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RESUMEN
Robert Pérez Fernández
Universidad de la República
Facultad de Psicología. CSIC
Montevideo, Uruguay
Correo electrónico: rperez@psico.edu.uy
Introducción
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impacto en la subjetividad. Dos aspectos caracterizan este modelo1: a) ser liberal,
disminuyendo la participación del estado en diferentes aspectos de la sociedad,
principalmente en los que hace a la protección y derechos de las personas más
vulnerables. Derechos como salud, educación, vivienda, pasan a ser regulados por las
lógicas de oferta y demanda, manteniendo el estado un soporte mínimo y muy
desvalorizado en estos aspectos. b) ser aperturista a los mercados externos,
desarrollando una “libre” competencia. En el plano político, para imponerlo, fue
necesario eliminar cualquier vestigio de oposición y resistencia popular, por lo que se
recurrió en la década de los 70 a la creación de dictaduras militares, que han dejado su
huella sangrienta e impune en toda Latinoamérica. En nuestro país, la dictadura militar
se consolida en el año 1973, señalándose al año siguiente como el del inicio de la
aplicación de este modelo.
En este contexto, a comienzos de los años 90, se producen las otras dos grandes
reformas del modelo neoliberal: reforma comercial y reforma laboral. La primera
implicó una baja significativa del arancel para los productos importados, profundizando
esta peculiar ideología de la competencia individual. Esta reforma también impulsó la
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Respecto a este tema, nuestro agradecimiento al economista Daniel Olesker por la información
y reflexiones realizadas el 5/10/ 01 en la Facultad de Enfermería de la Universidad de la
República, en el marco de la Maestría en Salud Mental, módulo de Administración.
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Los devastadores efectos de esta ley en la subjetividad ameritaría un análisis en sí mismo,
que escapa a los alcances del presente artículo. Remitimos a los numerosos trabajos y
debates que se han realizado en nuestro nuestro medio. Al respecto véase las diferentes
publicaciones de las Jornadas de Psicología, organizadas por la Facultad de Psicología,
especialmente las III Jornadas del año 1996 sobre “Historia, Violencia y Subjetividad”.
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venta de las empresas públicas, hecho que en nuestro país no se pudo concretar por la
oposición popular. Respecto a la reforma laboral, se desregulan las relaciones laborales,
favoreciendo la perspectiva de los grandes intereses económicos y el quiebre
sistemático de los sindicatos de trabajadores, impulsando negociaciones individuales.
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No es ajeno a este fenómeno, el aumento de patologías psicológicas actuales tales como las
crisis de ansiedad y angustia (el moderno Panic Attack) o la anorexia, entre otras.
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Al respecto, resulta interesante el planteo que hacía José Luis Rebellato en el
año 1996, en pleno auge económico del modelo neoliberal:
“En una economía de competencia total, se trata de rivalizar con el otro,
como modo de subsistir y crecer. La rivalidad es el motor subjetivo,
antropológico y ético de la economía. Una economía basada en la
satisfacción de preferencias es necesariamente una economía de la exclusión.
Se cae así en un profundo trastocamiento de la sensibilidad solidaria por la
competencia individualista” (pp. 28).
También por esa época de auge económico, en 1997, Marcos Lorenzelli desde la
economía se refería a la relación infancia y pobreza, planteando que
“los antiguos mecanismos de socialización e integración social, como el
barrio y la escuela pública, ya no cumplen estas funciones, lo que estaría
generando una estratificación de la sociedad uruguaya de consecuencias
imprevisibles. Estos fenómenos de verdadera marginación y segmentación
social4, se reproducen en los barrios carenciados, principalmente de las
ciudades más grandes, en un círculo vicioso con la pobreza” (p. 138)
Hoy sí tenemos a la vista algunos de los efectos del modelo neoliberal. Desde la
perspectiva económica, el corolario fue la crisis del año 2001 en Argentina, que se
trasladó al año siguiente a Uruguay, con la crisis bancaria y la devaluación de nuestra
moneda. Esta crisis consolidó un enorme aumento en la pobreza, junto a una
desproporcionada deuda externa, cuyo dinero se utilizó para salvar a sectores vinculados
con el capital financiero. En el plano social, aumento de desempleo, precarización
mayor de la mayoría de los empleos que se mantuvieron, mayor segmentación social,
familias que pasan a vivir en situación de calle y a alimentarse de la mendicidad o de
hurgar en la basura, fueron algunos de los efectos inmediatos de esta crisis.
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Se refiere a la comparación con los recursos a los que acceden los sectores más favorecidos
económicamente. Nota nuestra.
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Como vemos, uno de los efectos sociales de la aplicación del modelo neoliberal
en nuestro país, fue el aumento masivo de la pobreza. En ese sentido, no se debería
perder de vista que la situación de calle y de extrema vulnerabilidad, tiene un
componente importante en la pobreza y las lógicas que la misma despliega. Los
organismos internacionales (FMI, BM, etc.) han estudiado y trabajado mucho sobre este
concepto, desarrollando su concepción hegemónica del tema a través de una maraña
“aséptica” de cifras e indicadores, tales como “índice de desarrollo humano” (esperanza
de vida, educación e ingreso per cápita), “línea de pobreza”, etc.. Este tipo de abordaje
hegemónico construye una determinada realidad en sí misma, que a su vez, genera
muchas zonas de opacidad. Como plantea Mercedes Zerda,
“... las definiciones operacionales y las cifras, muchas veces interfiere con
nuestra percepción y no permite que nos acerquemos a la realidad
existencial de quienes viven en un contexto de privación permanente. Las
cifras no nos dan a entender cómo se siente tener hambre, las definiciones
no nos explican cómo es acostarse cada día sin saber qué comerá tu familia
al día siguiente o cómo es levantarse cada mañana esperando encontrar un
esquivo puesto de trabajo” (2004: 30 – 31)
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Vulnerabilidad Social y Salud Mental. Vivir en situación de calle.
Quienes llegan a esta situación, son personas en las cuales, los factores
psicosociales planteados anteriormente se han potenciado de forma negativa,
produciendo una situación de extrema vulnerabilidad social. Se trata de un fenómeno
típicamente urbano, propio de las ciudades más grandes y con vínculos no
personalizados, que atañe mayoritariamente a hombres5.
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En Montevideo, en el año 2004, el 80% de la población que concurría a los refugios nocturnos
eran hombres de entre 19 y 54 años.(Davyt y Rial, 2005.). Nótese que esta población es la que
ha sufrido mayormente los efectos del desempleo, a la vez que es el sector etáreo más
desprotegido socialmente. Efectivamente, existen instituciones de protección para niños, para
adolescentes, para viejos, para mujeres con hijos, etc. En cambio para este sector hay una
carencia importante en las políticas públicas, que se mantiene hasta el día de hoy. Véase al
respecto Cocco y otros, 2000.
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menor conflicto y sufrimiento, a su vez refuerza la propia exclusión. Uno de los costos
de esta adaptación pasiva, es una enorme dificultad que se expresa en la esfera afectiva
y fundamentalmente, en el área de los vínculos, que son reducidos a una expresión
individual.
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han resignado a la situación de exclusión. Mantienen una esperanza de cambio y
estrategias de inclusión como por ejemplo, trabajar para ganarse su sustento y vivir en
condiciones dignas. Paradojalmente las personas que incluyen este segundo grupo, por
su propia condición de transitoriedad (no están adaptadas a la situación de exclusión o
calle, pero tampoco incluidas en el mundo del trabajo) se encuentran en una situación de
fragilidad y riesgo ya que están doblemente excluidos: del mundo del trabajo, pero del
mundo de las estrategias adaptativas (pasivas) a las situaciones de exclusión. A su vez,
son las que posiblemente tienen más posibilidades de producir cambios en su situación.
Se genera así una “cultura de vivir en la calle”, una zona de sentidos que se da
en el cruce entre lo individual y la exclusión, lo cual va construyendo un determinado
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modo de funcionamiento psíquico que se expresa en los diferentes ámbitos por los que
la persona transita.
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la urgencia y lo inmediato. Las instituciones y los equipos muchas veces quedan
atrapados en estas lógicas burocráticas de control y fragmentación. La lógica de la
urgencia y la asistencia no permite la creación de espacios para la recreación y la
construcción de vínculos satisfactorios. Los equipos de técnicos terminan siendo
absorbidos por la asistencia, la urgencia inmediata, descuidando los espacios para la
reflexión de la práctica y el sostén del propio equipo.
Elegimos ubicar esta cita en el último apartado del presente trabajo, pues
sintetiza muy bien nuestro posicionamiento y concepción en estos temas. Consideramos
necesario comprender y reflexionar respecto a las condiciones de producción de los
procesos estudiados, para poder intervenir desde una posición que ubique nuestro
accionar como un aporte más a la construcción de complejos procesos. Esto implica
tener presente que el cambio en situaciones tan extremas como la de las personas en
situación de calle, pasa entre otras cosas, por un cambio en las condiciones sociales,
económicas y productivas. En este plano, es necesario comenzar a generar acciones
tendientes a reconstruir el tejido social, produciendo nuevos cambios en el imaginario
social, tendientes a revertir los efectos del individualismo y la relación del miedo y
discriminación, de forma tal que se habilite la inscripción de nuevos emblemas
identificatorios y, por tanto, la validación de nuevos proyectos de vida.
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nuestro accionar desde sus potencialidades y límites, potenciando sinérgicamente otras
acciones hacia el cambio.
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acompañado por el desarrollo de procesos de participación, tanto en la gestión de las
tareas colectivas, como en la toma de decisiones. Este último aspecto suele ser el más
resistido por las instituciones y los equipos técnicos.
Referencias Bibliográficas
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Véase al respecto Berriel y Pérez, 2005, así como las investigaciones citadas en ese estudio.
13
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