You are on page 1of 2

JOSÉ DE PALAFOX Y MELCI

Nació en Zaragoza en 1775, fue bautizado con hasta 40 nombres, costumbre muy propia
de la aristocracia de entonces que con ello quería “quedar bien" con todos los
antepasados ilustres de la familia (hoy en día los hijos de reyes y príncipes también
reciben muchos nombres, aunque terminan resumiéndolos en "de Todos los Santos", que
engloba todos los nombres posibles).
Hijo tercero de una familia noble, los Marqueses de Lazán, pocas posibilidades de
heredar título y hacienda, por lo que como solía suceder en estos casos, se orientó a la
carrera militar. Fue Guardia de Corps en Palacio, y pertenecía al círculo de gentes
allegadas a Fernando VII. Cuando éste se enemistó con sus padres y con Godoy, uno de
sus partidarios, el Conde de Montijo organizó el Motín de Aranjuez contra el valido
Godoy, en marzo de 1807. Palafox estaba entre sus captores. Luego lo encontramos
organizando una partida de gente que irá a rescatar a Fernando cuando éste se encuentra
en Bayona, pero descubiertos por agentes napoleónicos, deben escapar. Palafox se
dirige a Zaragoza, su ciudad natal, y aquí se presenta al Capitán General Guillelmi
intentando convencerle de que subleve a la población contra los franceses. Guillelmi se
niega y le ordena que se reincorpore a su destino. Palafox se refugia en la finca de La
Alfranca, propiedad de los Marqueses de Ayerbe, parientes suyos.
El día 26 de mayo el "Tío Jorge", rico labrador del Arrabal, va a buscarlo con gente
armada para que lidere el movimiento antifrancés, dado que nadie de entre las clases
altas - nobleza - había aceptado. Palafox acepta con reticencias.
Las actuaciones de Palafox durante la guerra son, como poco, contradictorias. En primer
lugar, no parece estar muy de acuerdo con el "movimiento popular" que le ha nombrado
Capitán General de las tropas aragonesas, por lo que se apresura a desarmar al pueblo
(que había tomado las armas de la Aljafería el 25 de mayo) y tras movilizar a los
varones entre 16 y 40 años, convoca las Cortes de Aragón (llevaban un siglo sin
reunirse) para que le ratifiquen en su cargo. Esto es interpretado como un deseo de
legalidad por parte de Palafox o bien de refrendo del sistema político basado en el
antiguo régimen, ya que había obtenido su cargo de forma "ilegal" o "revolucionaria".
La convocatoria de Cortes se hizo según la antigua usanza (por "brazos" o estamentos,
donde la nobleza siempre tenía la mayoría).
En cuanto a su pericia como jefe militar existen dudas. Palafox creía que Zaragoza no
tenía defensa posible. En esto están de acuerdo incluso hoy todos los analistas militares.
Era una ciudad que no podía resistir un sitio bien organizado, y el ejército de Napoleón
era por entonces el mejor del mundo: resistir era un suicidio. Por esto fue tan
excepcional la resistencia de Zaragoza. Quizá por ello, cada vez que los franceses
atacaban en serio, y rompían las débiles defensas amuralladas de la ciudad y penetraban
en el casco urbano, Palafox se iba "a buscar refuerzos". Y es cierto que lo hacía, y
gracias a esos refuerzos se salvó la ciudad en varias ocasiones. Según la normativa
militar de la época, cuando un ejército atacante ocupaba las brechas de la muralla de una
ciudad sitiada, ésta solía rendirse, y con honor además. Por eso fue tan sorprendente que
Zaragoza no se rindiera en las múltiples ocasiones en que fueron traspasadas las
murallas por los franceses, y que el pueblo de Zaragoza no mostrara la menor intención
de dejar la lucha. Por otro lado, Palafox era jefe militar de todo Aragón. Los Sitios de
Zaragoza le dieron enorme prestigio pero durante esos años debía pensar como un
estratega, valorando la defensa de todo Aragón e incluso de toda España. Perdida la
ciudad - según su entender, y el de casi cualquier jefe militar de la época - había que
atender la defensa del resto del territorio. No obstante su habilidad en batirse con las
tropas francesas en campo abierto fue siempre muy escasa y se saldó en continuas
derrotas. En su descargo hay que tener en cuenta su baja graduación - era brigadier - y el
ejército al que se enfrentaba.
Además hay que añadir que Napoleón orquestó una campaña de injurias y descrédito
contra Palafox, pues la resistencia de Zaragoza frente a sus tropas fue pronto conocida y
admirada no sólo en España sino en Europa: era de las pocas veces en que Napoleón
era, si no derrotado, al menos rechazado con éxito.

Palafox se rodeó enseguida de gentes de su confianza, la Condesa de Bureta, sus


hermanos (el Marqués de Lazán, que le sustituye en el mando cuando él no está) y sobre
todo clérigos, como el Padre Boggiero que había sido su maestro y que le escribirá las
Proclamas de resistencia a la población con un marcado matiz religioso (la defensa se
hace por la Religión y la Virgen del Pilar).
Enfermó gravemente en febrero de 1809 por lo que hubo de dejar el mando: la ciudad
estaba perdida y capituló. Palafox fue hecho prisionero y enviado a la prisión francesa
de Vincennes donde permanecerá hasta 1814 en que acaba la guerra. Fue a buscar a
Fernando VII a la frontera y le convenció de que visitara Zaragoza.
Respecto a su ideología parece que siempre estuvo del lado del rey, o más bien de la
corona. Apoyó en todo momento a la autoridad competente, aunque parece que sus
ideas tendían a un despotismo ilustrado o un liberalismo moderado pues en el viaje de
vuelta de Fernando VII fue el único, junto con otro, que se mostró contrario a que
Fernando VII derogara la Constitución de Cádiz. Durante el reinado de Fernando VII
obtuvo reconocimiento y cargos pero muestra también cierto alejamiento de las altas
esferas de poder.
A la muerte de Fernando VII apoyó a la regente Mª Cristina pero estuvo en desacuerdo
con el Estatuto Real de 1834 por lo que urdió una conjura de la que se tienen pocas
noticias pero que le llevó a la cárcel y al desánimo. Un año después el ministro
Mendizábal le dio nuevos cargos.
Murió en 1847.

You might also like