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Periplo teórico de los zenues

Recorrido teórico en el territorio


zenu
Cristina caldera
9f
Lic.: marcial cáliz
Sociales
2010
Quienes fueron los zenues

En las de los actuales departamentos de Sucre y Córdoba, existió un pueblo conocido


como los Zenúes. Los Zenúes fueron la única cultura que estableció un gobierno
centralizado, pues los tres grandes caciques, El cacique de Panzenú, el de Zenufana y la
gran Cacica de Finzenú. La estructura se le puede llamar centralizada, pues los caciques
de los tres territorios eran hermanos y los de Panzenú y Zenufana le debían tributo a la
Gran Cacica de Finzenú, quien era su hermana mayor. El sistema centralizado, causó la
concentración de los Zenúes en grandes ciudades, y no en pequeños poblados
independientes. Estas ciudades son: Yapel (Hoy Ayapel, Córdoba), Mexión (Tuchín,
Córdoba), Faraquiel (Al Sur de Montería) y la gran capital de Finzenú (Montería,
Córdoba).

No hay registro de los mitos de los Zenúes pero se sabe que contaban la historia de
hydju o un gran diluvio que inundó todo. Desde ese diluvio los Zenúes aprovechaban
el tiempo seco para cavar canales que drenaran el agua, pues además de las
frecuentes lluvias, la tierra de los Zenúes era regada por caudalosos ríos: el río Sinú y
su cuenca así como el Cauca y sus tributarios. Los Zenúes se dedicaron a construir
canales hasta dejar una red intrincada que unía las cuatro ciudades y los pequeños
pueblos. Se sabe que los zenues construyeron una red secundaria de caminos que
bordeaban las montañas y en las zonas altas de las planicies para mantener
conectadas las ciudades y el campo durante las sequías y las inundaciones. Estos
grandes canales fueron en su mayoría enterrados por los españoles al colonizar
Córdoba a mediados del S. XVII. Aun así, en la zona de la depresión momposina, poco
explorada por los españoles, se puede admirar esta magnífica obra de ingeniería.

Las grandes ciudades eran interdependientes: Mexión, que rondaba los 25000
habitantes, en su mayoría tejían canastos, sombreros, viseras, mochilas, taparrabos,
mantas, hamacas y otros utensilios. Las mochilas y taparrabos eran de algodón que
recogían, hilaban, tejían y teñían. Yapel, un poco más grande que Mexión, con unos
30000 habitantes, era la ciudad de la alfarería, allí se fabricaban casi todos los artículos
de barro del País Zenú. Finzenú era la capital del país, y aunque Yapel era la capital de
Panzenú, y Zenufana tenía también la suya, los caciques de estas, relegaban su
posición a la de regiones de la nación Zenú. Finzenú tenía alrededor de 70000
habitantes, y era la ciudad más grande. Además de ser el centro de la vida
administrativa y la residencia de la gran Cacica de los Zenúes, era el centro productor
del oro Zenú, pues el río Sinú le daba el mineral. Por último, estaba Faraquiel, la ciudad
espiritual de los Zenúes, no lejos de Finzenú. Al templo de Faraquiel, todo buen Zenú
debía ir, siquiera una vez en la vida. La interdependencia de las ciudades era que entre
ellas se exportaban e importaban los productos de cada una, ninguna era
autosuficiente, esto garantizó la estabilidad territorial Zenú. Aun así, cada región tenía
sus espacios de agricultura que explotaba independientemente.

El Templo de Faraquiel era el centro de la vida religiosa, quedaba en la cima de una


colina. Consistía en un gran bohío rodeado de árboles, a los que les colgaban
campanillas de oro en las ramas, y dentro del bohío había seis ídolos gigantes de oro
puro, de los que colgaban hamacas llenas de ofrendas de oro. En la cultura Zenú no
existía la deificación de los caciques ni de los templos ni de los sacerdotes. Hasta la
gran cacica de Finzenú concedía audiencias a ciudadanos rasos; todos podían entrar a
los templos libremente y dar sus ofrendas, a diferencia de culturas como la Quimbaya
y la Muisca. Aunque podían ser vistos, salir en público, y conceder audiencias, los
caciques no podían tocar el suelo desnudo, ni ser tocados por nadie.

Los ritos mortuarios Zenúes eran bastante simples pero esto no les restaba belleza.
Cuando alguien moría era llevado en una chalupa por los canales hasta Finzenú donde
todos los Zenúes eran enterrados. Si era un importante dignatario, la misma cacica de
Finzenú presidía en su chalupa. Todos los muertos eran enterrados mirando hacia
oriente para que todos los días vieran la salida del sol. Realmente la muerte para los
Zenúes no era triste, lo tomaban con un aire festivo, pues pensaban que ahora la vida
era más feliz, ya que el espíritu no tenía un cuerpo al que le deba obligaciones y ahora
es todo diversión. Los asistentes al rito, beben y comen, mientras pisan la tierra donde
la persona va hacer enterrada. Al final del entierro, se siembra un árbol sobre el
montículo y se disuelve la reunión.

Los Zenúes, con sus falencias como nación, avanzaron notablemente, en materia
administrativa y en la producción, además de domar los ríos Zenú y Cauca, su exquisita
orfebrería, es única entre las precolombinas, pues ellos dominaron el arte de la
filigrana, cosa que ninguna otra logró. Los Zenúes fueron la última Cultura en ser
encontrada y conquistada por los españoles, es más, en la actual Córdoba, existen
herederos de los Zenúes
Division territorial de los zenues

Tres zonas plenamente identificadas, mediante estudios posteriores a la


desaparición de la familia Zenú, conformaron un gran territorio que partía de la
zona central de la Costa Atlántica Colombiana, sobre el mar Caribe y se adentraba
hasta la parte baja y media del Río Cauca, pasando por los Valles de los Ríos Sinú y
San Jorge.

Era el territorio de los Zenúes, que soportaron por espacio de un cuarto de siglo, la
pretendida dominación de los Conquistadores Españoles.

Se denominaba: Finzenú y comprendía la parte norte del gran territorio


destacándose el área del Río Sinú. Panzenú, situado sobre el valle del Río San Jorge
y parte del Cauca. Zenúfana, que comprendía la parte sur.

Los Zenúes demostraron su bravura y orgullo frente a la acción desoladora de los


conquistadores. Sus valores culturales, fueron expresados en orfebrería y la
cerámica.

Se trataba de un pueblo que alcanzó considerables avances tecnológicos en el


manejo de los principales recursos naturales de que disponían: tierra, agua y fauna
destacándose la explotación piscícola.

Aún quedan vestigios de las obras hidráulicas desarrolladas en la parte baja del río
San Jorge y en proximidades de la parte baja del río Sinú. En la primera fueron
centenares las hectáreas sobre las cuales construyeron obras calificadas como de
alta ingeniería para controlar las inundaciones y hacer un mejor uso del agua en las
labores agrícolas y de la fauna piscícola.
Las excavaciones realizadas por el antropólogo Gerardo Reichel Dolmatoff, en el
municipio de Momil, parte norte del territorio Zenú, además de las valiosas piezas y
vestigios de cerámica, se comprobaron evidencias del cultivo de la yuca, que datan de
1.400 A.C.

En cuanto a la cerámica, se determinó que responde a la más antigua elaborada de


América.

La "guaquería" sistemática desenterró para el comercio, coleccionistas particulares


Aspecto social

El pueblo se localiza en los departamentos de Córdoba, municipio de San Andrés de


Sotavento, y el Urabá Antioqueño, municipio de El Volao. También hay pequeños
asentamientos en Antioquia, Chocó, Sucre y sur de Bolívar.
 
Localizados en un perímetro de 16.796 hectáreas, la población Zenú está por el orden
de las 33.910 personas.
 

 
Gracias a la fuerte influencia colonizadora, que literalmente avasalló la etnia, los rasgos
culturales del pueblo Zenú se perdieron. Se sabe que fueron excelentes orfebres y
tejedores; también sobresalieron por su asombroso manejo de la ingeniería hidráulica
en una zona que se caracteriza por su alto nivel de pluviosidad y de inundaciones. El
pueblo Zenú construyó un complejo sistema de canales que llegó a cubrir 65 mil
hectáreas entre los ríos Sinú y San Jorge. Los investigadores coinciden en señalar que
el sistema funcionó casi dos mil años.

La sociedad estaba dividida en tres sectores dominados por miembros de una misma
familia. El sector de los Finzenú, ubicado sobre el río Sinú, estaba dedicado al tejido y
la cestería; los Panzenú, localizados sobre el río San Jorge, producía los alimentos; y los
Zenufana, ubicados entre los ríos Cauca y el Ncehi, trabajaron la orfebrería.
 
Dentro de los rituales cabe destacar las ceremonias de muerte, conocida como el
festival funerario, que realizaban los Finzenú. "Primero se celebraban las vísperas y se
preparaba todo lo indispensable, entre lo cual la chicha era indispensable. En la noche
se hacia una procesión acuática, en la que el cortejo fúnebre desfilaba por el río. En
embarcaciones adornadas iban los mohones (médicos brujos) y los gobernantes,
cuidadosamente ataviados y con cocuyos sobre las cabezas. Concluía la ceremonia con
el entierro de un túmulo artificial cuya altura dependía de la calidad del muerto. El
cadáver se colocaba con la cabeza hacia y luego todos pisaban la tierra sobre la fosa y
se bailaba sin parar; la cacica y el mohán dirigían el entierro y ordenaban repartir la
comida y la bebida. Al acabarse la chicha, se sembraba una ceiba sobre el montículo.
 
"La vida y la muerte era un solo viaje para los zenúes, quienes creían que la corriente
los arrastraba por el gran río de la vida que desembocaba en el río de la muerte. El
mundo que atravesaba ese río era similar al que ellos utilizaban, lleno de canales que
regaban tierras fértiles cubiertas de árboles con flores y frutas de oro. Los zenúes no le
temían a la muerte. Cuando alguien moría se enterraba su cuerpo en medio de una
fiesta".
 
 Aunque en la actualidad ha incorporado elementos tradicionales de la vivienda
"blanca", antiguamente los Zenú vivieron en casas construidas sobre plataformas
artificiales, localizadas en las orillas de los caños. En los extremos de las plataformas
enterraban a sus muertos.
Aspecto político

Políticamente, el pueblo Zenú está organizado a través del cabildo local, en un proceso
bastante complejo caracterizado por las ansias de reorganización, pues la mayoría de
comunidades no mantiene una unidad territorial. En ese sentido, en las regiones de
Sucre y Córdoba las comunidades se encuentran agrupadas alrededor del Cabildo
Mayor del Resguardo de San Antonio de Sotavento. En la zona del Alto San Jorge,
funcionan los cabildos locales. Las comunidades organizadas están asociadas a la
Organización Indígena de Antioquia.

En 1773 el rey de España, Carlos III, constituyó el resguardo con 83 mil hectáreas de
terreno y tres barrios: Mexión (San Andrés), Chenú (Chinú) y Pinchorros (Chima), con
sus cabildos y capitanes, bajo el mando central de un cacique.

Desde entonces los zeníes han sido despojados de sus tierras por los terratenientes. En
los últimos 20 años han recuperado sólo cerca de 25 mil hectáreas y constituido más
de 40 cabildos, en los municipios de San Andrés de Sotavento, Purísima, Chinú, Chima,
Momil y Ciénaga de Oro en Córdoba, y Sampués, Sincelejo y Palmito en Sucre.

El proceso de recuperación de las tierras ha sido largo y doloroso. Muchos de los


líderes han caído asesinados; otros encarcelados, perseguidos y ultrajados. Pero el
espíritu de lucha sigue vivo.

Aspecto económico

Sus principales actividades son la agricultura y la artesanía.


Cultivan maíz, ají, yuca, fríjoles, ahuyama, ñames, frutales
como patilla, melón, mango, corozo, guayaba y guanábana y usan diversas palmas,
gramíneas y bejucos para artesanías y construcción de viviendas.

Una actividad adicional es la pesca. Durante la Semana Santa, además de pescado,


comen como plato especial la "babilla" (Caimán fuscos) y la tortuga "hicotea"
(Trachemys scripta callirostris), que a veces crían en pequeña escala. Secundariamente
cazan ñeques y aves como el cormorán o "pato cuervo" (Phalacrocorax olivaceus) y
diferentes pavas.

Como artesanos se destacan en el trenzado en fibras vegetales para fabricar


sombreros y otros objetos, que actualmente son exportados a varios países.
El sombrero vueltiao se fabrica a partir de la fibra extraída de la "caña flecha"
(Gynerium sagitatum). La fibra de "napa" (Manicaria saccifera) se usa para elaborar
canastas, floreros, escobas, abanicos y esteras.
Mitos y leyendas

El mohán

Es un indiecito duende que caracolea a las personas al pie del odio y cuando están


dormidas les corta el sueño hasta el fastidio; algunos dicen que es un niño porque han
visto sus huellas en las orillas de los caños del río San Jorge, y porque al pie de la
cama de quienes molesta, le han regado ceniza para que deje pintada las
huellas de sus piececitos.
 
La única forma de retirarlo de su molestadera y fregadera, es mandarlo a buscar agua
al mar en un catabre; pues él trata de traerla, pero el agua se le pierde antes de llegar
y regresa nuevamente a buscarla, hasta no traerla nunca.

El tofeme

Desde la orilla del río San Jorge se alcanza a ver por las mañanas despejadas
o después de fuertes lluvias la sombra azul del cerro del Corcovao. Según la tradición,
dicen que allí vive el Mocán -guerreo-Tofán o Tofeme, ñato y tuerto de tanto guerrear,
ya que viejo lo pusieron a vigilar al enemigo en lo más alto del cerro, debajo del
árbol de totumo de oro que nadie puede coger, porque se pierde en la manigua.

 
Tofeme es bueno porque además de conducir lauras y águilas que van a desovar al
cerro, cuando se fastidia de vivir solo entra en ira y desata tempestades e inundaciones
cada 12 años, pero cuando ve aproximarse un enemigo, truena con voz ronca y suelta
relámpagos en seco. ¡Tronó Corcovao! Gritaban los indios y salían a esconderse a una
isla flotante, que nadie jamás ha conocido. Hoy día los habitantes de las cercanías al río
San Jorge siguen creyendo en él y cuando suena Corcovao no salen a esconderse como
los indios, sino que se apresuran a preparar las fértiles tierras para sus cultivos y la
madera para los posibles tambos, porque tras los truenos vienen las lluvias.
 
Takasuán

El Gran Señor de Tacasuán ó Takasuán de que nos hablan algunos historiadores era un
Mohán ó Moján, a quien Tota, Chanú, Los Chenúes y otros caciques de Finzenú y de
todo el imperio Zenú iban a adorar cada cinco lunas y a ofrecerle tributos a su
asentamiento situado en un punto intermedio de los caseríos de Galbao y Carbonero,
jurisdicción del Municipio de Chinú, donde estuvo localizada la Villa Vieja de Tacasuán
o San Benito Abad fundada en 1669 un siglo antes de ser trasladada por Antonio de la
Torre y Miranda el 5 de noviembre de 1775 de donde partiría para fundar a San
Francisco de Sincelejo el 21 del mismo mes y año y reorganizar a San Rafael de Chinú el
22 de noviembre de 1775, como está citado antes.

El hombre hicotea

El visitante y, aún el sanmarquero indagan sin obtener una explicación plausible en


torno a la figura antropozoomorfa que, avizora y vigía custodia desde el Puerto Real a
la Ciénaga de San Marcos.
He aquí que discurriendo entre el mito y la leyenda; entre la Geografía y la Historia nos
hayamos propuesto contribuir sin demasía al conocimiento y difusión de este mito de
raíces tan ancestrales y vernáculas como nosotros mismos.
JEGUA un caserío veredal y ribereño  del San Jorge, tipifica mejor que ningún otro de la
“DEPRESIÓN  MOMPOSINA”, la CULTURA ANFIBIA generada por la versatilidad innata
de los habitantes de veredas, caseríos y pueblos de los ríos, caños, playones y manigua
de la “DEPRESIÓN”, donde campean el rigor y la dureza de un MEDIO proclive hacia lo
precario que, desde siempre osciló entre la adversidad y la adaptación. Como
taxativamente afirma Fals Borda: “Este pueblo anfibio, ante el impacto de los cambios
históricos ha asumido un equilibrio un tanto inestable entre el trabajo y las
condiciones del medio.
Uno de los mecanismos más insólitos y sugestivos pero  esencial de este malabarismo
de vida, es el llamado “Rebusque” término que alguna vez folclóricamente acuñó la
gente riana. El “Rebusque”, otra vez con Fals Borda, “es la técnica improvisada de
saber vivir y trabajar con elementos a la mano que ofrezcan los ríos, caños, ciénagas,
playones y selvas” que dimensionan la vastedad y policromía del paisaje.
El “Rebusque” encuentra su réplica, su complemento, en el “Aguante”, que es un
sobrevivir heroico para satisfacer las necesidades. Aunque aparentemente puedan
sonar fatalistas expresiones del riano, producto del estatismo físico, la desidia o la
indolencia, el “Rebusque” y el “Aguante”, muy por el contrario, como acota Fals Borda
“son técnicas de supervivencia y de manejo”, modus vivendi que se ha revertido en
expresión cultural del hombre anfibio.
El “Rebusque” y el “Aguante” son además normas vitales que el hombre anfibio asimila
desde niño, desarrolla en la mocedad, acrisolada en la madurez y termina reciclando
temática  y míticamente en la vejez. Este ciclo de vida, ha venido gestando desde
tiempos inmemoriales una tradición de dureza cultural frente a las adversidades que
se tienen de siempre y que desde muy atrás se evidencian en el “Aguante”,  como
actitud  conservadora de la vida y que, al alentar espiritualmente en el hombre anfibio
lo hacen estoico e indomable, aflorando peculiarmente en su habilidad y recursividad
para el rebusque, destrezas ingeniosamente entretejidas sobre el cañamazo de su
acontecer histórico.
Murrucucú

Fui el primer sorprendido al saber que Goyo, el Compae


Goyo, como todo el mundo lo conoce, tuviera un nombre
cristiano como el resto de la gente.
Porque decir Guillermo Valencia Salgado es sólo un pretexto para cédulas, pasaportes
y demás documentos oficiales. En cambio decir Goyo es hablar del prototipo del
hombre de Córdoba. Así lo conocen los pescadores de Cispatá, los vaqueros de Planeta
Rica, los vendedores de pescado de Lorica. Goyo, a través de su constante contacto
con el hombre de su tierra, es el intérprete más fecundo y auténtico de la riqueza
cultura de aquella sección del país.

Este hombre multifacético, que compone porros inolvidables, escribe versos


populares, regaña a todo el mundo en su programa radial, talla la piedra y la madera,
es además investigador incansable del patrimonio folclórico de su tierra, y como buen
colombiano en alguna época pretérita fue Juez de la República; tiene también tiempo
suficiente para tomar ron con los amigos y es el mejor exponente de la literatura oral
que he conocido.

Difícil tarea para el contador de cuentos, escribirlos después. Pero Goyo ha superado


acertadamente la prueba. Este volumen, cuyo título evoca el monte sagrado de los
antiguos habitantes de Córdoba, contiene un conjunto de relatos extraídos de la
tradición popular, con toda la riqueza de imaginación y mitología que ello implica y
que el autor, con destreza, convierte en magníficas obras literarias.
Instituciones socio económicas durante la colonia indígena

Encomienda

La encomienda fue una institución característica de la colonización española de


América y Filipinas, establecida como un derecho otorgado por el Rey en favor de un
súbdito español (encomendero) con el objeto de que éste percibiera los tributos que
los indígenas debían pagar a la corona, en consideración a su calidad súbitos de la
misma; a cambio, el encomendero debía cuidar del bienestar de los indígenas en lo
espiritual y en lo terrenal, asegurando su mantenimiento y su protección, así como su
adoctrinamiento cristiano. Sin embargo, se produjeron abusos por parte de los
encomenderos y el sistema derivó en formas de trabajo forzoso o no libre, al
reemplazarse, en muchos casos, el pago en especie del tributo por trabajo en favor del
encomendero.
La encomienda de indios procedía de una vieja institución medieval implantada por la
necesidad de protección de los pobladores de la frontera peninsular en tiempos de la
Reconquista. En América, esta institución debió adaptarse a una situación muy
diferente y planteó problemas y controversias que no tuvo antes en España. Si bien los
españoles aceptaron en general que los indígenas eran seres humanos, los definieron
como incapaces que, al igual que los niños o los discapacitados, no eran responsables
de sus actos. Con esa justificación sostuvieron que debían ser "encomendados" a los
españoles. Algunos historiadores sostienen que los encomenderos abusaron laboral y
sexualmente de sus encomendados y encomendadas, en tanto que otros sostienen que
los excesos no fueron generalizados y que las indígenas mantenían relaciones sexuales
voluntarias con los encomenderos.
Los tributos indígenas en especie (que podían ser metales, ropa o bien alimentos como
el maíz, trigo, pescado o gallinas) eran recogidos por el cacique de la comunidad
indígena, quien era el encargado de llevarlo al encomendero. El encomendero estaba
en contacto con la encomienda, pero su lugar de residencia era la ciudad, bastión
neurálgico del sistema colonial español.
La encomienda fue una institución que permitió consolidar la dominación del espacio
que se conquistaba, puesto que organizaba a la población indígena como mano de
obra forzada de manera tal que beneficiaran a la corona española. Se establecieron el
20 de diciembre de 1503 en una real Provisión. Supuso una manera de recompensar a
aquellos españoles que se habían distinguido por sus servicios y de asegurar el
establecimiento de una población española en las tierras recién descubiertas y
conquistadas.

Resguardo

Resguardo Durante La Colonia


En Colombia como en el resto de América, los estratos sociales estuvieron claramente
diferenciados:
Los españoles, además de tener el poder económico, poseían el control político sobre
las colonias, pues eran los únicos que tenían derecho a cargos públicos. Los criollos,
hijos de españoles nacidos en América, gozaban de los mismos privilegios económicos
que los blancos, pero sólo tenían acceso a los cargos de cabildos municipales. Los
mestizos eran libres y se desempeñaban como artesanos y agricultores, tenían
facilidades para ingresar a los centros educativos y religiosos. Por último estaba la
población nativa, que quedó totalmente privada de su libertad y la exagerada
explotación humana, obligó a la corona a crear instituciones para la protección de los
indígenas. Esto evitaba que algunos indígenas fueran víctimas de la esclavitud, la cual
era muy común en esos días.
Sin embargo, muchos indígenas fueron sometidos a trabajos forzados en las minas y
cultivos, lo que, junto con las enfermedades traídas del viejo continente, mermó en
gran número su población. De esta manera fue necesario traer negros del África para
que reemplazaran a los nativos en las labores pesadas, pues se creía que la raza negra
era cuatro veces más fuerte que la aborigen.
En pocas palabras, el resguardo consistía en la agrupación de un número de familias en
un lugar del cual no se les podía alejar. Ellos mismos se gobernaban y respondían por
su rendimiento económico. De esta forma el trabajo indígena se hizo más productivo y
humano.

Reducciones

El nuevo escenario de reconstitución de la identidad y de lucha por sus derechos en


tanto pueblo indígena, lleva a los Zenúes a ampliar sus demandas, realizar diversas
movilizaciones y reestructurar las estrategias colectivas. La participación activa en
encuentros nacionales de indígenas y la unificación de las tendencias políticas (pro-
campesinos y pro-indígenas) fueron el punto de partida para el fomento de la lucha
por la solución de problemas de asistencia en salud, educación y vías de transporte. De
la recuperación de tierras se pasa al bloqueo de carreteras, a las marchas por las
cabeceras municipales y a la toma de instituciones estatales (Velandia, 2003). La
perspectiva en torno a la problemática de la tierra se amplía a su conceptualización
como territorio. Desde esta visión la tierra no es un simple bien material, sino el objeto
articulador de las necesidades y demandas, así como el dispositivo de lucha por
antonomasia por la identidad indígena.

El crecimiento del movimiento es evidente. El resguardo en su totalidad ha pasado de


tener 6 cabildos menores en 1983 a 70 en 1994, 84 en 1995, y 335 en 2001. Su
población, indeterminada en el decenio de 1980, era en 1993 de 33.106 personas; en
1995, 49.818; en 1999, 55.000; y en 2001 alrededor de 70.000. Asimismo, ha pasado
de tener territorios en 4 municipios en 1983, a tenerlos en 20 municipios entre los
departamentos de Córdoba y Sucre en 2001 (Jaramillo y Turbay, 1986).

Si bien la lucha indígena toma como eje de sus discursos reivindicativos el reclamo de
sus territorios, también contempla exigencias por una mejor distribución de los
recursos generados por la producción local. Se propende a mayor educación, vías de
acceso y comunicación, servicios de acueducto y vivienda digna, así como condiciones
de trabajo aceptables.
El resguardo de san Andrés de sotavento

Ubicación geográfica

El pueblo se localiza en los resguardos de San Andrés de Sotavento, Departamento de


Córdoba y en El Volao, en el Urabá Antioqueño. Hay numerosos asentamientos,
parcialidades y propietarios individuales en Córdoba, Sucre, Antioquia y Chocó. La
mayor parte de la población habita en el resguardo de San Andrés de Sotavento. En el
municipio de Tolú Viejo, departamento de Sucre, en el Alto San Jorge, departamento
de Córdoba se encuentran comunidades que están en proceso de reconstrucción, las
cuales si bien no mantienen continuidad territorial, se encuentran unificadas en el
Cabildo Mayor del Resguardo de San Andrés de Sotavento. La población estimada
alcanza las 34.566 personas. No conservan su lengua aborigen.
Division política administrativa

Alcalde: Guido Sibaja Alean

Norte: Momil y el Departamento de Sucre; este: departamento de


Límites: Sucre y Chinú; sur: Chinú, Ciénaga de Oro y Chima; oeste: Chima y
Momil.

Su historia se remonta a la de los primeros pobladores indígenas y se


cree que el primer poblado fue fundado por el cacique Mexión, esposo
de Manexca, los padres mitológicos de la raza zenú. El territorio era
habitado por indígenas zenúes venidos de Betancí, quienes fueron
organizados en sucesivas encomiendas de Rodrigo Méndez de
Montalvo, de su hijo Andrés, de su nieta Ana, hasta la última del
Marqués de Villa Alta en el siglo XVIII, cuando el pueblo fue declarado
como de la Real Corona. Pilar Moreno de Ángel, en su libro Antonio de
la Torre y Miranda Viajero y Poblador, menciona a la población de
Mexión de San Andrés como uno de los tres pueblos indígenas -junto a
Historia:
Chinú y Pichirroyque el visitador Juan de Villabona y Zubiaurre
combinó en 1611 para un nuevo resguardo de tierras, que abarcó lo
que son hoy los municipios de San Andrés y parte de Chinú, Chima,
Palmito, Momil, Sincelejo y Ciénaga de Oro. Algunos historiadores
señalan que el 30 de noviembre de1600 el marqués español Andrés
Méndez Montalvo reorganizó la población y le dio el nombre de San
Andrés de Pichirroy. La mayoría de sus pobladores son descendientes
de los zenúes y conforman el Resguardo Indígena de San Andrés de
Sotavento, creado por la Corona española en 1773. El corregimiento
de Tuchín ha conservado la personalidad del grupo nativo.

Topografía: Su terreno es bastante quebrado con una cadena de cerros, sierra Flor
de María, que tiene alturas características como Los Vidales, Mocha y
Pato, hacia el sur el cerro Tofeme y el cerro Morrocoy; hacia el
occidente, la sierra baja en suave pendiente en busca de la Gran
Ciénaga.

Población 63,453 Cabecera 8,738 Resto 54,715 Hombres 32,784


Mujeres 30,669 Hogares 10,709 Viviendas 10,948 Unidades
Económicas 699 Unidades Agropecuarias 1 7,106 Unidades asociadas a
Datos varios: vivienda rural Extensión: 318 Km2 Coordenadas: Latitud Norte: 09º 08'
57" Longitud Oeste: 75º 30' 44" Temperatura promedio: 28º C Metros
Sobre Nivel Mar. Distancia de Monteria 110 Km. Gentilicio:
Sanandresano - Sanandresana

Los arroyos del Bagre, Jején, Mamey, Mocha, Mapurincé y San


Hidrografía:
Francisco.

Cultivos: Ajonjolí, maíz, arroz, ñame, yuca, plátano. Productos


artesanales, cestería en bejuco y sombrero vueltiao. En los poblados
indígenas, como Tuchín y Los Vidales, la principal actividad es la
Economía: elaboración del sombrero vueltiao y otras artesanías derivadas de su
trenza, elaborada con la caña flecha. El sombrero vueltiao de los
zenúes se ha convertido en uno de los símbolos de Colombia en el
exterior, junto al café, el ciclismo y el fútbol.

Corregimientos: Barbacoas, Callelarga, El Banco, Flecha, Los Carretos,


Division
Los Vidales, Molina, Nueva Estrella, Pueblecito, San Juan De La Cruz y
política
Tuchín. En el municipio se encuentra el resguardo indígena San Andrés
administrativa:
de Sotavento.

Cuatro Colegios de bachillerato y 15 escuelas de educación básica


Educación:
primaria.

Centro Artesanal y sede del Festival del Sombrero Vueltiao. Se


Atractivos:
celebran las Fiestas de San Simón

Los cabildos

Los cabildos coloniales, que representaron al conjunto de soldados que participaron en


el proceso de conquista, asumieron amplias atribuciones de gobierno y justicia,
llegando en algunos casos a nombrar directamente al gobernador. La forma de proveer
los cargos del Cabildo varió entre el período del virreinato y el período colonial. Al
comienzo, el fundador de la ciudad designaba a los miembros del Cabildo, de acuerdo
con una de las Leyes de Indias. En los años posteriores, los cabildos tuvieron que hacer
frente al establecimiento de la burocracia real, que poco a poco fue mermando la
jurisdicción y las atribuciones de los cuerpos municipales. En el siglo XVIII, tras la
guerra de sucesión y la llegada de los Borbones, los cabildos ya habían perdido gran
parte de sus prerrogativas, se instauraba el sistema centralista a imagen del sistema
francés, es en este momento, cuando los reinos americanos, pasan de ser reinos,
dependiendo directamente de la corona y sus virreyes, a convertirse en colonias, y
depender directamente de la metrópoli. Con la adopción del nuevo sistema, los cargos
del Cabildo no se elegían sino que se vendían en subasta, y sólo podían comprarlos los
descendientes de los primeros colonos españoles, es decir, los criollos. En esa forma, el
Cabildo perdió todo carácter popular y democrático y se convirtió en un organismo
dominado por la oligarquía criolla. De todas maneras, los cabildos más importantes,
mantuvieron una alta cuota de poder en el sistema colonial, convirtiéndose en las
instituciones más representativas de la elite criolla.

Los cabildos estuvieron integrados, en primer lugar, por dos alcaldes (de primero y
segundo voto) electos anualmente y regidores, cuyo número oscilaba entre seis y
doce, según la importancia de la ciudad, los que conformaron el núcleo de la
corporación. Otros cargos importantes fueron el de procurador, representante de la
ciudad ante el cabildo; el mayordomo, encargado de las cuentas municipales; el
escribano público, que tomaba las actas de las sesiones; el alguacil mayor, responsable
del orden público y de la cárcel; el alférez real, que tenía a su cargo el estandarte de la
ciudad; y el fiel ejecutor, cuya labor era vigilar las tiendas y hacer respetar los precios
acordados por el cabildo. Estaban también los corregidores, funcionarios reales que
presidían las corporaciones y cumplían labores judiciales.

Los alguaciles

Los alguaciles son personas que sirven al pueblo y a la colectividad local. Además
realizan una función que no siempre puede agradar a todos los vecinos, porque
ejecutan órdenes que les vienen dadas. En tiempos pasados, no obstante, las más de
las veces, estas órdenes que se le encomendaban desde el ayuntamiento, y más
concretamente desde la Secretaría del mismo, no pasaban de ser la encomienda de
avisos a los vecinos, vigilancia de los servicios de aguas, limpieza de calles, matadero,
alumbrado nocturno de calles y plazas, dar cuerda al reloj municipal...etc.

                Asistía, siempre cerda del Alcalde u otras autoridades, a todos los actos
públicos tradicionales o que se pudieran organizar con ocasión de algunas efemérides,
por si fuera preciso el cumplir alguna orden o aviso de momento. Tenía el alguacil
cierta autoridad moral entre los vecinos y era respetado siempre en cuantas
advertencias o recomendaciones pudiera realizar, en atención a los servicios y órdenes
municipales.

                Sin embargo en Cantalapiedra es difícil distinguir la función del alguacil y de


sereno, porque en ocasiones ambos quehaceres estaban muy unidos. No obstante no
ejercían de pregoneros, como en otras localidades, ya que había pregoneros o
pregoneras para este menester.

                Entre los primeros alguaciles que existieron en Cantalapiedra destacamos a D.


Fernando Andrés de Tarazona. Casado con Agustina Holguera. Residió en la Plaza,
edificio del Casino. También se recuerda a D. Manuel de la Vega Luna. Brigada del
ejército y músico del Regimiento. Vino destinado de alguacil. Estaba casado con
Eustaquia Arévalo Serna, de Fontiveros, hija de Julián y Buenaventura.

                Ya a mediados del pasado siglo figura como alguacil D. Julián García Encinas.
Nació en Cantalapiedra en 1916. Casado con Luisa González Halconada, tuvieron siete
hijos.  Julián fue un hombre polifacético. Su primer trabajo figura como herrero, en
1946, con Faustino Holguera y en la fundición de Justo Sexmero. Sería también
confitero y promotor de rifas. Entre 1954-59, ejerció como Sereno. Este último año el
Tribunal de Oposición del Ayuntamiento de Cantalapiedra, le designó como Alguacil-
Portero, sirviendo de base para ello la mejor puntuación obtenida entre los opositores.
En 1981 cesaría de su cargo por jubilación.

                Se le conoció con el sobrenombre de "Romanones". Ello fue debido a su


cojera, al igual que el famoso Conde. Fue Justo Sexmero Cabrera, el maestro Justo, que
regentaba con su hermano Francisco el Taller de maquinaria agrícola en Cantalapiedra,
quien le puso el mote. Posteriormente, como la palabra "Romanones", era muy larga,
la abrevió y se quedó con "Roma". Bonito nombre, decía él, que le acompañaría, junto
con su cojera, durante el resto de su vida, hasta su fallecimiento el 2 de diciembre de
1997. Su hijo Luis guardó con nostalgia la gorra-plato, con las iniciales AM, (Alguacil
Municipal).

                A "Romanones" le seguiría D. Juan García Huerta, casado con Dª Beatriz Zazo.
Le conocimos como "Eulogio el Sastre". Aprendió el oficio de su padre, que fue Sastre.
Confeccionaba trajes y chalecos de pana, capas de charro y también los trajes para las
danzas y el paleo. El telón para el salón del teatro es obra suya. En fin, trabajaba en
todo lo que le encargaban. También confeccionó una sotana al párroco D. Pelayo
Alonso, por el coste de 200 Pts.

                Fue un buen músico, tocando el saxofón en la "Banda del Sacristán",


Anastasio Sanz. En 1981 siguió a "Romanones" como alguacil del Ayuntamiento de
Cantalapiedra, hasta el año 1991, en que se jubiló. Falleció en 1998.
                Actualmente regenta la plaza como Alguacil D. Luis Miguel López Calvo.
Sucedió a Eulogio García que se había jubilado en 1991. Luis Miguel accedió al
Ayuntamiento por concurso-oposición, con el título de operario de servicios múltiples,
vacante en la plantilla de funcionarios del Ayuntamiento. Por tanto, ya no se denomina
alguacil. Los tiempos han cambiado y también algunos de sus cometidos.

                Sus funciones básicas son las de cobrar recibos, contadores de agua, listas
cobratorias, alumbrado público en asistencia a electricistas, efectuar comunicaciones,
asistencia al personal de la corporación, cobro de venta ambulante, cloración del agua
potable, etc...

Tormentos durante la colonia, en el resguardo de san Andrés

DEPARTAMENTO DE SUCRE

CABILDO MENOR No POBLACION capita


l menor
LA GALLERA + 765 ALFREDO PERALTA 22-12-1996
ARGEL.
SAN JACINTO 976 YOHARDANYS MONTES 6-01-1992
ROMERO
SAN ANTONIO 445 PEDRO MANUEL 5-05-1993
MONTIEL
BUENAVISTICA + 318 ANUAR MANUEL 20-01-1991
ARROYO MONTES
BABILONIA 201 URBANO BASILIO 16-01-1994
VELASQUEZ
CERRITO DE LA PALMA 487 FRANCISCO A. PASTOR 25-01-1998
DE HOYOS
CAMPO Y LAS MIREYAS 986 ALEX MARTINEZ GARCIA 14-03-1998
AREA URBANA+ 953 CELSO ZOLIPA TESTE 18-07-1998
BUENAVISTA 509 WILLIAM VELASQUEZ 09-08-1998
SAN MARTIN 729 JOSE DOMINGO LIDUEÑA 22-09-1998
CERRO DEL NARANJO+ 250 UADEL ANTONIO BASILIO 13-09-1998
LAS HUERTAS 369 EFRAIN PEREZ POLO 13-09-1998
LAS FLORES - LA 832 JUAN CARLOS MARTINEZ 25-07-1998
GALLERA.+ REALES
SAN MIGUEL 1343 EVER MORE LOPEZ 06-07-1998
SABANAS DEL POTRERO 345 RAFAEL MERCADO 12-28-1998
ALVAREZ
URIBE- URIBE + 876 LUIS TOVAR BOHORQUEZ 12-29- 1999
Imágenes de los resguardos

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