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EL BULLYING EN LA ESCUELA

Estudio de caso
Dr. Carlos Moreno Zamora

En las escuelas de Nuevo León se practica el bullying de manera ordinaria y


pareciera ser que es aceptado por algunos maestros que lo catalogan de “simples
juegos de niños”. Sin embargo, el bullying es un fenómeno de la incipiente
socialización del niño que va más allá del simple juego de poder social; se
caracteriza por el acoso físico o verbal de manera agresiva o peyorativa y
constituye un elemento sociocultural negativo de nuestras instituciones educativas
en los últimos tiempos.
Los maestros nos damos cuenta de este fenómeno cuando algún niño agredido
se acerca a nosotros para decirnos: “profe, Juan me dijo que si no le doy el
lonche, me va a poner a la salida”. En ese momento, el maestro debe poner
mucha atención para intervenir y detener la agresión del niño abusivo. Sin
embargo, el maestro no siempre está presente durante las agresiones, debido a
que con las primeras llamadas de atención, el agresor utiliza espacios y tiempos
en los que el maestro o la figura de autoridad no están presentes para evitarlas,
ubicándose en la calle, la casa, la comunidad, el descanso, fuera del horario de
clase, entre otros. En estos casos, cuando la agresión se realiza en horario y
espacios fuera de la escuela, los maestros nos vemos imposibilitados para actuar
fuera del ámbito escolar.
Pero ¿qué es el bullying?, el concepto de “bullying” proviene de la palabra inglesa
“bull” (toro) que significa embestir, aunque también ha sido traducido como el
agresivo matón. Es un fenómeno de poder, jerárquico y abuso agresivo que se
manifiesta mediante la violencia física y verbal hacia una persona. Existe una
similitud adaptativa del concepto de acoso y abuso en el trabajo muy parecido al
acoso moral en el ámbito escolar; ambas formas de comportamiento tienen mucho
en común, dado que las dos son manifestaciones de violencia psicológica a través
del acoso grupal pero en ámbitos diferentes.
Santiago Cambero y Mar Tully Sánchez, afirman que: “resulta complejo definir el
fenómeno bullying, y más aún, traducir literalmente este vocablo inglés al
castellano. Implica a veces el golpear o dar patadas a otros compañeros de clase,
hacerles burlas, poner apodos y agredirlos física y verbalmente. Pero estas
situaciones resultan bastantes comunes en los centros educativos (colegios e
institutos), y pueden llegar a ser muy dañinas para quienes las sufren,
generalmente en silencio y en soledad”.
Por otra parte, Fuensanta Cerezo, profesora de Psicología de la Universidad de
Murcia y experta en bullying, lo define como: “forma de maltrato intencionado y
persistente de un alumno hacia otro sin que medie la provocación”, posteriormente
añade que: “el problema se da en las relaciones interpersonales y que en el
proceso colabora todo el grupo del aula y no es algo sólo del agresor y la víctima”.
La palabra "bullying" se utiliza para describir estos diversos tipos de
comportamientos no deseados por niños y adolescentes, que abarcan desde esas
bromas pesadas, el ignorar o dejar deliberadamente de hacer caso a alguien
(aplicar la ley del hielo), los ataques personales, e incluso los abusos serios. A
veces es un individuo quien hace el "bullying", pero generalmente, los agresores lo
llevan a cabo en grupo o pandilla.
En la actualidad, cada día son más comunes los casos de bullying en nuestras
escuelas de todos los niveles educativos, desde las aulas de preescolar hasta las
mismas facultades universitarias, aunque en menor medida. Nuestra sociedad
está cambiando y en ella se reflejan las conductas agresivas de los integrantes
más jóvenes. Los maestros y directivos de las instituciones educativas están
preocupados por el alto índice de violencia en las aulas y fuera de ellas; sobre
todo cuando se trata de niños y niñas que están empezando a crecer y que se
están formando para integrarse a la sociedad en el futuro inmediato.
El problema se desarrolla en varios ámbitos: la familia, la calle y la escuela. En la
familia es producto de la desintegración familiar, la falta de vigilancia de los padres
y de las complejas formas de relacionarse de sus integrantes, así como de los
espacios tan reducidos en los que conviven la mayoría de las familias en nuestro
país por la extrema pobreza. La familia era, porque ya dejó de serlo, la educadora
de los primeros hábitos y del respeto a la vida, a los ancianos y a los demás. Hoy,
la familia en proceso de desintegración, ya no cumple con estas expectativas
sociales, salvo en los casos en que los padres y adultos mayores mantienen una
estructura familiar más estable.
La calle es el ámbito donde el niño encuentra refugio después de la falta de
atención de los padres, los maltratos, los constantes descuidos y la necesidad de
alimento, comprensión y cariño que no tienen en el seno familiar. La calle y la
comunidad en su totalidad son un ámbito propicio para la incubación de las
conductas violentas. La comunidad es la maestra que les enseña el ABC de la
delincuencia y el laboratorio de su práctica violenta.
La escuela es el ámbito más amable y menos agresivo, sin embargo, ante los ojos
de los maestros, los niños agresores aplican las conductas de la casa, de la calle y
de la comunidad. Es un lugar propicio e insospechado donde se esconden las
primeras burlas y agresiones de los pequeños infractores. Es tanto en el ámbito
escolar, como desde el seno familiar de estos niños y adolescentes donde se
debe buscar la detección de este fenómeno social, mediante caminos alternativos
y más acordes con los principales valores de nuestra sociedad: respeto, tolerancia
e igualdad.
En mi experiencia docente, uno de los casos de bullying que recuerdo es el de un
niño de segundo grado de primaria. Sus compañeros le llamaban “pollo”, y estaba
etiquetado desde primer grado como un niño problema. Juan Antonio (nombre
ficticio del niño) había reprobado todos los grados escolares y por “caridad” lo
habían pasado a segundo año.
Era el hijo mayor de una familia desintegrada, de madre drogadicta y padre
desconocido; por comentarios de los abuelos y vecinos, “el pollo” era ya un
delincuente precoz y en un medio propicio para la adicción a las drogas. El niño,
debido a los constantes abandonos de la madre y la falta del padre, había
quedado bajo la tutela de los abuelos maternos y estos lo cuidaban con
atenciones muy limitadas tratando de sustituir la orientación y la falta de cariño
familiar.
El “pollo” era el terror de segundo grado “A”, la maestra lo llevaba con frecuencia a
la dirección de la escuela para que se le aplicara un correctivo. Tenía 10 años y
debería estar en cuarto grado, sin embargo, por su conducta estaba estancado en
el segundo grado. Las fechorías y agresiones del “pollo” a sus compañeros más
pequeños iban desde los apodos, las burlas, los zapes (manazos en la cabeza),
golpes, patadas y todo tipo de amenazas y agresiones verbales.
Debido a los constantes ataques a sus compañeros era necesario aplicar un
correctivo diferente. Fueron citados sus abuelos y se les pidió su apoyo para
motivar al niño a fin de promoverlo de grado mediante el programa de extraedad o
Atención Preventiva y Compensatoria (APC) que funciona en las escuelas de la
entidad.
Mediante esta estrategia, el niño pasó a tercer grado en septiembre de 2005 y en
enero del 2006 fue promovido a cuarto grado. Finalmente, al ser ubicado en el
grado que le correspondía, la actitud del niño cambió diametralmente y ya con los
niños de su edad, su conducta se fue modificando de manera significativa.
Todo iba muy bien, era rescatable, y estaba cooperando con buena actitud, sin
embargo, los esfuerzos del director de la escuela y los maestros que lo apoyamos,
se frustraron debido a su situación familiar y a la marcada desintegración. Un día,
el “pollo” no regresó a la escuela y a pesar de que lo buscamos y se le llamó a sus
abuelos para pedirles una explicación, estos simplemente nos dijeron que ya no
estaba con ellos. El caso de bullying en el aula se había logrado erradicar con
eficacia, pero la calle y la desintegración familiar nos arrebataron al “pollo”.
Este es un caso real, de la escuela primaria federal “Profr. José Reyes Moreno”,
ubicada en la colonia Dos Ríos del municipio de Guadalupe, en el norteño estado
mexicano de Nuevo León. Los datos fueron modificados por obvios motivos y el
caso no es ampliado por respeto a las personas que participaron en él.

BIBLIOGRAFÍA
-FERNÁNDEZ HERRERÍA, Alfonso (ed.) (1994). Educando para la paz: nuevas propuestas.
Granada: Universidad de Granada, Colección Eirene n.3.
-HICKS, David (comp.) (1993). Educación para la paz: Cuestiones, principios y prácticas en el aula.
Madrid: Morata.
-ACNUR ESPAÑA (1995). Material Didáctico: ayúdanos, ¡enséñalo!. Madrid. ACNUR España.
-PARÉS MOLINA, Marina. Proyecto de intervención sobre bullying en la escuela.

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