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EBI / CLASE Nº 12

Bíblia y arqueología
El texto de 1 Samuel descubierto en Qumrán

Los descubrimientos de los manuscritos de Qumrán han dado nueva luz al estudio de
los textos sagrados del Antiguo Testamento, y algunos pasajes del primer libro de
Samuel hallados en dichos documentos han contribuido al esclarecimiento de otros
pasajes difíciles de entender.

Introducción

La arqueología ha sido una ciencia que ha contribuido significativamente a la


traducción y la exégesis de la Biblia. El descubrimiento de vasijas, artefactos de uso
casero, instrumentos de trabajo, armas de guerra, documentos escritos en piedra,
papiros y cuero, cementerios, esqueletos, y además las posiciones relativas de los
descubrimientos, se convierten en objetos de investigación que ayudan a la
comprensión de las Sagradas Escrituras.

Con la ayuda de los trabajos arqueológicos, los estudiosos de la Biblia han adquirido
una mejor comprensión de la historia, la cultura y los idiomas del pueblo de Israel y
sus vecinos. El estudio de esos descubrimientos ha contribuido a comprender el
entorno cultural en el cual se escribieron y trasmitieron los documentos que componen
la Biblia. La arqueología ha permitido una mejor evaluación de las leyes, las
costumbres, las prácticas religiosas y el desarrollo de los conceptos teológicos que se
encuentran en la Biblia y se manifiestan también entre los vecinos de Israel.

Los documentos del Mar Muerto

Uno de los descubrimientos arqueológicos más famosos es el de los documentos del


Mar Muerto, también conocidos como los manuscritos de Qumrán. El estudio de esos
textos ha arrojado gran luz a la exégesis y ha contribuido de forma destacada al
estudio del canon y la trasmisión de texto del Antiguo Testamento. En Qumrán se han
descubierto manuscritos del Antiguo Testamento que preceden por siglos a los que
previamente teníamos para estudiar, comprender y traducir el texto hebreo. Esos
manuscritos han permitido un mejor análisis del idioma hebreo desde una perspectiva
filológica, semántica y gramatical.

Entre los libros de la Biblia que más se han beneficiado de los hallazgos en Qumrán se
encuentran los dos de Samuel. Los manuscritos descubiertos han revelado nuevas
lecturas a textos difíciles; es decir, han presentado a la comunidad académica textos
que contienen variantes importantes en la fraseología de los pasajes de la Biblia. Eso
ha permitido que los estudiosos comparen el texto hebreo tradicional ©conocido como
el texto Masorático (TM)© el de la traducción griega ©Septuaginta (LXX)© y las
versiones antiguas con los textos descubiertos en Qumrán. El resultado ha sido una
mejor comprensión de las narraciones y un aumento considerable en el conocimiento
del significado de palabras y frases difíciles en hebreo. Una de las contribuciones más
importantes de Qumrán al texto bíblico se encuentra en el capítulo 10 del primer libro
de Samuel.

Por mucho tiempo los estudiosos de la Biblia han indicado que 1 Samuel 11 comienza
de forma abrupta y complicada. La narración del capítulo 11 comienza con la
descripción de la hostilidad de Nahas, rey de las amonitas, contra los ciudadanos de
Jabes©gilead. El relato indica que el rey está á dispuesto a perdonar la vida de los
ciudadanos de Jabes©gilead si los varones de la ciudad aceptan que el rey amonita les
saque el ojo derecho. Tal grado de violencia y animosidad es difícil de entender de
acuerdo con el relato que termina en 1 Samuel 10.

1 Samuel 10 en Qumrán

En Qumrán se han descubierto tres fragmentos que ayudan a comprender de forma


adecuada el motivo de la animosidad a la cual alude el pasaje en 1 Samuel 11; es
decir, explican el contexto del conflicto. Uno de los manuscritos descubiertos contiene
un texto más largo al final de 1 Samuel 10 (o al principio de 1 Samuel 11).

El texto descubierto que ilustra y contribuye a una mejor comprensión textual es el


siguiente: "Nahas, rey de los amonitas, había oprimido cruelmente a los gaditas y a los
rubenitas. Les había sacado el ojo derecho a cada uno de ellos, y no le permitía a
Israel tener un libertador. No había quedado ningún israelita al oeste del río Jordán
cuyo ojo derecho no hubiera sido sacado por Nahas, rey de los amonitas. Pero siete mil
hombres que habían escapado de los amonitas estaban en Jabes©gilead." A esa
información se refirió Josefo, el historiador judío del primer siglo de la era cristiana.
Posiblemente el famoso historiador tuvo a su disposición un texto del libro de Samuel
similar al descubierto en Qumrán. En el mismo, Josefo hace referencia a los rubenitas
y gaditas que habían sido oprimidos por Nahas. Describe, además, la huida de siete mil
hombres a Jabes@gilead, adonde fueron perseguidos como un mes después (en el
texto de Qumrán el capítulo 11 comienza con esa frase). Los fugitivos aceptaron
posteriormente las condiciones del rey de Amán, sólo en el caso de que no se
encontrara un libertador para el pueblo, en un determinado período de tiempo. Aunque
es posible que los copistas de Qumrán añadieran este texto para explicar la dificultad
de comprensión, el relato no tiene las características de tales adiciones. Lo más
probable es que ese relato formaba parte de un texto muy antiguo del libro de Samuel
que se extravió en el proceso de trasmisión textual.

Diego Thomson: Precursor de la traducción


bíblica de la época moderna
Doctor Bill Mitchell

Diego Thomson nació en 1788 en el puerto de Creetown al suroeste de Escocia. En ese


pueblo que vivía del mar, el joven Diego pensaba mucho en los países de ultramar.
Miraba a los soldados ingleses que pasaban por su pueblo rumbo a Irlanda. Escuchaba
a los aduaneros que relataban su lucha con los contrabandistas franceses. Se fijaba en
los barcos que llevaban emigrantes de esa zona a Nueva York y a Canadá. Su padre
fue director escolar y por muchos años secretario del consistorio de la iglesia
presbiteriana, de manera que creció en un hogar donde había una relación estrecha
entre la educación pública y la Biblia. En su momento, Thomson las vinculó a las
necesidades de pueblos lejanos.

De su pueblo natal pasó a las ciudades principales del país para seguir estudios
superiores. En Edimburgo mostró talento para los idiomas. Fue la época de las guerras
napoleónicas entre Inglaterra y Francia, y unos setenta oficiales franceses fueron
encarcelados en el castillo de Edimburgo. En su labor pastoral, Thomson los visitaba y
les servía de intérprete.

En 1817, después de la guerra, un colega suyo, Roberto Haldane, le pidió que lo


acompañara en sus labores misioneras en Montauben, Francia. En Edimburgo,
Thomson se preparaba para ir a Francia. Más tarde dijo: "Yo hacía mis lecturas
cotidianas de las Escrituras, en voz alta, en idioma francés." Pero se cerró esa puerta,
y él dirigió su atención a los países suramericanos.

Llegada a América del Sur


En 1818 Thomson llegó a Buenos Aires con el deseo de servir a Jesucristo mediante la
promoción de las Sagradas Escrituras y la implantación de un sistema de educación
popular. Para él un sistema de educación centrado en la Biblia era la pieza clave para
el avance de cualquier pueblo. Las noticias que recibió del éxito de las escuelas
gaélicas, que usaban las Escrituras en gaélico en las tierras altas de Escocia,
fortalecieron en él esa convicción.

Después de una labor fructífera en Argentina y en Chile, Thomson fue llamado en 1822
por el general José de San Martín para instalar el mismo sistema de educación en el
Perú. Mientras iniciaba sus escuelas, trazó planes para traducir la Biblia al quechua,
para poder atender al número de peruanos que hablaban ese idioma. También
investigó la posibilidad de tener traducciones en los idiomas "aymara y moxa".

El idioma como instrumento vivo


Kees De Blois

El idioma como un instrumento para la comunicación

El lenguaje es el poderoso instrumento a través del cual Dios nos distingue del resto de
su creación y nos permite relacionarnos unos con otros. Gracias al lenguaje podemos
comunicarnos: compartir información, expresar pensamientos, transmitir sentimientos,
provocar enojo, motivar simpatía y amor. La mayor parte la comunicación es de
naturaleza lingüística. Usamos los códigos del idioma: palabras, frases, oraciones y
unidades de discurso completas. A través de ellos transmitimos sentimientos y
mensajes dentro de los parámetros del grupo lingüístico, la nación o la comunidad
internacional que comparte el mismo idioma.

Las palabras y expresiones se refieren a las realidades del mundo que nos rodea y
reflejan la cultura y las presuposiciones de aquellos que comparten el idioma. Pero no
es solamente el código del idioma lo que comunicamos. La frase "tú me quieres"
expresa lingüísticamente la realidad de que la persona que habla tiene una relación
afectiva con la persona con la que se está comunicando. Su significado puede variar
dependiendo del contexto en que se use. La entonación con la que se diga puede
alterar totalmente el significado de la expresión; por ejemplo, si se presenta en forma
de pregunta expresará la duda en la persona que habla. Una entonación diferente
puede hacer que quien habla suene irónico y exprese exactamente lo opuesto. La
entonación y los gestos constituyen señales paralingüísticas que afectan el contenido o
el mensaje de lo que se comunica. Si la distancia física no permite comunicación
verbal, los gestos mismos a veces pueden comunicar mensajes sin que haya
involucrada ninguna señal lingüística.

La comunicación extralingüística tiene lugar mediante expresiones simbólicas. Cuando


nos abrazamos estamos comunicando que tenemos una cierta relación con la otra
persona. Podemos usar o no usar palabras. La comunicación no depende de ellas. El
recibir a una persona con una alfombra roja comunica que es una persona o un
dignatario importante, al menos a las personas que compartan los mismos valores
culturales. Sin embargo, la mayor parte de la comunicación tiene lugar mediante el uso
del lenguaje. Y el lenguaje es una herramienta poderosa.

Lenguaje y comunicación en la Biblia

La comunicación y el lenguaje también se manifiestan en la Biblia. En ella Dios nos


revela y comunica su plan de salvación para el mundo. El Antiguo Testamento presenta
a Dios como el Dios comunicador por excelencia. Su maravilloso trabajo de creación
del universo es descrito bellamente en el libro de Génesis como una secuencia de
órdenes verbales. Él dice: "¡Que haya luz". Y hubo luz... A través de la historia de su
pacto con el pueblo de Israel, Dios dialoga con ellos por medio de sus jueces, reyes,
profetas y sacerdotes. El Señor les promete salvación, les revela su voluntad y anuncia
su juicio cuando el pueblo lo desobedece. El pueblo del pacto se comunica con su
Creador y Redentor a través de oraciones y súplicas, acciones de gracias y sacrificios.

El Nuevo Testamento se refiere a Jesucristo, el Mesías prometido, como la Palabra o el


Verbo que se hizo carne. ¡El término "Palabra" es tomado del mundo de la
comunicación! En su ministerio en la tierra, Él comunica la venida del Reino en
palabras (enseñando y predicando) y hechos (sanando, y echando fuera demonios).
Los apóstoles proclaman en Jerusalén, Samaria y el mundo entero el mensaje del
Señor resucitado. Las epístolas sirven para instruir a las iglesias respecto al contenido
de su fe y la necesidad de mantenerla libre de enseñanzas falsas, y para aplicarla a la
realidad de la vida diaria. Finalmente, en el libro de Apocalipsis, Juan, en un lenguaje
poderosamente simbólico, recibe vislumbres del cielo nuevo y la tierra nueva, y la
seguridad de la victoria final de Jesucristo sobre los poderes del pecado y la muerte.

La Biblia está llena de acontecimientos de comunicación y su mensaje nos llega en


forma lingüística en los idiomas hebreo, arameo y griego. Y hemos recibido las
herramientas para llevar estas formas lingüísticas del original a los miles de idiomas
receptores, los cuales pueden expresar el mismo contenido en diferentes formas
lingüísticas para las personas que viven en diferentes épocas y que representan un
mundo de culturas diversas.

Jesús y los fariseos


Samuel Pagán

El grupo de los fariseos es uno de los sectores religiosos y políticos más mencionados
en los evangelios. Jesús les hace una crítica severa (Marcos 11.18-26); y el apóstol
Pablo se identifica como un líder destacado del movimiento (Gálatas 1.14; Filipenses
3.5; Hechos 23.6). Residían generalmente en Palestina, y eran muy influyentes en la
comunidad judía.

En el período de insurrección de los macabeos, lucharon encarnizadamente contra la


influencia pagana (1 Macabeos 2.42). El nombre parece derivarse de un verbo hebreo
que significa separar, en referencia a la pureza ritual que profesaban; aunque algunos
piensan que el mismo debe ser interpretado como los interpretes, aludiendo a la
interpretación que tenían de la Ley.

En torno a este grupo judío, los estudiosos cuentan con tres fuentes básicas de
información: los escritos de Josefo, la literatura rabínica y el Nuevo Testamento. En
cada documento puede verse una perspectiva diferente del grupo; y la comprensión
que se adquiera de ese sector judío dependerá en gran medida de la evaluación
adecuada de las fuentes disponibles.

Josefo

El historiador judío Josefo, que escribió en griego, indica que el fariseísmo es una
filosofía de vida, una forma de ser. En torno al grupo indicó: Los fariseos profesan un
género de vida muy sencilla, sin ninguna concesión a la comodidad, y regulan su
aprecio de los bienes por el juicio que les ha transmitido la razón, opinando que deben
empeñarse en observar lo que ella les dicta (Antiguedades judías, XVIII, 2).

En su evaluación del grupo, Josefo los compara a los esenios y a los saduceos. De
acuerdo al historiador, los fariseos eran un grupo muy influyente en la comunidad
judía. Eran conocidos por las interpretaciones precisas y autorizadas de la Ley.
Además, tenían sus propias costumbres y tradiciones, a las cuales eran muy fieles.
Tenían un estilo de vida sencillo, e incentivaban las buenas relaciones entre los
diferentes sectores de la comunidad.

En torno al tema del libre albedrío -que era fundamental entre los filósofos griegos-
los fariseos, según el historiador judío, están entre los esenios y los saduceos, pues
aceptaban la influencia de la providencia, al mismo tiempo que afirmaban la
importancia de la voluntad humana. Creían en la inmortalidad del alma, y en el juicio
en la vida venidera. Algunos fariseos se oponían al gobierno, mientras otros trabajaban
con el Sumo sacerdote para mantener el orden establecido. Según Josefo, en el primer
siglo de la iglesia habían como 6.000 fariseos. El mismo se identificaba como uno de
ellos.

Literatura rabínica La literatura rabínica que hace referencia a los fariseos viene desde
los años 200 AC hasta el 100 DC. Esencialmente esa literatura identifica a los fariseos
con varios líderes judíos del primer siglo, particularmente con las escuelas de Hillel y
de Shammai. El énfasis doctrinal estaba en la observancia estricta de la Ley, la pureza
ritual, los diezmos y el sábado. De acuerdo a algunas referencias en la literatura
rabínica, los fariseos eran eruditos que aceptaban la Ley oral y la escrita. Presentaban
la Ley a la comunidad judía, y también velaban por su cumplimiento.

Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento los fariseos son generalmente identificados como los


adversarios de Jesús. Sus enseñanzas, de acuerdo a los relatos evangélicos, presentan
un estilo de vida judía diferente al propuesto por Jesús.
Según el Nuevo Testamento, los fariseos eran fieles seguidores de la Ley. En la
teología, profesaban un gran interés ritual -pureza, diezmos, leyes de alimentación,
sábado-, y diferían considerablemente con los saduceos en torno al tema de la
resurrección (Hechos 23.1-8; Marcos 11.18-26). La fuerte crítica a los fariseos que se
incluye en el Nuevo Testamento -son identificados como hipócritas y ciegos- debe ser
entendida a la luz del contexto de polémica en el cual se desarrolló la vida de los
primeros creyentes en Cristo Jesús.

Los fariseos

Los fariseos constituían un grupo político y religioso de mucha importancia en la época


de Jesús: gozaban de gran simpatía y prestigio en el pueblo, y eran influyentes en las
sinagogas. Además, afirmaban un estilo de vida estricto y sencillo, apegado a la Ley de
Moisés.

Para entrar en el grupo era necesario un tiempo de prueba (que variaba de un mes a
un año); se requería el compromiso de seguir las estrictas reglas religiosas que
profesaban (Lucas 18.11-12). Generalmente eran gente humilde, virtuosa,
irreprochable, pobre, desinteresada. Se preocupaban por liberar a su pueblo y ayudar
a los pobres (cf. Mateo 6.2).

Agrupados por diversas tendencias teológicas y políticas, los fariseos se asociaban en


grupos pequeños. El ideal era hacer del pueblo de Israel una nación santa (Exodo
19.6), separada de los pecadores (Levítico 11.45). Decepcionados con la familia de
Herodes, pusieron su esperanza mesiánica en la observancia estricta de la Ley; siendo
fieles a la Ley apresuraban la llegada del mesías.

La responsabilidad de la muerte de Jesús, de acuerdo a los evangelios, recae


generalmente en los sacerdotes y los saduceos. Los fariseos no son mencionados en
los relatos de la pasión de Jesús (excepto en Juan 18.3) y algunos, inclusive,
asumieron abiertamente una defensa de Jesús (Juan 7.50; 9.16).

Jesús atacó duramente la interpretación farisaica de la Ley. De acuerdo al predicador


palestino, la interpretación literal y estricta de la Ley no basta para entrar en el reino
de Dios (Mateo 5.20). Los llamó hipócritas por no vivir a la altura de los valores éticos
del judaísmo; es decir, enseñaban al pueblo la observancia de la Ley, pero no daban el
ejemplo cumpliendo el espíritu de la Ley (Mateo 23.1-36). Escudándose en el
conocimiento de las Escrituras, despreciaban a los pecadores, limitando de esa forma
el amor de Dios hacia los sectores más necesitados de la sociedad (Lucas 18.11-14).
Encerrados en una interpretación legalista de la Ley, no se percataron que Jesús era el
Mesías.

La Biblia como historia


Arnoldo Canclini

El sentido histórico de la Biblia responde al propósito de Dios al dejarnos las Escrituras.


Esto le da carácter de libro único, al cual ninguno otro puede compararse.

El cristianismo se basa en hechos históricos. La Biblia, por lo tanto, como base de la fe


cristiana debe necesariamente tener también un sentido y contenido históricos. Y por
supuesto que lo tiene; comenzando con la existencia en sus páginas de numerosos
relatos, desde el Génesis hasta los Hechos e incluso algunas porciones de las Epístolas.
Trata diversos temas. Algunos son crónicas, o sea, la consignación de sucesos tal como
aparecen a los ojos de un observador. Otros como Rut, Nehemías y Ester son de tipo
biográfico, categoría en la que deben incluirse también los Evangelios.

El sentido del material histórico

No todo lo que ocurre es un hecho histórico, en el sentido que pudiera ser de interés
general. Las minucias que nos pasan todos los días, por ejemplo, no figurarán jamás
en un texto de historia. Ni siquiera lo que a nosotros pudiera parecernos sumamente
importante, pero que al final no tendrá consecuencias ni influencia alguna en el futuro.
Hemos mencionado, los Evangelios. No hay duda de que allí hay una biografía
incompleta de nuestro Señor. Dios no ha querido que en ese material, que el mismo
Juan dice que no cabría en todos los libros que pudieran escribirse, se incluyan algunas
cosas que hoy tendríamos curiosidad por conocer. Que esto es así se prueba por la
rapidez con que surgieron los llamados "Evangelios apócrifos", que trataban de llenar
las presuntas lagunas, en especial aquellas relacionadas con la niñez del Salvador.

Cuando leemos algunos comentarios sobre si tal relato es o no histórico debemos tener
en cuenta esto del sentido del material histórico. Por ejemplo, podemos decir que Job
realmente existió en tal fecha y lugar; pero también tenemos que estar seguros de que
él y sus amigos dijeron exactamente cada cosa que se registra como dicha por ellos.
No resulta fácil creer que un grupo de personas pueda improvisar largos discursos en
verso y con un profundo contenido filosófico-religioso. Bien pudieron haberse tratado
entonces todos esos temas, pero no tiene importancia que haya sido con esos términos
exactos.

Todo historiador hace una selección de lo que considera parte de un proceso;


naturalmente el peligro está en que eso ya es un comienzo de interpretación. Para
entender esto es muy valioso el versículo de Juan 20.31: "Estas (cosas) se han escrito
para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis
vida en su nombre". O sea que el sentido de lo que se ha escrito está en que las
personas crean que Jesús es el Salvador. Lo mismo se puede decir de toda la Biblia:
hay un propósito definido en lo que ella contiene, que no es simplemente hacernos
saber los hechos del pasado.

El punto de vista divino

El autor sagrado escribe desde el "punto de vista" de Dios, lo que indica que no
estamos ante un libro común de historia. Por eso se cuentan los hechos que
llamaríamos sobrenaturales, como los milagros y las visiones, con la misma
naturalidad que los de la vida cotidiana. La narración de la crucifixión, por ejemplo, se
presenta de manera clara pero notablemente sobria, igual que la de la resurrección.
Para Dios todo eso es parte de un proceso, que no hay por qué separarlo de los hechos
meramente terrenos.

Citemos otro ejemplo. El Evangelio según San Marcos termina así: "Y el Señor,
después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y
ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la
palabra con las señales que la seguían". Aquí encontramos entremezclado con toda
naturalidad lo que hacían los hombres (que suelen considerarse únicos protagonistas
de la historia) con lo que Cristo físicamente ausente seguía haciendo en ellos y hasta lo
que hizo estando en el cielo! (Hay quienes aseguran que estas líneas no estaban en el
original; eso simplemente diría que así lo sentía la Iglesia primitiva).

Pasado, presente y futuro

Finalmente, notamos que lo mismo ocurre con el futuro. La profecía suele estar escrita
en tiempo pasado. Desde el punto de vista divino, lo que ocurriría es tan seguro como
parte de los caminos eternos como lo que ya pasó. En Dios no hay pasado, presente ni
futuro. Todo es fruto de su voluntad y propósitos.

Estas ideas nos ayudan a leer la Biblia. No tenemos que detenernos en problemitas de
detalles históricos, sino buscar el gran mensaje del sentido que Dios ha querido dar a
su accionar en el mundo y en nuestra vida.

La Biblia y los pueblos indígenas de América Latina

Las culturas a las que pertenecieron los autores de los libros de la Biblia, los
traductores castellanos y los traductores indígenas son muy diferentes. Los idiomas
reflejan esas realidades; por ello, los traductores necesitan reconocer las diferencias de
cosmovisión y cultura para poder hacer traducciones más fieles.

La expresión que en una lengua y cultura significa una cosa, en otra quiere decir otra.
Por ejemplo, en español, la repetición por lo general significa énfasis: "Estuviste muy,
pero muy bien". Pero en Filipinas, en el idioma hilagaynon, la repetición indica lo
opuesto; por eso, en la traducción de la expresión bíblica "en verdad, en verdad", debe
escribirse sólo una vez si se quiere mantener la fuerza del énfasis. En el indonesio la
repetición significa pluralidad.

La expresión "un gran corazón" tiene diferentes significados dependiendo de la cultura


en la que se use. Para nosotros, significa "generosidad". Para los huaves del sur de
México, esa expresión significa "valentía"; para los tzeltales de la misma región,
significa "perdonador". Para los shilluks del Sudán, en Africa "un gran corazón" se dice
de alguien que es avaro, mientras que "pequeño corazón" se usa para referirse a
alguien muy generoso. La lógica aquí es clara: quien tiene gran corazón es la persona
que ha acumulado todo lo que ha querido y podido en su corazón. El generoso lo ha
dado todo; por eso su corazón es pequeño.

En relación con lo anterior, se debe prestar especial atención a la traducción de


conceptos teológicos importantes. La idea de "perdón" se expresa de diferentes
maneras en diversos idiomas: "borrar una ofensa", "olvidar la falta", "echar afuera el
pecado", "escupir sobre el suelo frente al otro", "no colgar mandíbulas". En el idioma
shilluk del Sudán, la expresión "escupir en el piso frente al otro" se ha usado al final de
un juicio. Los testigos exigían a los contendientes, después que la falta se pagaba o
castigaba, a escupir frente al otro para indicar que el caso se olvidaba de por vida.

En Nueva Guinea, entre las tribus de la región del río Baiyer, la expresión "no colgar
mandíbulas" está relacionada con la tradición de la cacería de cabezas y la venganza.
La familia, antes de sepultar a la víctima, cortaba la mandíbula del difunto, le quitaba
la carne y la colgaba en la entrada de la casa como símbolo de la voz de la persona
muerta. Ella recordaba a cada miembro de la familia que en algún momento, en el
futuro no lejano, ellos deberían vengar la muerte del familiar, matando a un miembro
de la tribu o clan enemigo. Sin embargo, cuando llegó el cristianismo, al descubrir que
Dios los había perdonado en Cristo, ellos descolgaron las mandíbulas y las quemaron.
Decían: "Si Dios ya no cuelga mandíbulas contra nosotros, tampoco nosotros lo
debemos hacer contra otros".

Todos estos ejemplos muestran algo muy importante: si bien no se puede encontrar
siempre palabras y expresiones paralelas en cada idioma para expresar un
pensamiento, no hay idioma en el mundo en el que no se pueda traducir una idea del
cerebro humano. En muchos casos, como en el ejemplo de Nueva Guinea, será
necesario utilizar frases descriptivas, pero la idea se podrá comunicar tan fiel como el
significado del original. Otros ejemplos son: el vocabulario de guerra, las montañas,
las rocas (guaraní, lenguas en chaco paraguayo). Cuando se tradujo Proverbios 14.4 al
maya, el traductor se encontró con el problema de la práctica del uso de los bueyes
para labrar la tierra. El proverbio dice así:

Sin bueyes el granero está vacío;


Mas por la fuerza del buey
hay abundancia de pan.

Pero en Yucatán, por muchas razones el campesino no usó ni usa bueyes para la
labranza. En realidad, no usa el arado. ¿Cómo traducir este proverbio de manera
comprensible para un pueblo que no conoció ni conoce esa práctica? La traducción de
este proverbio en maya quedó más o menos así:

Enfermo, el campesino no puede trabajar.


Pero con salud, su familia tiene comida suficiente.

Otro de los problemas en la traducción de conceptos en idiomas indígenas lo ofrecen


los nombres divinos. En la mayoría de nuestros pueblos, los españoles impusieron la
palabra "Dios" para hablar del Dios de la tradición cristiana. Esta palabra se transliteró
de maneras diversas, y es la palabra que se usa para referirse a Dios: "jajal Dios",
"Diyu", etc. Sin embargo, esta palabra, por tener significado cero, no comunica con
profundidad la carga conceptual que tienen las palabras indígenas. Más y más en las
Sociedades Bíblicas Unidas se está insistiendo en usar palabras ya existentes en los
idiomas indígenas. Por ejemplo, en maya, en las dos primeras versiones del Nuevo
Testamento, se usó la palabra "Dios", pero ahora, después de mucha deliberación y
consulta se decidió usar el título "Hunab Kú"; conocido y usado en la época en que
vinieron los españoles.

Naturalidad y aceptabilidad

Uno de los problemas más grandes que tenemos al traducir la Biblia a lenguas
indígenas es el asunto de la aceptabilidad. Como consultores de las Sociedades Bíblicas
Unidas quisiéramos que los traductores aplicaran los mejores métodos y principios de
traducción que nos han enseñado la lingüística y la exégesis modernas. Que las
traducciones sean fieles en el sentido y resulten en obras de gran valor literario; que
suenen natural a los lectores y oyentes. Sin embargo, siempre existe el temor de
producir una traducción que no tenga el sabor de tal o cual versión en el idioma
nacional y oficial. Esto es especialmente cierto en relación con la versión Reina-Valera.
Tan pronto salga la nueva traducción, muchas personas van a compararla con la
Reina-Valera. Si no se parece a ella, de inmediato se pensará en infidelidad a la
Palabra de Dios. Antes de opinar debemos orientarnos sobre la complejidad de la
traducción de la Biblia a nuestras lenguas. Sólo mediante este proceso educativo
estaremos listos para entender mejor el por qué de las diferencias, si existiera alguna.

La crítica textual y la Biblia hebrea

Efecto de Qumrán en la historia de la fijación del texto.

El descubrimiento de los textos de Qumrán les permitió a los eruditos observar por
primera vez, y en forma directa, el texto que existía antes de la estandarización del
Texto Masorético (TM). Algunos elementos de esa historia textual no han cambiado.
Por ejemplo, los eruditos siguen creyendo que los materiales bíblicos se empezaron a
escribir cerca del año 1000 a.C., y que el TM se terminó de fijar alrededor de los siglos
9 ó 10 d.C. Sin embargo, casi todos los eruditos concuerdan en que la historia del
período intermedio, concretamente desde el 300 a.c. hasta el 70 d.c., ha tenido que
reescribirse totalmente. Como resultado, ha surgido una historia de cuatro etapas
sobre la transmisión textual, la cual goza de amplio consenso entre los eruditos
textuales de la Biblia Hebrea, tocante a sus principales líneas generales. Referencias
bibliográficas: Aquí no se intenta ser comprensivos a nivel teórico o metodológico. Sin
embargo, un breve resumen de la situación actual ofrece un contexto desde el cual
hacer comentarios prácticos. Algunos documentos útiles sobre el tema son el de
Scanlin, "What is the Canonical Shape of the Old Testament Text we Translate" (Issues
in Bible Translation, SBU, 1988) y el de Arichea, "Jeremiah and the HOTTP" (TBT 33,
pp. 101-106).>>

Los idiomas de la Biblia

Hebreo

El idioma original del pueblo de Israel era el hebreo. La mayoría del Antiguo
Testamento está escrito en hebreo.

Arameo
El nombre hebreo de Siria es Aram. El idioma de Siria se conocía como el arameo. Es
un idioma muy parecido al hebreo, pero diferente.
El arameo llegó a ser el idioma internacional del Oriente Medio durante los años que
precedieron a la caída de Jerusalén. En Isaías 36 (especialmente los versículos 11-13),
vemos un ejemplo interesante de la relación entre el hebreo y el arameo en los días
del rey Ezequías. El arameo era el idioma para discutir con los extranjeros, pero el
hebreo era el idioma que empleaba la gente común.

Parece que cuando los babilonios conquistaron Jerusalén y se llevaron a muchas


personas de Judea a Babilonia, dio inicio el fin de la lengua hebrea. Después de esto, la
lengua aramea llegó a ser más importante no solo en la tierra de Israel sino también
en otras regiones. Esto duró años, y para la época de Jesús, el hebreo probablemente
ya no se utilizaba, excepto para fines religiosos. Ya desde Nehemías 8.8 se pueden
hallar pruebas de este cambio en el idioma, pues el libro de la Ley (el Pentateuco) se
leyó en hebreo y se tradujo allí mismo en forma oral al arameo para que las personas
lo comprendieran.
Algunas partes del Antiguo Testamento están escritas en arameo -Esdras 4.7-6.18 y
Daniel 2.4-7.28- como también lo están algunos versículos aislados en otras partes.
Las versiones no oficiales de los materiales del Antiguo Testamento también se
tradujeron al arameo para ayudar a los que predicaban en las sinagogas. Estas
traducciones se conocen como "los targum".

Griego

Alejandro Magno fue un poderoso conquistador que sometió a todos los países desde
Grecia hasta Egipto e India, entre ellos Siria, Israel y Persia. Tras su muerte, sus
generales se dividieron el territorio. Uno de ellos fue el primero de la familia de los
Ptolomeos y gobernó sobre Egipto. El otro fue el primero de la familia seléucida y
gobernó sobre Siria. Desde ese tiempo al menos, el griego pasó a ser una lengua muy
importante de esa parte del mundo.

Estas dos familias de reyes -los ptolomeos en Egipto y los seléucidas en Siria- llegaron
a ser muy importantes en la historia del pueblo judío en el periodo comprendido entre
el Antiguo y el Nuevo Testamento. Siempre estos reyes estaban en guerra por el
control de la tierra que mediaba entre ellos, así que hubo muchas batallas en la tierra
de Israel. A veces Israel era gobernada por Egipto y a veces por Siria.

Por último, uno de los reyes de Siria llamado Antíoco IV Epífanes intentó destruir la
religión judía. Sus soldados entraron en el templo, donde les estaba prohibida la
entrada, y llegaron incluso a sacrificar un cerdo en el altar. Trataron de forzar a los
judíos a comer carne de cerdo y a hacer otras cosas que estaban en contra de sus
creencias. Esta situación llegó a ser tan grave que finalmente estalló una rebelión
encabezada por la familia de los Macabeos. La rebelión tuvo éxito. Sacaron al ejército
extranjero y se independizaron.

Durante este tiempo, el líder de los judíos fue el sumo sacerdote. No solo era líder
religioso sino también líder político. Los judíos fueron independientes por casi cien
años, hasta que finalmente fueron anexados al Imperio Romano, aproximadamente 60
años antes del nacimiento de Jesús.

Mucho tiempo antes, en la época de la caída de Jerusalén, muchos judíos se habían ido
a Egipto, y al cabo del tiempo, esa comunidad se había vuelto muy importante. Al igual
que los judíos que emigraron a otras regiones, dejaron de hablar el hebreo. Para ellos,
el nuevo idioma era el griego. Estos judíos ansiaban leer las Escrituras en un idioma
que pudieran entender, y tomaron las medidas necesarias para que los libros del
Antiguo Testamento se tradujeran al griego. Esta es la famosa traducción que hoy se
conoce como la Septuaginta.

La comunidad judía que utilizó la Septuaginta no solo usó los libros que habían sido
traducidos del hebreo. Había también otros libros religiosos que se habían escrito en
griego (o en hebreo, aunque solo nos han llegado en griego), de los cuales algunos
también se añadieron a la Septuaginta. Por tanto, desde el principio, la Septuaginta
fue bastante diferente de las Escrituras hebreas.

Pues no, ni en inglés ni en castellano, sino en griego

Hay verdades de perogrullo que, en la práctica, no suelen tomarse en consideración…


o, a veces, simplemente se ignoran. Por eso, es bueno recordarlas…, aunque solo sea
para no caer en ridículo, ya sea en privado o en público.

Era el año 1979. Mi familia y yo vivíamos en el Estado de Illinois (E.U.A.), y en una


ocasión fui invitado por una iglesia local de habla inglesa para predicar en el culto
dominical matutino. En esa ocasión se había programado, para la hora del almuerzo, lo
que los norteamericanos llaman un "pot luck" (algo así como una "olla de la suerte").
Por lo general suele resultar en un almuerzo variado y exquisito. Almorcé en una mesa
a la cual también se había sentado una dama, ya entrada en años. Muy pronto, la
conversación giró sobre los maravillosos viajes turísticos que la señora había realizado
al exótico oriente. De súbito, y en su lengua, me espetó esta pregunta: "¿Cómo hacía
usted para leer la Biblia antes de aprender inglés?". Para la señora, la Biblia había sido
escrita en inglés, y en el inglés de la versión del rey Jaime (la conocida "King James
Version").

Pasaron los años. Me tocó participar en lo que en Sociedades Bíblicas Unidas llamamos
"Talleres de ciencias bíblicas". En un país latinoamericano, después de disertar sobre
las diversas traducciones castellanas de la Biblia, uno de los participantes afirmó
tajantemente, y en público, que "si la Reina-Valera había sido buena para San Pablo
también lo es para nosotros". Para este caballero, la Biblia había sido escrita en
castellano, y en el castellano del Siglo de oro de las letras españolas, o sea, el de don
Casiodoro de Reina y don Cipriano de Valera. (Dicho sea de paso, la implicación de lo
afirmado era obvia: No necesitamos más traducciones de la Biblia.)

Pues no. Ni en el inglés de la señora ni en el castellano del caballero, sino en hebreo,


en arameo y en griego. El Nuevo Testamento, al que vamos a referirnos, fue escrito en
el griego común del siglo primero, conocido como koiné.

Lo que nosotros conocemos como Nuevo Testamento no es un libro en el sentido


preciso del término. Ni siquiera una colección de libros, dada la extensión reducida (a
veces, de menos de una página) de algunos de sus componentes. Es, de hecho, una
compilación de escritos de muy variada naturaleza y de muy diverso tamaño. Además,
de distintos autores; algunos anónimos.

Estos escritos fueron producidos por la naciente iglesia cristiana sobre la marcha. Gran
parte de ellos refleja, con claridad meridiana, lo que hoy se conoce como la "oralidad"
del texto: antes de ser trasladados al papiro o al pergamino, el contenido de estos
escritos perteneció al ámbito de la transmisión oral en el seno de las diversas
comunidades que iban constituyendo la oicumene cristiana.

Como han pasado tantos años desde entonces, hay que tomar en cuenta un aspecto
muy importante en el proceso de transmisión y de interpretación de un texto: poner
por escrito lo que se ha estado diciendo a viva voz no es tarea fácil, pero tampoco
extremadamente difícil ni mucho menos imposible; pero recuperar a viva voz lo que
nos ha llegado por escrito desde la antigüedad (y en el caso del Nuevo Testamento se
trata de una antigüedad de casi 2000 años) es una tarea que no tiene absolutamente
nada de fácil y que, en algunos casos, resulta imposible en la práctica. Elementos
como la ironía o el sarcasmo, o los estados de ánimo de los personajes que participan
en la trama, para poner ejemplos inmediatos, pueden perderse en el proceso de la
interpretación de un texto que se ha fijado por escrito. Y más grave se torna la
situación todavía cuando la interpretación se hace con la interpósita presencia de una
traducción.
Pues bien, como decíamos, los textos que constituyen nuestro Nuevo Testamento
fueron originalmente escritos en griego koiné. Y puesto que los manuscritos que han
llegado hasta nosotros pertenecen al siglo segundo de la era cristiana (unos pocos) y a
siglos posteriores (muchísimos: más de 5000 manuscritos, hasta que Gutenberg nos
regaló su invento), hay que tener en cuenta algunas características particulares de la
manera de escribir en aquellos tiempos.

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