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Aolcop. —_ PROSAS | MORALES [Mao - Giacomo Leopardi ‘Treduecion Jordi Teixidor Prélogo y revision de la taduccién Mariapia Lamberti Cien obras imprescindibles para | el conocimiento de la cultura universal 4 | INDICE Protogo Nota editorial * Historia del género humano. © Didlogo de Hércules y Atlas © Didilogo de la Moda y Ja Muerte Propuesta de premios hecha por Ia Academia de los Silégrafos 7 Didlogo de un duende y un gnomo ¥ Didlogo de Malambruno y Farfarelo ~” Didlogo de la Naturaleza'y un alma , Didlogo de ta Tierra y la Luna ‘tuo eriginal: Opertte moral Boast reader cated La apuesta de Prometeo Primera edicién: 1981, Didlogo de un fisico y un metafisico Didlogo de Torcuato Tasso y su genio familiar Primera edcién en Cien del Mundo: 1995 .—-Diflogo de la Naturaleza y un islandés Parini, 0 de la gloria ee _.. Didlogo de Federico Ruysch y sus momias Produccidn: CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA & Dichos memorables de Filippo Ottonieri YLAS ARTES Didlogo de Cristobal Colén y Pedro Gutiérrez Direccion General de Publicaciones Elogio de los pajaros Céntico del gallo silvestre iipariertta erga set baseianntis Fragmento apéctifo de Estraton de Lampsaco Espata Dislogo de Timancro y Bleandro Copérnico (Didlogo) phase Didlogo de Plotino y Porfirio as Due Males cameee srt Dislogo de un vendedor de calendatios y un transetinte. .. Xoee, P0330 Dislogo de Tristin y un amigo Mexico, DF ISBN 968-26-8246-4 Impreso y hesho en México b 3 PROLOGO AJJosé Luis Bernal En la pequetia iglesia de San Vitale, cerca de Napoles, en la aldea (hoy arrabal napolitano) de Fuorigrotta, desée hace mas de 150 atos es meta de piadasa veneracin y emotivos peregrinajes una tumba, colocada bajo el pronao, cuya lépida reza lo siguiente AL CONDE GIACOMO LEOPARDI RECANATENSE FILOLOGO ADMIRADO FUERA DE ITALIA, ESCRITOR DB FILOSOFIA ¥ DE POESIAS ALTISIMO ‘COMPARABLE UNICAMENTE CON LOS GRIEGOS ‘QUE TERMINO DE XXXIK ANOS SU VIDA. POR CONTINDAS ENFERMEDADES MISERRIMA HIZO ANTONIO RANIERE POR SIETE ANOS HASTA LA EXTREMA HORA UNIDO ‘AL AMIGO ADORADO, MDCCCXXXVIL En los miseros despojos, restos casi impalpables de un hombre en vilo en- tre la juventud y la vejez, muerto de célera y sepultado en iglesia en lugar de Ia fosa comtin de los contagiados gracias alas apresuradas gestiones y subterfugios de sus amigos mds devotos. ya la piadosa compficdad de un médico y un sacerdote, Italia venera una de las almas més grandes que ha- ‘ya nacido entre sus hijos, y todo ciudadano del mundo de espiritu sensible reconoce las sagradas reliquias de un poeta excelso, y de un hombre que spo como ninguno sultir y expresar 2n nombre de todos los vivos ef sufimiento de vivir. El conde Giacomo Leopardi recanatense Giacomo Taldegardo Francesco Saverio Pietro Leopardi nacié el 29 de junio de 1798, primogénito de una antiga familia de rancia nobleza y tam- baleantes recursos, en Recanati, pequefa ciudad, poco mas que aldea, de la regién de las Marcas, perteneciente en aquel entonces alas Legaciones del Estado Pontifcio La revolucidn francesa habfa ya dado sus frutos mas sangrientos, agu- dizando ol emoren tos reaccionarios legitimistas que abogaban por lares- titucién y salyaguarda de los antiguos privilegios, mondrquicos y nobitia- rios. EI conde Monaldo Leopardi, joven padre del futuro poeta, toda su familia y la también aristocritica familia de su esposa, Ia austera y devota Adelaide de Ios marqueses Antic, pertenecfan a este grupo, en una forma imeductible y ciegamente retrdgrada, pues eran fieles sibditos del més retrégrado e wreductible de los gobiemos: el gobierno papal. Empezaba también, por aquellas fechas, la aventura napoleénica, que bia de tener consecuencias desestabilizadoras en todos los Estados euro- eos, tanto durante su auge cuanto después de su ocaso, agudizando en los pueblos oprimidos el ansia de libertad, en los desmembrados los idea- {es de unidad, en los sometidos al extranjero la coneiencia del derecho a la independencia: y en est triple caso se encontraba Italia, Pero la caida de Napoleén en 1815 mated en un principio sélo el retomo a una férrea mano dura de los gobiemnos que restauraria el Congreso de Viens, y a la represién insoirads en los principios de la Santa Alianza: legitimidad, de~ techo divino de los reyes, equilibrio politico e intervencién, En medio de los.revolvimientos politicos se abrian camino las nuevas concepciones literarias que tomarian el nombre de Romanticismo, identificéndose con 1a ideologia liberal nacionalist Crecié en:onces el nifio Giacomo en une asa paterna dominada por principios anticuados, entre el rigida conservadurismo del conde padre y la devocién intolerante y fanatica de la condesa madre. Los ecas de fos tutbulentos aconteceres de su época maduraron en el joven precoz, aislado én su provincia natal, um sentir diametralmente opuesto al de su familia, despertando en su animo, no una visién politica verdadera, pero si el més alte anhelo de libertad para el espiritu humano y para su patti ideal, Italia, para a cual sofaria unidad y renovada grandeza, como lo halbfan softado sus intelectos més grandes: Dante, Petrarca, Maquiavelo, Alfieri. Asimis- ‘mo, sus estucios, sus reflexiones siempre més amarges sobre la vida —la suya personal, a humana, Ia césmica—, el contacto, si bien algo retardado por su situaciin periférica y les prohibiciones del gobierno papal, co racionalismo mecanicistailustrado, lo Ilevaron muy pronto a perder la fe religiosa, pérdida que una romantica desesperada sensibilidad al dolor habria de sellar de forma ineversible. Al conflicio con la ideologia familiar se sumé muy pronto una intole- rancia alaestechez urbana y mental desu Recanati natal, el “nativo burgo salvaje”, como Hegnra a llamarlo en uno de sus poemas, del cual tratard de huir a escondidas con un impetu adolescente, y se alejard despues, ya adulto, con inguietos viajes y estancias en las grandes ciudades de Italia, que le resultarian siempre decepcionantes. Recanati se volverd entonces, 10 en las pansas de estos angustiosos peregrinajes, el remanso de quietud, el punto de referencia, la meta de retomos que le revelarin el poder balsé~ mivo del recuerdo, y adquirira la dimensién privilegiada del lugar de reco gitniento frente al superficial bullcio dela gran ciudad, Recanai, odiada y entrafable, ser el trasfondo insoslayable de su poesia, y su nombre se ‘vera siempre unido, como de hecho lo esta en la toponomastica actual, al nombre del poeta al que vio nacer Fildlogo admirado fuera de Italia El nifio Giacomo recibid, como era de uso en Iss familias nobles, eduea- cién en su casa por obra de un démine yun pedagogo, ambos ecesiésticos, junto a sus dos hermanos Peolina y Carlo, Revel6 tun cardcter férvido y faptasioso, apasionada y casi morbosamente devoto, com una extremada ‘curiosidad de conocimientos, sensible e impresionabie en forma excesiva, pero tisuefio y amante de las chancas; ademas de una genialidad precoz.que inconfundiblemente dejaba presagiar el genio. El padre, amante de las Jetras, poseia una extensa biblioteca: sino al par con los tiempos, riquisima entextos clésicos, muchos de ellos raros y curiosos. Giacomo Ileza pronto a dominar Ia lengua latina; a los 13 afios traduce en octava rima el Arte oética de Horacio, compone una tragedia de tema y estilo clésicos, una Historia de la astronomia rica en datos eruditos, y emprende sin maestro cl estudio del griego. El asombroso dominio de esta lengua alcenzado en poco tiempo to transforma en un filélogo experimentada no atstante su joven edad, Empieza asi una larga serie de trabajos (que no dejar durante toda su vida) de traduceién del griego al latin ol italiano (Homero, Porfirio, Mos- 0, Dionisio de Haticarnaso..), recopilaciones, estudios filolégicas, co- mentarios, discursos, en latino en italiano indiferentemente. A los I7 afi, su fama ha cruzado ya Ios limites de Italia; ha escrito su obra juvenil mas importante Ensayo sobre fos errores populares de los antiguos, donde usa su prodigiosa erudicién para hacer un recuiento de mitos y falsas creencias de la humanidad pasada, que le sirven s6lo para acariciar nostélgicamente la infinita capacidad de los antiguos de crear imagenes hermosas a partir de su estupefacta contemplacién de la Naturaleza, a todo dando vida en st imaginacién, con todo comunicando caida y emotivamente. Las bases de toda su poética, de todo su pensamiento, estin echadas. En 1816, a los 18 aftos, participa en Is polémica recién desatada en Italia sobre las nuevas tendencias romanticas. En su “Carta a los compi- ladores de la Biblioteca Italiana’, la revista literaria que habia hospedado u los escritos de Madame de Staél instando a Jos italianos a unirse al mov iento y a leer alos autores extranjeros, el joven provinciano escribe una apasionada defensa del clasicismo, sosteniendo que la literatura italiana, afin mas que las otras a la griega y a a latina, tiene siempre que remitirse a €stas, pues poco provecho sacaria del acercamiento a las literaturas “bar- baras”” El joven fil6logo siente ademas que la veneracién para los clisicos re- presenta la tnica posible savia capaz de reverdecer y alimentar el amor patrio y el amor de gloria en los italianos, entorpecidos y casi dormidos por el peso de siglos de dominacién extranjera y por el inmovilismo de los gobiernos antilibertatios, Escribe por 1817 el joven Giacomo a Pietro Giordani, ilustre literato con quien inicfa una proficua correspondencia y una célids amistad: “Yo tengo un grandisimo, acaso desmedido ¢ inso- lente deseo de gloria." ¥ aide: "...mi patria es Italia para la que ardo de amor, dando gracias al cielo por haberme hecho italiano, porque al fin nuestra literatura, aunque poco cultivada, es la sola hija legitima de las ds solas verdaderas entre las antiguas”. A su vez, Pietro Giordani se ex presa de su joven amigo en estos términos: “El es de una grandeza sobre- humana, desmesurada, espantosa. No puede [..] imaginarse eusinto sea grande, y cuénto sepa a esta hora...” Escritor de filosofia y de poesias altisimo No eatraia, con tales premisus, que precisamente en la época en que se des- plicga su precoz ingenio filolégico se manifieste también su fulgurante genio podtico, La trayectoria poética de Leopardi nos ha dado una pro- duccién lenta y mesurada, un nimero limitado de poemas: 34 son los Cantos que forman el nico poemario publicado durante su vida, a los que en algunas ediciones se agregan unas pocas composiciones menores; s0- bre un volumen de escritos (prosas, apuntes, esbozos, carta, ensayos, os- tudios filolégicos, poemas narrativos, tragedias, traducciones posticas, etcétera) que, en st obra completa, ocupa un total de mas de 6 000 pigi- nas. Eso poernas tienen sin embargo una ilimitada capacidad sugestiva y poder de resonancia espiritual. Las liricas leopardianas tratan temas di- ‘versos, pero responden siempre a un deseo de teflexidn sobre globalidad dela existencia humana; representan el camino lento y doloroso delacom- prensién del qué y del cémo de la vida humana, que plantea siempre mis agudo y menos resoluble el eterna por qué Entre 1816 y 1819 Leopardi empieza a redactar con regularidad sus, apuntes (Zibaidone, o sea miscelinea de pensamientos, observaciones, 2 exbozos, que lo seguird de 1817 a 1832 y representa hoy una gigantesca obra, una de las mas interesantes fuen'es de conocimiento del hombre y de su sigh), insiste en fa polémica contra fa nueva correnteliteraria—a la que sigue identificando como una renuncia a la italianidad— con el Discurso de un italiano sobre la poesic romantica y escribe sus primeros srrandes poems, las canciones'A Italie” y “Sobreel monumento de Tan- te”, que expresan el dolor y la indignacin por el vergorizoso presente de italia, comparado con su glorioso pasado; asi como otras que nacen de pindosa contemplacién dela muerte deuna joven mujer. Pasion por la pa] tria, sentimiento dela mmuerte, infelicidad humana, ideatizacién de lo feme- | nino, contrast enire anhclos y realidad sus Brandes Yeas perems. Dele fil6logo"ha nacido el posta, del clasicsta conveneide, el romantico mis puro, aunque munca Ilegue a reconacero Los temas civiles ocupan este prime: periodo. Pero tanto en las eancio- nes mencionadas, como en las que siguen, ‘En las bodas de su hermana Paolina”, “A Angelo Mai, cuando descubri los libros de la Republica de Cicerén’, ya es claro el sentimiento del contraste entre las promesas de la juventud y la muerte, y fa conciencia dela infelicidad humana y de latriste condicién, yao s6lo de Italia sino dela humanidad entera que ya no sabe encontrar el camino de la magnanimidad y de la gloria; asi como la dis- yantiva del hombre al que s6lo es dade escoger, en la sciedad presente, entre ser misero 0 cobarde, como previene a la hermnana en vispera de formar una familia, pues elegirel camino de la grandeza lleva séloal dolor yal desprecio de los demas En estos aios sin embargo, en fos que el joven anhela salir de la estre- chez desu entono para enconttarhorizentes de gloria se presenta ambien luna inspiracién més contemplativa, que parte de la vivencia personaly de un delicado, intimo contacto con la naturaleza y con su ambiente domés tivo, para abrir un espacio de meditaciox sobre el contraste entre los vuelos del alma y la realidad. Nacen cantos que a partir de temas personales se ¢levan aconsideraciones mas amplias, onde seanuncia latransfiguracign dde Recanati en lugar privilegiado de iareflexién, punto de partiéa inma- nentey circunscrito para el pensamiente trascendente y universal. El poeta definis estos poemas como idilios, 0 sea pequetios cuadtos, a estilo grie- go. De. 1820 son ‘La noche del dia de fiesta", “A la luna”, “La vida soli- fara”, “El suefio", “El espanto nacturno”, y su poema mis breve y mé famoso, uno de los mas perfestos que conozca la humanidad entera, com pafiero de viaje de tantas almas sensibles y meditativas, reto perenne y meta inaleanzable de exégetasy traductores; “El infinito” La progresiva conciencia de Ia infelicidad de su vida, ahogada por la obtusa y limitada realidad cotidiana y por si fisico malttecho, o Neva a hhermanarse con las grandes almas de su idelatrado pasado grecorremano, 13 cen las que sfente reflejado su mismo ser, en un camino que fo llevar a tomar conciencia, paso 2 paso, de la infelicidad sustancial de toda vida ‘humana. Nacen en 1821)las canciones delisuicidio: “Bruto menor” y “Ul ‘imo canto deSafo". Personajes emblemiticos, proyecciones del alii del * poeta! suicida et primero por la decepcién de la ruina moral de su pattia, y 1a segunds poF Ti imiposibilidad de ser amada a causa de su fealdad, “En esta misma época, la Teflexién sobre la diferente forma de relacio- narse con la vida y la Naturaleza que tenfan los antiguos, punto de partida de su ideal literario clasicista, cabra forma postica y sustancia de amargo Contraste conel presente. Nacen asf los himnos al pasado mitico, pagano y biblico: “A la Primavera, o de las fabulas antiguas”, y el "Himno a los Patriareas”, poemas en los que exalta con dolorosa nostalgia la fantasia que esconde la crud realidad, la juvenil capacidad de autoengafio que el hombre ha perdido para siempre con la edad adulta de su racionalisio. labora tamb én Tos esbozos de neve himnos eristianos que nunca Ile- gata a escribirse porque el poeta abandonaré definitivamente toda espe- ranza religiosa Leopardi siempre afirmé que lo nico que podta escribir era la “historia {de un alma", su historia interior. Con estos primeros poems, estin traza dias las grandes lineas de esta historia, yabierto el camino para transformar wexperienciapersonal en pensamiento universal. La vida es dolor, la Na- tutaleza es ciega, simple conjunto mecénico de fuerzas sin consideracién ni piedad por sus criaturas; el hombre subyace a un destino de impotencia cinfelicidad, y sélo se sustrae a él con la fantasia, siempre poética, que es 2 un tiempo imaginacién y esperanza, Fuerte imaginacién tuvieron los ‘ntiguos en st ignorancia de fa real constitucién del universo; fuertes y rmiltiples esperanzas tienen los jévenes por la ignorancia de la vida que todavia no experimentan. Ambas son caducas, destinadas a deshacerse al contacto con la Verdad. Cuanto mas esté lejano el conocimicnto de la desnuda realidad, tanto mas amplio serd el espacio de la esperanza, del dichoso engaro de la fantasia que imagina la felicidad, Y conform: el poeta avaniza en los ais, sale hacia nuevos horizontes, cconoce en sit reatdad ef mundo antes sofado y se decepciana de él, su vi- sin dolorosa de Ia vide se perfecciona y se extiende, su vivencia adquiere Ta trascendencia de una teoria universal. Su fulgurante trayectoria poética so interrumpe sntonces por wn periodo de cuatro afios (1824-1828) ocupa- dos por un sentir diverso, que pretende elevarse a una consideracin logi- , camente fray consecuencial, razonada, de su visién del mundo: un petiodo {F “filosstico” en que Leopardi descarta la inspiracién lirica y el verso, y adop- I tala prosa, Son los afios de composicién de sus prosas morales, Operette, © sea obritas, como él Tas denomina con un diminutive de opus! obra pe. uefia pero ensi perfecta e independiente, como una pica ti 14 std leyendo a Luciano, y construye sts reflexiones filoséfieas «Ia griega, en forma de mondlogos o didlogas entre seres miticos, fanidsticos 6 embieméticos. Su vocacion posticalo lleva a descartar ya de enfrada la seca objetividad del ensayo o de la exposicién teérica: los seres que vez tras vez se hacen portavoces de sus conceptos nacen de su bagaje cultural, pero sobre todo desu ilimitada fantasia, Son gnomos y duendes, son Ma” Jambruno y Farfarello, los diablos chocarreros dc la tradicién popalarita- liana, son la Tierra y la Luna, Hércules y Atlas, Prometeo y Momo; es Tor- cuato asso, el poeta renacentista tan cercano al alma roméntica por si hondo ensimismamiento, su vida infeliz, su amor sin esperanza, sudestino de locura; es Farin, et poeta moral, imgento incamprencido pov ser supe rior a sus tiempos; son seres abstractos y concretos a la vez, como la Moda y la Muerte, o la Naturaleza, amada y temida; son personajes de ficcién propia, que con su mismo nombre revelan la tesis que pregonan: el fisico yel metafisico; Timandro, el que admira.a los hombres, y Eleandra,el que tiene compasion de los hombres; Tristan, el triste. Hay personajes de la historia como Colén, Copémico, Plotino y Porfirio: pero resultan transfor- _-mados por su fantasia en dobles del mismo poeta, como lo es ¢! imaginario ‘lip eee ;: ~ ~ ToddSllo8Se mueven en paises ycircunstancias delicadamente bos- quejadas, con pocos detalles, pero capnces de evocar una imagen precisa, suspendida entre la realidad y el emblerna; en las que las actitudes fami- liares, cotidianas, a veces juguetonas (como en el didlago que sostienen Hércules y Atlas, jugando con Ja Ticrra como dos nifios con Ia pelota) contrasan con Ia gravedad de los ssuntostratacos Porque la materia es siempre grave, tremenda, compendio y sistemati- zaeién de una cosmavisién severa, y en ningim momento Leopardi se detione a tatarasuntos inferiores alos grandes, sustanciales y etemos que aquejan la existencia de la humanidad El tema principal cs e| dolor. El hombre est sumido en el dolor, y al mista Tiémpo anhela ardientemente la felicidad: mas bien, el dolor de la existencia estriba precisamente en esta capacidad de figurarse en la ima- ginativa, en la sensibilidad, la dicha que fa vida nunca da, nunca puede dar, pero que el ser vivo siente-como tnica meta y justificacién de la vida misma, Supremo engaao dela Naturaleza que requiere del apego ala vida, no para la supervivencia de las criaturas, destinadas todas a a muerte, sino para su propia supervivencia, el deseo de felicidad se transforma en el hombre en siempre renovada esperanza, inmune a las renovadas decep- ciones, causante de renovados datores. Abre la seric una visidn fantastica y alegérica del nacimiento del dolor, al modo de las antiguas teogonias, En la “Historia del género humano™ se plantea la contradictoria bisqueda de la litmanidad, que no conforme 15 con gozar de un estado de sosiego natural, lo considera angustiosamente tedioso, y para evitarlo se fragua afanes y matestares sin fin, En su ansia de conocimiento no se da cuenta que tomar conciencia clara de fa realidad. (0 sea progresar en ol camino de la ciencia) significa sélo medit lo angosto de Ia eatcel que lo encierra, y percatarse de las cadenas que lo atan, Como Linico alivio, le quedan los fantasmas de la ilusiény; como sola dimension de divinidad, el amor, privilegio de ulmas clegidas, yue pocos conocen, que casi todos confunden con un falaz remedo carnal y vulgar, ~ Entonces, como descubrird desolado el Islandés, Jos hombres Iuchan por “‘placeres que no deleitan y bientes quemo benefician’:y la Naturaleza, lejos de proveer cual madre al bien de sus hijos, es, cual madrastra, inerte espectadora de su mal, que no le importa nile ata, hasta ser la pérfida ‘enemiga que vuelve daftino para la vida aquel mismo placer que es fin dil timo para los vivos, y que apercibe para éstos, antes de la muerte, e} mal mds tremendo, demasiado cruel para ser merecido: la vejez, Son los mismos diablos burlones, Malambruno y Farfurello, que reve Jan a naturaleza diabélica det amorde felicidad, que es en cl hombre amor desi, egoismo feroz que le cierra la mente el corazdn no s6lo alos demas, sino a las virtudes mis altas, yal mismo deseo de gloria que es sumo bien para el hombre, tinica dimensién de inmortalidad. Ni el mismo diablo puede por lo tanto conceder un solo instante de felicidad al hombre, pues Su infelicidad no depende de la voluntad perversa de ningiin ente mayor, €8 s6lo fruto mecénico de su contradiccién. E| amor de si redunda en necedad: necios, los hombres insisten en creerse los bencficiarios y los reyes de toda Ja creacién, en no aceptar Feconocerse migajas intrascendentes de un cosmos que no se inmuta ria con su desaparicién, y victimas en su propio mundo de los continuos asaltos de la Naturaleza, Ef tema de la Naturaleza madrastra se amplia con esta perspectiva, que considera con conmiseracién el false orgullo de los hombres que, come ironizan el Duende y el Gnomo, y como lo expli- cael sabio Copémico, cree que el universo entero haya sido predispucs- to para él. La ciencia, camino tremendo hacia el conocimiento de la fla realidad, fuente, si bien entendida, de estoica desesperacién, es inter- pretada por el falso orgullo de los hombres como progreso,civiliz triunfo. Porque el amor de s{redunda en ceguora, Ciegos, los hombres no sélo insisten en cteer en los prodigios de su ciencia, de un “progres” nefasto ¥ eaduco, que solo atrofia su sensibilidad, sino en esperar el bien futuro, sin querer considerar la suma de las decepciones; se dejan arrastrar por la moda, convencer por la opinién ajena, veneran las apariencias y despre- ian los verdaderos valores. El tiempo presente, que cae en tan honda necedad y ceguera, se revela por ende el mis compte, y el hombre que 16 lo vive el més perfecto, como lo comprobard Prometco, antaiio amante de Jos hombres, no en fo bueno, sino en lo malo, El tiempo presente esti muerto para las virtudes y el anelo de inmor- talidad, Honor, patria, fama ya nada dicen hombres sumidos en la bajeza de ambiciones materiales. De alli deriva, como explica el gran Patni ao ven discipulo en el aspero camino de le gloria, que también las letras y “gsates,y la misma fiosoie,refleo nmediato del sent dotoda una Spe. ca, se encuentren en Ia decadencia. La tinica dulzura, si asf se le puede lla- mar, el tinico balsamo al vivir es la belleza, la fantasia postica: pero ain ésta subyace a la ley de la aftoranza de lo perdido. Los dichosos antiguos posiian crear pogticamente porque su hermosa ignorancia dela realidad me- ‘iinica del cosmos les permitia creer cn sus imagenes poéticas, y mis alld de ellas, en la gloria, la patria, el amor. E| hombre de la edad racionalista ha perdido esta facultad, y ls letras y las ertes lo resienten con una lamen- table decadencia. De la visidn desesperaca de la vida deriva como logica consecuencialateflexién minuciosa sobrelasituacién delas letras y laesencia dela pocsia y la flosofa, y el apasionado —roméntico—clasicismo, El amor de si redunda también en ccbardta. Cobardes, Jos hombres temen a la muerte que es st nico bien seguro, su inico remedio. Se inserta asi el tema de la muerte, cuya alabanza mas alta estd puesta en boca de los nismos muertos, en el singularisimo “Didlogo de Federico Ruysch y sus momias”, precedido por una lirica que por su cristalina perfeccién bien nerecerta aparecer en la coleccién de los grandes Cantos leopardianos. La muerte, condena de todo ser vivo y consciente de su existr, revela su aspecto benéfico de suprema consoladora; no trayedia, sino meta final de sosiego y liberacién de Ia perenne-y crue: biisqueda vana de la felicidad. Amada, reconocida como el verdadero tinico placer —por ser, como dirla Sécrates, cesacién del dotor— el sabio Ilsgard a buscarla, ya acariciar la idea del suicidio, Pues el sabio, ef alma noble, sabe comprender la verdad, sabe apegarse a la razin, no la de la falsa filosofia del siglo, que pregona, tiunst, tnexcslencia humana, sno laverdader, la que ragunel ine lecto a partirde una sufrida experiencia, laque, kicidamente, ve en el hom- bre el ser mas imperfecto y mas malvado de la creacién, y reconoce el imperio brutal de la Naturaleza Este hombre magivinimo amar la gloria a pesar de saber que su obte sign depend mi de a casualida y del caprich dn opinién que de su verdadero mérito, como ensefa Parini; y mara la muerte mas que la vida como la cesacion de tode mal, Plotino y Porfirio se encargan de discutir sobre la legitimidad de la muerte voluntaria, y sobre el dafio que las ensefianzas platénticas han causado al hombre, haciendo de la muerte una fuente de terror l pronosticarun mésalléde infames castigos 0 de tediosa bienaventuranza eterna. 7 Y aguf se inserta el tema del tedio, e1 mal de las grandes almas, al que sin embargo no escapan todos les seres vivientes. El hombre que com. Dende la verdad seré ms infeliz an que los otros mertales, parla mayor conciencis de su infelicidad, y por la imposibilidad de aferrarse a falaces espetanzas. Pero a raiz de esta imposibilidad, un mal mayor lo espera: la ausencia de esperanzas, la conciencia de la vanidad de todo anhelo | privara de contenias su deseo de felicidad, inevitable por ser comin a todo hom- bre: y este deseo puto ¥ hile, agudo y doloroso en extromo, 23 el tedio, ¢l mal supremo, fa muerte en vido Este hombre superior, esa gran alma, tena otro mal entre sus males ers objete del desprecio y dete hostlicad de los ottos hombres. Mas te valdria entonces, como se dicen dialogando sin medias palabras el Alma y la Naturaleza, no tener ni intelecto, ni sensibilidad, ni corazén. Mis le Vakitia morir pronto, ona haber nacido. Se refugiars entonces en el suet, siempre superior a Ia realidad; como Torcuato Tasso, buscar artificial. rents el avido con el vino y el opio, conseguird una sombra de amor & 'a vida poriéndolaatificialmenteen riesgo, como lo explica Colén 8 Gu tiérrez; anard la muerte al punto de buseatta con el suicido, adoptari, como Filigpo Oxtonier, aria y l sarcasmo para expresar un dolar que ino adhnite quejidos porgue no conde consuelo, La infe icidad asi descrita no deja por su lgica resquicio alguno: la existencia en si es un mal, y no slo el hombre es infefiz, sino todo ser vivo, y hasta los astros inertes e ianimados, Con el “Cantico de! gallo silvestre”” la visi6n universal de Leopardi se ha completado, > Todos estos temas se trenzan y so persiguen en el corpus de lag 20 pro- sas compuestas en 1824, y en las otras cuatro que cobraron forma en los: aos siguientes, como motivos musicales en una fuga 0 en los tempi de tuna sinfonia, Los podemos reconacer casi siempre todos presentes en cada uno de les didlogos, pero con fuerzas diferentes, casi con luces de diversa intensidad, con angulaciones y perspectivas siempre cambiantes, para Juego unificarse y recomponerse en su unidad en nuestra mente yen nies. tro corazén Bs lfc determinar la verdadera natursleza de estas prosas. El poeta, en cl aio d: la primera redaccién, eree de verdad apagads su inspiracion lirica, y no petcibe que el intenso, irrefrenable dalor con que expresa su visin e6smica, su desolada filosoia, refleja la vivencia interior ce mation dle autobiograia, se Face, es poesia, Esilisticamente.edopta ge enon cidn que quiere ser irénica, un estilo ligero, donde la sonora magnilécuen- Gia GE Ss poemas cede ei paso a un Lenguaje catdiano, por momentos racioso, dando vida al escenario del didlogo, ala actitud de los dialogan. tes, casi pata disminuir la gravedad de los asuntostratados otorgindole la misina importancia de las nimiedades cotidianas. 18 Pero este tono intencionalmente despreocupado y prosaico se levanta de repente con las interrupciones liricas que representan el “Elogio de los. pajaros” y el “Cantico del gallo silvestre”; y estas pausas sinfonicas, este allegro y este largo majestuosos son un espia de la intencién elevada, alertan muestra stencidn hacia cl tono vibrante y sostenido que trastuce de Tas otras composicfones aparentemente més apagadas. El resultado es desgarrador. La aparente frialdad no s6lo no esconde, sino que acentia por contraste Ta aguida, desesperada rebeldia de ‘odo el ser del poeta frente alas trigicas y desesperanzadas conclusiones alas que ega su intelecto, Debajo de la risa los labios tiemblan, las Lagrimas se asoman, La visién de la vida que Levpuitli nus presenta en esta obra perturbadora no es razonada con Ia fria Logica del pensador, sino rentida y suftida con cdlida desesperacién, en nombre de todos. El poeta fildsofo tno to sabe, no fo reconoce. Cree haber aceptado la pérdida de todas las ilusiones con gélida resignacién. ¥ nos da gracias a estas contradicciones, tuna de las paginas mas inquietantes y sublimes de la literatura universal EL silencio poético se interrumpe en 1826 con la composicion de un ‘nuevo canto: la “Epistola al Conde Carlo Pepoli”, y después en 1828 con “Elresurgimiento” enel que el poeta reconoce el renacer delainspiracién, y que da inicio a la nueva ininterrumpida temporada postica. Tanto e3- tos dos primeros cantos, cama Jos otros que compone hasta 1830 —los Hamados Grandes Idilios: “A Silvia’. “Las recordanzas”, “La quietud después d6la tempestad”, “El sdbado de la aldea”, “El gorrién solitatio” Yel “Carito iiocturmo de tn pastor errante de.Asia”*— reelaborain postica ‘mente la materia de sus prosas morales. Son éstos sus cantos mis cHlebres y perfectos. El tema —desentrafiado hasta sus tiltimas consecuencias en sus prosas— de la infelicidad de los hombres, condenados a laeterna espe- ranza de un bien que nunca puede llegar, se desarrolla sobre el trasfondo de una Recanati transfiguraca por la nostalgia del recuerdo. Pues con el paso de los afos, ala muerte progresiva ¢irremediable de las ilusiones se acompafia el descubrimiento del dulce consuelo de las memorias, que en las prosas (en el “Dilogo de Torcuato Tasso y su gento familiar” y en los “Dichos memorables de Filippo Ottonieri") apenas se asomabs, y que en estos idilios alcanza nivel de tema dominante. Las memorias son la contraparte especular de las esperanzas: éstas.colocan Ia felicidad en un futuro sofiado, aquéllas en un pasado perdido; en ambos casos la dicha se mantiene inasible, y el hombre la desea o laafiora aguda y dolorosamente, conmés dolor cuando sabe reconacer su inasibilidad. Séio el ultimo canto, el del pastor errante, se sustrae a este espectro comin: intencionalmente lejano de todo paisaje familiar, dicho, como en las prosas morales, por boca de un personaje emblemtico, se pone Ia misma pregunta que, en el didlogo correspondiente, le pone e! Islandés a la Naturaeza: zhay alguien 19 + quien aproveche esta vida infelicisima del universo? Este canto, de de- licadas imagenes y de una duizura prodigiosa, es la sintesis mas perfecta, serena y pura de toda la filosofiay la poesia leopardiana, elovacién a nive, les césmicos de su sentir doloroso, de su conciencia de que Ia infelicidad de la vida se amplia, sin el consuelo de un porque, a infelicidad de la exis- tencia, que involucra por igual hombres, brutos y astros, En adelante su poesia tend siempre algtin contacto o ovo de sus puss, ¥ poesia y prosa se completatin y explicarén cn reciprocidad, formando tun corpus de inaleanzable perfocciin formal yaltisimo contenido humano, Con los afios, en altemancia con su labor postica, completara el panors. | ma de sus 20 “obritas” con otras cuatro (“Didlogo de Plotino y Porf | fio", “Copémico”, 1827; “Didlogo de un vendedor de calendarios y un transetinte”, “Didlogo de Tristén y un amigo", 1832) cada una de las cua les vuelve a visitar con mayor precisién, con un cincel mas fino si se vale la metéfora, uno o varios de los temas trenzados en las 20 anteriores, para asentar en toda su pureza su itreversible testamento espiritual. Comparable tinicamente con los griegos EI sustrato del que nace la actividad literaria de Leopardi es, como se ha visto, el estudio filolégico (lengua y pensamiento) del mundo grecorre ‘mano, principalmente el griego. De esta consuctud con la poesia y la prose helénica y romana deriva en sus versos y prosas, de los que esta ausente toda idea de Dios, la presencia siempre viva de las figuraciones miticas, el concepto terrible del hado, la figura entrafable de la Naturaleza ala que hhunca, en la veneracién 0 en el odio, se quita la categoria de set vivo y divino. De alli también ol tono perennemente sostenido, que sigue el dic- tado do la preceptistica retirica, que moldiea la sintaxis de la lengua mo- derma sobre la estructura hiperbatica de las antiguas, que respeta nexos, subordinaciones, sentidos etimolSgicos, con la familiaridad y el rigor del ‘raductor de lenguas clisicas }}__ Leopardi adoma su lengua con preciosismos arcaizantes, palabras ra- | fas, ecos de sus conocimientos literarios, neoformaciones al estilo de Ia ‘lengua gricga, que para cada concepto nuevo encontraba un modo de ex- presign a partir de los conceptos ya en uso, Vierte en su escritura foda su tremenda erudicién, Sus Qpererte moral, as prosas objeto de este libro, estin apoyadas en un minucioso y amplisimo trabajo de recopilacion erudita, de la que el poeta nos da cuenta en otta parte de su obra, Suca sus temas o sus detalles de innumerables autores antiguos: Herédoto, Estra, bon, Plinio, Didgenes Laercio, Luciano, Apolonio, Origenes, Macro- 20 bio,Tertuliano, Pindaro, Séneca, Pausania, Porfirio, para no citar més que algunos de los antiguos; pero también, ertre los modernos, a Camoens, ‘Montesquieu, Antonio de Ulloa, Robertsor. Se remite asimismo.a noticias ccutiosas de gedgrafos y gacetistas de sus tiempos o de tiempos pasados. Nos demuestra su conocimiento de las tenguas modernas, ademis de las antiguas’ a propisito det terrible episadio de los antrop6fagoe, en el dis logo “La apuesta de Prometeo”, nos hace saber que la escalofriante des- cripcién de aquellas costumbres se encuentra en los relatos de Pedro de Cieza, que particip6 en la conquista det Peni y describié en sus memorias éste y otros detalles exsticos o terribles. Conocia y entendia entonces el espafol, habia leido hasta a este cronista menor de la Conquista Pero cl material erudito nose uiliza corel afin de demostrar sus cono- cimientos: esté vivo en si intelecto, acumulado en los afios de estudio, absorbido y vuelto came y sangre de su inspiracidn: esté refundido con la firescura de la invencién propia, mezelada con las observaciones y las impresiones de un dnimo delicado y atents. Del mismo modo, la lengua poética dulica y compleja (Ia mas difieily bella probablemente de toda la literatura italiana) se rejuvenece con vocablos y flexiones cotidianos y familiares, entrafiables, con las palabras que él mismo define poéticas: las ue indican sensaciones o realidades vagas, indefinidas, sugestivas, entre las cuales se encuentran fos superlativos, que Leopardi emplea con abundan- cia asombrosa, Sabe usar los términos en su sentido etimoldgico, pero al cultismo se mezcla siempre el eco del sigrificado modemo, aumentando las resonizncias del significado, Baste como ejemplo el término estupenda que adjetiva la vida en cl coro de fos mueros en el “Didlogo de Federico Ruysch y sus momias”. El término estd sado en el sentido latino de asom- rosa, capaz de causar estupor; pero el primer sentido que nos Hega es el comiin de bellisima, y con este solo vocablo, se despierta en nuestto énimo el amor y el rechazo para la vida que luchan en el suyo. El poeta, en verso y en prosa, tiene la caracidad —que él atribuyé siem- pre silo los antiguos— de descubrieta vica y la naturaleza, de considerar le realidad en sus terminos césmicos, de el2varse de lo particular a lo uni- versal, de vivificar y hermosear sus objetes més queridos de conternpla- «id: laluna, los pdjaros, los horizontes circunscritos oinfinitos, las ticrnas figuras de mujer. ‘Su forma de poetizar (peto-también de escribir en prosa) responde @ una intensa inspiracién, de corte netamenteromentico. Escribe a Giuseppe Melchiorn, a los 26 afos: Yo no he escrito en mi vida sino poquisimos y breves poemas, Escribiendo, ‘no he seguido nunca mas que una inspiracino fienesi... Estees mi método, ilmentenaceria aguade un tronce y sila inspiracisnno menace sola, mas 21 {queun verso demi cerebro, Los otras pueden poetizareada vez que quieren, Pero Yo no tengo esta Facultad de ningiin modo... (5 de marzo de 1824), Nos puede extvafiar que un poeta tan intensamente roméntico luche eon {tanto ahinco contra Ta teorfa literaria del movimiento, y se proclame inveduet blemente clasicista. Pero el clasicismo leopandiano, lejos de ser luna actitud reaccionaria, apegada a formalismos lesprovistos de signifi- cado, screvela como una forma mas depurada, elevada y, para su espirit italiano, patriotica de ramanticismo, Sélo los antiguos, sostendrd durante toda su vida, se unieron directa y sinceramente con la Naturaleza, reci- biendo de ella Ia inspiravion; sélo ellos supieron alcanzat la verdadera poesia, que es expresién de lo humano transfigurado y unificado en lo césmico, Sélo estudiando, amando y analizando con devocién a los anti guos se comprenderd el verdadero sentido de la imitacién: imitar no la for- na, sino la actitud de apertura al alfento poetica, ala fantasia creadora y vivificadora, a la sensibilidad que no teme el sufrimiento que es su ine. vitable heredad. Pero tse es la definicién de ta poesia, verso y prosa, de Leopardi mis- ‘mo: mezcla perfeeta de contenidos intelectuales, emotivos, fantasticas, cultos, expresivos. Poesia total, poesfa para meditar, sentir, vibrar, poesia del ser en toda su tragica grandeza; fuente perenne de reflexi6n, fuente en 4a que el alma puede hundirse encontrando la dimensién de la grandeza perdida, El camino que Leopardi reconoce en los griegos es el camino poético que él mismo ha recorrido, colocdndose, mas alli de los estérles debates, a la estatura de un clasico, Que terminé de XXXIX afios su vida, por continuas enfermedades misérrima Los problemas fisicos que aquejaron durante toda su vida al poeta empe- zaron cuando el fervor de los estudios, en la edad del crecimiento, lo llevo 4 descuicar la salud del cuerpo buscando desmedidamente el saber y la gloria, como éI mismo fo indica en una carta al amigo Giordani Yo me arruiné con siete aos de estudio foco y desesperadisimo en aquel tierupo en que se me iba formando y se tena que consolidar lacomplenion, ¥ me arruiné infelizmente y sin temedio por toda la vide, volviendo mi aspecto miserable, y desprecabilisima toda aquella gran parte del hombre, ues la sola fa que miran los més... (2 de matzo de 1818), 22 A los 20 afios tiene un aspecto enclenque, precozmente envejecido, sin atractivo; su alma anhela el amor y la felicidad, idotatra desesperadamen- te la juventud, sus promesas y sus deletes: y su cuerpo desangelado vuelve inalcanzables todos sus anheles. El estudio es su refugio y su tinico placer, pero sus males de ojos y nervios lo exeluyen también 2 menudo de este reducto, en formas que parecen irremediables y lo sumien en la desespe- racién Los males que To aquejan van en aumento a fo largo de su breve vida, acompasan y limitan su titénico deseo de hacer (lo que no impide que su volumen de lecturas y de escritos, en algunos afios de su vida alcance niveles asombrosos), le dificultan obtener y mantener un trabajo que altvie sus siempre precarias condiciones econémnicas, ya que la familia, embar- gada por mals administracién desde la época de su nacimiento, no pue~ de ayudario; pero sobre todo le hacen siempre creer en la imposibilidad de seramado, y aumentan ta idealizacién y la desesperada nostalgia de ju- ventud y hermosura, el bello aspecto que permite despertar amor; aun- que licidamente su espiritu desprecie al mundo que sélo sigue las apa- riencias, sin apreciar las virtudes més profundas. En 1831, en ccasién de Ia primera publicacion de sts Cantos, asi escribe en la dedicatoria que éf mismo titula, en forma indirecta, “A sus amigos de Toscana”: Esperé que estos caros estudios sostendrian toda mi vejez, ycrel con la pérdida de todos los otros placeres, de todos los otros bienes de ‘a mocedad y de la juventud haber adquirido un bien que por ninguna fuerza, por ninguna desventura me seria arrebatado, Pero yo no tenia més que veinte aos, cuando por est enfermedad de nervios y deentraias, quo privéndome de mi vida, no me da esperanza de muerte, aquel énico bien se me redujo ‘menos dela ita lege dos aos ated os trina, me a sid quiado dal todo, y ya creo que para siempre. Bien sabsis que estos mismos papeles yo no los pude leer, y para enmendarlos me vi forzado a servinne de ojos ‘ymanos ajenas, Yano mesé condoler, mis queridas amigos; y laconeiencia, {que tengo dela grandeza de mi inflicidad, no conlleva el uso do laments. Lo he perdido todo: soy un tronco que siente y pena Al llegar a Népoles en 1833, su iiltima estancia, Ios males del cuerpo y del alms lo han reducido @ un ser repugnante y grotesco, que deja apenas traslucir sus valores intenos. Asi describe Augusta von Platen en su Dia- io una visita al poeta en su estancia napolitana: EE primer aspecto de Leopard [1] ene ago de absolaamente horrible, undo uno ha vendo repretentindoselo sgin ss poemas, Leopard et efi y jorobad, el rato Toten palo y enfrmiz,» Sin poderae Mave y sia podese aplica, or el esa de ss ervcsconduce una de Tas mit miserable dns que se pucan magna. Sin embarge, conocin- 23 tolo més de cerca, desaparece lo que ay desagradable en su exterior, y la finura de su educacidn clasicay Ia cordiaidad desu rato disponer el dime cen su favor (Se septiembre de 1834), Sobre este fisico desgastad, sobre este espiritu que ya nad , ste espiritu que ya nada esperaba de {a Vida, triunf6 facitmente el contagio que hizo estragos en Népoles en 1837. nes eee Asi escribia el poeta al padre en fecha 27 dle mayo, pocas semanas antes de su muerte acaccidia el 14 de junio del mismo ato: Mis padecimientos fisicos diarios eincurables han llegado con Ja edad a un sarado tal que ya no pueden crecer: espero que superada finalmente Is equefia resistencia que les opone mi moribundo cuerpo, me llevardn al eferno descanso que invoco célidamente cada dia no por heroisme, sino por ol rigor de las penas que prucbo, [Leopardi habia pedido en “El yorrién solitario" evitar “de vejez el detes- tad tbr. cuando muds is oen sein a oravbe see at vacio el mundo...” Unica benignidad del hado, le fue ahorrada ta vejez, lltimo y mayor de los'males, inmerecido castigo inventado por los dieses para la afligida humanidad, como habia expresado en el “Didlogo de la aaratzay un Islands” y tepeti en “El ooaso de aha”, st poster ‘Poema; pues la invocada muerte fe leg en el timo aio que los alligidos ‘ortales consideramos de juventud, eee Esta vida lena de humillantes debilidades, este contraste tan marcado entre la grandeza del alma y la fealcad del cuerpo, han sido aprovechados por la eritica més superficial para reducir la terible vision de la vida que el poeta nos presenta, a un simple reffejo de su experiencia personal, Una interpretacién asi rebaja fa evidente grandeza del hombre y de su pensa- ‘miento, contradice la misma altura postica de su obra y la fre lucides del razonamiento; pero sobre todo revela el temor —tantas veces de, senmascarado y escarnecido por e! poeta mismo— que los hombres vuk ares sienten frente a la conciencia de la miseria humana, Es mas facil y ‘menos bumillante atribuir una interpretacign dolorosd de la vida a un pe. simismo (palabra demasiado a menudo utilizada por la ertica a proposito de Leopardi, sin considerar el juicia de valor resttictivo que encietra) naci ddo de una miseria fisiea, que al tremendo contraste que un alma grande, dlesmesurada, sionte midiéndose con la vida; aunque para hacerlo se tenga ue pasar por alto fo que nuestra experiencia nos dicta, y que el mistro Peta tantas veces repite: que el dolor no es directamente proporcional a las miserias del cuerpo, sino @ la grandeza del alma EI mismo Leopardi responde a fos que consideran que su visién de la vida “tenia que ser efecto de enfermedad o de otra miseria suya en par. 24 ticular”, en el “Didilogo de Tristan y un amigo”, su tltima prosa, gélida, putisima, perfecta sintesis de cémo un alma superior se sustrae dasdetio. samente al terco y repetitivo engaio con que los hombres se amarran al exist, afirmando la ideal superioridad de la muerte sobre la vida Antonio Ranieri por siete afics hasta la extrema hora unido al amigo adorado La vida afeetiva de un hombre de ta sensibilidad no podia ser sino intensa, Pero su espiritu contemplativo y reflexive lo llevé a amar principalmente al amor, a desear sus inefables Sensaciones intermas mucho mas que a per seguir los banales y brutales placeres extemos. Cuando alos 17 afios siente cl primer entusiasmo por una mujer, registra en una especie de diario, las Memorias del primer amor, todas sus sensaciones, se observa minuciosa- ‘mente, espera con ansia y deseo el presentarse el crecer de las emociones, ¢goza con el sufrimiento siempre mas agudo en presencia y en ausencia de la dama, que se queda desdibujada e intrascendeme, simple causante ig- nara de tan divinas sensaciones, En sus poemas de la memoria, “A Silvia" y “Las remembranzas”, el poeta transfigura el recuerdo de una joven vecina muerta en la flor de la edad, en una de las figuras femeninas més puras y enirafiables de la lite- ratura italiana, con una deticadeza Tlena de emocidn, haciendo de ella cl simbolo de la esperanza humana destinada a marchitarse sin remedio. No fs amor: ¢s contemplacién, idealidad del amor. Pero idealidad tan fuerte que le hace Henarse de repugnancia ante la desfachatez y libertad de cos- tumbres de las mujeres romianas, cuando en 1823 sale de Recanati para conocer finalmente el mundo. De regresc, asqueado, escribe “A mi m jer, canto al amor sublime, donde la figura de la mujer ideal se confunde con aquella, hermosisima, de la Musrte. Tal vez por eso en sus prosas mo- rales apenas si toca el tema: el amor es el inico momento divino en la vi da, pero s6lo las alnias grandes lo prueban, y hombres y mujeres vulgares, fiios e insensibles, no son dignos de tanta graci, El amor real, abrasador, compareceri en su vida durante su estancia florentina de 1830-1831. El poeta estéenfientando ya toda su degradacién sica. La dama, Fanny Targioni Tozetti, que frecuenta los mismos efrct- los aristoctaticoliterarios del poeta, vive allemand entre sus amantes co- mo en una novela libertina del siglo Xvi Para la mujer la conquista del conde provinciano no representa sino el placer de contemplar a sus pies uno de los intelectos mas altos, y para entonces mas admirados, de Europa Para Leopardi es la iltima revelacién del ser, la experiencia inefable de la felicidad —ctema e instanténea, divinamente inmortal y fugaz, justifiea- ign de la vida y suprema, definitiva decepcién. Es, eomo los anteriores sentimientos, emocisn solitaria, pero traspasada por la llama lancinante del desamor. Eseribe entonces los himnos mis altos al amor (no a la mujer amada: al amor) que haya conocido la poesia europea. “El pensamiento dominante", “Amor y muerte" son hitos resplandecientes en su produ ign postica, seguiddos por los cantos de la definitiva muerte del esprit ““Aspasia” (el nombre de cortesana griega con que canta a la pérfida mu- jer), “A sf mismo”. Pero el afio del amor infeliz es también el aiio en que el poeta descubre tos valores de ta amistad sincera y protunda, La amistad ya habia acom. patiado y endulzado toda su vida: amistad con sus hermanos cuando nif, on Ios literatos de Italia que habia conocido en sus estancias en Bolonia, Milin, Florencia, en su edad adulta. Habia encontrado admiradores fer. vientes, amigos y protectores por daquier; habia tomado contacto con los principa'es exponentes de las ideas liberales avanzadas que afirmarian su tebeldia contra el oscurantismo intelectual y politico y le inspirarian obras satiricas el eanto “Palinodia a Gino Capponi” y los Paralipdntenos ata “‘Batracomiomaquia”) contra Ia flaqueza moral de los italianos que no saben encontrar el antiguo camino de la gloria. El “Didlogo de Plotina y Porfirio” revela la importancia que Ia benéfica amistad tiene en el pens rmiento del poeta del dotor. En Florencia conoce a Antonio Ranieri, con el que compartir, desde 1831, visjes y morada, hasta trastadarse definitivamentea Napoles, ciudad natal de éste, de 1833 hasta la muerte, Al compafiero que lo llamari “ami 80, hermano y padre”, asus atentos cuidados, deberé el poeta alivio a sus ‘males. Su presencia erila Vieh‘ del poeta se reflejaen el “Dislogo de y.un amizo”, ¥ sobre todo en la transfigiitacibn de la desesperadi visi del mmc y de fa vida humana en una superior porspectiva de solidaridad y fiatemidad, contenida en su iltima gran empresa poética: "La retama 0 la flordetdesierto”, un extenso poema de més de 300 versos, un verdadero testamento espiritual donde la del éspero exterminador Vesubio cubierto de hurd y tenaces retamas en flor le sugiere la imagen de una humanidid hermanada en la conciencia det comin suftimiento y en la ‘comin resistencia a la cruel indiferencia de la Naturaleza, | A Ranieri debemos la preservacisn de los restos mortales del poeta, A I debemos asimismo la primera edicién completa de las obras de Leopar- 4h, y la paciente.indagacién y recopilacién de los hechos de su vida, la ro- construccién de una personalidad que sobrecoge y apasiona; a él lacerteza de que el a0eta que mis intensamente amé al amor haba muerto sin cono. cer un abrazo de mujer. Y a él debemos este conmovido retrato, mas vivo Y entrafiale que los realizados con el pincel: 26 Fue de estatura mediocre, inctinada y gril, de color blanca que tende a pilido, de cabeza grande, de frente cuadrada y ancha, de ojos azul y lan- idos, de nariz perilada, de rasgos delicadisimos, de pronunciaci6n mo- ‘desta y algo apagada,y de una sonrisainefable y casi celestial, MDCCCXXXVI-MCMXCIV Avercarse a un texto como éste, a mas de un siglo y medio de distancia, provoea incvitablements la cuestién de lo que suis contenidos pueden sig- nificar para el hombre de hoy. El clisico, decia Virginia Woolf,es siempre nuestro contemporineo. Tiene, por tanto, siempre algo que decirme a mi, hoy, en mi mundo, Pero ese algo no se trata de desentrafatlo a priori. To- do didiogo con un texto de esta magnitud es un coloquio de amor, que se los hombres, y que no les puede bastar, como a los otros animales, vivir y ser libres de todo dolor y molestia del cuerpo; al contratio, que anhelando siempre y en cualquier estado lo imposi- ble, tanto més se atormentan a si mismos con este deseo cuanto ‘menos son afligidos por los otras males; decidié valerse de nuevas artes pata conservar este misero género; las cuales fueron princi- 34 palmente dos. Una, introducir en su vida males verdaderos; la otra, implicarla en mil negocios y fatigas, al efecto de entretener a los hombres y distraerlos lo mas posible de conversar con su propo espi- ritu, 0 al menos con el deseo de aquella ineégnita y vana felicidad, Por consiguiente, primero difindié entre ellos una variada mul- titud de enfermedades y una infinita clase de otras desventuras; en parte queriendo, al vatiar las condiciones y las fortunas de la vida mortal, obviar hasta la saciedad y acrecentar con la oposicién de los, males el precio de los bienes; en parte a fin de que el defecto de los placeres resultase a tos espinitus ejercitados en cosas peores mu- ccho més Hlevadero que en el pasado; y también con el propésito de quebrantar y amansar la ferocidad de los hombres, ensefiarles a inclinar la cabeza y ceder ante la necesidad, reducitlos a poderse contentar més facilmente con su propia suerte, y disminuir en los Jnimos debilitados, no menos por las enfermedades del cuempo que por las aflicciones propias, la agudeza y la vehemencia del deseo. Ademés, sabia que por fuerza sucederia que los hombres eprimi- dos por las enfermedades y las calamidades estarfan menos prontos que antes a pelear entre ellos, ya que estarian acobardados y humi- Hlados de coraz6n, como acontece por el habito al suftimiento. El cual suele también, dejando lugar a las mejores esperanzas, unit los espiritus a la vida: ya que los infelices tienen la firme opinign que ellos serian felicisimos en cuanto se recuperasen de los propios ma- les; lo cual, tal como es la naturaleza de! hombre, no dejan nunca de esperar que les deba suceder de alguna manera. Después cred las tempestades de vientos y de turbonadas, se armé del trieno y del ayo, dio a Neptuno el tridente, empujéa los cometasenredondo y ordené los eclipses; con todo lo cual y con otros signos y efectos terribles instituyé espantar a los mortales de tiempo en tempo, sabiendo que el temor y los peligros presentes reconciliarian con la vida, al menos durante un breve tiempo, no sélo a los infelices, sino aun a aquellos que la tuvieran en mayor abominacién y que estu vieran més dispuestos a dejarla Y para excluir [a pasada ociosidad, indujo en el género hmano la necesidad y el apetito de nuevos manjares y nuevas bebidas, de todo lo cual no sin muchas y graves fatigas se pudiesen prover, mientras que hasta el diluvio los hombres, saciando Ia sed sélo con agua, se alimentaban de las hierbas y las frutas que la tierra y los arboles les suministraban esponténeamente, y de otros nutrimentos, 35 viles y faciles de procurarse, tal como acostumbran a sustentarse ain hoy dia algunos pueblos, y particularmente aquellos de Cali- fornia. Asignd a los diversos lugares diversas calidades celestes, asi como a las partes del aiio, cl cual hasta aquel tiempo habia sido siempre en toda la Tierra benigno y agradable, de modo que los hombres no habian usado vestimentas; pero desde entonces fueron constreflidos a usar de ellas, y con mucha industria a resguardarse de las mutaciones e inclemencias del cielo. Impuso a Mercutio que fundase las primeras ciudades, y diferenciara el género humano en pueblos, naciones y lenguas, poniendo rivalidad y discordia entre ellos; y que ensefiase a los hombres el canto y aquellas otras artes que, tanto por su naturaleza como por su origen, fueron llamadas, yan se Hlaman, divinas. El mismo dio leyes, estados y ordenes civiles a las nuevas gentes; y finalmente queriendo beneficiatles con un don incomparable, envid entre ellos algunos fantasmas de apariencias excelentisimas y sobrehumanas, a los que permitié en grandisima parte el gobierno y la potestad sobre las gentes; y fueron, Mamados Justicia, Virtud, Gloria, Amor patrio, y con ottos tales nombres. Entre estos fantasmas habia también uno llamado Amor, que en aquel tiempo primigenio, al igual que los otros, vino a la ‘Tierra; ya que, antes que se usatan vestimentas, no el amor, sino un impetu de deseo —no distinto en los hombres de entonces de aquel que existid desde siempre en los animales— empujaba un sexo hacia el otra, de la manera que es llevade cada uno a los manjares ¥y objetos similares, los cuales no se aman verdaderamente, sino que se apetecen. Fue cosa admirable cudnto fruto produjeron estas divinas pre- cauciones para la vida mortal, y cuanto la nueva condicién de los hombres, no obstante las fatigas, los espantos y los dolores, cosas antes ignoradas por nuestro género, superase en comodidad y en delicia a aquellas que habian existido antes del diluvio. Y este efecto proviene en gran parte de aquellos maravillosos fantasmas, los cuales fueron reputados por los hombres ora como genios ora como dioses, y seguidos y cultivados con ardor inestimable y con vastas Y portentosas fatigas por larguisimo tiempo; inflamandoles a esto con su canto y con infinito esfuerz0 los poetas y los nobles artifices; tanto que un grandisimo néimero de mortales no dudaron en, quién a uno y quign a otto de aquellos fantasmas, dary sacrificar Ia sangre y la propia vida. Lo cual, no s6fo no le era desagradable a Kipiter, 36 sino que le placia sobremanera, tanto por otros respectos como porque él juzgaba que los hombres debian ser tanto menos faciles a quitarse voluntariamente la vida cuanto mas prontos estuviesen para gastarla por causas bellas y gloriosas, También en duracién ‘estas buenas disposiciones excedieron en mucho a las precedentes; ya que, aunque después se encontrarian por muchos sigios on ma- nifiesta decadencia, sin embargo, aun declinando y después preci- pitando valieron de manera que, haste la entrada de una edad no muy remota de la presente, la vida humana, que en virtud de aque- Ilas disposiciones habia sido ya, sobre todo en algtin tiempo, casi alegre, se mantuvo gracias a elas mediocremente facil y tolerable. Las causas y maneras de sualteracién fueron las muchas astucias encontradas por los hombres para proveer con facilidad y en poco tiempo las propias necesidades; e desmesurado acrecentamiento de la disparidad de condiciones y de oficios constituida por Jupiter entre los hombres cuando fundé y dispuso las primeras repiiblicas; la ociosidad y la vanidad que por estas causas, de nuevo, después de antiquisimo destierro, ocuparon la vida; el haber, no solo por la sustancia de las cosas, sino aun de otra parte por la estimacién de los hombres, Ilegado a disminuitse en esta vida la gracia de la va- tiedad, como siempre suele acontecer por la prolongada habitud; y finalmente las otras cosas mas graves, que por haber sido ya des- ctitas y declaradas por muchos, no es nezesario ahora sefialar. Cier- tamente en los hombres se renové aque! aburrimiento para con sus cosas que les habia afligido antes del dihivio, y refrescase aquel amargo deseo de felicidad ignota y ajenaa la naturaleza de! universo. Pero el total trastorno de st fortuna y al sltimo resultado de aquel estado que hoy acostumbramos a llamar antiguo, vienen principal- ‘mente de una causa distinta a las dichas anteriormente, y fue ésta: habia entre aquellos fantasmas, tan preciados por los antigues, uno llamado en la Iengua de aquellas gentes Sabidaria; la cual, honrada universalmente como todos sus compafieros, y particularmente seguida por muchos, a la par que aquelios también habia contribui- do a la prosperidad de los siglos pasacos. Esta, una y otra vez, 0 més bien cotidianamente, habia prometido y jurado a sus seguidores querer mostrarles la Verdad, que ella decia ser un genio grandisimo, y su propia sefiora, y que no habia venido nunca sobre la Tierra, sino que se sentaba con las dioses en el cielo; por esto ella prometia que con la autoridad y gracia propia pensaba traerla, y obligarla por \} 37 algiin espacio de tiempo a peregrinar entre los hombres; por el uso y por ls familiaridad con la cual el género humano tenia que llegar ‘a unos ales términos que en elevacién de conocimiento, excelencia de instituciones y de costumbres, y felicidad de vida, casi fuese comparable al divino. ;Pero cémo podia una pura sombra y una apariercia vacfa hacer realidad sus promesas, asi como conducit hasta la Tierra a la Verdad? De manera que los hombres, después de larguisimo creer y confiar, se apercibieron de la vanidad de aque os oftecimientos; y al mismo tiempo hambrientos de cosas nuevas, méxime por el ocio en que vivian, y estimulados en parte por la ambicisn de igualarse a los dioses, en parte por el deseo de aquella felicidad que por las palabras del fantasma se consideraban, con~ versando con la Verdad, estar por conseguir; se volvieron con ins- tantisimas y presuntuosas voces pidiendo a hipiter que durante algin tiempo concediese a la Tierra aquel nobilisimo genio, reprochan- dole que negara a sus criaturas el beneficio infinito que con la pre- senciade aquél reportarfa, y unidos se lamentaban a él de la humana suerte, renovando las antiguas y odiosas querellas por la pequefiez y la pobreza de sus cosas. Y porque aquellos bellisimos fantasmas, principio de tantos bienes durante el pasado, ahora se tenfan en poc: estima por la mayor parte; no porque ya fuesen conocidos por aque- los que verdaderamente eran, sino que la comin vileza de los pensa-~ mientes y Ja ignavia de las costumbres hacian que casi nadie ahora los siguiera; por este motivo los hombres, maldiciendo pérfidamen- te el mayor don que los eternos hubiesen hecho y podido hacer a Jos mortales, pritaban que la Tierra no era dignificada sino con los menor2s genios; y a los mayores, hacia las cuales la estirpe humana més oportunamente se inelinaria, no les era Ifeito ni digno poner el pie enesta infima parte del universo. ‘Muchas cosas habian ya desde hacia mucho tiempo alejado nuevamente de los hombres la voluntad de Jipiter; y entre otras los incomparables vicios y crimenes, que en ntimero y en perversidad dejaban atris en grandisima cantidad las maldades vengadas por el diluvio. Repugnibale completamente, después de tantas experien- cias pesadas, la inquieta, insaciable, inmoderada naturaleza huma- ha; a eaya tranguilidad, asi como a cuya felicidad, por cierto, no veia ahora ya conducir ningiin remedio, ningiin estado convenir, ningtin lugar ser suficiente; porque, aun cuando él Iuibiese querido inmen- samente aumentar los espacios y los placeres de la Tierra, y la uni 38 versidad de las cosas, aquélla y éstas, a los hombres, igualmente incapaces y deseosos de! infinito, al cabo de poco tiempo habian de parecerles estrechas, desagradables y de poco precio. Pero final- ‘mente aquellas est6lidas y soberbias demandas conmovieron de tal modo la ira del dios, que resolvi6, dejando aparte toda piedad, cas- tigar para siempre a la especie humana, condenandola por todos los tiempos futuros 2 una miseria mucho més grave que las arteriores. Por lo eual decidié no sélo enviar a la Verdad a quedarse entre los hombres, tal como ellos pedian, por algtin tiempo, sino dindole eterno domicilio entre ellos, y, excluidos de aqui abajo aquellos, vagos fantasmas que él habia puesto, hacerla perpetua moderadora y sefiora de la gente humana. 'Y maravillindose los otros dioses de esta decisién, como si les pareciera que ten‘a que redundar en una excesiva elevacinde mucs- to estado y en perjuicio de su superioridad, Jipiter les quit6 esta idea mostrindoles —ademas de que no todos los genios, y aun los, grandes, son propiamente benéficos— no ser tal la naturaieza de la Verdad que ella tuviese que hacer los mismos efectos en los hom- bres que en los dioses. Ya que mientras a los inmortales ella les demostraba su felicidad, descubriria a los hombres y les mostraria, continuamente ante los ojos su infelicidad; representindola ade- més, no s6lo como obra de la fortuna, sino como tal que per ningiin accidente ni remedio podrian escapar a ella, ni nunca, mientras, vivieran, interrumpirla. ¥ teniendo a mayor parte de sus rrales esta naturaleza, que lo son en Ia medida que lo cree quien los soporta, y mis 0 menos graves segtin como él los estime; se puede juzgar de cuan geandisimo detrimento ha de ser para los hombres la pre- sencia de este genio. A quienes nada parecer mayormente ver= Gadero que la falsedad de todos los bienes mortales; y nada sélido, sino la vanidad de toda cosa excepto de los propios dolores. Por estas razones serdn también privados de la esperanza, con la cual desde el principio hasta el presente, mas que con otro placer o confortacién alguna, sustentaron In vida. Y nada esperanda, ni vien- do para sus empresas y fatigas ningiin digno fin, legardn atal negli- gencia y aburrimiento de toda obra industriosa, asf como magnéni- ma, quecl comin modo de los vivos sera poco desemejante de aquél de los sepultacos, Pero en esta desesperacién y lentitud no podrén evitar que el deseo de una inmensa felicidad, congénito 2 sus fni- ‘mos, les punce y les atormente tanto més que antes como seré me- 39 nos obstruido y desviado por la variedad de los cuidados y por el fmpetu de las acciones. Y al mismo tiempo se encontraran despo- seidos de ls natural virtud imaginativa, que sola podia de alguna ‘manera satisfacerlos de esta felicidad no posible y no comprendida, ni porméni por ellos mismos, que suspiran por ella. Y todasaquellas semejanzas del intinito que esmeradamente yo habia puesto en el mundo para engafiatlos y alimentarios, conforme a su inclinacién, con pensamientos vastos e indeterminados, resultaran insuficientes a este efecto por la doctrina y los habitos que ellos aprenderdn de la Verdad. De manera que la Tierra y las otras partes del universo, si antes les parecian pequefas, les parecerin de ahora en adelante minimas: porque setan instruidos y aclarados de los arcanos de la naturaleza; y porque aquéllas, en contra de la presente esperanza, de los hombres, parecen tanto mas estrechas a cada cual cuanta mas noticia tiene de cllas. Finalmente, porque habrin sido quitados de Ja Tierra sus fantasmas, y por las ensefianzas de la Verdad, por las cuales los hombres tendiin pleno conocimiento de la existencia de aquéllos, faltard a la vida humana todo valor, toda rectitud, tanto de pensamientos como de hechos; y no solamente el amor y el afecto, sino el nombre mismo de las naciones y de las patrias sera extin- guido en todas partes; trasladsindose todos los hombres, tal como acostumbrar’n a decit, a una sola nacidn y patria, como fue al prin- cipio, y haciendo profesin de amor universal hacia toda su especic; pero en realidad disipandose la estirpe humana en tantos pueblos como hoinbtes habran, Por lo que, no proponiéndose ni patria que tener particularmente que amar, ni extranjero que odiar, cada cual odiara a todos fos otros, amando solo, de todo su género,asimismo, De lo cual cuantas y cuiles dolencias tienen que nacer, seria inter- minable de referir. Y no por tanta y tan desesperada infelicidad se atreverin las mortales a abandonar la luz esponténeamente; ya que el imperio de este genio los hari no menos viles que miserables; y acrecentando sobremanera las acerbidades de su vida, les privard del valor de rehusar a ella Por estas palabras de Hipiter parecié a los dioses que nuestra suerte estuviera por ser mucho mas triste y terrible de lo que 2 la divina piedad se ajustaba consentir. Pero Nipiter siguié diciendo: Tendrin todavia alguna mediocre confortacién de aquel fantasma que Haman Amor, que estoy dispuesto, quitando a todos los otros, a dejar enel consorcio humano. Y no serd dado a la Verdad, aunque 40 potentisima y combatiéndolo de continuo, ni exterminarlo munca de la Tierra, ni vencerlo sino raramente. De manera que la vida de los hombres, igualmente ocupada en el culto de aquel fantasma y de este genio, estard dividida en dos pattes: y uno y otto de ambos tendrén en las cosas y en los 4nimos de Ics mortales comin imperio, Todos los demas cttidados, excepto algunos pocos y de pequefia consideracién, valdrin menos para la mayor parte de los hombres. Durante las edades viejas el defect de las consolaciones de Amor estar compensado por el beneficio de su natural propiedad de estar casi contentos de la misma vida, como sucede en los otros géneros de animales, y de cuidarla diligenternente por si propia causa, no por disfrute ni por comodidad que saquen de ella. Asi, alejadas de la Tierra los felices fantasmnas, salvo Amor, el menos noble de todos ellos, Jiipiter mandé entre fos hombres a la Verdad, y diole a su lado perpetua estancia y seiforio, De fo que se siguieron todos aquellos luctuosos efectos que él habia previsto. Y acontecié una cosa de gran maravilla: que mientras aquel genio antes de su bajada, ctiando no tenfa poder ni razin alguna sobre los hombres, habia sido honrado por ellos con un grandisimo nimero de templos y de sacrificios; una vez venido sobre la Tietra con auto- ridad de principe, y comenzado a ser conocido personalmente, al conitario que todos los demas inmortales, que més claramente ma~ nifesténdose aparecen més venerandos, contristé de tal modo las mentes de los hombres y golpedlas cor tan grandes horrores, que ellos, si bien forzadosa obedecerio, rehusaron adorarlo. Y mientras aquellos fantasmas que en cualquier animo hubiesen mayormente usado su fuerza solian ser por ello mas reverenciados y amados, este genio recogié mas fieras maldiciones y mas grave odio de aquellos en quienes abtuvo mayor impzrio. Mas no pudiendo por ‘esta causa ni sustraerse ni oponerse a sutirania, vivian los mortales en aquella suprema miseria que han mantenido hasta ahora y siem- pre mantendrén, Sino que la piedad, que en los animos de los celestes no se extin- gue nunca, conmovid, no hace mucho tiempo, la voluntad de Fipiter sobre tanta infelicidad; y maxime sobre fa de algunos hombres sit gulares porla sutileza de su intelecto, conjuntaa nobleza de costum- brese integridad de vida; a los que veia por lo comin mas oprimidos y afligidos que ningiin otro por el poder y Ia dura dominacién de aquel genio. Habian acostumbrado los dicses en los antiguos tiem- 4 4 pos, cuando Justicia, Virtud y los demds fantasmas gobernaban las cosas humanas, a visitar alguna vez las propias criaturas, descen- diendo ora uno ora otro a la Tierra y aqul significando su presen- cia de diversas maneras; la cual habia tenido lugar siempre con grandisima beneficio o de todos los mortales o de alguno en par- ticular. Pero corrompida nuevamente la vida, y sumergida en todas las maldades, desdefiaron por larguisimo tiempo el contacto con los humaros. Entonces, Jupiter, compadecida por nuestra suma infeli- cidad, propuso a los inmorvales si alguno de ellos estuviese a favor de resolverse a visitar como habian acostumbrado antiguamente y consolar en tanta afliccién a esta su progenie, y particularmente a aquellos que demostraban, en cuanto a si mismos, ser indignos de la desventuta universal. lo que callando todos los demas, Amor, hijo de Venus Celeste, igual de nombre al fantasma asi llamado, pero de naturaleza, de virtud y de obras distintisimo, se offecié (de Jamisina manera que es singular entre todos los plimencs su piedad) para hacer el el oficio propuesto por lite, y dBSoendsr el cielo, de donde nunca antes habia marchado, no suftiendo el conéilio de Jos inmortales, por tenerlo indeciblemente querido, que se separase, ni por poco tiempo, de su asamblea, Si bien de cuando en cuando muchas hombres antiguos, engafiados por transformaciones y por diversos fraudes del fantasma llamado con el mismo nombre, cre- yeron tener indudables signos de In presencia de este maximo dios. Pero é no se dirigié a visitar a los mortales antes que fivesen some- tidos al imperio de la Verdad, Después de cuyo tiempo no suele tampoco descender sino raramente, y se queda poco; tanto por la general indignidad de la gente humana como también porque los dioses soportan molestisimamente su lejania. Cuando viene sobre la Tierra, escoge los corazones més tienos y mas gentiles de las personas mis generosas y magndnimas, y ahi se asienta por breve tiempo, difundiencto en ellos una tan peregrina y admirable sua dad, y colmandoles de afectos tan nobles, y de tanta virtud y fire meza, que enfonces hacen patente, cosa completamente nueva en el género humano, antes realidad que semejanza con la felicidad, Rarisimamente une conjuntamente dos corazones, abrazando uno y otto al mismo tiempo, e induciendo mutuo ardor y deseo en am- bos, aunque se lo suplican con grandisima instancia todos aquellos gue él ocupa; pero Jipiter no le consiente complacerlas, excepto a algunos pocos, porque la felicidad que nace de tal beneficio es 42 Mes, superada por demasiado breve espacio pot Ia divina, De todos modos, el ser de su mumen supera por si mismo cualquier condicién que fuese més afortunada en cualquier horabre de los mejares tiem- pos. Donde él se asienta, en tomo a aquél se arremolinan, invi- sibles a todos los demas, los estupendos fantasmas, ya segregados de] habito humano, a los cualesel dios reconduce a este efecto sobre la Tierra, permitiéndolo Jipiter. Y no pudiendo ser prohibido por la Verdad, aunque enemiguisima de aquellos fantasmas y grandemen- te ofendida en el 4nimo por su retomno: pero no es dado a la natu- raleza de los genias contrariar a los dioses. Y asf como los hados lo dotaron de juventud eterna, él, por consigniente, conveniente- mente a esta naturaleza suya, lleva a cabo de algiin modo aquel pri- mer voto de los hombres, que fue el ser devueltos a la contlicién de Ja infancia, Ya que en las almas que elige para habitar suscita y re- verdece, durante todo el tiempo en que sc asienta en ellas, la infinita esperanza y la hermosa y cara imaginacidn de los aiios jévenes. Muchos mortales, inexpertos e incapaces para sus placeres, Io es- carnecen y atacan continiiamente, tanto antes comoal presente, con desenfreniadisima audacia: pero él no oye las oprobios de esas gen- tes, y si los oyese no tomaria ninguna venganza por ello, tan mag- nanimo y manso es por naturaleza. Ademés que los inmortales, satisfechos de la venganza que han tomado sobre toda la estirpe, y de la incurable miseria que la castiga, no se preocupan por las sin- gulares ofensas de los hombres; ni son castigados con nada mas los fraudulentos y los injustos y los despreciadores de los dioses, que jicon estar alejados hasta por sus nombres de fa gracia de éstos. 43 DIALOGO DE HERCULES Y ATLAS Héreules: Padre Atlas, Jipiter me envia, y quiere que te salude de su parte y que, en caso de que estuvieras cansado de este peso, yo tme lo cargue por algiin tiempo, como hice hace ya no sé cudntos siglos, hasta que ti recobres el aliento y descanses un poco. Atlas: Te doy las gracias, querido Hercules, y también me de~ claro obligado a la majestad de Jépiter, Pero el mundo se ha vuelto tan ligero, que este manto que lleve para guardarme de la nieve me esa mis; y sino fuese que la voluntad de Jupiter me obliga a estar aqui quicto, y sostener esta pelotitia sobre las espaldas, me la pon- dria bajo el sobaco 0 en un bolsillo, o la colgaria bamboleante de un pelo de la barba, y me marcharia a mis cosas. Hercules: {Como puede ser que esté tan aligerada? Recuerdo bien que ha cambiado de forma, y se ha mudado al estilo de las hogazas, y ya no es tedonda, como lo era en el tiempo que yo estu- diaba Ja cosmografia para llevar a cabo aquelia grandisima nave- gacién con los Argonautas: pero a pesar de todo no encuentro cémo ha venido a pesar menos que antes. Atlas: De la causa no sé nada, Pero de la ligereza que yo digo, te puedes convencer ahora mismo, sélo con que quieras tomarla sobre la mano por un momento, y comprobar su peso. Hercules: A fe de Hércules, si no lo hubiese probado, no lo hu- biese crefdo nunca, Pero {qué es esta otra novedad que descuhro en ella? La otra vez que Ia llevé, me batia fuerte sobre la espalda, como hace el corazén de los animales, y hacia un cierto zumbide continuo, que parecia un avispero. Pero ahora, en cuanto al latir, se parece a un reloj que tenga roto el muelle; y en cuanto al roncar, yo no oigo en ella ni un suspiro, Atlas: Tampoco de esto te sé decir mas, si no es que el mundo ya hace mucho tiempo que dejé de hacer cualquier movimiento y cualquier rumor sensible: y yo por mi estaba con grandisimo recelo “ de que estuvieta muerto, esperando de dia en dia que me infectase con el hedor; y pensaba cémo y en qué lugar lo podria enterrar, y 44 UW Rhereactes Dhiucert + cl epitafio que deberia ponerle, Pero después, visto que nose movia, me dije que de animal que era antes se habia convertido en planta, como Dafne y tantos otros, y que de ahi venia que no se moviera ni respirara y aun dudo que dentro de poco no me eche las raices por fas espaldas y alli arraigue. = Héreules: Yo mas bien creo que.duerme, y que este cueiio es de la calidad de aquel de Epiménides; que dur medio siglo y pico; 0 como se dice de Hermotind*4ue el alma le salia del euerpo cada vez que queria, y se estaba fuera muchas afios, yendo de paseo por diversos paises, y después volvia, hasta que los amigos, para acabar con esta broma, quemaron el cuerpo; y asi el espiritu, regresado para entrar, se encontré con que la casa le habia sido deshecha, y que si queria alojarse a cubierto, le convenia tomar otra en alquiler, 0 irse a la posada. Pero para conseguir que el mundo no duerma eternamente, y que alin amigo o benefactor, pensando que esté muer- to, no lo queme, quiero que probemos alguna manera de despertarlo, Atlas: Bueno, pero gqué manera? Hercules: Yo le haria sentir un buen golpe de esta clava, pero me temo que acabaria de achatarlo y que haria de é1 una tortilla; 0 que la corteza, visto que resulta tan ligero, no se le haya adelgazado tan- to que me cryja bajo el golpe como un huevo. Ni tampoco estoy seguro de que los hombres, que en mni tiempo combatian cuerpo a cuerpo con los leones y ahora con las pulgas, no se desmayen todos de repente por la sacudida. Lo mejor seré que yo ponga la clava y tte abrigo, y juguemos juntos a la pelota con esta esfera. Me sabe maf no haber traido los brazales o las raquetas que usamos Mercurio yo para jugar en casa de Jupiter o en el huerto: pero los pufios bas- tara. Atlas: Eso mismo; para que tu padre, visto nuestro juego y de- seando entrar de tercet0, con su pelota inilamada nos precipite a los dos no sé dénde, coma a Faetén en el Pow’ horse : Hércules: Verdad, si yo fuese, como era Faetin, hijo de un poeta, yno su propio hijo; y no fuese también tal que, silos poetas poblaron jas ciudades con el son de la lira, a mi me basta el énimo para des- poblar el cielo y la tierra a son de clava. ¥ su pelota, con una patada que Ie diera, la enviatia disparada de aqui a la diltima guardifla del cielo empiteo. Pero estate seguro de que, aun cuando me viniese la fantasia de desclavar cinco o seis estrellas para jugar a los cantillos, 0 de tirar al blanco con un cometa, como con una honda, agarrin- portent, 45 dolo por la cola, o igualmente de servirme del mismo sol para lanzar el disco, mi padre se haria de la vista gorda, Ademds, nuestra inten- cién con este juego es hacer bien al mundo, y no como la de Faetén, que fie mostrarse dgil de cuerpo a las Horas, gue le sujetaron el estribo cuando subié al earro, y adquirie reputacidn de buen cochero ante Andrémeda y Calixto y ias demés bellas constelaciones, a Ias que se dice que al pasar iba lanzando ramilletes de rayos y peloti- litas de luz. confitadas; y hacer una buena demostracién de si entre los dicses del cielo durante el paseo de aquel dia, que era festivo, En cura, no te vuelvas a preocupar por la célera de mi padre, que yome obligo, en todo caso, a resarcirte de los daios; y sin mas qui- {ate el capote y trae la pelota Alcs: Quiera ono quiera, tendré que hacerlo como digas, porque teres fuerte y Hevas armas, y yo estoy desarmado y soy viejo. Pero procura por lo menos no dejarla caer, que no se le afiadiesen ottos Chichones, o alguna parte se le magullase, o se quebrase, coma cuan- do Sicilia se arrancé de Italia y Africa de Espaiia, 0 no perdiera alguna astilla, como si dijéramos una provincia oun reino, y que de ello naziese una guerra. Héreules: Por mi parte no temas. Alas: Toma la pelota, Observa que renquea, porque tiene la for- ma estropeada Héreules: Vengs, dale un poco mas duro, que las tuyas no llegan, Allas: Aqui el golpeno vale, porque de ordinario soplael garbino ¥ la pelota coge viento, porque es lizera. Hercules: Ese es su viejo vicio, moverse a todos los vientos, Atlas: En realidad no estaria mal que la hinchasemos, porque veo que no bota sobre el pufio mis que un melén, Hercules: Fse es defecto nuevo, que antiguamente botaba y salta- ba com> un corza, Atlas: ;Corre rapido para alla! (Rapido, te digo! Mira, por Dios, que cae, Maldito sea el momento en que has venido. Hércules: Me la has enviado tan falsa y a ras del suelo, que yo no podia llegar a tiempo aunque me lnubiese querido romper el cue~ lo, Bsciichame, pobrecita, ,cémo te encuentras? jte duele en algu- na parte? No se oye ni un susurro y nose ve mover in alma, y parece que todos duermen como antes Allas: Déjamela, por todos los brazos de Estigio, para que me la vuelva & colocar sobre los hombros; y ti recoge Ia clava y vuelve 46 rapido al cieloa excusarme con Japiter de este caso, que ha sucedido por tu causa ; Hercules: Asi lo haré, Hace muchos siglos que est en casa de mi padre un cierto poeta, de nombre Horacio, admitido como poeta de la corte a instancias de Augusto, que habia sido deificado por Tipiter por consideraciones que se debieron tener al poderio de los romanos. Este poeta va canturreando ciertas cancioncillas suyas y entre ellas una donde dice que el hombre justo no se mueve aunque caiga el mundo. Creeré que hoy todos los hombres sean justos, porque el mundo ha eaido y ninguno se ha movido. Atlas: ;Quién duda de la justicia de los hombres? Pero ti no te quedes perdiendo més el tiempo y corre presto a disculparme con tu padre, que yo por momentos me espero un rayo que me transfor- me de Atlas en Bina. 47 DIALOGO DE LA MODA Y LA MUERTE ~ Moda: Madama Muerte, madama Muerte. | Muerte: Espera que sea la hora, y vendré sin que ti me lames. Moda: Madama Muerte. Muerte: Vete al diablo, Vendré cuando ti no querras, Moda: Como si yo no fuese inmortal. Muerte: gInmortal? Passato ¢ gid pits che'l millesim anno* que | se han terminado los tiempos de los inmortales. Moda: ;También Madama petrarquea como si fuese un lirico ita- liano del Quinientos o dcl Ochocientos? ‘Muerte: Me son queridas las rimas de Petrarca, porque encuentro en ellas mi Triunfo, y porque hablan de mien casi todas partes. Pe- ro, en resumidas cuentas, quitateme de encima Moda: Vamos, por el amor que tienes a los siete vicios capitales, parate mas o menos, y mirame. Muerte: Te miro. Moda: ;No me conoces? ‘Muerte: Tendrias que saber que tengo mala vista, y que no puedo usar gafas, porque los ingleses no las hacen que me sirvan, y si las hiciesen, yo no tendria dénde colocarmelas. Moda: Yo soy la Moda, tu hermana. Muerte: ,Mi hermana? Moda: Si: ,no recuerdas que las dos somos hijas de la Cadu- cidad? Muerte: ; Qué tengo que recordar yo, que soy enemiga capital de la memoria? Moda: Pero yo me acuerdo bien; y sé que una y otra tendemos de modo similar a deshacer y a transformar continuamente las co- sas de este mundo, aunque tt vayas a este efecto por un camino y Yo por otro. 1 Hace ya mis de mi aos.” Verso de Spirto ent de Petrarca, [Note del raductar, 48 2? Muerte: En caso de que no hables con tu pensamiento o'con al- guien que tengas dentro de ta garganta, levanta mas la voz y pro- nuncia mejor las palabras, que si me vas barbotando entre dientes con esa vocecilla te telarafia, te oiré mafiana, poque el oido, si no lo sabias, no me sirve mejor que la vist. ‘Moda: Aunque sea contrario a la buena educacién, y en Francia no se acostumbre a hablar para ser ofco, también porque somos hermanas, y entre nosotras nos podemos comportar sin demasiados respetos, hablaré como tt quieres. Digo que nuestra naturaleza >, costumbre comin es renovar continuamente el mando, pero ti des- | '} de el principio te lanzaste a las personas y a la sangre; yo me con- | tento casi siempre con las barbas, los cabeilos, los vestidos, los mue- ; _ bles, Ios palacios y cosas tales. Bien es verdad que yo no dejo de hacer, sin embargo, ni estoy falta de muchos trucos que se pueden ‘comparara los tuyos, como verbigracia agujerear ora orejas, ora la~ bios y narices, y rasgarlos con las bagatelas que en ellos yo cuelgo de los agujeros; chamuscar las cares de los hombres con impre- siones candentes que yo hago que se grcben por belleza; deformar las cabezas de los nifios con fejaduras y demés ingenios, poniendo por costumbre que todos los hombres del pais tengan que llevar la cabeza de igual forma, come he hecho ea América y en Asia; lisiar a la gente con los calzados angostos, cortarle el aliento y hacer que Jos ojos le revienten por la estrechez de los corpifios; y cien otras cosas de este tipo. Generalmente hablando, mas bien yo persuado y constrifio a todos los hombres bien educados a soportar cada dia nil fatigas y mil incomodidades, ya menudo dolozes y amarguras, y alguno a morir gloriosamente, por el amor que me tienen. Y no ‘quiero decir nada de los dolores de cabera, de los resfriados, de las fluxiones de toda clase, de las fiebres cctidianas, tercianas, cuarta~ nas, que los hombres se ganan por obedecerme, consintiendo en temblar de frio o ahogarse de calor segiin yo quiero, cubrisse las es- paldas con Jos pafios de lana y ef peche con los de tela, y hacerlo todo a mi gusto aunque sea en su dai. ‘Muerte: En conclusion, te creo que me seas hetmana y, si quie- res, lo tengo por més cierto que la muerte, sin que me ensefes el cettificado de nacimiento, Pero estando asi parada me desmayo, por consiguiente, si tienes dnimos para eorrer a mi lado, procura no Feventar, porque yo huyo mucho, y corriendo me podras decir lo 49 que necesitas; si no, en consideracién a la familia, te prometo, cuando mueta, dejarte toda mi ropa, y quédate en buena hora Molla: Si tuviésemos que correr juntas el patio,* no sé cua de las dos venceria en la prueba, porque si i corres yo voy més que al galope: y estar quieta, sia tite hace desmayar, 2 mime hace con- sumie. Conqute volvamos a eorrer, y corriendo, como dices, habla- remos de nuestros casos. ‘Muerte: Sea en buena hora. Por fo tanto, ya que tt has nacido del cuerpo de mi madre, serfa conveniente que me ayudases de alguna manera a realizar mis faenas. Moda: Lo he hecho ya, anteriormente, mas de lo que te erees Primeramente, yo queantulo o trastorno de continuo todas las demas costubres, no he dejado interrumpir nunca en ninguna parte la practica de morir, y por esto ves que ésta dura universalmente hasta hoy desde el principio del mundo. Muerte: {Gran milagro, que tino hayas hecho fo que no has po- ido! Moda: ,Cémo, que no he podido? Demuestras no conocer el po- der dela Moda, ‘Muerte: Muy bien: de eso tendremos tiempo de hablar cuando Hegue ‘a costumbre de que no se muera. Pero entre tanto quisiera que fti, como buena hermana, me ayudases a abrener Jo contrario mas facil y mas rapido de camo lo he hecho hasta ahora. Moda: Yate he contado algunas de mis obras que te hacen mucho provecho. Pero son bromas en comparacién a las que quiero decirte. Un poco en cada ocasién, pero mucho masen estos.iltimos tiempos, he hecho eaer en desuso y en olvido las fatigas y los cjercicios que ayudan al bienestar corporal, y he introducido o Hevado a la fama a otros de gran mérito, innumerables, que abaten el cuerpo de mil manerss y acortan la vida, Ademés de esto, he puesto en el mundo tales leyes y tales costumbres, que la vida misma, tanto respecto al cuerpocomo al alma, esti més muerta que viva; tanto, que este siglo se puece decir en verdad que es propiamente el siglo de la Muerte, YY mientras antes ti no tenias otras posesiones que fosas y cavernas, donde esparcias osamentas y polvo en Ia oscuridad, que son semi- llas que no fructifican, ahora tienes terrenos al sol; y gentes que se + Famosa caren decshlos que se desarralia cad aio en Siena desde tempos mediex vals. tNedel ¢] 50 mueven y que paseant con sus pies; son mercancfa, se puede decir, de tu libre competencia aunque ni no to hayas cosechado atin, mas bien, tan pronto como nacen. Ademés, donde antes solfas ser ofiada y vituperada, hoy por obra mia fas cosas han llegado al extremo de ‘que cualquiera que tenga intelecto te precia y loa, anteponiéadote Ta vida, y te ama tanto que siempre te Hama y te vuelve los ojos como a su mayor esperanza. Finalmente, porque vela que muchos se habfan vanagloriado de quererse hacer inmortales, o sea no morir del todo, y puesto que una buena parte de ellos no te habria caido entre las manos, yo, aunque supiese que eso eran tonierfas, y que cuando esos u otros viviesen en la memoria de los hombres, vivi- rian, como si dijésemos, de burla, y no gozarian de su fame més que si suftiesen lz humedad de la sepultura, de todos modos entendien- do que este negocio de los inmortales te perjudicaba, porque parecta que te mermase cl honor y la reputacién, he hecho desaparecer esta costumbre de buscar Ia inmortalidad, y ademas la de concederla en caso de que verdaderamente alguno la mereciese, De manera que enel presente, de cualquiera que se muera, estite segura de que no queda ni un pedacito que no esté muerto, y de que le conviene ir pido bajo tierra todo entero, como un pescadito que fuese tragado de un bocado con toda la cabeza y las espinas. Estas casas, que no son pocas ni pequefias, tengo hechas hasta ahora por amor a ti, que- riendo acrecentar tu poder en la tierra, como ha sucedido. Y a este efecto estoy dispuesta a hacer cada dia otro tanto y mas; con esta intencién te he ido buscando, y me parece a propdsito que nosotras ‘enadelante no nos dejemos del lado Ta una de la otra, porque estando siempre en compafiia podremos decidir juntas segiin los casos, y tomar mejores partidos que de otro modo, como también llevarlos me- jora cabo. Muerte: Dices verdad, y asi quiero que lo hagamos. Sl 4 PROPUESTA DE PREMIOS HECHA POR LA ACADEMIA DE LOS SILOGRAFOS La Academia de los Silografos, dedicdndose continuamente, segtin su principal propésito, a procurar con todo su esfuerzo Ia utilidad general, y eslimando que nada puede ser més conforme a este pro- pésito que el ayudar y promover los avances y las inclinaciones Del fortunato secolo in cui siamo* como dice un poeta ilustre, ha em- prendido diligentemente la consideracion de las cualidades y la in- dole de nuestro tiempo, y después de un largo y maduro examen ha decidido poderlo Hamar la edad de las maquinas, no s6lo porque Jos hombres de hoy dia proceden y viven acaso mas mecanicamente que todos los anteriores, sino tambign debidoal grandisimo nimero de maquinas inventadas recientemente y adaptadas, o que continua mente se van descubriendo y adaptando a tantos y tan variados usos, que aliora ya no los hombres, sino las maquiaas, se puede decir, son quienes tratan las cosas humanas y efectitan los trabajos de la vida. De lo que dicha Academia se complace sumamente, no tanto por fas comodidades manifiestas que de ello tesultan, cuanto por dos consideraciones que juzga importantisimas, aunque comtinmente inadvertidas, Una es que confia en que con el tiempo los oficios y Jos usos de las miquinas deberin llegar a comprender, ademas de Jas cosas materiales, también las espirituales; de donde, de la misma manera que por virtud de esas méquinas estamos ya libres y seguros de los ataques de los rayos y del granizo, y de muchos males y c pantos semejantes, asi sucesivamente se descubriran, por ejemplo (y hagase gracia a la novedad de los nombres) alguna paraenvidia, alguna paracalumnia o paraperfidia o parafaude, algiin hilo de + “Del afonwado sigoen que estamos” Pademns pensar, areque Leopardi on ‘que qu el verso sea de Vineenz9 Mont, cuyasalahanzas del paogreso Gracom sue re Aicalizaren varios partes desu bra. IN el = 25} salud u otro mecantisino que nos libre del egoismo, del predominio de la mediocridad, dc la prispera fortuna de los insensatos, fos bellacos y los viles, de la universal indolencia y de la miseria de los. sabios, Ios honestos y las magninimos, y de ins demas incomodi- dades de este fipo, que de algunos siglos a esta parte son menos posibles de desviar que no lo fueron los efectos de los rayos y del granizo. La otra y principal razén es que, desesperando la mejor parte de los filésofos de que se puedan alguna vez curar los defectos del genero humano, que, como se cree, son bastante mayores y mas numerosos que las virtudes; y teniéndose por cierto que antes sera posible rehacerlo completamente en una nmeva especie, o sustituirlo por otto en su lugar, que enmendarlo; por ello, la Academia de los Silégrafos considera oportunisimo que los hombres se alejen de las, ‘ocupaciones de la vida lo mas posible, y que poco a poco las dejen, introduciendo las méquinas en su luger. Y decidida a concurrir con todo su poder al progreso de este nuevo onden de las cosas, propone ahora ttes premios para aquellos que descubran las tres miquinas infiascritas. El propésito de la primera sera hacer el papel y la persona de un amigo, que no critique y no se mofe del amigo ausente; que no deje de sostenerlo cuando oiga que es amonestado 0 escarnecido; que no anteponga fa fama de agudo y de mordaz, y el obtener la risa de Jos hombres, al deber de la amistad; que no divalgue, sea para otro efecto, sea para tener tema para hablar o para ostentarse, el secreto que.se le ha confiado; que no se sirva de la familiaridad y de la confianza del amigo para tomar su lugar y superarlo mas facilmen- te; que no envidie las ventajas de aquél; que cuide de su bien y para obviar o reparar sus dafios, y esté atento a sus demandas y a sus ne- cesidades, de otra manera que con palabras. En cuanto a las demas cosas, al componer este autémata, se tendrdn presentes los tratados de Cicerdn y de la marquesa de Lambert sobre la amistad, La Aca demia cree que Ia invencién de esta tal maquina no debe set puzgada imposible, ni tampoco sobremanera dificil, teniendo en cuenta que, dejando aparte los antématas de Regiomontano, de Vaucanson, y de ottos, y aquel que en Londres dibujaba fi retratos, y escri- bbia cuanto le era dictado por quienquiera que fuese, se ha visto mas de una maquina que jugaba al ajedrez por si misma. Actualmente, a juicio de muchos sabios, la vida humana es un juego, y algunos afirman que es una cosa atin imds facil, y que entre las demas, la 33 forma del juego de ajedrez es més segiin la raz6n, y sus casos mas prudentemente ordenados que no lo estén los de esta vida, La cual, ademas de esto, como dijo Pindaro, no siendo cosa de mas sustancia que unsuefio de una sombra, bien tiene que ser capaz de Ilevarla a cabo laatencién de un automata. En cuanto a la palabra, parece que no se puede poner en duda que los hombres tengan facultad de comunicarla a las maquinas que ellos construyen, conociéndose es- to por varios ejemplos, y en particular por lo que se lee de la estatua de Memnén y de la cabeza fabricada por Alberto Magno, que era tan locuaz que por ello Santo Toms de Aquino, habiendo legado a odiark, la rompid. Y si el papagayo de Nevers, aunque era una bes- tiecilla, sabia responder y conversar al caso, cusénto mayormente hay que créer que pueda tener estos mismos efectos una maquina ima- ginada por la mente del hombre y construida por sus manos, que no tiene que llegar ser tan charlatana como el papagayo de Nevers ¥y otros similares que se ven y oyen todo el dia, ni como la cabeza hecha por Alberto Magno, no conveniéndole enojar al amigo e im- pulsarly a romperla. El inventor de esta maquina ganaré en premio tuna medalla de oro de cuatrocienios cequies de peso, que en uno de sus lados llevara las imagenes de Pilades y Orestes y en el otro el nompre del premiado, con el titulo: PRIMER REALIZADOR DELAS FABULAS ANTIGUAS, La segunda maquina tiene que ser un hombre artificial a vapor, apto y dispuesto para llevar a cabo actos virtuosos y magnénimos. La Acedemia considera que los vapores, puesto que otro recurso ‘no parece que se pueda hallar para ellos, tienen que ser de provecho para animar un semoviente y guiarla hacia el ejercicio de la virtud y la gloria. Quien emprenda le construccién de esta maquina, que vea los poemas y las novelas; segtin ellos se deberd gobemar en lo tocantea las cualidades y las operaciones que se exigen a este auté- ‘mata. El premio sera una medalla de oro de cuatrocientos cincuen- ta cequies de peso, estampandose sobre su cara alguna idea signifi- cativa ce la edad de oro y sobre su revés el nombre del inventor de la maquina con este titulo sacado de la cuarta égloga de Virgilio, vO FERREA PRIMVM DESINET AC TOTO SVRGET GENS AVREA MVNDO.* La tercera méquina tiene que estar dispuesta para hacer los ofi- cios de una mujer conforme a aquella imaginada en parte por el * “Donde prinero se aceba lire y surge la gone urea en td ef mundo” [N, del) sd conde Baltasar Castiglione, quien describié su concepto en el libro EI Cortesano, y en parte por otros, quienes hablaron de ella en va- rios eseritos que se encontrarin sin dificultad, y se tendrén que consultar y seguir, asi como también el del conde. ¥ tampoco la in- vencién de esta méquina deberd parecer imposible a los hombres de nuestro tiempo cuando piensen que Pigmalién en tiempos anti- quisimos y ajenos a las ciencias se pudo fabricar la esposa con sus propias manos, la cual se considera que fue la mejor mujer que haya existido hasta el presente. Asignase al autor de esta maquina una medalla de oro de quinientos cequies de peso, sobre la que estaré representada por una cara el fénix érabe de Metastasio® poseda so- bre una planta de especie europea, y por la otra parte estara escrito el nombre del premiado con el titulo: INVENTOR DE LAS MUJERES FIELES Y DE LA FELICIDAD CONYUGAL La Academia ha decretado que a los gastos que sean menester para estos premios, se supla con cuanto fue encontrado en la tale- guita de Didgenes, secretario que fue de esta Academia, o con uno de los tres asnos de oro que pertenecieron a tres académices sil grafos, esto es a Apuleyo, a Firenzuola y a Maquiavelo; cosas que Hegaron todas ellas e los silégrafos por testamento de los antedi- cchos, tal como se lee en la historia de la Academia * Se refien alos versosproveriales do Piotr Motastasio (169 Bs tafe de los amantes ‘como el drabe eve Fenix ‘qu a hay, lo dicen todos, inde etd nadie lo sabe 55 DIALOGO DE UN DUENDE Y UN GNOMO Duende: jOh! ,Estis tii aqui, hijo de Sabazio? ;,A dénde vas? Gnomo: Mi padre me ha enviado a averiguat qué diantres estan maquinando esos piearos de los hombres; porque tiene un gran recelo, debido a que de hace poco a esta parte no nos dan brega, y en todo su reino no se ve nia uno de ellos. Teme que preparen algu- nna gran cosa en su contra, a menos que haya vuelto el uso de vender y comprar con ovejas, no con oro y plata; o que los pueblos civi- lizados no se contentasen con billetes por moneda, como han hecho otras veces, o con piedrecillas como hacen los barbaros; 0 también que no hubiese sido revalorada la ley de Licurgo, aunque le parece lo menos crefble. Duende: Voi gli aspettate invan: son muti morti,* decia el final de una-tragedia donde morian todos los personajes. Gnomo: Qué quieres inferir? Duende: Quiero inferir que los hombres estin todos muertos, y la taza se ha perdido. Gnomo: jOh! Eso es una noticia de periddico. Pero tampoco hasta aqui no se ha visto que hablen de ello. Duende: Bobo! ;No te das cuenta de que, muertos los hombres, no se imprimirén mds periddicos? Gnowo: Es verdad. Entonces, ,cémo haremos para saber las noticias del mundo? Duende: {Qué noticias? ,Que el sol se ha levantado o puesto, que hace calor 0 frio, que aca o alla ha llovido o nevado o ha hecho viento? Porque, faltos los hombres, la fortuna se ha quitado la venda Yy puestas las gafas y colgada la rueda de un gancho, sc esté con los brazos cruzados sentada, mirando Jas cosas del mundo sin volver a meter mano en ellas; no encuentra mas reinos ni imperios que vayan “Les esperis en vano:han mueto todos." Vets de Rudevanscad il ylovane, de Zacess via Valeeso,[N. el} 56 2 hinchéndose y estallando como las burbyjas, porque todos se han esfumado; no se hacen guerras, y todos los afios se parecen unos a otros como un huevo a atro huevo. Gnomo: Ni tampoco se podra saber a cudntos estamos del mes, porque no se imprimirin mas calendarios. Duende: No sera tan gran mal, y no por esto la luna equivocara | su camino. Gnome: ¥ los dfas de fa semana ya no tendran nombre. i Duende: { Qué, temes que si tii no fos amas por su nombre no vengan? ,O quiz crees, ya que son pasados, que los haris volver atrds si ti los llamas? Gnomo:Y no se podra llevar la cuenta de los afios. Duende: Asf nos haremos pasar por jévenes también después de tiempo; y no midiendo la edad pasada, nos afligiremos menos por ella, y cuando seamos viejisimos no estaremos esperando la muerte de dia en dia Gnomo: Pero eémo han llegado a desaparecer, esos pillos? Duende: En parte guerreando entue ells, en parte navegando,en |° parte comiéndose unos a otros, en parte matandose no pocos por propia mano, en parte pudriéndose en el ccio, en parte devanindose los sesos sobre los libros, en’ parte patrandeando y excediéndose en mil cosas; en fin, estudiando todas las maneras de obrar contra la propia naturaleza y de acabar mal. Gnomo: De todas maneras, no puedo entender que toda una es- pecie de animales pueda extinguirse completamente como ti dices. Duende: Tui que eres maestro en geologia, deberias saber que el caso no es nuevo, y que antiguamente habia varias calidades de bes- tias que hoy no se encuentran, salvo pocas osamentas pettificadas Y es cierto que aquellas pobres ctiaturas no emplearon ni uno de los muchos artificios que, como te decfa, han usado los hombres para perderse Gnomo: Seré como dices. Mucho me gustaria que uno o dos de aquella chusma resucitasen, y saber lo que pensarian viendo que las demés cosas, a pesar de que haya desaparecid el género huma- no, alin perduran y prosiguen como antes, cuando ellos crefan que todo el mundo era hecho y mantenido por ellos solos. Duende: ¥ no querfan entender que esta hecho y mantenido para los duendes, Gnomo: Té desvarias verdaderamente, si hablas en serio, ST Duende: Por qué? Hablo muy seriamente pensas de los hombres, y,a fin de que no se pudrietan, sazonados con Gnomo: Anda, bufoncillo, vete. ,Quién no sabe que el mundo las almas en vez de sal est hecho para los gnomos? Gnomo: Yo creo, por el contrario, que si Crisipo hubiese tenido Duende: Para los gnomos, que estén siempre bajo tierra? jOh, en el cerebro un poco de sal en vez del alma, no hubiese imaginado esto es lo mds divertido que se pueda oit! {Qué les importan a los un disparate similar. ‘gnomos el sol, la iuna, el aire, el mat, los campos? Duende: Y también esta otra es divertida: que infinitas especies”, Gnomo: ;Qué les importan a los duendes las cuevas de oro y de animales no han sido nunca vistas ni conocidas por los hombres, } plata, y todo el cuerpo de la tierra, excepto su primera piel? sus duefios; o porque viven en lugares donde ellos no pusieron nun- Duerde: Muy bien, que importen o que no importen, dejemos cael pie, 0 por ser tan giminuta que ellos de cualquier manera 10 | esta diseusion, que yo tengo por seguro que hasta los lagartos y los Megaban a descubrirlas. Y de'muchisimas otras especies no se die~ | mosquitos ercen que toxlo el mundo esté hecho aposta para uso de ron cuenta antes de los iltimos tiempos. Lo mismo se puede decir | su espesic. Asi que cada cual quédese con su parecer, pues nadie sobre el géneto de las plantas y mil otras cosas. Del mismo modo, | se lo quitaria de la cabeza. Y por mi parte te digo solamente esto: que, de tiempo en tiempa, a través de sus catalejos, se apercibian de algu- sino hubiese nacido duende, me desesperaria na estrella o planeta, que hasta entonces, por millares y millares de Gnomo: Lo mismo me pasarfa a mi si no hubiese nacido gno- afios, no hablan nunca sabido que estuviese en el mundo; y rapida- ‘mo. Ahora me gustaria saber lo que dirlan los hombres de su pre- mente lo inscribian entre sus objetos: porque se imaginaben que las, sunciéin, por la que, entre las demas cosas referidas a esto 0 a aquello, estrellas y los planetas eran, como si dijéramos, candelas de linterna se abismaban mil brazas bajo tierra y nos arrebataban por la fuerza lo plantadas allé arriba en lo alto fin de dar luz a sus sefiorias, que por ‘nuestro, diciendo que pertenecia al género humano, y que la natu- la noche tenian muchos quehaceres. z raleza se lo habia escondido y sepultado alli abajo a manera de bur- Gnomo: Conque, durante el verano, cuando veian caer aquellas la, queriendo probar si lo encontrarian y lo podrian sacar fuera lamitas que ciertas noches bajan porel aire, habran dicho que algiin ) Duende: 2Qué maravilla, cuando no solamente se persuadian de espiritu andaba despabilando las estrellas en servicio de los hom | que las cosas del mundo no tenian otzo oficio que el estar a su ser- bres. | Nicio, sino que creian que todo junto, en comparacién con el género ‘Duende: Pero ahora que todos ellos han desaparecido, la Tierra humano, era una bagatela? Por eso mismo a sus propias vicisitudes no siente que le falte nada, y los rids no estin cansados de corret las Hamaban revoluciones del mundo, y a la historia de sus gentes, y el mar, aunque no tenga que servir ya para la navegaci6n y el t historia del mundo, Aunque se podian contar, también dentro de los fico, no se ve que se seque. 7 i mites dela tierra, quizé tantas otras especies, no digo de criaturas, Gnomo: Y las estrellas y los planetas no dejan de nacer y ponerse sino solamente de animales, como cabezas de hombres vivos: y sin y no se han puesto de luto. einbarge, estos animales, que estaban hechos expresamente para su Duende: Yel sol no se ha revocado la cara con herrumbre, como ‘uso, no edvertian tuinca que el mundo se revolviese. hizo, segiin Virgilio, por la muerte de César: por la que creo que se Gnorro: ; También los mosquitos y las pulgas habian sido hechos dolié tanto como la estatua de Pompeyo. para beneficio de los hombres? Qa _ Duende: Si lo habian sido; es decir, para ejercitarlos en la pa- Lt haaupaerny ME ciencia, como ellos decian. Gnomo: En verdad, que les faltaban ocasiones para ejercitar la paciencia, si no era con las pulgas, Duende: Pero los cerdos, segiin Crisipo, eran pedazos de carne preparados por la naturaleza a propésito para las cocinas y las des 58 59 | DIALOGO DE MALAMBRUNO Y FARFARELLO Malambruno: Espiritus del abismo, Farfarello, Citiato, Baconegro, Astarof, Aliquino, y como sea que os llaméis; yo os conjuro en nom, bre de Beleebit y os ordeno por la virtud de mi arte, que puede descolgar a la huna y claver al sol en medio del ciclo: venga uno de vosotros con libre poder de yuesito principe y plena potestad para usar todas las fuerzas del infierno en mi servicio. Farfarello: Aqui estoy. Malambruno: ;Quién eres? Farfarello: Farfarello, a tus érdenes. Malambruno: {Traes el poder de Belcebii? Farfarello: Si, lo traigo; y puedo hacer en tu servicio todo aquello que podria el propio rey, y mas de lo que podrian todas las demas criaturas juntas Malambruno: Esta bien. Me has de satisfacer un deseo. Farfarello: Seris servido. ,Queé deseas? ,Mas nobleza que la de los atridas? : Malambruno: No. Farfarcllo: Mas riquezas que las que se encontraran en la ciudad de Manoa cuando sea descubierta? Malambruno: No. Farfarello: Un impetio tan grande como aquel que dicen que Carlos V sofié una noche? 7 Malambrano: No Farfarello: ;Conducir a tu capricho a una mujer mis salvaje que Penélope? . Malambruno: No. Te parece que para eso necesitaria al diablo? Farfarello: Honor y buena fortuna, con lo ribaldo que eres? : Malambruno: Mas bien necesitaria al diablo si quisiera lo con- rario, Farfarello: En fin, ,qué me ordenas? 0 &4 | Malambruno: Hazme feliz)por un instante. |} Farfarello: No puedo, Malambruno: ;Cémo, que no puedes? Farfarello: Te lo juro en conciencia que no puedo, Malambruno: En conciencia de diablo de bien Farfarello: Si, cierto, Piensa que, como hay hombres, hay diables de bien, Malambruno: Y ti piensa que te cuelgo aqui mismo por la cola, en una de estas vigas, si no me obedeces ripidamente sin mas pala- bras. Farfarcllo: Antes me puedes matar que yo contentarte de lo que pides. Malambruno: Muy bien: vete en mala hora y venga Belcebit en Pr parfarello: Aunque viniese Belcebiicon toda la Giudecea y todas / las diez fosas,* no podria hacerte feliz, nia tinianadie de twespecie, mis de lo que podrfa yo Malambruno: Ni tan slo por un momento? Farfarello: Es tan posible por un momento, incluso por la mitad de un momento, y por la milésima parte, como por toda la vida. Malambruno: Pero, no pudiendo hacerme feliz. de ninguna de las maneras, ;tienes énimo al menos para jiberarme de {a infelicidad? Farfarello: Si ci consigues no amart2 supremamente. Malambruno: Eso To podré hacer después de muerto, Ferfarello: Pero en vida no puede ningiin animal: porque vuestra naturaleza os petmititfa ctialquier otra cosa menos ésta. Malambruno: Asi es. Farfarello: Por lo tanto, anxindote necesariamente con el mayor amor de que eres capaz, necesariamente deseas todo lo que puedes | tu propia felicidad; y no pudiendo nunca estar satisfecho por largo tiempo de este deseo tuyo, que es maximo, resulta que ti no puedes huir por nada de ser infeliz. Malambruno: Ni tampoco en los momentos en que yo experi- meniaré algtin placer; porque ningtin placer me dejara feliz ni sa- tisfecho. + Aue a las partes de infer dantesc: ls Gudecea es la 2ona ita reservada a fos trates las diez fosas conforma el panorana del eicule penn td os que eng fan al pram, También algunos dels nombres de ceunnics es sacados de ta Comedia (Nedel] 61 Farfarello: Ninguno, verdaderamente. Malambruno: Por eso, no igualando el deseo natural de felicidad que tengo fijado en el animo, no sera verdadero placer; y durante aquel mismo tiempo que perdure, yo no dejaré de ser infeliz, Farfatello: No dejards: porque en los hombres y en los demas vivientes la privacién de la felicidad, aun sin dolor y sin desgracia alguna, y también durante el tiempo de aquellos que vosotros Ila~ ‘mais placeres, comporta infelicidad expresa Malarbruno: Tanto que, desde cl nacimiento hasta la muerte, la infelicidad nucstra no puede cosar ‘ solo instante. » Farfarello: Si: cesa siempre que dorms sin sofiar, o que os alean- 2a un enersciénv ota cosa qu 0 inleua el uso dels sen- ‘idos. Fee Malambruno: Pero nunca, sin embargo, mientras sintamos nues- tra propia vida, te Farfarello: No, nunca. Malanbruno: De manera que, hablando en términos absolutes, el no vivir es siempre mejor que el vivir. Farfarello: Si la privaci6w de la infélicidad es simplemente mejor que la invlicidad. aH ‘Malambnitio: ;Por lo tanto? Farfarsilo: Por lo tanto, si te parece darme el alma antes de tiempo, yo estoy aqui listo para Ilevarmela, pot espacio, ni que sea, de un DIALOGO DE LA NATURALEZA Y UN ALMA Nulturaleza: Ve, hija mia predilecta, que asi seris tenida y llamada por largo orden de siglos. Vive y sé grande e infeliz. ‘Alma: {Qué mal he cometido yo antes de vivir, que me condenas esta pena? Naturaleza: Qué pena, hija mia? Alma: {No me ordenas que sea infeliz? ‘Naturaleza: Pero por cuanto quiero que seas grande, y nose puc- de esto sin aquello, Ademas ti estés destinada a vivificar aun cuer- po humano; y todos los hombres, necesariamente, nacen y viven infelices. ‘Alma: Pero en cambio serfa de razén que proveyeses demanera que fuesen felices necesariamente; o no pudiendo hacereste, te con- vendria abstenerte de ponerlos en el mundo. ‘Naturaleza: Ni una ni otra cosa esté en mi poder, ya que estoy sometida al destino, quien ordena de otro modo, cualquiera que sea Ja causa de ello; que ni ti ni yo podemos entender. Ahora, como tit has sido creada y dispuesta para conformar una persona humana, ya ninguna fuerza, ni mia ni de nadie mAs, tiene poder pare librarte de la infelicidad comiin a los hombres. Pero ademas de ésta, te sera necesario sostener una propia, y mucho mayor, por la excelencia de Ja cual te he proveido. Alma: Yo no he aprendido atin nada, empezando a vivir en este punto: y de esto debe provenir que no te entienda, Pero dime, jexcclencia ¢ infelicidad extraordinaria son sustancialmente una misma cosa? O cuando sean dos cosas, ,n0 podrias desacompafiar una de otra? ‘Naturaleza: Bn las almas de los hombres, y a proporciénen aque- Ilas de todos los géneros de animales, se puede decir que una y otra son casi lo mismo; porque Ia excelencia de las almas trae consigo mayor intensidad de su vida: lo que trae consigo mayor sentimiento 63 de Ia propia infelicidad; que es como si dijese mayor infelicidad. Similarmente la mayor vida de los énimos incluye mayor eficacia de amor propio, hacia donde quiera que él se incline, y bajo cual~ quier apariencia que se manifieste; y esta preeminencia de amor propio trae consigo mayor deseo de felicidad, y, sin embargo, ma- yor descontento y afliccidn de tener necesidad de ella, y mayor do- lor de las adversidades que sobrevengan. Todo eso esta contenido en el orden primigenio y perpetuo de las cosas creadas, que yo no puedo alterar. demas de esto, la fineza de tu propio intelecto y la vivacidad de la imaginaci6n te apartaran en una grandisima parte del dominio de ti misma, Los animales salvajes usan con facilidad, para los fines que se proponen, toda su facultad y fuerza. Pero los hombres rarisimas veces hacen uso de todo su poder; impedidos or- Ginariamente por la raz6n y la imaginacién, que crean mil dudas al deliberar y mil frenos al ejecutar. Los menos aptos o menos acos- tumbrados a ponderar y considerar consigo mismo, son los mas prontos en resolverse, y al obrat los mas eficaces. Pero las parecidas a ti, complicadas continuamente en si mismas, y como superadas por la grandeza de sus propias facultades, y por lo tanto impotentes ante si mismas, estan sujetas la mayor parte del tiempo a la irreso- lucién, tanto al deliberar como al realizar: que es una de las mayores penas que afligen a la vida humana, Antade que, mientras por Ia ex- cclencia de tus disposiciones superaras facilmente y en poco tiempo a casi todas las demas de tu especie en los conocimientos mas gra- ves y en las disciplinas también dificilisimas, sin embargo, te resul- tard siempre o imposible o sumamente dificil el aprender o el poner en practica muchisimas cosas minimas en si, pero necesarisimas al relacionarse con los demas hombres; y éstas las vers, al mismo tiempo, ejercitar perfectamente y aprender sin trabajo por mil talen- tos, no s6lo inferiores a ti, sino despreciables en todos los aspectos. Estas y otras infinitas dificultades y miserias ocupan y circundan a las grandes almas. Pero éstas son recompensadas abundantemente por la fama, por las alabanzas y por los honores que acarrea a estos egregios espiritus su grandeza, y por la durabilidad del recuerdo que dejan de ellas a sus venideros, Alma: Pero estas alabanzas y estos honores que dices, gos reci- biré del cielo, o de ti, o de quién si no? Naturaleza: De los hombres: porque otro que ellos no los pue- de dar. 64 34. Alma: Ahora mira, yo me imaginaba que no sabiendo hacer aquello que es necesarisimo, como ti dices, para la relacién con los demas hombres, y que resulta incluso facil hasta a los més pobres, talentos, yo tendria que ser vilipendiada y rehuida, y no alabada, por los propios hombres; o que sin duda tendria que vivir descono- ida de casi todos ellos, como inepta para el consoreio bumano. Naturaleza: A mi no me es dado prever el futuro, ni por consi- guiente tampoco prenunciarte infaliblemente aquello que los hom- bres vayan a hacer y pensar respecto a ti mientras estaris sobre Ia tierra. Bien es verdad que de la experiencia de! pasado saco en consecuencia como lo mas verosimil que te van a perseguir con la envidia, que es otra calamidad que corrientemente nace contra las almas excelsas; 0 bien que te van a oprimir con el desprecio y la desatencién. Ademas de que la misma fortuna, y el mismo caso, suelen ser enemigos de tus similares. Pero en seguida después de la muerte, como sucedi6 a uno llamado Camoens, 02 fo mas al eabo de algunos aiios, como ceurrié con otro llamado Milton, seras cele- brada y levantada al cielo, no diré por tocos, pero si, al menos, por el pequefio niimero de los hombres de buen criterio. Y quiz las ce- nizas de la persona cn la que ti habris morado reposarén en mag nifica sepultura, y sus facciones, imitades de diversas guisas, co- rrerin por las manos de los hombres, y serin descritos por muchos, y por ottos memorizados con gran estudio, los accidentes de su vida; y finalmente tocio el mundo civilizado estard leno de su nom bre. A menos que si por la malignidad de la fortuna, o por la misma sobreabundancia de tus facultades, no te sea perpetuamente impe- dido el mostrar a los hombres ningiin signo proporcionado de tu valor: de que no hayan faltado verdaderamente muchos ejemplos de ello, céipanos a mi sola y al hado, Alma: Madre mia, no obstante estar atin privada de los demés conocimientos, yo siento, sin embargo, que el mayor, mejor el solo, deseo que me has dado es aquel de la felicidad. Y puesto que yo soy capaz de aquel de la gloria, ciertamente no de otra manera puedo apetecer este no s¢ si llamarlo bien o mal, sino solamente como fe- licidad, o como itil paraalcanzarla. Ahore bien, segun tus palabras, la excelencia de que me has dotado pod:a ser necesaria 0 prove- cchosa para la consecucide de Ia gloria, pero sin embargo no lleva la felicidad, antes tira violentamente a la infelicidad. Ni tampoco a la misma gloria es creible que me condvzca antes de la muerte: y 65 sobrevenida ésta, {qué utilidad o qué goce me podré llegar de los mayores bienes del mundo? Y por itimo, puede fécilmente suce- der, como dices, que esta tan esquiva gloria, precio de tanta infeli- ccidad, no me sea obtenida en manera alguna, ni después de la muer- te, De manera que de tus mismas palabras concluyo que ti, en vez de amatme singularmente, como afirmabas al principio, me tengas mis bien odio y malevolencia mayores de los que me tendrin los hombres y la fortuna mientras esté en e] mundo, puesto que no has dudads en hacerme tan calamitoso don como lo es esta excelencia que time alabas. Que seré uno de los principales obstéculos que me impedirén alcanzar mi tinico propésito, o sea la felicidad. ‘Naturaleza: Hija mfa: todas las almas de los hombres, como te devia, estin destinacas como presa a Ia infelicidad, sin culpa mia. Pero en la universal miseria de la condicién humana y en la infinita vanided de todo goce y provecho suyos, la gloria es juzgada por la mayor parte de los hombres el mayor bien que haya sido concedido a los mortales, y el més digno objeto que éstos pueden proponer a sus cuidados y a sus acciones. De donde, no por odio, sino por ver- dadera y especial benevolencia que te habia depositado, deliberé presta-te para la consecucidn de este fin todas las ayudas que esta- ban ex. mi poder. Alma: Dime: entre los animales salvajes que mencionabas, ghay por ventura alguno provisto de menor vitalidad y sentimiento que los hombres? Naturaleza: Comenzando por aquellos que son como plantas, to- dos so1 en eso, unos més, otros menos, inferiores al hombre, quien tiene mayor cantidad de vida y mayor sentimiento que ningiin otro animal, por ser de todos los vivientes el mas perfecto. Alma; Pues bien, albjame, si me amas, en el mas imperfecto. 0 si estono puedes, despojada de Ins funestas dotes que me ennoble- cen, hezme conforme al mas estipido e insensato espirita humano que ti hayas producido jams. Naturaleza: En esto ultimo puedo complacerte. Y voy a hacerlo, puesto que rehiisas la inmortalidad, hacia la que te habia encami- nado. Alma: Y a cambio de la inmortalidad, te ruego acelerarme la muerte lo mas que se pueda. Naturaleza: De esto hablaré con el Destino. 66 DIALOGO DE LA TIERRA Y LA LUNA Tierra: Amada Luna, yo sé que puedes hablar y responder; por set una persona, segiin he ofdo muchas veces a los poetas; ademas de que nuestros.nifios dicen que verdaderamente tienes boca, nariz y ojos, como cada uno de ellos, y que lo ven con sus propios ojos, gue en esa edad razonablemente deben ser agudisimos. En cuanto a mf, no dudo que sepas que yo soy ni més ni menos que una per- sona; tanto que, cuando eta més joven, hice muchos hijos: demane- raque no te maravillaras al ofrme hablar. Pues, bella Luna mia, aun que he estado cerca de ti por tantos siglos que no recuerdo su niimero, no te he dirigido Ia palabra hasta ahora, porque los queha- ceres me han tenido tan ocupada, que no me quedaba tiempo para charlar, Pero hoy que mis negocios se han reducido a poca cosa, y mis bien, puedo decir que marchan solos, no sé qué hacer, y me muero de aburrimiento, Asi que me hago # Ia idea de hablarte con frecuencia proximamente y preocuparme mucho por tus cosas, pre que no tenga que ser molestia para ti Luna: No lo dudes. Asf la fortuna tne salve de cualquier otro in- cémodo, como estoy segura de que tii no me dariis ninguno. Si te parece hablarme, hblame a tu placer; que, aunque amiga de! silen- cio, como creo que debes saber, te escuicharé y te contestaré de bue- nna gana, para servirte. Tierra: {Escuchas este sonido agradabilisimo que producen los, cuerpos celestes con sus movimientos? Luna: A decir verdad, yo no cigo nada, Tierra: Ni yo tampoco, a excepcién del ruido del viento que va desde mis polos al ecuador y desde el ecuador a los polos, y de- muestra no saber nada de miisica. Pero Pitagoras dice que les esfe- ras celestes hacen un cierto sonido tan dulce que es una maravilla; y que también ti tienes tu parte en esto, y eres la octava cuerda de esta lira universal: pero que yo estoy ensordecida por el sonido mis- mo, y por e30 no lo oigo. or Luna: También yo, de seguro estoy ensordecida, y, como he di- cho, no lo oigo: y no sé qué sea una cuerda. Tierra: Pues mudemos de tema, Dime: estas habitada verda- deramente, como afirman y juran mil filésofos antiguos y moder- nog, desde Orfeo hasta De ia Lande? Porque yo, por mucho que me esfuerce en alargar estos cuetnos mios, que los hombres Haman montes y picos, con cuyas puntas te vengo mirando, a manera de babieca, no lego a descubrir en ti ningiin habitante; si bien oigo que un tal David Fabricius, que veia mejor que Linceo, descubrié una vez, algunos de ellos que tendian la colada al sol Luna: De tus cuernos no sé qué decir. Es un hecho que yo estoy habitada. Tierra: ;De qué color son esos hombres? Luna: {Qué hombres? ‘Tierra: Esos que tit tienes. No dices estar habitada? Luna: Si. ,¥ entonces...? ‘Tierra: Y entonces no serin sélo bestias todos tus habitantes. Luna: Ni bestias ni hombres, pues yo no sé qué razas de eriaturas sean ni los unos ni las otras. Y de parecidas cosas que anteriormen- ‘te me has venido enseitando, a propésito, por lo que estimo, de los hombres, yo ya no he comprendido ni jota. Tierra: {Peto qué clases de pueblos son ésos? Luna: Muchisimos y diversisimos, que tt no conoces, como yo no conozco los tuyos. Tierra: Eso me resulta tan extrafio que, sino lo oyese deti misma, no lo ereeria por nada del mundo. {Fuiste alguna vez conquistada por alguno de los tuyos? Luna: No, que yo sepa. ;Cémo? Y por qué? Tierra: Por ambicién, por codicia de lo ajeno; con las artes pali- ticas, con las armas. Luna: No sé qué quiere decir armas, ambicién, artes politicas, ‘en suma nada de lo que dices. Tierra: Pero sin embargo, si no conoces las armas, conoces cier- tamente la guerra: porque hace poco, un fisico de aqui abajo, con Uunos anteojos, que son instrumentos hechos para ver muy lejos, ha descubierto alli una bonita fortaleza, con sus bastiones en pie, que es sefial de que tus gentes se sirven, al menos, de los asedios y las batallas murales 68 33) Luna: Perdona, seftora Tierra, si te respondo un poco mis libre- mente de Io que quizé convendria a una sibdita o sirvienta tuya, co- ‘mo yo soy. Pero en verdad que me resuiltas peor que fatua al pensar que todas las cosas de cualquier parte del vniverso sean conforme a las tuyas; como si la naturaleza no hubieve tenido otra intencién que el copiarte puntualmente por todas partes. Digo estar habitada hi, de esto, concluyes que mis habitantes “ienen que ser hombres. Te advierto que no lo son; y td, concediendo que sean otras cria- turas, ne dudas de que no fengan las mismas cualidades y los mis- ‘mos casos que tus pueblos; y me alegas los anteojos de no sé qué fisico, Pero si esos anteojos no ven mejor las demas cosas, creeré que tengan la buena vista de tus nifios que descubren en mi los ojos, la boca, la nariz, que yo no sé dénde los tenga. Tierra: Pues no sera tampoco verdad que tus provincias estén pro- vistas de caminos anchos y limpios; y que estés cultivada: cosas que desde la parte de Alemania, tomando un prismatico, se ven cla- ramente. Luna: Siestoy cultivada, no me acuerdo; y mis caminos no los veo. Tierra: Querida Luna, has de saber que yo soy poco sutil y de ca- beza dura; y no es maravilla que Jos hombres me engafien facilmen- te, Pero sé decirte que si los tuyos no se preccupan por conquistarte, ti no estuviste, sin embargo, siempre fuera de peligro: porque en diversos tiempos muchas personas de aqui abajo intentaron con- quistarte, y a este efecto hicieron muchas preparaciones: sino que, subidas a lugares altisimnos, y alzindose sobce las puntas de los pies, y extendiendo los brazos, no te pudieron alcanzar. Ademis de esto, ya desde hace no pocos aiios, veo espiar detenidamente cada lugar iuyo, copiar los mapas de tus regiones, medir las alturas de estos montes, de los que sabemos también los nombres. Estas cosas, por la buena voluntad que te tengo, me ha parecido bien avisértelas, a fin de que ti no dejes de prepararte para cualquier eventualidad. Y ahora, cambiando de tema: ,Te molestan los pertos que te ladran? £Qué piensas de aquellos que te muestran en el pozo a otros? {Eres mujer u hombre? porque antiguamentc hubo disparidad de opi nes. Es o no verdad que los arcadios vinieron al mundo antes que ti? {Que tus mujeres, o como deba lamarlas, son oviparas, y que uno de sus huevos cay6 aqui abajo no sé cuando? ;Qué estas agujereada alamanera de las cuentas del rosario, como cree un fisico moderno? oo {Que estis hecha, como afirman algunos ingleses, de queso tier- no? {Que Mahoma un dia, o por la noche debia ser, te partid por la mitad como una sandia? ZY que un buen pedazo de tu cuerpo se le escurrié dentro de la manga? {Qué tan de buena gana estas en la ccima de los minaretes? {Qué te parece la fiesta del bairam? Lina: Contimia; que, mientras sigas asi, no tengo motivo para responderte y faltar a mi acostumbrado silencio. Si te gusta entrete- rerte 2n frivolidades y no encuentras otros temas que éstos, en vez de vo verte a mi que no te puedo entender, ser mejor que te hagas fabricar por los hombres otro planeta que te dé vueltas en torno, y queesté compuesto y habitado a tu manera, No sabes hablar més que de hombres y de perros y de cosas similares, de las que tengo tanta noticia como de aquel sol més grande a cuyo alrededor oigo que gira nuestro sol. “Tierra: Realmente, cuanto més me propongo, al hablarte, abste~ nermne de tocar mis propias cosas, menos lo consigo. Pero de ahora en acelante tendré mas cuidado. Dime: eres ti la que te diviertes tirdndome el agua del mar hacia arriba y después dejéndola caer? Luna: Puede ser. Pero suponiendo que yo te cause éste o cual- quiet otto efecto, no me percato de ello: como ti igualmente, por Jo que pienso, no lo hards de los muchos efectos que produces aqui; que tanto tienen que ser mayores que los mios cuanto que tit me su- peras en tamaiio y en fuerza. Tierra: De estos efectos verdaderamente no sé més sino que de ‘cuando en cuando te quito Is luz del sol, y a mi la tuya; como tam- bién que yo te doy gran luz en tus noches, cosa que en parte veo algunas veces. Pero me olvidaba de una cosa que importa mas que cualquier otra. Yo quisiera saber si verdaderamente, segtin escri- be Ariosto, todo aquello que cada hombre va perdiendo, como por ejemplo la juventud, la belleza, la salud, las fatigas y despastes que se pcnen en los buenos estudios para ser honrados por los ottos, en el guiar a los nifios hacia las buenas costumbres, en el hacer 0 pro- mover las instituciones itiles; todo sube y se retine en ti: de manera {que en ti se encuentran todas las cosas humanas; excepto la locu- ra, que no se separa de los hombres. Caso de que esto sea verdad, pienso que debes estar tan lena que no avances mas de lugar; espe- cialmente porque, en los tltimos tiempos, los hombres han perdido muchisimas cosas (verbigracia el amor patrio, fa virtud, le magna- nimidad, la rectitud), no ya slo en parte, o uno. otro de ellos, como 10 antes, sino todos y por completo. Y ciertamente que si no estin ahi, no creo que se puedan encontrar en ningin otro lugar. Asi que me gustarfa que nosotros hiciésemos juntas un convenio, por el que tt me devolvieses ahora, y después sucesivamente, todas estas cosas; de lo que pienso que ti misma tienes que agradecer el verte desem- barazada, maxime de Ia cordura, que entiendo ocupa un grandisimo espacio; y yo te haré pagar por los hombres todos los afios una buena suma de dinero. Luna: Ti vuelves a los hombres; y, aunque Ia locura, como afir- mas, no se salga de tus confines, yuictes lavcime cnloquecer de todas maneras, y hacerme perder el juicio, buscando el de ellos que yon sé dénde esti, ni si va ose queda en ninguna parte del mundo; ¥ sé seguro que aqui no est, comono se encuentran las dem’ que pides Tierra: {Al menos me sabras decir si ahi estin en uso los vicios, los delitos, los infortunios, los dolores, la vejez, en conclusién los males? ;Entiendes estos nombres? Luna: jOh, 80s si los entiendo! Y no s6lo los nombres, sino las cosas significadas, las conozco de maravilla: porque estoy comple- tamente lena de ellas, en vez de aquellas otras que ti creias. ‘Tierra: ;Cudles prevalecen en (us pueblos, los méritos 0 los de- fectos? Luna: Los defectos, con mucho. Tierra: ;De qué tienes mayor cantidad, bienes o males? ‘Luna: Males, sin comparacién. Tierra: ZY generalmente tus habitantes son felices 0 infelices? Luna: Tan infelices, que yo no me cambiaria por el mas afortu- nado de ellos. Tierra: Lo mismo sucede aqui. De manera que me maravillo de cémo, siéndome tan distinta en las demas cosas, en ésta me eres conforme. Luna: También en la imagen, y en el dar vueltas, y en cl ser ilu- minada por el sol te soy conforme; y no es mayor maravilla aqué- Ia que ésta: porque el mal es cosa comin a todos los planetas del universo, o al menos de este mundo solar, como la rotundidad y las demas condiciones que he dicho, ni mas ni menos. Y si ti pudieses alzar tanto la voz que fueses ofda por Urano 0 por Saturno, 0 por ‘cualquier otro planeta de nuestro universo, y les interrogases de si en los suyos tenia lugar la infelicidad, y si los bienes prevalectan 0 nu cedian a los males, cada uno de ellos te responderia como lo he hecho yo. Digo esto por haber preguntado las mismascosasa Venus y Mercurio, planetas a los que de cuando en cuando me encuentro ‘mas cercana que Wi; como también se lo he preguntado a algunos cometas que me han pasado cerca: y todos me han contestado como he dicho. ¥ pienso que cl mismo sol, y cada una de las estucllas, responderian otro tanto, Tierra: A pesar de eso, yo espero el bien; y hoy de un modo particular, los hombres me prometen para el futuro muchas felici- dades. Luna: Espera cuanto te parezea: y yo te prometo que podris es- perar por toda la etemnidad Tierra: ;Sabes qué sucede? Estos hombres y estas bestias se alarman: porque en la parte desde la que te hablo es de noche, como ves, o mis bien no ves; 0 sea que todos dormian, y con el ruido que hacemos hablando se estan despertando con gran miedo. Luna: Pero en este lado, como ves, es de dia Tierra: Ahora no quiero ser causa de espantar a mi gente, y de interrumpitles el suefio, que es el mayor bien que tienen. Pero nos volveremos a hablar en otra ocasién. Adids, por lo tanto; buenos dias. Luna: Adiés, buenas noches. 72 35) LA APUESTA DE PROMETEO En el ailo ochocientos treinta mil doscientos setenta y cinco del reinado de Jipiter, el colegio de las Musas sacé impresos, e hizo colgar en los lugares pablicos de la ciuded y de los arrabales de Hi peméfelo, diversos anuncios en los que invitaba a todos los dioses mayores y menores, y a los demas habitantes de dicha ciudad, que reciente o antiguamente hubiesen hecho alguna laudable invencién, a proponerla, 0 efectivamente o en imagen o por escrito, a algunos Jueces diputados por ef colegio. Y excusindose de que por su noto- ria pobreza no se pudiera mostrar tan liberal como hubiese querido, prometia, en premio, a aquél cuyo descubrimiento fuese juzgado ids bello 0 mas fructuoso, una corona ¢e laurel, con privilegio de poder Hevarla dia y noche, privada y piiblicamente, en la ciudad y fuera de ella; y poder ser pintado, esculpido, grabado, forjado, figu- rado de cualquier modo y materia, con .# sefial de aquella corona en tomo a la cabeza. Concursaron a este premio no pocos de los celestes por pasa~ tiempo, cosa no menos necesaria a los habitantes de Hipernéfelo que los de otras ciudades, sin ningtin deseo de aquella corona, que en sino valia el precio de una gorra de estopa, y en cuanto a la glo- ria, silos hombres, desde que se han hecho filésofos, la desprecian, se puede conjeturar en qué estima la tienen los dioses, tanto mas sapientes que los hombres; o mas bien Ios tnicos sapientes, segin Pitégoras y Plat6n. Por lo tanto, con ejemplo tnico y hasta entonces inaudito en similares casos de recompensas propuestas a los mas merecedores, fue adjudicado este premio, sin intervencién de sot citaciones ni de favores, ni de promesas ocultas ni de artficios, Y tres fueron los elegidos: a saber, Baco por la invencién del vino; Minerva, por la del aceite, necesario pata las unciones de las que Jos dioses hacen cotidianamente uso después del bafio; y Vuleano, por haber descubierto una olla de cobre, llamada econdmica, que sirve para cocer lo que sea con poco fuego y con prontitud. Asi, te= niéndose que dividir el premio en tres partes, quedaba a cada uno B una ramita de laurel; pero los tres rehusaron tanto la parte como la totalidad. Porque Vuleano alegé que, estando Ia mayor parte del tiempo ante el fuego de fa fragua con gran fatiga y sudor, le seria importunisimo aquel estorbo en ta frente; ademas que lo pondria en peligro de ser chamuscado o quemado si por ventura alguna chispa, prendiéndose a aquellas ramas secas, las encendiese. Minerva dijo ue teniendo que sostener sabre la cabeza un yelmo suficiente, co- mo eser'be Homero, para cubrirse con él todos juntos los ejércitos de cien ciudades, no le conventa aumentarse este peso de ninguna maucta, Baco 10 quiso cambiar su mitra y su corona de pampanos por aquella de laurel: aunque la hubiese aceptado gustosamente si le hubiese sido Hcito el ponerla por muestra en el exterior de su tabema; pero las Musas no consintieron en darsela a este efecto: de ‘manera que se quedé en su erario comin. Ninguno de los competidores de este premio tuvo envidia de los tres dioses que lo habian conseguido y rehusado, ni se dolié de los jue- ces, ni citicé la sentencia; salvo solamente uno, que fue Prometeo, que habia participado en el conetirso mandando a él el modelo de Tierra que habia construido y empleado para formar los primeros hombres, le adjuntaba una escritura que declaraba las cualidades y Jos oficios del géneto humano, descubierto por él. Mueve ano poca maravill el disgusto demosttado por Prometeo en tal easo, que por todos los dems, tanto vencidos como vencedores, era tomado co- ‘mo un juego: por esta razén, investigando las causas se descubrié ‘que aquél deseaba poderosamente, no ya el honor, sino el privile- gio que ‘e habria llegado con Ia vietoria. Algunos piensan que pre~ lendia servirse del laurel como defensa de la cabeza contra las tem- pestades, segiin se narra de Tiberio, que siempre que ofa tronar se ponia la corona, creyéndose que el laurel no es golpeado por los rayos. Pero en Is ciudad de Hipeméfelo no caen rayos y no truena, Otros, mas probablemente, afirman que Prometeo, por deficiencia de la edad, empieza perder los cabellos; desventura que, soportin- dola, como sucede a muchos, de malisima gana, y no habiendo lefdo las alabanzas a la calvicie escritas por Sinesio, o no estando persua~ dido de‘ellas, que es mas creible, queria bajo la diadema esconder, como César dictador. la desnudez de la cabeza. Pero volviendo a los hechos, dia tras dia discutiendo Prometeo con Momo, se quejaba asperamente de que el vino, el aceite y las , ollas hubiesen sida antepuestos al género humano, que decia ser la 4 mejor obra de los inmortales que apareciese en el mundo. Y pare- ciéndole no persuadirlo suficientemente, a Momo, que adueia no sé qué razones en contrario, le propuso descender los dos conjun- tamente a la Tierra y posarse al azar en el primer lugar que en cada una de las cinco partes de aquélla descubriesen habitado por los hom- bres, hecha primero reciprocamente esta apuesta: si en los cinco lugares, o en Ia mayoria de ellos, encontrarian 0 no manifiestos ar- gumentos de que el hombres la mis perfecta criatura del universo. Lo queaceptado por Momo, y convenidos enel preciode laapuesta, empezaron sin tardznea a desvender hacia la Tierra, dirigiéndose primero al Nuevo Mundo, como cosa que por su mismo nombre, ¥ por no haber puesto el pie en él hasta entonces ninguno ¢e los in- mortales, estimulaba mayormente su curiosidad. Pararon en vuelo en el pais de Popayan, por el lado septentrional, no lejos del rio Cauca, en un lugar donde aparecian muchas sefiales de habitacién humana: vestigios de labranza por el campo; varios senderos, aun- que interrumpidos en muchos lugares, y en su mayor parte obstrui- dos; arboles cortados y tendidos; y particularmente algunas que parecfan sepulturas, y algiin hueso de hombre de trecho en trecho. Pero no por esto pudieron los dos celestes, aguzando los oidos y tendiendo la vista por todo en derredor, oir una voz ni desoubrir una sombra de hombre vivo. Anduvieron, unas veces caminando, otras volando, por espacio de muchas millas, pasando montes y rios, yy encontrando por todas partes las mismas seftales y ta misina so- edad. ;Cémo estén ahora desiertos estos parajes, decia Momo a Promeieo, que muestran, sin embargo, evidentemente el haber sido habitados? Prometeo recordaba las inundaciones del mar, los terre~ motos, los temporales, las Tluvias exorbitantes, que sabia eran co- rrientes en las regiones célidas: y realmente ofan, de todas las selvas vvecinas, las ramas de los érboles que, agitadas por el aite, goteaban continuamente agua; mientras que Momo no sabia comprender ‘emo podia aquella parte estar sometida a las inundaciones del mar, tan lejano de allf que no aparecta por ningiin lado; y menosentendia por qué destino los terremotos, los temporales y las lluviashubiesen tenido que destruir a todos los hombres del pais, percionando a los jaguares, a los simios, a los hormigueros, a los canguros, alas 4gui- las, a los papagayos, y a cien otras calidades de animales terrestres y voladores, que andaban por aquellos entomos. Finalmente, des- ‘cendiendo a un valle inmenso, descubrieron, por decirlo asi, un pe~ 5 quefio montén de casas 0 cabafias de madera, cubiertas con hojas de palmera, y citcundada cada una por un cereado a manera de valla, Delante de una de ellas estaban muchas personas, algunas en pie, otras sentadas, alrededor de una vasija de tierra puesta sobre un gran fuego. Se acercaron los dos celestes, tomada forma humana; y Pro- meteo, saludados todos corléstemente, volviéndose auno que mos traba ser el principal interrogéle: Prometeo: {Qué estais haciendo? Salvaje: Se come, como ves. Prometeo: ,Qué buenos manjares tengis? Salvaje: Es un poco de came. Prometeo: ;Catne doméstica o salvaje? Salvaje: Doméstica mas bien, de mi hijo. Prometeo: ;Tienes por hijo un ternero, como tuvo Pasifac? Salvaje: No un ternero, sino un hombre. Como han tenido todos los demas. Prometeo: ;1Lo dices en serio? ;Te comes tu propia carne? Salvaje: La mia propia no, mis bien la de éste: que con este tinico fin lo he traido al mundo y cuidado de nutrirlo, Prometeo: {A fin de comértelo? Salvaje: ,Qué tiene de extrafio? Y también a la madre, que ya no debe ser buena para hacer otros hijos, pienso comérmela pronto. Prometeo: Como se come a la gallina después de comerse los huevos. Salvaje: Y a las demas mujeres que tengo, cuando se hayan he- cho imitiles para parir, me las comeré igualmente, Y a estos escla- Vos mios que veis, ,acaso los tendrfa vivos, si no fuese para tener de cuando en cuando hijos suyos, y comérmelos? Pero cuando ha- yan envejecido, también me los comeré a ellos de uno en uno, si estoy vivo, Prometeo: Dime: jes0s esclavos son de tu misma nacién, 0 de alguna otra? Salvaje: De otra. Prometeo: ;Muy Iejana de aqui? Salvaje: Lejanisima: tanto, que entre sus casas y las nuestras corria un riachuelo, Y sefialando una pequefia colina, afiadié: He alli el sitio donde estaba, pero los nuestros la han desiruido. En esto parecié a Pro- meteo que no sé cudintos de ellos lo estaban contemplando con una 16 3 amorosa mirada, tal como aquella que dirige el gato al ratén: de ma era que, para no ser comido por sus propias criaturas, desaparecio rapidamente volando; y consigo igualmente Momo. Y fue tanto el miedo que pasaron uno y otto, que al partir contaminaron los ali- mentos de los barbaros con aquella clase de inmundicia que las har- pias derramaron por envidia sobre lus uiesas troyanas. Pero ellos, mas hambrientos y menos esquivos que los compaiieros de Eneas, continuaton stu comida, Y Prometeo, insatisfechisimo del Nuevo Mundo, se volvié inmediatamente hacia el mas viejo; quiero decir al Asia. Y recorrida casi en un abric y cerrar de ojos la distancia que hay entre las nuevas y las antiguas Indias, descendieron ambos cer- cade Agra, en un campo lleno de infinita gente, reunida en tomo a una fosa colmada de lefia; sobre cuya orilla, en uno de los lados, se veian algunos con antorchas encendidas, a punto de prenderle fue- {g0 ¥ en el otvo lado, sobre un tablado, una mujer joven, eubierta ‘con vestidos suntuosisimos y de toda clase de ornamentos birbaros, quien, danzando y vociferando, daba muestras de grandisima ale- aria. Prometeo, viendo esto, se imaginata una nueva Lucrecia o una nueva Virginia, o alguna emuladora de las hijas de Erectco, de Ifi- genia, de Codro, de Meneceo, de Curcic, y de los Decios, que, pro- siguiendo la fe de algtin oréculo, se inmolase voluntariamente por su patria, Entendiendo después que la causa del sacrificio de la mu- jer era la muerte de su marido, pensé que ella, poco distinta de Al- cestes, quisiese con el precio de si misma rescatar el espiritu de él Pero al saber que ella no se determinaba a abrasarse sino porque esto acostumbraban hacer las mujeres viudas de su secta, y que habia odiado siempre a su marido, y que estaba borracha, y que el muerlo, en lugar de resucitar, tenfa que set quemado en aguel mis mo fuego, dando al instante la espalda aaquel espectaculo, tomé el camino de Europa, y mientras iban haciaalli tuvo con su compaiiero este coloquio Momo: ;Hubieses pensado cuando con grandisimo peligro myo robabas el fuego del cielo para transmitilo a los hombres, que éstos se servitian de él, quignes para cocerse los unos a los otros en las ollas, quignes para quemarse espontineamente? Prometeo: No, pot cierto. Pero considera, querido Momo, que aquellos que hasta ahora hemos visto son barbaros: y por los barba~ os no se debe sacar juicio de la naturaleza de los hombres, sino ms bien por los civilizados. Hacia los que vamos ahora. Y tengo ” Ja firme opinion de que entre ellos veremos y oiremos cosas y pa~ labras que te parecerin dignas, no solamente de alabanzas, sino de stupor. Mome: Yo por mi no veo, si los hombres son el mas perfecto género del universo, como tiene que ser preciso que sean civilizados para que no se quemen a si mismos, y no se coman a sus propios hijos: siexdo asi que fos demas animales son todos barbaros, y esto ‘no obstante, ninguno se quema expresamente, a excepcidn del fe nix, que no se halla; son rarisimos los que se comen a algiin similar suyo; y mucho mds raros los que se alimentan de sus hijos, poralgin accidente insdlito, y no por hiaberlos engendrado con este fin. Ad- vierte también que, de las cinco partes del mundo, una sola, y no toda entera, y ésta no comparable en tamafio @ ninguna de las otras cuatro, esta dotada de la civilizacién que ti alabas; afiadidas algunas Pequefias porcioneillas de otra parte del mundo. ¥ ti mismo ya no querrés decir que esta civilizacién esté completada, de manera que hoy dfa los hombres de Paris o de Filadelfia tengan generalmente toda Ia perfeecién que puede concordar a su especie. Ahora, para legar al presente estado de civilizacién atin no perfecta, ;cunto tiempo han tenido que penar estos tales pueblos? Tantos atios como se pueden contar desde el origen del hombre hasta los tiempos pré- ximos. Y casi todos los inventos que eran o de mayor necesidad 0 de mayor provecho al logro del estado civilizado han tenido origen, no por la razé6n, sino por casos fortuitos: de manera que la civiliza- cién humana es obra mis de Ja suerte que de la naturaleza. Y en donde esos tales casos no han ocurrido vemos que los pueblos son atin bérbaros; aunque tengan tanta edad como los pueblos civiliza- dos. Digc yo, por consiguiente: si el hombre barbato muestra ser inferior por muchos extremos a cualquier otto animal; si la civili- zacién, que es lo opuesto de la barbarie, no es poscida ni aun hoy sino por una pequefia parte del género humano; si ademds de esto, esta parte no ha podido de otro modo Hlegar al presente estado ci- vilizado, sino después de una cantidad innumerable de siglos, y por obra maximamente de la casualidad més que de ninguna otra causa; por iltime, si dicho estado civitizado no es todavia perfecto; consi dera un poco si quiza tu sentencia respecto al género humano no seria més real arreglindola de esta manera: es decir, diciendo que es verdadsramente supremo entre los géneros, como ti piensas, Pero supremo en la imperfeecién mas bien que en la perfeccién: B aunque los hombres al hablar y al pensar toman continuamente a la una por la otra, argumentando con unos presupuestos que se han hecho ellos y a los que tienen por verdades palpables. Cierto que los demas géneros de criaturas, desde el principio fueron perfecti- simos cada cual en sf mismo. Y cuando atin no estuviese claro que el hombre barbaro, considerado respecto a los dems animales, es menos bueno que todos ellos; yo no me convenzo de que el ser naturalmente imperfectisimo en el propio género, como parece que sea el hombre, s¢ tenga que considerar perfeccién mayor que todas las demas. Afiade que la civilizacién humana, tan dificil de obtener, y quizas imposible de lograr, no es todavia estable, de manera que no pueda caer; como en efecto se encuentra haber sucedico otras veces, y en varios pueblos, que habjan adquirido una buera parte de ella. En suma, yo conchiyo que si tu hermano Epimetco llevase a los jueces el modelo que debe haber usado cuando formé el pri- mer asno o la primera rana, quiz4 ganase el premio que tino has conseguido. Sin embargo, de todos modos te concederé de buena gamia que el hombre sea perfectisimo, siti te decides a decir que su perfeccién se parece a aquella que se atribuia, segin Plotino, al mun- do: que, decia Plotino, es dptimo y perfecto absolutamente; pero para que el mundo sea perfecto conviene que tenga en si, entre las dems cosas, también todos los males posibles; por eso, de hecho se encuentra en él tanto mal cuanto puede contener, Y a este res- pecto quizé concederia igualmente a Leibniz que el mundo presente fuese el mejor de todos los mundos posibles. No hay que dudar de que Prometeo no tuviese a punto una res- puesta en forma distinta, precisa y dialéctica a todas estas razones; pero es igualmente cierto que no la dio: porque en este mismo punto se encontraron sobre la ciudad de Londres, donde descendizron. Y vista una gran multitud de gente concurrir a la puerta de una casa privada, metidos entre ef gentio, entraron en la casa y encontraron sobre un lecho a un hombre tendido boca arriba, que ten‘a en la ‘mano derecha una pistola, herido en el pecho, y muerto; y asu lado yacer dos nifitos, igualmente muertos. Estaban en la estancia mu- cchas personas de la casa, y algunos jueces, que les interrogaban mien- tras un oficial escribia. Prometeo: {Quiénes son estos desventurados? Criado: Mi seffor y sus hijos. Prometeo: ,Quién los ha matado? 9 Criado: El sedior, a los tres. Prometeo: {Quieres decir a los hijos y a si mismo? Criado: Ni mas ni menos. Prometeo: jOh, qué cosa nunca vis ventura le debia haber sucedido. Criado: Ninguna, que yo sepa. Prometeo: {Peto quizé era pobre, o despreciado por todos, 0 de- safortunado en el amor, o en la corte? Criado: Mas bien riquisimo, y creo que todos lo estimaban; del amor, no se cuidaba, y en la corte tenia mucho favor. Prometeo: {Pues como ha caido en esta desesperacién? Criado: Por tedio de la vida, segiin ha dejado escrito. Prometeo: ,Y estos jueces, qué hacen? Criado: Se informnan de si el seffor habia enloquecido o no: pues en.caso de que no hubiesc enloquecido, sus bienes recaen en la gente por ley. ¥ en realidad no se podra hacer que no recaigan. Prometeo: Pero, dime, {no terifa ningiin amigo o pariente, a quien pudiese encomendar a estos nifitos, en vez de matarlos? Criado: Si, tenia; y entre otros, uno que le era muy entraitable, a quien ha encomendado su perro. ‘Momo estaba por congratularse con Prometeo sobre Jos buenos efectos de la civilizacion, y sobre la satisfaccién que parecia resultar de ella para nuestra vida; y queria también recordarle que ningtin otro animal, fuera del hombre, se quita la vida voluntariamente él mismo, ni mata por desesperacion a los hijos: pero Prometeo lo vit, y sin cuidarse de ver las dos partes del mundo que quedaban, le pagé la epuesta al Alguna grandisima des- 80 39 DIALOGO DE UN F{SICO Y UN METAFISICO Fisico: Eureca, cureca Metafisico: ;Qué es? {Qué has encontrado? Fisico: Bl arte de vivir largamente. Metafisico: ZY este libro que llevas? Fisico: Aqui lo explico. Y por esta invencién, si los demas vi- virén largo tiempo, yo viviré por lo menos eternamente, Quiero decir que sacaré de él gloria inmortal. Metafisico: Haz como te diré. Busca una cajita de plomo, encie- rra en ella este libro, entiérrala, y antes de morir acuérdate de dejar dicho el lugar, a fin de que se pueda ir alli y sacar el libro cuando se haya hallado el arte de vivir felizmente isico: ,Y entre tanto? Metafisico: Entre tanto no serviré para nada. Mas lo apreciaria contuviese el arte de vivir poco. isico: Este se conoce hace ya tiemps. Y no fue dificil de en- contrar. Metafisico: De todas maneras, lo aprecio mas que el tuyo. Fisico: Por qué? ‘Metafisico: Porque si la vida no es feliz, que hasta ahora no lo ha sido, mejor nos cuadra tenerla breve que larga, Fisico: ;Oh, esto no! Porque la vida es un bien por si misma, y Th cada uno la desea y la ama naturalmente. ! Metafisico: Eso creen los hombres, pero se engafian, como el vvulgo se engafia pensando que los colores sean cualidades de los objetos, cuando no lo son de las objetos sino de fa luz. Digo que el hombre no desea y no ama sino a la felicidad propia. Por lo tanto, no ama a la vida sino en cuanto Ia considera instrumento o sujeto de la felicidad. De manera que, propiamente, viene a amar aésta y | hoa aquéila, aunque frecuentisimamente airibuya una el amor que lleva ala otra, Verdad es que este engaiioy aquel de los colores son 81 los dosnaturales, Pero en cuanto a que ¢l amora la vida en los hom res no sea natural, o digamos que no sea necesario, observa que mu- chisimas en los tiempos antiguos eligieron morit, pudiendo vivir, y muchisimos en nuestros tiempos déséan la muerte en diversos casos, algunos se matan con sus propias manos. Cosas que no po- Grian ser siel amor la vida por si mismo fuese naturaleza del hom- bre. Como siendo naturaleza de todo viviente el amor a la propia felicidad, antes cacria cl mundo, que alguno de ellos dejase de amar- lay deprocurarla a su manera, Que ademds la vida sea un bien por si misma, espero que me lo pruebes, con razones fisicas 0 metafi- sicas ode cualquier disciplina. Por mi, digo que la vida feliz no ten- dria ningtin fallo; pero como feliz, no como vida. La vida infeliz, en cuanto al ser infeliz, es un mal, y en vista de que la naturaleza, al menos la de los hombres, trae consigo que vida e infelicidad no se pueden separar, discurre ni mismo lo que se deduzca de ello, ~ Fisico: Por favor, dejemos este tema, que es demasiado triste, y sin tanras sutilezas respéndeme sinceramente: si el hombre viviese y pudiese vivir eternamente, quiero decir sin morir y no después de muerte, jerees tt que no le gustaria? Metafisico: A un presupuesto fabuloso responderé con wna fabu- la: tanto mas cuanto que no he vivido nunca eternamente, y por eso no puedo responder por experiencia; ni tampoco he hablado con nadie cue fuese inmortal; y fuera de las fSbulas, no encuentro noti- cia de personas de tal suerte, Si estuviese aqui presente Cagliostro, quizé te podtia echat un poco de luz, habiendo vivido tanto siglos: aunque, como después rmuri6 como los dems, no parece que fuese inmortal. Diré por consiguiente que el prudente Quirén, que era dios, con el tiempo se aburrié de la vida, tomé permiso de hipiter para poder morir, y murié, Ahora piensa, si la inmortalidad desa- grada a los dioses, {qué hand a los hombres? Los hiperbéteos, pue- blo desconocido, pero famoso, donde no se puede penetrar, ni por tierra ni por agua, rico de todo bien, y especialmente de bellisimos asnos, de los que suelen hacer matanza, pudiendo, sino me engaiio, ser inmortales, porque no tienen enfermedades ni fatigas ni guerras ni discordias ni carestias ni vicios ni culpas; con todo eso, mueren todos: porqueal cabo demil afios de vida, o cerca, hartos de la Tierra, saltan esponténcamente desde una cierta roca al mar, y alli se aho- gan, Afiade esta otra fibula. Bit6n y Cleobis, hermanos, un dia de fiesta en que no estaban prontas las mulas, las sustituyeron en el 82 carro de su madre, sacerdotisa de Juno, y la condujeron al templo; ‘aquélla suplicé a la diosa que recompensase la piedad de sus hijos ‘con el mayor bien que pueda recaer en los hombres. Juno, en vez de hacerlos inmortales, como habria podido, y en aquel tiempo se acostumbraba, hizo que uno y otro, tranquilamente, se muriesen en quella misma hora. Lo mismno les acaecid a Agamedes y a Trofo- nio. Terminado el templo de Delfos, hicieron peticién a Apolo de que les pagase; éste respondié quererles satisfacer al cabo de siete dias; que en este tiempo se dedicasen a correrse francachelas a sus expensas. La séptima noche les mandé un dulce sueiio, del que ain tionen que despertar; y conseguida ésta, no pidieron otra page. Pero ‘ya que estamos en as fébulas, ahi tienes otra, sobre la que te voy a proponer una pregunita. Yo sé que hoy dia vuestros semejantes tie ‘nen por cosa cierta que la vida humana, en cualquier pais habitado, yy bajo cualquier cielo, dura naturalmente, excepto pequefias dife- rencias, una misma cantidad de tiempo, considerando a cada pueblo en general. Pero algin buen antiguo cuenta que los hombres de al- ‘unas partes de la India y de Etiopia no viven més que hasta los cua- renta aflos; quien muere a esta edad, muere viejfsimo; y las nifias, de siete afios estén en edad de casarse. Este tltimo hecho sabemos gue, poco mas o menos, se verifica en la Guinea, en el Decén y en atros lugares situados en la zona térrida. Por lo tanto, presuponien- do como verdadero que se encuentre una 0 més naciones, cuyos hombres regularmente no pasen de los cuarenta aflos de vida, y que esto suceda naturalmente, y no, como se erefa de los hotentotes, por otras causas, pregunto si respecto @ esto te parece que dichos pue- bos deben ser mis desdichados o mis felices que los demés. Fisico: Mas desdichados, sin duda, muriendo mas pronto. Metafisico: Yo creo lo contrario, también por esta tazdn. Pero no esté en eso el qué. Atiende un poco. Yo negaba que la pura vida, es decirel simple sentimiento del propio ser, fuese una cosa amable y deseable por naturaleza. Pero aquello que quizés més dignamente tiene tambien nombre de vida, quiero decir la eficacia y Ie abun- dancia de las sensaciones, es naturalmente amado y deseado por todos los hombres; porque cualquier accién o pasidn viva y fuerte nos resulta grata, aun careciendo de cualquier otra cualidad agra- dable, Ahora bien, en aquella especie de hombres cuya vida se con- sumase naturalmente en el espacio de cuarenta afios, es deer, en la mitad del tiempo destinado por la naturaleza a los demés hombres, 83 Ja vida en cada una de sus partes seria més viva, el doble que esta nuestra: porque, teniendo ellos que crecer, y alcanzar perfeccisn, e igualmente marchitarse y mermar, en la mitad del tiempo, las ope- raciones vitales de su naturaleza, proporcionalmente a esta celeti- dad, serian en cada instante dobles en fuerza respecto a aquello que sucede en los demas; y tamhién los actos voluntatios de esos tales, la movilidad y la vivacidad extrinseca, corresponderian a esta ma- yor eficacia. De manera que ellos tendrian en menor espacio de tiempo la misma cantidad de vida que tenemos nosotros. Que dis- tribuyéndose en menor nimero de afios bastaria para llenarlos, 0 dejaria en ellos pequefios huecos; mientras que no basta para un espacio doble: y Ios actos y las sensaciones de ellos, siendo mas fuertes, y comprendidos en un petiodo mas corto, serian casi sufi- cientes para ocupar y vivificar toda su vida; de donde que en la nuestra, mucho mas farga, quedan frecuentisimos y grandes inter- valos, vacios de toda accidin yafecto vivo. Y puesto que noel simple ser, sino el solo ser feliz, es deseable, y la buena o mala suerte de quien sea no se mide por el nimero de sus dias, concluyo que la ‘Vida de aquellas naciones, que cuanto mAs breve tanto menos pobre serfa en placer o en aquello que es llamado con este nombre, se de- beria anteponer a nuestra vida, y hasta a aquella de los primeros re- yes de Asiria, de Egipto, de China, de la India y de demas paises, {que vivieron, por volver a las fabulis, millares de afios. Por esto, no s6lo no me preocupo por la inmortalidad, y estoy contento dedejarla alos peces, a quienes la otorga Leeuwenhoek, a condicién de que no se Jos coman los hombres o las ballenas; sino que, en vez de retardar © interrumpir la vegetacién de nuestro cuerpo para alargar la vida, como propone Maupertuis, yo quisiera que la pudiésemos acclerar de manera que nuestra vida se redujese a la medida de aquella de algunos insectos, llamados efimeros, de los que se dice que los mas viejos no pasan de la edad de un dia, y a pesar de todo esto mue- ren bisabuelos o tatarabuelos, En cuyo caso, yo estimo que no nos quedaria lugar para el aburrimiento, 2Qué piensas de este razona- miento? Fisico: Pienso que no me persuade; y que sia tite gusta la meta- fisica, yo me atengo a la fisica. Quiero decir que si tt miras por lo sutil, yo miro a Io grueso, y me contento con ello, Pero, sin echar mano al microscopio, juzgo que la vida es més bella que la muerte, y doy la manzana a aquélla, vigndolas las dos vestidas. 84 ual Metafisico: Asi lo juzgo también yo. Pero cuando me vuelve a la mente la costumbre de aquellos barbaros, que por cada dia infeliz de su vida tiraban en un carcaj una piedrecilla negra, y por cada dia feliz una blanea, pienso qué poco niimere de las blanicas es verosi- mil que fuese encontrado en aquellas aljabas a la muerte de cada uw de ellos, y qué gran multitud de las negras. Y deseo verme de- lante todas las piedrecillas de los dias que me quedan, y separdn- dolas, tener facultad para echar fuera a todas las negras, y descon- tarlas de mi vida, reservindome sélo las blaneas; aunque sepa bien que no formarian un gran montén, y serian de un blanco turbio. Fisico; Muchos, por lo contrario, aun cuando todos los guijarri- llos fuesen negros, y més negros que el carbén, quisieran poder jun- tarlos, a pesar de que fuesen del mismo color; porque tienen por seguro que ningiin guijarrillo sea tan negro como el ultimo. Y esos tales, a cuyo mimero pertenezco también yo, podrin juntar efecti- vamente muchos guijarrillos en su vida, usando el arte que se en- sefia en este libro mio. ‘Metafisico: Cada cual piense y obre a su voluntad; y tampoco la muerte dejard de hacera su manera. Pero sit quieres, prolongando la vida, ayudar 2 los hombres verdaderamnente, encuentra un arte por el que sean multiplicadas en niimero y en energia sus sensacio- nes y sus acciones. De esta manera acrecentards propiamente la vida humana, y Henando aquellos desmesurados espacias de tiempo en Jos que nuestro ser més bien dura que vive, te podras alabar de pro- Jongatla. ¥ esto sin ira la bisqueda de lo imposible, o usar de violen- cia a la naturaleza, antes secundandola, {No te parece a ti que los antiguos vivian més que nosotros, aun teniendo en cuenta que, por los peligtos graves y continuos que soliaa cotter, muriesen por lo comin antes? ¥ hards un grandisimo beneficio a los hombres, cuya vida fue siempre, no diré feliz, pero tanto menos infeliz.cuanto mas fuertemente agitada y en mayor parte ocupada, sin dolor ni moles- tia. Pero lena de ocio y de tedio, que es como decir vacia, da lugar a creer verdadera aquella sentencia de Pirrén, que de Ia vida a la muerte no hay diferencia. Que si yo lo crevese, te juro que la muerte me asustaria no poco, Pero, en fin, la vida tiene que ser viva; esto es, verdaderamente vida; o la muerte la supera incomparablemente en valor v DIALOGO DE TORCUATO TASSO Y SU GENIO FAMILIAR Geniiv, .Cémo estés, Torcuato? 'Tas30: Bien sabes cOmo se puede estar en una prisién, y metido en los ayes hasta el cuelto. Gerio: De acuerdo, pero después de cenar no es momento para dolerse de ello. Animate, y mofémonos juntos Tasso: Soy poco apto para esto, Pero tu presencia y tus palabras siempre me consuelan, Signtate aqui, a mi lado. Gerio: Que yo me siente? Eso ya no es cosa facil para un es- piritu. Pero ahi tienes: imaginate que estoy sentado. ‘Tasxo: jOh, si pudiese volver a ver a mi Leonora! Cada vez que ella me vuelve a la mente, me nace un escalofrio de alegria, que de la cima de la cabeva se me extiende hasta la misma punta de los pies; yno queda en mi nervio ni vena que no sea agitado. Entonces, pensando en ella, se me reavivan en el dnimo ciertas imagenes y ciertos afectos, tales, que durante ese poco tiempo me parece ser atin aquel mismo Torcuato que fai antes de haber experimentado Jas desgracias y los hombres, y que ahora loro tantas veces por muerte, En verdad dirfa que el habito del mundo y el ejercicio de Jos suftimientos suelen como hundir y adormecer dentro de cada uuno de nosotros aquel primer hombre que de cuando en cuando se reanitma por poco tiempo, pero tanto més cuanto mis progresan los ais; cada vez ms, después se retira hacia nuestro interior, y rece en mayor sueiio que antes; hasta que, durando atin nuestra vida, muere. En fin, me maravillo de cémo el pensamiento de una mujer tenga tanta fuerza, para renovarme, por asi decirlo, el alma, y hacer- me olvidar tantas calamidades. Y si no fuese que no tengo ya espe- ranza e volvera aver, cera no haber perdido ain la facta de ser feliz Gen.o: ,Cual de estas dos cosas erees que sea mas dulce: ver a le mujer amada, o pensar en ella? 86 Tasso: No lo sé. Cierto que cuando estaba presente, me parecia ‘una mujer; lejana, me parecia y me parece una diosa. Genio: Esas diosas son tan benignas, que cuando alguien se acer- ca a ellas, en un momento, tepliegan su divinidad, se desprenden los rayos de su alrededor, y se los meten en el bolsillo, a fin de no deslumbrar al mortal que se pone delante. Tasso: Desdichadamente, dices la verdad. Pero no te parece esto un gran pecado de las mujeres; que en la realidad nos resulten tan distintas de como nos las imaginébamos? Geniv: No sé ver qué culpa pueden tener en esto, de ser hechas de came y hueso, antes que de ambrosia y néctar. {Qué cosa del mun- do poseé, con todo, una sombra o una milésima parte de la perfec~ cién que vosotros penséis que tiene que estar en las mujeres? Y también me parece extrafio que, no maravillindoos de que los hom- bres sean hombres, esto es, criaturas poco encomiables y poco ama- bles, no sepais comprender después cémo puede ser que las mujeres, no sean en efecto Angeles. Tasso: A pesar de esto, me muero de deseos de volver a verla y de volver 2 hablarle. Genio: De acuerdo, esta noche en suefios la traeré a tu presencia; bella como la juventud, y tan gentil que te atreverds a hablerle mu- cho més franca y prontamente que no lo has hecho nunca anterior mente; antes bien, al final, le estrecharas la mano y ella, miréndote a los ojos, te Hlenard el énimo con una dulzura tal, que te vencerd. Y durante todo el dia de mafiana, en cualquier momento en que te acuerdes de este suefio, sentirés que te salta el corazon de ternura. ‘Tasso: Gran consuelo: un suefio en vez de lo verdadero Genio: Qué es lo verdadero? Tasso: Pilatos no Io supo menos de lo que lo s¢ yo. Genio: Bueno, yo responderé por ti. Has de sabet que de lo ver- dadero a lo sofiado no hay mas diferencia sino que esto puede al- guna vez ser mucho mds bello y mucho més dulce de lo que aquello podrd munca. ‘Tasso: Entonces, tanto vale una felicidad sofiada como una felicidad verdadera? Genio: Asi lo creo, Mas bien tengo noticia de uno que, cuando la mujer a la que ama se le aparece en algiin suefio agradable, él, durante todo el dia siguiente, rehiye el encontrarse con ella y el volverla a ver, sabiendo que ella no podria resistir la comparacién 87 con la imagen que el suefio le ha dejado impresa, y que lo verdadero, borrandole de larmente lo falso, le privaria del goce extraordinario que de ello saca. Por eso no voy a condenar a los antiguos, mucho mis solfcitos, avisacios ¢ industriosos que vosotros respecto a toda clase de goces posibles a la naturaleza humana, si tuvieron por cos- tumbre el procnrar de varias maneras la dulzura y Ia alogria de los suetios; nia Pitigoras se le puede reprender por haber prohibido el ‘comer habas, considetado contrario a la tranquilidad de los mismos suciios, y apto para enturbiarlos; y excusaré a los supersticiosos que antes de acostarse solian orar y hacer libaciones a Mercutio, con- ductor de los suefios,a fin de que se los hiciese llegar alegres —cuya imagen tenian, a este efecto, esculpida sobre los pies de la cama. Asi, no encontrando nunca la felicidad durante el tiempo de vigilia, se esforzaban para ser felices durmiendo: y creo que en parte, y de alguna manera, lo obtendrian; y que fuesen oidos mejor por Mer- curio que por los dems dioses. Tasso: Por lo tanto, puesto que los hombres nacen y viven sélo para el placer, o del cuerpo o del énimo; si por otra paite el placer std iinica 0 mayormente en los suefios, convendri que nos deter- minemos a vivir para sojiar: # lo que, en verdad, no me puedo re- ducir. Genio: Ya te has reducido y determinado a ello, puesto que vives Y consientes en vivir. {Qué es el placer? Tasso: No estoy tan acostumbrado a él para poder saber lo que es. Genio: Nadie lo conoce por la prictica, sino sélo pot especula- cién: porque el placer es un sujeto especulativo, y no real; un deseo, no un hecho; un sentimiesto que el hombre coneibe con el pen. samiento, y no prueba; 0 por decirlo mejor, un concepto y no un sentimiento. 7No os apercibis de que durante el tiempo mismo de cualquier goce vuestro, aunque deseado infinitamente, y procurado con fatigas y molestias indecibles, no pudiéndoos contentar el pla- cer que expetimentiis en cada uno de aquellos momentos, estdis siempre esperando un goce mayor y mas verdadero, en el que con- sistan en suma aque! tal placer, y vais casi remitiéndoos continua mente a los instantes futuros de aquel mismo placer que termina sicmpre antes de la consecucién del instante que os satisfaga; y no 08 deja otto bien que la esperanza ciega de gozat mejor y mas ver- daderamente en otra ocasion, y el consuelo de fingiry narrara voso- tros mismos el haber gozado, con el contarlo también a los demas, “ ual no sélo por ambicién, sino para ayudarcs al convencimiento que guisierais asimismo lograr en vosotros rismos? Pero quienquiera que consiente en vivir, no lo hace en sustancia a otro efecto, ni con otra utilidad que para sofiar; esto es, creer que se gozara o que se hha gozado; cosas ambas falsas y fantasticas. Tasso: {No pueden nunca los bhumibres creer que gozan en el pre- sente? Genio: Siempre que creyesen esto, gozarian, en efecto, Pero cuén- tame ti si en algiin instante de tu vida te acuerdas de haber dicho con plena sinceridad y conciencia: estoy gozando. Mas bien siem- pre dijiste y dices sinceramente: gozaré; y rauchas veces, pero con sinceridad menor: he gozado. De manera que el placer es siempre © pasado o futuro, y jamas presente. ‘Tasso: Que es como decir que siempre es nada. Genio: Asi parece. Tasso: Incluso en los suefios. Genio: Propiamente hablanco. ‘Tasso: Y sin embargo, el objeto y el propésito de nuestra vida, no tan silo esencial sino tinico, es el placer mismo; entendiendo por placet la felicidad; que debe en efecio ser placer, proceda de donde proceda. Genio: Certisimo. ‘Tasso: Por lo tanto nuestra vida, falta sempre de su finalidad, es continuamente imperfecta: y por lo tanta el vivir es por su propia naturaleza un estado violento. Genio: Quizas. ‘Tasso: No veo quizas, ahi. Peto entonces, {por qué vivimos, no- sotros? Quiero decir, {por qué consentimos en vivir? Genio: :¥ qué sé yo de todo esio? Mejor lo sabréis vosotras, que sois hombres. Tasso: Por lo que a mi se refiere, te juro que no lo sé. Genio: Pregiintaselo a ottos mas sabios, y quizés encontraras a alguno que te resuelva esta duda. Tasso: Asi lo haré. Pero cierto es que esta vida que Hlevo, toda ella, es un estado violento: porque dejande aparte también los dolo- res, el solo aburrimiento me mata Genio: {Qué es ef aburrimiento? Tasso: En esto no me falta la experiencia para satisfacer a tu pre- gunta, A mi me parece que ef aburrimiento tiene que ser de la na- 89 turaleza del aire, que lena todos los espacios interpuestos entre las demés cosas materiales, y todos los huecos contenidos en cada una de ellas; y donde un cuerpo se marcha y otro no lo sustitaye, ahi él Jo reemplaza inmediatamente. Asi, todos los intervalos de la vida Inumans interpuestos entre los placeres y las afliceiones estin ocu- pados porel aburrimiento. Por consiguiente, como que en el mundo ‘material, segtin los peripatéticos, no se da vacio alguno, asi en nues- tra vidano se da el vacio sino cuando la mente, por cualquier causa, interrurape el uso del pensamniento. Durante todo el resto del tiem- po, el énimo, considerado también en si mismo y como separado del cuerpo, se encuentra conteniendo alguna pasién; como aquel 2 quien el estar vacio de todo placer y aflicecién leva consigo el estar eno de aburrimiento; que también es pasidn, no de otro modo que el dolor y ls felicidad. Genio: Y puesto que todos vuestros placeres son de material se- mejante a las telarafias; tenufsimo, ralismo y transparente; por esto, ‘como al aire en ellas, asi el aburrimiento penetra en aquellos por todas partes y los llena. Realmente, por aburrimiento no creo que se tenga que entender otra cosa més que deseo puro de la felicidad; no satisfecho por el placer, y no aguijoneado abiertamente por ls infelicidad, Y este deseo, como declamos poco antes, no esté nunea satisfecho; y el placer propiamente no se encuentra. De suerte que la vida humana, por asi decirlo, estd compuesta y entretejida en par- te pore’ dolor, en parte por el aburrimiento; y de ninguna de ambas Pasiones aleanza el reposo sino cayendo en Ia otra. Y éste no es tu destino particular, sino el comin de todos los hombres. Tasso; Qué remedio podria ayudar contra el aburrimiento? Geni: El suefio, el opio y el dolor. ¥ éste es el mas potente de todos; porque el hombre, mientras sufre, no se aburre de ningéin modo. Tasso: En vez deesta medicina, me conformo con aburrirme toda {a vida. 2ero también la variedad de las acciones, de las ocupaciones y de los sentimientos, si bien no nos libra de] aburrimiento, porque ‘no nos proporciona felicidad verdadera, a pesar de eso la alivia y aligera, Mientras que, en este encarcelamiento, separado del trato humana, privado tambien de escribir, reducido a escuchar por pasa- tiempo el cantar de la oropéndola, contar las vigas, las grietas y I ‘agujeras de la carcoma en el cielo raso, considerar el enladrillado del pavimento, juguetear con las mariposas y los mosquitos que 90 ‘vuelan en torno de la estancia, pasar casi todas las horas de ana mis- ma manera; no tengo nada que me aligere en ninguna medida el peso del aburrimiento. Genio: Dime: {cuanto tiempo hace que estis reducido aesta for- ma de vida? Tasso: Varias semanas, como sabes. Genio: ,No has tenido, desde e! primer dia hasta ahora, ninguna diferencia en el aburrimiento que te causa? Tasso: Cierto que lo experimentaba mayor al principio; porque de manera paulatina la mente, no ocupada en ofra cosa y no entre- tenida, se me va acostumbrando a conversar consigo misma mucho mis y con mayor solaz. que al principio, y adquiriendo un habito y una virtud de hablar para si, y también de charlar, tal, que muchas veces me parece casi tener una compafia de personas en la cabeza que estén discutiendo, y cada minimo asunto que se me presente en el pensamiento me basta para hacer con él, entre yo y yo, una gran noticia. Genio: Este habito te lo vers confirmar y acrecentar de dia en dia, de manera que cuando después se te restituya la facultad de co- municarte con los demas hombres, te parecer estar mas vacio es- tando en su compaiiia, que estando en soledad. Y esta costumbre en tal manera de vivir, no creas que acontezca s6lo a tus sernejantes, ya acostumbrados a meditar, sino que acontece en mas 0 menos tiempo a quien sea. Ademis, el estar separado de los hombres y, por decirlo asi, de la vida misma, trae consigo esta ventaja: que el hombre, aun harto, cierto y desenamorado de las cosas humanas por la experiencia, poco a poco acostumbrindose de nuevo a mirar~ las de lejos, de donde parecen mucho més bellas y dignes que de cerca, se olvida de sti vanidad y miseria, vuelve a formarse y casi a crearse el munda a su manera, a spreciar, amar y desear Ia vida; esperanzas con las que, si no Ic ha sido quitado el poder o el confiar cen restituirse a la sociedad de los hombres, se va nutriendo y ale- grando, como solia en sus primeros afios. De manera que la soledad hace casi el oficio de la juventud; 0 por lo menos rejuvenece al Ani mo, revaloriza y vuelve a poner en funcionamiento la imaginacién, y renueva en el hombre experimentado los beneficios d2 aquella primera inexperiencia que tt deseas. Te dejo, que veo que te estés quedando dormido, y me voy a preparar e! bello suefio que te he prometido. Asi, entre sofiar y fantasear, iris consumiendo la vida, a1 no con otra utilidad que el consumirla; que éste es el nico fruto que de ella se puede sacar en el mundo, y la tinica intencién que vosotros os tenéis que proponer cada mafiana al levantaros, Fre- cuentisimamente os conviene arrastrarla con los dientes: feliz aquel dia en que podeis tracrla detras con las manos o Hevaria sobre las espaldas. Pero, en fin, tu tiempo no es més lento en) currer en esta carcel, que en los salones 0 en los huertos el de quien te oprime, Adiés. Tasso: Adids. Pero escucha. Tu conversacién me reconforta mas bien mucho, No es que interrumpa roi tristeza: pero ésta.es, la mayor parte del tiempo, como tna noche oscurisima, sin luna ni estrellas; mientras estoy contigo, se parece a lo sombrio de los crepuisculos, mis bien grato que molesto, A fin de que de ahora en adelante te pueda llamar o encontrar cuando me sea necesario, dime donde acos- tumbras vivir. Genio: ;Ain no te has dado cuenta? En algtin licor generoso. 92 Us DIALOGO DE LA NATURALEZA Y UN ISLANDES Un islandés, que habia recorrido Ia mayor parte del mundo, y habitado en diversisimas ticrras, yendo una vez por el interior de Africa, y pasando bajo la linea equinoceial por un lugar no pene- trado nunca antes por hombre alguno, tuvo un caso semejante a aquel que acontencié a Vasco de Gama al pasar el cabo de Buena Espe- ranza, cuando el mismo cabo, guardian de los mares australes, le salié al encuentto, bajo forma de gigante, para disuadirlo de explo- rar aquellas nuevas aguas. Vio a lo lejos un busto grandisimo, que al principio imaginé que debia ser de piedra y a semejanza de las estatuas colosales vistas por él, mucho afios antes, en Ia isla de Pas- cua, Pero acercéndose mas, vio que era una forma desmesurada de mujer sentada en el sueto, con el torso erguido, apoyados el dorso y el codo en una montafia, y no artificial, sino viva, de rostro entre bello y terrible, de ojos y cabellos negrisimos, que le miraba fija- mente, y habiendo estado asi un buen roto sin hablarle, al final le dijo.. Naturaleza: ; Quign eres? ; Qué buscas en estos lugares en donde tu especie era desconocida? Islandés: Soy un pobre islandés que voy huyendo de la Natura- leza, y tras huir de ella durante casi toda mi vida por cien sitios de la Tierra, la huyo ahora en éste ‘Naturaleza: Asi huye la ardilla de fa serpiente de cascabel, hasta que le cae en la boca por si misma. Yo soy aquella de la que huyes, Islandés: {La Naturaleza? Naturaleza: Yo mistma, Islandés: Lo siento hasta el fondo de mi alma; y tengo por seguro que mayor desventura que ésta no me podia sobrevenir. ‘Naturaleza: Bien podias pensar que yo frecuentase especialmen- te estos lugares, donde no ignoras que se demuestra més que en otra patte mi poder. ;Pero qué era lo que te snovia a huirme? 93 Islandés: Has de saber que yo hasta en la primera juventud, con pocas experiencias, estuve persuadido y cierto de la vanidad de la vida, y de 1a'estulticia de tos hombres, quienes combatiendo conti- uamtente fos unos can los otros por la posesion de placeres que no deleitan y de bienes que no benefician, soportando y causéndose ‘mutuamente infinitos cuidados e infinitos males, que de hecho afli- ‘gen y perjudican, tanto més se alejan de Ta felicidad cuanto més la busean, Por estos motivos, abandonado todo otro deseo, decid, no molestando a nadie, ni procurando de ninguna manera mejorar mi estado, ri conteudicudy con otros por ningin bfen del mundo, vivir una vidaoscura y tranquita; y desesperanzado de los placeres, como cosa negada a nuestra especie, no me propuse otro cuidado que el ‘mantenerme alejado de los suftimientos, Con lo que no quiero decir que pensase abstenerme de las ocupactones y de los trabajos carpo- rales: que bien sabes qué diferencia hay de la fatiga al malestar, y del vivir quieto al vivir ocioso. Y ya en la primera realizacién de esta resoluci6n, conoei por experiencia la vano que és pensar, sivi- vves enire los hombres, en poder, no ofendiendo a ninguno, evitar que los cemés te ofendan, y cediendo siempre esponténeamente, y contentindose con obtener lo minimo de cualquier cosa que te sea concedido en cualquier lugar y que este minimo no te sea discutido. Pero de a molestia de los hombres me liberé fitcilmente, separdn- dome desu sociedad y reducigndome a la soledad: cosa que en mi isla nativa se puede Hevar a efecto sin dificultad. Hecho esto, y vi- viendo sin ninguna imagen del placer, no podia, sin embargo, man- tenerme sin sufrimiento: porque la duracién del inviemo, la inten- sidad del frfo y el ardor extremo del verano, que son cualidades de aquel lugar, me atormentaban continuamente; y el fuego, a cuya ve~ a me convenia pasar una gran parte del tiempo, me secaba las car- nes y me destrozaba los ojos con su humo; de manera que, ni en casa ni ajo el cielo abierto, no me podia liberar de un perpetuo malestar. Ni tampoco podia conservar aquella tranquilidad de la Vida, hacia la que principalmente estaban vueltos mis pensamien- tos: porque las tormentas espantosas de mat y de tierra, los rugidos y las amenazas del monte Hecla, el recelo de los incendios, frecuen~ tisimos en casas como las nuestras, hechas de madera, no dejaban nunca de perturbarme. Incomodidades todas ellas que en una vida siempre conforme a si misma y despojada de cualquier otro deseo Y esperanza, y casi de todo oiro cuidado, que del estar tranquila, o4 resultan de no poca importancia y mucho mas graves de lo que suelen parecer cuando la mayor parte de nuestro dnimo est ocupa- do por los pensamientos de Ia vida civilizada, y por lasadversidades gue provienen de los hombres. Por lo tanto, visto que cuanto mas me restringia y casi me contraia en mi mismo, a fin de impedir que mi ser causara molestia o dafio a cosa alguna del mundo, tanto me- nos me acontecfa que las demés cosas no me inguietasen ni me atri- bulasen, me puse a cambiar de lugares y climas, para ver sicaalgu- na parte de la Tierra podia, no ofendiendo, no ser ofendide, y no gozando, no suffir. Y a esta decision fin movido también por un pensamiento que me naci6, que quiz4 tt no hubieses destinado al ‘género humano tan slo un clima de la tierta (como has hecho con cada uno de los demas génetos de animales y de plantas) y ciertos lugares determinados; fuera de los que los hombres no podrian prosperar ni vivir sin dificultad y miseria, que tendrfan que ser im- putadas, no a ti, sino sélo a ellos mismos, cuando hubiesen despre- iado y cruzado los términos por ventura prescritos por tus leyes para las moradas humanas. Casi todo el mundo he registrado, y he hecho experiencia de casi todos los paises, siempre abservando mi propésito de no causarmolestia a las demas criaturas, sino lamenos ‘que pudiese, y procurar la sola tranquilidad de la vida, Pero he sido abrasado por el calor entre los trépicos, coagulado por el frio en los polos, atormentado en los climas templados por la inconstancia del aire, estragado por las conmociones ce los elementos en todas par- tes. Muchos lugares he visto en donde no pasa ni un dia sin tem- poral: que es como decir que ti das cada dla un asalto y una batalla en toda la regla a aquellos habitantes, no culpables ante ti de nin- guna injuria, En otros lugares la serenidad ordinaria del cielo esta ‘compensada por la frecuencia de los terremotos, por fa multitud y Ja furia de los voleanes, porel hervidero subterrénco de todoel pais. Vientos y torbellinos descomedidos reinan en las partes y en las estaciones respetadas por los demas furores del aire. Cierta vez me he sentido derrumbar el techo sobre la cabeza por el gran peso de la nieve, tal otra, por la abundancia de las Huvias, le nism tierra, hendiéndose, me ha desaparecido de debajo de los pies; algunas vyeces me ha Sido necesario huir a escape de los rios, que me perse- guian, como si fuese culpable de alguna injuria hacia ellos. Muchas bestias salvajes, no provocadas por mi con una minima ofensa, me han querido devorar, muchas serpientes eavenenarme; en diversos 95 lugares ha faltado poco para que los insectos volantes no me hayan consumido hasta los huesos. Dejo los peligros diarios, siempre inminentes al hombre, ¢ infinitos en nimero; tanto, que un fil6sofo ‘antiguo no encuentra, contra el temor, otro remedio mas vilido que laconsideracién de que toda cosa es de temer. Ni las enfermedades me han perdonado, no obstante que yo viviese, como vivo ain, no digo temperante, sino continente de los placeres del cuerpo. Suclo admiratme no poco considerando cémo tt nos has infundido tanta y tan firme e insaciable avidez por el placer, separada del cual nuestra vida, como privada de aquello que ella desea naturalmente, ‘e5 cosa imperfecta: y que por otta parte hayas establecido que el disfrute del placer sea casi de todas las cosas humanas la mas nociva a las fuerzas y a la sanidad del cuerpo, la mas calamitosa en sus efectos para cualquier persona, y la mas contraria a la durabilidad de la vida misma. Pero de cualquier modo, absteniéndome casi siempre y totalmente de todo deleite, no he podido evitar el caer en muchas y diversas enfermedades, de las que algunas me han puesto en peligro de muerte, otras de perder e] uso de algin miembro o de evar perpetuamente una vida mas miserable que la pasada, y todas durante muchos dias 0 meses me han oprimida el cuerpo y el énimo con mil fatigas y mil dolores. Es cierto que, aunque cada uno de nosotros experimente durante las enfermedades males para él nue- vos o desusados, ¢ infelicidades mayores de las que suele (como si Ja vida humana no fuese suficientemente misera por lo comtin), ti no has dado al hombre, para compensarle de ello, algunas épocas de salud superabundante e inusitada, que le sea causa de algiin de- leite extraordinatio por su calidad y grandeza, En los paises cubier- tos por lo general de nieve, he estado a punto de quedar ciego, como sucede ordinariamente a los lapones en su patria, Por el sol y por el, aire, cosas vitales, mejor dicho necesarias, para nuestra vida, y por ende de las que no se puede escapar, somos injuriados continua- mente: por éste con fa humedad, con el rigor y con otras disposicio- nes; por aquél con el calor y con la luz misma: tanto que el hombre no puede nunca, sin alguna mayor o menor incomodidad 0 dafio, permanecer expuestoa uno u otro deellos. En fin, no recuerdo haber pasado un solo dfa de mi vida sin algin dolor, mientras que no puedo numerar los que he consumido sin ni una sombra de goce; me doy cuenta de que nos esta tan destinado y nos es tan necesario el suffir, como ef no gozar; tan imposible el vivir quieto, de ta 96 4 ot, manera que sea, como el vivir inquieto sin miseria; y me resuelvo a. concluir que ti eres enemiga descubierta de los hombres, y'de los demis animales, y de todas tus obras; que ora nos insidias, ora nos ‘amenazas, ora nos asaltas, ora nos hieres, ore nos golpeas, ora nos a- cetas, y siempre o nos ofencles nos persigues; y que, por costar bre, ¥ por institucién, eres verdugo de tu propia faunilia, Ue tus hijos Y, por decirlo asi, de tu sangre y de tus visceras. Por lo tanto, quedo privado de toda esperanza, habiendo comprendido que los hombres dejan de perseguir a quien sca que los reltiye o se oculta con ver- dadera voluntad de rehuirlos 0 de ocultarse: pero que ti, por ningu- na causa, no dejas nunca de alcanzarnos, hasta que nos agobias. Y ya me veo cercano el tiempo amargo y higubre de la vejez, verda- dero y manifiesto mal, més bien ciimulo de males y de miserias gravisimas; y esto, sin embargo, no accidental, sino destinado por ti, por ley, a todos los géneros de los vivientes, previsto por cada uno de nosotros desde la infancia, y preparado en él de continuo, a partir de su quinto lustro, con un tristisimo declinar y perder sin cul- pa suya: de manera que apenas un tercio de la vida esta destinado al flotecer, pocos instantes a la madurez y perfeccién, todo lo res- tante al decaer y a las dolencias que se sigven de ello, ‘Naturaleza: 27 imaginabas quiz que el mundo hubiese sido hecho por vuestra causa? Has de saber ahora que en los hechos, las, disposiciones y las operaciones mias, exceptuando poquisimas, siempre tuve y tengo fa intencién muy lejos de la felicidad o la in- felicidad de los hombres. Cuando os ofendo, de cualquier mane- ra, 0 por el medio que sea, no me doy cuenta de ello, sino rarisimas ‘veces: como, por lo comiin, si 05 causo placer u os beneficio, no to sé; no he hecho, como cresis, aquellas tales cosas, o no hago aque- Ilas tales acciones, para complaceros o ayudaros. Y, finalmente, si me aconteciese el extinguir a toda vuestra especie, yo no me aper- cibiria de ello Islandés: Pongamos por caso que alguien me invitase esponti- neamente a una villa suya, con gran insistencia, y yo por compla- cerlo fuese a ella. Que alli me fuese dada pera vivir una celda ente- ramente detetiorada y ruinosa, en donde yo estuviese en continuo peligro-de ser vejado, huimeda, fétida, abiera al viento y a fa lluvia EL, no s6lo que no se cuidase de entretenerme con algiin pasatiempo ode darme alguna comodidad, sino que por lo contrario, apenas me hiciese suministrar lo necesario para sustentarme; y ademas de esto 97 me dejase insultar, escarmecer, amenazar y pegar por sus hijos y de- mas familia, Si lamenténdome yo de estos malos tratos, me respon- diese: jes que acaso yo he hecho esta villa por ti?, jo mantengo a estos hijos mios, y a esta gente mia, para tu servicio?, y bastantes cosas tengo en qué pensar que en tus solaces y en regalarte; a esto replicaria: date cuenta, amigo, que asi como tii no has constraido esta villa para mi uso, asimismo estaba en tu poder no invitarme a ella, Pero, puesto que espontineamente has.queride que me quede, {no te corresponde el hacer de manera que yo, en lo que esté en ti poder, viva en ella al menos sin apuros y sin peligros? Asi, ahora digoque sé perfectamente que ti no has hecho el mundo en servicio de los hombres. Mas bien creeria que lo hubieses hecho y ordenado expresamente para atormentarlos. Ahora pregunto: ;te he pedido Yo qaizis el ponerme en este universo?, 20 me he entrometida en 1 violentamente y contra tu voluntad? Pero si por tu voluntad, y sin yo saberlo, y de manera que yo no podia no consentirlo ni opo- nerme a ello, tt misma, con tus manos, me has colocado en él, :no es por lo tanto tarca tuya, si no tenerme alegre y contento en este reino tuyo, al menos probibir que yo sea atribulado y afligido, y que el hebitarlo no me perjudique? Y esto que digo de mi, lo digo de todo el género humano, lo digo de los ders animales y de toda criatara, Naturaleza; Demuestras no haberte dado cuenta de que la vida de este universo es un perpetuo circuito de produccién y destruc- cid ligadas ambas entre si de manera que cada una sitve continua- ‘mente a la otra, y a la conservacién del mundo, que siempre que ce~ sase una u otra de ellas, legaria del mismo modo a la disolucién Por lo tanto, resultaria en su dafio si hubiese en él cosa alguna libre de svitimiento. Isiandés: Esto mismo oigo razonar a todos los fildsofos. Pero, Duesto que aquel que es destruido, sufre; y aquel que destruye, no goza. yal cabo de poco es destruido igualmente; dime lo que ningiin fildsofo sabe decirme: ja quién complace o a quién favorece esta vida infelicisima del universo, conservada con dafio y con muerte de todas las cosas que lo componen? Meentras se encontraban en estos y similares razonamientos, es fama que llegaron de improviso dos leones, tan extenuados y afli- gidos por el hambre, que apenas tuvieron fuerzas para comerse a aquelislandés, como asi hicieron; y, ya un poco restaurados, aguan- 98, taron con vida por aquel dfa, Pero hay algunos que nieganeste caso, y narran que un ferocisimo viento levantése mientras o! islandés hhablaba, lo tendié en el suelo y encima suyo le edificé un soberbi- simo mausoleo de arena: bajo el que aquél, disecado perfectamente, y convertido en una bella momia, fue después descubierto por unos vigjeros y colocado en el museo de no sé qué ciudad de Europa. 99 PARINI,* O DE LA GLORIA Capitulo primero Giuseppe Parini fue, por lo que recordamos, uno de los poquisimos italianos que a la excelencia en las letras unieron la profiundidad de los pensamientos, y mucha informacién y uso de fa filosofia actual: cosas ahora tan necesarias para las letras amenas, que no se com- prenderia cémo éstas se pueden desemparejar de aquéllas, si deello nose viesen en Italia infinitos ejemplos, Fue también, como se sabe, de singular inocencia, piedad hacia los infelices y hacia ta patri fe hacia los amigos, nobleza de animo, y constancia contra las ad- versidades de la naturaleza y de la fortuna, que atormentaron toda su vida desdichada y humilde, hasta que la muerte Jo sacé de la oscuridad. Tuvo varios discipulos, a los que ensefiaba primero a conocer a los hombres y sus cosas, y después a deleitarlos con la elocuencia y con la poesia. Entte los demas, a un joven de indole y fervor increible para los buenos estudios, y de grandes esperanzas, Hegado no hacia mucho a su disciplina, pisose un dia a hablarle de esta manera: ‘Ta buscas, hijo, aquella sole gloria que, se puede decir, entre to- das las demas, consicnte hoy en ser recogida por hombres de naci- miento humilde: es decir, aquella a la que se llega a veces con la sabiduria y con los estudios de las buenas doctrinas y las buenas letras. Desde luego, primeramente, no ignoras que esta gloria, aun- ‘que por nuestros supremos predecesores no fuese descuidada, fue, sin embargo, tenida en poca cuenta en comparacién a las demi: y bien has visto en cusntos lugares y con cuanto cuidado Cicerdn, su fervorosisimo y felicisimo discipulo, se excusa frente a sus conciu- ‘dadanos del tiempo y el trabajo que él ponia en procurarla, ora ale- * Giuseppe Perini (1729-1700), liwato y scerdote de wen morality sarin, y de temple iniegto, fue admirada y respetado en la époea del primer romaaticisma com> restaurador de fas compas castumbres de Talia, [N del t] 100 4g gando que los estudios de las letras y de la filosofia no lo relajaban en modo alguno de los asuntos piiblicos, ora que, forzado por la ini- quidad de los tiempos a abstenerse do los negocios mayores, espe- raba en aquellos estudios consumir con dignidad su ocio; y siempre anteponiendo a la gloria de sus escritos aquella de su consulado y de las cosas hechas por él en beneficio de la replblica, Y verdadc~ ramente, si el sujeto principal de las letras es Ja vida humana, y el primer intento de la filosofia es ef de ordenar nuestras aeciones, no hay duda de que el obrat es tanto més digno y més noble que el meditar y el escribir, cuanto es més noble el fin que el medio, y cuanto las cosas y los sujetos importan rs que las palabras y los razonamientos. Tampoco ningtin ingenio 2s cteado por la naturale za para los estudios; ni el hombre nace para escribir, sino s6lo para hacer. Por este motivo vemos que Ia mayoria de los escritores excelentes, y méxime los poctas ilustres, de esta misma edad, como, pot via de ejemplo, Vittorio Alfieri, estuvieron desde el principio inclinados a las grandes acciones: hacia las que, rechazando a sus tiempos, y quiza también impedidos por su propia fortuna, se vol- vieron a escribir cosas grandes. Y no son propiamente aptos para escribirlas aquellos que no tienen disposicién y virtud para hacerlas. Y puedes ficilmente considerar, en Italia, en donde casi todos son de dnimo ajeno a los hechos egcegios, cuin pocos adquieren fama durable con los escritos. Yo pienso que la antigiiedad, especialmen- te romana o griega, se puede convenientemente figurarde lamanera ‘en que fue esculpida en Argos la estatua de Telesilla, poctisa, gue- tera y salvadora de la patria. Esta estatua representabala con un yelmo en la mano, mirandolo atenta, con demostracién de compla- cerse de él, en accién de querérselo llevar a la cabeza; y a sus pies algunos voliimenes, casi descuidados por ella, como una pequefia parte de su gloria. Pero entre nosotros, modernos exeluidos cominmente de toda otra via de celebridad, aquellos que se ponen en el camino de los estudios demuestran en la eleccién la mayor grandeza de animo que hoy se puede mosirar, y no tienen necesidad de excusarse con su patria, De manera que, en cuanto a fa magnanimidad, alabo su- ‘mamente tu propésito. Pero ya que este camino, como lo que no ¢s segiin la naturaleza de los hombres, no se puede seguir sin perjuicio del cuerpo, ni sin multiplicar de diversas maneras la infelicidad na- tural del propio animo; por todo eso, antes que cualquier otra cosa, 101 estimo que sea conveniente, y debido no menos al oficio mio que al amor grande que ti mereces y que yo te tengo, hacerte sabedor tanto de varias dificultades que se interponen a la consecucién de la gloriaa la que aspiras, como del fruto que ella ha de producirte en caso de que la consigas: segiin lo que hasta ahora he podido conocer con la experiencia o con el razonamiento: a fin de que, mesurando contigo mismo, por una parte, cudnta sea la importancia y el valor del fin, y cudnta la esperanza de obtenerlo; y por la otra, los dafios las fatigas y las incomodidades que trae consigo el buscarlo (de los que te hablaré de manera clara en otra ocasi6n); tu puedas con pleno conocimiento considerar y resolver si te es mds conveniente el se- guirlo, 6 el volverte a otro camino. Capitulo segundo Podria aqui al principio extenderme largamente sobre las emula- ciones, las envidias, las censuras acerbas, las calumnias, las parcia lidades, las practicas y los manejos ocultos y manifiestos contra tu reputaciin, y los demés infinitos obsticulos que Ia malignidad de los homores te ponds en el camino que has comenzado. Obstéculos gue, siempre dificultosisimos de superar, con frecuencia insupera- bles, hacen que mds de un escritor, no s6lo en vida, sino también después de la muerte, sea defiaudado totalmente del honor que se le debe. Porque, viviendo sin fama por el odio o la envidia ajena, muerto se permanece en la oscuridad por olvido; pudiendo dificil- mente suceder que la gloria de alguno nazca o resurja en tiempo en que, aparte de os papeles por si inméviles y mudos, nadie se cuide de él. Pero las dificultades que nacen de la malicia de los hombres, habiéndose escrito sobre ellas abundantemente por muchos, a los que podsis recurrir, pienso dejarlas de lado. Ni tampoco tengo in- tencidn de contar aquellos impedimentos que tienen origen en la pro- pia fortuna del escritor, y aun en la simple casualidad, o por liger‘- simas ceusas; los cuales no raramente hacen que algunos escritos dignos de suma alabanza, y fruto de sudores infinitos, sean perpe- tuamente excluidos de la celebridad, 0 que con todo, salidos a la luz por treve tiempo, caigan y desaparezcan enteramente de la me~ moria de los hombres; de donde que otros escritos inferiores de va- Jor ono superiores a aquéllos, llegan y se conservan con gran honor. loz ae ‘Yo solamente te voy a exponer las dificultades y Tos obstéculos que sin intervencién de maldad humana impiden poderosamenteel pre- ‘mio de la gloria, no a uno u otro fuera de lo acostumbrado, sino por lo comin a la mayoria de los escritores grandes, Sabes bien que ninguno se hace digno de este titulo, ni llega a gloria estable y verdadera, sino es por obras excelentes y perfectas, o cercanas de alguna manera a la perfeccién, Ahora, pues, trata de poner atencién a una sentencia verisima de un autor nuestro lom- bardo, hablo del autor de EY Cortesano, que es que raras veces su- cede que quien no esté acostumbrado a escribir, por erudito que sea, pueda legar a conocer perfectamente las fatigas y las industrias de los escritores, ni gustar la dulzura y excelencia de los estilos, y aguellas intrinsecas advertencias que frecuentemente se encuen- tran en los antiguos. Y aqui primeramente piensa qué pequefio nii- mero de personas estin acostumbradas y adiestradas a escribir; y sin embargo, de qué poca parte de los hombres, tanto presertes CO- ‘mo futuros, puedes en cualquier caso esperar aquella opinién mag- nifica que te has propuesto como fruto de tu vida. Ademis ée esto, considera cudnta es en la escritura la fuerza del estilo; de cuyas virludes principalmente, y de cuya perfeccién, depende ta perpe- tuidad de las obras que caen en cualquier modo en el género de las, Jetrasamenas. Y con muchisima frecuencia ocurre que siti despojas de su estilo a una escritura famosa, de la que creias que casi todo el, valor estuviese en las sentencias, la reduces # una condiciénen que te parece cosa de ninguna estima. Ahora, la lengua es en tal grado el estilo, o més bien tiene tal conjuncién con él, que dificilmente se puede considerar una de estas dos cosas separada de la otra; a cada instante se confunden ambas juntas, no solamente en las palabras de los hombres, sino también en su intelecto; y mil cualidades suyas y mil valores 0 defectos, apenas, y quiz de ninguna manera, con la mas sutil y euidadosa especulacién, se pueden distinguiry asig- nar a cual dé las dos cosas pertenezcan, por ser casi comunes ¢ indi- visas entre una y otra. Pero ciertamente ningtin extranjero est, volviendo a las palabras de Castiglione, acostumbrado a escribir elegantemente en tu lengua. De manera que el estilo, parte tan gran- de y tan relevante del escribir, y cosa de inexplicable dificultad y fatiga, tanto para aprender el intimo y perfecto artificio como para ejercitarlo, una vez aprendido, no tiene propiamente otros jueces, ni otros estimadores convenientes, y aptos para poder alabarlo se- 103

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