El documento resume las ideas políticas de Nietzsche sobre el Estado y la democracia expresadas en dos de sus obras: "Así habló Zaratustra" y "El crepúsculo de los ídolos". Nietzsche criticaba la legitimidad de la autoridad estatal y la soberanía popular, siguiendo una aplicación darwinista que solo reconocía el derecho a vivir de los más fuertes. Veía a la democracia como forma de descomposición de la fuerza organizada y criticaba las instituciones liberales por debilitar la voluntad
El documento resume las ideas políticas de Nietzsche sobre el Estado y la democracia expresadas en dos de sus obras: "Así habló Zaratustra" y "El crepúsculo de los ídolos". Nietzsche criticaba la legitimidad de la autoridad estatal y la soberanía popular, siguiendo una aplicación darwinista que solo reconocía el derecho a vivir de los más fuertes. Veía a la democracia como forma de descomposición de la fuerza organizada y criticaba las instituciones liberales por debilitar la voluntad
El documento resume las ideas políticas de Nietzsche sobre el Estado y la democracia expresadas en dos de sus obras: "Así habló Zaratustra" y "El crepúsculo de los ídolos". Nietzsche criticaba la legitimidad de la autoridad estatal y la soberanía popular, siguiendo una aplicación darwinista que solo reconocía el derecho a vivir de los más fuertes. Veía a la democracia como forma de descomposición de la fuerza organizada y criticaba las instituciones liberales por debilitar la voluntad
Comentario preliminar: Nietzsche se refiere concretamente al Estado, llamndolo El dolo
Nuevo, en el Captulo XI de la rimera arte de !s ha"la"a #aratustra$ Como se ver, el te%to es e%cesivamente po&tico ' metaf(rico, no )uedando mu' en claro adonde apunta e%actamente la crtica de Nietzsche o )u& es e%actamente lo )ue propone$ Creemos )ue el te%to de"e interpretarse teniendo en cuenta las ideas antidemocrticas ' elitistas de Nietzsche, como as tam"i&n su aplicaci(n del dar*inismo a la vida social$ En tal sentido, parecera )ue Nietzsche cuestiona no s(lo la le+itimidad de la autoridad del Estado en +eneral, sino mas "ien a los +o"ernantes ' al principio de la so"erana del pue"lo$ ,u dar*inismo social emer+e claramente cuando ha"la de los superfluos,esto es, de a)uellos seres humanos )ue siendo mas d&"iles, resultan amparados por el Estado$ ara Nietzsche esto es una vulneraci(n de las le'es naturales, de acuerdo a las cuales, s(lo los mas fuertes tienen derecho a vivir$ -ales sern los ,uperhom"res )ue aparecen hacia el final del te%to, esto es, a)uellos hom"res sanos, )ue si+uen sus instintos vitales, emancipados de toda o"ediencia cie+a a la moral castradora ' a las instituciones represivas, se+.n lo entiende Nietzsche$ ara una me/or interpretaci(n del te%to, creemos conveniente empezar con al+unos fra+mentos de El Crep.sculo de los dolos, donde Nietzsche e%presa sus ideas con mas claridad ' precisi(n$ Fragmentos de El Crepsculo de los dolos Pasatiempos Intelectuales XXVIII Mi concepto de la libertad El valor de una cosa consiste muchas veces , no en lo que se gana al adquirirla, sino en lo que se pasa por obtenerla, en lo que cuesta. Citar un ejemplo: Las instituciones liberales dejan de ser liberales tan luego como son adquiridas; no hay, despus de que esto acaece, cosa tan radicalmente nociva para la libertad como las instituciones liberales. a se sabe adonde conducen: minan sordamente la voluntad de dominio, son la nivelaci!n de la monta"a y del valle erigida en moral, hacen al hombre peque"o, cobarde y #vido de placeres; el triun$o de las cabe%as de ganado del reba"o las acompa"a. Liberalismo equivale a embrutecimiento rebaejo. Esas mismas instituciones, mientras hay que luchar por ellas, producen consecuencias di$erentes, pues $avorecen de una manera poderosa el desenvolvimiento de la libertad. &ir#ndolo m#s despacio se advierte que es la guerra lo que produce estos e$ectos, la guerra por los instintos liberales, que en cuanto guerra deja subsistir los instintos antiliberales. La guerra educa para la libertad; porque , 'qu es la libertad( Es tener voluntad de responder de s); es mantener las distancias que nos separan ; es ser indi$erente a las penas, a las esperan%as, a las privaciones, a la vida misma; es hallarse dispuesto a sacri$icar los hombres a una causa. Libertad signi$ica que los instintos viriles, los instintos alegres de guerra y de victoria predominan sobre los dem#s instintos, por ejemplo, sobre el de la dicha. El hombre libre, y mucho m#s el esp)ritu libre, pisotea esa especie de bienestar despreciable con que sue"an los tenderos, los cristianos, las vacas, las mujeres, los ingleses y dem#s dem!cratas. El hombre libre es guerrero. 'C!mo se mide la libertad en los individuos y en los pueblos( *or la resistencia que hay que vencer, por el trabajo que cuesta llegar a los alto. El tipo mas elevado del hombre libre hay que buscarle all) donde hay que vencer mas $uerte resistencia, a cinco pasos de la tiran)a, en el umbral mismo del peligro de servidumbre. Eso es $isiol!gicamente verdadero si se entiende por tiran)a instintos terribles e implacables, que provocan, para contenerlos, el m#+imum de autoridad y de disciplina el arquetipo de esta clase es ,ulio Csar y tambin es verdadero pol)ticamente ; basta echar una ojeada a la historia para comprobarlo. Los pueblos que han tenido alg-n valor, que han ganado alg-n valor, no lo han ganado con instituciones liberales; el gran peligro los hi%o digno de respeto; ese peligro que es lo -nico que nos ense"a a conocer nuestros recursos, nuestras virtudes, nuestros medios de de$ensa, nuestro ingenio y que nos constri"e a ser $uertes. *rimer principio ; es preciso tener necesidad de ser $uerte; de lo contrario, no se llega jam#s a serlo. Las sociedades aristocr#ticas como .oma y /enecia, esas grandes escuelas, verdaderas incubadoras de hombres $uertes, de la especie mas enrgica de hombres que ha e+istido, entendieron la libertad e+actamente en el mismo sentido en que yo la entiendo: como algo que se tiene y no se tiene a la ve%, que se quiere, que se conquista. XXXIX Crtica del modernismo 0uestras instituciones no valen nada; en esto est# con$orme todo el mundo. Como todos los instintos de que han provenido esas instituciones se han e+traviado, ellas, a su ve%, se nos escapan porque no acertamos a adaptarnos a ellas. En todos los tiempos, la democracia ha sido la $orma de descomposici!n de la $uer%a organi%ada. En mi libro Humano, demasiado humano 12, 3456 cali$iqu ya a la democracia moderna y sus paliativos, tales como el imperio alem#n, de una de tantas $ormas de la decadencia de la $uer%a organi%adora. *ara que haya instituciones es necesario que haya un gnero de voluntad, de instinto, de imperativo antiliberal hasta la maldad; una voluntad de tradici!n, de autoridad, de responsabilidad, cimentada sobre siglos, de solidaridad encadenada a travs de los siglos, desde el pasado al porvenir, in infinitum . Cuando esa voluntad e+iste se $unda algo, como el imperio romano o como .usia 4 , la -nica potencia que tiene hoy esperan%as de alguna duraci!n, que puede esperar, que puede prometer algo; esa .usia, que representa la idea contraria de la miserable man)a de los peque"os Estados europeos, que ha entrado en su per)odo cr)tico con la $undaci!n del imperio alem#n. 7odo el 8ccidente carece de esos instintos, de donde nacen las instituciones, de donde nace el porvenir. 9e vive al d)a, se vive muy de prisa, se vive sin responsabilidad alguna, y esto precisamente es lo que se llama libertad. 7odo lo que hace que las instituciones sean instituciones, es despreciado, odiado, descartado; se creen los hombres nuevamente en peligro de esclavitud, en cuanto se oye la palabra autoridad. 1:6 XLVIII El progreso tal como yo lo entiendo 7ambin yo hablo de un ;retorno a la 0aturale%a<, aunque no se trata propiamente de una vuelta atr#s, sino de una marcha hacia adelante y hacia lo alto, hacia la 0aturale%a sublime , libre y a-n terrible, que juega y tiene derecho a jugar con los grandes destinos. /alindome de un smbolo, 0apole!n $ue un ejemplo de ese retorno a la 0aturale%a como yo lo entiendo 1 in rebus tacticis tambin, y m#s todav)a, como saben los militares, en estrategia6. *ero 'a d!nde quer)a volver .ousseau, .ousseau, ese primer hombre moderno, idealista y canallesco en una pie%a, que hab)a menester la dignidad moral para soportar su propio aspecto, en$ermo de un orgullo desen$renado y de un desprecio hacia s) mismo( Ese engendro que se plant! en el umbral de los nuevos tiempos, quer)a tambin el retorno a la 0aturale%a; pero, repit#moslo, 'a d!nde quer)a ir a parar( 8dio tambin a .ousseau en la .evoluci!n, que $ue la e+presi!n hist!rica de ese ser de dos caras, idealista y canallesco. La sangrienta farsa que se represent! entonces, la inmoralidad de la .evoluci!n, me es indi$erente. Lo que aborre%co es su moralidad a lo .ousseau, las supuestas verdades de la .evoluci!n, mediante las cuales ejerce todav)a in$luencia y seducci!n sobre todo lo que es vulgar y mediocre.=La doctrina de la igualdad>: 0o hay veneno m#s pon%o"oso , pues parece predicada por la justicia misma, cuando es la ruina de toda justicia. ;:*ara los iguales, igualdad; para los desiguales, desigualdad<, tal deber)a ser el lenguaje de toda justicia, de donde se deducir)a necesariamente el no igualar jam#s lo desigual. En torno a esta doctrina de la igualdad se desarrollaron tantas escenas horribles y sangrientas, que han nimbado esa idea moderna por e+celencia de una aureola, hasta el punto de que el espectculo de la .evoluci!n e+travi! hasta a los esp)ritus m#s distinguidos. 1:6
????? Cerramos estos prrafos e%tractados de El Crep.sculo de los dolos con un "reve comentario, lneas mas arri"a, donde Nietzsche fusti+a a las dos doctrinas )ue considera los peores males de su &poca: el cristianismo ' el socialismo 0 a)u mezclado o asimilado con el anar)uismo 1 $ Pasatiempos Intelectuales XXXIV Cristiano y anarquista Cuando el anarquista, como vocero de las capas sociales en decadencia , reclama con ;hermosa indignaci!n< el derecho, la justicia, la igualdad , habla bajo la presi!n de su propia incultura, que no sabe comprender que su pobre%a consiste:en la pobre%a de la vida. @ay en l un 4 0iet%sche $alleci! en 4ABB, esto es, mucho antes de la .evoluci!n 9ocialista de 8ctubre14A4C6. *or lo tanto, la .usia a la que se re$iere aqu), es el 2mperio Darista que por entonces era la representaci!n del sistema mas conservador de Europa, ya que hab)a resistido la in$luencia de la .evoluci!n Erancesa, a di$erencia del resto de los pa)ses ocupados por las tropas napole!nicas. instinto de causalidad que le impulsa a discurrir as): ;Flguien debe de tener la culpa de mi malestar<. Esa hermosa indignacin le hace ya un bien por s) sola, es un verdadero placer para un pobre quidam poder injuriar, en lo cual encuentra una cierta embriague% de poder. La queja, el mero hecho de quejarse, puede dar a la vida un aliciente que la haga soportable; en toda queja hay una dosis re$inada de vengan!a , se hecha en cara el propio malestar, y en algunos casos, hasta la baje%a como una injusticia o como un privilegio inicuo a los que se encuentran en condiciones mas $avorables. ;*uesto que soy un canalla, tu debes serlo tambin<; con esta l!gica se hacen las revoluciones. Las lamentaciones no valen nada jam#s; proceden siempre de la debilidad. 0o hay di$erencia esencial entre atribuir nuestro propio malestar a los dem#s, como hace el socialista o atribu)rnoslo a nosotros mismos, como hace el cristiano. En ambos casos, alguien debe de ser culpable, y lo m#s indigno es que el que padece receta a su dolor la miel de la vengan%a. Los objetos de esa necesidad de vengan%a nacen, como los objetos de las necesidades de placer, de causas ocasionales; el que padece, encuentra en todas partes ra%ones para re$rescar su odio me%quino; si es cristiano, lo repito, las encuentra en si mismo. El cristiano y el anarquista son decadentes. Cuando el cristiano condena, di$ama y ennegrece el mundo, lo hace llevado del mismo instinto que impulsa al obrero a condenar, di$amar y ennegrecer la sociedad. El "uicio final es el consuelo de la vengan%a; es la revoluci!n, tal como la conciben los trabajadores, s!lo que para tiempos remotos. Fragmentos de As hablaba Zaratustra PRIMERA PARTE XI SOBRE EL IDOLO NUEVO ;E+isten en alguna parte todav)a pueblos y reba"os; pero entre nosotros no hay Estados.'Estados('Gu es eso(=/aya, abrid los o)dos porque voy a hablaros de la muerte de los pueblos> Fl m#s $r)o de los monstruos se llama Estado. &iente tambin $r)amente, y he aqu) la mentira rastrera que sale de su boca: Ho, el Estado, soy el *uebloI. =&entira> Los que crearon los pueblos y suspendieron sobre ellos una $e y un amor, sos serv)an a la vida, eran creadores. Los que sujetan con la%os el gran n-mero y llaman a eso un Estado, son destructores; suspenden por encima de ellos una espada y cien apetitos. Fll# donde e+iste a-n pueblo, no se comprende el Estado, y se le detesta como una transgresi!n de las costumbres y de las leyes. Cada pueblo habla una lengua del bien y del mal, que el vecino no comprende. 9e ha inventado su lengua para sus costumbres y sus leyes. *ero el Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal. &iente en cuanto dice, y ha robado cuanto tiene. En l todo es $also; muerde con dientes robados , y hasta son $alsas sus entra"as. o os doy este signo como signo del Estado. La con$usi!n de las lenguas del bien y del mal. F la verdad, lo que indica ese signo es la voluntad de la muerte. Como vienen al mundo demasiados hombres, se invent! el Estado para los super$luos. =C!mo los atrae, como los masca, c!mo los engulle> ;En la tierra no hay nada mas grande que yo: yo soy el dedo ordenador de Jios<. Fs) brama el monstruo. = no son solo los que tienen orejas largas y vista corta los que caen de rodillas>.7ambin en vosotros, almas grandes, murmura sus sombr)as mentiras, porque l adivina los cora%ones ricos que gustan prodigarse. El quisiera colocar en torno suyo hroes y hombres de respeto. F ese $r)o monstruo le gusta calentarse al sol de la pura conciencia. F vosotros quiere d#roslo todo, si le ador#is. Fs), compra el brillo de vuestra virtud y la altiva mirada de vuestros ojos. =Con vosotros quiere atraer a los super$luos> @a inventado para el gran n-mero una muerte que se precia de ser la vida, una servidumbre a medida del deseo de todos los predicadores de la muerte> El Estado es donde todos beben veneno; donde todos se pierden a s) mismos; donde el lento suicido de todos se llama ;la vida<. =&irad a los super$luos> .oban las obras de los inventores y los tesoros de los sabios; llaman civili%aci!n a su latrocinio. 9iempre est#n en$ermos; echan la bilis , y llaman a eso peri!dicos. 9e devoran y no pueden digerirse siquiera. Fdquieren rique%as y se hacen mas pobres.=Guieren perder el poder esos impotentes, y ante todo la palanca del poder: mucho dinero>. 7repan como los monos, los unos sobre los otros, y se arrastran as) al cieno y al abismo. 7odos quieren acercarse al trono: es su locura.=C!mo si la $elicidad estuviese en el trono> Erecuentemente el cieno est# en el cieno. F mi entender , todos ellos son locos y monos trepadores y bullidores. 9u )dolo monstruoso huele mal; todos ellos huelen mal tambin. =Evitad el mal olor>=Flejaos de la idolatr)a de los super$luos>=Evitad el mal olor>=Flejaos del humo de esos sacri$icios humanos> 7odav)a es libre el mundo para las almas grandes. *ara los que viven solitarios o entre dos, a-n hay vacantes muchos sitios donde se aspira el olor de los silenciosos mares. 7odav)a tienen abierta una vida libre las almas grandes. Es verdad, quien poco posee, tanto menos es pose)do.=Kendita la pobre%a>. Jonde acaba el Estado empie%a el hombre que no es super$luo; all) empie%a el canto de los que son necesarios. '0o veis el arco iris y el puente del 9uperhombre( Jonde acaba el Estado: Fs) hablaba Daratustra. En el si+uiente se ve claramente el nihilismo individualista )ue predica Nietzsche, com"inado con su constante antipopulismo$ SEGUNDA PARTE VIII LOS SERVIDORES DEL PUEBLO ;=9iempre habis servido al pueblo y a la superstici!n del pueblo, sabios clebres, pero no a la verdad> *or eso os han rondado precisamente. *or eso se toler! vuestra incredulidad: porque era un rodeo ingenioso hacia el pueblo. F quien el pueblo aborrece es al esp)ritu libre, al enemigo de las trabas, al que nada rinde adoraci!n y se aisla. F echarle de su re$ugio es a lo que el pueblo llam! siempre el sentido de la justicia. *or eso a%u%a. ;=La verdad est# donde est# el pueblo>=Jesgraciado, desgraciado del que busca><. @e ah) lo que en tiempo se ha repetido. Guer)as justi$icar la veneraci!n de vuestro pueblo: a eso es a lo que habis llamado ;voluntad de verdad<, =oh sabios clebres> /uestro cora%!n se ha dicho siempre: ;o he salido del pueblo; de all) tambin me ha venido la vo% de Jios<. *or eso, su$ridos y astutos como el asno, habis intercedido siempre por el pueblo, y m#s de un poderosos, que quer)a marchar bien con el pueblo, enganch! delante de sus corceles un borriquillo, un sabio clebre. o quisiera que acabarais de arrojar lejos de vosotros la piel del le!n. La pintada piel de la $iera y el pelaje del e+plorador, del investigador y del conquistador. *ara aprender a creer en vuestra ; veracidad< necesitar)a veros romper con vuestra voluntad veneradora. o llamo ver)dico al que se va a los desiertos sin Jios, aniquilando su cora%!n reverente. En medio de la amarilla arena y abra%ado por el sol, suele mirar con avide% hacia las islas de copiosas $uentes, donde reposa la vida bajo umbrosos #rboles; pero se reprime porque la voluntad le!n . se quiere a s) misma hambrienta, violenta, solitaria, sin dioses: tal es la voluntad del ver)dico. Los ver)dicos, los esp)ritus libres, han vivido siempre en el desierto. En cambio, los sabios clebres, los animales de tiro, viven bien alimentados en las ciudades. =Como burros tiran siempre del carro del pueblo> 0o les censuro, pero no pasan de servidores y de seres uncidos, aunque llevan dorados arreos.