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Bíblia y arqueología
El texto de 1 Samuel descubierto en Qumrán
Los descubrimientos de los manuscritos de Qumrán han dado nueva luz al estudio de
los textos sagrados del Antiguo Testamento, y algunos pasajes del primer libro de
Samuel hallados en dichos documentos han contribuido al esclarecimiento de otros
pasajes difíciles de entender.
Introducción
Con la ayuda de los trabajos arqueológicos, los estudiosos de la Biblia han adquirido
una mejor comprensión de la historia, la cultura y los idiomas del pueblo de Israel y
sus vecinos. El estudio de esos descubrimientos ha contribuido a comprender el
entorno cultural en el cual se escribieron y trasmitieron los documentos que componen
la Biblia. La arqueología ha permitido una mejor evaluación de las leyes, las
costumbres, las prácticas religiosas y el desarrollo de los conceptos teológicos que se
encuentran en la Biblia y se manifiestan también entre los vecinos de Israel.
Entre los libros de la Biblia que más se han beneficiado de los hallazgos en Qumrán se
encuentran los dos de Samuel. Los manuscritos descubiertos han revelado nuevas
lecturas a textos difíciles; es decir, han presentado a la comunidad académica textos
que contienen variantes importantes en la fraseología de los pasajes de la Biblia. Eso
ha permitido que los estudiosos comparen el texto hebreo tradicional ©conocido como
el texto Masorático (TM)© el de la traducción griega ©Septuaginta (LXX)© y las
versiones antiguas con los textos descubiertos en Qumrán. El resultado ha sido una
mejor comprensión de las narraciones y un aumento considerable en el conocimiento
del significado de palabras y frases difíciles en hebreo. Una de las contribuciones más
importantes de Qumrán al texto bíblico se encuentra en el capítulo 10 del primer libro
de Samuel.
Por mucho tiempo los estudiosos de la Biblia han indicado que 1 Samuel 11 comienza
de forma abrupta y complicada. La narración del capítulo 11 comienza con la
descripción de la hostilidad de Nahas, rey de las amonitas, contra los ciudadanos de
Jabes©gilead. El relato indica que el rey está á dispuesto a perdonar la vida de los
ciudadanos de Jabes©gilead si los varones de la ciudad aceptan que el rey amonita les
saque el ojo derecho. Tal grado de violencia y animosidad es difícil de entender de
acuerdo con el relato que termina en 1 Samuel 10.
1 Samuel 10 en Qumrán
De su pueblo natal pasó a las ciudades principales del país para seguir estudios
superiores. En Edimburgo mostró talento para los idiomas. Fue la época de las guerras
napoleónicas entre Inglaterra y Francia, y unos setenta oficiales franceses fueron
encarcelados en el castillo de Edimburgo. En su labor pastoral, Thomson los visitaba y
les servía de intérprete.
Después de una labor fructífera en Argentina y en Chile, Thomson fue llamado en 1822
por el general José de San Martín para instalar el mismo sistema de educación en el
Perú. Mientras iniciaba sus escuelas, trazó planes para traducir la Biblia al quechua,
para poder atender al número de peruanos que hablaban ese idioma. También
investigó la posibilidad de tener traducciones en los idiomas "aymara y moxa".
El lenguaje es el poderoso instrumento a través del cual Dios nos distingue del resto de
su creación y nos permite relacionarnos unos con otros. Gracias al lenguaje podemos
comunicarnos: compartir información, expresar pensamientos, transmitir sentimientos,
provocar enojo, motivar simpatía y amor. La mayor parte la comunicación es de
naturaleza lingüística. Usamos los códigos del idioma: palabras, frases, oraciones y
unidades de discurso completas. A través de ellos transmitimos sentimientos y
mensajes dentro de los parámetros del grupo lingüístico, la nación o la comunidad
internacional que comparte el mismo idioma.
Las palabras y expresiones se refieren a las realidades del mundo que nos rodea y
reflejan la cultura y las presuposiciones de aquellos que comparten el idioma. Pero no
es solamente el código del idioma lo que comunicamos. La frase "tú me quieres"
expresa lingüísticamente la realidad de que la persona que habla tiene una relación
afectiva con la persona con la que se está comunicando. Su significado puede variar
dependiendo del contexto en que se use. La entonación con la que se diga puede
alterar totalmente el significado de la expresión; por ejemplo, si se presenta en forma
de pregunta expresará la duda en la persona que habla. Una entonación diferente
puede hacer que quien habla suene irónico y exprese exactamente lo opuesto. La
entonación y los gestos constituyen señales paralingüísticas que afectan el contenido o
el mensaje de lo que se comunica. Si la distancia física no permite comunicación
verbal, los gestos mismos a veces pueden comunicar mensajes sin que haya
involucrada ninguna señal lingüística.
El grupo de los fariseos es uno de los sectores religiosos y políticos más mencionados
en los evangelios. Jesús les hace una crítica severa (Marcos 11.18-26); y el apóstol
Pablo se identifica como un líder destacado del movimiento (Gálatas 1.14; Filipenses
3.5; Hechos 23.6). Residían generalmente en Palestina, y eran muy influyentes en la
comunidad judía.
En torno a este grupo judío, los estudiosos cuentan con tres fuentes básicas de
información: los escritos de Josefo, la literatura rabínica y el Nuevo Testamento. En
cada documento puede verse una perspectiva diferente del grupo; y la comprensión
que se adquiera de ese sector judío dependerá en gran medida de la evaluación
adecuada de las fuentes disponibles.
Josefo
El historiador judío Josefo, que escribió en griego, indica que el fariseísmo es una
filosofía de vida, una forma de ser. En torno al grupo indicó: Los fariseos profesan un
género de vida muy sencilla, sin ninguna concesión a la comodidad, y regulan su
aprecio de los bienes por el juicio que les ha transmitido la razón, opinando que deben
empeñarse en observar lo que ella les dicta (Antiguedades judías, XVIII, 2).
En su evaluación del grupo, Josefo los compara a los esenios y a los saduceos. De
acuerdo al historiador, los fariseos eran un grupo muy influyente en la comunidad
judía. Eran conocidos por las interpretaciones precisas y autorizadas de la Ley.
Además, tenían sus propias costumbres y tradiciones, a las cuales eran muy fieles.
Tenían un estilo de vida sencillo, e incentivaban las buenas relaciones entre los
diferentes sectores de la comunidad.
En torno al tema del libre albedrío -que era fundamental entre los filósofos griegos-
los fariseos, según el historiador judío, están entre los esenios y los saduceos, pues
aceptaban la influencia de la providencia, al mismo tiempo que afirmaban la
importancia de la voluntad humana. Creían en la inmortalidad del alma, y en el juicio
en la vida venidera. Algunos fariseos se oponían al gobierno, mientras otros trabajaban
con el Sumo sacerdote para mantener el orden establecido. Según Josefo, en el primer
siglo de la iglesia habían como 6.000 fariseos. El mismo se identificaba como uno de
ellos.
Literatura rabínica La literatura rabínica que hace referencia a los fariseos viene desde
los años 200 AC hasta el 100 DC. Esencialmente esa literatura identifica a los fariseos
con varios líderes judíos del primer siglo, particularmente con las escuelas de Hillel y
de Shammai. El énfasis doctrinal estaba en la observancia estricta de la Ley, la pureza
ritual, los diezmos y el sábado. De acuerdo a algunas referencias en la literatura
rabínica, los fariseos eran eruditos que aceptaban la Ley oral y la escrita. Presentaban
la Ley a la comunidad judía, y también velaban por su cumplimiento.
Nuevo Testamento
Los fariseos
Para entrar en el grupo era necesario un tiempo de prueba (que variaba de un mes a
un año); se requería el compromiso de seguir las estrictas reglas religiosas que
profesaban (Lucas 18.11-12). Generalmente eran gente humilde, virtuosa,
irreprochable, pobre, desinteresada. Se preocupaban por liberar a su pueblo y ayudar
a los pobres (cf. Mateo 6.2).
No todo lo que ocurre es un hecho histórico, en el sentido que pudiera ser de interés
general. Las minucias que nos pasan todos los días, por ejemplo, no figurarán jamás
en un texto de historia. Ni siquiera lo que a nosotros pudiera parecernos sumamente
importante, pero que al final no tendrá consecuencias ni influencia alguna en el futuro.
Hemos mencionado, los Evangelios. No hay duda de que allí hay una biografía
incompleta de nuestro Señor. Dios no ha querido que en ese material, que el mismo
Juan dice que no cabría en todos los libros que pudieran escribirse, se incluyan algunas
cosas que hoy tendríamos curiosidad por conocer. Que esto es así se prueba por la
rapidez con que surgieron los llamados "Evangelios apócrifos", que trataban de llenar
las presuntas lagunas, en especial aquellas relacionadas con la niñez del Salvador.
Cuando leemos algunos comentarios sobre si tal relato es o no histórico debemos tener
en cuenta esto del sentido del material histórico. Por ejemplo, podemos decir que Job
realmente existió en tal fecha y lugar; pero también tenemos que estar seguros de que
él y sus amigos dijeron exactamente cada cosa que se registra como dicha por ellos.
No resulta fácil creer que un grupo de personas pueda improvisar largos discursos en
verso y con un profundo contenido filosófico-religioso. Bien pudieron haberse tratado
entonces todos esos temas, pero no tiene importancia que haya sido con esos términos
exactos.
El autor sagrado escribe desde el "punto de vista" de Dios, lo que indica que no
estamos ante un libro común de historia. Por eso se cuentan los hechos que
llamaríamos sobrenaturales, como los milagros y las visiones, con la misma
naturalidad que los de la vida cotidiana. La narración de la crucifixión, por ejemplo, se
presenta de manera clara pero notablemente sobria, igual que la de la resurrección.
Para Dios todo eso es parte de un proceso, que no hay por qué separarlo de los hechos
meramente terrenos.
Citemos otro ejemplo. El Evangelio según San Marcos termina así: "Y el Señor,
después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y
ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la
palabra con las señales que la seguían". Aquí encontramos entremezclado con toda
naturalidad lo que hacían los hombres (que suelen considerarse únicos protagonistas
de la historia) con lo que Cristo físicamente ausente seguía haciendo en ellos y hasta lo
que hizo estando en el cielo! (Hay quienes aseguran que estas líneas no estaban en el
original; eso simplemente diría que así lo sentía la Iglesia primitiva).
Finalmente, notamos que lo mismo ocurre con el futuro. La profecía suele estar escrita
en tiempo pasado. Desde el punto de vista divino, lo que ocurriría es tan seguro como
parte de los caminos eternos como lo que ya pasó. En Dios no hay pasado, presente ni
futuro. Todo es fruto de su voluntad y propósitos.
Estas ideas nos ayudan a leer la Biblia. No tenemos que detenernos en problemitas de
detalles históricos, sino buscar el gran mensaje del sentido que Dios ha querido dar a
su accionar en el mundo y en nuestra vida.
Las culturas a las que pertenecieron los autores de los libros de la Biblia, los
traductores castellanos y los traductores indígenas son muy diferentes. Los idiomas
reflejan esas realidades; por ello, los traductores necesitan reconocer las diferencias de
cosmovisión y cultura para poder hacer traducciones más fieles.
La expresión que en una lengua y cultura significa una cosa, en otra quiere decir otra.
Por ejemplo, en español, la repetición por lo general significa énfasis: "Estuviste muy,
pero muy bien". Pero en Filipinas, en el idioma hilagaynon, la repetición indica lo
opuesto; por eso, en la traducción de la expresión bíblica "en verdad, en verdad", debe
escribirse sólo una vez si se quiere mantener la fuerza del énfasis. En el indonesio la
repetición significa pluralidad.
En Nueva Guinea, entre las tribus de la región del río Baiyer, la expresión "no colgar
mandíbulas" está relacionada con la tradición de la cacería de cabezas y la venganza.
La familia, antes de sepultar a la víctima, cortaba la mandíbula del difunto, le quitaba
la carne y la colgaba en la entrada de la casa como símbolo de la voz de la persona
muerta. Ella recordaba a cada miembro de la familia que en algún momento, en el
futuro no lejano, ellos deberían vengar la muerte del familiar, matando a un miembro
de la tribu o clan enemigo. Sin embargo, cuando llegó el cristianismo, al descubrir que
Dios los había perdonado en Cristo, ellos descolgaron las mandíbulas y las quemaron.
Decían: "Si Dios ya no cuelga mandíbulas contra nosotros, tampoco nosotros lo
debemos hacer contra otros".
Todos estos ejemplos muestran algo muy importante: si bien no se puede encontrar
siempre palabras y expresiones paralelas en cada idioma para expresar un
pensamiento, no hay idioma en el mundo en el que no se pueda traducir una idea del
cerebro humano. En muchos casos, como en el ejemplo de Nueva Guinea, será
necesario utilizar frases descriptivas, pero la idea se podrá comunicar tan fiel como el
significado del original. Otros ejemplos son: el vocabulario de guerra, las montañas,
las rocas (guaraní, lenguas en chaco paraguayo). Cuando se tradujo Proverbios 14.4 al
maya, el traductor se encontró con el problema de la práctica del uso de los bueyes
para labrar la tierra. El proverbio dice así:
Pero en Yucatán, por muchas razones el campesino no usó ni usa bueyes para la
labranza. En realidad, no usa el arado. ¿Cómo traducir este proverbio de manera
comprensible para un pueblo que no conoció ni conoce esa práctica? La traducción de
este proverbio en maya quedó más o menos así:
Naturalidad y aceptabilidad
Uno de los problemas más grandes que tenemos al traducir la Biblia a lenguas
indígenas es el asunto de la aceptabilidad. Como consultores de las Sociedades Bíblicas
Unidas quisiéramos que los traductores aplicaran los mejores métodos y principios de
traducción que nos han enseñado la lingüística y la exégesis modernas. Que las
traducciones sean fieles en el sentido y resulten en obras de gran valor literario; que
suenen natural a los lectores y oyentes. Sin embargo, siempre existe el temor de
producir una traducción que no tenga el sabor de tal o cual versión en el idioma
nacional y oficial. Esto es especialmente cierto en relación con la versión Reina-Valera.
Tan pronto salga la nueva traducción, muchas personas van a compararla con la
Reina-Valera. Si no se parece a ella, de inmediato se pensará en infidelidad a la
Palabra de Dios. Antes de opinar debemos orientarnos sobre la complejidad de la
traducción de la Biblia a nuestras lenguas. Sólo mediante este proceso educativo
estaremos listos para entender mejor el por qué de las diferencias, si existiera alguna.
El descubrimiento de los textos de Qumrán les permitió a los eruditos observar por
primera vez, y en forma directa, el texto que existía antes de la estandarización del
Texto Masorético (TM). Algunos elementos de esa historia textual no han cambiado.
Por ejemplo, los eruditos siguen creyendo que los materiales bíblicos se empezaron a
escribir cerca del año 1000 a.C., y que el TM se terminó de fijar alrededor de los siglos
9 ó 10 d.C. Sin embargo, casi todos los eruditos concuerdan en que la historia del
período intermedio, concretamente desde el 300 a.c. hasta el 70 d.c., ha tenido que
reescribirse totalmente. Como resultado, ha surgido una historia de cuatro etapas
sobre la transmisión textual, la cual goza de amplio consenso entre los eruditos
textuales de la Biblia Hebrea, tocante a sus principales líneas generales. Referencias
bibliográficas: Aquí no se intenta ser comprensivos a nivel teórico o metodológico. Sin
embargo, un breve resumen de la situación actual ofrece un contexto desde el cual
hacer comentarios prácticos. Algunos documentos útiles sobre el tema son el de
Scanlin, "What is the Canonical Shape of the Old Testament Text we Translate" (Issues
in Bible Translation, SBU, 1988) y el de Arichea, "Jeremiah and the HOTTP" (TBT 33,
pp. 101-106).>>
Hebreo
El idioma original del pueblo de Israel era el hebreo. La mayoría del Antiguo
Testamento está escrito en hebreo.
Arameo
El nombre hebreo de Siria es Aram. El idioma de Siria se conocía como el arameo. Es
un idioma muy parecido al hebreo, pero diferente.
El arameo llegó a ser el idioma internacional del Oriente Medio durante los años que
precedieron a la caída de Jerusalén. En Isaías 36 (especialmente los versículos 11-13),
vemos un ejemplo interesante de la relación entre el hebreo y el arameo en los días
del rey Ezequías. El arameo era el idioma para discutir con los extranjeros, pero el
hebreo era el idioma que empleaba la gente común.
Griego
Alejandro Magno fue un poderoso conquistador que sometió a todos los países desde
Grecia hasta Egipto e India, entre ellos Siria, Israel y Persia. Tras su muerte, sus
generales se dividieron el territorio. Uno de ellos fue el primero de la familia de los
Ptolomeos y gobernó sobre Egipto. El otro fue el primero de la familia seléucida y
gobernó sobre Siria. Desde ese tiempo al menos, el griego pasó a ser una lengua muy
importante de esa parte del mundo.
Estas dos familias de reyes -los ptolomeos en Egipto y los seléucidas en Siria- llegaron
a ser muy importantes en la historia del pueblo judío en el periodo comprendido entre
el Antiguo y el Nuevo Testamento. Siempre estos reyes estaban en guerra por el
control de la tierra que mediaba entre ellos, así que hubo muchas batallas en la tierra
de Israel. A veces Israel era gobernada por Egipto y a veces por Siria.
Por último, uno de los reyes de Siria llamado Antíoco IV Epífanes intentó destruir la
religión judía. Sus soldados entraron en el templo, donde les estaba prohibida la
entrada, y llegaron incluso a sacrificar un cerdo en el altar. Trataron de forzar a los
judíos a comer carne de cerdo y a hacer otras cosas que estaban en contra de sus
creencias. Esta situación llegó a ser tan grave que finalmente estalló una rebelión
encabezada por la familia de los Macabeos. La rebelión tuvo éxito. Sacaron al ejército
extranjero y se independizaron.
Durante este tiempo, el líder de los judíos fue el sumo sacerdote. No solo era líder
religioso sino también líder político. Los judíos fueron independientes por casi cien
años, hasta que finalmente fueron anexados al Imperio Romano, aproximadamente 60
años antes del nacimiento de Jesús.
Mucho tiempo antes, en la época de la caída de Jerusalén, muchos judíos se habían ido
a Egipto, y al cabo del tiempo, esa comunidad se había vuelto muy importante. Al igual
que los judíos que emigraron a otras regiones, dejaron de hablar el hebreo. Para ellos,
el nuevo idioma era el griego. Estos judíos ansiaban leer las Escrituras en un idioma
que pudieran entender, y tomaron las medidas necesarias para que los libros del
Antiguo Testamento se tradujeran al griego. Esta es la famosa traducción que hoy se
conoce como la Septuaginta.
La comunidad judía que utilizó la Septuaginta no solo usó los libros que habían sido
traducidos del hebreo. Había también otros libros religiosos que se habían escrito en
griego (o en hebreo, aunque solo nos han llegado en griego), de los cuales algunos
también se añadieron a la Septuaginta. Por tanto, desde el principio, la Septuaginta
fue bastante diferente de las Escrituras hebreas.
Pasaron los años. Me tocó participar en lo que en Sociedades Bíblicas Unidas llamamos
"Talleres de ciencias bíblicas". En un país latinoamericano, después de disertar sobre
las diversas traducciones castellanas de la Biblia, uno de los participantes afirmó
tajantemente, y en público, que "si la Reina-Valera había sido buena para San Pablo
también lo es para nosotros". Para este caballero, la Biblia había sido escrita en
castellano, y en el castellano del Siglo de oro de las letras españolas, o sea, el de don
Casiodoro de Reina y don Cipriano de Valera. (Dicho sea de paso, la implicación de lo
afirmado era obvia: No necesitamos más traducciones de la Biblia.)
Estos escritos fueron producidos por la naciente iglesia cristiana sobre la marcha. Gran
parte de ellos refleja, con claridad meridiana, lo que hoy se conoce como la "oralidad"
del texto: antes de ser trasladados al papiro o al pergamino, el contenido de estos
escritos perteneció al ámbito de la transmisión oral en el seno de las diversas
comunidades que iban constituyendo la oicumene cristiana.
Como han pasado tantos años desde entonces, hay que tomar en cuenta un aspecto
muy importante en el proceso de transmisión y de interpretación de un texto: poner
por escrito lo que se ha estado diciendo a viva voz no es tarea fácil, pero tampoco
extremadamente difícil ni mucho menos imposible; pero recuperar a viva voz lo que
nos ha llegado por escrito desde la antigüedad (y en el caso del Nuevo Testamento se
trata de una antigüedad de casi 2000 años) es una tarea que no tiene absolutamente
nada de fácil y que, en algunos casos, resulta imposible en la práctica. Elementos
como la ironía o el sarcasmo, o los estados de ánimo de los personajes que participan
en la trama, para poner ejemplos inmediatos, pueden perderse en el proceso de la
interpretación de un texto que se ha fijado por escrito. Y más grave se torna la
situación todavía cuando la interpretación se hace con la interpósita presencia de una
traducción.
Pues bien, como decíamos, los textos que constituyen nuestro Nuevo Testamento
fueron originalmente escritos en griego koiné. Y puesto que los manuscritos que han
llegado hasta nosotros pertenecen al siglo segundo de la era cristiana (unos pocos) y a
siglos posteriores (muchísimos: más de 5000 manuscritos, hasta que Gutenberg nos
regaló su invento), hay que tener en cuenta algunas características particulares de la
manera de escribir en aquellos tiempos.