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Jacques-Alain Miller la. angustia lacaniana T Paidés Directora de la coleccin: Silvia Geller La angustia lacaniana Secretaria de la coleeci6n: Angélica Marchesini Director responsable de la pubticaci6n: Leonardo Gorostiza Jacques-Alain Miller El Institute Clinico de Buenos Aires es miembro de la Red Internacional del Instituto del Campo Freudiano, y tiene su sede en la Escuela de fa Orientacién Lacaniana. Instituto Clinieo de Buenos Aires / Paidés ‘Titulo original: «Introduction & la lectute du Séminaire Langoisse, de Jacques Lacans y «Les rélérences du Séminaire Vangoisee, des “piaces détachées”s, en La Cause freudienne n° 58 y 59, Paris, BCF, 2004 y 2605 Las seis clases publicadas en este volumen se dictaron los dias 28 de abril, 5 y 12 de mayo, y 2, 9y 16 de junio, en el curso de La orientacién tecaniana 2005-2004. Fueron estabjecidas por Catherine Bonningue y se publican con* Ja gentil autorizacién de Jacques-Alain Miller. ‘Traduccién de Nora Gonzélez Diseito ¢ ilustraciGn de cublerta: Daniel Iglesias y Asociados 189.195 Miller Jacques-Alain cop La angustia lacaniana. 1? ed, 2 reimp. - Buenos Aires : Paidés, 2013. 154 p.; 22x15 em, Traducide por Nora Gonzélez ISBN 978-950-12-8806-3. 4, Psicoandlisis 1. Nora Gonzéler, trad. IL Titulo 2 veimpresion, 2013 Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizaci6n. escrita de fos titulares del copyright, bajo fas sanciones establecidas en las leyes, Ja reproducciGn parcial o total de esta obra por cualquier medio 0 procedimiento, comprendidos ta reprografia.y el tratamiento informdtico. © 2013 de esta edicién Baditorial Paidés SAICF Independencia 1682, Buenos Aires difusion@areapaidos.com.ar www paidosargentina.comar Queda hecho ol depésito que previene la ley 11.725 Impreso en Argentina. Printed in Argentina Irupreso en Primera Clase California 1231, Ciudad de Buenos Aires, en mayo de 2013 ‘Tirada: 1.560 ejemplares ISBN 978-950-12-8806-3 indice Prefacio, Silvia Geller .. il {, La angustia o el concepto .. DE UN LIBRO AL OTRO ... Extrafieza .. Atravesar . ‘Un lugar conceptual Division sosetenen ‘Una ViA DE ACCESO ALO REAL Una distancia Descomposicién del nivel especular Untaller .. Jugarreta .. Resto absoluto DE LA REALIDAR A LO REAL Mis alla del embarazo ... La ausencia del ramillete . Recuperacién de un residuo 22 24 30 El corte .. il, Una brijula .. 37 ‘UN EFECTO DE SORPRESA 37 ‘Una dimensién inédita 37 Un término heterogéneo .. 38 ‘UNA INNOVACION 40 Excepcién paradéjica 40 ‘Una ausencia ..... 42 La mecinica del Otro 4B REVERSO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA .. AS Reviviscencia .. . 45 Un érgano paradéjic 47 Falo drgano ... 49 Elogio de la feminidad 51 Dos fantasmas paradigmaticos 52 lll. Placa giratoria ... 57 UNA EXCAVACION .. 57 Objeto irreductible 57 Cambio de coordenadas .. 59 DETUMESCENCIA 60 Desmitologizacién. 60 Corazon de mito 62 Fancién generaliza 64 RESTO REAL .. 66 La dimensién del a 66 El amor velo de la angustia.. Significante innombrable Sefial de lo real . ?, un sefiuelo. IV. Mas aca del deseo UN MOVIL ...-0 Un arte de retérico Momento fenomenolégico y construido Antinomia del deseo .... OBJETO-AL QUE SE APUNTA ¥ OBJETO-CAUSA. De la intencionalidad a la causalidad Condicionalidad del deseo Objeto veridico y objeto falso ‘Lo que no se deja significantizar . La angustia, momento légico ..... APARICIONES, PRRTURBACIONES Y SEPARACIONES. Certeza de la angustia .. Angustia productiva Imaginario perturbado .... V. Una linea de quiebre LOSANGE LACANIANO Desacuerdo .... Antiguas referencias de Lacan EL SENUELO DE LA POTENCIA, Un objeto no especularizable .. De lo ansiégeno a lo erégeno Una extraccién corporal .. E] objeto 4, fracaso del Nombre del Padre La via del andlisis ..... VI. Un hilo de Ariadna .. EL «TRIEBREGUNG>.. ‘Una pequeiia matriz .. ‘Un estadio del espejo desimerrizado Un resto libidinal .. OBJRTO EXTRAN No sin objeto... La escena y el mundo DUELO Y MELANCOLIA .. Acto € inconsciente 122 Lo real contra la verdad 124 OPERADOR DE SEPARACION, 125 Entre fracaso y encuentro. Objero mecénico..... Efecto mayor del lenguaje sobre ef goce 113 113 is 117 119 119 V2 127 129 Anexo ..... LAS REFERENCIAS DEL SEMINARIO DE « y una «designificannizacién». Por tiltimo se publica una conferencia de Jacques-Alain Miller sobre las referencias de Lacan al Seminario de La angustia. Miller define la referencia como un «antiobjeto a», y, paraddjicamente, en Lacan esta es mds un objeto a que en otros. Las referencias pueden ser expliciras, implicitas, solapadas, comentadas y no comentadas. Tenemos la referencia situacién y la referencia mura~ Ila. Abunda asimismo sobre la etimologia de la referencia, de la que extrac tres sentidos que permiten abordar su uso. Se podria decir que Lacan se sirve de las referencias agujeredndolas en la medida en que avanza en el despliegue de su ensefianza. La proe- za del Seminario es quebrar la koiné, quebrar el sistema comin de referencias, lo que implica desviar, aunque no completamente, el marco de referencia en los que lo escuchan. Miller realiza esto con la angustia lacaniana. Hay entonces una angustia lacaniana, que es la buena manera de decir que no es la angustia freudiana. Intentemos vislumbrar el hilo conductor que Miller propone a través de este viaje por el Seminario de Le angus- tia. Quizds esta sea la ocasién para develar algunos misterios hasta ahora desconocidos por nosotros. Siva GELLER 43 i, La angustia o el concepto DE UN LIBRO A OTRO Extrafieza Nos hemos detenido algin tiempo en una obra dedicada a la eva- - luacién de las psicoterapias, para resumirla, dilucidarla y desme- nuzarla, quizd con lo que podriamos Hamar cierto «sadismo laca- niano».! Ahora les presentaré otro libro, cuyo tema ya les es fami- liar bajo otras formas. Su contenido ya se ha ido introduciendo en este curso y en numerosos, innumerables, cursos y articulos.? Pe- ro algo ocurre cuando esta cantidad de novas adquiere forma de li- bro. En todo caso, puedo testimoniar que algo-me pasa a mf en el trabajo mismo de dar esta forma a lo que, por supuesto, he reco- rrido, meditado, como ustedes. Se trata del nuevo tomo que esté por salir del Seminario de Jacques Lacan, La angustia, el libro 10. Les ofrezco las reflexiones de alguien que estd atin, no en medio de la dificultad, sino pese a todo entre las primeras y las segundas 1. Cf. Informe del INSERM (Institut national de ia santé et de la recherche médicale), Psychorbérapie. Trois approches évaluées, Paris, INSERM, 2004, comenta- do por J.-A. Miller y sus colegas en las lecciones de los dias 3, 10, 17, 24y 31 de marzo de 2004 de este mismo curso. Se remitiré fundamentalmente al texto de J-A. Miller y J-C. Milner, . La inhibicion de una funcién vital es por otra parte lo que se diluye en la nocién comodin de disfuncionamiento. La inhibicion es el micleo, el cul- men del disfuncionamiento. El Seminario comienza con una des- composicién de la inhihicién, una descomposicién conceptual que separa el funcionamiento y la traba al funcionamiento. Pero Lacan no utiliza estos términos. Como él se gufa por el primer capitulo de » (960), en Bxritos 2, ob. cit. n. 18, pp. 653-661. 37 UA ANGUSTIA LACANIANA constantemente mediante lo que se presenta como su sigla, me- nos fi (9), que designa el objeto de la castracién como imagina- tio.» Sin duda, Lacan le conserva un lugar central a esta sigla a lo largo del Seminario, asf como da al estadio filico, como se di- ce en Ja literatura psicoanalitica, un lugar central respecto de los diversos estadios del objeto. Encontramos, en efecto, en La an- gustia ~y no solo una vez-, que ~@ es la angustia de castracién respecto del Otro, fo cual no impide que yo mantenga lo que he manifestado sobre este punto. Lacan se pregunta en este Seminario cémo abordaré la cues- tién, mientras valida, explicitamente, que la angustia es un afecto, que se la experimenta, se la siente como tal, El distingue tres mo- dos de abordar el problema, para rechazar dos y elegir uno. Son, si se quiere, las tres c, que enumera y etiqueta con palabras de las que es la inicial. Rechaza catalogar los afectos, como rechaza cla- sificarlos, y elige esta aproximacidn que califica de clave. Rechaza las enumeraciones, incluso ordenadas, incluso jerarquizadas, y ofrece en cambio como via de acceso algo de un orden distinto. Es preciso saber introducix aqui lo que abriré la puerta de entra- da y dard lugar a una dimensi6n nueva. En el Seminario de La an- gustia, se abre, en relacién con lo que Lacan articulé los afios ante- riores, una dimensién inédita, que para nosotros sigue siendo inédi- ta en ciertos aspectos, porque —es un hecho~ Jos primeros afios de su ensefianza determinaron Ja nocién més connin de sus aportes. Entre el Seminario 1 y el 6, y en sus Escritos, lo que llega hasta (1999), en Ei Jenguaje, aparato del goce, Buenos Aires, Diva, 2000, pp. 141-180. At LA ANGUSTIA LACANIANA Mas tarde -mucho més tarde, diez afios mas tarde- Lacan lle- gard a otra cosa. Llegard, por el contrario, a indicar que lo que es- td en juego en 2 no tiene el régimen de la excepcién sino mas bien el régimen de lo que él ha llamado el no todo. El no todo es fo contrario de la excepcién, quiere decir que eso de lo que se trata con 4 —lo que enuncia, demuestra, ilustra el Seminario Aun esta de hecho en todas partes, se extiende al conjunto de fo que es sig- nificante, lo que se observa en declaraciones que se encuentran en este Seminario, como la que destaca el goce del blablabl4, y cuya trascripcién he dado.28 Hay una alianza constante del significante y del goce, se esta én efecto en un régimen completamente distin- to del de La angustia. Pero en este Seminario -asf hay que leerlo, hay que encontrar la novedad-, lo que estd en juego en a, es decir, el goce, aparece en el régimen de la excepcidén. Este Seminario muestra y demuestra que en la estructura del lenguaje hay algo que no puede reducirse al significante, que se asimila, pues, grose- ramente al cuerpo como viviente, y emerge en primer lugar como esta suerte de resto de la operacién subjetiva concerniente al Otro. A= Wx Sx / Ax 8x ca Una ausencia Para los que estén acostumbrados a Ja dimensién que abrié Aun, se vuelve de alguna maneta para atrds. Se vuelve a un mundo muy significantizado, que es como un desierto de goce, y este Semina- tio se afana por hacerlo retornar bajo la forma de 1a excepcién. Cuando se lo aborda por la via del significante, es un resto invisi- ble, un resto imperceptible, y puede decirse que la angustia no tie- ne objeto; pero por la via de la angustia misma, entonces se le res- tituye un objeto. Sobre esta base de anulacién significante, Lacan formula «La angustia no es sin objeto». 28. Cf. J.-A. Miller, «El mondlogo de la apalabra» (1996), en ibfd., pp. 99-118. 42 pennant nen an gene UNA BROJULA Este objeto permanece rodeado por algiin misterio, incluso pa- ra los lectores atentos. En efecto, el objeto de la angustia no se de- signa, hablando con propiedad, en este Seminario. ¢Hay algin misterio? En la medida en que-el objeto se confunde con el signi- ficante, es decir, se concibe como significantizado, puede decirse en la angustia -y en la angustia de castracién debe decirse~ que es- t4 ausente. Y aqui es crucial la angustia de castracién, que se liga en Freud a la percepcién de Ja ausencia de! érgano filico en la mujer y a todo lo que tiende, en ella y en él, a la negacién de esta ausencia. Como, después de Lacan, nosotros tomamos la angustia como un instrumento, escribiré su lugar con una parte del losange laca- niano, marcdndola simplemente en relacién con una ausencia. En esta ausencia se ubicard, por ejemplo, todo lo que Ia fobia puede aportar como referencia para colmarla, para orientar. < AUSENCIA Qué significa? En Freud, la angustia de castracién se infiere de la privacién femenina. Lo mas notable del Seminario de La an- gustia es que nos presenta la sexualidad femenina de un modo completamente inédito en la literatura psicoanalftica, en la medi- da en que comenta, desarrolla, e incluso corrige a Freud. Con es- te Seminario comienza un acercamiento a la sexualidad femenina cuya novedad —yna novedad presente en el Seminario de La angus- tia~ solo se llegard a percibir muchos afios después con el Semina- tio Aun, con el escrito «El atolondradicho». La mecanica del Otro Saben, porque han lefdo el Seminario de La relacién de objeto, c6- mo Lacan comenzé a delimitar Ja privacién femenina, y si quieren evaluar la novedad que ofrece con el Seminario de La angustia, és, en los Seminarios, la referencia que se impone. Lacan explica que esta privacién se inscribe en lo real en la medida en que el objeto al que se refiere es simbélico. Se lo recita, se lo ensefia, y esto quie- re decir que, por el lado que se lo aborde, la teorfa de la angustia 43 | | | ; LA ANGUSTIA LACANIANA de castracién, hasta el Seminario de La angustia, descansa en la sig- nificacién del falo. PRIVACION: AGUJERO REAL > OBJETO SIMBOLICO FRUSTRACION: DANO IMAGINARIO = > OBJETO REAL CASTRACION: DEUDA SEMBOLICA — > OBIETO IMAGINARIO Co) La privacién, concebida como un agujero real, recae sobre un objeto simbdlico. Este es el punto de partida, el abecé de Lacan, es lo que se recita, y es justamente lo que invierte el Seminario de La angustia. De alli, en efecto, se desarrolla la frustracion, califica- da de daiio imaginario tenemos una maquina significante que fanciona de maravillas-, en la medida en que hay alguna falta en la satisfaccién, que podria procurar el objeto real, Se agrega a con- tinuacién este término en el cual se subliman estas correlaciones, la castracién concebida como deuda simbélica que recae sobre un objeto imaginario que, en efecto, encontramos en este Seminario con la sigla -@. Lacan refiere a la necesidad esta satisfaccién, su ausencia o su falta, que produce frustracién; que da lugar a la frus- tracion. Y saben que Lacan introduce como objeto paradigmatico de esta relacién el seno de Ja madre. Cuando se introduce el seno de la madre, todo el mundo bebe, todo el mundo mama. Lo en- contramos en Freud y lo encontramos en Mclanic Klein. Hay al respecto un gran acuerdo. La castracién es la transposicién significante de lo que aqui se cumple, una transposicién donde interviene la ley. ¥ la ley sublima todo lo que aparecié antes como contingencia, como accidente. La ley, a la que se liga el nombre de Lacan, interviene como functor, como operador del objeto perdido. Porque existe 1a ley lo que se concibe como privacién o frustracién se vuelve, hablando con pro- piedad, la deuda. No pretendo resumir wna construccién comple- jaa la que no hago més que aludir, pero esto basta para mostrar que Lacan se inspira en el complejo de Edipo y lo presenta en su pri- mera ensefianza como la articulacién esencial del desarrollo de la sexualidad. Se trata de una articulacién esencial porque el Edipo aporta Ja ley y la interdiccion, por la via de la castracion, que recae sobre el falo imaginario. Esta amenaza de castracién, virtual 0 rea- 44 L : : i : : : I i i i 1h, UNA SROJULA lizada, implica profundamente la incidencia del Otro. Lacan se pregunta cudl es la naturaleza del agente que opera, y resuelve es- ta cuestién de una manera combinatoria. La flamaré imaginaria porque los dos términos precedentes son real y simbélico, luego la Mamard simbdélica, y finalmente real. Tenemos una mecdnica donde la incidencia del Otro es esencial. REVERSO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA. Es preciso en primer hagar destacar que, en el Seminario de La an- gustia, ya no queda nada de esta mecénica. Lo tnico que siguen encontrando es esta sigla ~p extraida de toda la mecénica que le da valor y sentido. Queda el falo imaginario marcado por el me- nos, que condensa en si mismo todos estos niveles, porque el falo imaginario es un significante imaginario, una imagen que se vuel- ve significante, un real que se vuelve imagen, Cuando Lacan escri- be -@ en este Seminario, parece resumir el conjunto de to que produce la mecdnica compleja de la falta de objeto, precisamente para aportar lo contrario de Ja falta del objeto, a saber, su presen- cia allf donde no se lo atrapa. Este Seminario interroga el final frendiano del andlisis, lo interroga en cuanto a su tope, el tope que Freud mismo identificé en la experiencia analitica, en su escrito sobre el «Anilisis terminable e interminable»,2? como la angustia de castracién. #Cémo interpreta Lacan en este Seminario este tope de Ia an- gustia de castracién, aun cuando no encontremos esta palabra? Lo interpreta como una frustracién, es decir, como emergiendo en el final del andlisis a Ja manera de la reivindicacién. La palabra esta alli, y basta para remitirnos a la frustracién. Cuando Lacan procu- ra abrir un camino més alld de la angustia de castracién, nos lleva mis alld de la frustracién falica, lo cual pasa por una critica del fa- 29. CE S. Freud, «Anélisis terminable e interminable» (1937), en Obras com- pletas, Buenos Aires, Amorrorta, t, XXUL, pp. 211-254. 45 UA ANGUSTIA LACARIANA lo imaginario. Considera seriamente que se trata del falo imagina- rio, a saber, que es una funcién escépica. Esto es lo que se revela al final del Seminario. Pese a toda esta mecdnica, el falo imagina- rio es una imagen de la potencia -término elaborado en las tlti- mas lecciones-, y es precisamente la ilusién de Ja potencia lo que se trata de atravesar. De este modo, ~9 esta presente en el Seminario de La angustia, y en una posicién central. Pero no hay que detenerse en esta mat- ca, porque el menos fi es aqui un falo designificantizado y desimagi- narizado; es to que Lacan antes Ilamaba el pene real, es decir, lo que en su estudio de Juanito pasaba desapercibido en provecho de los reflejos de 1a fobia, caballos que servian para todo. El mundo de Juanito empezaba a vacilar porque se jugaba una maduracién real del desarrollo. Lo que allf se sefiala al pasar resulta funda- mental en La angustia, donde, para que se entienda ~la palabra no estd en el Seminario-, se vuelve central el falo érgano, que hay que oponer al falo significante. En esta ensefianza dominaba, funcionaba el significante como instrumento para todo, y lo nuevo en este Seminario es que, en lu- gar del significante, se presenta, funciona, se encuentra, el érgano. Del mismo modo, Lacan deja stibitamente de lado la forma espe- cular unitaria del cuerpo para interesarse en las particularidades anatémicas del organismo. No se volveré a encontrar esta mirada de Lacan, este detalle biolégico y anatémico que aparece aqui cuando levanta el velo del significante y cuando el cuerpo, el cuer- po espléndido del espejo, pero al mismo tiempo este cuerpo uni- tario que solo es wna forma, recupera sus érganos. El cuerpo imaginario es un cuerpo sin érganos, retomando una expresién que se utiliz6 precisamente para desarrollar lo que en el Seminario de La angustia mereceria calificarse -aunque no me en- tretengo con esto- de antiedipo. Es lo que borra esta maquinaria para restituir al cuerpo sus 6rganos y deja, pues, de lado el cuerpo imaginario, ese que se comenta indefinidamente en el estadio del espejo; deja de lado el cuerpo mortificado por el trazo del signifi- cante que tacha, el cuerpo marcado por la barra, y que presenta una funcién completamente distinta del trazo, la del corte significante. Por eso, hacia el final del Seminario, Lacan habla de lo que Ilevé a cabo en su recorrido como de una reviviscencia de la dialéctica del 46 L | I i [ f | BUNA BROJULA deseo, porque esta dialéctica, segtin escribe en «La instancia de la letra» 3° no hace mds que producir un deseo muerto. Un érgano paradéjico eQué es la dialéctica del deseo y de la demanda? Noten que es una deduccién que parte del empuje de la necesidad, el cual pasa por Jos desfiladeros de la demanda, donde encuentra el significante. De esto Lacan ya deduce el deseo como un resto ~el término esté alli-, como un retofio, pero un resto significante. En a primera ensefianza de Lacan ya esti presente la nocién de resto, pero el resto de la confrontacién de la necesidad y la de- manda es el deseo, es decir, todavia una funcién significante. Se trata de Ja cadena significante como metonimica. Y se supone que este deseo da cuenta de la libido. Antes del Seminario de La an- gustia, Lacan Yama deseo a lo que vale como Aufbebung signifi- cante de la libido. En cambio, en el Seminario de La angustia, y de manera légica, la libido apareceré como algo completamente distinto. En la ensefianza de Lacan, quedé como una especie de enclave que no se entiende del todo, salvo por su mito inspirado en el Banquete de Platon. Pero en la linea de La angustia, en Los cuatro conceptos fundamentales, la libido apateceré como algo com- pletamente distinto de un resto significante, aparecerd como un érgano paraddjico. EI mito de Ia laminilla, que figura en «Posicién del inconscien- te» y que también se enuncia en Los cuatro conceptos fundamentales, traduce el uso que se hace del término drgamo en lugar del signifi- cante, y muestra bien cudl es la anfibologia del resto. Hasta enton- ces habfamos conocido el resto deseo, el deseo como resto, que es un resto abierto a la dialéctica, y Lacan no se priva de hablar de dialéctica del deseo. En el seminario de La angustia esta ain el res- to, pero es un resto Srgano, que objeta la dialéctica. No es un res- to deseo, sino un resto goce, resto reacio a la Aufbebung. 30. CEJ. Lacan, «La instancia de la letra en el inconsciente o la razén desde Freud» (1957), en Everts 1, Méico, Siglo XI, 2000, pp. 473-509. a7 4A ANGUSTIA LACANIANA éQué es este resto que nos proporciona al comienzo fa divisién subjetiva? Es un resto de goce. Lacan solo indica una vez, pero es suficiente, dénde se inspira en Frend cuando explica que cons- truye aqui una funcién de puntos de fijacién de la libido, es decir, de lo que se aisla en Freud como resistente a la dialéctica del de- sarrolfo. La fijacién designa lo que es reacio a la dufbebung signi- ficante, lo que, en Ja economia del goce de cada uno, no cede a la falicizacion. La falicizacién es una significantizacion, es decir, una mortifi- cacién, Queda afuera lo que esté vivo, y Lacan se lo objeté él mi mo en su escrito «Subversién del sujeto».3! Planted la objecién del goce, y aunque este escrito no esté correctamente fechado, al- gunos indicios parecen mostrar que es contempordnco del Semi- nario de La angustia, por lo menos de su eomienzo. Se habia planteado la objecién del goce, pero para enseguida capturarla otra vez en la instancia félica, en «Subversién del sujeto», donde encuentran la frase que se cita a menudo: «Esto es lo que predes- tina al falo a dar cuerpo al goce, en la dialéctica del deseo» 3? Lacan est4 en ese borde donde se necesita un cuerpo para el goce, pero solo le encuentra wn cuerpo significante que le da el falo. En. el Seminario de La angustia, el goce se libera de la sujecién signi- ficante de su prisién falica y se prueba que, por el contrario, son los objetos 4 los que dan cuerpo al goce. De alguna manera, es la frase qne falta para que se entienda de qué se trata. Esto es lo que Lacan intenta representar mediante é6rganos, cuerpos de goce que no son significantes. Y lo ilustra a veces de manera sumaria como el pedazo de cuerpo ~puede aludir a la «li- bra de carne», que Shakespeare introduce en sus obras. De hecho, son fragmentos de real que se encuentran por primera vez ilustra- dos de modo imaginario, de modo material, y que solo més tarde hallardn su estatuto de consistencia logica. 31. Cf. J. Lacan, «Subversidn del sujeto y dialéctica del deseo en el incons- ciente frendiano», en Esoritos 2, ob. cit. n. 18, pp. 773-807. 32. Ibid., p. 802. 48 t 1 UNA BREJULA Falo 6rgano En 4! Ya antes expliqué por qué para Lacan habia alli una cesura tan importante.#? ‘Tienen en el Seminario de La angustia el taboratorio, el taller, la excavacién, que nos conduce al pasaje de un sistema conceptual a otro. Para no desorientar, y con una preocupacién que: Lacan se arreve a Hamar en este caso pedagégica, él prepara, por supuesto, las transiciones y se vuelve a encontrar el —p elaborado antes. Hay tér- minos que reaparecen, pero este Seminario debe leerse con la idea de que se va realizando lentamente un cambio de coordenadas. DETUMESCENCIA Desmitologizaci6n ‘Todo lo subrayado antes los preparé para lo que Lacan indica co- mo el obstaculo que debe superarse en a elaboracién del Semina- tio de La angustia, para acceder a la fancién generalizada de la que se trata. Este obstéculo lo constituye la angustia de castracién, que marca en Freud el limite de la experiencia analftica. Lacan indica 41. Cf. J. Lacan, «Funcién y campo de la palabra y del | sj i 4. isis» (1953), Esoritos 1, ob. cit., n. 30, pp. 2. 42. Ch J.-A. Miller, «Escansiones en la ensefianza de Lacan» (1981-1982) y eek al fantasma, y retorno» (1982-1983), La orientacién lacaniana Il, 1 y 2 (inéditos), ensefianza promneiadsa en el marco del Departamento de Psicoand- lisis de Paris VIII y de la Seceién Clinica de Pars Saine Denis, ad 60 : UL, PLACA GIRATORIA al respecto por qué vias procede en su ensefianza, en el sentido de ‘. Se entien- de que esta es 1a metodologia del Seminario de La angustia, un po~ co, pero no mucho, de manera de poder obtener «un efecto de apresuramiento sobre la maduracién mental» y «verdaderos efec- tos de apertura, incluso de desencadenamiento».# A propésito de esto, él observa que los pedagogos han subrayado -es su posicién— que el acceso al concepto en el nifio serfa contempordneo de la edad puiber. Lacan no valida esta observacion, pero evidentemen- te le sirve, dado el obstdculo del que se trata. Hace entonces sortear el obsticulo conceptual de la angustia de castracin resituéndola en el nivel del érgano masculino, de su funcionamiento en la copulacién en el momento del orgasmo. Podria trararse de una observacién adjunta, ubicada en otro pla- no y que deja, pues, intacto el concepto de la castracién y de la angustia de castracién. Ein este punto, es preciso subrayar que é1 hace de la detumescencia del érgano, de su carencia, de la desa- paricién de la fancion filica en el acto sexual, «el principio de la angustia de castracién». ‘Demos todo su valor al término principio. Lacan encuentra en el funcionamiento de un érgano el principio, es decir, el funda- mento, la rafz, la causa, de lo que se elabora en el psicoandlisis, en las coordenadas edipicas. Pero tratandose en ese nivel dei 6rgano y de su funcionamiento, que es el del principio, se borra la drama- turgia edipica si se toma en serio el término principio; es decir que el principio ested en el nivel del érgano como tal. De aqui que el principio de la angustia de castracién no esté en el nivel de ningdin agente de la castracién, de ningiin Orro que profiere amenazas, no se inscriba en el Edipo. En todo este Seminario, hay un movimiento que desinscribe del contexto edipico términos fumdamentales del psicoanilisis. Por 43. J. Lacan, El Seminario 10, ob. cit. n, 2, p.279. 61 UA ANGUSTIA LACANIANA eso sefialé r4pidamente que el Seminario de La angustia era el an- tiedipo, cosa que los que lo convirtieron en titulo solo percibieron diez afios después.4# Por supuesto, Lacan no hubiera dicho antie- dipo, pero esta linea que relativiza y resitéa el Edipo solo comien- za en el Seminario de La angustia. Enunciar este principio tiene, en efecto, como consecuencia una apertura que Lacan desea, en la medida en que permite percibir que la castracién bien podria no ser un término nico y iltimo, sino que podria resituarse como un. caso particular de una funcién generalizada: la desaparicién de un organo. De este modo sé introduce este término que Lacan instalard en ‘un mecanismo el afio siguiente, la funcién de la separacién. El va~ lor del término separacién reside en que no es castracién. Separa- cién de los érganos, separacién de érganos, que hace a la vez per- der primacfa ai falo simbélico. Se le ha reprochado a Lacan esta primacfa, cuando el término estd en Freud. La fancién de la sepa- xacién hace que pierda su primacia el falo simbélico y, por lo mis- mo, permite agregar nuevos objetos a la lista de los objetos freu- dianos. En el Seminario de La angustia, se inaugura y comienza a realizarse 1a desmitologizacién del psicoandlisis, que conducird a Lacan hasta lo que me he permitido lamar «el desencantamiento del psicoanilisis».45 Ya pueden percibir en este Seminario las indi- caciones que constituirén el punto de partida del Seminario d Lacan de los diez préximos afios. > Coraz6n de mito Si este acceso que proponge funciona, en este Seminario presen- ciamos el reemplazo de ia mitologia por Ja topologia, de la que atin falta evidentemente preguntarse en qué medida no serfa ella también, de otro modo, una mitologia. Queda abierto, es para pensar. Desde que apunta a lo real, no es seguro que el mito pueda 44. CL. G. Deleuze y E Guattari, El antiedipo: capitalismo y esquisefrenia, Bue- nos Aires, Paidés, 1985. 45. CE. J.-A. Miller, «La “formation” de Panalyste» (2001), en Le Cause freu- dienne n° 52, Paris, Navarin/Le Seuil, 2002, pp. 7-45. 62 Il, PLACA GIRATORIA eliminarse del psicoandlisis. Por eso, por otra parte, cuando Lacan trabaja para sustraer al psicoandlisis su mitologia edipica, le restituye un plus-de-mito en la forma del mito ultraclemental de fa laminilla, que 41 escribe en «Posicién del inconsciente», y que también figura en el Seminario de Los cuatro concepts. Al sus- traer la vieja, la antigua mitologia edfpica, ofrece progresivamen- te, como por compensacién —y para marcar que, pese a todo, se necesita el mito, que no es seguro que el psicoanilisis pueda sos- tenerse sin él-, un coraz6n de mito. Este mito apunta a dar vida a la libido concebida como un ér- gano. Lacan lo presenta como el nuevo paradigma del objeto per- dido, un paradigma que reemplazaré al falo en juego en la castra- cién. El punto esencial es que en este mito, y en la elaboracién que se hace en el Seminario de La angustia, el 6rgano perdido, el érgano separado, no est separado por la castracién. No cobra sentido y valor a partir de la castracién, sino que se concibe come Jo que se desprende de la sexuaci6n de la vida en ta medida en que esta se reproduce por la conjuncién de dos sexos. El apogeo de este mito es que el 6rgano libido se aisla por el efecto de una pér- dida natural, una pérdida en la que no hay agente. No es un cas- tigo, no es el resultado de una trasgresién. Esto se cumple en el mito por el solo hecho de que, en lo sucesivo, la vida no pasa por la reproduccién de un solo ser, sino que asume la forma de una especie donde hay dos sexos que deben unirse. La invencién con- siste en decir que en esta division algo se pierde bajo la forma del érgano libido. * Por supuesto es un mito, pero un mito que elimina la nocién misma de, si me permiten, la falta en el Otro. Se trata de un paso hacia Ja inocencia. Se atraviesa la via que serd la que efija Lacan cuando construya sus cuatro discursos— de una pérdida-de goce, que es tan automatica, natural, necesaria, como Ja entropia. El Seminario de La angustia Neva a cabo, a la vez, la disyuncién del Edipo y de la castracién, la generalizacién de la castracion ba- jo la forma de la separacién, y la degradacién del falo significan- te, al mismo tiempo que comienza a subir al cenit la funcién del objeto a. No es algo que se haya visto siempre. Por supuesto, Lacan si- guid utilizando su insignia —9 y hablando de fa castracién. En su 63 i 4 4 LA ANGUSTIA LACANIANA resumen del Seminario de «La légica del fantasma»,*6 sefialé que el objeto @ contiene el ~@ de la castracién, lo que hay que leer, no en la eternidad de la conceptualizacién psicoanalitica, sino sobre Ja base de lo que se elabora en el Seminario de La angustia. 2A quién digo esto sino a mi mismo, puesto que lo he comen- tado répidamente? Pero es esencial entender que no se trata de la castracién edipica, que a partir del Seminario de La angustia cas- tracién remite fundamentalmente al principio de la desaparicién del érgano falico en el momento del orgasmo. En esta resefia de «La légica del fantasma», se indica que hay que entender de este modo la funcién de la cépula filica. La desaparicién del é6rgano fa- lico conserva, incluso en el Seminario de La angustia, y después, un lugar central, lo que se distingue por completo de lo que podria lamar una funcién final. La castracién edfpica funciona como punto de capitén, segtin expresé Lacan en una férmula famosa en- tre los lacanianos, muy esclarecedora traténdose de lo que dice Freud: «da retroaccin del Edipo».4” ORAL, ARAL GENITAL, Funcién generalizada La retroaccién del Edipo en este eje, el desarrollo cronolégico tal como formalizé a partir de Freud Kar] Abraham ~Io oral, lo anal, lo genital- supone que estos diferentes estadios adquieren sentido y valor a partir del punto de capitén edipico. Lo encuentran, por ejemplo, en la obra a la que Lacan hace referencias dispersas, el 46. Cf. J. Lacan, «La légica del fantasma» (Resefia del Seminario de 1966- 1967), en Reseiias de enseitanza, Buenos Aires, Manantial, 1988. 47.J, Lacan, De una cuestién prelitninar a todo tratamiento posible de la psicosis> (1958), en Bxeizor 2, ob. cit. n, 18, p. 536. 64 Ib, PLACA GIRATORIA texto de Freud «Inhibicién, sintoma y angustia», que él no lee, no comenta con sus oyentes. Lacan toma cosas prestadas, extrae una férmula que convierte en eslogan: la angustia sefial. Hay que leer- lo, él lo utiliza de manera mucho mis precisa que lo que aparece en el Seminario de La angustia. En este texto de Freud, encontramos la siguiente frase, que La- can transcribe por la retroaccién del Edipo: «La experiencia coti- diana de la evacuacin del contenido intestinal y la pérdida del se- no materno experimentada durante el destete permiten dar algu- na idea de la castracién». :Al lector? Al sujeto? En otros textos de Freud, no faltaria con qué marcar que, en efecto, a partir del mo- mento edipico los estadios anteriores encuentran sus fanciones como esbozos de la castracién. Alli el desarrollo termina con Ia castracién. He consignado la frase que figura en Lacan, en «De una cuestién preliminar...>: «Los estadios se ordenan en Ia retroaccién del Edipo»; es decir que para Freud, tal como Lacan lo formaliza, no hay estadios pree- dipicos propiamente dichos. Hay cronolégicamente estadios pre- genitales, pero no preedfpicos, porque el Edipo esta en todas par- tes. Los objetos como tales, oral, anal, genital, son edipicos; es de- cir que el falo domina todo lo que atafie al objeto. En este senti- do, afios antes de su Seminario de La angustia, Lacan abandoné la palabra falocentrismo, esa palabra que resultd fascinante durante un tiempo, hasta que, por el contrario, se la vilipendi6, como si estu- viera allf, en primer lugar, lo que él predicaba, y, en segundo lugar, como si eso ya no estuviera alli. En el Seminario de La angustia, se verifica hasta qué punto lo que se establecié de la nocién de la enseflanza de Lacan depende verdaderamente de lo que precede a este Seminario. Su trascrip- cién formalizada, significante, su reelaboracién significante de Freud, establecié la imagen del aporte de Lacan. Por el contrario, vean cémo, en el Seminario de La angustia, se deshace la retroaccién edfpica. De una manera que no es tan con- vincente, pero que tiene su valor si se piensa que desmiente la re- troaccién del Edipo, Lacan habla de «constitucién circular» del ob- jeto. Yo lo entiendo respecto de la retroaccién edipica, que desapa- rece. Y elabora como objeto 4 una funcidn generalizada, que no es edfpica ni cronolégica, sino topoldgica y, si se quiere, sincrénica. 65 UV ANGUSTIA LACANIANA La funcién del tiempo apareceré més tarde, en «Posicién del inconsciente», en Los cuatro conceptos fundamentales... E\ afio si- guiente surgen Jas consecuencias en Ja direccién de la cura, mien- tras que, en el Seminario de La angustia, surge a propésito de las curas de Freud, a partir de algunos ejemplos relativos a la contra- transferencia, pero no es el centro de la elaboracién. RESTO REAL La dimensi6n del a He bablado de leitmotiv. Hay un leitmotiv edipico en el Semina- tio de La angustia, y es preciso saber situarlo, Una formula vuelve, insistente. Si no se la sittia, se piensa que es la doctrina que pre- senta el Seminario de La angustia, cuando en realidad esta alli pa- ra despejar el espacio nuevo. Esta formula, que figura al final de «Subversidn del sujeto», sostiene que «el deseo es la ley». El objeto funda esta equivalencia que en sf misma mereceria ser desarrollada. «El deseo es Ja ley» es una condensacién del Edipo. Quiere decir: el deseo y Ia ley tienen el mismo objeto, puesto que fa ley es la palabra que prohibe el objeto del deseo, y que, al pro- hibirlo, dirige el deseo sobre este objeto, lo que significa qe. el principio del deseo es el mismo que el de Ia ley. En las primeras elaboraciones de Lacan, que calcan a Freud, ey padre es quien enuncia la ley. Si nos atenemos a las primeras cons~ trucciones donde Lacan atrapa a Freud en la red de sus significan- tes, el padre es al mismo tiempo quien traza las vias del deseo. Si nos atenemos a Jos tres, cuatro, primeros afios de su ensefianza, idénde hay actualmente un padre digno de ese nombre? sDénde hay un padre que se atreva a prohibir, que sepa prohibir, puesto que solo por la prohibicién pueden abrirse, liberarse y normalizar- se las vias del deseo? Un grupo de psicoanalistas se vuelca hacia el aborrecimiento de lo contemporéneo basandose en Freud trascri- to por Lacan, para asumir sobre todos estos asuntos que hoy soli- citan, hacen vacilar, metamorfosean la noci6n de fa familia, posi- ciones que no me gustarfa despreciar exageradamente calificéndo- las de «reaccionarias». 66 Uh, PLACA GIRATORIA Cuando Lacan vuelve sobre este tema —no sé cudntas veces, no las he contado-, hay que situarlo como una condensacién del Edi- Po, y percibir que respecto de este objeto, que es el del deseo ley, el objeto 6rgano, digamos ¢ mindscula, no est determinado en nin- gun nivel por la prohibici6n, sino por la pura y simple separacién. En el Seminario de La angustia, se encuentra una descripcién, si me permiten, naturalista, del cuerpo y sus érganos, extremada- mente sofisticada, basada pese a todo en el recorride de varios tra~ tados de anatomia, de embriologia, pero que tienen el valor de po- ner una distancia respecto més bien de la embriologia que de la tmitologia edfpica. Como resultado, el Edipo aparece como una elucubracién de saber sobre la separacién, que es més bien del re- gistro de la automutilacién, cuande la prohibiciéa, la castracién en cuestin, es siempre una heteromutilacién. El Seminario de La angustia apunta a un estatuto del objeto anterior a la ley y al deseo, anterior a la elucubracién de la con- juncién de la identidad de la ley y del deseo. Lacan llama a mi- miscula a este estatuto del objeto. Luego, légicamente, el Semi- nario de La angustia desemboca en un cuestionamiento del padre, que figura apresuradamente al final del capitulo XVIII, donde Lacan expone y reelabora el texto que él volvié célebre, de Theo- dor Reik, sobre el sonido del sbofizr, ese cuerno en el que se sopla en las ocasiones consagradas de la sinagoga, cuando se trata de marcar la renovacién del pacto que liga a Yahvé con el pueblo ele- gido.*8 Esto sirve corho punto de enganche al comienzo de fa elabara- cién del objeto voz, que por otra parte aqui es mas bien un brami- do. ¥ Lacan examina quién habla. :Se le trata de recordar el pacto a Dios? ¢Es Dios quien brama? Este bramido no hard eco del asesi- nato del padre? Esta es una de las hipdtesis de Theodor Reik: el bra- mido de un toro al morir, que se hace escuchar en ese momento, puede interpretarse como sustituto del asesinato del padre. Estamos con todo detalle en la sinagoga, en la Biblia, donde hay un recorda- torio de la funcién eminente del asesinato del padre en la elabora- 48. Cf. T. Reik, «El shofar», en El ritual. Estudio psicoanalitico de los ritos veli~ giosos, Buenos Aires, Acme-Agalma, 1995. 67 LUA ANGUSTIA LACANIANA cién freudiana, como subraya Lacan al final de este capitulo, en las iltimas palabras que pronuncia: si se olvida el asesinato del padre, toda la cadena de la elaboracién psicoanalitica se desarma. El ol- vido de la funcién paterna, de la funcién del padre muerto, conde- na al psicoanilisis a la dispersién, la incoherencia, porque ella de- termina, ordena la economfa del deseo, a saber —esto forma parte del leitmotiv-, que el deseo original est4 prohibido, es imposible de transgredir. En este capitulo no se trata de Edipo, sino de «Tétem y ta~ bit». Desde esta perspectiva, los dos mitos estén relacionados. Mas edipico, si me atrevo a decir, ;mmeres! La cosa amerita ser lefda asi: si descuidan estas funciones fundamentales, no pueden orientarse. En efecto, se trata de Freud —Lacan lo ha formaliza- do durante aiios~ y no es ilegitimo mencionarlo, pero, en el Se- minario de La angustia, aparece como recordatorio, y no hay que omitir la frasecita, que produce el contrapeso de esta enorme elaboracién: «Este hecho original es sin embargo secundario respecto de la dimensién del objeto a». Este secundario por si so- lo resitéa la construcci6n. Todo esto es una elucubracién de sa- ber cuyo principio hay que encontrar en Ja dimensién del obje- to 4. No se trata de asesinato del padre, de toro aniquilado, de pacto. Ademés, si leemos con atencién, en el Seminario de La an- gustia la funcién de Dios aparece como una funcién extremada- mente dudosa, de mala reputacién, mas bien del registro de la ilusién y el sefivelo. El amor velo de la angustia Este secundario que afecta a esta construccién y transforma la di- mensi6n del objeto 4 en algo primario hace eco de lo que acabo de formular sobre el objeto 4 como anterior al deseo. En el Semina- rio de La angustia, se trata de acceder a un estatuto del objeto an- terior al deseo, al objeto del deseo, y anterior a Ja ley, a su simbo- lizaci6n falica, anterior a la constitucidn de la funcién paterna. Por eso, en la ultima leccién del afio, Lacan anuncia que su elabora- cién del objeto 4 deberfa desembocar en el Seminario de «Los nombres del padre». 68 1H. PLACA GIRATORIA, Este Seminario es el Seminario inexistente, puesto que a La- can se lo suprimis, se lo excomulg6 de la Asociacién Internacio- nal.4? Como él mismo recnerda, Lacan dejé de lado este trabajo para presentar en su lugar el Seminario lamado de Los cuatro con- ceptos.50 Hi debia, pues, desembocar en un cuestionamiento de la unicidad del Nombre del Padre, de Ja misma manera que la sepa- racién releva a la castracién de su funcién final, al falo de su pri- macia, y al mismo tiempo da lugar al catélogo de objetos 2. Diga- mos que se trataba, correlativamente, de trasladar estos resultados a la fancién paterna. La angustia es fa via es lo que el Seminario establece— que per- mite acceder a lo que es anterior al deseo y a su objeto. :Qué es anterior al objeto del deseo? No necesitamos releer el Seminario, ya que encontramos una respuesta en el sistema conceptual prece- dente. E] objeto real, cayo paradigma es el seno, el objeto oral, es anterior al abjeto del deseo, En el Seminario de La relacién de ob- jeto encuentran, por ejemplo, esta mencidn que justifica lo que di- go: «La relacién con el seno es Ia relaci6n mis primitiva del suje- to con el objeto real». eCémo se concibe el seno en el sistema conceptual preceden- te? Habr4 que revisar esto para poder valorar la mutacién extraor- dinaria del seno, del objeto oral, en el Seminario de La angastia, donde se lo concibe como un objeto exterior, un objeto que es del Orro, en este caso la madre, y como un objeto de necesidad que satisface el hambre. ‘Toda Ja elaboracién de lo que Lacan {lama la dialéctica de la frustracién consiste en mostrar cémo este objeto real se vuelve simbélico, es decir, c6mo el objeto de satisfaccién se transforma en objeto de don. 2Qué quiere decir esto? Lacan se esforzaba en mostrar en la dialéctica de la frustracidn cémo el objeto real se vuelve un signo del amor. La economia del deseo, en el sistema conceptual prece- dente, esté dominada, condicionada, determinada, por el amor. El amor como satisfaccién simbélica prevalece sobre la satisfaccion 49. CE J-A. Milles, Comentario del Seminario inesistente, Buenos Aires, Manantial, 1992. 50. Cf.J. Lacan, EI Seminario 11, ob, cit. n. 16, p. 20. 69 {A ANGUSTIA LACANIANA real de la necesidad. La via privilegiada para acceder al objeto del deseo es fa via del amor, hasta tal punto que Lacan sostiene que la satisfaccién real, el nifio ahfto, no es mas que el sustituto, la com- pensacién de la insatisfaccién simbélica del amor. Por otra parte, él utiliza al respecto la palabra aplastar. Hay un aplastamiento de lo que seria este Hamado del amor, un aplastamiento en la satisfac- cién. Uno se sacia y se duerme, precisamente porque hay algo in- satisfecho del lado del amor. La satisfaccién esencial es la que da~ ria el amor, como se recuerda brevemente al pasar en el Semina- tio de La angustia. En las construcciones de Lacan, en la relacidn del sujeto con el objeto, se encuentra de entrada el Otro significante, el gran Otro. Para Lacan implica, entre comillas, «una simbolizacién arcaica de la madre», correlativa del objeto real. Luego se produce una in- versién, donde el objeto se vuelve simbélico del don de la madre y la madre se vuelve potencia real. Se recuerda esto para indicar lo que opone, en Ja elaboracién, Ja via del amor y la via de la angustia. La via del amor, que La- can siguié hasta entonces, da acceso al objeto simbdlico, al falo como simbolo del Deseo de la Madre, al deseo como deseo del Otro. Mientras que la via de la angustia, tal como la trazé Freud en «Inhibicién, sintoma y angustia», conduce al objeto real, apunta a conducir al objeto de Ia satisfaccién, una satisfaccion que no es la de la necesidad, sino de la pulsin, una satisfacci6n que es goce. Ya sefialé que la angustia no es tanto el tema del Seminario de La angustia como la via para acceder, en lo que concierne al ob- jeto, a una dimensién distinta de 1a que permite la via del amor. Se establece una contraposicién: en Ia vertiente del amor, y bajo la operacién de la Aufbebung, el objeto real es elevado a la digni- dad del objeto simbédlico; se pasa de la satisfaccidn estipida de la necesidad a lo indefinido del deseo metonimico. Mientras que en la vertiente de la angustia aparece la disyuncién entre el goce y el deseo. En estas coordenadas se puede resituar la proposici de Lacan ~de la que antes hice un uso esclarecedor pero quiz también ligeramente desplazado, en todo caso, sin ver todas sus coordenadas~ que encuentran como aforismo en el Seminario de La angustia: «Sélo el amor permite al goce condescender al 70 Wi. PLACA GIRATORIA deseo».5! Esta proposicién resume la dialéctica de la frustracién. El amor es aqui velo de la angustia y de lo que la angustia pro- duce, a saber, el objeto que causa el deseo. Significante innombrable ‘Tan pronto como se confrontan el Seminario de La transferencia y el de La angustia, resulta manifiesta la oposicién que esbozo entre la via de la angustia y la del amor. El Seminario de La transferencia sigue evidentemente la via del amor para bosquejar la funcidn del objeto, que encuentra como dgalma, como el objeto del deseo preciso, va~ lorado, sobrevaluado, que se encuentra en el campo del Otro, y que explica Ja transferencia. En este Seminario, la relacién de amor se concibe como electiva, privilegiada,%? y puede decirse que este Semi- nario esté construido entero en el abordaje del objeto en la vertien- te del amor. No se encuentran en él, si puedo decirlo asi, todas las guarradas que se encontrarén en el Seminario de La angustia, El Se- minario de La transferencia esta iluminado por el esplendor de obje- tos agahndticos y culmina con Ja aparicién de una Venus botticelliana. La palabra privilegio, que emplea Lacan en lo que concierne a Ja relaci6n de amor en su Seminario de La transferencia, hace eco al privilegio que Freud reconoce a la angustia en «Inhibicién, sin- toma y angustia». Es preciso saber qué via se privilegia en el abordaje del objeto y si se privilegia una u otra, ya que la remi- sién del Seminario de La transferencia al Seminario de La angus- tia muestra que no se alcanza la misma dimensién del objeto. Re- cuerdo solamente que el Seminario de La trunsferencia comienza con una larga exégesis del Banguete que culmina en el término dgalma. ¥, pata confirmar que el paralelismo que esbozo tiene al- gan fundamento, Lacan recurriré al discurso de Aristéfanes a fin 51. J. Lacan, El Seminario 10, ob. cit. n. 2, p 194. J.-A. Miller comenzé a co- mentar esta proposicién de Lacan en su curso La orientacién laceniana I, 1, «Es- cansiones en Ia ensefianza de Lacan», lecciones de los dias 24 de marzo y 14 de abril de 1982, enseiianza pronunciada en el marco del Departamento de Psicoa- nélisis de Paris VII y de la Secci6n Clinica de Paris-Saint-Denis, inédito. 52. CE. J. Lacan, El Seminario, libro 8, La tramsferencia, texto establecido por J.-A. Miller (1960-1961), Buenos Aires, Paidés, 2003, p. 172. 71 LA ANGUSTIA LACANIANA de forjar su mito de la libido érgano, que he comentado. Cabe agregar que no es imposible que este mito de la laminilla haya si- do inspirado en Lacan por una curiosa invitacién de Fread —que no serfa nica, segdn la nota erudita de Strachey en el texto «Pul- siones y destinos de pulsién»~,5> cuando este sugiere a su lector imaginarse la situacién de un organismo vivo primitivo, un orga- nismo sin defensa, sin orientacién en el mundo, y que recibe, de manera directa, los estfmulos del mundo exterior. Esta elucubra~ cidn, esta invitacién de Frend a imaginar un ser vivo primitivo, es el vivo retrato de la laminilla de Lacan. ¢Qué encuentran en el Seminario de La tunsferencia después de Ja exégesis del Banguete? La dialéctica de la castracién, pero que quema sus tiltimos cartuchos ~yo la he distinguide como tal, pero la expresiGn esta en Lacan-, que pasa precisamente por lo oral, Jo anal, lo genital, intentando ordenar estos estadios y deducirlos sumaria- mente. Est4 esbozado. Verin que ocurre todo Jo contrario en el Se- minario de La angustia, donde Lacan indica su rechazo a proceder a una dialéctica entre los estadios. No hay movimiento de espiral, no hay movimiento progresivo. Lacan insiste, por el contrario, en el ca- racter disjunto de la relacién con las diferentes formas del objeto a. De modo que hay que leerlo de alguna manera en paralelo. No resumiré esta dialéctica, que solo estd esbozada, pero puedo subrayar los dngulos de la problemética, que encuentra una solu- cién inversa en el Seminario de La angustia. En ef Seminario de La transferencia, se ve este esfuerzo, a saber, el intento de Lacan de ir més alla de Ja angustia de castracién. Lacan subraya y acepta el [i- mite freudiano de la experiencia: «con Freud [el anilisis] fue direc- to hacia ese punto [al complejo de castracién]. El mensaje freudia- no concluyé en esta articulacion, a saber, que hay un término final {...] al que se llega cuando se consigue reducir en ef sujeto todas las avenidas de [...] su repeticién inconsciente, cuando se consigue que esta ultima converja hacia la roca [...] del complejo de castra- cién».5+ Con la pregunta y el esfuerzo por resolver la paradoja: épor qué hay en el nivel genital algo no consumado? Este limite 53. CE. S, Freud, «Pulsiones y destinos de pulsion», ob. cit. n. 37. 54.J, Lacan, EI Sentinerio 8, ob. cit. n. 52, p. 260. 72 IIL, PLACA GIRATORIA. que se subraya, marca y acepta en el Seminario de La transferencia es precisamente lo que Lacan se ocuparé de forzar dos afios més tarde en La angustia. En el Seminario de La transferencia, encuentran la trascripcién del complejo de castracién en términos significan- tes, y la resolucion del atolladero bajo la égida de la formula en que, justamente, é] aleja toda consideracién sobre el érgano en juego en el complejo de castraci6n: «El drgano sélo se aborda transformado en significante».55 Justamente, poder formular esto en La trangferencia \e permitié abrir la via exactamente inversa en La angustia, donde empiezan a pulular los érganos que no se trans- forman en significantes. Sorprende ver cémo se caracteriza alli este ultimo punto, este significante que se presenta como paradéjico porque es innombra- ble, Este significante que es el falo simbélico, sobre el cual ya he- mos elucubrado mucho —me contento con citar a Lacan-, «tiene la funcién de suplir en el punto en que, en el Otro, desaparece la sig- nificancia»; «él es el significante del punto en que el significante falta»; y «simbolo en el lugar en que se produce la falta de signifi- cante»; a continuacién: «esfuerzo por justificar que una falta de significante sea posible, cuando la bateria significante es siempre completa». Para justificar esta falta, é introduce la cuestién del su- jeto, y més alld, el discurso, la cadena significante en la que cada elemento remite a otro indefinidamente, lo que le permite dar a es- te significante fi maydiscula, 4, el valor de proporcionar la garantia de la cadena significante. Para resumirlo répidamente, es lo que se vuelve a articular en la tiltima parte de . Sefial de lo reat Lo cito porque el Seminario de Le angustia responde a ello pala~ bra por palabra. Esta respuesta valida el complejo de castracién como tiltimo. Se trata de que el sujeto acceda, no a un significan- te identificatorio, sino al significante que, si me permiten, sublima el 6rgano. Donde el Seminario de La transferencia inscribia fi ma- 55. bid., p. 264. 73 UA ANGUSTIA LACAWIANA yiscula, el Seminario de La angustia inscribe 2 miniscula. Este es el sentido del esquema de [a divisién que recordé, un esbozo de lo que seré alienacién/separaci6n. A RRA El valor de inscribir aqui a reside en que da otra respuesta a la pregunta por la garantia de la funcién del Otro, que se escurre en. la remision indefinida de las significaciones. Y en el Seminario de La angustia, la respuesta rechaza la respuesta significante, para de- cir: solo puede tratarse de que en alguna parte haya goce. A conti- nuacién —hay varias etapas, que resumo-, se necesita como garan- tia del orden significante, de Ja cadena significante no es mas que un. valor aproximado-, un pedazo de cuerpo, la libra de carne, es decir que es preciso entregar un érgano. Es necesario que el suje- to suelte un 6rgano, pero no un érgano transformado en signifi- cante, un érgano goce. En el curso de su ensefianza, Lacan lo Ha- maré condensador de goce, plus de gozar, es decir, lo que del goce no se deja taponar por la homeostasis, por el principio del placer. Al entender-las cosas de este modo, se comprende que surja, y vuelva como un leitmotiv del Seminario de La angustia, la fancion de lo que no engafia. La formula es zqué es lo gue engaiia? Por Sa- puesto, el amor es engafiador y engafiado. 1 deseo es engafiado y embaucado. Todo lo que es del orden de lo imaginario siempre puede oscilar, segiin la perspectiva, en reflejos, sombras y cente- lleos, y lo simbélico ya se revela en su dimensién de semblante y de ficcién. Por supuesto, la angustia es lo que no engafia, pero lo que no engafia es lo que no se deja significantizar, lo que no se de- ja atrapar en la Aufhebung; es, pues, el resto real. Este resto real es el goce en Ja medida en que no se deja captu- rar por el significante, el goce irreductible al principio del placer. Por eso, es la angustia que, como afecto de displacer, connota es- pecialmente lo no significantizable. Lacan comienza su Seminario con una formula que perdurard, «La angustia es el signo del deseo del Otro», pero que va a perdurar superada por otra férmula ha- cia el capitulo XII, «La angustia es sefial de lo real». La funcién 74 , PLACA GIRATORIA esencial de la angustia no es su relacin con el decir, sino su rela- cién con lo real. El término estd en Freud: Erwas Reales. ¥ Ja an- gustia, si no engafia (aunque encontramos esta formula una sola vez, hacia el final, esta aclara retroactivamente todo el Seminario), designa la Cosa, das Ding, designa lo real, el goce, en la medida en que lo imaginario y lo simbélico solo pueden girar a su alrededor. 4, un sefiuelo De manera correlativa, se imagina que S de A barrado, SQ), es ver- daderamente el colmo del colmo -no cesamos de escribirlo en el pizarrén, de escrutarlo-, pero esto sdlo remite a la falta de signifi- cante, que un significante —esta es por lo menos la hipétesis del Seminario de La transferencia~ «especial» puede colmar, mientras que un momento decisivo de Ja elaboraci6n de Lacan en el Semi- nario de La angustia es la elaboraci6n topolégica de una falta irre- ductible al significante. Para alojar al objeto 2, él inventa una falta que el simbolo no suple. Aili Lacan se responde a sf mismo, palabra por palabra. Es- ta falta que el simbolo no suple constituye Ja estructura del objeto a. Noes que el objeto tenga esta estructura, sino mas bien que ¢s- ta estructura es el objeto 4. Cuando lean el capitulo X del Semina- tio de La angustia, entenderén por qué Lacan formulé, mucho después, que la consistencia del objeto es ante todo légica, es de- cir, topoldgica. Lo que llamamos objetos @ son solo encarnaciones, representa- ciones, manifestaciones, traducciones. El objeto a es, hablando con propiedad, una estructura profundamente distinta de la del significante, es decir, profundamente distinta del elemento 1. De lo contrario, no se entenderia cémo el analista puede, no sin raz6n seria, inscribirse también en este lugar. En el Seminario de La angustia se renueva la lista freudiana de los objetos, que estaba limitada y ordenada por la castracién y la referencia al desarrollo. Antes no se salfa del triénguio o del terna- tio oral, anal, genital, pero la lista lacaniana se emancipa de este Hi- mite y de este ordenamiento. Y, en primer lugar, una vez aliviada de la castracién y de Ja referencia al desarrollo, a lista Jacaniana se 75 =: LA ANGUSTIA LACANIANA determina sobre las zonas erégenas, y especialmente sobre los ori- ficios de] cuerpo. De ahi que Lacan pueda agregar a lo oral y lo anal, lo escépico y Io vocal. No se trata de que se les arranquen los ojos aunque esto figura, e inchuso se muestra, en el Seminario-,5¢ ya no funciona el modelo de la imagen de la eviracién, sino el de Ja imagen de la pérdida y la separacién. Agrego que, tal como es- t4 desarrollada, la lista lacaniana es de hecho més vasta, porque se hace cargo, aun cuando después se libere de esto, de la teoria freu- diana de la angustia, que incluye, en «Inhibicién, sintoma y angus- tia», el aporte de Otto Rank sobre el trauma del nacimiento. La castracién es un nombre profundamente impropio que siempre se refiere a una eviracién por el Otro, como si este perso- naje prohibiera el goce. Por eso Lacan se distingue de Freud, quien no esperaba al final del andlisis més qué una reivindicacién falica, mas que la demanda de fi mayiiscula. Y, mientras que en el Seminario de La transferencia se lo exalta, en el de La angustia que- da fundamentalmente descubierto como un seftuelo. 56. Cf. J. Lacan, E} Seminario 10, ob. cit. n, 2, cap. STL 76 IV. Mas aca del deseo UN moviL Un arte de ret6rico Lo que tengo en mis manos es un libro, y sin embargo, al releer- Jo, al redescubrirlo con esta forma, me venian a la mente las pala- bras de Magritte: —> OBJETO-AL QUE SE APUNTA ANGUSTIA AMOR PALEA AGALMA Elestatuto ético def objeto-al que se apunta es el dgaima, mien- tras que el objeto-causa es mas bien, por excelencia, del orden de Ja palea. Al griego dgalma, la cosa preciosa, Lacan opone el latin pa- Jea, el desecho, y dedica largos desarrollos al objeto anal, que sigue siendo paradigmético de una fancién eminente del objeto-causa. En el Seminario de La wunsferencia, inspirado enteramente por la cuestion de fo que Alcibiades encuentra en Sécrates, Lacan explica la prevalencia el objeto-al que se apunta. :Por qué Alcibiades hace de Sécrates el objeto-al que se apunta de su deseo? La solucién que Lacan ofrece y desarrolla consiste en explicar Ja prevalencia de este objeto por la presencia escondida en él del dgahna, del objeto par- cial. El los enumera: el objeto oral, el objeto anal, el objeto falico.6+ El objeto parcial de {a teorfa analitica, cuyo término debemos a Karl Abraham, se ubica def lado del objeto-al que se apunta. Vemos aqui el deseo bajo el régimen del amor. En ese momento, se erige el ob- 63.CEJ. Lacan, «Kant con Sade> (1963), en Evcritos 2, ob. cit, n, 18, pp. 744-770. 64.5. Lacan, BI Seminario 8, ob. cit. n. 52, p. 173. 82 IV. MAS ACA DEL DESEO. jeto fascinante cuyo paradigma es el falo, fi mayuscula (4). Del lado del amor, es el himno al objeto fascinante y erguido. En el Seminario de La angustia, tenemos por el contrario una elaboracién que corrige este camino, este extravio necesario, para restituir el objeto parcial a su lugar de objeto-causa. El objeto par- cial se remite al lugar de la causa bajo las formas largamente des- critas del resto y del desecho. El deseo se concibe como un obje- to caido, cortado, caduco, separado, que fue abandonado, que el sujeto cede, y cuyo paradigma es el objeto a. OBIETO-CAUSA ~» —y OBJETO-AL QUE SE APUNTA ANGUSTIA AMOR: PALEA AGALMA OBIETO PARCIAL Condicionalidad del deseo De aqui en més, es facil anticipar que este Seminario procede a una degradacién del deseo. No se trata de realizacién del deseo, de este término tan importante en los Seminarios anteriores de Lacan. El fin del deseo es siempre un falso fin, una equivocacién sobre el objeto que cuenta. El deseo es una equivocacién. Lo que Lacan perciba aqui lo acompafiaré el resto de su ensefianza, cuan- do defina, en el momento mismo en que presente el pase, el fin del anélisis como una deflacién del deseo, es decir, cuando este se de- sinfla como por una detumescencia analftica, cuando desaparece el objeto-al que se apunta fascinante. De manera repetitiva, este Seminario insiste en que el objeto- al que se apunta por el deseo no es més que un sefiuelo, Hasta tal punto que, cuando Lacan recuerda en un momento el budismo, retoma la aserci6n de que el deseo es solo ilusién. E] deseo no es verdad, sino ilusién. No retoma esta asercién para validarla ente- ramente, sino para ratificar que puede tener un sentido para nues- tra experiencia.6> 65. J. Lacan, El Seminario 10, ob. cit. n. 2, p. 250. 83 LA ANGUSTIA LACANIANA, Sobre este punto se deduce una direccién de la cura de este Se- minario: el analista no esté fascinado por el deseo, ni por Ja inter- pretacién del deseo, y lo que se trata de interpretar esté més acd del deseo. Se trata de interpretar ¢l objeto-causa. Lacan diré mas tarde que la interpretacién tiene por objeto la causa del deseo, pe- ro allf ya se esboza este cambio del punto de aplicacién de la in- terpretacién. La primera vez que Lacan presenta este objeto-causa, que sigue siendo misterioso, lo ilustra con el fetiche de la perversion feti- chista, donde, a su entender, se revela la dimensién del objeto co- mo causa del deseo. No se desea el fetiche, pero este debe estar alli para que haya deseo, y el deseo se engancharé donde pueda. Vean dénde cayé el objeto fascinante del deseo. Ya no importa dénde se enganchard el deseo: debe ser ahi. En este «ser ahi», ya resuena el Dasein, con el que Lacan calificard al objeto a. Lacan elabora en este Seminario un objeto que es condicién del deseo, y esta condicién es distinta de la intencidn; es la condi- cionalidad del deseo respecto de lo que era su intencionalidad. OBJETO-CAUSA ~3 Gd —> OBIETO-AL QUE SE APUNTA ANGUSTIA AMOR PALEA AGALMA u OBJETO PARCIAL =~ D CONDICIONALIDAD INTENCIONALIDAD Objeto veridico y objeto falso Iustrar esta construccién con el fetichismo como perversién no apunta a restringir su validez, sino, por el contrario, a revelar el es- tatuto de! deseo como tal, a saber, que se liga a un objeto distinto de ese al que apunta. Dibujo por ahora un mundo fantistico, de manera incluso abstracta. Me propongo darles puntos de engan- che, lo que implica ~cosa que se muestra en el Seminario- que hay un desconocimiento interno al deseo, lo que Lacan plantea de en- trada, desde la segunda leccién —donde se trata de una confronta- cién con Hegel-, de una manera enigmitica, mediante la formula 84 IY, MAS ACA DEE DESEO «El deseo del hombre es el deseo del Otro». Esta leccién concla- ye con la evocacién de cémo se traduciria en el plano del amor la lucha de puro prestigio que tiene lugar entre las dos conciencias enfrentadas de Le fenomenologia del espéritu. Lacan ta wadujo en términos de dominio: «Te amo aunque no quieras». Como ven, es la dialéctica del amo y del esclavo trasladada al registro del amor. Y Lacan le opone otra férmula, misteriosa, enigmatica, de la que dice que quizd no sea articulable, aunque pueda ser articulada. Es- ta formula implica lo imposible y, al hacerlo, designa lo real del asunto: «Te deseo aunque no lo sé». ; Dejo de lado por qué Lacan considera que esta formula es irre- sistible si logra dejarse ofr, para destacar solamente que «Te deseo aunque no lo sé» expresa la nesciencia del deseo. El deseo autén- tico es el deseo en la medida en que no conoce su objeto, que no conoce el objeto que lo causa. La frmula no es articulable, en la medida en que el deseo es reprimido, es decir, inconsciente. En el Seminario de La angustia, se asiste a un desdoblamiento del objeto -el del objeto-causa y del objeto-al que se apunta~ que se refiere a dos estatutos de este: el objeto auténtico, que es siem- pre el objeto desconocido, ese que es propiamente 4, y al falso ob- jeto a, el 4gaima. Esta oposicién entre el objeto auténtico y el fal- so objeto tiene, segiin lo que Lacan elaboré a continuacién, algo de rudimentario, pero inspira el contraste que establece Lacan en- tre cl fantasma en el perverso y en el neurético.6 PERVERSO Neurénco A A g Sia $ - > SUJETO OTRO Este esqnema elemental intenta traducir que en el perverso, como sé decia en esa época, 4 esta en su lugar, del lado del sujeto, pero donde el sujeto no lo puede ver. Del lado del Otro se vuelve 66. Bbid., pp. 59 y 60. 85 LA ANGUSTIA LACANIANA visible, mientras que del lado del sujeto, hay nesciencia donde se inscribe propiamente el objeto 4. En «Kant con Sade», se lo ilus- tra con la posicién de Sade, que se ignora como objeto 4, ignora que ocupa el lugar del objeto. En el Seminario aparece, sin embargo, un poco més desarrolla- do lo que explica algunos de los enunciados de Lacan en un tex- to contemporaneo, «Subversién del sujeto»®’— que el neurético pasa el @ del lado del Otro. Est4 ocupado con su fantasma, tiene conciencia de esto, y puede tomar este objeto como al que se apunta. Para Lacan, no.es él lugar auténtico del objeto a tal como Jo plantea en el Semhinario, donde es exterior al campo del Otro y resulta invisible para el sujeto. Mediante una maniobra, por su uso, e] neurético hace pasar el @ del lado del Otro, y entonces un objeto 2 hace que su fantasma le sirva para sofiar, si me permiten, para sofiar con perversién. En la medida en que el fantasma del neurdtico esti enteramente del lado del Otro, pudo hacerse el ca- tdlogo de las perversiones, y es que allf uno se orienta. Lacan no mantendré estos esquemas que, aunque son elemen- tales, indican algo muy importante que es la posicién de exteriori- dad de a respecto del campo del Otro. La frase de Lacan de los Es- critos, «Por lo menos un pie del fantasma esté en el Otro», dificil de entender, se aclara con esta oposicién entre el fantasma perverso y el fantasma del neurético. Por eso, Lacan introduce la nocién de que el a del fantasma del neurético es un a falso, una falsificacion; un desplazamiento inducido en el Otro, cuando su verdadero lugar esté del lado del sujeto. Si no se capta que se construye a partir de Ja nocién de la exterioridad de a respecto del campo del Otro, no se entiende nada de todo el primer movimiento del Seminario. En ef neurético, a esté desplazado. Lacan sefiala incluso que hay un uso falaz del objeto en su fantasma, que conocemos porque lo mencioné en «Subversién del sujeto». Retoma el texto en La angustia, la demanda del Otro adquiere funcién de objeto en su fantasma y por eso a, este a falsificado, se vuelve cebo para el Otro y pasa al campo del Otro. Esta condicién permite el psicoandlisis 67. CEJ. Lacan, «Subversién del sujeto y dialéctica del deseo en el incons- ciente frendiano» (1960), en Esorites 2, ob. cit. n. 18, pp. 773-807. 86 IV, MAS ACA DEL DESEO para el neurético, mientras que el perverso no tiene Ingar en esta condicién. El] neurético concede a, un a falso, al Otro. Lo que no se deja significantizar Estos términos seguirén produciendo una dificultad profunda que Lacan trabajara, puesto que, en el Seminario Aun, va a rechazar fi- nalmente su construccion del objeto a: «Todo esto no es mas que semblante». La bisqueda de lo que es alli el verdadero objeto @ —esta busqueda curiosa, este esquema sorprendente, pero que acla- ra los Bscritos— deja presentir que en Ia teorfa lacaniana, en Ja teorfa analitica, no se ha terminado con Ja cuestién de ta relacién del sem- blante con Jo real. Lacan supone que hay «una trampa de la estruc- tara fantasmatica en el neurdtico»,“? que a él mismo atrapé en sus Seminarios: hacer del objeto-causa el objeto-al que se apunta, re- cubrir uno con otro, transformar ¢ en algo localizable, que se ve. En este Seminario, el campo del Otro es el campo de la objeti- vidad. No dudo en emplear el término objetividad, puesto que La- can lo opone al de objetalidad, que por el contrario engloba, califi- ca los objetos-causa. OBJETALIDAD OBJETIVIDAD OBJETO-CAUSA —» —> OBIETO-AL QUE SE APUNTA ANGUSTIA AMOR PALA AGALMA ‘OBIETO PARCIAL \ / CONDICIONALIDAD INTENCIONALIDAD Aqui el fantasma neurético se plantea comono auténtico y el ob- jeto a del fantasma del neurético solo como un sustituto. Queda, en este Seminario, la nocién de que lo verdadero, el verdadero objeto 4, no se puede ver. Por otra parte, es lo que se dice exactamente en «Subversién del sujeto». Lacan construye los objetos-crusa como 68. J. Lacan, E! Seminario 10, ob. cit. n. 2, p. 78. 87 UA ANGUSTIA LACANIANA no especularizables, no se los puede atrapar en el espacio del espe- jo, en el campo esedpico, y es que escapan al campo visual. Por eso, Jo que Lacan flama el campo def Otro en el Seminario de La angus- tia es el lugar del significante, pero también el lugar de las aparicio- nes, es alli donde algo aparece. Esta bréjula debe conservarse en todo el primer movimiento del Seminario, si distingo en él dos principales, El higar auténtico de # esté del lado del sujeto, invisible para él, y solo por trampas y falacias aparece en el Otro. En el segundo movimiento del Semi- nario, Lacan elabora el lugar de a en el Otro. El objeto a, que alli se construye, sigue siendo evidentemente una formacion muy am- bigua, que es por un lado irreductible a la simbolizacion e irrepre- sentable segtin las leyes normales del campo visual, exterior al Otro, y sin embargo esta incluido en el Otro, pero como diferen- te del significante. Esta dificultad de articulacién —que Ja construccién de aliena- ciédn y separacién intentar4 resolver- se menciona en Ia tltima leccién del Seminario: «el objeto, definido como un resto irre- ductible a la simbolizacién en el lugar det Otro, sin embargo de- pende de este Otro». En esta frase se reconoce la dificultad de la construcci6n. ‘También al final del Seminario Lacan insiste en que el objeto 4 n0 es pura facticidad, no es simplemente un en-si, y el hecho de que sea irreductible supone que se ejerce sobre él un esfuerzo de reduccién al Otro. Por eso es relativo a esta reduccién, lo que ins- piraré ademas en la ensefianza de Lacan continuas oscilacion: por un lado, el objeto 4 como real, pero al mismo tiempo relati- vo a la elaboracion significante. No es, pues, un absoluto, y este puede incluso ser el nombre del momento en que se detiene la elaboracién significante. Mas tarde, en «Radiofonia»,?0 Lacan hablar del viraje del goce a la contabilidad, de hacer pasar el go- ce al significante que cuenta, y también a Ja palabra. Alli esté pre- sente la misma légica; se trata, en definitiva, de lo que no se deja significantizar. 69, Ibid, p. 358. 70. J. Lacan, «Radiofonia», ob. cit. n. 33. 88 WV. MAS ACK DEL DESEO La angustia, momento légico Ya comenté el aforismo que encontré en el Seminario de La angus- tia, «Sélo el amor permite al goce condescender al deseo».7! Hay, pues, que destacar que goce y deseo son dos estructuras distintas. éPor qué Lacan se dedica con esta insistencia, en este Semina- rio, a dejar 2 de lado del sujeto, del otro lado del Otro? Porque 4 es de alguna manera una expresién, una transformacién del goce del cuerpo propio, del goce en su estatuto autistico, cerrado —que Lacan habfa vuelto atin més cerrado al Hamarlo con el término freudiano das Ding-, mientras que el deseo es relacién con el Otro. Hay entonces una antinomia, un hiato entre goce y deseo. Simple- mente, el goce tiene como lugar el cuerpo propio, mientras que el deseo es relacién con el Otro. Esta antinomia inspirard ademés, diez aiios después, la elaboracién de Lacan en el Seminario dun. Resulta divertido introducir en el Seminario de La angustia el amor entre goce y deseo, introducirlo: como mediador. El amor es mediador porque desplaza 0 falsifica a, haciéndolo pasar al objeto- al que se apunta, volviéndolo dgalma; mientras que la angustia no es mediadora, para Lacan, sino que esté en el medio del goce y el deseo. Parafraseando el aforismo de Lacan, diria que solo la an- gustia transforma el goce en objeto causa del deseo. Lacan clabora e incluso construye la angustia como el opera~ dor que permite a das Ding cobrar forma de objeto a. No se lo en- cuentra con todas sus Jetras en el Seminario, donde la angustia funciona como un operador que produce el objeto-causa. La an- gustia lacaniana es wna angustia productiva. Por eso Lacan sefiala al final del Seminario que el momento en que se pone en juego la funcién de la angustia es anterior a Ja cesién del objeto. Y da un ejemplo tomado del caso del Hombre de los Lobos, cuando, ante sa suefio repetitivo, puede reconstruirse el episodio de una turba- cién anal, de una defecacién. Lacan lo enuncia una vez, lo retoma 71. JA. Miller coment este aforismo de Lacan especialmente en st curso de La orientacién lacaniana Ul, 1 (1981-1982), «Escansiones en !a ensefianza de Lacan». 89 LA ANGUSTIA LACANIANA una segunda, pero sigue siendo el modelo esencial de lo que est en juego, a saber, la angustia como moderador que produce el ob- jeto-causa. Por eso la angustia es aqui esencialmente un momento légico, ¢ incluso no experimentado. APARICIONES, PERTURBACIONES Y SEPARACIONES Certeza de la angustia Dados estos puntos de referencia, intentemos ahora captar en lo concreto esta relacién singular del goce con Ja angustia. Para eso necesitamos remontarnos a Freud, quien sostiene que la primera y més original de las condiciones que determinan la angustia es la exigencia pulsional, constantemente creciente, ante la cual el yo se encuentra en estado de desamparo. Se capta asi la base sobre la que Lacan construyé este esquema. Traducir esta frase en térmi- nos lacanianos ya les hace recorrer la relacién del goce con la an- gustia. Para Freud, es una perturbacién econémica, un exceso der Uberschuss~ de libido inutilizada, que es el micleo del peligro al que responde la angustia. En términos de Freud, Lacan pone en sinfo- nia la relacién del goce con la angustia y, tras la angustia, la pul- sién, en la medida en que quiere satisfacerse, como voluntad de goce que insiste sin tregua. Cuando esta insistencia pulsional en= tra en conttadiccién con el principio del placer, se presenta este displacer llamado angustia. Por eso Lacan indica —una vez, pero es suficiente~ que la angustia es sefial de lo real e indice de la Cosa, das Ding, y la férmula «la angustia es sefial de lo real» prevalece sobre la nocién, que sin embargo siguié siendo famosa, de la an- gustia como signo del deseo del Otro. Habra que esperar hasta la tiltima leccién del Seminario para que Lacan tome una distancia explicita respecto de este enuncia- do escabel que planteé al comienzo: «la angustia es el signo pro- bado del deseo del Otro». Al comienzo presenté una mantis reli- giosa y un personaje que lleva una mascara y que ignora si la man- tis religiosa hallard su objeto en él. De alli la angustia, angustia por ser eso que le falta a la mantis religiosa. Retirando de alguna ma- nera la alfombra bajo los pies de quien lo sigue, Lacan destaca al 90 IV, MAS ACK DEL DESEO final del Seminario que el apdlogo solo vale en el nivel escépico. Se trata del nivel del estadio del espejo, el nivel donde somos los mismos. En el nivel escépico se desconoce por excelencia la rare- za del objeto a y este objeto es el mds enmascarado. Por eso este Seminario implica una critica continua del nivel esc6pico, sobre el que Lacan elaboré su teoria del deseo desde «El estadio del espe- jo», y del esquema 6ptico, que aparece aqui por diltima vez. Esta conexién de la angustia con lo real del goce es ademas lo que Lacan destaca como certeza de la angustia y lo que contrasta con el cardcter dudoso del significante ~el significante no es nun- ca seguro. Por eso la fenomenologia del obsesivo ocupa tanto lu- gar en este Seminario. El obsesivo es el sujeto que manipula el sig- nificante intentando acceder al origen, es decir, al objeto-causa, pero también alimenta la duda en la buisqueda significante, a fin de mantenerse alejado de la certeza. En este Seminario, la degradacién del deseo va de la mano de la degradacién del significante. Cuando la relacién con lo real como angustia es certeza, el significante no es mas que posibilidad de en- gafio simbdlico. Se asiste, pues, a una degradacién del deseo, una degradaci6n del significante. Luego Lacan ajustard, atenuard, des- plazar4 todo esto, pero aqui estamos en el momento en que emer- ge otra dimensién de la experiencia, que hasta entonces no habia sido.abierta. Encontramos incluso una critica de la ciencia: «Todo aquello a lo que se extiende la conquista de nuestro discurso cien- tifico se reduce siempre a mostrar que es un inmenso engafio. Do- minar el fenémefo mediante el pensamiento consiste siempre en mostrar cémo se puede hacer de un modo engafioso, implica poder reproducirlo, o sea, hacer de él un significante».7? Debemos consi- derarlo en la perspectiva que valoriza la certeza de la angustia, pe~ ro se ve bien que se trata del comienzo de io que Lacan desarrolla~ r4 més tarde como fa noci6n del significante como semblante. Hoy podemos agregar que se constata, en efecto, en este co- mienzo del siglo XI que las conquistas de la ciencia estén acom- pafiadas del ascenso al cenit social del valor de goce, del derecho de gozar, del derecho a gozar, precisamente porque implican en si 72. J, Lacan, El Seminario 10, ob. cit. n. 2, pp. 89. gt UG ANGUSTIA LACANARA mismas un engafio que vuelve tanto mis insistente el Hamado a un real, al real del goce, cuanto que no es del semblante. El discurso juridico mismo se pone siempre demasiado al servicio del derecho a gozar, al que solo se le puede oponer el derecho imprescriptible de la tradicién: «Déjennos en nuestro refugio de tradicién». La certeza esta del lado en que se goza, y no ciertamente en la natu- raleza, que esta irremediablemente falsificada por la ciencia. Ya no hay nadie que diga que se necesita un hombre y una mujer para hacer un niiio. Esta supervivencia es anterior a que el cientifico ocupe el tercer lugar en este asunto. El llamado al Otro como el Padre, el llamado al significante-amo del Padre puede ser, en efec- to, tanto mas exasperado cuanto que la certeza est4 siempre dema- siado del lado del goce. Angustia productiva Volvamos a Freud en la relacién con Lacan. La repeticién de la palabra sefial, la angustia como sefial en el yo -un eslogan muy re- petido en Freud y Lacan-, hace creer que esta se reduce a adver- tir 0 connotar. Pero no es en absoluto lo que ocurre. En «Inhibi- cion, sintoma y angustia», Freud hace lo que hace Lacan en La an- gustia, esto es, revisa sus posiciones anteriores. Todo este libro apunta a destacar que la angustia es activa. No lo comentaré en de- talle y me contentaré con darles la férmula que inspira enteramen- te este Seminario de Lacan: «La angustia —de castracién— es mo- tor de Ia represién». Esto dice Freud, quien escribe

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