenos entre los que hay
restos de animales, cenizas y ceramicas musul-
manas datables en el siglo XI d.C.
Los materiales que componen las matrices
de todos los estratos son los propios del pie-
demonte, como esquistos descompuestos 0
en bloque junto a otros procedentes de arro-
yadas, caso de las arcillas y guijarros, aunque
no limpios del todo sino con cerimica, por
desgracia muy fragmentada. Pese a encon-
trarse relativamente cerca de la roca madre
de la ladera, la estratigrafia no presenta fuer-
tes buzamientos, salvo el estrato inferior exca-
vado (U.E. 53), de tierra roja y pequefios frag-
mentos de esquisto, que sigue la pendiente
del promontorio. Los estratos superpuestos a
éste, sobre los que se construyé el hipogeo y
en los que se abrié la fosa que alberga los
enterramientos inferiores, estin formados por
una gruesa capa de arcilla amarilla (U.E. 43),
a la que se superpone tierra roja con fragmen-
tos muy menudos de esquistos (U.E. 42) y,
sobre ella, otro grueso estrato de arcilla roja
depurada con hasta 25 cms. de potencia (U.E.
41). Elestrato superior de tierra roja con esqui-
sto (U.E. 12), que contiene la cimentacién de
los muros superiores de la camara, offece ya
numerosos restos de material cerimico.
3. La TUMBA DE CAMARA
Como decimos, s6lo pudo excavarse parcial-
mente. Se trata de una estructura de piedra
(Fcc. 2-11) de la que se han conservado tni-
camente los muros que confluyen en la esqui-
nna suroeste, desde una cota de 6,89 m.s.n.m.;
al sur la delimita un muro de mamposteria de
pizarra con un paramento muy bien enrasa-
do, cuyo ancho tiene 57/60 cms., del cual se
conservan 2,30 m. del paramento interior y
unos 3,20 en total. El muro de la entrada estaTUMBA DE CAMARA DE LA NECROPOLIS FENICIA DE GIBRALFARO 143
Fic. 8. Planta de las tumbas 2 y 3 (Fuente: A. Pénez-Matusnes)
orientado al oeste, a favor de la ladera, y fue
erigido mediante sillares de travertino calza-
dos con mampuestos. Se conserva una altura
de 1,20 m., con un sillar vertical y restos de
otro superpuesto, y una longitud de 1,50 m.;
el sillar horizontal, junto con algunas rocas.
que indican el nivel de acceso se encuentran
a una cota de 6,06 m.s.n.m., y tampoco aqui
se aprecian estratos buzados, por lo que la
entrada seria a dicho nivel. Existen atin restos
de un muro (U.E.M. 50), que hace esquina
con la entrada.
En esta zona, especialmente frente al vano
de la entrada y junto a otro muro que hace
esquina al exterior se localizan numerosos
hallazgos relacionados en los superiores (en
la U.E. 8, 10 y 11), con la fase de amortizacion
y la tumba 1, asi como con otros niveles de
construccién en las cotas de base de los muros
(UE. wy 14).
Dentro de la cémara se detectaron hasta
cuatro enterramientos, todos ellos de inhu-
macién, aunque con muy desigual estado de
conservacién. La tumba 1 se situaba en la
entrada junto al sillar vertical que flanquea la
puerta. El cadaver apoyaba sobre una serie de
piedras irregulares asentadas encima de una
capa de arcilla muy limpia con algunos guijar-
ros, que llega a apoyar sobre el sillar horizon-
tal. Se conservan tan s6lo parte de las piernas
de un individuo en dectbito supino, si bien lo
exiguo de la muestra imposibilita su estudio
antropolégico.
Por lo que respecta a la segunda sepultura,
podemos sefialar que se localizé al este del
sillar de la entrada con una orientacién norte-
sur, en sentido transversal a las siguientes. Su
fosa, cortada en los estratos precedentes, est
cubierta parcialmente y delimitada en los tres
laterales conservados por una capa de mortero
de cal que en parte aparece en posicién incli-
nada y curvada, quizds por estar caida y en el
fondo de la fosa, cal que encontramos también
sobre el cadaver. Este corresponde a una mujer144 JUAN ANTONIO MARTIN: RUIZ ET ALI
Fic. 9. Planta de la tumba 4 (Fuente: A. Péirez-MaLumsres).
segtin los estudios realizados por V. Smith y A.
Palomo de la Universidad de Malaga, la cual se
colocé en posicin deciibito supino con los
pies al sur y la cabeza al norte. Tan sélo se ha
podido documentar adecuadamente la parte
inferior del cuerpo, a partir de las vértebras
lumbares, ya que el resto fue destrozado por
Ja maquina. La base de la fosa la forma una
capa de 2 cms. de grosor, constituida por grava
de pizarra muy bien nivelada que, a su vez,
apoya sobre un encachado de piedras de me-
diano tamafo. Su mitad norte descansa sobre
la fosa que albergaba las sepulturas 3 y 4.
La diltima sepultura contenia dos indivi-
duos masculinos. Consiste en una fosa rectan-
gular, de unos 2 m. de largo por 0,5 de ancho,
en cuyo extremo oeste tiene un entrante
rectangular. Se encuentra delimitada por
muretes de mamposterfa de pizarra, cuyo
interior se revocé de arcilla amarillenta que
se recubre con otra capa de mortero de cal y
arena, y debié estar cubierta por sillares. Este
tercer cadaver aparece, a diferencia de los
anteriores, en deciibito lateral izquierdo, en
una postura un tanto forzada. La pierna de-
recha estaba ligeramente encogida con la
rodilla derecha hacia arriba. Justo debajo de
éste encontramos otro esqueleto (que hemos
denominado tumba 4) también en dectibito
lateral izquierdo, ambos separados por una
capa de color marr6n, de 1-2 cms. de grosor,
formada por arcilla y madera descompuesta,
de forma similar a lo que sucede en las tum-
bas 21 y 66a de Jardin, las cuales tenian una
cubierta de madera y adobe sobre sus sillares
(ScHUBART — Maass-LINDEMANN 1995, Pp. 62).
Asi pues, se han documentado un total de
cuatro enterramientos en el interior de la
camara, el mas antiguo (n° 4), es el ubicado
en el fondo de la fosa y se trata de un varén.
de poco ms de veinte afios que media 1,63 m.
cuyo brazo izquierdo es mas pequefio de lo
normal, resultado tal vez de una posible frac-
tura en la infancia, lo que provocé un mayorTUMBA DE CAMARA DE LA NECROPOLIS FENICIA DE GIBRALFARO 145
esfuerzo del brazo derecho. Le sigue el situa-
do sobre éste dentro de la misma fosa (n° 3),
otro hombre con la misma estatura que supe-
16 los cincuenta afios y padecié artoritis en las
rodillas. Algo mas tardio es el situado en la
fosa transversal (n° 2), una mujer que fallecié
con mis de cincuenta afios, en tanto el mas
reciente es el n° 1, del que no se ha podido
determinar su edad o sexo, segin hemos sefia-
lado con anterioridad.
Como decimos, éste fue el ultimo difunto
enterrado, muy cerca de la puerta y, casi con
toda seguridad, con los pies hacia la misma.
Precisamente a este momento corresponde el
cierre de la camara. En efecto, depositado
boca abajo sobre el sillar horizontal se hallé
gran parte de un mortero, sobre el cual se
habian colocado una serie de piedras de me-
diano tamafio, sistema nada extrafio en el
Ambito semnita pues lo encontramos con diver-
sas cronologfas en puntos como Trayamar
(Scrusarr - NiEMEYER 1976, p. 121) 0 Gouraya
(TeeRa Gaspar 1979, p. 100). La fecha del
sellado se situaria en tomo al 4oo a.C., tenien-
do en cuenta la cronologia que aporta el
mortero, la cual coincide con Ia del enterra-
miento n° 4.
Ya comentamos anteriormente la existen:
cia de dos fotografias que mostraban el as-
pecto exterior del hipogeo en su parte poste-
rior antes de su destruccién. Estas fueron
obtenidas introduciendo la camara digital por
una abertura cuadrada, bien ejecutada, que se
abria en un muro que cerraba el sepulcro por
el lado opuesto a la entrada. En las imagenes
obtenidas se observa el interior de la fosa que
albergaba las sepulturas 3 y 4, de la que se
distinguen uno de los laterales de mamposte-
ria, que debe ser el sur, conservado en toda
su altura ya que sostiene una serie de sillares
(que parecen de travertine, como los que
conformaban la entrada), los cuales debian
corresponder a la cubierta de dicha fosa y, a
su vez, a parte del piso de la camara superior
del hipogeo. Dicha fosa no aparece colmata-
da en su totalidad al estar protegida por las
estructuras murarias. Una cuestién delicada
es la existencia, en la parte posterior de la
cdmara, de una abertura que iba directamen-
Fic, 10, Fosa que contenia los enterramientos 3
y 4, con imagen de este tiltimo
(Fuente: A. Pénez-Matumers).
tea la fosa que albergaba los cadaveres 3 y 4,
y en la que nos detendremos al comentar el
ritual fanerario.
No tenemos certeza sobre la forma de acce-
so al hipogeo, si bien al estar los estratos natu-
rales muy horizontales y no mostrar eviden-
cias de haber sido alterados, podriamos apun-
tar, s6lo a titulo de sugerencia, que la entrada
pudo practicarse a través de una rampa.
Lamentablemente, la destruccién provoca-
da por las obras nos impide describir el aspecto
que tendria su cubierta, pues nos consta que
Jas cdmaras fenicias podian mostrar cierres a
dos aguas, abovedados o planos (Martin Rurz
1995, P. 195), lo que hace que no nos decante-
mos en uno u otro sentido,
Si hipotetizamos que la fosa que sigue la
orientacién del hipogeo estuviera situada apro-
ximadamente en su centro, éste tendria un an-
cho de norte a sur de unos 2,9 m. y una longi-146 JUAN ANTONIO MARTIN RUIZ ET ALIL
Fic. 11, Plantas y secciones de la tumba 2
(Fuente: A. Pérez Mavumares)
tud de unos 4,5 m., siempre en el caso de que el
muro posterior con abertura fuese al mismo
tiempo, como pensamos, el cierre de la cdmara
y de la fosa, por lo que la superficie total con-
struida del mismo seria de unos 13 metros cua-
drados, si bien estos datos deben tomarse con
la debida prudencia por las causas ya resefiadas.
4. EL MATERIAL ARQUEOLOGICO
A continuacién procederemos a describir los
distintos objetos recuperados en el transcurso
de la excavacién, estable-
ciendo su agrupacién cro-
nolégica segtin su posicién
estratigrafica, aunque para
algunos, como los hallados
en él encofrado, este extre-
mo resulta imposible. He-
mos preferido estudiarlos
segiin el lugar de donde pro-
ceden, puesto que para al-
gunos de ellos carecemos de
un contexto preciso con el
que asociarlos, en tanto
otros fueron exhumados
fuera del hipogeo y algunos
mas en su interior.
Comenzaremos con los
artefactos recogidos bajo el
encofrado que rodeaba la
zona en la que pudimos ac-
tuar y en la que los restos
antiguos, trasladados de su
contexto original, estaban
mezclados con otros moder-
nos. Estos comprenden unos
pocos fragmentos ceramicos
fenicios, griegos ¢ ibéricos
(Fi. 12). Los primeros corre-
sponden aun cuenco con en-
gobe rojo al interior y en el
borde junto a un lebrillo pin-
tado de los siglos VLV a. de
C. Las piezas de bariz ne-
gro dtico son una base de un
cuenco o pitera Lamb. 21 0
22 y un plato de pescado de
Ja forma Lamb. 23 (Lamso-
GLIA 1952, pp. 170-172). La
primera podria corresponder por sus dimen-
siones al fondo de una patera con palmetas
estampilladas y decoracion de ruedecilla data-
ble en el siglo IV. Al material ibérico pertene-
cen un Anfora de borde recto y engrosado al
interior, tipo bien conocido en ios yacimientos
indigenas del interior que presenta numerosas
variantes y que se vienen datando entre los
siglos V-IV a. C. (PeRDiGuERo L6PEz 1994, p.7),
ademés de un vaso cerrado con cuello alto
estrecho con decoracién pintada al borde.TUMBA DE CAMARA DE LA NECROPOLIS FENICIA DE GIBRALFARO 147
El enterramiento nim. 1 (Fic. 13) contaba
con un ajuar integrado, al menos, por un
cuenco con bamiz rojizo de borde apuntado
casi completo, un plato de pescado, otro de
jarro de boca trilobulada y un fragmento de
mortero, Los elementos que mejor nos sirven
para su datacién son el mortero y el plato de
pescado. Si atendemos a las caracteristicas de
sus bordes, cabria situar el primer vaso hacia
fines del siglo V-principios del IV a. C., tenien-
do presente para ello la evolucién sefialada
para estas piezas en El Castillo de Dofia Blan-
ca (Rutz Mara 1987, p. 311), si bien en el taller
AE-20 de Ibiza se sittian en el segundo cuarto
de esta tiltima centuria (Ramén Torres 1990-
91, pp. 265-266), siendo ésta la primera vez
que se constata la aparicién de morteros en
contextos funerarios fenicios de Andalucia. El
plato nos levaria a la primera mitad del siglo
IV si seguimos los datos facilitados por este
mismo yacimiento (Ruiz Mara 1987, pp. 304-
306) y la seriacién establecida para los platos
de la necrépolis granadina de Puente de Noy
(Huras Jiménez ~ MOLINa FajaRbo 1986, p.
501). En consecuencia, y a pesar del pésimo
estado de conservacién, parece factible situar
este primer enterramiento entre las tiltimas
décadas del siglo V a.C. y los comienzos de
la siguiente centuria, hacia el 400 a.C., tal vez
algunos afios més tarde.
Debajo del primer individuo, ya en los ni-
veles de cimentacién, encontramos un frag-
mento de una jarra pintada con un motivo en
forma de estrella que nos recuerda los que
portan algunos ejemplares de Jardin (ScHu-
BART — Maass-LINDEMANN 1995, P. 131), asi
como parte de una pulsera o brazalete de
bronce (Fic. 13).
Por lo que respecta al ajuar que acompajia-
ba al segundo cadaver, podemos decir que
estaba integrado por un pendiente de oro,
aun cuando originariamente creemos que de-
bieron ser dos, perdiéndose el otro a causa de
os destrozos provocados por las obras, lo que
ha determinado también que éste esté roto
(Fic. 14). Se trata de un pendiente hueco, con
tun peso de 5,7 grs., y forma doblemente amor-
cillada realizado a partir de una sola lamina,
el cual presenta un engarce para las orejas
Fic. 12, Materiales provenientes del encofcado
(Fuente: J. R. Garcia).
hecho en bronce. Junto a los aretes de engar-
ce lleva otros (uno a cada lado), para colgar
en ellos algiin tipo de aditamento decorativo.
Esté decorado con tres bandas, las exteriores
con meandros y la central con puntos que
fueron trazados con un buril desde el reverso
de la lamina.
La tercera persona estaba enterrada con un
fragmento de un cuenco y dos pendientes,
cada uno con 5,9 grs, de peso, en el que las
«morcillas», creemos que también huecas, s6lo
son visibles en su parte interna, puesto que al
exterior se ados6 una lamina con decoracién
de tres bandas paralelas, con un ancho total
de 9,3 mm., delimitadas por cuatro hileras de
hilos. En cada banda se aprecian puntos rea-
lizados mediante el martilleo del reverso de
Ja lamina. El cierre conservado muestra dos
pequefias laminas que se cierran en bucle y
una serie de hilos de oro enrollados (entre48
Fig. 13. Ajuar de la tumba 1 y hallazgos del interior del hipogeo
(Fuente: J. R. Garcia).
once y dieciséis) (Fi. 15). De gran interés para
la datacién de esta tumba es la existencia de
un fragmento del borde y otro de pared ca-
renada y asa de un anfora Mafia A-1 (MaNA
1951, Pp. 204-205), tipo T.10.1.2.1 de J. Ramon
(Ramon Torres 1995, pp. 230-231), datable ha-
cia el siglo VI a. C. (Fic. 16)
La ultima pareja de pendientes la forman los
descubiertos en el enterramiento nim. 4, con
4a gis. de peso cada uno, los cuales estaban
formados a partir de una doble «morcilla» sim-
ple y un sistema de hilos (once vueltas) en la
parte proxima al cierre, que fue realizado igual-
mente en bronce (Fics. 16-17).
Desde un punto de vista tipoldgico estas pie-
zas pueden incluirse en el grupo IIl3.C de M.
Almagro Gorbea (ALMAGRO GoRBEA 1986, p.
JUAN ANTONIO MARTIN RUIZ ET ALI
34),enel que recoge
los pendientes
amorcillados con
engarce en espiral
Conocemos algu-
nos pendientes pa-
recidos a los halla-
dos en las tumbas 3
y 4, aunque a veces
con un sistema de
cierre distinto, pro-
venientes de la ne-
crépolis de Villari-
cos, en concreto los
hipogeos del grupo
Jde Astruc (Astruc
1951, lam.xLt; ALMA-
GRO GORBEA 1986, p.
108), asi como del
santuario de Can-
cho Roano y la ne-
crépolis ibérica de
La Bobadilla en Jaén
(Aranecur Gasc6
2000, pp. 261 294),
con una fecha que
comprende los
glos VI-Va.C.;cabe
recordar que esta
forma de pendien-
tes no se haya entre
elrepertorio del tal-
ler gaditano (Perea CaveDa 1986, pp. 310-312),
siendo Villaricos el nico yacimiento fenicio de
Ja Peninsula Ibérica donde se habfan documen-
tado hasta ahora
Asi pues, y en consonancia con lo expuesto,
consideramos que los enterramientos 2, 3 y 4
deben datarse en el siglo VI a. C., sin que nos
sea posible sugerir una cronologia mis preci-
sa para cada uno de ellos, fecha que no desen-
tona con la que ofrecen los restos situados
fuera de la cmara.
E] material més abundante fue el recogido
al exterior del hipogeo junto a su entrada,
como son un fragmento de un vaso cerrado
de engobe rojo que muestra un posible grafito,
tal vez la letra h, asi como restos de platos,
alguno sin tratamiento decorativo, como su-TUMBA DE CAMARA DE LA NECROPOLIS FENICIA DE GIBRALFARO. 49
Fic. 14. Ajuar de las tumbas 2 y 3 (Fuente: J. R. Garcia).
cede con los de pescado, cuyas caracteristicas
son similares al hallado dentro del hipogeo,
asi como otros tres cubiertos de engobe rojo
con tonalidades rojizas y castafias (Fic. 16), en
una ocasién con un grafito, también la letra h
(CUNCHILLOs — Zamora 2000, p. 37), que suele
interpretarse como la abreviatura de un nom-
bre propio (FUENTES EsaNot 1986, p. 51). S6lo
uno de los tres platos conserva completo su
borde, que mide 45 mm., de ancho y 20,5 cms.
de diametro, medidas que no desentonan con
las que ofrecen los niveles de habitat excava-
dos en la ladera de la Alcazaba, bajo el teatro
romano y que han sido datados en el siglo VI
a.C. (GRAN-AYMERICH 1991, p. 63), si bien he-
mos de tener presente que hasta la fecha care-
cemos de una seriacién completa de este tipo
de piezas tan utilizadas para establecer paré-
metros cronolégicos, algo que resulta del
mayor interés por cuanto recientes estudios
han advertido de las variaciones métricas que
pueden presentar de un yacimiento a otro
(AUBET SEMMLER 1999, p. 45), atin dentro de
una tendencia general que resulta valida.
Hay, igualmente, fragmentos de pithoi (Fic.
18) con asas geminadas pintados con color
rojo, los cuales pueden mostrar lineas en negro
sobre este fondo. Aunque se habia indicado
que su presencia en las necrépolis fenicias no
era habitual (Maass-LINDEMANN 1986, P. 237),
lo cierto es que en la actualidad podemos citar
varios ejemplos, como serian Lagos (AuBET et
alii 1991, pp. 42-43), Jardin (Maass-LINDEMANN
1995, Pp. 139-140), Cortijo Montafiez (AuBET
SEMMLER et alii 1995, p. 226) y Campos Eliseos
(Martin Ruiz — PéRez-MALuMBrES LANDA
2001, . 304).
‘Algo mas numerosas son las énforas (Fico. 18,
20), con bordes que podemos incluir en los tipos
T.10.1.2.1y T.11.2.13 de J. Ram6n (Ramon Tor-
RES 1995, p. 235), los cuales podemos asimilar, re-
spectivamente, a las formas Mafié A-1 y Maiié-
Pascual A-4 (MANA 1951, pp. 204-205), con unas
cronologias bien definidas para ambos tipos
segiin sus caracteristicas, como sonel siglo Via.
. para las primeras y el V para las segundas,
Contamos con un fragmento de borde de
un vaso tipo Cruz del Negro (Fic. 18), ajuzgar
por el caracteristico baquetén que muestra en
su cuello. Este tipo de vasos suele aparecer en
las necr6polis conteniendo las cenizas del di-
funto, si bien en nuestro caso no parece darse
esta finalidad, aunque por noticias transmiti-
das por operarios de la obra en las proximi-
dades debieron existir otros que también con-
tenian enterramientos.150 JUAN ANTONIO MARTIN RUIZ ET ALIT
Fic. 15. Pendientes de oro del enterramiento 3 (Fuente: J. SANCHEZ).
Otras piezas (Fic. 18) son los lebrillos con
borde de seccién triangular, como el apareci-
do en el encofrado, pero esta vez sin decorar,
y un fragmento de pendiente de bronce que
parece corresponder a un hezem.
Podemos citar un fragmento de fondo de
una copa atica de barniz. negro destinada al
consumo del vino, tal vez perteneciente al
tipo Céstulo (Fic. 19). Exenta al exterior mue
stra un circulo concéntrico alrededor de un
punto del mismo color (Gracia 1994, p. 190).
Se han encontrado también varios fragmen
tos de morteros (Ficc. 20-21), en algtin caso lo
bastante completo como para permitimos re-
construir su perfil totalmente, como sucede
con uno que fue depositado directamente
sobre el sillar horizontal que facilitaba el ac-
ceso al hipogeo. Sus fondos extemos presen:
tan una serie de surcos concéntricos en tanto.
los bordes, largos y planos, estan ligeramente
inclinados hacia el interior.
No queremos olvidar las ollas (Fics. 21-22),
entre las que podemos diferenciar dos grupos:
las que presentan un borde exvasado al exte-
rior y las que muestran en el borde un resalte
en el interior para la tapadera, en alguna oca-
sion asimilables a las denominadas ollas con
«asa de empalme horizontal» o de , estas tlti-
mas habituales en contextos de los siglos V-IV
a.C., como vemos en el taller ibicenco ya cita-
do (Ram6n Torres 1990-91, p. 280), la tumba 13,
dela necrépolis sur de Tharros (Morina Fajar-
DO 1984, pp. 86-87) 0 la necrépolis de Solunto
(Greco 2000, pp. 1321-1322), si bien en el san-
tuario dedicadoa la diosa Astarté de Tas Silg en
Jaisla de Malta, se encuentran desde el siglo IV
en adelante (AMapast Guzzo 2000, p. 182).
Contamos también con un vaso cerrado
casi completo con una linea de color negro en
el arrangue del cuello (Ficc. 22-23),
Uno de los grupos cerémicos mas abundan-
tes es el de los cuencos (Fic. 22). Los hay
semiesféricos con el borde redondeado, apun-
tado vertical o algo inclinado hacia dentro,
vertical con un engrosamiento, e inclusive de
seccién triangular, todos ellos carentes de de-
coracién.
Otros tipos de restos son los faunisticos, de
Jos que hablaremos a la hora de intentar re
construir el ritual, y los malacolégicos, muy
escasos, consistentes en algunas conchas ma-
rinas (acantocardia tuberculata, murex brandaris
y ostrea edulis),
4. EL RITUAL FUNERARIO
El anilisis de estas cuestiones queda mediati
zado por el deficiente estado de conservacién
de la sepultura que nos impide analizar en su
totalidad una valiosa informacion sobre elTUMBA DE CAMARA DE LA NECROPOLIS FENICIA DE GIBRALFARO 151
O
O
DB B= CB &s
Fic. 16. Ajuar de las tumba 4 y materiales de engobe rojo del exterior (Fuente: J. R. Garcia),
tema, De cualquier forma, podemos sefialar
la presencia del rito inhumador en todos los
enterramientos, tanto si nos referimos a los
que datamos en el siglo VI a. C. como al
perteneciente al siglo V-IV, lo que nos habla
acerca de una continuidad en este punto
Sin embargo, esta uniformidad desaparece
en lo concemiente a la orientacién de los
individuos, pues el nim. 1 presentaba un sen-
tido este-oeste, en tanto el 2 lo hacia con una
orientaci6n norte-sur con los pies en este tl
timo sentido y el tercero volvia a tener la que
presumiblemente asignamos al mim.1, aun-
que en dectbito lateral en vez de supino, algo
que contrasta con la que muestra la iiltima
inhumacién, la primera que se deposit y
que, si bien esta situada en dectibito lateral
izquierda y tiene una orientacién este-oeste,
se ha invertido la colocacién de los pies y la
cabeza
Sobre la disposicién de los exiguos restos de
ajuar poco podemos decir, salvo que los frag-
mentos de anfora del enterramiento 2 se en-
contraban en la parte central de la fosa y que
algunos fragmentos del ajuar del nim. 1 esta-
ban en la zona de los pies, sin olvidar que los
pendientes de oro se encontraron, como es
légico, junto al craneo.
Resulta interesante comprobar cémo la uti-
lizacién de pendientes, en esta ocasi6n elabo-
rados con un metal noble, caso del oro, es
independiente del sexo que tenga la persona 0
del hecho de que sufran una minusvalia, pues
Jos emplearon tanto los dos hombres como la
mujer, con la tinica distincién de que el ejem-
plar que portaba esta ultima mostraba un
mayor grado de decoracién y un tamafio algo
mis grande, aspectos que, por otro lado, tam-
poco tienen gran trascendencia,
Cabe citar la existencia de una ofrenda,
contemporanea a la construccién de la tumba
en el siglo VI, consistente en un perro adulto
de tamafio mediano, mayor de un afio, cu-
bierto con lajas y piedras que fue colocado de
forma paralela a la entrada del hipogeo pega
do al mismo en su cota de cimentacién, el
cual fue sometido a altas temperaturas, pero
que, tras los anilisis efectuados por M. Mon-152 JWAN ANTONIO MARTIN: RUIZ. ET ALI
Fic. 17. Pendientes del enterramiento 4 (Fuente: J. SAncitz).
tero de la Universidad Auténoma de Barcelo-
na, sabemos que no fue consumido. A la
misma cota, junto al perro y entre abundan-
tes cenizas, encontramos los restos fragmen.
tados de, al menos, dos nforas Mafid A-1,
ademas de parte de un hezem de bronce y tres
fragmentos de hierro de un objeto indetermi-
nado que, como todos los anteriores, tampo-
co mostraba signos de haber estado en con-
tacto con las llamas.
El hipogeo fue erigido con una orientacién
este-oeste, con la puerta dirigida hacia el po
blado, hecho que resulta ser usual en las ne-
cr6polis de origen semita de Andalucia (Ra-
‘Mos SaINz 1986, pp. 32-33).
A pesar de ser varios los enterramientos exi
stentes, s6lo podemos diferenciar dos momen
tos distintos en cuanto a las ofrendas deposi-
tadas al exterior del mismo. En un primer
momento, que datamos en el siglo VI a. C.,
cabe situar las anforas Mafia A-t, pithoi, vasos
Cruz del Negro, platos y el vaso cerrado cu-
er
<=
Fie, 18. Exterior del hipogeo: pithoi, anforas Maia A+, vaso Cruz del Negro, lebrillos y hezem
(Fuente: J. R. Garcia),TUMBA DE CAMARA DE LA NECROPOLIS FENICIA DE GIBRALFARO 153,
biertos de engobe rojo, con un claro predomi-
nio de las formas cerradas sobre las abiertas,
si bien hemos de tener presente a este res-
ecto, al igual que acontece con los restos mas
recientes, que su estudio puede presentar cier-
taaleatoriedad dadas|as circunstancias del hal-
lazgo.
Ya a fines del siglo V-principios del IV a. C.,
tenemos las anforas Majid-Pascual A-q para sa-
laz6n de pescados, ollas, cuencos, morteros,
platos de pescado, jarros y ceramica griega de-
stinada al consumo del vino, igualandose el
mimero de formas abiertas y cerradas, siendo
ahora cuando aparecen los restos malacolégi-
cos, ademas de un ave que ha sido imposible
identificar, un buey adulto con més de dos afios
que no fire quemado y parte de una cabra joven
que si experimenté los efectos de las llamas,
animales que en ningtin caso fueron consumi-
dos como indican los anilisis realizados,
Respecto a la abertura posterior que apare-
ce recogida en la fotografia, pensamos, con
las debidas reservas puesto que corresponde
a la zona destruida, que pudo servir para
realizar libaciones desde el exterior, las cuales
Megarian hasta el interior del hipogeo, mas
exactamente hasta la fosa més antigua. Se
trataria de una practica ritual que puede ra-
strearse tanto en cmaras funerarias como en
otros tipos de tumbas, caso de las cistas de
sillares excavadas en Cadiz, donde aparecen
también oquedades destinadas a tal fin (Ra-
Mos SaINz 1986, pp. 120-121).
5. CONCLUSIONES
Ala vista de los restos conservados, podemos
decir que se trata de un hipogeo que estuvo
en uso desde el siglo VI a.C. hasta aproxima-
damente el 4oo a. C.; con una planta rectan-
gular muestra una gran originalidad en cuan-
toa la mezcla de técnicas constructivas utili-
zadas, cuya conjuncin no conociamos hasta
ahora en la arquitectura funeraria fenicia de
la Peninsula Ibérica y en la que se llega a
reutilizar algun de material, como sucede con
uno de los sillares.
Un aspecto que consideramos de gran inte-
rés es el caracter individual de los enterra-
mientos, que queda marcadamente explicita-
“TN
—-
Fic. 19. Anforas Mafié-Pascual A-4, copa griega,
plato y morteros del exterior
(Fuente: J. R. Garcia).
do por la construccién de fosas, al menos en
los casos mas antiguos. Este hecho establece
cierta relacién con la tumba 66 de Jardin (Scuu-
BART ~ MAAss-LINDEMANN 1995, pp. 90-98),
también datada en el siglo VI a. C., asi como
algunas tumbas de cimara de Ibiza, Malta y
Cartago, con cronologias que arrancan desde
esa misma fecha y alcanzan el siglo I a.C.
(TeyERA GasPaR 1979, pp. 126-127; FERNANDEZ
1980, p. 9; 1986, p. 159), y en las que también
se lleva a cabo este proceso de individualiza-
cin de las sepulturas, si bien hemos de indi-
car que hasta ahora desconociamos la existen-
cia en el Mediterraneo occidental de estruc-
turas con estas caracteristicas.
A pesar de observarse el tinico uso de la
inhumacién como rito funerario, cabe advertir
la diversidad existente en cuanto a las orienta-
ciones con que fueron depositados. Sin embar-
go, no parecen advertirse grandes transforma-
ciones en cuanto al ritual seguido en estos
siglos, y elloa pesar de que se ha propuesto que154 JUAN ANTONIO MARTIN RUIZ ET ALI
Fic. 20. Morteros y ollas del exterior de la cimara (Fuente: J. R. Garcia).
lapretendida crisis que habria sacudido al mun-
do fenicio durante el siglo VI a. C. propiciaria
tun cambio sustancial que se habria hecho pal-
pable en el siglo V a. C., como tampoco existe
un tratamiento diferencial en funcién del sexo
u otros condicionantes fisicos.
En definitiva, nos encontramos ante un nue-
vo hipogeo, el primero conocido en lo que
fue la antigua Malaca, que entronca con la
tradicién que representan las tumbas de
mara de Trayamar o Puente de Noy, algo
mis antiguas que ésta. Debié estar en funcio-
namiento durante un par de centurias, aun-
que su destruccién parcial nos imposibilita
determinar el mimero de individuos que con-
tenia entre las fosas y el que yacia junto ala
entrada,
Parece fuera de duda el papel relevante que
los individuos aqui enterrados debieron jugar
dentro de su comunidad, como ya se ha sefia-
lado para otras tumbas de cmara (AUBET SEM-
MLER 1994, P. 286; JIMENEZ FLORES 1996, p. 104).
Considerados panteones familiares, lo cierto
es que desconocemos el papel exacto que tu-
vieron, pues a menudo olvidamos que, junto
a estos poderosos comerciantes que sin duda
existieron, también tenemos constancia de que
en la sociedad fenicia habia sacerdotes, altosTUMBA DE CAMARA DE LA NECROPOLIS FENICIA DE GIBRALFARO 155
Ge
eS
Fic. 21. Olllas del exterior (Fuente: J. R. Garcia).
Fic, 22. Vaso cerrado y cuenco del exterior
(Fuente: J. R. Garcia),
fancionarios, miembros de familias reales, etc.,
cuya evidencia en el registro arqueolégico de
estos asentamientos occidentales es, hasta el
momento, minima por no decir nula.
No queremos finalizar estas paginas sin co-
mentar su relacién con otro punto cercano
donde también se han documentado enterra-
mientos fenicios. Nos referimos a la zona de
Campos Eliseos, situada en la ladera meridio-
nal del cerro de Gibralfaro, y donde se han
excavado un total de 23 sepulturas de los
siglos VI, II a.C. y 1 d.C. (Martin Ruiz —
PéREZ-Matumsres LANDA 2001, pp. 301-303),
tres de ellas pertenecientes al siglo VI a.C.,
consistentes en inhumaciones en decibito la-
teral derecho dentro de fosas.
La escasa distancia que los separa, apenas
350 m. en linea recta, parece sefialar la exi-
stencia en toda la ladera de esta colina de una
amplia necropolis, creemos que la principal
de Malaca, y en la que él rito inhumador re-
sultar ser tinico por ahora, frente a otros pun-
tos, como la zona de El Ejido (Marorca
Mayorca ~ RAMBLA TORRALRO 1999, Pp. 317-
Fig, 25. Vaso cerimico del exterior del hipogeo
(Fuente: A. Pérez-MALUMBRES).156 JUAN ANTONIO MARTIN RUIZ ET ALIE
318), donde se detectaron algunas tumbas de
incineracién datadas también en el siglo que
nos interesa, sin que por €! momento se ha-
yan descubierto enterramientos del momen-
to en que se cerré esta camara, aunque a este
respecto cabria recordar la aparicién en una
tumba en otro sector de esta misma necr6po-
lis, a principios del siglo pasado, de una figu-
rita de oro del dios Bes y un uschebti de fayen-
za (RODRIGUEZ DE BERLANGA 1995, p. 162), el
cual ha sido datado en el siglo V a. C. (Ga-
MER-WALLERT 1978, pp. 231-232).
ANEXO I
ANALISIS DE LOS RESTOS DE FAUNA.
Mazer Montero
Barcelona
Gracias al estudio detallado de los huesos de ani-
males recuperados durante la excavacién podemos
acercamos a las diferentes modalidades de produc-
cién y explotacién de los recursos animales, apor-
tando nuevos elementos ala hora de interpretar el
sistema y organizacién socioeconémica de los di-
stintos grupos humanos. Estos estudios cobran im-
portancia a la hora de aproximarnos a las distintas
practicas religiosas y ceremoniales en las que, sin
duda, los animales desempefiaron un lugar desta-
cado.
METopoLoGia
La determinacién anatémica y especifica junto a
Ja variabilidad de cada especie en cuanto a sexo,
edad, etc., de los restos recuperados ha sido rea-
lizada cotejando los atlas ostedlogos de Barone
(1976), Schmid (1972), Pales y Lambert (1971) y
Lavocat (1966), asi como mediante la consulta
directa de la coleccién arqueozoolégica de refe-
rencia del Laboratorio de Arqueozoologia de la
Universidad Autonoma de Barcelona,
Las especies morfolégicamente proximas (ovis
aries/capra hircus) han sido diferenciadas siguien-
do los criterios establecidos por Boessneck (1980),
Payne (1973) y Prunel y Frish (1986)
DBTERMINACION DE LA EDAD DE LA MUERTE
Se han utilizado los siguientes criterios discrimi-
nantes
a) Dentici6n. Se ha recurrido a la cronologia de
Ja erupci6n y reemplazamiento dentario (compo-
sicién de dientes deciduales y definitivos) (Scrap
1972; HABERMEHL 1980), y a la evaluaci6n del gra-
do del desgaste dentario (Grant 1982; PAYNE 1973).
'b) Esqueleto apendicular. Se ha observado el
estado de epifisacién de los huesos (epifisis fusio-
nadas y epifisis no fusionadas) (BARONE 1976; SiL-
VER 1980).
Osteomerria
Hemos realizado este andlisis conforme a la siste-
matizacion y terminologia de von den Driesch
(1976), modificada en algunos elementos por el
laboratorio de Arqueozoologia de la U.A.B., sola-
mente se han seleccionado los animales que han
legado a edad adulta.
Meropotocia DEL ANALISIS TAFONOMICO
Segiin sea el proceso de formacién de los yaci:
mientos, un hueso esta sometido a alteraciones
producidas por dos tipos de agentes modificado-
res: naturales y antrépicos. Entre los primeros se
incluyen aquellos derivados de la accién de orga-
nismos biologicos (planas, animales), si como los
relacionados con factores atmosféricos o sedimen-
tolégicos. Por otra parte, las modificaciones an-
trépicas se producen como consecuencia de la
adquisicién, mantenimiento, preparacién y con-
sumo de alimentos de origen animal.
Ambos tipos de agentes se manifiestan a través
de trazas 0 alteraciones caracteristicas, que pue-
den ser reconocidas mediante el examen macro y
microsc6pico. Las trazas antrépicas revisten un
especial interés, ya que constituyen un testimo-
nio directo de la manipulacién humana de los
recursos faunisticos.
RESULTADOS DEL ANALISIS TAXONOMICO
Los restos recuperados en el exterior de la entrada
del hipogeo son escasos y estaban depositados
directamente sobre el suelo. Los taxones repre-
sentados pertenecen integramente a animales
domésticos.
Setenta de los restos documentados pertenecen
aun perro adulto, mayor de un afio, de tamafio
‘mediano. Estos corresponden a: seis vértebras cer-
vicales, dos de ellas en conexién, diversos fragmen-
tosde cuerpo de vertebra caudal yun fragmento deTUMBA DE CAMARA DE LA NECROPOLIS FENICIA DE GIBRALFARO 157
sacro, dos mas de maxilares con denticién, un frag-
mento de palatino, el zygomatico izquierdo y de-
recho, un fragmento de nasal, el frontal y el tempo-
ral, asi como veinte pequefios fragmentos no deter-
minables del créneo, treinta de cuerpo de costillas,
dos fragmentos de acetabulo, eos del Col de Ilium.
y dos fragmentos (epifisis proximal y diffisis proxi-
‘mal) del fémur izquierdo. Junto a éstos, se localiza~
ron el metatarso izquierdo y un fragmento de didfi-
sis de radio correspondientesa un buey adulto, con,
mis de dos afios, y un fragmento de hueso de ave
que no ha podido ser identificado a nivel especifico.
RESULTADOS DEL ANALISIS TAFONOMICO
Se han detectado modificaciones ocasionadas por
dos tipos de agentes naturales:
~ Biolégicos, efectos producidos por las raices
de las plantas (vermiculaciones).
— Atmosféricos y sedimentarios, en algunos
restos Oseos se aprecian las caracteristicas propias
de los procesos de sedimentacién especificos.
Las alteraciones de cardcter antrépico se ha-
brian producido durante el proceso de combu-
stién, que afecta a todos los restos éseos, a exce-
pcién del metatarso de buey. Los restos del perro
presentan una alteracién térmica debida a un pro:
ceso de combustién de alta intensidad, por el cual
adquieren un color castafio oscuro, mientras que
Ja mandibula de cabra s6lo ha estado parcialmen-
te expuesta al fuego, no habiéndose hallado nin-
gun otro signo de manipulacién humana.
CONSIDERACIONES FINALES
La baja intensidad de fracturacién antrépica, a exce-
peién del crineo del perro, y la inexistencia de trazas
antrépicas en el conjunto del material estudiado,
permite sugerir que los restos faunisticos no son
producto de los procesos de consumo alimentario,
Por otra parte, los diferentes grados de altera-
cién térmica evidencian un tratamiento diferen-
cial entre especies y partes especificas, pues mien-
tras que los restos del perro han sido sometidos
a altas temperaturas, la mandibula de cabra ha
estado en contacto con el fuego de forma parcial
y los restos de buey no han suftido alteraciones
de caracter térmico.
‘Asi mismo, este tipo de alteraciones pudieron
haber sido producidas por una incineracién de los
animales o posiblemente de determinadas partes
de ellos en los rituales funerarios.
BiomeTRia
MT (metatarso)
Especie LM Ap aPp AD Ad Asd APSd
Bos
taurus 94.2 9.53 8.14 15.63 20.01 19.91 10.44
ANEXO II
ANALISIS DE LOS RESTOS ANTROPOLOGICOS
ALFONSO PaLomo Lausuru : Victor SMITH FERNANDEZ
Barcelona
Inpivipvo N°
El individuo n° 1 presenta un estado de conser-
vacin muy deficiente. Los otros tres individuos
aparecidos en la excavacién muestran, en gene-
ral, un estado de conservacién ésea regular, vién-
dose afectados por la masa de arcilla hiimeda que
los envuelve y que ha contribuido a su descal-
cificacién, haciendo vulnerable el tejido esponjo-
so de determinados huesos. Aparece completo
Uinicamente el esqueleto n° 4 y el resto se han
hallado incompletos, presentando el n° 3 una
fuerte desarticulaci6n y fragmentacién de la par-
te superior del cuerpo.
Inpivipvo N° 2
Estado del esqueleto:
Su estado de conservacién es regular, habién-
dose preservado la prictica totalidad del cuerpo,
salvo el crineo y cintura escapular. Entre los
numerosos fragmentos éseos desarticulados ha
sido posible hallar parte del maxilar izquierdo con
tres piezas dentarias. Se encontraba en decabito
supino y en conexién anatémica.
Sexo:
Las caracteristicas graciles de los huesos y la
morfologia pélvica es la propia del sexo femenino.
Ha sido posible deducir la edad de la muerte a
partir del aspecto de la superficie auricular del
flion, siguiendo las propuestas de Buikstra y Ube-
laker (1994), por lo que el individuo superaria los
cincuenta aiios.
No ha resultado factible proceder a la osteome-
tria de los huesos largos con el objeto de obtener
la estatura del cuerpo. Tampoco han sido halla-
das, en el presente estudio preliminar, claras sefia~
les patolégicas.158 JUAN ANTONIO MARTIN: RUIZ ET ALIT
InpIviDUO N° 3
Estado del esquelet
Presenta un mal estado de conservacién, apa-
reciendo los huesos muy fragmentados, si bien las
extremidades inferiores se encuentran practica-
mente completas, salvo los pies. El cuerpo se
muestra en posicién anatémica en decibito late-
ral izquierdo, resultando significativo el desplaza-
miento con ligera flexién de la pierna izquierda.
Sexo:
La robustez de las extremidades inferiores y las
caracteristicas de la linea aspera del fémur indican
que el individuo era del sexo masculino.
Edad:
La presencia de osteofitos muy desarrollados en
las vértebras, asi como de sefiales de artrosis en las,
articulaciones de ambas rodillas, vienen a manife-
star que se trataba de un individuo de edad avan-
zada, probablemente por encima de los 50 afios.
Estatura:
Laestatura en vida debié ser de 1,63 m., siguien-
do a Manouvrier (1983), a partir de las medidas de
Ja tibia derecha, como tinico hueso en condicio-
nes de ser medido,
Patologias:
La meseta tibial derecha manifiesta osificacién
de la cépsula articular en su punto anteroextemo,
con un tubérculo de Guerdy muy marcado (inser-
cin del muisculo tensor de la fascia lata y cintilla
ilio-tibial). Insercién del tendén rotuliano muy
sefialada y en posicién externa, y una zona de
porosidad en la superficie articular de la glenoide
externa, lo que denota un grado importante de
artrosis en la parte externa de la articulacién de
la rodilla derecha.
La tibia izquierda presenta osificacién de la
cépsula articular en su punto posterointerno, mo-
strando porosidad en la superfice de la glenoide
interna, lo que denota un grado importante de
artrosis en la parte interna de la articulacién de la
rodilla izquierda,
Este conjunto de alteraciones se podrian inter-
pretar como el resultado- de una deformacién por
torsién tibial, en este caso bilateral y asimétrico.
Esta patologia presenta una agrupacién familiar
aunque no se le conoce una base hereditaria.
Inpivipuo N° 4
Estado del esqueleto:
Su estado de conservacién es regular. El cuer-
po, en conexién anatomica, se halla completo en
posicién de dectiito lateral izquierdo,
Sexo:
Las caracteristicas sexuales masculinas se han
podido inferir a partir de la pelvis, siendo perfecta-
‘mente visible la morfologia del agujero obturador
y la rama isquiopubiana,
Resulta sorprendente el minimo desgaste de
las piezas dentarias, frente a la presencia de los
terceros molares. La edad de muerte podria si-
tuarse en fechas ligeramente posteriores a los 20,
afios.
Estatura:
Por las medidas aportadas por el fémur derecho
él individuo debié medir 1,63 m., siguiendo para
ello las tablas propuestas por Manouvrier (1983).
Patologias:
Se ha apreciado una dismetria entre el miem-
‘bro superior izquierdo, cuyo htimero ha arrojado
‘una medida de 28,1 cms. (el derecho se encuentra
incompleto) y las extremidades inferiores. La ex-
tremidad en cuestién ha presentado una longitud
muy inferior ala esperada en relaci6n a la extraida
de las extremidades inferiores. La respuesta po-
dria encontrase en un escaso desarrollo de este
miembro como resultado de una fractura en edad
infantil,
Estrés ocupacional
La marcada cresta del supinador corto del cit-
bito derecho, a diferencia de la del izquierdo vie-
ne a indicar un uso habitual del brazo derecho
sobre el izquierdo, que no presenta esta circun-
stancia, pudiendo suponer que durante la vida
desarroll6 un importante trabajo manual.
ABREVIATURAS BIBLIOGRAFICAS
ALMAGRO GoRBEA 1986 = M. ALMAGRO GoRREA,
Orfebreria fenicio-piinica del Museo Arqueolégico
Nacional, Madrid 1986.
Amapast Guzzo 2000 = M. G. AMaDast Guzzo,
Quelques tessons inscrits du sanctuaire d’Astarté d
Tas Silg: Actas del IV Congreso Internacional de
Estudios Fenicios y Ptinicos, CAdiz 2000, pp. 18%
196.
ARANEGUI Gasc6 2000 = C. ARANEGUT Gascé,
Argantonio. Rey de Tartessos, Sevilla 2000.
Astnuc 1951 = M. AsTRUC, La necrépolis de Villar
cos, Madrid 1951
‘AuBET et alii 1991 = M*. E. Auer — A. CZaNERTZKI
~ C. Dominausz — I Gamer-WaLtert ~ L.
Treitis6, Sepulturas fenicias de Lagos (Vélez-
Mélaga, Malaga), Sevilla 1991.
‘AuBET SexeMLER 1994 = M*. E. AUBET Sewaiter, Tiro
‘ylas colonias fenicias de Occidente, Barcelona 1994".
‘AUBET SEMMLER 1999 = M*. E. user Senter, La
secuencia arqueo-ecolégica del Cerro del Villar: La
cerimica fenicia en Occidente: centros de produccién
‘y comercio, Alicante 1999, pp. 41-68.TUMBA DE CAMARA DE LA NECROPOLIS FENICIA DE GIBRALFARO 159
Avset SeMMLER et alii 1995 = M’. E. ABET Sema-
LER—G. MAass-LINDEMANN —J. A. MarTiN Rutz,
La necrbpolis fenicia del cortijo de Montatiez (Gua-
dathorce, Médlaga): Cuadernos de Arqueologia Me
diterrdnea, 1 (1995), Pp. 257-238
Barone 1976 = R, BARONE, Anatomie comparée des
‘mammiferes domestiques, Paris 1976.
BOESSNECK 1980 = J. BOESSNECK, Diferencias osteols
‘gicas entre las ongjas (ovis aries) y cabras (cabra
hhircus): Ciencia en Arqueologia, México 1980, pp.
338-366,
BROTHWELL 1981 = D. R. ROTHWELL, Desenterran-
do huesos. La excavacién, tratamiento y estudio de
restos del esqueleto humano, Madrid i981
Bursrra — UsetaKer 1994 = J. E. BuiKstRA ~ D.
H, Usstaer, Standards for Data Collection from
Human Skeletal Remains, Arkansas 1994
Campino — Vives 1981 = D. Camprtio ~ E. Vives,
‘Manual de Antropologia Biolégica para arqueélo-
190s, Barcelona 1081.
CUNCHILLOS ~ ZAMORA 2000 = J. L. CuNCHILLOs ~
JA. Zamora, Gramatica fenicia elemental, Barce-
Jona 2000*
FernAnpEz 1980 = J. H. FERNANDEZ, El hipogeo de
Can Pere Catala des Port (Sant Vicent de Sa Cala),
Ibiza 1980.
FERNANDEZ 1986 = J. H. FeRnAnpez, Necrépolis del
Puig des Molins (Ibiza): nuevas perspectivas: G.
pst OLMo - M*. E. Auset SemMteR (coords.),
Los fenicios en la Peninsula Ibérica (= AuOr, 3
{1985)), Sabadell 1986 (1), pp. 149-175.
Furnes EstaNo1. 1986 = M*. J. FuntEs EstaSor,
Corpus de las inscripcionesfenicias, pinicas y neopt-
nicas de Espaiia, Madrid 1986.
(Gamer WALLERT 1978 = I. GameR-Wattert, Agyp-
tische und dgyptisierende Funde von der Iberischen
Halbinsel, Wiesbaden 1978.
Gaacta 1994 = F. Gracia, Las copas de Castulo en la
Peninsula Tbérica. Problemética y ensayo de clasifica-
cidn: P. CaBrera ~ R. OLMos ~ E. SANMARTi (co-
ords.), Iberos y griegos: lecturas desde diversidad.
‘Simposio Internacional celebrado en Ampurias, 3 al
5 de Abril de 1991 (= Huelva Arqueolégica, 13, 1
[1992)), Huelva 1994, pp. 175-200.
GraN-AvMenicH 1991 = J. M.J. GRan-AYMERiCH, Le
secteur du théétre au pied de U'Alcazaba: documen-
tation archéologique: Malaga phénicienne et puni-
que. Recherches franco-espagnoles 1981-1988, Paris
1991, PP. 57-92.
Grant 1972 = A. Grant, The Use of Toothwear as
4 Guide to the Age of Domestic Ungulates: Ageing
and Sexing Animal Bones from Archaeological Sites
(= BAR, 109), London 1972, pp. 91-108.
Greco 2000 = C. Greco, La necropoli punica di
Solunto: Actas del IV Congreso Internacional de
Estudios Fenicios y Pinicos, Cadiz 2000, pp. 1319-
1335.
Hapsrasta, 1980 = K. H. Hansen, Die Alterbe-
stimmung bei Haus- und Labortieren, Berlin 1980.
Huertas Jiménez — MOLina Fajarpo 1986 = C.
Huertas Jiménez —F, Mouina Fajaxno, Tipolo-
‘gia de la cerdmica deta necrépolis fenicio-piinica de
‘Puente de Noy en Almuiiécar (Granada): XIV Con-
greso Nacional de Arqueologia, Zaragoza 1986, pp.
497-506.
Jiménez FLORES 1996 = A. M. JIMENEZ FLORES,
Ritual funerario y sociedad en las necrépolis fenicias
de época arcaica de la Peninsula Ibérica, Ecija 1996.
LamBoctia 1952 = N. Lampocuia, Per una classifica-
zione preliminare della ceramica campana: Actes du
F Congrés Intemational d'Etudes Ligures, Bordi-
ghera 1952, pp. 139-206.
Lavocar 1966 = R. Lavocar, Faunes et flores préhi-
storiques de l'Europe occidentale: Atlas de Préhistoi-
1e, Ill, Paris 1966.
Maass-LINDEMANN 1986 = G. Maass-LINDEMANN,
Vasos fenicios de los siglos VIII-VI en Espatia. Su
procedencia y posicién dentro del mundo fenicio
occidental: G. pet Otmo ~ M*. E. AuseT SEMM-
LER (coords.), Los fenicios en la Peninsula Ibérica
(= AuOr, 3 (1985]), Sabadell 1986 (1), pp. 227-240.
Manouvaier 1983 = L. Manouvein, La détermina-
tion de la taille d’aprés les grands os des membres:
‘Mémoires de las Societé d’Anthropologie de Paris, 4
(1983), PP. 347-402.
Mafia 1951 = J. M’. Maita, Sobre tipologia de dnforas
piinicas: VI Congreso Arqueolégico del Sudeste
Espaiiol, pp. 203-210.
Marrix Rurz 1995 = J. A. Martin Ruz, Catdlogo
documental de los fenicios en Andalucia, Sevilla 1995.
Martin Ruiz ~ Pérez-Macumares Lanpa 2001
JA. Manin Ruiz ~ A. Pérez-Mazumeres Lan-
pa, La necrépolis de Campos Eliseos (Gibralfaro,
Malaga): Comercio y comerciantes en la Historia
Antigua de Mélaga (siglo VII a.C. - aito 7 d.C.),
Malaga 2001, pp. 299326.
Mayorca MayorGa — RaMBia TORRALBO 199% |.
Mayorca Mayorca - A. Ramsia TorRALBo,
Memoria del sondeo arqueoligico realizado en El
Ejido. Malaga: Anuario Arqueolégico de Andalucia
1994, Sevilla 1999, pp. 315-324.
MoutNa Fajarvo 1984 = F. Mouina Fajarpo, La
necrdpolis sur de Tharros: RStFen, 12. (1984), pp.
77-101.
Paves ~ LAMBERT = L. Paces - C. LAMBERT, Atlas
ostéologiques des mammiféres, Paris 1971
PayNe 1973 = S. PAYNE, Kill of Patterns in Sheep and
Goats: the Mandibles fiom Asvan Kale: Anatolian
Studies, 23 (1973), pp. 281303.
PERDIGUERO LépEz 1994 = M. PerpiGuERO LépEz,160 JUAN ANTONIO MARTIN RUIZ ET ALIL
Un homo alfarero de época ibérica en Aratispi (Cau-
che el Viejo, Antequera): Jdbega, 74 (1994), pp. 314.
Perea Cavepa 1986 = A. Perea Cavepa, La orfebre-
ria piinica de Cadiz: G. pL. OLMo ~ M°. E. AUBET
‘SeMMLER (coords.), Los fenicios en la Peninsula
Ibérica (= AuOr, 3 [1985]}, Sabadell 1986 (1), pp.
295-322.
PRUNEL ~ Frist 1986 = W. PRuNEL ~ H. J. Frist,
‘A Guide for the Distinction of Species, Sex and Body
side in Bones of Sheep and Goat: Journal of Archae-
ological Science, 13 (1986), pp. 567-577.
RamOn Torres 1990-91 = J. RAMON Torres, Barrio
industrial de la ciudad pimnica de Ibiza: el taller AE-
20: Cuadernos de Prehistoria y Arqueologia Castel-
lonenses, 15 (1990-91), pp. 247-285,
RAMON ToRRES 1995 = J. Ramon Torres, Las dn
{oras fenicio-pinicas del Mediterraneo central y oc-
cidental, Barcelona 1995.
RaMos Sainz 1986 = M*. L. Ramos Sanz, Estudio
sobre el ritual funerario en las necrépolis fenicias y
piinicas de Ia Peninsula Ibérica, Madrid 1986.
Ropnicurz DE BERLANGA 1995 = M. Ropricuez De
BERLANGA, Catdlogo del Museo Loringiano (1903),
Malaga 1995.
Ruiz Mara 1987 = D. Rutz Mara, La formacién de
la cultura turdetana a través del Castillo de Doita
Blanca: Iberos. Actas de las I Jornadas sobre el
‘mundo ibérico, Jaén 1987, pp. 299-334,
Scrap 1972 = E. Scummp, Atlas of Animal Bones.
Tierknochatlas, London-New-York 1972.
Scuupart ~ NiemevEr 1976 = H. Scuusart —H. G.
Niemeyer, Trayamar. Los hipogeos fenicios y el
asentamiento en la desembocadura del rio Algarrobo
(= EAB, 90), Madrid 1976.
ScuuBarT ~ Maass-LINDEMANN 1995 = H. ScHu-
Bart — G. Maass-LinpeMann, La necrépolis de
Jardin (Vélez-Mélaga, Mélaga): Cuadernos de Av-
queologia Mediterrinea, 1 (1995), pp. 57-
Sunver 1980 = I. A. Suwver, La determinacién de la
edad de los animales domésticos: Ciencia en Arqueo-
logia, México 1989, pp. 289-309.
‘Teypra Gaspar 1979 = A. Tayena Gaspa, Las tum-
bas fenicias y piimicas del Mediterrinco occidental.
Estudio tipolégico, Sevilla 1979.
UBELAKER 1989 = D. H. Une1-aker, Human Skeletal
Remains. Excavation, Analysis, Interpretation,
Chicago 1989.
VON DEN DRigscit 1976 = A. von DEN Drissci, A
Guide Measurement of Animals Bones from Archa-
cological Sites, Harvard 1976.
Grafito Ibérico Hallado en El Cerro Del Castillo (Fuengirola, Málaga) : Nuevos Datos Sobre La Presencia Indígena en Los Yacimientos Fenicios Del Círculo Del Estrecho.