You are on page 1of 42

APUNTES HISTORICOS DEL DESARROLLO DE LA

RADIO EN EL URUGUAY, EN EL MARCO DEL


CENTENARIO DEL PROCESO FUNDACIONAL DE LA
RADIODIFUSIÓN NACIONAL. 1922-2022.
(Por Horacio Nigro Geolkiewsky, CX3BZ)

1. Los inicios en el Río de la Plata.


La radio en el Uruguay consistió, al principio, en
experiencias realizada en el laboratorio, con aparatos
traídos de Europa.

Fue precisamente el Dr. Claudio Williman, (Montevideo,


1863-1934), destacado abogado recibido en 1886, quien
había comenzado su carrera docente muy joven primero en
la “Sociedad Universitaria”, durante el período de
estudios libres, y luego en 1885 en la Cátedra de Física de
la Universidad, al acceder al rectorado el Dr. Alfredo

Vásquez Acevedo quien con


vocación por las ciencias físico
naturales, de orientación
darwinista, evolucionista y
naturalista, En una etapa de
profunda transformación
universitaria, contribuyó a la
reestructura del programa de la
materia acrecentando los trabajos
prácticos de gabinete, logrando
también la ampliación y adecuada
instrumentación del laboratorio de
Física.

Gabinete de Física en una institución educativa de


Montevideo: el Instituto Alfredo Vásquez Acevedo.

Desde esta cátedra realizó los primeros experimentos en nuestro país en el uso de
fonógrafo de Edison, que había adquirido para el Gabinete de la Cátedra (1890);
pruebas con Rayos X (1896), descubiertos el año anterior por Roentgen; y de
telégrafo sin hilos con un pequeño aparato Marconi (1899). (1)

Hacia el primer decenio del siglo XX, existía ya un núcleo de radio


experimentadores, ya escuchaban con primitivos aparatos, construidos por ellos
mismos, la señales de telegrafía que emitían los trasmisores a chispa de buques y las
estaciones costeras instaladas de Punta Yeguas, Punta del Este y más tarde Cerrito.
Eso sí, no exentas de mutuas interferencias.
En la vecina orilla, otro uruguayo nacido en
Montevideo, Tebaldo Jorge Ricaldoni,
realizaba pioneras experiencias como ingeniero
e inventor a la par del mismísimo Marconi.

Trabajó brevemente en la construcción de la


línea del Ferrocarril Pacífico, y fue durante 30
años docente del Colegio Nacional de Buenos
Aires. Fue el primer Doctor en Ingeniería del
país, y también obtuvo doctorados en Física y
Matemática.

En 1899 instaló en Buenos Aires una pequeña


estación experimental basándose en las
experiencias de Branly, Popov, Hertz y
Marconi. Aunque era muy rudimentaria, la
estación consiguió comunicarse con el vaporcito
“Vigilante” a 50
kilómetros.

El número del 29 de abril


de 1899 de la revista
“Caras y Caretas”
expresaba que “los
resultados obtenidos no
dejaron nada que desear
comprobándose que
indudablemente, el
ingeniero (Ricaldoni) ha logrado la solución de
varios problemas que aún tienen en estudio al
inventor Marconi”

En sus ensayos al referirse a este invento señalaba que “mi radioconductor es fabricado
con limaduras de bismuto, fundándome en que tiene un punto de fusión muy bajo y
que tiene un aspecto cristalino que facilita la producción de contactos imperfectos”.

Más adelante comentaba que “en los


ensayos practicados por mí en Buenos
Aires, he hecho uso de un tubo receptor de
ebonita con limaduras de bismuto. Las
varillas del tubo eran de plata y penetraban
en el tubo, a tornillo, de manera que se
podía acercar o alejar los extremos de las
varillas, lo cual permite regular su
sensibilidad. El vibrador usado que ha sido
patentado en las Repúblicas Americanas,
consta de una serie de esferas de plata,
cuya distancia puede variar a voluntad”.
Su antena tenía 9 metros de altura y la distancia a la que ha recibido señales es de
7.000 metros una vez que “mediante un aparato especial” pudo salvar el problema de
la mala conductividad del agua dulce del río, ya que en principio sólo lograban una
transmisión de 1000 metros de distancia.

En una entrevista, su nieto Jorge Ricaldoni cuenta que “Guglielmo Marconi, en 1906
vivió una año en la casa de mi abuelo en 5 y 59 porque Tebaldo había inventado un
nuevo sistema para el transmisor inalámbrico de radio, suplantando al desventajoso
sistema de calderas y filamentos de oro, por un modelo de filamentos de tungsteno
que resultó un cuatro mil por ciento más económico y de mucha mayor fidelidad.
Marconi, para comprarle la patente, le ofreció el 30 por ciento del paquete accionario
de su ya multimillonaria empresa, pero como Tebaldo quería seguir con lo suyo acá
en La Plata, finalmente le regaló su invento”. Marconi ganó el Premio Nobel de
Física en 1909.

Otro de sus inventos aplicados a sus experiencias de telegrafía sin


hilos fue el “Interruptor Ricaldoni” (1899). Mientras que el
Interruptor Wehnelt requería de 6 a 10 amperes para su
funcionamiento y solo podía aplicarse a grandes bobinas, el
interruptor desarrollado por Ricaldoni funcionaba con menos de 2
amperes y era más constante y económico. Constaba de una varilla
de vidrio con agua acidulada, y en una de las paredes se la
recubría con una lámina de plomo en el polo negativo y en el
positivo una de plomo introducida en una probeta que tenía un
agujero pequeño en la pared. La probeta podía alejarse o
acercarse a la pared de la vasija y por consiguiente regular el funcionamiento
según la necesidad, sin tener que utilizar un condensador.

Ricaldoni, desarrolló una enorme cantidad de inventos más, además de docente y autor.
Un submarino, un ornitóptero, un reductor de voltaje, etc. Murió pobre el 22 de
setiembre de 1923, en la ciudad de La Plata.

Fuentes consultadas:

(1). https://historiasuniversitarias.edu.uy/wp-content/uploads/2016/09/Williman_Claudio-1.pdf

(2). http://la5tapata.net/tebaldo-ricaldoni-el-inventor-olvidado/
2. Las primeras estaciones radiotelegráficas en el Uruguay.
Las primeras instalaciones radiotelegráfícas que se
instalaron en el Uruguay fueron las pertenecientes a
compañías particulares. La primera, se abrió al servicio
público en Punta Yeguas, próxima al Cerro de
Montevideo, sobre la costa del Río de la Plata y
perteneció a la Compañía Telefunken, de Berlín. Era
una estación de 1 kW de potencia oscilatoria en la
antena y empleaba los dispositivos antiguos del sistema
Telefunken de chispas amortiguadas. Esta estación fue
puesta al servicio público en 1905. Su distintivo de
llamada era MV.

La otra estación
particular era la de
Punta del Este, señal
de llamada MMO,
que se libró al
servicio público en el
año 1909 y pertenecía
a la Compañía
Marconi del Río de
la Plata; el poder de
esta estación en
principio era de 1 kW de potencia oscilatoria en la antena Monolito instalado donde
se ubicó la oficina de la
y también “a chispas”. Más tarde, el poder de la estación
estación de Marconi, en el
fue aumentado a 2,60 kW de potencia oscilatoria en la predio del edificio
antena, montándose un interruptor de disco giratorio. Marconi, Rambla
Williman, Parada 10 y
Los permisos de funcionamiento de estas estaciones eran calle Talca, por Antonio
precarios; habiéndose establecido claramente al concederlos Tormo, CX8CC (SK), y su
museo, en Punta del Este.
que, en el momento en que el Gobierno del Uruguay lo
A metros del lugar, se
juzgara conveniente, cesarían de funcionar y levantarían halla una plazoleta con un
todos los aparatos e instalaciones—como sucedió—sin busto del sabio italiano.
derecho a indemnización de especie alguna.

El Uruguay se adhirió a la primera conferencia


radiotelegráfica, que tuvo lugar en Berlín, en noviembre de
1906, habiéndose hecho representar allí por un delegado. En
enero de 1908 el Gobierno del Uruguay comisionó a su
delegado ante la conferencia telegráfica de Lisboa, Ing.
Bernardo Kayel, para que estudiara en Europa los sistemas
radiotelegráficos en uso, y formulara un proyecto de
instalaciones en el Uruguay, de acuerdo con las necesidades y
conveniencias del país.
Kayel presentó
en diciembre
de 1908 un
proyecto y
conclusiones al
respecto y en
junio de 1910,
el gobierno
uruguayo
resolvió
aceptar el plan
de dicho
ingeniero y en
consecuencia
hacer las
adquisiciones
de aparatos a
la Compañía Alcance de la red radiotelegráfica de la
Telefunken de República Oriental del Uruguay en 1915.
Berlín. Esas
estaciones eran las siguientes con los respectivos
alcances garantizados: Una de 800 km, dos de 500
km; una de 400 km, dos de 100 km, cinco de 200 km
(portátiles), cuatro de 60 km (portátiles) y dos de
100 km (para faros).

Se resolvió además que el Ing. B. Kayel se trasladara a


Europa con el objeto de vigilar en fábrica la
construcción de los aparatos contratados. En agosto
de 1910 quedaron instaladas y probadas las
instalaciones más importantes. En diciembre de
1910 se compraron a la Telefunken más estaciones:
tres de 200 km (portátiles), una de 400 km para buque, y otra de 100 km para
el mismo objeto. En septiembre de 1911 se organizó la Inspección General de
Telegrafía sin Hilos.

LA ESTACIÓN COSTERA DEL


CERRITO.

A mediados del año 1910, se comenzó a


instalar en el Cerrito la estación
Telefunken con sistema de chispa (onda
amortiguada), de 2,5 KW de potencia en
la antena.

En marzo de 1912, comenzó a hacer Medalla conmemorativa de la inauguración


de la Estación Cerrito, enero de 1912.
servicio como estación costera, (Colección CX3BZ)
sustituyendo a las dos estaciones
particulares, las cuales mediante
un permiso precario del
gobierno, mantenían hasta ese
momento, el tráfico
radiotelegráfico con los
vapores.

Cerrito sustituyó con ventaja


a aquellas dos. El alternador
de 500 ciclos le daba un sonido
musical apropiado a las
señales, percibidas a mayor
distancia y con mayor
facilidad.

Esa estación estaba construida de acuerdo a los adelantos de la ciencia


radioeléctrica de su época. Su mantenimiento era sumamente económico. Pero al
lado de estas ventajas, la vieja estación Telefunken del Cerrito tenía algunas
desventajas y sus trasmisiones en las primeras décadas perjudicaban enormemente a
la radio en nuestro país. Producía grandes interferencias dentro de una extensa
gama de longitudes de onda a otras estaciones que estuvieran comunicando en su
radio de acción, incluso difusoras nacionales y extranjeras que más tarde se
fundaron.

El servicio que mantenía esta estación no era solo con vapores, sino que
comunicaba diariamente con la estación de Port Stanley (Islas Falkland o
Malvinas), a dos mil kilómetros al sur de Montevideo. Para Port Stanley,
Cerrito era muy importante, pues era el único medio de comunicación que
tenía esa lejana posesión británica, particularmente de uso intenso en la época
de ballenas en los mares del Sur.

Fuentes consultadas:

 La Galena del Sur: https://lagalenadelsur.com/2012/01/31/1912-2012-100-anos-de-la-estacion-


costera-cerrito-radio/
 Revista “Uruguay Radiotelefonía”, Año 1, Nº1, mayo de 1930.

3. Las primeras experiencias de los radioaficionados en el


Uruguay.
En un ambiente de tráfico
de buques y estaciones
costeras, surge la labor de
los radioaficionados. La
actividad de radio estaba
reducida en Montevideo a
unos pocos de ellos.

Entre los veteranos


radiotelegrafistas
aficionados encontramos al
Sr. Enzo Mario Dall’Orto
quien se inició en 1913.
Dall’Orto era
radiotelegrafista en los
vapores “Río de la Plata”
y “Río Uruguay”.
Efectuaba comunicaciones en tierra, pero como encontrar aficionados en aquel
entonces “era lo mismo que hallar oro hoy día”, no pudo
conseguir que la radiotelegrafía de aficionados alcanzara
un mediocre desarrollo.

Enzo Dall’Orto, pionero radioaficionado y


radiotelegrafista, fue el primero en comunicar con
Buenos Aires.

Más tarde, aparecieron los siguientes, quienes efectuaban


comunicaciones
telegráficas más o
menos completas, pues no todos habían
adquirido un buen conocimiento en la
recepción y trasmisión. Estos eran Félix
Leborgne, Rafael Ferrara, Fernández
Goyechea, Errecart, Omar Riet Silveira,
Marques, entre otros, quienes efectuaban sus
comunicaciones con estaciones a chispa.
Algunos de los receptores empleados empleaban los antiguos cohesores. Dos de las
estaciones más completas eran las de los Sres. Leborgne y Marques,
respectivamente, ambas instaladas en Pocitos.

Otro de los primeros experimentadores, luego


personaje clave en los tiempos iniciales de la
radio en el Uruguay, fue Pascual
Buencristiano, (de destacada actuación junto a
su hermano Romeo, constructor de los primeros
equipos de recepción a los que bautizó con la
marca “Romval” y que se instalarían en la
Oficina de Claves de Presidencia de la
República).

Según narraba en un informe de 1924, desde


Montevideo y como corresponsal para la
“Revista Telegráfica” argentina:

“En mis primeros ensayos efectuados en los


meases de marzo, abril y mayo de 1917, en
recepción a larga distancia y utilizando el
receptor a cristal Telefunken, pude notar con
bastante sorpresa que entre las horas 1,30 y 3.30 se oían estaciones
norteamericanas del Pacífico con absoluta claridad. Las primeras anotadas
fueron San Francisco de California, Pearl Harbour y Koko Head en 4000 y 4800
metros.

Siguiendo las experiencias un mes más tarde, oigo perfectamente a Funabashi


(Japón) 22.000 kilómetros, en 7000 metros de onda de chispa musical. A medida
que pasaban los días del mes de mayo, todas estas señales iban disminuyendo en
volumen, hasta desaparecer completamente.

En los primeros días de junio, ya no se oían y en cambio aparecían otras más


débiles que por momentos eran imperceptibles. Día a día iban aumentando en
intensidad hasta tomar varios despachos e identificar a las estaciones mejicanas y
algunas americanas del Atlántico en ondas de 4000 y 5500 metros, chispa
musical.

En julio estas señales disminuyeron bastante y en agosto ya no se oían, y como


era imposible percibir otras señales suspendí hasta el próximo siguiente año las
experiencias.

En 1918, comencé en febrero probando en todas las longitudes de onda hasta


7000 metros. En 600 y 3000 metros, se oían con toda claridad las estaciones
chilenas y algunas peruanas. En marzo, ya casi no se oían, volviendo a aparecer
las estaciones del norte del Pacífico y la de Japón, coincidiendo exactamente con
el año anterior. En junio, volviéronse a oír las mejicanas y americanas del
Atlántico.
Más tarde con ayuda de la válvula y con el conocido circuito Autodyne del célebre
profesor De Forest, comienzo una nueva serie de experiencias”.

Fuentes consultadas: Archivo Horacio Nigro Geolkiewsky, CX3BZ/La Galena del Sur.com

4. Las publicaciones especializadas.

Los conocimientos técnicos, la divulgación del arte y técnica de la


radiocomunicación se hacían a través de publicaciones mayormente
extranjeras. Libros de editoriales españolas y francesas, llegaban al Río de la
Plata. Y revistas, norteamericanas, editadas por la ARRL, como QST. Y las
editadas por el gran divulgador de la radio, invenciones afines, tecnología y hasta
ciencia ficción: Hugo Gernsback, eran en inglés, pero anticipaban el gran progreso
del nuevo medio.

Y más cerca, en Argentina, en especial las editadas por Orestes Arbó y su famosa
“Revista Telegráfica”. Puede afirmarse que parte de la historia de la radio
uruguaya se publicó en sus columnas, a través de los reportes regulares de los
corresponsales en Montevideo y el interior.

En este particular, Revista Telegráfica, desde su iniciación en 1912 había publicado


en 1913: “Propagación de las ondas electromagnéticas, por el comandante P. L.
Padilla, así como el reglamento del servicio radiotelegráfico, la lista de
abreviaciones para este modo de comunicación. Ya en 1915 se dan noticias varias
sobre radiotelegrafía y radiotelefonía.

Otras revistas más orientadas al público en general como “Caras y Caretas”,


brindaban también noticias dispersas sobre los logros de Marconi. Y más adelante
en el tiempo incluirán columnas específicas sobre construcción de aparatos de radio.
A contar del año 1922, el material sobre radiocomunicaciones publicado por
Revista Telegráfica era ya muy copioso y variado. “Fue esta la primera
publicación en la región que ha guiado a los aficionados en la construcción de
sus aparatos y la que más ha bregado por la difusión de la radiotelefonía en el
país”. Otras publicaciones fueron “Radio Revista”, del pionero Ignacio M. Gómez.

Puede afirmarse que la radioafición en el Río de la Plata tuvo un impulso de


inspiración y entusiasmo comenzó en Bernal, partido de Quilmes, en la provincia
de Buenos Aires, cuando
curiosos jovencitos de la
zona, escudriñaban a los
ingenieros ingleses
remontando cometas como
antenas, y que habían venido
a montar la primera estación
marconiana.

Tarjeta editada como recuerdo otorgada


a la prensa argentina, presente en el
acto de la primera demostración del
telégrafo sin hilos de Marconi., Grand
Hotel, 15 de octubre de 1908.
Marconi, visitó la Argentina en 1910 y él mismo efectuó desde la localidad de
Bernal, en el Gran Buenos Aires, la primera recepción inalámbrica en el hermano
país, de señales producidas en Europa.

Durante el viaje a Buenos Aires, se dedicó a remontar antenas para lo que utilizó
cometas. Estos experimentos le costaron una insolación, pero la colectividad italiana
y las autoridades locales dieron al inventor un digno recibimiento.

Bernal. Provincia de Buenos Aires. La estación de radio de Marconi.

Dos años ante, en 1908, la "Compañía Marconi de Telegrafía Sin Hilos",


instalaba las torres en la quinta de
Jacobo de Tezanos Pinto, que más
tarde sería del ingeniero Fisbach, y
que hoy día es el predio de la Plaza
Suiza en esa ciudad.

En realidad se instaló la antena


desde la estructura de las campanas
invertidas flotantes que
acumulaban y distribuían el gas
para la población. Dicha altura
permitió tender el alambre de la antena en forma angular y permitir la transmisión
telegráfica. La imagen muestra el gasómetro.
Más recientemente, en los años
de 1950 se realizaron visitas con
el iniciado Radio Club Quilmes
ubicado en aquel entonces en el
terreno libre en la calle Belgrano,
detrás del Círculo de Obreros
Católico.

Allí radicaría Carlos Braggio,


un uruguayo que será famoso por
sus récords de distancia de
comunicación con las antípodas
La llegada de Marconi no pasó desapercibida y marcó
en 1923 y siguientes. Su joven
y nomenclatura del barrio y la ciudad de Bernal.
hijo Juan Carlos Braggio,
captaría desde Uruguay, las
primeras estaciones broadcasting de EE.UU. instalado en Punta del Este. De ellos,
nos referiremos más adelante.

Entre 1919 y 1920, según se desprende


de la documentación que obra en
poder de don Armando Ales, hijo del
profesor Manuel J. Ales, éste
construyó un receptor de señales
telegráficas en base a las
informaciones recibidas por un
caballero de apellido Steed (o Steel),
compuesto por un transformador de
radiofrecuencia de tipo “Jagger”, de
Marconi y un detector de silicón.
Cristal que le obsequió la profesora
Eulalia Irma Taloud de Chanel,
quien a su vez obtuvo de un tal señor
Noseda.

En 1921, entre noviembre y diciembre


el profesor Manuel Ales construye e
instala en el gabinete de física de la
Escuela Normal de Quilmes un
receptor para señales eléctricas
“Resonador de Oudin”, con una
única bobina con derivaciones. Hacia 1922, el 31 de enero, don Manuel Ales y el
Ing. Oreste Hércules Roverano (fabricante de acumuladores en Quilmes desde
1920), en la casa de este último, comienzan a construir un receptor según el
circuito suministrado por “Radio Corporation of América” (la RCA).
Simultáneamente Ales construye en su domicilio otro equipo similar con el
propósito de comprobar los resultados obtenidos con cada uno de los cambios y de
disponer de un receptor para uso particular. El 26 de abril, estos pioneros lograron
la recepción de una ópera transmitida por Radio Argentina desde el Teatro
Coliseo. El 24 de julio, el Club Social inaugura un receptor radial para uso de
sus asociados. El 2 de noviembre, Ales entusiasmado con los resultados continúa
con las investigaciones y logra con su equipo la recepción de Radio General
Electric de Montevideo.

Fuentes consultadas:

 Archivo Horacio Nigro Geolkiewsky, CX3BZ/La Galena del Sur.com


 “Precursores de la Radiofonía en Quilmes”, El Quilmero, 22 agosto 2013 en caché de
Google

5. El escenario socioeconómico del Uruguay en el período.


Los primeros veinte años del Siglo XX.
Para ubicarnos en la escena en la que se enmarca el desarrollo de la Radio en el
Uruguay, acudimos al recordado escritor Dr. Carlos Maggi, que en una conferencia
que diera hace algunos años, repasa los sucesos económicos de aquél Uruguay
“dorado”, el de los primeros veinte años que se proyectarán incluso hacia el
emblemático año de 1930, el del Estadio Centenario, el del Primer Campeonato
Mundial de fútbol, tan arraigado en el inconsciente del uruguayo.

Estos antecedentes explicarán el fenómeno que impulsa el desarrollo del nuevo medio.

Al contrario de lo que podría pensarse, el Dr. Maggi destaca, para su propia sorpresa,
que no fue precisamente una época feliz, llena de bonanza, sino que la situación
económica y financiera del Uruguay fue muy comprometida, muy difícil, azarosa y
negativa.

En 1913, víspera de la Guerra del 14, el Banco República se fundió a tal grado que lo
tuvieron que salvar del pozo los bancos privados. La moneda era convertible en oro.
La institución se abocó a la guerra que se venía. La gente pensaba “viene la guerra” y
sacaron el oro del tesoro nacional. En 1914, la “corrida” se multiplicó por cuatro –
continúa ilustrando el Dr. Maggi- Hubo cesación de pagos. Pararon la conversión
monetaria porque el Banco República había quedado sin oro.

Después de la Guerra del 14, hacia el año 20, a diferencia del 13 y el 14, Europa
estaba quebrada. Así que los años 20 estuvieron acosados por graves problemas.

Sin embargo, afloró un espíritu muy especial. Se define como el "Animal Spirits",
definición keynesiana, según cita, y que explica cómo cambia el ánimo del pueblo, en
este caso el pueblo uruguayo. Y las consecuencias de ello son: el surgimiento de un
grupo de uruguayos identificado como “Los Atenienses”, que era el gentilicio de los
integrantes de la Troupe Ateniense, y que a la postre fundaran Radio El Espectador
(Emilio Elena, el "Loro" Collazo, los Fontaina), sobre la base de la Radio General
Electric.
Desde el punto de vista urbano, Montevideo,
romperá la Ciudadela, la muralla colonial que
lo abroquelaba y lo contenía en un pasado
colonial, derriba las casas del Bajo, mueven el
Templo Inglés y lo instalan sobre esos
escombros. Se gana tierra al mar y se
construye la Rambla, con esos muros de
granito pulido.

Ese impulso es definido por Keynes, el mayor


economista del Siglo XX como “Animal
Spirits”, y que permite explica la
contradicción de un Banco República dos
veces fundido. O sea que, para que una
sociedad sea rica, se desarrolle y crezca –
dice Maggi- el elemento más importante es
el ánimo de la gente.

Así eran, por ejemplo, aquellos “Atenienses”


montevideanos, una barra de muchachos tan
alegres y que vivían con tanta fuerza y capacidad de enfrentar el riesgo.

No hay que olvidar que de la inspiración de la «grey» Ateniense, que fue la base de
Carve, surgieron nada menos que «La Comparsita» pues Gerardo Matos Rodríguez,
su autor, también actuó en la famosa Troupe, y junto con Soliño, compuso
«Mocosita»; «Pato» y «Mama yo quiero un novio», títulos de Ramón Collazo; y
«Garufa» y «Niño bien», con partitura de Juan Antonio Collazo y letras de Soliño y
Roberto Fontaina.
Pintín Castellanos, autor de «La
Puñalada», clásica milonga uruguaya,
en la Radio «El Día», circa 1923..
Detrás del micrófono, el «Loro
Collazo», integrante de la «Troupe
Ateniense». De fondo el retrato de
José Batlle y Ordóñez, ex- Presidente
uruguayo y fundador del Diario «El
Día». (Foto, colección familia
Castellanos, CdF, IMM).

De 1830 a 1904, fueron 104 años


de levantamientos armados. Nadie
vivía tranquilo. Al que tenía hijos
vivía bajo el miedo y la amenaza permanente. Se los venían a buscar para llevarlos a la
guerra. Con Batlle y Ordóñez, los Blancos acuerdan una Constitución nueva, se
ponen de acuerdo para sacar el país hacia un Uruguay moderno. Hacen de un país
sumido en la barbarie, uno civilizado. Con ese menor riesgo, florece el comercio y
la industria.
Montevideo, se abre, así, desde una Ciudad Vieja, a una Ciudad Nueva: no en vano
en los límites de estas dos ciudades se erige el Palacio Legislativo, Palacio Salvo, se
instala la Oficina de Claves de Presidencia, en Casa de Gobierno (Palacio Estévez),
la Compañía “General Electric” se instala con sus oficinas en la esquina de las calles
Uruguay y Ciudadela e intenta hacer funcionar desde allí un trasmisor, el viejo Teatro
Urquiza será el lugar de los primeros ensayos en trasmitir óperas en la calle Andes
y Mercedes, (que luego será sede del SODRE y su Estudio Auditorio), la Casa
Paradizábal, en la misma Andes y 18 y luego Andes y San José, y el Hotel Florida
hoy desaparecido, en Florida y Andes. En su azotea se instalarán el trasmisor y las
antenas de la primera radioemisora establecida. Es pues, una zona emblemática.

Por cierto, el Uruguay moderno acompaña los progresos de la Revolución


Industrial y la electrificación del hogar. La “Ley de 8 horas” de Batlle y Ordóñez,
crea un tiempo de ocio en el habitante: un tiempo para crear y disfrutar, por
ejemplo, de un hobby (como lo es la radioafición, o sentarse a escuchar la radio) y
habrá de formar una audiencia cautiva cuando la radio comience a gestar los
primeros programas.
Así que, el Uruguay moderno, fue marcado por esos veinte años, jaqueado por
contrariedades, pero pautado por el estado de ánimo, con un deseo de progresar
culturalmente. La Radio sería el vehículo novedoso y oportuno.

Con esta ubicación de un Uruguay en las primeras décadas del Siglo XX, en próximas
entregas, haremos foco en algunos personajes referentes, que como radioaficionados se
destacaron en el advenimiento del novel medio, la Radiotelefonía.

Comienzan a tallar algunos personajes referentes, que como radioaficionados se


destacaron en el advenimiento del novel medio, la Radiotelefonía.

Los escasos radioaficionados en tiempos de la Primera Guerra Mundial poco tiempo


tuvieron para disfrutar de la nueva maravilla que se llamaba “telegrafía sin hilos", pues
esa conflagración bélica cerró la primera etapa del desarrollo de la afición por la
radio.

Cuando terminó la Guerra, los gobiernos entendieron que los radioaficionados


estaban de más y sólo autorizaron la trasmisión de estaciones oficiales, comerciales
o culturales.

Fuentes consultadas:

 “José Batlle y Ordoñez, legado, vida y obra”. Conferencia del Dr. Carlos Maggi en la Casa del
Partido Colorado. El 25/07/2012. En particular, los primeros veinte minutos, aproximadamente,
de su alocución. https://youtu.be/dQLNErIJ0z0. Carlos Maggi (1922-2015), dramaturgo,
periodista, ensayista, abogado, apasionado de la historia, empresario de la construcción, docente,
autor de letras de canciones, guionista, director de cine y hombre de radio.
 Keynes: Espíritus animales, https://es.wikipedia.org/wiki/Esp%C3%ADritus_animales
Para escuchar radio se tenía que sacar permiso especial. Así lo confirma esta notificación de la autoridad
oficial al aficionado Emilio Elena.
A los aficionados se les permitió hacer recepción, y para tener un receptor se les
otorgaba una licencia: La licencia N° 1 correspondió a la Presidencia de la
República. La N° 3 Al Sr. José Brunet. La N° 7 al Sr. Emilio Elena. La licencia decía
que en caso de cambiar de dueño o de ubicación, debía comunicarlo a la Inspección
General.

El hundimiento del Titanic y su importancia en el ámbito de la radiocomunicación


telegráfica internacional. Los continuos avances de la técnica de
radiocomunicación abren una era de rápido perfeccionamiento y popularización
del nuevo y eficaz medio de información. En EE.UU se hace más ardorosa la lucha
de intereses económicos.

El hundimiento del Titanic, en 1912


despierta la necesidad de hacer
obligatoria la instalación de equipos
de radiotelegrafía. La gran mayoría
de los buques sólo tenía un
operador de radio, que estaba
obligado a atender el puesto de
radio sólo en un turno de 10 horas
cada día. Los esfuerzos para regular
la telegrafía inalámbrica en el mar,
señalaron un desafío para los
gobiernos y las empresas, sobre todo
Cuarto de radio del «Titanic». El indicativo del Titanic era
de la propia empresa de Marconi.
«MGY». Es también interesante de destacar la Pero después de una serie de
interpretación que se hace de la señal de desastre ‘CQD’ accidentes marítimos en el siglo 20,
a partir de la palabra ‘secu’ (CQ) abreviación de la necesidad de estandarizar los
«securite», significando mensaje telegráfico importante. procedimientos y sistemas de
socorro marítimo por
radiocomunicaciones se convirtió
cada vez más evidente.

El hundimiento del «Titanic» aceleró un proceso que continúa hasta hoy en día en
cuanto a mejorar la tecnología de las comunicaciones en el mar».

La consecuencia de esta tragedia relativa a la Radio, fue que el 5 de julio de 1912 la


Convención Radiotelegráfica Mundial, reunida en Londres, adoptó la señal SOS
como llamado de socorro, requiriendo que los buques estuvieran provistos de personal
operador de radio en forma permanente.

Al terminar la guerra del 14, en 1918, se


afirma y populariza el prestigio de la telegrafía
sin hilos. Alexanderson en EE.UU. desarrolló
su alternador de alta frecuencia, que
Alternador Alexanderson. Este aparato, inventado
por el ingeniero sueco-estadounidense Ernst
Alexanderson (1878-1975), hizo posible las
transmisiones de radio de voz. (Fotografía cortesía de
Radio Corporation of America).
desplazó a los trasmisores a chispa con grandes ventajas y permitió el ensayo de la
radiotelefonía.

El camino se allanó con Fleming, en Inglaterra, con la invención de la válvula


rectificadora y detectora, aprovechando el “Efecto Edison” que éste descubriera. Y con
De Forest, en una revolucionaria concepción, genial, agregó a aquella, la grilla de
control, entregando así al mundo la maravilla del
audión, conocido hoy como válvula o tubo de radio.

Coolidge, buscando el perfeccionamiento del tubo de


Rayos X, mejoró con el trabajo de Langmuir, Hull y
Dushman, las técnicas del alto vacío. Así, las
válvulas, eliminada la inestabilidad de su
funcionamiento, sin límite casi, en su aplicación y
tamaño, ofrecieron un seguro y rápido camino.

Armstrong, creando nuevos circuitos, y De Forest


agregando un nuevo lauro a su carrera de abanderado,
lograba sin resultado dudoso, primero en Paris, y Transmisor de radiofono tipo arco
luego en EE.UU, radio difundir ya en 1910, en vivo, cantante De Forest, 1907.
la voz inmortal del gran Caruso.

Después, la guerra de 1914, la incautación de todos los trasmisores, y las


necesidades de la contienda, detuvieron todo progreso.

De Forest volvió con su broadcasting


experimental, en 1916. Terminada la guerra, el
Presidente Wilson, percatado de la importancia
de las radiocomunicaciones y preocupado por el
monopolio mundial de los ingleses, logrado por
el empuje de Marconi, encarga a un director de la
General Electric, la
formación de una
entidad privada,
nacional, que eliminara la hegemonía de Inglaterra en este
terreno. Owen D. Young, se mueve rápido y hábilmente.

Forma la Radio Corporation of America, compra la Marconi Americana y deja a


Westinghouse, la gran competidora, huérfana de toda posibilidad de participar en las
comunicaciones mundiales. Westinghouse no se
amilana y busca otro escenario para la acción.
Aprovecha las experiencias exitosas del aficionado
Frank Conrad, ingeniero de su organización y le
encarga la construcción urgente de un trasmisor de
100 vatios de potencia, que se instalará en el techo de
uno de los edificios de la fábrica, debajo de un toldo
que actuaba como aislación acústica. La licencia de
operación es otorgada el 27 de octubre de 1920 y el 2
de noviembre de ese mismo año, inaugura su
servicio regular, trasmitiendo el resultado de las elecciones nacionales. KDKA, de
Pittsburgh, no fue la primera emisora.

Hubo otros ensayos antes en EE.UU.; y menos, podemos desconocer el hito de los
Locos de la Azotea, en Buenos Aires, Argentina, pero se hizo mundialmente famosa
por la publicidad que la impulsó en el nuevo mercado de la radiodifusión. Mientras
Europa despierta de la guerra, los EE.UU. inician una era de perfeccionamiento y
popularización del nuevo y eficaz medio de información. Y la guerra de patentes se
hace encarnizada. La radiodifusión, llegará pronto al Río de la Plata.

Los gobernantes consideraban peligroso el uso del maravilloso medio, que era su
monopolio. Severas reglamentaciones oficiales prohibían esa "recepción clandestina
de noticias", con grandes polémicas y escándalos de órganos periodísticos de opiniones
diversas. Una vez terminada la guerra, los aficionados vuelven al aire, ya munidos
de mejores circuitos de recepción y comenzaran a utilizar la válvula electrónica, el
audión. Primero como detectora, sustituyendo al cristal o galena y como componente
de nuevos circuitos para la recepción: el regenerativo, la radiofrecuencia
sintonizada, más tarde el heterodino, y finalmente el superheterodino.

_________________________________________________________________

Fuentes consultadas y citadas:

 “Como nació la Radiotelefonía en el Uruguay”. Emilio Elena, charla ofrecida en el Rotary


Club, s/f. Transcripto en boletín de ANDEBU, Montevideo, Uruguay (Archivo Horacio
Nigro Geolkiewsky, CX3BZ/La Galena del Sur.com)
 1912-2012. A 100 años de la tragedia del «Titanic». La Galena del Sur.
(https://lagalenadelsur.com/2012/04/10/1912-a-100-anos-de-la-tragedia-del-titanic/)
 100 años de «La primera broadcasting argentina». Los «Héroes del Coliseo».
https://lagalenadelsur.com/2020/08/27/100-anos-de-la-primera-broadcasting-argentina-los-
heroes-del-coliseo/
7. Nace la radiodifusión en el Río de la Plata: Los “Locos de
la Azotea” lanzan la primera broadcasting en Buenos Aires,
Argentina.
En el año 1919, cuatro jóvenes, estudiantes de
Medicina, Enrique Susini, Miguel Mujica, Luis
Romero y César Guerrico se asocian para estudiar en
común, con fines profesionales, las corrientes de alta
frecuencia, Rayos X y demás aplicaciones eléctricas. Y
por curiosidad construyen un transmisor
radiotelefónico.

Poco después Susini es médico y parte para Europa.


Promete comprar allá, los aparatos que encuentre. De
regresó trae las últimas novedades y mucha experiencia
y el transmisor se perfecciona. Transforma el antiguo
sitio de un circo en teatro musical, ubicado en Charcas al 1125;
hoy en día, Av.Marcelo T. de Alvear, Retiro, Buenos Aires.

Un buen día se le ocurre a Romero:


¿porque no ensayar la transmisión de
una ópera completa? Los demás
aprueban. Un cable de antena es colgado
de la torre del techo del teatro, a la
cúpula, con una longitud de 30 metros. El
24 de agosto de 1920 se inicia la
instalación y 3 días después, el 27,
«Parsifal» recorre el espacio en ondas
hertzianas. Fue un éxito insospechado. Los
pocos receptores instalados entonces en
Buenos Aires proporcionaron a sus
poseedores la más íntima satisfacción. El
programa comenzó a las 20 y 30 horas,
con un anuncio de apertura por el Dr.
Susini. El programa de ópera de tres horas
comenzó a las 21 horas. Lo pudieron escuchar en veinte
receptores en Buenos Aires, de varias reconocidas
personalidades y también un barco en la Bahía de Santos,
Brasil. Por primera vez, en el mundo, se transmitía por
radiotelefonía, una ópera completa. Susini, Mujica, Romero
y Guerrico, con la colaboración de Luis Romero Carranza, y
otro radiómano, Ignacio Gómez, conquistaban para su patria la interesante primicia,
aventajando a los profesionales que en Europa y Norteamérica se dedicaban por
completo a la radiotransmisión.
Esa noche llevan adelante E1 21 de octubre de 1921 se
la transmisión de la ópera reunieron en el salón de actos
de Verdi, Aida hasta el 15 de “La Prensa” más de setenta
de septiembre, Último aficionados, constituyendo la
día de emisiones de la asociación denominada “Radio
temporada de ópera en el Club Argentino”, Guerrico y
Teatro Coliseo. El 30 de Susini integraron su primera
agosto, el diario “La Comisión Directiva.
Nación” comentó
brillantemente sobre la
presentación musical. En 1920, la emisora se convierte en
Radio Argentina. Fue la única broadcasting argentina hasta
1922.

Se utilizaron
al principio
lámparas
francesas
con 440 volts en la placa que pronto
fueron cambiadas por Telefunken
RS5, obteniendo 5 watts en la
antena. Se empleó circuito
inductivo de tres bobinas y
modulación en la grilla. En 1921 se
modificó la instalación, usándose
entonces dos lámparas Telefunken,
una moduladora y otra osciladora,
con amplificación de baja
frecuencia en el circuito del
En 1970, fue emitido un sello postal de 20
micrófono, obteniendo mejores
centavos de peso, en honor a la primera
resultados.
trasmisión radial de radiodifusión, mostrando
En 1922 se cambia la antena, se en su diseño una viñeta estilizada de una
instalan dínamos de construcción bocina, primitivo alto parlante, de un equipo de
nacional y se obtienen 1040 volts en radio recepción de la época.
placa, con 2 amperios en la antena.
Pero no estaban satisfechos aún los
esforzados pioneros y con los sacrificios imaginables de tiempo y de dinero instalan el
equipo de 500 Watts, pero que provisoriamente trabaja a 250 hasta tanto terminaran la
construcción de la torre que permitió levantar la antena.

Los nuevos dínamos producían 3000 volts y el amperaje de placa era de 200
miliamperios. La longitud de onda era de 350 metros. La instalación de los
micrófonos requirió pacientes estudios y observaciones especiales en cada local.

Hacia 1923 transmitirán indistintamente las óperas que se representaron en los


teatros Colón, Cervantes y Coliseo, a cuyo efecto se tendieron líneas especiales que
los comunicaban con el transmisor. El triunfo de los cuatro animosos jóvenes significó
el despertar de la radiotelefonía en la República Argentina.
_________________________________________________________________

Fuentes consultadas y citadas:

 Cronología. Los Locos de la Azotea. 100 años de Radiofonía argentina.


https://lagalenadelsur.com/2020/09/02/cronologia-los-locos-de-la-azotea-100-anos-de-
radiofonia-argentina/
 100 años de «La primera broadcasting argentina». Los «Héroes del Coliseo».
https://lagalenadelsur.com/2020/08/27/100-anos-de-la-primera-broadcasting-argentina-los-
heroes-del-coliseo/
 «Los precursores de la radiotelefonía en el país». («Caras y Caretas», Argentina, 1933).
https://lagalenadelsur.com/2022/06/18/los-precursores-de-la-radiotelefonia-en-el-pais-
caras-y-caretas-argentina-1933/

8. Albores de la radiodifusión en el Uruguay: Los pioneros


uruguayos: Claudio Sapelli.
En un capítulo anterior, se explicó someramente por qué, a pesar de que el
Uruguay pasaba por una situación desfavorable desde el punto de vista de las
finanzas, el espíritu emprendedor y entusiasmo de inspirados personajes
gravitaron decididamente en que fuera posible la instalación de la radiodifusión en
el país.

CLAUDIO SAPELLI

Fue uno de los pioneros indiscutibles de la


radiotelefonía y la televisión en el Uruguay.

“A los dieciséis, en su refugio, que luego se conocería


como el “cuarto de la radio”, experimentaba con
alambres, cables y baterías, quién sabe qué. Alternaba,
subrepticiamente, como operador de telegrafía en la
vieja estación del Cerrito de la Victoria, con la
complicidad de su encargado y operador.

Aprende el código Morse y empieza a tener contacto


directo con el mundo más allá de su horizonte. Su
curiosidad e interés había alcanzado traspasar el límite
natural. Pronto la estación del Cerrito pasó a tener
clandestina competencia. Armó su propia estación
telegráfica. Con el punto y raya se comunicaba sin restricciones con el mundo
exterior, abriéndose a sí mismo una ventana cuyo alcance no acertaba a comprender
del todo, pero que le servía para obtener información y familiarizarse con los
fenómenos de la propagación.

El manipulador Morse que utilizaba con inusual


destreza, había sido comprado sin preguntar la
procedencia, a algún “non santo” marinero de
un buque mercante amarrado en el puerto de Manipulador de telegrafía que
Montevideo. perteneció a Claudio Sapelli.
(Cortesía: Familia Sapelli).
En 1921, la Compañía General Electric, importó un pequeño trasmisor
«Westinghouse», de 20 vatios y quien dirigió su instalación en el Teatro Urquiza fue
Don Claudio Sapelli.

De este episodio memorable, el Sr. Sapelli pasaría a uno más


trascendente todavía: en 1922 instalaría la primera
broadcasting de Uruguay, de un kilovatio de potencia, en los
altos del Palacio Florida Hotel, calle Mercedes esquina
Florida, que se llamó Radio Paradizábal.

Para ese entonces ya el Señor Sapelli había fundado su casa


comercial, pero no como comercio detallista sino dedicado
a la venta de receptores de radio al por mayor.

En su taller empezó construyendo receptores a galena y


siguió luego con los primitivos aparatos a lámpara.

Hay que consignar aquí, que las tres primeras lámparas que llegaron al Uruguay
fueron traídas por Don Claudio en 1919.
Audión perteneciente a
Claudio Sapelli (Foto Eran dos válvulas
cortesía: Familia fabricadas por
Sapelli). Marconi en
Inglaterra y una de
las únicas cien válvulas que De Forest
construyó en Estados Unidos y que el Sr.
Sapelli supo conservar como una reliquia.

En 1921, con el pequeño trasmisor


»Westinghouse» que instaló don Claudio se
efectuó la primera trasmisión teatral conocida
en el Uruguay, que consistió en la puesta en el
éter de una función de la compañía de operetas italiana «Bertini», que actuaba en
el Teatro Urquiza.

Ese mismo año trasmitió desde el


propileo del diario «El Plata», ala
derecha del Teatro Solís, las
noticias que por telégrafo llegaban
del 5º Campeonato Sudamericano
de Fútbol que se jugaba en Río de
Janeiro.

El día 1º de octubre de 1922, fecha histórica de la radiotelefonía uruguaya, don Claudio


Sapelli —improvisado locutor de fútbol—, trasmitió por micrófono el match Uruguay-Brasil,
que se disputó en el marco del V Campeonato Sudamericano de Fútbol. Fue el primer acto
de masas despertado por el nuevo medio.
Mientras por un megáfono se avisaba al público, congregado
frente al diario, de las alternativas de los partidos, Sapelli
comunicaba las novedades a las pocas decenas de
propietarios de radiorreceptores desperdigados por
Montevideo y adyacencias. Las trasmisiones llegaban hasta
Pando, y entonces eso resultaba maravilloso. Y lo más
curioso es que sólo hacía quince meses que el mundo
conocía la primera trasmisión de un acontecimiento
deportivo: el relato que por radio se hizo en Estados
Unidos de la memorable pelea entre Jack Dempsey y
Georges Carpentier, de julio de 1921.

Y aquellos entusiasmos de los veinte años, aquel espíritu “El cuartito de la


emprendedor que lo llevó a instalar el primer trasmisor y su Radio” en su versión
recordada estación particular R 6 y a trasmitir una función de 1921 cuando Don
de teatro y un partido de fútbol que lo llevaría a la primera Claudio ya operaba su
broadcasting con emisiones regulares del país. estación de
radiotelefonía y radio
telegrafía R6.

_________________________________________________________________

Fuentes consultadas y citadas:

 Casa Sapelli, «la casa de radio y TV más antigua del Uruguay». La Galena del Sur, blog de
Horacio Nigro Geolkiewsky, CX3BZ, Montevideo, Uruguay.
 Informe de la Comisión del Cincuentenario de la Radiodifusión Uruguaya, 1972,
ANDEBU.
 “Los cien años de la Publicidad en el Uruguay” , Jacinto Duarte, Montevideo, 1952.

9. Albores de la radiodifusión en el Uruguay: Los pioneros


uruguayos.
Algunos radioaficionados, económicamente más pudientes, lograron transmisiones
exitosas antes que las radiodifusoras irrumpieran en el éter, y mismo al
comienzo del fenómeno de la radiodifusión, ya existían cientos de
radioaficionados autorizados a realizar sus transmisiones experimentales.

Ya en los primeros años del siglo XX, personas con curiosidad investigadora, e
munidos de cierto capital para invertir en elementos básicos para construir o adquirir
receptores y transmisores de radio, surgen como radioaficionados, siendo los
primeros en obtener permisos extendidos por la Dirección de los Servicios de
Radiocomunicaciones del Ministerio de Guerra y Marina. Hacen, sus primeras
experiencias personales comunicándose con otros radioaficionados de varios países
de América del Sur.

La radio era entonces un hobby, un juego de niños, de muchachos alegres y


despreocupados por un lado y de comerciantes con iniciativa por el otro. ¡Sí
que era una gran novedad!
Aún no estaban claramente definidas las bandas de frecuencias y su utilización
por los diferentes incipientes servicios. Al no existir una reglamentación
claramente definida, a los radioaficionados se les asignó la misma banda de
frecuencias que las difusoras.

Consecuentemente, a los radioaficionados se le había


asignado la banda de los 200 metros de longitud de
onda, utilizada también para la radiodifusión en sus
comienzos. Esto llevó a que muchos pasaran música en
sus comunicados para entretener al escaso número de
colegas. Asimismo, por ejemplo, el Dr. Enrique
Legrand, con su característica (CW)1AP, médico,
político y persona de profunda y brillante cultura,
además de sus interesantes disertaciones desde su
estación de radioaficionado, dictó a sus radioescuchas un
curso de esperanto.

En aquella época, fue una verdadera tentativa de un


idioma universal. Y esto llevaba a que muchas personas que tenían receptores
comerciales o artesanales, en ausencia de emisiones de broadcasting, se deleitaban
escuchando a los radioaficionados, de la región, o escuchando asimismo, las señales
de CWA, Cerrito Radio, aunque no entendieran la clave Morse, pues a veces,
cuando se comunicaban con un barco, les resultaba un verdadero diálogo sonoro
muy entretenido.

Un buen número de radioaficionados que ya se afanaban en construir sus primeros


trasmisores y galenas, fueron apoyo con conocimiento y mano de obra a la
instalación de las primeras estaciones con fines de radiodifusión.

Emilio Elena, junto con


Claudio Sapelli, empleados de
General Electric, cristalizaron
el proyecto de la empresa
norteamericana de tratar de
construir una broadcasting, para
así introducir los
radiorreceptores de su marca.

Carlos Sirighelli, Estación Figurita, tenía


aquilatados conocimientos y destreza como
inventor, para incursionar en la incipiente
electrónica y las radiocomunicaciones. Fue él, el
artesano que soldó y armó el trasmisor de la
Paradizábal.
Compartían una comunidad de
amateurs, que sumaba también a
nombres como José Greco, Enrique
Legrand, Osiris Parodi Uriarte,
Antonio Misol Perez, José Espiell y
Enzo Dall’Orto, quienes constituyeron
el primer Radio Club del Uruguay,
integrando su primera Comisión
Directiva. Todos ellos participaron de
la gesta inicial, de alguna u otra forma.

Juan F. Slinger, décimo Presidente de


ANDEBU, en 1940-1941,
radioaficionado CH4 en 1923.

Pascual Buencristiano, radioaficionado CK4, Director de Radiocomunicaciones


en una etapa fundamental de la consolidación de la radio, con su hermano Romeo,
en la Oficina de Claves de Presidencia y también armaron aparatos.. El Sr. Emilio
Ledoux, Radio Bella Vista, luego comerciante en el ramo de la radio.

El ya mencionado Sr. Enrique Legrand, con su Radio Larrañaga, notable


científico, astrónomo, además de delegado del Montevideo Radio Club, segunda
institución de radioaficionados organizada en el Uruguay, a la Conferencia
Internacional de Radioaficionados en París, en 1925, que creo la IARU (Unión
Internacional de Radio Aficionados). Es hasta hoy día el único radioaficionado
homenajeado en un sello de correos uruguayo.

Emilio Elena. Consigue la primera transmisión estable, con voz humana,


combinada con música, conjuntamente con Claudio Sapelli. A partir de esta
emisión. “Cuando la estación de telegrafía sin hilos del Cerrito de la Victoria, salía
al aire, "barría” con la poca potencia de nuestra primera emisora radial. Como no
había consola para discos, se utilizó el expediente de colocar el micrófono frente a
la bocina del gramófono a cuerda”. A partir de ese momento, comenzaron a actuar
distinguidos cantantes, concertistas y actores La programación era armada por el
empresario Sempol y Carlos Butler.

Walfrido Figueira Morán,


Estación 21, quien creara CX28
Radio Imparcial, la primera que
emitió las 24 horas del día sin
interrupción en el mundo.

Francisco Ghigliani, radioescucha,


luego propulsor del SODRE,
corresponsal de Revista Telegráfica
en Buenos Aires, con sus noticias y
crónicas bajo el seudónimo de “Don
Radiolo”. Trasmitió a chispa. Sacó una Ley de Radio, que aunque imperfecta tuvo
su utilidad.
El profesor Raúl H. Evangelisti, que
ostentó su primer indicativo como su-
1NA (antes de asignarse el prefijo CX),
fue un activo radiómano uruguayo.
Nacido en Montevideo, se radicó en
Durazno, cumpliendo una
destacadísima actividad cultural, como
músico y pionero de las actividades de
radio. Fue fundador de CW 25 Radio
Durazno, la segunda radioemisora más
antigua del interior del país. Inventó
un "Código Tele-musical", para
trasmitir partituras por
intermedio de signos
telegráficos. Este código de
trasmisión de la notación musical
por radio, aspiraba a divulgar
instantáneamente las novedades
musicales de moda en varios
países. El Prof. Evangelisti fue
profesor de música y creador del
Coro Departamental de Durazno.

Félix Leborgne, fue ayudante técnico del Instituto de Meteorología y trasmitía


desde el Instituto con su propio trasmisor.

El Dr. Carlos L. Romay, radioaficionado


CK21, luego fundador de CX20 Radio
Montecarlo.

En 1926 el radioaficionado Carlos Stéfani, es el primer sudamericano que


trasmite con cristal. Propietario de su 2AJ, utilizando las propiedades del cristal de
cuarzo ensaya con éxito el control de fijeza en las trasmisiones radiotelefónicas y
radiotelegráficas.

Se organizaban excursiones a Minas de Valencia, en el departamento de


Lavalleja, para conseguir las famosas piedras de galena, con las que se construían
los primero receptores. O se esmeraban, con las debidas precauciones, en fundir
azufre y plomo, que sacaban de los pomos de dentífrico, para lograr el material
“hecho en casa”.
10. Radio Paradizábal en el aire: 6 de noviembre de 1922.
El 6 de noviembre marca como hito, y con letras de oro, el proceso fundacional de
la radiotelefonía uruguaya. En esa fecha de 1922 salía al aire la primera estación
radiodifusora estable y de carácter comercial.

La empresa «General Electric» le vende al


comerciante de orígen vasco don Sebastián
Paradizábal, un trasmisor de 1 kW de potencia,
que se instaló en los altos del Hotel Florida,
hoy desaparecido.

Sebastián Paradizábal fue un próspero


comerciante de Montevideo, quien sin
saberlo, pasó a ser parte de la historia
viva de la radiodifusión uruguaya.

Radio Paradizábal, comenzó sus trasmisiones el día 6 de


noviembre de 1922, a la hora 17. Su primer locutor y jefe de la
broadcasting fue Luis Viapiana. El jefe técnico fue Carlos. H.
Sirighelli, y el técnico electricista fue Claudio Sapelli. El
operador técnico fue Mario Brignani. Las primeras figuras
musicales fueron el profesor de piano Héctor Rosa, a cargo del
violín C. Andrade, al violoncello, el Sr. Liaczi. La soprano fue la
Señora Morello. El jefe de publicidad fue Carlos Seron.
Radiodifusor y propietario Sebastián Paradizábal, aunque fue
importante el consejo y entusiasmo de su gerente, el Sr. Moledo. Luis Viapiana. El
primer locutor.
La Radio Paradizábal trasmitía en longitud de onda de 320 metros, siendo la actual
ubicación en el dial de la actual radio CX20 Montecarlo (930 kHz). Con una potencia
de 1 kW, era sintonizada en los diecinueve departamentos, y también en la ciudad de
Buenos Aires. Trasmitía diariamente, de 14 a 15 horas un noticioso del Radio Club
del Uruguay. Los lunes, miércoles y viernes, de 21 a 23 teatro o conciertos, los
domingos, de 14 a 15 otro espacio del Radio Club del Uruguay, y de 17 a 19
conciertos.

La Paradizábal tenía asimismo avisadores, como “Agua Matutina”, Casa “Pablo


Ferrando”, Farmacia “Garate”, Gaseosa “Tri Naranjus”, Cigarrillos “Spinet”,
“Gran Café Avenida”, Casa Straumann y Cía.
Alfredo Mario Ferreiro, humorista, poeta y periodista, autor de
«Prohibido dar la mano» y «El hombre que se tragó un autobús», narra
con sencillo pero claro estilo, su visita a la primera radioemisora
uruguaya establecida.

PARADIZABAL BROADCASTING

«Verás… Un auto me dejó en las puertas del hotel


Florida. Ya en el ascensor, el empleado me hizo una
pregunta:
— ¿Tiene usted tarjeta para visitar los estudios?, y
enseñé la pequeña cartulina.
— Está bien, señor, me dijo.
Al pasar por la rejilla de los pisos altos, el ascensor
hacía un ruidito seco y simpático. Con un breve
chillido metálico se abrieron las puertas de la jaula.
Desemboqué en un amplio patio sobre el que se
volcaban innúmeras habitaciones. Plantas y juegos
de vestíbulo de delgado mimbre. Alfombras. Una
señora escribía una carta sobre una mesa. Miré a
todas partes.
— Pero… insinué, desorientado.
—Por aquí, señor —indicó, solícito, el ascensorista,
—Gracias —le respondí.
Trepé por una escalerita; atravesé un rellano; en lo hondo del rellano distinguí, en la
penumbra, una cantidad de cosas amontonadas; otra escalera se recostaba contra el muro
opuesto. La salvé en dos saltos. El aire glacial de la tarde me golpeó con furia el rostro.
Estaba en la azotea del hotel. Detrás mío se alzaba, orgulloso, uno de los soportes metálicos
de la antena…
Abajo, en calles y ventanas titilaban, dispersas, infinidad de lucecitas. El edificio del Jockey
Club alzaba su mole esquelética por sobre un mar de casas. Divisé el teatro Zabala. Un
tanque de agua me ocultó a la vista la avenida 18 de Julio. La antena de la casa Paradizábal,
en Andes y Colonia, prendía, a intervalos, una estrella que se deshilachaba en largos y
delgados rayos. Caminé hacia la izquierda. Una puerta me dio acceso a un corredor angosto
y corto; al fondo del corredor, tras una puerta hermética, sonaba un «foxtrot». Esperé.
Prendí un cigarrillo La tarde moría en el cielo. Las cúpulas resaltaban por sobre el macizo
informe de la edificación, y en un postrer destello apagáronse los reflejos áureos de las
claraboyas agazapadas sobre las azoteas vecinas.

Calló la música. Entonces, con los nudillos, di dos golpecitos discretos en la puerta y empujé
un poco. La puerta cedió con un débil quejido. Un cortinado espeso, rojo, cubría el muro que
iba apareciendo por la hendidura de la puerta. Una luz grata me dio en los ojos. Dos caras
me miraron asombradas. Entré. Un piano enorme, una victrola, varios hombres con
instrumentos de música, dos señoras sentadas, una mesilla, un teléfono sin auricular, un
micrófono sostenido por dos espirales casi invisibles de alambre de cobre. Y todo acolchado,
suelo, paredes, techo. La luz lucía medio semiescondida por un repliegue del tapiz rojo.

La pequeña, nerviosa, simpática figura de Viapiana salió a mi encuentro. Nos


chocamos las manos. Entonces yo di un recio «Buenas tardes» que todos contestaron
con un eco. Viapiana se llevó un dedo a los labios y me largó dos chistidos al tiempo
que, con un gesto, me señalaba los micrófonos. Comprendí mi indiscreción y sonreí.
Viapiana hízome señas para que le aguardara. Fuese hasta el trasmisor que estaba
sobre la mesita y, con voz clara, pausada, tranquila, trasparente, comenzó a decir:
—Trasmite la Radio Paradizábal. Montevideo. Número cinco. Cuplet de «La
Montería», cantado por la soprano señora Isabel Uría.
Y, luego de apretar un timbre que no oí sonar, hízome señas invitándome a pasar al
otro aposento. Atravesé la mullida habitación y penetré por una puerta acolchada a la
contigua. Zumbidos, golpes secos, rasgueos, moscardoneo de dínamos, timbres,
zumbidos…

Mientras Viapiana me
hacía las preguntas del
saludo, un altoparlante
comenzó a cantar con
inusitada fuerza y claridad
el popularísimo couplet
«La Montería».

Charlamos unos instantes.


En eso, calló la música.
Viapiana, por la puertita,
desapareció de mi lado.
Un mozo, silenciosamente
inclinado sobre una
mesita llena de alambres,
cargada de botones, repleta de especies de relojes, enchufó y desenchufó luego. Se hizo un
ruidito en el altoparlante. Enseguida una voz recia llenó el reducido aposento:

—Trasmite la Radio Paradizábal, Montevideo. Avisamos a todos nuestros oyentes que esta
noche, a la hora 21, trasmitiremos la revista en dos actos y 18 cuadros «París qui Jazz», que
representará en el teatro Urquiza la compañía de León Volterra, del Casino de París. Número
seis, «La danza de las horas», de la ópera «Gioconda», ejecutada por la orquesta Radiozábal.
Trasmite la Radio Paradizábal, Montevideo.
Calló la voz. Entró una señora y se aposentó cerca de mí. Enseguida entró Viapiana.
Tornamos a charlar. En el trasmisor brillaban las lámparas. La música sonaba en el
altoparlante. El mozo seguía absorto ante los botones, los alambres, los relojes de la mesita.
Por el recuadro de un vidrio divisaba parte de la bahía. En lo hondo, como una enorme
silueta azul, el Cerro destacaba su mole; más acá, sobre la tersura de las aguas azuladas, bajo
un cielo rosa y violeta, caminaban despacio unos barcos diminutos que iban dejando*
una manchita de humo en el aire transparente.

Y una profusión de luces prendíanse y apagábanse a intervalos por sí mismas…

Calló la orquesta. Me despedí. Y, cuando iba descendiendo la escalerita, oí la voz de Viapiana


cantando «El rey del cabaret». Hacía un frío terrible.

Atravesé de un salto la vereda y me acurruqué en el asiento mullido del auto. Arrancó éste
con un silbido poderoso. Cuando doblamos la esquina, las torres de la antena se me
aparecieron como arañando el cielo. Y yo pensé que estas torres son el más alto escalón
logrado por el hombre en su marcha de progreso, y me figuraba a miles y miles de hombres
—diseminados por toda América— oyendo al unísono a esta estación trasmisora que yo
acababa de visitar con la rapidez de un bólido. A.M.F.

«Esta crónica de la época viene ilustrada en la «Revista Radiotelefónica» con dos


fotos: de la pianista María Adela Fourquet y del concertista de piano Felisberto
Hernández que estrenó en la radio pionera su obra «Primavera». Muchos ni soñaban
que éste sería el famoso escritor. Con el piano se ganaba entonces la vida.» (²)

En Radio Paradizábal, se trasmitió el primer discurso


político, irradiado el 12 de noviembre de 1922 por el Señor
José Batlle y Ordóñez, que anunciaba la campaña electoral
del Ing. José Serrato en el Partido Colorado. Cabe
señalar, que este fue el primer discurso político en el
Uruguay, difundido por radio, y así lo anunciaban crónicas
de la época:

PRIMERA CONFERENCIA POLITICA POR


TELEFONIA SIN HILOS

13 de noviembre de 1922. En todas las ciudades declaradas tales por la ley se han
instalado aparatos receptores. Una convulsión tecnológica a nivel primario y ni qué
hablar a nivel de rumores y chismorreo pueblerino.

A las 20.30, después de escucharse el Himno Nacional, la Marsellesa y el Himno a


Garibaldi, pronunciarán discursos por «telefonía sin hilos» el señor Batlle y Ordóñez
y el señor Julio María Sosa. Cerrará la trasmisión el señor Ovidio Fernández Ríos
leyendo su «Himno a Batlle».

Emocionado el «speaker» comenzará así:

«Hola, hola, hola… Más veloz que el rayo, tan rápida como esa misma luz que el
batllismo desea llevar a todas partes, devorando 300.000 kilómetros por segundo y en
todas direcciones se difundirá esta noche la palabra batllista por boca del mismo
Batlle. Sintonizad vuestros receptores con esta voz: Hola, hola, hola.»
«A todos los que escucháis os digo: poneos de pie, descubríos, que el Himno Nacional
llegará hasta vosotros, trémulos de emoción ante este misterio inmenso y agobiante.
Oid el Himno de la patria; luego oiréis al hijo más esclarecido de ésta».

No fue ésta trasmisión favorecida por la Naturaleza: una tormenta cercana llenó el
dial de ruidos estáticos. Y en muchos lugares la recepción no fue posible debido a las
descargas. Sólo muy pocos escucharon el primer «blooper» o gazapo en la
radiotelefonía uruguaya:

Cuenta la anécdota que habían llevado a don Pepe al micrófono y él -que no era
hombre fácil de conducir, incluso de hacerle tolerar novedades o cosas modernas-
tuvieron que convencerle de ponerse una especie de collar, para colgarle el
micrófono, que era una bocina como las que tenían los teléfonos antiguos.
Bellaqueó para que se lo colocaran y al terminar dijo: «Sáqueme por favor esta
porquería».

La vida de Radio Paradizábal, fue muy efímera. Luego vendió su trasmisor al diario
«El Día», que también lo usó durante poco tiempo, porque en aquella época la prensa no
se sentía muy cómoda con la radio.

Finamente se incendió. La estación que estaba instalada en ese localcito sobre el hotel
Florida, una noche, no se sabe a qué hora, si estaba operando o no, se quemó -recuerda
Emilio Elena.

Aquella estación pionera quedó prácticamente inutilizable.

Vivía del aire y desapareció en el aire.

La siguiente broadcasting fue la «Radio Sud América», desde el Colegio


Norteamericano de Señoritas», Instituto Crandon.

El 5 de julio de 1923, comenta el diario «La Mañana»: «Radio Paradizábal ha


mantenido los prestigios de la radiotelefonía, en esta semana que le ha tocado estar
sola en el éter…» ¿Qué había pasado? Las continuas interferencias de la Estación
Cerrito y la potencia de Radio Paradizábal, hicieron que Radio General Electric
interrumpiera sus emisiones, para instalar otro transmisor más potente. (²)

En efecto, el 8 de julio de 1923, la «General Electric», por iniciativa de Don Emilio


Elena, inaugura su nuevo transmisor de 500 watts en antena, instalado en la azotea del
«Colegio Americano de Señoritas» (hoy, Instituto Crandon) en 8 de Octubre y
Garibaldi, con una torre de 50 metros sobre la calle.
Reabre sus transmisiones «con un interesante programa de concierto con arias de
óperas, y recitados a cargo de la Srta. Paula Weber, y los señores Raúl
Mendilaharsu y Sabat Ercasty».

Después de aquellos primeros intentos, en diciembre de 1924 salieron al aire: Radio


Montecarlo; en agosto del 25, lo que luego sería CX 30; en octubre del 28, Radio
Carve, y en 1929, Universal, antes Fada Radio; Radio América y por supuesto la
Radio Oficial (SODRE) a impulsos del Dr. Francisco Ghigliani.

Según documentos archivados en la Asociación Nacional de Broadcasting Uruguayos


(ANDEBU), en 1924 comenzaba Radio Paysandú; en el 26, Radio Durazno y La Voz
de Paysandú y en el 27, Radio Cultural de Salto, entre otras.

_________________________________________________________________

Fuentes consultadas y citadas:

¹ Jacinto A. Duarte –«Dos Siglos de Publicidad en la Historia del Uruguay»


(Montevideo, 1952);

² Rubén Castillo – «Silencio, estamos en el aire» (Montevideo, 1979)

³ Ildefonso Beceiro (h) – La radio y la TV de los pioneros cronología y anécdotas de


un fenómeno uruguayo» y

4 Raúl Barbero. «De la galena al satélite. Crónica de 70 años de radio en el Uruguay


1922-1992. Montevideo. (1995).
APUNTES HISTORICOS DEL DESARROLLO DE LA RADIO EN EL
URUGUAY, EN EL MARCO DEL CENTENARIO DEL PROCESO
FUNDACIONAL DE LA RADIODIFUSIÓN NACIONAL. 1922-2022.

(Por Horacio Nigro Geolkiewsky, CX3BZ)

11) En julio de 1930, mes y año de especial conmemoración en la


República (El 18 de julio de 1830, se juró la primera Constitución
nacional), el entonces Subdirector de Radiocomunicaciones, el Sr.
Inocencio Ylla, daba a conocer bajo el título, La Radio en el
Uruguay. Breves apuntes históricos – Radiotelegrafía oficial y
comercial – Radiodifusión – la Radio Amateur, cuyo texto y
fotografías originalmente publicadas, ofrecemos en dos partes:

____________________________________________________ Inocencio Ylla

“La historia de la utilización de las comunicaciones radiotelegráficas en el


Uruguay comienza con el año 1908 y ella gravita principalmente sobre la Estación
Cerrito. En este año se iniciaron los estudios previos que luego sirvieron de base para la
instalación del Servicio Nacional de Radiotelegrafía y a mediados del año 1910 se
comenzó a instalar en el «Cerrito de la Victoria» la Estación «Telefunken», a chispa
(onda amortiguada) de 2,5 kW de potencia en la antena, conocida por el nombre de
Cerrito.

Con anterioridad, las dos compañías que, puede decirse, conservaron hasta hace pocos
años el monopolio de la fabricación de estaciones radiotelegráficas, instalaron, mediante
permiso precario del Gobierno, una estación en Punta del Este , Maldonado
(Compañía Marconi) y otra estación en Puntas de Yeguas, Montevideo (Compañía
Telefunken). En marzo de 1912 comenzó Cerrito a hacer servicio como estación
costera, sustituyendo a esas dos estaciones particulares que, hasta ese momento,
mantenían el tráfico radiotelegráfico con los vapores.

La estación Cerrito la sustituyó ventajosamente,


pues su alcance era mayor debido a su potencia y a
su sistema que comprendía algunas mejoras
importantes para aquellos tiempos, como ser: el
oscilador de chispa dividida y de extinción rápida,
que originaba un menor amortiguamiento en las
oscilaciones y el alternador de 500 ciclos que daba
un sonido musical apropiado a las señales,
permitiendo que éstas pudieran ser percibidas a
mayor distancia y con mayor facilidad.

Antiguo trasmisor a chispa que Agregando a


utilizó Cerrito hasta 1926. esto su
privilegiada
posición
geográfica, la organización dada al servicio, la
competencia y entusiasmo del personal
radiotelegrafista — todo elemento nacional — se
obtuvo en poco tiempo el resultado de todos
conocido, el alto prestigio adquirido como
importante estación costera que conserva aún el
cetro de las comunicaciones radiotelegráficas en el
Río de la Plata.

Después de terminada la guerra europea, las


principales compañías dedicadas a la explotación de
los servicios radiotelegráficos fueron introduciendo
mejoras importantes en sus estaciones, con el fin de
obtener comunicaciones a mayores distancias y
reducir a un mínimo las interferencias a sus
similares y a las estaciones radiotelefónicas, de
Difusión y de aficionados, las que se iban
multiplicando rápidamente como consecuencia de la
introducción de nuevos elementos, de mejoras que
surgían casi a diario.
Antiguo tablero de distribución
Las estaciones costeras de casi todo el mundo de Cerrito.
fueron transformadas, sustituyéndose las
anticuadas estaciones a chispa por otras a válvulas. El Uruguay no podía quedar a la
zaga en esta materia. Con el fin de mejorar el servicio prestado a la navegación por este
país, en 1927 se libró al servicio el nuevo transmisor de Cerrito, de 5 kW, a válvula.
La importancia de la nueva instalación surge claramente si además de lo dicho se tiene
en cuenta el mayor alcance que se obtiene con este transmisor y la mayor pureza de
emisión, cosa esta última de suma importancia para todas las radiocomunicaciones en
nuestro país y, en general, para todas las del Río de la Plata.

En el año 1922 inicia otra época


memorable. En él se instalan las dos
primeras estaciones radiotelefónicas,
de 10 watts de potencia, con
pretensiones de «Broadcasting», que
pronto desaparecen para dejar paso
a la, entonces, importante estación de
Radiodifusión Paradizábal que luego
fué propiedad de «El Día».

Una de esas dos primeras pequeñas


estaciones de difusión mantuvo durante
corto tiempo la atención de la incipiente
Amplificador y trasmisor de 1 afición a la radio, transmitiendo programas
kW, de la Broadcasting oficial más o menos regulares, a base de discos
CX6. fonográficos especialmente, los espectáculos
de una compañía italiana de operetas que
actuaba en esa época en el Teatro Urquiza,
audiciones que eran brindadas al público por medio de altoparlantes colocados en
las casas de comercio en Radio.
Al comenzar la actuación de la «Radio
Paradizábal» el interés fue en aumento y con el
aumento de la afición surgió de improviso una
pléyade de radiotécnicos, muchísimos de los cuales
fueron afirmándose paulatinamente en la nueva
profesión hasta ocupar en la actualidad puestos
destacados, distinguiéndose muchos de ellos por
diferentes motivos. Durante bastante tiempo sólo dos
estaciones de Difusión funcionaron en el
Uruguay: Paradizábal y General Electric, ambas
de 0.5 kW de potencia.

A estas estaciones se unieron más tarde otras,


muchas de ellas de importancia, no sólo por la
potencia, sino especialmente, por las transmisiones
que efectúan.
Amplificador del estudio de la
En el año 1927 se instaló la Estación Oficial de estación CX6.
Difusión, de 1 kW de potencia, dependiente de la
Dirección de Radiocomunicaciones, conocida
hoy por la característica CX6 la que, posteriormente, al crearse por Ley el Servicio
Oficial de Difusión Radioeléctrica, dependiente del Ministerio de Instrucción Pública,
pasó a pertenecer a dicho servicio, iniciando entonces sus transmisiones regulares con
audiciones diarias que antes hacía periódicamente.

En el campo Aficionado también hubo entusiasmo, surgiendo las transmisiones


conjuntamente con las dos primeras «Broadcastings» mencionadas. [Paradizábal y
Radio Sud América]. Primero fue un ensayo indeciso. La aspiración del iniciado era
poseer un transmisor simple, como simples eran sus conocimientos en la materia.

El circuito que se generalizó entre ellos


era el Hartley, inductivo con
acoplamiento rígido, con válvulas de
recepción, alimentando las placas con
baterías de pilas y modulación por
absorción.

Este tipo de transmisor generalizado entre


los primeros aficionados debido a lo
simple del circuito, a la sencillez de su
construcción y al poco costo de los
elementos que lo componía, dio motivo a
que alguien, risueñamente, lo denominara
«Forchela» nombre que algunos
aficionados, recién iniciados, suponían
que era el verdadero, como denominación
técnica.

Transmisor y amplificador de poder de la


estación CX22 Fada Radio.
Las comunicaciones entre ellos, dentro de la ciudad, era un éxito festejado
ruidosamente en numerosas ruedas compuestas por «Veteranos», «Neófitos» y
«Candidatos», que se formaban en las principales casas de Radio.

Pero muy poco tiempo se conformaron con las


comunicaciones locales. Aspiraban a llegar
más lejos; a que la voz recorriera kilómetros
sobre tierra, dentro del país, porque, el cruzar
con la voz humana el Rio de la Plata lo
consideraban tan difícil, como difícil se
consideró cruzarlo en avión hasta que lo
realizó el primer intrépido aviador. Sin
embargo, muchos eran los que guardaban
ocultamente en lo más recóndito de su alma el
deseo de cruzar el «charco».

No se animaban a hacer manifestación alguna Un rincón del estudio de CX22, con


sobre esa idea cariñosamente acariciada porque el aparato automático para discos.
todo el que así pensaba aspiraba a ser el primero
en realizarla, ya que tal «hecho» lo convertiría en
la figura descollante del mundo aficionado del momento.

Preparándose para tal fin, los transmisores se iban mejorando con elementos nuevos
y «adecuados», considerados imprescindibles para realizar la «hazaña», que como
tal se consideraba la comunicación con los aficionados argentinos.

Poco tiempo duró la expectativa. El


entusiasmo y la perseverancia dieron
el fruto apetecido. Una noche se
descorrió el velo del misterio ante el
que habían fracasado muchas
tentativas y se estableció la primera
comunicación internacional!

Roto el encanto, estas


comunicaciones se multiplicaron,
dando lugar a que nacieran vínculos
amistosos entre personas de ambos
países — Argentina y Uruguay —
que, por mucho tiempo, sólo se
conocieron por la voz. Eran pocos
Estudio de la Broadcasting CX46 «Radio entonces, ahora forman legión. Y esta
América».
legión, diseminada por el continente
sudamericano, realiza la meritoria
acción de vincular a los pueblos acercando a los elementos que lo componen, por
medio de la utilización de las ondas sutiles, realización práctica del genial Marconi.

Aquel acontecimiento aumentó el entusiasmo y con el entusiasmo el deseo de mayor


distancia; y el deseo de ir más lejos obligó a mejorar sus equipos, aumentando potencia,
con lo cual fueron desapareciendo las «Forchelitas» para dejar el camino libre a los
transmisores de 5, 10, 50 y 200 watts de potencia
que surgían por doquier, y en lo cual rivalizaban los
aficionados: unos, construyéndose sus equipos, y
otros, aunque con conocimientos para construirlos,
preferían adquirirlos de fábricas consagradas.

Y era agradable ver reunidos en amable camaradería y


manteniendo interesante conversación a los
propietarios de la modesta «Forchela» y del opulento
«200 Watts», tiempos estos que muchos recordarán
como años juveniles, a pesar de que en aquella época
algunos de ellos se cubrían ya con el empaque propio
de la edad madura o que las canas cubrían las cabezas
de otros dando mayor austeridad a sus personas.

Los renglones
Transmisor de CX36 «Centenario
que anteceden
Broadcasting». Construido bajo la
dirección técnica de sus dan a grandes
propietarios T. Defilippi y R. A. rasgos una idea
Walder. [Nota: en el texto original de lo realizado
figura CX40]. en el Uruguay
en materia de
Radio.

En general, la acción particular, en su doble


faz Radiodifusión y aficionados — ha sido
armónica con la acción oficial.

El desarrollo de los servicios a cargo del Estado,


por intermedio de la Dirección de
Estudio de la broadcasting CX36
«Centenario Broadcasting». [Nota:
en el texto original figura CX40].

Radiocomunicaciones, está
supeditado a normas que
reglamentan los dobles servicios de
ésta: militares y públicos
particulares.

Muchos son los que sostienen que


para el mejor desarrollo de cada uno
de estos servicios y para beneficio
Una de las buenas estaciones de aficionados
uruguayos, la CX1AA, «Experimental Prado», del
de ambos, deben separarse.
Señor Wenceslao Seré.
Así también lo ha entendido la
Presidencia de la República, que
por intermedio del Ministerio de Guerra y Marina, del que dependen
Radiocomunicaciones, ha enviado hace un tiempo un mensaje a la Asamblea
Nacional, proponiendo la separación de ambos servicios, pasando el servicio público a
ser dependencia del Consejo Nacional de Administración.

Llegado el caso, tendría que modificarse la organización actual y sobre ello no es


posible hablar ahora, ya que-nos referimos en estos apuntes a lo pasado y no a lo futuro.

_________________________________________________________________

Revista Telegráfica, Buenos Aires, Argentina, julio de


Fuentes consultadas y citadas:
1930. (Archivo Horacio Nigro Geolkiewsky, CX3BZ).

_________________________________________________________________

You might also like