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SILVINA BULLRICH Argentina (1915- -) La mujer en la novela femenina (1956) dejado de sf mismo la imagen que queria dejar, el libro intempestivo un intempestive eseritor arrojé tna luz deslumbrante sobre el rinc6n que todos te habian empeiiado en mantener én sombras. Les liaitons dangereis= ses revel6 todo el lbertinaje de un siglo que fingla ser por un lado eglé! légico y sentimental y por el otro intelectual y heroieo. Afortunadamente® en medio de nuestro mundo de mentiras se alza la raza veridica de, Ie ‘esctitores, que miente también sin duda, pero nunca en sus libros, “Guando fos ecrtorés eran por lo general hombre, la parte de menGil 4 que nos endilgaban era involuntaria y se limitaba a pintar‘a Ia mujer tal @ como todes les hombres desean que sea la mujer. Algunos, iuminados Bg 4 ca milagrosa captacién que es el genio, vieron de la mujer agpectos pcg | hralagadores y etemos, que muy a menudo nos gustaria describirsi yall uo lo hubicran hecho, Hablo en plural, pero picnso cn Flaubert, pact todo el cinismo y la franqueza de los escritores de hoy por mostrar “niues! (i tra verdad“ no alcanza todavia Ia profundidad de Madame Bovary. ¢Qué otra cosa sino el bovarisino guia los actos de todas nuestras heroinds Louise de Vilmorin en Madame de... en Histoire daimer nos cus dos casos de bovatismo. Un Certain Sourire, de Franoise Sagan, nos dev! cribe un caso precoz de bovarismo. Y en Les Mandarins, de Simone ‘d Beauvoir, el bovarismo se vuelve monstruoso al demostrar que es omnipo: tente hasta cuando ataca a las mujeres superiores. Pero ni antes ni de® pués de Madame Bovary los escritores consiguieron hacer un blanco cabal en la psicologia femenina. Entonces legaron las escritoras. Ee “Todas las escritoras de la Tierra deben de haber lamentado y lamen- tarén que Madame Bovary haya sido escrito, pues en vez de arrancar del punto de partida para lanzarse en sus resultas confesiones, deben emperat mitad de camino con lo esencial ya dicho. No empleo la palabra esen- cial al azar, sino que me refiero a la esencia misma de la mujer 0 acas) | ala exencia misma no de la mujer del futuro, sino de la que es producto de una civilizacién que Ie ha ido dando lentamente derechos y ha ido: negindole tercamente deberes, que la ha colocado en una_posicién de bertad sin destino. Los largos dias que se estiran vacios y libres haceit de la mujer culta de una clase acomodada una presa facil para el bovaris= ‘mo. A los hombres les basta ser honestos y tener una profesién para que’ el mundo reclame de ellos su capacidad y su tiempo. A las mujeres 108 ore SILVINA BULLRIGH, piden nada menos que talento, Cualquier mujer que se-haya destacado én algin terreno intelectual vera que a igualdad de condiciones, y muy a menudo en desigualdad de condiciones, buscan a los.hombres. para las tareas administrativas, directivas 0 coordinadoras de la cultura. ¢Qué mujer no ha ofdo estupefacta de boca de hombres amablemente medioeres cee reiterado pedido de “la gran obra”, esa exigencia de talento? Sin lugar ‘a duda esto ¢ una exigencia universal y las mujeres, al ver que slo. pue- den elegir entre cl anonimato doméstico y el talento, se han puesto resuel- tamente a tener talento, ‘alos hombres quieren que tengamos talento? —contestan—, de acuerdo, pero ala larga esto les costara més caro que si nos hubieran pedido mo: Aestamente que fuéramos correctamente capaces como ellos. Sabrin lo. que no quieren saber y ellos que son duefios de todos los campos, de accién perdern por lo menos el dominio de uno de esos campos: el de In inti Iidad, En vez de estrechar en sus brazos a Ja mujer dulce, timida y con. ‘quistada que ellos habian inventado, se rentirdn frente a una contrincante Sbeervadota, irénica y victoriota. Frente a la creaci6n de ellos pondremos Ja ereacién nuestra, que tiene por lo menos el valor de-estar hecha a'ima- gen y temejanza de la mujer verdadera. Naturalmente que en una sociedad es dificil que uno de los socios pierda y-el otro salga.ganando, pero perdida por perdida la mujer lanza ‘si ‘experimento, ‘La literatura femenina actual e3 uno de los doctimentos. més: impor tantes que, del siglo xx, podré recoger la posteridad. Entre los tantos se- eretos que flotan por el mindo como éndas perdidas que nadie logra apresar, estaba el gran secreto de Ia mujer que cada una de ellas cuidaba celosamente de miedo de que alguna indiscréta Ievantara el velo que lo ‘cultaba a los ojos de los hombres. Era un secreto compartido en silencio y hasta sus mismas poseedoras negaban conoeerlo. Lo que hizo Freud con @ subconsciente, lo que hizo Proust ahondiindo por diversos planos, de nuestra, personalidad con métodos muy semejantes a los empleados. por dl pricoandlisi, ese buceo en busca de un mundo todavia inexpresado que empieza a existir y a cobrar forma a medida. que se le expresa, esa misién que es la que ha asumido.ahora la mujer novelista. ‘No deja de causar gracia advertir, cuando se recorre Ja novela. actual, que la mujer es mucho mas cinica y desaprensiva respecto.a los problemas sentimentales de lo que fue ningtin hombre. La mujer no. teje suefios, no inventa hombres perfectos; por el contrario, se complace en las imper, fecciones del hombre.a. quien quiere, defensa que la mujer, en la, vida real, nunca deja de esgrimir, apenas siente-que el amor nace-en’ ella, Si algo tienen los hombres que reprochar a las mujeres es que les retri- buyan tan mal el idealismo y- las alabanzas con que desde tas paginas de-os libros escritos por ellos, las cubrieron durante siglos. {Qué roménti- om SILVINA BULLRICH co era el amor pintado por los hombres! {Qué puras ¢ inocentes eran Tag mujeres! {Qué bandides eran ellos! ;Ah, la hermosa leyenda hecha trizag no sélo por los libros de mujeres experimentadas sino por los de una nif de dieciocho y veinte afios que escribié sin el menor pudor Bonjour Tristesie y luego Un Certain Sourire! ; ‘La novela femenina actual es como una antorcha que las mujeres de\ distintas edades y distntos paises se van pasando la una a la otra al mismo tiempo que se murmuran al ofdo el gran secreto de la sinceridad. Hasta ahora, segén las convenciones sociales y literarias, el hombre era el rey, del mundo; la mujer temblaba al ofr su paso y temnfa que hiciera peligrar. su virtud, La mujer se aburrié de ese hermoso cuento de hadas y con ut brusco pase de prestidigitador se las arregl6 para que aquel que cela forzar las puertas las encontrara abiertas y se sintiera menos seguro al volver a cerrarias tras si. EI deseo de conquistar dej6 de ser una modalidad exclusivamiente ‘masculina; la mujer afirmé su derecho a clegir. Lo sorprendente es que en ver de excudarse como el hombre tras 1os-floridos biombos del gran amor, en vez de languidecer y lanzar suspiros, exponer su vida y escalat bbalcones, se contenté con demostrar que el capricho vale por si mismo ¥ e¢ absolutamente innecesario disfrazarlo de gran sentimiento. Don Juan cs un timido colegial frente a los personajes femeninos que surgen de la” literatura femenina, Al leer los libros de Francoise Sagan, la joven escri- tora escéptica y casi me atrevo a decir genial, vuelven a mi memoria lod vversos de Baudelaire: Meudit soit a jamais le réveur inutile Jui voulut le premier dans sa stupidité . Séprenant dun problime insoluble et sterile ‘Aux choses de Pamour méler Phonnéteté. Me atrevo @ afirmar que no resultarfa muy exagerado poner esta estrofa como epigrafe en una antologia de Ia novela femenina. Nadie se asus? tarfa, habria algunas sonrisas. Y sin embargo hace menos de un sigld | ‘estos versos se lamaban poemas maldites y eran el producto de un poeta maldito, Al ver este gran_ paso que se ha dado hacia lo que, quiérase 0 10). deberos lamar inmoralidad 0, si se prefiere, amoralidad, me pregunito 4 Siel deadén del hombre por la mujer es tan fuerte que no se digna adver.’ tir hasta qué punto su “dulce compaiiera” est minando las Bases de 16 | que fue una sociedad. La mujer, cuando es osada, lo es infinitamenté mis que el hombre, Tomemos cualquier novela escrita por un hombre, Dusquemes las pfginas més fntimas: nunca encontraremos, ni siquicra et 4 Montherlant, una descripeién tan frfa, tan cruda, tan cinica, tan huéxfa! na de piedad, de perdén, como en Les Mandarins de Simone de Beauvoir, por ejemplo. El hombre en el amor no busca una venganza, la mujer 4 quiz no la busque, pero parece encontrarla; es el tinico terreno en que SILVINA BULLRIGH 675 puede huchar mano a mano con su enemigo ancestral y no esté. dispuesta a perdonarle nada. Por eso lo traiciona en cuanto se aleja de él. La pa- labra caballeresidad no reza en la mujer, su sexo no la obliga a guarar ningtin geereto y comete sin el menor escrépulo las peores infidencias, Totalmente entregada a su labor de memorialista, con los ojos fijos fn ese muevo objeto de experimentacién que es ella’ misma frente a su compafiero, Ia mujer novelista desdefia resueltamente Ia imaginacién. Teje naturalmente una trama primaria, justo lo necesario para poder bordar sobre ella sus observaciones y sus séntimientos, inventa algtin personaje secundario, clava situaciones como trampolines que le permitirin saltar hasta lo hondo dé su propia vida, conoce su oficio, es abil y diestra, a tal punto que actualmente Jas novelas més famosas ¥ més memorables son las escritas por mujeres. 4 ‘Un dia en Paris le pregunté a Beatrice Beck sien verdad habla exis- io ese “Leon Morin, sacerdote”, titulo y personaje de su libro. Me dijo que si, sencillamente, ‘pues la mujer miente mucho’ menos de lo que el hombre supone. Beatrice Beck, al escribir su libro, no se sintié obligada a falsos pudores y habl6 de su terrible inquietud de mujer sola con una crudeza grave que levaba al lector a comprenderla pero no a sonref Esta sinceridad de la mujer al confesar que sus personajes existen real- mente y poblaron su vida, suele ser consciente, pero a veces ella supone que esth creando, mientras el lector perspicaz puede advertir sin dificul- tad que esta caleando. La més joven ¥ més eélebre de las novelists feme- ninas, Francoise Sagan, pint6 en Bonjour Tristesce cinco personajes, de Jos etales cuatro tenfan una gran fuerza. Haba en su libro algunas oscuri- dades que no lograbamos descifrar: ese padre todavia tan joven y atrac- tivo ante las ojos de su propia hija, esos excesivos celos filiales nos descon- certaban, Para salir del desconcierto bastaba esperar la aparicién de su segundo libro. Un Certain Sourire aparecié dos afios después trayéndonos la clave de la novela anterior. Los personajes tan bien distrazados por la autora en Bonjour Tristesse usaban aqui su verdadero traje: los cuatro volvian al escenario, pero ya levaban eltraje cotidiano, El hombre mayor tan atractivo no era, por supuesto, él padre, sino el amante; la mujer buena, injustamente detestada,.era la esposa, ala que sélo se pudo. des- plazar momenténeamente; la jovencita apasionada era la misma del libro anterior, pero ahora se veia claramente que sc habia lastimado al jugar ‘con armas que a a larga siempre lastiman a las mujerts por mAs que blasonen ‘de fuerts y s¢ encojan de hombres; -en cuanto al muchacho aque Ja quiere, es también exactamente el mismo en ambos libros. Una vex més, ante la aparicién de una novelista joven que sorprende al mun- do, vemos que escribe con més soltura y més agilidad que ningin hiom- bre, pero que sigue enclavada en los defectes de su sexo: no tiene imagi- nacién y no quiere tenerla. Pese a su juventud, a su modernismo, a su desfachatez, a su actitud cinica ante Ia vida, s¢ contenta con lanzar al SULVINA BULLRICH 616 SILVINA BULLRICH or alos cfinones del pasado. Sin embargo hasta ahora la f6rmula mis exacta para definir lo que es una novela y separarla del cuento 0 del relato es Ia que da Ramén Ferndndez y cita a Charles du Bos en su libro sobre Benjamin Constant: ‘Bl relato es lo que ya ha ocurrido, la novela es lo {que etd ‘ocurriendo”. En efecto, no. podemos sentamos a escribir un ‘cuento sin haber trazado su esquema con exactitud en nuestra mente; en cambio nos sentamos a escribir una novela confiados en la. propia perso- nalidad de nuestros persomiajes. No sélo cada:uno de ellos tiene libre albedrio sino que van naciendo en forma imprevista como los hijos de mundo su sollezo, como lo hacia hace un siglo George: Sand;,hace uy Siglo y medio Madame de Staél, y ya mucho antes Madame de La Fayette Pero las escritoras roménticas y las prerroménticas reflejaban de si mismag, la imagen que el hombre les pedia. El dolor no trascendia los limites; de dolor, el amor no trascendfa los limites del amor. El hombre y lam pareclan quererse, buscarse y respetarse. Hoy el problema ha cambia Ta mujer acusa, traiciona, revela penosos sccretos de aleoba, vemos, co por las comisas de las péiginas recién escritas a los lamentables enamor Nos de Jas nuevas amazonas, Es éste el rey del mundo, es éste el te “stador? Ne ‘con que-los persiguen, ek ee ee ets eon sue oe migen abet | volar las piedras que les arrojan. Y, sin embargo, pese a la critica, .ce apenas veinte afios podiamos deci rrancois Mauri Yai bu foal barn in pg eto ge una Ye cee ao BT enna cnnnee oe ek nos eae ‘al hombre ha salido ileso y Ja mujer maltrecha del eterno combate, trarse cada vez més en el conocimiento de las pasiones”. Hoy esa. defi aS UG Socks demaado snl pease Wana Pep eens aes ay quienes comprenden muy bien el mundo y todo cuanto en,él4 vin see cme, my bene gud tle te ‘monétona historia del desencuentro sentimental me parece el precio. x taro que. puede pagarse por la gloria y sin embargo parece ser el tinicg precio que Ta gloria acepta y exige de las mujeres. sien ala parte de la humanidad que el novelista ha elegido para enfocar, pero nadie presentia siquiera en-exe entonces (1928) que lo esencial era la | bésqueda de una nueva {érmula, asi como ningén pléstico presinié el arte abstracto. : F Ta novela fue durante siglos una conjuncién de tres elementos: la des- cripcién de los personajes, la descripcién de los ambientes, la desripeién, Ge las pasiones. ‘Todo eso ineluia, por supuesto, prolijas descripciones de vestuario, de paisajes, de moblaje y ea Io que se seficie las asics hhabia que encontrar la motivacion de cada una de ellas. Don Quijote no se enloquecié por cuenta propia sino por leer Libros de caballeriay Madame f Bovary hubiera sido una mujer fiel de no haberse aburrido en un rincé, de provincia y, en términos generals, los. hombres se enamoraban de mu- jeres honitas y ellas a su ver de caballeros distinguidos, ricos, triunfa- dores, de héroes, de conguistadores. Hoy el novelista admit Ia incongruen- cin de las reaccéones humanas, Jos malos instintos, la crueldad, el odio, la tavidia, la posiblidad dé que cada cual alimente carifiosamente en sii imo los sentimientos més bajos y mAs repudiables. Nae caeria en la peri lidad de negar los sieté pecados capitals ode suponer que los. dice ‘mandasnientos y las leyes que los siguieron 4 través de_los siglos fueron escrites para una humanidad angelical: hubo que hacerlos porque lo sormal era transgredirlos, 5 Gontrariamente a Rouséau, que afirma que “el’hombre nace bueno 7 Ia sociedad: lo vuclve malo”,’el novelista actual sabe que el niflo cs egolsta, quiere a quien lo alimenta como todos 16s débiles y dirige su honda mortifera contra. los nidos de los phjaros. No cambiarla al crecer ai las reglas sociales no lo obligaran a ello. Por lo tanto, en vez de ein- pefiamos en desenredar el ovillo de una humanidad cabtica preferimos antes de estudiarla devolverla a su cace primitive intetior y exterior.” Destoievsky y Proust fueron los primeros en ‘aceptar los sentimicnts émucles-o mezquinos de sus personajes y por ende del ser Kumatio. si La novela, esa. desconocida (1969) -* amplio como seferirse al-universo: a ampli camo reine a nr Te tin, a al Ton ciurto. desdén de’este complejo ‘género literario, referirse a él en dii-g hnutivo y-hasta Ia critica cae en el error sorprendente de buscar ‘en cad ovela, aun en las de los autores més proliferos, la autobiografia del ti velista” Esta absurda suposicién levaria a prescindir del expiritu creddofy ya confundir la pintura con Ta fotografia... Sila novela no fuera justamente: tan dificil de'lograr y no hut evolucionado tanto en los sikimos afios podrfamos decir que el temia ‘hi iquedado agotado después del Meditaciones del Quijote y 1a deshumani: Zecién del arte de Ortega'y Gasset. Pero en los treinta 0 cuarenta afi Gque nos: separan de exe estudio. admirable y de muchos otros, algunos Ths cuales mencionaré-a lo largo de este articulo, la novela pegé un salt@ tan espectacular como la ciencia y Ia aviacins un novelista actual ¢s comd J tun astronauta cuya obligacién parece ser la de salvar cada vez obsticulo Imus insalvables y el lector lo perdona dificilmente cuando quiere acoge ae

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