You are on page 1of 2

El Miedo: Arma Potente del Enemigo

¿No es interesante como el miedo nos gobierna tanto? ¿Por qué cuando Dios me
pide que haga algo, a veces lo pienso bien antes de hacerlo? ¿Por qué cuando veo a una
persona enferma, dudo tanto para ir a orar para esta persona? La respuesta es muy
sencilla: ¡el miedo!
Cuando Dios me pide que haga algo, muchas veces es algo que no es de nuestra
rutina diaria, sino que es quizás algo desconocido. Cuando veo una persona enferma,
me pongo a pensar, “que tal si oro por esta persona para que sane y no pasa nada.
Quedaré en ridículo.” Pero lo que no nos damos cuenta es que no somos nosotros
quienes hacemos las obras, sino Dios por medio de nosotros.
En la psicología se maneja un concepto que se llama el “ego,” o el “yo.” Esta es
la parte de la mente del ser humano que forma los paradigmas y las “reglas” de la vida.
Pero cuando uno va a hacer algo desconocido, algo que nunca hemos hecho, este ego
nos hace sentir inseguros, ya que no sabemos cuál será el resultado. Este ego se
acostumbra a la vida diaria, o a la rutina. Pero como éste casi no cambia, se puede decir
que no hay riesgos, ya que conocemos más o menos el resultado de lo que hacemos.
Pero cuando salimos de la rutina, y hacemos algo nuevo, no sabemos cuál será el
resultado, y esto es cuando el ego se paraliza, y esta paralización es el miedo.
Lo interesante del miedo es que no existe en la realidad. Todo está en la mente,
en el futuro más que nada. Les voy a dar un ejemplo. Ahora que está esta gripe porcina,
muchos dicen: “¡Qué miedo que me de esta gripe!” y por esto algunos no salen de sus
casas por el miedo de contraer la gripe. ¿Pero que pasa si llega a contraerla? Pues ya el
miedo se va. ¡No hay razón de tener miedo porque ya el problema llegó! Entonces
pueden temer que por la gripe se muera, pero si esta persona muere, ya no le tiene que
temer a la muerte. Ya llegó, y si es cristiano, tiene la fe de que cuando abra los ojos,
estará con nuestro Padre Celestial. Lo mismo sucede muchas veces en nuestra vida
cristiana.
A mí me ha pasado que en algún momento de mi vida yo siento que Dios quiere
que yo haga algo, pero este algo que me pide es algo de lo cual acostumbro hacer. Por
esto, no sé qué pasará si lo hago, entonces siento miedo de hacerlo, y a veces ni siquiera
lo hago. Yo creo que esto pasa en la vida de muchos cristianos. Uno no se quiere
arriesgar a hacer lo desconocido porque le teme a lo que le pueda suceder. Pero si tan
solo aprendiéramos a confiar en Dios, esto no pasaría. En estos casos, lo peor que nos
puede suceder es que no salgan las cosas exactamente como queríamos. Pero si esto
pasa, ¿y qué? No es el fin del mundo. Además, si Dios se lo está pidiendo, es por una
razón. Él sabe porque nos pide que hagamos ciertas cosas.
Cuando vemos que una persona está enferma, como dije anteriormente, a veces
nos ponemos a pensar: “¿Qué pasará si voy a orar por esta persona y no se sana?” En
este caso, lo peor que puede suceder es que esta persona no se sane. Y si esto pasa, ¿cuál
es el problema? Véanlo de esta forma: si yo no oro por esta persona, quizás me quedaré
pensando toda mi vida: “¿Qué hubiera pasado si yo hubiera orado?” Pero nunca lo
podremos saber si no lo intentamos. ¿Pero por qué no lo hacemos? ¡Por miedo!
Como cristianos nosotros debemos aprender a ser más arriesgados. Solo
recuerda que no lo hacemos por nuestra propia gloria, sino para la del Señor. Si
logramos aprender a arriesgarnos más en nuestra vida espiritual, comenzaremos a notar
un cambio muy significante en la forma en que Dios nos usa. En este momento que
escribo esto, me pongo a pensar: “¿A cuántas personas pude haber ayudado si tan solo
me hubiera animado a hablarle de Dios? ¿A cuántas personas pude haber sanado
(obviamente por el poder de Dios, y no el mío) si tan solo me hubiera animado a orar
por estas personas?” Pero a veces no lo hacemos por miedo a lo que podría suceder. Si
le hablo a una persona de Dios, me puede señalar y se puede burlar de mí. Si oro por
una persona, se puede no sanar. Pero hay que recordar que también existe otra
posibilidad; puede suceder que esta persona acepte a Jesucristo como salvador si yo le
predico las buenas nuevas. Puede ser que si oro por esta persona enferma, se sane.
Teniendo todas estas cosas en mente, pensemos en qué forma podemos cambiar
nuestro modo de ser para poder arriesgarnos más para la gloria de Dios. Recuerda que
dice la palabra que “todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Con Él, nada es
imposible. Puede ser que algunas veces no suceda exactamente lo que queremos, pero si
es así, es porque realmente no nos conviene, pero Dios tiene el poder de hacer que
cualquier cosa sea hecha. Sabiendo esto, ¿por qué debemos temer?

Escrito por,
Paul D. Gutiérrez Covey

You might also like