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Ahora que parece que nuestro Presidente ha explicitado con rotundidad que es él
quien hace la Política Económica en nuestro país, creo que sería conveniente revisar, desde
la experiencia japonesa de los años 90, algunos determinantes de Política Económica. En
cuanto al resultado de su posible atrevimiento, preferiría dejárselo a Nicolás Taleb Nassin
que es el especialista en eventos aleatorios con consecuencias drásticas o Black Swans.
Yo diría que ya el lector ha concluido que, en la situación actual, ambas hipótesis están
interrelacionas; de hecho, yo aseguraría que la gestión económica del gobierno y su
endeudamiento, bajo las actuales condiciones deflacionarias, pesan como una losa sobre las
expectativas y las disponibilidades de consumo de los españoles. Sin llegar a los extremos
de Antal Fekte, profesor de Dinero y Banca de la Universidad de San Francisco, en su
interesante ensayo sobre la productividad marginal de la deuda, lo cierto es que el
despilfarro fiscal, financiado vía deuda o impuestos, podría incluso acelerar la
deflación y desquiciar, si no lo ha hecho ya, la espiral descendente de nuestra
economía.
No es fácil determinar las dimensiones de la avería. Don Alberto Recarte calcula que, solo
por el quebranto inmobiliario, la banca afrontará en los próximos años unas pérdidas de
100.000 MM de Euros, casi 10% del PIB; a ello habría que agregar la parte de familias y
empresas. Luego faltarían otros quebrantos por la crisis y con un origen distinto.
4. Credit Crunch: causa y efecto del punto anterior, merece tratarse aparte. Nuestra
pertenencia al Euro debería haber llevado a nuestros políticos a comportarse como si
estuviéramos en el patrón oro; pensemos que esto nos acerca a las condiciones en que
Ricardo vivía cuando formuló su Equivalencia. Lo normal habría sido evitar el
endeudamiento exterior (165% del PIB), el déficit comercial exterior (próximo al 10% del
PIB), el apalancamiento bancario, la pérdida de competitividad internacional, las
restricciones al mercado interior, el aventurismo internacional, el déficit fiscal y su
crowding out y toda una serie de hábitos públicos que nos llevan de nuevo al punto 2. Me
detendré solamente en el caso del mercado interbancario, que lleva más de un año cerrado y
que no se es capaz de activarlo porque las instituciones financieras no se fían del BdE, que
al parecer aún no se ha enterado de que DEBE trabajar CON las instituciones financieras y
NO al margen; aunque no me extrañaría que alguna pensara que les va a la contra. Como
para pedirle pues al BdE la compleja tarea de que reavive la creación de dinero bancario,
verdadero catalizador del actual Credit Crunch.
En este apartado lo más urgente es que nuestra banca ha de devolver cada año, de nuevo
según Recarte, unos 80.000 millones de euros de endeudamiento a terceros, durante cada
uno de los próximos 5-6 años, que equivalen a casi la mitad de nuestro ahorro interno.
Adicionalmente, la banca internacional ha de pasar de prestar el 160% de sus depósitos a
una situación más racional de la que nunca debimos salir y que nuestro banco central no
supo encauzar como lo hicieron otros en situaciones más difíciles. Los ajustes en las
distintas áreas pueden requerir un lustro en términos de ahorro nacional.
Solo nos falta que en el colmo de nuestros males seamos testigos de cómo nuestro liderazgo
sigue, con su fútil e inconsciente labor epistemológica de falsacionismo ingenuo,
intentando demostrar, a nuestra costa, si la Equivalencia Ricardiana, es correcta o no y que
a los postulados de Bernard de Mandeville se les puede dar la vuelta como a un calcetín,
pues Los Vicios Públicos nos llevarán al Progreso Social (¡¿?!)