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Pero no fueron sólo los transportes los que transformaron la concepción de las
distancias y del tiempo, las comunicaciones también. A mediados del siglo XIX
los mensajes cruzaban el continente en cuestión de minutos.
El dominio del hombre sobre el espacio resultó no sólo del desarrollo en las
comunicaciones sino del incremento demográfico. Durante el siglo XIX se
duplicó la población total del g1obo lo cual contribuyó también a domeñar a la
naturaleza.
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Europa tenía 180 millones de habitantes en 1800: cien años más tarde incluida
Rusia alcanzó la cifra de 423 millones de personas. Del total mundial, la
población de Europa representaba 20% en 1800 y 27.5% en 1900. Sin
embargo, este aumento no significó ni una ocupación del espacio pareja ni una
relación inmediata de las altas concentraciones humanas con la
industrialización y el urbanismo.
Hasta mediados del siglo XIX, las altas densidades continuaron relacionadas
con las zonas rurales donde, desde el siglo XVIII se había establecido un
amplio artesanado y una numerosa industria domiciliaria. Sólo desde 1860 o
1870, cuando la industrialización irrumpe con fuerza en Europa Continental, se
puede asociar la alta densidad con la industrialización y el urbanismo.
En Europa, durante el siglo XIX, las zonas con más de cien habitantes por
kilómetro cuadrado fueron Irlanda y la Inglaterra "verde" (o del sudeste),
Bélgica, Holanda y. hacia el este, las Provincias de Renania y Westfalia y los
valles del Rin y del Main en Alemania.
Francia superó los sesenta habitantes por kilómetro cuadrado. Dos franjas en
Europa Meridional se caracterizaron por su alta densidad: una hacia el oeste,
desde el sur de Francia hasta Cataluña y Andalucía; otra, hacia el este,
siguiendo la costa del Mediterráneo desde la costa francesa hasta el sur de
Italia.
La época del nacionalismo se abrió paso hacia mediados del siglo XIX por
efecto tanto de las ideas liberales esparcidas por la Revolución Francesa y el
Imperio napoleónico como del desarrollo de las burguesías locales que
necesitaban sistemas políticos basados en la racionalidad del dominio más que
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en la voluntad emotiva de los reyes para realizar sus actividades. Las naciones,
a claramente conformadas como Estados independientes bajo sistemas
republicanos, desde la monarquía parlamentaria hasta el presidencialismo,
dieron su forma básica al mapa actual de Europa.
Otro efecto político sobre el espacio fue el control que logró Europa sobre casi
todo el globo. La expansión imperialista comenzada por Gran Bretaña y
continuada desde mediados de siglo por Francia. Bélgica. Alemania. Italia.
Rusia y Holanda, se acompañó de la gran emigración de población europea
hacia los otros continentes. En ciertas zonas de Africa y Asia la dominación
europea fue total; en otras y en el territorio americano, el dominio fue
económico. La presencia de la población blanca europea fue, sin duda, un claro
mecanismo transmisor de sus forma de vivir, pensar, producir y organizarse
políticamente.