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Guia Call of Cthulhu: Dark Corners

of Earth
Mi nombre es Jack P. Walters, y esta es la historia que me llevó a una locura más allá de
cualquier conocimiento humano. Una locura visceral que me consumió hasta que ya no me
quedaron energías para seguir intentado racionalizarla… una locura derivada de mis viajes y
descubrimientos por las esquinas más oscuras de la Tierra….

6 Septiembre 1915. Massachussets.

Os preguntaréis cómo una persona como yo, un detective acostumbrado a todo tipo de casos
en una sociedad llena de violencia, pudo acabar de este modo. Todo empezó una noche de
1915, con la llamada del inspector Robert Armstrong. Un grupo de tarados armados se había
atrincherado en su casa y se negaban a salir. Llevaban tiempo asustando a los habitantes del
lugar con sus conductas y extraños ritos. Según el inspector, el líder de la secta, Victor Holt,
quería hablar conmigo y se negaba a negociar con cualquier otra persona. ¿Quién demonios
era ese tipo y qué quería de mí? Yo jamás había oído hablar de él.

Seguí al inspector hasta las escaleras, subí y hablé con el agente Nichols, mi viejo amigo
Henry, que me indicó que entrase a la casa por la derecha, donde me esperaba el agente
Victor. Pero en cuanto fui hacia allí… ¡Mierda! Comenzó un salvaje tiroteo que me estresó de
tal manera que casi no podía ni andar y me nubló la vista. Por una puerta en la parte
derecha de la casa accedí a su interior. Tenía que darme prisa en actuar porque los agentes
del exterior iban cayendo heridos con una rapidez pasmosa. Aquella casa era de todo menos
acogedora, y su atmósfera invitada a salir por donde había venido. Entré por la primera
puerta a la derecha a una especie de comedor con un atrio. Allí arriba, en el podio, localicé
un curioso escrito y fue la primera vez que oía hablar de esos “Maestros Yithianos” y de los
fragmentos de “Pnakotica”. Ojala no hubiese entrado nunca en aquella maldita casa…

Los disparos y gritos se sucedían a través de las paredes de madera y en cualquier momento
podría salir uno de esos chiflados armados y volarme la cabeza. Salí del comedor y atravesé
la puerta al final del pasillo para llegar a una especie de hall. Subí por las escaleras al primer
piso y giré a la izquierda. La primera y única puerta a la derecha me llevó a descubrir un
espectáculo dantesco… dios santo, ¿cuánta gente se habría suicidado allí dentro? Quería salir
cuanto antes de aquella estancia que olía a muerte. En la segunda mesa de aquel dormitorio
localicé algo que quizá fuese útil: el diario de uno de los ocultistas. Curiosamente hacía
referencia a que “Él por fin ha llegado”, y la fecha era la de hoy. Salí de nuevo al pasillo y
entré a la segunda puerta del lado izquierdo. ¡¡Joder!! Ese disparo estuvo cerca… ¿y por qué
esos chalados me reconocían? Recogí las llaves de la silla al lado de la ventan y regresé al
hall del piso inferior. Allí mismo había dos puertas y pude abrir una con las llaves. No sé por
qué no salí de allí corriendo ahora que podía. Sentí un ataque de ansiedad al descubrir
fotografías y artículos sobre mí por todas partes, pegados en las paredes, en las mesas, en
dos pizarras,…. ¡¡¡Esa gente llevaba años siguiéndome e investigándome!!! Cogí otras llaves
de encima del escritorio y, al mismo tiempo, me hice con un ejemplar del Boston Globe que
hablaba precisamente de esa secta.

Con estas llaves pude abrir la otra puerta del hall, al lado de la pintada del ojo. En aquella
tétrica biblioteca giré a la derecha y me agaché delante de un escritorio para hacerme con
unos documentos que resultaron ser aquella “Pnakotica”. Me levanté, me di la vuelta y giré
dos veces a la derecha hasta verme reflejado en un espejo roto. Sentí pánico al imaginar que
alguien se me acercase por la espalda. No sé por qué, pero decidí saltar hacia delante y…
¡entré en un pequeño pasillo camuflado! Abrí la trampilla de la derecha y os aseguro que
tuve ganas de salir corriendo como un loco en busca de la protección de la policía. ¿Había
sido humano aquel grito de terror y dolor?

Bajé por las escalerillas y seguí el pasillo de madera. En la pared a la izquierda del cadáver
de uno de los sectarios descubrí ¡¡un cuerpo dentro de la misma pared!! Tuve ganas de
vomitar y decidí no volver a mirar en aquellas paredes. Llegué hasta una puerta y accedí a
una especie de enfermería plagada, una vez más, de cadáveres. El olor era nauseabundo.
Salí de allí por la única puerta que había al fondo y llegué a un sitio que no sabría explicar…
Bajé por las escaleras y vi aquel tipo enganchado a esa extraña máquina ensangrentada.
¿Qué había pasado en aquella casa y qué tenía YO que ver? Buscando la manera de
descolgar de allí el cuerpo, presioné el panel de control frente la máquina. Tras las chispas
pude coger, a la derecha del cuerpo, un cristal verde fluorescente. Era un mineral que nunca
antes había visto. Salí de esa sala infernal por la puerta a la izquierda del cuerpo hasta
llegar a una compuerta que, puedo aseguraros, no sabía quién demonios la había podido
diseñar. Activé el panel de la izquierda y entré. Si la sala anterior era difícil de describir, esta
era simplemente inefable.

Localicé un nuevo panel que no funcionaba y, justo enfrente, un hueco. Introduje en el hueco
el cristal y activé entonces el panel….

Lo que me llevé de aquella casa para conseguir la mejor reputación fueron los siguientes
objetos:

- Sermón del Podio.


- Diario del Miembro del Culto.
- Periódico Boston Globe del 20 de Agosto de 1909.
- Pnakotica

7 Febrero 1922.

Innsmouth Uno. Primera parte.


Mi llegada.

Cuando los agentes entraron en la casa hace seis años, me encontraron tirado en el suelo,
temblando, hablando sin sentido y aterrorizado. Los médicos diagnosticaron amnesia por
estrés mental post-traumático. Ahora he rehecho, con mucha dificultad, mi vida. He vuelto a
la vida normal, aunque sigo sufriendo extrañas pesadillas.

Cuando sonó el teléfono y aquel tipo, Arthur Anderson, me contrató para un nuevo caso, algo
me dijo que la tranquilidad había desaparecido. Un tal Brian Burnham había desaparecido en
un pueblecito costero llamado Innsmouth. Anderson quería saber qué había sido de él.
Incluso me había enviado un paquete, que tiré directamente a la basura, con un par de cosas
sobre el caso. Lo recogí y acepté. ¿Por qué no?

El pueblecito costero de Innsmouth era el último lugar del mundo al que iría de vacaciones.
Según me acercaba en el autobús de mala muerte que había tenido que coger, me extrañó la
ausencia de gente por sus calles, teniendo en cuenta que supuestamente, en un pueblo
costero dedicado a la pesca, su puerto sería un ajetreo de negocios. ¿O no?

El autobús me dejó en la plaza principal, frente al único hotel del pueblo, y pude comprobar
el concepto de “hospitalidad” que tenían allí, tras hablar con el primer ciudadano que me
encontré. Curiosa la estatua decapitada y el enorme edificio al otro lado, de una tal “Orden
Esotérica de Dagon”.

Mirando la puerta del hotel junto al vehículo que me había traído, giré a la derecha dejando
el autobús a mis espaldas y me acerqué a la barricada de la policía en la “Primera Tienda
Nacional de Ultramarinos”, donde trabajaba Burnham. Aquel policía enorme, con aquella
pinta tan inhumana, me impidió el paso. Esperé a que se diese la vuelta para entrar por la
puerta y le seguí despacio hasta ver unos barriles a mi izquierda. Me oculté tras ellos y
esperé agachado a que volviese a pasar en dirección contraria, para salir y avanzar
rápidamente hacia la izquierda. Giré a la derecha, subiendo unas escaleras, y entré por la
puerta. Sin perder tiempo empujé la estantería vacía para atrancar la puerta y sentirme más
seguro. Ya estaba dentro.

Salí de aquel cuartucho por la única puerta, accediendo a la tienda en sí. Cogí el paquete de
morfina y entré por la puerta forzada al despacho del gerente. Cogí de la caja fuera la botella
de vino y la manivela y salí rápidamente. El policía debía haberme descubierto e intentaba
derribar la puerta atrancada. No tenía tiempo que perder. No quería acabar mi primera visita,
y espero que la última, a ese pueblo en una de sus celdas. Saliendo del despacho dejé a mi
derecha la caja registradora vacía y me metí por el segundo mostrador, donde estaba la
morfina. A la derecha del mostrador había una trampilla que abrí usando la recién adquirida
manivela. Con el pulso acelerado por la cercanía del policía entré y me caí por la podrida
escalera. ¡¡Ouch!! Ese agente cerró la trampilla dejándome atrapado en la bodega…

Sobre unos barriles encontré algo que me alegró el penoso día. Era el diario del propio
Burhnam, una pista esencial. Con él en mi poder me fijé en la escalera móvil y en el muro a
su izquierda. Empujé la escalera hasta que derribó el decrépito muro abriendo una salida.
Salté por la brecha y llegué a ¿una celda? ¿O qué era eso? Los restos humanos del suelo
fueron la mejor invitación a salir de allí sin pararme a pensar en nada. Subí las escaleras y
llegué a un cuarto oscuro de revelado, lleno de fotografías de la ciudad. Me fijé en unas
maderas a mi izquierda y, bajo ellas, encontré un ejemplar del periódico Innsmouth Courier,
fechado el 19 de Junio de 1986…¿Qué sucedió ese día como para que alguien escondiese un
ejemplar en un cuarto oscuro? Salí de allí subiendo más escaleras hasta una nueva
habitación que olía a rancio. Entré por la primera puerta de la derecha y… ¡¡¡Santo cielo!!! ..
casi me da un infarto. Ya sabía de dónde provenía ese olor…¿Cuánto tiempo llevaría colgada
del cuello esa mujer? Salí de allí con la vista nublada y abrí el pestillo de la otra puerta.

Por fin llegué a la calle y me encontré con la primera cara amistosa. Estaba claro que el
atuendo de aquel hombre no tenía nada que ver con el tipo de ropa usada por los ciudadanos
del pueblo. El tal Lucas Mackey me regaló un periódico del día y me dio cierta información.
Resultó ser un inspector industrial del gobierno que iba a revisar la refinería de oro Marsh.
Me despedí agradecido por el trato cívico y giré a la derecha. Seguí la calle hasta girar a la
izquierda y luego otra vez a la derecha. Caminé hasta una nueva bifurcación a mi izquierda y
la seguí hasta ver a la izquierda un callejón con una barricada al final. Entré hasta el final del
todo y llegué frente al bar El Jardín, donde un borracho estaba orinando en la calle. Se
presento como un tal Zadok y en seguida supe que podría tener información valiosa para mi
investigación. Regalándole la botella de vino el hombre me contó una escalofriante historia
sobre un tal capitán Obed Marsh, que trajo “algo” de un viaje marítimo y reactivó la
maltrecha economía del pueblo de la mano de un desconocido culto religioso que también
convirtió la ciudad en el agujero negro que era hoy en día… quizá no era la información que
creía que iba a ayudarme, pero conseguí una llave para la “Poorhouse”, cerca del hotel.

Al intentar salir del callejón por donde había venido tuve una nueva sorpresa. Una señorita
que se presento como Rebecca Lawrence me llevó a un rincón para hablarme de una chica
llamada Ruth que podría ayudarme a encontrar al desaparecido. También me habló de
investigaciones místicas de su padre, el antiguo sacerdote del pueblo, y me enseño una
pintada en forma de estrella de cinco puntas. El caso se iba complicando con historias que
parecían que poco, o nada, tenían que ver conmigo. Me dijo que un tal Thomas Waite podría
ayudarme, y se despidió. Después regresé al hotel donde me había dejado el autobús, giré a
la izquierda hasta una puerta con el rótulo “Poorhouse” y entré con la llave de Zadok.

Lo que me recogí en mis primeros momentos en Innsmouth casa para conseguir la mejor
reputación fueron los siguientes objetos:

- Diario de Brian Burnham.


- Periódico Innsmouth Courier del 19 de Junio de 1986.

Innsmouth Uno. Segunda Parte.

Al final del callejón escuché como un tipo amenazaba a una mujer. Además, le decía que si
veía al extranjero (¿yo o el del gobierno?) avisase inmediatamente a la Orden de Dagon...

Cuando el sujeto se marchó no dudé en hablar con la asustada mujer, pero no logré sacarle
ni una palabra. Seguí por el callejón hasta la puerta de la “PoorHouse” y entré. Subí las
escaleras del albergue que, por cierto, estaba más que descuidado. ¿Quién en su sano juicio
iría allí a hospedarse? La calle parecía incluso mejor sitio para dormir. Dejé atrás al hombre
que miraba por la ventana y entré al dormitorio, donde me hice con otro botiquín. Salí por la
puerta de la derecha subiendo otras escaleras y encontrándome con el cuerpo sin vida de
una anciana rodeada de cucarachas. Debería llamar a servicios sociales en cuanto saliese de
allí. Por el pasillo abrí la primera puerta a la derecha para llegar a una terraza. Menudo
vértigo sentí entonces. Usé las escalerillas de incendio para llegar a la calle, donde otra
hospitalaria ciudadana me lanzó su apestoso aliento.

Siguiendo la calle encontré la casa que buscaba, la segunda puerta a la derecha. Subí las
escaleras y me recibió la pequeña Ramona Waite. Su padre Thomas no estaba aún en casa y
su madre… ¿mordía? Decidí esperar a Thomas en la casa, pero la curiosidad por conocer a
esa madre fue superior a mi paciencia. Subí por las escaleras hasta el primer piso donde
encontré una foto familiar en la que faltaba la parte donde debía estar la mujer. Quité el
pestillo de la tercera puerta. Llegué al ático y me acerqué a la puerta con el candado. ¡¡Dios
mio!! ¿Qué había sido eso? Desde luego no era nada humano y estuvo muy cerca de acabar
conmigo… Herido y sangrando, me desmayé….

En cuanto desperté escuché los lamentos que provenían del piso inferior. Entré a la celda de
la que había salido aquel bicharraco y recogí el diario de Thomas Waite.

Fui corriendo y encontré a Thomas con el cuerpo sin vida de su hija. Aquella cosa la había
destrozado, y lo peor fue la llegada de los dos policías que arrestaron al pobre hombre. Antes
de ser detenido Thomas me entregó las llaves de su tienda y me reveló que debía sacar del
pueblo el objeto que él guardaba en la caja fuerte del negocio. La Orden no debía hacerse
con él. La Orden… se repetía el nombre del culto único en el pueblo.

Tras quedarme solo en la casa recogí el cuaderno de dibujos de Ramona y salí a la calle.
Caminé recto bajando las escaleras y me encontré con la asustada Rebecca. No había
salvación para el señor Waite… la Orden le mataría. La relación Orden-Policia había quedado
confirmada en mi cerebro. Fuese quienes fuesen, eran los de la Orden quienes controlaban
todo el pueblo, y habían sido ellos los responsables de la desaparición de Burnham.

Cuando Rebecca se fue me curé la herida de la cabeza con el botiquín y seguí recto hasta el
final del callejón.

Lo que me recogí para conseguir la mejor reputación fueron los siguientes objetos:

- Diario de Thomas Waite.


- Cuaderno de dibujos de Ramona.

Innsmouth Uno. Tercera Parte.

Salí del callejón subiendo las escaleras hasta la calle. Allí bajé por las escaleras justo a mi
izquierda, abriendo la puerta y atravesando el subterráneo. Abrí sin problemas una puerta
enrejada y subí hasta la tienda de Thomas. Allí me encontré con una chica que intentaba
abrir la caja fuerte. Resultó ser Ruth Billingham, de quien me había hablado Rebecca. Logré
que confiara en mí y no sólo me reveló que Burnham seguía vivo, sino que me entregó una
fotografía para que él confiase en mí cuando le encontrase. Cuando se fue abrí la caja fuerte
usando la combinación correcta: 2-6-1-2.

Me fue útil recordar cómo se usaban aquellos sistemas. Empecé rotando el dial en la
dirección contraria a las agujas del reloj hasta el primer número. Luego roté al contrario
hasta el siguiente. Cambié la rotación para el tercer número e hice lo mismo para el último.
De no conocer este procedimiento, me serviría de poco conocer las combinaciones.

Allí dentro estaba el objeto que no debía encontrar la Orden… el Libro de Dagon. Me había
metido de lleno en un asunto mucho más oscuro y sucio de lo que yo creía.

Regresé al exterior por donde había venido y entré en el hotel. Llegué a la recepción y hable
con el sujeto tras el mostrador. En ese momento tuve una extraña visión… y al rato el
conserje se fue a hablar con otro lugareño. Crucé el mostrador, me hice con la llave y abrí la
puerta justo a la derecha del mismo mostrador. Entré por la única puerta que había en la
oficina y recogí un documento que parecía importante: Post Mortem Records. Salí de allí
dentro a tiempo de que el conserje regresase y me guiase a mi habitación.
Antes de acostarme cerré el pestillo de la puerta, entré en el cuarto de al lado y cerré
también el pestillo de la puerta que daba al pasillo. Sintiéndome un poco más seguro, me
acosté a intentar descansar y olvidar la extraña jornada plagada de muerte.

Lo que me recogí para conseguir la mejor reputación fueron los siguientes objetos:

- Libro de Dagon.
- Post Mortem Records.

Innsmouth Dos. Primera Parte.


El ataque de los hombres-pescado.

Se había acabado la apatía de los lugareños hacia mí, pero en un sentido todavía peor. Ahora
querían matarme, y eso significaba que yo iba por el camino correcto, me llevase a donde
me llevase.

Menos mal que había cerrado los pestillos del cuarto, porque si no estaría ya muerto. Dos
hombres armados intentaban derribar la puerta para acribillarme a balazos. En estos
momentos uno se pregunta por qué no dedicó su vida al circo en lugar de hacerse detective.
Corrí hasta la habitación contigua y cerré con pestillo la puerta que comunicaba un cuarto
con otro. Me fijé en una estantería al lado de la ventana y la empujé hacia la derecha. Allí
había otra puerta. Entré y cerré una vez más con pestillo. También cerré la puerta del pasillo
y entré por la que quedaba, cerrándola con pestillo. Los asesinos seguían derribando puertas
y acercándose a mí, y mi única salida era la ventana. Antes que nada empujé la estantería
para bloquear la puerta que daba al pasillo, que no tenía pestillo. Sin perder el tiempo quité
la otra estantería que bloqueaba esta salida, abrí la venta y salté al exterior. No era la
primera vez que me perseguían en la vida, pero el miedo que sentía no lo había notado
nunca antes. Salté hasta la terraza de la casa de enfrente y me metí por la puerta de la
izquierda. Agachado atravesé el pasillo mientras los disparos hacían añicos las ventanas. Al
final me levanté y corrí hacia la izquierda, atravesando una puerta y bajando un primer
tramo de escaleras.

Me metí en la puerta abierta a mi izquierda. ¡¡Joder!! Ya no eran sólo dos tipos. Un grupo
entero de lugareños me perseguía para hacerme pedacitos.

Corrí y crucé la puerta de la derecha, abrí la ventana y salté hasta otra casa, subiendo por
las escalerillas de incendio.

En el tejado caminé con cuidado por las planchas de madera, sin pararme a mirar el paisaje
desde lo alto, y corrí a través del tejado hasta llegar a otra escalerilla y descender por ella
hasta el interior de un almacén. Ahora, en lugar de ir recto por una pasarela, me agaché y
salté por mi izquierda hasta un símbolo pintado en el suelo.

Había más lugareños armados allí dentro, y tuve que avanzar despacio y agachado para
esquivarles, por la izquierda, hasta llegar al final del almacén. Allí salté a unas cajas y luego
salté de nuevo a la plataforma. Corrí recto, saltando hasta más cajas y saltando luego por la
ventana. Me habían visto ya y volvían a dispararme a discreción. Llegué corriendo hasta un
conducto de ventilación a la derecha, me agaché y entré.

Los enemigos me habían perdido pero no se rendían. Por el conducto llegué hasta otro
almacén con un nuevo comité de bienvenida.

Esperé a que ningún lugareño mirase y salí del conducto, cayendo sobre más cajas. El olor a
pescado me recordaba dónde estaba. Agachado avancé y bajé por unas escaleras. Era el
momento de armarse de valor. Me levanté y corrí hacia la izquierda y luego a la derecha,
esquivando nuevos disparos y evitando que me atrapasen, hasta llegar a un agujero en el
suelo por el que entré agachado y me alejé del campo de visión enemigo.

Un pequeño momento para respirar un poco y tratar de tranquilizarme… La cosa estaba


siendo demasiado movidita para mi gusto. Agachado continué hacia la derecha hasta llegar a
una escalera que subía hasta un cuarto que parecía seguro.
Empujando un estante encontré otro símbolo en una pizarra. Maldito pueblo, maldita gente y
maldito yo por aceptar el trabajo.
Quité la caja que bloqueaba la salida y salí de allí dentro. Salté a las cajas frente a mí, luego
a las de mi derecha y después me agaché para pasar por debajo de las escaleras. Allí ya
había estado antes, pero parecía la única salida. Agachado me escondí tras un montón de
cajas hasta que el camino hacia la puerta quedaba despejado. Abandoné el almacén pero los
callejones estaban plagados de tipos con linternas, escopetas y hachas. Fue por la derecha y
luego por la izquierda hasta esconderme tras unas cajas en un rincón. Esperé a que un
lugareño apareciese y fuese por donde yo había venido y luego regresase sobre sus propios
pasos para seguirle, pegado a la derecha, a una distancia prudente. A mi derecha entonces
descubrí un escondite medianamente decente, saltando detrás de unas cajas y un carro.
Esperé allí a que el tipo anterior regresase y continuase su ronda para salir y meterme por el
callejón. Al final del todo me metí por una puerta iluminada y me encontré de cara con un
accidente laboral. Por lo menos el superviviente no tenía intención de matarme, o eso
parecía. Suficiente tenía con la muerte de su compañero, supongo. Incluso me indicó el
camino hacia las alcantarillas, mi único escape de aquellas calles.

Salí por la única puerta hasta la calle y corrí por la derecha rumbo a un camión aparcado. Era
mi momento. Quité la cuña de la rueda delantera y, rápidamente, corrí a la plataforma tras el
vehículo para saltar a su interior. El camión descontrolado fue tomando velocidad
embistiendo a los incautos asesinos que se ponían en su camino, hasta caer al fondo de una
piscina residual. Iba acostumbrándome al olor a podrido…

Me metí en el hueco iluminado de la derecha para hacerme con un trozo de tubería y luego
me acerqué al ventilador gigante. Usé la tubería para romper una de sus aspas y, en un
momento que redujo su velocidad, me metí por el túnel huyendo de los disparos.

Avancé hasta el final y llegué a las alcantarillas.

Para conseguir la mayor reputación, no hice caso a ningún símbolo pintado.

Innsmouth Dos. Segunda Parte.

Había algo en esos lugareños que no era del todo normal… a parte de su interés por
quitarme de en medio. Ese olor nauseabundo y constante a pescado…esas miradas
perturbadas…esos rostros desencajados…¿qué estaba sucediendo en ese pueblecito perdido,
en todos los sentidos, de la mano de Dios? Decidí llamarles hombres-pescado, por muy
ridículo que parezca, pero haber estado allí y haber buscado otro nombre más apropiado.

Subí a la plataforma para evitar los ríos de porquería de las alcantarillas y escuché ese llanto
infantil... Casi me muero del infarto al ver a la niña de Thomas, Ramona, llorando tras una
verja. Al intentar acercarme a ella salió corriendo y empecé a escuchar voces… ¿estaban en
mi cabeza o eran reales? Intenté no pensar en ello pero las voces no dejaban de
atormentarme…y esa niña…¡¡había muerto!! Yo mismo había visto su cadáver. Avancé por el
único camino de la derecha y salí a una zona invadida por una especie de moho verde
¡¡corrosivo!!. Algún tipo de infección o plaga producida quizá por la contaminación o la
inmensa suciedad lo había invadido todo… Subí por unas escaleras siguiendo un rastro de
sangre y encontré un cadáver en avanzado estado de descomposición. ¿Cuántos muertos
habré visto ya en esta ciudad salida del mismísimo infierno? Imaginar que yo podría acabar
como uno de esos me revolvía las tripas.

Dejé atrás el cuerpo y entre en una sala con dos tuberías y dos manivelas. Activé ambas por
mera curiosidad y entré a otra sala, sin saber que acababa de abrirme un nuevo camino. Las
voces proseguían y me estaban volviendo loco…. Allí había un pequeño pozo. Activé la
manivela a la derecha y subí corriendo al pozo. Me tiré dentro, me agaché y entré por el
conducto. El olor a podrido era mayor que en cualquier otra parte y se oían ruiditos de
insectos… El conducto desembocaba en una enorme fosa común plagada de cuerpos
desmembrados, huesos, restos humanos, insectos y todo tipo de desperdicios. ¿Cuántos
cadáveres habría allí dentro? Era imposible de contabilizar. Mi estómago no podía más. Evité
vomitar y contemplé cómo un cuerpo caía de alguna parte de arriba hasta golpear
brutalmente con la enorme trampilla central. No se me ocurrió ni acercarme a ese agujero y
use una escalera para subir y huir de aquel cementerio. Escuché un ruido y miré al cuerpo
recién llegado. ¿¿Qué había sido eso?? Alguna…cosa…se lo había llevado hacia la oscuridad
de aquel conducto. Había algo en las entrañas del pueblo…y parecía gustarle la carne
humana… ¿Algún animal salvaje? ¿El ser huido de casa de Waite?...

Llegué hasta el final de la escalera y escapé por la única puerta que había, que daba a una
pequeña bodega. Allí dentro encontré otro camino por una nueva escotilla que me volvía a
enviar hacia abajo. No hacía más que subir y bajar, y sólo deseaba respirar un poco de aire
de la calle y ver el cielo de nuevo.

En el pasillo intenté ir por la derecha y me encontré de frente con la aparición de la niña.


¡¡Joooder!! Di media vuelta pasando bajo una reja rota y decidí dejarme caer por un agujero
en el suelo. Estaba ahora sobre una plataforma de mantenimiento, y en el suelo descubrí una
serie de bichos con aspecto amenazador. Algo así como un híbrido entre araña y cuchara.
¿Dónde estaba el insecticida cuándo uno lo necesitaba? Bajé por las escaleras al nivel del
suelo y corrí esquivando a los bichos que captaron el olor de carne viva. Al final del pasillo
salté al interior de un túnel a la izquierda, oculto por algunas telarañas blancas. Los bichos
no me siguieron…menos mal.

Localicé varias salidas al exterior, pero sólo una estaba abierta y bien vigilada por los
lugareños que seguían buscándome. Decidí subir por todas las escaleras, golpeando las
trampillas para distraer su atención y que se apartaran de la salida. Cuando subí a la última
escalera y los hombres-pescado corrieron hacia ella, bajé rápidamente y corrí a salir por la
primera. Allí descubrí un cartel donde habían puesto precio a mi cabeza bajo la acusación de
ladrón. Mi instinto me guió hacia la derecha y encontré una escalerilla que subía de nuevo.
Entré por la única puerta visible y bajé unos escalones hasta un pequeño pasillo. Entré por la
puerta de la izquierda y salté cuando escuché el crujir de las maderas, que indicaban que
iban a ceder. Por poco…

Ahora necesitaba hacer algo, porque allí no había salida. Usé una manivela y levanté una
caja del nivel inferior que, sin saberlo, estaba bloqueando mi salida. Ahora decidí bajar por
las escaleras medio podridas que daban casi delante de un fuego. Esos lugareños me vieron
y dispararon, pero logré escapar por la nueva puerta desbloqueada.

Al final de un pasillo bien iluminado llegué a un patio y crucé dos puertas a la derecha hasta
entrar a casa del sacerdote. Me sentí a salvo una vez más.

Caminé por el pasillo, dejando atrás la única puerta a mi izquierda, y subí por las escaleras
que había en el recibidor. Entré por la puerta de la derecha y me hice con el diario del
sacerdote, que me daría alguna pista más.

Regresé sobre mis pasos y entré entonces en la puerta que había dejado atrás. Rebecca
estaba allí, en casa de su padre. Me reveló que la Orden había capturado a Brian porque lo
necesitaban para un sacrificio humano. Además, la Orden buscaba el Libro de Dagon que yo
tenía en mi poder, y harían cualquier cosa por recuperarlo. Rebecca me explicó dónde
retenían a Brian y, antes de que pudiéramos trazar un plan, un disparo reventó una
cristalera. ¡¡Me habían encontrado!!
Seguí a Rebecca hasta la calle y de allí a la Iglesia, donde podríamos refugiarnos. No pude
evitar su muerte cuando un disparo le acertó de lleno. Tampoco podía pararme a llorar su
pérdida y atravesé las dos puertas hacia el interior.

Lo que recogí para conseguir la mejor reputación, además de ignorar todos los símbolos
pintados, fue el siguiente objeto:

- Diario del Sacerdote.

Innsmouth Dos. Tercera Parte.

La Iglesia estaba patas arriba, con los bancos en forma de barricada. Por lo menos sus
macizas puertas resistían el embiste de los lugareños que intentaban entrar. Malditos
criminales asesinos… el cuerpo de Rebecca todavía estaría caliente allí fuera…

No había tiempo que perder. Las puertas eran resistentes, pero yo no sabía cuánto. Subí por
la escalera de mi izquierda hasta un balcón con tres cuerdas. Más adelante descubrí que eran
el código para abrir un pasadizo en la pila bautismal al lado del altar. Toqué las campanas
con la siguiente secuencia: centro, izquierda y derecha.

Bajé atravesando las barricadas y subí al altar…¡¡¡Por todos los demonios!!! Había un hombre
muerto clavado en la cruz….¿sería el padre de Rebecca?... La Orden se había apoderado de
todo el pueblo hacía tiempo y había eliminado brutalmente cualquier competencia religiosa.

La pila bautismal estaba a la derecha del altar. Entré por las escaleras que había revelado
con la secuencia de campanas y accedí a la cripta subterránea.

Estaba llena de pintadas con símbolos que no logré descifrar y que debían ser las
investigaciones místicas que había realizado el sacerdote. Llegué hasta una sala de trabajo y
me hice con el registro de nacimientos, bodas y fallecimientos. También descubrí una extraña
placa de piedra grabada con varios números.

Usé sobre ella una de las fotografías que tenía en mi poder y…¡bingo! Una secuencia: 3-1-5-
7.

Tenía una secuencia y una caja fuerte a un lado, la perfecta simbiosis. Introduje el código,
siguiendo el procedimiento para meter números en las cajas fuertes, y obtuve de premio una
pesada cruz de piedra blanca.

No había más salida que un pasillo a un lado. Y en ese pasillo encontré una talla en la pared
que respondía al perfil de la cruz. Una nueva simbiosis que abrió un pasaje secreto tras un
ataúd. Entré agachado y otra vez escuché voces en mi cabeza… o reales. El canto de una
niña provenía de todas partes. Intentando no perder la cordura, llegué hasta una escalera y
salí a la superficie, una vez más.

Giré a la izquierda y entré por las puertas dobles del Banco de Innsmouth. Allí dentro había
un incendio, sin lugar a dudas, provocado. ¿Estaban quemando todo el pueblo para
encontrarme? Me agaché para pasar bajo una columna caída y salté hacia la derecha para
entrar por el marco de una puerta. Subí por la columna de madera y salté al final para entrar
por una puerta cerrada que daba a la zona de la cámara acorazada. Subí por las escaleras de
la izquierda y salté, pegado a la izquierda también, sobre un enorme agujero en el suelo.

Atravesando otra puerta me encontré en un piso que casi había desaparecido. Algunos
lugareños habían entrado en el Banco y me buscaban con sus linternas. Al acercarme a unos
tablones a mi izquierda, éstos cayeron por mi peso. Debía tener cuidado con dónde pisaba.
Salté hacia delante para llegar a un pequeño trozo de suelo. Luego volví a saltar de nuevo
hacia delante y luego hacia la derecha. Una vez allí salté a la izquierda y subí por un tablón
de madera. El vértigo jugaba en mi contra y deformaba la realidad. Debía tener cuidado y
extremar todas las precauciones. Desde allí arriba fui caminando, poco a poco, por los
tablones más sólidos hasta llegar a la puerta de la izquierda. Volvía a estar aparentemente
atrapado, pero decidí continuar con mis saltos. Fui hasta el muro del fondo y salté hacia la
izquierda, por un hueco, para caer sobre un tramo de escalera. Tras otra puerta llegué al
exterior y bajé por una escalera de incendio a mi izquierda. Esta vez el salto iba a ser más
grande. Tenía que llegar hasta las escaleras que había en la torre de agua. Lo logré casi sin
creérmelo, ascendí y llegué a la pasarela de la torre. Fui hacia la izquierda y salté a un
balcón con la puerta cerrada. Entré al edificio y atravesé un pasillo para bajar por unas
escaleras. Abrí otra puerta y, de nuevo, el exterior en las altas alturas. Salté al tejado de mi
izquierda, el de las dos ventanas abiertas, y me metí por una de ellas antes de que me
alcanzasen los disparos de los hombres-pescado que me descubrieron.

Allí dentro salí por la única puerta que había y luego volví al exterior por una ventana. Salté
hacia el balcón con la caja y la polea, subí a la caja y salté hacia los tablones de la torre de
agua. Empezaba a sentirme trapecista más que detective, pero prefería eso a caer en manos
del grupo sin escrúpulos que acechaba en la calle. Seguí de frente por los tablones y salté al
balcón con la puerta abierta.

Sorpresa…allí estaba Lucas Mackey, el supuesto inspector industrial. No pude sacarle nada en
claro pero deduje que sus objetivos no eran tan inocentes como hacer una rutinaria
inspección de inventario. Me repitió con ironía que trabajaba para el gobierno e intentó
convencerme de que buscar a Brian sería sinónimo de muerte. Creo que Mackey era la única
persona que no quería matarme en aquel pueblucho. Al final accedió a ayudarme y me
explicó cómo llegar a las celdas donde tenían preso a Burnham. También me confirmó que la
Orden controlaba todos y cada uno de los aspectos del pueblo, y que su líder era un tal
Robert Marsh, hermano de Sebastián Marsh, propietario de la refinería Marsh, que
oficialmente dirigía el hijo de éste, Jacob. Mackey me dejó todavía más intranquilo al decirme
que muy pocas personas habían visto en persona a Robert, acentuando el mito en torno a su
figura de líder supremo de aquella secta asesina.

Tras la charla me despedí de él, que parecía no estar alterado por la situación. Ese hombre
tenía una sangre fría envidiable…

El camino hacia las celdas era por la izquierda, subiendo a una mesa y saliendo por la
ventana hasta la calle.

Lo que recogí para conseguir la mejor reputación, además de ignorar todos los símbolos
pintados, fue el siguiente objeto:

- Registro de nacimientos, bodas y fallecimientos.

Las celdas.
Jailbreak.

Señor Burnham, estoy cada vez más cerca de usted. Y espero que una vez que le encuentre
podamos huir de esta pesadilla…

Subí por las escaleras de incendio hasta el balcón. Allí esperé a que ese engendro de policía
se marchase, y entonces pegué un salto hacia la calle.

Avancé hasta la ventana y esperé a que los policías dejasen de hablar. Qué gente tan
simpática… Seguí hasta la esquina y allí me hice con una barra de hierro. ¿Por qué demonios
no había cogido antes algo así como arma? Por la primera ventana vi por fin a Brian
Burnham dentro de su celda. No había tiempo que perder. En la segunda ventana un preso
completamente ido intentó cogerme, y en la tercera ventana creí ver a otro preso
durmiendo.

Giré a la derecha pasando el coche en llamas y entré a la comisaria. Allí estaba la entrada a
las celdas. Abrí al puerta y entré decidido a cumplir con mi cometido.

Mi objetivo no era ni mucho menos acabar con esa Orden ni con esos asesinos, pero después
de lo de Rebecca, su padre y el resto de cadáveres…el odio empezaba a sustituir al miedo.
Acabar con la barra de hierro con aquellos dos policías-pescado fue una liberación. Y todavía
me sentí más reforzado al hacerme con la pistola y la escopeta del armario. Preparaos para
conocer a Jack Walters cabreado…

Accedí a la zona de celdas y me percaté de que necesitaba las llaves para liberar a Brian. Allí
encontré también el cuerpo sin vida del pobre Thomas Waite, el preso que creía que estaba
durmiendo…y ese loco llamado Henry que no dejaba de hablar de ratas y de murmurar
palabras sin sentido para mí. Subí las escaleras y me metí en la puerta justo encima de las
escaleras. Entré por la puerta del cuartito y llegué a un insalubre cuarto de aseo. Me agaché,
superando el apestoso olor, y avance hasta el lavabo. Cerré las dos llaves de agua y esperé a
que apareciese el policía para descerrarle un disparo en la cabeza. ¿Cómo se siente pasando
de cazador a presa, maldito híbrido humano?

Salí del aseo y giré por el pasillo de la derecha hasta el dormitorio. Me hice con la munición
sobre la cama y las llaves en la cabecera. Regresé corriendo para sacar a Brian, pero ante su
desconfianza le enseñe la fotografía que Ruth me había dado. Por fin le cambió la magullada
cara. Le saqué de su cautiverio y me explicó dónde podríamos encontrar un medio de huída.
De “posible” huída, me dijo dejándome poco esperanzado. Salimos de la comisaría a tiro
limpio y avanzamos por el callejón a la izquierda del coche de policía aparcado, frente la
entrada.
Dejamos atrás los cuerpos sin vida de esos monstruos bajando unas escaleras hasta la
entrada a una alcantarilla. Use la barra de hierro para desbloquear el acceso y sentí un
escalofrío… Allí abajo había algo… y después de todo lo visto en mi anterior visita por los
subterráneos, mi valor comenzaba a desaparecer.

Al ver una rata muerta junto a una tubería recordé las palabras de ese loco de la celda. Cogí
con repulsión el bicho podrido y… ¿qué había sido eso? ¿Ramona de nuevo?... Tendré que
tomarme unas largas vacaciones cuando acabe este trabajo. Avanzamos por la alcantarilla
hasta subir por una escalera al interior del garaje. ¿Quién estaba allí? Precisamente Mackey,
que este vez me contó toda la verdad. En realidad era un agente del Tesoro y enlace con el
FBI en una investigación en Innsmouth. Su misión consistía en descubrir qué le había estado
pasando a la gente del pueblo y si detrás de todo había algún tipo de negocio ilegal. La
familia Marsh eran su principal objetivo. Nos indicó dónde podríamos encontrarnos con más
agentes federales para ponernos a salvo.

Iba siendo hora de irse, pero Brian no quería dejar a Ruth en el pueblo. Además, la policía le
había confiscado un amuleto que les llevaría directamente hasta ella. Mientras él se quedó
preparando el camión, yo regresé a la comisaría.

Lo primero que hice fue darle al loco de Henry la rata muerta para que se callase, pero lo
que hizo fue matarse a golpes contra la reja… Abrí su celda y recogí un trozo de papel, los
Juramentos del Dagon… Me había parecido ver también algo en la primera celda y,
efectivamente, me encontré con el diario del capitán Obed Marsh, ¡el primer Marsh que trajo
al pueblo la maldición que lo condenó!

Ya tendría tiempo para poner en orden mis pensamientos. Fui a la oficina de la entrada y
empujé el mueble que estaba al lado del que tenía las armas. Allí estaba la caja fuerte.
Usando la combinación 1-8-4-6 la abrí y recuperé el amuleto de Ruth.

Salí de allí y fue hasta el callejón que había a la derecha del coche en llamas, donde había
otra pintada en la pared. Llamé a la puerta y Brian me abrió.

Le di el amuleto y subí a la parte trasera del camión. ¡¡Hora de irse!!

Lo que recogí para conseguir la mejor reputación, además de ignorar todos los símbolos
pintados, fue el siguiente objeto:

- Juramentos de Dagon.

Innsmouth Tres. Primera Parte.


La Huida.

Durante este tiempo no encontré símbolos ni objetos de interés. Sólo mi pistola y yo.

CAMION

Innsmouth Tres. Segunda Parte.


Rescatar a Ruth.

Bajé del camión y me hice con un fantástico revólver a mi derecha. En ese momento una
horda enfurecida de hombres-pescado apareció por la izquierda y la derecha. Me hice hacia
atrás, cubriéndome con las puertas del almacén del camión, y acabé con todos ellos. Tras
curarme las magulladuras fui por la derecha, pasando por cajas de pescado en
descomposición… quizá para alguna receta local. Llegué hasta el final y me metí por una
puerta a la derecha, al interior de un almacén.

¡¡Mierda!! Estos híbridos iban ahora armados con ametralladoras. Serían feos, desagradables
y olerían mal, pero sabían lo que se hacían. Atravesé el almacén y giré a la izquierda dos
veces.
Me metí por una puerta a la derecha que daba a una sala helada, frente a unas escaleras, y
allí encontré una fantástica ametralladora Thompson. Genial… estos tipos sí que se iban a
enterar esta vez.

Salí del cuarto helado y seguí por la derecha, agachándome a través de una barricada de
cajas que me llevó a un almacén bastante silencioso….

Cuando cogí un manojo de llaves que había al final, Ruth apareció. Estaba en un nivel
superior, aterrada y acosada. Le pedí que esperase allí, y en ese momento otro numeroso
grupo de híbridos me rodeó. Usando la Thompson les ametrallé a todos y logré escapar de
una muerte segura.

Regresé por donde había venido, por debajo de las cajas, hasta las escaleras que había
pasado de largo. Entré por la puerta y llegué hasta una sala con ventanas. Rompí la de la
izquierda y salté. Por la izquierda había otra puerta. La abrí usando las llaves y pasé un
cuarto lleno de redes. Al final salí a un balcón y ascendí por unas escaleras a la izquierda.
¡¡Ruth estaba en peligro!! No sé si os he dicho ya que encantan las alturas.

La cosa no fue fácil, y menos con más lugareños malditos disparándome desde abajo. Salté a
la viga de mi izquierda y de ahí a la de enfrente. Avancé por la viga gruesa hacia la derecha
y tuve que dar lo mejor de mí para saltar a la izquierda-derecha y evitar una columna. Ahora
sólo quedaba llegar hasta Ruth sin caerme.

Una vez a su lado pude notar su alivio, pero aún no habíamos escapado. Disparé contra el
candado de la puerta y huimos escaleras abajo. Saltamos por la ventana sobre un montón de
cajas y corrimos hasta la puerta abierta, a la derecha del muelle.

Tras subir al camión, Brian arrancó para escapar de una vez del pueblo. Lo último que
recuerdo antes de desmayarme una vez más fue un disparo que alcanzó al pobre Brian, el
camión volcando y un tiroteo…

Al despertarme no había café caliente ni bollos. Tan sólo una especie de doctor chiflado y dos
tipos con traje. Se presentaron como agentes del FBI, pero no me trataron como yo
esperaba. Al parecer el agente Mackey había desaparecido y yo era el único superviviente de
la huída con el camión. Aquellos tipos no creyeron nada de lo que les dije a pesar de emplear
conmigo métodos bastante persuasivos... electrocución y drogas que me provocaron
extrañas visiones empapadas en sangre. La conclusión de todo aquello fue que iba ser
obligado a acompañarles de nuevo a Innsmouth, ya que era la única persona que podría
guiarles entre aquellos lugareños psicópatas. Los cabrones supieron cómo presionarme para
lograr mi colaboración.

Qué simpático ese tal J. Edgar Hoover…se merecería tener un edificio con su nombre…

Refinería Uno. La entrada.

La misión federal era detener vivo a Jacob Marsh para interrogarle. Yo acompañaría a los
agentes como colaborador “voluntario”. El convoy del FBI llegó a la refinería y los agentes
tomaron posiciones. Sentí un escalofrío en cuanto detecté de nuevo la cercanía de ese olor a
mar y a pescado… aliñado ahora por un fuerte olor a contaminación industrial.

Los federales acabaron con la resistencia armada de la entrada, pero una ráfaga de
ametralladora militar frenó su avance al interior. Armas pesadas en juego, de maravilla. No
sólo he regresado a este infierno sino que además esto cada vez parece se más a la maldita
Gran Guerra.

Hoover me llamó corriendo ante el imprevisto. Bajé del coche y me agaché rápidamente para
no ser acribillado por las constantes ráfagas de bala. Llegué hasta el agente y me ordenó
flanquear el fuego y abrir paso a los agentes. Se notaba que para él yo sólo era carne de
cañón…
Corrí hasta las cajas a mi derecha y, dándoles la vuelta, llegué a otro agente. Mientras me
cubrían corrí hacia las cajas de la izquierda. Una vez allí me agaché y me metí por un hueco
a mi izquierda. Rodee todo el montó de cajas también por la izquierda y llegué a una puerta
al lado de la ametralladora.

Un par de respiraciones profundas, tragar saliva y abrir la puerta. Disparé contra el artillero y
el escandaloso tableteo del arma cesó. Esperé la llegada de los federales y que asegurasen la
zona.

Después les seguí por la oficina de acceso, donde recogí un rifle y munición. Tendrían que
haberme dado mi poco aprovechada Thompson…En ese momento escuché gritos
desgarradores que me estresaron todavía más. Seguí adentrándome en la refinería y avancé
hacia las puertas del enorme elevador. ¿Qué le había pasado a aquel pobre agente? Dios
Santo… no quería volver allí, no quería,… yo sólo quería huir muy lejos de Innsmouth. El
cabrón de Hoover decidió poner fin al sufrimiento del federal con un tiro en la cabeza, y
encima tuvo la desfachatez de mandarme a buscar el generador y conectarlo para poder usar
el elevador de nuevo. Qué tío más listo.

Sin poder hacer otra cosa, descendí por las escaleras a mi izquierda, hacia las profundidades
del complejo industrial.

Para conseguir la mayor reputación, no hice caso a ningún símbolo pintado.

Refinería Dos. El generador.

Descendí por las escaleras y giré a la derecha. Allí abajo también había resistencia enemiga…
Bajé las otras escaleras, abrí la puerta, salí al exterior y abrí la otra puerta de en frente.
Entré a la sala y fue por la pasarela de la derecha, bajé por las escaleras…¡¡ese disparo
estuvo cerca!!...y continué por la pasarela hasta otra escalera que subía. Allí arriba entré al
Almacén de Cianuro y entré a la Sala del Generador. Quité el pestillo de la puerta de la
derecha, entré y fui por la izquierda hasta la Sala de Trabajo. Allí me hice con un revólver,
más munición y la correa de conducción (Drive Belt).

Regresé a la Sala del Generador, disparé contra el candado de la puerta de la maquinaria y


metí la correa de conducción allí dentro. Conecté el generador y… aún faltaba algo más.
Entré por la puerta del Control de Vagonetas (Bucket), rompí el cristal de la consola de
mandos y pulsé el botón. ¡¡Bingo!! Había conectado el sistema de vagonetas.

Regresé a la Sala del Generador y volví a entrar por las puertas dobles, luego giré a la
izquierda y, antes de llegar a la Sala de Trabajo, me metí por la derecha.

Desde aquella sala esperé a que llegase una vagoneta y salté encima. El viajecito en feria
podía haber sido más divertido, desde luego. Cuando la vagoneta se paró unos segundos en
la sala del Control de Vagonetas, salté sobre unas cajas a mi derecha.

Subí por la escalera a mi derecha y entré por la puerta hasta llegar a la Sala de Presión.
¿Qué había sido ese rugido sobrenatural?..ups.. Al final del cuarto localicé una válvula de
presión y la active.

Para conseguir la mayor reputación, no hice caso a ningún símbolo pintado.

Refinería Tres. La trituradora.

Abrí las puertas dobles cerradas al lado de la válvula y giré a la derecha, pasando al lado del
camino bloqueado por el vapor. En el suelo descubrí el cuerpo de uno de los agentes… ¿de
qué había muerto? Era difícil de explicar…quemado, corroído,… las nauseas volvieron a
invadirme y tuve que para un rato a recuperarme.

Pasé el cadáver, giré a la izquierda y bajé las escaleras. Allí abajo había más compañía
esperándome, aunque a estas alturas habréis deducido que todo estaba plagado de malditos
híbridos psicópatas.
Fui por el pasillo de la izquierda y atravesé la puerta de Acceso al Cuarto del Tránsito de Oro.
Continué recto y fui hacia la izquierda, subiendo por la primera escalera que vi sobre el un
enorme letrero en el suelo de “Mantener Despejado”.

Allí arriba me metí por un oscuro, muy oscuro, pasillo hacia la derecha…

Ese ruido, esa voz… parecía el agente Nelson…y, efectivamente, los trozos triturados que
cayeron delante mía habían sido él. Salté de la plataforma por la izquierda y entré por la
puerta “Trituradora Superior”. Subí el primer tramo de escaleras y me metí en un cuartito en
el que localicé una preciosa ametralladora que me hizo sentirme muy feliz. Continué
subiendo hasta lo más alto y entré por la última puerta para llegar a la sala de la trituradora.
Era el momento de ir por donde había venido el pobre Nelson. Subí por unas escaleras y
caminé hacia el interior del conducto, caminando por la cinta transportadora.

Al final me encontré con…¡Jacob Marsh en persona! El criminal activó la cinta antes de que
yo pudiese reaccionar y me precipitó hacia la letal trituradora. No pensaba acabar como el
federal, y justo en el borde salté hacia la plataforma medio caída sobre la máquina infernal.
Tuve que ser rápido y saltar de ahí porque la plataforma cedió bajo mis pies… Por poco… otra
vez.

No pensaba dejar escapar a Jacob tan fácilmente. Si le capturaba, quizá Hoover me dejaría
en paz.

Volví sobre mis pasos hasta el final del conducto, giré a la derecha, me agaché y perseguí a
Marsh por una pasarela que cedió a mis pies. Acabando a tiros con más hombres-pescado fui
por un pasillo a la izquierda, lleno de cajas, y entré a un cuarto con una escalera. Ascendí y
me metí por las puertas dobles que iban hacia “Administración”.

La primera puerta a mi derecha era la ansiada sala del ascensor. Pulsé el botón para activarlo
y fui entonces al despacho de Administración y de ahí al despacho del propio Marsh.

Recogí la carta que le mandaba su padre y salí de allí dentro al pasillo. Desbloquee las
puertas del final y seguí recto, girando a la izquierda y bajando las escaleras. Estaba donde
Hoover me había dejado antes. Llamé al ascensor montacargas y apunté nervioso mientras
sus puertas se abrían… Nada peligroso.

Entré y activé los controles hacia las entrañas de la refinería.

Lo que recogí para conseguir la mejor reputación, además de ignorar todos los símbolos
pintados, fue el siguiente objeto:

- Carta de Sebastian Marsh.

Refinería Cuatro. Proceso de oro.

Tras salir del ascensor me dirigí hacia la izquierda, subiendo unas escaleras y entrando en la
zona de Proceso del oro. Seguí ascendiendo por la izquierda y luego giré a la derecha hasta
el final, cruzando la puerta que iba a las zonas de Purificación y Selección de oro. Allí dentro
hacía muchísimo calor…. Giré a la derecha y bajé por las escalerillas. Atravesé la pasarela y
entré por la puerta a tiempo de ver cómo Marsh activaba un elevador para hundirlo en el oro
fundido…¡¡con Hoover dentro!!

Corrí hacia la escalerilla del final de la sala esquivando los disparos y, antes de subir, apunté
y herí al psicópata, que logró escapar de nuevo. Rápidamente subí y presioné los controles
del elevador para salvar a Hoover de una muerte terrible. El agente me lo agradeció a su
modo y cambió las instrucciones. Después de tantos federales muertos, y de que estuviera a
punto de matarle a él mismo, ya no hacía falta coger vivo a Marsh. Hoover se quedó con el
maletín que había olvidado el criminal y yo bajé por donde había subido, entrando en la
puerta de Selección de oro. Allí tuve un ligero mareo producto de tantísimo calor. Seguí hasta
el acceso a la Zona de Fundición (SMELTING ACCES), bajando por las escaleras y entrando al
almacén químico. Allí ignoré las escaleras a mi izquierda y continué recto hasta la puerta de
Mantenimiento de Electrolisis.

Sentía que alguna cosa me estaba siguiendo… Al final de las escaleras crucé una puerta y…
¡mierda! El cabrón de Marsh me disparó algún tipo de tranquilizante que me hizo perder la
conciencia unos minutos… No hacía más que desmayarme en aquella asquerosa zona del
mundo…

Al recobrarme escuché una especie de invocación y contemplé cómo “algo” ascendía del
suelo. ¿Qué demonios, en nombre de Dios, era esa cosa viscosa, enorme y llena de
tentáculos? Más adelante descubriría que su nombre era Shaggoth….

Esa cosa repugnante e imposible invadía la pasarela por donde tendría que continuar mi
camino. Corrí hacia la derecha dos veces y me oculté tras unas cajas para que no me viera.
En cuanto lo creí oportuno salí y bajé rápidamente las escaleras, bajando en seguida otras
escalerillas. Continué hasta unas terceras escaleras por las que accedí a una consola de
control. ¡¡Cuidado!! El monstruo intentó alcanzarme al acercarme a la consola y tuve que
tener más cuidado. Al final logré activar el botón de la bomba del tanque (VAT PUMP) y
contemplé como “eso” desaparecía hacia el fondo con un desagradable sonido. Descubrí que
lo había filtrado a un segundo tanque y me moví por la ahora despejada pasarela hasta bajar
por más escaleras. Al final de la nueva pasarela subí y bajé más escalerillas en dirección a
una oficina y estuve a punto de volver a ser alcanzado por uno de esos tentáculos mutantes.
En la oficina encontré un fusible y un botiquín que me vino de maravilla.

Con el fusible regresé al principio del todo y lo puse en la caja de fusibles. Ahora la máquina
tendría que funcionar. Pulsé el botón de Electrolisis y creo que le hice bastante daño a ese
moco viscoso. Ahora podía regresar por la pasarela y dirigirme por el camino de la derecha
que Shaggoth había estado ocupando hasta un nuevo símbolo en la pared. Allí era donde
Marsh me había disparado el dardo.

Mis sorpresas del día no acababan allí, y descubrí que el monstruo estaba bastante cabreado
conmigo. Tomando aire comencé a correr en cuanto atravesé las puertas dobles y subí las
escaleras. Desbloqueé la puerta de incendios y entré hasta una segunda que también
desbloqueé y atravesé girando a la derecha. Volví a subir escaleras casi sin aliento, giré a la
izquierda y ascendí una vez más. Me dirigí por el camino de la izquierda para meterme
agachado por un conducto abierto de aire. Allí dentro, como siempre, me sentí un poco más
seguro… o eso creía yo. La criatura no se daba por vencida y mi nivel de ansiedad y estrés se
había disparado.

Al final del conducto caí sobre unas cuantas cajas y corrí hacia la izquierda para atravesar
una puerta desbloqueada. Ascendí y volví a meterme por otro conducto de aire que, una vez
más, me llevó sobre unas cajas. Sin perder ni un segundo buscando ayuda me metí dentro
del ascensor y apreté el botón. La cabina empezó a moverse pero de repente se paró en seco
y me quedé atrapado. No quería convertirme en una lata de comida para el Shaggoth, me
siguiera persiguiendo o no, así que presioné con fuerza el botó de emergencia. Las puertas
se abrieron y pude escapar de un salto antes de que fura demasiado tarde... eso había
vuelto a estar demasiado cerca para mi gusto….

Hoover hizo su aparición y esta vez creedme que el tipo me cayó mejor. Al verme desarmado
se encargó de solventar el problema. Aún teníamos trabajo que hacer, incluyendo salir vivos
de la refinería. Fui hasta el otro lado del almacén y subí por las escaleras de la derecha. Por
la izquierda encontré unos transformadores verdes, disparé contra el cerrojo y apreté el
botón en la pared para acceder agachado a la zona de mantenimiento. Siguiendo el cable del
ascensor llegué hasta el nivel inferior. Hoover me dio nuevas instrucciones y continué
descendiendo por el interior del túnel.

Para conseguir la mayor reputación, no hice caso a ningún símbolo pintado.

Refinería Cinco. Gas.

Caminé hasta dar con un botón a mi derecha que activaba una escalera. Subí por ella y giré
90 º en dirección a la válvula de oro A. Encontré restos viscosos y podridos del Shaggoth que
me recordaron la escena en las alcantarillas… respondiendo a mi pregunta de qué había
pasado en aquella zona. Me aproximé a la válvula y pulsé el botón a la derecha de la puerta.
Entré y subí las escaleras hasta una cámara superior. Allí había un nuevo comité de
bienvenida…¡¡¿¿ese jodido bicho de dónde diablos había salido??!!. Tuve que llegar hasta el
otro lado sin tocar la sustancia corrosiva que bloqueaba la pasarela. Crucé una puerta
cerrada y continué por la pasarela, pasando las escaleras, hasta otro acceso. Entré y giré la
válvula de Gas 1 dos veces para asegurarme de que dejaba salir el potencial veneno una vez
concentrado. Seguí ahora por la nueva pasarela hasta bajar unas escaleras y llegar a dos
compuertas cerradas. Pulsé el botón que abría la de la derecha y entrar. Controlé mis nervios
ante la proximidad del monstruo y llegué a una sala al otro lado, donde encontré un nuevo
botiquín y una llave inglesa cerca de otro cadáver federal… ¿Quedaría vivo alguno más a
parte del afortunado Hoover?... Fui por la derecha hasta desbloquear una puerta cerrada y
subir por las escaleras. Regresé al control de las válvulas y usé la llave inglesa con la válvula
de Gas 2, liberando más gas natural. Creo que la criatura empezaba a sentirse molesta… lo
que me producía una satisfacción difícil de explicar. Fui hasta el otro lado y abrí con la llave
inglesa las válvulas de Gas 3 y 4. Continué por el nivel inferior donde estaba Shaggoth y
entré por la puerta de válvula de oro A. Bajé hasta una abertura en una reja a mi izquierda.
Bajé por la escalerilla hasta salir de aquella zona y llegar al principio. El olor a gas había
sustituido ya cualquier otro olor allí abajo. Pulsé el botón para abrir la puerta a la zona de la
válvula de oro C y me quité de delante rápidamente. La puerta voló por los aires fruto de la
bolsa de gas que se había formado. Entré por la destrozada puerta a la zona que había
estado cerrada a cal y canto. El corazón de la refinería me transmitió una extraña sensación
de malestar… si es que podía sentirme aún peor. Además, allí dentro habían extrañas ruinas
que nada tenían que ver con un lugar industrial como aquel. Abrí una puerta cerrada y entré
hasta llegar al final…a no sé dónde… Encontré una piscina de agua con dos pedestales, una
brillante gema roja y una especia de estatua … ¿Qué era aquella sala y qué pintaba en la
refinería? Me sentí mareado y nervioso, como si alguien me estuviese mirando. La sensación
era opresiva y angustiosa…y parecía venir de la estatua. Moví los pedestales hasta un rayo se
reflejó entre los ojos de la estatua y otra en la pared. Lo activé pulsando un botón en el
pedestal a la izquierda de la estatua. Con aquello liberé la gema roja y pude hacerme con
ella justo cuando Hoover apareció en escena con el resto de supervivientes. La refinería
había sido asegurada completamente.

Lo que no supe es que aquella misteriosa estatua era la efigie misma de Chtulhu….

Para conseguir la mayor reputación, no hice caso a ningún símbolo pintado.

Orden Esotérica Uno. El asalto.

No sólo mi historia, sino los testimonios de los agentes durante la redada, y el aparente peso
político del propio Hoover, a quien no le había gustado haber estado a punto de morir,
propiciaron que por fin el gobierno pusiese manos a la obra para detener a los Marsh.

Regresaba a Innsmouth, pero esta vez yo mismo tenía ganas de ir allí y ayudar a meter
entre rejas a esos lugareños asesinos y poner fuera de circulación a cualquier bicho viscoso.
Además, la presencia del ejército me reconfortaba y me hacía sentirme seguro, aunque
podrían haberme dado algún tipo de arma más potente que esta pistola.

En cuanto llegamos a la zona seguí al sargento Sam Carter y al resto del pelotón de marines.
¡¡Adelante, muchachos!! Cuando despejaron la zona descendí por la cuerda y avancé con
mucho cuidado por los bloques de hielo. Caer al agua significaría la muerte instantánea por
congelación. La dificultad se incrementaba por el movimiento de las placas, el tiempo límite
que tenía para estar sobre cada una antes de que cediese, y las placas oscuras que se
hubiesen roto en cuanto las hubiese pisado…

Al final llegué a un pequeño cañón y me encontré con el soldado Parker..¡¡y ese monstruo!!
¡¡Parker, mierda!! Cogí el potente lanzallamas y lo activé para achicharrarle y abrirme paso.
Me sentía pletórico siendo yo el asaltante con plena voluntad. En ese momento no me senté
a pensar qué era ese mutante, aunque tenía toda la pinta de haber sido humano en algún
momento anterior… Entré al túnel y lo atravesé. Ese jodido Josiah Bentley apareció de la
nada con intención de vengarse por lo de antes y convertirme en carne picada.

Atravesé la puerta helada esquivándole y parando su avance con algunos disparos que
descubrí que le hacían cosquillas. Le esperé al otro lado y, en cuanto apareció por el umbral,
activé el lanzallamas para convertirle en un perrito caliente…aunque el maldito logró escapar
malherido. ¿Qué se siente, aberración de la naturaleza?

Regresé hasta el cuerpo del pobre soldado y me hice con la dinamita que llevaba encima. Por
lo menos acabaré el trabajo que no pudo llegar a hacer.

Seguí por el final del túnel hasta desviarme por un camino a la izquierda. Llegué a una zona
de celdas y allí localicé a… ¡¡Lucas Mackey!! El agente estaba vivo. Me resumió todo lo
sucedido y le aseguré que íbamos a acabar con la Orden de Dagon aquella misma noche.
Prometí regresar a liberarle en cuanto encontrase las llaves de la celda. Antes de irme cogí
una llave junto a un rifle al final de las celdas.

Regresamos al túnel y al final encontramos varios barriles llenos de asqueroso pescado


maloliente. Coloqué la dinamita en el barril más cercano y corrimos a refugiarnos. Tras la
explosión había vía libre al interior del cuartel general de la secta.

Para conseguir la mayor reputación, no hice caso a ningún símbolo pintado.

Orden Esotérica Dos. Tiempo de revancha.

A la derecha del salón me hice con un cuchillo que me sería muy útil contra los enormes
hombres-pescado mutados. Las balas sólo les molestaban dándome tiempo a reaccionar,
pero la única manera de matarles era en un brutal combate cuerpo a cuerpo. Un golpe de
chuchillo preciso en la cabeza sería suficiente. Y no me iba a importar salpicarme de lo que
fuese que corría por sus venas. Qué extraña la puerta con esa “fuerza” azulada…, no creo
que hubiese nada que pudiese sorprenderme a estas alturas.

Me dirigí a la puerta de madera y entré. Ascendí por la escalera de caracol hasta llegar a un
almacén. Tras otra puerta comenzó la cacería, y yo era ahora el depredador. No sabéis
cuánto había deseado que llegase este tiempo de revancha.

Llegué al vestíbulo y, con sigilo, acuchillé a los dos híbridos cerca de las escaleras.
Inmediatamente me equipé con el rifle para reventarle la cabeza a los enemigos del nivel
superior. Me había acabando gustando el olor a pólvora… Las escaleras estaban bloqueadas
y decidí registrar todas las habitaciones de aquella planta en busca de munición, que la
necesitaría, y botiquines. Además, en uno de los cuartos localicé una llave que abrió una
puerta cerrada en el almacén que había visitado. Era otro pasadizo secreto, sólo de ida
porque la puerta se cerraba al final sin dejarme regresar. En la segunda planta tuve varias
cosas que hacer. Abriéndome camino a tiro limpio y machetazos entre los hombres-pescado,
encontré una tabla antigua en un cuarto, difícil de traducir. Lo logré tras hacerme con el
código en el interior de una caja fuerte que ya había visto en la primera planta, que contenía
además el arma de Mackey, y una Escritura Ponape.

En el interior de otro cuarto en la segunda planta, sobre un escritorio, me hice con el diario
del propio Robert Marsh en persona, que me reveló la combinación de la caja: 1-8-7-8.

Tras traducir la tabla en el estudio, usé el Libro de Dagon frente la extraña puerta mística
azulada para acceder a la cámara del ritual. Allí encontré la llave de la celda de Mackey en el
cuarto del ritual. Regresé inmediatamente y liberé al agente.

Mackey estaba armado y tenía también ganas de revancha, pero su cautiverio le había
dejado con poca capacidad de reacción, así que me tocaría cuidar de él. Para avanzar, fui
pidiéndole que esperase en zonas seguras, con campo de tiro para apoyarme, mientras yo
iba barriendo al enemigo.

De este modo llegamos, con muchos problemas porque los híbridos habían pedido refuerzos,
hasta la entrada de la cámara del ritual. Allí acabamos con los últimos vigilantes y entramos
subiendo las escaleras. Mackey me dio acceso a la caverna de piedra y me deseó buena
suerte.
Cargado de munición y material de primeros auxilios, descendí por la cueva. Había
muchísima humedad y el ambiente estaba tan cargado que casi podía cortarse. Sabía que
estaba en pleno corazón de la Orden.

¡¡Mierdaaa!! Corrí tras los pilares de la entrada de la nueva cámara, huyendo del brutal
ataque enemigo con fuego. Supe que no una sola de esas bolas sería suficiente para
desintegrarme. Jodidos sacerdotes chiflados… Evitando en todo momento ser alcanzado, me
moví con rapidez hasta acabar, con certeros disparos dirigidos a la cabeza, con la última
resistencia enemiga. ¿Cómo os sentaba ahora haberos metido con Jack Walters, maldito
montón de basura podrida? Tuve unos momentos para pensar en Rebbeca, Brian, Waite,
Ramona, Ruth, Parker, Nelson,…y el resto de víctimas de aquel grupo satánico de lunáticos.
Una lástima no haberme encontrado con ningún Marsh en persona.

Examiné los extraños símbolos ancestrales bajo cada estatua, buscándoles algún tipo de
significado. Descubrí que estaban relacionados con el mural medio caído de la pared.
Presioné lo que parecían interruptores del siguiente modo: Dagon, Hydra, Dagon, Chtulhu,
Dagon, Chtulhu.

Las puertas se abrieron y…. ¡¡Marsh!! Hijo de puta, no te escaparás esta vez…

…y de nuevo, extrañas visiones….

El Barco.

Como toda Historia, todo debe acabar donde empezó. Atando cabos, el capitán Obed Marsh
trajo del llamado Arrecife del Diablo, los objetos místicos que habíamos localizado y el culto a
esa especie de dios llamado Chulthu.

El buque Guardacostas Cutter Urania tenía como misión explorar el arrecife para cerrar el
caso Innsmouth, y yo les acompañaba.

Me dirigí al puente de mando del barco y hablé con el oficial de navegación, Winters. Luego
regresé al principio y salí a la cubierta principal. En otras circunstancias aquello hubiese sido
un viaje de placer por el océano. Hablé con el marinero Henson y la tranquilidad despareció.
Alguna fuerza oscura quería impedir a toda costa que acabásemos con este oscuro asunto.
Cogí el rifle a mi lado y acabé con uno de esos bichos antes de que alcanzase a Henson. Al
marinero le quedaba poca munición. Tras hablar con él me dio las llaves del almacén para
conseguir más. Entré al interior del barco y busqué el almacén, que estaba bajando unas
escaleras. Recogí todo lo que había allí dentro y regresé para darle la munición. El recado
ahora consistía en conseguir material médico. Aquello era un caos y los bicharracos no
parecían dejar de intentar hacerse con el barco.

Volví al interior, giré a la izquierda y luego a la derecha hasta llegar a la enfermería. Allí
dentro me esperaba una de las aberraciones. Reaccioné a tiempo y acabé con él. Me hice con
el material médico y se lo entregué al marinero.

Ahora me atrincheré con él y me dediqué a la defensa del barco y la tripulación, haciendo


frente a hordas y hordas de monstruos.

En ese momento, una onda vino hacia nosotros. Me cogí con fuerza a una barra junto a la
escotilla de entrada y evité que la onda me lanzase contra la cubierta y me destrozase.
¿Quién, o qué, había producido ese ataque de energía?

Henson me gritó que usase el cañón de cubierta para defendernos de esas cosas y de esos
ataques con onda. Corrí al arma y me puse a los mandos.

¡¡Más jodidos hechiceros de Dagon!! Fue un placer acabar con ellos con el gran calibre del
cañón, afinando la puntería con la mira del arma.

Ahora había que localizar al capitán del barco. Escoltaría al oficial Winters hasta la cabina del
capitán. Tuve especial cuidado en cerrar todas las puertas que atravesábamos, para evitar
sorpresas por la espalda.

Fuimos a la enfermería y cerré la puerta con pestillo. Salimos por la otra puerta, cerrándola,
y atravesamos la escotilla al final de las escaleras, cerrándola también.

Tras el ataque explosivo del monstruo, encontré un diario en uno de los catres de la
tripulación. Salimos de allí hacia la izquierda del área que había explotado, y activé la
válvula. Seguí a Winters a través del cuarto de máquinas hasta la cabina del capitán.

El pobre hombre no pudo soportar la presión y se suicidó sin que pudiésemos hacer nada por
él… Tendríamos que buscar otra manera de entrar. Winters se esperaría allí. Bajé por una
escalerilla tras nosotros, en la sala de máquinas. Allí entré agachado por un conducto de
ventilación que me llevó directamente a la cabina del capitán. Cogí la llave del cuerpo y el
revólver, y abrí la puerta. Tampoco pude evitar la muerte de mi compañero… Con la recién
adquirida llave abrí la puerta de las municiones, aprovisionándome de todo lo que pude,
explosivos y Thompson incluidos.

Cuando iba a salir me atacaron dos monstruos. Acabé con ellos y regresé a la sala de
máquinas. Usé la dinamita con el conducto de ventilación bloqueado, me alejé y tras la
explosión me metí dentro. Salí a un pequeño cuartito donde me hice con una barra de hierro
y un botiquín. Fuera del cuartito me encontré con el ingeniero. Teníamos problemas con los
motores. Me entregó la llave de la zona de carga.

Regresé al nivel superior de la sala de máquinas, donde había muerto Winters. Abrí la
escotilla con la llave del ingeniero y bajé por la escalerilla hacia la zona de carga. Flotando
había un monstruo aparentemente muerto… aparentemente. No quise tentar a la suerte y le
disparé matándole….menos mal.

En la zona de carga cogí un soldador. Volví a la sala de máquinas, cerrando la puerta de la


caldera para evitar accidentes, y activé la válvula a su lado. Disparé contra el candado de la
escalera de emergencia y me metí por ella. En el nivel medio usé el soldador para cerrar la
avería en la tubería. Problema solucionado. Ahora quedaba reiniciar los motores. Volví a la
sala de máquinas y activé la válvula cerca de la puerta de la caldera. ¡¡Rápidamente activé la
válvula de presión!! De lo contrario hubiese volado todo por los aires…

Regresé donde estaba el ingeniero y, en mitad de la conversación, los monstruos lanzaron un


último gran ataque. Tras hacerles frente con ráfagas de Thompson, subí por las escaleras
hasta el almacén. Algo me decía que era mejor fijarme en el símbolo pintado, recargar todas
mis armas y curarme las heridas.

En cuanto salí a cubierta… ahí estaba. Cara a cara. El Dagon…era como uno de esos
monstruos pero de proporciones desorbitadas. El dios al que adoraban los hombres-pescado
de Innsmouth en persona, el demonio que había llevado a la ruina el alma del pueblo y sus
habitantes, a cambio de simples recompensas económicas.

¿Listo para convertirte en sepia a la plancha, aberración? El Jack Walters asustado que entró
en aquella casa en Massachussets está ya curtido y va a hacerte frente.

Moviéndome rápido para evitar sus embestidas, usé el cañón de cubierta para dispararle
cuando aparecía por la proa. Memoricé las zonas por las que atacaba con más frecuencia
para anticiparme a sus movimientos y, de este modo y tras seis o siete impactos directos,
acabé con él.
Vuelve al infierno, criatura…

Lo que recogí para conseguir la mejor reputación, además de ignorar todos los símbolos
pintados, fue el siguiente objeto:

- Diario del tripulante.

El arrecife del Diablo.


Curado de mis heridas y armado con todo lo que recogí en el Cutter, había alcanzado el
famoso arrecife que visitó Obed Marsh hace más de cuarenta años… Podía sentir la maldad
que emanaba aquel lugar y la vileza que se respiraba en cada esquina. La marina tendría que
haber arrasado aquel trozo de tierra maldita con sus cañones de guerra, maldita sea.

Seguí el cañón hasta el túnel rocoso, adentrándome en su interior. Pobre marinero muerto…
pero aquello iba a acabar pronto. Así me lo prometí. Salté por encima de un agujero en el
suelo y cuando el suelo cedió volví a saltar para evitar caer… Salté dos agujeros más y recogí
un extraño disco… Salté otros dos agujeros sin fondo que me hubiesen tragado sin piedad, y
bajé por unas escaleras de piedra hacia una cámara de sacrificio llena de murales. Continué
hacia las entrañas del arrecife, por un pasillo con estalactitas y estalagmitas. Encontré una
polea y me la guardé. Al entrar allí encontré un mural a mi derecha con tres círculos, uno de
ellos hueco… Hueco de círculo y circulo de piedra. Lo introduje y escuché un ruido de piedra
moviéndose. Había abierto una puerta secreta. Entré y me hice con un botiquín y una
palanca.

Regrese sobre mis pasos hasta una zona donde golpeaba el mar y giré a la izquierda hacia
las profundidades. Mi locura aumentó al escuchar voces….¿en las paredes? Decidí no
acercarme a ellas y andar por el centro del camino, con cuidado de no pisar tablones rotos.
Más adelante localicé un agujero a mi derecha cubierto de algas. Me agaché y entré por ahí
hasta un dibujo ritual. Me puse de pie y, a mi izquierda, encontré un agujero perfecto para
meter la palanca. Así lo hice y la bajé, accediendo por el nuevo camino de la izquierda,
atravesando la plataforma de madera que acababa de activar. Seguí avanzando hasta un
puente roto. Me fijé en la cuerda a la izquierda y, usando la polea, evité el obstáculo.

Ahora estaba frente un nuevo obstáculo que requeriría rapidez.Usé el Libro de Dagon en lo
que parecía el panel de control y luego usé el broche de Ruth, ¡¡ni me acordaba que aún lo
tenía!!, en el botón enfrente del panel. Pulsé el botón y activé el mecanismo. Con nervios de
acero salté el profundo abismo hasta la repisa de la entrada a la caverna. Salté entonces
desde la entrada donde estaba la máquina en dirección al puente de cuerda en movimiento.

Seguí entonces las luces rojas del techo hacia la cámara de las gemas rojas, y puse la que
había cogido en la refinería en el pedestal antes de que se acabase el tiempo. ¡¡Sí, señor!!
Las puertas se abrieron y me metí por el nuevo túnel que me llevó a un área abierta. Caminé
por la izquierda hacia abajo, siguiendo el muro, hasta un callejón sin salida. ¿Sin salida? Un
rápido vistazo al suelo reveló un agujero… Había estado evitándolos todo el tiempo, pero
algo me decía que tenía que meterme allí dentro. No había llegado tan lejos para regresar
con las manos vacías.

Intentando no pensar en las consecuencias de una mala decisión, salté a su interior.

Durante este tiempo decidí prestar toda la atención posible a los símbolos pintados en la
pared.

Los túneles de viento. El laboratorio.

Aquella zona era de todo menos natural. Los Marsh la habían adecuado, a su manera, claro.
Me metí por el túnel pasando la obertura que daba al mar, y me escondí para escuchar una
conversación entre Sebastián Marsh y un hombre-pescado. Cuando Marsh se fue, aniquilé al
híbrido de un único disparo certero. ¿Dónde estábais, familia Marsh? No iba a dejaros salir
vivos del arrecife. Avancé por unas escaleras y giré a la derecha hasta meterme por otro
túnel hasta atravesar una puerta y…¡¡Ouch!!

…abrí los ojos poco a poco, aturdido…. No, otra vez no… por lo menos estaba teniendo suerte
y esa gente no me mataba cada vez que me tenía capturado. Desperté en una asquerosa
celda con un dibujo en la pared y un viejo cincel. Lo recogí cuando los guardias no me
miraban y lo usé con la reja podrida del suelo de la celda. Me metí corriendo en el túnel para
escapar de allí. Bajo la celda de al lado, esperé dentro a que el guardia se fuese para salir y
abrir la puerta. Estaba desarmado y en clara desventaja. A mi izquierda había un agujero en
el muro. Me agaché y lo atravesé para llegar a un pequeño túnel que llevaba a otra zona de
las celdas. Allí giré a la izquierda y seguí el túnel hasta el área principal del complejo. Seguí
el camino que se abría a la derecha hasta pasar una larga compuerta con banderas en cada
lado… En la caverna del interior me oculté de dos híbridos que hablaban entre ellos. Para
evitarlos me metí agachado por un agujero en la pared, a mi izquierda. Al final del nuevo
túnel esperé que no pasase nadie para salir hasta una zona ajardinada. Recogí una brillante
planta azulada que me llamó la atención. Para continuar avanzando me metí por otro
pequeño agujero que llevaba a una brillante caverna llena de cristales verdes. Intenté coger
uno pero no pude sólo con las manos. Necesitaba algún tipo de herramienta.

Continué por la derecha hasta encontrar un túnel que salía de la caverna. De allí llegué a una
zona con dos salidas, una de ellas bloqueada por un peligroso pez espada. Fui por la otra y,
al final….llegué a la oficina del propio Robert Marsh en persona…. Ahí estaba el famoso líder
de la Orden y no iba a dejar pasar la oportunidad de acabar con él. Antes de nada me fijé en
el dibujo ritual de la pared. Necesitaba un arma, y sobre su mesa había un cuchillo. Entré de
golpe en la oficina, sorprendiéndole, y cogí rápidamente el cuchillo. Dando vueltas a la mesa
para evitar que me atrapase, me agaché y me metí debajo. Desde ahí fui acuchillándole
hasta acabar con su repugnante existencia.

Sentí quitarme un peso de encima contemplando su cadáver deformado. Luego abrí su


maletín, recuperé el Libro de Dagon y me hice con la llave del laboratorio.

Salí de su oficina y continué por el túnel hasta que me hice con un rifle, ¡por fin!, y estuve
tentado de regresar a rendir cuentas. Al final del túnel me encargué de los híbridos y los
sacerdotes, sin dejar títere con cabeza, abrí la puerta cerrada y entré a una especie de
templo y jardín… Acabando con el resto de resistencia híbrida (no iba a andarme con
chiquitas), accedí al interior del área principal del templo. Giré a la derecha y me encontré de
cara con dos monstruos y dos híbridos. Una vez zanjado el asunto, seguí por la derecha
hasta llegar a la entrada del laboratorio. Entré y recogí las notas de Esther y una botella
verde. Luego me acerqué al híbrido sobre la mesa… aquello aclaraba muchas preguntas.
Estaban manipulando genéticamente humanos para convertirlos en esclavos monstruosos.
¡¡Mierda!! El mutante estaba vivo. Decidí poner fin a su sufrimiento con un disparo rápido.

Seguí el camino de la derecha y entré por una puerta cerrada. Seguí el túnel hasta regresar
a la zona de la prisión. Esperé oculto a que un híbrido que patrullaba pasase junto a mí y
acabé con él con el cuchillo, en silencio.

Accedí al cuarto del centro y subí por las escaleras de caracol. ¡¡Por poco!! Acabé con el
enemigo de arriba y encontré un contenedor que guardaba todas mis armas confiscadas.
Fantástico. Abrí la puerta cerrada que daba al túnel de la prisión, salí y me metí por la
izquierda, siguiendo el camino hasta que pasé un tablón de madera con una escotilla de
metal en el centro. Abrí la escotilla y dejé la planta azul y la comida. Luego cerré la escotilla.
Me agaché un me metí por el corto túnel a mi derecha. Al otro lado, giré a la izquierda y
llegué a una puerta cerrada. La desbloqueé y entré a la celda. A mi derecha recogí un
martillo y regresé entonces al área principal del jardín. De allí fui a la cueva de los cristales
verdes y usé el martillo para hacerme con el que correspondía.

Regresé al nivel superior de las celdas y localicé un cuarto con viñas. Usé la botella verde allí
y luego ascendí por ellas hasta el cuarto del portal. Puse el cristal verde en su lugar
correspondiente y activé el portal. Salté a su interior y sentí cómo mi cuerpo flotaba y se
deshacía en miles de millones de átomos. Sin saberlo, estaba siendo teletransportado a… no
tenía ni idea. Allí encontré un extraño aparato… era un arma. Un arma de luz. Había
confirmado mi teoría de que Chtulthu y todos sus “dioses” eran en realidad seres de otro
mundo, de otro planeta, con intenciones poco amistosas hacia la raza humana. ¿Me creería
alguien, a pesar de todo lo visto y vivido?

Salí al pasillo y regresé a la cámara del cristal verde. Localicé el único túnel que aún no había
podido explorar por culpa de ese pez espada, y acabé con él con mi nueva arma de luz. Me
metí por el nuevo camino y llegué a una cámara con un disco de piedra, muy cerca del final
de esta historia….¿Podría mi mente seguir racionalizando todo lo irracional que estaba
viviendo?...

Lo que recogí para conseguir la mejor reputación, además de ignorar todos los símbolos
pintados, fue el siguiente objeto:
- Notas de laboratorio de Esther.

Los túneles de viento. Hydra.

Avancé con cautela por las aguas oscuras y misteriosas. Al pasar bajo el puente de piedra se
lanzaron contra mí dos monstruos mutantes de los que di buena cuenta con el arma de luz,
cubriéndome cuando era necesario bajo las rocas. Los bichos me atacaron con ondas de
viento, y mi estrategia consistió en dispararles con la carga completa del arma, evitando
sobrecargarla. Cuando estaban debilitados, les disparé con mi escopeta.m with the full force
of the lightning gun you will need hold the right trigger to charge the lightning gun until the
lights on the side begin to flash red and it begins to get unstable.

Con el camino despejado llegué al final de la zona, subiendo por las viñas. Allí arriba
continué avanzando evitando algunos agujeros. Me fijé en el dibujo ritual y continué hasta
acabar en la zona del mismísimo templo de Hydra….

Allí usé el Libro de Dagon sobre el pedestal de piedra y conseguí las losas de Dagon. Un
recuerdo que me llevaría a casa para poner en la chimenea. Os aseguro que a estas alturas
estaba medio convencido de que las paredes no dejaban de mirarme y acosarme, y que cada
vez que respiraba se introducían en mí pequeños seres cósmicos…

Entré al tempo, sintiendo con más fuerza esa incómoda sensación… Aquel era el núcleo
malvado de todas las fuerzas extraterrestres que habían ahogado Innsmouth y toda la región
en sangre.

Me fijé en un gong que, de momento, dejé a un lado. Subí por las rampas hasta la zona
principal del templo, donde el comité de bienvenida estaba compuesto por cuatro criaturas
oscuras. Después de eliminarlas ascendí por la larga rampa y encontré un interruptor detrás
de la estatua de Hydra. Tras pulsarlo activé un mecanismo interno que liberó el agua
estancada en unos canales y llenaron una enorme piscina justo delante de la estatua.

De nuevo cuatro seres de la oscuridad intentaron que mi viaje acabase antes de tiempo.
Tenía el pulso tan acelerado que casi ni sentí las heridas que me hicieron. Tras matarlos usé
el botiquín para curarme y recuperarme de todo. Estuve unos segundos evaluando la
situación. Al intentar tomar conciencia de la magnitud de todo lo acontecido la cabeza estuvo
a punto de estallarme. Las visiones habían conseguido volverme paranoico… Había peligro en
todas partes…

Bajé por la rampa y llegué al gong del principio. Apunté con el arma de luz, la cargué al
máximo y disparé como un irresponsable ante lo desconocido.

….¿cómo explicar mi sensación?…¿qué diablos soy?...¿quién soy?...

Era…uno de ellos… un monstruo repugnante. Podía saltar distancias sorprendentes, sentía


una fuerza infinita, pero…¡¡¡era un monstruo oscuro!!! Había invocado mi propia tele-
transformación, y la enorme Hydra quería mi sacrificio.

Salté con furia hacia cada una de las cuatro estatuas, moviéndome a sus zonas traseras y
atacando los niveles para activarlos. Me moví con rapidez tras activarlos todos y regresé al
nivel inferior, matando a los sorprendidos monstruos al ver poseído a uno de los suyos. En
caso de perder el control mental, sólo tendría que repetir la operación con el gong.

El agua fluía ya con libertad. Tras salir del control mental, disparé con mi arma de luz al
interior de la piscina sagrada….Era el final, por fin, de Hydra….

Recogí el Hechizo de Dagon del pedestal y regresé a la entrada del templo, activando el
pedestal de allí con el recién adquirido hechizo. Me fijé en el dibujo ritual y escapé a toda
prisa a través de los túneles, rumbo al portal activado. Sentía la muerte a mis espaldas.
Activé el pedestal tras pasar el portal con el hechizo, a tiempo de huir de la destrucción total
del arrecife, y salté a su interior….
Lo que recogí para conseguir la mejor reputación, además de ignorar todos los símbolos
pintados, fue el siguiente objeto:

- Lápidas de Dagon.

… Ph´nglui mglw´nafh Cthulhu R´lyeh wgah-nagl fhatgn…

…El Chtulhu duerme en las profundidades de la ciudad sumergida de R´yleh. Sus servidores
son los hombres-pescado de Innsmouth, híbridos condenados que hace mucho perdieron
cualquier rasgo de humanidad….

Expediente Jack. P. Walters.


Fecha Fallecimiento: 16 de Febrero de 1922.
Lugar de Fallecimiento: Manicomio de Arkham.
Causa de la muerte: Asfixia causada por ahogamiento. Suicidio mediante el uso de la horca.

…y así acabó todo…

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