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Solo cuando el hombre voltea hacia Dios, y deja que sea Él quien le muestre
las características de la verdadera religión, solamente entonces podrá realizar las cosas
a la manera de Dios, para Su gloria y para Su honra.
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A nadie le gusta que le digan que es egoísta, o que tiene un
pensamiento erróneo de sí mismo. Al contrario, a todos nos gusta que nos
elogien, que nos aclamen, que nos hagan sentir bien, que nos digan que nos
quieren. Sin embargo la Biblia enseña que cuando una persona tiene un
concepto más alto de sí mismo, está practicando una religión que no le agrada
a Dios.
Lucas 18 es una ilustración hermosa de esta característica de la falsa
religión. Leamos Lucas 18:9-14
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Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos
como justos, y despreciaban a los demás: 10 Dos hombres subieron al
templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. 11 El
fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: “Dios, te doy
gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos,
adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. 12 “Yo ayuno dos
veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano.”
Ese es precisamente el eje sobre el que gira la falsa religión: creer que
son dioses y que merecen todo el respeto de los demás. Hacen a un lado al
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Dios verdadero para que ellos ocupen su lugar. Su egoísmo los sega y no les
deja ver más allá de su nariz.
Esta es la falsa religión: quitar a Dios de Su lugar y ocuparlo nosotros
mismo, creyendo que somos más inteligentes, sabios y justos que Dios.
Probablemente ellos creían que ser religioso era imitar las costumbres
que practicaban los fariseos. Pero debemos aclarar algo en este punto: las
tradiciones son el resultado de tener un concepto mayor de sí mismo que de
Dios porque están basadas en las preferencias que tiene el hombre. Dios
nunca nos ha dicho que practiquemos tradiciones.
Esto es, si una persona es egoísta siempre va a tratar de que las cosas
se hagan a su manera. Un significado de la palabra “religión” es tener “un
culto incorrecto, centrado en los aspectos externos”. El hombre que es egoísta,
siempre se fijara únicamente en los aspectos externos de su comportamiento.
Nunca se fijará en los internos ni en las intenciones que provocan dicho
comportamiento.
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Un ejemplo de una persona “religiosa” la vemos en Lucas 11:39, 42,
43, 46.
Solamente se fijan en el comportamiento tradicional, el
comportamiento externo. Esto es ser religioso: aparentar delante de la gente,
pretender ser alguien de gran importancia. Nunca se han sometido a Dios. Su
sistema legal está dirigido por su tradición, por lo que ellos piensan, no por lo
que Dios ha enseñado.
Son personas exageradas que creen que porque realizan ciertas cosas
son hijos de Dios.
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a. El engaño inconsciente. Este engaño es producido por el
corazón. Otra manera de llamarlo es involuntario
(aparentemente). Es decir, una persona actúa así porque es lo
único que hay en su corazón. El hombre piensa que está
haciendo lo correcto, cuando en realidad no lo es. Es un engaño
del hombre natural.
b. El engaño consciente. El segundo, es un engaño voluntario, es
decir, ya no es del corazón hacia afuera, sino que ahora es de
afuera hacia dentro. El cerebro justifica el engaño y lo practica.
Es una maquinación consciente.
Una persona orgullosa nunca ve las cosas de manera real. Siempre percibe
todo a su alrededor de acuerdo al mundo que él mismo ha creado. Lo mismo
sucede con la falsa religión. Cree que sus conceptos son mejores que la Palabra
bendita de nuestro Dios, cree que su razonamiento es mejor que el Consejo de
Dios; cree que su percepción del mundo es más real que la que Dios describe
en la Biblia. Cree que su pensamiento es mayor que el de Dios.
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Finalmente la falsa religión es vana. Esto significa que es sin valor por
ser engañosa e ineficaz. No importa cuanto se esfuerce un hombre por tratar
de agradar a Dios. No importa cuanto tiempo invierta en la asistencia a la
iglesia, a los estudio, etc. No importa cuantos versículos se aprenda de
memoria, no importa cuanta ofrenda ha depositado en el cesto. No importa
cuantos esfuerzos haga por agradar a Dios centrado en sí mismo.
Pero para el que quiere dejar de practicar esa falsa religión, Dios tiene
una esperanza disponible.