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motos o los huracanes, los vemos regresar misma grandeza, los tonos dramáticos de
de los campos de la muerte en Colombia, la religión. De hecho, al pronunciarla, que-
en Nigeria, en las esquinas de los subur" remos sustituir estos escenarios de la teolo-
bios de Belfast, en las calles de España: gía con algo más que una antropología.
una misma naturaleza de las cosas une a Inútilmente. Por eso, quien pretenda pro-
las víctimas en la indiferencia pulcra de la nunciar esa palabra con pretensión global,
agencia de noticias, en los rOstros estiliza- es blanco natural de todas las sospechas.
dos de los afamados locutores. La eviden- El mundo global no conoce la respon-
cia de base es que ningún grito responde a sabilidad clásica. Los analistas que defi"
la muerte. nen el presente como sociedad del riesgo,
El descubrimiento de esa comunidad o los que hablan de la teoría de sistemas,
universal, definida por la potencialidad han retirado del mundo elementos que son
homogénea de ser víctima, verdadero con- internos a las evidencias de la responsabi-
tenido de la unidad de la especie humana y lidad. ¿Cuándo han comenzado las conse-
de la unidad de la tierra, coincide con el cuencias del empeño humano de quemar
momento en el que la sensación de sole- todos el combustible fósil de la tierra? Los
dad cósmica pascaliana es más irrebatible. vendavales y los huracanes que vemos,
Justo cuando se descubre la comunidad ¿son hechos naturales? ¿Cuándo acabaron
universal del ser hombre como víctima los hechos y empezarán las consecuen-
posible, se alcanza el significado apropia- cias? ¿Quién lo decidirá? y cuando se pre"
do, el valor del imperativo categórico de la senten, ¿quién será responsable? ¿Quedará
dignitas hominis como deber ser. Cuando alguien para serlo, ante quién serlo? ¿Lo
más necesario nos seúa un Dios, más Se seremos nosotros por no haber prescindido
reduce a un deber ser que habúamos de del coche un día antes? ¿Y si nosotros
encamar nosotros. Hoy sabemos de forma prescindiéramos, seríamos menos respon-
inapelable que este deber, que quizás nos sables por eso? ¿Lo harían los demás?
salvaría, está entregado en exclusiva a un Estas preguntas nos humillan porque nos
ser que siempre puede violarlo y de hecho sugieren con fuerza la conclusión de Luh"
lo viola. Ya nada nos dice aquella vieja mann: que ya no hay hombres. Quizás
leyenda medieval, que nos refiere Carl nuestro presente sea algo así como el apla-
Schmitt, y que nos habla del juicio final. zamiento que nos ofrece un mundo que
En la escena, el condenado lleno de críme" todavía no se ha preparado para prescindir
nes está delante de la corte de Dios. Y del hombre. Nuestro único patrimonio es
entonces, cuando ha sido sentenciado, la imaginación, pero sólo para comprobar
sigue en pie y dice «Yo apelo». «Con esta que somos impotentes para hacer lo posi-
palabra se cegaron las estrellas», nos dice ble. El sueño hegeliano de que la especie
el jurista. Según la idea del juicio final, la humana fuera un sujeto, único y penetran-
sentencia está definitivamente dicha, te, permitiría adscribirle la responsabilidad
«effroyablement sans appel». Y, sin em- por depredar el planeta; pero aunque así
bargo, cuando el Juez Cristo dice: «¿A fuese, ¿cómo se distribuirían las cargas
quién apelarás de mi corte?», el condena- entre los sujetos de carne y hueso? ¿No
do contesta en una voz terrible: «Yo apelo sería 10 mismo que tener un Dios y un jui-
de tu justicia a tu gloria.» Hoy no tenemos cio? ¿No es el mismo sueño?
ese poder, ni esa justicia ni, mucho menos, Frente a todo eso, el título de mi expo-
esta gloria. La causa del hombre sólo pue- sición tiene una voluntaria humildad. Su
de apelar al hombre: la víctima al crimi" deseo es separarse de esa gravedad descri-
nal. Ese vacío de referencia última deposi- ta que, como telón de fondo, acompaña de
ta en esta palabra, responsabilidad, por su forma incuestionable nuestra existencia.
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NOTAS Y DISCUSIONES
Una VIeja estrategia estoica aconsejaba do para subrayar el gran déficit que pade-
distinguir entre la esfera de acción del cemos de él. Así que ante esta experiencia
lagos cósmico y aquella esfera que, hasta se distribuyen los papeles de la población:
cierto punto, tiene el hombre disponible. por una parte, están los que sepultan el
Sin duda, esta vieja estrategia emergía de déficit de sentido con la distracción, el
una cierta fe, que llevó a Kant a reclamar dinero, el éxito, el prestigio, el poder téc-
que viviéramos como si cumplir el deber nico, económico O público. Por otra, los
en nuestra mano tuviera significado res- que denuncian estos subrogados con furia
pecto a la realidad profunda de las cosas. y señalan que la compulsión y el carácter
Esta autorrestricción, propia del viejo reiterativo de esa forma de vida denuncia
estoicismo, intentaba impedir la emergen- la falta profunda de sentido que padece-
cia de la teodicea, la pregunta por la res- mos. Marquard ha mostrado que ambas
ponsabilidad total del mundo. De esta especializaciones, la del filósofo y la del
autorrestricción y de estas estrategias bro" ciudadano de la sociedad de masas, son
ta el tono menor de mi reflexión. Como he solidarias. Cuanto más críticamente se
defendido en un artículo que tuvo a bien propone la necesidad de un sentido en
editar la revista Reflexión de Sevilla, la estado puro, y más expectativas de un
estrategia apunta al desplazamiento desde auténtico sentido se crean, menos se cum-
la teodicea a ética, cosa que no conviene plen y más subrogados se necesitan para
confundir con la reocupación de la teolo- ocultar esta carencia de cumplimiento. Si
gía por la ética. expuse mi recuerdo personal sobre aquel
investigador, se debe a que en un único
caso nos permite mostrar esa solidaridad
2. Sentido entre ambos fenómenos. De hecho, nues"
tro profesor es ambos personajes a la vez,
Me aproximaré a definir nuestra situación el filósofo riguroso y exigente, que busca
desde las tesis de un pensador que es muy un sentido intacto, y el ciudadano de la
poco conocido en España, pero que ofrece sociedad de masas; él que en sus libros
algunos puntos de vista curiosos e intere- nos propone exigencias de sentido y de
ses. Me estoy refiriendo a Oda Marquard. responsabilidad tan extremas que generan
Uno de sus ensayos, dotados de una agu- expectativas que han de quedar sin respon-
deza y de un humor muy poco alemanes, der. Por eso era absurda la censura en
porta este título: «Dietética de la expecta- aquel caso. Lo que nuestro maestro de la
tiva de sentido. Observaciones filosófi- ética padecía estaba más allá de su volun-
cas». Como pueden ver, se trata de un tad y en la síntesis de esos dos aspectos
pensador bastante excéntrico, pero las cumplía su sueño máximo: ser hombre
cosas que dice son dignas de atención. representativo de un tiempo que, por
Pues bien, ese trabajo, que forma parte del doquier, profesa escepticismo respecto a
libro Apología de lo contingente, comien- las grandes palabras que misteriosamente
za con esta tesis rotunda: «El sentido (y no puede borrar.
esta frase es segura) es siempre el sinsenti- Así que nuestra dificultad primaria,
do que uno deja.» Luego, Marquard llama por hablar con Marquard, está esencial-
la atención sobre el auge moderno de la mente en que la filosofía tiene como
experiencia de la carencia de sentido. Por misión hablar mucho de ciertas cosas para
eso, llama al concepto de sentido un con- compensar que no existen por ninguna
cepto patético. En cierto modo, la filosofía parte. Ella se dedica a los grandes temas
se ha especializado en estos conceptos con la lente de aumento de la abstracción,
patéticos. Sólo se nombra la palabra senti- de la especialización y así continuamente
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NOTAS Y DISCUSIONES
usa las grandes palabras, como son sin ra están más pronunciados. De la filosofía,
duda sentido y responsabilidad. De esta lo único que ha pasado a la vida cotidiana
manera intenta ofrecer a la sociedad son los lamentos acerca de los déficits de
modelos elaborados y exigentes. Así gene- sentido y, en cierto modo, también, de los
ra expectativas idealizadas que nadie en la déficits de responsabilidad. Los ciudada-
presente situación de masas puede cum- nos de todos los niveles y costumbres, de
plir. Curiosamente, Marguard es más radi- vez en cuando, una vez al día, o varias, se
cal que Wittgenstein. Este recomendaba tornan filósofos y deploran las carencias
una dieta variada de ejemplos para no de sentido o de responsabilidad que carac-
dejarse engañar por la filosofía. Marquard terizan nuestro presente. Y acto seguido,
propone, mejor, una dieta de filosofía, se entregan a los subrogados del sentido,
para no dejarse engañar por ella. ~consumo, cálculo de bolsa, sexenios de
Espero que se entienda bien a Mar- investigación~ y como espero mostrar
quard, o para exonerarlo de toda culpa, ahora a dos subrogados de la responsabili-
que se me entienda bien. No inicio un ata- dad: buscar el culpable y declararse ino-
que al gremio de los filósofos. Es un dis- centes. Una vez más: nos quejamos filosó-
tanciamiento de la función que se tiene ficamente de justo lo que hacemos
asignada la filosofía, la de dedicarse a diariamente. Todos somos nuestro famoso
compensar con intensas repeticiones y maestro de ética en su bien ganada fama
quejas sobre la falta de sentido, las eviden- de hombre representativo.
tes indiferencias que poblaciones inmen- Así, en la vida cotidiana, entregada a
sas profesan hacia el sentido. De hecho, a su lógica interna, se producen estallidos de
la filosofía se le pide poderes mágicos. A búsqueda de sentido y de búsqueda de res-
fuerza de repetir en abstracto las grandes ponsabilidad, que tienen asegurada su
palabras, se pretende que éstas se encar- decepción. En el descanso de nuestro ejer-
nen en un mundo que le vuelve las espal- cicio preferido, triturar la tierra, devorarla,
das. Pero la repetición, la mención de las consumirla, nos preguntamos por el senti-
palabras, no generan uso -en el sentido do de todo esto y, como en el fondo quisié-
de Wittgenstein~ ni significado. La co- ramos un mundo que respondiera a las ofer-
municación directa de lo que es responsa- tas superexigentes de la filosofía, con un
bilidad y sentido, no genera ni responsabi- sentido total y una responsabilidad global,
lidad ni sentido. Finalmente, ésta es una caemos decepcionados y nos entregamos
técnica casi de exorcista y, aunque gran- con tanta más indiferencia y conciencia de
des filósofos han abusado de ella, ha pro- necesidad al consumo. Esta situación es
ducido justo el efecto contrario en mucha especialmente grave en relación con la
gente: si un galimatías es el sentido de la responsabilidad. Nadie puede ignorar que
existencia auténtica, prefieren quedarse nuestra vida cotidiana, anclada en hábitos
una bonita tarde en el cine. anónimos y masivos de dudosas conse"
cuencias, queda de vez en cuando atrave-
sada por estériles estallidos de búsqueda
3. Responsabilidad: entre la inocencia compulsiva de responsabilidades, una vez
y la búsqueda compulsiva que perdemos la fe en la seguridad que
nos da la ciencia y la técnica. Un ejemplo
Estoy trabajando con el supuesto de que nos llegaba de Inglaterra. Nadie puede
allí donde Marquard pone sentido, se afirmar que la forma en que la sociedad
podía colocar la palabra responsabilidad. actual encara la dimensión sexual del ser
Sin embargo, los fenómenos que él regis- humano sea equilibrada, y, sin embargo,
traba a principios de los años ochenta aho- ahí está, asumida por todos con naturali-
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dad en la vida cotidiana. Sin embargo, si la dramática situación actual es, justamen-
se publican las fotos de un presunto pede- te, que el hombre ya no sabe poner límites
rasta, se producen linchamientos como si a lo que son sucesos y a lo que son aconte-
ese hombre parecido al fotografiado, con- cimientos. Al presentir que ese límite es
fuso y sorprendido, fuese el responsable arbitrario, el hombre pasa desde la inocen- .
de todos los crímenes sexuales de los que cia que impone una categoría, a la hipe-
hemos oído hablar. De la misma manera, rresponsabilidad que impone la otra. Ese
cuando vemos los icebergs desprenderse paso es compulsivo y obedece a mecanis-
del polo norte decimos: que alguien haga mos de estimulación e hiperestesia que
algo, que esto va en serio. Olvidamos podemos contemplar en nosotros, pero que
entonces que sólo hay hombres y olvida- no podemos controlar.
mos lo que podemos cada uno de nosotros.
Hago una breve fenomenología de la
vida cotidiana. Cuento cómo esa inocencia
4. Responsabilidad y derecho
del consumo es falsa y por eso, de vez en
cuando, hay estallidos de angustia. De
repente nos damos cuenta de que vamos Entre este cosmos de inocencia personal y
encima de una ola, vertiginosa, acelerada, de búsqueda ansiosa de responsabilidades,
y cuando nos bajamos un instante de ella, ambas igualmente falsas y estériles, es
vienen los estallidos de búsqueda de res- lógico que la realidad de la vida social se
ponsabilidad. En esos momentos pregun- aferre a algo más sobrio y funcional. La
tamos si hay alguien al frente, alguien que compulsión personal a la inocencia se
lo controle todo, que lo prevea todo, que canaliza a través de la alegría del consu-
nos permita seguir consumiendo con tanta mo. El consumo se sustancia en una rela-
más alegría cuanto más responsablemente ción privada con mi dinero. ¿Alguien pue-
él vela por el todo, desde más abajo de las de entender, aunque sólo sea por un
planetas hasta las lentas metamorfosis del instante, que en el momento de gastar mi
carbón fósil. Así, vemos que los fumado- dinero, el dependiente me pidiera cuentas
res exijan responsabilidades a las tabacale- y responsabilidades por gastarlo así, y no
ras por envenenarles; o que los campistas de otra manera? Es mi dinero, diríamos.
estudien la responsabilidad civil por la Con él hago lo que quiero. Puedo quemar-
torrentera que se llevó a sus familias. Así, lo o romperlo. El individuo se sabe al-
nos sentimos desprotegidos y huérfanos guien mientras tiene dinero y es un indivi-
cuando una catástrofe destruye una parte duo solitario mientras pueda gastar. No da
de la tierra y, de repente, nos sentimos res- cuentas a nadie de sus actos. Consumir,
ponsables de ese sufrimiento, saliendo de gastar o usar el dinero, es el paraíso de la
nuestra angustia con un ingreso en la irresponsabilidad. El dinero es silencioso y
cuenta corriente apropiada. Es así como sumiso, y por eso permite realizar el sueño
transformamos todo el mundo de sucesos de la plena disponibilidad de algo. Los
en mundo de acontecimientos y acciones hombres que intervienen en el acto de
humanas, y, por tanto, en algo de laque consumir no actúan con nosotros. Nos sir-
alguien debería hacerse responsable. Mas ven. Pueden ser sustituidos por máquinas
como no lo encontramos, volvemos de o por servicios. Nuestra discreción aquí es
nuevo al mundo de la necesidad, y el mun- soberana. Nuestra decisión final es indis-
do de acciones de repente aparece ante cutible. Consumir puede ser, de hecho casi
nosotras como un mundo natural de suce- siempre es, un acto privado. Llamo la
sos que nadie puede alterar. Después de atención sobre la correlación entre ese
muchos siglos interviniendo en la realidad, acto privado y la carencia de responsabili-
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dan lugar funcionan bien las abstracciones hombres. Parece que entre estos dos ámbi-
de la idealización, la radicalidad teórica, y tos, los del teólogo y los del jurista, se nos
las reclamaciones llenas de patetismo a escapa la parte central de nuestra vida.
favor de un mundo absolutamente humano. Volvamos entonces al argumento de Mar-
y así vivimos. Por mucho que nos quard sobre el sentido, y veamos si pode-
sintamos inocentes la mayor parte del mos extraer alguna consecuencia ulterior
día, y por mucho que nos exoneremos de sobre la responsabilidad. Marquard nos
nuestra mala conciencia largando las res- propone una salida para aquella paradoja
ponsabilidades a los poderosos de la tie- del sentido; a saber: que cuanto más se
rra, asentados tras el parapeto del Esta- echa de menos tanto más se pierde. La
do, sabemos que ambas situaciones son salida que buscamos, además, debería per-
igualmente falsas. Quizás por eso nos mitirtransformar la función de la institu-
atenemos al tráfico económico y a la res- ción de la filosofía en nuestras sociedades.
ponsabilidad jurídicamente regulada: por- Pues bien, la tesis de Marquard procede de
que entre tanta inquietud y ansiedad, es Aristóteles y aplica al sentido lo que el
lo único palpable y riguroso. Ése es el Estagirita decía de la felicidad. Todos los
secreto de su irrefrenable tendencia a hombres aspiran a ella, pero la buscan
monopolizar el sentido de responsabili- directamente, como si la felicidad fuese
dad y de la vida: que es funcional y que algo concreto, y por eso no la encuentran.
produce efectos sociales más allá de los Esto de buscar la felicidad de forma direc-
sentimientos privados y de las idealiza" ta es una de las supersticiones constantes
ciones de los filósofos. Por decirlo en tér" del género humano. Es como la pretensión
minos de la tesis de base a mi argumenta- de comunicar verdades éticas desde los
ción: el mercado se impone por ser el libros de ética. O como buscar el sentido
tipo de acción social más simplificado, hablando del sentido. Una superstición
regulado e institucionalizado; triunfa por paralela podría ser pensar que identifican-
disponer del código más explícito y claro do epistemológicamente la responsabili-
y por poseer las instancias especializadas dad la haremos más presente en el mundo.
Cuando pensamos así, somos como aquel
de interpretación y de juicio, de imputa-
ción causal ~diría Kelsen~ y de ads- paisano de la Enciclopedia de Hegel, que,
deseando fruta, rechazó las cerezas, los
cripción de consecuencias. Pero dada su
higos, las peras y los plátanos, porque eran
unilateralidad y Su mecanicismo, produce
cerezas e higos y demás, pero no fruta.
las ansiedades y decepciones que hemos
Así, los hombres desprecian el sentido que
descrito. El derecho, la imputación y la
se le brinda en circunstancias concretas de
pena parece que es todo lo que tenemos:
la vida, sentidos humildes y concretos,
por mucho que lo rechacemos hastiados,
porque no es EL sentido de la vida. Pero
siempre volvemos a él.
quien no sea capaz de olvidarse de EL
sentido, no tendrá ojos para ver los
momentos de sentido que atraviesan nues-
5. El carácter indirecto tra vida.
de las realidades humanas Como es obvio, y Marquard sabe, esto
es propio de los restos de gnosis que atra-
Y, sin embargo, no podemos resignarnos. viesan nuestro mundo y que son mucho
La vida social es algo más que la vida jurí" más persistentes de lo que Blumenberg ha
dica y algo menos que esa responsabilidad creído en su magna obra, La legitimidad
global, propia de quien emplea las viejas de la modernidad. Pues la gnosis alienta la
quejas de la teodicea para dirigirse a los promesa de que la experiencia de sentido
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gías de la responsabilidad, a esta escisión ción con qué vamos a ser responsables? Si
entre la inocencia propia y la búsqueda no sabemos en qué consisten los bienes de
compulsiva de responsables, superando las los que hablamos, si seguimos creyendo
reducciones de la vida económica y jurídi- que la raíz de estos bienes es que nos gus-
ca y olvidando la responsabilidad total de tan, si pensamos que cualquier interpreta-
la teodicea. Aquí la recomendación diría: ción que demos de ellos es buena porque
busca los bienes de la tierra en su plurali- es nuestra, entonces no sabemos lo que
dad porque eres responsable de que ellos significa ser responsables.
sigan existiendo, porque sólo en relación Pondré un ejemplo que espero lo con-
con ellos eres responsable, porque sólo sideren en lo que vale. Al aludir a él no
desde dentro de ellos puedes ser inocente desearía abrir herida alguna. Pero creo
y culpable a la vez. que lo que indispuso a muchas personas
Ahora deseo desplegar este argumen- con el último gobierno socialista español
to. Ante todo, la idea central consiste en fue la ignorancia de lo que era el bien
ganar el suelo propio de la vida social, en político por excelencia por parte de ese
su concreción ysu pluralidad. Este suelo gobierno. Al no conocerlo no pudieron ser
es el que buscó la fenomenología en su responsables de él. Es más: muchos líde-
origen, dejándose llevar por su voluntad res, que previsiblemente lo identificaron,
de atenerse a las cosas mismas, de pene- dieron por sentado que la ciudadanía no lo
trar el sentido en su individualidad plena y conocía y pretendieron seguir actuando de
esencial, y no dejándose engañar por las una manera contraria e irresponsable para
abstracciones idealizadoras. El camino con ese bien. Interpretaron la esfera de
que siguió cierta fenomenología, lejos del acción política y su sentido de la manera
ejemplo husserliano, que se perdió en la más brutal, más primaria, y con ella se
investigación trascendental de la subjetivi- dirigieron a la parte social más parcial de
dad, fue el de atenerse a las acciones nuestro país. Al final, optaron por reducir
sociales como espacio donde brilla eSe el bien de la política al bien de la legali-
sentido. Éste es el mérito de la interesante dad y ni siquiera cuando fueron sentencia-
obra teórica de Alfred Schütz y su discípu- dos por un juez pensaron que una senten-
lo, Thomas Luckmann. El resultado de cia inhabilita para ese bien. Pues tal bien
esta línea de pensamiento consistió en que es la representación. Tal bien dice que el
logró proyectar sobre los apuntes weberia" representado no puede sufrir merma algu-
nos de la acción social el rigor metodoló" na en su dignidad, que el representado
gico de la fenomenología. Adaptamos esta inevitablemente tiene al representante
línea porque nos permite conducir la mira- para que, si hay alguna mancha en la res
da a la pluralidad de las esferas de acción publica, éste cargue con ella y aquél que-
social, a la especificidad de sentido finito de intacto en su dignidad. Por eso, el
que se nos dan en cada una de ellas, a las representado no puede ser imputado con
formas del bien que se tejen en las mis- el representante, ni puede compartir su
mas, y a las formas de felicidad que nos lugar en el banquillo, ni puede dar a
ofrecen al conformar, interpretar y colmar entender que toleraría de buena gana una
deseos y pulsiones. La acción social, así sospecha sobre sí al tolerar una sospecha
descrita, genera los ámbitos donde la res" sobre su representante. ¿Qué queda de la
ponsabilidad puede querer decir algo con- ley si el representado carga con su viola-
creto. Pues si no conocemos los bienes ción? La consecuencia es que al fracturar-
que orientan nuestra acción social, ni se ese bien, la propia acción política se
somos conscientes de que sólo en ella quebró para los que conocían ese bien.
podemos disfrutarlos, entonces ¿en rela- Obviamente, era imposible que el políti"
monopolización del sentido de nuestra gún falso monoteísmo de valor, por nin-
vida por una esfera única, sea la esfera gún reduccionismo ni dogmatismo.
económica o cualquiera otra. Al atenernos
a esta exigencia de concreción y de plura-
lidad, se arruina todo intento de idealiza- 7. Esferas de acción y sus condiciones
ción, monopolización o radicalización del
sentido. Por lo demás, si se aceptan estas Ahora argumentaré en favor de lo dicho
premisas, la filosofía no es una reflexión desde otra dirección, que me llevará al
sobre las grandes palabras, responsabili- tema de los derechos. Lo propio de una
dad, sentido, felicidad, en intención direc- esfera de acción social es que supone la
ta, sino sobre los diferentes bienes, senti- participación de sujetos que llamamos
dos y deseos en los que se genera las modernos. Nos representamos tales suje-
diferentes acciones sociales, las diferentes tos dotados de la competencia hermenéuti-
formas de preguntar y responder, las dife- ca y capaces de asumir las ideas de liber"
rentes estrategias de velar por esos bienes tad e igualdad para hablar, preguntar y
y no destruirlos. La filosofía es la heredera responder. La acción social no define una
de las ontologías regionales, de los reinos estructura de coacción, ni está reglada por
del ser, de las fenomenologías particula- la legitimidad tradicional. Es una estructu-
res. Incluso estoy por decir, platónicamen- ra reversible de pertenencia, no una irre-
te, que la filosofía es la memoria de las versible y ontológica. Supone que los
acciones sociales en las que descubrimos sujetos asumen el bien que buscan por su
esos bienes, el intento de captar eidética- valor de bien, no por ser subrogado de
mente en su forma originaria su sentido~ otro bien. Supone entonces la franqueza y
De esta forma, la filosofía escapa a su la sinceridad expresiva de los participan-
misión otorgada de compensación teórica- tes, pero también que este bien que se bus-
radical ante una vida social desvalida, de ca es comprendido, y aunque tenga diver-
representar las grandes palabras con sas interpretaciones, sólo puede ser exitosa
mayúsculas, para remangarse en la harina la acción social cuando al menos se acuer-
de la acción social, como competencia da una interpretación tal que los sujetos
concreta de interpretación, de recreación, participantes sientan su deseo satisfecho
de renovación del sentido, de aceptación por esa interpretación.
de los bienes concretos de la tierra y de En este contexto vemos con claridad
expresión del amor al mundo que su dis" que la responsabilidad, la capacidad de
frute y preservación provoca. La filosofía hacer preguntas y respuestas, no es nada
no es un metarrelato o un metadeber sobre ajeno a la acción social, sino su estructura
el mundo como totalidad -actitud ya misma, su condición interna de posibilidad
despreciada por Kant-, sino un plus de y de éxito. No se puede ser responsable si
conciencia en la forma de desplegar las no se ha definido o asumido la interpreta-
diferentes esferas de acción social, de ción del bien que persigue esa acción
comprender sus sentidos y sus bienes, de social y respecto de la cual serán valora-
entender su relevancia para la felicidad. das nuestras acciones. Es más: inicialmen"
Filosofía es otra palabra para responsabili- te se es responsable en relación con ese
dad y no tiene otro fin que recordarnos bien, no en relación con cualquier otro.
que hemos de mantener el brillo de los Obviamente, se puede ser responsable de
bienes humanos. Así estaremos en condi- las consecuencias que para otro bien tiene
ciones de asumir el resultado más podero- buscar uno dado. Así, buscar la ciencia o
so del proceso moderno, la agudeza de la riqueza puede arruinar la familia O el
mirada para no dejarnos engañar por nin- sentido de la belleza o la religión. Pero
casos en que los hombres sufren por el cabo, dijimos que exigimos responsabili-
dolor del mundo, el mundo seguirá sin dad para mantener y prolongar la esfera de
definir responsabilidades salvo en la medi" acción. El derecho de no exclusión es lo
da en que los que intervienen en la acción único que puede permitir todo eso. El
social no posean la igualdad material en derecho de pedir y dar respuestas está en
competencia hermenéutica y la libertad y juego como último derecho en el que se
sinceridad en la que se funda la condición concentra una vida social ordenada. Sólo
moderna. sin exclusión puede conseguirse y sólo así
La responsabilidad o emerge de la puede abrirse camino una vida alejada de
acción social bien planteada, o no emerge- la inclinación a la inocencia y alejado de
rá jamás. Para eso se requiere competen- la inclinación a la seguridad. Que la
cias experimentales de las diferentes esfe- acción social, una planta frágil, con sus
ras de acción social en las que se dan los bienes y afectos, se rompa, depende de
bienes de la tierra. La vieja teoría de la nuestra capacidad de preguntar y de res-
justicia, magistralmente reformulada por ponder. Pero también de nuestra valora-
Michel Walzer, se concentra en la distri- ción de esos bienes. Para ello se requiere
bución plural de los bienes. Ahora vemos un saber experiencial del participante. He
que se abre aquí una teoría de la justicia hablado de los bienes de la tierra. y he
que entrega argumentos a favor de la no alegado en favor de un verdadero recono-
exclusión de la acción social. En esta teo-
cimiento de su pluralidad, ahora en peligro
ría de la no exclusión ancla para mí hoy el
desde el reduccionismo económico y jurí-
pensamiento político. Sin esa justicia dis-
dico. Ahora vemos que el único bien de la
tributiva del saber práctico ganado en la
tierra, el trascendental, reside en gustar del
experiencia de la acción social no hay res-
ponsabilidad ni disfrute de bienes. En el trato con los hombres. Todo lo que desea-
fondo, esta teoría va más allá de la tesis mos, lo conseguimos por el rodeo que
clásica y ofrece un contenido a la distribu- damos entre los hombres. Hemos visto
ción de la igualdad, la libertad y la autono- que esto no es posible sin dolor y sin heri-
mía humana. Sin duda, éstos son derechos das. Sólo esa evidencia nos dispone a
humanos como garantía formal de que los obtener también la más difícil de las com-
hombres puedan acceder a estos bienes petencias, la del perdón. Ahora ya sabe"
materiales. Mas éstos sólo se dan en la mos dónde reside la dificultad de la res-
acción social verdadera que pone en acto ponsabilidad y su dimensión utópica. Pero
aquellos derechos fundamentales. Lo que al menos, cuando la filosofía brotaba de la
todo derecho fundamental promete real" vida, ésa fue su evidencia. La no exclusión
mente al hombre es la participación en los de la acción social es el derecho humano
bienes de la tierra. Ya hemos visto que por excelencia, pues esa exclusión lleva
sólo los no excluidos de estas esferas de consigo la de la condición humana. Ése es
acción tendrán acceso efectivo a estos bie- el único camino para no quedar excluido
nes. Pues ya hemos visto que no ser de este conocimiento de claroscuros y de
excluido de la praxis es condición para inquietudes que da respuesta y la pide, con
ganar competencias hermenéuticas a la todas las ambigüedades y con todo el pro-
hora de plantear de forma autoconsciente ceso de interpretación perenne, de goce,
la acción social y así tener posibilidad de libertad y perdón que es la verdadera exis-
exigir y dar responsabilidades. Al fin y al tencia humana.
NOTAS
1 Como diría Weber, éste es el origen del misticis- mismas personas de manera radicalmente sintética
mo acósmico, que rompe los ámbitos concretos de la hace unos años, tan sólo. Muchos de nuestros amigos
vida como si fueran despreciables, y lo hacen depen- podían pensar que la potencia conspiradora universal,
der todo de las potencias carismáticas que irrumpen los Estados Unidos, necesitaban una potencia benévo-
de forma revolucionaria y que ponen al hombre ante la y salvadora igualmente universal, que estaba aloja-
la experiencia directa del sentido. Pues, como dice da en el Kremlin, Para otros era justamente a la inver-
S. Pablo, ahora miramos como por un espejo, pero sa. Allí, en ellos, estaba la responsabilidad en estado
cuando ÉL se nos da, miraremos cara a cara. puro. Nosotros, no éramos sino herramientas de cada
De naturaleza igualmente gnóstica son esas subjeti- una de estas subjetividades omnipotentes y salvadoras
vidades omnipotentes para el bien o para el mal, para en lucha. Entonces existía un mundo en el que las
la conspiración universal y para la protección univer- grandes ilusiones de los hombres, la inocencia, la pro"
sal. Los que ya vamos dejando de ser jóvenes pode- tección y la responsabilidad global, tenían referentes.
mos recordar cómo ambas actitudes se daban en las Sin duda, estas ilusiones eran su máximo sostén.