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¿QUÉ ES LA LIRICA ROMÁNTICA?

Lírica, forma poética que expresa tradicionalmente un sentimiento intenso o una profunda
reflexión, ambas ideas como manifestaciones de la experiencia del yo.
La lírica romántica es un reflejo de la literatura de la época, en el sentido de que los temas
que toca son la reivindicación de la libertad, la subjetividad, la exaltación del “yo” y el
ansia de realización del individuo en una sociedad no burguesa (lo que le lleva al mayor
desprecio de las normas, del dinero y de la vida y a ser más generoso).
El paisaje y la naturaleza dejan de ser meros decorados en los que ocurrirán los hechos,
para convertirse en fieles reflejos de la interioridad del artista. A esta desazón romántica
conviene un paisaje desaforado, violento, salvaje, misterioso... (cementerios nocturnos,
lugares abandonados,...).
Con respecto a su forma cabe destacar la polimetría y su musicalidad (elementos que le dan
ritmo, rimas agudas, onomatopeyas, aliteraciones, paralelismos, asíndeton, polisíndeton).
En cuanto al lenguaje, los poetas románticos muestran una clara preferencia por los
sustantivos procedentes de los campos semánticos del sentimiento, el dolor, la
insatisfacción, la muerte, etc (frenesí, arrebato, quimera, ilusión, delirio, sombra, tumba,
etc.), así como por los adjetivos de parecido significado (misterioso, lánguido, tétrico,
mágico, horrendo, sombrío,...). También recurren con mucha frecuencia al uso de
arcaísmos.
La poesía romántica se desarrolla en dos direcciones: por un lado, encontramos la poesía
narrativa y por el otro, la lírica. La primera da más importancia al poema como relato; suele
buscar la ambientación medieval y gusta de lo lúgubre. Se suele tratar de poemas que
sientan sus bases en la épica medieval, el romancero y las leyendas de transmisión oral. La
segunda se manifestó en dos momentos a lo largo del siglo XIX. En la primera mitad, José
de Espronceda desarrolla una producción marcada por los temas patrióticos y sociales. Y en
la segunda, Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro cultivan una poesía melancólica e
intimista. En ella prevalecerá el pesimismo y la concepción del amor como una fuente de
dolor y desengaño
¿QUE ES EL ROMANTICISMO?

El Romanticismo es un movimiento cultural y político originado en Alemania y en el Reino


Unido a finales del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de
la Ilustración y el Clasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Su característica
fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas
estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo
revolucionario es incuestionable. Debido a que el romanticismo es una manera de sentir y
concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo que se presenta de manera distinta y
particular en cada país donde se desarrolla; incluso dentro de una misma nación se
manifiestan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes.

Se desarrolló en la primera mitad del siglo XIX, extendiéndose desde Inglaterra a Alemania
hasta llegar a países como Francia, Italia, Argentina, España, México, etc. Su vertiente
literaria se fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como el Parnasianismo, el
Simbolismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de
Posromanticismo, una derivación del cual fue el llamado Modernismo hispanoamericano.
Tuvo fundamentales aportes en los campos de la literatura, la pintura y la música.
Posteriormente, una de las corrientes vanguardistas del siglo XX, el Surrealismo, llevó al
extremo los postulados románticos de la exaltación del yo.

EL ROMANTICISMO EN VENEZUELA
La primera manifestación literaria de la que se tiene conocimiento en nuestro país es la
llamada literatura indígena, la cual ha sido conservada por la tradición. Esta manifestación
aunada a la literatura colonial, particularmente las reseñas pormenorizadas sobre las
peculiares características del nuevo mundo escritas por los colonizadores españoles o
crónica de indias, constituyen el punto de partida de la literatura en el país. La literatura
indígena, propia de las culturas desarrolladas antes de la llegada de los conquistadores
españoles, fue conservada por la tradición oral. Tras una ardua labor de investigación
posterior se han logrado publicar interesantes colecciones de cuentos y tradiciones, como
las recopiladas por Fray Cesáreo de Armellada en su libro Taurón Pantón, ilustrativo grupo
de relatos de los indios pemones del sur de Venezuela. Las crónicas de indias hechas por
los conquistadores son otro precedente de la literatura nacional. La primera crónica que
inaugura este género dentro de nuestro continente es la Tercera carta de relación a los
Reyes Católicos, escrita por Cristóbal Colón, tras su tercer viaje, al tocar tierra firme en
territorio venezolano. En este texto, Colón hace referencia a la extraordinaria belleza
natural de la región, así como también a las costumbres de sus habitantes. La descripción de
una realidad que les era ajena marcada por la visión medieval del mundo que tenían los
cronistas, derivó en textos con marcada propensión a la fantasía. En el siglo XVII, aparecen
publicadas las crónicas de José Oviedo y Baños (1671 – 1738), su obra posee una gran
madurez desde el punto de vista historiográfico y literario. En 1723 publicó Historia de la
conquista y población de la provincia de Venezuela, obra que a partir de entonces se ha
tenido como fuente fundamental de la historia del país.

Será dentro del romanticismo cuando la literatura venezolana logre sus primeras obras
significativas. En poesía brillan los nombres de José Antonio Maitín, el primer poeta
romántico, y Antonio Pérez Bonalde (1846-1892), quien logra una plena expresión
romántica, convirtiéndose así en el escritor mayor de esa escuela. En prosa, la novela da sus
primeros pasos, pero no logrará desarrollarse hasta finales de siglo, pese a que la primera
publicada, Los mártires (1842) de Fermín Toro, sea una obra de los años cuarenta.

Al mismo tiempo la literatura vive el periodo costumbrista, que será el puente que
conduzca a la expresión nacional en la novela, cosa que se encuentra en Zárate (1882), de
Eduardo Blanco (1838-1912); en Peonía (1890), de Manuel Vicente Romero García —obra
considerada el símbolo por excelencia del criollismo venezolano—, y en Todo un pueblo
(1899), de Miguel Eduardo Pardo. En prosa crítica, durante este periodo, hay que citar a los
grandes humanistas de la República; la mayor parte de ellos fueron además de ensayistas
penetrantes críticos literarios. Los nombres de Fermín Toro, Cecilio Acosta, Juan Vicente
González y Amenodoro Urdaneta (1829-1905), crítico literario, autor de Cervantes y la
crítica (1877), son esenciales en este momento.
CARACTERÍSTICAS Y CONTEXTO HISTÓRICO SOCIAL

El contexto histórico de romanticismo se caracterizó por la gran inestabilidad política que


vivió el continente europeo. Sin embargo, tuvo un gran desarrollo económico e industrial
de gran parte del occidente europeo.  De esta primera etapa del Romanticismo los autores
más importantes son José de Espronceda, José Zorrilla. La etapa del postromanticismo es
de la segunda mitad del siglo XIX es mucho mas intimista y no se preocupa tanto por los
temas políticos. Sus principales autores son Rosalía de Castro y Adolfo Becquer.
La literatura romántica es muy comprometida. El artista, capaz de vivir de su pluma,
liberado de la tutela del mecenas aristocrático, toma postura ante los problemas de la
sociedad. Considera que tiene una misión social. Se exige la libertad en todos los ámbitos:
político, sentimental, artístico. Se convierte al pueblo en depositario del poder y se critica el
absolutismo. Pero también se recela del pueblo cuando se convierte en revolucionario. Es el
ideal liberal y burgués. Se prefiere al Yo, al individuo, frente a la organización. Con
Rousseau se piensa que la sociedad es mala aunque necesaria, y que el individuo es
pervertido por ella.
La literatura romántica es en gran parte histórica. Se interesó por la historia nacional como
fuente de inspiración, a diferencia de los clasicistas. Algunas obras historicistas son mero
divertimento, pero otras quieren abordar los problemas y sentimientos del tiempo del autor,
de modo que la historia se convierte en espejo reflector del presente.
Los Sentimientos De Amor
Fue uno de los valores clave para nuestros románticos. No el amor racional y sometido al
control de lo conveniente, sino un amor desatado, furioso y ciego, que tiene poco que ver
con la realidad y que se ha convertido en un fenómeno subjetivo, de carácter posesivo y
neurótico. Este sentimiento se reviste del tono sentimental o del pasional. El primero es una
actitud melancólica, de tristeza íntima, de ensueño irrealizable del alma tímida del poeta
frente a una amada imposible.    El amor pasión lo encarna Larra. Surge de repente y se
plantea en términos de todo o nada. Rompe las convenciones sociales en nombre de la
libertad de amar. Suele acompañarlo la muerte trágica, como en Don Álvaro de Rivas, El
Trovador de García Gutiérrez o Los amantes de Teruel de Hartzenbusch.   Muy poco
frecuente fue el amor erótico, que se complace en el gozo sexual.
La mujer es vista como un "ángel de amor", inocente, hermosa, fuente de ilusiones para el
corazón del hombre, a quien lleva a cimas de felicidad y virtud, como la Teresa de
Espronceda. Es el ideal femenino. Pero también puede ser el polo opuesto, un demonio,
perversa, criminal y vengativa, que arrastra a la muerte y a la destrucción. Doña Inés del
Tenorio frente a la Zoraida de Los amantes de Teruel. Junto a la mujer víctima de los
rigores del amor y de la sociedad (Doña Leonor de Don Álvaro o Elvira de Espronceda)
emerge la mujer que lucha por su felicidad, que junta su destino al hombre frente al padre
(doña Inés), y la que venga sus agravios (Azuzena, de El Trovador ).
La Religión
Se presenta a los románticos como sentimiento o como institución. En el primer caso se
trata de un Dios inconcreto y universal, espíritu del universo.
Aparece la rebeldía frente a Dios, que ha hecho al hombre tan desgraciado, y, en
consecuencia, la reivindicación de Satanás. El satanismo encontró eco en El diablo mundo
de Espronceda y en Don Juan Tenorio, de Zorrilla y en Don Álvaro de Rivas.
Como institución, la Iglesia suscitó el anticlericalismo en muchas obras.
La Vida
Fue para los románticos no un bien, sino un mal. Almas atormentadas en busca de un ideal
inalcanzable, la inadaptación y la soledad son sus compañeras. El pesimismo lo envuelve
todo:
El tiempo mina la juventud, el desengaño el amor. La vida y el misterio del más allá, la
injusticia y el dolor en la sociedad. Vivir, ¿para qué? una angustiosa melancolía, una
incontrolable desesperación: el "mal del siglo", hastío, cansancio de vivir. Los románticos,
perdida la fe en Dios e incapaces de creer en la razón, como los ilustrados, operan en el
vacío: el inmenso vacío del silencio divino.
Este desprecio por la vida lleva a buscar aventuras y riesgos donde se pueda perder, como
don Álvaro tras su fracaso. Así, la muerte es la gran amiga de los románticos; es la
libertadora, la que trae la paz al alma atormentada: sobre la tumba romántica, el ciprés y la
luna ponen una nota de serenidad. Por eso se busca el suicidio, como don Álvaro en la
literatura y Larra en la vida real.
Conflictos sociales: La literatura romántica es muy comprometida. El artista, capaz de vivir
de su pluma, liberado de la tutela del mecenas aristocrático, toma postura ante los
problemas de la sociedad. Considera que tiene una misión social.
Se exige la libertad en todos los ámbitos: político, sentimental, artístico. Se convierte al
pueblo en depositario del poder y se critica el absolutismo. Pero también se recela del
pueblo cuando se convierte en revolucionario. Es el ideal liberal y burgués. Se prefiere al
Yo, al individuo, frente a la organización. Con Rousseau se piensa que la sociedad es mala
aunque necesaria, y que el individuo es pervertido por ella.
Estética
El romanticismo renovó los recursos artísticos del arte y de la literatura.
Color local: en su búsqueda del hombre concreto, del individuo, de sus circunstancias, los
románticos conceden gran importancia al entorno. Por eso cuidan los fondos
escenográficos, el lugar de la acción, el ambiente. Se ha llamado a esto color local.
La naturaleza se prefiere salvaje, agreste. No el jardín sino el bosque peligroso, que acaba
triunfando sobre el hombre y sus obras. Se prefiere la noche, la primavera y el otoño,
porque buscan la correspondencia entre los estados emocionales y el paisaje.
Naturaleza Salvaje
Así, la noche puede presidir el amor con la luna como confidente, o poblarse de fantasmas,
espectros y ladridos de perro buscando el efecto terrorífico y sobrenatural. La primavera
simboliza el amor y la gloria, mientras que el otoño sugiere el desengaño y la derrota.
En las ciudades se revaloriza lo humilde y sencillo y el arte medieval árabe o gótico. Por
eso se escogen ciudades artísticas cargadas de historia y tradición como Toledo o Granada,
o se muestra la ermita abandonada, el campo sencillo, el pueblo derruido rodeado de
silvestres florecillas.
Fantasía
Controlada por el clasicismo, renace la fantasía con los románticos, que tienden, más allá
de la utilidad práctica, a romper los límites estrechos de la realidad y remontar el vuelo
hacia las regiones inmensas de la imaginación.
La fantasía recurre al sueño y a la visión, anunciando la exploración del subsconciente. El
sueño positivo se relaciona con el paraíso, y pasó a ser sinónimo de lo deseado: sueños de
amor y de gloria. El sueño negativo o pesadilla.
Tipos
El personaje romántico suele ser de una pieza, como determinado por su esencia, con unos
sentimientos que responden a una manera de ser. El héroe romántico es apasionado,
orgulloso, enamorado, perseguido por la fatalidad, escéptico, caballeroso y noble.
Don Álvaro es el modelo. El antihéroe romántico es taimado y cruel; insensible, frío y
calculador. Puede ser representante de una autoridad inflexible y ciega, como el padre que
marca el destino de su hija.

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