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La sociocritica frente a Agustin YAiiez FRANCOISE PERUS Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM Lectura sociocritica de la obra novelistica de Agustin Ydiez, tesis doctoral del profesor francés Jean Franco, se ofrece al lector como una “aplicacién concreta” de los instrumentos teéricos y me- todolégicos elaborados en la Universidad de Montpellier (Francia) por Edmond Cros. Sin embargo, y a diferencia de otros muchos trabajos de indole académica, el de Jean Franco no empieza por ja reconstituci6n de su “marco teérico”. Buscando romper con una forma de exposicién que reproduce la separacién entre la teoria y los resultados concretos de la investigacién, prefiere explicar los conceptos y referirse a los procedimientos analiticos a todo lo lar- go de la exposiciOn para justificar los diferentes pasos de la inves- tigaci6n y convalidar sus resultados. No espere entonces ei lector una exposicién sistematica del “método sociocritico”: para ello lo remitimos a las diversas publicaciones del Institut Intemational de Sociocritique (Montpellier-Pittsburgh-Guadalajara), a Théorie et pratique sociocritiques de E. Cros y a su versi6n en espafiol, par- cialmente modificada, publicada por Gredos bajo el titulo Litera- tura, ideologia y sociedad. Con todo, en el breve prélogo que precede a la investigacién propiamente dicha, Jean Franco sintetiza las principales directrices de su trabajo: en primer lugar, los criterios que presidieron la seleccién de La tierra prédiga como via de acceso privilegiada al conjumo de la produccién novelistica de Agustin Y diiez: 336 FRANCOISE PERUS La tierra prédiga, iniciado en 1956 durante el mandato del gober- nador de Jalisco y acabado al terminarse la funci6n oficial, corres- ponde a un periodo m4s complejo: escrita ‘en caliente’, aprove- chando el impulso del experimento gubernamental a la luz de la practica del poder, reviste a primera vista la novela un aspecto programatico; Ydfiez traslada en ella al parecer sus propias impre- siones a} descubrir las tierras costefias de Jalisco cuando le tocé dirigir, en contra de los caciquismos que all4 imperaban, la nueva politica de desarrollo del presidente Ruiz Cortines; la ficcién acoge en su seno una suerte de autojustificaci6n de una politica y viene a ser la seudoprolongacién de un informe de gobierno. Pero, pensdndolo mejor, en el mismo meollo de ese hermoso proyecto aparecen unas incertidumbres, fallas 0 contradicciones; por eso re- sulta tentador confrontar la adecuacién del discurso ideoldgico con su realizaciOn textual: el estudio del texto revela que al dis- curso explicito vienen a afladirse otros discursos, procedentes de lugares ideolégicos distintos y que no remiten a la conciencia clara del escritor. Elegir La tierra prédiga es, pues, captar un ins- tante privilegiado en que cristalizan tendencias profundas opues- tas, de modo a [sic] remontarse muy lejos en el conocimiento de la obra entera del escritor jalisciense [...]. Como lo demuestran palmariamente las investigaciones de los sociocriticos, no pasa de ser una ilusion creer llevar a cabo el estudio de la totalidad de las obras de un autor, m4s vale sustentarse en una sola y tratar luego de proyectar los resultados en Jas demas (14). Esta seleccién es, desde luego, acorde con la concepcién del “texto” desarrollada por la sociocritica, y consecuente también con el modo de lectura que conlleva aquélla: Todo texto resulta fundamentalmente polisémico (pese a cierta tendencia a la unidad y estructuracién), en ningun caso se le puede reducir a la univocidad de un discurso conceptual, nunca se queda un texto constantemente fiel a una sola visién, a un solo discurso 0 modo de representaci6n, no puede sino presentar un sistema complejo de significados que intervienen en varios nive- les, apareciendo los elementos genéticos que inducen la produc- cién de sentido como contradictorios y polisémicos. La pluriacen- tuacidn de todos los elementos destruye la concepcién tradicional de Ja obra como un todo coherente y cerrado sobre si mismo; por . LA SOCIOCRITICA FRENTE A YANEZ 337 supuesto, la eventual coherencia no puede ser mds que superticial, el texto amalgama fragmentos muy diversos y al hacerlo los re- modela, les estampa nuevos significados sin que se pueda detectar una sola y tnica orientaci6n (14-15). Como se puede apreciar por las citas anteriores, en este caso ni la selecci6n, ni la conceptualizacién del texto, ni el modo de lectura que ésta conlleva se fundan en el privilegio de un criterio estético, por lo demds muy dificil de definir. Ponen el acento sobre las con- tradicciones entre los distintos niveles de elaboracién del texto, sobre su heterogeneidad y su polisemia, y sobre la pluriacentua- cién de los diversos elementos que Ja configuran. Ahora bien, con base en el reconocimiento del cardcter social de los diversos fragmentos discursivos que el texto amalgama y remodela confiriéndoles nuevos significados, Jean Franco postula, con la sociocritica, que en las obras de un mismo autor “las distin- tas realizaciones temdticas son superficiales por naturaleza y no hacen sino ocultar las microsemi6ticas que en ellas se repiten” (15). La existencia de estas microsemidticas, que segiin el investi- gador francés serfan del orden de lo “‘no-consciente” y actuarian en la conciencia individual ‘‘depositando en ella unos sedimentos en forma de prdcticas de lenguaje”, es la que permitirfa dejar atras la noci6n goldmaniana de “‘visién del mundo” y, con ella, la de “ho- mologia’” entre la estructura social y la estructura novelesca. Es, asimismo, la que autorizaria la consideracién de la obra de un mismo autor en su conjunto como un solo “texto”, vale decir como la reiteracién bajo formas diversas de un mismo “‘cafiamazo originario” (25). ““Cafiamazo originario” que no provendria ni de la sicologfa ni del inconsciente del creador individual, sino que serfa del orden de las “mentalidades” que operan en el largo plazo hist6rico. De esta manera, y a pesar de lo que podria sugerir el titulo del libro de Jean Franco, la investigacién que aqui resefiamos no apunta tanto al estudio “critico” (en el sentido tradicional y estéti- co del término, perspectiva expresamente descartada por el autor, quien la juzga “infecunda”), cuanto a la articulacién, compleja y 338 FRANCOISE PERUS contradictoria, de la obra de Agustin Y4fiez con dos historias di- ferenciadas entre sf: la de las ideologfas por un lado y la de las mentalidades por otro. Es por tanto en esta perspectiva de doble temporalidad histérica que procuraremos resefiarla y, en esta mis- ma perspectiva, que formularemos algunas interrogantes acerca de Sus resultados, su conceptualizacién de los problemas y sus postu- Jados. La forma expositiva adoptada por Jean Franco para dar cuenta de los resultados de su investigaci6n es la siguiente. En un primer y breve capitulo intitulado “Preludio: la produccién de Agustin Yéfiez” recuerda los medios socio-culturales y politicos que “alumbran las condiciones de su creacién artistica” y esboza las grandes lfneas y la tonica general de dicha creaci6n, orientada, al Menos en su proyecto, hacia la configuracién de una suerte de “comedia humana” mexicana. E] segundo capitulo aborda la lectu- ra de La tierra prédiga desde el Angulo de 1a critica del caciquis- mo, es decir, desde el- de ia temdtica de superficie y su relacién con las circunstancias econémicas, sociales y politicas del México de entonces (1953-1958). Afirma el indudable valor “testimonial” o “documental” de la novela en este nivel que, por lo demds, pro- porciona a la novela su “sustancia ideolégica”: En el telén de fondo de Ja oposicién entre fracciones burguesas, La tierra prédiga describe la emergencia de un nuevo grupo he- geménico, cuya importancia crecerd en la sociedad mexicana y que esta vinculado con el capitalismo de Estado, esa tecnocracia cuya llegada es evocada con delicia por Ydfiez en la medida en que significa la esradicacién del caciquismo y la instauracién de Ja raz6n, para mayor gloria (y provecho) del pais entero, se va afirmando poquito a poco, estampa su cufio a la sociedad y a la economia y constituye un nuevo grupo burgués. Las observa- ciones historicas sittan efectivamente en la época alemanista y sobre todo ruizcortinista los inicios de esa concepcidn de la pla- neacién y de un dirigismo estatal cada vez mas afirmado (...]. Asif, La tierra prédiga se declara implicitamente en favor de los sec- tores de la gran burguesia en ese gran debate interno y prefigura la evolucién de la sociedad con una intervencién cada dia mds LA SOCIOCRITICA FRENTE A YANEZ 339 fuerte del gobierno central. El moralista YAfiez cede el paso al tecnécrata ilusionado forjador de un porvenir econdmico brillante y dichoso (123). La tematica explfcita, su valor documental y Ia sustancia ideo- l6gica que en este nivel organiza a la novela no constituyen, sin embargo, sino el plano més superficial del texto, y corresponde al sociocritico “poner el énfasis en las mutaciones sufridas en la transcripci6n novelesca” (61). De acuerdo con ello, el tercer capf- tulo, “La Conquista”, aborda las relaciones que establece el tema de la modemnizacién de las costas jalisciences con la imagen de Ja Conquista y con “las tendencias contrarrevolucionarias que el sis- tema de pensamiento vinculado con dicha imagen dejan entrever” (125). Muestra Ja forma en que el motivo de la Conquista espario- la y, asociada con éste, el de la controvertida y mitificada figura de Nufio Beltran de Guzmén, Capitan General de la Conquista de ta Nueva Galicia, proporcionan, no sélo un amplio sistema de re- ferencias, sino también una extensa red de significados que concu- tren en la figuracién de la empresa de modemizacién y sus princi- pales agentes: En Ricardo Guerra Victoria —y en cada uno de los demas “sefiores de la costa”, por cuanto representan variaciones de un mismo tipo— se reencarna Nujio de Guzman, y en este sentido el Conquistador se encuentra en el coraz6n de [a novela, la cual viene a ser una reflexién sobre el poder y sus fundamentos; la Conquista, obra personal en que el hombre se realiza plenamente, est4 presente en cada pagina, repitiendo los caciques los momen- tos heroicos de Ja gesta hispdnica. Por lo demas, mds allé de una rehabilitacién del terrible Guzmdn, es un periodo histérico !o que se ensalza, un periodo controvertida, y se valoran los origenes hispdnicos (200). El motivo de la Conquista y la figuracién de los principales protagonistas de ia modemizacién con base en el modelo de los conquistadores espafioles conducen al investigador al examen del valor atribuido por Y4fiez a la Hispanidad (cap. IV) en el gran debate de la época en tomo a la identidad mexicana: 340 FRANGOISE PERUS El lugar preponderante de la Conquista en La tierra prédiga adquiere, pues, su pleno significado a Ja luz de los grandes de- bates sobre la identidad de México, en los cuales Y4fez toma una parte activa (por sus escritos tedricos y su novela). La sor- prendente apologia de los caciques —mucho més que del caci- quismo como fendmeno— corresponde efectivamente a una fasci- naciOn frente a la fuerza y talento personal, metafora de la apor- tacién hispanica. La seduccién que ejerce el pasado heroico, au- reolado de melancolia y pesar, radica en una mitificacién de la Espafia conquistadora que pudo fundar un mundo y modelarlo segtin su imagen; La tierra prédiga reproduce y deforma ese mito de la Conquista, esencialmente por el repudio que sufre el indige- na, apenas presente, y sobre todo por [a valoracién de Nufio de Guzman, el descubridor de la Nueva Galicia; piedra de toque y valor-refugio, el concepto de hispanidad bafa toda Ja visién, Al situar las ideas de Yafiez, expresadas en numerosos escritos te6ri- cos y en el trasfondo de su novela, en el marco de la reflexi6n sobre e] mestizaje y la identidad, se comprucba objetivamente que el novelista tapatio repercute [sic] los andlisis m4s conservadores, inspirandose a menudo en la “hispanidad” vasconceliana (274). Ahora bien, la Conquista y 1a Hispanidad no son, a juicio del autor, los tnicos influjos culturales que permean el texto de la novela de YAfiez, contradiciendo su ideologfa explicita. El otro motivo que rastrea Jean Franco es el del Apocalipsis (cap. V: “El Apocalipsis en La tierra prédiga’), también presente en la figura de Nujio de Guzm4n, mediante su asociacién, mas bien implicita, con los cuatro jinetes del Apocalipsis. Acerca de los vinculos en- tre los dos universos de representaciones, el autor sefala: {Significa todo ello que el recurso al Apocalipsis metaforiza sim- plemente la imagen de un descubridor codicioso y cruel que asolé la Nueva Galicia y sembré a su paso muerte y desolaciédn? No basta la explicacién, en nuestro concepto, y un haz de elementos convergentes nos permitiran dictaminar que, amén de suministrar un acopio de imagenes impresionantes y significativas, e} discurso apocaliptico genera y encauza la visidn narrativa y le confiere a la evocacién de Nujio-El Amarillo su pleno significado: presentar a Nufio de Guzman bajo los rasgos del jinete que anuncia cataclis- LA SOCIOCRITICA FRENTE A YANEZ 341 mo, desolacién, ruina —tal vez el fin dei mundo— no es ino- cente; acudir a Ja tematica y el discurso apocalipticos implica una postura cultural y religiosa y supone una relacién con la historia y el cristianismo [...] (278). Este vinculo apela de hecho a la permanencia en la sociedad mexicana de un trasfondo de creencias milenaristas que, segin el investigador, no sdlo permean las representaciones de los sectores sociales que, en este caso, son los que se oponen a la moderniza- cién de las costas de Jalisco, sino que impregna también la visién del narrador, convirtiéndose en el prisma que refracta y colorea todas las acciones y los personajes. Después de rastrear minuciosamente la presencia difusa de este sentimiento milenarista en la historia de México —adonde habria legado, como en otras partes del Nuevo Mundo, portada por la Orden de los Franciscanos—, y luego de examinar las formas en que la novela selecciona y se apropia de algunos elementos pro- venientes de dicha tradici6n, J. Franco se interroga acerca de las condiciones hist6ricas y sociales que, en el México de entonces (1930-1960), concurrfan a la actualizacién de aqueilas tendencias: {Cuiales son, en definitiva, los datos socioecondémicos del México de 1930-1960, que podrian explicar el surgimiento de los mo- vimientos milenaristas? ;A qué problemas sociales de los grupos humanos intentan dar una contestacién miticorreligiosa, en la im- posibilidad acaso de acudir a otras formas de accién? En otros términos, jexiste, en la sociedad mexicana en que escribe Ydiiez, transcribiendo una problematica politicorreligiosa, una mediacién para esas tendencias mesidnicas de las que La tierra prédiga suministra una muestra inequivoca, aunque transformada, remode- lada, transpuesta (como ocurre en el paso a la literatura, Ja cual deforma, selecciona e integra en una nueva totalidad, diferente de la del referente real)? ;Y se puede enmarcar el discurso mesidnico que campea en la novela en un movimiento real m4s amplio que lo podria alumbrar y le confiriera su significado verdadero? (372). La “mediacién” que, en este aspecto, encuentra J. Franco entre 342 FRANGOISE PERUS el universo novelesco y la estructura social radica en el movimien- to sinarquista y su antecedente cristero (cap. VI: “El Sinarquis- mo”). De donde concluye: Obviamente en Ia novela de YAfiez se exacerban todas las resis- tencias al cambio, al mundo nuevo que los cincuentas hacen na- cer. La referencia religiosa constituye aqui el freno maximo y se expresa por la via sinarquista que infunde una coherencia y for- mulacién claras a oscuras tendencias subyacentes: las angustias y frustraciones frente a un universo en vias de descomposicién, bajo los embates de} nuevo sistema econémico, conducen al rechazo en bloque de todo lo que traen el Ingeniero y los suyos. La novela privilegia la fuerza y el talento personal expresados en el siglo XVI: la nueva conquista la llevan a cabo los bulddceres, lo cual constituye una pérdida de sustancia, una degradacién de la aptitud conquistadora, totalmente carente de mérito; canta un mundo en que todo estaba a la medida del hombre: el nuevo universo se valdré de los seres y los manejar4 a su antojo; clama su pesar ante la desaparicién de las verdaderas relaciones familiares y de los valorcs religiosos, ateniéndose a la solucién mitica del mesias res- taurador; apela a la consolidacién del grupo social, esperindolo todo del cataclismo liberador. Tal es el sentido de la figura de proa que es el Apocalipsis: sélo el final del mundo podré dirimir Ja angustia y el desamparo al restaurar Ja tradicién profunda, el sentido de la conquista y de fa hispanidad. Pero al mismo tiempo Ja novela revela su impotencia al recurrir a la solucién mitica: el mundo de la tierra caliente arrancado a Ja nada ser4 perdido para las fuerzas de la espiritualidad, y empezar4 el reinado irresistible de fa maquina. La tierra prédiga transcribe claramente ese pesar y ese terror frente a un universo nuevo falto de autenticidad (423). Después de este estudio de las contradicciones entre “la ideo- logia manifiesta del texto” y los universos de representacién —Hispanidad y Milenarismo— que la contrarrestan en el marco de una coyuntura modernizadora, ei ultimo capitulo (“Orden y Unidad: figuraciones de las estructuras profundas”) retoma el problema inicialmente planteado de la pluriacentuacién de los diversos elementos del texto. Es decir, ef de lo que E. Cros Ilama “Jos puntos de focalizacién que va construyendo y deconstruyendo sin cesar Ja escritura”. LA SOCIOCRITICA FRENTE A YANEZ 343 Sin menosprecio de lo prolijo de la investigacién anterior, cui- dadosamente documentada en una serie de fuentes hist6ricas que permiten efectivamente rastrear las huellas de un complejo sistema de referencias intertextuales, e incluso ampliar las bases del didlo- go de la novela con otras tradiciones vivas y no propiamente li- brescas, la ultima parte del libro de J. Franco es tal vez la mds interesante, aunque también la mds polémica. En ella, el autor se aboca con mAs precisién que en los capitu- los anteriores a algunos aspectos de la organizacién formal del texto, aspectos formales —en el sentido de figuracién y no en la acepcién formalista y logicista del término— que, segun él, cons- tituirfan los nticleos constantes 0 “profundos” de toda la novelfsti- ca de Y4fiez. Estos micleos profundos serian fundamentalmente dos: el principio de ambivalencia y, contrapuesto a éste, el de or- den y unidad, que se subdividirfa a su vez en la relaci6n entre el individuo y el grupo por un lado y el sentido de comunidad y el deseo de orden por otro. El principio de ambivalencia atafie m4s que nada a la posicién del narrador, 0 m4s exactamente a la valoracién siempre dual de cada uno de los elementos enfrentados: los que concurren a la fi- guraci6n de la tradicién caciquil y los que contribuyen en la mo- demizacién. Y ello, a partir de la ficci6n de una focalizacién “colectiva’”” —alternancia de voces, anénimas 0 no— que, en La tierra prédiga como en otras novelas de YAfiez (Las tierras flacas y Al filo del agua), permite fragmentar, dispersar y contraponer valoraciones distintas u opuestas de figuras que el realismo his- panoamericano anterior habia concebido como arquetipos. Sin embargo, en esta ambivalencia, el autor no encuentra “ni contradiccién, ni altemancia dialéctica”, y considera que “coexis- ten y se aplican al mismo tiempo las dos aprehensiones de una misma realidad [...]. La pendiente natural de las dos culturas con- duce a reintegrar esa ambivalencia como bi-unidad divina 0 como coincidentia opositorum”. Coincidentia opositorum que, segin Mircea Eliade, busca “evidenciar un principio tnico de expli- cacién del mundo y llegar a una perspectiva en la cual los contra- tios desaparecen y se anulan las oposiciones” (459). 344 FRANCOISE PERUS De esta manera, la ambivalencia tiende hacia una Unidad que implica a su vez la nocién de Orden. Orden y Unidad que estable- cen con el principio de ambivalencia una relacién tensa, y que en- cuentran en el vaivén entre lo individual y lo colectivo y en la idea de comunidad sus dmbitos de figuraci6n privilegiados. Este deseo de orden, cuya huella “obsesiva” rastrea en otros textos de Y4fiez (y en particular en el texto de una conferencia pronunciada por el novelista tapatfo y entonces secretario de Edu- caci6n Piiblica sobre Dante y la Divina comedia en 1965), lo en- cuentra J, Franco en una serie de metdforas, pero m4s que nada en lo que é1 llama “‘la fuerte directividad del relato” que, no obstante “Ja técnica de los coros ficticios que ponen el acento sobre la idea de agrupaci6n y su negaci6n, permite a la par colegir una omnipo- tencia del narrador, quien solicita la creacién de la voz colectiva 0 del seudodidlogo y orienta la lectura de modo imperativo y abu- sivo” (498). Como pruebas de esta fuerte directividad, aduce el uso de la bastardilla para dar cuenta de la reacci6n interna de tal 0 cual personaje, la constante interrupcién de la narracién por ese tipo de comentario eminentemente teatral, o el comentario en off la repeticién de t6picos y la redundancia para autentificar la reali- dad y borrar posibles ambigiiedades. Todo ello revelarfa “la fuerte presencia de un narrador-Dios paternalista ocupado en facilitar el desciframiento sin dejar al lector el menor margen de iniciativa y participacién” (500). Segiin el investigador, esta imposicién de una Unidad y un Or- den, por encima de la tensién entre lo individual y Jo colectivo y de [as ambigtiedades surgidas del principio de ambivalencia, co- rroboraria, junto con este ultimo principio, el apego inconsciente del novelista jalisciense a un trasfondo milenarista profundamente arraigado en la cultura mexicana. Apego que el investigador verifi- ca a continuaci6n con un breve andlisis de Al filo del agua en términos m4s 0 menos similares a los que presiden el estudio de La tierra prédiga. Ahora bien, hasta aquf hemos procurado dar cuenta, no sdlo de los resultados de la investigacién de Jean Franco, sino también de LA SOCIOCRITICA FRENTE A YANEZ, 345 sus démarches sociocriticas, respetando la forma de la exposicién y destacando sus pasos metodolégicos. Sin embargo, disentimos profundamente de su lectura de la obra de Agustin Y4fiez, no tan- to por los elementos que en ella rastrea cuanto por la forma en que la “aplicacién del método sociocritico” lo eva a interpretarlos. A nuestro modo de ver, al prescindir de la dimensién propiamente poética del texto y perseguir un posible “sujeto transindividual”, situado, ya no en el plano de la ideologfa manifiesta, sino en el de estructuras “‘profundas” m4s 0 menos inconscientes, y garante de la “coherencia” del texto, el estudio de Jean Franco conduce al establecimiento de correlaciones arbitrarias entre niveles no bien delimitados del texto y a la reiteracién en algunos de los “mecani- cismos” que se proponfa superar. Aunque el autor de la investi- gacidn partié de la necesidad de dejar atrds la noci6n goldmaniana de “visién del mundo”, nos parece que el lugar y el papel que asigna al milenarismo en la obra de Agustin Yd4fiez cumplen con funciones similares a las que Lucien Goldmann asignaba a lo que él entend{fa por “visién del mundo”. El haber planteado el proble- ma de la contradiccién entre la ideologia explicita inscrita en la “superficie” del texto narrativo, por un lado, y las “estructuras profundas” (sistema de figuraciones en constante proceso de estructuracién y desestructuraci6n), por otro, no permite romper del todo con los supuestos del autor de Para una sociologia de la novela y El hombre y lo absoluto. Sin duda coincidimos con Jean Franco y la sociocritica en que todo texto literario es social en todos y cada uno de sus aspectos. Pero no por ello deja de ser dinico e irrepetible. Y no hay con- tradiccién en ello, salvo que sigamos concibiendo lo individual por oposicién a lo social y no como una forma especifica de cons- titucién del sujeto en lo social: la practica de la escritura, siempre concreta, es precisamente una de estas formas. De donde se des- prende que el “sujeto” no preexiste ni es exterior al trabajo de la escritura, sino que, como tal, se constituye en ella. Resolver el problema del cardcter social de la escritura por la via de una identidad “transindividual” del sujeto de la creaci6n leva inde- 346 . FRANCOISE PERUS fectiblemente a pasar por alto lo que hace del texto un texto artis- tico, y a desprender su significaci6n de su articulacién con los fac- tores sociales, polfticos, ideol6gicos y culturales que, o bien son parte dei material en el interior del cual se ejerce el acto de escri- tura, 0 bien intervienen como determinantes socio-hist6ricas, cons- cientes 0 no, de este mismo acto de escritura. Desde luego, ambas dimensiones (la del material y la de las determinantes) existen y concurren en la modelizaci6n artistica concreta del mundo concre- to de que se trate. Pero el texto no se limita a interiorizarlas y reproducirlas, sino que, al organizarlas artisticamente y de acuerdo con leyes que Je son propias, se sitia también a sf mismo respecto de ellas. En este situarse respecto de ellas desempefian un papel funda- mental el sistema de valorizaciones que estatuye el texto y la ac- tion en retour del sujeto de la enunciaci6n sobre su propio enun- ciado. Lo primero atafie a lo que Yuri Lotman llama el “sistema de modelizacién secundaria” y lo segundo, a la diferenciacién ne- cesaria entre el narrador y el autor de la obra de que se trate. De no tomarse en cuenta estas dos dimensiones del trabajo de forma- lizaci6n artfstica, tienden a confundirse los niveles de andlisis y a perderse las relaciones especificas entre la formalizacién de los elementos de contenido y la semantizaci6n de los elementos de forma. Relaciones que, junto con orientar el proceso de produc- cién de sentido, sefalan cotos para las posibilidades de inter- pretaci6n del texto. En esta misma perspectiva, la figura del narra- dor no puede confundirse con el autor: dicha figura cumple fun- ciones diversas y mds 0 menos convencionales en la organizacién del material sfgnico y el proceso de enunciacién, mientras que el autor, sujeto real de la escritura, es quien informa en ausencia el complejo sistema de relaciones entre los distintos niveles del enunciado y el proceso de enunciacién. En ello radica la “coheren- cia” interna del texto, es decir su “autonomfa”. “Autonomia” que no impide que tanto estos multiples niveles como la forma de la enunciacién conlleven al mismo tiempo relaciones diversas con las diferentes tendencias de la tradicién artfstica y literaria (nacional o LA SOCIOCRITICA FRENTE A YANEZ 347 universal), en primer término, y con los diversos aspectos de ia historia social y politica 0 de la historia de las ideas luego. Sentar el problema de Ja “‘coherencia” en el nivel del contenido y no en ef de la forma (haciendo de ésta una simple duplicacién de aquél) conduce inevitablemente a Ia reconstitucién del sujeto en términos mé4s 0 menos esencialistas y a la simplificacién de las significa- ciones socio-culturales —presentes 0 virtuales— del texto. En el andlisis que Jean Franco propone de La tierra prédiga haria falta en primer lugar distinguir entre las propiedades del re- ferente premodemo de la novela —con lo que tiende a imponer en la configuraci6n de los signos-personajes— y los miiltiples aspec- tos de un proceso modemizador impuesto desde fuera a esa misma colectividad. Convendria luego ubicar con precisién el 0 los 4mbi- tos de focalizacién de este proceso modemizador (formas de re- lacién con la tierra en primer lugar, con el poder politico luego; separacién de lo ptiblico y 10 privado, entre otros). Y, finalmente, valdrfa especificar el 0 los “lugares” de la enunciacién, es decir, las relaciones multiples entre Ja “voz” del narrador y la de los per- sonajes (andnimos 0 no). Lo primero —la naturaleza premodema del referente y la im- posicién de Ja “‘modemidad” desde fuera— sienta una dificultad particular en la configuracién de personajes propiamente noveles- cos. En el contexto de formas de dominaci6n caciquiles que cohe- sionan, a la vez que disgregan, a una colectividad social en donde privan relaciones de dependencia personal que coartan el sur- gimiento y la consolidacién de concepciones hist6ricas y biogrdfi- cas del tiempo, esta dificultad particular atafie, por un lado, a la figuracién de una colectividad relativamente indiferenciada (lo que Y4fiez resuelve mediante los coros, [as voces anénimas y los co- mentarios fragmentarios que no apuntan propiamente ni al didiogo ni a la plena constitucién de entidades subjetivas autorreflexivas), y, por otro, a la figuraci6n de personajes individuales (los caciques 0 los agentes del proceso modemizador) que rebasan la pura con- figuracién tipica de agentes sociales (de la dominacién 0 la mo- demizacién) vistos y constituidos desde fuera, como en la tradi- 348 FRANCOISE PERUS ci6n del realismo social latinoamericano. En esto, la movilizacién de la figura de Nufio de Guzman y, con ella, de una memoria colectiva (mito e historia juntos) que hunde sus raices en el hecho de la Conquista y la Colonizacién, desempefia un papel de primer orden. Lo segundo —el o los puntos de focalizaci6n— concieme al sistema de jerarquizaciones y transformaciones implicadas en el proceso narrativo (y no sdlo en la fabula). Discemible a partir del conjunto de las oposiciones y las semejanzas de car4cter seménti- co-formal y del sistema de pardfrasis (redundancia), este compiejo sistema pone de manifiesto la jerarquizacién y transformacién de los signos en relaci6n con lo que hace de todo texio narrativo un Proceso estructurado y estructurante. Proceso que, como tal, con- Neva la estructuraci6n, desestructuraci6n y restructuraci6n de los diferentes campos seménticos implicados en las multiples relacio- nes que los diferentes signos manticnen entre si. Es en este nivel de modelizaci6n conjunta de los signos y el mundo narrado, y no en el de la naturaleza 0 el origen de los referentes culturales_ mo- vilizados (Hispanidad © Milenarismo), en donde asoman las posi- bles perspectivas del autor acerca del universo configurado. No hemos estudiado el problema en La tierra prédiga y por tanto no podemos adelantar lo que en este caso arrojarfa un andlisis de esta naturaleza. En Al filo del agua, que sin duda presenta similitudes estructurales con La tierra prédiga, el sistema de modelizacién pone de manifiesto un planteamiento de conjunto en torno a Ja secularizacién de la fe, de la moral y el arte (y la cultura toda) que nos parece en todo punto opuesto al Milenarismo que Jean Franco atribuye a Agustin Y4flez a partir de la lectura de La tierra prédiga. (Sobre este particular, remitimos al lector a Perus). Lo tercero —las relaciones del narrador con la voz de los per- sonajes, anénimos 0 no— sienta la problemAtica conjunta de la forma de los signos-personajes y de la focalizacién en un nuevo terreno: el de saber quién narra y desde dénde. Contrariamente a lo que afirma Jean Franco, el narrador de Yafiez no es “un semi- Dios omnipotente” que impone el sentido, lo mismo a sus criatu- LA SOCIOCRITICA FRENTE A YANEZ 349 ras que a su lector, sino un narrador ubicuo que busca constante- mente superar su posicién de “exterioridad”, deslizindose en sus criaturas individuales o colectivas para dejarlas hablar y seguir sus impulsos muchas veces errdticos. El procedimiento composicional y estilistico, en todo sentido opuesto al del realismo tradicional, est4 claramente expuesto en el epigrafe de Al filo del agua con la metdfora de las canicas, y rige también la confrontacién de la comunidad costefia con el proceso de modemizacién en La tierra prédiga. (Rige incluso ta visién, también interna, del propio sec- tor modemizador.) El narrador de Y4fiez en una y otra novela se desplaza constantemente de una perspectiva a otra, y no para ma- nifestar a través de los personajes o de las “voces” andénimas su propio punto de vista, sino el de los diversos protagonistas del proceso narrado. Es por tanto impropio achacar a Y4fiez, 0 a su identidad ideolégica 0 subjetiva, lo que, en la configuracién de los signos-personajes proviene de las propiedades socio-culturales del teferente 0 lo que, en la enunciaci6n, corresponde a las “voces” 0 a los personajes. Entre el “Hispanismo”, el “Milenarismo”, la “piisqueda de Unidad y Orden” y la “fragmentaci6n y atomiza- cién” de la colectividad no hay continuidad o correspondencia de planos que redunde en Ia construcci6n de aquella “coherencia” subjetiva postulada por el investigador a priori. Lo que hay son correlatos multiples entre planos distintos de la formalizacién artistica concreta de un mundo también concreto. Y si en alguna parte est4 Agustin Ydiiez, es en el apego a su referente (0 sus re- ferentes), en la busqueda de cercanfa con quienes viven, padecen 0 exaltan esta nueva Conquista, en el intento de construccién de un dialogismo entre sectores sociales enfrentados, y en dejar abierta la disyuntiva entre mito e historia. Hacer de 1 un millénariste qui Signore es proponer una lectura no sdlo reductora sino distorsio- nadora de su obra y de su identidad como creador. Con base en estas consideraciones de orden teérico y me- todolégico y en las diferencias de interpretacién a las cuales con- ducen, quisiéramos volver, para terminar, sobre el planteamiento de Jean Franco acerca de la relaci6n entre literatura y mentali- 350 FRANCOISE PERUS dades. Coincidimos con él en que la literatura, y la narrativa en particular, constituye un dmbito privilegiado de materializacién de Ja relaci6n “imaginaria” que los hombres mantienen con sus formas de existencia social. E incluso en que, por ser recreacién concreta y sensible de esta relacién “‘imaginaria”, la novela suele poner de manifiesto los limites de las ideologias, cuando no entrar en contradiccién con ellas. Pero si bien es cierto que estos limites y estas contradicciones pasan por la construccién y reconstruccién de “imAgenes” (signos-personajes especificos y situaciones concre- tas), no es s6lo en las constelaciones sem4nticas de estas “imd- genes”, sino también y sobre todo en su forma, en donde puede ubicarse el arraigo de mds largo plazo de las “‘mentalidades’”’. Por forma entendemos en este caso el modo de constitucién de las entidades subjetivas en su relacién con las representaciones del tiempo y del espacio. Lo que en términos de M. Bajtin seria la forma del cronotopo. Asi, en la narrativa hispanoamericana, la recurrencia de arqueti- POS y mitos que contrarrestan las multiples bisquedas truncas de formalizaci6n de tiempos biogrdficos e hist6ricos atestiguan las di- ficultades que tiene la historia por emerger del mito (0 los mi- tos), la “modemidad” por suplantar a la “pre-modemidad”, o el racionalismo occidental (proveniente de la Ifustracién) por arraigar en el Conjunto social y més alla dei discurso ideoldgico de élites de cufio liberal 0 jacobino. Asimismo, las formas composicionales y estilisticas con que la narrativa hispanoamericana busca resolver el problema de Ja hete- rogeneidad cultural propia de naciones dependientes, forjadas tar- dfamente y a partir del lastre de una herencia colonial, dan cuenta de las dificultades y los conflictos inherentes a la constitucién hist6rica de un auténtico dialogismo social y cultural. El doble didlogo, tenso y conflictivo, con la tradicién universal y letrada por un lado, y con Ja tradici6n autéctona, oral y popular por otro, desemboca aqui en formas narrativas que poco 0 nada tienen que ver con las literaturas que participan de culturas autocentradas, en donde el proceso secular de constituci6n del estado-naci6n descan- LA SOCIOCRITICA FRENTE A YANEZ 351 s6 en la lenta maduraci6n de burguesias que encontraron y forja- ron las condiciones necesarias al pleno asentamiento de su propia hegemonfa. El que esta hegemonfa, que culminé en su momento con los hechos coloniales, esté ahora en crisis a raiz de los mo- vimientos de liberacién del Tercer Mundo y de todas las formas de reversi6n que, aun sin culminar, éstos conllevaron y conllevan para las antiguas metrépolis, no puede hacer olvidar las diferen- cias de base entre unos y otros procesos de estructuracién de la cultura y las mentalidades. Para la aprehensién de estas diferencias de base, los textos na- rrativos y literarios revisten sin duda un valor documenta! de primer orden. Pero, si es que de “mentalidades” se trata, esto no quiere decir que la lectura que de ellos se haga pueda prescindir de la especificidad del lenguaje en que dichos textos se encuen- tran “cifrados”, puesto que es ésta junto con las condiciones hist6ricas que la definen, la que nos remite a los espacios y las temporalidades multiples —el largo plazo de las mentalidades in- clusive— que, deliberadamente 0 no, Jos textos inscriben en su seno. BIBLIOGRAFIA CITADA Cros, EpMonp. Théorie et pratique sociocritiques. Paris: Editions So- ciales / Montpellier CERS, 1983. — — . Literatura, ideologia y sociedad. Trad. Salvador Garcia Monton. Madrid: Gredos, 1986. Franco, Jean. Lectura sociocritica de la obra novelistica de Agustin Yéne=. Guadalajara: UNED, 1988. GotpMann, Lucien. Pour une socioiogie du roman. Paris: Gallimard, 1964. ——.El hombre y lo absoluto. Trad. Juan Ramén Capetla. Barcelona: Peninsula, 1968. Perus, Francoise. “La poética narrativa de Agustin Yafez en Al filo del agua.” Al filo del agua de Agustin Yafez. Ed. Arturo Azuela, Col Archivos. Paris: UNESCO (en prensa).

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