You are on page 1of 10
uve say DIRECTOR: Rati Hernandez Viveros 70,000 Consejo de Redaccién: ‘Marco Tulio Aguilera Garramutio Juan Vicente Melo Octavio Reyes io Gali gLa Palabra y el Hombre’ Fundador: Sergio Galindo x Ree ee “o Nueva época Octubre-Diciembre de 1988 SUMARIO Presentacién, José Velasco Toro 3 ~ Algunos elementos chamsnicos entre los iluminados o alumbrados de la Nueva Espaiia, Isabel Lagarriga Attias 4 —* La Cueva del Diablo, Enrique Marroqutn Zaleta u Zu" uknd dayuujk Jyujky’ajtit"in (Religién ayuujk de Tamazulépam), Daniel Martinee Péree 25 ~ Sistema de creencias mégico;religioso de los otomnfes de San Pablito, Pahuatlén, Areli Diaz Mercado, 38 ~>Mitos, ritos y précticas ~El caso de Nahuatzen, Roberto Cipriani 45 Identidad, religién y espacio urbano, Felipe Vazquez Palacios 56 La Semana Santa Yaqui en el pueblo de Pitahaya, Sonora, José Velasco Toro 67 La configuracién de la espiritualidad cultural y popular en un barrio. inal de la gran Lima, Manuel M. Marzal 8% isi -grinos de Uruguay, Nelly Salinas 108 Resistencia cultural y conciencia de clases en las comunidades de las minas de estatio de Bolivia, June Nash 115 Donde queda el paratso, Zelia Seiblite 133 > Dela mujery la tierra (Las figurillas femeninas del Preclasico y el pensamiento eligioso en Mesoamérica), Félix Bécz-Jorge 144 — La Religion Olmeca: una interpretacién preliminar, Richard A. Diehl 166 La Religién Olmeca: una interpretacién preliminar* Richard A. Diehl Introduccion esde la iniciacién de las investigaciones Olmecas hace casi cincuenta aos, los antropélogos han querido esclarecer las creencias y précticas religiosas reflejadas por los restos arqueol6gicos. Desgraciadamente se sabe poco sobre la religién de esta cultura tan “misteriosa” y muchas de las reconstrucciones que se han publicado se asemejan més a la ciencia-ficcién que a la Ciencia. Mi intento en esta obra, por preliminar e incompleta que sea, es de resumir los datos arqueolégicos y artisticos sobre el tema y presentar un esquema bésico de los principales componentes de la religién olmeca. El valor de mi presentacién no descansa en las pocas verdades comprobadas que contenga, sino en la formulacién de un marco de investigacién, un esqueleto intelectual descarnado, que en el futuro se pueda llenar con nuevos datos. + Nota: Este articulo es una versién modificada del original publicado on inglés bajo ol titulo “Olmec Roligion” en The Eneyelopedia of Religion, tomo XI, por Macmillan Publishing Company, New York. 166 Al principio hay que preguntarse: {Qué es la religion? Hay muchas definiciones, pero para los propésitos de este trabajo, se le puede definir como el fenémeno humano que se concentra en las creencias sobre la existencia de espfritus no humanos. Siguiendo las ideas del antropdlogo Anthony F. C. Wallace (1956:52-101), cualquier religién contiene ciertos componentes basicos o clases minimas de fenémeno incluyendo: (1) creencias acerca de lo sobrenatural, (2) personal, (3) instituciones de culto y (4) ritos o rituales. Los olmecas arqueolégicos ocupaban Ia lla nura tropical del sur de Veracruz y la franja occi- dental de Tabasco durante el periodo 1300-600 a. C.. Como muchos pueblos en otras partes de Me- soamérica durante la misma época, los olmecas vivian en aldeas, sembraban el maiz y otras plan- tas, y practicaban la alfareria, Sin embargo, exis- ten diferencias notables entre ellos y sus vecinos, sobre todo en el grado de desarrollo de sus insti- tuciones sociales y politicas. Las indicaciones ar- queologicas de su avanzado grado de desarrollo ineluyen la presencia de pueblos relativamente grandes con templos y otros edificios especializa- dos, y una tradicién artistica muy distinta, ex- presada en grandes monumentos de piedra, va- sijas y figurillas de cerémica, y pequefios objetos hechos de piedras semi-preciosas como jadeita y serpentina. No hay evidencia confirmada de que los ol- mecas emplearan un sistema de escritura, to- dos los datos sobre ellos vienen de excavacio- nes arqueol6gicas. Las excavaciones en San Lo- renzo Tenochtitlan, La Venta, Tres Zapotes y Laguna de los Cerros han revelado datos muy importantes sobre la cronologia, los monumen- tos, la arquitectura, la ceraémica, la subsisten- cia y otros aspectos de la Cultura Olmeca. Sin embargo, sabemos muy poco sobre su religion (Bernal, 1969:97-105; Coe, 1968:111-115; Furst, 1968; Heizer, 1960; Wicke, 1971). Abundan las especulaciones y reconstrucciones teoréticas (cf. Luckert, 1976), pero hay pocos datos concretos sobre el tema. Obviamente es muy dificil recons- truir una religién contando solamente con datos arqueolégicos, pero la arquitectura, la escultura y los artefactos pequefios nos ayudan a formular algunas ideas sobre sus creencias y costumbres religiosas. Elestudio de la religién olmeca Nuestras ideas sobre las religiones indigenas de las grandes civilizaciones mesoamericanas estén basadas en tres clases de datos: la arqueologia, la etnohistoria y la etnografia. En el caso de los olmecas, como en muchos otros, los datos arqueolégicos no tienen sentido sin referencia a otra clase de informacion. Es decir, hay que interpretarlos segtin lo que sabemos sobre otras culturas mesoamericanas mejor documentadas en las fuentes histéricas, y en los estudios etnograficos de sociedades indigenas. Los vestigios arqueolégicos incluyendo monti- culos, esculturas y artefactos, los interpretamos segan las fuentes historicas que describen las religiones Azteca y Maya en el siglo dieciséis, y los estudios etnograficos de grupos indigenas contemporneos en las partes aisladas de México y otras regiones tropicales de América Latina. Hay una idea o hipétesis fundamental que forma la base de todos los estudios de este tipo, lo que podemos llamar ‘La Hipétesis de Continuidad’. La resumié sucintamente Peter David Joralemon (1976:58-59) cuando dijo: hay un sistema de religién bésico que todos los pueblos mesoamericanos tenfan en comin. Este sistema se formaria mucho antes de recibir expresién monumental en el arte Olmeca y sobreviviria mucho tiempo después de la Conquista Espafiola de los grandes centros religiosos y politicos de las ‘Américas. El enfoque primordial de casi todos los estudios publicados sobre la religién olmeca es el andlisis iconogrdfico de las representaciones artisticas para identificar los dioses principales. Casi todos los investigadores aceptan la continuidad entre la religién olmeca y las de la época de la Con- 187 quista como un hecho comprobado. Sin embargo, hay criticas legitimas de esta postura intelectual; por ejemplo, George Kubler (1961, 1972) ha sugerido que los significados de muchos simbolos y motives pudieron haber cambiado durante los tres mil afios que separan a los Olmecas de los Aztecas. Casi todos los estudios de este tipo proponen a la religién azteca como el modelo para hacer comparaciones, propuesta que presenta ciertos riesgos. La poblacién azteca aleanzaba un numero en los millones (Sanders, 1970) mientras las sociedades olmecas solamente contaban con unos cuantos miles (Diehl, 1973; Drucker, 1961; Heizer, 1960); indudablemente tal disparidad se reflejaba en la complejidad de las instituciones sociales y politicas, y también puede indicar diferencias fundamentales en las creencias y las instituciones religiosas de las dos sociedades. Sin embargo, estamos forzados a utilizar comparaciones de este tipo hasta que los arquedlogos descubran una metodologia 0 clave de interpretacién que nos sirva mejor que las analogias etnogréficas e histéricas. Hasta entonces debemos emplear esas analogias de una manera racional y cuidadosa. Las caractertsticas de la religién olmeca El patrén fundamental de las creencias olmecas parece ser la adoracién de ciertos dioses superio- res o fuerzas sobrenaturales que controlaban el universo y sostenian la estructura sociopolitica del mundo humano. La interaccién humana con ellos requeria rituales que se celebraban en los templos u otros lugares santificados. Los funcio- narios religiosos ocupaban sus puestos por razén de sus calificaciones personales o su rango social. El sistema de creencias inclufa un panteén de deidades, una cosmologfa que explicaba y estruc- turaba el universo, yuna coleccién de actividades y rituales que expresaban esa cosmologia. Ahora vamos a examinar cada uno de estos tres aspec- tos de la religién olmeca. 168 Los dioses olmecas No hay acuerdo sobre las caracterfsticas de los dioses olmecas. Algunos estudiosos los identifi- can como andlogos de los dioses aztecas, pero otros insisten en que los olmecas veneran fuer- zas naturales generalizadas en lugar de dioses que eran seres sobrenaturales con distintas per- sonalidades y tareas. La mayoria de los investi- gadores afirman que los olmecas si tenian dio- ses en el sentido comun de la palabra, pero no estan de acuerdo sobre sus identificaciones es- pecificas. Por ejemplo, el dios que algunos nom- bran ‘El Dragén Olmeca’ ha sido clasificado como ‘hombre jaguar’ que combina rasgos humanos y felinos, un caimén, un sapo, y ihasta un manatfo vaca marina!, La confusion se debe a la natura- leza del estilo artistico y el contenido del arte ol- meca, Como observa Joralemon, las representa- ciones olmecas frecuentemente son de “seres que biol6gicamente son imposibles”, cosas que exis- ten en la mente humana, no en el mundo de la naturaleza (Joralemon, 1976:33). Las investigaciones basicas sobre el panteon olmeca son las de Michael D. Coe y su disefpulo Peter D. Joralemon, Basdndose en los estu- dios anteriores de Coe (1968, 1973), Joralemon (1971) inicialmente identified diez divinidades (Dioses I al X). En una publicacién mas reciente, redujo el numero a seis que forman tres pare- jas bivalentes (1976). Los dioses se presentan en el arte como seres compuestos de elemen- tos humanos, felinos, reptiles y de plumados en una multiplicidad de combinaciones. La pareja més comin esta formada por el Dragén Olmeca (Dios 1) y el Pajaro-Monstruo Olmeca (Dios IID). Segin Joralemon, el Dragén Olmeca es un co- codrilo con atributos de Aguila, jaguar, hombre y serpiente, significa la tierra, el agua, el fuego y la fertilidad agricola. Puede ser el dios patrén de los caciques o la nobleza. Joralemon piensa que representa una forma antigua de los dioses mexicas Xiuhtecuhtli, Huehueteotl, Tonacatecu- htli, Quetzalcoatl, y la deidad maya Itzamné. El Péjaro-Monstruo es un pjaro reptorial, quizé un Aguila, con rasgos mamiferos y serpentinos; el mismo autor cree que estaba ligado con el mafz, la fertilidad agricola, el cielo, y las sustancias psicotrépicas. Sus deidades If y IV forman otra pareja relacionada con la agricultura y.fertilidad. Las mazoreas de maiz que brotan de una hendedura en la cabeza del Dios II sugieren que es la forma ancestral de Centeotl y otros dioses aztecas del maiz. El Dios IV parece ser un nifo o enano, Joralemon lo considera como una forma ancestral de los tlalocs y los chacs del siglo dieciséis. Los Dioses VI y VIII forman la tercera pareja de Joralemon; el Dios VI es una deidad de la primavera, simboliza la vegetacién renacida en una forma semejante al Xipe Totec, el Dios VIII es el dios de la muerte, el Mictlantecuhtli, y esta representado por una mandibula humana descarnada, Obviamente queda mucho que aprender sobre el pantéon olmeca; sin embargo, es evidente la importancia de los dioses de Ja agricultura y la fertilidad, y no nos sorprende esto, pues la agri- cultura era la base econémica de las sociedades olmecas. Esta es la primera indicacién clara de tales conceptos religiosos en Mesoamerica y re- presenta una contribucién importantisima de los olmecas a la cultura Mesoamericana. Sacerdotes y otros funcionarios religiosos Las grandes civilizaciones urbanas mesoameri- canas sostenfan burocracias religiosas bien defi- nidas y ampliamente desarrolladas que inclufan sacerdotes de varios grados, ayudantes, misi- cos, danzantes y otros especialistas. No hay evi- dencia de grupos tan grandes o bien organiz: dos entre los olmecas y se supone que el tamatio modesto de los grupos olmecas impedfa el cre- cimiento de grandes organizaciones sacerdota- les como tenian los aztecas, Entonces, si que- 169 remos buscar una analogia etnogréfica que nos sirva de comparacién, debemos considerar las relativamente pequefas sociedades mayas del norte de Yueatén en el siglo dieciséis. Segtin Eric J. Thompson (1970), cada sociedad maya tenia unos cuantos sacerdotes profesionales de tiempo completo. Casi siempre eran nobles o parientes de los caciques y representaban la religién de la jerarquia oficial. A veces los lideres politicos también eran sacerdotes y las dos funciones se concentraban en las mismas manos. Asimismo, habfa funcionarios menores, ayudantes, y otras personas quienes participaban en los rituales de vez en cuando. Ademés, existfan chamanes quie- nes operaban fuera de la organizacién “oficial” y a veces, hasta en contra de ella. ‘Aunque la evidencia no es muy clara, parece que las organizaciones religiosas olmecas eran semejantes a las de los mayas. Se supone que habfa un numero limitado de sacerdotes “profe- sionales” quienes intentaban mantener un mo- nopolio sobre la sabiduria esotérica y la comuni- cacién directa con el mundo sobrenatural; ellos seguramente pertenecian al grupo dominante de la sociedad. Al mismo tiempo hay indicios que oxistia el chamanismo; segin el antropélogo Pe- ter T. Furst (1968), muchas piezas olmecas re- presentan un concepto de la transformacion cha- manistica; él interpreta muchas de las escenas fantésticas en el arte olmeca, como representa- ciones de chamanes transforméndose a sus na- guales jaguares. Si esta interpretacién tiene vali- dez, hay que preguntarse si tales individuos eran los sacerdotes de la jerarquia oficial, o no. No se puede saber de seguro, pero la frecuencia de las representaciones chaman(fsticas en los centros ceremoniales donde seguramente vivian los sa- cerdotes, sugiere que éstos y los chamanes eran los mismos individuos. Cosmologta La ausencia de fuentes escritas hace sumamente dificil reconstruir la cosmologia olmeca y las 170 creencias sobre sus origenes, pero los restos arqueolégicos nos dan dos pistas interesantes. La primera es Ja ‘Hipstesis Stirling’. Matthew W. Stirling (1965) crefa que el Monumento 1 de Rio Chiquito y el Monumento 3 de Potrero Nuevo describen gréficamente la copula de un jaguar con una hembra humana, que producia los hombres-jaguares, una raza divina de seres hhumano-felinos que aparecen con tanta frecuen- cia en el arte olmeca. Desgraciadamente ambos monumentos estén muy mutilados y no se pue- den descifrar las escenas originales con mucha confianza. ‘La otra clave para la cosmologia olmeca existe en las numerosas representaciones de personas emergiendo, sentadas, de cuevas y nichos. Varios monumentos encontrados en La Venta y en San Lorenzo representan escenas de este tipo y mu- chas de ellas estén asociadas con el Dragon Ol- meca. Segtin David Grove (1973) estas escenas refiejan la creencia comin de Mesoamérica so- bre la llegada de grupos humanos, o de sus dio- ses, a la superficie de] mundo, por medio de cue- vas y cavernas; las cuevas simbolizaban puertas entre el mundo subterréneo de lo sobrenatural y Ja vida cotidiana del mundo superficial. Ademas de los monumentos de piedra del area metropo- litana olmeca, existen. pinturas estilisticamente olmecas en las hondas cuevas de Oxtotitlan, Gue- rrero, y Juxtlahuaca, Morelos, con las mismas representaciones (Gay, 1967; Grove, 1970). Las escenas olmecas parecen ser las manifestaciones més antiguas de esta idea e indican no solamente la antigtiedad de la creencia, sino también una contribucién fundamental para la religion me- soamericana. Las ceremonias y los rituales El ritual es el aspecto de la religién olmeca que menos comprendemos. Los sitios contienen monticulos que parecen ser basamentos para templos, pero faltan pruebas de sus funciones verdaderas; también hay pequefios objetos que seguramente servian para propésitos rituales; pero las danzas, fiestas, rogaciones y cantos ya no existen; hasta el calendario que determinaba la ronda ritual ha desaparecido. Suponemos que los monticulos grandes de tierra soportaban chozas de bajareque techados con palma que servian como templos y centros de celebraciones. Es Iégico pensar que los {dolos e imagenes del culto més sagrados, se alojaban dentro de los templos y que alllf se reunfa la élite de la sociedad para participar en los ritos mas importantes; las plazas abiertas que rodeaban los monticulos eran lugares més apropiados para ceremonias publicas en que participaba toda la gente, pero no hay evidencia arqueolégica de que realmente funcionaban asi. Las investigaciones arqueolégicas en La Venta y San Lorenzo han revelado edificios y construc- ciones que seguramente tenfan funciones reli gio- sas o rituales; por ejemplo, hay las gigantescas lo- mas artificiales de tierra que salen a los lados de la elevacién natural en que se encuentra San Lo- renzo. Segtin Michael D. Coe (1968:79; Coe and Diehl, 1980) representan el intento de crear una imagen en forma de péjaro, semejante a cons- trucciones mds chicas y més tardias de la cul- tura Hopewell en los E.U.A. Las lagunas 0 de- presiones artificiales que abundan en la super- ficie de San Lorenzo quizé sirvieron como fuen- tes de tierra para la construccin de monticulos, pero después tuvieron otras funciones; sus pare- des y fondos estaban forrados con tierras espe- ciales y drenajes extraordinarios, compuestos de centenares de canales y tapas labradas en piedra volednica, drenaban el excedente de agua. Es po- sible que estas lagunas proporcionaran agua mas ‘o menos potable durante la sequia, pero hay ma- nantiales cercanos que proveen agua més fresca y salubre durante todo el afio. La increible in- versién de mano de obra en los drenajes y el sim- bolismo acuético de los monumentos asociados con el tinico sistema que se ha investigado en forma detallada, sugieren que los drenajes tenfan funeiones rituales. Coe piensa que funcionaban como bafios rituales parecidos a los de la India; ‘Terrence Stocker (et. al.; 1980) cree que servian como corrales acuaticos para caimanes sagrados. No se sabe cual era su funcién verdadera pero es obvio que no podian servir para dos funciones al mismo tiempo. Parece que los olmecas tenian un juego de pe- ota semejante a los juegos rituales de las cul- turas mesoamericanas més tardias. Hay figuri- las olmecas que representan hombres vestidos como jugadores de pelota y algunos de ellos Ile- van lo que parece ser pelotas en la mano. El con- junto arquitecténico conocido como ‘Central Co- uurt’ de San Lorenzo es un complejo rectangular de monticulos de tierra que Coe interpreta como una cancha aunque faltan banquetas y anillos. Algunos autores consideran a las cabezas colo- sales como representaciones de jugadores, aun- que més bien parecen ser retratos de reyes 0 ca- ciques. En tiempos més tardios el juego de pe- ota tenia aspectos tanto seculares como rituales, pero no sabemos cual era su funcién entre los ol- mecas. 171 La frecuente colocacién de ofrendas de ob- Jetos valiosos era otra actividad ritual amplia- mente documentada en La Venta. Algunas ofren- das contienen apenas uno o dos objetos, pero otras incluyen cantidades enormes de materia- les; las ofrendas chicas consisten en figurillas de piedra, hachas votivas, vasijas de cerdmica y or- namentos personales como collaresy orejeras. La famosa Ofrenda 4 de La Venta representa lo que parece ser un momento de la vida cotidiana, las 16 figurillas y seis hachitas de jadeita forman una escena en la que ctutatro personas eaminan en. frente de un rey o sacerdote olmeca y su comi. tiva, Las més inexplicables son las cuatro Ofren- das Masivas de La Venta (Drucker, Heizer and Squier, 1959): grandes fosas con paredes casi rec- tas fueron excavadas hasta una profundidad de varios metros en el subsuelo, luego se Ilenaron con toneladas de lajas de serpentina verde depo- sitadas en una arcilla especial, finalmente se ta- paron con mosaicos de bloques bien labrados for- mando masacarones del Dragon Olmeca. Como muchos otros elementos arquitecténicos de La Venta, las ofrendas masivas ocupan una posicién simétrica bilateral con respecto al eje central del sitio. Es posible que todas las ofrendas sub- terréneas de La Venta formaran un cuadro.colo- sal que expresara un concepto cosmologico, pero nos faltan demasiados fragmentos del rompeca- bezas para delinearlo, Tanto los artefactos como los edificios y ofren- das proveen datos sobre las actividades ritua- les. Figurillas antropomérficas y zoomérficas, méscaras, hachas, ‘cucharas’, ‘punzones’, y otros objetos misceléneos, decorados a veces con simbo- los y motivos sobrenaturales, constituyen un conjunto de implentos rituales; muchos de ellos estan hechos de jadeita, serpentina, malaquita y otras piedras verde-azules, cuyo color, obvia- mente, tenfa algtin significado muy especial. No se sabe con seguridad cudles funciones tenian es- tos implementos, pero abundan sugerencias so- 172 bre su uso; por ejemplo, algunos piensan que los punzones servian para sacar sangre en ritos de autosacrificio y que las cucharas eran usadas para administrar sustancias alucinantes. Otros objetos que seguramente funcionaban en contextos rituales son magnificos espejos céneavos hechos de magnetita, ilmenita y hema- tita; algunos de ellos estén tan bien hechos que sirven para prender fuego y proyectar imagenes ala manera de cémara-lticida sobre superficies planas (Carlson, 1981). Quizé el objeto més in- teresante hecho de mineral metélico es una ba- rraacanalada de hematita magnética encontrada en San Lorenzo; segiin el astrénomo John Carl- son (1975) pudiera haber servido como brdjula; floténdola sobre madera ligera en una jicara con agua, se apunta hacia el norte magnético. Como no hay evidencia de que los olmecas navegaran lejos de la tierra, parece probable que sirviera en alguna funcién ritual y no en una utilitaria. Conelusiones y Sugerencias Esta breve resefia no intenta examinar todos los datos y posibles interpretaciones de la religion ol- meca sino sélo presentar una vision panorémica del tema; en ella he indicado no solamente lo que sabemos sino también ‘lo que no ‘sabenios Sin embargo, para el avance de nuestros cono- cimientos sobre la religion olmeca se requieren otras investigaciones que las del tipo que esta- mos acostumbrados; para realmente comprender el fendmeno, tendremos que hacer dos cosas: 1. Formular nuevos marcos conceptuales y metodolégicos para el estudio de las religiones prehistéricas, y 2. Conseguir nuevos y mejores datos sobre el caso especifico de los olmecas. En cuanto al segundo punto, los datos que tenemos y que forman la base de este ensayo, fueron recuperados para muchos otros fines, pero no incluian el estudio de la religién. Enel fu- turo habra que hacer excavaciones en todos los lugares donde los olmecas practicaban acti des y rituales de indole religiosa; abundan lu- gares de este tipo en cualquier sitio olmeca, in- cluyendo yacimientos de monumentos, templos, plazas, entierros y casas domésticas, y la meta de tales excavacionés debe ser datos sobre el uso ri- tual del espacio arquitecténico, de monumentos, y de objetos rituales. AGn més importante que las excavaciones, te- nemos que disefiar una metodologia rigurosa y cientificamente aceptable para interpretar los datos. No es suficiente seguir basando las inter- pretaciones en las correlaciones etno-histéricas y etnograficas que hemos usado hasta ahora; hay que buscar una manera de ponerlas a prueba con datos independientes. No haciéndolo asi, nunca podremos confiar en nuestras ideas, ideas que realmente son hipétesis y no hechos comproba- dos; hay que buscar pruebas independientes de los hechos histéricos, basadas completamente en los restos arqueolégicos. La tarea seré suma- mente dificil, pero no imposible. Hay algunos ejemplos de tales intentos en la arqueologia du- rante los tltimos veinte afos (Flannery, 1976; Kubler, 1973) y su éxito provoca el optimismo, Lo que faltan gon ideas y trabajo; los Mesoame- ricanistas son muy trabajadores y tienen repu- tacién de ser pensadores con mucha originalidad, asi que si alguien se dedica al problema de la Re- ligién Olmeca, hay la esperanza de que pronto tengamos soluciones al asunto. Department of Anthropology University of Alabama Tusealosa, Alabama, USA. 173 Bibliogratia Bernal, Ignacio. 1969 | The Olmec World. University of California Press, Berkeley and Los Angeles. Carlzon, John. 1975 “Lodestone Compass: Chinese or Olmec Primacy?” Science ‘Vol 189, # 4208, pp, 753-760, American Association for the Advancemente of Science, Washington, 1981 “Olmec Concave Iron-Ore Mirrors: The Aesthetics of a Lithic Technology and the Lord of the Mirror”, on The Olmee and Their Neighbors: Essays in Honor of Matthew W, Stirling. Redactado por Elizabeth P. Bonson, pp. 117. 147. Dumbarton Oaks Research Library and Collections, ‘Washington. Coe, Michael D. 1968 America’s First Civilization: Discovering the Olmee. Ame- rican Heritage Publishing Co, New York y Smithsonian Institution, Washington, 1973 “The Teonology of Olmec Art”, en The iconography of Middle American Sculpture, pp. 1-12, The Metropolitan ‘Musoum of Art, New York. Coe, Michael D. and Richard A. Diehl. 1980 In the Land of the Olmec, dos tomos, University of Texas Press, Austin Diehl, Richard A. 1973 “Political Evolution and the Formative Period of Mesoeme- rica,” en Miscellaneos Papers in Anthropology, Oooasional Papers in Anthropology, 8, p. 5-92, Department of Anthro- ology, Pennsylvania State University, University Park. Drucker, Philip. 1952 “La Venta Tabasco: A Study of Olmeo Ceramics and Art,” ‘Smithsonian Institution, Bureau of American Ethnology Bulletin 163, United States Gobernment Printing Office, Washington, 1961 “The La Venta Support Area”, en The Kroeber Anthropo- logical Society Papers # 25. pp. 59-72. Department of Ant- hropologs, University of California, Berkeley. Drucker, Philip, Robert F Heizer and Robert J, Squier, 1959 “Bxeavations at La Venta, Tabasco, 1955, Smithsonian Institution, Bureau of American Ethnology # 170. United States Gobernment Priting Office, Washington. Furst, Peter T. 1968 “The Olmec Were-Jaguar Motifin the Light of Ethnogra- phic Reality”, en Dumbarton Oaks Conference on the Ol. ‘mee, October 28th and 29th, 1967, redactado por Ekizabeth PBenson, pp. 143-178. Dumbarton Oaks Research Library and Collection, Washington, Gay, Carlo TE. 1967 “Oldest, Paintings in the New World”, Natural History, ‘Vol. LXXVI, # 4, pp. 26-35. American Muscum of Natural History, New York. Grove David 1970 “The Olmec Paitings of Oxtotitlan Cave, Guerrero”, Studies in Pre-Columbian Art and Archaeology # 8, Dumbarton Oaks, Washington, 174 1973 “Olmec Altars and Myths", en Archaoology Vol26, # 2, p. 128-185. Archaeological Institute of America, New York, Heizer, Robert F 1960 " “Agriculture and the Theocratic State in Lowland Sout- heastern México”, American Antiquity Vol 26, # 2, pp. 215- 292, ‘Joralemon, Peter D. 1971 “A.study of Olmec Ieonography”, Studies in Pre-Columbian Art and Archaeology, # 7, Dumbarton Oaks, Washington. 1976 “The Olmec Dragon: A Study in Pre-Columbian Ieonogra- phy” en Origins of Religious Art and eanography in Pre. classic Mesoamerica. Redactado por H. B. Nicholson, pp. 27-71, UCLA Latin America Center Publications and Et: hhnie Arts Council of Los Angeles, Los Angeles. Kubler, George A. 1961." “Rival Approaches to american antiquity” en Three Rgions of Primitive Art. pp. 61-75, The Museum of Art Lecture Series, # 2, New York 1972 "La evidencia intrinseca y la analogia etnolégica en el ‘estudio de las religions mesoamericanas”, en Religin en ‘Mesoumérica, XII Mesa Redonda, Sociedad Mexicana de ‘Antropologia, pp. 1-24, México. 1973 “Iconographic aspect of architectural profiles at Teotihua- can and in Mesoamerica”, en The Iconography of Middle American Sculpture, pp. 24-99, The Metropolitan Museum of Art, New York. Luckert, Kael W. 4976 ‘Olmec Religions: A Key to Middle America and Beyond. University of Oklahoma Press, Norman. Sanders, William '. 1970 “The Population of the Teotihuacan Valley, the Bi of Mexico, and the Central Mexiean Symbiotic Region in the 16th Century”, en The natural Environment, Contemporary Occupation, and 16th Century Occupation of the, Teotihuacan Valley by William T. Sanders, Anton ‘Kovar, Thomas Chariton, and Richard A. Diehl. Occasional Papers in Anthropology, 3, pp. 358-451. Department of Axtropology, Pennaylvnia State University, University Stirling, Matthew W. 1965 "Monumental Sculpture of Southern Veracruz and Ta- basco”, en Handbook of Middle American Indians, redac- tado por Robert Wauchope, Vol 3, pp. 716-738. University of Texas Press, Austin, Stocker, Terry, Sarah Meltzoff, and Steve Armsey. 1980 "“Crocodilians and Olmecs: Further Interpretations of Formative period Iconography”, American Antiquity 45:4, pp. 740-758. ‘Thompson, J. Eric 8. 1970 "Maya History and Religion. University of Oklahoma Press, Norman. Wallace, Anthony F.C. 1966 Religion: An Anthropological View. Random House, New York. Wicke, Charles R. 1971 | Olmee: An Early Style of Precolumbian Mexico, University of Arizona Press, Tucson.

You might also like