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Revolución marcista

La Revolución marcista, también conocida por varios autores como la Revolución de


Marzo o la Revolución de 1845, se desarrolló entre el 6 de marzo y 17 de junio de 1845
y fue un movimiento armado revolucionario en Ecuador que enfrentó a las fuerzas en
apoyo al presidente Juan José Flores y a las facciones rebeldes opositoras marcistas.
Esta revolución es el primer movimiento armado que se dio en el país desde su
creación en 1830. Se inició en la ciudad de Guayaquil y finalizó en la hacienda La
Virginia en los alrededores de Babahoyo.

La revolución se inició el 6 de marzo en Guayaquil debido a la mala administración


del general Juan José Flores en calidad de presidente de la nación. Los personajes
principales dentro de la organización del movimiento fueron Vicente Ramón Roca,
Diego Noboa y José Joaquín de Olmedo. También se encuentra la figura de Vicente
Rocafuerte, aunque varias veces hubo diálogos entre él y Flores y cual en repetidas
ocasiones hubo alianzas entre ellos, fue uno de los pilares principales para el
derrocamiento de Flores. El movimiento armado estuvo liderado por el general
Antonio Elizalde, sin embargo luego a nivel nacional tomaría gran importancia las
acciones de José María Urbina y Viteri.

Después de la derrota que sufrieron las fuerzas floreanas bajo el mando de Carlos
Wright en la hacienda La Elvira, Flores tuvo que rendirse tras la creación de un
gobierno provisional en todo el país que desconocía su autoridad por medio del golpe
de estado. Finalmente el 17 de junio se firma un tratado por lo cual quedó
oficialmente asentada la capitulación de Flores, y marcaría el inicio de una nueva
forma de gobierno en el país de carácter civilista-militar conocida como período
marcista.

Antecedentes

Tras la creación de la República del Ecuador, después que los territorios que
conformarían dicho estado pertenecieran a la Gran Colombia, se convocó a una
asamblea constituyente para el 10 de agosto de 1830, con el fin de redactar una
constitución para el nuevo país. Debido a una mala organización, la asamblea se
reunió en Riobamba el 14 de agosto con 20 diputados y redactó la primera
constitución política del Ecuador.[Nota 1] Entre las resoluciones que se tomaron en
aquella Convención Nacional se encuentra la decisión de designar al general Juan
José Flores como Presidente de la Nación.[Nota 2]

El gobierno de Juan José Flores tuvo falencias en el aspecto económico, debido a las
asignaciones de pagos de sueldos a funcionarios públicos, favoreciéndose con ello la
cúpula de gobierno y perjudicando a los funcionarios de bajo nivel. También no
tenían pagos las tropas del ejército, por lo cual varios batallones se sublevaron. El
producto de la mala administración económica se vio reflejado en la falta de obras
públicas y en las deudas internacionales contraídas. Su poder estaba apoyado por la
poderosa aristocracia de los terratenientes de la serranía (especialmente en Quito).
El período de gobierno de Flores terminó en 1834, dando con ello paso a la
administración del guayaquileño Vicente Rocafuerte de pensamiento liberal y
apoyado por la creciente fuerza de los comerciantes y banqueros del litoral. Las
políticas aplicadas por Rocafuerte se basaban en la defensa de la libre empresa, la
expansión del comercio, y en ciertos casos el anticlericalismo. Ciertamente estas
acciones favorecían a las ideas progresistas de Guayaquil, mientras entraban en
conflicto con la élite serrana. Rocafuerte decidió convocar un congreso constituyente y
con ello se redactó la II Constitución.

Luego del mandato de Rocafuerte, el general Juan José Flores volvió a ocupar la
presidencia de la república, este período comenzó en 1839 y se estimaba su
culminación para 1845.[Nota 3]

Constitución de 1843
Artículo principal: Constitución de Ecuador de 1843

Art. 35   Los Senadores durarán en sus funciones


doce años, renovables por partes en cada cuatro
años... Los Representantes serán nombrados para
ocho años, debiendo renovarse por mitad cada
cuatro años...

Art. 57   El Presidente y Vicepresidente de la


República, durarán en sus funciones ocho años...

Art. 60   Son atribuciones del Poder Ejecutivo:

16.- Expedir, a nombre de la República, los


títulos y nombramientos, a los Magistrados
de la Corte Suprema, y tribunales de Justicia,
y demás empleados.

El general Flores tuvo que gobernar con la Constitución de 1835 durante los primeros
años de su segundo período de gobierno, lo cual no le daba las facilidades para
instaurar su modelo de gobierno conservador nuevamente. Debido a esto, el
presidente ordenó la creación de una nueva Convención Nacional con el objetivo de
redactar una nueva constitución en bases a sus criterios de gobernabilidad.[Nota 4]

La Convención Nacional se reunió en Quito, tal como ordenó el presidente Flores, y


empezó a redactar la Constitución de 1843. La convención estuvo integrada por 34
diputados en representación de cada uno de los distritos del país, y fue presidida por
Francisco Marcos. El proyecto de constitución fue expedida por la Convención el 31
de marzo y entregada al presidente en el Palacio de Gobierno, al día siguiente, el 1 de
abril de aquel año. Su promulgación fue inmediata.[Nota 5]
Entre los principales aspectos que caracterizaban a esa constitución estaban: el
incremento al período de gobierno por parte del ejecutivo, el cual retenía en su poder
por ocho años. Algo similar ocurrió en el poder legislativo, donde los Representantes
duraban ocho años, y los Senadores retenían su poder por doce años. Además, la
Convención expidió una ley por la cual todo hombre, desde la edad de 23 años hasta
los 55, debería pagar todos los años tres pesos con cuatro reales al fisco; el pueblo
llamó a este impuesto como "Tributo".

Otros inconveniente fueron los requisitos para ser ciudadano, ya que para serlo se
debía poseer una propiedad de 3000 pesos o una renta de 300 pesos. La libertad de
imprenta también fue fuertemente restringida que se estipulaba castigos hasta para
los vendedores de diarios impresos en el exterior. Por último, el presidente se dio
amplias facultades como elegir a los jueces, autoridades eclesiásticas y militares, entre
otros.

[editar] Ambiente político

La Constitución de 1843 fue rechazada totalmente por la ciudadanía, la cual veía en la


carta magna un argumento para que Juan José Flores se perpetúe en el poder. A la
constitución se le denominó "Carta de la Esclavitud" y pronto empezaron a darse
varios movimientos y enfrentamientos menores en contra de las decisiones del
gobierno. La represión del gobierno ya había cobrado victimas mortales para tratar
de sostener la estabilidad.

Vicente Rocafuerte había desempeñado el cargo de Gobernador de Guayaquil, sin


embargo, al promulgarse la constitución de Flores, decidió dimitir y autoexiliarse a
Lima, Perú. Desde territorio peruano comenzó a escribir varios ensayos en contra del
gobierno de Flores, lo cual contribuyó notablemente al levantamiento en contra del
gobierno.

Apareció nuevamente la imagen del prócer de la independencia de Guayaquil, el


doctor José Joaquín de Olmedo, quien había cuestionado la gestión de Flores desde
sus inicios.[Nota 6] También se le sumaban los guayaquileños Vicente Ramón Roca y
Diego Noboa, con el apoyo de los comerciantes costeños. El pueblo ecuatoriano vivió
dos años con la Constitución de 1843, hasta comienzos de 1845 cuando en la ciudad de
Guayaquil se empezó a generar ciertos movimientos de la cual surgió el cambio
político de la nación.

Revolución

Inicio de la revolución

Los promotores del movimiento eran José Joaquín de Olmedo, Vicente Ramón Roca,
y Diego Noboa. También desde el Perú, el ex presidente Vicente Rocafuerte arremetía
en sus escritos en contra de Flores, lo cual generó conciencia en el pueblo. La parte
armada del movimiento estuvo a cargo del general Antonio Elizalde. Y también se
recibía ayuda económica por parte de la cúpula de comerciantes y banqueros
guayaquileños.

La revolución estalló finalmente en Guayaquil el 6 de marzo de 1845. Para el


amanecer de aquel día, el teniente coronel Fernando Ayarza y el general Antonio
Elizalde se dirigieron al cuartel de artillería de la ciudad con la intención de tomarlo,
y estaban acompañados por otros militares con los mismos ideales y varios civiles
partidarios del derrocamiento del floreanismo.

El oficial de guardia del cuartel ya se había comprometido anticipadamente con los


revolucionarios, por lo cual dicho cuartel fue tomado fácilmente en manos de los
marcistas, aunque se mostró cierta resistencia y represión por los pocos soldados
floreanistas. La bulla de la rebelión atrajo a muchos jóvenes notables y la gente del
pueblo, quienes, conociendo de lo que se trataba, fueron a pedir las armas para unirse
a la causa. En breve el fuego revolucionario tomó proporciones considerables, y se
trabó, por lo tanto, una lucha encarnizada entre los marcistas y los partidarios del
gobierno, lucha que duró cerca de una hora y que concluyó con la más completa
victoria de los insurrectos marcistas.

Consumada la revolución, se firmó un acta por medio de la cual se declaraba, entre


otras cosas, que se desconocía la autoridad del presidente Juan José Flores y se
consideraban como de ningún valor todos los actos, leyes y decretos del Gobierno de
Quito (el de Flores), posteriores al día en que debió cesar su mando, por haber
concluido su segundo período presidencial. El Gobernador de Guayaquil renunció
ante la junta y al mismo tiempo se formó un gobierno provisional dirigidos por
Vicente Ramón Roca, que representaba a Guayaquil; José Joaquín de Olmedo, que
representaba a Quito; y Diego Noboa, que representaba al Azuay.[Nota 7]

Capitulación de Flores
Bandera nacional de Ecuador adoptada tras la Revolución marcista en 1845. Esta
bandera sustituyó al tricolor colombiano que se había adoptado en 1830.[Nota 8]

Tras la victoria de los revolucionarios en Guayaquil, se iniciaron las represiones del


gobierno con lo cual hubieron varios enfrentamientos en todo el país. El más notable
de todos los movimientos en contra de Flores fue uno iniciado en la actual provincia
de Manabí por José María Urbina. Los marcistas seguían militarmente liderados por
Elizalde.

El presidente Juan José Flores se atrincheró en su hacienda "La Elvira", a las afueras
de Babahoyo, mientras que sus tropas estaban encabezadas por Carlos Wright. Dicha
hacienda se convirtió el fortín para los combates contra los revolucionarios dirigidos
por Elizalde, quienes en los dos primeros enfrentamientos soportaron derrotas, sin
embargo, finalmente vencieron a las fuerzas gobiernistas con el apoyo de Urbina.

Juan José Flores fue obligado a capitular el 17 de junio en la hacienda "La Virginia",
de propiedad de José Joaquín de Olmedo, con lo cual entregaría el poder al gobierno
provisorio marcista. Sin embargo, en los términos de la rendición se pactó la firma de
un convenio, con el se le daría varios beneficios al general Flores.

Los "Tratados de la Virginia" se firmaron el 17 y el 18 de junio. El primer convenio


manifestaba que ninguna persona podía ser molestada por sus opiniones pasadas, ni
por los servicios que hubieran prestado a los beligerantes; y además se le
indemnizaría a particulares las exacciones hechas por los beligerantes. El segundo
convenio expresaba que se le seguiría conservando el grado de "General en Jefe" a
Flores, además de sus honores y rentas; y se le otorgaría la cantidad de 20.000 pesos
para que pueda subsistir en Europa en un período de dos años. La firma de estos
convenios marcó el fin de la revolución, del floreanismo, y el comienzo de una nueva
etapa política para el Ecuador.

Consecuencias
El derrocamiento del general venezolano Juan José Flores significó el comienzo de
una nueva etapa en la política ecuatoriana, denominada "período marcista". Tras los
Convenios de la Virginia, se instauró oficialmente el gobierno provisorio que se había
levantado en Guayaquil con anterioridad. El triunvirato de José Joaquín de Olmedo,
Vicente Ramón Roca y Diego Noboa gobernó desde el 18 de junio de 1845 hasta el 8 de
diciembre de ese mismo año.

Durante el triunvirato se convocó a una Convención Nacional (asamblea


constituyente) en la ciudad de Cuenca. La Convención Nacional estuvo presidida por
Pablo Merino y redactó la cuarta constitución de Ecuador, reemplazando a la "Carta
de la Esclavitud". Finalmente el 29 de octubre se dictó la nueva carta magna y se
anularon los Tratados de la Virginia con el general Flores. La bandera nacional sufrió
cambios menores en aquel año.

La decisión de anular los tratados causó que el general Flores tratase de invadir al
Ecuador con ayuda de España, lo cual no prosperó al no conseguir el apoyo
requerido. El triunvirato se disolvió el 8 de diciembre cuando se eligió para la
presidencia a Vicente Ramón Roca, al haber sido electo por la asamblea con 27 votos
a favor, contra los 13 restantes que fueron otorgados a José Joaquín de Olmedo.

El gobierno de Roca inició la etapa civilista del período del marcismo la cual duró solo
5 años hasta la llegada del general José María Urbina al poder, con lo cual se
reinstauró el militarismo (aunque nacional, a diferencia del extranjero del
floreanismo) tras un golpe de estado a Diego Noboa en 1851. Sin embargo el período
marcista duraría hasta 1861, tras la llegada a la presidencia de Gabriel García
Moreno, con lo cual se instauró un nuevo modelo de gobierno de carácter
conservador.

Día Internacional de los Trabajadores


Día Internacional de los Trabajadores o Primero de Mayo, es la fiesta por
antonomasia del movimiento obrero mundial.

Desde su establecimiento en la mayoría de países (aunque la consideración de día


festivo fue en muchos casos tardía) por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la
Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, es una jornada de lucha
reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago. Estos sindicalistas anarquistas
fueron ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por
la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la
huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de
mayo, en la Revuelta de Haymarket. En la actualidad es una fiesta reivindicativa de
los derechos de los trabajadores en sentido general, se celebra en muchos de los países.

Llamativamente, en los Estados Unidos no se celebra esta conmemoración. En su


lugar se celebra el Labor Day el primer lunes de septiembre desde 1882 en un desfile
realizado en Nueva York y organizado por la Noble Orden de los Caballeros del
Trabajo (Knights of Labor, en inglés). El presidente Grover Cleveland, auspició la
celebración en septiembre por temor a que la fecha de mayo reforzase el movimiento
socialista en los Estados Unidos.

La historia
Artículo principal: Revuelta de Haymarket

Los hechos que dieron lugar a esta celebración están contextualizados en los albores
de la revolución industrial en los Estados Unidos. A fines del siglo XIX Chicago era la
segunda ciudad en número de habitantes de EE.UU. Del oeste y del sudeste llegaban
cada año por ferrocarril miles de ganaderos desocupados, creando las primeras villas
humildes que albergarían a cientos de miles de trabajadores. Además, estos centros
urbanos acogieron a emigrantes venidos de todo el mundo a lo largo del siglo XIX.

[editar] La reivindicación de la jornada laboral de 8 horas de trabajo duro

Una de las reivindicaciones básicas de los trabajadores era la jornada de 8 horas. El


hacer valer la máxima: «ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho
horas para la casa». En este contexto se produjeron varios movimientos, en 1829 se
formó un movimiento para solicitar a la legislatura de Nueva York la jornada de ocho
horas. Anteriormente existía una ley que prohibía trabajar más de 18 horas, salvo
caso de necesidad. Si no había tal necesidad, cualquier funcionario de una compañía
de ferrocarril que hubiese obligado a un maquinista o fogonero a trabajar jornadas de
18 horas diarias debía pagar una multa de 25 dólares.

La mayoría de los obreros estaban afiliados a la Noble Orden de los Caballeros del
Trabajo, pero tenía más preponderancia la American Federation of Labor (Federación
Estadounidense del Trabajo), inicialmente socialista (algunas fuentes señalan el origen
anarquista). En su cuarto congreso, realizado el 17 de octubre de 1884, ésta había
resuelto que desde el 1 de mayo de 1886 la duración legal de la jornada de trabajo
debería ser de ocho horas, yéndose a la huelga si no se obtenía esta reivindicación y
recomendándose a todas las uniones sindicales que tratasen de hacer promulgar leyes
en ese sentido en sus jurisdicciones. Esta resolución despertó el interés de las
organizaciones, que veían la posibilidad de obtener mayor cantidad de puestos de
trabajo con la jornada de ocho horas, reduciendo el paro.

En 1886, el presidente Andrew Johnson promulgó la llamada Ley Ingersoll,


estableciendo la jornada de ocho horas. Al poco tiempo, diecinueve estados
sancionaron leyes con jornadas máximas de ocho y diez horas (aunque siempre con
cláusulas que permitían aumentarlas a entre 14 y 18 horas). Aun así, debido a la falta
de cumplimiento de la Ley Ingersoll, las organizaciones laborales y sindicales de
EE.UU. se movilizaron. La prensa calificaba el movimiento como «indignante e
irrespetuoso», «delirio de lunáticos poco patriotas», y manifestando que era «lo mismo
que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo».

[editar] La convocatoria de huelga

La "Noble Orden de los Caballeros del Trabajo" (la principal organización de


trabajadores en EE.UU.) remitió una circular a todas las organizaciones adheridas
donde manifestaba: «Ningún trabajador adherido a esta central debe hacer huelga el 1°
de mayo ya que no hemos dado ninguna orden al respecto». Este comunicado fue
rechazado de plano por todos los trabajadores de EE.UU. y Canadá, quienes
repudiaron a los dirigentes de la Noble Orden por traidores al movimiento obrero.

En la prensa del día anterior a la huelga, el 29 de abril de 1886, se podía leer:


«Además de las ocho horas, los trabajadores van a exigir todo lo que puedan sugerir los
más locos anarco-socialistas».[1] El New York Times decía: «Las huelgas para obligar al
cumplimiento de las ocho horas pueden hacer mucho para paralizar nuestra industria,
disminuir el comercio y frenar la renaciente prosperidad de nuestra nación, pero no
lograrán su objetivo». El Filadelfia Telegram decía: «El elemento laboral ha sido
picado por una especie de tarántula universal y se ha vuelto loco de remate: piensa
precisamente en estos momentos en iniciar una huelga por el logro del sistema de ocho
horas». El Indianápolis Journal decía: «Los desfiles callejeros, las banderas rojas, las
fogosas arengas de truhanes y demagogos que viven de los impuestos de hombres
honestos pero engañados, las huelgas y amenazas de violencia, señalan la iniciación del
movimiento».

[editar] El día 1 de mayo, la huelga

El 1° de mayo de 1886, 200.000 trabajadores iniciaron la huelga mientras que otros


200.000 obtenían esa conquista con la simple amenaza de paro.

En Chicago donde las condiciones de los trabajadores eran mucho peor que en otras
ciudades del país las movilizaciones siguieron los días 2 y 3 de mayo. La única fabrica
que trabajaba era la fábrica de maquinaria agrícola McCormik que estaba en huelga
desde el 16 de febrero porque querían descontar a los obreros una cantidad para la
construcción de una iglesia. La producción se mantenía a base de esquiroles. El día 2
la policía había disuelto violentamente una manifestación de más de 50.000 personas y
el día 3 se celebraba una concentración en frente sus puertas, cuando estaba en la
tribuna el anarquista August Spies sonó la sirena de salida de un turno de
rompehuelgas. Los concentrados se lanzaron sobre los scabs (amarillos) comenzando
una pelea campal. Una compañía de policías, sin aviso alguno, procedió a disparar a
quemarropa sobre la gente produciendo 6 muertos y varias decenas de heridos.

El redactor del Arbeiter Zeitung Fischer corrió a su periódico donde redacta una
proclama (que luego se utilizaría como principal prueba acusatoria en el juicio que le
llevó a la horca) imprimiendo 25.000 octavillas. La proclama decía:

Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se


fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza!

¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre
trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco
respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria.

Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por
mucho tiempo.

Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!.

Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres
fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se
bebía a la salud de los bandidos del orden...

¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!

¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!.

La proclama terminaba convocando un acto de protesta para el día siguiente, el


cuatro, a las cuatro de la tarde, en la plaza Haymarket. Se consiguió un permiso del
alcalde Harrison para hacer un acto a las 19.30 en el parque Haymarket. Los hechos
que allí sucedieron son conocidos como Revuelta de Haymarket.

[editar] La revuelta de Haymarket


Artículo principal: Revuelta de Haymarket

Se concentraron en la plaza de Haymarket más de 20.000 personas que fueron


reprimidas por 180 policías uniformados. Un artefacto explosivo estalló entre los
policías produciendo un muerto y varios heridos. La policía abrió fuego contra la
multitud matando e hiriendo a un número desconocido de obreros.
Se declaró el estado de sitio y el toque de queda deteniendo a centenares de
trabajadores que fueron golpeados y torturados, acusados del asesinato del policía.

Estos hechos represivos fueron apoyados por una campaña de prensa con citas como:

Qué mejores sospechosos que la plana mayor de los anarquistas. ¡A la horca los brutos
asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas,
gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para
abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación, y que en
todos estos años no han hecho otra cosa que proclamar doctrinas sediciosas y
peligrosas!

La Prensa reclamaba un juicio sumario por parte de la Corte Suprema, y


responsabilizando a ocho anarquistas y a todas las figuras prominentes del
movimiento obrero.

El 21 de junio de 1886, se inició la causa contra 31 responsables, que luego quedaron


en 8. Las irregularidades en juicio fueron muchas violándose todas las normas
procesales de forma y de fondo, tanto que ha llegado a ser calificado de juicio farsa.
Los juzgados fueron declarados culpables. Tres de ellos fueron condenados a prisión y
cinco a la horca.

Prisión

 Samuel Fielden, inglés, 39 años, pastor metodista y obrero textil, condenado a


cadena perpetua.
 Oscar Neebe, estadounidense, 36 años, vendedor, condenado a 15 años de
trabajos forzados.
 Michael Schwab, alemán, 33 años, tipógrafo, condenado a cadena perpetua.

A muerte en la horca

El 11 de noviembre de 1887 se consumó la ejecución de:

 Georg Engel, alemán, 50 años, tipógrafo.


 Adolf Fischer, alemán, 30 años, periodista.
 Albert Parsons, estadounidense, 39 años, periodista, esposo de la mexicana
Lucy González Parsons aunque se probó que no estuvo presente en el lugar, se
entregó para estar con sus compañeros y fue juzgado igualmente.
 August Vincent Theodore Spies, alemán, 31 años, periodista.
 Louis Lingg, alemán, 22 años, carpintero para no ser ejecutado se suicidó en su
propia celda.

Relato de la ejecución por José Martí, corresponsal en Chicago del periódico La


Nación de Buenos Aires (Argentina):
...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las
manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y
les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está
la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro...
Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel
hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: "la voz que vais a sofocar será
más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las
capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se
balancean en una danza espantable...

El Crimen de Chicago costó la vida de muchos trabajadores y dirigentes sindicales; no


existe un número exacto, pero fueron miles los despedidos, detenidos, procesados,
heridos de bala o torturados. La mayoría eran inmigrantes: italianos, españoles,
alemanes, irlandeses, rusos, polacos y de otros países eslavos.

[editar] Consecución de la jornada laboral de ocho horas

A finales de mayo de 1886 varios sectores patronales accedieron a otorgar la jornada


de 8 horas a varios centenares de miles de obreros. El éxito fue tal, que la Federación
de Gremios y Uniones Organizadas expresó su júbilo con estas palabras: «Jamás en la
historia de este país ha habido un levantamiento tan general entre las masas
industriales. El deseo de una disminución de la jornada de trabajo ha impulsado a
millones de trabajadores a afiliarse a las organizaciones existentes, cuando hasta ahora
habían permanecido indiferentes a la agitación sindical».

La consecución de la jornada de 8 horas marcó un punto de inflexión en el


movimiento obrero mundial. El propio Federico Engels en el prefacio de la edición
alemana de 1890 de El manifiesto comunista dice:

Pues hoy en el momento en que escribo estas líneas, el proletariado de Europa y


América pasa revista a sus fuerzas, movilizadas por vez primera en un solo ejército,
bajo una sola bandera y para un solo objetivo inmediato: la fijación legal de la
jornada normal de ocho horas, proclamada ya en 1866 por el Congreso de la
Internacional celebrado en Ginebra y de nuevo en 1889 por el Congreso obrero de
París. El espectáculo de hoy demostrara a los capitalistas y a los terratenientes de
todos los países que, en efecto, los proletarios de todos los países están unidos. !Oh, si
Marx es tuviese a mi lado para verlo con sus propios ojos![2] [3]

En la actualidad
Manifestación el Primero de Mayo en Bombay (India) (año 2004). El texto de
pancarta dice "Larga vida al Primero de Mayo".

A lo largo del siglo XX, los progresos laborales se fueron acrecentando con leyes para
los trabajadores, para otorgarles derechos de respeto, retribución y amparo social. En
la última década del siglo esos progresos retrocedieron bajo la influencia del
neoliberalismo.

En la actualidad, muchos países rememoran el Primero de Mayo como el origen del


movimiento obrero moderno. Hay algunos que no lo hacen, siendo en general países
de colonización británica, como Estados Unidos de Norteamérica y Canadá, que
celebran el Labor Day (Día del Trabajo) el primer lunes de septiembre; Nueva
Zelanda, el cuarto lunes de octubre. En Australia, cada estado federal decide la fecha
de celebración: el primer lunes de octubre en el Territorio de la Capital Australiana,
Nueva Gales del Sur y Australia Meridional; el segundo lunes de marzo, en Victoria y
Tasmania; el primer lunes de marzo, en Australia Occidental; y el primero de mayo
en Queensland y el Territorio del Norte.

En 1954 el papa católico Pío XII apoyó tácitamente esta jornada de memoria colectiva
al declararla como festividad de San José Obrero. Últimamente se viene denominando
a este día como Día Internacional del Trabajo.

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