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Suadernos Historia 16 250 PTAS 5] ca area me) Ramon Teja Cuadernos Historia 16 Plan dela Obra 1. La Segunda Repablica Espaiola + 2. La Palestina de Jestis «3, El Califato de Cérdoba + 4. El Siglo de Oro, 1» 5. El Siglo de Oro, 2» 6, Faraones y pirdmides + 7. La Castilla del Cid + 8. La Revolucion Indus- ‘tial 9. Felipe Il + 10, La medicina en la Antigiiedad + 11. Los Reyes Catélicos + 12. La mujer medieval + 13. La Revolucién Francesa, 1+ 14, La Revolucién Francesa, 2+ 15, La Revolucién Francesa, 3 + 16. El [gipto de Ramsés Il +17, La invasion drabe de Espatia * 18, Los Mayas + 19. Carlos V + 20. La guerra de laTndependencia I + La guerra de la Independencia, 2+ 22. La Hispania romana + 23. Vida cotidiana en la Edad Media + 24, El Renacimiento + 25, La Revolucién Rusa + 26. Los fenicios + 27. La Mezquita de Cordoba + 28. La Reforma en Europa + 29, Napoledn Bonaparte, 1 * 30, Napoledn Bonaparte, 2 31. Los ‘heros + 32, Recaredo y su época * 33. Los campesinos del siglo XVI + 34, La Inglaterra victoriana + 85, EL Neolitico + 36. Ls Aztecas » 37. La Inglaterra isabelina + 38, La Il Guerra Mundial, 1 + 39, La IT Guerra Mundial, 2 + 40. La Il Guerra Mundial, 3 + 41, Tartessos + 42. Los campesinos medievales +43, Enrique VIII + 44. La Espafia de José Bonaparte + 45, Altamira + 46.La Unién Europea + 47. Los rei- nos de taifas + 48. La Inquisicién en Espaiia + 49 Vida cotidiana en Roma, 1 + 50, Vida cotidiana en Roma, 2 + 51. La Espaiia de Franco + 52. Los Incas + 53. Los comuneros + 54, La Espaia de Isabel II +55, Ampurias + 56, Los almorévides + 57. Los viajes de Colin + 58. El crstianismo en Roma + 59. Los pronunciamientos + 60, Carlomagno, 1 + 61. Carlomagno, 2 + 62, La Florencia de los Médicis + 68. La Pri- mera Repiblica Espaiola + 64. Los sacerdotes egipcios + 65. Los almohades + 66. La Mesta + 67. La Espaiia de Primo de Rivera + 68. Pericles y su época » 69, El cisma de Aviién + 70, El Reino nazarita © 1, La Espaia de Carlos II + 72, El Egipto ptolemaico + 73, Alfonso XIII y su época * 74. La flota de Indias + 75, a Alhambra + 76, La Rusia de Pedro el Grande + 77, Mérida ¢ 78. Los Templarios + 79. Veléz- quer + 80, La ruta de la seda «81. La Espafia de Alfonso X el Sabio + 82. La Rusia de Catalina Il + 83, Los vVirveinatos americanos + 84, La agricultura romana + 85. La Generacién del 98 + 86. El fin del mundo comunista + 87, El Camino de Santiago + 88. Descubrimientos y descubridores + 89. Los asiris + 90, La Guerra Civil espafiola + 91, La Hansa + $2, Ciencia musulmana en Espatia + 93, Luis XIV y su época + 94, Mitos y ritos en Grecia + 95. La Europa de 1848 + 96. La guerra de los Treinta Afios « 97. Los moris- 0s + 98, La Inglaterra de Cromwell «99. La expulsin de los judios + 100, La revolucién informatica. © Ramin Teja Casuso © Informacidn e Historia, SL. Historia 16 Rufino Gonzélez, 34 bis 28037 Madrid. Tel. 304 657 5 ISBN: 84-7679-286-7 (Fascculos) ISRN: 5 (Ohya completa) Depésito legal: M-29313-1996 Distribucin en quiosos: SGEL Suseripciones: Historia 16, Calle Rufino Gonzer, 4 bis 28037 Madrid. Te, 304 6575 Fotocomposiin yftomecnica: Amorett SP, SLL. Imprsin: Grafcinen, 8.8 Encuadernacén: Mavieam Printed in Spin Impreso en Espaia Historia 16 ices 2/ EL CRISTIANISMO EN ROMA Indice Jesiis, Judea y el mundo helenistico La fuentes historicas Judeocristianos, helenistas y Pablo de Tarso Los primeros contaetos eon Roma y la rebelin judia 19 21 24 La consolidacién de la Iglesia La relajacién del cristianismo en el siglo IIT El choque con las autoridades 26 La ultima persecucién: Diocleciano El triunfo del helenismo Difusién y consolidacién 27 28 El emperador Constantino Religién y politica al final de la Antigiiedad La lucha contra las herejias: el gnosticismo 30 La religién, soporte dela ideologia imperial catacumbas de San Jenaro, Napoles). Inquierda, cristiano en oracién (estela funeraria copta det siglo V) EL CRISTIANISMO EN ROMA/3 La Virgen y Jestis (por Pere Serra, Museo de Arte de Cataluiia) 4/ EL CRISTIANISMO EN ROMA El cristianismo en Roma Ramon Teja Casuso Catedrdtico de Historia Antigua. Universidad de Cantabria primeros tiempos es inseparable ide la del Imperio Romano. El cris- tianismo surgié y vivié sus primeros cuatro siglos cn cl ambito politico del Imperio. En cuanto conjunto de creen- cias y practicas religiosas, el cristia- nismo es un producto de! ambiente espiritual, religioso y social que carac- terizaba a Roma. No se puede compren- der lo que fue y signifies el cristianismo primitivo sin conocer el medio social en que surgié y se desarroll6. Por ello, y con buen criterio, la mayor parte de las historias modernas del cristianismo se inicia con una deseripcién de la reali- dad politica, social y econémica del mundo mediterréneo encuadrado en el Ambito politico del Imperio. Bs lo que se suele denominar el Mundo del Nuevo Testamento. En realidad, la historia del cristianismo antiguo es un capitulo de la historia del Imperio, un capitulo cuya trascendencia en la historia de la humanidad en los tltimos 2.000 afios no es necesario resaltar, y que pone de relieve la importancia de la historia de la Antiguedad para comprender y cono- cer lo que ha sido y sigue siendo la cul- tura occidental que hunde sus rafces en esta época. La civilizacién occidental se identifica en gran medida con la civili- zacidn cristiana, por lo que se explica el rechazo que en muchos paises orienta- les o del Tercer Mundo, deseosos de preservar su cultura y tradiciones, pro- voca la difusién del cristianismo por los misioneros cristianos, a los que se acusa de agentes 0 propagadores de una cultura que va estrechamente unida a unos sistemas politicos muy diferentes de los suyos. I a historia del cristianismo en sus Jestis, Judea y el mundo helenistico El fundador del cristianismo, Jestis de Nazaret, fue un judio sibdito del emperador romano. Nacié en torno al afio 4 antes de nuestra era, en un momento en que la mayor parte del territorio judio de Palestina era un reino hajo él protectorado de Roma. La historia politica de la Palestina de la 6poca esta dominada en gran medida por esta condicidn de dependencia o sumision a Roma y los hechos mas importantes de la vida de Jestis y de los primeros aftos del cristianismo estén estrechamente vinculados estas vicisi- tudes politicas y en ellas encuentran su explicacién. Por otra parte, Palestina desde hacia dos siglos habia comenzado a ser influida por la cultura helenistica de su entorno y, aunque en muchos aspectos conservaba grandes peculiari- dades, se la puede considerar cultural- mente como una provincia del mundo helenistico que politicamente estaba encuadrada en el Imperio. El choque entre las practicas tradi- cionales judias y las costumbres grie- gas produjo con frecuencia profundos traumas personales y colectivos. Basta recordar el hecho de que cuando al caer Jerusalén a comienzos del siglo IL a.C, bajo dominio de los Seléucidas se cre6 un gimnasio al estilo griego, mu- chos jévenes hebreos abandonaron la practica de la circuncisin, pues se avergonzaban de aparecer desnudos en el gimnasio con las sefales de esta vieja practica judaica. La politica de helenizacién radical promovida por Antioco IV Epifanes (175-164) provocé una reaccién politica encabezada por los Macabeos, que Hlevé a la liberacién del dominio seleucida y provoco un re- nacimiento nacionalista en el ambito politico y religioso. Con todo, las in- luencias exteriores continuaron pro- duciéndose de forma irrefrenable aun- que a un ritmo mas lento. Jestis nacié durante el reinado del emperador Augusto y, de aceptar la noticia del Evangelio de Lucas, las vi- cisitudes de su nacimiento estuvieron marcadas por una medida politica de este emperador para la realizacion de un censo de poblacién cuyas circuns- EL CRISTIANISMO EN ROMA/5 tancias no han podido ser aclaradas de modo satisfactorio por la historiografia moderna. Cuando a la edad de unos 30 afios abandona su vida privada y se convierte en predicador ambulante por tierras de Galilea y Judea, gobierna en Roma el sucesor de Augusto, Tiberio Mientras que Galilea dependia de He- rodes Antipas, un rey titere al servicio de Roma, Judea formaba parte de la provincia romana de Syria Palaesti- nensis gobernada por el procurador Poncio Pilato del 26 al 36, La vida religiosa, social y politica de estus regiones conoce entonces una gran efervescencia debido a esta domi- nacién romana, que muchos se negaban aaceptar y Jestis se ve inmerso de lleno enella. Son precisamente estas circun: tancias las que le llevan un afio después de iniciada la predicacién —segin los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, tres atios segun el Evangelio de Juan— a la muerte por crucifixion. La muerte fue dictada por el maximo represen- tante del emperador Tiberio en Judea, el procurador Poncio Pilato, y ejecutada por soldados al servicio de Roma en jerusalén. En esta muerte, que es el hecho que mejor conocemos de su vida, intervinieron también activamente las autoridades religiosas judias y es una buena prueba de hasta qué punto se entreeruzaban religion y politica, tradi- ciones judias e imperialismo romano en la Palestina del siglo I de nuestra era. Por desgracia, no es mucho més Jo que nos informan las fuentes antiguas, cristianas o de otro signo, sobre la vida de Jestis de Nazaret, pero estos datos son suficientes para’ poner de relieve hasta qué punto su vida estuvo estre- chamente relacionada con la sumisién de él y de su pueblo al poder romano. De los varios millones de judios que existian en el siglo I, s6lo una pequena porte vivia en Patoctina, Desde hacta varios siglos y debido a las vicisitudes politicas y a las circunstancias econd- micas se habian ido dispersando por todo el ambito del Mediterraneo y del Proximo Oriente. En la mayor parte de las ciudades de estos territorios habfa colonias més © menos importantes de judios y eran especialmente numerosos en Babilo- nia, Alejandria, Antioquia y Roma. Aunque separados fisicamente de su tierra de origen, mantenfan estrechas vinculaciones afectivas y religiosas con Jerusalén, a donde acudian en peregri- 6 / BL CRISTIANISMO EN ROMA nacién en gran nimero con motivo de las grandes festividades religiosas. Pero si la vida de los judios de Jerusa~ én y de otras ciudades judias estaba profundamente influida por la cultura griega que daba una cierta unidad al mundo helenistico, estos judios de la dispersion o diéspora lo estaban mu- cho mas. Su lengua habitual habia pa- sado a ser el griego y habian adoptado las formas de vida y las costumbres del medio en que vivian e incluso su reli- gién habia sufrido profundas influen- cias de las creencias y practicas reli- giosas del entorno El Templo de Jerusalén como lugar de culto fue reemplazado en estas colo- nias de la diaspora por la sinagoga, lu- gar de encuentro y de lectura y predi- cacién de las Eserituras, que actué como aglutinante de las comunidades judias en cada ciudad. Quiza el mejor representante de la coexistencia de tradiciones judias e influencias griegas en estas comunidades lo constituya Fi- lon de Alejandria. Contemporaneo de Jestis, desarrollé una amplia produc- cidn literaria en lengua griega en la que, sin perder su fe judaica, efectué una profunda reinterpretacién de las Escrituras en el marco de la filosofia platénica e inicié la interpretacién ale- gérica de la Biblia siguiendo los méto- los que los fil6logos alejandrinos hal an aplicado a los poemas homéricos. Fue en el ambito de este judaismo pro- fundamente influido por el helenismo donde comenzé a difundirse la predica- cién cristiana tras la muerte de Jes Las fuentes histéricas De la amplia literatura que genera- ron las primeras comunidades cristia- nas, la mayor parte es de contenido doctrinal y presenta importantes pro- blemas dé interpretacién por descono- cer en la mayor parte de los casos las circunstancias en que fueron compues- tas y porque sus objetivos son mas doc- trinales que histéricos. Constituye una excepcidn la obra denominada Hechos de los Apéstoles, recogida en el canon del Nuevo Testamento, que es la tinica de caracter histérico, aunque también plantea problemas derivados de la fal- ta de acuerdo entre los especialistas sobre las circunstancias de su composi- cién, autoria y objetivos. También las cartas de Pablo de Tarso contienen in- Cristo ante Caifis (Alberto Durero, Nuremberg) EL CRISTIANISMO EN ROMA /7 formacién valiosa, aunque hay discu- siones sobre la autoria y la naturaleza de muchas de ellas. Para la vida de Jestis la fuente prin- cipal son los Evangelios, pero tampoco son obras de cardeter histérico y sdlo informan detalladamente de las cir- cunstancias de su muerte y con algu- nas contradicciones entre ellos. Algu- nos autores no cristianos proporcionan informacion complementaria pero no afiaden datos importantes, si bien sir- ven para confirmar el cardcter histri- co de Jestis de Nazaret. Hay que sefia- lar también que todas las fuentes disponibles sobre Jess son bastante posteriores a los hechos que narran. Salvo las cartas de Pablo, que datan de unos veinticinco aiios después de la muerte de Jestis, las restantes se ini- cian en torno al medio siglo después. Por otra parte, los Evangelios presen- tan problemas adicionales por tratarse de escritos muy peculiares en los que se recogen tradiciones orales que antes de fijarse por escrito han experimenta- do complejos problemas de transmi- sién. La situacién no es mejor para cono- cer la historia del cristianismo en el primer siglo que siguid a la muerte de su fundador. Solo los Hechos de los Apéstoles, combinados con algunas car- tas de Pablo, arrojan algo de luz en la reconstruecién hist6rica de un proceso que estuvo muy lejos de ser lineal y unitario. Una parte de los escritos rela- tivos a la vida de Jest y al primer siglo de historia de las primeras comunida- des cristianas fue fijado posteriormente como escritura canénica y revelada, constituyendo lo que se denominé Nuevo Testamento, por oposicién al Antiguo, pasando a constituir ambos el conjunto de la Biblia eristiana. ero hay otro importante grupo de eseritos de las primeras comunidades cristianas que no fueron recogidos en el Nuevo Testamento pese a tener una antigiiedad similar y que constituyen para el historiador una fuente de igual importancia. Algunos de estos escritos han sido agrupados en colecciones bajo el titulo de Escritos de los Padres Apostélicos. La distincién se basa en la creencia de que las obras recogidas en el Nuevo Testamento serian obra de los discipulos mas importantes de Jesiis, los Apéstoles, 0 de compaieros de és- tos, mientras que los E’scritos de los Padres Apostélicos serian la obra de 8/EL CRISTIANISMO EN ROMA los discipulos de los Apéstoles. La eri ca moderna ha demostrado que esta interpretacién y esta distincién no es correcta, pues hay muchos escritos del Nuevo Testamento que no son obra de los autores a los que se atribuyen y que algunas obras de los Padres Apos- télicos son anteriores a algunos textos del Nuevo Testamento. Junto a esta literatura, hay una am- plia produecign que se incluye bajo la denominacién de Apécrifos del Nuevo Testamento. Se trata de obras que no fueron recogidas en el canon neotesta- mentario, a pesar de tener una anti- giiedad similar. El hecho de no incluir- Tas en el canon determin6 que su texto no quedase fijado de modo definitivo, por lo que con el paso del tiempo fue- ron sufriendo manipulaciones y reela- boraciones. La mayoria de estos textos se ha conservado en versiones tardias ya manipuladas, aunque la critica mo- derna ha podido establecer en muchos casos niveles de redaccién tan primiti- vos como algunas obras del Nuevo Tes- tamento 0 de los Padres Apostolicos. Esta literatura se ha visto incrementa- da por el hallazgo en 1945 en Nag Hammadi, en el Alto Egipto, de una amplia coleccién de cédices dei siglo IV perteneciente a una biblioteca gnésti- a, secta cristiana del siglo II de carac- ter herético. Aunque la mayoria de las obras son de redaccién tardia (siglo IV), hay algunos evangelios que se re- montan a finales del siglo I y reflejan niveles de redaccién contempordneos 0 anteriores a los Evangelios canénicos. Finalmente, estén las fuentes no cristianas, romanas y judias. Las ro- manas se reducen a bréves informacio- nes de Tacito y Suetonio y la mas de- tallada de Plinio el Joven, ya en el siglo II. Las fuentes judias oficiales si- lencian casi totalmente a Jestis y al cristianismo. Informaciones importan- tes aparecen en las obras histéricas del judio romanizado de la segunda mitad del siglo I Flavio Josefo, pero sus noticias sobre Jestis sufrieron in- terpolaciones tardias sin que la eritica moderna haya podido restituir el texto original. Hay que esperar a mediados del siglo I para que las noticias de ori- gen griego y romano adquieran cierta importancia y continuidad La naturaleza y las circunstancias de composicién y transmisién de las fuentes de los primeros siglos del cris- tianismo condicionan que la interpre- Escena del Antiguo Testamento: Jacob y sus hijos Megan a Egipto (pintura mural, catacumbas de la Via Latina, Roma) tacién de la historia del cristianismo de esta época esté sometida a los pro- blemas que plantean la critica y el anilisis de estas fuentes. Por otra parte, no es posible hacer una reconstruccién lineal de la historia de esta época, que se reduce funda- mentalmente a la critica histérico-filo- logica de los diversos grupos de fuen- tes y de las comunidades cristianas en que tuvieron su origen. Intentaremos, sin embargo, exponer una linea gene ral de la evolucién de las primeras co- munidades cristianas basandonos en los datos proporcionados o inferidos de esta literatura. Judeocristianos, helenistas y Pablo de Tarso Jesiis hallé la muerte por haber cho- cado con las autoridades religiosas judias de Jerusalén. Su predicacion encontré la oposicién de las principales sectas sacerdotales, los saduceos y en menor medida los fariseos y, dado el indudable contenido politico de su men- saje y el apoyo que encontré en amplios sectores populares, las autoridades judias lograron convencer a Poncio Pilato de la conveniencia de acceder a sus deseos. Inmediatamente después de su muerie, una parte de sus discipu- los se aglutinaron Hevados de las noti- cias sobre su resurreccién y se presen- taron en publico en Jerusalén, dando una interpretacién histérica de la figura del Maestro. La historia de estos primeros tiem- pos ha estado dominada por la figura de Pablo de Tarso. Ello es debido a que es la persona que ha sido privilegiada por las fuentes escritas conservadas, en especial por los Hechos de los Apos- toles y por sus propias cartas. Esto ha sido en gran medida una consecuencia de que la concepeién del cristianismo que Pablo defendia fue la que con pos- terioridad terminé por imponerse.de forma mayoritaria. Ha sido la tarea de la critica moderna el relativizar la im- portancia de la figura de Pablo me- diante el rastreo y descubrimiento de otras concepciones del eristianismo contemporaneas a la suya y mediante la valoracion de las diversas aportacio- nes, no sdlo las paulinas, al cristianis- mo que en el siglo II se impondra como mayoritarlo. EL CRISTIANISMO EN ROMA /9 El Libro de los Hechos de los Aposto- les deja ver con claridad que inmedia- tamente después de la muerte de Je- sis surgieron en Jerusalén dos grupos de seguidores del Maestro claramente enfrentados. Uno, aglutinado en torno a algunos de los Apostoles més allega- dos a Jestis, como Pedro y los hijos de Zebedeo, Juan y Santiago, y el otro Santiago, hermano de Jestis, constitu- y6 un grupo que los estudiosos moder- nos denominan judeocristiano. Estos no aspiraban a separarse del judaismo tradicional, sino que se atenian escru- pulosamenie a la observancia de la ley mosaica y comenzaron a elaborar una cristologia incipiente que veia en Jess al Mesias judio, a pesar de que ni su vida ni su muerte parecian correspon- derse con las expectativas imperantes sobre la figura del Mesias, Frente a ellos, otro grupo, encabezado por Este- ban y denominado por los Hechos como de los helenistas, debia estar constitu: do por judios procedentes de la didspo- ra establecidos en Jerusalén y parece que se opuso resueltamente desde el principio a lo que el Templo y la ley ju- daica representaban. Ello provocé el inmediato rechazo y la oposicién deci- dida de las autoridades religiosas judi- as que intentaron acabar con ellos vio- lentamente, quiza con la connivencia de los judeocristianos. Su jefe, Este- ban, fie muerto y la mayoria de sus seguidores se desperdig6 por otras ciu- dades de Palestina y de la didspora, en especial Antioquia. Es en este contexto de enfrenta- miento de los dos grupos de seguidores de Jestis donde surge la figura de Pa- blo de Tarso. Nacido en esta ciudad de Cilicia, en el suroeste de Asia Menor, en que confluian las influencias del he: lenismo griego y de las civilizaciones del Préximo Oriente, procedia de una familia judia lo suficientemente aco- modada’ como para haber obtenido la ciudadania romana. Aunque su lengua era el griego, habia recibido una edi caci6n tradicional judia en la propia Jerusalén y cuando se produjo el ata- que de las autoridades del Templo con- tra los cristianos helenistas parece que fue comisionado por el Sumo Sacerdote para continuar su persecucin en Da- masco. En este momento un aconteci- miento extraordinario que él mismo deseribe como una aparicién de Jestis resucitado cambié su vida y determiné su adhesion al cristianismo. 10/ EL CRISTIANISMO EN ROMA. Sus primeros afios cristianos son os- curos ¢ impiden saber si la primera concepcién cristiana que acept6 fue la de los judeocristianos, la de los hele- nistas o alguna otra con marcadas aportaciones de su propia personali- dad. Los primeros diez. afios como cris- tiano los consume en una labor misio- nera en Arabia, Siria y en su propia patria, Cilicia. Aqui fue a buscarlo un cristiano de origen pagano, Bernabé, que lo Ilevé a Antioquia, donde tuvo que enfrentarse con las profundas dis- cusiones producidas por el enfrenta- miento entre la concepeién judcocris tiana y la helenista. Pablo ya habia optado por un cristia- nismo abierto a los paganos y habia roto con la concepcién del pueblo judio como pueblo elegido a quien estaba reservado el mensaje cristiano. Pero, impresionado, sin embargo, porla auto, ridad de que gozaba la comunidad madre de Jerusalén, intenté una mediacién entre las diversas concepcio- nes y logré un compromiso que le per- mitfa predicar su evangelio libremente a los paganos. Inicia asi hacia el 45 una nueva campaiia misionera en Chipre, Panfilia y centro de Asia Menor, que se vio interrumpida de nuevo por la obsti- nacién de los cristianos de Jerusalén por imponer a todos la observancia de la ley judaica y las practicas rituales. En estos momentos, la autoridad de Santiago, hermano de Jestis, habia des- plazado de la direccién de la comunidad de Jerusalén a Pedro y los otros Apésto- les, y Pablo, a finales de los afios 40, emprendia una nueva campaia misio- nera por las ciudades del Egeo, desen- tendiéndose totalmente de las autori- dades judeocristianas. El éxito de esta nueva campaia, bien conocida por sus propias cartas que datan de esta época y por la na- rracién de los Hechos, se vio obstaculi- zado por la accién de los misioneros ju- deocristianos que habian salido ya de los limites palestinos y habian iniciado la predicacién en la didspora y por otros predicadores cristianos de diver- sas tendencias, entre los que se advier- ten las primeras manifestaciones del \osticismo. Pablo, sin embargo, no ce- iid en su accién Ilevado de la convie- cin absoluta en la verdad de su evan- gelio y del radicalismo de que siempre dio pruebas. Con todo, por razones no bien cono- cidas, tras'unos diez anos de accién Predicacién de san Pablo en Atenas (La Ilustracién Artistica, 1885) misionera en esta nueva etapa, hacia el 58 intenté de nuevo establecer la paz con la comunidad de Jerusalén. Para ello se traslad6 personalmente a la capital aportando una importante donacién econémica que habia recolec- tado en los ultimos afos entre las co- munidades por él fundadas para ayu- dar a los cristianos de Jerusalén en dificultades econémicas. Esta actua- cién no dio los resultados esperados y, por el contrario, mareé un giro decisive en la vida de Pablo, pues, denunciado por sus enemigos cristianos de la ciu- dad que provocaron un motin en el ‘Templo contra él, fue arrestado por las autoridades romanas y trasladado a Roma, donde moriria algunos afos después. Los primeros contactos con Roma y la rebelién judia Pablo es un simbolo del rumbo que el cristianismo tomaria en el futuro, motivado fundamentalmente por acon: tecimientos politicos. Mientras vivid, las comunidades por él fundadas y la concepcién del cristianismo que defen- dia fueron minoritarios. La corriente mayoritaria era, sin duda, la represen- tada por los judeocristianos y por otras concepciones de tipo helenista. Estas diversas corrientes encontraban su principal punto de confluencia en An- tioquia y otras grandes ciudades hele- nisticas, pero Jerusalén conservaba to- davia un prestigio y una autoridad que hacfan de ella la comunidad hegeméni- ca respetada por casi todos. Pero una serie de hechos acontecidos entre los afios 60 y 70 iba a marcar un giro de- cisivo en el porvenir del cristianismo. Cuando Pablo llegé preso a Roma existia ya en la capital una comunidad cristiana de origenes desconocidos. Pero era opuesta a él, como revelan el fracaso de sus esfuerzos por alraerla mediante la conocida Carta a los Rom nos y la indiferencia con que fue re bido. Absuelto tras una larga espera, los uiltimos afios de su vida son desco- nocidos. No hay pruebas de que viajase a Hispania seguin el deseo que expres6 en la misma Carta. Posiblemente murié en la persecucién de Nerén del 64, a raiz del incendio de Roma. La persecucién se debid al hecho de que las autoridades romanas ya ha- bian aprendido a distinguir a los eris- EL CRISTIANISMO EN ROMA /11 tianos de los judios. Posiblemente fue- ron estos tiltimos los instigadores. En cualquier caso, al margen del ntimero de victimas y de la importancia de és- tas ({Pedro? {Pablo?), el hecho mas significativo és que a partir de estos momentos los eristianos dejaron de be- neficiarse de la benevolencia de los ro- manos hacia los judios y en adelante serdn vistos por las autoridades roma- nas con prevencién, con recelo 0 con oposicién abierta. Se inician asi 250 aos de historia cristiana de enfrenta- miento ms 0 menos abierto con el po- der imperial, que marcara profunda- mente su evolucién interna. El cristianismo a partir de ahora tendré que adaptarse a la nueva situaci6n. En Jerusalén también las cosas cambiaron bruscamente. El 62 fue ase- sinado Santiago, el hermano de Jestis, por obra del sumo sacerdote Ananias y como consecuencia de los enfrenta- mientos entre las sectas judias. Fue sustituido por un primo de Jesus, Si- me6n, hombre de escasa personalidad, sin el carisma y prestigio de Santiago. Poco después, ‘en el 66, se produjo la rebelién judia contra Roma, reprimida duramente en el 70 y que acabé con la destruecién de Jerusalén y el Templo. Los cristianos, cuya postura ante la re- belién se desconoce, sufrieron también las consecuencias de la represién. Pa- rece que los supervivientes huyeron a Trasjordania y alli se mantuvieron muy aislados de las restantes corrien- tes cristianas, con lo que el judeocris- tianismo qued6 al margen de la evolu- cién que afecté al cristianismo en el Ambito helenistico y romano y pasaria después a ser considerado como una secta herética por el cristianismo ma- yoritario y sus miembros conocidos con el nombre de ebionitas o nazarenos. E] triunfo del helenismo Los aiios que siguieron a la persecu- cién de Neron y a la destruceién del ‘Templo fueron decisivos para el futuro del cristianismo, Si para el judaismo la eatastrofe del 70 mareé toda su histo- ria posterior, no menor fue su influen- cia en el cristianismo. Con razén el historiador inglés S. G. T. Brandon lo consideré como el hecho mas impor- tante en la historia del cristianismo después de los acontecimientos relacio- nados con la Resurreccién. Sin embar- 12/ EL CRISTIANISMO EN ROMA 0, son afios oscuros y mal conocidos a pesar de que es la época en que se de- sarrolla la mayor parte de la literatura cristiana primitiva, canénica 0 ex- tracanénica. Pero, como ya se apunta- ba, no existe cronologia segura de la mayoria de estos escritos ni noticias de los contextos en que surgen. En cual- quier caso, esta literatura demuestra la vitalidad de la mayor parte de las comunidades cristianas del momento. Con el aislamiento de los judeocris- tianos y la desaparicién de Pablo, en su mayoria las comunidades se vieron desorientadas. Muchos cristianos vie~ ron en la destruccién del Templo la lle- gada de la parusia que la mayoria creia inminente. Al no producirse ésta, lo interpretaron como un castigo divino al pueblo de Israel que no habia aceptado a'su Mesias y hubieron de rearmarse ideolégica e institucionalmente para abordar la nueva situacién. Desplaza- dos los judeocristianos, de alguna manera se impuso la concepcion de Pablo. Pero el cristianismo de Pablo, jue preveia una vuelta inminente de rristo, se basaba en unas comunidades en las que predominaba la inspiracién personal, el carisma y el profetismo sobre unas instituciones estables, casi inexistentes. La nueva espera se pre- sentaba larga y habia que dotarse de una nueva moral y de unas institucio- nes adaptadas para convivir con la sociedad helenistico-romana. La mayo- ria de los escritos del final del siglo I y comienzos del II responde a los nuevos planteamientos. Se configura asi lentamente una nueva concepcidn del cristianismo que se puede denominar eclesidstica, en jue se pone el acento en la moral, in- vidual y colectiva, en las obras y el mérito frente a la inspiracién del éspi- ritu y asimismo en la ereacién de unas instituciones estables que regulen la vida de cada comunidad. Este lento proceso, que se va plas- mando en torno al ano 100, estuvo muy lejos de ser unitario, pues fue el resultado de la adaptacién a cada si- tuaci6n concreta segtin las propias tra- diciones. Los diversos escritos de la 6poca reflejan claramente esta varie- dad de planteamientos y soluciones, que fue seguramente lo que garantizé una mayor difusién del cristianismo. Visto con una perspectiva histérica es en este momento cuando se produce la separacién definitiva de la sinagoga. LA PRIMERA REBELION JUDIA (66-73 d. C.) Principle somes TE es sense * conse . on. + Em Sees fabaget stale Ga 686C Contin Gaus 666.6) Vespasan 67 4.©) espason 68.) Wespaian y To (870 4.) ‘Sivay Bese (7173 4.6) MAR MEDITERRANEO MUERTO BL CRISTIANISMO EN ROMA /13 Pero al propio tiempo hered6 el ritua- lismo judio, ciertas practieas eomuni- tarias yuna vision del mundo ¥ del hombre profundamente impregnada del dualismo de origen iranio que ha- bia adoptado el judatsmo tard. Del helenismo contemporsineo toma la moral imperante, de earacter esen- cialmente estoico, y las practicas y sentimientos religiosos ampliamente difundidos en las Feligiones mistericas, La organizacién institucional se aday ta al modelo de las instituciones civ. cas dominantes en las ciudades hele nisticas y romans con un episcopos de earaeter mondrquien al frente Difusién y consolidacién En este contexto son profundas las diferencias entre unas comunidades otras, pero hay una serie de elementos comunes que no fueron diseutidos que | mncian de otras sectas reli fiosas: el monoteismo, Ia adoracion de Cristo compatible con la aceptacion de Ia eseritura, el bautismo y las comidas en comtin que con el tiempo iran to- ‘mando el eardcter sacramental de Tas religiones misterieas y se transforma. ran'en Ducaristia. Pero habia ut ele mento que diferenciaba elaramente al cristianismo de las otras religiones de Ja Antignedad: mientras éstas se basa- ban en un hecho mitico que era senti ddo-como tal, el eristianismo se basaba en un personaje historico, aunque pronto se le rodease de caractores mi- tieos. Este elemento dio su especifici dad al eristianismo e hizo de él una re- Tigin que trataba de fundamentar su autenticidad en Ia historia La crisis que siguid al afio 70 permi- {0a las comunidades eristianas busear tun acomodo y una forma de coexisten- cia eon la sociedad helenistico-romana, Las condiciones politicas imperantes tn el siglo IT, con fa paz generalizada de Ja época de los Antoninos ¥ los grandes trasiegos de personas en todo el ambito mediterrineo, facilitaron una rapida ifusion. Alo largo del siglo Il el eris- tianismo se va extendiendo en la mayor parte de los paises riberetios del Medi- {errineo, aunque las comunidades mas importantes y numerosas siguen estando en las ciudades de Asia Menor ¥ la cuenca del Egeo, En Occidente algunas metropolis importantes como 114 /FL-CRISTIANISNO EN ROMA | Roma, Cartago y Lyon actian como Cantos difuseres on gus respoctivas fonas de influencia, El misimo papel desempena Alejandria en ‘Antioquia en Siri. fin todos lw casos tsa lengua griega la que sirve como medio de expresion y vehiculo de dif iin y In queda un ehracter-netamente Helenico al evistianismo mediterrance En Oriente, el ristianismo se dif: do a partir de Palestina y Antioguts fia a Sirin into y Mesnpotass ‘Aguila fengua predominante & el ar moo yelerstiansmo de estas regtones {ena un cardeter marcadamerte jr daizante, con una ampliaIeratura en frameo desde comiensos del sigio I. itas natoridades imperialesromanas no signifcaron un obstaeulo sero para expansign. La persecucién decreta por Neron en Roma ene 64 obede cima qe naa un erenatans oyuntural que permitis al extrava: gante emperador encantra un chive fxpiatorio ante las masas exeitadas en caluier «aso seve para mntira las autoridades establecer una Marto de los cristiano en presencia ddeNeron (dibujo a partir de un euadro ‘deKaulbac, La Mstractin Espaiolay Americana, i8i4) diferencia entre cristianos y judios que antes no existia. Ell, si por un lado privo al eristianismo de la tolerancia de que disfrutaba la religion judaica {como una religion nacional, por otro li berd a los eristianos en gran medida de las represiones contra los judios que siguieron a la rebelin del ano 70. ‘Desde que asi lo expuso Tertuliano, eseritor eristiano det siglo Tl, se ha mantenido ia de que’ Neron hhabia deeretado una normativa gene- ral, el llamado Institutum Neronia hum, que permitia a las autoridades romana perseguir a los eristianos por el solo hecho de practiear su religion. Los historiadores modernos mantienen mais bien que nunca existio esta legis- Tacion y que las relaciones entre eris- tianos y autoridad estatal estuvieron sometidas a la misma normativa que afectaba a los demas sibditos y religio- nes. Lo que es indudable es que pronto Se expandis entre los ambientes popu lares de muchas ciudades un amplio. sentimiento anticristiano, Las causas de esto fueron muy variadas. En gran medida fue una version del antijudais- mo agravada por el radicalismo con {que los eristianos rechazaban las de ts religiones lo que hizo eaer sobre ellos la acusacion de ateismo, es decir, {de no respetar los dioses tradicionales ‘Asi, en una sociedad como Ta antigua en que las ereencias religiosas invadi- fan todas Tas esferas de la vida publica ¥'la privada, resultaba fell achucarle odos los males que sobrevenian a I fudad. A ello se unio tambien el ocul tismo con que eelebraban sus dza y es de cult, lo que faciitabs Ta propagacion de bulas y ramores sobre Ie'practiea de orgas séxaates,asesinn = Sec tos'y todo Up de depravie Plica que en este contesto lax masaa,y frrasteadas por ellas lay autoridades ‘municipales 0 provincaies, vieran en in'satisfaceion de estos seatimienton fntieristianos una salida facil'@ mu too problemas de gobierno interno © de-orden publieo, Its emperndores dustrados del siglo 1 rataran de poner freno a estas si- Eiaciones, camden el caso de Adriano tn su reseripto # Minucio Fundano: por consiguitnte. st los habitantes de tina provincia eden sastener con fr tmerd 9 alas elaran ext demanda'con tra fos eristianos, de tal modo que fes sea posible responder ante un trbuna, tr eate solo provedimiento habran de ttenersey no a mers peticiones yar tos Los apologetas Este clima hostil sirvio en contra- partida ‘los eristianos para reflexio har sobre su situacign en el mundo v nla sociedad y profundizar en el sig- hifieado y el aleance del mensaje eri: iano. Suingen asi en fa primera mitad del siglo I los denominados apologetas cristianos, Se trata de pensadres crise tianos, instruidos por fp general en el penaamiento y la filosofia griegos, que Ste la hostlidad ereeiente de que son ‘objeto intentan poner los conoeimien- tos al servicio de su fe, Su objetivo es demostrar que la religién eristiana se ineardina en el mareo de la mejor trae dicién filoséfica griega y que los eris- tianos pueden ser tan buenos ciudada- nos como cualquier seguidor de la rel gion tradicional romana. Los primeros apologetas fueron cristianos cultos de lengua griega, como los atenienses Cuadrato y Aristides, Justino Martir, filésofo griego de origen judio converti- do al eristianismo, 0 el sirio Taciano, discfpulo suyo. A finales del siglo IT aparece el primer escritor y apologeta de lengua latina, Tertuliano, origi- nario de Cartago, que llevar cabo una amplia produccién literaria Frente a estas voces cristianas, se levantan otros pensadores paganos que desarrollan y exponen las ideas y pensamientos cristianos imperantes en los ambientes populares y cultos del paganismo, lo que da lugar a debates clarificadores que van permitiendo a los cristianos ocupar un puesto en la sociedad imperial romana. Especial- mente clarificador es a este respecto el tratado violentamente antieristiano de Celso, Discurso verdadero, escrito ha- cia el'180 y la respuesta del alejandri- no Origenes en su Contra Celso, de mediados del siglo III Desde un principio se difundié entre los cristianos la costumbre de fijar por escrito la narracién del martirio. Surge asi un género literario nuevo en que se refleja con frescura la fe ardiente y los sentimientos de estos testigos de su fe, que alcanzaron una popularidad y des" pués un culto comparable al de los apéstoles y profetas carismaticos de los primeros tiempos. Se extendié tam- bién la costumbre de comunicarse unas comunidades a otras estas narra- ciones, que sirvieron asi de instrumen- to de gran valor para reverdecer la fe dormida de muchas comunidades y alentar el espiritu universalista de la nueva religion. La existencia de los martires se con- yertira en uno de los argumentos mas importantes en manos de los apologetas cristianos y sera uno de los hechos que proporcionara mayor popularidad a los cristianos y contribuira a la difusién de la nueva religion. Como diria Tertu- liano, la sangre de los martires se con- virtid en semilla de nuevos cristianos. La tradicién posterior tendié a crear martires por doquier, muchas veces para resaltar la importancia de las pro- pias comunidades. Ello convirtié en un t6pico historiografico la idea de que los cristianos, hasta la paz de Constantino 16 / EL CRISTIANISMO EN ROMA del 312, vivieron en una situacién de acoso y persecucién permanentes por parte de las autoridades romanas. La realidad fue muy diferente. La situa cién normal fue la de tolerancia y lo excepcional, los momentos de persecu- cidn. Hasta mediados del siglo III no habra persecuciones sistematicas y generalizadas, sino inicamente casos aislados producto de circunstancias concretas y siempre localizados. En este contexto se sittian algunos marti- rios famosos del siglo IT como el del obispo de Esmirna, Policarpo, en el 156; los martires de Lyon y Vienne en la Galia en el 177; los martires Scillita- nos en Numidia y Perpetua y Felicidad en Cartago en el 180-181. Las narraciones de estos martirios se han conservado y son preciosas pie- zas literarias con visos de gran auten- ticidad. Asi pues, en esta época es mas correcto hablar de un clima social de impopularidad y de tolerancia politica, pendiente siempre de los sentimientos © la predisposicién de las autoridades de turno. Un clima que era comin con otras religiones orientales, aunque el cristianismo supo explotar como nin- guna otra el tema del martirio como instrumento de proselitismo. La lucha contra las herejias: el gnosticismo En el siglo II el eristianismo se cons- tituye en un movimiento religioso cla- ramente diferenciado del judaismo, con cierto peso numérico en muchas ciuda- des, que cuenta con personalidades procedentes de los medios intelectuales del momento y de cuya influencia social empiezan a tener conciencia las autori- dades politieas, que responden con el desprecio y el recelo, como Marco Aure- lio, o la indiferencia. La mayoria de los cristianos ha encontrado un modus vivendi con la sociedad aunque persis- ten algunos fandticos que creen que el método mejor y mas rapido de aleanzar sus ideales religiosos es el martirio, que intentan provocar poniendo en compro- miso a los restantes correligionarios Con todo, los mayores problemas no vienen del exterior, sino de las propias comunidades. En su seno surgen fero- ces luchas intestinas, por motivos dog- maticos 0 disciplinares, lo que obligé a los dirigentes religiosos cristianos a Representacién de Sixto I, séptimo papa, cuyo pontificado se extendi6, probablemente, desde el 117 al 127; junto a él, san Timoteo (pintura en azul y oro del fondo de una va reflexionar sobre su fe y a organizarse. Se fueron constituyendo de este modo, alo largo del siglo IT, las bases de lo que sera la Iglesia: una institucién dotada de una serie de dogmas y de normas disciplinarias. Con ello, el cristianismo dejé de ser una secta religiosa para constituirse en una Iglesia. stimulo para este debate interno provino de las herejias, es de- cir, movimientos de tipo doctrinal o disciplinar que surgen en el seno del propio cristianismo que no fueron aceptados o integrados en la evolucién mayoritaria. Al quedar relegados al ca- racter de minoritarios fueron conside- rados como movimientos heterodoxos 0 herejes. Fue la profundizacién del pen- samiento y la reflexién a que dieron lugar estos movimientos —de modo paralelo y contemporaneo al debate con los elementos externos al cristia- nismo— lo que Hlevé a configurar al cristianismo a lo largo del siglo I como _| a universal 0 catolica. consolidacién fue el llamado gnos mo. Movimiento de caracter intelec- tual y religioso de dificil definicién y aprehensién, constituye a lo largo del siglo II un poder de atraccién paralelo y que lucha contra la tendencia irrefre- nable al aprisionamiento del mensaje cristiano en el marco de una organiza cion elesidstica en la que las aspiracio- nes y necesidades de la mayoréa consti- tuian la regla (E. Trocmé), Aunque EL CRISTIANISMO EN ROMA / 17 nacido al margen y quizds antes que el cristianismo, en el siglo II converge en éste y compite en apropiarse el mensa- je de la persona y obra de Cristo. El gnosticismo no constituyé un sis- Abajo, burla anticristiana del siglo I adoradores de un burro crucificado. Derecha, representacién de un santo en la tapa de un relicario del siglo VI (Museos Vaticanos) tema de pensamiento unitario, sino que hubo muchos sistemas diferentes y juiza el elemento comiin a todos ellos juese la existencia de un conocimiento 0 gnosis superior, reservado a un numero limitado de personas escogidas gracias a la existencia en ellas de una chispa divina que se manifiesta en forma de inspiracién o revelacién. Mediante ella, la parte espiritual del ser humano 0 alma se libera del aprisionamiento a que esta sometido por la materia, el cuerpo, y logra acerearse a la esfera de lo divino. En esta liberacién, mediante una revelacién, interviene un ser mitico, cl Salvador, que después de descender al mundo bajo revestimiento humano asciende junto al Padre abriendo asi el camino a aquellos que logran desemba- razarse de la prisin de la materia. Este Salvador es identificado en la gnosis cristiana con Jesucristo, pero ello no 18/ EL CRISTIANISMO EN ROMA logra liberar al movimiento gnéstico de una variada y riquisima cristologia en la que confluyen influencias griegas —especialmente platénicas— biblicas, egipcias y orientales, persas y babiléni cas sobre todo. El gnosticismo es una de las mejores expresiones de las tendencias sincretis- tas imperantes en el pensamiento y la religién del mundo helenistico-romano. Al fundirse con el cristianismo se cons- tituy6 en un rival muy duro de éste en el aspecto doctrinal, aunque por su excesivo individualismo estuvo reser- vado a minorias y no llegé a constituir un movimiento de masas. Pero obligé a muchos de los mejores pensadores cris- tianos del momento a reflexionar sobre muchos aspectos de la fe y la organiza- cidn de las comunidades y a consolidar asi la institucién eclesidstica. Opuesto a una integracién en la so- ciedad grecorromana y a una organiza- cidn a base de autoridades jerarquicas, aceleré la integracién del cristianismo en la sociedad de la época y la adop- cidn del modelo jerarquico de las insti- tuciones civiles grecorromanas. Hasta hace pocos aiios, el conoci- miento que teniamos del gnosticismo se reducia casi exclusivamente al que nos proporcionaron sus principales re- futadores cristianos, especialmente Ireneo, obispo de Lyon, aunque de ori- gen minorasiatico, de la segunda mi- tad del siglo II, e Hipdlito, escritor ro- mano de la primera mitad del II. El descubrimiento en 1945 en Nag Ham- madi, en el Alto Egipto, de una gran biblioteca gnéstiea del siglo IV ha au- mentado enormemente nuestro conoci- miento de este movimiento religioso y abierto grandes debates que no acaban sino de comenzar. Sin embargo, desde el punto de vista histérico, el gnosticismo, que constituy enel siglo II el mayor peligro para la afirmacién del cristianismo como Igle- sia, en el siglo II qued6 reducido a un movimiento muy restringido y minorita- rio que, sin embargo, prest6 importante apoyo ideoldgico al maniqueismo, en cierto modo, su continuador religioso. Otras herejias del siglo II: Marcién y Montano Ademés del gnosticismo, que surge al margen y de modo paralelo al cristia- nismo, otros muchos movimientos reli- giosos se desarrollan en el propio seno del cristianismo en esta época de cons lidacion y de adecuamiento al entorno social. Por el conocimiento que de ellos tuvieron y por su trascendencia merecen destacarse el Marcionismo y el Monta- nismo, en euyo nacimiento ¥ desarrollo se manifiestan, mejor que en los propios pensadores ortodoxos, las tensiones a que estaba sometida la Iglesia, El pensamiento de Marcién surge del deseo de dar respuesta a uno de los problemas que han acuciado a los eri tianos desde la misma muerte de su fundador. Si Dios es bueno y si el mun- do y la redencién son obra de Dios, ie6mo se explican los ataques y perse- cuciones de la sociedad pagana, la obs- tinacién de los judios, e! mundo hostil a los cristianos? Marcin era un cris- tiano acomodado, naviero nacido en Ponto, al noreste de Asia Menor, a fi- nales del siglo I. Rechazado en la igle- sia de su lugar de origen, en Esmirna y.en Roma, se decidié a fundar su pro- pia iglesia, que tuvo un rapido éxito y expansion debido quizas a la simplici- dad de sus ensenanzas y al profundo sentido de ayuda mutua basada en el amor fraterno que logré implantar. La doctrina de Marcién esta muy proxima al gnosticismo. Los males del mundo son obra de un dios hostil, el dios del Antiguo Testamento, opuesto al Dios bueno revelado en los escritos de los Apéstoles. Pero no todos estos escritos los considera auténticos. Mar- cin sélo reconoce como escritos revela- dos los que habian surgido o los que eran mas conocidos en las regiones de Asia Menor donde é! se habia formado. Los relacionados con la predicacién de Pablo: el Evangelio de Lucas y las Epistolas de Pablo. Pero aun éstos con- sideraba que habian sido manipulados, por lo que procedié a una intensa labor de depuracion. Estas ensefanzas las acompaié de una moral muy simple y austera, propia de un cristiano que atin confiaba en una parusia inminen- te, por lo que condenaba el matrimo- nio, exigia una ascesis rigurosa y pro- pugnaba una preparacién para el martirio. ‘También de Asia Menor, de Frigia, una region fértil desde el II milenio a.C. en religiones basadas en la misti- ca y el frenesi espiritual como las de Dionisos y Cibeles, procedia Montano. En la segunda mitad del siglo II co- menz6 a profetizar una inminente lle- gada de la parusia eon el retorno de risto, que tendria lugar en la Hanura de Pepuza, en Frigia. Se le unieron dos mujeres, Prisca 0 Priscila y Maximila, que proporcionaron un marcado ardor mistico al movimiento. La predicacién de Montano, que se consideraba a si mismo el pardclito de los eseritos jud- nicos, estaba basada en la preparacién de la llegada de este retorno inminen- te de Cristo para hacer realidad el r no mesinico, de ahi, la abstencién se- xual preconizada’ y la ascética intransigente como en’el caso del Mar- cionismo, La consolidacién de la Iglesia Tanto el movimiento de Marcin como el de Montano responden al deseo BL CRISTIANISMO EN ROMA //19 de sacudir a unas comunidades cristia- nas que habjan renunciado a los idea- les y esperas primitivas y se habian amoldado a una convivencia facil con la sociedad grecorromana del entorno contentandose con una moral acomoda- ticia de tipo estoico y unas practicas rituales que habjan perdido mucho de su significado primitivo. La rapida expansién por todo el Imperio puso de relieve alguno de los puntos débiles del cristianismo mayoritario y sirvieron de reactivo para afianzar algunos princi- pios de la Iglesia constituyent La expansi6n de las herejias del si- glo II planteaba el problema de dénde estaba la doctrina verdadera y donde la errénea, y la necesidad de estable- cer formulas sencillas para sentar cri- terios aceptables por todos. Frente a la variedad de institucio- nes que proliferaban en las iglesias primitivas, obispos, presbiteros, didco- nos, profetas, iluminados y carisméti- cos, etcétera, a comienzos del siglo II se habia empezado a imponer en algu- nas ciudades de Asia Menor la figura del obispo tinico mondrquico, que pron- to proliferé y se imit6. La figura del obispo se basaba ideolégicamente en la sucesién de un apéstol que habia fun- dado la iglesia respectiva y aseguraba una continuidad en la transmisin del pensamiento del fundador, similar a la existente en la sucesién de maestros en las escuelas filoséficas. Por otra parte pronto se fue rodeando de los atributos y caracteristicas de los ma- gistrados municipales, estableciéndose una jerarquia eclesidstica paralela a la civil. Ello dio lugar a la consolidacién y profundizacion de la divisién entre ele- ro y laicado que era ajena al cristianis- mo de los primeros tiempos. La reaccién ante las herejias fue un elemento decisivo para la consolida- cin del episcopado mondrquico. Pron- to se fue imponiendo el principio de que sélo 1a unién con el obispo que, a su vez, era la garantfa de transmision de las practicas y creencias tradiciona- les, podia proporcionar una norma se- gura para distinguir la ensefianza ver- dadera de la falsa. Se procedié a elaborar listas, falsas en su mayoria, de sucesiones ininterrumpidas desde los Apéstoles en la sede y se estable- cieron contactos y reuniones entre los obispos de las distintas regiones 0 pro- vincias, en imitacién de los concilios provinciales que regulaban el culto im- 20 / EL CRISTIANISMO EN ROMA perial y el contacto entre las ciudades y los gobernadores. De este modo, el episcopado mondrquico se fue consoli- dando en el siglo I como la institucién clave en la organizacién de la Iglesia y en la conservacién de la ortodoxia. Los movimientos heréticos habian puesto al descubierto otras debilidades de la nueva religién. Era imprescindi- ble estrechar la unidad de las diversas comunidades surgidas en circunstan- cias muy diversas también en materia de ereencias. Una de las razones del rapido éxito del Marcionismo radieé en la comodidad de disponer de unos es- critos revelados bien establecidos y ac- cesibles a todos. Por otra parte, los gnésticos hacian proliferar escritos su- puestamente elaborados bajo la autori- dad de Jestis, de los Apéstoles 0 de personajes del Antiguo Testamento, que ejerefan fascinacion en la masa de fieles. Las iglesias cristianas del siglo II se consagraron a la tarea lenta y dificil de fijar una serie de escritos que fueran aceptados como autoridad por todas las comunidades basandose en que repro- ducfan las palabras y las ensenianzas de Jestis. Puesto qué eran muchos los escritos con estas caracteristicas que circulaban entre las comunidades cris- tianas, se fue haciendo una seleccién de aquellos que la mayoria de las comuni- dades consideraban como obra de los Apéstoles o de sus colaboradores, lo que era una garantia de autenticidad y de reflejo fiel de la tradicién. De este modo, hacia mediados del siglo II se constituyd una recopilacién de escritos que con el tiempo pasaron a constituir una nueva Biblia que pas6 a denominarse Nuevo Testamento en oposicién al Antiguo Tes- tamento 0 Antigua Alianza. Esta lista 0 canon de libros que pa- san a formar el Nuevo Testamento se fue fijando no sin grandes dudas 0 va- cilaciones. A comienzos del siglo III la mayoria de las iglesias estaba de acuerdo en la mayor parte de las obras a incluir, aunque el proceso no culminé hasta finales del siglo IV. Hacia me- diados del siglo II ya se habia consti- tuido un corpus basico aceptado por casi todos y que configura el Nuevo Testamento actual. Unidamente se mantuvieron desacuerdos sobre el Apocalipsis de Juan, que rechazaban las iglesias orientales. Las epistolas de Clemente, la Epistola de Bernabé, y el Pastor de Hermas que eran aceptados Aristételes rodeado por sus dise‘pulos (pintura mural de las eatacumbas de la Via Latina) por algunas iglesias terminaron por ser excluidos. La lista mas antigua conocida es el llamado Canon de Muratori, que es la que reconocia la Iglesia de Roma hacia el 200. La inclusion en el canon y su consideracién de Escritura Sagrada tuvo una especial importancia en cuanto que garantiz6 la inalterabilidad de su_texto, en contraposicién con las modificaciones que fueron experimen- tando otras obras no incluidas, La formacién del canon del Nuevo Tes- tamento fue paralela al establecimiento de formulas o profesiones de fe simples y sencillas en que se condensaban los pun tos tedricos de las creencias comunes a todas las comunidades. Se utilizaban como formulas a recitar en el bautismo y como modo de distinguir a los que per- maneefan en la ortodoxia frente ala herejfa. De las diversas variantes que circulaban entre las distintas comunida- des se impuso la formula trinitaria que declaraba la fe en el Padre, el Hijo y el Espiritu Santo, a la que con el tiempo se aiiadieron las creencias en otras ense- fianzas, con lo que fue formandose la for- mula del Credo, denominado apostélico, por la creencia de que habia sido redac- tado por los Apéstoles. La relajacién del cristianismo en el siglo III EI siglo II vio, pues, la consolidacién del cristianismo como institucién y como sistema de creencias, al tiempo lue se expandia geograficamente e in- cluia en su seno personas procedentes de todos los grupos y clases sociales que componian el Imperio. De secta re- ligiosa que era en un principio habia pasado a ser una Iglesia de caracter universal. Como indica el autor anéni- mo de la llamada Epistola a Diogneto, obra preciosa, quiza de finales del siglo EL CRISTIANISMO EN ROMA /21

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