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AD og El BARRO ieeniti | DE VAPOR Gallito Jazz Una fabula de gallinero > Feline.Jordan Jiménez : ediciones ™ ia: Rodolfo Yidalgo C. Direcci6n litereria: Sergio Tanhnuz P. « Coordinacién: Maria Paz Alegria M, Direocién de arte: Carmen Bloria Robles S. Diagramacion: Gabriela de ta Fuente G. Produccién: Andrea Carrasco Z. Pn llustraciones: Roberto del Real E.. Primera edicién: julio de 2006 ‘Guarta edicién: diciembre de,Z010 © Felipe Jordan Jiménez + . © Ediciones SM Chile Coyancura 2283, oficina 203, Providencia, Santiago de Chile. www.ediciones-sm.ct chite@adiciones-sm.cl ATENCION AL CLIENTE ‘Teléfono: 600 281 13 12 ISBN: 978-956-264-404-4 Registro de propiedad intelectual: 4 199 Impresién: Salesianos Impresores S.A. ‘General Gana 1486, Santiago. Impreso en Chile / Printed ia Chile No est peri la reproduc total 9 pari tratamiento informatico, ni su ia0 por cualquier medio, ‘meciinico, por fotocopia, or registro u ot 10s, sin el permiso previo Y¥ por escrito de los ttuiares del copyright. Tovo ERA agitacién en el gallinero. Las gallinas viejas, los polos nuevos y hasta algtin pato intruso co- mentaban el acontecimiento del dia: los polluelos estaban rompiendo el cascar6n y, uno a uno, se asomaban timidamente a Ja luz del dia. Eran hermosisimos, pare- cian motas de algodén amarillo, con los ojazos negros y sus patitas debiluchas. Mama Gallina los recibia sonrien- do y, amorosamente, los cobijaba bajo sus alas, para darles calor y proteccién. Mientras, Papd Gallo esperaba ansioso afuera, pues, a pesar de lo fiero y au- toritario que era, no se atrevia a entrar a ver la escena y comprobar que todo transcurriera en orden y sin problemas. Pero la verdadera causa de su ansiedad. no era el nacimiento de sus hijos en sf, después de todo, ya habia pasado por esto treinta y dos veces, sin contar esta tiltima. No, lo que a él le preocupaba era otra cosa: queria saber si entre sus nuevos hijitos, habia un gallito rudo y valentén, para ensefiarlo a ser el rey del gallinero cuando él ya no estuviera. Lo que pasaba era que Papa Ga- ilo, con Ja sabiduria que solo tienen los animales, ya se sentia un poco viejo y no queria esperar a estar del todo aca- bado para elegir a un sucesor. No, este gallo era muy diligente y metédico y deseaba preparar é1 mismo a quien lo reemplazara, ensefidndole todo lo que sabia, Sin embargo, hacia mucho tiem- po que en las nidadas de Mama Gallina, no nacia un gallo y, aunque Jas pollitas Je parecian muy amorosas y tiernas, y las queria mucho, esta falta de heredero empezabaa desesperarlo. Por eso, se pa- seabay se paseaba,sumamenteinquieto, en tanto los polluelos salfan de los hue- vos. Por fin, sin poder aguantarse més, fue hasta donde estaba Mamé Gallina y Ja interrogé con la mirada. Pero ella lo miré triste y desolada: hasta ahora, ha- bfan nacido once pollitas y solo quedaba un huevoenelnido. El gallo miré ese til- timohuevo, chiquititoy casiocultoentre Ja paja y el aserrin, y perdié las espe- ranzas. Suspirando, se alejé abrumado. Todos estaban muy tristes en el gallinero. Si el gallo no tenia su propio heredero, entonces llegaria un nuevo gallo afuerino con quizds qué costum- bres extrafias y habria que adaptarse. Eso no le gustaba a nadie, porque las gallinas son muy apegadas a su rutina y cualquier cosa que las saque de ella, las pone muy nerviosas. Pero, tal como iban las cosas, parecfa que asi no mas seria el asunto. Sin embargo, Mama Gallina se eché sobre ese huevo remo- J6n, con Ja intuicién de que de él saldria Jo que necesitaban. Claro que ese huevo no dejaba de ser raro también. Aparte de su tamafio, el polluelo escondido dentro se demord dos dias mas en decidirse a salir y cuando por fin lo hizo, fue en el momento menos habitual para las gallinas: la noche. Eso si que causé revuelo. jUn polluelo que rompe el cascar6n durante la noche! Na- die podia creerlo, menos atin Pap Gallo, quien, bostezando y medio dormido, se acercé al nido para comprobar tal suceso. Pero al ver la cara radiante de Mama Ga- llina, se despabilé del todo y se asomé a mirar, con el corazén Meno de espe- ranza. Y allf estaba: un gallito inquieto y vivaracho tratando de pararse por pri- mera vez en sus dos patas negras y fla- cuchas. El gallo estaba feliz, y todo el 8 gallinero compartia su alegria. Tenian heredero, después de todo. Sin embargo, con el correr de los dias, las'cosas empezaron a ponerse ficiles otra vez. Al principio, nadie se percat6 de que aquel polluelo, al que todos llamaban simplemente Gallito, fuera distinto a los dems pollos, por mucho que hubiera nacido de noche. Pero lo seria, eso no lo dudaria nadie dentro de poco. Cierto dia, cuando Papa Gallo juzgo que ya era tiempo de empezar a ensefiar a su hijo los secretos para ser un buen gallo, lo llevé a unrincon apartado y,conaire de profesor, comenz6su labor. ~Mira, pequefio ~dijo-. Lo prime- Yo que debes saber, es que en todo galli- nero que se respete, hay un solo gallo y él es quien manda... has entendido? —Pero, ti y yo somos dos gallos, papa -le respondié el pequefio, un tanto confundido. Ta atin no eres un gallo... completo, gme entiendes? -le explicé Papa Gallo-.Tienes que crecer y cuan- do seas grande como yo, tomarés mi lugar... 10 —Y tt, zdénde irés, papito? -le pregunté Gallito. —Yo... este, bueno... Yo iré don- de van todos los gallos cuando... ejem... cuando pasan a retiro... —le contesté su padre, bastante incémodo con la pre- gunta-. ;Pero eso no importa, hijo! Lo que importa es que tti ocupards mi lu- gar y yo te prepararé para eso... —jBien, papito...! -exclamé el polluelo entusiasmado-. ;Qué me en- sefiards primero? 3A volar? gCémo ca- var un tinel? ;Los nombres de las es- trellas? ;Qué...? —jUn momento, hijo, unmomen- to! ~pidié el gallo, abrumado por tantas preguntas~. Una cosa a la vez, calma... ¢Por qué diablos tendria que ensefiarte todas esas cosas... intitiles? —Lo siento, pap4 —dijo un poco avergonzado Gallito—. Pensé que... —Nada, nada, hijo -sefialé su pa- dre un poco molesto~. No debes pensar sino escucharme. Primero, los gallos y ahi gallinas no volamos, eso queda para los patos que estan todos locos. Segundo, tampoco cavamos ttineles, eso lo hacen las lombrices y nosotros las comemos. Tercero, hasta donde sé, las estrellas no tienen nombre... ;Para qué ponerles nombre si estamos durmiendo cuando aparecen en el cielo? —Un gorrién me dijo que el se- fior chuncho! sabia cémo se llamaban.... ~respondié timidamente Gallito-. Pen- sé que si él lo sabia, ti también... — iE] sefior chuncho! ~exclamé Papa Gallo-. Los gorriones no son con- fiables, hijo, ningtin pajaro volador lo es... Y en cuanto al sefior chuncho ese, lo es atin menos, pues aparte de volar, lohace de noche... No te juntes con ellos y pon atencién solo a lo que yo te digo, has entendido? —Si, papa —dijo el polluelo resig- nado. Chancho: biho pequeko, 12 | i i Preensatseniedannsevnes —Bien, bien. -El gallo lo miré sa- tisfecho-. Ahora, la segunda leccién: Jos gallos despertamos a todos en la madrugada... —¢Por qué? ~lo interrumpié Ga- llito. —zCoémo que por qué? ~pregun- +6 Papa Gallo sorprendido-. Porque hay que levantarse cuando sale el sol... —iY si alguien no quiere levan- tarse? ~interrogé6 el polluelo-. Digo... se molestara si lo despertamos... —jo, jo, jo...! -ri6 su padre-. jNada de eso, hijo, nada de eso...! Todo animal decente se mueve a la luz del dia y ellos agradecen que los despertemos. —Pero, papa —dud6 Gallito-, gy los otros animales? {Los que salen de noche? O los que viven fuera del galli- nero y simplemente no quieren levan- tarse temprano? —Ya te dije, hijo -respondié Papa Gallo poniéndose muy serio-. Los tini- cos animales decentes y, por lo tanto, 13 que cuentan, son los que se levantan temprano y hacen sus cosas bajo la mi- rada benévola del sol... —Pero, iy los demés? —insistié su hijo. —jEsos no cuentan, hijo! -excla- m6 disgustado con tanta chdchara el _ gallo-. {Nadie los manda a trasnochar y a no querer hacer las cosas de la ma- nera correcta...! —¢Por qué salir de noche 0 volar es malo, papa? ~pregunté Gallito, muy intrigado. —Porque... {Ya basta de pregun- tas! jLas cosas son asi y punto! -contes- {6 Papa Gallo malhumorado, pero al ver Ja carita confundida de su hijo, moderé Bu tono y le explicé-: Mira, hijo, nues- ‘a manera de vivir es esta: nos levan- tamos y nos acostamos muy tempra- No; recorremos y escarbamos la tierra, ‘buscando alimento; las gallinas ponen gus huevos, de donde salen los pollue- os como ti y que ellas protegen... Y yo, 14 t i i : | 3 . | i o sea el gallo, cuido de todos y, espe- cialmente, de que nada rompa nuestra tranquila rutina diaria —{No es un poco aburrido todo eso, papa? ~interrog6 el gallito. —Eres joven, hijo, por lo tanto, es légico que pienses asi —dijo su padre-. Pero pronto entenderds que esta vida aburrida, como la calificas, es la mas se- gura... y las gallinas, hijo, quieren, ante todo, seguridad... —Seguridad? -el polluelo lo miré dudoso. —jPor supuesto! -sefiald enfatico el gallo-. Las gallinas son, por sobre to- das las cosas, madres y como tales, ne- cesitan tener seguridad para criar a sus polluelos. Por eso, nuestros sabios an- tepasados se escondian por las noches, pues la oscuridad era, y sigue siendo peligrosa. También por seguridad deja- mos de volar... era un riesgo innecesa- rio, considerando que nuestro alimento lo encontramos a ras del suelo. ;Ves?, 15 todo tiene una razén de ser y nuestro estilo de vida nos ha permitido sobre- vivir hasta ahora. Gallito guardé silencio y medité aquello que su padre le decia. Era cier- to que él era muy joven, apenas tenia ‘unas cuantas semanas de nacido, y no sabia que la vida fuera tan peligrosa. Nunca lo habia imaginado siquiera. El vivia tranquilamente tras la alambra- da, con los pies bien puestos sobre la tierra y cuidado por Mama Gallina y Papé Gallo. Mir6 a su alrededor y vio los dems, pasedndose en lo suyo, sin miedos de ningun tipo. Sin duda, todos sentian muy seguros y Papd Gallo ecfa tener razon. Pero entonces, dos gorriones se o#aron graciles en el piso, buscando tos de maiz para comer, y Gallito se Yguntd cémo era que las otras aves, 8 que volaban y las que salian de no- podian sobrevivir tan bien como gallinas en el peligroso mundo. Por- que, si habia gorriones, chunchos, pa- tos, zorzales y tantos otros pajaros por ahi, era porque ellos, a su manera, tam- pién sobrevivian sin estar encerrados tras un cerco ni renunciar a volar. Sin. embargo, nada le dijo a su padre para no contrariarlo otra vez. Papé Gallo, por su parte, consi- deré terminada la leccién de ese dia, dejé al polluelo solo y se subié a su es- taca favorita a descansar. Nunca supu- So que enseftar a su heredero pudiera provocarle el fuerte dolor de cabeza que sentia en ese momento. “Yo jamas osé poner en duda lo que me decia mi padre”, rumiaba para sus adentros, sin comprender la actitud tan inusual de su hijo como la de romper el cascarén de noche. “Debié ser un presagio”, pensé cerrando los ojos para echarse una sies- _ tecita reparadora. Al dia siguiente, el perseverante gallo volyié al ataque y llevandose nuevamenteasu hijo aparte, recomenz6 sus lecciones. Menuda sorpresa le es- peraba. —Hoy es un hermoso dia -dijo Papé Gallo mirando el cielo azul y el sol radiante-, indicado para el arte... Vea- mos, pues, el canto. Has de saber, hijo, 18 ‘seamen rte cai ice cana que la caracteristica especial que nos identifica a los gallos, es nuestro can- to, ese potente, pero melodioso llama- do matutino saludando al sol. Debe ser gallardo, pero sin ostentacién; sutil, sin embargo, notorio; armonioso, pero sin monotonia. En fin, extraordinario... jy sin extravagancias*! Debes saber que es el sello que marcaré toda tu vida... que, cuando sea escuchado, todos sabran la calidad de gallo que eres... y que cuan- do lo entones, sentirés que para eso has nacido y estar4s orgulloso de tu porte, de tu cresta, de tus espolones y, sobre todo, de tu garganta... —jOh, vamos, papito, enséfiame cémo se hace...! -exclamé Gallito, entu- siasmado por las palabras de su padre. Entonces, envalentonado con Ja infantil admiracién de su pequefio, Papé Gallo le explicé: 2 Extravagancia: comportamiento fuera de lo conside- rado normal. 19 —Primero, hijo, tomas mu- cho aire inflando tu pecho hasta casi reventar... luego, bates las alas como para alentar a las notas a que salgan con toda su fuerza...jasi!... ;¥ lo Janzas todo afuera, dejando tu alma ! -Y Papa Gallo emitié el més impresionante, altisonante y des- templado? canto que se haya escucha- _ do en mucho tiempo en el gallinero. Incluso, las gallinas se paralizaron por un instante, hechizadas por ese alarde de varonil fuerza. Gallito quedé con la boca..., es decir, con el pico abierto. : El gallose sacudié displicente* las lumas para acomodérselas, esperando el comentario obligado de su hijo, que lo miraba con enormes ojos de sorpresa _Y, supuso, admiracién. Pero Gallito no _ dijonada. Aunque no era la primera vez 5 Destemplado: en este caso, desafinado, e: en este caso, con descuido, como quien a cosa. Con desdén que escuchaba a su padre hacer ese es- tridente sonido, siempre crey6 que era solo para despertar al mundo y que, cuando todos hablaban del canto del gallo, se referian a otra cosa, bastan- _ te distinta a ese... alarido. El crefa que cuando los gallos cantaban, hacfan eso: cantar, tal como cantaban las otras aves, a las que habia escuchado embelesado mas de una vez. —tY bien...? ~pregunté Papd Ga- lo y ojala no lo hubiera hecho. Es... es horrible -contesté el po- Muelo, incapaz de mentir. Y quedé la grande. = —j¢Co-co-co-cémo...?!, -exclamé tupefacto su padre y todo el mundo el gallinero se volvié hacia ellos al scucharlo. A Papd Gallo casi le da un poncio® y queda tendido ahi mismo, to para Ja olla. Fue tanta su sorpresa, lada con rabia y desconsuelo, que anein: desmayo, Bante need sctuccncat anal iluaidnan sa ae ieebi EE = se qued6 mudo y solo atinaba a mirar al polluelo alternadamente con cada uno de sus ojos llenos de furia. Su cresta, na- turalmente colorada, se puso de un tono granate oscuro y, si hubiese tenido un hoyo en la cabeza, seguramente habria salido humo por él. Mama Gallina, que conocia el temperamento arrebatado de su consorte, corrié a rescatar a su pollito, mientras las otras gallinas atendian al po- bre gallo, que ya llevaba un minuto o dos sin respirar de lo molesto que estaba. —Pero, hijito —dijo Mamé Gallina, una vez que puso al polluelo a salvo y este le contara lo que habfa pasado-, el canto es el orgullo de los gallos, asi como poner huevos es el orgullo de las galli- nas. ;Cémo puedes encontrarlo horrible? —Es que he escuchado a otros pa- jaros cantar —respondi6 triste Gallito-, y su canto no se parece en nada al de papa. —Eso es porque esos pajaros no cantan para despertar a nadie —le ex- 23 plicé su madre-. Ellos cantan por otras Tazones... —eCudles, mamd...? -pregunté el polluelo-. ;Para qué cantan ellos? —No lo sé -respondié Ja gallina, _ un poco sorprendida con la pregunta—. Para... para... encontrar pareja, supon- G0... 0 porque les gusta cantar asf, no sé, —

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