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SAUSSURE, F. de, (1967). “Curso de Lingüística general”, Cap. I, Pág. 87. Alianza editorial Madrid.

Reseñante: Jorge Andrés Cortés Molina, Cód. 447783.

La Naturaleza del signo

Para empezar, retomando y resumiendo el esbozo particular de la lingüística por parte de este
autor, se ha de conceptualizar análogamente lo que es el signo así: el engranaje dentro del
sistema de funcionamiento del reloj, por ejemplo. Así o más importante se hace éste dentro de
nuestro sistema de competencia -nuestra facultad por excelencia- la facultad lingüística, pues le
consideramos eje fundamental inicial sobre del cual todos los sistemas de comunicación
existentes (y esto más a fin con Tobón de Castro que con Saussure) y por ende de pensamiento se
construyen y desarrollan, dejando claro de paso su connotación natural -el hombre no lo crea-
pues es inmanente dentro de la facultad, como lo sería el ojo en la facultad de la vista.

Declaremos su funcionamiento, el signo lingüístico como conector de realidad y abstracción


(concepto de un objeto material e imagen acústica) posibilitando así cabalmente la comunicación
de cualquier índole, es entonces de naturaleza psíquica, mental, interna, y nunca física, exterior,
material. Da como resultado una imagen acústica que fija un concepto, lo describe y entiende, y
así lo puede luego representar, comunicar. Estructurando el proceso del signo someramente,
tenemos el concepto definido como significado y la imagen acústica como significante.

Ahora propongámonos describir sus principales características descriptivas que le permiten su


constitución:

Principio de Arbitrariedad: La relación existente entre el significado y el significante es dada


socialmente por la lengua en forma de libre albedrío, no hay inmanencia o conexión natural allí.

Principio de Linealidad: Trata del significante, lo define como constituyente de sus elementos en
forma de cadena, expresándolos siempre así, p.e. 1+2+3+4... Todo mecanismo de la lengua
depende de este hecho, y dicta la representación espacial de nuestra lectoescritura.

Principio de inmutabilidad: Dicta el hecho de que la lengua por su carácter social determina al
signo lingüístico la obligatoriedad de permanecer como ella lo concibió, imponiendo así a la
comunidad su continuo uso sin ser cambiado (aparentemente), y queda ésta atada a él, p.e. luego
de que se estableció el extranjerismo “fútbol” seguirá usándose indefinidamente, y así
intentemos corregirlo a balompié, no podremos hacerlo más que individualmente, pues este
principio sí puede darse o no en nosotros.

Principio de mutabilidad: Recordando bajo el método de estudio diacrónico comparatista, el


fenómeno del cambio lingüístico como innovaciones motivadas en el individuo, y luego
progresivamente extensas a la comunidad y regularizadas, podemos entender así posible que,
acordando nuestro ejemplo, el signo lingüístico “fútbol” se pueda de repente corregir de nuevo,
por medio de los individuos, a balompié, y así re-establecerse en la norma. Esta dualidad se
explica por que la lengua no es estable en esencia, la sociedad y el individuo en conjunto, la des-
estabilizan y estabilizan constantemente.

Como conclusión, entendida quede la grandeza y complejidad del signo por medio de esta frase:
Tarea fundamental de la lingüística es, estudiar las características de los signos lingüísticos.

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