del 8 al 14 de maig de 2023 www.parroquialavilavella.

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S a g r a d a F a milia - La V ila vella

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CELEBRACIONES E INTENCIONES

Lunes 8 Martes 9 Miércoles 10 Jueves 11

A las 9h Misa San Juan de Ávila A las 9h Misa en sfgr.
A las 19h
en sfgr. de A las 9h Misa en de Vicente Ramón
Misa en sfgr.
Lolita sfgr. de José Canós y difuntos fam.
de las almas
Ferrandis y Navarro, Amparo Canós - Martínez.
de la cofradia
difuntos fam. y Juan Casino y
de la Virgen Exposición del Santísimo
Badenes - Teresa Adsuara.
del Rosario;
Ferrandis;
después, rezo
Amparo A las 20h Oración A las 19h Misa en sfgr.
del Rosario de Jose María Carratalá
Montesinos por la Fe de las
por la paz y María Arnau
Corrons. familias

Viernes 12 Sábado 13 Domingo 14

A las 15:30h Novena VI Domingo de Pascua
A las 19h Misa
a la Virgen de A las 7 Canto de la Aurora y Rosario
en Acc. de Gr. a
Fátima (9).
Nuestra Señora A las 8:00h Misa en sfgr. de Rafael
de Fátima (en Llop y María Villar; Pepe Mompó
A las 19h Misa en
sfgr. de Sofía
sfgr. de Teresa A las 11:00 Misa en Acc. de Gr. a la
Martínez
Gimeno Ribera (1er Mare de Déu dels Desamparats
Ballester)
Aniversario)

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CUANDO TE HACEN
DAÑO
Nos cuesta más perdonar
cuando sabemos que tenemos
razón y que el otro es el que está
actuando mal. Pero, y esto es muy
muy importante, todos hemos
pecado contra Dios
in nitamente más de lo que
nadie podría jamás pecar contra
nosotros. Así que baja
revoluciones.

Cuentan que un buen día un

niño, Pedro, llegó de la escuela que
echaba fuego. Entró a su casa dando patadas en el suelo, gritando y
vociferando.

Cuando su padre le preguntó que pasaba, este, muy irritado, le

dice: «¡Papá, tengo mucha rabia! Raúl no debió hacerme lo que me
hizo. ¡Por mí, que se muera! ¡Le deseo todo el mal del mundo!» Y
conste, que el Raúl del que estaba hablando, hasta poco antes había
sido su mejor amigo.

El padre, hombre sencillo y

sabio, escuchaba con calma a su
hijo, quien continuaba lanzando
improperios. “¡Imagínate que el
burro de Raúl me humilló delante
de todo el mundo! ¡Eso no se lo
acepto! ¡Ojalá se ponga enfermo y




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no pueda ir más nunca a la

escuela!”.

Así las cosas, el padre se fue al

patio, cogió un saco de carbón y le
dijo a su hijo: «Ves esa camisa
blanca que está en el tendedero?
Imagina que esa camisa es Raúl, y
que cada uno de estos pedazos de
carbón son esas cosas malas que
le deseas a tu amigo. Tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el
último pedazo. Yo vuelvo luego».

Pedrito lo tomó como un juego y comenzó a lanzar carbones, pero
como la tendedera estaba lejos, pocos acertaron la camisa. Una hora
después, el padre regresó: «Qué tal te sientes?» «Cansado pero
contento. Logré que algunos pedazos dieran en el blanco».

El padre tomó al hijo de la mano y le dice: «Vamos a mi cuarto,

quiero enseñarte algo». Ahí lo pone frente a un espejo
de cuerpo entero. Pedrito se llevó
tremendo susto. Estaba
totalmente negro. Solamente se
le veían los dientes y los ojos.
Como al tirar empezó a
sudar, sin darse cuenta se
había estado pasando la
mano por la frente, por la
cara, y por su ropa, etc.









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«Hijo mío, la camisa en el

tendedero apenas quedó un
poco sucia, pero ni remotamente
comparable a lo sucio que tú
quedaste. Así es el mal que
deseamos a otros, se nos
devuelve y se nos multiplica en
nosotros mismos.

«Por más que queremos o

podamos perturbar la vida de
alguien con nuestros malos
deseos, la suciedad siempre
queda en nosotros mismos».

Hasta aquí el cuento. Peto

cuantas veces “lanzamos”
insultos (internos o externos,
críticas, juicios, malos juicios…
todo es de la misma espécie) contra otras personas, sin saber que
esos mismos improperios, ataques, nos dañan mucho más a nosotros
mismos! Dice la Sagrada Escritura que la ira lleva a la injusticia: «El
hombre violento provoca querellas, el hombre airado multiplica los
delitos» (Prov 29, 22). Más aún, la ira mina la salud: «Envidia y
malhumor los días acortan, las preocupaciones traen la vejez antes de
tiempo» (Eclo 30, 24).

La ira, que tanta veces nos tienta, por justi cada y “razonada” que
nos pueda parecer, lo único que hace es hacernos impermeables a la
Misericordia de Dios. El perdón, como nos enseña el Señor, es el único
camino. Recuérdalo la próxima que te sientas con todo el derecho a
“machacar” a alguien.

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