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EL OTRO, LUGAR DE DESEO Y DE GOCE Juan Capetillo (Universidad Veracruzana) E] tema de este Simposium se relaciona estrechamente con el anterior en el que también participamos: el sujeto. El Otro y el sujeto son correlativos, la constitucién del sujeto puede concebirse tinicamente en correlacién con el Otro, sobre esto versara mi ponencia. En principio quisiera hacer una modificacién en el titulo de la ponencia. De acuerdo al contenido de lo que voy a plantear a con- tinuacién, el titulo debe ser “El Otro, lugar de deseo o de goce” en vez de “y de goce”. Esto porque en psicoandlisis hay mas que una conjuncién, una oposicién entre estos dos conceptos: el desco, el goce, sobre todo cuanido los ponemos en relacién al Otro. Es decir —para- fraseando el titulo— el Otro como lugar, como tesoro de los signifi- cantes, puede aparecer para el sujeto habitado por el deseo o habi- tado por el goce y si es una cosa u otra, el destino ser diferente. La ponencia esta divida en dos partes, la primera con la que ahora comienzo, subtitulada: I. Introduccién del Gran Otro. E) concepto del Otro con maydiscula es primeramente introducido por Lacan en el psicoanilisis con una funcién precisa: distinguirlo del otro con miniscula; es decir, distin- guir los registros de lo simbélico y de lo imaginario y su participacién en la experiencia psicoanalitica. Esta introduccién es hecha en los afios 1954-1955 durante el Seminario II llamado: “El yo en la teoria de Freud y en la técnica psicoanalitica”. 353 La génesis de este concepto podemos explicarla a partir de 3 gran- des conjuntos de factores: 1. el trabajo previo de Lacan durante Jos afios 30s-40s sobre el registro de lo imaginario y su incidencia en la prdctica psicoanalitica. Periodo cuyo texto central es “El estadio del espejo como formador de la funcién del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalitica” 2. la situacién del psicoané- lisis en la década ‘de los 50s caracterizada por una promocién tedrica y técnica de la categoria del yo a partir de una cierta lectura de la segunda té6pica del aparato psiquico desarrollada por Freud: la del ello, el yo, el super yo, y 3. la colocacién del psicoanAlisis por Lacan en el campo de la palabra y del lenguaje destacando las funciones que en la experiencia psicoanalitica tiene la palabra, lo cual esta re- gistrado en el texto: “Funcién y campo de la palabra y del lenguaje én el psicoandlisis” de 1953. Me extenderé un poco sobre estos 3 puntos. Entre el punto No. 2. situacién del psicoanilisis en los 50s, y el punto No. 1. concepcién de lo imaginario en Lacan, hay una con- tradicci6n que Lacan resuelve en cierto sentido con lo que plantea el punto No. 3: el psicoandlisis como disciplina del campo del len- guaje. Es decir, ‘de acuerdo a lo trabajado por Lacan en el ler, periodo de su ensefianza, resulta una concepcién del yo que se contrapone a Ja sustentada en la década de los 50s por distintas escuelas de psico- andlisis, lo que leva a una concepcién diferente de la prctica psi- coanalitica y de sus metas. Para Lacan el yo es una estructura for- jada por la alineacién del sujeto en su imagen especular y tiene una funcién de desconocimiento; para estas otras escuelas —que podria- mos identificar por ahora como de Psicologia del Yo— el yo (el ego) aparece como una estructura identificada al ser del sujeto y su fun- cién es de sintesis entre las diferentes instancias del aparato psiquico. Para estos tiltimos el andlisis debe apuntar al reforzamiento del yo a fin de que pueda cumplir adecuadamente su funcién sintetizadora; para Lacan esto significa acentuar el, desconocimiento de la verdad del sujeto, por lo que considera que ¢l psicoanilisis m4s bien debe ee como un cuestionamiento —aunque no desaparicién— del yo. No perdemos de vista el objetivo, no se trata de internarnos en aspectos técnicos del psicoandlisis, se trata en ‘primer lugar de clari~ 354 ficar la nocién del otro con miniscula en Lacan para a partir de ahi definir el concepto del Otro con mayiscula. En principio, para Lacan el otro con mintiscula es identificado con el yo y conforma el registro de lo imaginario en la vida del su- jeto. Lacan explica cémo sc constituye el yo y porqué el yo es el otro (con mintscula), para esto recurre a su argumentacién sobre el es- tadio del espejo. Este estadio es postulado por Lacan en conexién con lo desarrollado por Freud en su trabajo “Jntroduccién al narcisis- mo” de 1914, texto capital en la teoria freudiana del yo. En este articulo Freud plantea que el primer periodo de la vida del sujeto esté marcado por el autoerotismo, lo cual es ‘determinado por el caracter parcial de la pulsién; esto es, la pulsién se satisface en el cuerpo propio pero tomado por partes, no como una unidad; mas adelante aparece el narcisismo donde la pulsién se dirige a un objeto ya unificado que es el yo, lo que no significa que la pulsién pierda su cardcter parcial. Hay una diferencia entre las dos fases, en ambas es el cuerpo propio donde la pulsién busca satisfacerse, sélo que en la primera son partes del cuerpo inconexas unas con otras y en el narcisismo el ‘yo aparece constituyendo una unidad cor- poral y es tomado como objeto por la pulsién. Son momentos fun- dantes, el yo no es un dato de principio, se constituye contingente- mente en el devenir de la historia del sujeto. Lo que no hay en Freud —y él asi lo plantea como una carencia— es la explicacién del paso de una fase a otra, ‘de lo que conduce del autoerotismo al narcisismo, en donde ya aparece una cierta identidad del sujeto; es en este hueco donde viene a insertarse la teorizacién lacaniana sobre el estadio del espejo. Hay una prematuracién en la fase del autocrotismo, hay una fragmentacién del cuerpo instaurada por la pulsién y correlativa- mente, una percepcién de si mismo como desgarrado, incompleto; en algin momento de este periodo —entre los 6 y los 18 meses— se da el primer encuentro del nifio con su imagen en el espejo, esta imagen lo fascina, lo cautiva, lo captura, porque le ofrece —alterna- tivamente a como se percibe hasta entonces— una imagen de com- pletud, de unidad, lo que lleva a la produccién del fenémeno de identificacién como la imagen en el espejo: “yo soy ese” la imagen en el espejo, fendmeno que constituye ese puente afiorado tedérica- mente por Freud. Momento inaugural, matriz de la estructura del yo, 355 conformacién de lo imaginario y comienzo del fin de la indetermina- cién con la madre. Entonces, el yo es producto de la identificacién en la imagen del otro, el otro del espejo, es lo que permite a Lacan afirmar: “yo soy otro”. A partir de ese momento inaugural el yo se nutre de la suma de identificaciones que a lo largo de la vida se van dando con otros que presentan al sujeto una imagen especular ahondando asi la dis- tancia entre ese yo formado con la pasta de la alineacién y el sujeto. En este punto debemos explicitar una diferenciacién ya implicita en lo anterior y que nos permitird seguir desarrollando el plantea- miento: hay una heterogeneidad radical entre el sujeto del incons- ciente y el yo. El yo como centro de lo imaginario va estableciendo una serie de relaciones con el mundo y con los otros yoes (hechos de la misma manera que él) y en estas aparece ante si mismo como el conductor y responsable de ellas. El yo cree que sabe lo que dice y lo que quire, pero por su funcién en si, desconoce las directrices que lo guian, que lo conducen y que se sittan fuera de su campo, fuera de lo imaginario. Y aqui comenzamos a introducirnos en el registro de lo simbélico y con esto en el Otro, (Con mayiscula). El propésito enunciado al principio fue el de hablar sobre la cons- titucién del sujeto, del sujeto del inconsciente en el campo del Otro. Esto pasa en primer lugar por cuestionar de 2 formas la pretensién de identificar al yo con el ser: una, demostrando su cardcter alienado y dos enfatizando su funcién de desconocimiento de las determina- ctones de la verdad del sujeto. Estas determinaciones estén en lo sim- bélico, en el Otro gcémo abordar esto? Podemos establecer 2 puntos: primero, en relacién con el fend- meno de la identificacién en el espejo: no es exacto que sea el nifi quien dice “yo soy ese”, es més bien un otro: la madre quien le di “ti eres ese”, el del espejo. La madre aparcce en una relacién de exte- rioridad respecto al sujeto en este momento, no aparece como un otro especular, es por eso que decimos que aparece como el ler. Gran Otro para el sujeto. Otro con mayitscula en el que se encuentran ya inscritas las lineas que marcarin el destino del sujeto. Otro con mayiscula que es identificado por Lacan como el registro de Jo sim- 356 bélico, como la estructura del lenguaje en el que hay una existencia del sujeto anterior a su aparicién como organismo. Entonces, 2 registros distintos: lo simbélico, lo imaginario. El pri- mero determina al segundo, éste —lo imaginario— no puede darse sin la mediacién de lo simbélico. Registros disimétricos pero que se entrecruzan. En lo imaginario encontramos esa construccién imaginaria que es el yo, el otro con mimiscula y que estructura las relaciones con la realidad (toda realidad es imaginaria). En lo simbélico, el Otro con maydscula encontramos todos los antecedentes histéricos, culturales, antropolégicos, de deseo, etc. que conforman la estructura del len- guaje humano, es condicién de lo imaginario y aparece para el suje- to en un ler. momento a través del soporte que le presta la madre. Hasta aqui el ler. punto, el segundo en relacién con la experiencia analitica de donde surge la necesidad de introducir al Otro con maytiscula. Lacan recomienda a los analistas preguntarse ¢quién es el que les habla en el paciente que se dirige a ellos y desde que lugar van ellos a responder a ese que les habla? El mensaje —dice La- can— es emitido desde un lugar distinto del yo del paciente y se dirige a un lugar distinto ‘del yo del analista. El mensaje es emitido desde el lugar del Otro y alli se dirige, lo que encontramos en la férmula que de la comunicacién da Lacan “el lenguaje humano constituye una comunicacién donde el emisor recibe del receptor su propio mensaje bajo una forma invertida”, Hay varias suposiciones importantes en esto que tienen que ver con la concepcién de Lacan sobre el Otro, En primer lugar Lacan parte de su tesis de que el inconsciente esté estructurado como len- guaje, tesis cuya existencia en la obra de Freud, demostré profusa- mente; que los mecanismos descritos por Freud, como caracteristi- cos del actuar del inconsciente: la condensacié6n y el desplazamiento son equivalentes a la metdfora y la metonimia como figuras produc- toras del sentido. Esto supone concebir un lugar donde estarian todos los significantes de la vida de un sujeto y desde donde se producirfa el movimiento del sentido, Este lugar es el Otro con maytiscula, por €so tesoro de los significantes, que se encuentran alli en sincronia y en el sinsentido, por lo que no es lo mismo que el Cédigo, en el Otro los significantes no estén amarratdos a significaciones, la signi- 357 ficacién se produce a partir del sinsentido y como resultado del movi- miento auténomo del significante y sus momentos privilegiados son los de la metdfora que se da en la via de la metonimia. Otra suposici6n importante y central: la autonomia del orden simbélico. El orden simbélico es el conjunto de los elementos del lenguaje que responden a su combinatoria pura, tienen sus leyes combinatorias independientes del sujeto, se relacionan, distinguen, combinan, se estructuran unos a otros, etc. de acuerdo a leyes pro- pias, Ieyes de estos elementos en si mismos. En este movimiento au- ténomo del Otro se produce un sujeto. No es el sujeto el que deter- mina el movimiento del Otro. Para Lacan el inconsciente es el discurso de este Otro, ese discurso que se mueve independientemente y en su movimiento produce un sujeto, el sujeto de ese inconsciente. En la suposicién lacaniana de la autonomia del orden simbélico est4 impli- cita la primacia del significante. Para Lacan el significante no tiene Ja funcién de expresar significados sino de producirlos con su movi- miento, es por eso que a partir de estas 2 premisas: 1, La determina- cién del sujeto por el Otro y 2. La primacia del significante, podemos arribar a la definicién dada por Lacan del sujeto como siendo lo que un significante representa para otro significante. Después de esto podemos volver a la situacién del andlisis con la que comenzamos este segundo punto, Lo que plantea Lacan en esta época es que en el andlisis debe trascenderse el vinculo imaginario con el paciente, el analista debe saber colocarse en el lugar del Otro para cl analizante porque es desde este lugar desde donde se produce el mensaje y hacia donde se dirige. Esto implica no aparecer como otro con mintscula, como yo, como ego, como igual, es decir en una relacién dual que repro- duciria las relaciones de todos los dias con los demas y no permitiria distinguir a la situacién analitica como una situacién especial donde el sujeto aspira a localizar las determinaciones simbélicas de su des- tino que estan produciendo —sin que él sepa— sus compromisos, sus quereres, sus placeres, sus odios, ete. Para decirle al analista de su no colocacién como un otro con miniscula, para sefialarle el lugar que debe ocupar en el proceso, finalmente para esclarecer la estructura de la situacién psicoanalitica que responde a Ia estructura del inconsciente es que Lacan introduce el concepto del Otro, con maytiscula. En esta poca crea un esque- 358 ma —el esquema L— que condensa sus plantcamientos y con el que quisiera terminar esta primera parte: Il. El otro y la falta. En la primera parte establecimos implicitamen- te que la verdadera alteridad para cl sujeto se da con el Otro y no con el otro. También en la primera parte transitamos por 2 situacio- nes que se recubren en psicoanilisis: la situacién psicoanalitica y los primeros momentos en la vida de un sujeto. En esta segunda parte nos centraremos en la constitucién del sujeto y la argumentacién gi- rar en torno a la categoria de la falta, categoria central en psicoand- lisis. Antes de entrar directamente en el tema, quisiera plantear que el concepto del Otro —aunque no teorizado— esta presente en la obra ide Freud. Citaré s6lo 4 momentos de la obra en que lo podemos ras- trear: lo, En “La interpretacién de los sueflos”, (1900) cuando Freud presenta el término del Otro escenario como el lugar desde donde se producen los contenidos latentes del sueno; 20, En el mismo texto durante la descripcién y el anilisis del paradigmitico suefio de la inyeccién de Irma cuando ese Otro de Freud se pluraliza en lo que Lacan lama: la inmixién de los sujetos; 30. En el andlisis del hom- bre de las ratas cuando Freud hace depender la neurosis obsesiva del sujeto de las circunstancias de la deuda contraida por su padre y 40. En el “Mds allé del principio del placer” (1920) cuando toma preeminencia algo que esté mas all de toda simbolizacién: lo real. A partir de esto podemos plantear que ese Otro externo a mi, alterno a mi, a la vez me agita dentro de mi y se presentifica a través de mi discurso disponiendo de momentos privilegiados como son el lapsus, el suejio, el sintoma, etc., que son hechos de discurso. 359 Cémo aparece ese Otro para el sujeto y qué tipo de relaciones va a establecer con él es en funcién ‘de lo que va a estar la neurosis, la perversién, Ja psicosis, en una palabra la vida del sujeto. Relaciones del sujeto con el Otro que son obnubiladas por la relacién imagina- ria, de ahi la necesidad de trascenderla. Retomamos el tema: la constitucién del sujeto en el campo del Otro. Podemos iniciar planteando que ¢l sujeto se constituye a par- tir de 2 carencias. Haré un pequefo recorrido para volver a esto. El Otro es el lugar ‘del tesoro de los significantes. El inconsciente ¢s su discurso. En el Otro hay ya prefigurado un lugar para el sujeto antes de su aparicién como organismo, antes de su nacimiento. Al recién nacido dirige el Otro, el ler. Gran Otro: la madre, su dis- curso. Este discurso aparece en un ler. momento a través de la entre- ga de dones que hagan sobrevivir, que satisfagan la necesidad, (es el momento de la 1a. experiencia de satisfaccién de la que habla Freud: pasar de la nada del desamparo al todo de la completud. Experiencia mitica por ser anterior al sujeto. El objeto estaba pero el sujeto no era; sin embargo, deja huella, la que orientard toda bisqueda para reproducir la experiencia, bisqueda destinada siem'pre a la inevita- ble decepcién porque los objetos encontrados, no son el objeto; esto es, cuando el sujeto es, el objeto ya no estd). El discurso del ler. Gran Otro (como todo discurso) transporta una demanda: que los dones cntregados sean aceptados. Toda de- manda vehiculiza un deseo. Si hay demanda es que hay falta y si hay falta, habr4 deseo. Mas all4 de la demanda de la aceptacién de los dones, est4 la demanda al nifio de ser el objeto de ese deseo, de ser lo que recubra esa falta; es decir, una demanda de amor, deman- da de lo imposible. El nifio es colocado en la posicién de objeto antes ‘de ser sujeto. Acepta los dones satisfaciendo la necesidad y establece ahora una demanda: pide los dones y més alla de esto muestra que los ha aceptado y pide ser reconocido por esto. Movimiento inaugural del deseo haciéndolo aparecer como deseo de reconocimiento, como deseo del deseo del Otro. Si volvemos un poquito antes: es la pulsién inscrita en el cuerpo de la madre la que mueve su deseo y le Ieva a la formulacién de su demanda con lo que inscribe la pulsién en el cuerpo del nifio, inaugurando asi su desco; la pulsién, que no es otra cosa que el 360 montaje del significante en el cuerpo. El significante al posesionarse en el cuerpo del niflo va a producir un sujeto. Solo hay sujeto por la accién del significante, el sujeto no es causa de si mismo, en el Lenguaje, en el Gran Otro se encuentra la causa que lo produce. Cuando el nifio pide los dones, cuando se dirige al Otro buscando ser reconocido por la asuncién de un deseo, el sujeto realiza la pri- mera de las 2 operaciones que —segtin Lacan lo constituyen: la enajenacién, que significa un dirigirse al campo del Otro en busca de su sentido, de su ser. Se dirige al Otro, a la estructura, a la es- tructura del Ienguaje, ya que sélo hay raz6n de que exista sujeto en lo real porque hay seres hablantes. Pero la estructura no es completa, hay una carencia fundamental en cl Otro, falta un significante, el significante que pudiera nombrar cl ser, falta ¢l significante que nombre el objeto del deseo. Es por esto que Lacan afirma que hoy hay metalenguaje, que no podemos decir el sentido del sentido, siem- pre habra un plus que se escape a la simbolizacién. Es esto lo que el sujeto encuentra en el Otro, A partir de aqui el sujeto se eclipsa, se desvanece en el significante, entre un significante y el otro. Entonces, regresando al punto de partida, hay una primera caren- cia, la del Otro, el sujeto es convocado ahi buscando su propio sen- tido, pero se topa con Ia falta del Otro, con su deseo y esto lleva a la 2a. operacién de su causacién: la separacién, que es un pro- curarse a si mismo saliendo del campo del Otro y con esto descom- pletandolo y apareciendo 1 como incompleto: segunda carencia la del sujeto, que indica que el objeto antes “sospechado” en el Otro se ha perdido irremediablemente. Es este cl momento de la constitucién del sujeto, cuando el objeto se pierde de manera irrecuperable. Tenemos aqui 2 movimientos circulares pero reciprocos Y. que estan sustentados por un mal cntendido: esto es, el sujeto busca en el Otro lo que le dé su sentido, biisqueda guiada por el afan ‘de reproducir la la. experiencia de satisfaccién; el Otro coloca al sujeto en el pri- mcr momento como siendo eso que lo completaria: el objeto, pero ninguno de los dos ¢s lo que el otro espera de él, son movimientos que desembocan en la decepcién y desde ahi llevan a la constitucién del sujeto como sujeto de la falta a partir de un Otro también en falta. Esto, sin embargo, es contingente, puede ser que la decepcién 361 no ocurra y los resultados son otros, mas siniestros, estamos en este caso en la perspectiva del goce. Reitero: el sujeto encuentra que en el Otro falta el objeto que lo completaria y se constituye como sujeto de la falta en el movimiento de separacién que implica la pérdida del objeto. Pero, —como habia- mos sefialado antes-- la causa del sujeto esta en ¢] Otro, lo anterior se da s6lo en la medida en que esté ya inscrito en cl Otro, puede no estarlo y entonces las consecuencias son otras ¢qué quiere decir ésto? Si el Otro aparece descompletado, carente y por lo tanto habitado por el deseo, el sujeto se constituiré como tal, como sujeto de deseo pudiendo inscribirse en el orden simbélico, el orden de lo humano. Suponer al Otro habitado por el ‘deseo significa —en tanto que el Otro es el lugar del tesoro de los significantes— que hay en él el sig- nificante del deseo, es decir, cl significante del Nombre del Padre. Este permite el deseo prohibiendo el goce. El significante del nom- Ure del padre es el significante de la ley ‘de lo humano, ley que prohibe el incesto materno. Es el significante que conmina al sujeto a permanecer dividido, separado del objeto de su deseo y lo coloca en la infatigable metonimia entre los objetos que no son el objeto. Este significante es producto del paso por la experiencia de cas- tracién, de la asuncién de esta experiencia privilegiada por el psico- anilisis y que es correlativa del complejo edipico. Si en su paso por cl Edipo ese ler. Gran Otro que es la madre no integré en su estruc- tura el significante de la castracién, del Nombre del Padre, apareceré Para el sujeto como completa, como poscyendo eso que le daria un sentido, un ser. Apareceria entonces como un Otro habitado por el goce y colo- caria al sujeto en esta perspectiva: la del goce. El sujeto aparece entonces como sicrido lo que realmente completaria al Otro. El Goce del Otro, también llamado por Lacan el goce del Ser, supone la posesién del objeto del deseo, supone el encuentro con la Cosa (con maytiscula) que es lo mas prohibido a todo humano en tanto que seres hablantes. La presencia o ausencia del significante del Nombre del Padre hace que el Otro como lugar del tesoro de los significantes en su correlacién con cl sujeto pueda aparecer habitado por el deseo o habitado por el goce. 362 BIBLIOGRAFIA Freud, S. La interpretacion de los suenos (1900), en Obras Com- pletas de Sigmund Freud, Tomo 5, Buenos Aires, 1976, Amorrortu, Ed. . A propdsito de un caso de neurosis obsesiva (1909), en Obras Completas de Sigmund Freud, Tomo 10, Buenos Aires, 1976, Amorrortu Ed. —. Introduccién al narcisismo (1914), en Obras Completas de Sigmund Freud, Tomo 14, Buenos Aires, 1976, Amorrortu Ed. 2 { ———. Mds alld de lprincipio del placer (1920), en Obras Comple- tas de Sigmund Freud, Tomo 18, Buenos Aires, 1976, Amorrortu Ed. Lacan, J. El estadio del espejo como formador de la funcién del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalitica, en Escritos T, México, 1989 (decimoquinta edicién), Siglo XXI Ed. ——. El Seminario 2. El yo en la teoria de Freud y en la técnica psicoanalitica, Buenos Aires, 1983, Ed. Paidos. ——. Fl Seminario sobre la carta robada, en Escritos 1, México, 1989, (decimoquinta edicién), Siglo XXI Ed. ———. Funcién y campo de la palabra y del lenguaje en psicoand- lisis, en Escritos I, México, 1989 (decimoquinta edicién), Siglo XXI Ed. 363

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