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UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN

FACULTAD DE CIENCIA JURÍDICAS Y SOCIALES


DEPARTAMENTO CIENCIAS POLÍTICAS Y ADMINISTRATIVAS

Integrantes: - Camila Collins


- Christoph Meyer
- Jorge Jorquera

Asignatura: Evolución Política y Socioeconómica del Estado de Chile en el S. XX

Académica: María Fernanda González Hidalgo

CIUDAD UNIVERSITARIA, 27 DE NOVIEMBRE DE 2009. CONCEPCIÓN.


Universidad de Concepción
Departamento de Ciencias Jurídicas y Sociales
Ciencias Políticas y Administrativas

1.- Introducción

Dentro de los muchos procesos por los cuales ha pasado la nación chilena, uno de los más
importantes dentro del contexto mundial es su retorno a la democracia. El proceso involucra no
solamente un aspecto político, sino más bien, un cambio completo de paradigmas sociales que
repercuten en nuestras vidas hasta el día de hoy.

En términos estrictos, se puede definir el proceso –transición a la democracia- como el


cambio de régimen militar autoritario a uno civil democrático. Según Boeninger, esta transición
terminó durante el mandato constitucional de Patricio Aylwin que consolidó la institucionalidad
democrática. Sin embargo, cuando en los 90’ se entrevistó a Andrés Zaldívar, este señala “la
transición no culmina mientras no se superen los enclaves autoritarios como los senadores
designados, el sistema electoral binominal, la inamovilidad de los comandantes en jefe y la
reestructuración del Consejo de Seguridad Nacional y el Tribunal Constitucional”. Muchas de los
conceptos que menciona el otrora candidato al Senado por la VII Región Norte, siguen vigentes y
en boga (sistema binominal) y otros han sufrido variaciones durante el periodo de la Concertación
(Senadores designados).

Para que exista este proceso de evolución hacia el retorno de un gobierno popularmente
electo, debe existir “la configuración de un cuadro social, económico cultural, o sociológico-
político determinado1”. Estas palabras de Enrique Cañas, facilitarían el proceso democrático,
haciéndolo inevitable.

Si bien durante la segunda mitad de 1980 no existían dudas sobre la necesidad de volverle al
pueblo su “libertad política”, tampoco se puede negar, que muchos ciudadanos veían en este
gobierno militar su camino hacia el desarrollo y el progreso. Es por esto que el periodo toma
matices impensados, puesto que el Comandante en Jefe del Ejército, creía en la posibilidad de
perpetuarse por muchos años más en el poder, con el apoyo de la derecha política –aunque no con
tanta fuerza- lograr con plenitud su proceso de desarrollo económico que sufría por ese entonces
muchos cuestionamientos de ambos bandos políticos.

¿Como se vivió este periodo en el pensamiento colectivo? ¿De qué manera influyó esta
confianza generada por el comando político del gobierno militar para dar su brazo a torcer a fines
de los 80’? Estas preguntas serán las que moverán nuestro análisis y nos permitirán dar perspectiva
sobre lo que queremos traspasar.

1
Cf. Proceso político en Chile. 1973-1990, pp. 135-136

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1.- Primeros Pasos de la transición, quiebres y restructuración del imaginario democrático

El termino “transición a la democracia” es un epíteto discutible. Algunos consideran que no


puede existir una transición, puesto que “o hay democracia o no la hay, se está en democracia o no
se está, y entre ambas no hay situaciones intermedias2”. Otros en cambio, consideran
profundamente necesario que exista un intermedio que determine y de luces sobre la posibilidad de
una democracia.
Dentro del estudio de la ciencia política en general, se pueden establecer tres procesos que
se vivieron dentro de los gobiernos militares entre los años 1970 a 1990, estos fueron: La llegada
del régimen autoritario, la transición y el retorno a la democracia. Lo anterior descarta la
posibilidad de negar la realidad de una transición.
Para establecer un nombre del proceso vivido por Chile –y por la mayoría de los países
latinoamericanos- Oscar Araya recurre una tipología creada por Guillermo O’Donell, la cual
cataloga a las dictaduras latinas con el nombre de Régimen burocrático autoritario. El nombre es
otorgado por tener una mezcla donde se conecta el autoritarismo de las fuerzas de orden y la
estabilidad económica de una elite tecnócrata.
Entre las muchas fechas que se establecen para marcar este proceso de transición en Chile,
la que tiene más consenso, es la crisis económica vivida en el periodo 1981/82. Al contrario de lo
que venía mostrando el gobierno militar, desde 1976, Chile mostró notorios avances en materia
económica, parecía que el proyecto de los Chicago boys sería un respaldo al desarrollo que
proponía el gobierno de turno. La crisis aumentó considerablemente la deuda externa que poseía
nuestro país luego de los préstamos conseguidos por su buena gestión. Este vaivén de la economía
mundial, fue de la mano con una caída del cobre, lo que aumentó aún más la crisis de ese periodo.
Aquí se comienza a sentir los primeros atisbos de que era imperioso recuperar la anhelada
democracia, el gobierno no tuvo un buen manejo de la crisis. En datos duros la caída del PIB en
Chile fue la más alta de Latinoamérica y la quiebra de empresas fueron la de tres años seguidos3.
La crisis trajo consigo un despertar de los bloques opositores y curiosamente, la iglesia
mostraba abiertamente su descontento por el manejo político y económico del conflicto. Los
obispos catalogan cuatro dimensiones graves, estas son: “Crisis económica, la más visible y aquella
que ninguna persona discute”; crisis social, “manifestada en una miseria creciente y en las
manifestaciones de violencia”; crisis institucional, que, según los obispos, se reflejaba en la
desaparición de las estructuras democráticas, lo cual “priva a la mayoría de los chilenos de tener
verdaderas posibilidades de participación”; y la crisis moral, que se expresa en el “atentado a la
dignidad humana, el exilio, el liberalismo desenfrenado, la especulación (etc.)”.
Pasamos al año 1985, desde el 83 en adelante había nacido en el inconsciente de casi todos
los sectores políticos y sociales la necesidad de establecer reformas que llevaran al cambio. Fue así
como nació el “Acuerdo Nacional de Transición a la Plena Democracia”.
En 1986, nacía en el gobierno militar una intención de limpiar su imagen rígida, logrando
acuerdos importantísimos para el tan esperado retorno a la democracia. En diciembre,
específicamente el 31, “Pinochet anuncia tres inminencias: el término del Estado de sitio, la
aprobación de la ley de partidos políticos y el regreso de los exiliados…4”. El objetivo de estos
cambios apuntaba a la llegada del Papa el año 1987.
En el último año antes de la llegada del plebiscito -1987-, se establece el Comité por las
elecciones libres (CEL). El aumento de las influencias de izquierda, no eran verdadera competencia
a la gestión ejercida por el gobierno militar, puesto que luego de un receso económico, el país
nuevamente emergía de la mano de la baja en las tasas de interés y la caída del petróleo.

2
Cf. La transición chilena a la democracia: Pactada (1999), p. 80
3
Ídem, p. 155
4
Ídem, p. 211

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2.- Contexto Internacional, ¿Se relaciona con nuestro retorno?


Antes de que fuera efectivo el retorno a la democracia, existieron algunos ejemplos en otros
países, los cuales se vivieron de diversas formas. Para los Estados latinoamericanos, la transición
vivida por España era un modelo, puesto que se realizó con anterioridad a la del nuevo mundo –
específicamente en el año 1975-. También se perseguía lo hecho por Brasil, donde se realizaron las
primeras elecciones democráticas después del golpe en el 1985.
Se procederá a describir y comparar estos dos modelos, ya que influyen en el ideario
colectivo de la efectividad del proceso, el sentimiento que generaba en el ambiente, una suerte de
expectación con lo que pudiera pasar con Chile.
La situación en España antes de su transición a la democracia, era comparable con la
situación chilena. En los dos países existió una dictadura de extenso periodo. El detonante para la
democratización en España, sin embargo, fue diferente al de Chile. En España el detonador para
liberalización fue la muerte de Guillermo Franco. En Chile, el proceso empezó en la crisis
económica vivida en los años 1981/1982. Cuando Franco murió, el nuevo gobierno de Suárez, que
formaba parte del gobierno de Franco, poseía la facultad de hacer reformas, siendo parte del Partido
Socialista español (PSOE). Con el respaldo del rey Juan Carlos, él podría abstener el plebiscito por
la nueva constitución en 1978. En ese caso, el proceso era diferente en Chile, pero hay una similitud
en Brasil y Chile, que es la negociación con las elites anteriores. En el caso español, sin la presencia
de Suárez, que había formado parte del “franquismo” y tenía la confianza de los franquistas y por su
voluntad para la democratización también la de los reformistas, la transición encontró rumbo. Eso
era un modelo importante para la transición en casi todos los países en Latino América y en Chile
también.

En Brasil, desde que se estableció el gobierno militar, siempre hubo un deseo de volver a la
democracia. Por esto, la realización efectiva del proceso iba a ser más fácil. A partir del año 1965,
poco tiempo después del golpe militar, los líderes crearon dos partidos, un partido oficial (ARENA)
y un partido de la oposición (Movimiento Democrático Brasileño –MDB-). Había elecciones al
congreso también, pero con muchas restricciones y muchas veces los escaños de la MDB fueron
manipulados. También, al contrario con la situación en Chile, el Presidente del gobierno militar se
cambió después de algunos años. Por lo mismo, el régimen no era totalmente autoritario, teniendo
en algunos casos una estructura democrática.
La transición a la democracia fue un proceso muy lento y largo. A partir de los elecciones en
974, cuando la MDB ganó mucho más votos, la oposición fue más fuerte. El régimen no tenía
mucho respaldo en la población, especialmente en la clase media. Bajo del presidente Geisel, el
gobierno empezó una abertura reservada con más libertad de expresión. También, por atrofiar la
oposición, Geisel decretó algunos cambios liberales por las elecciones próximas en 1978. Durante
ese tiempo, un movimiento social surgió, que se componía de personas de la iglesia, abogados y
periodistas que aumentó la presión al gobierno para democratizar.
Ese proceso es comparable al proceso de la transición en Chile, dónde en la crisis económica
que azotó al país, el movimiento social surgió y los partidos políticos y los sindicados ganaron
fuerza y por consiguiente pudieron poner más presión al gobierno militar. Pero en Argentina, al
contrario de Chile, había elecciones regularmente, aunque no elecciones liberales, en Argentina
pudo utilizarlos para ganar más fuerte y finalmente ganó las elecciones en 1982, cuando el ambiente
era más liberal y las elecciones finalmente más liberales, por la presión de los movimientos sociales
y los partidos políticos. En Chile, sólo hubo un plebiscito que dirimiría la suerte del gobierno del
gobierno, que la oposición pudo utilizar para ganar la posibilidad de gobernar.

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4.- Plebiscito 1988, un camino hacia la democracia


Este fue realizado de 5 de Octubre de 1988 durante el Régimen militar. La razón de esto fue
para que el pueblo decidiera si el Dictador Augusto Pinochet debía seguir al mando del Estado hasta
1996. Este plebiscito estuvo a cargo de un Tribunal Calificador de Elecciones. Asimismo, existía
acceso de la oposición al proceso electoral y hubo mecanismos de difusión para ambas opciones.
El 2 de febrero de 1988 trece partidos de la oposición formaron la Concertación de
Partidos por el NO, siendo la mayoría socialista, además de los partidos de centro liderados por la
DC y un grupo de derecha. Esta unión fue la más grande que se había formado en la historia política
de Chile.

El plebiscito se realizó el 5 de octubre de 1988 con la más alta inscripción de la historia electoral de
Chile (90%) y la más baja abstención (2,39%), resultando finalmente un 54,7% por el NO y 43%
por el SÍ.

4.1.- ¿Retornando a la normalidad?


Luego del resultado del plebiscito, la oposición inició los trámites para afianzar a la
Concertación, proyectándola hacia las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales. Se creó la
Concertación de Partidos por la Democracia con candidato presidencial y un programa consensuado por
los 17 partidos que la integraban.
La modificación a la constitución fue su primer paso en contra del régimen abolido. Algunas de
sus reivindicaciones eran:
_ Cambios de los mecanismos de reforma constitucional.
_ Modificaciones en la composición y atribuciones del Consejo de Seguridad Nacional
_ Derogación del Art. 8° de la Constitución que excluía a partidos políticos por razones ideológicas,
para dar pasó al pluralismo político indispensable en una democracia.
_ Elección íntegra del Congreso Nacional y respetando la representatividad proporcional.
_ Eliminación de la inamovilidad de los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y de Orden, cargos
que pasarían a ser de exclusiva confianza del Presidente de la República.
_ Aprobación de leyes del sistema electoral, partidos políticos y elección de alcaldes, y la eliminación
de la incompatibilidad entre la dirigencia social y la militancia política.

Los acontecimientos parecieron precipitarse el 26 de abril cuando Pinochet aceptó la renuncia de


Ministro Cáceres. Ésta fue expresión de la pugna que se daba al interior de la Junta de Gobierno y de las
influencias que ejercía sobre Pinochet la derecha más dura. A partir de ese momento se inició la fase
más difícil de la negociación, ya que una vez que las posiciones en disputa están formuladas, se
observan menos puntos comunes y persisten las divergencias que distancian la posibilidad de un
acuerdo global, sobre todo si éste requiere la condición de consenso.

4.2.-Plebiscito del 89, reformas para el fin


No todos los partidos políticos aprobaron las reformas constitucionales acordadas entre el gobierno, la
Concertación, RN y la UDI. El extremo de la izquierda (PC, MIR) y pequeñas agrupaciones de la
extrema derecha llamaron a anular el voto. Los resultados del plebiscito fueron para la aprobación un
85,7%, para la desaprobación un 8,2%. Los votos nulos y blancos representaron un 6,1%. Pero aún
faltaba la elección de un gobierno democrático y aprobar algunas reformas para llegar a una democracia
en pleno.
Algunas de las reformas propuestas por el gobierno fueron:
_ Aceptar las modificaciones del Artículo 8° y garantizar el pluralismo político. Formalmente se
eliminaba este artículo y sus disposiciones pasaban a ser el inciso 15 del Artículo 19°.
_ Mantener la incompatibilidad del Artículo 23° en el caso de ser dirigente gremial a la vez que

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dirigente nacional, regional o local de un partido político, donde antes se indicaba dicha
incompatibilidad sólo con la militancia partidaria.
_ Suprimir la facultad presidencial de disolver la Cámara de Diputados.
_ Incorporar parlamentarios del mismo partido en caso de vacancia.
_ Permitir la opinión de los senadores sobre los actos del gobierno.
_ Disminuir las inhabilitaciones para ser parlamentario.
_ Regular la carrera funcionaria de los militares, a criterio del Ejecutivo.
_ Incorporar al Consejo de Seguridad Nacional al Contralor General de la República.
_ Mantener barreras altas para las modificaciones constitucionales con ligeras atenuaciones.
Los cambios propuestos por el gobierno y apoyados por RN, formaban parte de una cierta
variación hacia los fines de la Constitución. En un principio, la orientación era hacia un régimen
presidencialista, en el caso de que Pinochet ganara el plebiscito del 88’ y continuara en el mando hasta
1996 , pero no fue así y de esta manera, el Gabinete Cáceres procedió a “desmantelar el poder
presidencial, fortalecer el Parlamento y establecer el mayor grado de autonomía de los militares y del
Poder Judicial respecto del futuro Presidente de la República”, aspectos que el gobierno constantemente
anunciaba como contraproducentes y desestabilizadores.

Además, luego del plebiscito, el gobierno dictó nuevas leyes postacuerdo como la Ley Orgánica
Constitucional del Banco Central; la ley del Consejo Nacional de Televisión que también establece un
marco de independencia frente al Poder Ejecutivo; la ley que prohíbe que el Congreso ejerza su función
fiscalizadora respecto de los actos de gobierno entre 1980 y 1989, y la Ley Orgánica Constitucional de
las Fuerzas Armadas que les proporciona un margen de autonomía del poder civil y les asigna un “rol
tutelar” del régimen democrático. Asimismo, designó a los miembros de la Corte Suprema y del
Tribunal Constitucional Debido a la extensa duración de sus cargos, respaldarían el modelo de
democracia construido por el régimen militar, lo que daría mayores garantías para su perdurabilidad aún
cuando los militares y la derecha no ejercieran directamente la acción gubernamental.

No obstante, en este escenario de competitividad delimitado por unas reglas de juego


legitimadas por la vía plebiscitaria y formalizada en la Constitución, también se empezó a
institucionalizar una lógica de acción política que privilegia el acuerdo como una forma pragmática de
llevar adelante la transición y que se extenderá durante los dos gobiernos de la Concertación. Estas
transacciones concesionales que caracterizan a los gobiernos democráticos chilenos a partir de 1990, es
una salida que surge de la necesaria complementariedad que exige el sistema binominal y los senadores
designados.
El propósito es no obstaculizar la gobernabilidad, ya que una sola fuerza política difícilmente alcanzaría
una mayoría decisiva en el Congreso a la vez que el control del Ejecutivo.

4.3.- 14 de Diciembre de 1989, ¿Se mantiene el bloque que gobernaba?


Se llevan a efecto elecciones para Presidente de la república, senadores y Diputados. En este
contexto, se inició el primer gobierno civil con la elección de Patricio Aylwin como Presidente de la
República, dándole forma y reconstituyendo un gobierno dañado por la dictadura militar, en la que
entran en juego ciertos procedimientos y límites necesarios para la reconstrucción “sana” del Estado;
ganancias y perdida que los mismos actores del nuevo Estado reconocen como necesarios.

La transición política se define como el cambio de régimen militar autoritario a uno civil democrático.
Según Boeninger, esta transición terminó durante el mandato constitucional de Patricio Aylwin que
consolidó la institucionalidad democrática. Sin embargo, Andrés Zaldívar señala que la transición no
culmina mientras no se superen los enclaves autoritarios como los senadores designados, el sistema
electoral binominal, la inamovilidad de los comandantes en jefe y la reestructuración del Consejo de
Seguridad Nacional y el Tribunal Constitucional.

Un proceso político que había encontrado un rumbo, que se encaminaba hacia su tercer cambio de

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gobierno constitucional, que enfrentaba con prudencia los efectos de la crisis económica asiática y que
celebraba los diez años del triunfo del NO, de pronto se ha visto envuelto en su más severa crisis
política con la detención de Pinochet en Inglaterra. Ésta ha hecho renacer las polarizaciones partidarias
que caracterizaron a los gobiernos democráticos de los ‘60 y comienzos de los ‘70; ha obstaculizado los
esfuerzos de unidad de la Concertación invocados por el actual Presidente Frei Ruiz Tagle y el ex
Presidente Aylwin45 ; ha unido a la derecha (UDI y RN) en torno a una reivindicación que no compartía
desde hace mucho tiempo y que la confinaba a un papel prolongado de oposición, y finalmente, ha
hecho aflorar los temas no resueltos de la transición: los derechos humanos, la inmunidad de los
militares acusados de delitos durante los primeros años de dictadura y la presencia política activa de
Pinochet como senador vitalicio.

Este equilibrio social y político hizo imposible una salida de tipo confrontacional.
Se optó por una transición vía transacción, lo que explica las restricciones a la democracia asumidas
como un costo menor, que hicieron posible la salida de Pinochet del gobierno.

5.- Conclusiones
Al comenzar nuestro análisis, comentamos lo importante de este proceso no solo desde los ojos
internos, sino también un fuerte interés que existía desde el interior, por el estilo de dictadura establecida
en Chile y principalmente por lo abusos a los derechos humanos ejecutados en el gobierno militar.
Nuestra misión no era abordar en pleno el gobierno militar, aunque era de suma importancia marcar un
contexto de los acontecimientos de manera de situar el desarrollo de este informe, con la mayor
veracidad posible.
Nuestro recorrido comienza con la crisis de 1982, siendo este proceso el que inicia un despertar
en distintos sectores sociales, siendo la premisa común, un aire de cambio que no puede esperar más. A
lo largo de los años, el impulso de un cambio no solo vino de sectores de izquierda, un sector de la
derecha proponía abiertamente iniciar un camino democrático, apoyando la postulación de Augusto
Pinochet hasta 1996.
Se propuso comparar las diferentes dictaduras que se vivieron en el mundo dentro del mismo
periodo, estableciendo la particularidad de ellos (España y Brasil) y como se estableció su transición y
retorno a la democracia.
El periodo de más importancia para los planes de retorno democrático comienza a nacer desde
1986, donde el gobierno levanta propuestas nunca pensadas. Este se encontró por varias causas
mencionadas en informe, destacando sobre todo, la venida del Papa Juan Pablo II al territorio nacional,
lo que obligaba al gobierno a dar un aspecto de prosperidad y relativa libertad en búsqueda de la
democracia.
El hito impulsor del denominado periodo, lo encontramos en el plebiscito del año 1988, el cual
motivó el cambio generador de manera plena, algunos especialistas opinan que este es efectivamente el
inicio del nuevo proceso… La transición.
Muchas dudas quedan pendientes, si establecemos una crítica a esta democracia existente, se nos
viene a la mente la definición de Adolfo Zaldívar, el cual argumenta que el periodo de transición aún no
se ha acabado, puesto que los mecanismos como el sistema binominal, y las trabas para cambiar los
altos cargos, son secuelas que hasta el día de hoy repercuten en nuestro diario vivir que ni 20 años de
concertación han podido cambiar, ¿les conviene mantener estas trabas burocráticas? Podrían ser temas
de un nuevo análisis.

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6.- Bibliografía

1.- Araya, O. (1999). Transición chilena a la democracia: Pactada. Santiago; Ensayos.

2.- Cañas, E. (1997). Proceso Político en Chile. 1973 – 1990. Santiago; Editorial Andrés Bello.

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