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ee ~~ Mensaje de los Evangelios-hoy Manual de lectura Ediciones _y predicacién Paulinas EL MENSAJE DE LOS EVANGELIOS-HOY La predicacién biblica en la ciencia y cura de almas se encuentra en estado de transformaci6n. Los modernos y profundos conocimientos de la ciencia biblica—a ve- ces por cierto sélo fragmentaria e incohe- rentemente divulgados—han ocasionado muchas situaciones de inseguridad, duda y confusién. En esta situacion aparece la clara y orientadora obra del doctor Alfredo Lap- ple: EL MENSAJE DE LOS EVANGELIOS, HOY. Escrita con una profunda responsabili- dad ante la misién de predicar, ofrece a sacerdotes, predicadores, catequistas, maestros, estudiosos y lectores biblicos una guia de confianza, clara y doctrinal, un comentario cientificamente fundado, didfana y claramente elaborado, redactado con valor y sinceridad, reverente ante la Palabra de Dios. SOBRE EL CONTENIDO DEL LIBRO Debemos librarnos de la opinién (que puede surair a traves de los textos evan- gélicos actuales) de que la predicacién de los Apéstoles comenzé con el naci- miento y origen de Jess y—tras el relato de sus palabras y obras—termino con la divulgacién de la Crucifixién, Resurrec- cién y Ascensién. Los Apéstoles, en primer lugar, debie- ron responder a una cuestién que era la mas urgente: el Escandalo de la Cruz. Esta situacién concreta, por consiguien- te, hizo de la historia de la Pasion el pun- to de partida y tema capital del mensaje apostélico. Partiendo del tema fundamental “Cru- cifixisn y Resurreccién del Sefior”, llega- ALFRED LAPPLE EL MENSAJE DE LOS EVANGELIOS-HOY Manual de lectura y Predicacién EDICIONES PAULINAS Titalo original de la obra: Die botichaft der Evangelien-heute Don Bosco Verlag, Miinchen Traduccién del aleman por RAMON FERRER. ALBERO Nihil obstat Ds. Enrique Pascual Madsid, 17 de abrit de 1967 Imprimase Angel, Obispo Aux. y Vie. © Ediciones Paulinas - Madrid Depésito legal: M. 1.648 - 1968 RESERVADOS LOS DERECHOS PARA TODOS 1,08 PAISES DE HABLA ESPANOLA I PRENOTANDOS BIBLICO - TEOQLOGICOS 1. NECESIDAD ABSOLUTA Y DIFICULTAD DE LA EXPLICACION DE LA ESCRITURA El explicar la Sagrada Escritura es —hoy mds que en otros tiempos— una empresa verdaderamente atrevida, una auténtica aventura, que sdlo puede contribuir al conocimiento del mensaje de salvacién sobre la base del més intenso trabajo personal, de una vida de humildad y piedad profundes y de una abundante gracia divina. Quienes se consagran al estudio, a la exposicién de Ja Escritura Santa, aun contando —~y precisamente por eso— con una gtan abundancia de datos cientificos, han de reconocer ape- nados [a insuficiencia de sus deducciones y comentarios frente a la sublimidad y a la riqueza inagotable de la Palabra de Dios. Como Dios sdlo puede ser conocido perfectamente por el mismo Dios, asi la Palabra de Dios sélo puede ser explicada exactamente, con todas sus resonancias de eternidad y de un modo insuperable, por su divino Autor. La Biblia es un abismo demasiado hondo para que la inteli- gencia y Ja sabiduria humanas puedan sondearlo en toda su pro- fundidad. La Palabra y la Verdad divinas son una montafia, a cuya cumbre jamds puede llegar Ja inteligencia del hombre. Amte esta realidad, ghay que ccuzarse de brazos en actitud de desatiento y esperar a que cese la limitacién de nuestra inteligencia, a que Hlegue el momento de Ja plenimd, para ver cara a cata y sin velos la verdad de Dios? (1 Cor 13,9-12). Si no se hubiera pro- metido a los hombres el Espiritu de la Verdad que, por encargo de Cristo, habia de guiarnos a }a verdad completa (Jn 16,13), lo mejor seria contemplar silenciosa y respetuosamente la Palabra de Dios y no escribir ni dar explicaciones sobre la misma. Quien ha de dat testimonio ante el mundo de las excelencias de Cristo y de su Reino (Jn 15,27; He 1,8), tiene deredho a esperar la 7 asistencia “del Espfritu de la Verdad, que mora con vosotros y estaré en vosottos” (Jn 14,17). La comunidad de los fieles de la Ley de gracia, que vive en una continua Pentecostés, tiene derecho a contar con el Espiritu de la Verdad, precisamente por las muchas dificultades y por las grandes novedades, que a veces se presentan como un obsticulo pata la exposicién exegética, Dificultades de la hora presente Existe hoy en amplics sectores, dedicados al estudio de 1a Bi- blia, cierta inquietud, cierta ansiedad, verdaderamente digna de nuestra atencién. En la conciencia del pueblo cristiano empieza a abrirse camino la idea de que no todo el contenido de la Escri- tora Santa esté de acuerdo con la ensefianza religiosa recibida en los afios de la infanoia. En las pAginas de los Jibros, en las con- ferencias de tema religioso y en las emisiones de a radio y de la televisién se han expuesto ideas vanguardistas de la exégesis y de Ja teologia actuales, que han suscitado en muchas almas cris- tanas sentimientos de asombro, de turbacién e incluso de escep- tictsmo ¥ hostilidad. Se ha de admitir con toda sinceridad Ja existencia de una se- creta 7 latente détorepancia entre el pueblo cristiano 4 la moderna ciencia teolégica en sw modo de entender la Biblia, disceepancia. que se hace ya visible en el terreno de la vida religiosa privada y en los congresos y coloquios biblico-teolégicos. Todavia no es previsible si en el futuro tha de acentuarse esa oposicién entre la critica biblica y la vida religios2 del comtin de las gentes. Durante mucho tiempo se ha dado al pueblo fie] una ensefianza y na predicacién basadas en un historicismo béblico, $i ahora se afitma categéticamente que es imposible conocer por los Evan- gelios las mismisimas palabras de Cristo, es todo un mundo ¢] que se viene abajo pata no ‘pocos. {No se han figerado muchos que es de fe admitir como verdaderos los relatos biblicos? Camo ha de entender el profano que Jos Bvangelistas nos transmiten, si, hechos histéricos, pero no como estrictos historiadores, sino como expositores e intérpretes de Ia obra de salvaci6n de Cristo? eCémo tha de comprender el simple lector de 1a Biblia, v. gr, la gran diferencia que hay entre el episodio de la tentacién de Cris- 8 to nattado por Marcos (Mc 1,12-13) y el que nos tefiere Mateo? (Mt 4,1-11), ¢Ocurrié ¢l hecho tal como aparece en este segundo pasaje, o ha de ser considerado éste como una adaptacién, no his- térica, por consiguiente? En Ja transfiguracién de Jesits, zaparecen realmente Moisés y Elfas (Mt 17,1-9; Mc 9,2-10, Le 9,28-36), o se trata de una simple expresién litetaria en Ja que el hagidgrafo personifica las profectas mesidnicas del Antigno Testamento, que hallan su plena realizacién en Jestis de Nazaret? En el huerto de Getsemani, gse aparecié a Jess un Angel real y verdadero, del que sdlo nos habla Lucas (22,43), o ese Angel es una mera figura simbédlica de! consuelo que recibié de Jo alto? Las dificultades que surgen de los cuatro relates evangélicos sobre la resurreccién son tales que, aun con la mejor voluntad, no pueden ser reducidas a un comtin denominador. Cada vez es mis sabido que en Ia teologia popular de Ja “post-resurreccién” es corriente poner en labios de Jesiis palabras y frases que jams fueron pronunciadas por el Cristo histérico, anterior a tal acon- tecimiento. Para poner un ultimo ejemplo, en el sepulcro de Jests, ghubo una verdadera guardia de soldades romanos (Mt 27, 62-66), 0 fue este episodio fruto de Ja imaginacién de los cris- tianos de Ja “post-resurreccion”, que asf hacfan su autodefensa? Son muchos Jos interrogantes, las incertidumbres, los problemas que se plantean al explicar la Sagrada Escritura. Por eso, y te niendo en cuenta, ademds, que hasta entre los expertos se hacen comentarios tan distintos y a veces contradictorios, ¢qué simple profano puede aventurarse a Ieer Ja Sagrada Escritura? Ante esta variedad de interpretaci6n sobre la #teligencia de la Bibliz, cl puchlo jente 4a Biblia, cl puchlo cristiano siente clamando una aclaracién. Las dificultades surgidas ea torno a la Biblia no son mds que una parte del eterno problema entre lo antiguo y Jo moderno. Es una realidad indiscutible que hace unos decenios (quizé todavia hoy en algunas partes) la ensefianza neo- testamentaria, dada en todas las escuelas, desde la de parvulos hasta la Universidad, se limitaba a la historia esquemética de Ja vida de Jestis. Asi se Hegé negesariamente 2 la idea, que tan graves problemas crea hoy a la fe, de que los Evangelios no son més que unas actas histéricas de Ja vida de Jestis. Problemas mo- dernos, ya conocidos antes Siquiera conjeturalmente, se han elu- dido con unas biografias sintéticas de Jestis (mosaico de citas tomadas de los cuatro Evangelios), las cuales de un lado Jo con- 9 Sicdades que estén re- tienen “todo” (jes caracteristico en este punto de Ja “integridad” que en todas ellas se habla de los “dos” milagros de la multipli- cacién del pan!) y, por otta parte, se omite lo que hay en los Ewangelios de discrepante y contradictorio. La fe, que siempre ha inspirado la Sagrada Escritura, empieza actualmente a dismi- nuit en algunas partes, porque se ha dicho y se ha escrito que Jos relatos biblicos no ocurrieron como hasta ahora se nos ha ensefiado y predicado, Incluso entre aquellos que, por vocacién, han de predicar el mensaje biblico surgen frecuentemente ansiedades y problemas de conciencia; por ejemplo, son muchos los parrocos ya cargados de méritos en el ejercicio del ministerio que, en actitud de resigna- ciém y desconfianza, mueven Ia cabeza al ofr ciertas explicacio- nes biblicas de sn cnadjutor, a quien en su interior consideran como un falso profeta, En una situacién en extremo setia y més comprometida se hallan los muchos catequistas y pedagogos se- glares, a quienes evidentemente se les exige demasiado en su labor de la ensefianza bfblica, ya que carecen de los conocimientos filolégicos previos (saber el griego y el latin) y de una esmerada formacién exegética. Por eso, no hemos de censutar que muchos de ellos, al no asimilar las teorfas ¢ thipdétesis de los ultimos tiempos, se limiten a la ensefianza biblica que ellos recibieron hace unas décadas, Quien, ante esta situacién, se decide a-consultar obras que tratan de explicar el contenido del Nuevo Testamento, se con- venceh en seguida de que tampoco en ellas hay unanimidad en la interpretacién de Ja Escritura. Lo que en una se acepta como real e histérico, en otra es temado como una mera presentacién sim- bélica, como wna interpretacién de da mistica del pueblo, o como un género literario propio de las literaturas orientales antiguas. ¢Cual es Ia interpretacién que se ha de aceptar con toda tran- quilidad de conciencia? {No habra otta que sea enteramente con- tratia? El criterio defendido en una edicién, gno sera desechado en otta edicién del mismo libro? La investigacién exegético-biblico-teolégica, que tantos tiem- pos se mantuvo estatica, conservadora y tradicional, ha cambiado de actitud y se muestra extraordinariamente dindmica y reforma- dora. Merced a esto, no sdlo hay diferencias de matiz entre la exposicién biblica de antes y la de hoy, sino que a veces parece imposible establecer un puente de unién entre la una y Ia otra, 10 Origen de las dificulsades Estudiemos aqui solamente algunas causas que son el origen de las actuales dificultades: La ciencia histérico-biblica ha tenido de unos cien afios a esta parte unos advances extraordimarios, Las excavaciones tecien- tes y el estudio comparado de Ja Biblia y de las obras profanas de aquellos tiempos han arrojado mucha luz sobre el medio am- biente, sobre las costumbres, sobre la mentalidad, formas de ex- presién y géneros-literarios de los hombres de que se habla en la Sagrada Escritura, asi como sobre la personalidad de los escrito- tes de la misma. En poder de los expertos obra abundante ma- terial cientifico (recuérdense los hallazgos sensacionales de Qum- ran), merced al cual se disiparon ya muchas oscuridades e incer- tidumbres. Entte Jos catélicos se siente, de unos decenios aci, la nece- sidad de una diligente investigacién en el terreno biblico-teolégico y en el de Ja exégesis evangélica, En las publicaciones ‘catélicas aparecen abundantes citas de escritores protestantes y son acep- tadas sus opiniones. Se observa por todas partes una pren satis- facci6n ante el clima de ecumenismo existente, y se descubren tras la valla confesional teorias e hipétesis en extremo intere- santes. Desde el punto de vista sicolégico es perfectamente com- prensible que a veces, entre la cuforia de los descubrimientos, aparezcan corrientes de pensamiento que sélo a duras penas pue- den compaginarse con la interpretacién catélica de 1a Escritura. éNo se esta dando Ja impresién de que hoy es més actual Rudolf Bultmann en el campo catdlico que en el de fos protestantes, donde sus teorfas estan en decadencia? Otra causa de las dificultades en que hay se debate la expo- sicién biblica es la escasa, pobre e insuficiente formacién de muchos ctistianos que se mantienen excesivamente aferrados a Ja trtadicién, Muchos no tienen otros conocimientos de la Biblia que los adquiridos en Jos afios de su infancia, y después, a lo largo de su vida, ni han lefdo ni han aprendido nada mas. La respuesta que se ha dado a fos nuevos problemas biblicos no es en muchas ocasiones ms que una defensa obstinada de su men- talidad conservadora a ultranza y una condenacién de todos Jos nuevos y “liberales” puntos de vista, Y para no sentirse turba- des, muchos cierran ‘sus ojos a los nuevos conocimientos teolé- gicos. Asi se hace, imposible toda didlogo estimulante, y fructi- 11 fero. Y el abismo entre Ia interpretacién dada a la Escritura por Ja ciencia teolégica y por el pueblo cristiano es cada vez mas profundo y motivo de serias y gtaves preocupaciones. Las observaciones hechas bastan para ver que las dificultades en el terreno de la interpretacién biblica no dimanan exclusiva- mente de la ciencia teolégica, ni sélo de Ia actitud de muchos cristianos. A la exégesis y a la teologia biblica deben permanecer abicr- tos sistemdticamente los dilatados horizontes de la investigacién, de las hipétesis y de las concepciones nuevas. Nunca ban sido buenas tas actitudes de una menialidad cerrada, Mas zse puede y se debe estudiar la Sagrada Escritura, por decirlo asi, con una fe bien cogida con grapas? (Se debe estudiar la Biblia sdélo abriendo los ojos de la ciencia y cerrando los de la fe? Los estu- dios biblicos no pueden ni deben ‘hacerse siguiendo una llamada “libertad neutral”, sino sélo de acuetdo con esta norma: “libertad en la obediencia”. Las distintas y aun opuestas glosas biblicas plantean este angustioso interrogante: zdénde hay una decisién Ultima y definitiva sobre el alcance, sobre la interpretacién de la Sagrada Escritura? En una conferencia, celebrada no hace mucho tiempo entre ortodoxos y protestantes, los delegados de Ja ortodoxia declararon que el protestantismo les parecia wna “iglesia de profesores”, en la que se vive segin las normas de los profesores de teologia més que segdn las directrices de la autoridad eclesidstica. Es ésta una declaracién que debe ser muy meditada también en el campo catélico. Acaso zno es més estimada en da investigacién biblico- catdlica la opinién de un tedlogo prestigioso que las decisiones del Magisterio eclesi4stico? Precisamente el exegeta, que se sien- te llamado “a Ja libertad de la gloria de los ‘hijos de Dios” “(Rom 8,21), actita en sus investigaciones bajo la obediencia a la Palabra de Dios, se hace responsable de la sana docttina y del sentir de Ja Iglesia, Pero frente a una exégesis deficiente y con- servadora tiene asimismo el deber de oponer sus reparos, para abrir las puertas del entendimieato y de los corazones al Espi- titu de Dios, que constantemente est4 actuando y manifesténdose cada vez més, En medio de la gran inquietud de nuestros tiempos, que ha irrumpido también en el campo religioso, hay muchos cristianos y comunidades cristianas que quieren ser el baluarte de Ja sana tradicion., Mas, no obstante su buena voluntad, y precisamente 12 tras ella, puede surgir Ja obstinacidén, ya impugnada por los pro- fetas y por el mismo Cristo. La sinagoga y el fariseismo (jdos ten- taciones, por cierto, contra Jas cuales no esta inmunizado el ctis- tanismo!) creyeron “tener a Dios en monopolio”, y por eso Pprecisamente no comprendieron el misterio de la salvacién de Cristo. La frase “Ecclesia semper reformans”, hoy tan en boga y lJema de la Igiesia que, bajo el soplo del Espiritu Santo, estd siempre en renovacién y rejuvenecimiento constantes, debe aler- tar a los cristianos en su modo de entender !a Escritura. Bl cardc- ter de mensaje a todos los hombres, que tiene la Biblia, obliga a no aferrarse obstinadamente a la interpretacién tradicional, sino a adoptar siempre nuevos matices y a presentar, bajo el soplo del Espiritu Santo, soluciones salvadoras a los problemas de cada momento. Indicaciones para la lectura de esta obra La presente obra trata de abrir, entre el Escila de una tradi- cién muy pagada de si misma y el Caribdis de una critica biblica a ultranza, un camino intermedio que lleve a una lectura prove- chosa de Jos cuatro Evangelios. A los conservadores podra pare- cetles demasiado atrevida y a los progresistas aferrada en exceso a la tradiciéa. Las orientaciones que en ella se dan, en orden a Ja interpretaci6n de la Escritura, estan inspiradas en un sinnd- mero de Biblias comentadas, cuyos autores —a quienes me sien- to muy obligado— es imposible citar uno por uno, y, sobre todo, en Ja acertada Instruccién de ia Comisién Biblica Pontificia del a1 de abril de 1964 sobre Ja verdad hhistorica de los Evangelios a alo 2: “EL Ev: de (wéase ) La fe en la resurreccién de Jestis fue acrecentindose muy lentamente y sdlo después de superar dificultades y reparos no pequefios. Esto significa que la fe en la resurreccién no es una explicacién fdcilmente imaginada y ptesentada al mundo por los Apéstoles ante el hecho del sepulcro vacio. Creer la resurreccién de Jesis resulté muy diffcil incluso a los Apéstoles, Esto podia ser zn consuelo para todos aquellos que, como neo-conversos, te- nian también sus dificultades para creer en la resurreccién de Jestis. Sdlo “el discipulo al que amaba Jesis” (Jn 20,2) —férmula ésta que puede atribuirse a un discipulo de Juan— creyé al ver el sepulcro vacio (y quiz ante el recuerdo de Jas profecias de Jesus sobre su Pasién): “vio y crey6” (Jn 20,8). ¢) La fe en la resutreccién se apoya en las muchas apari- ciones que luego tienen lugar, pero ante todo en el cumplimiento de la Escritura, “segan Ja cual debia El resucitar de entre los muertos” (Jn 20,9). 161 Jestis se aparece a Maria Magdalena (Jn 20,11-18). Explicacién de frases y hechos Con el fin de establecer un orden cronolégico en los aconte- cimientos de Ja mafiana de la Pascua y armonizar las diferencias que bay enwe el relato de los sinépticos y el de Juan —con lo que atin quedan en pie algunas dificultades; v. gr. conciliar el pasaje Mt 28,9-10 con el Jn 20,11-18)—, presentamos el siguien- te esquema: 1, Muy temprano, oscuro atin, Maria Magdalena fue al se- pulcro, mientras las otras mujeres, que en Jerusalén ha- bian comprado los aromas, llegaron més tarde (Mt 28,1; Le 24,1; Jn 20,1). 2. Maria Magdalena pone en conocimiento de los Apéstoles que el sepulcro esta vacio (Jn 20,2). 3. Jess sale al encuentro de las mujeres que regresan del sepulcro (Mt 28,9-10). 4. Pedro y el otro discipulo (Juan) van al sepulcro (Jn 20,3-10). 5. Maria Magdalena vuelve otra vez al sepulcro; y se Je apa- rece el resucitado (Jn 20,11-18). “a. vio @ Jesus, pero no sabla que era Jesés”: Hay una extra- ordinaria diferencia entre lo que siente Marfa tiki para quien el desconocido es “el hortelano” (Jn 20,15), y lo que sien- te el actual lector de ese texto, a quien es familiar el nombre del desconocido. “Maria... jRabbuni!, es decir, Maestro”: Es extrafio que Marfa Magdalena no reconozca a Jestis en la figura del supuesto hortelano y que, sin embargo, le teconozca en cuanto le oye pro- nunciar su nombre: “jMaria!”. Por la manera, por el acento, por el timbre de la voz, debié pensar ella: ;Sdlo Jestis pronuncia asi mi nombre! jEste jardinero es Jesis! “Suéltame, que atin no he subido al Padre” (Jn 20,17): Este versiculo no sélo encierra varias dificultades, sino, sobre todo, importantes puntos de vista para el conjunto de los acontecimien- tos de la Pascua. Mientras segiin Mt 28,9 pudieron las mujeres tocar a Jesus, segtin este pasaje de Juan se prohibe a Marfa Mag- 162 dalena que lo haga. Tal vez se trate aqui de una auténtica tra- dicién pascual, pues precisamente la teologia de Juan insiste mucho en Ja corporeidad del Cristo histérico (Jn 1,14; 1 Jn 1,1) y también del Cristo resucitado (Jn 20,20.27; 21,13; v. también Ic 2436-43, donde se describe de un ‘modo insuperable Ja rea- lidad del resucitado: “Y le dieron un trozo de pez’ ‘asado. Lo tomé y comié en su presencia”); la prohibicién de tocarle pare- ce estar en conttadiccién ptecisamente con la intencionalidad de todo el evangelio de Juan. El pasaje de Jn 20,17 pretende pre- sentar Ja resurreccién y la ascensién como un solo acontecimien- to, que tinicamente divide en dos Ia inteligencia y Ja predicacién de los Apéstoles. Hay poderosos motivos para suponer que en el pasaje de Jn 20,17 hay una antiquisima férmula de predica- cién de la “exaltacién” de Jestis, que por razones de apologética, pata probar la realidad de la resurrecci6n, fue dividida en los as- pectos parciales de la resurrecci6n, de las apariciones y de la as- censién. Intencionalidad de la predicacién @) EL que Maria Magdalena no reconozca a Jestis en el su- puesto hortelano revela que para conocer al resucttado no es su- ficiente verle con los ojos. Se puede ver con los ojos de la cara al resucitado y, sin embargo, no verle. “Dichosos los que creen sin haber visto” (Jn 20,29). El episodio de los discipulos de Ematis (Lc 24,13-35), cuyos ojos “estaban impedidos de modo que no le conocieron”, corrobora esta realidad. b) En el masterio de la “oxaltacién” coinciden la resurrec- cién y la ascensién, Las apariciones del resucitado no ocurren, por consiguiente, “antes” de la ascensién. Jestis, con Ia resurreccién, entra ya en su gloria (Lc 23,43; 24,46; He 2,33-34; 5,31; 7,55-56; Rom 1,3-4; 1 Tim 3,16). Y desde esa su gloria ante el Padre se hace visible en Ia tierra al través de Jas apariciones (He 10,40; 13,31). Por eso, porque el resucitado estd ya en su gloria, habla tan clara y distintamente de “mi Padre y vuestro Padre, de mi Dios y vuestro Dios”. 163 Jesus se aparece a los dos discipulos de Emats (Le 24,13-35). Explicacién de frases y hechos El relato sobre Ja aparicién a los discipulos de Ematis es pri- vativo de Lucas, También aqui hay una gran diferencia entre los sentimientos de los dos discipulos, que no conocen al caminante, y los del lector actual de ese pasaje, que sabe que se trata de Jestis (Le 24,15). “...dos de ellos”: La Sagrada Esctitura sélo nos transmite el nombre de uno de los discipulos, “Cleofas”. El nombre del otro, segiin relatos extrabiblicos, es Simén. “...una aldea, llamada Emats, distante de Jerusalén sesenta estadios”: Muy pocos datos numéricos del Nuevo Testamento han motivado tanta diversidad de interpretaciones como este del pa- saje Lc 24,13. Incluso en las copias de los evangelios se incluyd Ja cifra 160 estadios = 29 kilémetros (en vez de los 60), por creer que el biblico Ematis era un pueblo distante 29 kilémetros de Jerusalén, que actualmente se llama Amwas. Mas, como el histo- riador Flavio Josefo fija la distancia entre Jerusalén y Emauis en sesenta estadios (= 13 kilémetros) y asi se confirman los datos numéricos de la Biblia, sé supone que Ematis es el actual pueblo el-Kubebe, que dista de Jerusalén unos 13 kilémetros, “Sus ojos estaban impedidos, de modo que no le conocieron”: Es raro y apenas explicable que los dos discfpulos no conocieran al caminante que se les unid. Las palabras “sus ojos estaban im- pedidos” proyectan alguna luz sobre el misterio, pero no lo ex- plican totalmente y todavia lo dejan envuelto en la sombra. “Nosotros esperdbamos que seria El quien libertara a Israel”: En estas palabras se ve claro el concepto que tenfan del Mesfas los dos discipulos de Ematis. Esperaban, al parecer, un Mesias libertador politico, que emanciparia al pueblo de Israel del yugo de los romanos e instauraria de nuevo y definitivamente el pode- roso reino de David. “...ya es el tercer dia desde que acaecieron estas cosas”: No son estas palabras una alusién a la profecia de Jesis de que re- 164 sucitaria al tercer dia, sino como reflejo de la mentalidad hebrea, segdn Ja cual Jas almas vuelan por tres dfas sobre el cadaver y que en ese tiempo cabe la espetanza de un retorno a la vida. Pero iniciado el tercer dia, ya no tienen esperanza alguna de que Jesus vuelva a la vida. En el pasaje Le 24,21 b-24 (acaso una adicién al episodio de Ematis) aparece claro el pensar del autor de que el sepulcro vacio no podia despertar la fe en la resurreccién de Jests. “\..9 empezando por Moisés y todos los profetas, les inter. preté lo que sobre El hay en todas las Escrituras”: El desconoci- do caminante da a sus dos compafieros una amplia explicacién de las profecias mesidnicas, tal como aparecen en el Pentateuco (Moisés) y en Jos demas escritos (todos los profetas) del Antiguo Testamento. Cada vez se hace mas persuasivo el “debe” de la pasién y muerte de Jestis (Lc 24,26.44.46), “Puesto ala mesa con ellos, toméd el pan, lo bendijo, lo par- tid y se lo dio”: Esta frase rezuma un sentido litirgico-sacramen- tal. Las cuatro frases “tomar el pan-bendecirlo-partirlo-darlo” figuran en el relato de Ja multiplicaci6n milagrosa de los panes y en el de la ultima Cena. La lectura de este pasaje hatfa surgir casi necesariamente en el alma de los primitivos cristianos el re- cuetdo de la Ultima Cena y de la celebracién de Ja Eucaristia. “...y sus ojos se abrieron y lo reconocieron”: En la manera de partir el pan (Lc 24,35) y en el modo de bendecirlo, los dos discipulos pensaron sin lugar a dudas: jEste no puede ser mas que Jestis! Mas como ahora brillaba en sus corazones con vivos resplandores Ja fe en la resurreccién de Jestis, ya no hacia falta que Este continuase de un modo visible en medio de ellos. “Verdaderamente el Seftor ha resucitado y se aparecié a Si- mén”: Los dos discipulos, que parten aquella misma noche (Le 24,33) y regresan a Jerusalén, observan que el escepticismo y Ja duda de los Apéstoles han desaparecido ya. Y mutuamente co- troboran todos los discfpulos su fe en la resurreccién de Jesus: los de Ematis confirman a los Apéstoles en su fe y los Apéstoles con- firman a los de Emais en Ja suya. 165 Intencionalidad de la predicacién 2) El misterio y la gloria del resucitado no pueden ser vistos con los ojos de la cara. Se puede ver a Cristo y, sin embargo, no verle. El resucitado no se da a conocer a las almas escépticas. 4) En el episodio de Emats, el camino para la fe en la te- surreccién de Jestis es le nueva inteligencia de las Escrituras. Bs el mismo Cristo quien presenta a los dos discipulos (y en ellos a la Iglesia) una nueva explicacién de la Escritura, es decir, el significado cristolégico del Antiguo Testamento, A Ja primitiva comunidad cristiana se le abre el verdadero sentido cristolégico del Antiguo Testamento, no al través de sus meditaciones y es- peculaciones propias, sino al través del mismo Cristo. Todo el Antiguo Testamento tiene un significado de preparacién para la fe en el resucitado. Por eso extrafia que, no obstante la amplia y persuasiva explicacién biblica de Jestis, los dos discfpulos toda- via no Ileguen a reconocerle. ¢) Sélo “al partir el pan” reconocieron a Jestis en el desco- nocido. Del relato de Lucas no puede deducirse con seguridad que en Ematis hubiese una auténtica celebracién vespertina de la Eu- caristia. Mas si que puede’afirmarse que las palabras usuales de las celebraciones eucaristicas entre los primitivos cristianos que figuran en ese texto suscitaron forzosamente el recuerdo de la celebracién de la Eucaristia, @) El relato de Emats es profundo y transparente y en su profundidad deja entrever las dos dimensiones que posee, la his- torica y Ja linirgico-sacramental. Mientras refiere un hecho histé- rico, proclama, al mismo tiempo, que también hoy est ain pre- sente el resucitado en medio de su comunidad. En la proclama- cién y explicacién de la Palabra y en la celebracién de la Euca- ristia vive y actha hoy y siempre el resucitado en medio de su comunidad de los santos. En ese telato de Emaiis se hace realidad la fe de la primitiva comunidad cristiana de que el Sefior estd a su lado y que nunca la dejard, hasta el fin de los tiempos. En ese relato ha sentido la cristiandad de todos Jos tiempos el con- suelo profundo de que el resucitado es el eterno misterio de su vida. 166 Jesus se aparece a los Apéstoles «el primer dia de la semana» (Le 24,36-49; Jn 20,19-23) Explicacién de frases y hechos De Ja aparicién “en Ja tarde del primer dia de la semana” hay dos relatos (Le 24,36-49 y Jn 20,19-23) con algunas diferen- cias en el texto, que revelan bien a Jas claras Ia actividad redac- cional del respectivo evangelista. Segtin Lucas, el resucitado dice “ved mis manos y mis pies” (Le 24,39); segiin Juan, les muestra “las manos y el costado” (Jn 20,20), quizi con miras a la aparicién que sigue y que es presenciada por el incrédulo Tomés. Mientras en Lucas (Le 24,37- 41) todos los Apéstoles dudan y se sienten pusilanimes y aterra- dos, en Juan sélo hay uno que duda, Tomas (Jn 20,25). Para describir la realidad de la resurreccién del cuerpo de Jesus, dice el texto de Lucas que los Apéstoles “crefan ver un es- piritu” y que, para convencerles de lo contrario, les dijo el mismo resucitado: “Tocadme, y ved que un espiritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lc 24,39). Y para que desapa- teciese cualquier duda sobre su corporeidad pidié algo de comer, “y Je dieron un trozo de pez asado, que tomé y comid en su pre- sencia” (Le 24,43). El texto de Juan tiende asimismo con el episodio de Tomds a poner de manifiesto la verdadera resurrecci6n del cuerpo de Jesis: “Trae tu dedo aqui, mira mis manos, trae tu mano y méte- la en costado, y no seas incrédulo, sino creyente” (Jn 20,27). Es evidente que, con esta claridad apenas superable, no sdlo se quiere describir un acontecimiento y las dudas existentes en el mismo momento histérico de las apariciones. Se quiere también al mismo tiempo hacer frente a las dudas que ya se estén incu- pando en la época de ambos evangelistas. En la vigorosa redac- cién de estos dos relatos influyé poderosamente el caracter apo- logético de la predicacién durante los ultimos anos del Cristianis- mo primitivo. Era preciso, en efecto, rebatir la hipdtesis de que el resucitado tuvo un cuerpo aparente y etéreo y que los Apés- toles no vieron m4s que un fantasma, hipétesis defendida en los tiltimos decenios del primer siglo cristiano por gndsticos y doce- tas y que llevé la turbacién al seno de las primitivas comunida- des cristianas. 167 “En la tarde de aquel dia, el primero de la semana...” (Jn 20,19): Este dato del dia de la aparicidn, insignificante y secun- dario al parecer, debe ser estudiado juntamente con este otro texto: “Ocho dias después...” (Jn 20,26). Se adivina aqui —si se tiene en cuenta que el evangelio de Juan fue escrito en el ulti- mo decenio del cristianismo primitivo— un nuevo cémputo de la semana, determinado por el acontecimiento de la resurreccién, y el abandono del s4bado judio. “...les mostré las manos y el costado”: Mientras el resucita- do ptohfbe a Marfa Magdalena que le toque (Jn 20,17), invita a hacerlo a los Apéstoles: “Tocadme” (Le 24,39). Con este relato se quiere suprimir cualquier duda sobre la corporeidad del re- sucitado. “Tenéis algo de comer?” (Lc 24,41): Con el fin de alejar para siempre cualquier objecién actual y futura contra la realidad del cuerpo resucitado, dice Lucas que Jestis comié un trozo de pez asado “en presencia de los Apéstoles” (Le 24,43). Cuando Lucas es el tinico evangelista que transmite este episodio tan am- plia y detalladamente, es quiz porque tiene poderosos motivos para ello, pues los anteriores evangelistas, Marcos y Mateo, no escriben una linea de él. Tal vez entre los destinatarios, para los cuales escriben estos dos sindpticos, no han surgido discusiones de importancia sobre la corporeidad de Jesus resucitado. Lucas se dirige evidentemente a muy concretos ambientes —a los cristia- nos que se debaten en dificultades para su fe (zacaso Teéfilo, a quien dedica su evangelio [Lc 1,3], tenia también en este punto sus gtandes problemas personales?)—, y por otra parte a los que estaban imbuidos en ideas del gnosticismo o docetismo contra la corporeidad del resucitado. “Como me envid el Padre, ast os envio yo” (Jn 20,21): Des- pués de repetirles su saludo de paz, el resucitado habla a los dis- cipulos de la estabilidad y permanencia de su “misién”. El poder y autoridad de los Apéstoles se fundan en la autoridad divina de Jesis. Esto evidencia el cardcter obligatorio de las futuras deci- siones de los Apéstoles. “Recibid el Espiritu Santo” (Jn 20,22): Nuevamente surge el tema del Espiritu Santo, que aparece ya en los discursos de des- pedida de Jesus (Jn 13,31-16,33). Segiin Juan, la teologia de la 168 “exaltacién” abarca la cruz, Ja resurrecci6n, Ja ascensién y el en- vio del Espfritu Santo como un solo acontecimiento salvador. Para Juan, es el resucitado el Jestis que viene y que habla en el Espi- ritu Santo. En Pablo, Jo mismo que en Juan, es evidente el fondo cristolégico del concepto de Espiritu. Desde ahora los Apéstoles gozan de una nueva y eficaz autoridad. Mas como ellos estén Mlenos de 1a virtud del Espiritu Santo, su actuacién (“perdonar o retener los pecados”) se apoya en Ja autoridad divina. “...perdonar pecados... retenerlos” (Jn 20,23): Ya antes de la resurreccién, Jess habla de su poder de perdonar los peca- dos: “... para que sepdis que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra de perdonar los pecados...” (Mc 2,9-10; Mt 9,6; Le 5,24). Este poder divino de “perdonar” y de “retener” los pecados es transferido ahora solemnemente. Quien desee gozar de la glotia del resucitado, del vencedor de la muerte y del pecado, ha de estar libre de todo alejamiento de Dios, de la muerte del pecado; pues ese tal “ya tiene vida eterna” (Jn 6,51.54.58). Intencionalidad de la predicacién a) Hay que probar claramente que los Apéstoles no vieron un fantasma, que el resucitado se aparecié con wn cuerpo real y palpable, Adviértase, sin embargo, la diferencia que hay entre la corporeidad de los resucitados por Cristo (v. gr, la de Lazaro) y la corporeidad de Cristo tesucitado. Jess se presenta a los Apéstoles “al través de Jas puertas cerradas” (Jn 20,19). Aqui se ve claramente una gran paradoja; de una parte Ja materialidad del cuerpo de Jestis, y por otro lado una inmaterialidad misterio- sa e inexplicable que escapa a la gtavitaci6n y a la densidad de Ja materia. 6) Se observa claramente que el resucitado va poco a poco dejando su presencia visible, para que los Apéstoles actien en el mundo como sus representantes y mandatarios visibles. Se ini- cia la era de Ia Iglesia, | . ce) Las buenas disposiciones interiores son Ja condicién pre- via para que se pueda perdonar el pecado por la gracia del “Ky- rios”, Este derecho oficial de perdonar los pecados corresponde, 169 segtin Juan 20,23 (segtin Mt 16,19 de un modo especial a Pedro), sélo a un reducido nimero de personas. Mas quien vive de la gracia de Dios y continuamente se siente perdonado debe, de acuerdo con los estatutos de una antigua comunidad judeo-cris- tiana (Mt 18,15-18), estar siempre dispuesto a perdonar a los que Je han ofendido: “...perdénanos nuestras deudas, asi como nos- otros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6,12; Le 5,4; v. Mc 11,25-26). Jess se aparece a Tomas «a los ocho dias» (In 20,24-29). Explicacién de frases y hechos El encuentro del resucitado con el escéptico Tomas es exclu- sivo de Juan. Fe-incredulidad es un tema que se desarrolla al tra- vés de todo el evangelio de Juan. Cristo es el gran personaje de toda Ja historia, que provoca la divisién y la decisién de los es- piritus. Por eso la predicacién de Juan alcanza su més alta cima en el episodio de*Tomés (Jn 20,24-29). Cuando se repara en que los versiculos Jn 20,30-31 eran el fin del evangelio primitivo, se ha de reconocer que no pudo darsele mejor epilogo que las pa- labras de Tomas: “jSefior mio y Dios mio!” (Jn 20,28). “Tomds, uno de los Doce, el llamado Didimo (= gemelo)...”: En el episodio de Tomas se hace visible la resistencia a la fe: uno de los Doce resiste denodadamente contra la fe en la resurrec- cién de Jesiis, no obstante asegurarle los demas discipulos: “He- mos visto al Sefior” (Jn 20,25). Se ha dicho de Tomas que era “gemelo”; con todo, nunca se ha sabido quién era el otro gemelo. “Ocho dias después...”: Al través de los datos cronolégicos de Juan (Jn 20,19.26) se adivina el calendario del cristianismo primitivo, en el cual se deja el sébado judfo y la resurrecci6n de Jess marca el principio de la semana, “Llega Jesus al través de las puertas cerradas...” (Jn 20,19.26): De nuevo se observa la paradoja misteriosa e inexplicable de la inmaterialidad y de la materialidad del cuerpo resucitado de Jesis. 170 “Trae tw dedo aqut... y no seas imcrédulo, sino creyente”: Lo admirable de esta escena es que Cristo, lejos de reprender a Tomés, accede a la prueba exigida por él. “jSeftor mio y Dios mio!” (Jn 20,28): En esta confesién de Tomés estd la afirmacién més rotunda de la divinidad de Jesis resucitado, que ningtin hombre ha proferido en el Nuevo Testa- mento. La perfecta formulacién de la frase nos hace pensar en la posibilidad de que fuese adoptada por la liturgia de Jas pri- mitivas comunidades cristianas. “Dichosos los que creyeron sin haber visto”: Estas palabras las est4 diciendo constantemente Cristo a su comunidad del Nue- vo Testamento, en medio de la cual est4 presente y operante, si bien de una forma invisible. Es muy posible que esta frase sea la moraleja de alguna catequesis, dada por Juan a sus discipulos al hablarles del episodio de Tomas. Intencionalidad de Ja predicacién 4) El evangelio de Juan, que trata a fondd el tema “fe-incre- dulidad”, en el episodio de Toméas, nos revela dos cosas: de una parte, la dificultad de la fe en la soberania y en la divinidad de Jesucristo (parece que con la actitud de Tomas queda algo ate- nuada la culpa de Israel, pues también a este Apéstol se le hace dificil la fe en la resurreccién), y por otra, la realidad de la fe, que aqui aparece probada con argumentos que no dejan lugar a dudas. 4) Precisamente por su escepticismo y por su duda, es To- mas wn testigo imparcial y digno de todo crédito de la reswrrec- cién del Seftor. Su duda se ha convertido para los cristianos en la firmeza de su fe. c) En el episodio exclusivo de Juan ¢se oculta, delicada- mente silenciado, el hecho de que Tomas, de cardcter melancé- lico y abatido (v. Jn 11,16; 14,5), desconcertado ante la crucifi- xi6n de Jestis, tomé la decisién de separarse de los Doce y de todos sus secuaces? zAcaso no fue ésta la razén de que no estu- viese presente en la aparicién del primer dia de la semana? 171 d) Este episodio de Tomés, registrado en el evangelio de Juan, que fue escrito en el ultimo decenio del primer siglo cris- tiano, contiene una importantisima frase sobre el misterio de la presencia y de la acciém de Cristo en su Iglesia. Los Apéstoles. debian acostumbrarse a la no presencia visible de Cristo y al mismo tiempo a su presencia invisible y operante. Sélo después de lograr eso, pudo el resucitado pasar de su visibilidad a su in- visibilidad. Todos los escépticos de entonces y de siempre pue- den confiar en las experiencias y comprobaciones de Tomas, que creyé porque vio. Mas después que Jas apariciones se cierran con el acontecimiento de la Ascensién, cobta su vigencia la frase alu- dida: “jDichosos los que no ven (al Cristo visible), pero creen (en su presencia en la comunidad de los santos)!”. Aparicién de Jesus en la ribera del Tiberiades (In 21,1-23). Caracteristicas del texto Con el pasaje 20,30-31, Juan pone fin a su evangelio. El ver- siculo 31 del mismo descubre una vez més el fin teolégico y pas- toral que su autor se propuso: “Estos prodigios (contando el del pasaje Jn 6,19-21, son sdlo siete los que nos transmite su evan- gelio) han sido escritos para que credis que Jesis es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengdis vida en su nombre”. Este versiculo hace surgir el recuerdo del Prélogo, en el cual jue- gan papel importante las palabras Unigénito del Padre (Jn 1,14), creer (Jn 1,7.14), vida (Jn 1,416). Se ve claramente que Juan no pretende transmitirnos sélo una informacién sobre Jestis de Nazaret, sino que quiere informarnos para la fe en Cristo y para una vida comin con Cristo. El que Juan predicara muchas més cosas de Cristo “que no esctibié en su evangelio” hace pensar en posibles adiciones y en Ja credibilidad de Jas mismas, que fueron tomadas de las muchas tradiciones habladas (¢y escritas?) que constitufan el patrimonio espiritual de los discipulos del evangelista, Los actuales investigadores de la Biblia admiten unénimemen- te que el capitulo 21 es una adicién hecha por un discipulo (Team?) poco tiempo después de la muerte de Juan: “...y sa- bemos...” (Jn 21,24). 172 El capitulo 21 trata los siguientes temas: Jn 21, 1-14: Aparicién de Jestis en la ribera del Tibe- riades, Jn 21,15-19: Jestis pregunta a Pedro si le ama y le hace una prediccién, Jn 21,20-23: Pregunta de Pedro sobre el futuro de Juan y rectificaci6n de un rumor, Jn 21,24-25: Epflogo de un discipulo al evangelio de Juan. eA qué motivos obedecié la adicién de este apéndice? Para contestar a esta pregunta hay que partir acaso del versiculo 23 (Jn 21). Parece ser que a Ja muerte del Apéstol Juan se produjo cierta turbacién cn la conciencia de sus discipulos. Se habia ex- tendido, en efecto, en las comunidades del Asia Menor Ja creen- cia de que Juan no morirfa, de acuerdo con una prediccién de Jestis, Al mori, parecié6 que no se cumplia una profecia del Maestro. Se habia engafiado? ;Anuncié una falsedad? ¢No es El Dios omnisciente? Con el fin de responder a estas preguntas, tavieron que presentar una rectificaci6n los discipulos de Juan. Probablemente es en el versiculo 23 donde tiene su origen el apéndice del evangelio de Juan, Antes de la pregunta de Pedro por el futuro de Juan se narran en él acontecimientos que afec- tan a Pedro (primado de Pedro y de sus sucesores), acontecimien- tos de importancia suma para el futuro de Ja Iglesia. Recordemos un ejemplo tomado de la historia de Ja Iglesia: cuando por el afio 95 después de Cristo surge un conflicto en la comunidad de los Corintios, quien lo resuelve es Clemente I, el Obispo de Roma, sucesor de Pedro. Explicacién de frases y hechos “Después se manifest de nuevo Jesus en la ribera del Tibe- tiades”: Juan revela set siempre muy exacto en Ia cronologia de los acontecimientos (Jn 1,29.35.43; 2,11). Como tal, advierte ahora (Jn 21,14) que es ésta Ja tercera vez que Jestis se aparece a sus discipulos: Ja primera vez (Jn 20,19-23) y la segunda (Jn 20,24- 29). El lago de Genesaret (llamado por su forma Quineret = = harpa: v. ntim. 34,11) se llama también mar de Galilea (Jn 6,1) 0 mar de Tiberiades, pot hallarse en su ribera occidental Ja ciu- 173 dad de Tiberiades, fundada por el rey Herodes Antipas (4 an- tes de Cristo hasta el 39 después del mismo) en honor del em- perador romano Tiberio (14-37 después de Cristo). El mar de Tiberfades tiene una superficie de 170 kilémetros cuadrados; de Norte a Sur, mide 21 kilémetros; de Oeste a Este, por el lugar de mayor anchura 11, y alcanza una profundidad hasta de 48 me- tros. Las ciudades mds importantes de su ribera son Tiberiades, Magdala (patria chica de Maria Magdalena), Cafarnatim (residen- cia del capitan romano), Betsaida (patria de los Apéstoles Pedro, Andrés, Santiago, Juan y Felipe) y Gerasa, en cuyas proximida- des realiz6 Jestis una expulsién de demonios (Le 8,26-37). “Los discipulos no sabian que era Jesés”: No se olvide tam- poco en este pasaje que la situacién del lector, que sabe de ante- mano que es Jesus (Jn 21,4), es muy distinta de la de aquellos siete pescadores que no lo saben: “Simén Pedro, Tomis, el lla- mado Didimo, Natanael, el de Cana de Galilea, los hijos de Ze- bedeo (= Santiago el Mayor y Juan) y otros dos de sus discipu- los” (Jn 21,2). “Muchachos, ctenéis algo que comer?” (Jn 21,5): Claramen- +te, aunque no con Ja fuerza de expresién del pasaje (Le 24,42-43), habla Jestis de alimento corporal y, por consiguiente, de la mate- rialidad de su cuerpo resucitado. En el relato de Ja pesca, intitil en un principio y luego tan abundante, se descubren reminiscencias del pasaje de Lc 5,1-11 y del de Mt 14,22-23. Pero en este caso (Jn 21,1-14) se trata, sin lugar a dudas, de un hecho ocurrido después de la resurreccién. “No estaban lejos de tierra, sino unos 200 codos (=95 me- tros)”: El paraje de la abundante pesca pudo ser la parte occi- dental de Cafarnatim. Cerca de Tabga se muestra una piedra, so- bre la cual prepard Jesus a los discipulos una comida: “al saltar a tierra, vieron unas brasas con un pez encima de ellas, y pan” (Jn 21,9), Como muy cerca hay siete manantiales de agua ca- liente, que desembocan en el mat, son muchos los peces que también actualmente se detienen en este pataje, y los pescadores realizan con frecuencia buenas capturas. “...9 wajo a tierra la red, Nena de 153 grandes peces”: Ex- trafia en este pasaje la exactitud del mimero. Los expositores de Ja Sagrada Escritura han conjeturado que tras este mimero se 174 ocultan varios misterios. ¢Quiso el hagiégrafo, con Ja exactitud en el nimero, subrayar la credibilidad del prodigio (que ya hace, por lo demés, al decir que, a pesar de Jos muchos peces, “no se rompié la red”: Jn 21,11), o dar al texto un significado simbé- lico: representar, con el gran ntimero de peces y el hecho de que no se rompiera Ja red, la grandiosa comunidad de fieles que al través del Nuevo Testamento habfa de reunir la gracia de Cristo? “Jess... tomé el pan y les dio; lo mismo el pez”: Asi, con estas palabras litdrgico-sacramentales nos es presentada la histo- tia de la comida preparada por Cristo a los discipulos. Sdlo pen- sando que con la celebracién de la ultima Cena se realiza del modo més intenso e insuperable la obra creadora de Jestis en fa- vor de la Iglesia, se entiende por qué, inmediatamente “después de la comida”, se dirigen a Pedro palabras tan solemnes y tan de- cisivas en orden a la Iglesia. “Simén, hijo de Juan, ¢me amas mds que éstos?”: Pregun- tarle si Je ama equivale a preguntarle por su plena e incondicio- nal disposicién para seguitle: “;Sigueme!”, le dita luego (Jn 21,19). Toda la escena es de una solemnidad que salta a Ja vista. De ella se deduce que Cristo esté haciendo algo muy trascenden-" tal, No puede asegurarse que la presentaci6n literaria de esta es- cena fuese calcada sobre la triple negaci6n de Pedro. Cuando Pedro es preguntado por segunda vez, apela a Ja sabidurfa divina de Jesis: “Si, Sefior, tu sabes que te amo”, Cuando es preguntado por tercera vez, se pone “triste” y responde: “Senor, ta sabes todo, tt sabes que te amo”. Asi, zno quiere decir también Pedro que ya ha Ilorado copiosamente su culpa y que, precisamente para reponetla, esta dispuesto a seguir a Cristo con un amor y una fidelidad mayores? “Apacienta mis corderos... Apacienta mis corderos... Apa- cienta mis ovejas”: Estas palabras, de un sabor pastoril, son una perfecta formula de transferencia de poderes. Como esta trans- ferencia de derechos y poderes se hace ante seis testigos, tiene una validez absoluta. La comida es la ocasién aprovechada para realizar este acto legal (jEucaristfa-Iglesia!). En el mundo de la Biblia y del pensamiento judfo es muy conocida la entrega de un cargo. El resucitado, que ha de ocultarse en la invisibilidad, quie- re hacetse visible mediante Pedro y sus sucesores. Por voluntad 175 del resucitado, Pedro ha de ocupar en el pueblo de Dios una po- sicién preeminente y confirmar y corroborar en la fe a los demés Apéstoles en tiempos de persecucién y de prueba (Le 22,32). Aqui se impone un estudio minucioso del pasaje Mt 16,18-19, que suele incluirse entre Jos acontecimientos ocurridos antes de Ta resurreccién. Primado de Pedro (Mt 16,18-19). Caracteristicas del texto Casi todos los exegetas opinan que la inclusién actual del pa- saje Mt 16,18-19 en el tiempo anterior a la Pascua no responde a la realidad histérica. Se de palabras auténticas de Jestis (no de palabras que Ja primitiva comunidad puso en labios del Maestro), pero que corresponden a Ja post-resutreccién, acaso al periodo de las apariciones del resucitado en Galilea (“en la regién de Cesarea de Filipo”: Mt 16,13). Se rechaza hoy Ia creencia de que la promesa del primado a favor de Pedro es creacién de un grupo partidario suyo. Tampoco se ha de ver en esta promesa Ja reaccién contraria a las pretensiones de los judeo-cristianos de Jerusalén de adjudicar a Santiago la direccién de Ia Iglesia. No hay que entender este texto en un sentido polémico, o lo que es igual, no va dirigido “contra” nadie. La promesa del primado, hecha a Pedro, pone mas bien de relieve la preeminencia que tiene entre todos ya desde un principio. Explicacién de frases y hechos “Td eres Pedro (en griego: Petros) y sobre esta piedra (en hebreo: Kephas; en griego: petras) edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerén contra ella”; Cristo da a Si- mén hijo de Jonds” (Mt 16,17) el nuevo nombre de Pedro, para significar la misién que ha de tener en la comunidad de los santos del Nuevo Testamento (“mi Iglesia”). Pedro es el funda- mento vivo y personal de la Iglesia, y precisamente en represen- tacién de la verdadera y tinica, aunque invisible, piedra angular (Mc 12,10; Mt 21,42; Le 20,17; He 4,11; 1 Pe 2,7) y del fun- damento divino que es insustituible (1 Cor 3,11; Ef 2,20). Con las palabras “mi Iglesia” —en el texto de Juan se lee “mis ove- 176 jas” (Jn 21,15-17)— designa Cristo al nuevo pueblo de Dios, al nuevo Israel, que por vocacién divina ha sido separado de los demés pueblos. Con la seguridad de que las “puertas del infier- no no prevalecerén contra ella”, se designa el caracter indestruc- tible de la comunidad del Nuevo Testamento. “...las aves del Remo de los Cielos”: Segin Jas costumbres del mundo oriental antiguo, la entrega de las llaves significa pat- ticipar de los derechos de posesién y autoridad del mismo duefio de Ja casa. Quien esta en posesién de la Mave, tiene la confianza del duefio de la casa y- participa de su autoridad (Is 22,15 ss.). Es digna de nuestra atencién Ja equivalencia “Iglesia (Mt 16,18) Reino de los Cielos” (Mt 16,19). Ambos conceptos se correspon- den en el fondo, pero no son idénticos. Iglesia es congregacién de gentes que viven en estc mundo. Con Ia Iglesia de Cristo se inicia ya y se hace presente la Iglesia escatolégica del Reino de los Cielos (= Reino de Dios). Mas, aunque la Iglesia es una so- ciedad histérica y terrena, sus actos de sobetanfa y gobierno “en Ja tierra” tienen validez y fuerza también “en el cielo”. Como el “atar” y el “desatar” de la Iglesia no es otra cosa que la re- presentacién del Cristo presente y operante de un modo invisi- ble, su accién santa y santificadora sobrepasa las dimensiones his- t6rico-terrenas, Futuro del discipulo amado (Jn 21,20-23). Explicacién de frases y hechos “...eL disctpulo a quien amaba Jess”: La importancia de Pedro, que, segiin la tradicién universal del Nuevo Testamento, es el primero entre los Doce, es igualada en el cuarto evangelio por el “discipulo a quien amaba Jesis” (Jn 13,23; 18,15.16; 19,26.27; 20,2-8; 21,20-24). Este discipulo amado es uno de los doce Apéstoles, tiene relaciones muy intimas con Pedro, es co- mensal de la altima Cena y “se recuesta en el pecho de Jesis” (Jn 13,23; 21,20). Es extrafio que Juan figure en los pasajes de su evangelio de un modo tan delicado que ni siquiera ostenta su nombre propio y se llama el discipulo anénimo, y que, sin embargo, aparece tan colmado de elogios. Se observa aqui una conttadiccién que desagrada. Acaso los pasajes en que se habla 177 del discipulo amado no son de Juan, sino de sus discipulos, que quisieron asf mostrar su aprecio por el Maestro de imperecedera memoria. “Si yo quiero que éste se quede hasta que yo venga, ¢a ti qué?”: De un modo figurado, el Sefior anuncia primeramente a Pedro que un dia no sera él el arbitro de su vida y de sus actos, sino que otro “Je ceflira y Mevaré donde él no quiera”, es decir, Je anuncia con qué mwerte glorificaré a Dios. Como Pedro fue crucificado en Roma por el 64 después de Cristo, unos tres dece- nios antes que se escribiese el evangelio de Juan, las frases “ex- tenderds tus manos”, “otro te cefiira”, etc. se interpretan como alusién al martirio de cruz. Al conocer Pedro el fin de su vida, trata de saber también el futuro de su amigo Juan. Mas Jestis responde a Pedro de modo que comprenda que el hombre no debe exigir o forzar la reve- Jacién de Dios. El resucitado da una contestacién que se presta a todas las interpretaciones. Mas precisamente esa ambigiiedad de la frase hace surgir el rumor de que “aquel discfpulo no mori- sia” (Jn 21,23). Pero al morir Juan en la ultima década del pri- mer siglo cristiano, fue preciso hacer una aclaracién: “no le dijo que no moriria...”. Asi quedé disipada la turbacién de las con- ciencias que sobrevino al no cumplirse una supuesta profecia de Jesis. Intencionalidad de la predicacién El evangelio de Juan sélo habla de las apariciones del resu- citado en Galilea en su apéndice, en el capitulo 21. Asi quedan vinculadas las tradiciones judeo-jerosolimitana y galilea sobre la Pascua. @) La adicién de este capitulo obedece a un doble motivo: de una parte habia que hacer frente “al rumor” de que Jests habfa predicho que Juan no morirfa; por otra parte, se habia de hacer constancia, clara e indubitablemente, de la preeminencia de Pedro, Precisamente porque en el cuarto evangelio “el discfpulo a quien el Sefior amaba” es ensalzado tan extraordinariamente, eta necesario realzar la posicién de Pedro en la Iglesia. 5) La puesta de relieve de la preeminencia de Pedro va uni- da a una “comida”, de Ja cual se nos habla en el versiculo 13 178 “con una solemnidad linirgica”: “Jesis se acercé, tomé el pan y les dio; lo mismo el pez”. Para el lector cristiano, tras estas palabras estén la presencia y la actuacién de Cristo como tinico Pontifice del banquete eucaristico que se sirve en la mesa del Nuevo Testamento. La celebracién de la comida y el primado de Pedro guardan una intima relacién. ¢) Una mirada a los textos Mt 16,17-19, Le 22,31-32 y Jn 21,15-17 nos permite inferir lo que, segiin la voluntad de Cristo, ha de ser Pedro para sus compafieros en el apostolado y para toda la Iglesia. En los Mamados catdlogos de los Apéstoles (Mc 3,16; Mt 10,2; Lc 6,14; He 1,13) también figura siempre Pedro en primer lugar, si bien los primeros Iamados fueron Andrés y Juan. 2) EI episodio de la comida en Ia ribera del Genesaret y la distribucién del pan y del pez hecha por el resucitado subraya una vez més que los Apéstoles no vieron un fantasma. El resu- citado se les aparecié de un modo real y palpable y con el prodi- gio de la gran e inesperada pesca prueba de nuevo su divinidad. Misién de los Apéstoles (Mt 28,16-20). Caracteristicas del texto El capitulo 28 (Mt 9-10), tras hablarnos de una aparicién del resucitado en Jerusalén, en sus ultimos versiculos habla de otra en Galilea. Deben admitirse, por consiguiente, como lo prue- ba también el apéndice del evangelio de Juan {Jn 21,1-23), dos tradiciones sobre la Pascua: Ia jerosolimitana y la galilea. El pasaje Mt 28,16-20 tiene ciertas semejanzas con el apén- dice canénico de Marcos (Mc 16,15-18). El versiculo Mt 28,19 ha dado origen a profundas investigaciones, pues no se hace men- cién en todo el Nuevo Testamento de una férmula trinitaria de bautismo “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espiritu Santo”. Cuando, v. gr., en Hechos se habla de Ja administraci6n 179 del bautismo, no se adopta Ia férmula trinitaria, sino siempre la oristolégica “en el nombre de Jesucristo” (He 2,38; 8,16; 10,48; 19,5). El Didaché (= Doctrina de los Apéstoles), el libro cristia- no quiz mAs antiguo después del Nuevo Testamento y escrito acaso antes del aiio 100 después de Cristo, trae Ja trinitaria como férmula de bautismo adoptada en la prdctica de Ja Iglesia. A la Pregunta de si Cristo instituyé la formula del bautismo que se nos transmite en Mt 28,19, contestan los exegetas de hoy, en su maayor parte, que Jestis mandé a los Apéstoles administrar el bau- tismo, pero que la férmula exacta de su administracién aparecié en Ja primitiva Iglesia bajo la inspiracién e impulso del Espiritu Santo. La férmula trinitaria del bautismo quizé pasd de la préc- tica de la Iglesia primitiva al evangelio de Mateo. La férmula trinitaria, que sélo figura en el evangelio de Mateo, marca el punto definitivo de la administracién del bautismo en la Iglesia primitiva, y es la férmula recogida por el Didaché, escrito pocos decenios después. Explicacién de frases y hechos “... fueron a Galilea, al monte que Jesds habia sefalado”: En este versiculo se hace alusién a Mt 26,32 y Mt 28,7, donde, sin embargo, no se indica un determinado monte (“al monte”). “Al verle, lo adoraron. Algunos habian dudado hasta enton- ces”: Con este episodio subraya el evangelista la diferente reac- cién que Ja (zprimera?) aparici6n provocé en los once Apéstoles. Nuevamente aparece aqui la gran dificultad de los Apéstoles para creer, y debemos hacer constar dos cosas: los Apéstoles no vieron en el monte un espiritu, pues eran muy escépticos para ello. A los mismos Apéstoles les cost6 mucho esfuerzo creer la resurreccién de Jesus. Para resaltar su importancia, permftasenos presentar en Ia si- guiente forma las ultimas palabras del resucitado, que constitu- yen la esencia de su mensaje: Mt 28,18b: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en (Plenos poderes) 1a tierra”. Mt 28,19-20a: “Id, pues, y haced discipulos mios todos los (Mision) pueblos, bautizdndolos en el nombre del Pa- dre y del Hijo y del Espiritu Santo, y ense- 180 fidndoles a guardar todo cuanto yo os he mandado”. Mt 28,20b: “Y sabed que yo estoy con vosotros todos (Promesa) Jos dias hasta el fin del mundo”. “Se me ha dado todo poder”: El Crucificado parecia haber sucumbido, impotente, a manos de sus enemigos. Mas el resuci- tado est4 probando que esa impotencia no es més que la Omni- potencia de Dios sujeta con lazos de hombres para que se cum- pliese el plan divino trazado en las paginas de Ja Escritura. H tesucitado habla de su poder inquebrantable: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en Ja tierra”. Los Apéstoles, como mi- nistros y mandatarios suyos, deben participar también de su po- der divino. “... baced disckpwlos mtos todos los pueblos”: Estas palabras nos introducen en el mundo de los pensamientos, de las miras teolégicas del evangelio de Mateo (Mt 24,9.14; 25,32; 28,19). @Quiere decir Mateo que el pueblo de Israel, caducada su misién y hecha ya la separacién (por el 70 después de Cristo) entre la Iglesia y la sinagoga, queda excluido de la voluntad salvifica de Jess? La misién de los Apéstoles tiene como destinatarios todos los pueblos, incluso el de Israel. Todos deben ser discipulos y se- guidores de Jestis (Mt 5,19; 13,52). “... bautizndolos en el nombre...”: Cuando los hombres son bautizados en el nombre del Dios trino, quedan sumergidos en Ja plenitud de la vida divina. El bautismo es el rito por el cual es iniciado el nuevo pueblo de Dios, como lo fue el del Antiguo Testamento mediante Ja circuncisién. El es el nuevo nacimiento y la nueva creacién en el Espiritu Santo. “El que no nace de nuevo, no puede ver el Reino de Dios” (Jn 3,3). “Os es necesa- rio nacer de nuevo” (Jn 3,7). Mas la administraci6n del bautis- mo es al mismo tiempo un reconocimiento y una profesién de fe en el Dios trino, Padre, Hijo y Espfritu Santo. “... ensefiandoles a guardar todo lo que yo os he mandado”: Aqui se subraya nuevamente el cardcter esencialmente doctrinal del evangelio de Mateo (con sus abundantes ensefianzas en forma de parébolas). Cierto que Jestis es el tinico Maestro de Ja Iglesia (Mt 23,8). Pero los Apéstoles deben participar también de su mi- 181 sién docente y, por tanto, deben ser escuchados con toda aten- cién, Los Apéstoles no han de transmitir ideas ni opiniones suyas, sino que han de ser voceros e intérpretes de lo que Jestis dijo (“... todo cuanto yo os he mandado”). Los Apéstoles tampoco pueden hacer cortes en el mensaje de Jesis (“... todo cuanto”). Y han de predicar “oportuna e importunamente” (2 Tim 4,2). “\..y0 estoy con vosotros todos los dias hasta el fim del mun- do”: Como Yavé asistié a su pueblo de Israel y estuvo junto a él “en columna de nube” (Gén 26,24; Jos 1,5-9; Is 41,10; 43,1-5), asi el Kyrios resucitado asistira a su pueblo del Nuevo Testa- mento. Existe cierta afinidad textual entre Mt 28,20b y Mt 18,20. Sin embargo, en Mt 28,20b se trata de Ja misién de amplitud mundial, no de Ja pequefia reunién piadosa (“donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, alli estoy yo en medio de ellos”). El Kyrios promete su asistencia en todas las necesidades de la futura misién, en todos los peligros y persecuciones, mas sobre todo para una recta e integra transmisién de su mensaje. Con la frase “hasta et fin del mundo” surge una vez més el tema de la llamada Parusfa, La segunda venida (Parusia) de Jests ya no es, segiin todas las apariencias, un problema candente. Las primitivas comunidades cristianas se han dado ya a la idea de una duracién larga para ta Iglesia. La mirada netviosa a las nu- bes, sobre las cuales tha de volver el Sefior, se ha hecho més sere- na y se ha posado sobre la tierra, sobre la comunidad del Nuevo Testamento, El resucitado no est4 lejos. Esti cerca, presente y operante en medio de su comunidad “hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Intencionalidad de la predicacién @) El resucitado es “el constituido Hijo de Dios en poder” (Rom 1,4). Sélo El es el Sefior, el verdadero y tinico Kyrios con poderes en el cielo y Ja tierra, La entrega de Jestis en poder de los hombres no significa impotencia: es designio de Dios que el Mesias sufta (Lc 24,26) y que sea entregado en manos de los pecadores (Mc 14,41). HI escdndalo de la cruz no es en el fondo més que la voluntaria entrega de Dios al poder de Jos hombres, para salvarle. Todo el poder de los hombres, comparado con el de Dios, es simple impotencia y necesidad. 182 b) La necesidad del bautismo, de 1a que habla ya Jesis en su didlogo con Nicodemo, es inculcada de nuevo. El bautismo es el winico medio que hay para ser discipulos de Jesis y miem- bros del pueblo de Dios. ¢) Al bautismo ha de acompafiar la ensefianza, Ja cateque- sis, Precisamente el evangelista Mateo quiere poner de relieve que al sacramento debe unirse necesariamente la palabra, es decir, la catequesis, el anuncio del mensaje de Jesis. d) Con la promesa de su asistencia, en la que se apoya la ctistiandad de todos los tiempos, el Kyrios deja su presencia vi- sible para, en su invisibilidad, estar més cerca de la comunidad del Nuevo Testamento. Ahora empieza el tiempo y la historia de la Iglesia, que se caracteriza tanto por la invisibilidad de Cristo como por su pre- sencia y actuacién. El pensamiento paulino “Cristo en sw Iglesia” aparece claro en el evangelio de Mateo. “La Iglesia avanza firme y tranquila hasta el fin de los tiem- pos por el camino de su peregrinacién, entre las persecuciones del mundo y Jas consolaciones de Dios” (Agustin). 183 11. LA ASCENSION DEL SENOR Sélo Lucas, que no fue testigo ocular de Ja vida de Jestis, nos habla de su ascensién, y por cierto en dos pasajes: Le 2444-53; He 1,3-12). El telato que figura en el “apéndice candnico de Marcos” (Mc 16,19-20) es s6lo una sintesis posterior del relato de Lucas, y, por consiguiente, no puede considerarse como un te- lato propio. En apoyo de su autenticidad apela Lucas a las en- sefianzas de “los mismos que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de Ja palabra” (Lc 1,2). Caracteristicas del texto Un repaso al través de las paginas del Nuevo Testamento (He 2,32-33; 5,31; 7,55-56; 1 Tim 3,16; 1 Pe 3,22; Heb 4,14; 7,26) prueba que acaso se dio un significado kerigmatico a la exaltacién del resucitado “a la derecha de Dios, del Padre”, mas no al hecho de su ascensién visible a los cielos. Para admitir que los dos relatos sobre Ja ascensién pertenecen al mismo hagidgrafo se tropieza con que, si bien hay en ellos semejanzas, también hay notables diferencias. Hechos de los Apés- toles presupone el conocimiento de la ascensién por el evange- lio: “... hasta el dia en que se elevé a los cielos” (He 1,2). En ambos pasajes preceden a Ja ascensién unas palabras de despedi- da (Lc 24,44-49; He 1,4-8), en las que se advierte a los Apés- toles que permanezcan en Jerusalén “hasta que sedis revestidos con la fuerza de lo Alto” (Lc 24,49; He 1,8). También es el mis- mo en los dos relatos el lugar donde fue Ja ascensién: “... cerca de Betania” (Lc 24,50), “...entonces regresaron a Jerusalén des- de el monte del Olivar, que esté préximo a Jerusalén el camino de un sazado (= 880 metros). (Ya en el afio 376 se erguia en medio del Olivete, a la distancia aproximada de un kilémetro de Jerusalén, una capilla consagrada a la memoria de la ascensién del Sefior. Hoy se yergue en este lugar una pequefia mezquita con 184 me ipta ootogonal, coronada por una airosa cipula.) Sin em- oo ke diferencias que se observan en los dos relatos no son e ce monta: Ic He 24,44.53 14-12 Ultimas palabras de Jestis a sus discipulos: Alusi6n de Jesis al cumpli-] Alusién de Jesis a la diferen- miento de Ja Escritura: “...lo| cia entre el bautismo de Juan que esté escrito acerca de mi, | y el del Espiritu Santo (versicu- ea la Ley de Moisés, en dos Pro. | lo 5). los Salmos” sic fetas y en los Salmos” (versicu- { lo 44). _ Los discipulos le preguntan por el restablecimiento del reinado de Israel (vers. 6). _- Aparicién de “dos varones com vestidos blancos” y adverten- cia que hacen a los discipulos (vers. 11). El hecho de que Lucas nos hable por dos veces de la ascen- sién del Sefior puede explicarse diciendo que tal vez canaliz6 dos cauces de la tradicién sobre ese acontecimiento (quiz4 con fuerte impacto popular); por otra parte, la interpretacién teol6- gica de la ascensién, teniendo presente la ya notablemente afe- nuada esperanza de la Parusia, habia dado ocasién para un gran sosiego religioso y para nuevas orientaciones. Se percibe clara- mente que el mensaje “este Jestis que os ha sido arrebatado al cielo, vendra asi como lo habéis visto irse al cielo” (He 1,11) cuenta con un largo tiempo hasta la segunda venida. El conocimiento de Ia segunda venida del Sefior no se funda en la sicologia, en los deseos vehementes de Jos hombres, sino en la revelacién de Dios (mediante mensajeros). Como después de Ja resurreccién (Le 24,4), asi también ahora, después de la as- censién, Lucas hace comparecer dos angeles como testigos, pues, segiin Ja legislacién hebrea, la declaracién de dos testigos era inapelable. . 185. Sin embargo, las diferencias que se observan en los dos rela- tos de Lucas no son contradicciones, y tal vez nos fagilitan ver Ja diversidad de las miras teoldégicas. Lucas escribe su evangelio con Ja mira puesta en la Sagrada Escritura, en las profecias del Antiguo Testamento que se cumplen en la vida de Jesus (Ic 24,44-49). En Hechos (He 1,4-8) su mirada est4 mds enfilada al futuro, Ahora esta de mas la pregunta: “Sefior, ;vas a restablecer en este tiempo el reinado de Israel?” (He 1,6), pues ha comen- zado ya el reinado de Dios en la comunidad del Nuevo Testa- mento: “..,seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra” (He 1,8). Explicacién de frases y hechos “...apareciéndose a ellos durante cuarenta dias” (He 1,3): En Ja frase “cuarenta dias” entre Ja resurreccién y la ascensién ha de verse, m4s que el sentido obvio de las palabras (He 13,31), el significado de un perfodo més largo de tiempo. Es un atimero que figura en muchos pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamen- to (Mc 1,13; Le 4,1) y que simboliza un tiempo santo. Durante ese tiempo el resucitado y exaltado Sefior, con sus apariciones “da muchas pruebas de que vive” (He 1,3). Con el acontecimiento llamado “ascensién a los cielos” termina la presencia visible de Jests. “...les abriéd la imteligencia para que entendieran las Escri- turas” (Lc 24,45): Al través de estas palabras se ve la importan- cia de la obra realizada en el “intermedio” entre la resurreccién y la ascensién a los cielos, obra de la que ya se habl6 en el pa- saje de Ematis (Le 24,25-27): explicar el sentido cristolégico de la Escritura: “...y hablando de las cosas del Reino de Dios” (He 1,3). “...¢@l reinado de Israel?...No os toca a vosotros saber los Hempos 0 momentos que el Padre ha seftalado con su poder” (He 1,7): No se puede contestar de un modo categérico a la pre- ganta de si los Apédstoles pensaron sélo en un reinado mesiénico visible bajo las palabras “reinado de Israel”, si bien ésa es la in- terpretacién natural. El mismo Jess determina, en aquel mo- mento en que los Apéstoles no entienden una vez més el co- mienzo del Reinado de Dios, dejar al Padre que les “gute a la 186 verdad. completa” (Jn 16,13). El Espiritu Santo, enviado por el Padre, ensefiaré a los rudos Apéstoles toda la verdad sobre el ya instaurado Reino de Dios y sobre la vuelta escatolégica que ya le ha seguido. En Mt 28,20b se indica la dimensién temporal, y en Lc 24,47 y en He 1,8, la geografica, a las cuales ha de ser lle- vado el mensaje salvador de Cristo. “...los bendijo. Y mientras, se alejaba de ellos e tba subien- do al cielo”: Extraordinariamente concisa es la descripcién de un acontecimiento como el de Ja ascensién de Jestis a los cielos. En ella no hay ornato literario alguno, Cuando el Jector de nuestros tiempos querria seguir a Jestis en su ascensién y se pierde, por decirlo asf, en pensar cémo fue su “vuelta” al cielo, su curiosidad da con un limite inesperado: “...y ana mabe lo oculté de su vista” (He 1,9). El acontecimiento de Ja subida al ciclo se desva- nece en un impenetrable misterio. La estampa biblica de la “nube” (Ex 24,16-18; Le 9,34; 21,27) simboliza la gloria de Dios y la plenitud inaccesible de su poder. “Y como se quedasen mirando atentamente al cielo...” (He 1,1-10): La mirada que con ansiedad contempla el cielo se diri- ge a los Apéstoles, que por la palabra de Dios (4ngeles que, como embajadores suyos, transmiten su mensaje) saben que el Sefior ha de volver de un modo visible. “109 Se volvieron a Jerusalém con gran gozo” (Lc 24,52): De un modo extrafio, por medio de dos Angeles que hablan, sa- ben los Apéstoles que en un futuro inmediato no hay que espe- tar la segunda venida del Sefior. Si, no obstante esto, “volvieron a Jerusalén con gran gozo”, se ha de atribuir a que la dilacién de la Parusfa ha disipado la tristeza y, por otra parte, a que ha llegado el momento pata los Apéstoles de ser testigos de Cristo y de su Reino. Intencionalidad de la predicacién 4) Lucas ha dejado claramente en sus dos obras la buella de dos épocas: Epoca de la actuacién visible de Jestis (Evangelio). Epoca de Ja actuacién invisible de Jesis en la Iglesia (Hechos). 187 Al mismo tiempo subraya Lucas la comtinuidad entre Cristo y Ja Iglesia, pues sdlo ha cesado la visibilidad, no la presencia y la actuacién de Cristo, No en balde es Lucas un auténtico discfpulo de Pablo, que ha asimilado el pensamiento paulino de la Iglesia como cuerpo de Cristo, 5) Ia frase “seréis mis testigos” prueba la oredibilidad de la predicacién apostélica, la cual se apoya no sdlo en las pala- bras de Cristo antes de la resurreccién, sino, sobre todo, en sus ensefianzas del perfodo de la post-resurreccién. El Cristo resuci- tado es quien ha revelado a los Apéstoles el sentido cristolégico del Antiguo Testamento. Admira que Lucas, el cual dedica sus dos obtas al gentil convertido Tedfilo (Le 1,3; He 1,1), dé canta importancia a Ja recta interpretacién del Antiguo Testamento. Es de suponer que en las postrimerias del cristianismo primitivo (el evangelio de Lucas y Hechos fueron escritos por el 75 después de Cristo) los conversos del gentilismo se interesaban también mucho por el Antiguo Testamento. ©) La dilacién de la Parusta hizo que el nerviosismo de la Primera mitad del siglo primero del cristianismo remitiese nota- blemente ¢ incluso que se disipara casi por completo. El saber que el Sefior no ha de venir inmediatamente, sino “al fin del mundo” (Mt 28,20), no les Ilena de tristeza y desaliento, sino que, por el contrario, les estimula a predicar el mensaje de Cristo y de su Reino con alegria y denodadamente en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra” (He 1,8). "188 12, LOS RELATOS EVANGELICOS SOBRE LOS MILAGROS La predicacién de Cristo al través del Nuevo Testamento va acompafiada de muchos milagros, intimamente vinculados a su mensaje. La Palabra de Cristo es confirmada con sus prodigios. Estos no son tan raros como parece deducirse, sobre todo, del Evangelio de Juan, cuando este evangelista habla del misterio divino de Jesis: Multiplicacién milagrosa de — “Yo soy el pan de vida” los panes (Jn 6,1-15). (Jn 6,35). Curacién del ciego de naci- — “Yo soy la luz del mundo” miento (Jn 9,1-41). (Ja 9,5). Resurreccién de Lazaro — “Yo soy la resurreccién y la (ja 111-44), vida” (Jn 11,25). Los milagros obrados por Cristo pueden reducirse a estos cua- tro grupos: Milagros obrados en la naturaleza, Curaciones de enfermos, Expulsiones de demonios, Resurrecciones. Cuadro sindédptico Milagros en la natura- leza: Conversién del agua en vino. Pesca abundante. 5A-1L La tempestad calmada.| 4,35-40) 8,23-27] 8,22-25 189 “Primera” multiplica- cién de los panes, Jestis camina sobre las aguas. “Segunda” smultiplica- ciédn de los panes. Pago del tributo al Templo. La higuera inttil. Otra abundante pesca. Curaciones de enfer- mos: La suegra de Pedro. Curacién de un lepro- so. El siervo del centu- ridén, E! paralitico. El de la mano seca. La hemorroisa. Dos ciegos. El sordo y tartamudo. El ciego de Betsaida, El ciego de Jericé, La mujer encorvada. El hidrépico. Diez leprosos. La oteja de Malco. EL hijo de un oficial real. El enfermo de la pisci- na de Bezata. El ciego de naci- miento. 6,32-44} 14,13-21 645-52 14,2233 81-10 | 15,32-39 17,24-27 11,12-14] 21,18-22 129-31] 8,14-15 140-45} 8,2-4 8,5-13 2,1-12 | 9,2-8 3,1-6 | 12,9-14 5,24-34] 9,20-22 9,27-31 7,31-37 8,22-26 10,46-52] 20,29-34 9,10-17 438-39] 5,12-16 7,1-10 5,17-26 66-11 8,43-48 18,35-43 13,10-17 141-6 17,11-19 22,50-51 61-15 6,16-21 446-54 5,1-15 9,1-41 190 Expulsiones de demo- nios: El poseso de la sina- goga. 121-28] 8,16 El poseso de Gerasa. 5,1-20 | 8,28-34 Un endemoniado mu- do. 9,32-34 Endemoniado ciego y mudo. 12,22-34 La hija de una cana- wea, 7,24-30} 15,21-28 Un muchacho poseso.| 9,14-29} 17,14-21 Resurrecciones: La hija de Jairo. 5,35-43] 9,23-26 El joven de Naim. Lazaro. Problemas literarios Para formar juicio de los relatos del Nuevo Testamento sobre los prodigios, se ha de tener presente lo que ya se dijo en el ca- pitulo 2: El Evangelio, mensaje de salvacién acerca del género literario de los Evangelios. Como los Evangelios no son en sume unas paginas de historia y el relato bfblico v. gr. sobre el proceso y condena de Jestis no es un acta judicial, asi no ha de verse en los relatos sobre los milagros una descripcién de consultas y diag- nésticos propios de la ciencia médica, No quiere decir esto que en esos. relatos no hay una realidad histérica. Con todo, se advier- te de antemano que el evangelio no da cuenta de los pormeno- tes sobre las diversas enfermedades curadas, que podrian intere- sar a los lectores de nuestro tiempo. El evangelio no pretende s6lo seferir hechos histéricos, ni mucho menos satisfacer la cu- tiosidad humana. Los relatos biblicos sobre los milagros estan 191 exclusivamente al servicio de la predicacién y de unas metas teo- légicas determinadas, Es muy posible e incluso probable que los Apéstoles en su predicacién oral y los hagidgrafos al escribir los evangelios, adop- taran formas, médulos de expresién, ya empleados por los gran- des escritores e historiadores de 1a antigiiedad. Este hecho y, por ende, la semejanza de género de estilo literario, no es en modo alguno argumento en contra de Ja historicidad de los milagros de Jesis y contra la credibilidad de los mismos. No puede sor- prender, ademds, que en la predicacién y en la catequesis apos- t6licas sobre los prodigios y entre el pueblo sencillo que las es- cuchaba surgieran detalles ajenos al milagro, pero que no afec- tan a su esencia. También llama la atencién que los relatos sobre los prodigios son, ora muy extensos (v. gr, Mc 7,32-37; 8,22-25; Jn 2,1-11), ora demasiado sobrios y concisos (v. gt. Mec 2,1-12; 3,1-6, 10,46-52). Asimismo se aprecia cada vez més que —al igual que en el Antiguo Testamento— también en Ja transmisién de los prodi- gios hay relatos dobles, es decit, que un solo acontecimiento real e€ histérico ha sido divulgado por el cauce de dos tradiciones y luego consignado en un relato doble. He aqui algunos ejemplos de posibles variantes: @) Multiplicaci6n milagrosa dé los panes: “Primera” multiplicacién de los panes Mc 6,32-44 (“cinco panes y dos peces” - “5.000 hombres”). Mt 14,13-21 Le 9,10-17 Jn 61-15 “Segunda” multiplicacién de los panes Mc 8,1-10 (“siete panes y algunos peces” - “unos 4.000”). Mr 15,32-39 b) Dos ciegos: Dos ciegos. Mt 9,27-31 Un ciego a la salida de Jericé, Mc 10,46-52 Mt 20,29-34 Le 18,35-43 c) Un enfermo: El sordo y tartamudo. Mc 7,31-37 El ciego de Betsaida. Mc 8,22-26 192 d) EI poseso: El mudo endemoniado. Mt 9,32-34 El ciego y mudo endemoniado. Mt 12,22-30 Asimismo, Ia realidad histérica y la forma literaria pueden haber hallado su expresién en los Wamados eptlogos corales, con los que preferentemente en el evangelio de Marcos es descrita la reaccién admirativa de los numerosos testigos de un milagro (Mc 1,27; 2,12; 7,37). Los mismos hagidgrafos hacen constar que 0 todos los pro- digios obrados por Jesés figuran en los Evangelios: “Otros mu- chos milagros hizo Jestis en presencia de sus discipulos que no estén escritos en este libro” (Jn 20,30; 21,25). Por eso han ido apateciendo constantemente y con diversidad de rasgos esquemd- tico-tipograficos voliimenes que ofrecen un resumen de la accién taumatitgica de Jests (Mc 1,32-34.39; 3,7-12; 653-56, Mt 4,23- 25; 8,16; 9,35-38; 12,15-21; 14,14.35s.; 15,30s.; 21,14). No pocos relatos sobre los prodigios dan la impresién de que son incompletos y sélo nos presentan las facetas mas importantes del hecho, de modo que, por una parte, se hace dificil seguir el orden Jégico (v. la falta de relacién entre Jn 2,4 y el versiculo 5), ©, por otra parte, no se refieren algunos detalles que interesarian a los lectores actuales de Ja Biblia (:cémo se realizé, v. gr., la mi- lagrosa multiplicaci6n de los panes, en las manos de Cristo o en las de los Apéstoles?). Intencionalidad teolégica Una ojeada a los relatos evangélicos sobre los milagros prueba: 4) Que Mateo y Lucas no han seguido servilmente a Marcos en el orden de los prodigios, sino que han usado de cierta: liber- tad y han insertado algunos en distintos pasajes, 5) Que han omitido algunos relatos de Marcos sobre los prodigios (v. gr. Mc 7,31-33; 8,22-26). Lucas, sobre todo, no ha registrado en su evangelio gran parte de los milagros hechos en Ja naturaleza. 193 ¢) Que Mateo y Lucas traen por separado o de consuno al- unos relatos que no figuran en Marcos y que, por consiguiente, proceden de otras fuentes (orales o escritas). @) Que, excepcién hecha de dos milagros (Jn 6,1-15; 6,16-21), los demés que nos transmite el evangelio de Juan no aparecen en ninguno de los sinépticos, lo cual revela que, al escribirlo, se atuvo a una tradicién propia. Juan se esfuerza —por Jo menos al principio— en mantener exactamente la serie de los prodi- gios obrados por Jesis: el primer milagro (Jn 2,11), el segundo milagro (Jn 4,54)... ¢) Que ya en el evangelio de Marcos se observa un empefio por presentar los milagros de acuerdo con un orden temitico: Mc 4,35-5,43 (cuatro milagros en el mar). 4) Que, sobre todo, en el evangelio de Mateo se ve una constante redaccional, Con mucha frecuencia aparecen reunidos en él los milagros en grupos de a tres (trilogta de milagros): Primera trilogia de milagros Mt 8,1-17 Segunda trilogia de milagros Mt 8,23-9,8 Tercera wilogia de milagros Mt 9,18-34 Cuarto ciclo de milagros Mt 14,13-36 (Dos milagros, en especial) Quinto ciclo de milagros Mt 15,21-39 (Dos milagros, en especial) Al través de la innegable actividad redaccional de los Evan- gelistas se ve una clara intencionalidad teolégica. Marcos atin es- cribe de los milagros de Jestis en una forma descuidada y tealis- ta, La manera de presentarse Jess recuerda mucho a los “tauma- turgos” de la antigiiedad. Indudablemente que los relatos de Marcos pasaron por el tamiz de la reflexién teolégica antes de ser admitidos por Mateo y Lucas en sus evangelios. A Mateo, y sobre todo a Lucas, de tan fina sensibilidad teolé- gica, debio parecer la presentacién literaria de los prodigios hecha por Marcos, si no chabacana, si equivoca y que se prestaba a falsas interpretaciones. Lo “caracteristico y exclusivo” de Ja actua- cién taumatirgica de Jess, frente a los relatos de “prodigios” de Ja antigiiedad no quedaba suficientemente resaltado. Probablemente la mayoria de edad alcanzada por el cristianismo primitivo y una ye 194 sensible reaccién cristolégica influyeron también en que Mateo y Lucas “no pudieran adaptarse ya” al texto de Marcos. Y fre- cuentemente estos dos evangelistas depuran los relatos del evan- gelio de Marcos sobre los prodigios, dandoles un matiz teolégico y espiritual. Se observa —sobre todo, confrontando los sindpticos— que Jos relatos sobre Jos prodigios, tanto en el pasaje de su imserctén como en la intensidad de su matiz teoldgico, tienen el sello pro- pio de cada evangelista y que estén, por consiguiente, al servicio de una meta teolégica y espiritual determinada. Los milagros y la historia de la salvacién No hay que considerar los milagros transmitidos por la Sa- grada Escritura separadamente, sino en relacién con la historia de la salvacién, Esos milagros nos ofrecen perspectivas histéricas tras las cuales hay un fondo completamente divino, Los milagros del Nuevo Testamento son la sefial de que el Reino de Dios ha comenzado en y con Jestis de Nazaret, el Hijo de Dios hecho carne. Claro es que esta verdad sélo se hace visible a los hombres creyentes, Por cierto que los milagros tienden a facilitar la fe en Ja “gloria” (Jn 2,11) de Jests: “Si no veis milagros y portentos, no creéis” (Jn 4,48). En la accién taumatirgica del Mesias se cumplieron también las profecias del Antiguo Testamento (Mt 114ss; v. Is 29,18ss.; 35,555 61,1). En los milagros de Jesus se fijé la sefal dltima de que 1a era del Mestas-Salvador ya se habia iniciado, Los milagros prueban 1a proclamacién de] - reina- do de Dios, hecha por Jesis en su mensaje. Mas el principio de la era salvadora plantea el problema del misterio de la personalidad de Jestis, Los prodigios pueden ser presenciados. Ni siquiera los enemigos de Jestis pudieron des- mentirlos (Mc 3,22; Mt 9,34; Jn 7-12; 8,48; 10,21; 11,47s.). Pero los milagros de Jestis empujan sélo hacia el misterio divino de su persona. Ellos fueron y siguen siendo historia de la fe. Sin embargo, no despiertan necesariamente Ja fe. “Aunque habia obrado tan grandes milagros delante de ellos, no crefan en El” (jn 12,37; Le 2,34). * Los milagros pudieron lograr que se reconociese a Jess como un gtan profeta, incluso como el Mesias (v. Mt 11,4ss.; Mc 8,11). 195 Pudieron provocar serias reflexiones sobre el misterio de su per- sona y preocupaciones inquietantes sobre quién seria. Pero cabe Preguntarse —y no aludimos al caso especial de las creencias ju- dias— si podian probar que Jestis de Nazaret es “el Hijo del Dios vivo”. Los milagros son, como el mismo Jestis, signos de Dios, aunque en realidad no son prueba de Dios ni prueba de fe. Sélo al hom- bre creyente se abren la dimensién profunda y todo el fondo del Hijo de Dios hecho carne. Los milagros son signos de divisién y de decisién; son catalizadores que descubren Ia fe o la incre- dulidad. Los milagros de Jess no disminuyen 1a decisién; por el contrario, reclaman y provocan esa decisién con todo vigor y energia. 196 13. CRISTO, SENOR DE LA NATURALEZA (Milagros en la naturaleza) Los prodigios que obté Cristo en Jos elementos de la natura- leza prueban, por una raz6n ultima conocida sélo al través de la fevelacién, tanto la estructura cristolégica de toda la creacién como el alcance césmico de la Redencién, Cristo no se pone por vez primera en relacién con los elementos de la naturaleza al hacerse hombre, sino que es —a lo que se refiere Pablo (y el paleontdlogo Teilhard de Chardin, S. J., muerto en 1955)— des- de-un principio “el primogénito de toda la creacién, porque por El mismo fueron creadas todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra, lo invisible y lo visible... Absolutamente todo fue crea- do por El y para El; y El mismo existe antes que todas las cosas y todas en El subsisten” (Col 1,15-17; 1,18s.; 1 Cor 15,28). Recordemos otro pensamiento que frecuentemente echamos en olvido: 1a catdstrofe del pecado afecté no sélo al hombre, sino a todo el cosmos: “.., maldita sea la tierra por tu culpa” (Gén 3,17). Desde entonces el brillo del Dios Creador en el mundo quedé, de un modo misterioso, como oscurecido y empafiado: y el mundo quedé convertido en anti-Dios y en fascinacién de la que se sirve el Maligno; y Satands, llamado “principe de este mundo”, se atrevié a hacer alardes de su soberanfa. No obstante el pecado, en la Encarnacién del Verbo, Dios se da a conocer a Ja naturaleza creada por El. Como el pecado, asi también la salvacién afecta tanto a los hombres como a todo el cosmos. No obstante el pecado, a la creacién le quedé la esperan- za “de ser librada de la esclavitud de la cottupcién, para ser ad- mitida a la libertad de la gloria de los hhijos de Dios. Sabemos efectivamente que toda la creacién gime...” (Rom 8,215s.). Me- diante su resurreccién, Cristo se ha relacionado mas intimamente con la creacién, con cada molécula, con cada atomo, pues con la glorificacién de su cuerpo ha empezado ya la era “de un cielo 197 nuevo y una tierra nueva” (Is 65,17; 66,22-24; 2 Pe 3,13; Ap 21,1). Cristo abarca y Ilena todos los 4mbitos de la creacién, el de los seres animados e inanimados, el de los hombres y el de la ma- teria. Precisamente los prodigios obrados por Cristo en Ja natura- Jeza prueban que El es el “Pawtocrator” 0 (dicho mejor y con un sentido més amplio) el “Cosmocrator”, “en el que todas las cosas subsisten” (Col 1,17). Por Cristo y en Cristo tiene lugar la recuperacién y consagracién del mundo (consecratio mundi), de suerte que en nuestros dias se ha creado la atrevida frase “Cristo césmico”. No el hombre, sino los inanimados elementos de la naturaleza (pan y vino) han sido dignificados por Cristo, para ser convertidos en su carne y en su sangre. De tal modo amé Dios en realidad a los elementos de Ia naturaleza, que los escogié para ser materia de los sacramentos (agua, aceite, crisma, etc.), los hizo aptos para la més alta cima de su glorificacién, es decir, para re- presentar visiblemente a todo el cosmos en el misterio de la trans- formacién eucaristica. La pesca milagrosa (Le 5,4-11) Caracterfsticas del texto EI relato de Lucas es ciertamente un relato peculiar y priva- tivo, pero tiene notables semejanzas con los lugares paralelos de los sinépticos, Marcos y Mateo. Efectivamente, Marcos y Mateo (1,16-20 y 4,18-22, respectivamente) traen también 1a vocacién de los discfpulos, de modo que bien puede hablarse de pasajes dobles. Sin embargo, el texto de Lucas, que evidentemente se basa en una tradicién especial, relaciona Ja vocacién de los disci- pules'con Ia inesperada y abundante pesca. Llama la atencién que el ‘relato de Lucas es sicolégicamente completo y hace de Simén ‘Pedro la figura central. 2° * Ademés, el texto de Lucas sobre la abundante pesca, a la que preceden esfuerzos imitiles y baldfos de los Apéstoles, ofrece al- gunas semejanzas con Jn 21,1-14, que trae, empero, un aconte- cimiento del perfodo de Ia ‘post-resurreccién. En el evangelio de Lucas es incluido, relativamente tarde, el episodio de la vocacién de los discipulos. Quiz& encajase mejor después de Le 4,30 (v. Mc 1,16-20 y la serie de acontecimientos de que allf se habla). 198 Explicacién de frases y hechos El hecho de la pesca milagrosa pudo acaso tener lugar en la ribera occidental del “lago de Genesaret” (Lc 5,1), cerca de Ca- farnatim (Le 4,31). Mas, teniendo en cuenta que Jesis “habia predicado ya em las sinagogas de Judea (= en toda Palestina) (Le 4,44) y que, ademas, Simén Pedro, como también Santiago (el Mayor) y Juan, bijos del Zebedeo, que eran companeros de Simén” (Lc 5,10), eran naturales de Betsaida y quiz es alli tam- bién donde estaban remendando sus redes, es posible también que el episodio de Ja pesca milagrosa tuviese lugar en Ja ribera del Norte, cerca de la desembocadura del Jordan. “...rema mar adentro...”: Las palabras de Jesiis se dirigen a Pedro, que quizd habia sido ei director de ia pesca nociuima y entre sus “compafieros de trabajo” (Le 5,10) ejercia ya una fun- cién rectora. “Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada; pero en tu palabra echaremos las redes”: Con la palabra “Maestro” quiere expresar Pedro sdlo el gran respeto que le merece el consejo de Jestis, cuyos prodigios se han divulgado ya por todas las zonas pesqueras del lago de Genesaret; es pronto para que quiera expresar con ese titulo el misterio divino de Jestis. La frase “echar las redes” quiere decir que Pedro y sus compafieros de trabajo no eran unos pescadores miserables, sino que eran capaces de formar una especie de sociedad pesquera y que disponian de grandes redes barrederas (Lc 5,6-7). Aunque Pedro sélo conoce a Jestis por lo que de El ha oido, sin embargo, siente que en el taumaturgo de Nazaret hay una autoridad xtra- fia. Pedro, que tiene mucha experiencia en cuanto se.rélaciona con la pesca y que est4 cansado de trabajar indtilgecite durante la noche y que quiz4 se siente incluso malhum ante la in- dicacién de Jestis se decide a pescar: “jen tu nambre!”. “.., llenaron tanto ambas barcas, que casi se hundian”: La red barredera pendia entre dos barcas; la red fue levantada y los pe- ces fueron descargados en las barcas, que bajo tan pesada carga casi se hundieron. ~, “ “Al ver esto Simén Pedro, cayé a los pies de Jestis, diciendo: Seftor, apartate de mi, que soy un hombre pecador’”: Comprep- 199 Pedro (sdlo en este pasaje Lc 5,8 —v. Le 6,14— se doble: nombre; en los demds se habla siempre de es en Le 22,31 y en Le 24,34, donde aparece el nom- bre, dé 'Sim6n)que esta abundante pesca no puede ser explicada -nahutalinen -De-ahi que “tanto él como sus compatieros qi obibcbaidosde espanio” (Lc 5,9). Ante lo extrafio e inexpli- “cable -percibe.en. Jestis,.Pedro siente que no puede estar a su Jaded, Gome hombte' pecador y: miserable, ‘se siente anonadado ante i isible*y -evidente de la gracia de Dios. Cierto que en Pedra ao: hice, todavia la fe en Jesiig- como Mesias, mucho menos la fe de que Jestis es el “Hijo del’Dios vivo”; mas Pedto ha en- trado ya en'la zona de la inquietud interior y "reflexiva. Las pala- bras de Simén Pedro se mueven en el sentido de esa meta, hacia los umbrales de la fe en el Dios-Hombre, Jesuctisto. “\..desde ahora seras pescador de hombres... lo dejarow todo y le siguieron”: El pasaje Lc 5,10b-11 tiene ciertas semejanzas con la férmula de vocacién corriente en las paginas del Antiguo Testamento: Frases de calma: “jdeja de temer!”. Comunicado de la misién: “desde ahora serds pescador de hombres”. Aceptacién: “ellos Uevaron las barcas a tierra, lo deja- ron todo y le siguieron”. Intencionalidad de la predicacién Tres ensefianzas importantes hay en este texto: @) El hombre se esfuerza’en vano. Pero si esté dispuesto a tomar en serio la palabra de Dios y a Ilevarla a la prdctica, reci- biré en abundancia e inesperadamente las bendiciones divinas: “jen ty palabral”. 5) Ante el favor de la copiosa Pesca, Pedro esté visiblemen- te_anonadado. En todo caso.él.se siente fayorecido por Dios. Y extsafia que.no muestre su. gratitud. Es que el hecho de que Dios ,.88, revele tan bueno con él'y, le haya distinguido tanto, le con- mueve ‘hasta’ el extremo de, no pensar més que en sus pecados “y a Piensa que oo ha merecido aquella bondad de con y 200: ¢) Quien tiene su encuentro con el Sefior y es llamadéd por El para una misién, debe sacar las consecuencias: “... dejarlo todo y seguirle”. Para seguir a Cristo no basta “séntirse sobreco- gidgs de espanto” (Le 5,9). El milagro de la abundante pesca pone claramente a los pescadores del mar de Galilea ante una decisién. Aqui se ponen ya las premisas para la fe en Cristo, en el Hijo del Dios vivo. Pero jcudntas crisis y pruebas habra de sufrir atin la fe de Pedro y de sus compafieros! La tempestad calmada (Me 4,35-43; Mt 8,23-27; Le 8,22-25) Caracteristicas del texto E| relato més antiguo, el de Marcos, est4 encuadrado en una trilogia de prodigios realizados en Galilea (Mc 4,35-5,43): La tempestad calmada (Mc 4,35-43) (Jess, Sefior de la naturaleza), Curacién del poseso de Getasa (Mc 5,1-20) (Jestis, Sefior de los malos espiritus). Resurreccién de la hija de Jairo (Mc 5,21- 43) GJests, Sefior de la muerte). Segan Marcos, Jesés se asemeja a ug antiguo “taumaturgo” que domina al espiritu del mar y de las tempestades. Queda pro- bado el poder divino de Jesds, mas el unico resultado es ¢l mie- do desconcertante de los discipulos. Sobre todo, la pregunta de Cristo en Mc 4,40 interrumpe el curso del episodio y oscurece la comprensién del mismo. Al través del relato de Marcos se perci- be el aliento de quien lo ha vivido. Incluso los més insignifican- tes pormenores quedaron prendidos en la memoria de Pedro, que es quien garantiza el evangelio de Marcos: “El (Jestis) estaba durmiendo sobre un cabezal en la popa”’ (Mc 4,38). Los otros dos evangelistas Mateo y Lucas dan al evangelio de Marcos un fuerte matiz de’ suavidad y “cristianizacién”. Ante todo, se diferencian de Marcos en tres puntos: ‘ 201 Primero: en la forma de presentar la pregunta de los Apés- toles a Jests: Mc Mt Ic 438 8,25 8,24 “Maestro, gno te im-] “;Sefior, salvanos,| “; Maestro! ; Maes- porta que perezca-| que perecemos!” tro! ;Que perece- mos?” mos!” Segundo: en 1a presentacién de la respuesta de Jesus: Mc Mt Ie 4,40 8,26 8,25a “Por qué sois tan| “;Por qué tembliis,| “;Donde esta vues- miedosos? gPor qué] hombres de poca| tra fe?” no tenéis fe?” fe?” Tercero: en el relato de Ja reaccién ante el prodigio: Mc Mt lc 440 8,27 8,25b “Ellos quedaron su-| “Maravillados, de-| “Llenos de temor y mamente atemoriza-| cian los hombres:| admirados, se decian: dos” éQuién...” Pero, cquién...” * Explicacién de frases y hechos “Pasemos a la otra orilla” (Mc 4,35): Después de ensefiar desde la barca en Ja ribera occidental del lago de Genesaret (Mc 4,1), se dirige Jesis por mar, al anochecer del mismo dia (Mc 4,35), a la orilla oriental. La noche solfa servir a Jesis para el descanso y para la oracién. Pero es también el fondo oscuro que acrece el horror de Ja tempestad en el mar. “Se levanté entonces una fuerte borrasca y las olas saltaban por encima de la barca, de suerte que estaba a punto de llenar- 202 se” (Mc 4,37) “y corréan peligro” (Lc 8,23): El lago de Gene- saret, encerrado entre montafias, es muy temido también en nues- tros dias, por las tormentas que en él se desencadenan de un modo repentino y peligroso. “Jesés estaba durmiendo sobre un cabezal” (Mc 4,38): ;Cudn detalladamente precisa Pedro, y quiz refiere también en sus ser- mones, que Jestis estaba dormido sobre un cabezal en la popa de la barca! Acaso él mismo puso este cabezal a disposicién del Sefior. “Maestro, ¢no te importa que perezcamos?” (Mc 4,38): La Pregunta que los Apéstoles dirigen a Jestis es muy impertinente y atrevida. En ella no puede verse atin ni un asomo de fe en su Omnipotencia, “EL se levanté, increpd al viento y dijo al mar: ;Calla! ;Cal- mate!”: La. tempestad y el mar son tratados como seres vivien- . tes. Jestis les conjura como a demonios y Je obedecen (Sal 89,10; Nah 1,4). La repentina calma del mar (Mc 4,39) produce ansie- dad y miedo. “Por qué no tenéis fe?” (Mc 4,40), pregunta Jesas tefiriéndose a la “confianza”. Quienes vivian el mensaje y los prodigios ya obrados por Jestis no debfan mostrarse tan timidos y cobardes. Intencionalidad dé la predicacién El relato sobre la tempestad calmada es un episodio de la “Vida de Jesis” y también de Ja “Vida de la Iglesia”. 2) No se trata sélo del relato de una tempestad maritima; se trata mas bien de la predicacién hecha al través del contraste: Mientras la tormenta y el temporal rugen, Jestis duerme con tan- ta tranquilidad, que tiene que set despertado —la seguridad de Jestis esti en evidente contraste con la angustia y el pdnico de los Apéstoles—. ;Cémo pueden temer y angustiarse los hombres teniendo consigo a Cristo? 203 b) ‘Seguir a Cristo es it al encuentro de la inseguridad y de Ja tormenta. Cristo no ofrece una seguridad cémoda y agrada- ble, sino que llama a sus discipulos y a su Iglesia, entonces, ahora y siempre, a los peligros propios de toda tempestad. No es el proceder de Jests tal como los hombres lo esperan. Entonces no ocurrieron las cosas segin el deseo y la ‘mentalidad de los hom- bres. Mas alli donde los discipulos se sienten inseguros esta el Sefior leno de piedad y misericordia. c) El relato de la tempestad calmada es finalmente la bisto- ria de la fe al través de los siglos. La fe de los discipulos es una fe purificada en el crisol de los sufrimientos y de las persecu- ciones. ¢Qué sabe de la fe quien nunca ha pasado pot Ja posibi- lidad de perderla o de traicionarla? ;Quien est4 en pie, cuide de no caer! La milagrosa multiplicacién de los panes Caracteristicas del texto En las diversas ediciones de la Biblia suele hablarse de una “primera” y una “segunda” multiplicaci6n de los panes, de modo que se tiene la idea de que se trata de dos milagros distintos, lo cual da a entender la diversidad que en los mismos se observa (v. Mc 8,14-21; Mt 16,5-12). “Primera” multiplicaci6n de los | “Segunda” multiplicacién de los panes panes oe alimentados: 5.000 hom- | (Los alimentados: unos 4.000) res) Mc 6,32-44 . Mc 8,1-10 Mt 14,13-21 Mt 15,32-39 Le 9,10-17 Jn 61-15 No obstante todas las divergencias textuales, sobre todo en los datos numéricos, quiz4 se trata de un solo acontecimiento. La verdadera diferencia de las dos tradiciones radica en la mira teo- légica, que acaso se oculta en el simbolismo de los datos numé- 204 ticos, o también en algunos detalles al parecer secundarios, {No podria ser que los destinatarios, judeo-cristianos y pagano-cristia- nos, respectivamente, imprimieran un determinado matiz a la tra- dicién de la milagrosa multiplicacién de los panes? El relato sobre la alimentacién de 5.000 hombres (Mc 6,32-44, etc.) pre- senta unos matices teolégicos més subidos (zpunto de vista de los judeo-cristianos?) que el relato de Ja alimentacién de unos 4.000 (Mc 8,1-10), En 1 se observan claras alusiones al Antiguo Tes- tamento cuando, al hablar de Jas muchedumbres reunidas, se dice (Mc 6,34) que “eran como ovejas sin pastor” (Nim 27,17; 1 Re 22,17; Ez 34,5). Leyendo entre lineas se ve que Jesus es el buen pastor (Sal 23,1s.), que eva a sus ovejas a los prados de fresca hierba (Mc 6,39). El sentarse en grupos de 100 y de 50 recuerda también el pasaje Ex 18,25, segtin el cual Moisés pone al frente de cada centena y de cada cincuentena un hombre que resuelva sus litigios durante la travesfa de los desiertos. Al re- cordar Ja travesia de los desiertos se piensa, por asociacién de ideas, en Moisés, de tal modo que Jestis aparece como el nuevo Moisés y como el buen pastor que distribuye el alimento a sus ovejas (Dt 18,15; Ex 34,23). Cuanto més ahonde el lector de la Biblia en el sentido del Antiguo Testamento, tanto més facil- mente comprenderd las alusiones mesidnicas que en él se en- cierran. Es posible, por consiguiente, que el relato sobre Jos 5.000 hombres alimentados (Mc 8,1-10) sea el més antiguo y que més adelante y por nuevas motivaciones fue presentado. bajo una nueva forma literaria. El matiz teolégico del relato m4s extenso (Mc 6, 32-44) se hace més inteligible al través de la tipologia Moisés- Cristo. El relato més extenso jes el que se basa en Ia tradicién que prefirieron las comunidades judeo-cristianas y el mas breve es el que responde a la tradicién preferida por los pagano-cris- tianos? Explicacién de frases y hechos La milagrosa multiplicaci6n de los panes pudo tealizarse al este del Jordin: “...@ un lugar apartado, hacia wna ciudad lama da Betsaida (Lc 9,10); “... al otro lado del mar de Galilea o Tibe- rhades” (Jn 6,1). 205 “Me da lastima esta muchedumbre” (Mc 8,2; Met 15,32; v. Mc 6,34): Jestis siente compasién de aquellas muchedumbres que le siguieron sin haberse provisto de viveres abundantes. “...5é los envio en ayunas a sus casas, desfallecerdn en el ca- mimo” (Mc 8,3): Mientras en el relato sobre la alimentacién de “4.000 hombres” es Jestis quien toma Ja iniciativa, en el otro son los discipulos quienes insintan a Jestis que despida a las gentes, “para que vayan a las alquerfas y aldeas del contorno a comprarse algo de comer” (Mc 6,36). “¢Cudntos panes tendis?” (Mc 8,5), pregunta Jestis, para obli- gat a sus discipulos a Ja cooperacién, a poner algo de su parte. “Jests... dijo a Felipe” (Jn 6,5): Sélo el evangelio de Juan hace mencién de los nombres propios de los discfpulos. Jess se dirige a Felipe, que es ‘de la préxima ciudad de Betsaida y, por tanto, el tinico entre los Apéstoles que conoce bien el terre- no. Quien da una respuesta precisa es “Andrés, el hermano de Simén Pedro” (Jn 6,8), cuya patria es asimismo Betsaida. La res- puesta, sin embargo, no es la misma en ambos relatos: Los alimentados: 5.000 Los alimentados: 4.000 “cinco panes de cebada y dos| “siete panes y algunos pececi- peces” (Jn 6,9). los” (Mt 15,34). “...tomé (los panes)... los bendijo, los partid y entregd a los disctpulos” (Lc 9,16): La accién de gracias y el partir el pan son Parte integrante de toda comida entre los judios. Las cuatro fra- ses “tomar el pan, bendecirlo, partirlo-y entregarlo” figuran tam- bién en el relato de la dltima Cena y en el de Ematis (Lc 24,30). Teniendo en cuenta que antes que se escribieran los Evange- lios se celebraba ya !a Eucaristfa entre los primitivos cristianos, es muy posible que las palabras aqui usadas sean un calco de Jas palabras litirgicas, “Recoged los trozos sobrantes, para que no se pierda nada” (Jn 6,12): El evangelio de Juan es el tinico que trae la recomen- dacién de Jestis de que se recogieran los trozos sobrantes. El nu- 206 mero de los canastos que se Ilenaron es distinto en cada uno de los relatos: Los alimentados: 5.000 Los alimentados: 4.000 “doce canastos” (Mc 6,43). “siete canastos” (Mt 15,37). No se trata aqui de cifras exactas en la realidad, sino de nt- meros simbélicos que significan la abundancia aun después de la comida de tantas personas. “Este es en verdad el Profeta que habia de venir al mundo” (Jn 6,14): Es de admirar el exiguo resultado obtenido entre las masas populares por la multiplicacién de los panes. Entre los cuatro evangelistas, Juan es el unico que habla de una reaccién positiva. El texto de Juan revela que .no se trata de uno de los muchos profetas, sino “del Profeta que (al fin de los tiempos) ha de venir al mundo” (v. Mt 11,3). Pata el pueblo eta evidente que el Iamado Profeta del final de los tiempos era la persona capacitada para restaurar el reino de David: “...se dispontan a it y tomarlo para hacerle rey” (Jn 6,15). Intencionalidad de la predicacién La ptedicacién sobre el milagro de la multiplicaci6n de los panes abre una doble perspectiva: hacia la historia de la salva- cién en el Antiguo Testamento y hacia esa historia en el Nuevo Testamento. .4) Ante todo, el relato mas extenso (Jos alimentados: 5.000) tiene una forma literaria que es imposible entender plenamente sin conocer el Antiguo Testamento, Las muchas alusiones, de las que ya se ha hablado al tratar de las caracteristicas del texto, tienden a presentar a Jess como el nuevo Moisés y como el ver- dadero y buen pastor de su pueblo del Testamento Nuevo. Jesis es el Moisés escatoldégico, que salva a su pueblo de sus necesida- des y apuros espirituales. 5) Es verdad que el milagto de la multiplicacién de los pa- nes se realiz6 en un momento histérico determinado. Pero al 207 mismo tiempo abre una perspectiva al futuro. La primitiva co- munidad cristiana, que en las celebraciones litirgicas ofa predi- car de este milagro (en las catacumbas hay muchas representacio- nes del canasto con panes y peces), tenia la suficiente instruc- cién para ver simbolizado en & el misterio de la Eucaristia, La telacién del milagro con la Eucaristfa, que apenas se advierte en Jos sindpticos, aparece clara e indudable en el evangelio de Juan, pues al prodigio (Jn 6,1-15) sigue el maravilloso sermén euca- tistico (Jn 6,22-71). Para el autor del cuarto evangelio, el misterio eucaristico esté expresado tan claramente en 1a multiplicacién de los panes (y en Ja transformacién obrada en las bodas de Cana: Jn 2,1-11), que cree innecesario decir una palabra de la institu- cién de la Eucaristia en el telato de Ja tltima Cena. ¢) Ei prodigio de ia muitipiicacién de ios panes tiene un significado eucaristico, como se ve por el evangelio de Juan, de tan marcado cardcter lititgico-sacramental; se ha Jlegado al punto de partida para una de las mas importantes revelaciones de Jesés, en la que hay frases de la mayor trascendencia: “Hijo del Hom- bre” (Jn 6,27), “mi Padte” (Jn 6,32), “Yo soy el pan de Ja vida” (Jn 6,35); aqui, por lo demés, aparece por vez primera la férmula “Yo soy”, que Juan pone luego tantas veces en labios de Jess (v. el cap. “Yo soy, afirmaciones de Jesiés); “he bajado del cielo” (Jn 6,38), “si alguien come de este pan, vivird eterna- mente” (Jn 6,51). Existe una clara y neta linea divisoria entre el pueblo de la Antigua Alianza y Ja comunidad de Qumran, y el pueblo de los santos del Nuevo Testamento, cuyo alimento no es un don divino (como el mana). Su distintivo inconfundible es la comunidad de mesa y de banquete con el Kyrios que salva y que se entrega a st mismo en comida, Pero mientras el Salvador es comido, es zmico como es nica la comunidad en El, de modo que no hay més que una comunidad de vida en EL @) Con Cristo se inicia la era gozosa del Mesias, la cual es anunciada con multitud de pardbolas, bajo la forma de un ban- quete de bodas, Frente a las practicas penitenciales “de los dis- cipulos de Juan y de los fariseos” (Mc 2,18), que no tienen otro significado que el de preparacién para la venida del Mesias, ad- vierte Jesis que el Mesias (el esposo del pueblo de Dios) ha ve- nido ya. ¢Pueden ayunar los invitados a bodas, mientras el espo- 50 esté con ellos?” (Mc 2,19; v. Mt 11,18-19; Le 7,33-35). Y la 208 frase que inmediatamente le sigue, “vendrin dias en que les arre- baten al esposo y entonces ayunaran, en el dia aquel” (Mc 2,20), ha de ser interpretada con la mira puesta en la Pasién y, sobre todo, en la nerviosa y escatoldgica espera, en la que vivian las primitivas comunidades cristianas. @) Jess insiste uma vez més, en una de sus muchas ense- fianzas a los discipulos, sobre el tema de Ja milagrosa multiplica- cién de los panes (Mc 8,14-21; Mt 16,5-21). En esa multiplica- cién tienen que ver los discipulos, que todavia no entienden, wna confirmacién de la ensefianza de Jesés: como tienen consigo a Jests, el “verdadero” pan, no necesitan ir a los fariseos, a bus- carlo, mas bien deben “gwardarse de la doctrina (levadura) de los fariseos y saduceos” (Mt 16,12). Jestis camina sobre las aguas (Mc 6,45-52; Mt 14,22-33; In 6,16-21) Caracteristicas del texto El pasaje, tal como lo trae Marcos, es de tonos muy realistas. En él aparecen sin paliativo alguno las fuertes reacciones de los discépulos: “...dieron un grito creyendo que era un fantasma; todos, en efecto, lo vieron y se asustaron” (Mc 6,49). “Y subié a la barca con ellos, calmandose el viento; y no salfan de su asom- bro los discipulos” (Mc 6,51). No se sabe con certeza en qué paraje tiene lugar el episodio (v. Mc 6,45: “... con rumbo a Betsaida; y en Mc 6,53 se lee: “...tomaron tierra en Genesaret y atracaron”). El evangelio de Juan dice que los discipulos “se pusieron en marcha hacia la otra orilla, a Cafarnatim” (Jn 6,17). Los nombres “Dalmanuta” (Mc 8,10) y “Magadén” (Mt 15,39) son un enigma. Quiz4 se trata aqui de un estrato redaccional bo- troso o deteriorado, puesto que ambos lugares, que debieron estat en la ribera del lago de Genesaret, son desconocidos. Los exege- tas, en su mayoria, dan como solucién a este problema biblico, el nombre “Magdala” (en Ia ribera occidental, cuatro kilémetros al noroeste de la ciudad de Tiberfades). Es también muy raro que les “viese @ los discipulos) navegar fatigados, pues tenian vien- to contrario”, que por eso “fue hacia ellos caminando sobre el 209 lago” y que, no obstante, “iba ya a pasat de largo” (Mc 6,48). Pero también pata Marcos debié de ser lo ocurrido sobre Jas aguas del mar no una historia de fantasmas, sino wna historia de Ia fe; lo prueba el versiculo 52 de su capitulo 6: “No salian de su asombro los discipulos, pues no habian entendido lo de los panes (multiplicacién milagrosa) y sus corazones estaban embo- tados”. Al evangelio de Marcos afiade Mateo en el suyo wn breve frag- mento, que no trae ninguno de los evangelistas (Mt 14,29-31). Llama generalmente la atencién cudn extraordinaria importancia da el evangelio de Mateo a la figura y a la misién de Pedro (Mt 16,17-19; 17,24-27; 18,21-22). El relato que nos transmite Juan es el més reposado y sere- no. Se mueve todo él en un ambiente de fe. “Le recibieron go- zosos en la barca” (Jn 6,21). Nada dice del espanto de los dis- cipulos ante un fantasma. Mas en seguida, superando a los tex- tos de los dos sindpticos, refiere otro milagro: “...al instante la barca tocé tierra en el lugar donde se dirigian” (Jn 6,21). Explicacién de frases y hechos “...1a barca estaba en medio del lago (Genesaret)” (Mc 6,47): Mientras Marcos fija la situacién de la barca de un modo tan impreciso y Mateo lo hace con Ja misma imprecisién: “... la barca estaba ya en medio del mar” (Mt 14,24), Juan la indica con exactitud al decir “habiendo remado como unos veinticinco 0 treinta estadios (= unos cinco kilémetros)” (Jn 6,19). “...@ la cuarta vigilia de la noche fue andando a ellos sobre el mar” (Mt 14,25 da el tiempo exacto en que se realiza el mi- lagro (= entre las tres y las seis de la mafiana). “Al verle ellos andar sobre el lago, dieron un grito creyendo que era un fantasma” (Mc 6,49; Mt 14,26): Por Ia lectura de los tres relatos no puede deducirse exactamente si Jestis queria unirse a los discipulos en Betsaida (Mc 6,45) 0 en Cafarnatim (Jn 6,17), o si determiné anticipadamente el lugar y el tiempo de la re- unién, Por el relato de Juan, 6,17 (“Jestis no se habia atin jun- tado con ellos”), pudiera sacarse la conclusién de que Jesis les hizo la promesa de reunitse con ellos durante Ja travesia, Mas 210 en medio de la “oscwridad” (Jn 6,17) y del “fuerte viento” (Jn 6,18), y cansados de bregar penosamente horas y horas (Mc 6,48; Mt 14,24), repentinamente creyeron los discipulos ver un fantasma. En este punto sdélo hay claridad en el evangelio de Juan: “...vieron a Jestis que caminaba sobre el mar y se acer- caba a la barca” (Jn 6,19). “Tranquilizaos: jSoy yo! jNo temdis!: Las palabras de Jesis dan a los sobresaltados discipulos la seguridad de que tienen de- lante de sf al Sefior. Nuevamente es Pedro el que se distingue entre los demds, y hace a Jesis el atrevido ruego: “jSeftor, si eres tt, mandame ir a ti sobre las aguas!” (Mt 14,28): La peticién de Pedro es extraordinariamente osada, pues sélo un milagro puede darle la posibilidad de andar también sobre el agua, “Y bajando Pedro de la barca, andaba sobre las aguas e iba @ Jesés”: Asi, sencillamente y sin adornos literarios, se nos des- cribe el milagro de andar Pedro sobre las aguas. Mas entre lineas se percibe la ansiedad y el nerviosismo de los que contemplan la escena desde la barca. “Mas, al ver la fuerza del viento, se asusté y, como empezaba 4 hundirse, grité: ;Sehor, sdlvamel”: Puede ser que arteciase el viento y se alborotaran las olas mds y mAs, de tal modo que Pedro se sintiera angustiado. Cuanto menor era su confianza, tanto més profundamente se hundia. “Hombre de poca fe, epor qué has dudado?”: Cuando Jeshs dice “ven” (Mt 14,29), ya puede el hombre confiar en su pala- bra, La tormenta es mds fuerte que la fe inicial de Pedro y hace que cada vez piense mds en sf y menos en Jess. La reaccién de los discfpulos, al subir Jestis (con Pedro) a la barca, es descrita en términos muy diversos: Mc 6,52: “...sus corazones estaban embotados”. Mt 14,33: “...se postraron ante El, diciendo: “Verdadera- mente tt eres el Hijo de Dios’”. En Marcos, que no presencia el episodio de Pedro, se hace constancia de la incredulidad y embotamiento de todos los disci- pulos. En el evangelio de Mateo sélo Pedro es el hombre “de poca fe”, mientras los dem4s compafieros dan un testimonio sor- 2u1 prendente de su fe en Cristo, Acaso pueda suponerse que Mateo intercal6 aqui un conocimiento de la fe de los discipulos adqui- tido y madurado ulteriormente. Los versiculos 51-52 (Mc 6) y el 33 (Mt 14) son Mamados “epilogos corales” (estribillos litera- rios), que por una parte contrastan entre si (incredulidad-fe) y otra dan al relato del prodigio un redondeamiento litetatio. Intencionalidad de la predicacién a) En el caminar de Jesiis sobre las aguas hemos de ver (anticipadamente) las propiedades inherentes a su estado de re- surreccién y glorificacién. Como el Kyrios resucitado entra al tra- vés de las puertas cerradas (Jn 20,19), asi el Cristo anterior a la resurreccién, que como Sefior de Ja naturaleza ha dictado las leyes de la gravitacién, ejerce dominio sobre esas leyes. 5) Nuevamente permite el Sefior que sus discipulos (simbo- lo de lo que ha de ocurrir a su Iglesia) se vean amenazados por Ja oscuridad y por la tormenta (v. Mc 4,35-40). Los discipulos deben recorrer siempre un camino de pruebas y ser purificados cons- tantemente, para reconocer en fin que con Jests no hay lugar para la angustia y el miedo. ¢) Atrevida es Ja pretensién de Pedro de poder andar sobre las aguas, como Jests. Al atrevimiento del ruego corresponde la decisién de la respuesta. El Sefior accede, porque Jas palabras de Pedro rebosan lealtad y afecto. Pedro tiene el valor de lanzarse a caminar por el agua, confiado en la palabra de Jesus. Sdlo alli, donde hay buena disposici6n por parte del hombre, se dan los signos- y los milagros. d@) Cierto que Pedro va exteriormente hacia el Sefior. Mas la proximidad a El no impide que el distanciamiento inte- rior y la pérdida de su confianza se acentien cada vez mds. Don- de Ia fe y la confianza desaparecen, cesa el milagro. A medida que Pedro va perdiendo su fe y confianza interiores, se va hun- diendo cada vez més en las olas. e) A aquel hombre de “poca fe” le estén faltando la gran- deza de 4nimo, el valor sorprendente y la inaudita osadia de la fe. Pedro se siente dominado por el imstinto natural de la con- 212 servaciém, Ya no conffa en la Omnipotencia de Dios, que apoya y sostiene todas las cosas. ;Cudnto debe acrecentarse todavia la fe de Pedro para poder ser llamado “piedra” (Mt 16,18) y ser asi el apoyo y el sostén de sus compafieros en el apostolado! (Le 22,32). El tributo al Templo (Mt 17,24-27) Caracteristicas del texto La narracién sobre el pago del tributo al Templo es propia y exclusiva del evangelio de Mateo y es uno de tantos pasajes en Jos que Pedro juega un papel importante (Mt 14,28-31; 16,17-19). Mateo trae este pasaje inmediatamente después de la segunda profecia sobre la Pasién y acaso da a entender que no debe considerarse este prodigio como un episodio aislado del con- texto. Como no procedia cobrar tributo al “Hijo” (Mt 17,26), asi era incomprensible que el Hijo habia de ser entregado en manos de los hombres para morir a sus manos (Mt 17,23; v. pa- rabola de los vifiadores: Mt 21,33-45). Nuevamente se habla de la Filiacién y de los derechos de Hijo por parte de Jesds, mas al mismo tiempo se habla también de la obcecacién del pueblo de Israel. Explicacién de frases y hechos Para la cer la situacién religiosa y las costumbres del pueblo de Israel en tiempos de Jestis, Después del destierro se establecié (Neh 10,32) un tributo destinado a sufragar los gastos del Templo: cada persona debia pagar medio siclo. En los ultimos siglos antes de Cristo se introdujo en Palestina el sistema monetario griego: he aqui Ja equivalencia en pesetas oro de algunas de sus monedas: Didracma = 1,50 pesetas. Tetradracma (= estatera) = tres pesetas (Mt 17,27). “...los colectores de didracmas se acercaron a Pedro...”: Ba todas las grandes ciudades, y por ende también en Cafarnaim 213 (Mt 17,24), habia encargados de cobrar los tributos para el Templo, “(Vuestro Maestro no paga didracma?”: Esta pregunta nos revela Ja diversidad de opiniones que habia, en tiempos de Jestis, en este punto del tributo al Templo. Como los galileos (al igual que los saduceos) —por antagonismo con Jos fariseos— se nega- ban a pagarlo, por eso los colectores preguntan a Pedro si Jests, como galileo, quiere o no pagar el tributo para el Templo. “Cuando entré em casa, se anticipé Jesés diciéndole...”: Jesis sabe lo ocurrido antes que Pedro se lo diga. “4. luego los hijos estén libres”: Segén las costumbres del Oriente, los hijos y los familiares del rey cstaban libres del pago de los tributos. Quiere decir Jestis muy veladamente que tam- poco El, como Hijo del eterno Padre, cuyo Palacio es el Templo, debe pagar tributo alguno (Lc 2,9). Pero Jestis no quiere dar el més “minimo motivo de escindalo” (Mt 17,27); y se atiene a lo Prescrito por las antiguas leyes, “...echa el anzuelo y al primer pez que suba, sicalo, dbrele la boca y encontrards en ella un estater”: Lo prodigioso est en que en la boca del pez se halla precisamente aquella moneda (el estater) que se precisaba para que Jesis y Pedro pagasen el tributo del Templo. Intencionalidad de la predicacién 4) No es Jo més importante el milagro, sino Ja velada afir- macién de Jesis sobre el misterio de su Persona, sobre su filia- cién y sus derechos de Hijo. 4) Jesiis no quiere escandalizar a los judfos por despreciar las leyes. Prefiere cumplir los ms pequefios detalles de las leyes tributarias a escandalizar a nadie. Hay’ para Jestis otras ocasio- nes mAs propicias que ésta para hablar del misterio de su divi- nidad y de su exencidn de las leyes humanas. ¢) En la teologia del evangelio de Mateo, que se esfuerza por Ilevar el mensaje de Cristo del obcecado pueblo de Israel “a 214 todos los pueblos”, representa el pasaje del tributo al Templo como una fase transitoria en la que, respecto a la religién judia, permanecen ain intimamente ligadas estas dos cosas: la exen- cién y la obligatoriedad de la misma. La higuera estéril (Mc 11,12-14.20-26; Mt 21,18-22) Caracteristicas del texto Marcos y Mateo encuadran el episodio de Ja maldicién de la higuera en Ja dltima fase de la vida de Jesis, Ambos evange- listas han narrado ya Ja entrada de Jestis en Jerusalén (Mc 11,1-11; Mr 21,1-11). Sin embargo, micntras Marcos habla de los efectos de la maldicién divina después de Ja expulsién de los mercade- res del Templo, Mateo lo hace antes y después de todo el episo- dio. Por el lugar en que lo encajan, se ve claro que los evangelis- tas establecen una relacién entre Ja higuera seca y el incrédulo Israel, que estén ambos a dos bajo Ja maldicién de Jestis. Enig- maticas e incomprensibles son, sin embargo, las palabras de Mar- cos “fue a ver si encontraba algo en ‘ella; pero al llegar sdlo en- contré hojas, pues no era tiempo de higos” (Mc 11,13). Quiza Mateo reparé en esta dificultad, pues omite la frase “no era tiempo de higos”. Mientras, segiin Mateo, la higuera se secé en el acto (Mt 21,19), segdn Marcos es al dia siguiente cuando ob- servan los disc{pulos que “la higueta se ha secado hasta Ja rafz” (Mc 11,20). En las palabras de Jestis que siguen a este episodio (Mc 11,20- 26; Mt 21,21-22; v. el duplicado de Lc 17,6) figuran éstas: “fe” y “oracién”; y Mc 11,25. alude también al “perdén de los pe- cados”, Se trata de palabras de Jests cuya insercién aqui forma una unidad literaria algo incoherente con el pasaje de la maldi- cién de la higuera. Explicacién de frases y hechos “Al dia siguiente, al salir de Betamia...” (Mc 11,12): La es- cena tiene lugar aproximadamente en los meses marzo-abril y en el camino de Betania a Jerusalén. 215 “4. Jests sintié hambre...”: Ambos evangelistas bablan del hambre de Jestis, para explicar el porqué de su acercamiento a la higuera; pero se hace incomprensible que Jesiis partiese ham- briento de Betania, donde casi siempre se hospedaba en casa de sus amigos Lazaro, Marta y Maria. “Nadie coma jamés fruto de ti”: Sélo en este pasaje se habla de tan singular castigo, que tantos problemas crea. ¢No es irra- zonable esperar que una higuera tenga fruto, cuando no es el tiempo de la cosecha? ¢Por qué ha de recaer un castigo tan duro (“jams”) sobre un ser inanimado? Intencionalidad de la predicacién *E] episodio de la maldicién de la higuera y sus terribles efec- tos plantea a los expositores de la Biblia no pocos problemas, que no se resuelven sdlo diciendo que pudo haber deslices en la copia de los textos. Se trata de un relato que nos transmite un hecho real e histérico, 0 sélo de un relato completamente sim- bélico? La maldicién de la higuera ges una injusticia, pues no podia haber fruto antes de tiempo y, por otra parte, una criatura inanimada no puede set culpable? Y aun admitiendo que se trata de un hecho teal e histérico, sdlo tiene un profundo signi- ficado si se relaciona con la obstinacién de Israel (pensamiento que juega importante papel en el evangelio de Mateo (v. la pa- rabola de la higuera estéril: Le 13,6-9). @) Cacr en manos del Jucz Supremo serd terrible para el hombre que no ha producido frutos de fe, que “se ha secado hasta Ja raiz” (Mc 11,20). Si tan tremendo fue el castigo que ze- cay6 sobre un ser inanimado, jcudn terrible sera el que recaiga sobre el hombre, ser dotado de inteligencia y de voluntad libre! 5) La maldicién de Jesus cae sobre el incrédulo y obstina- do pueblo de Israel, figurado en la higuera estéril. Son revelado- fas a este respecto las palabras de Jestis que siguen a este episo- dio y que tratan los temas de “la fe”, “de la oracién” y “del perdén de los pecados”, pues Israel no tenia fe en su Mesias y con la justicia farisaica habia cerrado el camino a la verdadera oracion y al auténtico perdén de Dios. 216 14. CRISTO, SALVADOR DE LOS. HOMBRES (Curaciones) A juzgar por Jas paginas de los Evangelios, las curaciones de los enfermos figuran a la cabeza de los prodigios obrados por Jess. No quiere esto decir que Jas curaciones sean los actos més impresionantes del poder de Cristo (sin duda producen una im- ptesin mAs fuerte la expulsién de los demonios y las resurrec- ciones); mas parece que la fama y el nombre del Taumaturgo de Nazaret se divulgaron por toda la Palestina merced precisa- mente a las muchas curaciones. No se propusieron, sin embargo, los evangelistas presentar una recensi6n exacta de los milagros de Jestis, sino que, sobre Ia base de datos, que primeramente fueron orales y luego escritos, hicieron una seleccién de los mis- mos y apelaron a ellos para probar los comienzos del Reino de Dios. Con Ja aparicién de Cristo ocurte algo “nuevo”, jamés ocurrido, Donde se inicia la soberania de Dios no hay ciegos, ni paraliticos, ni leprosos. Las curaciones de enfermos han.de en- tenderse como ségno escatolégico y presagio de la salvaciém de- finitiva y de la dltima posible armonia de cuerpo y alma en el hombre perfecto. Son, por decirlo asi, luces de sefializacién de aquella gloria definitiva de Dios, a la que son Ilamados los hom- bres. Las curaciones de los enfermos tienen, por consiguiente, el caracter de signos precursores, que nos permiten entrever sélo Jo que ocurrir4 en los Ultimos tiempos, cuando Ilegue la consu- macién del Reino de Dios. Entonces “se enjugara toda lagrima de sus ojos y no habré m4s muerte, ni luto, ni clamor, ni pena, porque el primer mundo ha desaparecido. Y el que estaba sen- tado en el trono dijo: “He aqui que hago nuevas todas las co- sas’” (Ap 21,4-5). Una ojeada a los sinépticos ptueba, ademas, que las pequefias, pero importantes, variaciones redaccionales de los relatos sobre 217 los prodigios obedecen a determinadas méras teoldgicas de la predicacién, que llevan la impronta de cada evangelista, de los afios de existencia del primitivo cristianismo y de sus destina- tatios, judeo-cristianos 0 pagano-cristianos. Las primitivas comu- nidades cristianas no sdlo vieron en los relatos sobre los prodi- gios unos acontecimientos del pasado; los utilizaron también como material apologético para probar la divinidad de Jess. La comu- nidad de los santos del Nuevo Testamento tiene conciencia clara de que el Kyrios, que subié a los cielos y est4 en ella de un modo invisible, sigue teniendo el poder de obrar milagros y de que una vez para siempre, con la instauracién del Reino de Dios, han sido superados toda enfermedad y todo dolor. Curacién de la suegra de Pedro (Mc 1,29-31; Mt 8,14-17; Le 4,38-39) Caracteristicas del texto El relato de Marcos es anecdético, circunstanciado y detallis- ta. Es que en él hay un hecho vivido por Pedro y quizd su mis- mo estilo. Los otros dos sinépticos, Mateo y Lucas, han introdu- cido en é1 modalidades de importancia. Mateo omite todo Jo se- cundario. La redaccién de su relato tiene un estilo oficial y proto- colario (habla s6lo de “Pedro”: Mt 8,14). Sin necesidad de que Je informen y le rueguen, sabe El que esta enferma y obra el milagro, Lucas, como médico, habla de “una gran fiebre” (Lc 4,38) y presenta a los circunstantes rogandole por ella: “...y le rogaban por ella” (Lc 4,38). Es interesante que, segtin el texto de Lucas (acaso por adaptacién al concepto helénico de la enfermedad), Ja fiebre aparece personificada en un poder diabédlico, Se trata de una lucha entre Jestis y el demonio de la fiebre, al que Jess “or- dena” (Lc 4,39), La victoria de Jestis se describe con Jas pala- bras que siguen: “y la fiebre la dejé. Ella se levantéd inmediata- mente y se puso a servirles” (Lc 4,39). A continuacién trae Mar- cos la curacién de muchos enfermos, anochecido ya el dia del s4- ado (Mc 1,32-34). 218 Explicacién de frases y hechos + La escena se desarrolla en la ciudad de Cafarnatim, en cuya sinagoga habfa estado poco antes Jestis (Mc 1,21-28; Mt 7,28-29; Ic 4,31-37), y concretando mas, “en la casa de Simén y de An- arés” (Mc 1,29). Mt 8,14 habla sélo de “la casa de Pedro”, y Lc 4,38, de la “casa de Simén”. Como, segtin las costumbres orien- tales, Ia mujer se trasladaba a la casa del marido, y la de Pedro residfa, por tanto, en Betsaida, se ha de concluir que Pedro y su hermano Andrés estaban en Cafarnatim, en el domicilio de la suegta de aquél, sdlo de visita. Segtin los relatos apécrifos, Pedro tuvo una hija, llamada Petronila (fiesta el 31 de mayo). “\..le tomé la mano...”: El gesto de Jestis ha de interpre- tarse como la transmisién de una fuerza sobrenatural que curaba Jas enfermedades (v. Mc 5,30: “... al sentir en si mismo la vir- tud que de EI habia salido”). “Inmediatamente se levanté y se puso a servirles”: El modo repentino de obrar la curacién revela el poder soberano de Jestis. Mateo 8,15 da un matiz especial al versiculo, traduciendo “se levanté” por “fue despertada”. Con el verbo “despertar” se hace una alusi6n a Ja resurreccién de Jestis, También autoriza para ver esa secreta alusién el hecho de que, segtin el relato de Mateo, la suegra slo sirve a El (Jests) y no a ellos (los discipulos), como escriben los demas evangelistas. . Intencionalidad de la predicacién 4) Cuando se predica a las primitivas comunidades sobre el poder taumatirgico de Jests, los cristianos creen firmemente que también ahora y entre ellos puede el Sefior realizar los mismos milagtos. El ya iniciado Reino de Dios cuenta sienvpre con la con- firmacién de signos divinos visibles. 4) La historia de Ja salvacién nos permite conocer Ja fami- lia de Simén Pedro y al mismo tiempo sacar la conclusién del papel destacado que juega Pedro en la familia de la comunidad neotestamentaria, No es sélo uno de tantos discipulos; segin Mt 8,14, es ya la piedra fundamental de la comunidad de Cristo. 219 La figura y la importancia de Pedro se ven ya a la luz de la mi- sién de la post-resurreccién, ¢) EI relato de Mateo (“fue despertada”) nos recuerda ef misterio de la resurreccién, que todo cristiano vive ya al recibir Jas aguas bautismales (Rom 6,1ss.). Después que Cristo realiza Ja gran obra del nuevo nacimiento en el redimido, éste le sirve con todas sus fuerzas, como Io hizo un dia la suegta de Pedro. Curacién de un leproso (Mc 1,40-45; Mt 8,2-4; Le 5,12-16) Caracteristicas del texto La curacién de un leproso es, en el evangelio de Marcos, la inroduccién a la llamada serie de discusiones de Jess con sus adversarios en la evangelizaci6n de Galilea (Mc 1,40-3,6), discu- siones cuya coleccién —segtin opinan muchos— debié tener de- Jante el evangelista al escribir su evangelio: Introduccién (Mc 1,40-45): curacién de un leproso. Primera discusibn (Mc 2,1-12): curacién de un paralitico. Segunda discusién (Mc 2,13-17): comida con los publicanos, Tercera discusién (Mc 2,18-22): la cuestién del ayuno. Cuarta discusién (Mc 2,23-28): la cuestién del sdbado. Quinta discusién (Mc 3,1-6): curacién del hombre de la mano seca. Con motivo de la curacién de un leproso (Mc 1,40-45) no se constituye Jestis en despreciador de la Ley; antes al contrario, aprovecha Ja ocasién para ordenar al cutado el cumplimiento de Ja misma. Este episodio sirve como de puente, de introduccién a las discusiones que siguen, en las cuales se acusa a Jestis de me- nospreciar las leyes judias. La serie de discusiones de Jestis con sus adversarios en Gali- lea tiene un doble objetivo: poner a disposicién de las primiti- vas comunidades cristianas material apologético, para defender a Jestis y defenderse a si mismas de los reproches judios (Jests no iba contra la Ley, sino contra la interpretacién rigorista de la mnisma), y mostrar cémo se Ileg6 a la oposicién judia contra Jesus 220 hasta Megar a la crucifixién, AJ desarrollar el tema de las discu- siones, podian advertir los predicadores del mensaje de Cristo: jMirad, asi se empez6! El relato sobre la curacién de un leproso consta de dos pat- tes: Mc 1,40-42 (el milagro) y Mc 1,43-45 (la orden de cumplir Jas prescripciones mosaicas). Explicacién de frases y hechos “...um leproso”: Adem4s de la lepra auténtica (lepra cutd- nea), que se manifiesta por la aparicién en la piel de manchas rosadas, habia en tiempos del Testamento Antiguo muchas y di- versas enfermedades humanas, e incluso de los vestidos y de las casas, que se designaban con el nombte genérico de “lepra” (Lev 13,1-14,57). La lepra era considerada como un castigo de Dios, de modo que el leproso era un marcado por la mano ven- gadora de Dios, un pecador piblico, un impuro. Todo el que era tocado por un leproso era asimismo impuro. “Si quieres, puedes limpiarme”: Una extraotdinaria y firme confianza revelan estas palabras, que nada piden, pero que todo lo esperan de la miseticordia de Jesus. “El, apiadado, extendié la mano y lo tocé...”: Con este gesto de tocar al leproso da a entender Jestis que el concepto de pure- za del Levitico es creacién de la mente humana y que el contacto corporal no puede producir la impureza espiritual. Debe tam- bién interpretarse ese acto como la transmisién de una fuerza so- brenatural que cura, a la cual alude Jess cuando dice: “Quiero, queda limpio” (Mc 1,1). “Y al instante se le quité la lepra y quedé limpio”: Ese modo repentino de curar excluye toda curacién de indole natural. “Luego lo despidié advirtitndole severamente...”: Hay un taro contraste entre el proceder de Jestis y el prodigio que acaba de realizar. Acaso el leproso, en su alegria y gratitud enormes, no quiere separarse de Jestis y desea divulgar por doquier el sen- sacional hecho de su curacién, de modo que la afluencia de las gentes entusiasmadas impedirfa la tranquila actuacién de Jesus (Mc 1,45). 221 Las palabras de Jesus al recién curado contienen una prohibi- cién: “Mira, no lo digas a nadie”, y un precepto: “Muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificacién lo que mandé Moisés” (Mc 1,44). La orden de Jestis tiende a evitar que el curado vaya inmediatamente a su casa, deje de cumplir las prescripciones le- Bales y sufra algtin contratiempo de parte de las autoridades ju- dias. Jestis quiere, sencillamente, librarle de tal contratiempo. Intencionalidad de la predicacién @) La mira, la meta teolégica de este relato no hay que bus- carla en el mismo hecho prodigioso, sino en las palabras que Jess dice después de realizar el milagro (Mc 1,44; Mt 8,4; Lc 5,14). Jesis no es despreciador de la Ley judia, como los fariseos dicen con frecuencia; antes, por el contrario, ordena al curado que cum- pla lo prescrito por la Ley. Puede, por consiguiente, suponerse que nos hallamos ante un fragmento ideado por la predicacién primitiva con fines apologéticos, para llegar a esta conclusién: Jests de Nazaret fue acusado injustamente de despreciador de ia Ley. 5) De la comunidad de los santos del Nuevo Testamento forman parte también aquellos que, segtin la mentalidad religiosa de los hebreos (como también de acuerdo con los principios mo- tales de la comunidad de Qumran), son tenidos por impuros. Pre- cisamente admite Jestis con preferencia en su comunidad a todos aquellos que son expulsados de la sinagoga y del Templo con- forme a la ideologia imperante en aquel entonces. Con todo esto se manifiestan las convicciones y los sentimientos intimos de la religiém cristiana, tan desfavorables a las prdcticas externas y a las leyes religiosas del judaismo, « ¢) El tema “pureza-impureza” es abordado a fondo en Mc 7,1-23, Frente a la interpretacién judfa de la Ley y a Jas con- tinuas alusiones a la tradicién, Cristo expone el verdadero y au- téntico sentido de la Ley, cuando objeta a los escribas y fariseos: “Vosotros, para guatdar vuestras tradiciones, violdis el manda- Mmiento de Dios... y anuldis el mandamiento de Dios a causa de una tradicién...” (Mc 7,9.13). Lo de fuera no hace ante Dios impuro y pecador al hombre, sino sélo las cosas malas que salen de dentro (Mc 7,23). 222 @) En el pasaje del dbolo de la viuda (Mc 12,41-44; Lc 21,1-4) tampoco es Jestis un despreciador de la Ley, sino que da a toda la escena un matiz religioso tan profundo, que hace de- pender la bondad de la ofrenda no de la cantidad, sino del espi- ritu con que se hace: “Esa pobre viuda eché més que cuantos echan en el Tesoro” (Mc 12,43). El siervo del centurién de Cafarnatim (Mt 8,5-13; Le 7,1-10) Caracteristicas del texto No debe recliazarse la opinién segén la cual los dos sinépti- cos, al escribir su relato (Mt 8,5-13; Le 7,1-10), y también Juan al escribir sobre la curacién del hijo de un oficial real (Jn 4,46-54), se basaron en una sradicién comtim quizh de un solo aconteci- miento ocurrido en Cafarnatim, el cual adopté diversas modalida- des en Ja primitiva predicacién cristiana. Esta curacién fue insertada en el entramado de la vida de Jesiis, asi en Mateo como en Lucas, demasiado pronto, pues s6lo tras un largo periodo de actividades continuas puede Jests afir- mar: “En verdad os digo que en ninguno de Israel encontré tan- ta fe” (Mt 8,10; Lc 7,9). Interesante es la diversidad textual de los relatos afines de los dos sinépticos. El de Mateo presenta la conversacién entre Jess y el centurién en un estilo sobrio, con- ciso, militar. El de Lucas es, indudablemente, més extenso y tiene una redaccién razonada. El centuridn no se presenta ante Jesiis, manda unos ancianos de los judios a rogarle que vaya a sanar a su sietvo, los cuales le hablan de los méritos del centurién: “Mg- rece que se lo concedas, porque ama nuestra raza y nos ha edi- ficado una sinagoga” (Lc 7,5-6). Sélo al final del episodio, y tam- bién por mediacién de unos amigos, expone sus deseos a Jesiis el discreto centurién. La figura del centurién, que aparece fuerte y recia en el evangelio de Mateo, queda trocada en el de Lucas en una personalidad demasiado comedida y dictil para su pro- fesién. Entre los versiculos de esta curacién (Mt 8,5-10; Le 7,1-10) 223 intercala el evangelio de Mateo unas graves palabras de Jesus sobre la salwacién de los gentiles y la reprobacién de los judios (Mt 8,11-12), que el de Lucas inserta en otro lugar (Le 13,28-29). Explicacién de frases y hechos “...5@ le acercé un centurién”: Se trata de un centurién que, a juzgar por el evangelio de Lucas, servia al rey Herodes Anti- pas (cuatro afios antes de Cristo hasta el 39 después del mismo), mandaba tropas mercenatias judias y Mevaba mucho tiempo resi- diendo en Cafarnatim (Lc 7,5). “Sefior, no soy digno de que entres en mi casa. Di una pala- bra y mi siervo quedaré curado”: Para la mentalidad gentil del centurién es evidente que Jestis, el Taumaturgo de Nazaret, puede curar a distancia, con sdlo dar una orden, y por ende que no ne- cesita ir a su casa, El centurién argumenta con Jo que ocurre en su profesién militar y est4 convencido de que una orden de Jess es bastante para que se retire el demonio de la enfermedad. “Os digo que ni en Israel he encontrado fe como ésta”: Este pasaje, paralelo del de Mt 15,28 (= Mc 7,24-30) no es una mera afirmacién, es también un fallo de Jestis contra Israel. La “fe” del centurién gentil puede no ser una fe auténtica en Cristo, pero su confianza ilimitada le hace digno del amor de Jess y de que Este lo proponga como un modelo. “Muchos vendran y se sentardn con Abrahan, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos; pero los hijos del Reino serdn. arroja- dos” (Mt 8,11-12): Este episodio, que se desarrolla en la ciudad de Cafarnatim, adquiere con esta profecia de Jestis dimensiones de universalidad, pues los gentiles ocuparin los asientos vacios en torno a la mesa de las promesas que se hicieron a Abrahén, Con las frases “a las tinieblas de fuera” y “el Uanto y el crujir de dientes”, que expresan el concepto de infierno en el Testamento Antiguo, alude Jesis al terrible castigo de Dios, que ha de re- caer sobre gran parte del obstinado pueblo de Israel. 224 Intencionalidad "de la predicacién @) El episodio de la curacién del siervo del centurién figu- ra en el principio de las curaciones de enfermos, pero no persi- gue el fin reolégico de las mismas. El fin al que se orienta toda la natracién es la fe del centuriém. Cierto que la “fe” de este gentil no esta del todo purificada y libre del influjo de los mi- lagros, pero cuenta con todas las condiciones y requisitos que abren el camino a la fe en el misterio de Jesis, 4) En las palabras de Jestis se observa un claro contraste: La fe del centurién es confrontada con la fe débil y con Ia obs- tinacién del pueblo de Israel. Si se tiene en cuenta que el evan- gelio de Mateo fue escrito después del afio 70 de nuestra Era y a la vista de alguna de sus frases (obstinacién de Israel, un tema fundamental de ese evangelio), se deduce que fue baldia la pre- dicacién de los Apéstoles entre los judios. El nuevo Israel, “for- mado por judios y gentiles”, era ya en este tiempo una realidad histérica, Curacién de un paralitico (Mc 2,1-12; Mt 9,2-8; Le 5,17-26) Caracteristicas del texto EI relato sobre la curacién del paralitico esté insertado, como ya se ha dicho, en la serie de discusiones de Jestis con sus adver- sarios durante la evangelizaci6n de Galilea. La cima teoldgica del mismo est4 en la pregunta “gquién puede perdonar los pecanos sino sélo Dios?” (Mc 2,7; Le 5,21) y en la correspondiente res- puesta: “...ef Hijo del Hombre tiene poder para perdonar pe- cados” (Mc 2,10; Mt 9,6; Le 5,24). Estilisticamente es Mamado “pericope-continente”, porque en el curso del mismo (Mc 2,1-4. 11-12) se intercala una discusién (Mc 2,5-10), Ante todo, los ver- siculos de la discusién pertenecen al campo de Io opinable en la exégesis moderna. Se cree que Ja alusién al perdén de los peca- dos es fruto de la reflexién de las primitivas comunidades cris- tianas del periodo de la post-resurreccién. Esa alusién pretende, segiin se dice, fundamentar el derecho de perdonar los pecados 225 en el poder divino de Jestis, que es probado con un prodigio. El poder de perdonar los pecados, que se practica entre las primiti- vas comunidades cristianas, est4 enraizado en el derecho del mis- mo Cristo. Explicacién de frases y hechos Para la inteligencia de Mc 2,4, se ha de tener en cuenta la es- tructura del techo de una casa de campesinos galileos (por lo demas, Le 5,19 habla de una casa con techo cubierto de tejas). La caja superior constaba de arbustos espinosos como defensa con- tra las fietas. Debajo habia otra capa de arcilla apisonada que res- guardaba a la casa de Jas fuertes lluvias; y en la parte mds baja habia unas vigas de madera colocadas a corta distancia unas de otras. “Levantaron la techumbre donde El estaba, hicieron un bo- quete y descolgaron la camilla con el paralitico” (Mc 2,4): Prime- ramente quitaron los arbustos espinosos, Juego abrieron un agu- jero al través de la capa arcillosa y finalmente dejaron caer la camilla con sogas por entre las vigas, de modo que quedase exactamente delante de Jesis. “Al ver Jests su fe... Al punto, conociendo Jesus en su es- pirite lo que discurrian dentro de si...”: Estas palabras revelan Ja Omnisciencia divina de Jestis, pues los escribas presentes no manifestaron exteriormente sus pensamientos. “Para que vedis que el Hijo del Hombre tiene poder para perdonar pecados sobre la tierra...”: Por vez primera aparece aqui, en el evangelio de Marcos (Mc 2,10), el titulo mayestético “Hijo del Hombre”, que ha sido tomado del libro de Daniel (7,13s.) y que en los sindpticos se Jee en total 69 veces, En este mismo pasaje emplean ese titulo los dos sindépticos Mateo (9,6) y Lucas (5,24). Sélo en este lugar habla el Hijo del Hombre del poder de perdonar pecados. El Hijo del Hombre se presenta asi no sélo como Juez Supremo de los hombres, sino también como Salvador de los mismos, mediante el perdén de sus pecados. 226 Intencionalidad de la predicacién 4) El relato sobre la curacién del paralitico, como de carc- ter apologético, fue escrito con alusiones antijudias. ¢Posee Jesis el poder de perdonar pecados, que sdlo compete a Dios, o sus palabras son una blasfemia? b) Usando Cristo el titulo mayestdtico “Hijo del Hombre”, afirma que tiene ese poder. La curacién de los enfermos es la confirmacién visible de las afirmaciones de Jesés. En otra oca- si6n (Mc 11,27-33; Mt 21,23-27; Lc 20, 1-8), los pontifices y los escribas preguntan a Jestis en el Templo de Jerusalén: “Con qué autoridad haces esto? ¢Quién te dio esa autoridad? Mas como entonces estaban ya bien delimitados los frentes y eran muy gran- des el recelo y la obstinacién de sus interlocutores, Jestis no quiso contestarles, ¢) También en las comunidades cristianas hay un poder de perdonar los pecados, que est4 enraizado en Jestis y se ejerce en su nombre. Quien desea entrar en el Reino de Dios, debe apar- tarse primero de todo pecado y de cuanto a Dios desagrade (Mc 1,15; Mt 11,20ss.; 18,3). d) También en el relato sobre el hospedaje de Jess en casa de Zaqueo, jefe de publicanos (Lc 19,1-10) es el tema del perdén de los pecados Ja idea central; “los publicanos y pecadores” (Mc 2,15 ss.; Mt 11,19; Le 15,1) pertenecen, sin embargo, a ese grupo de hombtes que son despreciados por los que son modelo de la religiosidad de aquel entonces. Al decir Jests “comviene” (en el evangelio de Lucas se repite 41 veces este “conviene” salvador) que Aoy (v. la alusién al “hoy” en Le 2,11 y Le 23,43) “me hos- pede en tu casa” (Le 19,5), afirma que son precisamente los pe- cadores en quienes se ha iniciado el deseo de cambiar los que son llamados a Ja mesa con Abrahan: “... por cuanto también éste es hijo de Abrahéin” (Lc 19,9). Antes que el Hijo del Hombre venga como Juez Supremo, quiere actuar en la tierra como perdonador de pecados. “El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10). El leguor debe identificarse con el pecador Zaqueo: No basta la igri, cién divina para salvarle, la invitacién ha de ser aceptadal puede salvarse quien se deja salvar y hace todo lo que esté dé su parte para su propia salvacién. . 227 e) En el pasaje de la adiltera (Jn 8,1-11), que no es ori- ginal del cuarto evangelio y que presenta afinidades de estilo con el relato de los sinépticos, también se trata de la actitud de Cristo ante el pecado, Donde los hombres difaman y condenan, el Sefior confia en la buena voluntad y en la comprensién de ta persona difamada. Jestis da palabras de aliento a la pecadora y la despide advirtiéndole seriamente que desde ahora ande resueltamente por el camino de Dios. {Dios escribe recto con renglones torcidos! Curacién de la hemorroisa (Mc 5,25-34; Mt 9,20-22; Le 8,43-48) Caracterfsticas del texto El relato sobre Ja curacién de la hemorrofsa es un caso tipico de pericope-contenide (Mc 5,25-43), pues est4 intercalado den- tro del pasaje que nos refiere la resurreccién de Ia hija de Jairo (Mc 5,21-24.35-43). Segiin todas las apariencias, no se trata de una adaptacién literaria, sino de un verdadero hecho histérico. Marcos lo presenta con todo lujo de circunstancias, mientras Mateo lo hace con un estilo muy sobrio y omitiendo no pocos detalles. La totalidad del texto esta como dominada por la fe de dos per- sonas, la de una mujer que padece una hemorragia y la de un hombre que es uno de los jefes de la sinagoga y se lama Jairo, Explicacié6n de frases y hechos “va. und mujer enferma con una hemorragia desde hacia doce atios, que habia sufrido mucho con muchos médicos y gastado toda su hacienda sim obtener ninguna mejoria, antes habia em- peorado...” (Mc 5,25-26): Una mujer anénima (llamada Verd- niga, segtin una leyenda de época posterior, y que aparece en la sexta estacién del via-crucis), que por su enfermedad era impu- ra (Lév 15,19-27), se aproveché de Ja aglomeracién de personal para acercatse a Jestis, Este texto resulta original, precisamente porque revela que en su redaccién influyé incluso la defensa de intereses profesionales. Lucas, el médico, debidé estimarlo desfa- vorable para su profesién, pues lo escribié asf: “una mujer que 228 padecia flujo de sangre hacia doce afios, y que habfa gastado en médicos todo su haber, sin que ninguno pudiera curarla...” (Le 8,43). “,..t0c6 por detrds la orla de su manto... @ inmediatamente se secé la fuente por la que perdia sangre”: Mt 9,20 y Le 8,44 se muestran detallistas y minuciosos cuando hablan de la orla del manto, La mujer revela creer en una magia ingenua, al pensar que es preciso tocar el manto de Jess para cutarse. La expresién “fuente de Ja sangre” es la usada entonces en el campo de la me- dicina para significar una enfermedad gravisima de esa clase. Luego se tefiere con amplitud y detalladamente todo lo de- més del hecho: el acto de volverse Jestis y su pregunta, la tes- puesta de los discipulos desconcertados y Ja confesién de la mu- jer curada. “Hija, tu fe te ha sanado”: Jess no censura las deficiencias que hay en la fe de aquella mujer. Le basta la buena disposicién del hombre, pues su gracia sabe y puede hacer todo lo demas. Intencionalidad de la predicacién @) El relato tiene una clata finalidad: destacar la fe de la hemortojsa y al mismo tiempo la obstinacién del pueblo de Is- rael. También se contenta el Sefior con una fe deficiente y no exenta de mentalidad fetichista, con tal que sea sincera, noble y decidida. ;Qué consuelo para los ctistianos saber que el Sefior sélo pide sinceridad y buena’‘disposicién, y que no exige esa fe abstracta y pura que sélo es posible en los que se consagran al cultivo de la ciencia! 5) Doquier se acerca a Dios el hombre creyente, tienen lu- gar los milagros, que sdlo El puede hacer. El sordo y tartamudo (Me 7,31-37) Caracteristicas del texto El prodigio pertenece a la serie de los obrados fuera de Ga- lilea y es exclusive del evangelio de Marcos. Mientras Mateo 15,29-31 sélo habla sucintamente de Ja intensa actividad tauma- tirgica de Jestis, sigue Marcos enumerando algunos milagros en 229 particular. En Me 8,22-26 (curacién del ciego de Betsaida), acaso se trata de un mismo milagro, que a veces es considerado como distinto. Explicacién de frases y hechos “...@1 territorio de la Decdpolis (de las diez cindades)”: Con el nombre de la Decépolis se designa un tetritorio situado, sobre todo, al este del lago de Genesaret y del Jordan, que, después de Alejandro Magno, fue poblado en su mayor parte por gentes ve- nidas de Grecia (paganas, por consiguiente) y que desde Pom- peyo, que el 63 antes de Cristo conquisté toda la Palestina, esta- ba bajo el dominio de Roma. “;Epheta!”: Jests, después de realizar los preparativos simbé- licos: meterle los dedos en los oidos y tocarle la lengua con un poco de su saliva, dice la palabra “jEpheta!”, que sélo figura en el original arameo, y obra el milagro. “...5€ le solté la trabazén de la lengua, de modo que hablaba correctamente”: En contraposicién al ciego (Mc 8,24-25), acaso el sordo y tartamudo no sufria la enfermedad desde el nacimien- to. El hecho de que en seguida pudiera hablar “correctamente” parece indicar que antes pudo hablar. “Les encargé que no lo dijeran a nadie”; Aunque apenas era posible silenciar el milagro en sf, debian evitarse, sin embargo, las falsas consecuencias que de él sacaban los espectadores, en su mayor parte. Como ocurre frecuentemente en el evangelio de Marcos (Mc 1,44; 5,43; 8,30), también aqui prohibe Jestis que se hable; esto lo mismo puede ser una realidad, que una presenta- cién literaria. Jestis no queria exponer el misterio de su persona y de su misién a una falsa concepcién del Mesias por parte de sus coetaneos. No queria, desde luego, ser mal entendido y que le metiesen en conflictos con las tropas de ocupacién. Por otra parte, los predicadores del mensaje de Cristo querian decir, con Ja prohibici6n de hablar, que antes de la Pascua “los ojos (de to- dos) estaban impedidos para reconocerlo (a Jestis)” (Le 24,16). A los mismos Apéstoles, sélo se les abrié cada vez mas el misterio de Ja divinidad de Jess en el perfodo de la post-resurreccién. 230 Intencionalidad de la predicacién 4) El sordo es figura del hombre que no oye la palabra de Dios. El ofdo del hombre sélo puede abrirse y hacerse apto para percibir los més sutiles impulsos de Dios por medio de la pala- bra “Epheta”, dicha por El El hombre puede ofr y no off, si contempla las cosas de este mundo y no reconoce en ellas la ac- cién de Dios. 4) Ante Dios no puede hacer otra cosa el hombre que “tar- tamudear” (Mc 7,32). Es un tartamudeo “como el charlar (la ora- cién) de los gentiles, que se imaginan que seran escuchados por su mucha palabrerfa” (Mt 6,7). El hombre no puede por si hablar con Dios. Primero ha de desatarle y santificarle Dios su lengua pecadora, que ha rehusado el didlogo con El, y luego ya puede el hombre “hablar correctamente” (Mc 7,35); es decir, ya se hace capaz de la oracién y de la liturgia, El ciego de Betsaida (Mc 8,22-26) Caracteristicas del texto Este prodigio pertenece igualmente a la serie de los obrados fuera de Galilea. Es propio y exclusive de Marcos. Pedro y su in- térprete Marcos, ante la grandeza de la ciudad de Roma, donde residen y actian, quiz4 tienen de Ja Betsaida de Ja ribera Norte de Genesaret el concepto de una “aldea” (Me 8,23.26). En nues- tros dias se defiende cada vez més la opinién de que este pasaje es el duplicado de Mc 7,31-37, en el cual, sin embargo, se han hecho algunas adiciones. Se ha de convenir en que las acciones que preceden a la curacién coinciden casi del todo en ambos relatos, Explicacién de frases y hechos “Jesés, tomando de la mano al ciego, lo sacé fuera de la al- dea”: El milagro debe obrarse en la soledad (misterio del Me- sfas). 231 “Veo hombres, y los veo andar, como si fueran drboles”: El ciego recobra primero la potencia visual, pero no Ja visién “per- fecta”. Sdlo después de ponerle Jestis “otra vez las manos sobre los ojos” (Mc 8,25) “lo vio todo claramente”. Prolija y grafica- mente, cual si de nuevo se estuviese viviendo la escena, es descri- to el hecho de la curacién. Intencionalidad de la predicacién @) El ciego es todo hombre que en Jesis no reconoce al Mesias y Salvador. Se puede tener en perfectas condiciones la po- tencia visual y, sin embargo, no ver el misterio de la divinidad de Jestis. “Dichosos los que creyeron sin haber visto” (Jn 20,29). Véase el aforismo sobre el ojo (Mt 6,22-23; Le 11,34-36). 5) En este caso del ciego de Betsaida gno se alude a la fe de los Apéstoles que lentamente va desarrolléndose, y que sdlo al través de muchas tergiversaciones y malentendidos llega a la verdadera y auténtica fe en Jestis, el Cristo e Hijo de Dios? El hombre creyente esté siempre en ruta, hasta que por fin, a Ja luz de la eternidad, puede ver a Dios cara a cara. “Nuestra ciencia es imperfecta... Vemos ahora mediante un espejo, confusamente; entonces veremos cata a cara” (1 Cor 13,9.12). c) Para tener una visién “perfecta” hay que saber distin- guér una cosas de ottas, a lo cual hace alusién Jesus en Mt 7,15-20. La vida en este mundo es vida de tentacién y de prueba, en Jas cuales la vista clara de los creyentes tiene poder suficiente para reconocer a los “falsos profetas”, aunque se presenten con ves- tido de oveja. “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7,20). La mujer encorvada (Le 13,10-17) Caracteristicas del texto El pasaje de esta curacién es insertado en el que se llama “viaje de Lucas” (Lc 9,51-18,14). Es como un “puente literario” para pasar a la siguiente déscusién sobre el cumplimiento del pre- cepto sabdtico, 232 Explicacién de frases y hechos “...una mujer poseida de un esptritu inmundo que la tenia enferma hacia dieciocho aftos; estaba encorvada y no podia en modo alguno enderezarse”: Lucas hace una descripci6n muy deta- llada de Ja enfermedad, que atribuye al demonio, de acuerdo con la mentalidad médica de los antiguos: “...el espiritu inmundo Ja tenia enferma hacia dieciocho afios” (Lc 13,16). La iniciativa de Ja curacién parte de Jesés, que llama a la mujer (Lc 13,12). “...empez a dar gloria a Dios”: La mujer, que es Uamada “hija de Abrahan” pot Jests (Lc 13,16), acaso no reconoce toda- via en El al Hijo de Dios. Su fe judeo-monoteisia hace que su oracién de agradecimiento por el beneficio recibido se eleve “a Dios” de un modo general. “Mas Jesus le respondié (al jefe de la sinagoga): “;Hipdcri- tas!”, Jesis aparece claramente como “el Sefior”, el Kyrios del sabado, y denuncia Ja observancia literal y rigorista del sibado judfo, que lega hasta el terreno de lo absurdo e inhumano. El amor y la misericordia de Cristo no se detienen ante el concepto mezquino e inhumano que muchos de sus compatriotas tienen del sbado. El versisulo 17, adaptacién de otro de Isaias (45,16) forma como un bastidor tras el cual se descubre el cardcter del evangelio de Lucas. Intencionalidad de la predicacién 2) Se trata de una de las muchas déscusiones entabladas en torno al sdbado, de las cuales se deduce que Jestis no se opone en modo alguno a la santificacién del sébado, sino a la absurda y petrificada casufstica creada con motivo de él. En otra ocasién (cuando los discipulos se pusieron a cortar espigas en sabado: Mc 2,23-28; Mt 12,1-8; Le 6,1-5) ya alude Jestis a la adulteracién del sabado: “El sébado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el s4bado” (Mc 2,27). Jesis no quiere abolir el s4bado, sino darle su significado primitivo, el que se propuso Dios: “El Hijo del Hombre es Senor también del saébado” (Mc 2,27; Mt 12,8; Le 6,5). 233 4) Objetivo muy importante para los predicadores del men- saje de Cristo era mostrar cémo, no obstante los milagros de Jess y del entusiasmo popular, se Ilega a la colisién con el Sa- nedrin, el supremo organismo religioso de los judfos. Los peque- fios incidentes y las frases en los que Jestis se enfrenta con el es- piritu farisaico son las etapas por las que se Iega a la sentencia de muerte de cruz. ©) La curacién del hidrépico (Lc 14,1-6) es asimismo un re- lato exclusive de Lucas, que forma parte también de los conflic- tos sobre la cuestién del s4bado. Pero mientras en Le. 13,14 es el jefe de Ja sinagoga quien habla al pueblo y luego Jesus le res-, ponde, en esta escena es ya muy tensa Ja situacién: “Le acecha- ban” (Lc 14,1). Jestis, sin esperar a que los escribas y fariseos adopten una actitud de desaprobacién, como en el pasaje de Lu- cas 13,14, aqui les hace una pregunta ante la cual “ellos calla- ron” (Lc 14,6). Se ve avanzar inexorablemente el desenlace fatal que espera a Jesus, Los diez leprosos (Le 17,11-19) Caracteristicas del texto La curacién de los diez leprosos pertenece a la fase final del “viaje de Lucas”. De nuevo es el relato wz punto de partida para una declaracién de Jestis, que reviste suma importancia: Precisa- mente un samaritano, un extranjero, un paria, en la mentalidad farisaica, es el tinico que se muestra agradecido, Extrafian en este pasaje exclusivo de Lucas la predilecciém por los samaritanos y la visible defensa que de ellos se hace. Explicacién de frases y hechos “... diez leprosos que se detuvieron a distancia, diciendo a voces: Jests, Maestro, ten compasién de nosotros”: Los leprosos, sélo a distancia podian alternar con los sanos, segin las pres- cripciones sanitarias de entonces. Quiz en el retiro donde escon- den su miseria han ofdo hablar tan bien de Ia actuacién tauma- 234 tirgica de Jestis, que se deciden a implorar Ja curacién de su terrible dolencia. “Id a presentaros a los sacerdotes”: ‘Todavia no se ha obrado el prodigio. Jestis les manda que se presenten a los sacerdotes de acuerdo con las prescripciones judfas sobre la purificacién. Los leprosos obedecen y Menos de confianza en Jesis se ponen en camino y “mientras iben quedaron limpios” (Lc 17,14). “Uno de ellos volvié glorificando a Dios en voz alta, y se arro- 6 a los pies de Jesus, déndole gracias”: Mientras los demas cu- tados siguen su camino para cumplir su deber de presentarse ante los sacetdotes, uno, y precisamente samaritano, vuelve a Jesis para expresarle su agradecimiento. Este acto y el de arrojarse a Jos pies de Jestis no deben interpretarse, sin embargo, como un reconocimiento de su divinidad, sino sdlo como una muestra de la gratitud humana y natural, Intencionalidad de la predicacién 4) Los Evangelios revelan cada vez més a las clatas que los israelitas, que tanto se pagan de Jas promesas hechas a su padre Abrahdn, reciben abundantes beneficios de Jesus, pero no le co- tresponden con los sentimientos de su sincera y eal gratitud. Mas el hombre a quien Je falta incluso Ja natural gratitud, puede sentir el profundo respeto que se debe a Dios? jLos extranjeros, los parias, son mejores creyentes que los hijos del pueblo de Dios de ia Antigua Alianza! 5) Los “extranjeros” son los que avergiienzan a los judios (Lc 17,18). En wiltimo término, los extranjeros son todos los no judios, los pueblos gentiles, Cuando Lucas escribe su evangelio y lo dedica al “gentil” Tedfilo, el pueblo de Dios del Nuevo Tes- tamento consta ya en su mayor parte de gentiles. c) El ctistiano tiene siempre conciencia de pertenecer al Reino por Ja inmerecida gracia de Dios. Pero como todo es gra- cia, no hay para el cristiano mas que una actitud ante Dios: la accién de gracias, La vida cristiana es una constante accién de gracias, Eucaristia en Cristo, con Cristo y por Cristo. 235 Los dos ciegos de Jericé (Mc 10,46-52; Mt 20,29-34; Le 18,35-43) Caracteristicas del texto Una investigacin comparada del texto muestra que sobre una sola curacién, y tal vez ya durante Ja predicacién de los Apés- toles, surgieron dos relatos con muchas variantes, relatos que pa- saton luego a las paginas de los evangelios. Mientras Mc 10,46-52 y Lc 18,35-43 hablan de “wn ciego” (Mc 10,46 dice incluso que se trata del hijo de Timeo (Bartimeo), Mt 20,29-34 afirma que fueron curados “dos ciegos”. Ademés, el evangelio de Mateo trae otra curacién de dos ciegos que parece ser un duplicado (Mt 9,27- 31). El evangelio de Marcos presenta el hecho con todo Injo de detalles y usa la palabra aramea “Rabboni” (Mc 10,51). Los dos relatos de Mateo son més sobrios y consecuentes. El de Lucas es sereno y sugestivo. En todos ellos figura la frase “Hijo de Da- vid” (Mc 10,4748; Mt 9,27; 20,30.31; Le 18,38.39). Se trata, por lo demas, del ultimo relato sobre curaciones traido por los sinépticos. Explicacién de frases y hechos “jJesis, Hijo de David, ten compasién de mi!” (Mc 10,47): En Marcos y Lucas es éste el tinico pasaje en que se habla de Jess con el titulo mayestdtico “Hijo de David”. Mateo tiene varios pasajes en los que aparece ese titulo: Mt 9,27; 12,23; 15,22; 20,30.31; 21,9.15. Jesis no rechaza ese titulo cuando otros se lo aplican. Al titulo mayestatico “Hijo de David” vincularon los ju- dios la idea de un Reino politico, que Jesus rechazé enérgica- mente. Intencionalidad de la predicacién 2) Los “ciegos” Maman a Jess “Hijo de David”, mientras los “videntes”, y a la cabeza de ellos el pontifice Caifas y el Sa- nedrin, no quieren reconocer al Mesias descendiente de la Casa de David, no obstante el claro testimonio de Jesis (Mc 14,61-62; Mt 26,63-64). 236 5) Con la curacién de los ciegos revela Jess cudntas veces el Reino de Dios puede hacerse plena realidad en \a fe de un hombre. Donde Jestis se hace principio de vida no hay tinieblas, ni enfermedad, ni sufrimientos, ni muerte. c) La pregunta de si el Mesias es Hijo de David (tema que ya jugé un gran papel entre Jos religiosos de Qumran y que cuajé en Ja esperanza de dos Mesias: el uno, sacerdote, hijo de José, y el otto, civil, hijo de David) la planted Jestis a los esctibas en su alusién al Salmo 110 (Mc 12,35-37; Mt 22,41-46; Lc 20,41-44). Acaso no hay pasaje del Antiguo Testamento tan citado en el Nuevo como el Salmo 110, el del Mesias, rey y sacerdote. Su interpretaci6n en el primitivo cristianismo permite ver la im- portancia primordial que en las comunidades cristianas se dio a la realeza de Cristo. 237 15. CRISTO, VENCEDOR DE SATAN (Curacién de posesos) No pocos lectores de la Biblia oponen setios reparos a las curaciones de posesos, de que nos hablan los evangelios. ;Hubo realmente —dicen— en tiempos de Jestis tantos posesos que se tenga que admitie la opinién de que todos los demonios del in- fietno vinieron a la tierra para hacer fracasar la obra salvadora de Aquél? Las curaciones de posesos gson vinicamente una “ver- dad en el papel”, es decir, una mera presentacién literaria del hecho de que Jestis dio el golpe de gracia al pecado y a todo lo que es adverso a Dios? ;Se personifica y dramatiza asi la lucha de Jestis contra “el” mal y todo Io que esté en enemistad con Dios? Los que asi hablan hacen alusién también a la mentalidad del Antiguo Oriente y del pueblo judio, que atribufa muchisimas enfermedades (v. gr., la epilepsia) a la accién del demonio. Muy frecuentemente se habla de posesos en los evangelios. Sobre todo en el de Marcos se observa un especial interés por los temas demoniacos. En 1, una sola vez (Mc 8,31) se emplea la pa- Jabra griega “daimon”; en los demés casos se usa la palabra “daimonion” : Mc 13 veces Mt ll v. Le 23 v. Jn 6 v. (Ap 3 v.). En la era del Antiguo Testamento existe la conviccién de que por el primer pecado vinieron al mundo no sélo la muerte, sino toda enfermedad, todo dolor y todo sufrimiento, La enfermedad es el signo de la infelicidad de este mundo (perverso 9 alejado de Dios) y lo que hace visible su situacién de desgracia y sin salvar atin. Por eso, bajo el influjo de esa mentalidad, las enfer- 238 medades, cualesquiera que sean, son relacionadas en ultimo térmi- no con el pecado y con el demonio, padre del pecado (Jn 12,31; 14,30; 2 Cor 4,4; Ef 2,2). Lo caracteristico de la posesién diabélica en el Nuevo Tes- tamento est4 en que el mal espfritu no sdlo quiere perjudicar al hombre en su cuerpo y en su alma, sino que se apodera de su persona, de modo que el “yo” humano queda tan absorbido y descartado, que el mal espfritu habla desde el fondo de un hom- bre precisamente como nuevo “yo”. Extrafio es, ademés, que el demonio, que habla, cuenta con una admirable sabiduria. El de- monio, como angel cafdo, da testimonio de la santidad y de la filiacién divina de Jesis: “Sé quién eres: ;El Santo de Dios!” (Mc 1,24; Le 4,34). “... Jess, Hijo del Dios Altisimo” (Mc 5,7; Mt 8,29; Le 8,28). La gravedad con que Jess increpa a los posesos no puede explicatse como una tazonable adaptacién a la mentalidad de sus contemporaneos sobre Jos espiritus y los demonios. Como en el episodio de las tentaciones (Mc 1,12-13; Mt 4,1-11; Le 4,1-13), en el cual, como quien dice, de un solo golpe se pone de relieve el dominio de Jestis, asi también en las expulsiones de los demonios se realiza en ultimo término la destrucciém del senorio de Satén y la instauracién del Reimo de Dios. Ha de admitirse, sin embargo, que los Apéstoles en su pre- dicacién, y sobre todo los evangelistas al transmitir por escrito. las expulsiones de los demonios, se sirvieron de las formas de ex- presion y del modo de pensar de su tiempo. Adoptaron, acomo- dandolas, férmulas literarias que figuran en los libros extrabibli- cos, asi como muchos rasgos catactetisticos de la primitiva cate- quesis, 0 enschanza eminentemente popular. La gran importancia de las expulsiones de los demonios est4 en que son la ocasién para las afirmaciones trascendentales de Jesus y para mostrar la linea fronteriza entre su Reino y el de los demonios al obstinado y endurecido pueblo de Israel. Cierto que con las tentaciones de Jestis y el repudio de Satan se inicié ya el futuro del Reino de Dios. Mas aunque la gran batalla ya se libré, hay que dominar todavia al maligno hasta el dia del juicio al través de una serie de pequefios combates. No obstante el gran acontecimiento de la salvacién obrada por Cristo, las ptimitivas comunidades cristianas se sentian acosadas por los poderes diabé- licos. “Vuestro enemigo, el diablo, como leén rugiente da vueltas y busca a quién devorar” (1 Pe 5,8), Como en Ja vida de Jests, ’ 239 asi también en Ia vida de Ja comunidad de los santos del Nuevo Testamento debe ser rechazado y vencido el demonio siempre y sin descanso, Con motivo de la curacién de un poseso mudo (y ciego), obrado en los primeros dias de la actividad de Jesus en Galilea, aparece claro que en las expulsiones de los demonios se trata en ultimo término de Ja instauracién del Reino de Dios. Curacién de un poseso y autodefensa de Jesus Caracteristicas del texto En el evangelio de Marcos hay un breve pasaje (Mc 3,20-21) que proyecta luz abundante sobre las primeras actuaciones de Jests. A El acuden las gentes en demanda de que expulse a los demonios, de suerte que “ni tiempo tiene para comer” (Mc 3,20). Incluso corre el rumor de que Jestis se ha agotado tanto en sus actividades de exorcista, que inspira serios temores por su salud corporal y espiritual: “Esté fuera de st” (Mc 3,21). Por consi- guiente, no es incredulidad lo que sienten “los suyos”, sino una Preocupacién natural y sincera por la salud de Cristo (Mc 3,21; v. Mc 3,31-35; Mt 12,46-50; Lc 8,19-21). En conexién con esto, Mateo y Lucas, ambos con un solo ver- siculo (Mt 12,22; Le 11,14), traen el relato de la curacién de un poseso. El evangelio de Mateo trae incluso una doble presenta- cién literaria del hecho (Mt 9,32-34; 12,22-30), la cual presenta Ja pequcfia variante textual “...2n hombre mudo endemoniado” (Mt 9,32; v. Le 11,14), mientras en Mt 12,22 se lee “un ende- moniado ciego y mudo”. En el relato de la curacién han sido insertadas la calumnia de los escribas y fariseos (Mt 9,34; 12,24; Lc 11,15) y la autodefensa de Jestis (Mc 3,22-30; Mt 12,25ss.; Le 11,16ss.) formando un todo, un mismo perfodo literario. En los relatos de los sindpticos puede leerse entre Ifneas el juicio que de la actividad de Jestis cerca de los posesos formaron sus contemporaneos, y sobre todo los fariseos. Segin Mc 3,22, por primera vez interviene nada menos que el Sanedrin de Jeru- salé, pues se lee: “...los escribas que habian venido de Jerusa- lén”. Las expulsiones de los demonios debieron provocar entre los fariseos una enorme inquietud, de la cual creyeron librarse 240 . tratando a Jestis de endemoniado (Mc 3,22a), o diciendo que las realizaba con el poder del principe de los demonios (Mc 3,22b; Mt 9,34; 12,24). Las expulsiones de los demonios plantean inexorablemente a los hombres el importante problema del misterio de la personali- dad de Cristo: :Quién es este Jestis de Nazaret? ;Es un demonio, o es Dios? Explicacién de frases y hechos “dNo es éste et hijo de David?” (Mt 12,23; v. Mt 9,27; 15,22; 21,9; 21,15; Mc 10,47s.; Le 18,38). En la mentalidad del judais- mo de aquel entonces, la frase “hijo de David” eta sinénima de “Mesias”. El mismo Jestis permite que se le llame “hijo de Da- vid”, si bien El nunca emplea esa denominacién, que tan fre- cuentemente se vinculéd a esperanzas de un futuro politico. In- cluso la secta de Qumran estuvo contra el ideal de un Mesias po- litico, aunque esperé la venida de dos Mesfas, el uno, sacerdote, de Ja tribu de Levi (“Mesias de Aarén”), superior al otro, al+po- litico, al rey, de Ia tribu de Judé (“Mesias de Israel”). “Este arroja los demonios en virtud de Beelzebul, principe de los demonios” (Mt 12,24): En los mds antiguos manuscritos de la Biblia, el principe de los demonios es Iamado con los mas di- versos nombres: “Beelzebul’”, “Beezebul”, “Beelzebub”. Segin 2 Re 1,2.16, Beelzebub es el “Baal de las moscas (;Baal-Zebub?), que eta adorado en la ciudad filistea de Ekron (= Acarén: 1 Sam 5,10-12; Jos 13,3), Es imposible en nuestros dias explicar clara- mente cémo Ilegé el pueblo judio a dar al principe de los de- monios el nombre de Beelzebub. En la denominacién “Beelze- bul” (en hebreo: zabal=estercolar), que significa “dios de la inmundicia”, pudiera ocultarse una reaccién irrisoria y despectiva, por parte de la fe yavista de los judios, contra las divinidades pa- ganas. La autodefensa de Jests que sigue a este versiculo prueba con dos argumentos la falsedad de la calumnia farisaica. “Como puede ser que Satands expulse a Satands?” (Mc 3,24; Mt 12,26)-“Si yo arrojo los demonios por Beelzebul, zpor quién los arrojan vuestros hijos?” (Mt 12,27): Con esto quiere decir Jesis : + 241 que el demonio no obra tan desacertadamente que se perjudique a si mismo y, ademés, que también hubo israelitas que (con Ja ayuda de Dios) arrojaron los demonios; y, sin embargo, nadie afirmé que Jos expulsaron con el poder de Satan (Mc 9,38-41; Lc 9,49-50). “Pero sé arrojo los demonios por el Espiritu de Dios, es sefial que ha legado a vosotros el Reino de Dios” (Mt 12,28; Le 11,20). Seguin las palabras de Jestis, son las expulsiones de los demonios Precisamente las que marcan los comienzos y la dilatacién del Reino de Dios, que cada vez ms va reduciendo el terreno de la domina- cién diabélica. El Reino de Dios no es un acontecimiento salvador citcunscrito a épocas antiguas; con Cristo ha entrado en las paginas de Ja historia universal y afecta de un modo oculto, pero real, a los miembros de la comunidad de los santos del Nuevo Testamento que, por la gracia de Cristo, han sido librados del poder del maligno. Intencionalidad de la predicacién @) Cristo se presenta como Salvador de los hombres y del cosmos, librando al mundo pecador e impio de la dominacién de Satan, El es el mds fuerte, que por primera vez después de la ca- tastrofe del primer pecado se enfrenta con Satan, que como “principe de este mundo” Jo domina victorioso y casi indiscutido y tiene poder pata “atar al fuerte” (Mc 3,27). Ahora es el mo- mento de la salvacién, que equivale a desatar y rescatar. Ya nun- ca podré e] demonio recuperar su antigua dominacién, pues Cristo es el més fuerte, el Sefior y vencedor de los demonios. 5) Entre los prodigios de Jestis, son las expulsiones de los demonios, sobre todo, las que prueban claramente que se ha ini- ciado en el mundo el Reino de Dios. Ahora se ve cémo palmo a palmo es arrancada Ja creacién al influjo de Satdn, santificada y capacitada para usos litirgicos. Y Satan resiste y se opone de- sesperadamente a los avances incontenibles del Reino de Dios, batiéndose en combates de retirada, que han de prolongarse hasta el final de los tiempos. ¢) Mas como el demonio no se da por vencido, trata siem- pte, y cada vez més intensamente, de recuperar el terreno perdido. De ahi que Jesés advierta insistentemente contra las recaidas (Mt 242 12,43-45; Le 11,24-26), pues cuando se recae, “el estado final del hombre resulta peor que el primero”. Quien no se alista de un mado total e indiviso bajo las banderas del Reino de Dios, tiene siempre un flanco vulnerable por donde el demonio puede penetrar. “Entonces va y toma consigo otros siete espiritus que él, y entran y se instalan alli. Asf el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero” (Mt 12,45; Le 11,26). El endemoniado de la sinagoga de Cafarnaim (Mc 1,21-28; Le 4,31-37) Caracteristicas del texto Este episodio forma parte de las primeras actuaciones de Jesis en Cafarnaim y vuelve sobre el tema del demonio, que ya apare- ce en el de sus tentaciones (Mc 1,12-13). En él se describe muy graficamente la expulsién del demonio; parece como si se estu- viera presenciando la crueldad con que “el espiritu inmundo” sale del poseso “retorciéndole” (Mc 1,26) y “derrib’ndolo en me- dio de todos” (Le 4,35). Interesante es la presentacién literaria del hecho, ptesentacién que se repite con algunas variantes en casi todas las expulsiones de demonios: — El demonio presiente en Jestis de Nazaret a su irresistible enemigo y le pide gracia (Mc 1,23-24; Lc 4,33-34). — Mandato inapelable de Jests (Me 1,25; Le 4,35a). — Ultima resistencia y por fin salida del demonio (Mc 1,26; Lc 4,35b). — El estribillo (Mc 1,27; Le 4,36), formado por tres frases, revela el asombro de los presentes. Explicacién de frases y hechos “Van a Cafarnatim”: Cafarnatim —en hebreo “kefernahum” (aldea de Nahum)—— esta situada en la ribera Noroeste del lago de Genesaret y, por ser la patria adoptiva de Jesis, se llama “su ciudad” (Mc 9,1). A juzgar por las excavaciones, podria situarse 243 su emplazamiento sobre una colina cubierta de escombros cerca de la actual Tell-hum. “\..los sdbados ensefiaba en la sinagoga”: Las excavaciones realizadas de 1905 a 1926 por unos arquedlogos alemanes descu- brieron las ruinas de una sinagoga majestuosa. El edificio des- cubierto no debe confundirse, sin embargo, con la sinagoga edifi- cada por un centurién romano (Mt 8,5-13) y en la que ensefiaba Jestis, pues fue erigido en el siglo mr de la Era cristiana. Con todo, es muy posible que se utilizasen el mismo emplazamiento e incluso las piedras de la sinagoga donde ensefiaba Jess, para le- vantar el nuevo edificio. La sinagoga (“casa de reunién”) era el lugar sagrado, donde se reunian los judfos a orat y a escuchar la palabra de Dios. Al fondo de la sinagoga (sala rectangular) esta- ba el Santuario, cubierto por un velo, donde se guardaban los rollos de las Escrituras, y delante del cual ardfan las l4mparas dia y noche; unos pequefios y esbeltos cofrecillos setvian pata guardar los rollos. En la sinagoga no se celebraba ningtn sactificio (como en el Templo de Jerusalén); sélo se oraba, se lefa la palabra de Dios, se daba una explicacién breve y, por fin, el jefe de la asamblea pteguntaba si algun asistente queria decir algo para edificacién de la comunidad. Cualquiera de los asistentes podia adelantarse y, después de tomar asiento (Le 4,20), dirigir la palabra (Le 4, 16 ss.; He 13,14 ss.). “Jesés ensefiaba como quien tiene autoridad y no como los escribas” (Mc 1,22): Los oyentes se dieron cuenta en seguida del fondo teolégico y de Ja originalidad de las explicaciones de Jess, tan distintas de las ensefianzas de los escribas, los cuales se limita- ban a largas e interminables repeticiones y se apoyaban en la autoridad de conocidos doctores de la Ley. Las explicaciones de Jestis debfan de producir un efecto impresionante y fascinador. “2Qué tenemos que ver contigo, Jesés Nazareno?... Sé quién eres: jEl Santo de Dios!”: El espiritu inmundo que habla desde el poseso sabe, como Angel caido, que tiene que habérselas con Jestis de Nazaret. El titulo “Santo de Dios” significa que Jesus esté por encima de todas las criaturas. Es también una alusién al contraste: santo-impio, puro-impuro. Sin embargo, ese titulo ma- yestatico “Santo de Dios” no se entiende entre los judfos de en- 244 tonces como designacién del Mesias, aunque posee, sobre todo en los tiltimos tiempos de la teologia de Juan, una cierta afini- dad con el titulo “Hijo de Dios” (Jn 6,69; 10,36; v. Lc 1,32.35; Ap 3,7). “Calla y sal de él”: Jesis tenuncia a todo reconocimiento que venga de boca impura. Sélo puede tener en sus labios el nom- bre del “Santo” “el que es de manos puras y de recto coraz6n” (Sal 23,4). Intencionalidad de la predicacién a) Donde entra Jestis, pierde el demonio todo su dominio. E] poseso que est4 al servicio del maligno es liberado por el Sefior, del cual recibe la verdadera libertad de los hijos de Dios. 5) Durante una celebracién de la palabra de Dios “en la sinagoga”, el demonio es echado del poseso precisamente porque el mismo Cristo es quien predica con plena autoridad la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es la que discierne los espiritus y la que fija con claridad los frentes. “La Palabra de Dios es viva y eficaz y mds aguda que espada de dos filos: ella penetra hasta la divisién del alma y del espiritu, de las articulaciones y de la médula, y es capaz de distinguir los sentimientos y pensamientos del corazén. Y no hay criatura alguna que esté oculta ante ella” (Hebr 4,12-13). gn le Gerasa-Gadata < - : El posesu de Gerasa-Gadara (Mc 5,1-20; Mt 8,28-24; Le 8,26-39) Caracteristicas del texto La expulsién de los demonios (zen Gerasa?) es, desde el pun- to de vista biblico y teolégico, un pasaje muy interesante, que se han esforzado en explicar los exegetas de casi todos los siglos. Para el plan que Marcos se ha trazado en su evangelio es ese pasaje un punto de unién entre las actividades de Jesis en la ribera Oeste (Mc 3,7; 4,1) y en Ja ribera Este (Mc 5,1) del lago de Genesaret y, ademds, un buen perfodo de transicién al capi- tulo 7, en el que se aborda de Meno el problema de la misién 245 entre los gentiles (Mc 7,24ss.). Aparece claramente la poca fe y la incredulidad que hay en las dos riberas del lago de Genesaret y que toda la zona costeta es terreno duro para la palabra de Dios. Un especial interés despierta, sin embargo, la pérdida de la gran piara de cetdos (sélo Mc da el ntimero: “unos dos mil”), pues por primera vez, entre todas Jas expulsiones de demonios, se habla aqui de un gran perjuicio itrogado por los demonios. éEs histérico y real —suele preguntarse— el gran mimero de ma- los espiritus (Mc 5,9: “legién”) que entraron en los cerdos, que se precipitaron luego en el lago y que produjeron la pétdida de los animales? Aunque entre los judios estaba prohibido comer carne de cerdo, sin embargo, los griegos, pobladores de la Dec4- polis, en la parte occidental del lago donde se desarrolla la escena, podian cultivar el ganado porcino. Con todo, no pudo haber para los judios y judeo-cristianos una relacién simbélica entre los “espiritus inmundos” y los cerdos como “animales impuros”, de modo que el exterminio de los cerdos no sea mds que una figura literaria en orden a la catequesis popular, y que signifique la de- trota definitiva de los demonios y su expulsién de este mundo? Indudablemente en esta expulsién, descrita tan amplia y gra- ficamente y en Ja que sélo muy dificilmente se halla el micleo histérico, bay unas miras marcadamente teolégicas, tendentes a poner de manifiesto la soberana suptemacfa de Cristo sobre el poder de los demonios. Explicacién de frases y hechos “...@ la regién de los Gerasenos”: En la Biblia no aparece claro el nombre del lugar de la escena, pues se dan tres nombres distintos: Gerasa (Mc 5,1: hoy Dscherasch, a 60 kilémetros al sureste del lago de Genesaret), Gadara (Mt 8,28; Lc 8,26: una aldea, sita a unos 10 kilé- metros al sureste del lago de Genesaret y que perte- nece politicamente a la Dec4polis —Mc 5,20—), Gergesa (en la costa oriental del lago de Genesaret, el actual campo de ruinas el-Kutsi, en cuyas cercanias se le- vanta una montafia rocosa, cortada a pico y de unos 30 metros sobre el mat: Mc 5,13). 246 Es de suponer que la expulsién de Ia que estamos hablando tuvo lugar en Gergesa. “\.,an hombre posetdo de espiritu impuro, que habitaba en Jos sepuleros que nadie podia sujetar ni siquiera con cadenas”: Ante todo, cuenta el evangelio de Marcos muy detalladamente el estado deplorable del poseso, También Lucas, el médico, nos pre- senta el cuadro clinico de un demente furioso. “...5¢ postré ante El diciéndole a gritos: (Qué hay entre ti ¥y yo, Jests, Hijo del Dios Altisimo? Te conjuro (Lc 8,28: “te ruego”) por Dios que no me atormentes”: Como los esclavos ante sus duefios, asi el poseso se postra ante Jesis. El titulo “Hijo del Dios Altisimo”, usado por el demonio, revela la gran sabiduria del Angel caido. Llama también la atencién que el demonio, no obstante su actitud de protesta, conjura a Cristo “por Dios”. Para él era éste el uimico medio de ser escuchado y atendido. “y Jesés le pregunté: ¢Cémo te llamas? El respondié: Mi nombre es “Legion”, pues somos muchos”: Sdlo porque el de- monio es conocedor de la supremacia divina de Cristo, descubre su nombre “Legién”. Este nombre, tomado del léxico del ejér- cito romano (una legién = unos 6.000 hombres), no seria posi- ble cuando los romanos no habfan conquistado atin la Palestina. Bajo el nombre “Legién” debe entenderse sélo el gran nimero de demonios que se han aliado para combatir a los hombres y al iniciado Reino de Dios. Mas, segtin la mentalidad de sus contem- poraneos, a Jesiis le viene el poder sobre los demonios al través del conocimiento de su nombre. Al acto de dar el nombre va unido el reconocimiento de inferioridad y sumisién. “Y se puso a rogarle insistentemente que no lo echara de aquella regién... Envianos a los cerdos”: Extrafio es el didlogo entablado entre Cristo y el diablo (v. Job 1,6ss.). Sorprende que Cristo no sélo oiga el ruego del demonio, sino que acceda, Los porgqueros contaron en la ciudad y por los casertos Ja terrible no- ticia del aniquilamiento de la gran piara de cerdos (Mc 5,14; Le 8,34). “...se quedaron pasmados viendo sentado, vestido y en sano juicio al endemoniado”: La expulsién del demonio obra una total transformacién en la persona del poseso: se siente completamen- 247 te bien de cuerpo y alma, sabe lo que hace, y quien antes era un peligro piblico, ahora es un miembro juicioso y agradecido de la. sociedad. “... que se alejara de su territorio”: La expulsién de los de- monios no logré la fe y la confianza de las gentes; antes bien, los habitantes de Gergesa “estaban dominados por un gran te- mor” (Lc 8,37). La presencia de Jestis les inquietaba. “Vete a tu casa con los tuyos y cuéntales todo lo que el Senor, compadecido de ti, ha hecho contigo”: Jests no permite que el curado forme entre sus discfpulos. No ha Ilegado atin el tiempo en que también los gentiles sean admitidos en Ja comunidad de los santos del Nuevo Testamento (Mc 7,24-30). Antes bien, le encarga Cristo que entre su familia, quizd pagana, dé testimonio del prodigio obtado por Dios y asi prepare el camino para la llegada de Dios al mundo gentil. Llama la atencién que Jests no quiete que se divulgue su fama, sino la gloria de Dios (de su Padre) (Mc 5,19; Le 8,39; v. Ic 1,49). Se considera satisfecho con que el cutado se decida al reconocimiento y a la confesién de un Dios tinico y verdadero. Intencionalidad de la* predicacién 4) De un modo patético es presentado el poder superior e irresistible de Cristo, que tiene que habérselas con tan gran ni- mero de demonios. Con la mayor facilidad y sin el mas minimo esfuerzo expulsa Jestis a una legién de ellos. Asi queda quebran- tado en toda regla el dominio de Satdn. 5) Tampoco en la pagana DecApolis logra Jess que prenda por ahora la fe. Tanto los judios como los gentiles son terreno duro y seco para la palabra de Dios. Pero empiezan a perfilarse los primeros trazos de la futwra misién en el mundo gentil. El curado parece ser también gentil. A decir verdad, éste no es ad- mitido por Jestis en el numero de sus discipulos, pero es él quien recibe un importante y trascendental encargo para el futuro: el de preparar, contando lo que Je ha ocurrido, la venida de Cristo a los gentiles. Un gentil debfa ser ante los gentiles el primer testigo de las maravillas de Dios obradas por Cristo. 248 La hija de la cananea (Mc 7,24-30; Mt 15,21-28) Caracteristicas del texto Terminada con un gran fracaso su actuacién en la Galilea, decide Jestts desarrollar sus actividades en otro escenario. El epi- sodio de Ja predicacién infructuosa de Jess en tierras de Galilea no debe ser considerado como una presentacién literaria de los hagidgrafos, sino como un hecho histérico y real. El gran fracaso de Jestis en la Galilea no puede ser una invencién de los Apés- toles (v. las palabras del Sefior: Mc 6,4; Mt 11,16-24; Le 13,1-3; Jn 6,60-61.66-67). Con la actuacién de Jesés fuera de Galilea, en territorio de gentiles se lograrian dos objetivos: una formacién més esmerada de sus discipulos y llevar el mensaje salvador al mundo pagano (Rom 11,11-24), después de haberlo anunciado a los judios (Mc 7,27). Mas aqui surge esta pregunta cargada de temores: Jos paga- nos, desconocedores de las profecias mesidnicas del Antiguo Tes- tamento, grechazaran a Cristo con més violencia atin que los judios o, por el contrario, sin el lastre de un concepto deformado sobre el Mesias y de unas practicas religiosas rigoristas en extre- mo, vendrén més libres y antes a la fe? La curacién de la hija de Jascananea debe insertarse en la fase imicial de la misién entre los gentiles. Esa curacién es la respuesta adecuada a la pregunta fundamental de si también los paganos han de ser participes de la gracia de Dios y, por ende, admitidos en la comunidad de los santos del Nuevo Testamento. Explicacién de frases y hechos “...4 los confines de Tiro y de Sidén”: Las dos ciudades fe- nicias, con puerto en el mar Mediterraneo, pertenecfan en tiem- pos de Jestis a la provincia romana de Siria. Como el término de ambas ciudades se adentraba profundamente en el interior, no fue preciso que Jestis estuviese en la zona costera. “\..entré en wna casa y no queria que se supiera”. Cristo quiere sustraerse a las gentes, para poder consagrarse a una for- macién més intensa de sus discipulos tras sus fatigosas y estériles actividades en el territorio de Galilea. Tras no haber logrado un 249 éxito masivo en Galilea, Jestis se toma tiempo para formar es- pecialmente a la pequefia élite de sus discipulos. Estos serin el miicleo de la comunidad de los santos del Nuevo Testamento, “Deja que se sacien antes los hijos; que no esté bien tomer el pan de los hijos y echarlo a los pervillos”: Jesis alude (sin la mas toinima intencién de cardcter politico o nacional) a los designios de Dios, que son los ainicos que matcan la pauta en sus activi- dades y en Ja economia .de Ja salvacién. Al pueblo escogido del Antiguo Testamento le correspondia en esos designios una situa- cién de preferencia: “antes”. El nombre “perrillos” para designar a los paganos no tiene un significado despectivo, sino que es un modismo de aquel tiempo, que indica postergacién de los extra- fios ante los de un pueblo, postergacién que es una realidad en Ja misién del pueblo gentil respecto a Ja de los judfos. “Hazlo, Seftor. También los perrillos comen debajo de la mesa las migajas de los hijos”: La pagana sirofenicia no se des- alienta. Acusando el golpe de Ja alusién, prosigue hablando habil y ptudentemente con Jestis. Comprende la imagen usada por El y le replica valiéndose de sus mismos argumentos, al mismo tiem- po que amplia la idea. Cristo se da por vencido y le dice: “Vete, pues por tus palabras ya ha salido de tu hija el demonio”. Intencionalidad de la predicacién 4) Claramente aparece el orden que, por volumtad de Dios, corresponde a cada uno de los pueblos en la historia do la sal- vacién: En primer lugar esté el pueblo de Israel; Iwego siguen Jos demas pueblos. Todavia no se ha iniciado la gran misién del pueblo gentil. Sélo en casos aislados deja Jests que su gracia Hegue a los gentiles. Este orden impera no sélo en la época del Antiguo Testamento, sino también en la misma Era de Cristo. 5) Hé&biles en extremo, hasta irrebatibles (casi demasiado desconcertantes), son las palabras de Ja gentil sirofenicia. No pro- testa de la preferencia del pueblo judio en la historia de Ja sal- vacién, més bien la reconoce; pero afiade que eso no significa que los paganos hayan de ser excluidos de la gracia de Dios. Los judios y los pagamos (aunque en ese orden fijado por Dios) 250 tienen parte en el patrimonio de la salvacién. Mas como los pa- ganos estén conformes con su condicién de segunda categoria, asi también deben estarlo los judios con la admisién de aquéllos en el pueblo de Dios en la Era del Nuevo Testamento. ¢) El pasaje nos proporciona, ademés, datos interesantes para conocer la pedagogia de Cristo en la predicacién de la fe: La pa- gana no es atendida inmediatamente en su ruego. Cristo la some- te a dos pruebas: primero rechaza su ruego y ella, sin embargo, no cae en el desaliento, La mujer da muestras de una “terque- dad”, de una “pesadez”, en cuyo fondo late, en ultimo término, una gran confianza, Luego le asegura Cristo que su hija esta cu- rada. Y Ja sirofenicia, sin poder comprobar la realidad de la cura- cién, la cree. jDichosos los que creen sin haber visto! @) Este y otros muchos casos de fe profunda fuera de Ga- lilea, en tierras del gentilismo, son los que arrancan a Jestis aque- llas terribles lamentaciones sobre las ciudades galileas: “;Ay de ti, Corozain! (una ciudad al norte de Cafarnatim). jAy de ti, Bet- saida! Porque si en Tito y en Sidén se hubieran hecho los mi- lagros que en vosotras, hace tiempo que en saco y sentados en cenizas hubieran hecho penitencia, Pero sera més evadero el juicio para Tiro y Sidén que para vosotras” (Le 10,13-15; Mt 1121-24). El muchacho poseso (Mc 9,14-29; Mt 17,14-21; Le 9,97-48a) Caracteristicas del texto Mateo intercala este episodio en el viaje de Jess a Jerusa- lén para la pascua de su muerte (Mt 17,14-21). Marcos lo refiere extensa y graficamente. Por Jos detalles que traen Marcos y Lu- cas sobre la enfermedad, puede suponerse que se trata de un epi- léptico: “se revolcaba echando espumarajos” (Mc 9,20), “convul- siones” (Mc 9,20; Le 9,42), “lo tira al suelo” (Mc 9,18), “rechi- na los dientes y se queda tieso” (Mc 9,18). Mateo, en cambio, habla de otra enfermedad totalmente distinta y que explica me- jor por qué el muchacho poseso “muchas veces cae en el fuego ‘ 251 y Otras muchas en el agua” (Mt 17,15; Mc 9,22): El muchacho es “luendtico” (Mt 17,15). Mientras Marcos describe detalladamente la enfermedad y la curacién del muchacho, Mateo, de acuerdo con Ja norma seguida en todo su evangelio, afiade una breve ensefanza de Jess (Mt 17,20-21; v. Le 17,6 y Mt 21,21), que se halla en otro pasaje de Marcos (Mc 11-22-23). Lucas es quien presenta todo el relato con tonos de més mi- ramiento y respeto: “Maestro, te ruego que eches una mirada sobre mi hijo, el tinico que tengo” (Ic 9,38). Explicacién de frases y hechos “\..be dicho a tus disctpulos que lo arrojasen, pero no ban podido”: Mientras se ha dicho antes que los Apéstoles, con el poder de Jestis, “arrojaban a muchos demonios” (Mc 6,13), apa- recen ahora impotentes frente a “esta raza de demonios” (Mc 9,29). “jOb generacién incrédula! -Hasta cuando os he de soportar?”: Estas palabras revelan la decepcién y el desaliento de Jestis al ver que los Apéstoles todavia no tienen aquella fe capaz de trasla- dar las montafias (Mt 17,20), y que deben poseer sus discfpulos. “...S4 th puedes hacer algo, apiddate de nosotros y ayida- nos”: El padre del muchacho poseso (Iundtico) exige, no ruega; recurre sencilla y humanamente a la piedad de Jestis con esta se- gunda intencién: he ofdo que ya has ayudado a muchos; ayuda, pues, a mi hijo y librame también a mi de mis graves preocupa- ciones de padre. “Yo creo. ;Ayuda t mi poca fel”: A la afirmacién de Jess “todo es posible para el que cree” (Mc 9,23) replica el padre con esa exclamacién, que es el comienzo, el arranque de su fe. El episodio de Marcos, sin embatgo, se hace impenetrable, pues mientras se espera que Jestis realice la expulsién por la fe del padre, el versiculo 25 dice asi: “Al ver Jestis que crecia el con- curso de la gente, increpé al espirity inmundo...”. Asi el tema de la fe, que despunta sobre todo en el versiculo 24, queda rele- gado a segundo término. 252 Intencionalidad de la predicacién La verdadera y enorme importancia teolégica de todo el te- lato no radica en la curacién del muchacho poseso (lundtico), sino en el tema fe-incredulidad, que es presentado en el mds brusco contraste, 4) Frente a la impotencia de los Apéstoles, “que no pudie- ron” (Mc 9,18) expulsar al demonio, esta Ja plenitud del poder divino de Jesés. Es impresionante el que los Apéstoles no tengan conciencia de su escasa fe e incredulidad: “Por qué nosotros no hemos podido arrojarlo?” (Mt 17,19). Cristo tiene que abrirles los ojos: “Por vuestra poca fe” (Mt 17,20). “jOh generacién incrédula y perversa!” (Mt 17,17; Le 9,41). Los evangelistas Marcos y Mateo trataron indudablemente de disculpar la impotencia de los Apéstoles, hablando del enorme poder de estos demonios, que “sélo se pueden expulsar con Ia ora- cién y el ayuno” (Mc 9,29; Mt 17,21). 5) Frente a la poca fe de los Apéstoles esta la fe del padre del muchacho poseso. Se observa cémo surge en él una fe inicial y cémo se avergiienza de su incredulidad y de su poca fe: “Yo creo. ;Ayuda ti mi poca fe!” (Mc 9,24). En este pasaje puede estar simbolizada la cristiandad, cuya fe siempre esta sometida a pruebas y peligros, de tal manera que sélo puede salvar a los valientes y decididos, para quienes “nada hay imposible” (Mt 17,20). 253 16. CRISTO, VENCEDOR DE LA MUERTE (Resurrecciones) Las tres resurrecciones, que traen los evangelios, son los he- chos mds impresionantes de la Vida de Jesis: Resurreccién de la hija de Jairo, Resurreccién del hijo de la viuda de Naim, Resurrecci6n de Lazaro (v. capitulo 17). Mientras la resurreccién de la hija de Jairo figura en las pa- 8inas de los tres sindpticos, la del hijo de la viuda de Naim es un telato exclusivo de Lucas y,la de Lazaro slo es traida por el evangelio de Juan. Se tha tratado de hacer “comprensible” a los hombres de hoy la tremenda realidad de las resurrecciones, diciendo que son una siabolizacién de este hecho de fe: “Jess es el Sefior de la vida y de la muerte”. Es indudable que los relatos evangélicos sobre las resurrecciones son algo més que unas crdnicas, que unos me- tos reportajes. Parece necesario estudiar con detenimiento, pteci- samente y ante todo, la presentacién literaria de la resurreccién de Lazaro. Mas quien examina los relatos con imparcialidad no puede ver en ellos unos meros simbolos, una “verdad en el pa- pel”. Asimismo, apenas puede admitirse que la tesurreccién de Lazaro fuera la causa determinante de la muerte de Jesus (Jn 11,45-53; v. Mc 14,1-2; Mt 26,1-5; Le 22,1-2). Imposible negar que las resurrecciones forman parte de la actuacion de Jesus; es evidente, sin embargo, que los predicadores y los hagidgrafos Jas predicaron o las escribieron bajo el influjo de miras teolégicas. Significa esto que quisieron decir “mds” de lo que predicaban o escribian. Con todo, quedan sin contestar muchas preguntas, al parecer cutiosas, de los actuales lectores de la Biblia. Podria preguntarse: los llamados de nuevo a la vida éno contaron nada del més allé? gNo les preguntaron sus pa- tientes qué es lo que ocurre en el otro mundo y si todo en él es como aqui se cree? 254 En ultimo término, las resurrecciones son el anuncio de la nueva Era iniciada por Cristo, en la cual la muerte es vencida definitivamente: “La muerte ha sido absorbida por Ia victoria. éDénde est4, muerte, tu victoria?” (Is 25,8; Os 13,15; 1 Cor 15,54s.). Las resurrecciones son augurio y presagio, incluso una especie de anticipaci6n simbdlica de la resurreccién de Jests y de la humanidad: “...la resurreccién (jel despertar!) de la carne y la vida eterna”. Las resurrecciones deben figurar, ante todo, entre los gran- des acontecimientos salvadores del Testamento Nuevo: Fe; “El que cree, tiene vida eterna” (Jn 6,47.54). “Yo soy la resurreccién y la vida. El que cree en mi, aunque muera, vivira, y todo el que vive y cree en mi, no morir4 para siempre” (Jn 11, 26-27). Bautismo: “Fuimos, pues, sepultados con El por el bautis- mo en Ja muerte, para que como Cristo fue resu- citado de entre los muertos por Ia gloria del Pa- dre, asi también nosottos caminemos en nueva vida... Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con El” (Rom 6,48). Excaristia: “Quien come de este pan, no muere” (Jn 6,51). Escatologia: “Yo lo resucitaté en el Ultimo dia” (Jn 6,44). Ahora resucita Jestis a unos muertos en particular; se trata de hechos que se realizan a nivel individual; el poder de Cristo no se extiende todavia a toda la humanidad ni a todo el cosmos. Con la resurreccién de Cristo, con la cual se consigue Ja victoria definitiva sobre la muerte (1 Cor 15,54s.), empieza ya ol futuro de toda criatura, Al final de todo, en el ultimo dia, quedar4 bo- trada toda huella de Ja muette en la criatura: jtesurreccién de Ja carne-nuevo cielo y nueva tierra! 255 La hija de Jairo (Mc 5,21-23.35-43; Mt 9,18-19.23-26; Le 8,40-42.49-56) Caracteristicas del texto La resurreccién de la hija de Jairo, el jefe de la sinagoga, pertenece, segtin Marcos, a la trilogia de prodigios obrados en Galilea: Cristo, Sefior de la naturaleza (Mc 4,35-41), Cristo, Sefior de los demonios (Mc 5,1-20), Cristo, Sefior de la muerte (Mc 5,21-43). Es Marcos quien describe el hecho con mas colorido, cor con més Iujo de detalles y co: si ims lujo de detalles ¥ co: bargo (8,40-56), y sobre todo Mateo (9,18-26), Jo hacen con una gran sobriedad. Se trata, como ya se dijo al referir el caso de la hemorroisa (Mc 5,24-34; Mt 9,20-22; Le 8,43-48), de una peri- copa-contimente, pues dentro del relato de la resurreccién se in- tercala el de Ja curacién de Ja mujer. Acaso esta inclusién respon- da a la realidad hist6rica, si bien la demora de la Iegada de Jess, segin el texto, tuvo un fatal resultado: “jTu hija ha muerto!” (Mc 5,35; Le 8,49). Sédlo el evangelio de Mateo dice que la hija de Jairo murié antes de comparecer éste ante Cristo (Mt 9,18). Y solamente Marcos habla del “padre y de la madre de la nifia” (Mc 5,40; Le 8,56 escribe de los “padres”). Explicacién de frases y hechos “Cuando Jesds regresé en barca a la otra orilla”: No se nos da Ja ruta exacta de la travesia; pudo ser ésta de Ja ribera orien- tal a la nororiental (con destino a Betsaida), o de Este a Oeste (con destino a Cafarnatim). “...uno de los jefes de la sinagoga, Yamado Jairo...”: Toda comunidad judia contaba con una doble administracién: la una, civil, a cuya cabeza estaban los “m4s ancianos” (Lc 7,3), y otra, teligiosa, para los actos de culto, presidida por un consejo de sinagoga. Como en el lugar visitado por Jestis habia varios jefes de sinagoga, hay que suponer que se trata de una gran ciudad, tal vez de Cafarnaim. 256 El nombre “Jairo” (Jair), que no trae Mateo, figura ya en las pAginas del Antiguo Testamento (Nim 32,41) y significa “ique brille (la Divinidad)!”. “Tu hija ha muerto”: El jefe de sinagoga se presenta ante Jess sdlo para rogarle por su hija “que esté muriéndose” (Mc 5,23; Le 8,42). Cuando le es comunicada la noticia de la muerte, se considera inttil toda ayuda por parte de Jesus: “Por qué molestas ya al Maestro?” (Mc 5,35; Le 8,49). Indican estas pa- labras que Ja ayuda llega demasiado tarde y que hay que con- formarse con la muerte de la nifia. “Deja de temer; basta que creas (y serd salva)”: Las pala- bras “deja de temer” revelan un dolor indescriptible, la turbacién més profunda, acaso un naciente dudar de la miscricordia de Dios por parte de Jairo. La exhortacién de Jesis a creer no tiene otro fin que su promesa, en la que debe confiar el padre que- brantado y como fuera de si por el dolor. “Pedro, Santiago y Juan...”: Estos tres Apéstoles fueron tes- tigos de la gloria de Jestis (en la transfiguracién: Mc 9,2) y tam- bién de su humanidad (en Getseman{: Mc 14,33). Cristo obra el milagro de Ja resurreccién, no ante toda la gente, sino sdlo ante pocos testigos: los -padres de la nifia y los tres Apéstoles. “... vio el alboroto y la presencia de las que lorabam y da- ban. gritos”: Eta costumbre en el Antiguo Oriente manifestar el dolor Iorando a voz en grito e incluso con muisicas tristes y que- jumbrosas (Mt 9,23 habla de “flautistas”). “La nitia no esté muerta, sino dormida”: Cristo no habla de la muerte aparente, sino que més bien quiere decir que “el suefio de la muerte” no es todavia definitivo. “Y tomdndola de la mano, le dijo: ‘Talitha kumi’, que signi- fica: Muchacha, yo te digo: jLevdntante!”: A\ tocar Jesis la mano de Ja nifia muerta, hace caso omiso de Ja presctipcién ju- dia, segdn la cual quien toca un cadaver se hace impuro (Nim 19,11 ss,). Marcos es el tinico que conserva Ja frase aramea: “Talitha kumi”, pero la traduce de intento, pues esctibe su evan- gelio para la comunidad cristiana de Roma, donde se ‘halla acom- pafiando a Pedro en sus predicaciones. 257 “Y les recomendé vivamente que nadie lo supiese”: En nin- gan otro pasaje (v. Mc 1,44; 8,30) es tan severa la orden de callar como en éste. Las resurrecciones eran una prueba tan tre- menda y desconcertante del poder divino de Jestis, que sdlo los coeténeos podfan demasiado facilmente sacar falsas consecuencias. Lo divino no debia en modo alguno ser objeto de habladurias y de malentendidos. Lo santo no debia ser pabulo de la curiosi- dad ni del sensacionalismo. Los milagros de Dios exigen un te- mor santo, Intencionalidad de la predicacién @) La mira teolégica del pasaje est4 en las palabras de Jesus: “Deja de temer; basta que creas”. Jesis acude en ayuda de la probada y debilitada fe del jefe de la sinagoga; le alienta y le consuela, Su exhortacién tiende en Ultimo término a que el hom- bre renuncie a sf mismo y se eche total e indivisamente en manos de Dios. Quien esta con Cristo, ha superado todo temor huma- no y terreno y ya no necesita el apoyo y la seguridad del mun- do. Quien confia en Dios, no edifica sobre arena. 4) No llegan al conocimiento de Ja divinidad y de la mesia- nidad de Jestis aquellos que contemplan el milagro y se “quedan fuera de si, muy asombrados” (Mc 5,42). Quien se limita a ver y tegistrar, admira sdlo al taumaturgo Jests y sus incomprensi- ble cualidades. Pero demasiado facilmente, los prodigios pueden suscitar el afan de otros prodigios y precisamente asi cegar para el misterio de la persona de Jesus. c) No basta conocer y comprobar el hecho histérico de Ia resurreccién. El hondo y verdadero sentido de la misma est4 en la promesa de Jesds, de suerte que, segin los misericordiosos de- signios de Dios, lo ultimo no es la muerte, sino la vida, La muerte es sélo el paso, la puerta para la vida de la eternidad. 258 El hijo de la viuda de Naim (Le 7,11-17) Caracteristicas del texto El episodio es contado graficamente y con todo lujo de deta- les: “cerca de la puerta de la ciudad”, “el hijo unico de una viuda”... Lucas, el compasivo médico, presenta con trazos muy fuertes el aspecto sicolégico del acontecimiento. El versiculo 16 debe ser considerado como un estribillo redactado con palabras proferidas por dos grupos de hombres. Como la insercién de un relato dentro del curso de todo un pasaje (cosa muy frecuente en el evangelio de Lucas) es orienta- dora para la interpretacién, no hay que considerar de un modo aislado la resurreccién del joven de Naim. A esa resurrecci6n le precede inmediatamente la curacién del siervo del centurién de Cafarnatim (Lc 7,1-10) y Je sigue el relato de la embajada del Bautista (Le 7,18-23). La unién con lo que precede se realiza por medio del adverbio “después” (Le 7,11) y con lo que sigue por medio de las palabras “todo esto” (Le 7,18). Pata la inter- pretacién de los dos relatos (el de Ja curacién del siervo y el de Ja resurreccién en Naim) son orientadoras las palabras de Jesis: “;Bienaventurado el que no se escandaliza de mi!” (Le 7,23). Explicacién de frases y hechos “\..@ una ciudad llamada Naim”: Naim esté a unos 10 ki- I6mettos al sureste de Nazaret. En tiempos de Jestis era esa ciu- dad una aldea pequefia e insignificante. Lucas, que dedica su evangelio al cindadano Teédfilo y que frecuentemente da a los lugares biblicos mayor categorfa de la que les corresponde (v. Mc 2,4 en relaci6n con Le 5,19), hace de la aldea de Naim una “civ- dad”, pues habla de “una ciudad” y de “la puerta de Ja ciudad” (Le 7,12). “Al verla el Senor, se apiadé de ella”: En el relato de la re- surreccién no figura el nombre de “Jestis”, sino el de “Sefior” (Kyrios), que se adapta mejor a la mentalidad cristolégica del il- timo periodo del cristianismo primitivo (v. Le 7,19; 10,1.17.41; 11,39; 12,42; 13,15; 17,55; 18,6; 19,8: 22,61: 24,34). Lucas nos presenta a Cristo, compadecido de la madre del difunto y obrando 259 el prodigio sin ser rogado, mientras en el caso del siervo, lo rea- liza a ruegos del centurién. “...t0c6 el féretro...”: Una vez més altera Lucas la realidad histérica, para que Je entendiesen los pagano-cristianos, pues en- tonces no se usaban los féretros en Palestina. El muerto era en- vuelto en telas y colocado en una camilla. Al tocar Cristo el ca- daver, hace caso omiso, al igual que en el caso de Ja hija de Jairo (Mc 5,41; Le 8,54), de las disposiciones judias sobre la impureza legal (Nim 19,11 ss.). “El muerto se senté y comenzé a hablar”: Se hace mencién de la actitud del que ha vuelto a la vida para hacer comprensi- ble el prodigio de la resurreccién. “Un gran profeta ha surgido entre nosotros”: Como aqui no se habla “del” profeta, sino de “un” gran profeta, se deduce que, segin la opiniédn popular, Jestis quizd es uno de Jos muchos pro- fetas de Dios, pero no el Profeta del fin de los tiempos. Estas palabras nos dan una visién de Jas primeras actuaciones de Jesus y del juicio que de El! se forma el pueblo israelita. “Dios ha visitado a su pueblo”: Es ésta una expresién favo- tita del evangelista Lucas (Le 1-68.78; 19,44; He 15,14). Cual- quier profeta y cualquier milagro eran recibidos por el pueblo de Israel como una distincién y una preferencia divinas a favor suyo. Intencionalidad de la predicacién @) Toda resurreccién es, en realidad, un argumento impo- nente de la divinidad de Jesés y promesa de la futura resurrec- cién de toda la creacién. Sin embargo, la vinculacién literaria de esta resurreccién con la pregunta del Bautista (Lc 7,18-23) y la contestacién de Jesis: “... los muertos resucitan” (Le 7,22) re- vela que Lucas (como, por otra parte, también Mt 11,5) quiere aducir una prueba tomada de las profectas y que conscientemente pone el Antiguo Testamento al servicio del Nuevo, Este Jesis, en quien el pueblo asombrado sélo ve “un gran profeta”, es real- mente el Mesfas anunciado por el profeta Isaias (Is 35,5; 61,1; 260 29,185.). Jesis no es sélo uno de los muchos profetas, es el Kyrios, como le llama con predilecci6n Lucas. 5) El relato sobre la resurrecci6n del joven de Naim fue escrito, sin duda, pensando en los lugares paralelos del Antiguo Testamento, en los que asimismo cada uno de los profetas Elfas y Eliseo vuelven a la vida a un difunto, hijo tnico de una viuda (1 Re 17,17-24, 2 Re 4,29-37). Puede sacarse esa consecuencia porque la frase “se lo entreg6 a su madre” (Lc 7,15) es idén- tica a la del Antiguo Testamento, y por otra parte, Sunam, donde Eliseo obré el prodigio, esta cerca de Naim. Con la alusién al Antiguo Testamento acaso quiere subrayar Lucas que aquellas resurrecciones guardan una intima relacién con Ja venida del Mesias, pero que “el que ha de venir” (Lc 7,20) como dispensador de la vida eterna, esté allt, en Cristo, ef dnico y verdadero Kyrios, y que, por tanto, no se debe “esperar a otro”. c) El Sefior obra el prodigio de la resurreccién sin ser ro- gado, lo cual revela, en ultimo término, que todo lo que Dios concede a los humanos lo da adelantdndose El y de su puta gra- cia, {No es posible que Cristo devolviera su hijo unico a la viuda de Naim, porque ésta, demasiado probada en su fe, en el amor y en la bondad de Dios, pensé quiz4 en alejarse de El? Dios co- noce los deseos de los hombres aun antes que le sean expre- sados. @) Las palabras de Jestis “Bienaventurado el que no se es- candaliza de mi” (Lc 7,23) tevelan que hay una posibilidad es- pantosa: la de que el hombre que ha contemplado muchos mi- lagros suyos pueda, sin embargo, “escandalizarse de El”. El Bau- tista, recluido en la prisién, no pudo ver los prodigios de Jesis y creyé. En una situacién semejante se halla el cristiano de hoy; tampoco vive las resurrecciones ni los dem4s milagros; como el Bautista, es sdlo oyente de la Buena Nueva, de Ja predicacién del acontecimiento salvador, y al través de esa predicacién es in- vitado a la fe. 261 17. MILAGROS Y MENSAJE DE JESUS, EN EL EVANGELIO DE JUAN . Los prodigios que trae el evangelio de Juan son en total ocho, incluido el de la pesca milagrosa, que corresponde al periodo de la post-resurreccié6n. Jn 2, 1-11: el de las bodas de Cané*, Jn 446-54: curacién del hijo de un oficial real (este relato quiz4 es el doble del de los sindpticos sobre Ja curacién del centurién en Cafarnatm), Jn 5, 1-15: curaci6n de un enfermo en la piscina de Be- zata®, Jn 6, 1-15: multiplicacién de los panes (v. pags. 204 ss.), Jn 6,16-21: Jestis camina sobre las aguas (v. pags. 209 ss.), Jn 9, 1-41: curacién de un ciego de nacimiento*, Jn11, 1-44: resurrecci6n de Lazaro*, Jn 21, 1-14: le pesca milagrosa (v. pags. 198 ss.) *. Los cinco relatos que llevan el asterisco son exclusivos de Juan. Llama Ja atencién que este evangelista no nos transmite ni una OS. expulsidn de det Juan es el tinico que para designar la palabra “mélagros” (Jn 2,23; 3,2; 448.54; 6,2.1426.30; 7,31; 9,16; 10,41; 11,47; 12,18.37; 20,30) emplea ya al principio (Jn 2,18) el término “se- fal”, dando a entender asi que los milagros son realidades que indican otra tealidad mayor y de més trascendencia, la grande- za (divinidad) de Jesucristo. Esos hechos histéricos y su sentido, esos acontecimientos y su significado en la historia de la salva- cién forman una unidad indivisa. La “sefial” se da en la realidad concreta y que cae bajo los sentidos, y revela tras esta realidad visible’ otra realidad invisible, en timo término, el misterio de la persona de Jestis, de modo que los “milagros”, segiin el evan- gelio de Juan, tienen un aspecto hist6tico, el que aparece a los 262 sentidos, y al mismo tiempo otro divino, el que no se ve, pero que puede descubrirse. Por causa de este simbolismo, y precisamente en los dltimos tiempos, la historicidad de los milagros narrados por el evangelio de Juan ha sido puesta en tela de juicio y slo se quiere ver en ellos historias simbdlicas y formas literarias para representar el poder divino y omnipotente de Jestis. Asi, se dice, la resurrec- cién de Lazaro no es un hecho real e histérico, sino una presen- tacién literaria de la verdad de fe, segiin la cual Cristo es el Sefior de la vida y de Ja muerte. Pero esta interpretacién de los prodigios del evangelio de Juan va més allé del objetivo del libro sagrado, si bien nos ayuda a reconocer que tales prodigios han de ser contemplados, por decirlo asi, al través de dos pris- mas: el del hagidgrafo que refiere el hecho histérico y el de una mira litirgico-sacramental. En nuestros dias se esti imponiendo cada vez més vigorosamente la opinién de que Ia seleccién de las “seales” de Juan se hizo con miras al sacramento del bautismo, de la Eucaristia y también del perdén de los pecados. El evange- lio de Juan tiene un objetivo, asi como también un léxico, en el cual es innegable que dejaron su impronta los decenios de cele- bracién eucaristica entre las primitivas comunidades cristianas, Se feconoce ya que en la conversacién de Jestis con Nicodemo (Jn 3,1-21) y en el relato sobre la multiplicaci6n milagrosa de los panes (Jn 6,22-65) hay reminiscencias de catequesis dadas sobre el sacramento del bautismo y el de la Eucaristia, Se est& afian- zando cada vez més la creencia de que al evangelio de Juan hay que darle una interpretacién litirgico-sacramental, mas que un significado alegérico, Las bodas de Cana (Jn 2,1-11) Caracteristicas del texto Es evidente que Juan en su evangelio se esfuerza por presen- tarnos una cronologia exacta de los acontecimientos: Jn 1,29: “Al dia siguiemte...”, Jn 1,35: “Al dia siguiente. Jn 1,43: “Al dha siguiente...”, Jn 2, 1: “Tres dias después...” 263 Este esfuerzo cronolégico es tanto mds admirable cuanto el evangelio de Juan fue escrito sesenta afios después que tuvieron lugar los acontecimientos. En esta exactitud de datos cronoldgicos se reflejan la vivencia de los hechos por el autor y su deseo de incul- car la credibilidad de los mismos. La légica del relato tropieza con algunas dificultades entre el versiculo 4 y el 5, pues de las palabras de Jestis se deduce algo muy distinto de lo que Maria dice a los sirvientes. ¢Es que sdlo se han recogido aqui las frases inicial y final de una més larga conversacién entre Jestis y su Madre, mientras se omite la que es factor determinante de las palabras de Maria? También merecen nuestra atencién el modo de pensar y la actitud de Maria, que evidentemente equivalen al ruego de que su Hijo obre un milagro. En ninguno de los tres sindpticos hay ua il profuude reconucimiento del poder taumacirgico y de ia divinidad de su Hijo, reconocimiento que marca el principio de Ja piblica actuacién del mismo. Mc 3,20-21 observa que los pa- tientes de Jesus (y por ende también Matia) sentian preocupacién por su salud y “salieron para Ievdrselo con ellos, pues decian: “Esté fuera de si”, ¢Cémo se explica, pues, la madurez cristolé- gica de Maria en Ja fase inicial de la actuacién publica de su Hijo? A la luz de Ja fe de Ja post-resurreccién se ve que el prodi- gio obrado en las bodas de Cand ptenuncia y simboliza un acon- tecimiento salvador ocurtido en Ja ante-resurreccién. Mas preci- samente por eso, el prodigio se convierte en “sefial” de la gran- deza de Dios, que es el incesante acontecimiento salvador de la comunidad neotestamentaria. Explicacién de frases y hechos “...em Cand de Galilea...”: De las dos ciudades Kerf Kenna (siete kilémetros al noreste de Nazaret) y Chirbet Quana (14 kilé- metros al norte de Nazaret), la Tradicién més antigua se inclina por la ultima. “\.. allt estaba la Madre de Jesés. Fue invitado también a la boda Jesis con sus disctpulos”: El evangelio de Juan habla siem- pre de la “Madre de Jestis” y nunca de “Maria”. El hecho de que Marfa y Jesus con sus discipulos asistan a la boda autoriza para suponer que los contrayentes son familia de Jests. 264 “No tienen vino”: Matia, con su perspicacia de ama de casa, nota Ja confusién y el apuro de los interesados. Sus palabras no son una mera declaracién, contienen una peticién de ayuda, como se deduce de la respuesta de Jests. “cA ti y a mt qué, mujer?”: Jesis pone de manifiesto que la falta de vino no es asunto de la incumbencia de Maria ni de Ja suya y que, por tanto, Maria no tiene por qué dirigirse a El. En opinidén de Jestis no se le han dirigido palabras de ruego. “Mi hora atin no ha legado”: Por “hora” no ha de enten- derse una cualquiera de Jas veinticuatro horas de un dia natural. La hora de Jesus es el tiempo fijado por el Padre y aceptado por El obedientemente para un acontecimiento salvador. Jess afir- ma que Ja hora de ese acontecimiento “no ha Ilegado atin”. Con esta afirmacién se patentiza la coincidencia de la divina sabidu- ria con el plan salvador del eterno Padre, pero al mismo tiempo se hace mAs enigmitico el significado de Jas palabras de Jesus, pues unos instantes después llega ya la hora. ¢No sabia Jests unos momentos antes que era inminente su “hora”? ;Tremendo misterio de la divina sabiduria en Jesis-Hombre! “Haced lo que El os diga”: Sorptende que de las palabras de Jestis saque Maria la consecuencia de que su Hijo quiere poner remedio a la situacién, consecuencia que no saca ningtin lector de nuestros dias. No puede ser, por consiguiente, que se haya omitido un didlogo més largo entre Jesis y Maria, en el cual las palabras de ésta hallarian justificacién? “| .. seis tinajas de piedra..., de dos o tres metretas cada una”: Como unidad de medida para los liquidos se usaba la metre- ta==unos 40 litros; por tanto, en una tinaja cabian unos cien litros, y en las seis, seiscientos. En rigor no se describe el milagro de la conversién del agua en vino, sino sdélo la reaccién del maestresala ante la extraordi- naria calidad del vino. Las palabras del maestresala (Jn 2,10), lejos de ser expresi6n de cumplimiento mundano, proceden de un verdadero y auténtico asombro, sin segunda intencién. “...dio Jesés principio a sus milagros, manifesté su gloria y creyeron en El sus disctpulos”: Jess, el Hijo de Dios, manifiesta su gloria al través del milagro, pero no con aquella plenitud con 265 que s6lo se manifiesta a la fe, sino entre signos y con una clari- dad inicial. El autor del evangelio de Juan proyecta ya sobre el Cristo de Ja ante-resurreccién los rayos de la gloria pascual y pone en el corazén de los Apéstoles la fe imperturbable y sdlida- mente cimentada de la post-resurreccién. Brilla en este episodio una fe que corresponde a una época muy posterior. Explicacién de frases y hechos @) Ia “hora” es el tiempo en el que Cristo se manifiesta y se hace visible. La hora es el tiempo que lleva el sello, el impacto de la historia de Ia salvacién, pues en ella no sélo pone remedio Cristo a los males que afligen al hombre, sino que con sus mila- gros, con sus “sefiales” guia al conocimiento del misterio divino de sw Persona, La hora es el tiempo en que se realiza la epifania, la revelacién del Kyrios. 4) EL aspecto litdrgico-sacramental del evangelio de Juan puede conducirnos al misterio de la Eucaristia, simbolizado en la conversién del agua en vino. Este milagro es transparente y al través de él puede traslucisse el gran acontecimiento de la ultima Cena. ©) {No es posible que en la “sefial” de Cana esté prefigu- rada aquella transformacién que, en el fin de los tiempos, han de experimentar todas las criaturas en orden “al cielo nuevo y a la tierra nueva”? (Ap 21,1). @) En el ruego confiado de Maria brilla un profundo co- nocimiento del misterio divino de su Hijo. Mientras en los de- més evangelios, sobre todo en el de Lucas, se habla con frecuen- cia de las pruebas, de los problemas de la fe de Marfa, aqui se descubre una firme confianza en su Hijo, propia del pertodo de la post-resurreccién. 266 El hijo de un oficial real (Jn 4,46-54) Caracteristicas del texto Este prodigio (“el segundo” obrado en Galilea: Jn 4,54), que Juan relaciona de intento con “Cana de Galilea, donde El habia cambiado el agua en vino” (Jn 4,46), tiene evidentes afinidades con la curacién del siervo del centurién de Cafarnatim (Mt 8,5-13; Le 7,1-10), de modo que puede suponerse muy bien que una misma tradicién sirvi6 de base para los dos relatos. El de Mateo es mas semejante al de Juan que el de Lucas, Explicacién de frases y hechos (V. pags. 223 ss.) Intencionalidad de la predicacién Los relatos dobles que preceden nos permiten ver interesan- tes problemas, que radican, més que en los detalles secundarios (“oficial real”, “hijo del centurién”, “siervo del centurién”), en el distinto fin teoldgico que, al registrar el hecho de la curacién, dejaron impreso de una parte el evangelio de Mateo y el de Lu- cas, y por otra parte el evangelio de Juan. @) Mateo se sirve del relato del prodigio para subrayar, como quien dice, con trazos gruesos, la idea central de todo su evange- lio: la obstinacién del pueblo de Israel-la fe de los gentiles, “En verdad os digo que cn ninguno de Israel encontré tanta fe” (Mt 8,10; Le 7,9). Con tonos de energia advierte que la justicia de Dios caera sobre el obstinado pueblo de Israel: “Los hijos del Reino serin arrojados a las tinieblas de fuera; alli sera el llanto y el crujir de dientes” (Mt 8,12). “Muchos (= paganos) vendrin del Oriente y del Occidente y se sentarén con Abrahan, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos” (Mt 8,11). El pueblo de Israel, asi dice machaconamente Mateo a los judeo-cristianos de Pales- tina, ha rechazado el ofrecimiento de la gracia. Y la gracia de Dios vuelve a los gentiles. b) Si se tiene en cuenta que Lucas es quien acompafia du- rante afios a Pablo, el Apdstol de las gentes y que dedica al pa- 267 gano-cristiano Tedfilo (Lc 1,3; He 1,1) sus dos obras (el Evange- lio y Hechos), se comprende que tenga andloga intencionalidad teoldgica; sin embargo, no adopta una postuta tan antijudia como Mateo. ¢) En el tiltimo periodo del cristianismo primitive (después del 90 de la Era cristiana), cuando Juan escribe su evangelio, es- taban ya superadas las miras apologético-teolégicas de la predica- cién, que dejaron su impronta en el evangelio de Mateo y tam- bién en el de Lucas. Al autor del evangelio de Juan le preocupa —sin mirar a judios 0 a gentiles— ef tema esemcial: la fe. “Cre- y6 el hombre en la palabra de Jestis” (Jn 4,50). “Y creyé en El con toda su casa” (Jn 4,53; v. Ap 7,9). Un enfermo en Ia piscina de Bezata (Jn 5,1-15) Caracteristicas del texto El minucioso relato sobre la curacién (Jn 5,1-9a) va segaido de una discusién sobre el sdbado (Jn 5,9b-15), en la que estan implicados primeramente el curado y por fin Jests (Jn 5,16-18). Aqui surge un nuevo y poderoso motivo de discordia con Jos judios. Jesis “llama a Dios su Padre, haciéndose igual a El” (Jn 5,18). Inmediatamente después de este reproche de los judios sigue uno de los discursos en que Jesiis se revela a st mismo y en el cual el antor del evange ‘a tarios propios y materi: pre y elaborados por él (Jn 5,19-30). Se ha hablado, y con motivo, de un “discurso de revelacién”, propio de Juan, en el que Jesus no emplea —como en’ frases inmediatamente anteriores— el pro- nombre “Yo”, sino que habla en tercera persona (el Hijo, el Hijo del Hombre). La teméatica, sin embargo, de este discurso de revelaci6n va més allé del hecho que Io ha originado, pues hace alusién a “obras mayotes que éstas” (curacién de enfermos) y a la posibi- lidad de resurrecciones que han de ocurrir, Asi dispone previa- mente el terreno para el relato de la resurrecci6n de Lazaro (Jn 11,1ss.), mas en el fondo alude a Ja resurreccién escatolégi- 268 ca y a la “sesurreccién para el juicio” (Jn 5,29) por el “Hijo del Hombre” (Jn 5,27). Interesante es también la intima unién que hay entre la Cristologia y la escatologta, Si, la Cristologia es el principio de la escatologia. No ha de entenderse que los aconte- cimientos escatolégicos han de tener lugar en el fin de los tiem- pos. Con Cristo la escatologia es ya una realidad. Pues quien cree, tiene vida eterna, y no es condenado, sino que ha pasado de la muerte a la vida” (Jn 5,24). De ahf que “el Hijo del Hombre” ya no es el Juez del fin de los tiempos, sino que es ahora ya et escatolégico curador de los enfermos, el dador de la vida y el que resucita a los muertos, el que entrega a los que creen los escatolégicos bienes de la salvacién, i Explicacién de frases y hechos “...era la fiesta de los judtos...”: Las dos versiones del hecho dejan pendiente y sin respuesta esta pregunta: de qué fiesta se trata? (zes la de la Pascua, la de Pentecostés, la de los Taber- naculos?). A juzgar por la inversi6n del orden que se observa frecuentemente en Jos capitulos 5 y 6, y sobre todo por el ver- siculo 4 (Jn 6), puede suponerse que se trata de la fiesta de la Pascua. “Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una pis- cina, llamada en hebreo Bezata, con cinco pérticos”: Se trata de un estanque (o mejor dicho, de una fastuosa piscina de bafios), sita en la parte noroeste (hoy jordanica) de Jerusalén y al norte del 4rea del Templo (noroeste de la actual iglesia de Santa Ana). Existen varios nombres de la piscina. Los de “Bethzatha” y “Bezetha” (en hebreo: bezata = hendidura) traducen el nombre de una parte de la ciudad, mientras el de “Bethesda” (en arameo: “casa de misericordia”) es acaso nombre simbélico de una época posterior. En Jas excavaciones iniciadas en 1871 (y proseguidas en 1956) se descubrié un establecimiento de bafios de doble piscina, que forma un cuadrilétero irregular de unos 100 metros de longitud por 62 y hasta 80 de anchura. En tiempos del rey Herodes el Grande (m. el afio 4 antes de Cristo) fue rodea- do el establecimiento de pérticos, semejantes a los del Templo herodiano. Un quinto pértico se elevaba sobre la pared mediane- ta, de 7,5 metros de anchura, que dividfa la piscina en dos de- 269 partamentos: el uno, mds pequefio, al Norte, y el otro, mayor, al Sur. “,..después de agitarse el agua...”: Téngase en cuenta el versiculo 4 (“el angel de Dios... se agitaba el agua...”). “Quieres curar?”: A la pregunta de Jests responde el enfer- mo, que no conoce a Jess (Jn 5,13), como un hombre sin ayuda de nadie, que se mueve sélo en un plano natural, pero no como un hombre llamado a la fe. “yal punto el hombre quedé curado, tomé la camilla y ca- minaba”: Con palabras gréficas’y con un gran verismo nos es presentado el caracter repentino y total de Ja curacién. “Mira que has sido curado. No peques més, para que no te suceda algo peor”: Jesis advierte al curado que peor que los treinta y ocho afios de enfermedad (Jn 5,5) es el pecado, que acarrea en el juicio la perdicién eterna. Intencionalidad de Ja predicacién @) EI relato sobre Ja curacién Ilega a la cima de su intencio- ndlidad teolégica en Yas palabras de Jess (Jn 5,14), segin las cuales el pecado es peor que cualquier enfermedad del cuerpo, por larga y dolorosa que sea, 5) En el episodio que sigue a la curacién hay una mira slo secundaria, que se refiere a la cuestién del s&bado, El tema prin- cipal, que tan bien rima con la meta teolégica del evangefio de Juan, es esta afirmacién escandalosa para los judios: Jess llama “a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios” (Jn 5,18). ¢) EI pensamiento de la Filiacién lleva al tema de los dere- chos del Hijo, transmitidos por el Padre al “Hijo del Hombre” (Jn 5,17). Jestis no soslaya el problema, sino que se sirve del conflicto para realizar una amplia revelaci6n de sf mismo. Con aquél, a quien el Padre ha “enviado” (Jn 5,24-30), ha llegado Ja hora ultima. Donde Cristo habla (en su vida histérica) y donde Cristo es predicado (en la vida y en Ja liturgia de la Iglesia primitiva), alli ha sonado ya y estd operante la hora esca- 270 toldgica. Quien, por tanto, cree en la Palabra del Hijo, “tiene vida eterna y no es condenado, sino que tha pasado de la muerte a la vida” (Jn 5,24). Quien cree, ha dejado ya atrds la muerte y el juécio. La Palabra del Sefior sitéa al hombre ante la decisién entre creer y no creer, que equivale a escoger entre la salvacién y la perdicién. @) Extrafia a los judios que el “Hijo del Hombre” (Dn 7), ahora y también al fin de los tiempos, “resucitaré a todos los que estan en los sepulcros” (Jn 5,28). La doctrina sobre la reswrrec- cién general de los muertos es parte de la literatura judia, pero en el campo de Ja teologfa'de niagtin modo es admitida por todos (los saduceos, v. gr., rechazaban la resurreccién: Mc 12, 18-27; Mt 22,23-33; Le 20,27-40). e) Todavia més claras y que se elevan por encima de la dis- cusién son las expresiones que se leen en Jn 5,32-47. Jestis alude a su Filiacién divina y apela al testimonio del Bautista, a quien llama “antorcha que arde y luce” (Jn 5,35). “Yo no necesito tes- timonio de hombre” (Jn 5,34). Jesis apela @ sus propios miéla- ros, que realiza por encatgo y en el nombre del Padre, y final- mente a los escritos del tan*honrado por todos los judios, Moisés, “que escribid de mi” (Jn 5,47). De ahi que Moisés sea testigo de la Filiaci6n divina de Jestis y al mismo tiempo “acusador” (Jn 5,45) de los incrédulos y obstinados judfos. El ciego de nacimiento (Jn 9,1-41) Caracteristicas del texto Mientras la ensambladura del capitulo 9 con el capitulo 10 suscita no pocas dificultades y hace aconsejable otro orden en el texto del capitulo 10 (se propone el orden siguiente: a Jn 9,41 debe seguir Jn 10,19-24; luego, Jn 10,1-18, y por fin, Jn 10,25-29), el orden textual del capitulo 10 aparece claro. Se ha preguntado si Jn 9,39-41 constituye una unidad textual, o forma con Jn 9,1-38 un solo periodo literario, El relato sobre la curacién esta orienta- do de intento a una llamada discusién de Juan (Jn 9,39-41). El episodio, que tiene muchas afinidades de detalle con otro que sélo es trafdo por el evangelio de Marcos (Mc 8,22-26), pero 271 que no puede ser considerado como doble suyo, presenta este claro orden: Ja 9, 1- 5: introduccién, Jn 9, 6- 7: curacién del ciego de nacimiento, Jn 9, 8-12: el curado, testigo del milagro, Jn 9,13-17: primer interrogatorio del curado por parte de los fariseos, Jn 9,18-23: intento de intimidaci6n por parte de los fariseos, Jn 9,24-34: segundo interrogatorio del curado por parte de los fariseos, Jn 9,35-38: Jess y el curado, Jn 9,39-41: Jess y los fariseos, Se trata de un hecho hisiérico, presentado con un marcado sello teolégico, que llega a Ja cima de su meta teolégica en los versicilos Jn 9,5 y Jn 9,39. El relato de esta curacién prueba la intima uni6n que, en el evangelio de Juan, hay entre las “sefia- les” y el mensaje. Explicacién de frases y hechos “Maestro, cquién peco, éste o sus padres, para que naciera ciego?”: Segiin la mentalidad judia, la enfermedad de un hom- bre es el castigo visible de un pecado. Mas, como se trata de un hombre “ciego desde su nacimiento” (Jn 9,1), la culpa de que el hijo sufra el castigo (Ex 20,5; Tob 3,3) radica en los padres. “... para que resplandezcan en él las obras de Dios”: La cau- sa de esta ceguera no es ningtin pecado; ast lo dice explicitamen- te Jestis. Antes bien, este ciego debe dar testimonio de la reve- lacién; es decir, en él se ha de demostrar que “Jestis es la luz del mundo” (Ja 9,5). “Ve a lavarte en la piscina de Siloé” (que significa enviado): Jestis pone a prueba la fe del ciego, el cual queda curado no por Ja virtud curativa del agua de la piscina, sino por la fuerza de su fe. La piscina de Siloé (ahora en Ia parte jordinica de la ciudad de Jerusalén) estaba en un valle de Ja parte Sur de Jerusalén, en el llamado barrio bajo de la ciudad. El agua la recibfa de la 272 fuente Gihén, sita en los extramuros de la misma, al través de un tiinel de unos 520 metros de longitud, hecho en la roca viva durante el reinado de Ezequias (721-693 antes de Cristo) (2 Re 20,20). Este acueducto, Hamado tinel de Siloé, fue descubierto en 1838. Se cree que el nombre de la piscina procede de Ja for- ma hebrea “Schiloach” (schalach = enviar) y que significa “emi- sot de agua”, distribuidor de agua”, “acueducto”; por consiguien- te, Juan, al traducir Siloé por “Enviado” y hacer alusién asi a Jess, el Enviado del eterno Padre, hace una transmutacién de significado, pequefia y simbélica, pero importante desde el punto de vista teolégico, para que le entiendan sus lectores pagano- cristianos, que no conocen el idioma hebreo. Intencionalidad de la predicacién La intencionalidad teolégica de este relato sobre el milagro aparece con toda claridad en la serie de didlogos que en el curso del mismo se suceden. : @) En las palabras “Yo soy la luz del mundo” (Jn 9,5) hay uno de los testimonios “Yo soy”, que abarcan, dicen todo lo que de una parte “es Jesds como Hijo de Dios y como Hijo del Hom- bre, y por otra parte, todo lo que es Jesds para los hombres. b) La fe del curado sigue una linea ascendente. La fe, que Je mueve a ponerse en marcha hacia la piscina y a lavarse en ella, llega a su maduracién cuando cree la afirmacién de Jesis de que es el “Hijo del Hombre” (Jn 9,35-38). c) Extrafios se hacen los designios de Dios de dejar a uno ciego desde su nacimiento, para que, después de curado, sea “senal” y testigo de la revelacién de Cristo, El curado es en va- rios diélogos e interrogatorios el testigo de Cristo. Cuando, por Ja fuerza de los hechos, es el curado quien presenta ocasién para que Je pregunten por el que le ha curado, es decir, por Jestis, en- tonces se convierte éste en tema central de la discusién. @) Donde se habla de Cristo, se produce una crisis; es decir, la revelacién de Cristo es piedra de escandalo. En torno a Jesis se produce la division de los espiritus: “No es de Dios este hom- bre, porque no guarda el sibado” (Jn 9,16). “Es un profeta” (Ja 9,17). Jesés, hecho blanco de contradiccién. 273 e) Tajante como un cuchillo es la légica del curado en el segundo interrogatorio que Je hacen los fariseos. Para los fariseos esti claro que “este hombre (Jestis) es un pecador” (Jn 9,24). La perspicaz inteligencia del curado para habilmente el golpe: “Dios no escucha a los pecadores...” “Si él no fuera de Dios, nada podria hacer” (Jn 9,31-33). f) Es digna de atencién Ja linea ascendente de las afirmacio- nes sobre Jests: “El hombre, llamado Jests” (Jn 9,11), “Este hombre” (Jn 9,16.24), “Un prtofeta” (Jn 9,17), “El Cristo” (Jn 9,22), “Viene de Dios” (Jn 9,33), “El Hijo del Hombre” (Jn 9,35). &) EI relato sobre Ja cutacién termina con unos versiculos sobre el juicio (Jn 9,39-41). Jestis se sirve de la pregunta de los fariseos “gsomos también nosotros ciegos?” (Jn 9,40) para de- cirles que ven, pero no quieren ver, y que precisamente por eso recaer4 sobre ellos el juicio de Dios: “Si fueseis ciegos, no ten- driais culpa; mas decis “vemos” y por eso vuestro pecado per- manece” (Jn 9,41), Resurreccién de Lazaro (Jn 11,1-44) Caracteristicas del texto El episodio de la resurreccién de Lazaro es contado con un estilo extraordinariamente sugestivo. Se ve, tanto por su exten- sién y expresividad como también por las férnwulas teoldgicas es- parcidas acd y all4, que el evangelista no sélo quiere presentar uno de los muchos milagros, sino la mayor de todas las “senales”. Una prueba de todo esto la tenemos, entre otras cosas, en la afirmacién insistente, repetida cuatro veces, de Ia gravedad de la enfermedad (Jn 11,1.2.3.4.6), en la demora de Ia ida de Jess a Betania (Jn 11,6.7.30), en Jas palabras sobre el supuesto suefio y, por fin, sobre la muerte (Jn 11,11.14), en Ja aparente y extrafia paradoja de que Jests se alegra de no haber estado en Betania 274 (Ja 11,15), en el estremecimiento interior y en Ja turbaci6n de Jesis Jn 11,33.35.38). Parece también que entre el episodio de Lazaro y el de la Pascua hay un paralelismo literario y teolégico, que acaso puede traslucirse también en el hecho de que la resurreccién de Lazaro sea la sefial para que el Sanedrin tome el acuerdo de dar muerte a Jesis (Jn 11,45-53; v. Mc 14,1-2; Mt 26,1-5; Le 22,1-2). Episodio de Ldzaro Jn 11,6: “...se entretuvo atin dos dias donde se hallaba” y partié al tercer dia. Jn 11,6-16: Inconvenientes de los Apéstoles para it a Judea, donde hacia poco quisieron los judios apedrear a Jesis. Palabras de Tomés, con las que muestra su deseo de morir con Jestis. Jn 11,25-26: “Yo soy la te- Episodio de la Pascua Resurreccién de Jestis “al fer- cer dia”. vy. Las tres profecias sobre la Pasién, especialmente en Mc 8,31-33. Palabras de Pedro, con las que muestra su deseo de morir con Jess (Mt 26,35). Resurreccién de Jesis. surrecci6n y la vida”. Explicacién de frases y hechos “.., Lézaro de Betania, el pueblecito de Maria y de su her- mana Marta”: Betania (en hebreo: beth-ani—= “casa de los po- bres”, hoy al-azatije = pueblo de Lazaro) est4 en el flanco orien- tal del Olivete, a unos tres kilémetros (Jn 11,18 dice 15 esta- dios) de Jerusalén y en el camino que lleva a Jericé, El nombre L4zaro es una abreviatura de Eleazar (= Dios ha ayudado), nom- bre muy frecuente en Ia época del Antiguo Testamento. Las dos hermanas de Lazaro, Maria y Marta, aparecen también en Lc 10, 38-42. El episodio de la uncién de Jess hecha por Marfa, refe- tido més adelante (Jn 12,1-8) y mencionado ya con anticipacién en Jn 11,2, se supone conocido por la narracién que del mismo hacen los sinépticos (Mc 14,3-9; Mt 26,6-13). De la lectura de la Biblia no se deduce que Maria, la hermana de Lazaro, sea la pe- cadora (Magdalena) que, segin Lucas 7,36-50, ungid a Jesis. 275 “Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios, @ fin de que por ella sea glorificado el Hijo de Dios”: Con cre- ciente frecuencia, y empezando por el episodio de Lazaro, apa- fecen en el evangelio de Juan las palabras “glorificar” y “glori- ficacién”. En el pensar de Jestis, esa glorificacién es su recono- cimiento ptblico y solemne como Hijo del Hombre y como el Hijo de Dios hecho carne. Esa glorificacién tiene lugar ahora ya, no sdlo al fin de los tiempos. Mientras en Le 24,26 los sufti- mientos y Ja muerte son Ja condicién previa para Ja glorificacién (v. He 7,55-56), segdn Juan toda la vida terrena de Jesis (Jn 1,14; 2,11; 8,54; 11,4; 17,4), que culmina en Ia pasién y en la muerte, es ya la hota decretada por el Padre para Ja glorificacién del Hijo. La teologia de la cruz est ya iluminada en el evangelio de Juan por la teologte de Ia resurreccién. La glorificacién de Jesis, sin embargo, en su vida terrena se realiza de un modo Preponderante al través de las “sefiales”. Pero a medida que avanza la vida de Jesiis, se manifiesta més esplendorosa su glori- ficacién, “Lazaro, nuestro amigo duerme... ha muerto”: Al hablar Jn 11,11 del “suefio” de Lazaro, Jess habla de la muerte en Jn 11,14. Jess, que en su afirmacién se comprende a si mismo, quiere decir con Ja imagen del “swefio de le muerte” que el Padre ha dispuesto esa muerte sélo para un tiempo determinado. Lazaro ha de ser la “sefial” de que Jests es el “Hijo de Dios” (Jn 11,4). “...me alegro por vosotros de no haber estado alli”: Extrafia que la muerte de Lazaro sea motivo de alegria para Jestis. Mas la frase de Jess ha de interpretarse con selacién a los Apéstoles (“por vosotros”). Al presenciar los Apéstoles el milagro de la resurreccién, de la vuelta de Lazaro a Ja vida, su fe se acrecienta ante la superacién de la muerte y la recuperacién de la vida por el poder de Cristo. La fe es m4s importante para Cristo que el hecho de la resurreccién. “Tomds...: Vamos también nosotros a morir con El”: Tomas parece ser entre los doce Apéstoles (Jn 11,16; 14,5; 20,24-25) el més sensible, quien més facilmente sucumbe ante el conformis- mo y los desmayos de la fe. 276 “...esté de cuatro dias”: Como, segin la mentalidad judia, el alma de un difunto esté atin por tres dias cerca del cadaver, al cuarto dia se disipaba toda esperanza de resurreccién. “... muchos de los judtos...”: Mientras Jesis esquiva la no- toriedad en muchos de sus milagros, en éste busca la mayor pu- blicidad. Asi la misma publicidad se convierte también en tes- timonio irreversible del prodigio. “Senor, si hubieras estado aqui..." No han de interpretarse estas palabras como un reproche, sino como una prueba de la confianza de Marta. “\. Jesés se estremecié interiormente (v. 33) Nord (v.35) se estremeciéd otra vez (v, 38)”: Son extraordinariamente impre- sionantes Jas expresiones que describen los sentimientos de Jesis. Estos sentimientos gson motivados por la pérdida del amigo? Pero eno demoré Jestis su venida hasta que Lézaro estuyo muerto? 2No pudieron surgir estos sentimientos ante la muerte, fruto del pecado?

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