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Lírica, forma poética que expresa tradicionalmente un sentimiento intenso o una profunda
reflexión, ambas ideas como manifestaciones de la experiencia del yo.
La lírica romántica es un reflejo de la literatura de la época, en el sentido de que los temas
que toca son la reivindicación de la libertad, la subjetividad, la exaltación del “yo” y el
ansia de realización del individuo en una sociedad no burguesa (lo que le lleva al mayor
desprecio de las normas, del dinero y de la vida y a ser más generoso).
El paisaje y la naturaleza dejan de ser meros decorados en los que ocurrirán los hechos,
para convertirse en fieles reflejos de la interioridad del artista. A esta desazón romántica
conviene un paisaje desaforado, violento, salvaje, misterioso... (cementerios nocturnos,
lugares abandonados,...).
Con respecto a su forma cabe destacar la polimetría y su musicalidad (elementos que le dan
ritmo, rimas agudas, onomatopeyas, aliteraciones, paralelismos, asíndeton, polisíndeton).
En cuanto al lenguaje, los poetas románticos muestran una clara preferencia por los
sustantivos procedentes de los campos semánticos del sentimiento, el dolor, la
insatisfacción, la muerte, etc (frenesí, arrebato, quimera, ilusión, delirio, sombra, tumba,
etc.), así como por los adjetivos de parecido significado (misterioso, lánguido, tétrico,
mágico, horrendo, sombrío,...). También recurren con mucha frecuencia al uso de
arcaísmos.
La poesía romántica se desarrolla en dos direcciones: por un lado, encontramos la poesía
narrativa y por el otro, la lírica. La primera da más importancia al poema como relato; suele
buscar la ambientación medieval y gusta de lo lúgubre. Se suele tratar de poemas que
sientan sus bases en la épica medieval, el romancero y las leyendas de transmisión oral. La
segunda se manifestó en dos momentos a lo largo del siglo XIX. En la primera mitad, José
de Espronceda desarrolla una producción marcada por los temas patrióticos y sociales. Y en
la segunda, Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro cultivan una poesía melancólica e
intimista. En ella prevalecerá el pesimismo y la concepción del amor como una fuente de
dolor y desengaño
¿QUE ES EL ROMANTICISMO?
Se desarrolló en la primera mitad del siglo XIX, extendiéndose desde Inglaterra a Alemania
hasta llegar a países como Francia, Italia, Argentina, España, México, etc. Su vertiente
literaria se fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como el Parnasianismo, el
Simbolismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de
Posromanticismo, una derivación del cual fue el llamado Modernismo hispanoamericano.
Tuvo fundamentales aportes en los campos de la literatura, la pintura y la música.
Posteriormente, una de las corrientes vanguardistas del siglo XX, el Surrealismo, llevó al
extremo los postulados románticos de la exaltación del yo.
EL ROMANTICISMO EN VENEZUELA
La primera manifestación literaria de la que se tiene conocimiento en nuestro país es la
llamada literatura indígena, la cual ha sido conservada por la tradición. Esta manifestación
aunada a la literatura colonial, particularmente las reseñas pormenorizadas sobre las
peculiares características del nuevo mundo escritas por los colonizadores españoles o
crónica de indias, constituyen el punto de partida de la literatura en el país. La literatura
indígena, propia de las culturas desarrolladas antes de la llegada de los conquistadores
españoles, fue conservada por la tradición oral. Tras una ardua labor de investigación
posterior se han logrado publicar interesantes colecciones de cuentos y tradiciones, como
las recopiladas por Fray Cesáreo de Armellada en su libro Taurón Pantón, ilustrativo grupo
de relatos de los indios pemones del sur de Venezuela. Las crónicas de indias hechas por
los conquistadores son otro precedente de la literatura nacional. La primera crónica que
inaugura este género dentro de nuestro continente es la Tercera carta de relación a los
Reyes Católicos, escrita por Cristóbal Colón, tras su tercer viaje, al tocar tierra firme en
territorio venezolano. En este texto, Colón hace referencia a la extraordinaria belleza
natural de la región, así como también a las costumbres de sus habitantes. La descripción de
una realidad que les era ajena marcada por la visión medieval del mundo que tenían los
cronistas, derivó en textos con marcada propensión a la fantasía. En el siglo XVII, aparecen
publicadas las crónicas de José Oviedo y Baños (1671 – 1738), su obra posee una gran
madurez desde el punto de vista historiográfico y literario. En 1723 publicó Historia de la
conquista y población de la provincia de Venezuela, obra que a partir de entonces se ha
tenido como fuente fundamental de la historia del país.
Será dentro del romanticismo cuando la literatura venezolana logre sus primeras obras
significativas. En poesía brillan los nombres de José Antonio Maitín, el primer poeta
romántico, y Antonio Pérez Bonalde (1846-1892), quien logra una plena expresión
romántica, convirtiéndose así en el escritor mayor de esa escuela. En prosa, la novela da sus
primeros pasos, pero no logrará desarrollarse hasta finales de siglo, pese a que la primera
publicada, Los mártires (1842) de Fermín Toro, sea una obra de los años cuarenta.
Al mismo tiempo la literatura vive el periodo costumbrista, que será el puente que
conduzca a la expresión nacional en la novela, cosa que se encuentra en Zárate (1882), de
Eduardo Blanco (1838-1912); en Peonía (1890), de Manuel Vicente Romero García —obra
considerada el símbolo por excelencia del criollismo venezolano—, y en Todo un pueblo
(1899), de Miguel Eduardo Pardo. En prosa crítica, durante este periodo, hay que citar a los
grandes humanistas de la República; la mayor parte de ellos fueron además de ensayistas
penetrantes críticos literarios. Los nombres de Fermín Toro, Cecilio Acosta, Juan Vicente
González y Amenodoro Urdaneta (1829-1905), crítico literario, autor de Cervantes y la
crítica (1877), son esenciales en este momento.
CARACTERÍSTICAS Y CONTEXTO HISTÓRICO SOCIAL