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ÍNDICE
PRÓLOGO 4
FLATULENCIAS PELIGROSAS. 5
Tema libre, pero en el relato debe aparecer una canción de los Beatles. 5
ESCUELA DE RECICLAJE. 8
“El reciclaje”, pero nadie especificó que era lo que se tenía que reciclar. 8
EL TRIANGULITO 32
Triángulos, puede haberlos de muchos tipos. Que cada uno que le dé la interpretación que
quiera… 32
1
SOLO DOS PUERTAS 35
Una historia de ascensores y de las personas que se montan en ellos. 35
MI ESQUINA 43
Ventajas que nos ofrecen las b‐‐‐‐‐‐‐‐‐, trabajadoras incansables en la gran ciudad. 43
CLAUDIO 58
Imagina que te dedicaran a ti una calle 58
2
UN HORÓSCOPO HELADO 73
El tema de hoy es la Astrología o el Esoterismo 73
LE VOYEUR 86
Todos hemos imaginado alguna vez una historia de vouyeurs 86
LA COMUNIDAD. 92
Tema libre con una única restricción, tiene que aparecer la palabra JÚPITER. ¡Suerte! 92
3
PRÓLOGO
crariza
karmen-jt
un-español-mas
psiquiatra de familia
elefantefor
escoces
castor
jan
rosa
Bloody
bandama4
carmen
quadrophenia
Louis Darval
José Alberto
4
FLATULENCIAS PELIGROSAS.
Escrito por: Xarbet el 12 Feb 2009 - URL Permanente
Hay un factor añadido, yo soy, delgada, rubia y ojos azules y mido uno
cincuenta y siete, no cumplo los requisitos de matrona pedorreta. Nadie
puede suponer que de un culito prieto y respingón, pueda salir tal
estallido. Con todo, eso no hubiera sido nada, si no fuera porque al día
siguiente…
Pero un día, salí con prisas de la oficina para coger el ascensor, porque el
intestino apretaba, pero después de apretar el botón de bajada, un niño
de unos seis años, llegó corriendo por el pasillo y evitó que la puerta se
cerrara del todo. Su madre llegó detrás de él, arrastrando a un Yorkshire y
entraron todos en el recinto. Aguanté estoicamente durante cuatro
5
plantas, pero entre la doceava y la onceava, solté gases con la violencia y
ruido habitual. La señora cogió al niño y lo escondió tras suya, tirando a la
vez de la correa del perro, temiendo quizá que hubiera alcanzado al niño
o le hubiera matado el perro, y me lanzó una mirada furibunda de las que
atraviesan muros. El niño, por si nadie se había enterado dijo: ¡Mamá, se
ha soltado un pedo¡
Decidí que el ascensor no era una buena idea, porque tuve otro percance
con un señor mayor, y evidentemente, no eran cosas para distancias tan
cortas, por lo que tuve que volver al cuarto de baño, que no se por qué,
no los hacen insonorizados.
Mis compañeros de oficina, que habían pasado de las risas y las burlas a
compadecerme, aceptaron que el artilugio ocupara un espacio del baño y
siguieron con su táctica de no hacer demasiadas preguntas, pero yo
había quedado marcada ya para siempre, y me encontraba bastante sola
y aislada del resto.
6
botones que a cambio de que le invitáramos a desayunar durante un año
y que le dejáramos fumar en la oficina, nos encontró la solución.
Déjalo estar
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ESCUELA DE RECICLAJE.
Escrito por: Xarbet el 05 Feb 2009 - URL Permanente
“El reciclaje”, pero nadie especificó que era lo que se tenía que
reciclar.
Mi mujer era una santa, como mi madre, hacendosa, honrada, fiel, señora
de su casa y amante de su marido. Quizá el hecho de no tener hijos,
influyera en su capacidad de dar siempre lo mejor de sí misma y de estar
siempre a punto para lo que necesitara.
8
Yo normalmente comía en el trabajo, tenía tiempo de llegar a casa, pero a
mediodía era cuando mi mujer aprovechaba para hacer las camas, limpiar
el baño y dejar la cena encaminada, por eso era mejor dejarla sola, se
apañaba mejor. Comía cualquier cosa, ya que hacia régimen, y dejaba la
casa lista.
Menos los Lunes, Miércoles y Viernes, que tenia partida de mus con los
amigos, yo solía llegar antes a casa, y me gustaba encontrarla limpia y
aseada, luego cuando ella llegaba, preparaba la cena y ponía la mesa en
el comedor, ya que no me gustaba hacerlo en la cocina, así, además,
podía ver el televisor.
Con mi mujer, no tuvimos apenas peleas, solo una vez tuve que
reconvenirla, ya que cuando yo me iba a la cama, ella aprovechaba para
planchar en la habitación contigua, y cogió la mala costumbre de
canturrear por lo bajini. ¡No podéis imaginar lo que molesta oír un
murmullo cadencioso y monótono, cuando alguien que llega cansado del
trabajo, intenta dormir!
En fin, que os voy a decir, una santa, que Dios la tenga en la gloria, he
cogido unos días de vacaciones, para recuperarme de todo eso, me he
ido a un hotel en la playa, para descansar, mientras pienso en como
reconducir mi vida.
Lo que me ha
mosqueado es
lo que me ha
dicho mi
secretaria esta
mañana cuando
me he
despedido. Le
he comentado
que tendría que
empezar a salir
para buscar una
nueva pareja, y
la muy tonta, se
ha puesto a reír,
y me ha dicho
que ya puedo ir a clases de reciclaje. NO SÉ A LO QUE SE HABRÁ
REFERIDO
9
L'AMO EN XEC DE BINIXARBET
Escrito por: Xarbet el 29 Ene 2009 - URL Permanente
Sólo habían tenido una hija, y hacia ya mucho tiempo que se había ido a
vivir a Madrid con su marido. Cada año venia por vacaciones a pasar
unas semanas con sus hijos.
Se preguntaba en
que se entretenían los niños hoy en día, ya que los veía ociosos y
aburridos. Preguntaban por qué aún no había tele en el lloc.
10
Había incluso intentado llevarse a Jordi,
su nieto mayor, a pescar salpas con el
rai, pero no había sabido estarse quieto
en cuclillas, a esperar que los peces,
subieran sobre la barbada a alimentarse
de hierbas marinas. Su inquietud el urgía
a que tirase cuanto antes la red, y no
pescaron ni una.
El viaje, fue para Xec, que no había salido nunca de la isla, una auténtica
aventura. A menudo, mientras estaba en el campo, trabajando con la
azada, veía a los aviones acercarse desde un punto lejano del cielo, hasta
que le pasaban por encima con su panza plateada. Eran momentos en los
que el puntito negro del suelo
que había visto acercarse al
puntito negro del cielo, se
quitaba el sombrero de paja,
se pasaba la manga por la
frente sudada, y liaba
lentamente un cigarrillo.
Pensaba después de las
primeras caladas en aquella
bestia que acababa de pasar
y en quienes deberían ser los
que iban dentro.
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las tanques verdes y marrones, perfectamente parcelados con pared
seca, pasar bajo su vista a velocidad de vértigo, se sintió como mareado,
e incluso le pareció ver a un payes, en medio de un campo, como un
puntito negro que se quitaba el sombrero y se secaba la frente con la
manga.
Luego, solo vio nubes y, algún trozo de mar de vez en cuando, y al cabo
de un tiempo, tierras inmensas, sin ninguna pared que las delimitara y
enormes montañas que se encadenaban una a otras y que parecían no
tener fin.
Más extraño le resultó la pequeñez del piso donde iba a vivir a partir de
ahora. Pero decidió hacer lo posible para acostumbrarse, no quería ser
una molestia para sus hijos, y sabía que tenía que hacer un esfuerzo de
adaptación.
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Pero al día siguiente, por la mañana, después de que todos se fueran al
colegio o al trabajo, se sintió agobiado en aquel piso, y decidió salir a la
calle a pasear.
Tuvo que pararse apoyado en una farola, para evitar que lo empujaran, y
estuvo durante un rato, contemplando la vorágine humana que corría
apresurada. Le pareció por un momento que veía un gallinero con las
gallinas huyendo del acoso del gallo. Pero por allí no había nadie que
persiguiera a nadie, sino que parecía que huían de sí mismos, y
deambulaban sin ton ni son.
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Confieso que me ha costado intentar describir en castellano la vida de un payés
en Menorca, La primera intención era escribirlo en catalán e incluir una
traducción, pero al final, simplemente he incluido algunos términos nuestros que
no podía de ninguna manera traducir. Incluyo un pequeño glosario para los que
no los entiendan.
Glosario de términos
L'amo, es el explotador del predio, contratado por el propietario para que las
cultive y cuide los animales, el contrato era a medias, repartiéndose las
ganancias.
Algunas higueras, y otros árboles, para evitar que los animales se comieran las
ramas, se rodeaban con una pared seca, así se aprovechaba el exceso de
piedras de nuestra isla.
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LA BELLA DURMIENTE DEL BOSQUE
Escrito por: Xarbet el 22 Ene 2009 - URL Permanente
Aquel día Ceferino, estaba de mal humor, y como hacia siempre que las
cosas no le iban tal y como quería, se puso su traje de ciclista, cogió su
bicicleta y se fue a pedalear
Le gustaba pedalear, a
caballo de su bicicleta
se sentía como un
caballero medieval a
lomos de su corcel,
trotando a través de los
tiempos en busca de
aventuras y lances
amorosos, su bicicleta
era su fiel acompañante
que no le fallaba nunca
y con la que estaba
unido e identificado.
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Se levantó de su asiento para acercarse al animalillo, el cual, al verle
acercarse, voló a una rama un poco más allá, y siguió piando, como
indicándole que lo siguiera. Así lo hizo, y durante un tiempo, de rama en
rama, Ceferino se fue adentrando en el bosque.
El pajarito le llevó por fin hasta una mata muy tupida y cerrada, en la cual,
había un pequeño túnel, por el que se adentró el animal. No dudó nuestro
caballero ciclista en adentrarse en la espesura aunque tuviera que
ponerse a cuatro patas.
Por las vestimentas de la gente, se dio cuenta de que eran de una época
muy anterior a la actual, posiblemente cientos de años, pero no se veía
polvo ni suciedad, ni señas de abandono, todo seguía pulcro y en su sitio,
como en un cuadro.
16
Poco a poco, fue revisando todas las estancias, hasta que llegó hasta el
dormitorio principal, donde reposaba en el lecho una princesa
hermosísima. Era blanca como la leche, y tenía el pelo como el oro, su
vestido azul cubría el cuerpo más perfecto que se pudiera imaginar, solo
en uno de sus dedos, un hilito de sangre, indicaba que se había herido.
En el suelo un huso, indicaba el objeto con que se había pinchado.
17
Todavía hoy duda si volver o no al claro del bosque, de momento, lo que
ha hecho ha sido quitar todos los espejos de su casa, por si acaso.
18
FAUSTINO EL "MANITAS"
Escrito por: Xarbet el 15 Ene 2009 - URL Permanente
Aumentó su confusión al
repasar las facturas de
casa a fin de mes. Había
una de reparación de un
grifo, una de electricidad,
cosa de un interruptor,
una del frigorífico, y otra
de la cocina.
Pero por otro lado, estaba contento de verla tan feliz y tan alegre, y
también tan vital y tan activa en la cama. Prácticamente cada día le pedía
guerra, y sus polvos habían mejorado mucho, no solo en cantidad, que
era evidente, sino en calidad. De hecho, estaba un poco agotado. A veces
le decía, que si seguía así, tendría que buscarse un novio, y ella reía con
ganas y volvía a buscarle las cosquillas.
19
En las cuentas del mes siguiente, volvía
la retahíla de facturas, ésta vez el
carpintero había arreglado una
cerradura, el pintor había solucionado
un problema de humedad en su
dormitorio, y el ordenador había
necesitado una puesta a punto.
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El trágala, duró poco más de veinte minutos. Durante
este tiempo, pudo ver cómo muchos días, a media
mañana, entraba algún operario en su casa, y como su
esposa se lo pasaba por la piedra con una habilidad,
solvencia y dedicación que asustaría hasta a un cura.
-Me voy querida, tengo mucho trabajo, tengo que hacer unas visitas a
unos profesionales que hacen reparaciones a domicilio.
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EL FRUTO DE TU VIENTRE.
Escrito por: Xarbet el 08 Ene 2009 - URL Permanente
Luché, mordí, pateé, pero eran tres, o quizá cuatro, nunca lo supe, solo
recuerdo las cabezas rapadas con las crestas, los aros en las orejas, el
olor a cuero. Y luego, las manos ávidas manoseando mi cuerpo, la ropa
rasgada, el contacto no deseado y odiado, la
penetración brutal, el aliento fétido. No recuerdo ni
cuando deje de luchar, ni cuando empecé a llorar.
Solo el recuerdo de quedar tirada allí en el suelo,
dolorida de cuerpo y alma, con la vergüenza
inmensa de lo que había pasado, y el estúpido
temor de que alguien me viera en aquellas
condiciones.
Pienso que el segundo gran error fue no llamar a la policía. Juan estaba
anonadado, llorando conmigo, y yo sólo tenía ganas de estar sola, de
intentar pensar que aquello no había pasado. Ni siguiera el agua de la
ducha fue bálsamo para mi espíritu maltrecho, tenia hematomas y
magulladuras, pero no solo en la piel, también en el alma.
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Cuando pasó “aquello”, Juan y yo llevábamos ya nueve años de casados
y no habíamos conseguido tener hijos, teníamos cita en unos días con un
especialista. Aquello trastocó nuestros planes, yo no sé por qué, pero
intuía que había quedado embarazada.
Aquella noche cuando llegó Juan yo llevaba aquel vestido negro con un
escote imposible, la mesa estaba puesta, las velas encendidas, la botella
de vino oreando, el salmón y el caviar primorosamente preparados.
Todavía tengo dudas, las tendré siempre, ¿será mi hijo como aquellas
bestias que me violaron, o crecerá sano y noble? Pero tengo confianza en
este pequeño que se mueve en mi vientre, el será mi hijo
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Miguel no pudo sujetar por más tiempo el papel entre sus manos, se le
escurrió de entre los dedos y se cayó al suelo, allí fue a parar también él,
de rodillas y llorando.
23
a comer lo que había en la
nevera y a buscar algo de dinero.
Siempre había unos billetes en el
cajón superior de la mesita de
noche, pero aquel día solo había
una carta.
Se levantó y el espejo de la
cómoda, le devolvió su imagen,
de callejero, con sus pendientes,
su chaqueta de cuero, su cresta,
sus mil cremalleras oxidadas.
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Y el hueco de la escalera era demasiado atractivo, insondable, profundo,
de una patada rompió la barandilla, miró como caían los barrotes de
madera, luego los siguió a través del vacío.
Quedó allí tendido, muy cerca de lugar donde diez y seis años antes, un
grupo de gamberros había violado a una mujer que volvía del trabajo.
25
CLODOMIRO FERNÁNDEZ
Escrito por: Xarbet el 18 Dic 2008 - URL Permanente
Su madre siempre le había advertido de las pelanduscas que iban por ahí,
propagando enfermedades mortales que hacían que la carne se fuera
cayendo a pedazos, y él siempre se había sentido muy cohibido delante
de las mujeres. De hecho, prefería mirarlas de lejos, observarlas,
pensando en que quizás algún día encontraría a su compañera perfecta.
Ver subir a las chicas, con sus faldas cortas, y sus escotes generosos le
producía especial excitación, su mano y su imaginación ponían el resto, y
en aquellos momentos, se admitía paja como animal de compañía.
Si alguien lo hubiera podido ver a él, tal y como espiaba a los vecinos,
habría contemplado una escena algo patética.
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Estaba de pié, frente a la puerta un poco inclinado para ajustar su vista a
la de la mirilla, en calzoncillos y camiseta de tirantes, con una mano
apoyada en la puerta, y la otra pululando por peteneras. Y un detalle no
nimio, desde que se le habían roto las zapatillas, cuando se levantaba de
la cama, se calzaba unas botas de piel girada, afelpadas por dentro, eran
cómodas y fáciles de poner con su cremallera lateral, y su suela de goma
las hacía silenciosas y discretas.
El la conocía de verla subir y bajar. Era una chica rubia, pequeñita, que
vestía siempre una minifalda azul y una camiseta corta que dejaba su
vientre al aire. Pero ahora salía llorosa, con un zapato puesto y el otro en
la mano, y con la camiseta desgarrada a la altura del hombro
descubriendo una tira de un sujetador negro.
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Por un momento, en su mente, pasaron rápidamente todas las
posibilidades. Su primer impulso fue hacer como había visto en las
películas, embestir fuerte con el hombro y derribar la puerta. Pero un solo
vistazo a la puerta y a su esmirriada figura le hizo desistir.
En el Segundo primera vivía un guardia civil con bigote que tenía una hija
de muy buen ver, y que se lo miraba con mala cara cada vez que se
cruzaba con él en la escalera. No quiso ni pensar en lo que pasaría si
llamara a la puerta de esta guisa. Pero en el otro piso, vivía una anciana
pacifica que quizá le ayudaría.
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Son situaciones en las que lo primero que hay que hacer es juntar las
rodillas y ponerse las manos púdicamente en el regazo, poniendo cara de
pena. La estratagema surgió efecto, porque la señora gorda, a la que
evidentemente no le gustaban los hombres sin cartera, empezó a
insultarle y a maldecirlo, llamándole voyeur y desgraciado, a la vez que le
indicaba el camino de la puerta. Corrido -nunca mejor dicho- y
avergonzado, cruzó el salón y se encontró de nuevo, en el rellano de la
escalera.
Entonces, hizo lo que tenía que hacer, nadie le había ayudado, por lo que
tomó la decisión. Rompió el cristal de la cajita y pulso el botón de alarma
de incendios.
Allí, junto al vecino del segundo, el guardia civil con mostachos que
también lucia unos calzoncillos como los suyos, pero con el tricornio
puesto, la verdad es que no hacia ningún mal papel.
29
EL CLUB DE LOS JUECES
Escrito por: Xarbet el 11 Dic 2008 - URL Permanente
Hacía ya tres días que había ingresado en aquella cárcel. Procuraba estar
todo el tiempo posible en la celda que habían habilitado para él solo, pero
a veces también tenía que salir al patio como los demás, y pese a que se
ponía en un rincón, la mayoría de presos se lo miraban con interés. De
alguna manera no era habitual ver a un juez en la cárcel.
Aquellas dos desvergonzadas que se paseaban con los pechos al aire por
la playa, se encontraron enfrente a un
hombre que no se deja ofender ni
amilanar, tuvieron su merecido. Pese a
ser absueltas, los tres días de cárcel no
se los quitó nadie.
30
El lee la biblia cada noche, y también “Camino”, libros de cabecera que le
iluminan el sendero a seguir. Estos libros le indican que está en la buena
ruta, la que los hombres no pueden variar.
Pero ahora tiene miedo, algunos internos se lo miran con curiosidad, pero
otros con chulería e incluso con lascivia. Esto no le puede estar pasando
a él, un hombre hecho y derecho, de bien, de conducta intachable. Pero
era el designo de su dios, tendría que aceptar con sumisión las pruebas
que vendrían.
Fue denunciado por el CGPJ porque dicen que retrasó dos años la
adopción de la niña por la pareja lesbiana de su madre. Pero en el juicio
se demostró que el lo que buscaba era el bien de la pequeña, que no
podía consentir que fuera educada por dos lagartas, que todo era una
conjura por parte del lobby de gays y lesbianas para derrotarle. Después
de dos semanas de juicio, solo le impusieron una multa de trescientos
euros. Por bien pagados los daba por haber actuado en bien de la
pequeña Candela.
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EL TRIANGULITO
Escrito por: Xarbet el 04 Dic 2008 - URL Permanente
Habían habilitado para ella una mesa situada enfrente de la suya, y era de
esas modernas con cuatro patas, toda abierta por delante y los lados, y
claro, cuatro patas de la mesa, mas las dos de Irene, y las de la silla, ya
era mucha extremidad suelta. Si además se forman de vez en cuando
triangulitos, cada día de distinto color, no podemos por menos que
compadecer al pobre contable.
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Y encima, aquellas piernas largas, que se movían al son de su risa y
mostraban de vez en cuando aquel triangulito juguetón, que aparecía o se
escondía en función de los movimientos, siempre inesperados y
compulsivos de su propietaria.
Al día siguiente, Eufrasio llegó tarde por primera vez a la oficina, con aire
triunfante y retador, y cuando pasó por delante la mesa de Elisa, le dijo en
plan paternal y jocoso:
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SOLO DOS PUERTAS
Escrito por: Xarbet el 27 Nov 2008 - URL Permanente
35
Había cuatro viviendas por planta, y con seis alturas y un ático, albergaba
a veinte y seis familias de las de ahora, no de las de antes.
Era mucho para nuestro ascensor, con sus casi cinco plazas y su
renqueante y lento deambular sobre sus guías. Por eso, se formaban a
veces algunas colas y esperas para cogerlo.
Eustaquio era el propietario del quinto C. Viudo, sin hijos, viejo, y poco
sociable, era de los que odiaban mas las esperas y acogían con peor
humor el tener que compartir espacio en el ascensor.
Pero Eustaquio estaba contento, el tener un ascensor solo para él, sin
tener que soportar esperas ni compañías, era un lujo inmenso. Era como
tener un cordón umbilical nuevo que le unía con la calle, a través del cual
poder transitar a su antojo y sin dar cuenta a nadie. A partir de ahora ya
no tendría pereza de salir a la calle. Podría hacerlo las veces que quisiera
y con toda comodidad, y mucho más importante, con intimidad.
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- Si, desde luego, una abajo y otra en el quinto.
El último detalle fue cambiar el aplique de techo por una lámpara de araña
colgante. Solo dejó sin poner el hilo musical, porque la factura había
subido mucho y lo que le pidieron por los altavoces empotrados y la
consola de mandos era demasiado, pero lo dejó para más adelante.
Incluso le dijeron que podía poner un televisor de catorce pulgadas.
Se hizo un lio con el teclado y después de dos horas, tuvo que aceptar
que se había equivocado y que ni con los ceros ni con su número podía
abrir la puerta. Tardó dos horas más en poder comunicar con el
instalador, y este a su vez, tardó dos más en venir a arreglar el entuerto.
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Cuando se marchó por fin, eran ya las cuatro de la tarde, y aún no había
comido, pese a eso, quiso hacer su viaje inaugural.
La oscuridad, apenas estaba paliada por una lucecita sobre un botón que
ponía: emergencia.
Levantándose con dificultad, pulsó primero el botón que ponía cero, luego
el cinco, luego todos los demás, y como el insistir pulsando tampoco
produjo ningún movimiento, se decidió por el rojo, el que ponía
emergencia.
En una película había visto que los ascensores tenían una trampilla arriba
en el techo, y con las tres patas de la butaquita y la ayuda del marco de la
38
foto de su esposa que tenia la altura justa, se pudo encaramar, poniendo
la mesita sobre la butaca y abrir la escotilla. Con mucho esfuerzo de
brazos, pataleando y contorsionándose, se colocó sobre el ascensor.
La vista que tuvo una vez situado encima del techo de la cabina era para
llorar. Un enorme tubo cuadrado de paneles epoxi-dos caras-lacado
blanco con espuma de poliuretano inyectado, insonorizado e ignífugo se
elevaba sobre su cabeza.
39
RUMBO A LA NOCHE
Era domingo por la noche, cuando Ceferino dijo a su mujer que iba a
comprar tabaco. La cosa no tendría más importancia, si no fuera por el
hecho de que él no había fumado en su vida.
40
El coche inició el diálogo con su ronroneo sordo y salió despacito hacia
delante, dejando tras sí, una sombrilla, una toalla, unas cremas, una casa,
una esposa, una calle, un barrio, una ciudad.
Allí todo era oscuro, solo los faros del coche rompían el negro y se
hundían en el futuro. La carretera, poco a poco se fue estrechando, solo
la raya amarilla que dividía los dos carriles le indicaba la dirección a
seguir.
Vio a sus amigos del colegio que le saludaban riendo. A su primera novia,
vestida de blanco. ¿Qué habría sido de ella?. A sus amigos, a sus
compañeros de oficina, todos miraban su paso veloz y silencioso.
Pensó en sus hijos, a los que nunca veía, en unos nietos que no le
llamaban abuelo.
41
Su mujer los iba a ver entre semana, mientras él estaba en la oficina,
mientras hacía horas extras.
Mientras él trabajaba, su mujer vivía con sus hijos. Y cuanto más lo hacía,
mas cosas conseguía y más distancia entre él y su familia ponía.
Y reconoció que era así, que nunca había cambiado un pañal, nunca
acunado a un bebé. Que él no servía para tener una familia, solo para
trabajar por ella.
42
MI ESQUINA
Luego, cuando por fin se deciden por ti, tienes que soportar el contacto de
unas manos extrañas, el roce de un cuerpo que dispone de ti a su antojo,
que te usa para conseguir sus objetivos.
Más tarde, te vuelven a dejar en la esquina, para que allí de nuevo estés
a la vista de todos, para que otra persona vuelva a usar tu cuerpo a su
voluntad y albedrío.
Me he dado cuenta de que maltratadores, los hay de todo tipo, hay manos
acariciadoras y manos sobonas, manos obsesivas que te cogen con
fuerza como si comprobaran si pueden romperte.
Hay personas que te hablan con dulces palabras y otras que te insultan y
te desprecian, porque el odio o amor de las personas y los malos y
buenos sentimientos, se notan a través del contacto físico, a veces,
sentimos dulces vibraciones, suaves deseos, otras pasiones
desordenadas, o viscosidad hipócrita.
Lo que más me preocupa es el paso del tiempo. Sé que ahora soy bella y
mi aspecto es perfecto. Por eso soy de las más codiciadas por los
clientes, por eso, hago muchas más salidas que mis compañeras que se
pasan horas y horas esperando cliente.
43
¿Dónde me enviarán cuando esto suceda?
44
MÍRAME, ABUELO
Hacía cinco o seis años que había fallecido mi abuela, y durante este
tiempo se había apañado muy bien solo, incluso venia a visitarnos de vez
en cuando con su bastón con pomo de cristal que tanto me gustaba.
Pero cuando vino a vivir con nosotros ya no era el mismo. Sus ojos se
habían hundido un poco en su cara y sus pupilas se habían vuelto mucho
más negras, sus mejillas estaban a medio afeitar y su pelo estaba
despeinado y sucio.
El primer problema fue el del cuarto de baño. En casa sólo había uno y
teníamos que repartírnoslo entre mis padres, mi hermano y yo, y ahora,
también el abuelo, que para no molestar, se levantaba el primero de todos
y luego salía de su cuarto a desayunar ya vestido y encorbatado.
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ayuda para ducharse, que era normal, pero el viejo, erre que erre, se
negaba.
Yo tenía por aquel entonces quince años, pero quince de los de ahora, no
de los de hace medio siglo. No me asustaba ni la vida ni el sexo, ni los
tabúes de los mayores, y aquel viernes, llegué pronto a casa por la tarde.
Prepárate que hay que ducharse, hoy hay cena familiar y no quiero que
seas un viejo sucio.
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Intentó incluso apartar los ojos y no mirar. Se le veía avergonzado e
inquieto.
Por la noche, teníamos cena de familia. Hacia unos días mi padre había
cumplido cuarenta años y lo íbamos a celebrar. Venia la tía Enriqueta,
hermana de mi padre, soltera compungida y también su hermano Carlos y
su mujer. Gente de bien, de derechas de toda la vida, seria y estirada.
Total tres de fuera, nosotros cuatro y el abuelo
Mi madre llegó tarde y con prisas, con las bolsas de la compra y se metió
en la cocina a preparar la cena. Ni siquiera reparó en el abuelo que
estaba en su butaca limpio afeitado y pulcro como un pincel.
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Esto no era rigurosamente cierto, pero de alguna manera describía que
habíamos compartido desnudez y ducha.
Fue una cena de pena que terminó lo antes posible sin volver a mentar
para nada el tema de la ducha. Solo mi abuelo y yo sonreíamos
cómplices. Yo soy feliz, porque mi madre, en la cocina, mientras
recogíamos los platos, me dio un beso sin venir a cuento… O si.
48
UNA DUCHA PARA TI
Escrito por: Xarbet el 30 Oct 2008 - URL Permanente
49
Se encontró de repente, en una canal a través del cual, circulaba el agua.
Ella, iba flotando, metida en su camisón a lo largo de todo el circuito. De
repente, un recodo a la derecha, una luz al fondo, y una abertura por la
que podía mirar. Vio que estaba en el cuarto de baño de su hijo menor
Marc.
Dio un respingo hacia atrás, porque lo que vio no era para menos, estaba
totalmente desnudo, sentado en la taza del váter y masturbándose
ostentosamente con la mano.
Parecía imposible que un niño de once años, tuviera una cosa así. Ella
que ni siquiera había querido ver nunca la de su marido y cerraba con
fuerza los ojos cuando se sentía penetrada, intentando no pensar en "lo"
que le estaban haciendo. Y ahora tenía que contemplar aquel acto
impúdico e infame.
Era su hija preferida, tan blanca tan pura, con aquella carita de óvalo
perfecto, y empezando a formarse como mujer. Tenía catorce años y
pronto tendría que empezar a plantearse como hablarle de ciertas cosas
que tenía que saber. Tenía previsto hablar con el cura de la parroquia a
ver si él podría ayudarla en ese menester.
50
ansia desconocida y una humedad que no provenía de la tubería que la
albergaba.
51
EL NAUFRAGIO DE LAS DOS CARAS
ANVERSO
Johnson, como primer oficial del Hope, hacía mucho tiempo que sabía de
la incompetencia del capitán Blade, todos decían que le odiaba, pero no
era eso, si un buen oficial, está a las ordenes de un borracho y un
pendenciero, que además no conoce bien su oficio, los resultados pueden
ser terribles, y el mar no perdona.
Pero ahora ya era tarde, solo uno de los botes había podido llegar a tierra
eran los únicos supervivientes de un total de más de trescientas personas
El sabía que en una situación similar, alguien tenía que tomar el mando,
asumir la responsabilidad de organizar la supervivencia, establecer una
cadena de mando y conseguir la colaboración de todos. Sus vidas
dependían de su capacidad de trabajar en grupo y coordinadamente.
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sobre un lecho de piedras. El agua era dulce y limpia. Después de varios
días de lamer hojas de higuera para apagar su sed, pudo cerrar los ojos y
hundir la cara en aquella corriente de agua pura y fresca.
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situación, pero no encontró a ningún pacificador. Ni Harry, ni Joe, ni
siquiera Charlotte, se libraban de su aspecto de odio y ferocidad.
REVERSO
Johnson, como primer oficial del Hope, hacía mucho tiempo que sabía de
la incompetencia del capitán Blade, todos decían que le odiaba, pero no
era eso, si un buen oficial, está a las ordenes de un borracho y un
pendenciero, que además no conoce bien su oficio, los resultados pueden
ser terribles, y el mar no perdona.
Pero ahora ya era tarde, solo uno de los botes había podido llegar a tierra
eran los únicos supervivientes de un total de más de trescientas personas
-A partir de ahora, asumo el mando del grupo. Los que estén dispuestos a
obedecerme, que levanten el brazo, los que no quieran pueden irse donde
quieran.
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que habían sido, ni lo que pensaban, sino la actuación conjunta como
grupo.
Luego organicé tres grupos de trabajo, uno para ir a explorar la isla, otro
para ir recogiendo ramas para hacer cobertizos para dormir y otro para
buscar comida y agua. Yo mismo, junto con Joe el barman fui a recorrer la
costa para ver las posibilidades de pesca.
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CUARENTA PUÑALADAS
Escrito por: Xarbet el 18 Sep. 2008 - URL Permanente
A mí me gustaría darle más dinero para sus gastos porque yo prefiero que
se emborrache en el bar con sus amigos, en vez de hacerlo en casa, pero
mi sueldo no da para mucho, y al final, acaba vaciando la nevera de
cervezas. Y claro, el siempre ha tenido un mal beber, se pone fácilmente
nervioso.
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No es que me pegue, no, eso él nunca lo haría, lo que pasa es que las
circunstancias a veces llevan a eso, forcejeamos, yo le pongo nervioso
con mis quejas y el no se puede contener.
Venia diferente, iba bien vestido, con un traje gris, la corbata aflojada
sobre una camisa de seda. Pero tenía los ojos duros como el cristal,
perdidos en el infinito, y sin apenas mirarme, me apartó del quicio de la
puerta y fue directo a la cocina a por cerveza. Y yo, me puse muy triste, y
le dije que ya estaba bien, que no aguantaba más, que aquello no era un
bar, que se fuera a dormir la mona a otra parte…
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CLAUDIO
Escrito por: Xarbet el 25 Sep. 2008 - URL Permanente
Claudio era un hombre de una especie muy peculiar que habita nuestras
ciudades, y que son fácilmente distinguibles del resto. Acostumbran a ser
altos, enjutos, calvitos, estreñidos y van siempre con un traje gris, roído,
pero muy digno, y con una corbata azul marino. Llevan camiseta imperio
y…no quieras imaginarte los calzoncillos que gastan porque suelen ser de
los de la segunda guerra mundial.
Y Claudio era un digno ejemplar de este tipo de personas. Cada día iba a
su oficina con su cartera y su paraguas, con paso firme y decidido, y
haciendo siempre el mismo recorrido. Se conocía no solo el trayecto de
memoria, sino también cada uno de los adoquines de las cuatro calles
que tenía que pasar hasta su oficina.
Salía de la calle del Perpetuo Socorro, donde vivía, giraba por la calle del
Auxilio divino, que venía a continuación, y seguía por Providencia
celestial, para acabar en la del Excelso amor, que era donde estaba su
oficina. Cuatro calles entre dos polos opuestos, su casa y su oficina. Por
aquí transcurría su mundo.
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Y él, después de veinte años, ya había cambiado a su manera todos los
rótulos de las calles.
Imaginaba que mientras andaba por la calle, veía un bebé que caía de un
quinto piso, y que él corriendo, se lanzaba y conseguía cogerlo en su
brazos salvándole la vida, pese a que al caer con el bebé en brazos, se
rompía los codos contra el suelo y quedaba malherido y sangrante, ante
la admiración de los que habían contemplado la escena.
Su imaginación era tan real que incluso identificaba las ventanas por las
que podía caer el bebé, y buscaba con la vista los sitios por los que se
agarraría para subir al balcón a salvar a la mujer atacada.
Diríamos que nuestro amigo, disfrutaba más de la calle y del trayecto que
del origen y del destino. Mientras andaba vivía una vida mejor y más
gratificante que la que tenía en su casa y en la oficina en la que era un
perfecto cero a la izquierda. Incluso la asistenta que cuidaba a su madre
le reñía y le daba órdenes.
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tropezó con él. Rodaron los dos por el suelo, junto con el paraguas y la
cartera. Y, en la voltereta, quedó sentado encima de su cara, mientras el
fulano lloraba pidiendo clemencia.
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EL ABUELO TANCREDO
Escrito por: Xarbet el 02 Oct. 2008 - URL Permanente
Y yo, además iba a recuperar mi cuarto, porque a los quince años, una
chica necesita un cuarto para ella sola.
Incluso había un factor que le daba bastante emoción al tema y era que
nadie conocía su testamento, y todos sabíamos que en el banco debería
haber mucho dinero, no en vano había sido toda su vida un usurero y un
avaro.
El testamento, tal y como dijo el notario, estaba muy claro, para mi madre
la legítima que le correspondía por ser su única hija, el resto lo dejaba al
nieto que le redactara el mejor epitafio.
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Como jurado para decidir cuál sería el mejor y que por lo tanto figurase en
su tumba, dejaba al cura, y al alcalde de pueblo, ellos decidirían quien
sería el beneficiario de la herencia.
El consenso, ella lo sabía lo tenía que concertar con sus hijos mayores
que seguían encerrados en su cuarto, yo no iba a poner ninguna pega,
pero con lo egoístas que eran, no era previsible que ni siquiera se
pusieran de acuerdo entre ellos.
Por lo tanto, quedaba la puerta abierta. Lo único que se podía hacer era
empezar a pensar en algún buen texto que ganara el concurso.
Al cabo de dos semanas que era el plazo previsto, tanto yo como mis
hermanos entregamos nuestras propuestas en la notaria.
Y por lo tanto, unos días más tarde, asistimos a la lectura del acta de
veredicto de los jueces.
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Mi Hermano Santiago, que era un mamón de mucho cuidado, pelotillero,
mentiroso, falso e hipócrita, se salió con lo siguiente:
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Y yo, que no sabía muy bien lo que era un epitafio, y malditas las ganas
que tenia de buscarlo en la wiki, y además, con la manía que le tenía al
antipático de mi abuelo, lo único que se me ocurrió fue lo siguiente.
Pensé que al cura y al alcalde les gustaría, ellos tampoco le tenían mucha
simpatía a mi abuelo.
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UN CONFESIONARIO ADAPTADO
Escrito por: Xarbet el 17 Feb 2009 - URL Permanente
Yo, cuando salí del seminario, acepté todo lo que implica ser cura, el voto
de pobreza, este no hubiera importado que lo hiciera, pero bueno, lo hice.
El voto de castidad, ¿a un cura se le supone no? Pues eso, voté por la
castidad, aunque creo que no salió elegida, más bien salió el sálvese
quien pueda, que el asunto de los bajos es territorio apache y allí no
manda ni Dio..genes.
De entrada, meterme en un
cajón, ya me produce un no sé
qué, porque además es de
madera, sabéis? No os dais
cuenta, cajón – madera – madera
–cajón, menos mal que uno está
sentado dentro que igual lo
ponen para que me acueste y me
da un patatús.
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difícil, lo reconozco, al final tuve que recurrir al truco de las estampitas,
para que aquello fuera más llevadero.
Y así, cada vez que tenía que confesar, me ponía enfrente las fotos con
unas chinchetas y me parecía menos lúgubre el cuchitril, todo es
adaptarse, con un cojín y un reposa pies, el cenicero de pié, no fuera a
tirar la ceniza al suelo, con la botellita de agua del Carmen por si alguien
se desmayaba, pues quedaba bastante habitable.
Y es que, claro, hay gente que no respeta nada, te ven allí dentro, y sin
consideración alguna, vienen a que les confieses.
Lo morbosa que es la gente, ¡cielos! no les basta con pecar, que vienen a
contártelo con pelos y señales, como si te lo quisieran echar en cara,
como diciéndote que eres un mal cura que no consigues que no pequen.
Que estudien mas en sus casas, que se aprendan las misas de memoria
y pecaran menos, ¡leñe¡ que no todo se puede hacer en la iglesia,
Y encima, vienen como vienen, que el otro día una chica muy recetadita
ella con su rebeca cerrada hasta el cuello, con su faldita plisada y
calcetines blancos, que yo la tenia vista desde el pulpito, sentada con la
falda entre las piernas para que no se le viera nada, estúpida, como si
desde el altar que está más alto se pudiera ver nada.
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Pero esas no son las peores, vino una tipa el otro día, tendríais que
haberla visto, vieja, arrugada, con los pezones mirando a Satanás,
zancuda, semituerta, halitósica, tuve suerte porque el día anterior había
cambiado la banqueta por una butaquita con orejeras, que si no me
desnuco al tirar de repente la cabeza hacia atrás. Total que aquel
esperpento de mujer, viene y osa… ¡osa¡ confesarse de que ha sido infiel
a su marido y que se ha acostado con otro…
Total, que tal como iba el asunto, y con la afluencia que había, tuve que
hacer algunos cambios.
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De entrada, ponerle puerta y llave. Nada de cortinita. Iba a poner un
confesionario de uso privado y personal, como dirían ahora, “adaptado”.
También sustituí la celosía del ventanuco por un cristal que permitiera ver
de dentro afuera pero no al revés. Y puse un micro con unos auriculares
para la comunicación.
También fue mala suerte que en aquel momento entrara aquel periodista
a visitarme. Las fotos que me hizo con la barbilla sucia de babas de
chocolate, la pechera de la sotana manchada, y la botella que llevaba
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cogida del gollete, porque aún quedaba un culín y pensaba acabármelo
en la sacristía, fueron un acto miserable, de traición a la santa madre
iglesia. Además me había dejado la puerta del confesionario abierta, y la
gente que son unos desagradecidos, no entendieron que lo hubiera
adaptado a mis necesidades básicas, las fotos del marco digital tampoco
ayudaron mucho a demostrar mi inocencia.
Estoy en la cárcel.
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UN MUNDO MEJOR
Escrito por: Xarbet el 11 Sep. 2008 - URL Permanente
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mes que en vez de cruzarla, abría el gran armario ropero, se sentaba
dentro y cerraba la puerta.
Después del almuerzo, era el peor momento del día, no sabía qué hacer,
paseaba por su casa con inquietud, esperando que sonara de nuevo el
segundo despertador, el de acostarse, el que sonaba cada día a las diez y
diez de la noche.
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Decía el cantante:
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UN HORÓSCOPO HELADO
Escrito por: Xarbet el 04 Sep. 2008 - URL Permanente
Nunca salía sin antes haber consultado a los astros el devenir diario, para
ello tenía sus mapas, sus páginas amigas de internet y sus apuntes. Con
ello, salía cada día a trabajar preparado para los acontecimientos
cotidianos. Algunos días salía contento, otros preocupado, pero siempre
con el bagaje de la sabiduría de los astros.
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La chica se disculpó muy preocupada e insistió en entrar en un bar para
lavarle la americana con agua. Total que tomaron una cerveza juntos,
después de fregotear un poco la mancha con una servilleta, y luego
siguieron con otra y otra, y, como la chica era muy mona, y muy zalamera,
siguieron hablando y riendo y pidieron unas tapas para cenar.
Lo que le dejo helado fue comprobar que la chica no estaba y que con ella
se había ido su cartera, y su ordenador portátil.
Y además, eran ya las siete y media y aquel día no podría dejarlo todo
listo, y lo que era peor, no podría consultar su horóscopo. Se vistió
rápidamente, dejó todo como estaba y salió presuroso hacia su trabajo
porque llegaba tarde. Ya tendría tiempo de avisar a la policía.
Solo salir del portal de su casa, se cruzó con la chica del día anterior.
Ofuscado aún por la resaca, se abalanzó sobre ella, cogiéndola por el
cuello, reclamándole lo robado. Ella, antes de desmayarse, se puso a
gritar desaforadamente, y cuando cayó inánime al suelo, dos policías ya
lo habían cogido de los brazos y lo estaban deteniendo.
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Salió del juzgado cabizbajo, cabreado y con su cuenta bancaria muy
mermada por la fianza que había tenido que depositar. No se dio cuenta
al cruzar la calle que venía aquel camión de los helados a toda velocidad.
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LA NIÑA Y EL PARAÍSO
Escrito por: Xarbet el 28 Ago 2008 - URL Permanente
Este no era el relato que tenía preparado para este jueves, pido disculpas
a los que me habían ayudado a corregir otro, pero un comentario de
Cristina me ha recordado esta noticia de hace unos días. Aún tengo el
corazón encogido pensando en la niña…
Y ella quería ir al paraíso, pero ahora estaba confusa, sin saber que
pensar, apenas hacia una hora que le habían colocado aquel cinturón.
Sabía dónde estaba el cordón que tenía que tirar cuando estuviera
rodeada de mucha gente. Sabía que cuando lo hiciera seria un mártir.
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Había sentido una enorme paz, cuando la habían grabado en vídeo con la
cinta de los mártires en la frente, mientras recitaba aquellas palabras que
le habían hecho aprender de memoria. Se sentía importante, heroína,
mártir de una causa que sabia justa.
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Conocía el odio y el resentimiento, y la impotencia.
Pero no conocía el Paraíso, y temía que no fuera otra estafa como las que
sufrían día a día, y sobre todo, no quería morir, amaba su cuerpo, solo
tenía trece años, ansiaba vivir, ansiaba paz, ansiaba amor.
Niña mía, hermosa, que el paraíso está en reír y besar y amar, y ser
amado, malditos sean los que en tu pueblo y en el otro, se empeñan en
olvidar la paz, los que han convertido vida en infierno y muerte en paraíso.
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EL FRUTO PROHIBIDO DEL ÁRBOL
Escrito por: Xarbet el 28 Sep. 2008 - URL Permanente
Desde allí, divisaban una gran extensión de tierra verde y marrón así
como el cielo que se fundía con el horizonte. El sol, en declive ya, enviaba
sus últimos rayos de sol amenazando con enviar la noche. Ellos eran los
felices propietarios de la montaña que estaba a sus pies.
Todo lo que pensaban que sería necesario para su nueva vida lo habían
ido comprando poco a poco, habían instalado en el patio de su casa las
placas solares, y las fotovoltaicas, habían aprendido a usarlas y a
repararlas, luego lo habían desmontado para dejarlo listo para instalar en
su nueva vivienda.
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Un camión los había dejado junto con sus pertenencias, en un claro del
bosque junto al camino de subida a “su” monte. De eso hacía ya tres días,
ahora estaban arriba. Habían camuflado antes de la última subida el
camino para que nadie pudiera verlo por casualidad
Habían cortado con todo y con todos, no habían dicho nada a sus
amistades, ni a su familia, iban a vivir una existencia idílica lejos del
bullicio del mundo. Ningún teléfono, ningún aparto de radio, ningún
trasmisor, nada había subido con ellos, estaban solos, tierra, cielo, agua,
aire, y ellos, eran los habitantes de un nuevo paraíso.
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Se miraron con complicidad y echaron a reír, porque lo último que uno se
espera encontrar en una cabaña de un monte a la que tardas un día para
acceder, prácticamente a cuatro patas, son dos butacas y un televisor,
pero la vida trae algunas sorpresas. La primera idea fue tirarlos, pero no
querían empezar su nueva vida montando un sitio para desperdicios, ni
ensuciando el aire con humo apestoso, las dos butacas en la cabaña les
molestaban menos que verlas patas pa arriba en un trozo de su bosque,
por lo que acordaron dejarlos allí, como símbolo de una vida que no
querían.
Los víveres que habían traído les bastaban para tres meses,
prácticamente legumbres, agua y leche en polvo, habían descartado
cualquier lata ni envase de cristal. Confiaban en ese tiempo tener ya
frutos del huerto y en los productos naturales del bosque.
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observándolo un rato, divertida como iba de una a otra antena, y sin casi
darse cuenta, puso el aparato en marcha para asustar al pajarito, el cual
en vez de asustarse, se fue a posar sobre su hombro como si quisiera
contemplar con ella la pantalla. El aparato era viejo y en blanco y negro,
solo se veía un canal y no muy claramente, pero a Ana, le encantó oír
después de muchos meses otra voz que no fuera la de su marido, y ver
que el mundo seguía en el exterior.
Y así, al día siguiente, después de comer, por primera vez desde que
habían llegado, se sentaron en el suelo, tal y como acostumbraban a ir,
desnudos y con las botas puestas, apoyando las espaldas en las butacas
y encendieron el televisor. Odón, aunque remiso al principio, no podía
ocultar que también deseaba verlo.
El locutor relataba los hechos con una fogosidad tal que parecía que
estaban viviendo el suceso, incluso el aire olía a humo y el calor iba
incrementándose por momentos. Cuando se quisieron dar cuenta, las
llamas estaban lamiendo su cabaña, y vieron consternados, que el
incendio de que hablaba el reportaje de la televisión era en su montaña.
Apenas tuvieron tiempo de salir huyendo, montaña abajo, con las llamas
en su espalda que les perseguían cual ángeles con espadas de fuego.
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EL ARQUITECTO FELIZ
Escrito por: Xarbet el 21 Ago 2008 - URL Permanente
De entrada, las columnas, ¿Por qué debían ser verticales? El las pondría
inclinadas, quince grados por lo menos, cerraba los ojos y veía la
fachada, un forjado sobre otro, y en medio las columnas, quince o quizá
hasta treinta grados, una hacia la derecha, otra hacia la izquierda, que la
parte superior de una, coincidiera con la base de la otra, en zigzag.
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Todas hacia la izquierda, las columnas se irían desplazando para que las
bases coincidieran, formarían una línea inclinada desde la base hasta
arriba, bien, pero entonces, tenía que inclinarlas más, cuarenta y cinco
grados por lo menos, no, no con quince grados era suficiente, le gustaba.
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LE VOYEUR
Escrito por: Xarbet el 14 Ago 2008 - URL Permanente
Era una chica espectacular, sobre todo por su porte y su mirada, andaba
con una elegancia extrema, balanceando ligeramente los hombros, pero
sin afectación, con unos movimientos ligeramente felinos, y su mirada era
dulce y plácida, con unos ojos negros de los que salían chispitas de
alegría.
Al día siguiente, tuvo que dejar pasar dos autobuses, hasta que la vio de
nuevo llegar, era evidente que vivía por el barrio, por lo que mientras de
nuevo observaba sus pómulos en el autobús, urdió un plan para averiguar
donde vivía.
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Esta si fue una espera tediosa, los prismáticos eran de baja calidad, y se
perdía entre las ventanas de enfrente. Al final tuvo que montar guardia de
noche y vigilar el portal. El viernes no salió, pero si el sábado, y alrededor
de las dos de la madrugada, un taxi paró enfrente de su casa y ella salió y
entró en el edificio. Lo siguiente era ya fácil, no necesitaba los
prismáticos, mirar en toda la fachada, la próxima luz que se encendiera, y
lo consiguió. Uno, dos, tres, tercera planta, ventanas con cortinas
amarillas. Localizada.
Del tercer piso del edificio de enfrente, tres ventanas daban a la calle, una
de ellas, era evidentemente el salón, y a cada lado, estaban el dormitorio
y la cocina.
Salía exactamente a las ocho menos veinte, el, cinco minutos antes ya
estaba en la parada del autobús, esperando.
Cada mañana sin falta subían juntos al mismo autobús. Cada mañana
disfrutaba mirándola, serena y limpia, sin maquillaje ni potingues, se sabía
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ya de memoria todos sus vestidos, la manera en que combinaba
pantalones, blusas, faldas y jerséis. Incluso notaba cuando llevaba la
esclava de oro cuando solo iba cernida con la pulsera de plata. Llevaba
siempre los pendientes a juego con el vestido, y se conocía milímetro a
milímetro su nuca, sus pómulos prominentes, sus brazos, sus pantorrillas
y zapatos. Lo único que no conocía ¡Ay! eran sus ojos. Nunca habían
cruzado una mirada directa, cuando ella giraba la cara y se suponía que
entraba en su ángulo de visión, el bajaba la vista, mirándose fijamente los
zapatos, y no los levantaba hasta que por sus movimientos, suponía que
ya no miraba.
¿Iba a tener que presenciar una cena íntima? ¿Soportaría con estoicismo
de mirón el verla entrar acompañada en su habitación?
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Estaba sudando, tenía la boca seca, se sentía indefenso, inútil, en el
suelo tres o cuatro latas de cerveza vacías, indicaban el tiempo que
llevaba observando, el cenicero lleno de colillas, el aire espeso por el
humo, los ojos rojos e irritados de tanto mirar.
La melancolía era aquel día mucho más evidente, la veía tan bella, tan
lejana, tan inaccesible, que sentía ganas de llorar, de abrir la ventana y
ponerse a gritar como un poseso.
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HISTORIA DE UN COITO ANUNCIADO
Escrito por: Xarbet el 07 Ago 2008 - URL Permanente
Tema libre, pero con truco. En algún momento del relato tiene que
haber una descripción del acto. Sexual, claro.
Cuando Jota pasó por aquel portal, tuvo que detenerse. Un olor intenso le
llegó hasta el centro mismo del cerebro. Todos sus poros se abrieron un
poco, curiosos, intentando ver qué pasaba, los pelos de su cuerpo fueron
apuntando uno a uno a la puerta cerrada. Sus ojos se cerraron por un
instante para dar más ancho de banda al olfato que estaba intentando
procesar tanta información junta.
Dio unos pasos hacia delante, pero como el olor se iba desvaneciendo,
giró y pasó de nuevo en dirección contraria por delante de la puerta, al
final, sin decidirse a irse, se recostó en la pared, junto al quicio de la
puerta y se puso a esperar.
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Tanta era la excitación que sentían que sus sexos no acertaban a
encontrarse, hasta que al final, con la mejilla de ella apoyada en la yerba,
los codos doblados, el culo en pompa, el pudo por fin subirse a su grupa y
entrar ansioso en una vagina lubricada y dúctil en un acople perfecto,
penetración sublime que no tuvo tiempo de extenderse por la eyaculación
inminente que se derramó en ella.
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LA COMUNIDAD.
Escrito por: Xarbet el 31 Jul 2008 - URL Permanente
Tema libre con una única restricción, tiene que aparecer la palabra
JÚPITER. ¡Suerte!
La nueva inquilina era una mujer alta, enjuta de carnes y morena de piel,
tenía el pelo lacio y canoso, lo llevaba suelto, largo hasta el hombro,
apenas peinado. Vestía siempre una falda larga hasta los pies,
ligeramente fruncida, de un color azul descolorido, y una camisa blanca
con demasiados botones desabrochados, pero que mostraban un pecho
más varonil que femenino. Pero lo que daba un aspecto más extraño,
eran los zapatos, es decir, unas botas tobilleras, dos números más
grandes que el que le correspondía, sin cordones y con la lengüeta
afuera. Las llevaba a pelo, sin calcetines y daban a su andar un cierto aire
zancudo y militar.
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Y cuando en una comunidad de vecinos surge un tema, este se hace
recurrente, dominante y enfermizo. Las voces y gritos, discusiones a
veces, que salían de la casa de Nerea, provocaron mil elucubraciones ,
mil opiniones cada vez más estrafalarias y mil historias diferentes en las
que la profesión de bruja de la inquilina se daba por descontada.
Y hasta tal punto llegaron las versiones de lo que pasaba en aquella casa,
y fue tal la imaginación de sus mentes, que la frase: ¡Tenemos que hacer
algo¡¡ fue asumida como algo inevitable. ¡¡¡Tenían que esclarecer el
asunto ¡¡¡
La solución no era fácil, porque pasaba por saber con quién discutía la
mujer. Y con la estructura de la casa, no había ninguna ventana o balcón
del que se pudiera atisbar en el interior.
El que llevaba el asunto más a pecho era el portero, que había sido
guardia civil, y que decía que tenía la mosca detrás de la oreja. Su olfato
le decía que allí había gato encerrado. El fue el que con la inestimable
ayuda de la cotilla de su mujer el que fue tejiendo el entramado vecino-
paranoico que llegó a la conclusión que tenían que actuar.
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Unos ocuparon el rellano superior e inferior, agazapados para que no les
vieran. Clotilde, la mujer del portero, enfadada porque los municipales
solo habían accedido a que les acompañara su marido, bloqueó el
ascensor en la planta y se escondió dentro. Los demás, se metieron en el
piso colindante para atisbar a través de la mirilla de la puerta y pegar el
oído al muro de separación.
JUPITER
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mesa redonda, Júpiter, Neptuno, Marte y Atlas, seguían jugando al póker,
impasibles, con el cigarrillo en la boca y el vaso de whisky en la mesa,
soportando estoicamente la bronca de su patrona porque Neptuno se
había dejado como siempre, el tridente junto a la puerta de la entrada.
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NOS VEMOS EN EL PARO
Hacía muchos años que compartían jornada laboral, empezó con apenas
diez y ocho años, asustada y tímida. Ahora, quince años después, no
podía imaginar que le abandonara.
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muebles, ligeros y cálidos daban a la estancia un aspecto más parecido al
salón de una casa que a un despacho. El día anterior Sonia le había
comunicado allí mismo, de pié en el centro del habitáculo, que dejaba la
empresa, y el no había sido capaz de convencerla para que se quedara.
Decía que aquel había sido hasta el momento su primer y único trabajo, y
que necesitaba conocer otros, otras gentes, otra forma de vivir. Pensaba
cogerse primero unas vacaciones largas, de hecho no las había disfrutado
nunca, siempre había aceptado una compensación económica para
seguir de puntal en la oficina en Agosto, y después ya decidiría, tenía
unos ahorros que le permitirían buscar tranquilamente otra ocupación.
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su sempiterna sonrisa, con su buen hacer, con su criterio certero, con su
presencia cercana que le daban seguridad y sosiego.
Ya que voy a ver al presidente –dijo-, mejor le presento las dos renuncias
juntas.
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