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Médica Periódica
Número 104 www.ampmd.com Enero 2010
ARTÍCULO DE REVISIÓN
Dr. Orlando Quesada Vargas, F.A.C.P.
Introducción
Dentro los aspectos más importantes de la valoración pre y perioperatoria están una
comunicación óptima entre los internistas (o médicos responsables de realizarla) con los
cirujanos y el anestesiólogo, para planificar los exámenes necesarios, la estrategia de manejo y
evaluar la reserva para prevenir y tratar las complicaciones postoperatorias. La valoración debe
restringirse a recomendaciones básicas sin perder un enfoque integral, ofreciendo indicaciones
específicas y precisas (dosis de los fármacos, frecuencia de su administración, etc.) (6).
Los pacientes sanos poseen reservas fisiológicas significativas y toleran sin problemas los
diferentes procedimientos quirúrgicos. El riesgo para presentar una complicación seria
relacionada con la cirugía es menor del 0.1%. Cuando se valora esta población en el
preoperatorio, los clínicos deben enfocar aspectos concisos de la historia y el examen físico
para predecir el riesgo de las complicaciones subsecuentes (7-9).
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Cuadro nº 1
Riesgo Perioperatorio
Clasificación por Procedimiento Quirúrgico
• Alto riesgo (> 5% de riesgo perioperatorio para infarto del miocardio o muerte)
– Cirugía aórtica
– Cirugía vascular (arterial)
– Cirugía de emergencia (procedimiento mayores)
– Procedimientos extensos con grandes pérdidas sanguíneas o cambios en la
volemia y el equilibrio electrolítico.
– Procedimientos endoscópicos
– Procedimientos quirúrgicos superficiales
– Cirugía de cataratas
– Cirugía de mama
– Procedimientos dentales
– Cirugía ambulatoria
– Cistoscopía, vasectomía
– Histerectomía adaptado (7,8,9)
Entre mayor sea el número y la severidad de las condiciones comórbidas, mayor el riesgo para
presentar complicaciones perioperatorias. Se asocian con un riesgo significativo las siguientes
entidades: cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca, enfermedad cerebrovascular, diabetes
mellitus e insuficiencia renal. Un nivel bajo de albúmina como medida del estatus nutricional, se
ha asociado con un incremento en la morbilidad perioperatoria. Un hipertiroidismo que ha
pasado desapercibido, puede progresar a una tormenta tiroidea en el postoperatorio. Las
condiciones que afectan la hemostasia, conducen a complicaciones hemorrágiparas y una
hepatitis aguda se asocia con una mortalidad que excede 10%, la cirrosis hepática se
acompaña de un pronóstico sombrío en pacientes sometidos a cirugía abdominal (7).
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Influencia de los estilos de vida sobre las complicaciones perioperatorias.
Los médicos deben de aconsejar la suspensión total del tabaquismo y considerar posponer la
cirugía electiva hasta 4 – 8 semanas posterior a la abstinencia del tabaco, particularmente si el
proceso quirúrgico involucra un alto riesgo para la aparición de problemas pulmonares.
El abuso del alcohol se asocia con un incremento en el riesgo perioperatorio. El mismo posee
efectos negativos sobre todos los sistemas y las manifestaciones de abstinencia pueden
aparecer en el periodo postoperatorio. Durante la evaluación, es preciso detallar la magnitud de
la ingesta etílica, su patrón y el momento en que el paciente estuvo tomando por última vez. De
la misma manera, el empleo de drogas ilícitas se asocia con complicaciones cardio –
pulmonares que pueden afectar el manejo perioperatorio y se debe interrogar de manera
específica, sobre el uso de cocaína, heroína y otros estimulantes (7,8).
Todos los pacientes programados para cirugía deben recibir una valoración preoperatoria. Para
aquellos en quienes se practicarán procedimientos de muy bajo riesgo, tales como extracciones
dentales o cirugía de cataratas, la evaluación consiste en la confirmación mediante la
anamnesis y el examen físico de la ausencia de factores de riesgo significativos. Para procesos
más complejos, es conveniente la valoración por médicos con experiencia en este campo
(12,13).
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¿Cuáles son los elementos esenciales de la historia y el examen físico durante la
evaluación preoperatoria?
Los médicos deben recoger en forma detallada los síntomas que sugieran angina de pecho, tos
inexplicada, edemas, síncope, palpitaciones o síntomas relacionados con el ejercicio,
incluyendo palpitaciones. El antecedente de procedimientos de revascularización coronaria, de
insuficiencia cardiaca, hipertensión arterial, valvulopatía o enfermedad pulmonar deben
anotarse con detalle.
Hemostasia
Cuadro nº 2
Valoración preoperatoria
Escrutinio para trastornos de la hemostasia
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Medicamentos previos
Es importante tener una lista detallada de los fármacos, productos naturales o “suplementos
nutricionales” que el paciente estaba recibiendo previo a su intervención quirúrgica.
La aspirina, por sí sola o combinada con tienopiridinas, pueden causar disfunción plaquetaria
irreversible y deben suspenderse siete días previo a la cirugía. El cilostazol y los inhibidores
COX – 1 producen una inhibición plaquetaria reversible, deben suspenderse uno a tres días
antes de la cirugía. Los inhibidores COX – 2 no afectan la función plaquetaria, pero todos los
AINES pueden afectar la función renal y deben suspenderse uno a tres días en el
preoperatorio. Los inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina pueden asociarse con
un incremento leve en el sangrado por depleción de las reservas de serotonina (8).
Los estrógenos y los modulantes selectivos de los receptores estrogénicos, tales como
tamoxifeno y raloxifeno, incrementan el riesgo de tromboembolismo y se deben descontinuar
previo a la cirugía. Los bifosfonatos, incrementan el riesgo de esofagitis y deben
descontinuarse en el preoperatorio y renovarse hasta que los pacientes estén ambulatorios y
hayan recuperado los patrones alimentarios normales.
Todo “suplemento nutricional” o tratamiento “natural” se debe suspender una semana antes de
la cirugía. Efectos metabólicos de diverso tipo han sido descritos con su empleo.
Examen Físico
Debe llevarse a cabo un examen físico meticuloso. Las variables más importantes se
consignan en el cuadro nº 3.
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Cuadro nº 3
Valoración preoperatoria
Examen físico – Hallazgos relevantes
Hallazgo Comentario
La historia clínica integral y el tipo de cirugía deben ser la guía, sobre el tipo de exámenes que
se deben solicitar. La frecuencia con que un examen anormal afecta el cuido postoperatorio es
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bajo y varía de 0 – 2.6%, de acuerdo con estudios observacionales cuando las pruebas fueron
ordenadas indiscriminadamente, sin considerar la historia y los hallazgos del examen físico.
Cuando estos últimos sirven como guía, la contribución de una prueba anormal se incrementó a
4 – 81% (7).
Valoración preoperatoria
Exámenes de laboratorio (cirugía electiva)
Prueba a solicitar Indicación
Síntomas de anemia; se anticipan pérdidas
– Hemoglobina, hematocrito significativas de sangre.
De base; ante cualquier proceso infeccioso,
– Leucograma mieloprolifeativo o empleo de medicación
mielotóxica.
Historia de diátesis hemorrágica, enfermedad
– Conteo plaquetas mieloprolilferativa, basal (si se va a emplear
heparina).
Historia de sangrados anormales,
– T. protrombina hepatopatía, uso reciente de antibióticos o
empleo de warfarina.
– TPT, Tiempo parcial de tromboplastina Historia de diátesis hemorrágica.
Historia de nefropatías, insuficiencia cardiaca,
– Electrolitos diarrea o empleo de fármacos capaces de
alterarlos.
Mayores de 50 años, HTA, cardiopatías,
– Función renal cirugía mayor, diabéticos.
– Glicemia Diabéticos, obesos y rutina (base).
Historia de hepatopatías, desnutrición,
– Pruebas de función hepática empleo de fármacos potencialmente
hepatotóxicos.
– Orina Base, nefrópatas, diabéticos, cardiópatas
Hombres mayores de 40 años, mujeres
– ECG mayores de 50 años, diabéticos,
coronariópatas o hipertensos.
Mayores de 50 años, cardiópatas,
– Placa tórax neumópatas o signos físicos anormales en el
examen físico. adaptado de (20)
Para pacientes mayores de 50 años y programados para cirugía mayor, los médicos deben
obtener una radiografía de tórax, aún en ausencia de enfermedad pulmonar previa. Lo anterior
es válido para solicitar un electrocardiograma en individuos asintomáticos, cuando se trate de
hombres mayores de 40 años, mujeres mayores de 50 años, previo a una cirugía mayor. Para
aquellos individuos que van a una cirugía de bajo riesgo y en quienes la historia y el examen
físico son normales, el electrocardiograma es improbable que aporte datos útiles en relación
con el pronóstico, o el manejo de estos pacientes. La tasa de infartos del miocardio que pasan
desapercibidos (presencia de ondas Q patológicas) es baja en sujetos menores de 45 años
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(0.65% en hombres y 0.26% las mujeres), pero se incrementa a 6% los hombres y 3.4% en las
mujeres en los grupos de 75 a 85 años.
Algunos hallazgos del electrocardiograma, incluyendo trastornos del segmento ST, la presencia
de hipertrofia ventricular izquierda, poseen un valor incierto de predicción para la aparición de
complicaciones cardiacas postoperatorias.
El uso indiscriminado de exámenes de laboratorio propicia conductas inconvenientes; el 30
60% de las pruebas anormales son ignoradas, y no contribuyen a mejorar el cuido ni la
prevención de las complicaciones (8,9,14).
En general, las indicaciones para solicitar pruebas cardiacas de reserva no invasivas son las
mismas para pacientes que van a cirugía como para aquellos en quienes no se contemple esta
posibilidad. Todos los pacientes sintomáticos, deben ser evaluados por isquemia miocárdica,
mediante las pruebas pertinentes, aunque los síntomas sean atípicos. Aquellos programados
para cirugía de riesgo bajo o intermedio o portadores de factores de riesgo clínico menores,
incluyendo edad avanzada, cambios inespecíficos en el electrocardiograma, trastornos del
ritmo no complejos, una baja capacidad funcional global, historia de hipertensión no controlada,
pueden proceder a cirugía sin necesidad de llevar a cabo valoraciones cardiovasculares
adicionales.
De igual manera, aquellos individuos portadores de factores de riesgo intermedios (angina leve,
diabetes mellitus, insuficiencia cardiaca compensada, historia de infarto de miocardio hace más
de 6 meses o presencia de insuficiencia renal), pero que mantienen una buena capacidad de
ejercicio, también no necesitan valoración adicional, si se contempla una cirugía de riesgo bajo
o intermedio (cuadro nº 1).
Sin embargo, en ausencia de datos provenientes de estudios aleatorizados, la mayoría de los
expertos recomiendan para aquellos con predictores de riesgo intermedio y que cursan con una
capacidad funcional limitada, o vayan a ser sometidos a procedimientos quirúrgicos de riesgo
intermedio, así como aquellos portadores de predictores de riesgo clínico intermedios y con una
buena capacidad funcional y que están programados para cirugía de alto riesgo, deben ser
sometidos a pruebas funcionales no invasivas para estratificar su riesgo antes de la cirugía. Los
pacientes de riesgo cardiaco muy elevado, incluyendo los síndromes coronarios agudos, la
insuficiencia cardiaca descompensada, arritmias complejas, valvulopatías severas o el
antecedente de una intervención coronaria percutánea reciente, deben recibir una evaluación
meticulosa previo a cualquier procedimiento quirúrgico; en ellos, se permite solo la cirugía de
emergencia (7,8,15).
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Cuadro nº 5
Riesgo
Mínimo Bajo (%) Moderado Alto Muy alto
< 1% (1-5%) 5 – 10% >10%
– Edad < 75 años – Edad > 75 años – Historia de ictus o – Coronariopatía, – SCA (síndromes
– ECG normal – ECG normal isquemia cerebral, historia de arritmias coronarios agudos)
– Ausencia de – Presencia de enfermedad arterial cardiacas serias, – Historia reciente de
factores de riesgo factores de periférica, diabetes o disfunción sistólica. infarto del
cardiovasculares riesgo si presenta un miocardio.
cardiovasculares estado funcional – Insuficiencia
deficiente. cardiaca presente.
– Estenosis aórtica
severa.
Cuadro nº 6
Valoración preoperatoria
Índice de riesgo cardiaco revisado (Lee et al)
(Complicaciones cardiacas en cirugía no cardiaca)
Número de variables presentes % Riesgo de presentar complicaciones
cardiacas postoperatorias importantes*
0 0.4
1 0.9
2 7
>3 11
Las variables a considerar son:
– Cirugía de alto riesgo (ver cuadro nº 1)
– Cardiopatía isquémica (historia de infarto del miocardio, prueba de esfuerzo positiva,
dolor torácico compatible con angina de pecho, uso de nitratos, ECG con ondas Q
patológicas).
– Insuficiencia cardiaca congestiva (descompensada)
– Historia de enfermedad cerebrovascular
– Terapia preoperatoria con insulina
– Creatinina sérica (preoperatoria) > 2mg/dL.
* Incluyen: infarto del miocardio, edema pulmonar, fibrilación ventricular, paro cardio –
respiratorio o bloqueo AV completo.
Adaptado de 16
Hasta hace pocos años no se contaba con evidencias proveniente de estudios controlados
aleatorizados para analizar el rol de la revascularización coronaria preoperatoria y su impacto
en la reducción del riesgo quirúrgico. Por lo tanto, la decisión era llevar a cabo este
procedimiento en aquellos individuos coronariópatas que se beneficiarían con el procedimiento;
los portadores de enfermedad de vasos múltiples o del tronco común, independiente de la
cirugía planeada. Sin embargo, un ensayo reciente cuestiona este enfoque. Después de excluir
los pacientes que tenían estenosis mayor de 50% del tronco común, una fracción de eyección
menor del 20%, aquellos con enfermedad coronaria previa, ausencia de la revascularización
previa o portadores de estenosis mayor de un 70% en un vaso mayor o programados para
cirugía electiva aórtica, fueron aleatorizados a cirugía directa o a revascularización coronaria
previa. El resultado del ensayo fue negativo, en el sentido de que no hubo diferencias en la
incidencia de infarto del miocardio o muerte cardiovascular en el período postoperatorio
inmediato y a un seguimiento promedio de 2.7 años (15).
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Cuadro nº 7
Hipertensión arterial.
La hipertensión arterial o aquella asociada con hipertrofia del ventrículo izquierdo o daño en
otros órgano blanco, representa un incremento en el riesgo perioperatorio, al aumentar las
complicaciones cardiovasculares. Sin embargo, en ausencia de otros factores de riesgo (o
daño severo en los órganos blanco), presiones arteriales menores de 160/100 mm de Hg son
bien toleradas en pacientes sometidos a cirugía no cardiaca.
Todos los hipertensos programados para cirugía ameritan un electrocardiograma, para
confirmar la presencia de hipertrofia de ventrículo izquierdo, trastornos del ritmo o de la
conducción aurículo – ventricular; es necesario llevar a cabo una valoración renal meticulosa y
del equilibrio hidroelectrolítico. La detección de hipertrofia ventricular izquierda o de isquemia
miocárdica, (infarto previo del miocardio), ameritan una investigación exhaustiva, con pruebas
de reserva cardiovascular y considerar posponer la cirugía. (21 – 22).
Coronariopatía
En relación con la terapia habitual, incluyendo las estatinas, éstas deben mantenerse hasta el
momento de la cirugía. Las mismas han probado reducir la incidencia de eventos
cardiovasculares perioperatorios (23). Las estatinas han mostrado efectos antiinflamatorios
estabilizantes de las placas de ateroma y reducen las complicaciones cardiacas operatorias
(24).
Es importante resaltar que aquellos pacientes a quienes se les haya colocado en un “stent”
coronario como parte de una revascularización percutánea, presentan un riesgo elevado de
trombosis cuando se exponen a cirugía no cardiovascular. Por esta razón, se prefieren los
“stents” de metal, cuyo riesgo tiende a desaparecer 4 – 6 semanas después de ser colocados,
a diferencia de aquellos cubiertos por fármacos, en quienes el riesgo de trombosis persiste por
12 meses posterior a su implante. En vista que estos pacientes requieren de manera continua
tratamiento antiplaquetario para mitigar el riesgo de trombosis, toda cirugía electiva debe
posponerse y para aquellos urgentes o impostergables, el periodo de suspensión se limitará al
menor número de días. Estos pacientes deben continuar tomando los nitratos hasta la mañana
la cirugía y reanudarlos cuando estén en capacidad de tolerar la vía oral. La suspensión
brusca, incrementa el riesgo cardiaco perioperatorio.
Insuficiencia cardiaca.
Los betabloqueadores deben mantenerse durante la cirugía, como se mencionó para los
hipertensos, es conveniente suspender transitoriamente los inhibidores de la enzima de
conversión de angiotensina I (IECAs) y los ARA – 2 (antagonistas del receptor de angiotensina
II).
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Trastornos del ritmo y o de la conducción aurículo – ventricular.
Los médicos deben evaluar los pacientes que van a cirugía, especialmente aquellos
cardiópatas conocidos mediante un ecocardiograma, para determinar entre otras el diámetro de
la aurícula izquierda y la función sistólica. Ordenar un estudio Holter preoperatorio con el único
propósito de predecir arritmias postoperatorias, no es útil. La corrección de los trastornos del
ritmo, depende de su repercusión hemodinámica y de su causa.
Valvulopatías.
Estas lesiones deben ser evaluadas preoperatoriamente por los medios clínicos habituales, un
ecocardiograma transtorácico y otras pruebas no invasivas para estimar su severidad. Aquellos
con insuficiencia mitral o aórtica crónicas, o estenosis mitral que cursen asintomáticos, toleran
bien la cirugía no cardiovascular, siempre y cuando se prevenga la taquicardia o la sobrecarga
de volumen. Los pacientes con hipertensión pulmonar severa o estenosis aórtica significativa,
están en riesgo de desarrollar complicaciones cardiacas muy graves. Un reemplazo valvular
debe considerarse en portadores de estenosis aórtica severa sintomática previo a
procedimientos quirúrgicos electivos (7,8).
Diabetes Mellitus.
En términos generales, aquellos que reciben una insulina prolongada (o basal tipo glargina), no
ameritan cambios en la dosis habitual, pero deben suspender todos los bolus de insulina
rápida. Los pacientes que son controlados con mezclas de insulina, por ejemplo 70/30, deben
recibir ¼ a la ½ de la mitad de la dosis habitual en la mañana de la cirugía. La noche previa y la
mañana de la cirugía, se deben monitorizar los niveles de glicemia, y contactar al médico
responsable si la lectura es inferior a 70 mg/dL.
Si los niveles de glicemia son muy elevados, arriba 220 mg/dL o los pacientes muestran signos
de deshidratación, se debe posponer la cirugía electiva. La hiperglicemia se controla
rápidamente y se procede con la cirugía, manteniendo un monitoreo estricto en el
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postoperatorio. Algunos estudios han mostrado que la anestesia epidural produce un menor
impacto sobre las hormonas glucoreguladoras, al compararla con la anestesia general (7).
Los pacientes con diabetes mellitus tipo 1, que van a ser sometidos a procedimientos menores,
de corta duración, deben recibir un tercio a la mitad de la dosis de insulina intermedia o
prolongada en la mañana del acto quirúrgico y un suplemento de insulina de acción rápida cada
cuatro a seis horas dependiendo del monitoreo cercano de la glicemia. Los líquidos
intravenosos de escogencia son soluciones de dextrosa al 5% con 0.45% de NaCl, agregando
potasio dependiendo del resultado y monitoreo de los electrolitos. Para procedimientos
mayores, prolongados o de emergencia, en diabéticos tipo 2 inestables, un manejo similar con
un monitoreo de la glicemia cada uno cada 1 – 2 horas es lo indicado. En ellos, la insulina
subcutánea se suspende y se les indica una infusión de insulina, que aporte una a tres
unidadespor hora, la cual se suministra en 250 ml de solución salina fisiológica.
El monitoreo de los electrolitos debe ser estricto, en ocasiones cada 2 horas y la infusión de
insulina se mantiene hasta que los pacientes reanuden la vía oral (24).
Con respecto a los pacientes diabéticos tipo 2 estables, se les prescribe el mismo tipo de
solución parenteral y la última dosis de insulina basal (glargina) debe reducirse a la mitad.
Aquellos tratados con insulina NPH no deben recibirla si la cirugía es en la mañana y la ½ de la
dosis si la cirugía es vespertina (más la solución parenteral de glucosa). Los pacientes que se
tratan con hipoglicemiantes orales, deben abstenerse de recibir los de vida media corta, hasta
que estén en capacidad de tolerar la vía oral. La metformina debe descontinuarse 48 horas
antes de la cirugía y reanudarse después del acto quirúrgico siempre y cuando el paciente se
encuentre hemodinámicamente estable. Los agentes de vida media prolongada deben
descontinuarse 48 a 72 horas antes de la cirugía. Las tiazolidinedionas no deben administrarse
hasta que los pacientes reanuden la vía oral.
En general los diabéticos representan un alto riesgo para desarrollar complicaciones cardiacas
y renales postoperatorias. En ellos se debe efectuar una evaluación cardiaca meticulosa,
especialmente cuando se planean procedimientos quirúrgicos de alto riesgo y se debe
considerar el inicio de betabloqueadores si no existe contraindicación, a su vez, es preciso
evaluar en detalle la función renal, incluyendo una estimación de la filtración glomerular (25).
Hipotiroidismo.
Los pacientes que cursen con hipofunción tiroidea leve a moderada, pueden ser programados
para cirugía, aunque conllevan un riesgo mayor para presentar complicaciones tales como
hipotensión arterial, delirio o infecciones que cursan sin respuesta febril. El reemplazo tiroideo
puede suspenderse por unos pocos días, ya que la vida media de la L – tiroxina es de 5 – 9
días. Aquellos con hipofunción severa que ameriten cirugía de emergencia, deben recibir una
consulta especializada y la administración parenteral de T3 y T4, así como el suministro de
glucocorticoides, por la posibilidad de insuficiencia suprarrenal co – existente (25).
Hipertiroidismo.
En pacientes que van a ser sometidos a cirugía mayor no cardiaca, la insuficiencia renal
representa un factor de riesgo independiente para la aparición de complicaciones
postoperatorias cardiovasculares y respiratorias (creatinina mayor de 2 mgs/dL). La disfunción
renal previa se expone a un deterioro de su reserva y la insuficiencia renal aguda
postoperatoria es un predictor independiente de mortalidad en pacientes que van a cirugía
general de riesgo intermedio – alto.
Ésta es evaluada de la misma manera que la que ocurre en otros escenarios, prestando
especial atención a la volemia del espacio intravascular, la corrección oportuna de la
hipotensión perioperatoria, la identificación temprana de la sepsis y los abscesos intra –
abdominales, la presencia terceros interespacios así como la aparición del glomerulonefritis
mediada por complejos inmunes; debe descartarse insuficiencia cardiaca o la exposición a
drogas o agentes nefrotóxicos. En pacientes con nefropatías avanzadas, la función renal se
compromete fácilmente y la morbimortalidad se incrementa de manera significativa aún con
procedimientos menores.
Los clínicos deben revisar con detalle, los medicamentos potenciales para ser empleados y
asegurarse de no inducir nefrotoxicidad. Lo anterior incluye el uso de anti – inflamatorios no
esteroideos y de algunos antibióticos (26).
Hepatopatías
Los pacientes que sufren hepatitis aguda o cirrosis hepática, presentan un riesgo significativo
con la anestesia y los procedimientos quirúrgicos al comprometerse el flujo arterial hepático,
aumentar la hipertensión portal y alterarse el metabolismo de los fármacos empleados en este
escenario. Lo anterior se agrava con factores que acompañan estas entidades como
desnutrición, hipoalbuminemia, coagulopatías, trombocitopenia y riesgo para desarrollar
encefalopatía hepática.
La cirugía electiva en pacientes con hepatitis aguda debe posponerse, hasta que se haya
recuperado la función hepática. La escala de Child – Pugh predice el riesgo en pacientes con
cirrosis; las tasas de mortalidad son de 10%, 20% y 80% para clases A, B y C respectivamente.
El tratamiento preoperatorio para mejorar la encefalopatía hepática, la magnitud de la ascitis y
los trastornos de coagulación reducen el riesgo en estos pacientes (27).
Los pacientes con artritis reumatoide suelen presentar cervicopatía con el riesgo de
complicarse neurológicamente a consecuencia de la tracción cervical durante la intubación. Es
conveniente evaluar la estabilidad de la porción superior (CI – 2) de la columna cervical en el
preoperatorio, mediante estudios radiológicos dinámicos, especialmente en aquellos con
artropatía severa o uso crónico de esteroides.
Cuadro nº 8
Trastornos hematológicos.
Dentro de las causas más frecuentes responsables de este problema están las hepatopatías
crónicas, el síndrome de malabsorción y el uso de antibióticos o de antiplaquetarios. La
disfunción plaquetaria puede ser cuantitativa, por producción inapropiada, consumo excesivo o
hiperesplenismo o cualitativas secundarios al uso de agentes que irreversiblemente trastornan
su función (aspirina y tienopiridinas) las cuales deben suspenderse siete días antes de la
operación; tres días son suficientes para los anti – inflamatorios esteroideos. La cirugía general
puede llevarse a cabo en individuos con conteo de plaquetario superior a 100,000 por milímetro
cúbico. Decisiones individualizadas, dependiendo del tipo de cirugía, deben de llevarse a cabo
en aquellos conteos entre 50,000 a 100,000/mm3; transfusión o posponer la cirugía son
recomendable ante conteos menores.
En pacientes con anemia preoperatoria, la causa debe determinarse. Se debe recurrir a las
transfusiones sanguíneas únicamente en condiciones absolutamente necesarias. La morbi-
mortalidad se incrementa conforme la cifra de hemoglobina desciende por debajo de 10 g/dL,
especialmente en cardiópatas con cifras menores de 8 g/dL. Sin embargo, los ensayos
disponibles para evaluar la terapia transfusional no terminan por aclarar cuál es el umbral para
indicar una transfusión sanguínea. Mucho depende de la reserva cardiovascular, los síntomas
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que el paciente presente, así como la presencia o no de sangrado activo. En aquellos estables,
una cifra menor de 7g/dL de hemoglobina en el postoperatorio, justifica la transfusión de
glóbulos rojos empacados. El significado del hematocrito preoperatorio en pacientes mayores
de 65 años, fue discutido en el artículo de revisión nº 92 (enero 2009) en este sitio, inciso nº 4.
La mortalidad se incrementó en 1.6% a los 30 días posterior a cirugía no cardiaca, por cada
punto porcentual de desviación del hematocrito de una cifra normal. El artículo no estaba
diseñado para afirmar si la normalización de este parámetro preoperatorio se asocia con una
disminución de la mortalidad temprana.
Embarazo
Toda mujer en edad reproductiva que vaya a ser sometida a cirugía, amerita una prueba de
embarazo. Se debe posponer todo tipo de intervención electiva en las embarazadas,
especialmente en el primer trimestre. El riesgo perioperatorio incrementa, especialmente en
ese periodo y se traduce por un aumento en la tasa de abortos, la restricción del crecimiento
intrauterino, así como en los riesgos anestésicos para la madre y el producto.
El manejo del paciente anticoagulado recibiendo heparina o warfarina, que amerita cirugía se
discutió en este sitio en el caso clínico nº 76 de septiembre del 2007, accesible en ediciones
anteriores.
Hospitalización previa.
Cuadro nº 9
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La cirugía se asocia con un incremento en el riesgo para desarrollar una trombosis venosa
profunda (TVP). Sin profilaxis, la incidencia de esta complicación es de 0.4% (0.2% para
embolismo pulmonar) para procedimientos quirúrgicos de bajo riesgo y las cifras se elevan a 20
– 30% (4 – 10%), respectivamente con cirugía de alto riesgo ( cuadro nº 1)
Cuadro nº 10
– La edad
– Obesidad
– Disminución de la capacidad funcional integral
– Estasis venosa crónica
– Embarazo
– Estrogenoterapia
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el tipo de cirugía, el riesgo de sangrado, peso del paciente y oscila entre 60 – 80 mgs de
enoxaparina.
Los pacientes que reciben warfarina por otros motivos pueden mantenerla para profilaxis en
cirugía, espcialmente ortopédica, ajustando el INR a 1.5.
Varios productos han sido introducidos al arsenal terapéutico para la profilaxis de la TVP en el
perioperatorio, con énfasis en los pacientes programados a cirugía ortopédica de alto riesgo.
Algunos han superado a la enoxaparina (ver comentario editorial nº 103 en este sitio), actúan
de una manera más específica, pero su costo es mayor. Fondaparinux es un inhibidor indirecto
de trombina; ximelagatran, desirudina y lepirudina son inhibidores directos de la trombina (útiles
en casos de trombocitopenia inducida por heparina). rivaroxaban es un novedoso agente oral,
específico anti – factor Xa.
Para la mayoría de los procedimientos quirúrgicos con alto riesgo de TVP, los cirujanos
prefieren el inicio de la profilaxis 6 – 8 horas después de finalizada la operación. Una excepción
es la artroplastía electiva de cadera, donde se prefiere el inicio 12 horas antes (la noche
anterior). Los neurocirujanos por regla, no aceptan profilaxis farmacológica de TVP para sus
pacientes, por el riesgo de sangrados intracerebrales.
Complicaciones respiratorias.
Es dos revisiones en este sitio, se presentaron resúmenes, sobre este importante tema (2,4).
En esta sección, resumiré los aspectos más relevantes y se actualizará con información de
publicaciones recientes (29 – 33).
Si revisamos la clasificación de la ASA (Asociación Norteamericana de Anestesiología)
notamos que la mortalidad temprana en el postoperatorio, guarda una relación directa y
proporcional con la tasa de complicaciones respiratorias. Éstas, son responsables de un 50 –
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60% de la morbimortalidad en el periodo peri y postoperatorio. A pesar del impacto de la
misma, ha sido tradicional prestarle una mayor atención a la evaluación cardiovascular.
Cuadro nº 11
ASA – Clasificación
10% x inducción
Muertes durante cirugía 35% x transoperatorio
55% x postop. 48 hrs.
10-15% población
33% operaciones
Población > 65 años 50% cx. Emergencia
adaptada de 1
Cuadro nº 12
Preoperatorio
– Suspender el consumo de cigarrillos por un mínimo de 8 semanas
– Aliviar la obstrucción en pacientes con asma o EPOC
– Administrar antibióticos y posponer la cirugía si existe una infección respiratoria
– Iniciar educación para medidas de expansión de volúmenes pulmonares
(espirometría incentiva, etc.)
Intraoperatorio
– Limitar la duración de la cirugía a menos de 3 hrs
– Preferir anestesia espinal o epidural
– Evitar el uso de pancuronium (relajantes de vida media prolongada)
– Preferir procedimientos laparoscópicos
– Simplificar en lo posible la cirugía intratorácica o abdominal superior
Posoperatorio
– Espirometría incentiva
– Usar CPAP, PRN (presión positiva continua); vigilar por apnea obstructiva
– Analgesia epidural
– Bloqueos nerviosos regionales
La neumonía es una de las complicaciones postoperatorias más temidas. Ocupa el tercer lugar
entre las infecciones en ese periodo, superada únicamente por las infecciones urinarias y las
locales en las incisiones quirúrgicas. Se reporta una incidencia de 9 – 30% después de cirugía
mayor de alto riesgo y la mortalidad alcanza un 30 – 40%, superior a la de muchos eventos
cardiovasculares. La definición en este periodo ha sido controversial; el CDC (Centro de
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Control de Enfermedades en Atlanta, EEUU) propone la que se presenta en el cuadro nº 13, la
cual probablemente subestimada su incidencia (32).
Cuadro nº 13
Definición de neumonía
Postoperatoria
Es fácil deducir la importancia de poder contar con un índice de predicción para la aparición de
la misma.
En los cuadros nº 14 y 15 se ilustra uno desarrollado en los hospitales de veteranos en los
EEUU y representa la evidencia más sólida para alcanzar ese propósito.
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Cuadro nº 14
Tipo de cirugía
– Reparación de aneurisma abdominal aórtico 15
– Torácica 14
– Abdominal alta 10
– Cuello 8
– Neurocirugía 8
– Vascular 3
Edad
– > 80 años 17
– 70 – 79 13
– 60 – 69 9
– 50 – 59 4
Status funcional
– Totalmente dependiente 10
– Parcialmente dependiente 6
Historia de EPOC 5
Cirugía de emergencia 3
Fumador 3
* Adaptada de 2
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Cuadro nº 15
Neumonía postoperatoria
Riesgo por porcentajes de clases
I II III IV V
Variable 0-15 16-25 26-40 41-55 > 55
Puntos Puntos Puntos Puntos Puntos
Predicción de neumonía
aplicando el índice % 0.24 1.20 4 9.4 15.3
Bibliografía complementaria
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Palabras claves
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Autoevaluación
a) Cirugía de emergencia
b) Cirugía vascular aórtica
c) Cirugía oncológica extensa con grandes pérdidas sanguíneas
d) Cirugía prostática
e) Cirugía mayor prolongada con alteraciones electrolíticas
2. Todos los siguientes hallazgos de examen físico sugieren hipertensión arterial pulmonar
y aumentan el riesgo de presentar complicaciones postoperatorias; señale el enunciado
falso:
a) Insuficiencia tricuspídea
b) Acentuación del componente pulmonar del segundo ruido
c) Cuarto ruido derecho
d) Soplo sistólico de eyección pulmonar
e) Primer ruido disminuido de intensidad
4. De acuerdo con el índice de riesgo cardiaco revisado de Lee un paciente con más de 3
variables (pregunta anterior) tiene un 11% de riesgo de presentar complicaciones
cardiacas postoperatorias incluyendo; señale el enunciado falso:
a) Historia de EPOC
b) Cirugía de alto riesgo (cercana al diafragma)
c) La edad mayor de 80 años
d) Grado de discapacidad funcional global
e) Hipoalbuminemia.
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Respuestas correctas
1. d
2. e
3. a
4. b
5. c
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