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FRANCISCO ROJAS GONZALEZ Et Diosgro | g a FONDO DE CULTURA ECONOMICA sco Primera edicid (Letras Mexicanas) 1952 —— Sa B D. R. © 1062, Fowoo wr CuLroR Feonowien Av de Ta Universidad 905 México 12, DF Impresa en México LA TONA, Cersanta descondia por la vereda que culebreaba centre los peiiascos de 1a Joma clavada entre la alde- huela y ef rfo, de aquel rio brouco al que tributabaa os torrentes que, abriéndose paso entre jarales ¥ yerbajos, ée precipitaban arrastrando tras sf costras Ge roble burtadas al monte. Tendido en la hondo- ‘nada, Tapijulapa, et pueblo de indios pastores. Las jorrecitas de la capilla, patinadas de fervores y la- moses de atios, perforaban la nube aprisionada en- tre los biazos de Ja cruz de hierro, Crisanta, india joven, casi niGa, bajaba por et vendero; el aire de Ia media tarde calostriaba su cuerpo eneorvado al peso de un tercio de lefia; 1a cabeza gacha y sobre la frente un manojo de cabe- los empapados de sudor. Sus pies —garras a ra- tos, peauias por momentos— Tesbalaban sobre Tas lajas, se Rundian en los Uguenes 0 se asentaban ‘como extremidades de plantigrado en las planadas dal senderillo... Los muslos de ta hembra, negros y macizes, asomaban por entre los harapos de Ja @nagua de aigodén, que alzaba por delante hasta arriba de las rodillas, porque ¢} vientre estaba ut- gido de prefiez... la marcha se hacia mas penosa a Eada paso; la muchacba deteniase por instantes a to- imax alientos; mas luego, sin levantar la cara, reanu- Gaba cl camino con fmpetus de bestia que embis- tiera al fantasma del aire. Pero hubo un momento en que las piemnas se ne garon al impulso, vacilaron, Crisanta alzé por prt mera vez la cabeza e hizo vagar sus ojos en Ja ex- 7 tension. Ra el rostre de la mujercita zoque cays ua velo de angustia; sus Jabios temblaron ¥ las aie. tex de su narlz Jatieron, tal si olfatearan. Con pasos inseguros In india buscé tas siocras: dinfase Nevada entonces por un instinto, :nejor que impulsada par un pensamiento. El rin estaba cerca, a no mas de veinte pasos de la yereda, Cuando estuvo en las mérgenes, desaté el "mecapal” anudade a su frente Y eon aprawios deposité en ef suelo al fardo de lea; Iiego, como Jo hacen todas fas zoaues, todes" Ja abuela, ia madre, Ja bermana, la amiga, a enetniza, remangé hasta axiba de Ya ciniira su fatdita ane arajasa, para scntarse en cuclillas, con tas piernas abfertas y Jas mavos crisfladas sobre tas codillas amaratacas y dsperns Fintonces se estoré. at lan celazo del dolor, Respiré profunda, icegularmeu fe, tal si toras Jas doteocias bubiérausele anidado en Ja gargantn. Despnés hizo de sus manos, de aque. Has manos durns, agrietadas y rugosas de fatigns, tensilios de consueto, cuando las paso por et ex cesive ventre ahora convulso y aealombmde. Los ojos escurrian Ygrimas que drotohan de tas esclee roticas ecugesticnadas, Pero toda esfeersa fue vano. Llevé despiids sus dedas, sinicos instramentos de alivio, hasta la entrepicrna acdorosa, tumelacta y de abil los separé por indtites.... Luego los encajo en Ia tierra con fieveza y asi Jos mantuvo, pujando tabia y desesperacion... De prouto la sed’ se hizo otra tortura... ¥ alld fue, arrastrandose como co- yota, hasta Wegar al xia: tenclidse sobre In arena, iutenté beber, pero in nausea se optiso cusning ve ces quiso pasar cn trayo; entonces musi su deses- peracién y rodé en la areua entre convulsionss. Att Ja ball Simén su maride. Ceando el mozo Heys hasta su Crisanta, ella To recibié com palabras duras en lengua zogue: pero Simon se habfa hecho sarde. Con deheadeza ‘ele yants en brazos pam conducinia 4 su choza, aquel jacal pajizo, incrasiado en la fatéa de ie toma. El hombrecito deposit en el petate In carga trémula de dos vidas y ine en busca de Altagracia, 1a coma drona vicja que moria de hambre en aquel pueblo en donde las nmujeres se las arreglaban solas, a or Has det rio, sin mas ayuda que sus manos, su es. fuerze y sus geinidos. Altagracia vino al facal_seguids de Simén. La vieja encendis un mnnojo de ocore que dejé arder sobre una olla, en scguida, con ademanes complica. dos y posturas misteriosas, ve arrodillé sobre la tierra apisonada, 7275 un credo al revés, eupezande por ef “amén” paca concluir en ol “,,-padre, Dios en creo”; formula, cegin ella, “Iinda" para sacar de apuros Ja mas comprometida, Después siguio pra ticando algunos tocamfentos sobre Ja barriga de. forme. vamos. fs No te apares, Simin, luego la arreglamos. Bsto pasa siempre con las primerizas... Hum, las veces que me ha focado batallar con ellas...! —-dijo. —Obre Dios —contesté el muchacho mientras echabs a a fogata una raje resinosa. —¢Hace mucho que te empezaton Jos dolores, raja? 'Y¥ Crisanta tayo por respuesta sélo un rezongo. Vamos a ver, muchacha —siguié Altagracia~-: dobla tus piemnas... Ast, flojas. Resuella hondo, 9 puja, puja fuerte cada vez que te venga el dolor... ‘Més ferte, més... jGrita, hija...! Crisanta hizo cuanto se le dijo y 14s; sus piernas fueron hilachos, cugié hasta enronquecer y sangré ‘sus pufios a mordidas. Vamos, ayidame muchachita —suplicé la vieja en los momentos en que pasaba rudamente sus manos sobre la barriga relajada, pero ferca en con- servar la carga... 'Y los dedazos de ufias corvas y negras echaban toda su habilidad, toda su experiencia, todas sus mafias en los frofamientos que empezaban en las, mamas rolundas, part avaleu cu la pelvis abultada y lampifia. Simdn, entre tanto, habfase acurrucado en un rin- Gn de ta choza; entre sus piernas un trozo de ma- dera destinado i ser cabo de azadén. El chirrido de la Jima que aguzaba un extremo del mango dis train cl enetvamiento, robaba un poco la ansiedad del muchacho. Anda, madrecita, grita por vida tuya... Puja. encorajinate... Dime chiches de perra; pero date isa... Pare, haragana. Pare hembra 0 macho, pero pronto... {Cristo de Esquipulas! ‘La joven no hacfa esfuerzo ya; el dolor se habia apuntado un triunfo. ‘Simén trataba ahora de insertar a golpes el man- go dentro del arillo det azadén; de su boca entre. abierta salfan sonidos roncos. ‘Altagracia sudorosa y desgrefieda, con las manos tiesas abiertas en abanico, se yolvié hacia el mu- chacho quien habfa logrado, por fin, introducir el astil en Ia axgolla de la azada; el trabajo habia ale. jado un poco a su pensamiento del sitio en que se ‘escenificaba el drama. 10 Todo es de balde, Simén, viene de nalgas —dijo Ja vieja a gritos, mientras se limpiaba la frente con el dorso de su diestra. Y''Simén, como si voleiece del snefin, coma si hubiese sido sustraido por Jas destempladas pala- bras de una regién Iuminosa y apacible: {De nalgas? Bueno... ¢y’hora qué? La vieja no contest6; su vista vagaba por cl te cho del jacal. ‘De ahi —dijo de pronto—, de abf, de la viga madre cuclga la coyunda para hacer con ella el co- lumpio... Pero pronto, muévete —ordené Alta. gracia, —No, eso n0 —gimié él. Anda, vamos a hacer Ja dltima lucha... Cuelga Ia coyunda y ayédame a amarrar a Ia muchacha por os sobacos. ‘Simén trep6 sin chistar por los amarres de los muros pajizos e hizo pasar la cinta de jarcia sobre el morillo horizontal que sostenia la techumbre. yala Muerte... fuerte, con gauas. jum, no pa reces hombre, ..! Jala, deronio. ‘A poco Crisanta era un titere que pateaba y se retorcia pendiente de la coyunda. ‘Altagracia empujé ol cuerpo de Ia muchacha Ahora més que pelele, era una péndola de tragedia, tun pez6n de delirio... "pero Crisanta ya no hacla nada por ella, habia caido en un dorraayo conuulsivn. —Corre, Sim6n —dijo Altagracia con acento alar- mado—, ve a la tienda y compra un peso de chile seco; hay que ponerlo en las brasas para que el humo la haga toser. Ella ya no puede, se est pa- sando.., Mientras ti vas y vienes, yo sigo mi lucha con la ayuda de Dios y de Marfa Santisima... Le ire voy a trincar la cintura con mi rebozo, a aa por vida ttya! ya ver st ast inn yao escola elias palabras de vicjay habia sate en courera para Eanplie et em marge En ef camino tropez6 con Trinidad Pérez, su ami- go el pedn de la carretera inconclusa Que fasta a Sana Sac de Re ~Aguardate, hombre, saluda siguiera —grit nidad Pérez. “ ene Te quia esté parendo desde untes de que eso! so metlera yes hora que todavia no pute =i aot ote dmc, oes HO Puede —Fnlor otiniaad ‘Pérez se emparejé con Simén, los dos ie ents aywdande dots Alagraca,.. Por luchas no ha quedado. an v1 Bor tach Quieres un consejo, Simén? —Vete al carspamento de los ingepieros de fa cae rretera. AllCesta un doctor que es rauy buena gen. te, Mémato, seo amuy Geena gem ‘aX con qué te pago? Si le dices 1o pobres que somos, él entenderd, ands, alate de ‘Attagrache NEE Simin yz no reflexion6 mds y en lugar de torcer hacia Is tienda, tomé por el atajo que mas pronto Jo Lvarfa al campamento. La tuna, muy alta, decta que la media noche estaba éercana. Freate al médico, un viejo amabie y bromista, Simén el indio zoque no tuvo necesidad de hablar mucho y, por ello, tampoco poner en evidencia su mal espaol. —iPor qué se les ocurriré a las mujeres hacer sos gracias presisinene a estas horas? se preg, 2 16 ef doctor a sf mismo, mientras un bosiezo ahog- ba sus itimas palabras... Mas Tuego de despere yarse, afindid de buen talante--: ¢Por qué se nos Sourse a algunos hombres ser médicos? Ixé, mucha. tho, iré Inego, no faltaba més... gEstd bueno el camino hasta tu pueblo? “Bueno, pareiito, como Ja palma de ta mano... El médico guardé en su maletin slgunos instru ‘mentos niquelados, una jeringa hipodérmica y un gran paquete de algodén; se cal6 su viejo “pana ind”, ech6 “a pico de botella” un buen trago de mez fal, asepurd sus ligas de ciclista sobre Tas “valea- Glanas” del pantalén de drily monte en su bicicleta, mientras eseuchaba a Simén que deci: —"Fntrando por la murda, ¢§ la casita sds repo- gada a la Toma, Cuando Simén Wess a su chora, lo recibié tn vvagido latgo y agudo, que se confundié entre el car ‘eareo de las gallinas y los gruiidos de “Mit-Chueg”, @l perro amarillo y fiel. Simon sacé de la copa de st. sombrero un gram ‘vafiuelo de yerbes; con Al se enjugd ol sudor ane Je cormia par las sienes; Ineu7 respiré. profundo, piientres empujaba tunidamente la puertecilia de la cha. ‘canta, cubievta com un saraipe desteftide, yacia sosegada, Altagracia tetirabs akera da la lambre gna gran tinaja con agua caliente, y ef médico, con fa enmnisa remengada, desmontaba ia aguja de la {¢ spodérmica. ios um raachito —diia con vor débit y on a agiitinante lengua zogue Crisonta cuando nuird 4 su marido. Entonces Is boca de ella se duminé con el Dritla de dos itileras de dicate come gran 108 de clote. 3 =yMacho? —pregunts Sim6n orgulloso~. seg? orgulloso—. Ya lo Tras de pescar ef menién de Crisanta entre sus dedos tosc0s ¢ inhdbiles para la caricia, fue a mirar a su hijo, a quien se disponfam a babar el doctor y Avagracid, EL nuevo padre, rido como un peat » ‘unos instantes auet trozo de ca Se debata ychilaba, "ne Move Ge cele gue s-Es bonite —dijo—: se parece a aquélla en to rompudo sete con i bara Canta . con un dedo tieso ¥ torpe, ensay Hela en eh care del rosea maelad oS Gracias, doctorcito... Me ha hecho usté el kombre més contento de Tepijulapa. Y sin agregar mds, el indio fue hasta el fogéa de tres pfedras que se alzaba en medio del jacal. Ahi se habla amontonado gran centidad de ceniza, En un bolse yn pubsdos, Fecogié Simon los resk ni pt on tn. sete bei ee despertaba, echése sobre los hombros el costalillo y ae te Tay nm oa, se LN? ta ae Pes Sinn in nee ea, Cuando amanezca saldré de nuevo. El animal que haya dejado pintadas sus hucllas en Ja ceniza sert ose dat inetd wa nae © Ia bestia que primero haya venido a saludarlo; coyote o tej6n, chuparrosa, liebre o mirlo, asegtin... ~ Er et yt os in tona, el ic su amiga siem- pre, hasta que muera. , “ ~-Ah4 —dijo el médico sonriente—, se trara de buscar al muchacho un espfritu tutelar... “si, aseguré la vieja —-éee es el costumbre de po'acd. “Bien, bien, mientras tanto, bafiémoslo, para que el que ha de ser st tona lo encuentre limpizci- toy buen mozo. Cuando regresé Simén con el bolso vacio de cenizas, hallé a su hijo attopadito ¥ fresco, pegado al hombro de la make, Crisanta dormia ‘dulce y profundamente... EI médico se disponia a mar charse, ‘Bueno, Simén —dijo el doctor—, estas servido. —Ye quisiera darle a su mereé mas que juera un pubito de sal... ‘—Deja, hombre, todo esta bien... Ya te traené unas medicinas para que el nifio crezea saludable ¥ bonito... “Sefior doctor —ogregé Simén con acento agra: decido—, hdgame su mereé otra gracia, si es tam ‘bueno. —Dime, hombre. CYe quisiera que su persona juera mi compa. are... Lieve usté a cristianar a la eviaturita. ¢Quere? con mucho gusto, Simén, td me dirés. RI miércoles, por favor, es el dia en que viene el padre cura. Bl miércoles vendré. .. Buenas noches, Simdn..- ‘Adios, Altagracia, cnida a la muchacha y ai nifio... ‘Simén acompaiié al médico basta Ia puerta det jacal. Desde ahi lo siguié con la vista. La bisicleta famé los altibajos del camino gallardamente; sux ‘ojo ciclépeo se abria paso entre las sombras. Un ‘encandilado, ‘ernz6 la vereda, 1s Puntuat estuvo el médico el miércoles por fa ma La esquila laid a misa, i tsa, los zoaues vestidos Lumplo 2eunragban on hats La Sarina tone s leyres. Tronaban los cones Palos, hoabies y muierts,coperibas eae leads Siva corto Sonat Po alla, bate I torte se ste ot . dlitign a la iglesia, Crisanta, tresea y nena see galt 9s io seguida de altogata, Ie'madnie fra ae es, Simon 9 01 madca than at 2¥ qué nombre te w i ab cod tN" 8 8 owe +a tn Pos rd unis, compedrito doctor... Daun pique a dio‘ stentie ee eain PoP filta, pores ds os 5u fon, anf mete oie Banaue :Bamiéa Bice f tro, cons 2Damida Bicicteta? Bs un bonito nom- S Secake afirmé muy categsricamente el zoque, 16 LOS NOVIOS 1, BRA de Bachajén, venia de una familia de alfare- ros; sus manos desde nifus habfan aprendido a. re- dondear la forma, manejar el barro con tal deli- cadeza, que cuando moldeaba, mAs parecia que hiciert caricias. Era hijo Gnico, mas cieria inguie- tud nacida del alma lo iba separando dia a dia de sus padres, Hevado por un dulce vértigo.., acta tiempo que ¢1 murmallo de! riachuelo lo extasiaba y su coraz6n tenia palpitaciones desusadas; también ‘al aroma a miel de abejas de la flor de pascua ha bia dado por embelesarlo y los suspiros acurruca: dos en su pecho brotaban en silencio, a ooultas, como aflora ¢] desasosiego cuando se ha cometido tuna falta grave... A veces se posaba en sus labios una tonadita tristona, que 4 tarareaba quedo, tal si saboreara egofstamente un manjar acre, pero gra uisimo, “Ese pajaro quiere (una"” ~comenté su pa- dre cierto dia, cuando sorprendié el eantcreo. "EI muchaclo Heno de vergiienza no volvié a can- tar; pero ¢l padre —Juan Lucas, indio teltal de Bachajén— se habla aduefiado del secreto de su hijo. Biia también era de Bachojéa; pequefta, redon- dita y suave. Dia con dfa, cuando iba por el agua 4] riachuelo, pasaba frente al portalifio de Juan Lu: cas... Ahf ‘un joven sentado ante tuna vasija de barro erudo, un cAntaro redondo y botijéa, al que fwpea dabas fin aqeliae anon diestras © incan 1” Sabe Dios como, una magianita chocaron dos mi- radas. No hobo ni chispa, ni llama, ai incendio después de aquel tope, que apenas si pudo hacer palpitar las alas del petirrojo anidado entre las ra: mas del granjeno que crecia en el solar. Sin embargo, desde entonces, ella acortaba sus pasos frente a la casa del alfarero y de ganchete arriesgaba una snirada de urgidas timideccs. BI, por su parte, suspendia un momento su la bor, alzaba los ojos y abrazaba con ellos Ja silueta ‘que se iba en pos del sendero, hasta perderse en el follaje que bordea el rio, Fue una tarde refulgente, cuando el padre —Suan luneas, indo teltat de Bachajon-~ hizo n un lado el tormo'en que moldeaba wna pieza.... Sigulé con la suya la mirada de su muchacho, hasta llegar al sitio en que éste Ia baba clayado.. Ella, el fin, ef do signio, al sentir sobre sf los ojos penetrantes del viejo, qued6 petrifieada en medio de la verega, La cabera cayé sobre el pecho, ocultando el Tubor qe ardfa en sus mejillas, —eFtsa es? —pregunté en seco el anciano a su —Si —respondié ef muchacho, y escondié su des conciecto en la reamidacién de la tarea, EI “Preneipal”, un indio viejo, venerable de alios € imponente de ‘prestigios, escuché solicito Ia de- manda de Juan Lucas: El hombre faven, como et viejo, necesitan Ia compaiiera, que para el uno es flor perfumada y, para el otra, bordén... Mi hijo ya ha puesto sus ‘jos en una. ~Cumplamos la ley de Dios y démosle goce al 18 muchacho como tii y yo, Tuan Luces, Io tuvimos un dla YT dis 1 ge se hace! Quiero que pidas a la nifia para mi hijo. tise es mi deber como “Prencipal”.., Vamos, ya te sigo, Juan Lucas. Frente a la casa de la elegida, Juan Lucas, carga- do con une Hora de chocolate, varios manojos de lgarrillos de hoja, un tercio de lefiay otro de “oco- te", aguaréa, ea compafia del "Prencipal” de Ba chajén, quo Tos moradores del jacal ocurran a la Uamada que han hecho sobre Ja puerta. ‘A poco, la etiqueta indigena todo lo satura: Ave Marfa Pursina del Refugio —dice una vor ‘ale por entre las rendijas del ja Sin pecado original concebida —responde €l a ered bre. Grutie 0. Una la ase abre. un perro. ube de humo atosigante recibe a los recién Mega. dos que pasan al interior; evan sus sombreros en Ja mano y caravanean a diestro y siniestro. Al fondo de la choza, la nitia motivo del cere monial acontecimiento echa tortillas. Su cara, enro- Jecida por ef calor del fuego, disixoula su turbacién a medias, porque esté inguicta como tértola recién enjaulada; pero acaba por tranguilizarse frente al destino que de tan buena voluntad Je estén apare- jando 105 viejos. Cerca de Ia puerta el padre de ella, Mateo Bau- tisla, aura impenetrable 2 los reciéa llegados. Bibia- na Petra, su mujer, gorda y saludable, no esconde el gozo y sefiala a los visitautes dos pledras para ue se sienten. GP Sabes a lo que venimos? —pxegmnta por formu Ja el “Prencipat”. 9 —No —contesta mintiendo descaradamente Ma- teo Bautista—. Pero de todas maneras mi pobre casa se mira alegre con Ja visita de ustedes. -—Pues bien, Mateo Bautista, aqui nuestro vecino ¥ projimo Juan Lucas pide a tu nifia para que le ‘caliente el tapexco a su hijo. —No es mala la respuesta... pero yo quiero que mj buen projimo Juan Lucas no se arrepienta al- gin dia: mi muchachita es haragana, es terca y es tonta de su cabeza... Prietilla y chata, pues, no Ie debe nada a la hermosura... No sé, la verdad, qué le han visto... —Yo tampoco —tercia Juan Lucas— he tenido inteligencia para hacer a mi hijo digno de suerte buena... Es necio al querer cortar para él una flo- recita tam fresca y olorosa. Pero la vordad es gue ab pobre se le ha calentado fa mollera y mi deber de padre es, pues. u En un rincén de fa casucha Bibiana Petra sonrie ante el buen cariz que toman las cosas: habrit boda, ast se lo indica con toda claridad la vehemencia de los padres para desprestigiar a sus mutuos retotios. —Es que la decencia no deja a ustedes ver nada bueno en sus hijos... La juventud es noble cuando se le ha guiado con prudencia —dice el “Prencipal”, recitando algo que ha repetido muchas veces en ‘actos semejantes. La nifla, echada sobre el metate, escucha; ella es {a ficha gorda que se juega en aquel torneo de pala: bras y, sin embargo, no tiene derecho ni siquiera a mirar frente a frente a ninguno de los que en 4 intervienen. —Mira, vecino y buen préjimo —agrega Juan Lu cas—, acepta estos presentes que en prueba de ‘buena fe yo te oferto, 2» Y. Mateo Bautista, con gran dignidad, remuele fas frases de rigor en casos tan particulares. "=No es de buena crianza, préjimo, recibir regs los en can cuando por Dries wer nos so ofr dos, ti lo sabes... Vayan con Dios Los visitantes ‘se ponen en pie. El ducfio de la casa ha besado Ia mano del “Prencipal” y abrazado tlemamente a su vecino Tuan Litas. os dos Gb timos salen cargados con los presentes que gente ctiqueta tzeltal impidié aceptar al buen Mateo Bautista. ‘La vieja Bibiana Petra esta rebosante de gusto: el primer acto ha salido maravillas. La muchacha levanta con el dorso de su mano el mechén de pelo que ba cafdo sobre su frente y $0 Ga prisa para acabar de tortear el almud de masa ge se amontona a un lado del comal. Mateo Bautista, silencioso, se ha sentado en cur clillas a Ta puerta de su choza. Bibiana —ordena—, treeme un trago de guaro. La rojiza mujer obedece y pone en manos de su marido un jarro de aguardiente. El empieza a Deber despacio, saboreando los sorbos. ‘Ala semana siguiente Ia entrevista se repite. En aquella ocasién, visitantes y visitado deben beber toucho guaro y asi lo hacen... Mas la peticién reite- Fada nose acepta 9 vuélvense a rechazar los presen- tes, enriquecides ahora con jabones de olor, mar quetas de panela y un saco’de sal. Los hombres Hnblan poco esta Yer; s que las palabras plerden su elocuencia frente al protocolo indo . La nifia ha dejado ae ir por agua al rio —ast to establece el ritual consuetudinario—, pero elm hacho no descansa sus manos sabias en palpitacio- nes sobre la redondez sugerente de las vasijas. a Durante la tercera visita, Mateo Bautista ha de su- cumbir con clegancia... ‘Y as{ sucede: entonces ‘acepta los regalos con un gesto displicente, a pesar de que ellos han aumentado con ‘tn “enfedo” de Jana, un “buipil” bordado con flores y mariposas de seda, aretes, gargantilla de alambre y una argolia nupeial, presentes todos del novio a la novia. Se habla de fechas y de padrinos. Todo lo arre- @lan los viejos con el mejor tacto. La nifia sigue martajando maiz en el metate, su cara encendida ante el impfo rescoldo esté inmu- table; escucha en silencio los planes, sin darse por lio descanso: muele y tortea, tortea y mauiele de la mafiana a la noche. Fl dia esté cercano, Bibiana Petra y su hija han pasado 1a noche en vela. A la ““molienda de boda” ‘han concurrido las vecinas, que rodean a lu prome- tida, obligada por su contdicién a moler y tortear la media arroba de maiz y los cientos de tortillas que se consumirdn en el comelitén nupcial. En grandes cazuelas hierve el “mole negro”. Mateo Bautista ha Megado con dos garrafones de guaro, y la casa, ba rida y regada, espera el arribo de la comitiva del novio. Ya estim aut. El y ella se miran por primera vez a corta distancia. La muchacha sonrfe modosa Y pusilénime; 4 se pone grave y baja la cabeza, Mientras rasca el piso con su guarache chirriante de puro nuevo. El “Prencipal” se ha plantado en medio del jacal, Bibiana Petra riega pétalos de rosa sobre el piso. La chirimfa atruena, mientras los invitados invaden el recinto Ahora Ia pareja se ha arrodillado humildemente 2 - a act “regat La xsurvech, 5. Hep SPeaR cam dee Esc Ne er Pas dai ame Eee a ile Jos novios se tomen de — y rea ow i ee eae Fo a pie. 4 aererle Bo eal ce chajén— y besa sus plantas. El la ae comedi- So es a a Se a. a ee Pmpe SS Grvmujer —dioe oon solemnidad al yer ro ote tts mas Sas as eo oe ce aE con te coe wae ~—Bueno, madre, tii lo quieres. haa mat ie ve ae on Ce SE dl pote Lan ele Sper a rea content 1a muchacha... Muy contenta va ai et He ‘ros hombres nunca sabran Io sabroso que nos sabe ‘toni ce Al torcer el vallado espinudo, él toma entre sus dedos el regordete mefiique de ella, mientras escu- ‘chan, bobos, el trino de un jilguero. 2B LAS VACAS DE QUIVIQUINTA Los Puawos de Quiviquinta tenfan hambre; con el tome corvo y la nariz hincada en los baches de las sallejas, e} ojo alerta y el dieate agresivo, iban los pe. rros de Quiviquinta; iban en manadas, grafendo a ta hima, Jadrando al sol, porque los perros de Oui- viquinta tenfan harubre, .. \¥ también ienian hambre Jos hombres, las muje- Fes y los nifios de Quiviguinta, porque en Tas trojes se hiabfa agotado el grano, en los zarzos se habia consumido el queso y de jos garabatos ya no col. guba nl un pingajo de cecina.- ‘Si, habla hambre en Guiviquinta ; las milpas ama- rillearon antes del jiloteg y el agua hizo charcas en {a raiz. de las matas; el dgua de las uubes y el agua Movida de los ojos en lagrimas. Bn tos jacales de los coras se habia acallada el gerpetuo palmoteo de las mujeres; no habia ya ob Jeto, supuesto que al faltar el maiz, faltaba el nixta- mal y al faltar el nixtamal, no habla masa y sta, pucs tampoco tortillas y al no haber tortillas, era que el perpetuo palmoteo de las mujercs se ha. bia acaliado en los Jacales de los coras. Ahora, sobre los comales, se cocian negros dis- cos de cebada; negros discos que la gente comia, a ‘sablendas de que el torzén precursor de la diarrea, de los “cursos”. tos acechaba, —Come, m’hijo, pero no bebas agua —aconseja- ban tas madres, ~—Las gordas de cebada no son comida de cris: tianos, porque Ia cebada es “fria” —preventan los a fislos, mientras Hevaban con repugnancis a sus It fngrato bocado. Die aerate Me aso nr srl tendremos —dijo Esteban Luna, moze lozano y bien puesto, quien ahiora, sentado frente al fogén, miraba 2 su mujer, Martina, joven también, un poco ro- liza pero sana y frescackona, que sonrefa a Ta cari ia Glial de una pequefiuels, pendiente de labios y manecitas de um pecho caniudo, abundante y mo reno como cantarito de barre. ‘—Dichosa elia —comenté Esteban que tiene mucho de donde y de qué comer. Martina rid con ganas ¥ pasé su mano sobre ly cabecita monda de Ta lactante. ; —Es cierto, pero me da miedo de que s'empache. La eebada es miala para la cia. Esteban vio con ojos tristones a su mujer ya su MP gece un ao —ellesions—, yo no tenia de nada y de nadie por que apurarme.... Ahoy dialtiro semos tres... Y-con 'hambre que sha hecho an- dancia. “Martina hizo no escuchar las palabras de sa hom bre se puso de pi pasa evo a aa hija ta una ue colgaba del fecho del jacal; abs Ia arropé con Guidados y ternutas, Psteban sega taciturno, vela vagamente como se escapaban las chispas det fogsu vacio, del hogar in *cSjsstana me voy p'Aeaponeta en buses de tre PN, moteban —protest6 ello. ,Oué harfamos Me, ee SPOT er, Marion... St aban me sarge a Reaponcis a Tonpun & ixabajr de peo Sect a ee caien 2s 1La6 palabras de Esteban 1as habla escuchado des- Jas puerias del jacal Evarisio Rocha, amigo de casa Ni esa lucha nos queda, hermano —informé el recién Iegado—~. Acaban de regresar del norte Jo sis Trejo y Madaleno Rivera; vienen més muertos dhambre que nosotros. .. Dicea que no hay trabajo Por ningtin Jado; las tierra estan anegadas haste Adelante de Bscuinapa,.. jArvegiate noms —Entonces... ¢Oué nos queda? —pregunts afar mado Esteban Lina. sriPOs V6 Ua saber...1 Pu'ay dicen quesque Yiene maiz de Jalisco. Yo casi no lo creo... como van a hambriar a los de po'alld nomads pa dames de tragar a nosotros? Que venga 0 que no venga méiz, me tiene sin cuidado orita, porque la vamos pasando con la eo. bada, los mezquites, log nopales y la gudmara, Pero pa cuando leguen'las secas Zqué vamos a co. mer, pues? —Ai'stA Ia cuestién... Pero las cosas no se re. suelven largéndonos del pueblo; aqui debemos que- darnos... Y més ti, Esteban Lauta, que tienes de ‘quen chidar, —Aqut, Evaristo, los anicos que ta estén pasando regular son ios que tienen anishalitos; nosotros ya echamos a olla el gallo... Ahi andan las gallicne sélidas y vindas, escarbando Ta tierra, mantenién: dose de pinacates, lombrices y grillos; el huevito de tierra que dejan pos es pa Martina, ella esth criando y hay que sustanciaria a como dé lugar =-Don Remigio “el barbon” est4 vendiendo leche veinte centavos el cuattillo. andidazo...1 {Cusnde se habia visto? Moy mis gue nunca siento haber vendido la vaquilla- 26 Estas horas ya'starfa parida y dando leche... Pa qué diablos la vendimos, Martina? =-iGémo pa qué, eristiano...1 2A poco ya no ti acverdas? Pos p'habilitamos de Spero hor'us'aéo. gNo mercates la con? ;No alguilates das yuntas? <¥ {os pioncitos que pagates cuando ascacda? “Pos ahoy, verda de Dios, me doy de cabezazas memo. Na ‘ni Morar es bueno, Esteban... {| Vamonos aguantando tantito a ver qué dice Dios! —agress Tesignado Evariste Roche. Es jueves, dia de plaza en Quiviquinta. Esteban y Martina, limpiecitos de cuerpo y de ropas van al mercado, obedeciendo més a ‘una costumbre, que Nevados por una necesidad, impelidos mejor por el habito que por las perspectivas que pudiera ofre- cerles el “tianguis” miserable, casi solitarlo, en el que se reflejan la pennria y’el desastte regional, alganos “puestos” de verduras marchitas, lacias; una mesa con visceras oliscadas, cubiertas de moscas; un cazo donde hierven dos'o tres kilos de carne flaca de cecdo, ante Iz expectacién de los perros ‘que, sobre sus traseros huesudos y rofiosos, se relae ‘men en vana espera del bocado que para s{ quisie ran los nifos harapientos, los nifios muertos de ham bbre que juegan de manos, poniendo en peligro la triste integridad de los tendidos de cacahuates y de jas amaritlas y mustias. aot a e a eeeto Real de Quiviquinta; él adelante, lleva bajo el brazo una gallinita “bilique” de cresta encendida; ella carga 4 Ia chiquilla, Martina va orgullosa de ta go- rra de tira bordada y del blaaco roponeito que cur bre ef cuerpo moreno de su hijita, 2 Tropiezan en su camino con Bvaristo Rocha. —;Van de compras? —pregunta el amigo por saludo. —zDe compras? No, vale, esta muy flaca Ia caba- ada; vamos @ ver qué vemos... Yo levo la “ba- Ligue” por si le hallo marchante... Si eso ocurre, pos Ie merco a ésta algo de “plaza’ w={Que asf sea, vale... Dios con ustedes! Al pasar por la casa de don Remigio “el barb6n”, Esteban detiene su paso y mira, sin disimular stt envidia, cémo un peén ordefia una vaca enclenque y melancélica, que aparta com su rabo la mibe de moscas que la envuelve. —Bienhaigan fos ricos... La familia de don Re- migio no pase ni pasars hambre... Tiene tres va- cas. De malas cada una dard sus tres litros.., Dos pial gasto y lo que sobra, pos pa venderlo... Esta gente si tendra modo de cembrar el afio que viene; [pero uno, ‘Martina inira impavida a sa hombre. Luego los dos siguen su camiuo, Martina descorteza con sus dientes chaparros, an- chos y blangufsimos, una cafia de anicar. Esteban la mira en silencio, mientras arrulla torpemente en- tre sus brazos a la‘nifia que llora a todo pulradn. La gente va y viene por el “tanguls’, sin resol verse siquiera a preguntar los precios dé la escasa mereancia que los tratantes ofrecen a grito pelado, .. TEst4 toda tan carol Esteban, de pie, aguarda. ‘Tirada, entre la tierra suelta, alea, rigurosamente maniatada, Ja gallinita “bitique”. —xCuénto por et mole? —pregunta un atrevido, mientras hurga con mano experta [a pechuga del 8 avecita para cerciorarse de la cuantia y de la cali- dad de sus carnes. Cuatro pesos’ —responde Esteban. Cuatro pesos? Pos ni que juera termera... Es pa que oftezcas, hombre... —Doy dos por ella. No... 2A poco crés que me Ia robe? Ni pa ti, ni pa ov... Veinte reales. No, vale, de maiz se los ha tragado. ‘Yel posible comprador se va sin dar importancia ‘a su fracasada adquisicién. '~-Se Viubieras dado, Esteban, ya tiene la glievera seca de tan vieja —dijo Martina. ‘La nif sigue Horando; Martina hace a un lado la cain de aricar y cobra a ta hija de los brazos de su marido, Alza su blusa hasta el cuello y deja al aire los categéricos, los hermosos pechos miorenos, trémulos como un par de odres a reventar. La nifia se prende a uno de ellos; Martina, casta como waa matrona bfblica, deja snamar a ta hija, mientras en sus Jabios retoza uma tonadita bullanguers. El rumor del mercado adquiere un nuevo ruido; ‘es ol motor de un atitomévil que se acerea. Un ane tomévil en Quiviquinta es um acontecimiento raro. Aislado el pueblo de la carretera, pocos veh{culos mecinicos se atreven por brechas sorranas y bra vias. La muchachada sigue entre gritos y chacota al ‘auto que, cuando se detiene en Jas cercanias de Ia plaza, causa curiostdad entre Ja gente. De él se apea ina pareja: el hombre slto, fuerte, de aspecto prospero y gesto orgulloso; Ja mujer menuda, debi- Yneba y de ademanes timidos. ‘Los recién Megados recorren con 1a vista al “tian guis”, algo buscan, Penetran eotre la gente, voltcan »@ de un lado a otro, inguicren y siguen preocupados su basqueda. Se detienen en seco frente a Esteban y Martina; ésta, al mirar a los forasteros se echa el reboro 30: bre sus pechos, presa de sibito rubor; sin embargo, la maniobra es tardia, ya los extrafios kabjan des. cubierto lo que necesitaban: a-¢Has visto? —pregunta et hombre a Ja mujer. Si ~responde ella calurosamente—. jsa, yo quiero ésa, esta magnifice...! SlQue ‘si esté! —exclama el hombre entusias- Luego, sin mds circuntoguties, se dirige a Martina: —Eh, tt, gno quieres irte con nosotros? Te leva. mos de nodriza a Tepic para que nos cries a nuestro ijito. ° La india se queda embobada, mirando a la pareja sin contestar. + —Veinte pesos mensuales, buena comida, buena cama, buen trato.. —No —responde secamente Esteban. —No seas tonto, hombre, se estén muriendo de hambre y todavia st hacen del roger —~ladra el stero. No —vuclve a cortar Esteban, —Veinticiace pesos cada mes.” {Qui’hibole? =No. —Bueno, para no hablar mucho, cincuenta pesos. —zDa setenta y cinco pesos? Y me leva a "me. dia leche” —propone inesperadamente Martina. Esteban miza extrafado a su mujer; quiere ter. ciar, pero no Io dejan, buena hora svs Tnbores dorentes fin sus manos juguetca fa asia hermosa cbirii.s, Cuando me vio partié 6 untre sus dedos el fruta y obscquioso me brinds uza mitad, Seguimos juntos saboreando el dulzor de ta chirimeya, y el ao menos grato de Ja buena compafiia. ‘Sin cmbargo, yo no era Jeal con Mateo San Juan, mais palabras todas tendian a llevar ta conversacién, hack el punto de mi conveaiencia, hacia el sitio de mis intereses, No fue una empresa dificil que diga- mos abordar ¢] tema; et mismo Mateo dio pie para ello, cuande hablé de las muchas dificultades que al extraiio se le ofrecen antes de penetrar en In rea- lidad det indio: “Nos es m4s fcil a nosotros cor: prender el mando de ustedes, que a los hombres 4¢ la ciudad conocer ¢l sencilfo cerebro de nosotros” “aljo Mateo San Juan un poquito engrefdo con su frase. —20ué ¢s el Hicnli Hualuta? —pregunté decidido. Mateo San Juan me mir§ serenamente y hasta advert en sus labios au leve repliegue de ironia, No es rare que “el misterio” haya cautivado @ ‘usted: igual ocurre a todos los forasteros que ave- Tiguan Su existencia... Yo te aconselarfa ser muy disereto al tratar ese atunto, si io quiere eocoutrar ‘se con resuiltados desagradables. -Asf sospecho, pero yo no descansaré hasta co- nocer el fondo de esa preocupacion... Usted seria un informante ideal, Mateo San Juan —dije un poco turbado ante la actitud del meestro. ~-No espere usted de mi ninguna tur. en torno del “io”... 1Que pase usted buena tarde, seiior fi vestigador! —Y diciendo eso, aceleré su paso basta tomar un yeloz trotecillo, ‘Eh, Mateo, espere —-grilé repetidas veces, mas el maestro rural no detuye su marcha y acabé por perderse de vista en un recode del camino. aT {Liogs et sthado y con 6) mt anica esperanza; os taba en Teeompan e] cura de Colotlan, quien seme baa semana hacia visita ala jurisdiecion de sit po. rrogula. Cuando ef anciono sacerdote se apes de su innlo tordillo y antes de qoe se despojara de su guardapolvo de Bolanda, ya estaba yo en su pre Sencha, suphicdindole que se escuchra breves mo mmentoc, i clétige amabiemente se pusy a mis de dene. Séio —aije~- que necesito hablarie en extrema reserva. “Bien —sepuso el cura--, en fa sacristin estare: mos soles ef tiempo que sea necesaria. ¥ aht, en aquel silenciose ambiente, ¢1 cura me dijo, fous Te que keb(g padide indagar eo torno dul ca “ian veriiad —dijo—, esa cuestiéa loro Sntero- sanne hace tempo, mAs el herinotisn de esta yer te niinen mae permike adeatrar tod We que ublers deseado cn la misteriosa preocupacién: “tio” Ie alt ken, porque fo suponen Hermaso de “tats Dios” y es para silos tam poderoso, que et pueblo entero prede dormir tranguilo si i2 sabe beje sw protex clon... Pero et Uo” es ceuel y vengative, con st ida pagars quice lo injusie 9 pronuncie st nore: bre. sig Gitmo queda reservado tan slo al, ma viejo de le comunidad. Belo el amparo del "tte" Jos hvichales viajan confiados, pues ercen que cot tando con sus influencias, las’ serpientes se aparta- rin dol camino, Jo# mayor desearparan a distancia y todos los enemigos quedarén maniaiades. No hat enfermedad que resista uf “tio” y solo mueren. Tos hombres que no se encucntrin én grocka de él... Lamnento, timiga mio —-coneivyo el clérigo—, 00 po- 38 des darle mayores datos, pues zhora mis esfuerzos se cifran, mejor que en conocer detalles de ia dit bélica creencia, en arrancarla de lox corszones de esos infelices “Y bien —me dije cuando a solas hive balance sic tas informeciones proporcionadas. por el Cure— to poco que s€ del "tie’ apenas sf e5 tn apwijon pars ineverme en el tisterio y hacer de él algo preciso Yreinro...” Pero eomprobé que el tiempo destina- oa In investigacién de los twicholes terminaba Gentro de dos dias deberia cstar con los coras. ¥ por cho nbandonar, quisis para sempre, ot csela Fectuniento de la ineggnita. “Tinidos golpes a la puerta suspendiecon mi 30- Moquie. Sin ckperar In vonia, Mateo San fuan pe- nnotré cn cl jacal que me setvia de Babitacion 9 14> Tatorio. BI profesor rural tenia entonces tn gesto cémicamente nigmatico; venfa enviclto hasta. ia darbilia eu ona frazada colferina y et ala de si: som brere de palma cafale sobse los ojos; saludé con You un poco trésmuin, Aquella aetiud mae hizo pre- Sendir gue algo importante se avecinaba. Mateo perinanecié on pic, mo obstante In invitacion afec ftosa que Ie hice para aie tomara asiento en co de jos dancos nicticos que amoblaban ri choza. ~afio pensado tiucho 1 que vengo a hacer; he ealeslode el paso are voy a dar, poraue ne quiere Scr opoisia, Bl mundo entero, 9 n0 solo los BUiche- les, debe distrutar de las mercedes del “tfo!", gazar de sus efectos y apreciario en torlis sus bonds» AeBntonese, cata usted dispuesto a... 7 Sia pest de que con mi Tevelacién pongo en peligro at ‘pellejo. “No creo, Maton Sux Juan que todo un maestro » rural sienta pavor supersictaso, tal y come To ex perimentan el comita de los indigenes. Del "tio" no tengo temmores, sino de sus “so: vrines”. Pero, repito, no quiere Ser nisin: Ja hums glgag’ debe ser fayorosida com tos virtudse det age mde expfeto, por favor, basta ya do pre Cuando la ciencia —continud Mateo sin altcrar- so— ponga a su servicfa al “tio”, entonees todos Io hombres habran aieaizado, como nosotros Ios hur choles, Ja alegria de vivir; acabarén con Ios dolores Tisicos, terminard su cansancio, se exaitardn saluda- blemeute las pasiones, al tiempo que um suefo itr minoso los Hévaré hasta el paraiso; calmarén su sed sin beber y su hambre sia comer; sus fuctzas renacerdn todes los dias y no habri empresa diticll para ellos... Sé que fa ctencia del microscopic, de ta guimica com todas sus reacejones, lograrfan pro- digios el dia en que pusieran al alcance de todos Jas virtades del "tio... Del "tio" que es esdima lante de la amistad y del amor, suave narestive, sa bio conssjero; qué con su ayuda, los hombres se harlan mejores, porque mada los unirfa. mas que ta mutua felicidad y-el completo entendimier- fo, El "to" hace Gemo el eorazén y Eviano el: —No siga usted —interrumpi decepcionado~, e! “tla” ao es otra cosa que ol “peyote” gverdnd? Mateo, 50 Ton soni despreciasivo. ¥ Toes io: “Et “peyote” es conocido de ustedes hace mu: hos _afios, sus efectos son vulgares, intoxicantes, pasajeros y desde luego mAs datiosos que bendii fos. El “iio” es ola cosa; hasta ahora, sino somos os huicholes, nadie ba probado sus propia lades exiraordinarias. .. Bueno... ¢como haga para Hevarme al “tio” «4 tog Iaboyatorios de México? ‘Mateo Sin Juat s¢ terné sclemne y, apartaad poncho, dejé entze mis tancs un bulto peauetio y ligezo, no mayor que et puro. MAIN lo tlene usted... Liévelo; algin dia todos los hombses exallardn Sus exceicucias, legaré @ ser mag estimade que Ia rigueza, tap iil camo el pan, tan preciado como el amor y tan deseado como 1a salud. Va enveelto en hojas de sAbila, vinicas que Tesisten sus fucrtes emanaciones. No lo descubra usted hasta el memento en cue vaya a ser estudio: lo y procure tiated que esto se haga antes de que transcurra tna semana... jAR, si legan a saber ras paisanos que To he entregado on manos de un ex: traiie, acabarén conmigo... .1 Vayase usted hoy mis- mo, Tigveselo y no se ofvide de su amigo Mateo San wan, SCGracias... 2Pero eémo pueden abrigar sus pai- sanos intenciones tan negras contra voted, st el “Ho” tan sdlo sugiere buenos pensamientos y ao cianes nobles? "EL maestro rural dijo sobriamente: .-No me perdonarian, porgue los buicholes mi ran en él el hermano de la divinidad intocable; ws tedes, en cambio, tan sélo sabran de sns efectos favorables y lo estimarén simplemente como Yo que es... Llévelo ¥ aprovéchclo bien, pero salga inmie- Giatamente, entes de que el tiempo ceulte a 03 Ja. ‘oratories todas sus viriudes. “No voy por Jo pronto a México —informé—i pero esta misma tacde seldrd mi ayudante a Colo Tian llevando al “tio” y por corven registrado lo re a expediz’ = México, con una carta mie eind a México, para ei TpRtlete Bilditoo, aude Io examinacin y eta one todo sea para bien, sefior investigador. Gracias de nuevo, Mat i — say sted uaa paca aecizn, SS A fa misma tarde, de acuerdo con to planeado, raj ayudante, um joven mestize de Colotlin, sale can neat anda alo” orecanente grado por ia via postal, Un paco mis tarde geberta partie para fy regiom de Toe corase dene havin tinh fg iste para revisor erty Inform. sfoncs ditions. Pero antes use despa dl eh mcstro nish logue a su chora, uma vigfocita indie, emailde temerosa, estaba en la puerta rodeada'de vevinas aque In eoofortabas. Cuando mie tit, cio palabras tréqaulas 9, ahogalas? + tue oP "fo", sh fae “tio! que no perd Leno de tromencias dude penette fon i jaca Abi tendide en una estera de palma estaba rai ant go Matco San any nu care destiguracds a Rolpes Feu cuerpo molido a paios dahan compasiGn, Ed lego cara Gelorsne para recibirine text HNm Some as pobres mujeres --dijo— oreen que fae et ‘tio’, pero fueron los. Como. eae los ‘sobrinos’, yo oe le Cuando represé México, ml primera vis pora cl Instituto de Biologis. "Aly deseanoctan, por Completa at tla" saps que fomds Heys meee San dncornteada postal de ml semieains Ten ae fuss un posaiga eu el covico con renilanon (om Bien nomivos. Goce sioweuts seston, eeclbt ara 2 carte # mi ayudante de Colotlan. Fsperé la respues- (up par de semanas; a] no recibirla, la urgi por telegrawa. Este titimo sf reclbié contestacion: ef joven, cn wna misiva ailigida y cobardona, ie su: }Neata draméticamente que rimnea volviera # tra. Ware nade “respecto a Yo que se contrac su esti: table carta”, pues la pruca que habla experimen lado et acasi6n de mi visita “estavo a punto de ser fatal para el suscrito”, En falla mai ayudante, escribf a Mates San Junn. La carta me fue devuelta sin abrir. Insist{ y lor rewttados fucron idénticos @ los pruncros. EE ailifmo recurso era el seflor cura de Colotlin. A Sf escabt con mayor confianza; te hablaha con claridad y le encareela que me enviara de nuevo & Hicali Hualula. Pocos dias después me Weg6 une Jacénica carta del sacerdote: Matco, impresionado: ‘por [a geate de sn pucblo, habia “perdido Ja tierra, ELengancharse como bracerc; Tas iltimas noticias gue se babion tenido de éi, decian, que estabe en Gidshome, lrabajenda como peu de via..." "Y, sespecto a ou crcargulte -—contingabs Ia carta cel cuz, lamento en verdad po poderlo satisfacer, ‘pues ello tracria aparcjados trastornos, escéndalo y Egitaciones que mi ministerio, mejor que provocar, esté para preverir. ‘Tocante a su proyecto de un huevo viaié por estas latitudes, le aconseja, si apre- Cio le tiene 2 Ia vida, no intentatlo siquicra.” ka derrote tha side para mf desquiciante, la in quictud ha tnadurado en mania y ésta ba producido ofuscemientas ¥ los ofuscamientos han tomado ia forma de hechas alarmantes... Lo be visto en suc: fos, sf, trejeado con Tas sunivosas gelas que Bevan Jos buicholes en sus ceremonias al Padre Sol... 4B Ha pasedo junto a mi y me ha guifiado el ojo; cuando Je hablé por su fombre, Miculi Hualula ha Defdo ruidosa y roncamente, micutcas lamzaba a mis pies escupitajas solferinos. La tarde en que fo desewhet dirigiendo el ted sito de vebfcules em tos cruceros do las avenidas Juarez y San Juan de Letrén, estaba megnifico: el rosin pétreo incoumovible,

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