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TDVORO
PRESENTACIÓN
Cuando Martín Heidegger publica, en 1962, “El Fin de la Filosofía y la Tarea de Pensar”, postulando
Es en esas circunstancias, como un apéndice ubicuo de la Filosofía, que la creación artística pierde
piso y se descubre vacía de su razón de ser sustentada en las corrientes mnemotécnicas de sus
orígenes, al verse desfasada por las tecnologías de reproducción visual nacidas de su propia
entraña y obligada a abandonar su estado de auto-complacencia. Lo cual da lugar a una búsqueda
individualizada, que no resuelven los agrupamientos bajo pretendidos consensos sociales, si no
una propuesta que la redima conceptualmente en el terreno eriazo en el que yacen ahora las mas
conspicuas maneras expresivas, después de “la muerte del Arte”, tal como lo acotan muchos
críticos en la actualidad.
Aún así, insistiendo en indagar en su circunstancia, podemos preguntarnos: ¿En qué momento
abortan sus funciones narrativas y miméticas, sacralizadas históricamente sobre basamentos
artesanales sustituidos actualmente por los nuevos medios? Y responder: Quizás, en la ausencia
de factores visuales significantes, conducentes al esclarecimiento de los resortes fisiológicos e
intelectuales que alimentan y dan lugar al placer estético.
En esta búsqueda, las más disímiles perspectivas se ven privadas de un fácil asidero si orientan sus
investigaciones exclusivamente a una exploración de los restos museográficos y la historia del
Arte; aunque, inevitablemente, en este ejercicio crítico y autocrítico jueguen un rol tanto su
concepción por los medios tradicionales como los medios tecnológicos recientes. Si no que
resultan indispensables las ciencias en general. Sobre todo, las consideraciones psicológicas y
sociales.
En tanto que, paralelamente, en una realidad que abusa exageradamente de los sentidos visuales,
como auditivos y táctiles, la gran ausente es la inclinación natural a la contemplación. Sin ella, es
inútil toda manifestación que se apoye, primordialmente, en el silencio y en la reflexión. Y aún
considerando una supuesta temporalidad de las sociedades de consumo, en el proceso peregrino
del artista creador ha de ser muy penosa la búsqueda y conquista de una utopía, en medio de tanto
despropósito. Resultando pasto de la crítica, en una suplantación más que evidente.