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Título: Los peligros de la lengua 5ª Parte. Lugar: Iglesia Cristiana Neza


Pasaje: Santiago 3:9-12 Fecha: 06 de Marzo de 2011
Propósito: Confrontar, Exhortar, Animar, Fortalecer.
Idea Central: El peligro de la lengua radica en no ejercer dominio sobre ella.

Recordemos brevemente cual es el peligro primordial de la lengua: no ejercer


dominio sobre ella, sino permitir que ella domine nuestras palabras y las acciones que
realizamos.

Hemos estudiado los efectos devastadores de la lengua sobre las personas


cuando no se detiene. Si una persona no domina su lengua, esto resultará
inevitablemente en alguna forma de destrucción, separación y causará mucho dolor.

Santiago ha explicado en los versículos anteriores la naturaleza de la lengua,


sus efectos sobre las personas pero también la influencia que recibe del infierno como
instrumento para contaminar y sembrar destrucción.

Algo bastante interesante en Santiago es que utiliza muchas imágenes de la


naturaleza. En los versículos del 1-8 ha utilizado ejemplos de la naturaleza para
ilustrar el poder destructivo de la lengua. La sección que estamos a punto de estudiar
también utiliza un par de ejemplos para ilustrar el pensamiento absurdo que tienen
muchas personas sobre la dualidad del contenido de las palabras que hablamos.

En la Biblia no encontramos la posibilidad ni la sugerencia de que un


hombre pueda tener un corazón dividido. Es decir, que por un lado quiera servir a
Dios, y por otro lado quiera servir a cualquier otra cosa. El Señor Jesucristo enseñó
esto en Lucas 16:13 cuando dijo:
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y
amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir
a Dios y a las riquezas.

Así que es clara la enseñanza de Cristo: solo tenemos 2 posibilidades para


ponernos al servicio de alguien: puede ser para servicio a Dios, o puede ser para servir
a nuestro “dios”, creado a nuestras necesidades.

¿Porqué es importante que recordemos esto? Porque Santiago nos hablará de


las manifestaciones de nuestro amor a nuestro amo. Si amamos a Dios, entonces
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manifestaremos un corazón servicial y dependiente de Él; sin embargo si no servimos


a Dios, quiere decir que estamos sirviendo a cualquier otra cosa, y por lo tanto
estaremos haciendo lo que ese amo quiere que hagamos.

En nuestro texto de Santiago 3:9-12 vamos a estudiar 2 Manifestaciones de


la lengua que nos deben hacer revisar nuestra naturaleza espiritual.

I. La Adoración a Dios
El versículo 9 comienza diciendo: Con ella bendecimos a nuestro Señor y
Padre…

El versículo 8 nos ha hablado de la imposibilidad que tiene todo hombre


de ejercer un dominio efectivo sobre la lengua. Cualquier esfuerzo del
hombre por dominar su lengua que no esté dirigido por el Santo Espíritu
de Dios, es un esfuerzo en vano que no producirá ningún resultado para
bendición del cristiano.

El esfuerzo centrado en las posibilidades del hombre resultado no solo en


frustración, sino también en condenación ya que rechaza la única vía de
escape para matar el pecado que hay en él.

El cristiano, según la explicación de Santiago utiliza su lengua para 2 cosas


la primera es la que veremos a continuación: la utiliza para alabar a Dios.

Usamos nuestra lengua para alabar a o bendecir a Dios, a nuestro Padre, a


nuestro Salvador. En resumen general, este debe ser el fin último de cada
cristiano en su vida: bendecir ay alabar a Dios.

Sus esfuerzos deben estar dirigidos a reconocer la gloria de Dios en cada


área de su vida, y reconocer que solo por Su pura gracia podemos realizar
las cosas que hacemos.

La palabra “bendecir” literalmente quiere decir “hablar bien de” o


“expresarse bien de alguien”. La acción de bendecir a Dios quiere decir que
debemos hablar bien de Él. Pero este hablar bien no solo implica decir:
Dios es bueno; o Dios es grande. La bendición de Dios debe implicar toda
la naturaleza del hombre, entendiendo que debe poner al servicio de Dios
todo lo que él es, lo que posee y lo que hace.
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Los destinatarios de la carta eran judíos, quienes estaban acostumbrados a


hablar bendiciones a Dios. Ellos estaban acostumbrados a repetir la
llamada Semoné Esré, que eran un conjunto de dieciocho eulogias o
bendiciones a Dios. Cada vez que ellos mencionaban el nombre de Dios
siempre estaba acompañado de la expresión: ¡¡Bendito seas, oh Dios!!

Esta era la práctica cotidiana de los judíos, y es también lo que Dios espera
de todos Sus hijos: bendecir a Dios con sus voces, con sus palabras, con sus
mentes, con sus acciones, en general con sus corazones.

Hablar de comunicación no solo queda limitado a las palabras que


decirnos, sino también a las acciones que realizamos. Por lo tanto es
importante que entendamos bien lo que significa bendecir a Dios con las
palabras y acciones.

Hasta este punto, Santiago ha explicado una manifestación de la lengua


que no tiene problema con la “vida” espiritual de algunas personas. Se
espera que todo cristiano alabe y bendiga a Dios, peo veamos a
continuación la otra manifestación de la lengua que debe hacernos pensar
sobre la genuinidad de la vida espiritual en nosotros.

II. La Maldición de los hombres


El texto continúa diciendo: …y con ella maldecimos a los hombres, que
han sido hechos a la imagen de Dios.

¿Cuál es el problema con las manifestaciones de la lengua? Su


incoherencia. No hay una relación adecuado entre las palabras de
bendición que proclama o levanta hacia Dios, y las palabras de destrucción
que dispara contra los hombres.

Utilizamos el mismo instrumento para alabar y bendecir a Dios, y para


maldecir y difamar a los hombres.

En un sentido opuesto a bendecir, maldecir significa no solo hablar mal de


una persona, sino que implica el deseo intenso de que sea afectada de la
peor forma posible en cada área de su vida. Significa que si estuviera en
nuestras manos, nosotros mismos ejecutaríamos un juicio terrible sobre
esas personas, con la idea de que no volviera a levantarse.
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Esto es maldecir a las personas. Tener un deseo intenso en el corazón de


que se muera. Que el peor mal venga sobre él o ella.

Pero notemos además algo de suma importancia que dice Santiago. Los
hombres a los que maldecimos han sido creados a la misma imagen de
Dios. Esto obviamente nos remonta a Génesis 1:26 donde Moisés registra
lo que Dios dijo: Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar,
sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo
reptil que se arrastra sobre la tierra.

Todas las personas, sin importar si han sido regeneradas o no tienen la


imagen de Dios en ellos. La imagen de Dios en el hombre es indestructible,
no puede desaparecer de los hombres a pesar de su pecaminosidad.

Tener la imagen de Dios en ellos significa que el hombre se parece a Dios


en algunas áreas de su persona. Por ejemplo el hombre es inteligente, tiene
consciencia, razonamiento, naturaleza moral, emociones y voluntad. Esto
es un reflejo de la imagen de Dios en él.

Sin embargo, ¿Qué implicaciones tiene el hecho de que el hombre


mantenga la imagen de Dios en él? ¿Por qué es importante esto?

Es importante porque el hombre es el único ser creado que refleja o


encarna los atributos comunicables de Dios en toda la creación. Ningún
otro ser, ni animales, plantas u otra cosa creada refleja los atributos de
Dios. Pero además, la imagen de Dios en el hombre refleja y define la
relación estrecha y singular del hombre con Dios.

Esta es la importancia por la cuál el hombre no debería utilizar su boca


para maldecir a los hombres que tiene el reflejo de Dios en sus personas.
Sin importar si ese reflejo está torcido o depravado, nadie tiene la libertad
para ejecutar maldiciones sobre el ser con el cuál Dios tiene una relación
personal.

Esta es la razón tan importante por la que Santiago se levanta para hacer
esta advertencia. No es correcto, dice en el versículo 10: de la misma boca
proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
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En otras palabras, es tonto pensar de esta forma. No puede existir


compañerismo entre la bendición hacia Dios y la maldición a los hombres.

Observemos 2 ejemplos que da Santiago con relación a esta verdad. Los


versículos 11 y 12 nos ilustran la verdad que acabamos de estudiar.

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¿Acaso una fuente por la misma abertura echa agua dulce y amarga? 12
¿Acaso, hermanos míos, puede una higuera producir aceitunas, o una vid
higos? Tampoco la fuente de agua salada puede producir agua dulce.

Santiago hace 2 preguntas, que en realidad son la misma pero con


diferentes palabras. La forma misma en la que está planteada la pregunta,
nos indica que la única respuesta posible es un no. Este tipo de preguntas
se conoce como preguntas retóricas, que en sí mismas llevan la respuesta.

Observe la forma en que plante ambas preguntas: Acaso… ¿puede existir la


posibilidad de que sucedan estos acontecimientos? La respuesta es un claro
no.

¿En que momento la historia ha registrado que una fuente de agua o un


manantial, produzca al mismo tiempo agua dulce y agua amarga? Nunca, es
algo que no puede existir, son dos tipos de agua totalmente diferentes.

De la misma forma, ¿En que momento un árbol frutal (manzanas por


ejemplo), puede producir un fruto diferente a su naturaleza? Nunca. Lo
semejante engendra lo semejante.

Según la naturaleza que tenga el agua o el árbol, será el resultado que


podemos esperar. Si es una fuente de agua dulce, el agua que beberemos
será dulce; si tenemos un árbol de durazno, el fruto que podemos esperar
son duraznos.

¿Recuerda el texto de Lucas 16:13? Pregúntese a sí mismo: ¿Quién es tu Señor?,


¿Quién es tu amo?

Planteada de una forma diferente, ¿Cuál es la fuente de donde obtienes tus palabras?
Si tu amo es Dios, entonces únicamente debes hablar palabras de bendición. De
bendición a Dios y a los hombres, sin importar si no han sido regenerados.
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Pero, si tu amo no es Dios, entonces lo único que podrás esperar de tu boca son
palabras de maldición, palabras hirientes, palabras engañosas, palabras sutiles para
engañar a otros y apartarlos de Dios.

Este es el peligro de la lengua. Que la lengua engaña con el fin de apartar de Dios a
las personas y dirigirlas por otro camino. Si la lengua no es controlada por el poder
del Espíritu, entonces será un instrumento del infierno que engañará y destruirá
familias, iglesias, etc.

La lengua es un miembro mañoso, maquinador y sutíl. Es hipócrita, fraudulenta, y


anhela engañar a todo cuanto pueda para lograr un beneficio propio.

Si ya identificaste quien es tu Señor, entonces debes prestar atención a las palabras de


Cristo en Mateo 12:33-37.

Si tu Señor es Dios, tus frutos demostraras que Él es quien produce en tu corazón


palabras y pensamientos de bendición, pero si no lo es, entonces arrepiéntete y
humíllate a los pies de Cristo para el perón de tus pecados.

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