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manera de aboir la pouibdad de no ser mis, de experimentar un ‘lala fata de algo, aunque slo fuera el soplo dela vida "El fantasma del género nevtro confluye con el mito extudiado ‘pot Mare Delcourt Al ser completo: union del espirita Padre y Se la Neturaleza maternal, se suma el simbolo del Fénix, andro fo, autogenerador, inmoral. Falta alli, siquiera, el bautimo del {ingo, que todo lo reduce a cenizas. Ls idea gnostic dard remate eve zo entre androgina y iberacion dela came. La totaidad ex slvada y es negada la falta; no es en la posi dad de una complementaiedad reaizada como se derogs la dferen- tia sexual, donde Hermes y Afrodita son uno, sino ¢n el movimien- to, mis radical todavia, de una negatividad en que la nada se encarna ‘yen ue el deseo se cumple como muerte del deseo y triunfo sobre mare dt deo, Lo Uno demons ern cone grow ‘puede pensar. Formado por ferentes, que no 3 fen Tamar “una, puesto que les falta algo pare ser completas; to. mado entre el dobley la mitad, slo el ceo parece seguro. Pero para gue el cero sea, es preciso nombrrlo, esrb; entonces reste, ‘ebajo de dl Uno inetiminable. De igual modo, deigar a afucnacion negativa ola castracin es oreosamente posthizarias. Ax, Freud atria al ello el género neu ‘ro, Pero el elo comprende todo el alboroto de fa vida, de Eros, y también el sencio de las puliones de destrucién: ese silencio que ‘nea es ofd0, Le ex precio, para se ofdo, que sea dicho por medio ‘e sonidos 0 de signos, inevitables, demasiado ruidoss, demasiado visbles para representario. © M Delcourt, Nemephrodie, PUL. 208 6. La madre muerta (1980) A Catherine Porat Si debiteamos escoger un solo rasgo’para sealar la diferencia en- {te los ands, contemporineos y Jo que imaginamos pudieron ser ‘en el pasado, probablemente habria acverdo en situarlo en el tere- no de’ los problemas del duelo. Es lo que sugire el titulo de este ‘ensayo: la madre muerta. No obstante, para evita cualquier malen- tendido, aclararé que este trabajo no trata de las consecuencias psi ‘qulcas de la muerte real de la madre, sino de una imago constituda ‘en la psique del hijo a consecuencia de una depresion materaa, que ‘uasformd brutalmente el objeto vito, fuente de la vitalidad del hij, fn una figura Iejana, étona, cuasinanimads, que impregna de ma ‘era muy honda lat invertiduras de clertossujtos que tenemos en aniliss gravta sobre el destino de su futuro Uibidinl, objetaly ‘arcsista, La madre muerta es entonces, conta lo que se podsfa rer, una madre que sigue viva, pero que por asi decir ext pequicae ‘mente muerta ls ojos del pequefio hijo a quien ella cuida, ‘Las consecuencas de la muerte real de Ia madre (sobre todo por suicido) son en extremo nocivas para el hijo qu ella deja. La snto- ‘matologia que origina se puede reoonducir de manera inmediata a ve suoeto, aun sel andlisshubiera de mostra desputs que Ia cats- ‘rofe fue ieparable s6lo por causa de la relacin madre hijo que precedis a la muerte. Bien pudiera ser, en efecto, que para este caso fe Tegaran a pesquisar modorrelacionales emparentados con el que ‘me dispongo aborda. Pero el hecho es que Ia realidad de la pée- ida, su caricter definiino e irreversible han modiicado mutatis: ‘mente la relacion de objeto anterior. Por eso no he de considera los ‘onflictos que se relacionan con esa situaién. Tampoco trataé de Jos anil de pacentes que demandaron la asistencia de un analista ‘causa de una intomatologa depresiva confess En efecto, en el curso de las entrevirtaspreliminares, los analzan- dos a que me he de refeirno dejan ver en su deranda de andisis Jos rasgos earactersticos de la depresin. En cambio, el analistaper- cibe desde el primer momento la indole narcisista de ls confictos invocados, que dicen relacion con la neurons de carter y 38 con- secuencas sobre la vida amorosa y la actividad profesional. Este desinde inaugural bosqueje por exclusion el cuadro clinio de lo que me propongo tratar. Me es preciso mencionar brevemente ‘algunas referencias que fueron la segunda fuente (después de mis pa- ‘ientes) de mi reflexion. En verdad, ls elaboraciones que he de 6x- poner deben mucho a lot autores que establecieron las buses de todo fiber sobre lor problemas del velo: Feud, Karl Abraham y Melanie ‘Kein, Pro lot que me pusercn sobre la pista fueron sobre todo fos estudios mis recientes de Winnicott,) Kohut,” N. Abraham y ‘Torok? asi como Rosolato* He aqui, entonoey, el enunciado sobre el que grad mi reflexién: ‘La teoris pelcomnalitica que tiene mayor aceptacén admite dos ‘eas; Ia primera es Ia pérdda del objeo como momento funde ‘mental del estructurcion del piquismo humano, en cuyo trascut- 40 6 Hnstaura una relacion nueva con la realidad. En lo scesivo el ‘algusmo serégobemado por el principio de realidad, que prevalce Sobre el principio de placer, al tiempo mismo que lo preserva. Esta primera idea es un concepto te6rco, no un hecho de observac6 Porque la observacion nos mostaria una evolucion gradual, no un {alto mutativo. La segunda idea compartida por Ia mayoria de fs autores et la existencia de una postin deprsina, que es interpre- {ada diversamente. Esta segunda idea une un hecho de observacion Yun comeepto teérico en Melanie Klein y Winnicott. Convine in- istic en que ambas ideas denotan una stuscion general, que atafe {un aictto ineluctable del desarolo. Si ex certo que perturbaio- ‘es anteriores de la relacion madre-ijo haoen mis if transtalo ¥ superar, la ausencia de esas peturbaciones y la buena calidad de fos cuidados matemales no pueden evitar al hijo este perfodo, que esempena un papel estrucurante para su organizaton psiquica. "Por otra parte, hay pacientes, no importa la estructura que pre- sentan, « quenes uno consieraria aquejados de la prsstencia, mis (© menos intenmitentee invalidate, deragos depesivos que parecen ie mis all dela reacen depresira normal que peribdicamenteafec- 24 cada quien. Sabemos, en efecto, que un sujeto que ignora depres probablemente est mis peturbado que el Jeprimido en cessones ‘As planteadas las cosas, mi pregunta es esta: ,Qué relaciones se pueden establecer entre la pérdida del objeto y la poscion depresiva fomo datos generale, y la Singularidad de los rasgos de esta configu. ‘cin depres, cena, pero a menudo inmersa en otros sintomas «que la dsfazan en mayor medida? ,Qué procesos se desaroltan en tomo de ese centro? {De qué est hecho ese centro en la realidad pslguca? 5 D.W. Winnicot, Resided y veg, Grain. 2 4. Kohut, Andis dl eff! etomento paca de lr tastornot neritias de le perpoaied, Amora etre ‘IN. Abram, “Ls rine de injection", M. Torok, "Mala eu «fata du clare eg” en N. Abba, ewes ee pope, Abit. Gr Rowlato "Lace mrclaige dr Sepesion Nowe rom de ay haa, 1975, 19a 338. 210 El padre muerto y la madre muerta La teoriapsicoanalitica que se funda en la nterpretacion del pen- ‘amiento freudiano ha otergado importancia ectoa al oncepto del padre muerto, cuya funcion fundamental en la glnedis dl superyS es destacada en Totem y tabi. Esta es una posturacoherente cuar- do el complejo de Eaipo se considera una estructura, no sblo un ‘stadio del desarollo de la Hbido. De ahi derivan todo un conjunto de conceptot el supery® en la teora clisica, aly yTosimbilico en el pensamiento lcaniano. Este-conjunto esté unido por la referen- cia ala castracin y a la sublimacion como destino dels pulsones. En cambio, munca se nos habla de la madre muerta de un punto 4e vista estructural. Es cierto que encontramor referencias a ela en ‘uss partculres, como el andi de Edgat Poe por Marie Bonaper- te, pero ae trata de un suceto singular a pérdida de la madre a edad temprana. He ahi una limitacion impuesta por un punto de vst e+ ‘uechamente realista. ¥ no vale explicar esta exclusion invocando et Edipo, puesto que cabria aquella referencia a raiz del Edipo de Ja nita, o también a raz del Edipo invertido del varoncito. En ver- dad, Ie respuesta est en otro lado, El matricidio no implica & Ia ‘madre muerta, muy por el contrario; y el concepto que esté en Ta base del padre muert, es decir la referencia al antepasado, ala fliacion, a Ia genealogia,remite al rimen primitvoy al culpa, que ‘Ahora bien, es asombroso que el modelo de duel, implicito en quel concepto, no ineluya mencién alguna ni del duelo dela madre, ri de a pérdida del pecho. No menciono estos por ser anteriores 8 ‘quel; no por exo los menciono, pero no se puede menos que com probar la inexistencia de articulacion entre esos conceptos. Freud, en Inhibiein, sintoma y angustia,relatviad ia angustia de castration inchuyéndola en una sere en que aparecen también la angustia de la pérdda de amor del objeto, la angustia ante Ia ame raza de la plrdida del objeto, ln angustia ante el supery6 y Ia angus ta ante la pérdida de la proteccin del supery6. Sabemos, ademés, ‘que se empend en trazar el distingo entre angusia, dolor y duel, ‘No es mi intencin examinat en detalle el pensamiento de Freud sobre este punto, porque me embarcaria en un comentario que me alejaria de mi tema; slo quero sealar un punto. Ocure con Ia an- ‘gusta de castracion lo que con la represion. Por una parte, Freud sabe muy bien que en uno y otro caso exisen otras formas de an- ‘gusta y otras varidades de represin, o aun otros mecanismos de defensa. Y en los dos caos considera la existencia de formas ante: ‘ores en la cronologa, de las que una y otra derivan, No obsante, fija un centro en ambos casos, esto es, justamente, ia angustia de castracin la represin, y por referencia a esos cetros sta los demas tipos de angustay alas diferentes varedades de repesia,20- brevengan antes © después, lo que prucba que el pensamiento frew- 2 iano es estructural en Ia misma medida que genético. Esto encven- tra expresion manifesta cuando hace del Edipo un fantasma orig nario, relatvamente independiente de las peripecas de I coyuntura ‘que le confiere #0 especiicdad en un determinado paciente. As fn en ls caos en que comprucba la presencia de un ipo invert do, como en el Hombre de los Lobos, srtiene que el padre, objeto 4e los deseos erbticos pais del paciente, no por ello deja de ser ceatndor “sta funcion estructural implica una concepeién constitutiva dl ‘orden psiquico, programado por ls fantasmasorginaros. Los sce- sores de Freud no sempre siguiroa este camino. Sin embargo, pa: rece que silo ha hecho el pensamiento psicoanaitico fanots, go- balmente, a pesar de sus dhergencias. Por una parte, la referencia a la castracién como modelo ha oblgado a los autores a “castatizar”, sl se me permite esta expresifn, todas las demés formas de angustia; de este modo, se llega 2 hablar de castracion anal 0 nacisist, por ‘empl. Por otra pare, en una inerpretacion antropolgica de Ia teorfa freudians, todas las variedades de angustia se reconducirin al concepto de falta en la teorfa lacaniana. Ahora bien, me parece que fen no otro cao se vilenta tanto la experiencia como la teoria en cl afin de salvar la unida y a generalizacion de un concept. Seria sorprendente que en ese punto aparecera yo deslidaricin- dome de un punto de vista estructural que sempre he defendido Por eso, en lugar de sumarme a la opinion de quenesfraccionan Is angusta en géneros diferentes segin la edad a que se presenta en la vida del sujeto, he de proponer una concepein estructural que no $e onganiard en deredor de un centro de un paradigms, sino por To menos de do, segin un cariterdstintvo diferente de Ios susten- tados hasta ahora. Es posible dar legitimo fundamento a la angustia de castraci6n entendiendo que en ella subsume el conjunto de las angustis I fdas ala “pequenia cosa desprendida del cuerpo", se trate del pene, elas heces, de hijo. Lo que imparte unidad a esta clase es que en todos los casos Ia casracion es evocada en el contexto de una herida corpora asociada aun acto sangrante, Ateibuyo més importancia a sta idea de angustia“roja" que a su relacin con un objeto parcial Por el contra, se trate del concepto de la plrdida del pecho, © de la pérdida del objeto, y aun dels amenazas atinentes ala pérdida (02 la proteccin del supery6, y de manera general de todas as ame- rnazas de abandono, el contexto en ningin caso es sanguinaro. Es cierto que todas las formas de angustia se acompafan de dertructvi- dad; también la castracion, puesto que sin duda la herda es el pro- dducto de una destruccin, Pero eeta destrctvidad no guarda rel ‘i6n alguna con una mutilacinsangienta. Tiene los colores del due Jo: negro o blanco. Negro como en la depresin grave, blanco como en los estados de vaco alos que hoy se prestajusiicadaatencién He de sostener la hipbtesis de que el nego sinisto de la depre- 22 sion, que legitimamente podemos reconducir al odio que se com- prusba en el psicoandisis de los deprimidos, es sblo producto s- fundario, consecuencia y no caus, de una angustia “blanca” que ‘aduce la pérdida experimentada en el nivel dl narcsismo, "Ya he descripto is alucinaciinnegativay la paicosis blanca; no he de volver entonees sobre Io que supongo conocido, y refer la an- ‘sta blanca o el dulo blanco a ess sei. La sere “blanca, alucinacion negativa, psicosis blanca y duelo blanco, atinentes todos estos fenémenos 2 fo que s podria lamar la cliica del vacio 0 ls clinica de lo negatvo, son el reultado de ‘una de las componentes dela represiOn primaria: na desinvestidura ‘asia, radical y temporaria, que deja huellas en lo inconciente en 1 forma de “aguerospsiquicos” que sein colmados por reinvst- 1mo, que ya ha elegido ciertas zonaserdgenasenel cuerpo del bebé—, fentonces sin duda que existe una estricture narcsista primaris, co racterstica de formas inaugurales de investidura. Pero sreervamos | denominacion de narcisimo primario a ls consumacion del sen timiento de unidad que se instala despots de uns fase en que la fiag- ‘mentacin domina, en ese caso es preciso entender narcisismo prt mario y amor de objeto como dos modos de investidura centrados ‘en tomo de polaridades opuesta y dstnts, Por mi parte, disciemo fen esto dos momentos suceivos de nuestra construcién mitica dl 2 | sparato psiquico. Me incino a pensar que el narcissmo primario rms antiguo engloba de manera confusa todas Ins investidura, ine tluido el amor primario de objeto y aun Jo que podrfamos Hamar, simétricamente, el odio prmatio de objeto; en efecto si indistin- cin primitivasujeto-objeto la que caracteriza el tipo y la calidad de las investidurs, Entonces, cuando la sepancién se consums, ese ‘x el momento en que con buen derecho se puede oponet el mare. siamo primario mis tardjo: desgna ls inveruras del yo Gnicamen- te, opsestat as investidura de objet. Para completar esta descripcita, agrego que he propuesto distin. ‘gir un narcismo primario postive (reconducibe a Eros), que tien: de la unided y Ia Wentidad, de un naresimo primario negativo (econducible las pulsiones de destrucién), que no se manifesta fen el odio hacia el objeto (perfectamante compatible con el replie- {fe del nario primario postivo), ino en la tendencin del yo 8 ‘eshacer su unidad para tender a Cero. Esto se manifesta clinica ‘mente en el sentiniento de vac. ‘Lo que hemos descripto con el nombre de complejo dela madre smuertanos permite comprender los fracas dela evalucion favors ble. Asistimos al fracao de la experiencia de separacionindividuan- te (Mahler, en que el yo joven, en lugar de constitu el recepticulo e las investidura posteriores «la separacin, se encamiza en rete. ner el objeto primario y revive repetitivmente su pérdida 1o que {rae consigo, en el nivel del yo primari confundido cone objeto, el, sentimiento‘de un vaciamiento narcista que fenomencl se traduce en el sentimiento de vacio, tan caacteristico dela depre- sion, que es siempre el resultado de una herda nacisista con dism- ‘cin libidinal. En ese momento, seg lo hemos postulado, toda In ibido es posesion el narciismo, y'en consecuencia srk siempre ‘una pérdida marist la ques vivrk en el nivel dl yo. EI objeto estd “muerto” (en el sentido de no viviente, aun sino sobrevino muerte real); de esa manera arasra al yo aun wniverso thandonado, mortifero, EI duslo blanco de la madre induce ef due- lo blanco del hijo, y enter una parte de su yo en la necropolis ‘matema, Nutrir ala madre muertaequialeentonoes a mantener bs jlo silos del secret el amor més antiguo hacia el objeto primor- ‘pe el suefo y ala vex el dormir de los padres. El andi dtalado {el suefo, tanto por Freud como por sus comentadores, Hevea la ‘conjuneifa de-dos temas: Ia muerte de la madre y el comercio ©. xual Dicho de otro modo: tenemos ahi confimada mi hipStesss- bre fa relacin entre la madre muerta, el Fantasma de la excena primi tivay ol complejo de Edipo, que en ete caso pone en juego, ademés del objeto de deseo, dos (0 tes) personajes con pico de puro. Las asociciones arojan luz sobre el origen de estos personajes ‘tomados de la Biblia de Philippson. La investigaion de Grinstein™ $8 Freud, La itrpretatn de os seo 1A Gans, “Un soe de Pea Lo trol Parson Nowe ee de poychanaye, 192, 8, ps 87.82 235 permite refer esta representacin a a figura 15 de esa Biblia, obse- {uinda por el padre, ustraciOn que es objeto de una condensacién, En efecto, en esta ustraciOn no se tata, como en a primera asocia- ‘ion de Freud, de dioses con cabeza de gavin, sino de personajes farabnicos del Bajo Egipto ~pongo el acento eno, mientras que Jos pljaros coronan ls colurnas del lecho. Creo que esta condenss- ‘dn et importante porque desplaza ls pajars, del lecho de la ma- dre, a la cabeza de lot perioajes, que aqui son dos y no tres. En ‘conseouenca, Ia madre eat qui provsta de un pijaro-pene. El tex. to enfrentado a la figura llusta el versfculo “el rey David sigue al litera (de Abner)", qe, como sefala Anzieu, ebosa de temas inces- toto, paricida, faricidas, Destaco también este segundo rasgo "Anzieu! interpreta, con buen derecho a mi parece, los dos per sonajes como representaciones de Jacob Freud, imagen del orded 4e ls abuelos,y Philipp, hermano de Freud, como imagen patera, Esto porque, segin todo el mundo sabe, Philipp, nacido en 1836, es, sblo un afo menor que la madre de Freud, y ete tiene por compa ‘eros de juego a los hijos de Emmanuel, hermano mayor de Philipp. ‘La madre mueria, en el suefo, tiene la expresin del abuelo materno fen ni lecho de muerte, 13 de octubre de 1865, cuando Sigmund te- ‘fa nueve aos y medio. Hubo en conseevencia un duelo de a ma ‘re, que debid de repercuti sobre la relacion entre Amalia Freud y ‘1 hijo. Los comentadores shan asombrado por Ia falsa datacin, ‘no rectificada por Freud, desu suefio. Lo habria tenido, dice, hacia los sete w ocho aos, es decir un afo y medio o dos as antes de Ja muerte del abuelo matemo, lo que es imposible. Se limitan aqui 4 rectficar el error, sin interrogarse més, Por mi parte me incinaria 4 considratrevelador ese laps, lo que me leva concuir que n0 fe trata del duelo del abuelo materno, sino de un dvelo anterior. La ‘distancia sgnfeatva del error ~de un af y medio a dos afos~ me remitra entonces a otro duelo de la madre: el del hermano menor, Julius Freud, nacido cuando Sigmund tenia dicisiete meses (casi un ‘afto y medio), y muerto cuando 6 tenia veittrés meses (cast dos als). De ah la doble expicacén: dos (0 tres) personajes, es decir, Iacob, Philipp 0 Jacob, Philipp y Pillppson: el hijo de Philipp, Ju. ‘ios, puesto que en 1859, cuando Freud tenia tres afos, temia que su madre estuviera de nuevo encinta como la Nania, y que Philipp la hubiera encerado en un cof, la hubiera “encanastado” ‘Sefalaré de pasada por qué el oven inciaor, el hijo de fa conser- je, revelador del comercio sexual, sama Philipp. Es Philipp quien tiene coito con Amalia es Phlippson (Julius) quien permite a Sig- rmund comprender la relaci6n entre tener eoito, dara luz y mori. Julius srt objeto de un olvido de nombre, el del pintr Julius Mo- ‘sen, como Freud lo expone en la cartas a Fist et 26 de agosto de 59 Danaea, Lintoentye de Fread, BUF. 1 pi. 342. 236 ‘en In obra de Freud, Es In edad de a nietito que jugaba con el cx ‘Anziew hace dos obvervaciones coincidentes con mis propis de- dduccones. Araiz de la elaboracin proconciente de Freud, muestra 1a simlitud entre Freud y Bion, quien ha individualizado, junto al amor y a odio, Ia comprensin como referencia primordial del ape rato peiquico: la procura del sentido. Por Gitmo, concluye que es preciso considerar sospechos Is insistencia de Freud en reduce la Angusta expeciice del suefo, angst por la muerte dela madre, a tr cose 'No nos queda mis que una hipétesis en suspensitn, Is de la r- lucida. orl. Otto suefiorelacionado con el de Ia madre querida not remite a aquella; sel suo de las tres parcs, donde la madre aps rece viva. En este suo, la madre de Freud prepara “Kaodel” a bbondigas] y, mientras el'pequeno Sigmund quiere comers, ella le cordena esperar hasta que esé lista (esto no ex ntido come dicho, agrega Freud). Las asociacones de este pase ataien, como s sabe, ala muerte, Pero més adelante, distanciado del anflsis del suefo, Freud vuelve a €l para escribir: “Mi suaio de ls tres parcas es sin dda un sueno de hambre, pero sabe hacer retroceder la necesdad de alimento hasta la nostalgia del nito por el pecho materno y ut lar el inocente apetito como encubrimiento de otro mis serio, que ‘no puede exteriorizare tan abertamente” Sin duds, y ebm ne {ar que el contexto nos invita a ello; lo certo es ue también aqui hay que mostrare desconfiado. Lo que hay que interogar, sobre ‘todo, es Ta tiple imagen de l mujer en Freud, retomada en “El mo- tivo de It eleccion del cofte”: la madre, I esposa (ola smante), Ia suerte. Mucho se ha hablado dela censura de Ia amante estos Gite ‘mos afos; a mi me toca levantar la censura que esa sobre la madre ‘erta, Dela madre del slencio de plomo. ‘Ahora nuestra tdologia est completa. Henos aqui remitidos una ‘ver mis a la pérdida metabrica del pecho, puesta en relacin con el, dip; o al fantasma de la madre muerta,rlacionado con el de Ia ‘evcena prima, La lecién de la madre muerta es que tambidn de- 19 5, read, La incepta de oe eon AE, A, ps. 245, 21 tbe morir un dia para que otra sea amada. Pro esta muerte debe ser Tenta y duke para que el recuerdo de su amor no perezeay nut amor que penerosamente ofrecer aa que le ocupa el ugar. Grr pond [grisea Bo my slg yo noch ti srcoup), De muy antiuo yo conocn eon sun, ar como le comentarios qo han suetado. Uros Ghroe permanesan Inictptos en mi como hues més sig ‘ava Ge lg que oxcurment me pares important, sin que fies ten como ni por qu. Ess hls foron rivets pote {cine de cetorntcanos a qinct n cet moment, pono fntes,pudeeacuchar. ue eve Gacuno ol que me hizo edesabe is intra de Fred, foe a cptomnesa de es ectrestaqueme hizo per freable as palabras de ms enaleandox Pra ura concepein ecl- Tinea del tempo, es hiptes si buen. A luz de posteios a, acta sta verdaders, Comoguira qu fuse, ene concepto itpostrordad nada mis miterom qu ea conden preva dun sentido retrado que pemnance en la pique ala epera des eve. Iason, Es que an dudes tata Je un “sendo", alo cual nose abr pao irre apg Pero ee seni en napenson fo es verdateramentesiguifstv hasta el momento en que ‘eta una relmerdurn que a prodoce en un conteto muy die Fonte De qué setio strata entoness” De un sentido perdido y Teencotra, Sere atrbir demasiado a em enutura presgiice tha, a redcseubriminto een mayor medida, un descubrmiento, ‘Acs stata de an sentido potencl gue nol alta mds qe la perience aralten 0 potce— para devent un sentido vero. 238 Epilogo. El yo, mortal-inmortal i (1982) A Brigitte Ponals Uno se asombra apenas y, sin dud, no lo suficente: en muestra sociedades, al menos, In mere © ha Weltoescandslos. Cuando tn ser querdo nos abadons, aun ss edad avanzada, expresamon fl peary hata el reproch hacia aquellos 4 quenesconieramas rerpontables dea vida, por no habertaslvado, como si ns hubs ‘amos habituado a coniderar dimitada Ia duacin dela vids defindamente dieido su tern. Esta sctitud hacia I muerte et reatvamente reciente ies diffe preciarel momento en que aps ‘ecb por infujo de on concuno de crcunstancias(prolongaion dl Periodo de paz desputs de dos gueras mundilesparticulamente ‘mortifers, mejorumiento de lo medios detinadot 4 preven it catistofes naturales, progreo de In medicina y dismincion dela ‘oralidad Infant), exh claro que esa era nueva no se eleva mis alto que un dedo en facia de una monte, hata tl punto Tos Silos que nor han prcediso extviron mareados por I presencia Ua muerte en toda ls sociedades y todos lor momentor de la histo. Adem, uno se puede asombra, de igual manera, de que eta tendenca no reigdre a moni, o 4 rechaza ee desenace lo ink pos poste, s scompate de una inconcenca relative con res ecto i acumacén dels medion de destucion. Si en ete em Fido no se puede hablar de indiferencia,cabeconsgnar qe el deseo de conjra esa amenaza no ha suscedo una movlizacion genera contra el peligro de gue Esta stuacon paradojca ex Ia nesta, hoy. Bs posible que ya no seamos capacet de areca el estado de expiitu que imperaba ho mens a so um momento en qu mur au sombra inguistant, peo falar, en el hogar de os vos; en que ‘Siete fia obra acon ape cae Por eto no tenemos plena concencia del alcance dels ideas de Freud en ln materia Fueron de una audaia qu ha perdido su bilo porque los cambios sobreenidosentetato las tvalizaron. No net repreentacion dela muerte ene nconcient, he ai lo que ‘ostene con la seguridad de alguien que hubera podidocomprobar- Io-en el Inga. Ethombre no puede saber qué es Ia muerte, ni con- Gntemente ni incondentemente. En el inconcente no hay mdse Presentaciones que ls del dese y los sects. Una pure post Sad, cuyafancin e justamente responder alas frastaciones que la realidad impone la realzaciin de estos anhelos, hacindonot 29

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