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El Barça funde al

ATHLETIC 1-BARÇA 4

Athletic y le levanta la Copa


Tras el descanso, Messi cayó al centro y desquició a la defensa de
los leones, que aguantaron 55 minutos
Toquero retrató las carencias a balón parado de los de Guardiola,
que acabaron superando la tremenda presión del rival para
golearlo
Xurxo Fernández
14/5/2009

La épica, la tensión, la emoción de la Copa duró 55 minutos. Hasta que Messi


adelantó a los suyos y abrió las puertas a una goleada y al primer título de una
era, la de Guardiola, que quedó retratada en la hora y media de una final. Con un
recital en el que cada tanto llevó una firma distinta como muestrario de virtudes
de un equipo que superó el revés del arranque y no rehuyó el cuerpo a cuerpo al
que le sometió el Athletic, que acabó fundido.
Marcó Toquero en el minuto 9 y el gol olía a ese de Endika en 1984. Si el
melenudo que tumbó al Barça de Maradona había sido pescado de urgencia en el
Ceuta para cubrir las carencias ofensivas de los leones, el pelao que ponía en un
brete a los de Messi llegó reclutado a toda prisa del Sestao para hacer compañía a
Llorente.
El tanto evidenciaba el terrible sufrimiento culé a balón parado. Su autor llegó
solo al segundo palo para ganar la espalda a Keita y rematar un saque de esquina
que Yeste botó a la perfección. Los de Caparrós creían en el milagro.
Pero aquel era un Athletic campeón de Liga frente a un Barcelona discreto y la
historia se escribe hoy a la inversa. Los bilbaínos aguantaron mientras duró su
espléndido despliegue físico. Se atrincheraron en su campo y corrieron detrás de
cada balón, con Orbaiz tapándole a Xavi el horizonte y Koikili atosigando a La
Pulga. Los pocos resquicios los desaprovecharon Bojan y Eto'o en dos ocasiones
claras en las que ni siquiera alcanzaron a tirar a puerta.
La falta de vías hacia Iraizoz requería de apariciones insospechadas. Piqué lo
intentó un par de veces, pero fue su improvisado compañero en la zaga quien
remató la faena a la media hora de partido. Touré arrancó desde su campo y
concluyó sus quiebros en un fenomenal disparo raso que pasó entre las piernas de
Amorebieta y se coló junto al palo. El marfileño festejó las tablas a cortes de
mangas con la grada.
Amarilla a Koikili
El siguiente golpe culé llegó un par de minutos después y no fue en forma de gol,
sino de tarjeta amarilla; la que el árbitro le mostró a Koikili. El lateral izquierdo
de los vascos tuvo que atemperarse y Messi se liberó de su pegajoso marcaje.
Guardiola acabó de dar aire a La Pulga desplazándolo hacia el centro de la zona
de ataque. Caparrós no estudió el libreto de Hiddink y olvidó ordenar a su
defensa que siguiera al extremo rival, como habían hecho Cole y Bosingwa en el
Chelsea. Así, el argentino llegó solo al balón muerto después de que Iraizoz
lograra desviar el centro raso de Eto'o. El gol cerró el partido. En el Athletic se
evaporaron las fuerzas para mantener la presión y el Barça pudo tocar tranquilo y
aprovechar las contras.
Tres minutos tardó Bojan en culminar la primera con un precioso disparo a la base
del palo que inutilizó la plástica estirada de Iraizoz. El canterano obvió a Eto'o
que le pedía con insistencia el balón, completamente desmarcado. El tanto
confirmó la fenomenal relación con la Copa del de Linyola, que ofreció una
versión muy distinta a la del apocado ariete que acompaña al técnico en el
banquillo en los encuentros de Liga.
La frustración de los leones amagó con propagarse a la grada y aparecieron los
primeros incidentes en un partido de limpieza total. Un objeto impactó en Alves
cuando se disponía a sacar de banda y el brasileño demostró que ni con todo el
viento del mundo a favor olvida sus dotes artísticas.
La cosa no fue a más y tras el soberbio gol de Xavi, que mostró dónde queda la
escuadra en un lanzamiento de falta, los bilbaínos se resignaron y se unieron a los
festejos culés. El técnico del Barça agotó los cambios para que el público
aplaudiera a los suyos, pero, caprichoso como un entrenador, mantuvo a Messi en
el campo pese a las peticiones de la grada.
Hasta el hermanamiento de aficiones redondeó el título 25 del Rey de Copas,
purgando la violenta tangana que cerró la final del 84. Era otra era. Ayer empezó
la de Guardiola.

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