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Línea clave

Regeneración del suelo. Captación de agua

Ventajas del manejo del suelo usando el sistema de la línea clave. El cultivo en
Línea Clave
El cambio climático, la gestión del agua y de las zonas arboladas y la economía en el
campo constituyen cuatro de los grandes problemas medioambientales en España. La
raíz de todos ellos está en el suelo, en la tierra. Y en ella está enterrada también la
solución, que no es otra que “desarrollar un suelo fértil y biológicamente activo, capaz de
retener el agua allí donde ésta cae y capaz de secuestrar enormes cantidades de CO2
atmósferico”.

Aprender a diseñar y gestionar inteligentemente el paisaje agrícola, con el fin de


aprovechar al máximo los recursos hídricos y devolver al suelo su profundidad y fertilidad,
es precisamente el objetivo del cultivo en línea clave.

Este sistema original, con un notable enfoque holístico, fue desarrollado en los años 50 en
Australia por P.A Yeomans ante la creciente erosión y desertificación que observó en el
paisaje australiano y que relacionó con la agricultura. El Diseño Keyline o de Línea Clave
combina la captación y conservación del agua con técnicas de regeneración de la tierra.
Es capaz de restaurar rápidamente suelos degradados y blindarlos a los efectos de la
sequía y considera beneficioso el uso de animales de pastoreo en el proceso. Si al Diseño
Keyline añadimos la inteligente integración de árboles, tenemos un sistema capaz de
satisfacer las necesidades económicas de los agricultores y ganaderos, las exigencias
ecológicas de nuestros tiempos y jugar un papel importante en el secuestro del CO2.

Se necesita aprender a leer el paisaje y descubrir las líneas naturales del agua y las
curvas de nivel del terreno; diseñar y construir líneas artificiales de agua, como presas,
canales de desviación y riego; iniciarse en el uso de la herramienta Keyline e identificar el
Keypoint (punto clave) el punto de inflexión entre la forma convexa de la parte alta del
valle y la parte cóncava de la parte inferior.
  
“Con el diseño Keyline aprendemos a mirar la agricultura de otra manera”:
“Continuaremos teniendo el mismo agua que antes, pero la diferencia es que ahora, el
agua se queda para que la usemos, en lugar de dejarla escapar. Ahora tendremos más
plantas y por lo tanto más raíces. Y si todo eso lo gestionamos bien podemos ir creando
suelo, secuestrando CO2, enriqueciendo el paisaje, estabilizando el clima e
incrementando la rentabilidad de la auténtica agricultura”.Wade, R. 2008.

Este sistema, intenta abarcar no sólo el aspecto del manejo de suelos con pendiente, con
un método para simplificar el empleo de las curvas de nivel, sino que también comprende
criterios biológicos y racionales aplicables a todos los suelos. Todo el sistema está
basado en una línea o líneas denominadas “claves”. Se trata de lograr que toda la lluvia
que caiga penetre en el suelo y se retarde su evaporación para producir tierra fértil.

En la figura 3, la “línea clave” está ubicada en la curva de nivel de los 55 m. La línea clave
se extiende a ambos lados desde un cierto punto del valle y las laderas. Hacia arriba las
curvas de nivel se aproximan y no hacia abajo. Hacia arriba las pendientes son mayores
que hacia abajo de dicha línea clave.
 
Figura 3. Línea clave
Fuente: Yeomans, PA.. 2008
El espacio entre dos curvas de nivel se denomina franja de contorno. La curva de los 67
m es una divisoria de aguas. La franja de contorno entre los 64 y 61 m sería la cabecera
del valle. La pendiente se hace más pronunciada entre los 61 y 58 m y luego igual al
llegar a los 55 m, pero entre los 55 y 52 la pendiente se hace más suave y continúa entre
las curvas de nivel entre los 52 y 49 m. Ha cambiado pues el grado de la pendiente y esto
ha ocurrido en el punto clave. Esta relación del cambio de pendiente se observa en todos
los casos.
 
La absorción de agua como eje fundamental del sistema
Para cultivar en línea clave se trata simplemente de hacer la última labor paralela a la
línea clave. En consecuencia, en el terreno la única curva de nivel a replantear es la que
pasa por el punto clave. Al realizar la siembra se sigue la línea clave y el campo queda
como se observa en la figura 4.

Figura 4. Cultivo en Línea clave


Aguas arriba y abajo quedan rincones no trabajados; estos se cultivarán en cualquier
forma, lo que no alterará la efectividad de la línea clave. ¿Entonces que sucederá con el
agua procedente de la precipitación? Como los surcos son paralelos a la línea clave, se
apartan de las curvas de nivel, lo que significa que el agua que caiga va a fluir hacia el
costado del valle en vez de seguir la pendiente. Esto se traduce en un incremento del
tiempo de infiltración del agua en el suelo.

Además, hay que tener en cuenta que el elemento empleado para la última labor es el
arado cincel, esto contribuye a desarrollar la fertilidad por absorción, como lo señala
Yeomans, en vez de fertilidad por extracción o “agricultura minera”.
En parcelas muy grandes la continuación indefinida del trabajo paralelo no es conveniente
por lo que se sugiere el trazado de otra línea denominada “guía” que podría estar a unos
500 m, de la “línea clave” y se trata de una curva de nivel.
Este sistema más que “cultivo en contorno” habría que definirlo como “cultivo fuera del
contorno”.

Línea clave. Fertilidad por absorción de agua


El primer requisito es realizar un laboreo superficial, mezclando al máximo la vegetación
en los primeros centímetros de tierra. Algo del subsuelo debe abrirse para absorber
rápidamente la humedad. El oxígeno y otros elementos vitales absorbidos contribuirán a
transformar el subsuelo en un suelo vivo.

La capa inferior del suelo se abre con un disco pero no se invierte. El cultivo a mayor
profundidad deja un fondo irregular y así se logra que el suelo no se divida en una capa
superficial separada de la más profunda mediante otra más compacta de tierra inútil.
La superficie de este cultivo es más bien rugosa en vez de fina que evita el ”planchado” o
impermeabilización y deja penetrar la lluvia en profundidad. Los materiales más finos de
esta capa superficial se depositan debajo de la superficie rugosa. Así se reduce la
velocidad superficial del viento y se aminora la pérdida de humedad por evaporación. Es
de vital importancia determinar bien la profundidad en la que se va a trabajar en el primer
año, que Yeomans llama de “conversión”, pues se pasa de una agricultura por extracción
a una agricultura por “fertilidad por absorción de agua”.

Las labores profundas en un suelo arcilloso compacto suponen una pérdida de tiempo y
dinero, que se impermeabilizará enseguida con la lluvia. Generalmente no tiene sentido
cultivar a profundidad cuando no se puede obtener una mejora del suelo en forma
definitiva. Una guía general para aplicar sería la de cultivar el primer año hasta unos 20
cm. y en tierra más pobre a unos 18 cm. Las líneas del cultivo en línea clave no se
pueden seguir por un arado de reja y vertedera o por un arado de discos, ni tampoco son
estos elementos aptos para cultivar más profundamente y producen suela de labor.
Ambos sirven para cultivar superficialmente bastante bien, mientras que los otros aperos
tipo “rastrillo” con franjas más espaciadas que los aperos usados, podrían completar un
cultivo más profundo. Los arados de reja quitándoles la vertedera pueden ser útiles si se
hace la última labor más profunda con algunas cuchillas menos, como para separar más
los surcos. Los escarificadores o cultivadores no sirven tanto por su diseño como por la
profundidad ya que no pasan los 10 cm. Se pueden usar los subsoladores pero el costo
de su empleo no guarda relación con los resultados. El arado cincel o ‘Graham plow” es el
elemento ideal.

Año de conversión
Los surcos en el arado cincel quedan a 30 cm ya que lleva púas de 5 cm de ancho
espaciados a esa distancia. Para trabajar bien, la velocidad de un tractor de una potencia
adecuada sería de unos 8 km/hora, pero si hubiera restos de troncos y raíces como es
frecuente en zonas desmontadas, habría que reducirla a 5 km/hora. En la primera etapa
de trabajo se debe llegar a un profundidad de 7 a 11 cm. Hay que arar 3 ó 4 surcos
paralelos contorneando bien la zona de cultivo. Luego habrá que arar una segunda vuelta
en un ángulo más amplio que la primera pero a más profundidad y a la misma velocidad.
Es más económico adaptar la profundidad a la velocidad y no regular la velocidad según
la profundidad. Esta segunda labor a veces proporciona una buena ruptura de la
superficie y la profundidad necesaria de 18 a 20 cm, si así resulta en esta segunda vuelta
habrá que seguir la línea clave. Si no habrá que realizarla en una tercera labor.
Si llueve intensamente y el suelo se “planchara”, una vez seco, habría que volver a pasar
el arado cincel siguiendo la línea clave. Si ya estuviera sembrado convendría igualmente
hacerlo pero separando los cinceles a 60 cm. Si bien se destruyen plantas el resultado es
positivo, pues se logra una buena aireación.

La cantidad de humedad en un cultivo de conversión continúa su proceso de


descomposición por más tiempo, evitando así que quede el rastrojo como sucede con el
arado de disco, que deja poca humedad. Conviene siempre seguir de cerca la evolución
del suelo removiendo con una pala y viendo el proceso. Incluso es posible oler el cambio
después de una lluvia. La fertilidad en la parte superior será evidente y en la parte más
profunda se nota también una transformación.

Al segundo año se trabajará a 2-5 cm más profundo. Esta capa de subsuelo será
convertida en suelo año tras año. Eso sí con una sola labor se podrá alcanzar esta
profundidad. Pero se agrega ahora unas cuchillas tipo pie de pato, pero más chicas a
unos 7 cm de profundidad y tienen por objeto mezclar la vegetación y la hojarasca para su
descomposición y combatir las malezas. Se conserva la integridad del suelo al quedar el
fondo surcado en forma irregular. Al principio se producirá competencia de algunos
elementos, como humedad, aire y nitrógeno. Una siembra inmediata a la conversión
puede aparecer débil y amarillenta, debido a la falta de nitrógeno. Con la humedad
adecuada, aire y calor, el nitrógeno será fijado al cabo de pocas semanas. El cultivo se
desarrollará de forma correcta.

Se logra un aumento rápido de la fertilidad y un campo sin competencia con la flora


arvense al cultivar inmediatamente después de cada cosecha y cada vez que la flora
arvense fructifique como para ser eliminadas antes de que produzca semilla. Con el uso
de púas y cuchillas para malezas, se expresa todo el banco de flora arvense; en cambio
con el método de revolver la tierra, esto no sucede. Algunos aperos para remover la tierra
entierran algunas semillas en una capa seca evitando así la germinación antes de su
posterior cultivo, produciéndose así un crecimiento continuo de malezas. (Otamendi, G,
2008)

La práctica habitual de incrementar la dosis de siembra, para evitar el crecimiento de


malezas y poder ahogarlas, no permite obtener los mejores rendimientos. La siembra
debe tratar de mantener lo logrado en el cultivo en línea clave, por lo que habrá que
emplear una sembradora adaptada. En zonas más secas convendrá trabajar con los
cinceles distanciados a 70 cm para evitar pérdidas de humedad. Las cuchillas para
malezas trabajan en los años subsiguientes a 7 cm por debajo de la superficie. En 3 o 5
años se habrá alcanzado el límite de los 40 cm del arado cincel. Luego se podrá en los
siguientes años proceder a incrementar la fertilidad, reduciendo la profundidad del cincel a
23 cm y ajustando las cuchillas para malezas para trabajar más por debajo de la
superficie (12-15 cm) y se volverá a seguir profundizando los cinceles a razón de 2 a 7 cm
por año.

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