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Semana 2: Signo lingüístico, lengua, norma y habla

Guía de clase
LENGUA, NORMA Y HABLA

Si el lenguaje es una facultad –la de comunicarse por medio de signos–


que todo ser humano recibe al nacer como legado de la evolución de la
especie, la lengua es un producto social que una comunidad crea a lo largo del
tiempo. Haciendo un símil, podemos decir que el cerebro es como el disco duro
de una computadora, el cual viene provisto de un sistema operativo, que es el
lenguaje. Sobre este se instalan los programas que el grupo social crea. La
lengua es uno de esos productos.

LA LENGUA COMO PRODUCTO HISTÓRICO, SOCIAL Y CULTURAL


Como hemos visto hasta aquí, todo individuo nace con la capacidad de
lenguaje. Esa capacidad posibilita el manejo de cualquiera de los códigos que
los hombres han ideado, sean estos verbales –español, francés, chino, alemán,
etc.– o no verbales –gestual, de colores, de sonidos, etc.–. Ahora bien, cada
grupo humano, al adoptar uno de esos sistemas, lo ejecutará a partir de sus
propias convenciones y necesidades.
Si el lenguaje es una capacidad innata, la lengua es, como dijimos, un
producto social, un hecho de cultura. Su adquisición y desarrollo dependen de
las relaciones familiares y del entorno socioeconómico, en primera instancia, y,
posteriormente, de la experiencia personal de cada individuo. La adquisición de
una lengua es un proceso permanente. Siendo la lengua el más importante
medio de comunicación entre los seres humanos, su dominio ha sido siempre
determinante para el desarrollo y desenvolvimiento del individuo. No en vano
Homero decía que el hombre se distingue en el combate por el uso de sus
armas, y en el ágora, por el uso de la palabra.
La lengua es un sistema o conjunto de sistemas vinculados entre sí cuyos
elementos no tienen valor independientemente de las relaciones de
equivalencia y de oposición que se establecen entre ellos. Esos sistemas son
el léxico, el sintáctico, el morfológico y el fonético-fonológico. Ellos, en principio,

1
son abiertos, es decir, admiten cambios, aunque estos pueden ser de mayor o
menor intensidad.
Todas las lenguas experimentan variaciones, pues la lengua es un sistema
inestable; de allí que se afirme que sólo las lenguas muertas no cambian. Esta
particularidad de la lengua se conoce como historicidad, es decir, la posibilidad
de cambio en el tiempo. Al nacer, aprendemos un estado de la lengua que
normalmente procede de nuestros padres, pero evidentemente no terminamos
hablando como ellos. Las innovaciones responden a diversas necesidades,
pero pueden pasar de moda rápidamente o, por el contrario, convertirse en
parte más o menos constante de la lengua.
La lengua es, pues, un hecho cultural, no natural. Es una realidad compleja,
la más compleja creada por el ser humano: un sistema de signos forjado y
empleado a lo largo de centenares de años por una comunidad de hablantes
determinada, y no un simple conglomerado de palabras.
En las primeras décadas del siglo veinte, Ferdinand de Saussure había
subrayado el carácter sistémico de la lengua1 –algo que había anticipado
Andrés Bello en 1847– y sus estudios son el punto de partida de la moderna
lingüística. Saussure definió el signo lingüístico como un compuesto de
significado y significante, cuya relación es arbitraria. También distinguió dos
niveles en el hecho lingüístico: la lengua, es decir, el sistema, de naturaleza
abstracta, y el habla, la realización concreta e individual del sistema.
Según afirma en su Curso de Lingüística General (1916), la lengua se
opone al habla, pues el primer concepto alude al conjunto de signos, de
naturaleza psíquica, a disposición de la colectividad, pero exterior al individuo,
“que por sí solo no puede ni crearla ni modificarla, no existe más que en virtud
de una especie de contrato establecido entre los miembros de la comunidad.
La lengua existe en la colectividad en la forma de una suma de acuñaciones
depositadas en cada cerebro, más o menos como un diccionario cuyos
ejemplares, idénticos, fueran repartidos entre los individuos. Es, pues, algo que

1
La lengua, según Saussure, es un sistema de signos. Estos signos se relacionan entre sí por
oposición; p.ej.: /p/ frente a /b/. Y para que una lengua funcione correctamente deben
funcionar los sistemas de esa lengua (léxico, sintáctico, morfológico y fonético-fonológico).
Curso de Lingüística General (1916).

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está en cada uno de ellos, aunque común a todos y situado fuera de la
voluntad de los depositarios”.
Saussure aclara, además, que “la lengua no es una función del sujeto
hablante, es el producto que el individuo registra pasivamente, nunca supone
premeditación y la reflexión no interviene en ella más que para la actividad de
clasificar” (p. 58), y que “el habla es, por el contrario, un acto individual de
voluntad y de inteligencia en el cual conviene distinguir: 1. Las combinaciones
por las que el sujeto hablante utiliza el código de la lengua con miras a explicar
su pensamiento personal; 2. el mecanismo psicofísico que le permite
exteriorizar esas combinaciones”. (p. 59)
No obstante, Saussure aclara que, si bien la lengua funciona a través de
oposiciones en las que sus elementos adquieren diversos valores, esta forma
de relación no es única. El sistema se relaciona cuando “los elementos se
alinean unos tras otros en la cadena del habla” conformando una extensión
que se denomina sintagma; pero también, antes y después, se asocian en la
memoria y generan relaciones asociativas o paradigmáticas. Según esto, el
mecanismo que permite el funcionamiento del sistema se define por cadenas
de relación sintagmáticas y paradigmáticas.
La lengua posibilita que dos individuos se comuniquen, pues comparten un
código, que es la lengua, la cual está por encima de ellos y permite que otros
individuos de la misma comunidad comprendan esa comunicación. Todos ellos
acatan las reglas de ese sistema, que no han establecido, sino que ha sido
creado por la comunidad a lo largo de los siglos. Al comunicarse, ellos
actualizan la lengua, la vuelven tangible, esto es, la materializan por medio de
su acto de habla.

El plano de la lengua, abstracto, y el plano del habla, concreto, se


complementan, ya que constituyen los dos aspectos del lenguaje.

 Leemos la siguiente ficha:

LA VARIACIONES DE LA LENGUA:
dialecto, sociolecto y registro

El español, como toda lengua, especialmente las más extendidas, no es una

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entidad homogénea. Todos los hispanohablantes no hablamos siempre de la
misma manera. Esto se observa en las palabras que empleamos, en cómo
formamos nuestras palabras en una frase, qué entonación les damos. En
efecto, el español es la lengua de más de veinte países y de casi 400 millones
de hablantes. Pero, como toda lengua extendida a lo largo del tiempo y del
espacio, tiene diversas variedades; algunas extintas y otras que conviven en la
actualidad. Hoy en día, se habla español en México y en Chile, en Puerto Rico
y en España, en Estados Unidos y en Bolivia; en cada uno de esos lugares los
hablantes de español pronuncian con un acento especial, emplean palabras
distintas a las de los otros y construyen sus frases con rasgos diferentes. Por
ejemplo, ante la pregunta “¿Qué le gusta comer?”, distintos hablantes de
español respondieron: 2

Texto 1
Mirá , che, aquí lo que mah me gusta, lo mah grande que exihte es
una buena parrisha, un asado, y de postre dulce de leche, macanudo,
che. Y un buen mate, re loco sería si acabase con un buen mate.
Ademah deso te mandás mudar a un boliche hasta el otro día para
liberarme de la mina.
Texto 2
Bueno, yo, primero mi tacacho con cecina por nada le cambio, de los
fuanes, ni qué decir, oye. Su majás con bituca y su fruta de cocona o
aguaje para postre, oye. yo he visto al majás salir de su cueva. Mi bote
malogrado estaba y me fui por el monte caminando.
Texto 3
¿Que qué es lo que me gusta? Que no lo sé, venga, pues la tortilla de
patata, la paella, el jamón serrano, el queso manchego, están la mar
de majos todos ellos. Pero, ¿sabéis cuándo me gusta comerlos? Pues
cuando me encuentro con los colegas de la facultad y ¡venga!
Texto 4
Pues mirá mi pana, lo que a mí me gusta e la arepa en el desayuno,
con su cafeíto bien cargadico, así negro como me gusta, cosa ma’
grande e la vida chico. Mi mulata me preparó unas en la mañana, pero
le salieron crudas mi amigo. ¿Tá tú loco, chico? Yo no me la iba a
comer ¿qué tú quieres? ¿que me agarre dolor de panza?
Texto 5

2
Los ejemplos dados son adaptaciones de un Material de prácticas del curso de Lengua. 2001. PUCP .

4
Mire uté, lo má rico son los tamales y el manchapechu, con bastante
caine. También puere comé su sopaseca, majarblanco y tanta cosa
rica que hay aquí. No e po se habladó pero la comida e mi nega e la
mejo que cuadquied hombe puee comé. Después de comé me quedo
sentao en la pueta viendo pasá la gente. Eto e muy saruable, así uno
puee hacé bie la digetió, cuadquie persona sabe eto.
Actividades
1. Identifique la procedencia de cada texto.
2. Explique brevemente qué tipo de variaciones reconoce en cada caso.
3. ¿Cuál diría que es el “mejor español” o el “más correcto”?
4. ¿Cuál le parece que es el español más distorsionado?

LA NORMA
Aunque cada hablante de una lengua la usa de manera individual, ello no
impide que reconozcamos grupos que poseen características comunes. Así,
podemos, por su forma de emplear el español, identificar como argentinas a
determinadas personas, en tanto que de aquellas otras diremos que son
caribeñas o bolivianas o mexicanas. También podemos hacer la distinción
tomando en cuenta criterios no geográficos: educación, edad, condición social,
etc. Ello se explica porque existe una mediación entre la lengua (el sistema) y
el habla (la realización individual), que es la norma. Si, tomando otra vez un
símil de la informática, comparamos la lengua con Internet, diríamos que el
usuario no se conecta directamente a la red, sino a través de un servidor.
La norma, concepto creado por Eugenio Coseriu, debe ser entendido como
la intermediación entre el hablante y el sistema. Dicho en palabras más
sencillas, un hablante de español no habla “español a secas”, sino un español
con un conjunto de características peculiares que comparte con otros
individuos del grupo. Las normas o variedades lingüísticas tienen distinto
origen. Las hay que son producto de factores geográficos (dialectos),
socioculturales (sociolectos), temporales (cronolectos o estados históricos de
las lenguas), situacionales (registros), etc. De estas normas vamos a prestar
especial atención a los dialectos y a los registros.
Al expandirse una lengua sobre un territorio, generalmente se superpone a
una o varias lenguas que se hablan en aquel. El latín llegó a la península
Ibérica en el siglo II a.C. y entró en contacto con las lenguas ya establecidas

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(griego, cartaginés, íbero, etc.). Con el correr del tiempo, ese latín, como
resultado de esos contactos y de su propia evolución, fue adquiriendo
características que lo distinguieron de los que se practicaban en otros territorios
del Imperio, es decir, se consolidó como un dialecto. Posteriormente, el latín
hispánico dio lugar a las lenguas romances, una de las cuales, el castellano, se
expandió sobre territorios en los que se hablaban otras lenguas, produciéndose
el mismo fenómeno de dialectalización.
Los dialectos, pues, son las variaciones geográficas de un idioma. En
castellano existen tantos dialectos como es posible distinguirlos. Hay un
castellano peninsular, por oposición a otro americano; un caribeño, por
oposición a un rioplatense o mexicano o chileno; en el Perú, uno costeño, que
se diferencia de uno andino o de otro amazónico; y en cado uno de esos
dialectos es posible distinguir otros.
En la medida en que una lengua está en relación con las necesidades de
sus usuarios, no hay mejor variedad que otra. Antiguamente algunos
postulaban la superioridad de un dialecto sobre los restantes basándose en
criterios como el origen de la lengua o un mayor apego a la gramática, pero hoy
es indefendible esa posición. Lo que sí puede constatarse es el mayor prestigio
de una variedad dialectal, pero por factores extralingüísticos, como la
existencia de una gran literatura que emplea esa variedad o su difusión a
través del cine.
Al respecto, Manuel Seco indica que “aunque es indudable la existencia de
una norma en la lengua, también es innegable que no existe ‘una’ norma. La
supernorma, la norma general, es, desde luego, la lengua culta escrita, que
presenta una clara uniformidad básica en todo el mundo hispanohablante; pero
el uso cotidiano se fragmenta en normas menores, variables según la geografía
y según los niveles, que, sin romper la unidad general del idioma, ofrecen a
menudo matices muy peculiares”.3
Los registros, por su parte, son normas situacionales, es decir, producto de
la adaptación a una circunstancia determinada. Un joven, por ejemplo, que
emplea una cierta variedad dialectal, no hablará del mismo modo cuando se
divierte con sus amigos que cuando expone en clase o cuando se dirige a sus
3
Seco, Manuel. “La Academia Española ante el poder de los hablantes”. En:
http://www.elcastellano.org/artic/seco.htm. Tomado el martes, 28 de marzo de 2006.

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padres. En casa caso, ajustará su desempeño a la idea que tenga de la
situación. Su léxico no será el mismo, pero tampoco su pronunciación ni su
sintaxis.
Los registros pueden clasificarse de varias maneras. Una de ellas es la que
distingue estos tres niveles:
1. Superestándar, que es el registro que se utiliza en situaciones de gran
formalidad (discursos, ciertos escritos académicos) y, eventualmente, en la
literatura.
2. Estándar, que es el uso regular o cotidiano del lenguaje. Tiene dos niveles:
2.1. Estándar formal, utilizado para la comunicación institucional, en los
escritos científicos, periodísticos, clases, etc.
2.2. Estándar no formal, utilizado en el habla cotidiana, las conversaciones
familiares o amicales, el chat en Internet, etc.
3. Registro subestándar: se trata del lenguaje que no se beneficia de las
fuentes culturales centrales, como la educación, el arte, el teatro, la lectura, etc.
Se caracteriza por no tener una semántica clara, el abuso de la jerga (no uso,
que puede ocurrir en el estándar no formal), entre otros.
También es posible clasificar los registros según empleos más precisos.
Así, entre otros, podemos distinguir los registros soez, juvenil, familiar,
profesional, académico.
Registro soez. Es el que contiene las llamadas “malas palabras” o
“lisuras”. Suele ser muy rico en términos y muy variable, así como creativo.
Registro juvenil. Es el propio de los jóvenes, quienes, a través de su uso,
reafirman su diferencia de los mayores.
Registro familiar. Se emplea en el contexto del hogar y suele ser más
emotivo.
Registro profesional. Como su nombre lo indica, es el que utilizan los
profesionales, aunque no comprende solamente términos técnicos.
Registro académico. Es el del mundo académico, de los actos oficiales,
etc.
Los registros no son, en sí mismos, mejores unos que otros. Su
pertinencia está determinada por su adecuación al contexto en que se
emplean.

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Aplicación
A.- Reconozca el registro lingüístico de las siguientes oraciones.
1. Sírvanse apagar sus celulares antes de que comience la función.
2. Alma de oro, fina voz de oro, al venir hacia mí, ¿por qué suspiras?
3. Víctor toma su combi en el paradero de La Marina con Gregorio
Escobedo.
4. Tío George declara guerra a narcos.
5. La tarde gris y triste viste el mar de terciopelo y viste el cielo profundo de
duelo.
6. Trae el libro que trajiste endenantes.
7. Juan leyó el libro rapidísimo.
8. En la ciudad, hay departamentos que pueden costar lo mismo que una
gran residencia en el campo.

B. Convierta los siguientes enunciados a registro estándar informal y a


registro estándar formal.

Ejemplo: Presi llama a empresario billetón.


R. E. I.: El presidente llama a empresario adinerado.
R. E. F.: El Presidente de la República convoca a empresario adinerado.

1. Chibola fuga y viejos preocupados.


2. El loco tira su caña.
3. Milicos celebran aniversario.
4. Tomba detiene a dos bogas ebrios.
5. Toma pisco y manca.
6. Ya no jalo más, estoy que me jateo a cada rato.
7. Tres marcas mancan en operativo policial.
8. Su hermana de mi papá ha venido a mi chamba para proponerme un
buen cachuelo.
9. Lateó toda la avenida.
10. Lolitas se mechan con serenos.

8
C. Convierta el siguiente texto a registro estándar culto.
Yo… Le pedía a los pasajeros que se apeguen, pe, para que puedan pasar
más personas, al fondo hay sitio, al fondo al sitio, y ahí el carro freneó de golpe
y toditititos nos caímos y nos sacamos la mugre, sobre todo el joven de mochila
que estaba al lado mío, pe, y se fue hasta donde estaba José, el chofer, pero
cuando me di cuenta en realidad el carro estaba en el aire, alucina, no había
tocado suelo, no, y allí ¡¡¡pum!!!!, dije, la muerte, todo estaba oscuro, y todos
gritaron... Una caña había chocado con nosotros por el costado, pero
felizmente no fue mucho, y el José no hacía nada, no tenía control del timón…
Pero, este, felizmente el choque no fue muy grave… No hizo mucho daño el
choque, no, aunque casi nos llevan de encuentro, sí...

D. Seleccione cinco titulares de la prensa amarilla y conviértalos a


registro estándar culto.

E. Lectura

FUNCIÓN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA

El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, visitó


Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia en la segunda quincena de marzo del 2002
con el propósito de presentar la nueva Ortografía de la lengua española en
esos países. En el Perú, dictó una conferencia sobre “El español y la unidad
del idioma”. A continuación, una de las varias entrevistas que concedió en
nuestro país luego de su participación en el Congreso de la República.

Periodista Francisco Tumi.- ¿Cómo entender y, sobre todo, cómo aplicar


criterios de corrección idiomática, o criterios de norma, en sociedades tan
disímiles y segmentadas como la peruana?
Víctor García de la Concha.- Hay una norma y hay normas. Hay norma en
singular y hay normas en plural. Cuando hablamos de fijar la norma de la
Academia, estamos hablando de la norma en singular. Es fijar la norma del
lenguaje estándar culto –y fundamentalmente escrito-, la cual, naturalmente,
atiende también aquello que va observando no sólo en los escritores, sino
también, por ejemplo, en los medios de comunicación.
Pero es evidente que por debajo de eso la lengua va evolucionando y va
adquiriendo unas normas de uso que van estableciendo los hablantes y que

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van marcando fortuna, estas diferencias son fundamentalmente de léxico y
algunas, muy pocas, de estructura sintáctica.
Ayer yo notaba que alguien utilizaba el verbo desaparecer con carácter
transitivo y decías “desapareció a tantas personas”, que en el buen sentido
significa “hizo desaparecer a tantas personas”. Evidentemente, allí se está
alterando el significado de un término: Se está pasando un término que de suyo
es transitivo, desapareció, a una función transitiva. Esto ocurre con mucha
frecuencia y llega un momento en que el uso novedoso se aclimata y entonces
el diccionario lo registra, lo convierte en norma registrada.
Por ejemplo el vocablo francés élite, que se incorporó al uso español hace ya
tiempo; quizá por la influencia del acento –no pronunciado- que lleva en la
escritura francesa, empezó a pronunciarse en muchos ámbitos élite. Dámaso
Alonso, mi glorioso antecesor en la dirección de la Academia, luchaba contra
ello y reiteraba “¡elite, elite!”, porque evidentemente la pronunciación correcta
sería elite. Ahora bien, llega un momento en el cual son tantos los hablantes
que pronuncian élite y elite, pero dando preferencia a élite, pues la, más
difundida, aunque sea antietimológica.

Un abuso de la estadística...
Claro. Mire, la palabra nimio viene de nimis, que significa ‘exceso’, pero ha
pasado a significar ‘lo más pequeño’, es decir exactamente lo contrario. Hoy el
diccionario registra nimio con sentido de ‘algo muy pequeño, insignificante’. La
palabra álgido significa ‘frío’, pero empieza a decirse “está en su punto álgido”,
con el sentido de ‘estar en su punto más caliente’. Y el diccionario ha de
registrarlo.
De modo que la norma de uso de los hablantes va tirando, por decir así, de la
lengua y hace que llegue un momento en que la norma correcta de referencia
de la lengua estándar, de la lengua culta, adopte esos nuevos usos, siempre
que no sean absolutamente contrarios al genio de la lengua, tal como se ha ido
configurando ese genio de la lengua a lo largo de los siglos.

¿Qué clase de esfuerzo debe hacerse para revertir ese fenómeno? ¿Debe
este esfuerzo plasmarse en políticas estatales?
Sin duda debe plasmarse en políticas estatales. El único remedio de eso está
en la enseñanza y en los medios de comunicación, pero fundamentalmente en
la enseñanza. Si en las escuelas primarias y secundarias no se crea el gusto
por la lectura, que es donde realmente uno configura la lengua, donde uno va
enriqueciendo el léxico y formas de expresión, no hay mucho que se pueda
hacer. La lectura significa un ejercicio activo, a diferencia de la contemplación
de la televisión, que es un ejercicio fundamentalmente pasivo, o del acto de oír
una radio, de oír una emisora, que también es un ejercicio pasivo. La lectura,
en cambio, supone un ejercicio activo: hay que ir, hay que abrir el libro, hay que
leer, hay que volver para entender, hay que subrayar. Eso es lo que va fijando
formas gramaticales y estructuras. Si eso no se hace en la escuela primaria,
pues, evidentemente, más tarde se adquirirá cada vez peor.

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¿Qué hacer, mientras tanto, con la gente que ya está en la universidad y
no ha realizado total o parcialmente ese aprendizaje, como ocurre ahora
en el Perú?
Pues dígamelo a mí, véalo en España. Éste no es un fenómeno que ocurre
sólo en el Perú, es un fenómeno de todo hispanohablante, y también se quejan
de lo mismo los franceses, los ingleses, etc.

¿Es usted partidario de incorporar cursos de lenguaje en los planes de


estudio de las carreras usualmente consideradas tecnocráticas, por
ejemplo la ingeniería o la economía?
Sin duda alguna. No sólo por el criterio humanístico que suponen las
universidades sino también por un criterio de practicidad. El lenguaje es
esencial para configurar el pensamiento. Es decir, pensamos en lengua. No
pensamos y después nos expresamos en lengua. Estructuramos la realidad en
lengua. Por lo tanto, un ejercicio de buena estructuración lingüística de la
realidad es útil para cualquier rama del saber y para cualquier profesión en la
que se pretenda uno formar.

Algunos especialistas observan importantes fuerzas centrífugas en el


español y algunos de ellos incluso prevén una pronta segmentación. ¿Es
usted pesimista u optimista respecto al futuro de la lengua?
No creo que haya hoy una esencial situación de segmentación. Yo creo que el
español está viviendo un momento formidable naturalmente, como en todo
proceso pues cuando la cosa se expande hay más frentes de asedio y de
estímulo. Piensen lo que significa expansión del español en Estados Unidos, en
Japón. Yo creo que no hay ninguna razón para ser pesimistas en lo que
respecta al futuro del idioma.

Actividades

1. ¿Cuál es la diferencia entre la norma y las normas?


2. ¿Quiénes establecen las normas?
3. ¿Por qué son importantes los criterios de corrección idiomática?

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