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Según la teoría de Bonafonte, la obligación romana nació en tiempos arcaicos dentro del
terreno de los delitos. Originalmente, la comisión de un delito hacía surgir a favor de la
víctima o de su familia, un derecho de venganza eventualmente limitado por el principio
del talión, el cual, mediante una composición podía transformarse en el derecho de la
víctima o de su familia a exigir cierta prestación del culpable o de su familia. Como
garantía del cumplimiento de tal prestación, un miembro de la familia del culpable
quedaba ob-ligatus, o sea, “atado” en la domus de la víctima como una especie de rehén.
Por tanto, la obligación antigua era una atadura en garantía de cumplimiento de
prestaciones nacidas de los delitos. Luego, al irse desarrollando la comunidad con el
aumento de los contactos económicos entre las domus, se presentaba, a veces, la
necesidad de que un paterfamilias prestara valores a otro: en tal caso, el acreedor quería
tener una garantía y así esta “atadura” se trasladaba al campo delictual al incipiente
Derecho Privado. Por lo que desde la época romana encontramos utilizada la palabra
obligación en el sentido de deber jurídico, pero también empleada para el hecho de
obligarse, para designar el vínculo jurídico entre sujeto activo y sujeto pasivo, e
inclusive en el sentido del derecho del sujeto activo (como en la expresión
obligationem adquiere). Es más correcto, en el primer caso, hablar de deber, referirse,
en el segundo, a la fuente concreta de la obligación en cuestión, y decir, según el caso,
celebración del contrato, comisión del delito, etc., y utilizar, en el cuarto caso, el
término obligación, por lo que el término deuda no se refiere necesariamente a deudas
de dinero, sino que equivale a deber en general, de la misma manera que pagar y pago
(solvere y solutio) significan cumplir con un deber y cumplimiento. Al igual que otros
conceptos romanos, la obligación sufrió transformaciones a lo largo de su vida jurídica
y por tanto se hace necesario seguir su evolución en las distintas etapas históricas.
Las obligaciones, como todas las cosas del mundo, deben tener
una causa inmediata y eficiente. Por eso todos los tratadistas,
antiguos y modernos, así como las legislaciones civiles positivas,
hablan de las fuentes de las obligaciones, es decir, de las causas
inmediatas de donde ella surgen.
IMPORTANCIA DE SU DETERMINACIÓN
Para Planiol las fuentes son dos: el contrato y la ley. No considera que el
cuasi contrato y el cuasi delito sean verdaderas fuentes obligacionales,
ya que ambas emanan de la ley. Esta postura fue sometida a crítica por
Josserand, ya que en ese caso, también el contrato deriva de la ley, pues
si de él surgen obligaciones, es porque la ley así lo dispone. Por esa
razón este autor distingue entre una fuente mediata que es la ley y otras
inmediatas, que serían las que correspondían a la clasificación
justineanea.
Los contratos
2. Clasificaciones
Otras clasificaciones:
- Unilaterales: nace obligación para una sola de las partes (mutuo, contratos
verbales.
- Bilaterales perfectos: surgen obligaciones para ambas partes (compraventa,
arrendamiento, sociedad)
- A título oneroso, a la pérdida patrimonial que sufre una de las partes por le
ejecución de la prestación corresponde una pérdida patrimonial de la otra parte
(compraventa, arrendamiento, sociedad)
- A título gratuito o lucrativo, aquellos contratos en los cuales sólo una de las
partes sufre una pérdida patrimonial en beneficio de la otra (depósito,
comodato, mandato, mutuo porque no produce intereses)
- Iuris gentium, solo pueden ser celebrados entre romanos y extranjeros o sólo
extranjeros (todos los demás)
Contratos reales
1.- Mutuo
a) Contrato real
b) unilateral
c) De Derecho estricto
- Elementos (requisitos):
f) Derecho estricto (es válido el pacto que establece que hay que devolver
menos de lo establecido en la obligación). Si hay mora no hay intereses
moratorios.
- Acciones:
- Para los mutuos de dinero, la acción era llamada en la época clásica actio
certae creditae pecuniae.
- Para los mutuos de otros géneros era denominada certae rei. Pero con
Justiniano pasa a llamarse Condictio triticaria.
2.- Comodato
- Características:
a) contrato real
c) Bilateral imperfecto
- Acciones:
Concepto y clases
Los delitos privados eran aquellos actos ilícitos que lesionaban o afectaban a
un particular, a su familia o a su patrimonio. Cuando se presentaba un delito
privado, el afectado podía iniciar una acción “penal”, que tenía como propósito
que el juez condenara al autor del hecho a que le pagara una cantidad de
dinero, a manera de castigo, es decir, una poena, que beneficiaba
directamente al sujeto pasivo del ilícito. Se dice que las acciones nacidas de
esta clase de delitos eran privadas, en cuanto ellas sólo podían ser instauradas
por la parte interesada en el asunto. Sin embargo, algunas acciones surgidas
por la actividad del pretor, podían ser de iniciativa popular en defecto de
iniciativa por parte de la persona directamente damnificada. Estas acciones
tuvieron la particularidad de que la poena correspondiente beneficiaba a la
persona que finalmente hubiera promovido la acción. También hubo acciones
populares creadas por la ley, encaminadas a la defensa de los derechos e
intereses de los particulares, especialmente en cuanto se relacionaba con la
utilización por parte de éstos de algunos de los bienes públicos. En estas
acciones el valor resultante de la condena impuesta se repartía de tal forma
que la mitad beneficiaba al particular demandante y la mitad restante se
entregaba al aerarium populi romani.
LOS CUASIDELITOS
Aun cuando existen diferentes teorías en la doctrina sobre cuáles habrían sido
en realidad las fuentes de las obligaciones en Roma, la mayoría de los autores
acepta que en la época posclásica del derecho romano se sistematizaron dos
grupos de fuentes de las obligaciones, adicionales a los contratos y a los
delitos, que sirvieron para englobar mecanismos que generaban vínculos
obligatorios de manera similar a los contratos y a los delitos.
Respecto de las obligaciones que surgían cuasi ex delicto, se indica que esta
categoría estaba integrada por una serie de actiones in factum, y como tales,
de origen pretorio, de características heterogéneas, de las cuales en las Res
cottidianae, obra ésta tradicionalmente atribuida a GAYO, y en las Instituciones
de JUSTINIANO, se mencionan las siguientes:
Son varios los supuestos en que esta acción procedía y diversas sus
consecuencias:
1. Si se causaban daños a las cosas o a un esclavo, el habitador del inmueble
debía indemnizar al perjudicado por un valor equivalente al doble del daño
ocasionado y en este caso la acción era perpetua.
2. Si se causaban heridas a un hombre libre, la acción podía ser ejercida por
el propio damnificado o por cualquier persona. La acción popular era de
carácter anual y la privada perpetua. En caso de simultaneidad en las
peticiones se debía preferir a la víctima. La indemnización la fijaba
discrecionalmente el juez
3. Si con las materias o sustancias arrojadas o vertidas se había causado la
muerte de un hombre libre, la acción era anual, de origen popular, y la
indemnización era de 50.000 sestercios (50 aureos de la época de
JUSTINIANO), dada la imposibilidad de establecer una aestimatio en relación
con el cuerpo de un hombre libre. Si concurrían varias personas a entablar la
acción, el magistrado concedía preferencia a quien tuviera un mayor interés,
en razón del parentesco con el fallecido.
Finalmente, resulta interesante comentar que en relación con la acción que
estamos analizando la doctrina menciona una acción concedida por el pretor,
como actio utilis, contra el comandante de una nave desde la cual se arrojaran
objetos ose derramaran líquidos, causando daños a terceros
De positis et suspensis
Surgido dentro del mismo contexto señalado para el edicto anteriormente
mencionado, en este caso se trataba de proteger la seguridad de los
transeúntes y de prevenir la ocurrencia de daños. La acción estaba dirigida
contra la persona que habitaba una casa o edificio en el que estuviera colocado
o suspendido en el voladizo o alero del tejado algún objeto que pudiera caer
causando daño a las personas que por allí transitaban. En la doctrina reciente
se discute si la expresión is qui positum habeat contenida en la cláusula edictal
hacía referencia simplemente al habitator, es decir, a quien ocupaba el
inmueble, o, más bien, al que “tenía colocados” los objetos peligrosos, fuera
este propietario, inquilino, etc. La acción era popular y, como se ha indicado,
fue establecida por la simple situación de peligro o de riesgo de producir un
daño, y sin que fuera necesario acreditar dolo o negligencia en el demandado.
La multa era de 10.000 sestercios (10 aureos de la época del emperador
JUSTINIANO).
La actio adversus nautas, caupones et stabularios
Esta acción estaba consagrada para proteger la seguridad de las personas que
transportaban mercancías en una nave, se hospedaban en un albergue o
dejaban sus caballos en un establo, en relación con los posibles hurtos o daños
que se pudieran producir respecto de los objetos introducidos por los usuarios
de sus servicios en los establecimientos que se han mencionado. La acción se
refería concretamente a los daños o hurtos producidos por los dependientes de
los capitanes de nave, posaderos o encargados del establo. Se indica que en
su origen debió tratarse de dos acciones distintas, una por el furtum y otra por
el damnum, no obstante lo cual, posteriormente, en la época de la compilación
justinianea, fueron refundidas en una sola acción.