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El desarrollo sostenible, según el reporte Nuestro Futuro Común, es “desarrollo que satisface las
necesidades del presente sin comprometer las oportunidades de futuras generaciones de
satisfacer sus propias necesidades.” En otras palabras, nuestro modelo de desarrollo no puede
dejar menos de lo que tenemos para una población que será más grande en el futuro. Muchas
veces, el desarrollo sostenible se explica visualmente con un diagrama que demuestra la fusión
de la calidad social de la vida, el crecimiento económico, y la responsabilidad ambiental. A veces
es muy difícil para las personas comprender esto porque es fácil creer que el crecimiento
económico debe tener más peso. Pero en la realidad, la sostenibilidad debe de ser como una
balanza, en la cual los tres aspectos son igualmente importantes.
En nuestra sociedad, las únicas cosas que tienen valor económico, y por lo tanto nuestra atención
prioritaria, son los bienes y servicios. A estos, le ponemos figuras monetarias. Una casa puede
tener un valor de RD $1,000,000, y por lo tanto le damos mucha importancia. Otras cosas, tales
como el servicio voluntario, la purificación del agua por nuestros ecosistemas, la polinización de
nuestros productos agrícolas por insectos, el valor de los espacios verdes urbanos, y hasta el
aprecio de nuestros amigos, amigas, y familiares, tienen un valor que sabemos que existe pero no
es necesariamente monetario. Pero si piensas, ¿cuánto pagarías por tener un parque verde donde
te puedas recrear en el centro de, por ejemplo, la ciudad de Santo Domingo? ¿Cuánto pagarías
para asegurar de que los ecosistemas puedan proveerte del agua, de los alimentos, e otros
recursos básicos? ¿Cuánto pagarías para que tu hijo o hija pueda tener un empleo progresista con
buenas condiciones laborales que le ayude a desarrollarse socioeconómicamente por sí mismo o
si misma? No es difícil entender que todas estas cosas que no tienen una figura monetaria en
nuestra sociedad son valiosas. Valorar todas estas cosas en nuestro modelo de crecimiento social
y económico es el reto del desarrollo sostenible. El desarrollo sostenible debe de incorporar estos
valores para que la balanza ambiental, económica, y social sea apropiada.
Esto es lo que nuestro país aun no entiende, desde la población a lo largo hasta las instituciones
gubernamentales. Hemos oído a nuestros líderes, incluyendo al Presidente de la República,
exclamando que estamos en camino hacia el desarrollo sostenible, pero ni nuestro gobierno
puede explicarnos lo que eso significa. El desarrollo sostenible no es una ola “verde” que quiere
proteger los bosques, las especies, y los recursos naturales a la costilla de los pobres. No es sobre
ambientalismo ni está en contra del emprendedismo, las corporaciones, o el desarrollo
infraestructural. El desarrollo sostenible se trata de desarrollarnos de forma que embarque todo lo
que valoramos en nuestra sociedad. Se trata de un trió donde la optimización es lo importante. El
desarrollo no optimizado pone más valor en uno de los tres componentes que en los otros, pero
termina con consecuencias graves para nuestra sociedad, como ya lo estamos viendo en nuestro
país y alrededor del mundo. Hoy pensamos en que debimos de desarrollar una industria de
biocombustibles y energías renovables que no interfiera con nuestra producción agrícola hacen
décadas, que debimos implementar y desarrollar la eficiencia energética hace mucho, y que
debimos ordenar nuestro territorio para no enfrentar los problemas de desarrollo urbano y los
conflictos de tierras que enfrentamos hoy.
Una cosa es decir que nos desarrollamos de forma insostenible y otra es demostrar. Un ejemplo
común es el desarrollo del sector turístico en nuestro país. La realidad es que el país se ha
beneficiado y tiene mucho de que beneficiarse del turismo. Hemos creado divisas, una fuente de
ingresos gubernamentales, y cientos de miles de empleos. También nos hemos distinguido como
el destino turístico del Caribe. Pero recientemente, un reporto confirmo que el turismo en la
República Dominicana no está dejando los beneficios que se creía que se verían en la población.
En la mayoría de los casos, tal como el nuevo proyecto del Grupo Metro en Santo Domingo (con
una inversión de US $1 billón para condominios lujosos), se desarrollan los proyectos sin
inclusión de las comunidades o la opinión publica. Se construyen residenciales que solo tienen
espacio y servicios para personas de clase alta, dejando a las personas de clases baja y media sin
oportunidades más que los empleos con saldos no progresistas. Se deja afuera la necesidad de
inversión en educación, investigación, innovación, emprendedismo, y desarrollo social.
En el sector energético también vemos otro ejemplo donde echamos a perder los beneficios del
desarrollo sostenible. La electricidad en nuestro país es manejada por la Corporación
Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales. Por mucho tiempo, los únicos intereses de esta
institución gubernamental (y todavía lo son) eran la hidro y los hidrocarburos importados. Nunca
han entendido que es más barato invertir en eficiencia energética que en más producción
eléctrica y que perdemos cuando dejamos de invertir en recursos renovables, domésticos, y
económicamente seguros. Por lo tanto, el interés es en incrementar la capacidad eléctrica sin
importarles las pérdidas económicas que tenemos cuando no ahorramos o cuando el precio de los
hidrocarburos incrementa de manera rápida. Esta institución hoy está en la mira al carbón
mineral como sustituto al petróleo, creyendo que el precio del carbón mineral, por su abundancia
global, nunca incrementara como en el caso del petróleo.
Por un lado, la CDEEE se esta afiliando con el sector insostenible de los hidrocarburos (que ya
están llevando la concentración de dióxido carbono en el planeta a niveles peligrosos), y la CNE
se esta afiliando a empresas que quieren que la matriz energética del país sea satisfecha con los
abundantes recursos renovables que tenemos. El desarrollo sostenible debe incluir coordinación
y apoyo aclarado institucional, y viendo como estas dos instituciones trabajan por separado,
¿cómo es que podemos planificar correctamente? Una cosa es separarse para conseguir recursos
gubernamentales y otra es separarse porque una institución ve el camino y la otra tiene un interés
del pasado. En los Estados Unidos, esta división es lo que lleva al desperdicio de los recursos de
agua, el mal manejo de la industria agrícola, y el desarrollo insostenible de suburbios. Este
modelo nos llevara al mismo lugar en la República Dominicana, y por lo tanto es insostenible.
Mucho del crecimiento económico del país está concentrado en las inversiones y el crecimiento
corporativo. El gobierno cree que si incrementamos las inversiones entonces incrementamos el
crecimiento sostenible y por lo tanto la calidad de vida. Pero nuestro país abre las puertas a
inversiones sin miras a la sostenibilidad. Muchas inversiones son en infraestructura, lujos para
turistas, y bienes y servicios que la clase media y alta pueden pagar. Los inversionistas no
entienden el valor de la inversión social e ambiental. No ven que si existe una figura monetaria
en el incremento de la educación, la salud de nuestros ecosistemas, la eficiencia de nuestras áreas
urbanas, y la disminución de la pobreza, la delincuencia, y la corrupción. En realidad, no
podemos esperar que el sector privado vea el valor de estas (porque lo verán cuando choquemos
con la pared y sea muy tarde), pero si podemos incentivar al sector privado en esa dirección
mediante políticas fiscales que incentiven la valoración de estos aspectos de la sociedad.