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ree Yrne * Leer es entrar al uuniverso de la cultura leteada y, eneste sentido, Ja necesidad de Politicas publicas sostenidas y efi- caves en torno a Ja lectura se tiga a lanecesidad de politicas paro la olfabetizacién. vag 6 19497 Few "Doctor en Letras (UBA). Es Profesor e investigator de Didictica dela Lengua y [a Literatura en ls UBA ven fa UNLP, Sabemos poco acerca de la lectura B] | titulo que parece una afirmacién exagerada es, en realidad, el resul- tado de algunas obser- vaciones sobre distintos campos y practicas en relation con la lectu~ ra. De la lectura mucho se habla, y, sin embargo, ¢s posible afirmar que de ella poco se sabe. ¥ esta aseveracién atafe tanto a la peda gogia como a la teoria y los estu- dios literarios, asi como también a as experiencias de las gestiones culturales y educativas y al discur- so piblico en general. Qué quiere decir que sabemos poco acerca de la lectura? Empece- mos por la manera en que cierto discurso puilico se refiere a la Jectu- ray como esta manera de referirse impregna a los distintos escenarios y practicas. Parece existir en nues- tra sociedad un consenso generali- zado acerca de que estamos hoy ante un declive de las pricticas de lectura, 1o que se traduciria para al- gunos en una disminucién paulati- na del consumo de libros y otros Gustavo Bombini* materiales impresos y para otros tn resultados poco satisfactorios de las pricticas de ensefianza en el siste- ma escolar. Sean quienes sean unos woff0s, lo que subyace en esta eva- luacion del estado de las cosas es un cierto sentido sacralizante de la practica de la lectura, asociada a cierto recorte de cultura alta letra~ da, a la lectura de libros en silencio -para mencionar una escena posi- bie~ y desde ese alto lugar se abser- va con cierta preocupacién y algo de dramatismo el declive por el que se despefian las viejas glorias de una edad de oro de la Jectura: una industria editorial pujante, una es- cuela juiciosa y eficaz, unos nifios abocados, Mas alld del correlato empirico de estas imagenes y de dénde cada uno de nosotros Jas sittie o feche, to que importa hoy es cémo cam- biar las preguntas, como modificar las actitudes para que la lectura no cristalice en un bélsamo aftorado sino que se transforme en un obje- to de conocimiento diferenciado y original y en unas précticas cultu- rales y educativas ampliamente in- clusivas. Esta imagen sacralizada de la lectura se derrama hacia distintas escenas posibles: en La escuela pri- maria y media, hoy en dia, subsiste un sentido de deuda, de misién in- ccumplida de Ja escuela hacia la so- ciedad; cada vez que el Ministerio de Educacién de la Nacién ofrece a la prensa (nos preguntamos si co- mesponde que lo haga) las alar- mantes y controvertidas cifras de los operatives de evaluacién de ta calidad de] sistema educativo ar- gentino, otra vez un manto de sos- pecha recae sobre la escuela que asume la culpa frente al fracaso. Si ligamos este problema de la lectura con el de la necesidad constante de innovacién de los contenidos de ensefanza y con las expetiencias de desarrollo curricular, observa~ mos que en la altima década te cuestidn de la lectura se ha jerar- quizado como bloque organizador de los Contenides Basicos Comunes Y que, consecuentemente, es tema destacado en las diversas propues- tas editoriales. En este sentido, se nos ocurre pensar que hay en la es- cucla diferentes lineas, disimiles y en un punto complementarias: por una parte una linea “dura”, de base lingiifstica y cognitiva que, por un lado, confia en el valor descriptive de las tipologias textuales como co- nocimiento facilitador para el acce- 80 a los distintos textos leidos en la escuela y, por otfo lado, recurre a las ultimas investigaciones en eb campo de los estudios cognitivos cuyos resultados ~en versiones divulgadas para el consumo esco- lar- estarian offeciendo elementos conceptuales y practicos orientado- res del proceso de tectura y del tra- bajo en el aula; asi la difundida “prelectura/lectura/postlectura”, pa rece dar cuenta tanto de aspectos didacticos especificos (“organizo la clase en tres momentos”), como también de temerarias hipdtesis cognitivas (“asi funciona la cabeza del chico a la hora de leer"). La otra linea, “blanda", de plena vigencia en las practicas escolares hay, a la que hemos denominado “pedago- gias del placer”, reduce el problema de la lectura a una supuesta tension entre “lectura por placer” y “lectura por obligacién’, donde la escuela carga con la culpa de obligar a leer, Jo que estaria en flagrante contra- diccién con las practicas sociales de lectura desarrolladas en contextos extraescolares. Segiin esta versién, los nifios se encuentran de manera naturalizada con los textos siempre xy cuando la escuela facilite ese cru- ce evitando cualquier intervencién de su parte, El planteo es trivial y encuentra su version mas exaspe- ante en el patético y muy difundi- do fibro Como una novela del autor francés Daniel Pennac? que sin du- da es ratificatocio de esta posicién y de aquella mirada nostdlgica y sa- cralizadora de la lectura que descri- biamos mas arriba, Se dice, en nombre del “placer”, que después de Jeer un texto en el aula, sobre todo si es literario, no hay que hacer na~ da, Cualquier actividad en tanto es escolar seré enemiga de ese encuen= tro primordial y naturalizado entre 1 nifio y el libro, Sin embargo, podriamos rebatir esto, por ejemplo, sosteniendo que la lectura de un texto literario su- pone operaciones bastante comple- La lectura de un texta literario supone operaciones especificas que constituyen ver= daderos desofios cognitivos: “.-y ast, del poco dormir y del mucho leer, se le secé el cerebro, de manera que vino a perder el juicio...” Cervantes, Don Quijote de La Mancha a jas: leer una metéfora o na altera- cidn en el orden de la temporalidad en una narracién, suponen opera- ciones especificas en el orden reté- rico que constituyen verdaderos desafios cognitivos y de compren- sién que, en cualquier situacién de ensefianza -incluyendo la promo- cin de {a lectura- deben ser acep- tados y trabajados como tales. “El gusto por leer -dice Michele Petit- no puede surgir de la simple fre- cuentacién material de los libros". Libros como el de Pennac apare- cen citados can frecuencia en pro- gramas de formacién de docentes, de bibliotecarios, entre otros, y su presencia da cuenta de la ausencia de investigaciones especificas que trabajen con la lectura como prac- tica social. En este sentido, la in- vestigacién académica de corte teorico-literario ha sesgado su mi- rada sobre Ja lectura a un linea de investigacidn teorica que reduce la consideracion de las pricticas de lectura a las que realiza un lector culto y afiaditiamos, profesionaliza- do, Este aspecto ha sido licidamen- te sefialado por Pierre Bourdieu: La mayoria de las teorias de la recepcidn y la lectura ¢...) basdndose en un andlisis de cardcter fenomeno- légico de una experiencia vivida de lector culto, (...) se condenan a ex- traer de esta norma hecha hombre tesis ingenuamente normativas (..) que se lame “lector implici- to” con la teoria de la recepeién y Wolfgang Iser, “archilector” con Michael Rifaterre o “lector infor- mado” con Stanley Fish, el lector del que realmente habla el andlisis (..] no es més que el propio tedri- co que, siguiendo en ello una pro- pensién muy corriente en el lector, toma como objeto su propia expe- riencia, no analizada socioligica- mente, de lector culto, Esta cita de Bourdieu puede ser leida como un sentido posible de este “no saber” sobre la lectura al que nos referimos en el titulo de es- te trabajo: se trata de la ausencia de investigaciones empiricas que recu- pesen informacién y planteen hipé- tesis acerca de los motos de leer de lectores no profesionalizados, por fuera del estandar “culto” del acadé- mico. El temor a caer en ef pecado del empirismo ha puesto anteojeras a la investigacién literaria, acaso més centrada en modelos de corte académico y desconocedora de las posibilidades de una investigacion de campo, de orientacidn etnogré- fica. Romper con cierta “compla- cencia narcisista de la tradicién hermeneiitica” (en palabras de Bourdieu) obliga seguramente a piieis9 © jexoa euy

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