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No hay registro de los mitos de los Zenúes pero se sabe que contaban la historia de
hydju o un gran diluvio que inundó todo. Desde ese diluvio los Zenúes aprovechaban
el tiempo seco para cavar canales que drenaran el agua, pues además de las
frecuentes lluvias, la tierra de los Zenúes era regada por caudalosos ríos: el río Sinú y
su cuenca así como el Cauca y sus tributarios. Los Zenúes se dedicaron a construir
canales hasta dejar una red intrincada que unía las cuatro ciudades y los pequeños
pueblos. Se sabe que los zenues construyeron una red secundaria de caminos que
bordeaban las montañas y en las zonas altas de las planicies para mantener
conectadas las ciudades y el campo durante las sequías y las inundaciones. Estos
grandes canales fueron en su mayoría enterrados por los españoles al colonizar
Córdoba a mediados del S. XVII. Aun así, en la zona de la depresión momposina, poco
explorada por los españoles, se puede admirar esta magnífica obra de ingeniería.
Las grandes ciudades eran interdependientes: Mexión, que rondaba los 25000
habitantes, en su mayoría tejían canastos, sombreros, viseras, mochilas, taparrabos,
mantas, hamacas y otros utensilios. Las mochilas y taparrabos eran de algodón que
recogían, hilaban, tejían y teñían. Yapel, un poco más grande que Mexión, con unos
30000 habitantes, era la ciudad de la alfarería, allí se fabricaban casi todos los artículos
de barro del País Zenú. Finzenú era la capital del país, y aunque Yapel era la capital de
Panzenú, y Zenufana tenía también la suya, los caciques de estas, relegaban su
posición a la de regiones de la nación Zenú. Finzenú tenía alrededor de 70000
habitantes, y era la ciudad más grande. Además de ser el centro de la vida
administrativa y la residencia de la gran Cacica de los Zenúes, era el centro productor
del oro Zenú, pues el río Sinú le daba el mineral. Por último, estaba Faraquiel, la ciudad
espiritual de los Zenúes, no lejos de Finzenú. Al templo de Faraquiel, todo buen Zenú
debía ir, siquiera una vez en la vida. La interdependencia de las ciudades era que entre
ellas se exportaban e importaban los productos de cada una, ninguna era
autosuficiente, esto garantizó la estabilidad territorial Zenú. Aun así, cada región tenía
sus espacios de agricultura que explotaba independientemente.
Los ritos mortuarios Zenúes eran bastante simples pero esto no les restaba belleza.
Cuando alguien moría era llevado en una chalupa por los canales hasta Finzenú donde
todos los Zenúes eran enterrados. Si era un importante dignatario, la misma cacica de
Finzenú presidía en su chalupa. Todos los muertos eran enterrados mirando hacia
oriente para que todos los días vieran la salida del sol. Realmente la muerte para los
Zenúes no era triste, lo tomaban con un aire festivo, pues pensaban que ahora la vida
era más feliz, ya que el espíritu no tenía un cuerpo al que le deba obligaciones y ahora
es todo diversión. Los asistentes al rito, beben y comen, mientras pisan la tierra donde
la persona va hacer enterrada. Al final del entierro, se siembra un árbol sobre el
montículo y se disuelve la reunión.
Los Zenúes, con sus falencias como nación, avanzaron notablemente, en materia
administrativa y en la producción, además de domar los ríos Zenú y Cauca, su exquisita
orfebrería, es única entre las precolombinas, pues ellos dominaron el arte de la
filigrana, cosa que ninguna otra logró. Los Zenúes fueron la última Cultura en ser
encontrada y conquistada por los españoles, es más, en la actual Córdoba, existen
herederos de los Zenúes
Division territorial de los zenues
Era el territorio de los Zenúes, que soportaron por espacio de un cuarto de siglo, la
pretendida dominación de los Conquistadores Españoles.
Aún quedan vestigios de las obras hidráulicas desarrolladas en la parte baja del río
San Jorge y en proximidades de la parte baja del río Sinú. En la primera fueron
centenares las hectáreas sobre las cuales construyeron obras calificadas como de
alta ingeniería para controlar las inundaciones y hacer un mejor uso del agua en las
labores agrícolas y de la fauna piscícola.
Las excavaciones realizadas por el antropólogo Gerardo Reichel Dolmatoff, en el
municipio de Momil, parte norte del territorio Zenú, además de las valiosas piezas y
vestigios de cerámica, se comprobaron evidencias del cultivo de la yuca, que datan de
1.400 A.C.
Gracias a la fuerte influencia colonizadora, que literalmente avasalló la etnia, los rasgos
culturales del pueblo Zenú se perdieron. Se sabe que fueron excelentes orfebres y
tejedores; también sobresalieron por su asombroso manejo de la ingeniería hidráulica
en una zona que se caracteriza por su alto nivel de pluviosidad y de inundaciones. El
pueblo Zenú construyó un complejo sistema de canales que llegó a cubrir 65 mil
hectáreas entre los ríos Sinú y San Jorge. Los investigadores coinciden en señalar que
el sistema funcionó casi dos mil años.
La sociedad estaba dividida en tres sectores dominados por miembros de una misma
familia. El sector de los Finzenú, ubicado sobre el río Sinú, estaba dedicado al tejido y
la cestería; los Panzenú, localizados sobre el río San Jorge, producía los alimentos; y los
Zenufana, ubicados entre los ríos Cauca y el Ncehi, trabajaron la orfebrería.
Dentro de los rituales cabe destacar las ceremonias de muerte, conocida como el
festival funerario, que realizaban los Finzenú. "Primero se celebraban las vísperas y se
preparaba todo lo indispensable, entre lo cual la chicha era indispensable. En la noche
se hacia una procesión acuática, en la que el cortejo fúnebre desfilaba por el río. En
embarcaciones adornadas iban los mohones (médicos brujos) y los gobernantes,
cuidadosamente ataviados y con cocuyos sobre las cabezas. Concluía la ceremonia con
el entierro de un túmulo artificial cuya altura dependía de la calidad del muerto. El
cadáver se colocaba con la cabeza hacia y luego todos pisaban la tierra sobre la fosa y
se bailaba sin parar; la cacica y el mohán dirigían el entierro y ordenaban repartir la
comida y la bebida. Al acabarse la chicha, se sembraba una ceiba sobre el montículo.
"La vida y la muerte era un solo viaje para los zenúes, quienes creían que la corriente
los arrastraba por el gran río de la vida que desembocaba en el río de la muerte. El
mundo que atravesaba ese río era similar al que ellos utilizaban, lleno de canales que
regaban tierras fértiles cubiertas de árboles con flores y frutas de oro. Los zenúes no le
temían a la muerte. Cuando alguien moría se enterraba su cuerpo en medio de una
fiesta".
Aunque en la actualidad ha incorporado elementos tradicionales de la vivienda
"blanca", antiguamente los Zenú vivieron en casas construidas sobre plataformas
artificiales, localizadas en las orillas de los caños. En los extremos de las plataformas
enterraban a sus muertos.
Aspecto político
Políticamente, el pueblo Zenú está organizado a través del cabildo local, en un proceso
bastante complejo caracterizado por las ansias de reorganización, pues la mayoría de
comunidades no mantiene una unidad territorial. En ese sentido, en las regiones de
Sucre y Córdoba las comunidades se encuentran agrupadas alrededor del Cabildo
Mayor del Resguardo de San Antonio de Sotavento. En la zona del Alto San Jorge,
funcionan los cabildos locales. Las comunidades organizadas están asociadas a la
Organización Indígena de Antioquia.
En 1773 el rey de España, Carlos III, constituyó el resguardo con 83 mil hectáreas de
terreno y tres barrios: Mexión (San Andrés), Chenú (Chinú) y Pinchorros (Chima), con
sus cabildos y capitanes, bajo el mando central de un cacique.
Desde entonces los zeníes han sido despojados de sus tierras por los terratenientes. En
los últimos 20 años han recuperado sólo cerca de 25 mil hectáreas y constituido más
de 40 cabildos, en los municipios de San Andrés de Sotavento, Purísima, Chinú, Chima,
Momil y Ciénaga de Oro en Córdoba, y Sampués, Sincelejo y Palmito en Sucre.
Aspecto económico
El mohán
El tofeme
Desde la orilla del río San Jorge se alcanza a ver por las mañanas despejadas
o después de fuertes lluvias la sombra azul del cerro del Corcovao. Según la tradición,
dicen que allí vive el Mocán -guerreo-Tofán o Tofeme, ñato y tuerto de tanto guerrear,
ya que viejo lo pusieron a vigilar al enemigo en lo más alto del cerro, debajo del
árbol de totumo de oro que nadie puede coger, porque se pierde en la manigua.
Tofeme es bueno porque además de conducir lauras y águilas que van a desovar al
cerro, cuando se fastidia de vivir solo entra en ira y desata tempestades e inundaciones
cada 12 años, pero cuando ve aproximarse un enemigo, truena con voz ronca y suelta
relámpagos en seco. ¡Tronó Corcovao! Gritaban los indios y salían a esconderse a una
isla flotante, que nadie jamás ha conocido. Hoy día los habitantes de las cercanías al río
San Jorge siguen creyendo en él y cuando suena Corcovao no salen a esconderse como
los indios, sino que se apresuran a preparar las fértiles tierras para sus cultivos y la
madera para los posibles tambos, porque tras los truenos vienen las lluvias.
Takasuán
El Gran Señor de Tacasuán ó Takasuán de que nos hablan algunos historiadores era un
Mohán ó Moján, a quien Tota, Chanú, Los Chenúes y otros caciques de Finzenú y de
todo el imperio Zenú iban a adorar cada cinco lunas y a ofrecerle tributos a su
asentamiento situado en un punto intermedio de los caseríos de Galbao y Carbonero,
jurisdicción del Municipio de Chinú, donde estuvo localizada la Villa Vieja de Tacasuán
o San Benito Abad fundada en 1669 un siglo antes de ser trasladada por Antonio de la
Torre y Miranda el 5 de noviembre de 1775 de donde partiría para fundar a San
Francisco de Sincelejo el 21 del mismo mes y año y reorganizar a San Rafael de Chinú el
22 de noviembre de 1775, como está citado antes.
El hombre hicotea
Encomienda
Resguardo
Reducciones
Si bien la lucha indígena toma como eje de sus discursos reivindicativos el reclamo de
sus territorios, también contempla exigencias por una mejor distribución de los
recursos generados por la producción local. Se propende a mayor educación, vías de
acceso y comunicación, servicios de acueducto y vivienda digna, así como condiciones
de trabajo aceptables.
El resguardo de san Andrés de sotavento
Ubicación geográfica
Topografía: Su terreno es bastante quebrado con una cadena de cerros, sierra Flor
de María, que tiene alturas características como Los Vidales, Mocha y
Pato, hacia el sur el cerro Tofeme y el cerro Morrocoy; hacia el
occidente, la sierra baja en suave pendiente en busca de la Gran
Ciénaga.
Los cabildos
Los cabildos estuvieron integrados, en primer lugar, por dos alcaldes (de primero y
segundo voto) electos anualmente y regidores, cuyo número oscilaba entre seis y
doce, según la importancia de la ciudad, los que conformaron el núcleo de la
corporación. Otros cargos importantes fueron el de procurador, representante de la
ciudad ante el cabildo; el mayordomo, encargado de las cuentas municipales; el
escribano público, que tomaba las actas de las sesiones; el alguacil mayor, responsable
del orden público y de la cárcel; el alférez real, que tenía a su cargo el estandarte de la
ciudad; y el fiel ejecutor, cuya labor era vigilar las tiendas y hacer respetar los precios
acordados por el cabildo. Estaban también los corregidores, funcionarios reales que
presidían las corporaciones y cumplían labores judiciales.
Los alguaciles
Los alguaciles son personas que sirven al pueblo y a la colectividad local. Además
realizan una función que no siempre puede agradar a todos los vecinos, porque
ejecutan órdenes que les vienen dadas. En tiempos pasados, no obstante, las más de
las veces, estas órdenes que se le encomendaban desde el ayuntamiento, y más
concretamente desde la Secretaría del mismo, no pasaban de ser la encomienda de
avisos a los vecinos, vigilancia de los servicios de aguas, limpieza de calles, matadero,
alumbrado nocturno de calles y plazas, dar cuerda al reloj municipal...etc.
Asistía, siempre cerda del Alcalde u otras autoridades, a todos los actos
públicos tradicionales o que se pudieran organizar con ocasión de algunas efemérides,
por si fuera preciso el cumplir alguna orden o aviso de momento. Tenía el alguacil
cierta autoridad moral entre los vecinos y era respetado siempre en cuantas
advertencias o recomendaciones pudiera realizar, en atención a los servicios y órdenes
municipales.
Ya a mediados del pasado siglo figura como alguacil D. Julián García Encinas.
Nació en Cantalapiedra en 1916. Casado con Luisa González Halconada, tuvieron siete
hijos. Julián fue un hombre polifacético. Su primer trabajo figura como herrero, en
1946, con Faustino Holguera y en la fundición de Justo Sexmero. Sería también
confitero y promotor de rifas. Entre 1954-59, ejerció como Sereno. Este último año el
Tribunal de Oposición del Ayuntamiento de Cantalapiedra, le designó como Alguacil-
Portero, sirviendo de base para ello la mejor puntuación obtenida entre los opositores.
En 1981 cesaría de su cargo por jubilación.
A "Romanones" le seguiría D. Juan García Huerta, casado con Dª Beatriz Zazo.
Le conocimos como "Eulogio el Sastre". Aprendió el oficio de su padre, que fue Sastre.
Confeccionaba trajes y chalecos de pana, capas de charro y también los trajes para las
danzas y el paleo. El telón para el salón del teatro es obra suya. En fin, trabajaba en
todo lo que le encargaban. También confeccionó una sotana al párroco D. Pelayo
Alonso, por el coste de 200 Pts.
Sus funciones básicas son las de cobrar recibos, contadores de agua, listas
cobratorias, alumbrado público en asistencia a electricistas, efectuar comunicaciones,
asistencia al personal de la corporación, cobro de venta ambulante, cloración del agua
potable, etc...
DEPARTAMENTO DE SUCRE