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FRoeL DOCUMENTOS INA Suplemento de In edleldn Ne 80 de PUNTO tes 26 de agosto de 1969 ‘Santiago - Chile, PERU 1965 Apuntes sobre una experiencia guerrillera Comandante HECTOR BEJAR RIVERA LUIS DE LA PUENTE (angulo izquierdo) aparece con un grupo de campesinos en la guerrilla peruana, De la Puente cayé combatiendo en 1963. “Vestine pe L padre espafiol Fray José Pacifico Jorge, jefe de la Mision Franciscana en la provincia de La Mar por esos afios, escribio al Prefecto de Ayacucho y au- tor de las masacres, una conmovedora carta. El documento hace una vivida descripcion dé Jos crimenes de la gendarmeria. “Horrorizado ante los crimenes que acabo de presenciar en esta provincia de La Mar, Je éscribo esta carta, antes de reponerme de Ja honda impresién producida en mi espiritu Por todo lo que he preseneiado”. “En cumplimlento de mi sagrada misién, he tenido que recorrer todos los lugares ¥ easerios de este pueblo, en los dias de san- gre que, sin motivo, se ha hecho correr sobre esta provincia indefensa”. “En el easerio de Lacc-huapampa, poblado jor mas de dos mil indios, he presenciado el eendio de mas de 200 chozas; sus desgra- ciados habitantes que huian despavoridos a los cerros y quebradas vecinas, caian muer- tos, atravesados por los proyectiles certeros de los incendiarios quienes, después de prender fuego a las chozas, se dedicaban a cazar a los “pobtes indios, cual si fueran venados 0 animales silvestres”. “En Ilaura mismo preseneié la emocionan- te escena de tres cuerpos agdnicos; dos de anelanos y uno de un parvulito de 4 afios de edad; los cuerpos de estos pobres fueron ex- traidos de una choza a medio incendlarse, y ofrecian al espectador horribles lagas ‘en toda su extensién; los viejecitos agonizaban lentamente en medio de dolores horribles y el parvulite fallecié pocos momentos después de habérsele extraido de entre las cenizas, Antes de la muerte de estas personas, minis- tré los iltimos auxilios de nuestra santa re- ligion”. “En Lacc-huapampa presenclé otro crimen que me conmovié hondamente. Una pobre mujer con una criatura lactante de pecho hhuja de su choza en direccién opuesta a la que seguian los ineendios de esos caserios; Uno de esos malvados dirigié a la pobre mujer un disparo de fusil y la atraveso por la es- palda, haciéndoles caer a ella y a su tierno ‘ijo.!. Yo no pude aproximarme a las vic- timas para ministrar los auxilios espirituales, ‘por temor de ser victimado también a balazos, desde que 403 criminales parecian no tener conciencia y actuaban sin que nadie pusiera resistencia a sus desbordes y pasiones”. “Bn los demas cascrios de La Mar he visto cuadros de dolor indeseriptibie: pobres indios agonizantes, con horribles heridas de bala, rodeados de algunos deudos ancianos (porqué Jos jévenes permanecen escondidas) que lo- raban el mal que no tiene remedio. Cadave- res de varones, mujeres y eun de erlaturas que permaneeidn tendidos por os suelos, in sepultos por muchos dias; algunos despedian ya olor insoportable. Sera posible que tanto erimen quede sin castigo?”. (58) El recuerdo de esta masacre ha pasado @ formar parte de 1a tradicion del pueblo, To- davia hoy, los chungulnos son conocldos por su valentia y presencia de animo. ‘Como todas las comunidades, 1a de Chun- gui debe permanecer alerta contra los aca & Dia, paradores de tierras, gamonales y tinterillos, El procedimiento es conceido: ‘el tinterilio falsifica titulos y recurre al Juez de Primera Instancia reclamando la posesién de sus tie- tras supuestamente arrebatadas por la co- munidad, La maquinaria judicial, engrasada por las dddivas del litigante, funciona con Tapider: muy pronto se expiden resoluciones respaldando la_reclamacién, Mientras tanto los comuneros, verdaderos propietarios, Ignoran que la arafia sigue te- Jiendo su tela. Solo se enteran cuando apa- rece el tinteriilo para recuperar “sus tierras” protegido por el juez y los guardias. {Qué hacer entonces? Si acatan 1a decision judicial, habran perdido sus casas, sus culti- Yos, y tendran que emigrar a parajes slempre més altos, mas pobres... Si se resisten, seran acusados ‘de “iivasores” y masacrados.. En 1963, ante las intrigas de un tinterillo, Chungui opts por resistir colectiva, organi vadamente, Y los guardias, desarmados por comuneros enfurecidos, tuvieron que regresar 2 la capital provineiana Pero las cosas no quedaron ahi. Los “in- dios” habian resistido a la autoridad y ese es un delito que en el Peri se paga muy caro. Muy pronto, personero, gobernador y alealde fueron aptesados y lievados a Aya- eucho. Pero la maravillosa fuerza colectiva de los campesinos se mantuvo invencible. Dia y no- che la comunidad estaba alerta contra sus enemigos, casi militarizada. Cientos de ojos Zoids pereibian, cualquier movimiento ex- rafio -para impedir que sus cultivos fueran invadidos. Al fin las autoridades fueron pues- tas en libertad, La segunda batalla habia sido ganada, Chapi, la hacienda mas grande de la pro- yincla, éra también un semillero de descon- tentos y el centro de irradiacién de todos 10s abusose intrigas contra los campesinos. Su extensin abarea gran parte de la provincia: desde los rios Pampas y Apurimac, las tlerras de Chapi suben a la puna y bajan a las sel- vas. Para recorrerlas, hay que emplear varios dias a ple y en lomo de bestia. La ganaderia y la produccién de alcohol de catia sin rectificar son sus, principales actividades, Est dividida en cuatro “pagos”; cada “pago” esta obligado_a servir en la ha- cienda, en la época del afio que ésta fija. El trabajo no es retribuido con salarios, sino en alcohol y coca. ‘Los Carrillo, duefios de la hacienda, se dis- tingufan por su trato duro y despladado. ‘Ya en 1956, el explorador francés Michel Perrin habia descrito en un emocionante Ii- bro (50),.su aventura en la hacienda Chapi adonde ‘legs buscando los origenes del All Amazonas, en compafiia de su alumna Teresa Gutiérrez Engafiado por Miguel Carrillo, quien le dijo que él rio Apurimac era navegable a la altura de su hacienda, Perrin intents surearlo en una frégil balsa. Fue arrebatado por las to- trentosas aguas y arrastrado unos 10 kms. Salvé la vida por milagro pero Teresa, su alumna, pereci6. (G0) PERRIN, Michel, La tragedle du Hautamazo. ‘Re, Hobert Noel. Patis, 1086 En su valiente libro Perrin denuncia las intrigas de Carrillo, su compottamiento de sefior feudal y su dominio sobre los peones indigenas, Prieba, punto por punto, que Ca- rrillo preveia la suerte fatal que correria, a pesar de lo cual lo insté a intentar la nave- gacién, El objetivo de Carrillo thabria sido hacerlo desaparecer, confiado en que Teresa, que tenia salvavidas, sobreviviria a la tragedia: “Lectores distraidos me han preguntado a veces: “{Cual fue el rol de Miguel Carrillo?”. Yo creo haberlo dicho claramente desde ei aceldente a la policia, luego a la justicia peruana y al fin en estas paginas. Cuatro Afos después no puedo sino confirmar, y lo hago con plena conciencia del sentido de mis palabras: Carrillo es culpable de homicidio Premeditado. ;Quién estaba mareado? Yo mismo, sin duda. Teresa y yo, quizi Te. resa sola? No lo creo, Es posible que, por el contrario, como me Jo han hecho notar, él haya pensado que yo solo desapareceria y que los peones le traerian a Teresa. Puede ser también que él nos haya deseado_ la muerte a todos, la de. los peones era des- Preciable a sus ojos”. (60) Pero los Carrillo eran amos de la provincia y tenian poderosos amigos en Lima. Y aun- que la tragica muerte de Teresa Gutiérrez, una joven unlversitaria de San Marcos, con- movio a todo el pais, el caso fue silenciado muy pronto y Perrin se vio obligado a aban- donar el Perd, Chapi esta al frente de La Convencién, en lg otra banda del rio Apurimac. A sus peones: solo les bastaba eruzar el rio para enterarse que al otro lado habian sindieatos y la gente exigia salarios ... La respuesta a las reclamaciones de los trabaladores a, quienes Jog Carrillo obligaban a prestar servicios en forma gratuita, habia sido siempre violenta. Los rebeldes eran col- gados, azotados y encerrados con grilletes en Ta_caga-hacienda, En enero de 1963, Miguel Carrillo estran- gulé personalmente 'y luego degollé a Julian Huaman, colono de Oronjoy, uno de los “pa- gos” de la hacienda: éste habia cometido el atrevimiento de reclamarle un toro que Ca- rrilio habia vendido sin pertenecerle. No contento con eso, amenazd con hacer lo mis- mo a cualquier futuro quejoso. El crimen sublevé a los campesinos, El 8 de enero de 1963, las mujeres de Oronjoy apre- saron y ataron 4 Miguel Carrillo y lo condu- jeron sin hacerle ningin dafo adonde él juez de paz de Chungui, en cuyo despacho hicieron una larga lista de quejas. ‘La reaccién de los campesinos era, después de todo, mesurada y serena. El documento que elaboraton en esa ocasion, constituye una de las piezas més Slustrativas sobre los abusos de los latifundistas y prueba contundentemente Ia conducta siniestra de los Carrillo. Entre otros Imnumerables abusos, acusa- ban a los Carrillo de haber violado a las si- guientes campesinas: Tgnacia Orihuela, Lo- renza Balboa de Huaman, Mercedes Pacheco de Huamén, Rosa Santa’ Cruz de Sanchez, (@) Wid., phe. 268. ‘Testimonio Eyarista Sanchez de Cose, a la esposa y Ja hija menor del colono Emilio Contreras, Acu- saban a Miguel Carrillo de haber maltratado, causandole Jesiones graves, a la sefiora Cata~ lina Orihuela de Ceorahua y de haber robado el ganado vacuno y caballar de 10 colonos, ‘Como es costumbre en estos casos, se inicio un largo y tedioso expediente. A pesar de ser culpable de tin hemicidio perpetrado ante la presencia de numerosos testigos, Miguel Ca- rrillo fue liberado Inmediatamente y los que- josos fueron apresadas “por atentar contra la libertad del senor Carrillo ‘Rapidamente empez6 a funcionar 1a maqui- naria judicial en poder de los gamonales de Ia zona; ‘los reclamantes fueron acusados del robo de 20 mil soles y encarcelados por cua- tro aiios, ¥ asi, el 20 de diciembre de 1966, la Corte Superior de Ayacucho dicté una increible sen- tencia; “..dodas estas acusaciones (asesinatos, abusos, atropellos, N. del A.) no tienen nin- gin respaldo dentro del proceso y en nada desvirtian la comision del delito contra Ia propiedad individual de que ha sido objeto el agraviado Carrillo Cazorla, asi como el robo de especies y viveres en su almacén de Oron- joy y de lesiones, “PALLAMOS: condenando a los acusados Basilio Huamdn Ccorahua, Virginia Huaman Berrocal y Marcelina Castro Ceaiourl, reos de Is delitos contra la libertad individual, le- siones y robos de comestibles, en agravio de Miguel ‘Carrillo Cazorla, al primero a la pena de seis meses de prisién en la carcel departa- menial de esta ciudad... a las dos iltimas a la pena de sels meses de prisién con caracter condicional y al pago de diez mil soles por concepto de reparacion civil, que pagaran en forma solidaria con los ya’ sentenciados. ..”. ‘Saturnino y Emeterlo Huamén, parientes de la vietima, permanecieron encarcelados du- rante cuatro afios mientras el “agraviado” ‘Miguel Carrillo, disfrutaba de libertad. Desde la prision mantenian comunieacién con sus hermanos de sufrimiento, instandolos a man- tener la moral alta y a continuar resistiendo la opresién de los Carrillo. ‘Asi era la provincia de La Mar cuando le- garon los guerrilleros. LA MAR, 1965 Abril, selvatica. Somos unas cuantas personas que Nos mo- vilizamos s6lo de noche para evitar encuen- tros con jos campesinos: todavia no quere- mos que se enteren de nuestra presencia, pe- ro ellos, mas hébiles, descubren nuestras hue- lias, nos yen a través del follaje, éscuchan nuestros pasos, El rumor se extiénde y las explicaciones son fantasticas: ladronés de ganado, “pishtacos” (61), comunistas... ¢Pe- ro qué idea tienen ellos’del comunista, sino la que inewlcan en sus mentes primitivas; su persticiosas, el cura de la aldea, el hacenda- do aprista, el maestro prejuicioso? Chinchibamba, pequefia localidad (Gi) Segga las superstictones det lugar, los “plshta. Serr uon avesinos que comercad con! rash ‘Testimonio- Somos obstinadas y continuamos caminan. do de noche, Nuestrés alimentos estén agota- dos y durante varias semanas comemos poco ‘0 nada, No hay otra salida: hablar con los campesinos. Empezamos a hacer amistades. Las reaccio- nes son diversas: unas desconfian, quizés otros nos teman, pero ninguno nos ni¢ga ayu- da, En el primér examen mutuo la palabra “papay” nos separa. “Papay” es el patron, es todo blanco o mestizo, todo extranjero. Noso- tros tenemos que dejar de ser “papis”, de ello depende nuestra suerte Tutura. Otra barrera: el idioma. Muy pocos de no- sotros hablan el quechua (yo apenas si ¢co- nozeo algunas palabras pronunciadas desas- ‘trosamente), otro compafero sabe el quechua del Cuzco, de fonética diferente; sdlo uno co- noce la pronunciacién del lugar. 'No obstante estas dificultades, la amistad erece y menudean las invitaciones. Explica- mos quiénes somos, a qué hemos venido y nuestro lenguaje va haciéndose mas accesible. ‘Debemos cuidar las palabras, hay muchas que él campesino oye por primera vez. Quienes saben quechua sirven de intérpretes o hablan ‘ellos mismos. Estos campesinos viven su mundo, con sus tragedias, sus rivalidades y alegrias: Son co- muneros 'y no estan basicamente desconten- tos con su situacién, Habituados a ver en su miseria, una fatalidad, no se slenten victimas. Defienden sus tierras de un_aspirante a ga— monal que quiere cultivar dentro“de la ¢o- unidad con titulos.fraguados. l tinterilo hha sido echado y su policia protectora ha de- ido retirarse con cautela, para después apre- sar a sus autoridades. ‘A ese mundo debiamas incorporarnos y ful- a mos recibidos con entusiasmo, afabilidad y alegria. Junio 1965. Ya no somos “papas”, somos “nermanos”. (62) Ayudamos en lo que pode- mos, Problema de todos: médico. Faltan mé- dicos y medicinas, la gente se muere por fal- ta de remedios. Una tableta de aspirina tiene valor inapreciable. Curamos a los enfermos ¥ repartimos las pocas que tenemos, doble ra- zén pata ser bien recibidos. Muchos son los que estén de acuerdo con nuestros objetivos, otros se Iimitan a escuchar, dos o tres descon- fian, pero la generalidad sabe al fin que no somos ladrones ni bandoleros. Ya no nos te- men y podemos legar a cualquier casa segu- ros de encontrar alimento y ayuda. ak Constatamos que en este lugar Ja poblacién es escasa y temporal. Lo mas denso vive en las alturas y acude a las quebradas o a las selvas del rio Apurimac sélo por algunos me- ses, Nos interesa el contacto con la poblacion, pero ira las alturas plantea el problema tac- fico de cémo desplazarnos y dénde esconder- nos, No solo es problema de terreno, lo es (62) Nosotros uskbamos, muy poro le palabra, com. (2) rehero "0. camatada. ‘Be ‘extendio”-espoutan Bionte por toda in gone el ¥ {dice mba" esta mas coren do tn pening que vincule ef amor y ia amistad con Re"incot familiares ‘(el mejo® amigo es. siem- ce un pariente. “espieteuni), Ast. tal guerri. ro era eh TPulano de Pal. ¥ pera ia Gagar' sl “determineda pereone vera digaa do conflanga, Dreguntabamos sl era Nermeno 0 00, también de equipo. Una noche a 4.500 m. a cielo ablerto, no es cosa de juego. Necesita- riamos abrigo, frazadas, ropa gruesa, pero no Jos tenemos, hi podemos abrumarnds con su peso al ascender los 3.000 metros que nos se- paran de la cumbre, Sin embargo, corremos €l riesgo. De noche, calados hasta los huesos por una Juvia despiadada, subimos penosa- mente, 4.500 m. sobre el nivel del mar ensefian co. sas interesantes: se puede combatir el. frio ‘caminando de noche y deseansando de dia en las oquedades calentadas por el magro sol de la puna, Si se marcha constantemente no hay hielo que valga y es mejor, porque habitiia a desplazarse en la oscuridad, un buen ejerci- cio. La visibilidad es cien veces superior: bas- ta encaramarse en lo alto de un picacho para observar todo lo que sucede a un par de dias de camino, Un buen largavista y problema so- Iuclonado, Y contra Ia aviacidn, las cuevas; Jos pedrerios pueden esconder y camuflar gue- rrilleros. ;Reeditaran los fuburos alzados las paginas légendarias de los montoneros? Lo haran y sera uno de los aportes mas intere. santes a la téctica guerrillera de América 1a- tina. La eapacidad fisica del combatiente perua- no debera adaptarse al constante desplaza- miento entre Sierra y Selva, Descendera ver- tiginosas pendientes fuera de camino, prote- gido por fa vegetacién de los Andes orlenta- les y tornara a las alturas en un movimiento constante, Su vida oseilaré entre los 1.000 y 5.000 metros, No es tarea de superhombres, pero requiere una adaptacién plena a nuestro endiablado tertitorio. En las alturas impera la gran propiedad pe- ro el hacendado, explotador inmisericorde, vi- ve tan primitivamente como el campesino. En toda la zona sélo encontramos camas en Chapi, Los otros hacendados dormian en ru- dimentarias tarimas 0 sobre pellejos de car- nero y comian mote (63) y papas sancochadas, igual que sus siervos. Gran propiedad si, pero su extension no es sinénimo de riqueza ‘sino de acaparamiento y criminal negligencia. Avato, ignorante y mi- sero, el latifundista es el obstaculo principal para el progreso, No s6lo se opone tercamente a las escuelas y combate a los maestros; im- pide que sus trabajadores cultiven mas de lo que él cree conveniente, castiga a quienes crian ganado en exceso y aplica feroces re~ presalias, Su miseria espititual se traduce en la pobreza irremediable de clentos de familias y su miseria, material es resultado de aquélla. ‘Teme a la competencia de sus siervos, se sa- be imitil y pardsito, pero defiende fieramente su parasitismo, Si la explotacion es mayor y los problemas sociales mas violentos que en Ja comunidad, el trabajador es mis claro. No necesitamos conveneerlo de que el patron, él “gamonalis- ta” es su enemigo; él lo sabe de sobra y lo odia cordialmente, Muchos habian intentado formar sindicatos o construit escuelas. Cas- tigo: unos cuantos latigazos, prisién en la mis- ma easa-hacienda, o denuncia ante las au- toridades por agitacién comunista, El hacen- (Gi) “Mote”: maiz cocido, dado increpa: “quieres ir a la escuela para aprender a robar?”, Hay descontentos en todas partes y nos aco- gen con entusiasmo, Cuando empiezan nues- tras operaciones contra los latifundistas —pa- 0 previo e indispensable para conquistar su total eontianza—, su entusiasmo erece. Nues- tra propaganda armada, exenta de discursos pero imprégnada de acciones concretas con- tra los gamonales, dio resultados. Ha bastado poco tempo para’ expulsar al Jatifundismo de esos lugares. Muchos terrate- nientes han huido sin esperar a que legue- mos a ellos. Los trabajadores empiezan a dar se cuenta de lo diferente que es vivir sin pa trén. ‘Todas nuestras acclones cuentan con su respaldo, Después de la toma de Chapl (64) muchos bailan de gusto. Hasta han aprendido a le- vantar el puflo derecho: “jComunistat”. Los guardias civiles que en gran nimero han ocu- pado Ja casa-hacienda después de nuestra re- tirada, inerepan a algunos lorosos: “zno te da vergiienza lamentarte por esos desgracia~ dos?”, Surge la primera eancién con tonada de huayno inventada por algin comerciante ‘ue recorre a ple las serranias diseminando la noticia: “Los guerrilleros cosecharon papa en Chapi”, sirviéndose de la similltud, en su ru- dimentario castellano, entre las palabras “pa pa” y “papay” (patron). Ios colaboradores de la guerrilla aumentan, Se incorporan los primeros campesinos. En Sojos, Muyoj, Palljas y Chapi, prometen’ ha- cerlo mucho ‘més. Por primera vez y emocio- nalmente, nos cercloramos de que va forjén- dose un Boderoso vinculo entre el campesina- do y la guerrilla. Ausentes los terratenientes. desorientado el ejército que no acierta a ubi- earnos, quedamos convertidos en la finiea au- toridad de 1a zona, Pero hemos cometido gruesos errores, Nuestros amigos son conocidos en todas par- tes. Secretas o piiblicas, sus relaciones con nosotros son divulgadas. Un dia es uno que le cuenta a su mujer que nos guié a determi- nado lugar, ésta Jo narra a la vecina y la ve~ cina al resto. Otro dia es un joven que, ebrlo en la fiesta pueblerina, grita con orgullo que es comunista y amigo de los guerrilleros. Otra vez somos nosotros que visitamos a alguien de dia. No toda la poblacién es segura. Hay so- plones, exmayordomos de los latifundistas, gente ‘que traiciona o delata o que, simple- mente, guarda las informaciones para el fu- ro. ‘Nos damos cuenta del peligro e instamos & nuestros colaboradores a incorporarse a la guerrilla, Unos lo hacen de inmediato y otros dicen que nada pasaré, que no tengamos te- mor, que, en todo caso, ellos sabran cuidarse, ‘Octubre 1965. Aparecen las primeras patru- as del ejéreito, pequefios grupos méviles que aparentan ser guerrilleros. Preguntan a campesinos: “gsabes donde estan los compa- fieros? Les traemos encargos de Lima”, La ar- gucia es torpe para ubiearnos pero efectiva () Ta tome de Chapt, en que murleron loe odie dos ‘hiaeeridados. Cirrito, se" produjo el 25 de Septiembre de 1909, Hasia hoy es materia de fm proceso ‘ilar ‘Testimonio para descubrir_a los ingenuos. Advertimos contra el peligro, pero es tarde. Cuando la invasién se produce, todos nues- tros colaboradores son torturados, fusilados, masacrados. La terrible venganza abarca & Jos familiares mis cercanos, a sus parientes, a los cultivos, a Ias casas mismas, que son incendiadas sin pledad. Han regresado los dias de 1922. Es 1a barbarie planificada para aterrorizar a la poblaeién y castigar ejem- Plarmente su amistad hacia nosotros. Pero revela también cobardia e inseguridad. En ningiin caso las tropas usaron de la per- suasién o discriminacién culpables de inocen- tes. Antes que averiguar, les resultaba mas practico matarlos a todos. ~Cémo podrian convencer al pueblo de que ‘defienden una causa justa si su desesperacion los impulsa- ba a acabar rdpidamente con el peligro sin reparar en los medios? Al hundirse en la san- gre de sus victimas no hacian otra cosa que tratar de ahogar su propio miedo. Hay tremendas lecclones en todo esto: Ia priméra, el campesino esté dispuesto 2 cola~ borar; Ia segunda, hay que euidar Ja vida del colabérador tanto como la propia. Si nuestra subsistencia depende de nuestra apilidad, 1a del colaborador depende del secreto. Noso- tros aprovechamos hasta cierto punto la pri- mera, pero desculdamos lamentablemente 1a segunda, Hay diferencias entre comunero y yana- cona. El primero es, en la praetica, un pe- quefio propielario que realiza sus labores con toda independencia, cultiva su pequefia par- cela, consume sus productos, vende café y ca- ‘ao en el pueblo y sélo acude a la comunidad para que le sefiale qué terreno puede cultivar (tratandose de tlertas de selva) y para la apertura y conservacion colectiva de los ca- minos. Lo afectan dos problemas fundamen tales: el latifundio, que tiende a crecer a ex- pensas de las tierras comunales, y los bajos recios de sus productos. Mientras el terrate- niente lo expulsa de las mejores tierras, el comereiante lo mantiene en la miserla suje- tandolo a su dominacion econémica. 1 co- munero se defiende colectivamente del ga- monal y muchas veces lo tiene en jaque ejer- clendo “una maravillosa fuerza comin, pero atin no sospecha del comerciante porque es- t& habituado a una relacién desventajosa donde no hay mds gue wna sola demanda para sus miiltiples ofertas, Si su unidad es ejercida contra el terrateniente, se enfrenta alsladamente al comerciante, Por lo general, éste es también uno de los comuneros mas rieos (si riqueza se puede lamar a una tien. ducha para el expendio de unas cuantas ro- pas, fésforos y conservas que muy pocos com- bran) y es uno de los “notables” del pueblo. Freeuentemente, sera el primer informante del ejército y el mas activo delator. Si el comerciante esté incrustado en la co- munidad como un cuerpo extrafio, el latifun- dista se infiltra en ella: seduce, compra o pre- siona al gobernador, al juez de paz y atemo- riza al maestro, Este pequefio mundo se vineula con el ex- terlor a través de los vendedores viajeros, procedentes de Ia capital de provincia o del departamento, 0 de pueblos dedicados inte- 5 Testimonio- gra y exclusivamente al comercio de miseras Mmanufacturas, Algunos son buenas gentes con ciertas simpatias por la imquierda —tie- nen hijos universitarios 0 colegiales influidos or las nuevas ideas— y otros son informa- dores espontaneos de la policia. La primera reaccién de los esbirros al co- nocer nuestra presencia fue apelar despiada- damente a las autoridades comunales en 1a Prefectura de Ayacucho y obligarlos, bajo amenaza de muerte, a mantenerios informa- dos de todo lo que sucedia, Unos se convir- tieron en confidentes y otros mantuyieron su lealtad. 1 comunero respeta a sus autorida- des y, antes que el extrafio que viene de lejos preferira siempre a su alcalde, su personero y su gobernador. Atemorizadds, constituian un peligroso factor en nuestra contra, Si el dogmatismo es perjudicial al militan- te, puede ser mortal para el guerrillero. En el'campo encontrara problemas nuevos, gran- des y miniiseulos, y deberé resolverios con clridad politiea y amplitud, sin perder de vista los objetivos que 10 levaron a tomar las armas. Constataré a menudo conflictos de tierras entre los comuneros 0 yanaconas, pe- quefios odios de familia, rivalidades entre un pueblo y otro. Seré consultado, se le pediré que intérceda ante tal o cual persona o que Ja presione en tal o cual sentido. No podré negarse: el quejoso puede ofenderse En Ayacucho, como en otros lugares, el ha- eendado Tama’ colonos a los siervos ‘a quie- hes, a cambio de un pedazo de tierra, obliga @ trabajar, muchas veces sin ningiin ‘salario. La necesidad de contar con mano de obra barata o gratulta para las tareas de la ha- cienda, lo que en estos tiempos encuentra una fan Tesistencia, obliga al patron a In vio- lencia, exacerbando el conflict. Hoy es al- gulen' que no vino a trabajar o a quien habraé que traer por la fuerza para que el ejemplo no cunda; mafiana sera un toro arrebatado a su dueio para venderlo a un co- merciante cualquiera; otro dia habra_que Impedir que los campesinos cultiven demasia~ do para que no se enriquezean rivalizando con el patrén. Una serie de grandes y peque- Rios abusos generan un clima de odio y la co- yuntura para la aceién es constante. Hecho incontrovertible: el latifundio decae en todas partes, cada dia es mas dificll man- tenerlo (esta afirmacién se refiere exclusiva- mente a la zona donde actuabamos). Los ga- monales venden sus tlerras 0 se alejan aban- donando a sus siervos Ia posesion de los cul- tivos, Se produce poco, cada vez menos, y el hambre empieza a alcanzar al pequefio te- rrateniente, El antiguo edificlo, earcomido por los afios, se derrumba. jxstamos yendo hacia un conglomerado regresivo de miseros propietarios 0 hacia una clase social libera~ dora? ¢Esperaremos a que estos slervos, revo- lucionatios potenciales por sus contradiccio- nes con el latifundista, se transformen en egoistas pequefioburgueses por obra de esta espontinea reforma? ¢Decidira algin dia 1 oligarquia peruana (integrada en su_mayo- ria por los grandes banqueros y los ricos Ia- tifundistas de la Costa), sacriticar a sus pa- rientes pobres de la Sierra en una reforma agraria demagégiea que privaria a la Revo- 6 Iucién de una de sus bases més sélidas? si empezamos ahora, esa masa sera nuestra aliada; si lo dejamos para manana, Ja tarea puede ser més dificil. La sociedad’ es cam- biante y el quietismo del agro peruano s6lo una_apariencia, Siervo y comunero estén emparentados. Muchas veces aquél tiene tierras en la comu- nidad veeina y si carece de ellas puede que tenga familiares comuneros y a la inversa, Jo que convierte a estos hombres en una ma sa que se entrelaza y confunde, so nos be- nefieia: cualquier accion contra el latifun— dista repercutira favorablemente en la comunidad y la ayuda que prestemos a ésta encontrar éco en Ja hacienda, ‘Nuestros anfitriones mas afectuosos fueron quienes en otra época habian intentado or- Zanizar a sus hermanos para reclamar colee- tivamente el pago de salarios y protestar contra los abusos, Instigadores de la negativa a trabajar para el patron, propiciadores de la independencia, victimas indefensas de crue- les represalias, fueron los més fieles ayudan- tes de la guerrilla y los primeros en integrar- la, Rindo emocionado tributo en estas lineas a Nemesio Junco, balsero de 1a hacienda So- jos, cholo maduro e integro, carifioso y sin- cero hasta lo increible, bueno de pies a ca- beza, nuestro primer’ hermano y primer combatiente, capturado y fusilado en Sojos, y a otros més cuyos nombres no cito para salvar sus vidas. ‘i Deslumbrados ante el nuevo camino que les ofrecia la guerrilla, entusiasmadas ante la verdad que aparecia desnuda ante sus ojos primitivos, se convirtieron sin tardanza en nuestros mejores propagandistas. Inolvidable el gesto de muchos que, al hablar a sus her- manos en. su propio idioma decian, alzando el fusil en sus manos recias y trabajadoras: “Hermanos, los gamonalistas se acabaron. TBsto es respeto!”” stos son los hechos. ¢Tuvimos apoyo cam- pesino? Si por él entendemos una conviccion teoriea general y elaborada, un respaldo ma- sivo y organizado, evidentemente no lo hubo. Pedirlo seria trabajar con entes metafisicos y no con realidades. Si, por el contrario, Ha~ amos apoyo campesino a ia, colaporacién de la generalidad, nacida de la certeza de que estabamos alii para defenderlos, es in- discutible que si 1o encontramos y que, aun més, super6 todos nuestros caleulos. Al Norte y al Este de nuestras. posictones teniamos a los campas. Al comienzo pobla- ban todo Chinchibamba (65) y hace unas de- cenas de aftos han sido. émpujados selva adentro, Los independientes cultivan y ¢o- mereian, aunque siguen, practicando sus an- cestrales costumbres, Otros, los rebeldes, se hhan ido a vivir en ei monte, adonde la codi- cla del hombre blanco no llega ain, retor- nando a la vida colectiva con sus jefés, pero sin expiotadores. En general el ‘ataque al campa es inmisericorde: todavia, como en los tiempos ‘birbaros, los pueblos son asaltados por los latifundistas; al poner en fuga a los mayores, se llevan a los nifios para criarlos a (G5) La palabra Chinchibambs deriva, de Chunchuy. anipa’o pampn de ""ehumichos" (selvieelas) manera, de esclavos en sus haclendas, so pre- texto de “civilizarlos”, ‘Toda su_ vida, estos hombres primitives erecen sirviendo ‘al pa- tron, En Osambre, una de las haciendas que emplea estos métédos en pleno siglo XX, los campas estan concenirados en dos comparti- mentos separados para hombres y mujeres y ho reciben, desde Iuego, mingin salario. Es tén_ pronibidos de mantener cualquier tipo de relacién con el mundo circundante, Ade- ins, son muy pocos los extrafios que legan a lugares tan apartados. Hl patron, un yu- Goslavo que lego misteriosamente al lugar y euyo orlgen nadie conoce, es un gran cond- cedor de la selva y de las costumbres y habl- tos de los selvicolas; habla ademas su idio- ma y todo eso le permite explotarios mejor, a menudo inmisericordemente, Cualguier abu- 0 horrendo, cualquier muerte de uno de sus trabajadores son ignorados por la policia y Jas autoridades que ni se enteran del asunto pues el lugar elvilizado mas cercano es Qui- Habamba, la capital de provincia, que queda a unos séis dias de camino a pie, por sendas entre el monte, Como ninguna autoridad lle- ga hasta ahi, el latifundisia es amo y sefior de Ia zona. La religion catélica y 1a protestante, Nenas de mitos y fantasmas, sirven idealmente a los roposites de los patrones: el temor a Dios se confunde en las imaginaciones primitivas con el temor al patron. Atentar contra el pa- tron es atentar contra Dios. Algunos eam- pas, que instintivamente son atraidos por Ja Vida en liberiad, logran fugarse, internan- dose en la selva. Pero no legan’ muy lejos porque el patron es tan conocedor de la sel- va como élios y tiene a su favor dinero y armas, Como no puede permitirse un mal ejempio que cunditia peligrosamente entre los demas esclavos, el fugitivo es, por lo ge- neral, liquidado. Otras veces, a pesar de la prohibicion del’ patron, Jas relaciones amo- Tosas entre una que otfa eampa y los comu- neros del frente de la hacienda se producen. Entonces, como en las peliculas, el extraio tiene qué robarse a la campa y'fugarse con. ella bien lejos de las iras del patron. Aproximarse y hacer amistad con los cam- pas rebeldes, liberar a los esclavos, expulsar al latifundista opresor, serdn tareas inmedia- tas para la guerrilla y su mejor propaganda. Pero eso no ser facil, Si hay un visible des- nivel entre el campesino quechua y el gue- rrillero eriollo, es todavia mayor entre éste y el selvicola, Para que ambos se entiendan, Bera necesario un largo proceso de adapta cin en que el guerriliero aprendera nuevos dialectos y costumbres. Después de numerosag experiencias que nos granjearon la simpatia’ de los pobladores, el exceso de confianza nos Tevé por el. despe- hadero ‘hacia duros contzastes. Exitos suce— sivos hhieleron que sobrestimaramos nuestras propias fuerzas. Por otro lado, se produjeron algunas deserciones que bajaron el nimero Ge los guerrilleros, afectando su potencia de fuego. Eramos en verdad un grupo pequefio, En los momentos més dificiles Megamos a ser apenas 13. Por un lado la falta de comuni- eacion coh los eentros urbanos nos impedia Testimonio contar con un reclutamtento permanente de hombres. Estabamos cereados. El cerco no compro- metia la existencia misma de la guerrilla, que se movia en tales condiciones con bastante comodidad pero nos impedia posibilldades se guras de comunicacién con el exterior. A fi- hes de 1965, nuestros ensayos en ese sentido habian fracasado, Hay que decir que un error nuestro fue no habetle dado suficiente importancia a ese ti po de enlace y haber confiado més en el Teclutamiento de hombres dentro de la zona en que actudbamos. Nuestra intencién era Proveernos alli mismo de abastecimiento y guerrilieros. Lo primero era facil, sobre todo Para un grupo tan pequeio como el nuestro. Lo segundo era factible pero en un proceso demasiado lento, por la Ientitud misma del campesino en sus decisiones. El campesino se decide finalmente integrar Ja guerrilla, pe- ro lo piensa, y balancea todas las posibili- dades antes de incorporarse. Por el contrario, Ja guerrilla necesita de un reclutamiento ré. pido y numeroso que fortalezca al grupo y 10 ponga en mejores condiciones de combate, Nuestra pequefiez nos impedia emprender acctones en gran escala contra el ejército, No obstante, confidbamos en nuestro eonocimien- to del terreno y en los numerosos amigos que teniamos en todos los Iugares, Bmpezamos a desplazamos de dia, por caminos conocidos, eonfiados en los informes de la poblacién desculdamos precauclones elementales. La base de muestra confianza eran los infruc- tuosos esfuerzos que hacia el ejército para ubicarnos y su temor a atravesar ros, arro- yos y aceidentes del terreno vigilados por no- sotros, Sabiamos que mientras nos moviéramos constantemente el peligro no era inminente. Por otra parte, la naturaleza accidentada del terreno, prodigo en alturas inmensas y ca- flones fmpresionantes, leno de pendientes de muy dificil accesibilidad, hacia practicamen- te imposible un cerco efectivo. En realidad, el enemigo se limitaba a controlar los pasos m&s conocidos y que légicamente no eran utllizados por nosotros, Durante un buen tiempo, guerrilleros y s0l- dados jugaban a las escohdidas, buscéndose mutuamente y manteniendo breves escaramu- zas, Si la guerrilla, fiel a su movilidad, para Ja que era perfectamente capaz, hublera en- Sayado un largo desplazamiento hacia otras zonas igualmente pobladas, se habria salva- do_desconcertando al ejéreito, Pero cada guerrillero que se slente duefio del terreno y cree conocerlo, empieza a fi- Jarse a 61 insensiblemente, ¥ entonces esté Perdido porque no siempre las informaciones de que dispone corresponden a la verdad y ‘tampoco cuenta con todas los datos sobre él adversario, que deberia tener. A fines de 1965, los choques desventajosos Se sucedieron, hasta que el 17 de diciembre Ja guerrilla fue sorprendida por un destaca- mento del ejéreito en un lugar conocido co- mo Tineoj. En ese combate murleron tres compafieros, uno de ellos Edgardo ello. El zesto de la’ guerrilla fue dispersado y quedé Gesarticulado, Testimonio. En una selva tan accidentada y densa co- mo aquella donde operabamos, cualquier re encuentro era précticamente imposible. pe- sar de todos nuestros esfuerzos, no pudimos volver a articularnos. @uizis un grupo mas numeroso hublera podido pasar, aunque maltrecho, esos mo- mentos dificlies, pero ¢ramos muy pocos y Ja pérdida de cada hombre resultaba un ver- dadero golpe. Desarticulada al fin la guerrilla, dispersos los combatientes, cada uno quedé’ librado a su propia suerte 'y fueron entregando sus vi- das bajo el fuego implacable de una verda- dera caceria humana, La suerte de los compafieros, individual- mente, es desconocida, Algunos murleron en combate. Otros fueron. capturados, apresados y luego fusilados por los servicios de Intell- gencia del ejéreito. El resto, perseguido ain ¥ buseado por todo el pais. En 1967, compafieros del HLN morian tam- bién, junto al Che, en 1a gesta de Nancahua- mu, Sus nombres: Juan Pablo Chang Navarro (El Chino), José Cabrera Flores (El Negro), Lucio Galvin (Bustaquio) LAS CAUSAS DEL FRACASO éPor qué fallamos? ;Cual fue el origen del fracaso en Ayacucho? La atomizacién y liquidacton de la guerri- Wa no se debid sin duda a la falta de apoyo campesino, Este existié en multiples formas, tal como hemos visto anterlormente, La zona, aecidentada y desconocida para ei ejército, estuvo bien elegida. Las raices del fracaso deben buscarse en la guerrilla misma y en su direccion. En éste, como en otros casos, un grupo de hombres procedentes en su mayoria de la clu- dad, trataba de operar militarmente en un medio desconocido, E] desconocimiento del terreno es una des- ventaja superable a corto plazo, si el desta camento es abil y activo, La guerrilla pudo salvar ese obstaculo y lo hizo efectivamente. Pero no stempre utilizé sus conocimientos y muchas veces prefirié la labor mas técll, pe- ro mucho mas peligrosa, de desplazarse por ‘caminos eonoeldos. ‘Al hacerlo tha dejando una estela de infor- maciones que muchos campesinos no pudie- ron guardar en el secreto, cuando fueron tor- firados y ‘masaerados, La guersilla no supo prever, en los hechos, ia dimension y profun- didad ‘que alcanzaria la represion. La guerrilla conquisté muchos amigos pero no supo culdarlos. Sus eolaboradores eran ¢o- nocidos por todo el mundo, Cuando el ejércl- to lego, le basts fusilar a los colaboradores Para atemorizar al resto de la poblacion. Por otra parte, el idioma era siempre la b: rrera que separaba a los alzados de los na- turales. El campesino identifica el castellano con el patrén sobre todo en los parajes que, como Ayacucho, tienen un altisimo porcenta- Je quecha. Para que el guerriliero pueda despertar confianza debe hablar correcta mente el quechua, y no cualquier quechua sino el de la zona en que actia porque, como es sabldo, en el Peri existen notables dife- reneias idiomatieas de regin a region. Otra barrera son las costumbres, Se preci- sa mucha diseiplina para que un conjunto de hombres pueda aprender a respetar, a imitar y a amar las antiguisimas costumbres de los Campesinos, para que no hieran su suscep- tibilidad con actitudes torpes. Disciplina, ca~ rifio hacia el campesino y modestia. ¥ no siempre son esas las caracteristicas de jove- nes estudiantes o politicos lenos de cierta autosuficiencia intelectual que choca a los hombres sencillos; portadores de una condue- ta diaria que muchas veces se contradice con los habitos de la gente de campo. A pesar de la simpatia con que contaba, falté a la guerrilla una mayor compenetra- clon con las costumbres de la gente oriunda del lugar. Eso le hubiera permitido conocer eon mayor precisién a los amarillos y contar con informacién mejor y mas oportuna sobre los movimlentos del enemigo. La tactica guerrillera, aplicada estricta- mente con todas sus eatacteristicas de mo- vilidad, evasion y ocultamiento, ataque y re- tirada ripidos, exige una gran’ calidad fislea en los combatientes y optima capacidad mi- Iitar de la direccion, En general, férrea dis- ciplina y arménica actuacion de todo él gru- po. La guerrilla del ELN, como todas las que Operaron ese afio, no estuvo, en este aspecto, a la altura que se necesitaba para superar las dificultades y hacer frente a un enemigo numeroso y bien entrenado. En las circunstancias actuales sigue siendo posible que un pequefio equipo dé hombres opere con éxito en las zonas campesinas. Para conseguirlo, debe aplicar estrictamen- te los prinetpios guerrilleros que fueron més 9 menos desdefiados por los alzados del 66. ¥ debe empalmar su accion con la de las masas en la lucha por reivindicaciones nacio- nales y locales sentidas por ellas. ‘Un equipo de gran calidad politica, orga- nizativa y militar, que debe formarse’no en el liberalismo de Ia izquierda urbana sino en el fuego del combate. ¥ que debe promover, mediante una habil conducta, a nuevos com- batientes naturales de la region. Cuando el campesino ve actuar y escucha hablar en su defensa al guerrillero recién le- ado de Ia ciudad, simpatiza y colabora con él. Pero cuando ve a su proplo hermano en el ejército revolucionario, hablando su pro- Blo idioma y acento, 1o' sigue sin. pensario mucho. CAPITULO VIL ALGUNAS ANOTACIONES FINALES A fines de 1965, el movimiento guerrillero habia sido totalmente lquidado. in las accio- nes habia perecido un grupo de cuadros, pro- ducto de muchos afos de lucha, una direcein brillante para la lucha politica, pero que ha- bia demostrado no estar a Ia’ altura de las necesidades impuestas por la lucha militar revolucionaria en este momento de la histo- ria del Pera. CIUDAD ¥ CAMPO Las aceiones de 1985 se desarrollaron casi integramente en ei campo. No afectaron ni a la cludad ni a la extensa faja costera de nuestro pais en la que estan ubicados impor- tantes centros de produccién, varias minas y eentros petroleros, la fabricacion de acero y Jas haciendas eafieras que cuentan con un proletariado agricola de gran tradicion com- bativa, Dos factores contribuyeron a_que en los micleos urbanos de la Costa y Sierra no se efectuara ninguna accion de Tespaldo a las guerrillas: a) las concepelones de los guerri- Meros sobre 1a guerra a librarse; b) su inca- pacidad de accién e insuficiencia de medios. ‘Tanto para el MIR como para el ELN, 1a guerra guerrillera debia ir del campo a la eludad y, en su primera etapa, su mision fundamental era ganar el apoyo de las ma- Sas campesinas y crear una fuerte vanguar- dia combativa. Debido a ello, no solo se des- cuidd las cludades, sino que se establecié euidadosas directivas para que en ellas no aconteciera ninguna accion prematura. El objetivo era establecer una direccién en el campo. Se temia que, de actuar demasiado rapido una organizacién urbana, tenderia a funclonar por su propia cuenta, éreando pro- blemas de direccién. Y dos direcciones para~ Jelas atentan contra el principio de que el mando debe pertenecer a la guerrilla. Por otro lado, debe tenerse en cuenta la pequefiez de ambas organizaciones. Colocar cuatro frentes en la sierra era ya un gran esfuerzo que sobrepasaba su capacidad. Era practicamente imposible montar un organis- mo que actuara al mismo tiempo en ambos Jados, Por eso, al iniciarse el alzamiento, prdcticamente todos los cuadros estaban en 1 campo, Sia esto afiadimos el desacuerdo del resto de Ia izquierda con la oportunidad de la in- surreccién, desde los trotsquistas hasta el Partido Comunista, y su solidaridad solo mo- ral, nos daremos cuenta de por qué, a me- diados de 1965, mientras se combatia en el interior las eludades conservaban su fiso- nomia tranqulla, alterada solo por los traji- nes de las fuerzas represivas y por intento- nas aisladas de elementos que no respondian al mando de ninguna de las organizaciones actuantes. A todo esto se afiaden las caracteristicas de Ja vida social peruana, Nuestro pais, que to- davia no ha logrado una plena integracién soclal, economica y cultural, no reaeciona ja- més como un todo. Fuertes’barreras separan al poblador del campo del de la ciudad, al obrero del campesino, al serrano del costefo, al Norte del Sur. Poderosas acciones en de- terminadas zonas del territorio no repercu- ten en el resto. Asi ha sucedido a lo largo de nuestra historia y asi sucedié en 1965, cuan- do los sangrientos combates de la Si¢rra no conmovieron a la Costa, donde el pueblo, in- diferente, no reacciond ante el impacto de la guerrilla como ésta esperaba que succderia, Es cierto que las guerrillas estremecieron a Ja reaecién y la oligarquia, ya que éstas si per- eibian elardmente el peligro que significaban Testimonio para su estabilidad, sobre todo en un pais de situacién econdmniea tan explosiva como el Pe- Fil; pero el pueblo no tenia la misma capaci- dad de andlisis para percibirlo, No existia tampoco una direccién politica eapaz y ac- tuante que supiera aprovechar con ventajas esos momentos para una efectiva campafia propagandistica, basada en el ejemplo gue- rrillero, Todo lo que la izquierda hizo fue pu- blicar iimidos comunicados de simpatia que no abarearon sino su reducido circulo de in- fluencia. Hay que precisar sin embargo que, por sus acciones, 1a guerrilla consiguio rapidamente una repércusién mayor a la que jams habia tenido la izquierda durante toda su historia, Pero fue una repercusion que no llegé a tra- ducirse en acclones populares de apoyo. ‘La misién que los combatientes habjan da- do a sus pocos activistas de 1a ciudad era la de servir de centro de contacto dentro del Pais y con el exterior, de punto de coordina- elén y de aprovisionamiento en hombres, ar. mas y equipos. También la de difundir ‘pro- paganda, Tareas que resultaron demasiado grandes para grupos tan pequefios que no tar- daron en perder todo contacto con Jas gue- rrillas, cuando éstas fueron cercadas, GUERRILLA Y CAMPESINADO Frente a las masas campesinas Ja situacién de los guerrilleros era también dificil. En el Perit existe desde hace sigios un enorme des- nivel entre Ja clase media y obrera urbana, de la que se nutrieron las guerrillas y el cam- pesinado. El hombre de la ciudad discrimina y des- precia al hombre del campo, particularmente al campesino quechua. A la inversa, éste des- confia del hombre de ia ciudad; siempre ha visto en él al explotador, al que viene a arre- batarle sus tierras, al amo. Una gran proporeion de nuestra poblaci6n campesina habla solamente quechua y la que es bilingie prefiere expresarse en si, idioma original. Usa ¢l castellano solamente para hablar con el latifundista, cuando es obliga- da, a: ello. La divisién es también de costumbres: a menudo el comportamiento del hombre de ciudad choca al campesino, le divierte o des- agrada, Se trata pues de una division de sectores sociales que tiene profundas raices historias gn el régimen colonial y republicano, + que debe ser superada por la propia guertilla. Quiz se debié a eso que el proceso de re- clutamiento de nuevos guerrilleros orlundos de los lugares donde se combatia, haya de- mostrado ser muy lento. No podia ser de otra, forma, desde que, a las barreras que le cau- saban, se unia ja caracteristica parsimonia de nuestro hombre de campo que mide el Hempo no en dias sino en cosechas. .. La guerrilla necesitaba entonces accion y tempo para convencer al campesino de la justeza de la via emprendida. Accién para demostrarle que de verdad’ estaba dis- puesta a actuar contra sus enemigos y tiem- po para desarrollar una buena campafia de 9 Testimonio: esclarecimlento, en grupo e individualmente, sobre eada accion. Mientras tanto, el ejército actuaba. Un ejército que sabia, por las experiencias reco- gidas en otros paises a través del asesora~ miento norteamericano, que una guerrilla de- be ser aplastada en sus gérmenes, so pena de tener que resignarse a permitir su subsisten- ia, La guerrilla perdié esta lucha contra el tiempo porque Ia mayoria de sus integran- tes carecia de Ia capacidad necesaria como para adaptarse répidamente, no s6lo al te- reno sino a la vida diarla'de los campesi- nos, a su idioma, a sus costumbres. Este es un proceso que, en verdad, dura afios. Pero cualquiera que deba llevar adelan- te con éxito una querra en el campo peruano tiene que desarrollar esa evolucion en meses. ‘Antes de que se hublese logrado una, fu- sign estrecha entre estudiantes y campesinos, Ja guerrilla habia sido derrotada. El proceso iniciado, vital para el futuro de 1a revolucién, quedaba cortado. En el fondo de todo esto hay una tafe de clase: la extraceién pequefioburguesa de las guerrillas las dotaba de todas las virtudes y defectos que corresponden en nuestro pais @ este sector social. Al mismo tiempo que audacia, imaginacion, romanticismo, estos grupos avanzados de 1a pequefia burguesia han tenido siempre secta- rismo, excesivo amor por la publicidad, ansia de mando y subestimacién del enemigo. Por e50, al'misino tiempo que prodigaban herois- mo’ en sus combates contra el enemigo audacia al lanzatse a una lucha riesgosa, fue- ron ineapaces de asimilarse a corto plazo a un campesinado que expectaba su irrupcion no sin clerta sorpresa y desconcierto. Habia también otro desnivel: 1as banderas enarboladas por la guerrilla se presentaban necesarlamente lejanas a los ojos de campe- sinos Interesados mas que todo en reivindl- caciones concretas y hasta locales. Mientras Jos guerrilleros hacian propaganda por Ia. re- volucion social, et campesing queria cosas mas tangibles,‘menudas ‘relyindicaciones que los revolticionarios no acertaron siempre en {o- car, a pesar de que son los resortes que pue- den evar al pueblo a un nivel superior. Sin embargo, las guerrillas portaban un programa mucho mas complicado y lejano. Dirante toda su vida, el campasino ha ¢s- tado desligado de la vida nacional, ausente de los grandes problemas del pais, a pesar de que sufre sus consecuencias. En ‘general, en el Pera no existe una coneiencia nacional de~ surrollada: sistemdticamente ha sido impe- dida por los grupos dominantes. Desdo luego, esta conciencia tampoco existe en el hombre del campo. Es clerio que el campesino com- prende Jo que significan los problemas si le son explicatos en lenguaje claro y_sencillo, pero no los siente en came propia, como algo tnmediato 'y urgente capaz de levarlo a Ta ucha. El proplema clave de esta etapa reside en fluir hacia el campesinado, incorporandonos a Sus preocupaciones y anhelos para Mevarlo hhacia objetivos superiores; en tocar los re- sortes de la lucha por Ja Herta y Ta defensa 10 os contra el gamonal. No se trata de colocarse en determinada zona del campo y lamarlo ‘a que nos siga; se trata de ligarnos a él y a ‘Sus grupos dirigentes, acompafindolo en ‘to- da eventualidad. Sus objetivos locales ¢ in- mediatos deben ser empalmados con los ob- Jetivos generales y ultimos de la revolucién. eSignifica esto que hay que replantear las cosas hasta el punto de abandonar por él momento Ja perspectiva de acciones arma- das inmediatas? ‘A nuestro juicio, no, Significa simplemente que los guervilleros deben tener absoluta cla~ ridad sobre el marco social en el que van a ‘actuar y que, a partir de él deben planear y realizar sus actos. Significa que la guerrilla debe ampliar o reducir sus metas de acuerdo al escenario social en que se desplaza. ‘Al mismo tiempo, es necesario considerar la lucha guerrillera’ con una amplitud abso- Juta, colocandola en el ambito de una nacion en Ja que actian numerosas fuerzas revolu- cionarias que pueden tener distinta meto- dologia. Todavia es posible que se den nuevas experiencias a lo Hugo Blanco, desde que 1a reforma agraria burguesa, postulada en una timida ley, ni siquiera ha Uegado a aplicarse. El territorio del Peri es muy grande y sus realidades miiltiples, Las guerrillas debeh es- tar listas para combinar sus esfuerzos con los de otros grupos revolucionarios, aunque éstos apliquen diversos métodos. Hay caracteristieas del campesinado perua- no que los alzados deben tener en cuenta, Una de ellas es el respeto y acatamiento a la au- torldad colectiva. El gobernador, el personero, el alealde de la comunidad representan la yoluntad de todos los comuncros y son aca~ tados por ellos sin discusién alguna. ,como reperciite esto sobre 1a guerrilla? Mas que en forma individual, Jos comuneros reaccionan colectivamente y en su actitud con respecto a los revolucionarios pesa, en gran medida, la opinién de sus autoridddes. La guerrilla’ no ‘opera con una masa sino con un organismo que tiene sus propias estructuras de poder a Jas que habra de respetar, so pena de perder Ja confianza o ganarse la animadversin del pueblo. Eso le permitiré también, en deter minados momentos, hacer uso de’ una pode- rosa fuerza colectiva. Las guerrillas de 1965 no lograron fusionar sus métodos con los del campesinado, Tanto el campesinado como los guerrilleros siguie- ron su propio camino, porque las guerrillas no engarzaron a tiempo con el ascenso so- eial que el campo venia viviendo desde 1956 En resumen podemos decir que la guerri- la debe actuar y trabajar no s6lo por los objetivos lejanos “de la revolucién sino por los cereanos de los campesinos; y no sdlo pa ra los campesinos, sino con ellos. BASE Y DIRECCION La tardanza para percibir todos los facto- res que obraron en contra de la guerrilla y ponetles remedio a tiempo, obedecia a la ca~ Hidad de gran parte de 10s cuadros dirigen- es, Tiabia, es clerto, en esta direceién, una gran honradez y consécuenela revolucionaria, de- mostrada por el s6lo hecho de haber perecldo combatiendo por sus ideales. Sin embargo, demasiadas cosas le sobraban'y otras le fal- faban para estar a la altura de 10s aconteci- mientos, ‘Ya hemos dicho que las cualldades de di- rigente de partido no bastan para encabezar un grupo alzado. Se necesita cualidades fisi- cas, conocimiento del terreno y eficiencia en el combate, cualidades con que no contaban todos los dirigentes de 1965. La decision de combatir no basta para hacer de un hombre un guerrillero. Muchos compafieros, qué pu: dieron ser excelentes cuadros de la resisten- cla urbana o de la red de enlace, fueron al eampo llevados por una determinacién the- roica, pero no pudieron rendir fisicamente, a pesar de su férrea voluntad. Sin quererlo, se convirtieron en un lastre para otros compa- Heros mas eficlentes y para la guerrilla en su conjunto. Una seleccion mas fria y pragma- tiea, del personal, hublera permitido a las or- ganizaciones contar con mejores equipos de ‘combate. ‘Mientras tanto, en el comin de los guerri- Uleros y de la masa campesina, ocultos, se en- contraban los cuadros que un’ proceso’ de de- cantacién hublera permitido ascender a pues- tos de comando ganados en combate. Pero ese proceso, largo y lento por naturaleza, no se dio porque la lucha fue breve y violenta, SUBSISTENCIA Y¥ EXPANSION Es posible, como se ha demostrado en va~ rios paises de América latina, que determi- nados cuadros militarmente capaces y polit camente convencidos de la justeza de su Iu- cha, subsistan a pesar de los ataques violen- tos "y sucesivos de ejéreitos experimentados en la contraguerrilla, La guerrilla puede man- tenerse atin sin coniar con condiciones “sub- Jetivas” suficientes en el medio en que acta. El problema reside en lograr que la gue- rrilla se desarrolle hasta poner realmente en peligro el sistema y la estabilidad del régi- men en su conjunto, Dadas las caracteristicas anotadas repeti- damente —desconexién, desniveles, aisla- miento— es posible que una guerrilla pueda subsistir por muchos afios sin repercutir en Jos puntos vitales del sistema. La lucha guerrillera no es un factor peli- groso para las clases dominantes mientras no Precipite otras contradicciones sociales, im- pulsando formas de accién que deben ‘com- vinarse con ella. Para hacerlo hay que romper los esquema- tismos. Aferrarse a un solo esquema de accion siempre es peligroso porque lleva a los revo- lucionarios a una lucha aislada y unilateral, excluyente y sectaria, cerrando a la guerrilla posibilidades de crecimiento, Debemos agregar que el esquematismo re- side mas en quienes hacen propaganda a la lucha armada que en quienes la realizan, ARMAS Y POLITICA La lucha armada excluye 1a politica? Siempre se ha respondido que no; no puede existir ninguna contradiecién entre ambas porque, en las condiciones de nuestros pai- ‘Testimonio ses, la lucha armada es una lucha polities, eseneialmente, ‘Al mismo tiempo que eficientes militares, nuestros guerrilleros deben ser politicos ca- Paces, pero no los tnicos politicos; mientras Ia Juha armada se desarrolla en. determi- nadas zonag del pais, la lucha politica debe ser extendida a todo’el Ambito nacional, en lag mas diversas formas. Lo que define a la conducta revoluctonaria distinguléndola del oportunismo, son sus ob- jetivos y la consecuencia demostrada con ellos; la subordinacion de todas las tacticas ai tnieo objetivo estratégico posible para quien se diga revolucionarlo: Ia toma del poder. Cuando una organizacién o un grupo de revolucionarios se plantean la toma del poder y no pierden esa perspectiva, todas las formas de accion son posibles y ninguna debe ser descartada. Huelgas, resistencia pasiva, manifestaciones piblicas, movilizaciones de ‘masas, permiten que las acciones guerrilleras tengan ¢co en el resto del pais, superando su_aislamiento, La lucha armada ’en el campo no debe reflejarse necesariamente como accién terrorista en Ja eldad mas que cuando sea necesarla, poif- ticamente clara, explicable ante el pueblo y cuando corresponda al nivel aleanzado por Jag masas en su accién, Parecida es la situacién del campo. Si las guerrillas se resignan a realizar wnicamente acclones armadas, su posicion sera mas dl- fiell que si las combinan con la organizacién y lucha masiva del campesinado por objetivos ‘Glaros y concretos. E ‘Todas las acclones campesinas que conoce Ja historia de nuestro pais han sido colecti- vas, no lo olvidemos, y hechas a nombre pro- pio, con lideres salidos de la misma masa oprimida, La guerrilla puede garantlzar con su actuacion 1a perspectiva revolucionaria de Ya lucha campesina pero no, puede reempla- zarla, Es decir que la guerrilla es parte del todo, no Ja totalidad de la lucha. Por su naturaleza movil, 1a guerrilla esta presente en todas partes y en ninguna. Alli donde no esti, las masas deben defenderse con sus propids medios contra la. represion enemiga organizéndose en torno a 10s. diri- gentes mas destacados de la resistencia del puebio. ‘Cuando las guerrillas fueron liquidadas en 1985 el pueblo quedé inerme a merced de los masacradores. Bra la I6gien consecuencia del trabajo campesino realizado solo en funcion de Ia guerrilla, para abasteceria de alimentos y hombres, pero que no habla tomado en euenta la eventualidad de una represién de este tipo. El pueblo no estaba preparado para una tal contingencla, porque 1a guerrilla no habia tenido tiempo! ni lo habla pensado; tampoco habria podido hacerlo debido a. su condicién de cuerpo extrafio, La resistencia debe ser organizada por hombres salidos del pueblo mismo, naturales de la zona, foguea- dos en una Iueha que aqui no tleg6 & darse SIERRA Y SELVA Es indispensable observar que el territorlo de nuestro pais ha obligado a la poblacién campesina a concentrarse en valles y zonas 1 Testimonio. altas, alli donde realizar una lucha guerri- ilera’dentro de los cénones conocidos es di- fiell y peligroso. En efecto, si analizamos la experiencia de 1965 veremos claramente como todos los fren~ tes guerrilleros se vieron obligatios a_reple- garse hacia las zonas selvaticas del Oriente peruano. Son las mas seguras desde el punto de vista militar, pero no desde ei politico, porque cuentan ‘con una poblacién minima, Los lugares mas densos estén en Ia Gierra y no en la Selva. Este es un problema cuya solucién no ha sido esbozada hasta el momento y que volyera a presentarse en las futuras acciones guerrille- tas, Un problema que seré. solucionado sélo cuando los guerrilleros encuentren formas de operar en las sierras y en las descubiertas altiplanicies de la puna. Eso es posible. En nuestro pais hay una gran tradicion guerrillera y los montoneros —gue- riilleros del siglo XIX y primeros afios del XX— siempre operaron en las slerras andi- nas, En suma, los alzados tendran que aprender a hacer Ja guerra en la Sierra o deberin que- darse en la Selva, En este segundo caso, se veran forzados a encontrar formas eoncrétas y canales para poder influir en el campe- Sinado serrano, Esos canales, durante un buen tiempo, seran politicos y propagandisticos. @Quiere esto decir que habré que formar partido? En ese momento si, siempre que ase~ gure @ los campesinos una intervencion sufi- ciente en la direceién de 1a lucha, Siempre que no dé nacimiento a direcciones ficticias que se convierten en obstéculo para la expre- sion bre de las masas; siempre que favorezea, la promocién de nuevos cuadros revoluciona- rlos nacidos del pueblo mismo. Recién enton- cas Ja guerrilla podri ir sentando Ing bases del partido, a través de la accién revolucionaria contra ‘el enemigo. SPOR QUE 1965? Fue 1965 el aflo oportuno para iniciar un proceso insurreccional en nuestro pais? Mu- chos criticos de la guerrilla han hecho esta pregunta para responder enseguida que no. ‘Hay que reconocer que, para las grandes masas del pals, el gobierno de Belaiinde to- davia aparecia como reformador, creando iusiones y esperanza. El pueblo’no habia asimilado atin la experiencia de las masa~ eres, salvo en las zonas directamente afec- tadas, y Ia corrupeién administrativa e in- moralidad de los funcionarios no habia descu- Dierto toda su desnudez ante los ojos de la poblacién urbana. Asi, cuando las guerrillas Irrumpieron en el marco nacional conmo: viendo a la reaccién, el pueblo no alcanz6 a comprender exactamente su significado y Justificacion. Generalmente hemos dicho que no pode- mos esperar a que se produzcan las con¢ clones subjetivas para iniciar la revolucion. Eso es clerto, pero fallamos en cuanto no esperamos a que las guerrillas tuvieran jus- tificacin para nacer, la que necesitabamos w para dar al pueblo las primeras explicacio- nes objetivas sobre nuestra actitud. Por mas que todo el pueblo no esté ni pueda estar en un futuro cercano en condiciones de com- prender la necesidad de revolucionar pro- fundamente el sistema y cambiarlo por otro, las razones de la iniciacién del alzamiento deben ser facilmente comprensibies. ‘Las razones de nuestra actitud tenfan raf- ces ideologicas en la subestimacién de las ciu- dades: considerébamos que si la guerrilla brota en medio de la poblacion campesina, no interesa buscarle wna justificacion con respecto a la politica burguesa que es total- mente extrafia, lejana e ignorada por el cam- pesinado, Eso es plenamente cierto en lo que se refiere al campesinado; pero no en lo referente a la totalidad del pais, En todo caso, nos eerriba- ‘mos el camino para una agitaclén revoluciona- ria exitosa en las masas urbanas. La decepcion de los obreros y las capas pobres y medias de las cludades respecto de 1a politica burguesa empezaba a crecer, pero no era aun suficiente para impulsarla al apoyo activo de una ac- cién armada contra el sistema. En tales con- diciones, Ia actitud de la poblacién urbana frente a las guerrillas no pasaba de una vaga simpatia en unos, entusiasmo en sectores re- ducidos principaimente estudiantiles, e in- diferencia en los mas. Habla también una razén subjetiva, pode- rosa y determinante para la iniciacion tem- prana de las acciones: las nuestras eran organizaciones Janzadas a la accién, en ella tenian su tmica razon de ser. Por eso tuvieron que optar muy pronto en- tre la accion inmediata o un gradual y largo crecimiento como partido con incierto futuro reyolucionario. En el ELN esta caracteristica aparecia con mayor claridad, Toda organizacién insurrec- clonal tiene sus propias leyes de crecimiento y funcionamiento. Cuando no las cumple, se desintegra, Si nuestras organizaciones, par- ticularmente el ELN, no se hubieran alzado en un plazo corto, habrian entrado en un mortal proceso de desintegracién. En accion estrechaban su espiritu de cuerpo y se for- talecian; en una pasividad prolongada, entre- gadas a un interminable trabajo preparato- rio, corrlan el riesgo de desaparecer por el desaliento de sus miembros. Ahora, visto el proceso que siguié al triunfo electoral de Belatinde determinando su caida por obra de los mismos a quienes habia servido obsecuentemente, podemos decir que en los afios siguientes se presentaron muchas opor- tunidades para que una accion insurrecelo- nal encontrara plena justificacién a los ojos del pueblo. ‘Sin embargo, en 1965 fulmos a la insurrec- cién guiados timicamente por nuestro grado de_preparacion. ‘Ademas el recelo entre ambas organiza- ciones hizo que ignoraran mutuamente sus planes. Objetivamente, cuando el MIR anun- cid la iniciacién de las guerrillas a comien- 20s de 1965, el ELN no estaba en condiciones de hacerlo, pero tuvo que adelantar Ja fecha de la partida ante el temor de que una re- presién generalizada cogiera a sus militantes. Es posible que un fenémeno similar, esta vez por falta de coordinacién, se haya pro- ducido en los frentes del MIR. Y que, por ejemplo la emboseada de Yahuarina, que se- al6 el primer disparo el 9 de junio’ de, 1965, cogiera de sorpresa a Luis de In Puente en 1 Cuzeo, quien no habfa terminado sus apres- tos y aun més, a la guerrilla del norte, que recién estaba comenzando similar trabajo. El resultado fue que el ejército se enfrenté a grupos de desigual experiencia, algunos de Jos cuales no estaban en capacidad plena para combatir. CONCLUSION Desde diversos angulos se nos ha reprocha- do no portar un planteamiento ideoldgico coherente y no ofrecer a las masas un pro- grama estructurado. Es cierto en parte, No hay que olvidar que, partiendo nuestra izqulerda insurreccional de Partidos politicos establecidos, mucho de 10 que ha dicho en cuanto a ideologia y progra~ ma refleja el paso de antiguas a nuevas con- cepeiones sobre la existencia y comporta— miento de las clases sociales, 1a composicion, de la oligarquia y su relacién con el imperia- Uismo, los objetivas y etapas de Ia revoluelon, e Es también clerto que, debido a la insuti- glencia y falta de continuidad del trabajo tedrico, Ja izquierda peruana en su conjunto no puéde exhibir una interpretacién de Ia realidad pernana basada en estudios serios: siempre ha ido hacia la realidad a partir de sus propios esquemas. En el Peri ya es un lugar comin decir que, desde la muerte de Marlategui, nuestra realidad dejé de ser exa- minada por los marxistas, con precisién y espiritu cientifico. No lo negamos. Parte de ese lastre es el que hemos tecibido y el que todavia nos im- pide ver con entera claridad los camblos s0- clales, levandonos muchas veces a un dog- matismo que no pierde ocasion de resucitar. Pero mas que la antelada precision en el programa de cada etapa y mientras trabaja teoriea y practicamente sobre la realidad, la izquierda marxista debe fijar con absoluta cla- ridad sus objetivos generales y ultimos.

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