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El extraordinario discípulo de Edgar Allan Poe.

Autor: m A m E

Algunos dirán sobre Poe: “No me gusta”, “Carece de valor literario”, “Es sobrevaluado por

darketos, emos y amantes de la melancolía”, “¡Ahora cualquier borracho se cree un genio!”,

“Leí El Cuervo y no entendí que relación tiene con la película en que mataron a Brandon

Lee”. Esta última quizás sea una de las más catastróficas opiniones que he escuchado.

Cierto es que a Poe a menudo se le califica sin siquiera conocerle. Un gran porcentaje de los

que alaban o critican su obra nunca la han leído o la han leído muy poco, como ocurre con

El capital de Marx o la Biblia o cualquier libro iniciático de alguna secta o grupo.

¿Y que grupo es el que sigue a Poe? Para esa clase de individuos que acostumbran

etiquetarlo todo, son los góticos, melancólicos, darketos, emos, literatos, bohemios, friks,

nerds, metaleros, etc., tan solo algunas de las muchas clasificaciones que reciben los

lectores y seguidores (que no son lo mismo) de Edgar Allan Poe. ¿Y que ocurre con los

detractores de Poe? ¿Quiénes son? Es difícil etiquetarlos, pocos de ellos conocen a

profundidad la obra del autor americano, exagerando podría decir que el único crítico que

realmente leyó su obra fue el mismísimo Rufus Welmot Griswold, escritor y crítico literario

que mantuvo con Poe una relación comparable a la de Salieri y Mozart. ¿Y Quién tras leer a

Poe, podría realmente desdeñarlo? Pudieran no encontrar afinidad por los temas

extravagantes o raros que el autor desarrollaba. Pero nunca podrá decirse nada sobre la

impecable estructura, el inigualable estilo y la inteligencia aguda en cada uno de sus relatos.

No por nada Poe influenció directamente a la mayoría de los escritores occidentales de la

segunda mitad del siglo XIX. Maupassant, Baudelaire, Stevenson, Wilde, Conan Doyle,

Melville, etc. Cada uno de ellos autores con estilos y géneros literarios totalmente distintos,

mismos que el genio americano fundó en algunos casos y exploró en otros. Además, Poe
sigue influenciando la literatura moderna, me atrevo a decir que la industria editorial hoy día

no sería lo que es si no fuera por él, quizás haya sido el primer autor norteamericano que

alcanzó a vivir (o sobrevivir) tan solo de sus escritos. No lo logró del todo pues murió en la

pobreza, pero si logró cambiar la perspectiva del mundo para muchos otros que le

precedieron. He omitido intencionalmente en la lista de influenciados al que considero, no el

mejor, pero si el más famoso seguidor o fan de Edgar Allan Poe, discípulo confeso del autor

norteamericano al que por cierto nunca conoció en persona.

De ese susodicho discípulo extraordinario cuenta una leyenda que, siendo niño, durante el

verano de 1839, abordó un barco como polizonte. Horas después ya en alta mar, fue

descubierto y el capitán del navío tomó la decisión de regresarlo al puerto, donde varias

personas, entre ellos los padres del pequeño le buscaban. Su padre le reprendió

severamente por su travesura haciéndolo pasar varios meses encerrado. “Ahora solo viajaré

en el mundo de los sueños” dijo el infante al ser castigado. No logrando consumar su primer

viaje extraordinario, ese niño Julio Gabriel Verne, revolucionó la industria literaria del siglo

XIX y muchos lo destacan como uno de los precursores de la anticipación científica o ciencia

ficción. La neblina de la historia nunca nos permitirá saber que tanto hay de cierto en esta

anécdota o si tan solo fue un invento de los biógrafos verneanos, pero no pocos sospechan

que esta travesura infantil (cierta o no) y la obra completa durante toda la vida del mismo

Julio Verne tengan quizás un origen común: Edgar Allan Poe.

La travesura del adolescente Verne al escapar de casa para iniciar la más grande de todas

las aventuras, nos recuerda una novela de Poe, la única escrita por el autor, cuyo título en

inglés es Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket fue originalmente publicada en


entregas en el Southern Literary Messenger en el año 1837 (un par de años antes del

supuesto intento del escritor francés por convertirse en grumete). El nombre del personaje

narrador es un evidente alter ego del autor americano: Arthur Gordon Pym, un adolescente

de espíritu aventurero, que desobedece a su abuelo y aborda un barco como polizonte. El

navío en alta mar es asaltado por un motín. Pym al salir de su escondite, descubre que la

mayor parte de la tripulación ha sido sádicamente asesinada en una carnicería sangrienta

que sin duda es una de las escenas más obscuras que haya descrito el ser humano. Los

amotinados celebran su triunfo dispuestos a dedicarse a la piratería pero Pym sabiendo que

hay división entre ellos aprovecha la situación para hacerse pasar por un fantasma y

atormentarlos. El autor utiliza aquí como en muchas de sus obras el recurso de la culpa y la

creencia en lo sobrenatural por parte de sus personajes (sobretodo de los villanos) para

resolver el conflicto. Además nos da una cátedra de mecánica simple y el arte de colocar la

carga en un barco (estiba) para justificar la súbita volcadura del navío por el oleaje. Después

del naufragio sobreviven solo cuatro: August, Peters y Parker, quienes junto con Pym

permanecen sobre el barco semihundido. Los sobrevivientes no cuentan con provisiones,

inicia entonces la angustiosa espera de la muerte, en la que participamos como lectores esa

sensación junto a Pym además del misticismo por el paso del holandés errante, tema que

Poe retrató antes en su cuento Mensaje hallado en una botella. Pero el terror real una vez

mas es producto de la realidad humana. Los náufragos contemplan el canibalismo para

sobrevivir. Mediante un sorteo, la elección de la paja mas corta (escena cliché de la cultura

contemporánea), los navegantes decidirán quien debe morir para servir de vianda al resto.

Perdiendo el desdichado Parker, el mismo que propusiera la atroz solución y quien no tarda

en morir de un hachazo ejecutado por Peters, indio nativo americano de fuerza prodigiosa

según la descripción del libro. Después de mas penurias tan solo dos sobrevivientes son

rescatados por la goleta Jane Guy: Pym y Peters. La Jane Guy es capitaneada por William
Guy cuyo principal objetivo es investigar las zonas inexploradas cerca del polo sur. Hacia allá

se dirigen los viajeros y cruzan la barrera de hielo, descubriendo una isla habitada

por salvajes de piel negra y un inexplicable terror hacia todo lo blanco, color al que la

tradición siempre ha asignado valores de pureza y bondad. Los aborígenes se muestran

amistosos pero tramposamente logran asesinar a casi toda la tripulación. Solo Peters y Pym

sobreviven de nuevo y tras descubrir en la isla una serie de curiosas inscripciones, roban

una canoa con la que escapan, hasta que se encuentran una irresistible corriente que los

empuja hacia el sur, hacia el polo. A medida que se acercan al fin del mundo todo el entorno

va cambiando, se ve una enorme columna de vapor en el horizonte, el agua toma un tinte

lechoso y se calienta, cae sobre le canoa un finísimo y pálido polvo, decenas de aves

gigantes y blancas gritan -¡Tekeli-li, Tekeli-li!- Sin duda lo más sorprendente es el final, que

transcribo textualmente:

“Entonces nos precipitamos en el seno de la catarata, que se entreabrió como para

recibirnos. Pero he aquí que, a través de nuestro camino, se alzó una figura humana de

proporciones mucho mayores que las de ningún habitante de la tierra, con el rostro velado; el

color de su piel tenía el blanco purísimo de la nieve…”

La narración se interrumpe, se nos comunica que Pym falleció sin escribir los últimos tres

capítulos, además hay un breve análisis de las inscripciones halladas en la isla escritas en

diferentes lenguas (árabe, etíope) que sólo agrega más misterio al asunto. Hay quien dice

que los mejores finales son los que dejan más preguntas. Si eso es cierto Las Aventuras de

Arthur Gordon Pym tiene uno de los finales más brillantes de la historia. Esta obra, bajo el

aspecto de un simple relato de aventuras, entraña diversas implicaciones que la alejan del

carácter aparentemente evasivo de este tipo de literatura. No es el viaje fantástico lo que Poe

inventa o descubre en esta novela, este estilo de narración es tan antiguo como la escritura
misma e incluso anterior, la Ilíada y la Odisea pasaron de boca en boca mucho tiempo antes

de ser escritos, lo mismo ocurre con el Mahabarata y el Ramayana, la narración del viajero

es una imagen absolutamente clásica, predominante en todas las culturas, desde Ulises y

Jasón, pasando por Simbad, hasta Gulliver y Munchausen, pero lo innovador del viaje

fantástico imaginado por Poe, es que lo mas extraordinario que sucede en el viaje, no es lo

que encuentra el viajero, sino que son los actos humanos mismos los que generan el caos,

Pym es testigo de los mas grandes horrores causados por los hombres, en un mundo que

parece ya no tener fronteras, donde occidente ha visitado, desentrañado y descubierto cada

rincón del mundo. Solo los polos, en específico la Antártida, son desconocidos y ahí es

donde Poe lleva a Pym. Ese joven, que tan solo buscaba cumplir su sueño de viajar, termina

en el extremo del mundo encontrándose con el más grande de los misterios, uno que ni

siquiera Poe puede contarnos, porque la novela se interrumpe de golpe. Si Verne leyó este

libro y eso lo inspiró a esconderse en un barco la leyenda no nos lo dice, pero si sabemos

que en su ensayo Edgar Poe y sus obras (1864), obra donde Verne explaya toda su

admiración por el autor americano, el francés nos comenta sobre el final de esta novela:

“…Y la narración se interrumpe al llegar a este punto. ¿Quién la retomará algún día? Alguien

más audaz que yo y más resuelto a avanzar en el dominio de las cosas imposibles” (Julio

Verne, Edgar Poe y sus obras, 1864)

Entendemos por sus palabras que Verne no se sentía en ese momento digno de retomar la

narración de Poe. Ese estilo de viaje fantástico, donde el viajero encuentra una nueva e

inimaginable frontera, aunque dentro de su realidad y que al cruzar esa frontera se llega a lo

imposible, es justo el estilo que Edgar Allan Poe recreó en Arthur Gordon Pym y del cual

Julio Verne se enamoró, convirtiendo a Poe en su héroe o dios literario. Verne consideraba

la obra de Poe una “cima inaccesible”, que sin embargo lo impulsaba a escribir. Por eso al
cumplir los 23 años, Verne publicó su primer libro de aventuras Drama en México, historia de

traición en altamar que nos remite totalmente a Pym. Un motín y un viaje al exótico México

del siglo XIX. El desenlace en el que los traidores mueren por su propia culpa y sus sueños

fantasmales. Nos remite también al Corazón delator y al Gato negro, ambos cuentos de

Poe. Este primer libro de Verne pasó desapercibido y no le dio fama, su estructura es simple

y si algo puede agradecérsele es la descripción de los paisajes y culturas del México

insurgente. Al cumplir los 33 años el mismo Verne, confesó públicamente su pasión por el

autor norteamericano, publicando el ensayo ya mencionado Edgar Poe y sus obras, donde

festejó haber leído cuando menos todas las obras narrativas de Poe, y también reconoció la

imposibilidad de llegar a ser un escritor de ese nivel:

“Poe ha creado un género aparte, que solo procede de él mismo, y del cual me parece que

se ha llevado el secreto; se le pudiera identificar como el fundador de la escuela de lo

extraño; ha hecho retroceder los límites de lo imposible; él tendrá imitadores. Éstos

intentarán ir más allá, de exagerar su estilo; más de uno creerá que le sobrepasará, pero no

logrará ni siquiera igualarlo”.

Verne haciendo un notable resumen de todas las obras Poeianas y desentrañó lo más

“positivo” de cada uno de sus relatos, Verne confesó admirar a Poe mas por su capacidad de

análisis y su conocimiento científico, que por su estructura y estilo literario. Nada extraño

para el autor que alguna vez declarara en una entrevista estar “más interesado en los

asuntos que en la estructura”. De todas las obras de Poe, Verne dedicó mas espacio en su

ensayo a Arthur Gordon Pym, a la cual proclama una obra maestra. Tan solo dos años

después de publicar este ensayo, Verne llega a la conclusión de crear una nueva estructura

de novela, en la cual retoma muchos elementos de Pym, fusionados con Robinson Crusoe

de Danielle Defoe (su otro gran ídolo). Es así como diseña la Novela Científica, que presenta
como proyecto al editor progresista Julio Hetzel, quien no tardó en contratar a Julio Verne

para escribir tres novelas por año durante los siguientes veinte años. Verne bautiza a su

colección como "Los viajes extraordinarios" en un claro homenaje a su héroe. Pero el

homenaje no se queda ahí, Verne basó una gran cantidad de sus obras en trabajos previos

de Poe. Y lo hizo desde la primera novela publicada en la colección de Viajes

Extraordinarios.

Uno de los cuentos de Poe que Verne menciona en su ensayo es conocido como "El camelo

del globo" o “La patraña del globo”, narración breve que fue impresa por primera vez en el

periódico The Sun de Nueva York. Decía el encabezado:

“Impresionantes Noticias. Por exprés vía Norfolk, el Atlántico se ha cruzado en tres días. El

triunfo fue firmado por la máquina voladora del señor Monk Mason.”

De ahí, el artículo proveía una detallada y verosímil descripción de un viaje en un globo más

ligero que el aire, realizado por el famoso globista Monk Mason, a través del océano Atlántico

tardándose 75 horas. Esto era complementado por un diagrama y especificaciones de la

nave. Poe pudo haber sido inspirado por un embuste periodístico anterior conocido como el

"El gran camelo lunar", publicado en el mismo periódico en 1835, muy popular en su época

pero que fue plagiado de un relato, La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall, escrito

por Edgar Allan Poe. Plagio por el cual se había estado quejando por más de una década.

Fue tal la insistencia que finalmente consiguió que el periódico The Sun le permitiera

publicar su historia sobre un viaje en globo a través del Atlántico la cual tuvo mucho éxito. La

historia reflejaba la turbulencia que existía en aquel entonces por el progreso. El autor

incluyó elementos ultrarealistas, como el diseño del globo y un extenso recuento del

funcionamiento del sistema de propulsión. Los nombres de personajes reales, como William

Harrison Ainsworth, ayudaron a crear la fantasía. El camelo del globo se considera uno de
los "cuentos de raciocinio" de Poe, pero a la inversa: en vez de ir apartando cosas para

resolver un problema, lo que hizo fue sumar ficciones para crear una realidad posible. Esta

historia es una forma temprana de ciencia ficción, que responde a la tecnología emergente

de globos aerostáticos. Este cuento es sin duda la inspiración de Julio Verne para Cinco

semanas en globo, la primera novela científica como tal, el primer proyecto publicado por los

dos Julios, que fue como muchos sabrán mundialmente reconocida. Verne amplió la

aventura de tres días a cinco semanas y llevó el escenario al África. Ambos relatos fueron

escritos cuando el globo aerostático ya era un invento conocido, pero lo innovador es que

nunca se había utilizado para hacer viajes largos. Poe se anticipa a esta posibilidad en su

breve relato, pero curiosamente la fama y el reconocimiento de esta predicción hoy día se le

adjudica a Verne, de igual manera que las habilidades de deducción de Dupin (personaje de

Poe) se le adjudican a Holmes (personaje de Conan Doyle). Es notable que Poe usara este

artefacto en otro relato no solo para cruzar el atlántico, sino que también para llegar a la

Luna, en el cuento que le había sido plagiado La incomparable aventura de un tal Hans

Pfaall, donde se convierte en el medio por el que el protagonista, un delincuente demente,

consigue escapar después de dinamitar a sus acreedores (imagen que alegraría no a pocos

a la hora de ver los adeudos de las tarjetas) y volar de manera increíble hasta el satélite mas

cercano a la Tierra, se imaginaran entonces que este relato inspiró también otra de las obras

de Verne, De la Tierra a la Luna, pero hablaremos de ella mas adelante. Verne usó el globo

aerostático en algunos otros de sus relatos, La isla misteriosa, por citar alguno. Las versiones

fílmicas de su libro La Vuelta al mundo en ochenta días, han usado el globo aerostático

también, medio de transporte que en ningún momento aparece en esta novela. Ahora

podríamos detenernos un momento a pensar en que Verne descaradamente copió a Poe,

pero en defensa del francés diré que Poe no inventó el globo aerostático. Ni siquiera fue el

primero en escribir sobre él, aunque si le dio un lugar en la literatura. Además no


debiéramos ser tan duros con Verne, la literatura esta plagada de infinidad de libros que

tratan sobre medios de transporte, barcos, carretas, caballos, automóviles, aviones, naves

espaciales y por supuesto globos aerostáticos. Verne no tuvo intención de apropiarse del

concepto del viaje en globo, pero su sutil homenaje a Poe fue tan popular que encontró

reflejo dentro de la cultura y el cine, reflejo que lo catapultó al imaginario de todo el mundo.

Otra referencia a Poe en la obra de Julio Verne fue en Viaje al centro de la Tierra, donde el

francés explayó toda su admiración por el norteamericano. Es la primera de sus obras donde

las ficciones vernianas, violan las leyes naturales (aunque él lo negara) y brincan a la

fantasía recreando un mundo subterráneo inexistente. Desde el primer capítulo Verne

homenajea a Poe. La aventura nace del criptograma del islandés Arne Saknussemm, “un

sabio del siglo XVI”, escrito sobre un pliego de papel oculto en un libro. Que todo parta del

encuentro y resolución de un criptograma, o que uno de estos aparezca en algún momento

de la trama, no es algo inhabitual en Verne. Admiraba “El escarabajo de oro” de Poe y, como

a su maestro, le gustaba recurrir a este artificio casi mágico para dar más emoción y misterio

a sus aventuras. Incluso la idea de un mundo hueco, trama central de la novela, a pesar de

ser bastante antigua también fue tratada por Poe en su cuento, el Camelo del globo, cuando

en la nota de uno de los viajeros, deja pincelada la duda:

“Detalle interesante: a 25.000 pies de altura el cielo parece casi negro y las estrellas se ven

con toda claridad; en cuanto al mar, no aparece convexo, como podría suponerse, sino total

y absolutamente cóncavo”

Hay más rastros de Poe en la novela “Viaje al centro de la Tierra”. Así son las “lecciones de

abismo” que el profesor Lidenbrock le hace tomar a su sobrino cuando éste se inclina sobre

la chimenea central del volcán Sneffels, el camino que han de seguir en su viaje, y piensa:
“Me recliné sobre una roca avanzada hacia su interior y dirigí hacia abajo mi mirada. Mis

cabellos se erizaron instantáneamente. El sentimiento del vacío se apoderó de mi ser. Sentí

desplazarse en mí el centro de gravedad y subírseme el vértigo a la cabeza como una

borrachera. No hay nada que embriague tanto como la atracción del abismo.”

Pensamiento que nos remite a Poe en su ensayo El demonio de la perversidad:

“Estamos al borde de un precipicio. Miramos el abismo, sentimos malestar y vértigo. Nuestro

primer impulso es retroceder ante el peligro. Inexplicablemente, nos quedamos. En lenta

graduación, nuestro malestar y nuestro vértigo se confunden en una nube de sentimientos

inefables. Por grados aún más imperceptibles esta nube cobra forma, (...).

Para este momento del texto, cualquiera de nosotros podríamos sorprendernos de la

cercanía de Verne con la mente de Poe. Plagio, robo, copia lo llamaran muchos, otros cuyas

ideas comparto, diremos que Verne se apasionaba por la obra de su ídolo. No se le puede

llamar plagio porque su imitación es evidente y confesa. ¿Si no, para que escribir un ensayo

sobre Poe? Verne se autoproclama heredero y discípulo de su maestro, aspira convertirse en

lo que Platón representaba para Sócrates, continuador de una obra, de un estilo y de una

escuela. Así como Platón escribió, describió y corrigió a Sócrates, así Verne fábrica su

prolífica obra en homenaje o tributo a Edgar Allan Poe. Ambos maestros murieron,

calumniados, desposeídos, perseguidos e incomprendidos. Uno en la turbulencia de la

incipiente democracia Ateniense y el otro en la Americana. Ambos discípulos, fueron

enaltecidos, reconocidos y premiados con los laureles de la fama y la fortuna. Quizás en

cientos de siglos se hablé de Poe, como hoy se hace con Sócrates, a quien incluso lo

conciben como un invento de su discípulo. Pero si hemos de aceptar a Verne como alumno

de Poe, deberemos reconocer que no lo fue en todos sus aspectos. Verne era heredero de

una mente racionalista, su amor a Poe se centraba únicamente en su prosa y


específicamente en sus ficciones. Así lo entendemos por los comentarios que plasmó en su

ensayo Edgar Poe y sus obras:

“Dejaré a un lado al periodista, al filósofo, al crítico, para referirme al novelista; es en los

cuentos, en las historias, en las novelas, en efecto, donde se manifiesta toda la rareza del

genio de Edgard Poe.”

Julio Verne ni siquiera menciona la faceta de poeta, que Poe siempre defendió como su

esencia. El poema el Cuervo catapultó a Poe a la fama, pero Verne solo estaba interesado

en las rarezas de su maestro, para las que no encontraba comparación y que era su

obsesión explicar incluso reescribir. Es decir, trató de enmendarle la plana. Verne era un

obsesivo, así lo delata el análisis sobe el cuento, La incomparable aventura de un tal Hans

Pfaall, cuento ya mencionado, que Verne revisa ampliamente en su ensayo. Poe inventa un

extraño artefacto parecido al globo aerostático como el mecanismo que usa este tal Hans

para viajar a la Luna, sobre ello Verne nos comenta:

“Me apresuraré en decirles que, allí también, son transgredidas intrépidamente las leyes más

elementales de la Física y la Mecánica; esto siempre me ha parecido extraño de parte de

Poe, que, con algunas invenciones, hubiera podido hacer su relato más creíble; después de

todo, como se trata de un viaje a la Luna, no hay que mostrarse muy exigente con los

medios de transporte.”

Verne duda del método de transporte elegido por su maestro para llegar a la luna, aun así

Hans Pfaall llega a la Luna a pesar suyo, allí se encuentra con una raza de selenitas, seres

humanos empequeñecidos a la proporción de la Luna, copias exactas de los humanos que

corresponden exactamente a cada habitante de la tierra. Una especie de doble extraterrestre

y reducido de cada uno de nosotros. Julio Verne comentó este cuento en largos artículos de

la prensa hablando del norteamericano y su viaje a la Luna. Sobre ese punto, el de los
habitantes minúsculos, escribió una frase que responde de manera muy clara a la mentalidad

positivista del siglo XIX, plagada de la ideología colonialista e imperialista europea:

"Me gusta creer que, vista la situación inferior de su planeta, estos selenitas servirían, como

máximo, para realizar nuestras tareas domésticas".

Dado que Poe sólo apunta la existencia de estos personajes y no explica mucho de ellos,

Verne afirmaba asimismo que quedaba pendiente la explicación o continuación de este

cuento. Posteriormente escribió uno de sus libros más célebres quizás tratando de lograrlo:

De la Tierra a la Luna, aunque en realidad poco tiene que ver con este primer increíble viaje

que efectúa Hans Pfall. El medio de transporte elegido por Verne es una bala de cañón al

legendario estilo del Barón Munchaussen, método que le parecía más creíble que el elegido

por su maestro. El viaje lo realizan “positivistas” veteranos de la guerra de secesión, que

llevados por una discusión sobre la posibilidad del viaje a la luna, deciden hacer el intento

para ver cual de ellos tiene la razón. Esa artimaña de la apuesta entre caballeros, es todo un

cliché de las obras de Verne, que toca su culmen en su novela mas popular, mas vendida y

publicada: La Vuelta al mundo en 80 días, quizás la novela donde mas descaradamente el

francés, toma un elemento sorpresivo de la obra de Poe. Philias Fogg, un obsesivo hombre

racional de comportamiento casi matemático al más puro estilo Poeiano, apuesta la mitad de

su fortuna para demostrar que es posible viajar alrededor de la Tierra en tan solo ochenta

días. Atraviesa grandes obstáculos que le obligan a gastar la otra mitad de su fortuna pero el

viaje no dura según su conteo de atardeceres y amaneceres, menos de ochenta y un días.

Por tanto se presume perdedor de la apuesta, para su sorpresa llega a Londres tras 80 días

de viaje, ganando la apuesta a sus incrédulos compañeros del club de notables. ¿Philias

Fogg este hombre de comportamiento matemático equivocó sus cuentas? No, Verne usó un

interesante fenómeno que ocurre cuando viajamos en el sentido contrario al movimiento del

sol en el firmamento. Philias Fogg en su recorrido, acortó sus días cuatro minutos por grado
de circunferencia terrestre recorrido, de forma que al multiplicar cuatro minutos por los 360°

totales, obtenemos el producto de 1440 minutos equivalentes a veinticuatro horas o mejor

dicho un día. El viajero Fogg ahorró un día, de manera que aunque el vió salir y ponerse el

sol ochenta y un veces, sus oponentes que permanecieron inmóviles en Londres solo

contaron ochenta amaneceres. Es una idea sorprendente y original, pero Verne no fue el

primero en usarla en la literatura. Poe ya la había tratado en su cuento Tres domingos por

semana, donde un joven enamorado de su prima, pide a su abuelo disponga la fecha para su

matrimonio. “Cuando tres domingos transcurran unos después del otro” dice el abuelo. Así el

enamorado e incestuoso alter ego de Allan Poe, logra resolver la prueba de su abuelo,

haciendo que dos viajeros circunvalen el mundo, uno viajando hacia el oeste en el sentido

del sol y otro hacia el este en el sentido opuesto. Para el segundo viajero, al igual que para el

Philias Fogg de Verne, los días son mas cortos, mientras que para el primero los días se

alargan. Finalmente al concluir su recorrido los viajeros se encuentran en el punto de origen.

Para el que viajó hacia el oeste el día de mañana será domingo; para el que viajó hacia el

este ayer fue domingo, para los que permanecieron en tierra hoy es domingo. Así los

enamorados logran tres domingos seguidos en la misma semana y realizan su matrimonio.

Como comentario adicional, Philias Fogg también se casa al final de la novela de Verne,

incluso concluye la obra afirmando que para encontrar el amor, bien vale la pena dar la

vuelta al mundo, siendo una de las pocas referencias románticas en la obra de Verne, que la

mayoría de las veces fue algo misógino o asexuado. ¿Habrá querido mantener el origen

romántico del viaje de Poe o tan solo es una coincidencia más? Cuando menos es cierto que

en lo que concierne a mujeres, Poe y Verne tuvieron historias cercanas y al mismo tiempo

completamente opuestas. Poe fue un hombre mejor comprendido y amado por las féminas

que por los hombres, lamentablemente las mujeres de su vida siempre le fueron arrebatadas

trágicamente, empezando por su madre, su madrastra y su joven esposa, quien como en el


cuento Tres domingos por semana, fuera su prima hermana. Verne también se enamoró de

una de sus primas a la que incluso propuso matrimonio, pero su amor no fue correspondido,

ella se casó según dijo Verne por interés económico con otro hombre. Esto hizo tener a

Verne un prejuicio sobre el comportamiento de las féminas, aunque él también se casara por

conveniencia años después con una viuda. Su matrimonio no fue feliz pero duró toda la vida,

el matrimonio de Poe fue feliz pero sufrido y breve. Virginia Clemm su prima y esposa murió

a los pocos años por la tuberculosis. Notamos que la comparación de Poe y Verne pudiera

continuarse hasta la intimidad, pero ahí deja de tener interés para la literatura. Poe murió

joven y en la miseria, Verne tuvo una vida larga y la riqueza le acompaño toda su vida. Fue

hasta la madurez que se sintió capaz y decidido a lograr lo que él consideraba el mayor reto,

la apuesta que él mismo se pusiera y que consideraba como imposible: Retomar y finalizar

la novela El Extraordinario viaje de Arthur Gordon Pym.

La Esfinge de Hielo, es el nombre que Verne dio a su novela, secuela o continuación de la

obra de Poe. Verne retoma totalmente la historia de Arthur Gordon Pym. Sus personajes

siguen el rastro de Pym años después de haber ocurrido su viaje, haciendo uso del diario

que Pym dejó para la posteridad. Verne convierte esta novela en una especie de búsqueda

muy al estilo de su libro Los hijos del capitán Grant. Trata de dar continuidad a la obra de

Poe copiándose a si mismo, lo cual no convierte a La Esfinge de los hielos en una gran obra.

Para rematar el desacierto, Verne resuelve las partes más fantásticas de la novela de Poe,

como simples alucinaciones y con un ardid pro científico trata de resolver la misteriosa

desaparición de Pym, la cual es la gran sorpresa de la obra original y al tratar de ser

explicada parece convertirse en una superchería. No deja de ser un buen intento aunque

Las montañas de la locura de H.P. Lovecraft son un mejor homenaje a Arthur Gordon Pym.

El intento de Verne no pasa de ser un interesantísimo dato de hasta donde se desbordaba la


admiración del francés por su maestro. Hoy día, la historia trata de manera distinta al

maestro y al alumno. Mientras que a Verne no le es reconocido un lugar dentro de la

literatura culta de Francia, como siempre fue su deseo. A Poe cada día se le encumbra más

como el primer gran autor americano. Verne es conocido como un gran educador, sus

novelas e imaginario han encontrado un gran nicho en la cultura popular, aunque al final sus

últimos libros no fueron tan originales e ingeniosos como lo fueron en su apogeo. Su último

relato El eterno Adán, ambientado también en México (más específicamente en Rosarito,

Sinaloa), no deja de ser un cuento ingenioso, pero nada que nos asombre como sus

primeras novelas lo hicieran. Poe murió a edad temprana y de manera inesperada, creyendo

haber escrito la mayor de sus obras, o cuando menos así se expreso al terminar Eureka, su

ensayo poético cosmogónico. A Verne se le reconocen sus predicciones sobre el futuro, las

maquinas voladoras, el viaje a la luna, etc., temas que como sabemos Poe también trató en

sus escritos. Es notable la originalidad de Verne por los vehículos autopropulsados, la

electricidad, el internet, la televisión y el submarino. Pero no muchos saben que en Eureka y

otras de sus obras, Poe mencionó temas más profundos, aportaciones a la Criminología,

Filosofía, Física, Astronomía, como la relatividad del espacio y el tiempo, los agujeros

negros, la teoría del bigbang, el universo palpitante, las supercuerdas, todas ellas,

predicciones que Verne leyó en los escritos de Poe, pero no retomó quizás por no tener

especial aprecio por la obra poética de su ídolo. Eureka de Poe, sin duda merece una

revisión por si misma, pero ni siquiera Julio Verne fue tan osado para llevarla acabo. Eureka

continuará entonces siendo para muchos el más polémico escrito de Edgar Allan Poe.

¿Quién lo retomará algún día?

“Alguien más audaz que yo y más resuelto a avanzar en el dominio de las cosas imposibles”

Diría su extraordinario discípulo Julio Gabriel Verne.

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