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Alemania (Deuschland)

País del centro de Europa dividido desde 1949 en dos Estados: la República Democrática Alemana
y la República Federal de Alemania. Limita con el mar del Norte, Dinamarca y el mar Báltico al
norte; con Polonia y Checoslovaquia al este; con Austria y Suiza al sur y con Francia, Luxemburgo,
Bélgica y Holanda al oeste. Se divide en tres regiones naturales: la Alemania meridional (Alta
Alemania), comprendida entre los Alpes (con la máxima altura en suelo alemán, el Zugspitze, 2964
m) y los macizos centrales (montes del Palatinado, Hesse, selva de Turingia, macizo del Harz,
Erzgebirge, frontera entre Sajonia y Bohemia, y la selva Baviera, frontera entre ésta y Bohemia), y
constituida en gran parte por el valle superior del Danubio. La Alemania central, fragmento de la
Europa herciniana, comprende los países situados al norte del plegamiento descrito, Renania,
Westfalia, Turingia y Sajonia, en declive hacia la Alemania septentrional, gran planicie de dunas u
zonas de loess fértiles y ricas, integrada en la gran llanura septentrional europea. En la costa del
mar del Norte y del Báltico abundan las islas, la más importante de las cuales es la de Rûgen. La
inclinación general del suelo de Sur a Norte determina el curso de los principales ríos, con
excepción del Danubio (afluentes Main, Neckar, Mosela, Ruhr), Ems, Weser y Elba (afluentes Saale,
Hvel-Spree). El Oder (principal afluente en Neisse) desemboca en el Báltico. El más importante de
los lagos de montaña es el de Constanza, en la frontera con Suiza y Austria. El clima es de
transición gradual entre el marítimo atlántico y el continental centroeuropeo. El bosque (haya,
abeto, arce) ocupa una cuarta parte del territorio. La fauna es la típica centroeuropea. Los
orígenes raciales del pueblo alemán son heterogéneos. Predominan el tipo nórdico, con la
abundancia de los tipos alpino y dinárico. También se dan rasgos celtas, mediterráneos y eslavos.
La minoría judía ha pasado de 535.000 miembros en 1933 a 39.200 hoy. La natalidad es muy
elevada. El idioma es el alemán, lengua indoeuropea de la familia germánica con numerosos
dialectos, reducibles a alto y bajo alemán, dentro de una fundamental unidad literaria.

Historia

La ocupación de Alemania por el hombre data al paleolítico inferior: la mandíbula de Mauer, cerca
de Heidelberg, es el único ejemplar europeo de <<homo erectus>>. Con el Musteriense hizo su
aparición el hombre de Neandertal (<<homo sapiens>>). Procedente de los Balcanes, se desarrolló
un primer neolítico (cerámica de bandas); ya en la Edad del Bronce, destacaron las culturas de
túmulos y de campos de urnas. La penetración romana por el Rin significó para los antiguos
pobladores de Alemania su entrada en la historia escrita con al heterogéneo nombre de
germánicos, de los que Tácito nos ha legado un brillante estudio. El movimiento de tales pueblos
hacia el sur tuvo un papel decisivo en el hundimiento del Imperio romano de Occidente. Con el
Imperio carolingio (s. IX) se constituía la primera unidad política de las tribus germánicas. El
tratado de Verdún (863) sancionó la formación del futuro reino de Germania (Luis el Germánico),
sin que sus sucesores pudieran evitar la implantación del régimen feudal y la disgregación del
poder monárquico en los ducados nacionales de Sajonia, Franconia, Suavia, Baviera y Lorena. En el
962 se instauró, con Otón I, el sacro Imperio Romano Germánico, más simbólico que real; duró
hasta 1806. El siglo XXI viene marcado por la por la lucha de las investiduras, entre el papado
(Gregorio VII) y la casa de Franconia (Enrique IV), que concluiría en el concordato de Worms (1122)
y el consiguiente fracaso del imperialismo alemán dentro y fuera de sus fronteras, agravado ello
por la larga rivalidad entre güelfos y gibelinos. La política gibelina de la casa Suabia o
Hohenstaufen (<<dominium mundi>>), enfrentada con Roma, fue igualmente infructuosa,
desembocando en el gran interregno (1250-1273) y pasando el Imperio a ser una institución más
nominal que efectiva. Italia se separaba de Alemania, mientras las ciudades del Norte reforzaban
su recién creada Hansa. Pero el fenómeno de consecuencias más profundas fue la Reforma,
llegándose a un grado extremo de fraccionamiento político. La actitud luterana invitó a la agitación
campesina, prontamente extendida por el centro y sur del país. Sofocada ésta, los nobles
apoyaron la causa reformista y, mediante la Liga de Esmalcada, se opusieron al emperador Carlos
V. El incumplimiento de la paz religiosa de Augsburgo (1555) favoreció la creación de la Unión
Evangélica (protestantes) y la Liga Santa (católicos), enfrentándose ambas en la guerra de los
Treinta Años (1618-1648). La paz de Westfalia (1648) arruinó definitivamente la unidad alemana,
impidiendo su recuperación hasta mediados del siglo XVIII en que Prusia se constituiría en
potencia, enfrentada a Austria por la supremacía alemana (guerras de Silesia, Siete años y austro-
prusiana de 1866). La Confederación Germánica venía a sustituir (1815) al recién desaparecido
(1806) Sacro Imperio Romano Germánico. El fracaso de la revolución de 1848 acercó la burguesía a
Bismarck y sus planes unificadores, alcanzándose tal objetivo en 1871, tras la guerra franco-
prusiana; imperio federal que duraría hasta la derrota de 1918. Europa conoció el pangermanismo
y África, Asia y Oceanía el imperialismo alemán. La república de Weimar nacía (1919) ya
condenada al fracaso. A las durísimas sanciones de tratado de Versalles (1919), se sumaba una
turbulenta etapa inicial de golpes de estado comunistas y monárquicos y de grave inflación. En
Potsdam, Hitler proclamaba el Tercer Reich (1933), instaurando un Estado totalitario nazi,
denunciando el tratado de Versalles y persiguiendo duramente a judíos y comunistas. El Rin,
España, Austria y Checoslovaquia no fueron sino pasos conducentes a Polonia y a la guerra de
1939-1945. La capitulación alemana (7 de mayo 1945) significaba el desmembramiento total del
país, sentenciando en la conferencia Potsdam (julio 1945).

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