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Las multitudes escuchaban a Jess. Que deca: David dice que soy su hijo y que
soy Seor.
que irradia toda existencia humana, por oscura que sea. Este hombre ha dicho tambin:
"Yo soy el camino". Un camino que nos permite encontrar a los otros y crear con ellos las
comuniones de la vida. El ha dicho: "Yo soy la Palabra, el Verbo". Una Palabra, cargada de
sentido, que nos revela el significado que toda vida tiene, por ruin y desgraciada que sea.
Y ha dicho: "Yo soy la Vida", una vida que triunfa sobre la muerte y se convierte en
promesa y en prenda de una vida floreciente y victoriosa. Este Jess, hijo de nuestro
linaje, es tambin el Seor y el Maestro que est sentado a la derecha del Padre.
Y por eso s que, gracias a l, se ha establecido una unin indisoluble entre
nuestra vida y la voluntad de Dios sobre nosotros, entre el hombre que somos y Dios
mismo. Cmo llegaremos a comprender esta unin?
Slo hay un medio de comprenderla: unirnos a Cristo, all donde podemos
hacerlo, en nuestra condicin de hombres. Para entrar en el Reino al que l nos invita y
que l lleva en s, no tenemos ms que presentarnos tejiendo nuestra sencilla y pobre
vida humana. Entonces se opera en nosotros una resurreccin. Nuestras palabras,
nuestras dbiles palabras que nada decan de nuestro corazn, se convierten ya en
portadoras de la verdad misma de Dios. Entonces nuestros gestos, nuestros tmidos
gestos que ni siquiera lograban edificar nuestra tierra, construyen ya el Reino. Nuestra
vida, siempre amenazada por la muerte, est ya impregnada, levantada por la plenitud de
la vida de Dios.
Las multitudes escuchaban a este Jess que deca: "David dice que soy su hijo
y que soy Seor". Las multitudes escuchaban a este Seor. Y, con ellas, nosotros lo
miramos como lo miraba Pilato y, al igual que l, decimos: "Este es el hombre". Pero, en la
fe, lo miramos tambin como lo miraba Toms, y tambin nosotros decimos: "Seor mo y
Dios mo".