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AUTORES, TEXTOS Y TEMAS u : Maurice Halt h: CIENCIAS SOCIALES . a NINN Coleccitn dingida por Joseeeo Beriain » LOS MARCOS SOCIALES DE LA MEMORIA Postfacio de Gérard Namer Traduction de Manuel Antonio Baez y Michel Mujica Esta obra se beneficia del apovo del Servicio Ceaesrat ce lo Burbujada ia Froncia on Bspana lel Minsteto forces cb Asunios Fsserions. an el co del programa de Pantcipacten en la Publicacion (PAP. Gageta Lowa) Oreurage pubis avec te concours des Minisionefranceis change de fa Culnare- Centre Notional dis Lime Universidad de Coneepciin Facuead eo Gionsas Sociaes Al ANTHROPOS Los marons sociales de la esrora J Mausioe Hallwacks; poetiaelo de Gerave Nomen teclecisn dle Muriel A, Bross y Michel Mujes —Rs (srcclona): Anubiayes Editorial -Connaptun Ustvarklgl dn Concepcion 1 Caracas : Ualvrsidal Centra de Yaneucl, 200 “4 p20 0m. (Autres, Teziosy Tentes, Cismeise Sooke: 19) “Ta onigual “es caves cious de dma HSN Esk aon 1 Mone -aspodios seca 2 Peooigin tial 9. Use yenatamboes = Aupectessohlegizan + Hintrin soci { Linverrladdes Concepcion, ee de GSS (Caneqran) 1 Unerstin Corral da steal. Fie deCCLo ae (Cass), Rainer, Gérard yet. W. Bocca, Myst, end V. Mujica Mich, het MI-Ttig Vir Caccein 301151 Thulo original es cadres sociany de lt nance Primera aficioa en Anthropos Editorials 2006 O Bdltions Alla Michal, 5.4, Pacis, 1994 DSnthropos Elinoria}, 2008 Editar Anthvopos Editorial, Rebs (Barcelona) “wveweditnrizbenttnapos.com En oedicifin con la Facultad de Ciencias Sociales ee Ta Universidac ‘le Coacepeidn, Chile, la Facultad de Ciencias Econdunicas y Socials sie 1a Universidad Central de Vencatiela ISBN; 84.7653692-2 Deposit egal: Ba 29,263-2008 Diseno, walizacién y coorlinzetin; Pal, Servicios Bditovinles (Wario, S.L,!, Rubi Tel y fre 93 $97 22.98 Tnipresion: Novagratik. Vivall, 5, Miantcada i Reixac Impreso en Espana - Printed it Spain “Totus fos deyecce wesayeces. Lis puiosn no ple xe opr tl we wanes negra co anspor va de ees outn eter, troteticn, pax flora. a cinigusr en, indenter erie aed coal . FROLOGO Recientemente, cuando hojedba:nos un viejo volumen del Magasin Pittoresque, lofmos una singular historia de una nitia d29 0 {6 afios que fre encontrada en los bosques, on Jas inrne- diaciones de ChAlons, en 1737. Nunca se supo ni de donde venta ni en qué lugar habia nacido y, acemds, ella ao gusecl6 ningtin reczerdo de su infancia. Relacionando tos deialles dados por clta de diversas etapas de su vida, pudimos inferir qne nacié en el noxte de Ruropa y, cabe sospzchar, donde ios esquimales y que fue evacia para las Antillas y Finalmente para Francia. Ella ascguraba haber atravesado des veces con. siderables extensiones demi, y parecia turbarse cuandose le mostraban im4genes que represen.aban chovas y embarea- ciones cel vats de los esquimales, 0 focas, 0 cafia de azsicar u oiros productos de isles de América. Ademis, crefa recordar con muchisima nitidez que habia so esclaye de una sefiora oc la estimaba considerablemente, pero que el amo, vo pu- diendo soportatla, la habfa hecho embare * Si reproduciinas este velato, del gute desconocemos su au: gnticidad y que solo conocemos de semunda mano, es porque thos permite comprender en qué sentido poderaos decir que fa inemoria d=pende det entorno social. A los $0 19 afios, on nido posee numerpsos recuerdos, recientes ¥ también lejancs. “. alagasin Pittoreeque, 1849, p18. Como relerercios elautor exyrest: “Beerlbt sobre exte tenia bn articalo en el Mercure de Prame, septiembre 173. (la ules _sifia ess en Blasco), y ap breve epuseulo en 1755 (del que no Indica el titulo) det Tunl omamos este laws, {Qué pasarfa si le separaran bruscamente de los suyos, trans- porténdclo a un pais donde no se habls su lengua, en donde ni el aspecto de sus habitantes, ni de los lugares, ni de sus habitos y costumbres, no tienen nada que le resulte familiar para esc entonces? El nifio ha abandonado wna sociedad para pasar a otra. Parece que en un primer momento haya perdido Ja facultad de recordar en esta tiltima todo Jo que ha hecho, todo lo que le impresionaba y que recordaba, sin ningtin es- fuerzo, en Ia sociedad de origen. Para que ciertos recuerdos, inciertos ¢ ineompletos reaparezcar, es necesario que ea [a sociedad donde se encuentra en el momento presente, sc le muestre ul menos imagenes que reconstruyan el grupo y el medio de donde él ha sido arrancado. El ejempla anterior no es mas que un caso extremo. Pero siexaminamos mas de cerea el modo como recordamos, reco- neceremps —-indudablemente— que In mayoria de nuesiros recuerdos se munifiesian en Resulta de este texto que Freud lo en- tendié bastante mal, o conserv6 un recuerdo inexactor por Caan. tael profesor en cuestién rehace sin duda en suena el miseno trayecto (no nos dice por Jo demas si va en cocke, si se trata del saismo coche, etc.), pero no la misma excursidn em donde es- caparia de nuevo al mismo acciderte, Se extrema, en suefio, en recordar el accidente, una ver Hegado al lugar en donde se produjo. Ahora bien, es uma cosa distinta que sofiar que se re- cuerda de un acontecimiento de la vispera, y de encontrarse, en stefo, en la misma situacién de asistir o de participar en los mismos acontecimientos que cuando se estaba despierto. Esta confusién es, por decir lo menos, extrafic. Podemios sustituir este ejemplo por aquel que es menciona- do por Foucault, igualmente de segunda mano, y que Freud no podfa por supuesto conccer:* Se trata de un mécico que, ha- biendo estado muy afectade por una operacién en la cual ha dcbido mantener las piernas del paciente al cual no se podia administrar el cloroformo, vuelve = ver durarte una veintena de noches ef mismo acontecimiento: . Toilos esos sucfios lienen un caricter comin; se trata de recuerdos de infancia, completamente olvidedos a través de um tiempo indeterminadoy quene se pueden precisardacante al Kempo de vinitia, inchiso después que el suesie los ha evocn~ do; vaciven, mezclados a nuestras fantasias, y se requiere sor ayudados por la iieioria de otros, o Hevar a abo una pesqui- say uno verificaciéa objetiva, para constatar que co;respon- “den cm cfects a realidades anteriormente percibidas. Ahora biev, sin duca no se Lrata de escones completas que reapare cen, sino ua nombre, un resiro, la indicacién de una calle, de una casa. Todo esto no forma parte, sin embargo, de nuestra experiencia familiar, de los recuerdlas que no-nos extraniamos al reencontrar, en estado fragmentarto, en nuestros sueiios, porque son recientes, 6 porque sabemos que despierios po- seemes sobre ellos un cierto contrel, porque en definitiva hay muchas razenes para que entren co a categoria de los pro- ductor de rucstra actividad imaginaliva. Al contyaria, se requerirta adinitic que los recuerdos de nuestra infancia se han estereotipado, que son, desde el comienzo, y permane- cen, como dice Hervey de Sainé-Denis, imagenes clichés, delas cuales nuestia conciencia no hia tenido conoeimiento de nada mas a partir del momento ea.que se han grabacio (ap, cit g. ld nota). Tero entomees, el recticido esta todavia mis desnataralizado, puesto que tarepresuntae fee hechos tal come otto hnbria pose veros. 24 mos, 0 bien que reflexionamos, 0 que proyectamos sobre lo que vernos el matiz particular de nuestra disposicién del momento, terror, inquietud, asombro, molestia, curiosidad, interés, cte. ‘May instructives al respecto son des ejemplos, consigna- dos por Maury, a propésito de sueiios en donde aparecen per- sonas que sz sabe estén muertas: «Hace quince arios, uma se- mana habia transcurrido desde la muerte de ML. cuando lo vi muy claramente en svefio... Su presencia me sorprendis mucho, y yo le pregunté con uma viva curiosidad como, ha- biendo sido sepultado, habia podido regresar a este mundo. ML... me dio una explicacién que, podemos adivinar, no te- nia sentido come, yen la cual se mezclaban teorias vitalistas que yo habia recientemente estndiado». Esta vez, él tiene el sentimiento de que suefia, Pero, ea otra oportunidad, esté convencido de queno suefia y, no obstante, le vuelve avery le pregunta cémo es que se encuentra alli” Sefiala, en otra par- te, que en suefio no nos asombramos con las mas ineretbles contradicciones, que nos eausamos con personas que sabe- ios estan muerias, etc." En todo caso, aun cuando nosotros na buscamos resolver la contradiccion, la destacamos, tene- mos al menos el sentimiento. Miss Calkins seftala que xen los, 375 casos observados por ella y otf sujeto, 20 hay ningin ejemplo de un suciio en donde sean vistos en otr momento que en el tiempo presente. Cuando el sueito evocaba la casa en donde habjan pasado su infancia, 0 una persona que no habian visto desde hace muchos avios, la edad aparente del sofiador no habia disminuido en neda con miras @ evitar un anacronismo; cuslesquiera fuesen of Ingar o el cardcter del suefio, el sujeto teafa siempre su edad actual, y sus condicio- nes generales de vida no estaban alteradas».!" Serguciev, ciega desde hace muchos aiios, seve en suefio en San Petersbargo, en el Palacio de Invierno." El emperador Ale- 12, Mauryop. eit, p £86. 13. Ibid. p46, 54. Calkins.op. of, p31 15, 8, Setgeney Le summeil oe gutdme renews, Physiologie dela veil et de stommeal, Pari, 1892.2. ol, pp. S07 ys Se pods agrcgst aesteefemalo eLease tame turtewo, deserite porH. Bergson (sea slenulacien tncomeciente em el estoclo de hip rotismos, Revue Plilosonhizue [eoviembre de 18862, de van mar en esta de Iipeisis oe, con mirae a ejecutar wis otdon quasapone en ela facuTtades mori Jesnusa um sublerfugio, porque ella peste anuy bier ue ro posre dha faked. 25 JandroT se entrevista con dl yle iavita a regresara su regimien. to, Este obedece y luego se dirigea su coronel. quien le dice que podré retornar su scrvicio al dfa siguiente. «—Pero vo no he tenido tiempo de conseguirne un caballo... -Yole prestaré uno demi caballeriza, —Pero mi salud esta muy fragil. ~El médica leeximira de servicio.» Entonces solamente, es decir en dtima lugar; daa conocer al coronel un obstiiculo radical, y lereener da quesiendo ciego es absolutamente incapaz de divigir un es cnadrin, Nunea tuvo, ni desde ei eomienzo, el sentimiente de una imposibilidad, es decir que, desde el comienzoy en todes Jos momentos cel sucio, su personalidad actual interventa. De este modo, jamas en sucho nos despojamos entcramente de nuestro yo actual, y esto bastaria para que las imagenes del suuc- ito, si éstas reprodujeran casi idénticamente un cuadrode nues- iro pasado, serian a pesar de todo diferentes de los recuerdos. Pera, haste aqui, no hemos hablado sino de sueios de los cuales nos acordamos al desperiar. ¢No existen otros? ¥ ade. mis de todos aquellos de los cvales no nos acordamos, por razones quizis en parteaccidentales, g10 extsten acnéllos cuya naitraleza es tal que no podemos acordaracs? Pues bien, si tales fueren precisamente aquéllos en doride ci sentimier.t dela personalidad actual desaparece absoh tamente, y que se harevisto el pasedo exactarsente tal como fue, habria que decir que hay en efecto sueiios en donde hay recuerdos que sereali- zan, pero que se Kes olvida regularmente cuando se acaba de sofiatr Bs lo que entiende jrstamente H. Bergson, cuando airi- Dbuye al sueno liviano los sueiios que recordaimos, y promueve acreeraute, en ei suefio prefndo, fos recucrdas legana ser el ebjeta inicoo, al menos, wn objeia posible ce nuestros suetios. Sin embargo, cuando Hervey de Saint-Denis, juzgando mas 9 menos en profundidad su sueia segin el srado de mayor o menor dificullad que tiene en despegarse de él, destaca que, enel suetio profando, ¢] sueno es mas «vives, mAs «hicidos y, al mismo tiempo, «mds Seguido>; por un lado contariamos asi comla prucha de que nos acordamos de ins suefias profun- dos, par otro nada indica que hava mas recuerdos, yrecuccdos ings exactoscn éstos que en los suefios del sonar liviano.!* Bs 46, Friods Hoerozen, an Statstecto Unersuchungen der Tutus une Seas, Phi. Suadien de Wend, #989, le wna snecsta Gon Casca de WM su; oon 26 verdad que se puede responder: entre el momenta en ef cual alguien comienza a despertar, y aquél enclonde esta despierio efectivamente, se ha escurrido un intervalo de tiempo. Pues bien, por pequedic que sea, éste vitimo basta, dada la rapidex can la cual se desarrollan tos suefios, para que se hayan pro- ducido en este intervalo, que corresponde awn estada inier- medio entre el sueno profundo y el estar despierto, trasladas, errdncos de suerios al sueio profundo que ha precedido.$i se hace contener ast en una duracion infinitesimal suefios de una duraci6n aparentemente muy larga, nada prueba, en efecto, que no hayamos nunca alcanzado los sucitos del suefio pro- fendo proptamente tal, Pero se requiere quizés desconfiar de las observaciones dlasicas en donde el sujeto cree haber parti cipado, en sneiio, en acontecimientos que demandarian, para producirse en realidad, mucho tiempo, varios dfas ¢ inchiso varias semanas, y que no obstante han desfilaco ante su mira- da en pocos insiantes. ¢Hasia qué punto ha asistido a los econ tecimientos? ¢Hasta qué puntone ha tenide més quo nna vis~ ta esquematica? Kaploun dice que ‘e ha sucedido «constatar vorias veces no solamente qite no #8 suevia mas rapido de lo 22 52 piensa estado despierto, sino que el suefie es relativa- monic Ionier. Su velocidad le parece ser «cexcana a Ja de Ja accion reals.” Hervey de Saint-Denis dice que, habiendo ten do la ocasién de despertara menudo a una persona que soha ba manifiestamente, tan bien que ese persona le daba asf, dhee- miendo, puntos de referencia, y habfa «constantemente observado, interregdndole de inmediaio-acerca deo queaca- babs de sonar, que sus recuerdos no iban jamés pads alld de un Japso de cinco a seis minutos». En todo caso no estamos lejos de algemos segundos que dura el despertar «Un gran ntimero de veces, agrega el mismo autor, he encontrado el hilo conductor que habia seguido Ja asaciacién de mis ideas hays en goe tenemos suedins muy vives y qe ls recordanwes mejor eusnda donnie resi ondizariaryente con un suese dviano, Pors las mujeres serian la exeupcioa, Para otros osnas la preguntas estaba planteadas tn tésmings iy vagos. 17. Keplowa, Psychologie generale ede de [ante de réve, 1819, p, 126, Véase tombicn I eitica del esuero de Maus, en Yer Delage, Le réie, Naites, 1920, Pp. 260 y 8. Delage no erce, al menos en general, 2% I «velocidad fulrminantes de as 18. Hervey de Saint Denis, op cit. p. 266. aI durante un perfado de cinco a seis minutes, transcurrides entre el momento en que habia comenzado a quedarme dormido y aquélen que yo habia sido sacado de un sueto ya formado, es decir desde él estado de vigilia absolute hasta el del suefio completo.» Be este modo, a las observaciones acerca de la ra- pidez de los sueitos, de donde se concluye que no se recuer- dan los suefios del sueno profundo, es ficil oponer otras que tendecian a probar lo contrario. Podrfamos, zhora, razenar acerca de los datos menes dis- cutibles. Enire nuestros suefios, hay algunos que son combi- naciores de imagenes fragmenterias, de los cuales no podria mos sino mediante un esfuerzo de interpretacion a menudo incierto reencontrar el origen, al desperta, en una o varias regiones de miestra memor'a. Otros son simplemente recuerdos desvinculades. Entre usios y otros hay bascantes intermediaries. GPor qué no se supondiria que la serie no se termina alli, que mis alld de esos recuerdos desvinculados hay otros que no to son, gue enseguida viene una categoria de sweitos que conten drfan recuerdos puros y simples (realizados)? Se inverpretaria esto diciendo que lo-que impide al recuerdo reaparecer integralmeme son sensaciones organicas que, por muy vagas. ‘que fueren, penetran sin embargo cn el suelo, y nos mantie- nen ea contacto con el mundo exterior: ef hecho de que este contaito se reduzca cada vez més, af fin-y al cabo,,nada del exterior intecvendrfa para componer el orden en el cual se su coden, permanecera solamente el orden cronelégico antiguo segtin el cual la serie de recnenios se desaryollard de nucvo. Pero, aun cuando podriamos clasificar asi las imagenes de los, ‘suenos, nads nos autorizar‘a para admitir que se pasa por tran- siciones insensibles dela categoria de los suefios a aquélla de los recnerdos puros. Se puede decir del recuerdo, tal como se Jedefine en esta concepcidn, que no contiere grads: un estar do es un recuerdo, u ofra cosa: noes en parre un recuerdo, en parte otra. Sin duda, hay recuerdos incompletos, pero ne hay, en un stiefio, mezcla de recuerdos incompletes con owes ele- memtos, pues un recuerdo aun incompleto, cuando se le evoca, se opone a todo el resto como el pasado al presente, mientras qué e: suche, en todas sus partes, se confunde para nosoires con el presente. Bl suefio no escapa mas a esta condlicién que, una hailarina, metuso cuando no toca el suzle con fas puntas 2 de los pies, y da Ja impresién que emprendera wuelo, na se sustrae de ninguna manera a las leyes de Ja gravedad. No po- demos pues concluir, de cuanto hay suefios que se parecen mas que otrosa nuestros recuerdos, que babria suefios que son re- cuerdos puros. Pasar de unos 4 otros seria saltar de un orden de cosas a oto cuya naturaleza es totalmente diferente. Si, en el sueiio profundo, ta actividad por excelencia del espiritu consistfa en la evocaci6n de los suefios, seria bastante extrafio que antes de quedarse dormido se requiriese destiar su atencion no solamente del presente y de los recuerdos in- mediatos que nos lo represenian, sino también de toda espe- cie de recuerdos, y suspender, al mismo tiempo que sus per cepeiones, la actividad de la memoria. Ahora bien, ¢s lo que se realiza, Ksplouncrce haber observado que al comienzo del adarmecimiento se atraviesa por un estado de ensofacién en donde «la evocacién de los recuerdos es facil, continua y fer tils. Pero, en seguida, se necesita «dablegar la enengia del es- tar despiertc», a lo cual se Hega eocupindole mediante un trabajo que produce un vacio, un empobrecimiento: una me- Jodia, o cualquier otra imagen ritmica». Enseguida el mismo autor sefiala um estado singular, que no ha Jogrado captar, dice, sino después de un largo recorrido, y que precederfa inmedia- tameate al verladero suehio. “Todo motivo ritmico desapare- ce, y HOS encontramos como el espectador pasivo de una germinacién incesante y répida de imagenes simoles y cor tas... claramente objetivas, independ-entes y exteriorizadas.. Porece que se asistea la dislocacién del sistema latente parti- cular (conciencia de lo real en el estedo de vigilia), en donde Jas partes actian vigorosamente antes de desaparecer, Los ele- mentos de este sistema (nocién de la orientacion, de las per sonas que nos rodean, © quc hemos visio) lanzan de alguna manera su tiltimo destello.»™ De este modo, «los casilleros» en los cuales repartimos las imageres del estado de vigilia deben desaparecer, para que se haga posible un nuevo modo desistematizacion, aquél del suefio Pero esos casilleros son 19. Kaploun.op. eit. p. 180. 20. Mi. Delaciods ha delinide exttosamente el nade de onganizae 6 de las ima gon de susie suciow +Uise nlite) deaagre gene de sistnrn paguicoce, Ta smuctarelogine dic re, Revue de Miuaphsstaue e\ tie Morale (999). p. 236. 29 también aquellos en ios cuaics se clabora, en estado de vigitia, Ja evacacién de los recuerdos. Parece pues que el sistema ge neral de las percepciones y de los recuerdes de la vispera sea tun obstéculo para la entrada en el suefio. De manera inversa, si vacilamos a veces al entrar ala vispe- a, sinos quedamos a veces en el despertar, algunos instantes, en ur estado intermedio que no es exactan-ente ni el suefio ni Ja vigilia, es porque no Hezamos a scparar los casilleros cn lox cnales se han distribuido las tiltimas imsyenes vistas en suefio, y que los marcos del persamiento despietto no concuerdan con Jos del suef.a, Transeribimos aqui un suefio en donde nos parece que ese desacuerdo aparece claramente: «Suefia nrisic. Estoy con un joven que se asemeja a uno de mis estudiantes, en una sala que es como Ie antecémara de una prisién. Soy su abogado, y debo redactar con él (2). Se me ha dicho: registre !a mayor cantidad de detalies que pueda, Ha d2 ser ahorcado por hho sé qué crimen cometido. Yo lo consuelo, pienso cn sus pa- res, quisiera que pudiese escapar, Al despertar, estoy aun tan tristey preocupado que busca cémo poder ayudarle a salvarse (si se encontzara en tal situacién). Me imagine que estoy cn una gran cluded, y me orzslado en el ponssmiento a barrios exteniidos en donde hay grandes conjuntes de casas con in- crustacion de galerias, de restaurantes, etc. (éal como me suce- di6 ver a menudo en suetio, siempre los mnismos, a los cuaies no corvesponde ningrin recuerdo de la vispera). No abstante, yo sé al mismo tiempo que en Ja ciudad ea fa cual estoy cn realidad no he visitado jamas tales lugares, y que no estan in- dicados en el plano». Ese estado se explicaba, sin dada, gor la iniensidad emotiva del stiefio, tanto que, una vex despierio, yo estaba todavia bajo el imperio del sentimienio vivido en el sue- flo. Me creia pues, ala vez, en dos cindades diferentes, de las cuafes tna era equélla de mi sueie, y me esforzaba en vano Por encontrar en tna to «jue habia visto en i otra, Entre «l pensamiento del sueio y el de Ik vigilia hay, en efecto, esa diferencia fundamental de que uno y otra no se desarrollan en les mismos marcos. Es lo que parecen haber viste des autores, cuyas coneepciones son por lo demas muy 30 distantes, Maury y Freud. Cuando Maury acerea ¢! suefio a Gertas formas de slienacién mental, tiene cl sentimiento de que, enambes casos, el sujeto vive en un medio ue le es pro- pio, en donde relaciénes se establecen entre Jas personas, 1os objetos, las palabvas, que no ticnen sentido sino para él, Sali- do del mundo seal, olvidando las leyes fisicas al igual que las convenciones sociales, el sofiador, come ef alicnado, prosigue sia duda un mondlogo interior: pero all mismo tienxpo crea un raundo fisico y social en donde nuevas leyes, nuevas conven- ciones aparecen, que cambian por o demas sin cesan Empe- ra, cusndo Freud asigna a las visiones de tos sueitos el valor Ge signes de les cuales busca el sentido en las preocupaciones escondidas del sujeto, no dice cn el fondo otra cosa. Si nos mantenetinos, en efecto, en los datosliterales del suciio, resulta sorprendente su insignificancia y su incoherencia. Pero lo que carece de interés para nosotros no Jo es por cierto para aquel que suefia, y hay una i6gica del sueno que explica todas esas contradicciones. Sin duda, Freud no se queda iB; él se es- fuerza por dar evenia del contenido aparente dei suenw por Jas preocupaciones escondidas del que duerme; imagina in- cluso que ef sujeic, para regreseniarse en stetio el carapli- miento de sus deseos, debe no obstunte disirmular la naturale. 2a, por respeto a un segundo yo, que ejerce en exe teatro interior una especie de censura, y de le cual es menester bur lar ls vigilancia y alejar las sospechas; de alff vandria el carso- ter simbélics de tos suefios. Ahora hien, las interpretaciones ‘que propone son ala vez muy complicadas y muy incierins: se requiere, pars conectar tal acontecimiento dc fa vfspera y tal incidente dal snefio, hacer intervenir asociaciones de ideas a menude bastante inesperadas y, pore dems, Freud no se que da en general en una traduccion: cobrepene unos a los otros dos, tres o cumtro sistemas de interpretacton y, en el momento enque se detione, deja entender que él entrevé variasolrasrela- clones poribles, y que no las deja en silencio sizo porque hay que extremarse. Esdecir que, mientras queen el estado de vigi- Jia los imégencs que pereibimos son lo que son, mientras que cada una ne representa mas que una persona, que un objeto no estd mas que en un lugar, que uns accién no Uene mds que en resultado, que tuna palabra no tiene mas que un sentido, sin Jo cual los hombres no se reencontrarian en medio de las cosas, y 31 durante unperlado decinco a seis minwios, transcurridos entre el momento en que habsa comenzado a quedarme dormido y quel en que yo habfasido sacado de un suafio ya formado. es decir desde él estado de vigilia absoluta hasta el del sueno completo.» De este modo, a las observacioaes acerca de la ra- pidez de los sueftos, de donde se concluye que no se recuer dan ‘os suehos del suefo profundo, es Facil oponer otras que tenderian a probar lo corteario, Podriamos, ahora, razonar acerca de los datos menos dis- catibles. Entre nuestros sueftos, hay algunas que son combi- naciones de imagenes fragmentarias, de los cuales no podrfa- mos sino mediante un esfuerzo de interpretacién a menudo incierto veencontrar el origen, al desperter, en una 0 varias regiones de nuestra memoria. Otros son simplemente recuerdos desvinculados. Entre unosy otros hay bastantes intermediarios,

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