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Con Ia luz, con el alre, con los seres Vivir es convivir en compatiia. Placer, dolor: yo soy porque tu eres. J. GUILLEN Aire Nuestro Ill, Homenaje Marzo-Absil 1989 eacién, editorial y coordinacién general: Angel Nogueira Dobarro Director: Ramon Gabarrds Cardona ‘Consejo de redacl6n: Marla Luisa Crispi Salmer6n, ‘Maa Cinta MartorellFabregat, Estcban Mate Ru- pérez, Francese Roqué Cerda, Jaume Roqué Cet {ay Assumpia Vereagucr Auionell Produccién y aiseor Carme Muntané Tignes, Inma Martorell Fabregat y Pranciseo J. Ramos Mens Gestion y alec comercial: Maria Cinta Marto- tell Fabregat. Adjento direcion comercial: Luis Mice Grabuleda ‘Ventas: Rosa Bou Santos, Flena Gomez Monterde, (César Serrano Perez (Delegacion de Madrid) y Ga biel Rule Martiner (Delegacion de Barcelona) Prensa y medias: Cristina Villar Esplugues Publledad: Eva Taskun Vegué Gisbert Enrie Granados, 114 08008 Barcelona ‘Tel. 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Soler - Esplugues de Llobregat Td oy ere a pn oe ‘Sm pr on eprint ‘ringun fon pov ingin meso, ea nevi, oo? ‘jena, eeaticn' magn, lectin, or fea Sejehoer o sl pento ein por ar ls CUBIERTA: Modulacién 536, de Julio Le Parc, 1982, ANTHROPOS REVISTA DE DOCUMENTACION CIENTIFICA DE LA CULTURA Ne 94-95 / 1989 2 Editorial LA TECNOLOGIA ACTUAL, UN NUEVO Y RADICAL PROYECTO METAFISICO 4 Proceso de anélisis e investigacin INVESCIT Percepcién intelectual del tema Filosofia de la tecnologia, INVESCIT y el programma TECNAS, por Manuel Medina y José Senmartin 8 EI desarrollo institucional actual de Ia filosofia de la tecnologia, por Car Mitcham 13 Argumento Tres formas de ser-con la tecnologia, por Cari Mitcham 27 La flosofia de la tecnologia del siglo XX, por Roberto Méndez 35 Mito de la teorra y filosofia de la tecnologia, por Manuel Medina 39 No toda produccién es sintesis. Reflexiones en torno a las diferencias entre tecnologia de control y tecnologias sintéticas, por José Sanmartin ‘44 Técnicas, teorias y extrapolaciones: el caso de la teoria de la informacién, por Eduardo Aibar Puentes 50 Ciencia y tecnologia en su contexto, por Paul T. Durbin 87 Andlisis temético: textos y notas Tecnologia y democracia, por Albert Borgmann 67 El riesgo industrial, as fronteras nacionales y la igualdad de proteccién, por Kristin Shrader-Frechette 75 Viviendo en el espacio electrénico, por Langdon Winner 81 Tecnologia, ciencia y sociedad: proceso a la epistemologia popular, Por José Luis Lyin 87 Tecnologia y economia, por JF. Tobar 95 Las Virtudes de la racionalidad instrumental, por Miguel A. Quintanilla 99 Las bases pragmaticas de la racionalidad tecnolégica, por Fernando Broncano 110 Tecnologia y Naturaleza Humana, por M.L. Garcia-Menita 114 Etica y ordenadores: por dentro y fuera, por dane Robinett 149 Tecnologia y valores, por Esteban Requena Manzano 123 Presente y futuro de la humanidad: la «ratio technica» y la meta-técnica, por Emesto Mayz Vallenilla 128 Laberintos: transcurso por las sefias del sentido Pensar la sociedad Documentacién cultural e informacién bibliogrética Informes y bibliogratia tematica TECNOLOGIA, CIENCIA, NATURALEZA Y SOCIEDAD Selecoi6n y reseria (XXVIII) Noticias de edicién (XXXVI) ‘Comunicacién cientifica y cultural (XXXIX) Suplementos ns 14: INVESCIT Tecnologia, Ciencia, Naturaleza y Sociedad ARGUMENTO Se plantea en este apartado el contenido hhistorico, su génesis y actividad de la filosofia de la tecnologia y diversos as- ‘pectos de su planteamiento critico y su ‘contextualizacién actual. Tres formas de ser-con la tecnologia* Carl Mitcham En cualquier discusién seria asociada a ‘temas relacionados con tecnologia y bu- manidad surge inmediatamente una pre~ gunta general acerca del principal miem- bro de esta relaci6n. Por una parte, es Giffcil negar que ejercemos algéin tipo de eleccién acerca de los tipos de técni- ‘ca con los cuales vivimos, es decir, que controlamos la tecnologia. Por otro lado, es igualmente dificil negar que las técnicas ejercen profundas influencias sobre nuestras formas de vida —o sea, sobre la estructura de nuestra existen- cia, Construimos nuestros edificios, re- ‘mare6 una ver Winston Churchill (a ratz de una propuesta para un nuevo edifi- cio del Parlamento), luego nuestros edi- ficios nos construyen a nosotros. Pero {qué viene primero, légica cuando no temporalmente, el constructor 0 los edi- ficios? {Qué es lo principal, humanidad © tecnologia? Esta es, por supuesto, la pregunta del + Versién castellana de Estla Ponisi. © Carl Mitcham, La versin ingest aparece en Gayle Ormiston, ed, From Arafat to Habitat: ‘Studies inthe Critical Engagement of Technology; Leigh Univ, Press, 1990 hhuevo y Ia gallina, no sujeta a ninguna respuesta directa 0 absoluta. Pero no por esto es insignificante, ni es suficien- te proponer a manera de sintesis que simplemente hay tna relacién mutua en- tte las dos, que humanidad y tecnologia siempre se encuentran juntas. La rela- ign mutua no es una cosa tinica; las relaciones mutuas toman muchas formas diferentes. Hay, por ejemplo, relaciones ‘mutuas de padre e hijo, de marido y ‘mujer, entre ciudadanos, ete. Humani- dad y tecnologia pueden encontrarse juntas en més de un sentido. Més que argumentar la primacia de uno u otro factor del cliché de la reciprocidad en la relacién humanidad-tecnologia, propon- 0 destacar tres formas que puede to- mar la relaci6n, tres maneras de ser-con la tecnologia. Para hablar de tres formas de ser-con la tecnologia es necesario pedir presta- da y adaptar una categoria de El ser y el tiempo (1927) de Martin Heidegger, que de alguna manera nos proporciona Gierta claridad. En su obra primordial, Heidegger propone desarrollar una nue- vva concepcién del ser humano tomando Ja condicién humana primordial, ser-en- ‘el mundo, y sometiendo este supuesto a Jo que él denomina un anélisis existen- cial. El anélisis se efectia mediante la clucidaci6n de tres aspectos igualmente importantes de esta condicién de ser hu- ‘mano: el mundo en el cual el hombre se encuentra, la relacién de ser-en, y el ser que est en la relacién —todos ellos como un medio de aproximacion a lo ‘que, para Heidegger, es la cuestién fun- damental, el significado del Ser. La cuestién fundamental, en esta oca- sign, no nos concierne. Lo que si nos ‘concierne es el lugar central que tienen las técnicas en el anilisis de Heidegger yeel desvelamiento del ser-con como uno de sus aspectos centrales. para Heideg- ger la mundanidad del mundo, como é1 Ia lama, se presenta a través de lazos técnicos, que revelan una red de equi- pos y artefactos a-mano para la manipu- lacién, y otros seres humanos igualmen- te ligados. Estos otros no estén solo amano téenicamente (como las herra- mientas) ni tampoco estén-presentes cientificamente (como los objetos natu- rales); por el contrario, ellos son como el mismo ser humano que repara en ANTHROPOS/13 ANALISIS E INVESTIGACION ellos en aquél «ellos estén también aht y aht con ello».! La relaci6n del ser-con asi desvelada a través de compromisos técnicos es en- tonces para Heidegger de un caricter principalmente social; se refiere al ca- récter social del mundo que sale a la luz a través de la préctica técnica. Dicho mundo no esté compuesto solamente de herramientas y artefactos, sino de herra- mientas usadas con otros, y artefactos pertenecientes a otros. Las ligaduras ‘éenicas no son solo técnicas, sino que tienen una inmediata e fntima dimen- sién social. En realidad, todo esto es tan inmediato que requiere un trabajo- 50 rastreo incluso para ser reconocido y establecido —distanciamiento y articu- lacién que son en parte precisamente lo que la filosofia esté a punto de hacer. El presente intento de rastrear y exa- minar varios modos de ser-con la tecno- logia, mas que de ser-con los otros (a través de la tecnologia), arranca del and- lisis social de Heidegger del Ellos y el problema de la autenticidad en el mun- do tecnolégico, pero no procede de la misma manera. Para Heidegger, el ser- on se refiere a una presencia personal inmediata en las técnicas. El ser-con so- cial sin embargo, se puede manifestar no s6lo a nivel de la presencia inmedia- ta o existencial sino también en las ideas. En realidad, el mundo social es tanto como, y sino més, un mundo de ideas como’ de personas. Las personas sustentan ideas ¢ interactéan con otras y con las cosas en base a ellas. Estas ideas pueden incluir también el reino de las técnicas, es decir, llegar a ser un enguaje 0 logos de las técnicas, una «tecnologia». La idea de ser-con la tecnologia pre- supone este abarcamiento «légico» de las técnicas por una sociedad y su arti- culacién filos6fica 0 proto-filoséfica. Para muchas personas, sin embargo, las ‘ideas que gufan sus vidas pueden no estar sostenidas por un conocimiento consciente o una articulacién plena. A ‘menudo toman la forma de un mito. La argumentacién y discusin filosética in- troduce entonces en dicho mundo de ideas una especie de corte 0 ruptura con lo inmediatamente dado. No es ne- cesario que este corte o ruptura requie- a el rechazo 0 abandono de aquello ‘4/ANTHROPOS: ARGUMENTO. dado, pero ocasionaré que 1o dado sea evado a un més pleno nivel de concien- cia o percepcién —a partir del cual debe ser aceptado (0 rechazado) de una nue- ‘va manera o sobre nuevas bases. Con este marco de fondo, entonces, propongo desarrollar descripciones his- t6rico-filosoficas, necesariamente trun- cadas en cierta forma, de tres formas alternativas de ser-con la tecnologia. La primera es lo que puede llamarse el es- cepticismo antiguo; la segunda, el opti- smo del Renacimiento y la Ilustra- cién; y la tercera, la ambiguedad 0 de- sasosiego romanticos. Incluso en la for- ma de cierta manera simplificada de ti- os ideales en la cual serdin presentadas aquf, la consideracion de los temas que dividen a estas tres formas de ser-con la tecnologia quizés pueda iluminar las di- ficultades con que nos enfrentamos al intentar vivir con la moderna tecnologia y sus manifiestos problemas. 1 La articulaci6n original de una relaci6n entre humanidad y técnicas, articulacién escrita, puede establecerse, de manera audaz, como «la tecnologia es mala pero necesaria», 0 quizés mas precavidamen- te como «la tecnologia (0 sea, el estu- dio de las técnicas) es necesaria pero peligrosa». A esta idea se alude en una plétora de mitos arcaicos —la historia de la Torre de Babel, los mitos de Pro- meteo, Hefestos, fcaro y Dédalo, etc. Giertamente, la transicién de la caza y recoleccién a la domesticacién de ani- males y plantas introdujo una profunda y perturbadora transicién a la cultura. Las técnicas, de acuerdo con estos mi tos, aunque hasta cierto punto requeri- das por la humanidad y en ocasiones, por tanto, causa de legitima celebra- cién,? facilmente se tornan en contra de la humanidad al separarla de una realidad mucho mayor —separacién que puede manifestarse en un deterioro de la fe 0 una tergiversacién de la volun- tad, una negativa @ confiar en Dios 0 los dioses, manifestada ya sca cn Ia na- turaleza o en la providencia.” Los argumentos éticos en apoyo de esta desconfianza o escepticismo acerca de las actividades técnicas pueden detec- tarse en los primeros estratos de la filo- sofia occidental. De acuerdo con las obras, poco tenidas en cuenta, del hé- roe militar griego e histotiador Jenofon- te, por ejemplo, su maestro Sécrates (469-399 AC) consideraba la agricultu- ra, la menos técnica de las artes, como la ocupacién més filosdfica. Aunque la tierra «proporciona las buenas cosas de Ja manera més abundante, la agricultura no las entrega a la debilidad sino... que produce una especie de virilidad.... Mas atin, la tierra, siendo una diosa, enseia justicia a aquéllos que son capaces de aprender» (Deconomicus V, 4 y 12). Esta idea de la agricultura como la ms virtuosa de las artes, en la que la acciGn técnica humana tiende a mante- nerse dentro de limites apropiados, se repite en representantes de la tradicion filosotica tan_diversos como Plat6n,* Aristoteles, Sto. Tomés de Aquino® y Thomas Jefferson.” En otro lugar Jenofonte apunta la dis- tinci6n socratica entre las preguntas acerca de si realizar 0 no una accién y de cémo realizarla, junto con otra, en- tre cuestiones cientificas 0 tecnol6gicas concernientes @ las leyes naturales, y cuestiones éticas 0 politicas acerca de lo (que esta bien 0 mal, lo que es bueno 0 malo, lo pio y lo impio, justo e injusto, Alelaborar la primera distinciOn, Séera- tes enfatiza que los seres humanos de- ‘ben determinar por si mismos cémo lle- var a cabo sus acciones —que pueden tomar lecciones de «construccidn (tek- tonikos), forjado de metales, agricultu- ANALISIS E INVESTIGACION ra, gobierno, y... célculo, economfa y estrategia militar» (Memorabilia I, 1, 9); sin embargo, las consecuencias Gitimas de sus acciones ténicas son ocultas. Su ejemplo inicial es incluso tomado de la agricultura: el hombre que sabe c6mo sembrar un campo no sabe si recogeré la cosecha. Por tanto, si debemos 0 no emplear nuestros poderes técnicos es un asunto acerca del cual debemos confiar cn la gufa de los dioses.* ‘Al mismo tiempo, con respecto a la segunda distincién, Sécrates argumenta que, debido a la suprema importancia de los asuntos éticos y politicos, los se~ res humanos no deberfan preocuparse por biisquedas cientificas y tecnol6gicas. En la autobiografia intelectual que se le atribuye en el Fedén, por ejemplo, S6- crates relata como dio la espalda a la ciencia natural debido a la. confusién ‘cosmolégica y moral que tendia a engen- drar.” En los Memorabilia" de manera similar se dice de Sécrates que «No le agradaba que los demés discutieran so- bre la naturaleza de todas las cosas, ni especulaba sobre el «cosmos» de los so- fistas 0 las necesidades de los cielos, sino que declaraba que aquellos que se preocupaban por tales materias eran tontos. Y en primer lugar él pregunta- ria si tales personas se ocupaban de di- chos problemas porque creian que su conocimiento de los asuntos humanos era completo, o si pensaban que estaban obligados a despreciar los asuntos hu- ‘manos para especular sobre las cosas divinas» (Memorabilia I, 1, 11, 12). Las personas que se apartan de los asuntos humanos para dedicarse a los temas que tienen que ver con los ciclos parecen pensar «que cuando conozcan las leyes por las cuales existen todas las, cosas podrén, cuando lo deseen, crear vientos, agua, estaciones, y cualquier otra cosa como éstas que puedan nece- sitar» (Memorabilia I, 1, 15). Siendo «el primero en hacer descender la filosofia de los cielos y ponerla en la ciudad, y.. obligarla a inquirir acerca de la vida y la moralidad y las cosas buenas y ma- las», la propia conversacion de Sécra- tes, en cualquier caso, versa siempre acerca de las cosas humanas: ,Qué es lo pfo? {Qué es lo impio? {Que es lo ‘bueno? {Qué es lo vergonzos0? {Qué 5 lo justo? {Qué es lo injusto? {Qué es ARGUMENTO a moderacién? ete. Ya que, como dice Jenofonte en otra ocasiGn, Sécrates «no deseaba hacer de sus compaiieros ora- ores y comerciantes e inventores, sino que pensaba que primero deberfan ad- quirir la moderaci6n (sophrosine). Pues crefa que sin moderacién todas aquellas hhabilidades s6lo capacitaban a una per- ssona para llegar a ser més injusta y mal- vada» (Memorabilia IV, 111). La distincién inicial concede a las pre guntas técnicas una importancia real en los asuntos humanos, pero reconoce su ambigtiedad ¢ incerteza; la distinciéa subsecuente subordina toda prosecuci6n sistemética del conocimiento técnico a las cuestiones politicas y éticas. Este desasosiego ante las inmodera- das posibilidades inherentes a los pode- res técnicos es atin més elaborada en Plat6n, Casi al principio de La Repuibi- ca, después de que Socrates dibuja un estado primitivo y Glaueén objeta que éste no es més que una «ciudad de cer- dos», Séerates replica: «El verdadero estado es en mi opinién el que hemos escrito —un estado saludable, por asf decirlo, Pero si lo deseas, podemos asi- mismo examinar un estado enfermo... ‘Ya que hay algunos, a lo que parece, {que no estardn satisfechos con estas co- sas o esta forma de vida; sino que ten- ‘drén que agregarse camas, mesas y otros muebles, y por supuesto’condimientos, perfumes, incienso, mujeres y dulces— de todo tipo. Y los requisitos que antes mencionamos ya no pueden estar limi- tados a las necesidades de casas, vesti- dos y calzado; sino que [varias technai] deben ponerse en marcha... El estado saludable ya tampoco seré lo suficiente- mente grande, sino que seré hinchado por una multitud de actividades que van ‘més alld de la satisfaccién de necesida- des...» (3724-3730). ‘Como indica este pasaje, y como pue- de ser confirmado por anteriores refe- rencias a Homero y los poetas, la cultu- 1a griega clisica estaba cargada de rece- lo hacia el bienestar y opulencia que las artes 0 fechnai producen cuando no se las mantiene dentro de limites estrictos. Pues de acuerdo con los antiguos, ese bienestar acostumbra a los hombres a las cosas faciles. Pero kalepa ta kala, la dificultad es lo bello o lo perfecto; la perfecci6n de cualquier cosa, incluyen- do la naturaleza humana, es lo opuesto de lo facil 0 débil. En la opulencia los seres humanos tienden a acostumbrarse alo facil, y a elegir asf lo menos perfec- to antes que lo més perfecto; lo més bajo antes que lo més alto, tanto para si mismos como para los demés. En nin- ‘gin otro arte es esto tan frecuente como en la medicina. Una vez que se dispo- nen drogas como paliativos, por ejem- plo, la mayoria de los individuos las es- cogerén para aliviar su dolor antes que Jos caminos més extenuantes de la higie- ne fisica 0 el cultivo mental. La actual (lechne) de la medicina, mantiene S6- crates frente a Glaueén més tarde, en La Reptiblica Til, es una educacién en la enfermedad que «dilata la muerte» (406b); en lugar de promover la salud permite al enfermo tener «una vida larga y miserable» y «producir una des- cendencia semejante a ellos mismos» (407d). No es necesario mencionar que la descripcién de Sécrates se aplica atin con més rigor a la moderna tecnologia ‘médica de lo que lo hiciera en ese en- tonces en Atenas. Otro aspecto de esta tensién entre po- litica y tecnologia se indica en las obser- vaciones de Plat6n acerca de los peligros del cambio técnico. En palabras de Ade- manto, con quien Sécrates en este caso esté evidentemente de acuerdo, una vez que el cambio se ha establecido como normal en las artes, «sobrepasa sus limi- tes e inunda el cardcter y la actividad humanas, y a partir de alli se vincula a los asuntos comerciales, y luego actéa cen contra de las leyes y'el orden politi- ANTHROPOS/15 ANALISIS E INVESTIGACION co» (424d-e). Es conveniente que la obediencia a la ley descanse fundamen- talmente en el habito més que en la fuerza El cambio tecnolégico, que so- ‘cava la autoridad del habito y la costum- bre, tiende asf a introducir la violencia en el estado. Esta es seguramente una posibilidad que la experiencia del siglo XX, uno de los més violentos en la his- toria, nos incitaré a tomarla seriameate. Esta cautela acerca de la accién de la tecnologia sobre los cimientos morales y politicos puede complementarse me- diante una critica epistemol6gica de las limitaciones del conocimiento tecnol6gi- co y un anélisis metafisico del inferior estatus de los objetos técnicos. Durante una discusién acerca de la educacién del {il6sofo-rey en La Reptblica VII, Sécra- tes considera qué tipo de educacién es Ta que lleva mas eficazmente a un estu- diante «a la luz» de los asuntos més elevados o importantes. Una conclusion €8 que no son aquellas technai, que «se orientan hacia las opiniones y deseos hhumanos 0 tienen que ver con la crea~ cidn y fabricacién y atendiendo a las cosas que crecen y estén puestas juntas» (533b). Debido a que no es capaz de conducir a una conversién o emancipa- cién de la mente de los asuntos munda. nos, Ia tecnologia no debe ser el objeti- vo principal de la vida humana. Dado {que se interesa en remediar los defectos de la naturaleza, la orientacién de la técnica siempre se dirige a los inferiores © més débiles (342c-d). Un médico atiende a més gente enferma que sana. Eros 0 el amor, por contraste, est orientado hacia los mejores o los mas fuertes; persigue lo bueno y procura la trascendencia. «Y de la persona que esta versada en tales materias se dice que tiene sabidurfa espiritual, como opuesta a la sabiduria de las technai 0 habilida- des artesanales de bajo nivel», dice Dio- tima a Socrates en El Banguete (203a). Aristoteles esté de acuerdo, pero por razones algo diferentes, por razones me- tafisicas més propiamente. De acuerdo con Aristételes y sus seguidores, la rea- lidad 0 el ser reside en los particulares. No es una cierta especie homo sapiens (con mayéisculas) en abstracto la que es en un sentido primario, sino Sécrates y Jantipa. La realidad de todas las entida- des naturales depende de una intima 1G/ANTHROPOS: ARGUMENTO. unién de forma y materia, y el telas 0 fin esta de tal modo determinado, El problema con los artefactos es que no logran adquirir este tipo de unidad en el nivel més profundo, y pueden por tanto tener una variedad de usos o fines extrinsecos impuestos por encima de ellos. «Si una cama germinara», dice Aristételes, «no brotaria una cama sino un érbol» (Fisica 193b, 10). En la medi- da en que el arte imita verdaderamente ala naturaleza, engendra una inimitable individualidad en sus productos, preci- samente porque su intento de efectuar una union de forma y materia tan inti- ‘ma como sea posible requiere un respe- to o deferencia hacia los materiales con los que trabaja. En un arte sistematiza- do 0 tecnologia la materia tiende nece- sariamente a ser pasada por alto 0 rele- gada al estatus de un sustrato indiferen- Giado para ser manipulado a voluntad.!? Efectivamente, en relacidn a esto Aris- {Gteles sugiere una distincién entre ar- tes de cultivo (por ejemplo, medicina, educaci6n y agricultura, que ayudan a la naturaleza a producir de manera més abundante las cosas que podria produ- cir por s{ misma) y artes de construccién © dominacién (que dan existencia a co- sas que la naturaleza no podria).' El tema metafisico puede aqut ilus- trarse observando el contraste entre un plato de cerémica artesanal y la vajlla ‘Tupperware. El plato de arcilla tiene un peso sélido, una rica textura, y una explicita referencia a su entorno no muy distintas de las de una piedra natural, mientras que el Tupperware exhibe una ligereza y uniformidad de superficie que solo de manera abstracta relaciona el ‘entorno de su creacién con su uso. Se- gin un anuncio de la Mobil Oil Com- pany de principios de los 80, los produc- tos sintéticos son en realidad «mejores que el objeto real», por lo cual la pala- bra «sintético», que implica una «pélida imitacién, debe ser descartada. Pero si esto es verdad no depende, sobre todo, dde una comprensién previa de lo que es real en primer lugar. Para Arist6teles hay un tipo de realidad que s6lo puede encontrarse en los particulares y queda de esta manera fuera del alcance de la tecnologia de polimeros de produccién en masa orientada segein la funcién, También para Platén y la tradicién platénica el artificio es menos real que la naturaleza. En efecto, en la Reptbli- ca X hay una discusién acerca de la fabricacién de camas (a la cual pueden aludir las observaciones de Aristoteles en la Fisica) por el dios o naturaleza, por el carpintero o tekton, y por el pin- tor o artista. El argumento de Sécrates es que la cama natural, aquella hecha por el dios, es la realidad primaria; las miltiples camas hechas en imitacion por los artesanos son una realidad secunda- ria; y las pinturas de camas pintadas por artistas son una realidad terciaria, La techne es por tanto creativa en un sentido de segunda o «tercera genera- cin» (597e) —y de esta manera sujeta inmediatamente a la guia moral y meta- fisica. En términos morales el artificio debe ser dirigido 0 juzgado en funcién de su bondad o utilidad. En términos metafi- sicos el eriterio de juicio es la propor- cin adecuada o belieza. Un posible de- sacuerdo entre platénicos y aristotélicos con respecto a uno u otro aspecto de la elaboracidn, es si es lo bueno 0 lo be- Ho, la ética 0 la estética, el criterio ade- cuado para su guia. Dicho desacuerdo no debe oscurecer, sin embargo, el acuerdo més fundamental, el reconoci miento de la necesidad de sujetar poie- sis y technai a ciertas limitaciones bien definidas. En tanto que los objetos y actividades técnicas deben sujetarse a la estrecha guia de la naturaleza (physis), Ja naturaleza debe aplicarse a ellos cons- cientemente, desde fuera (por asi decir- Jo) por los seres humanos. Una vez més, ANALISIS E INVESTIGACION la tendencia de las creaciones técnicas contempordneas a acartear problemas ambientales 0 des6rdenes ecolégicos hasta cierto punto confirma el punto de vista premoderno. La critica antigua de la tecnologia descansa asi en un argu- ‘mento de estrecho entramado en cuatro partes: 1. el deseo de la tecnologia 0 1a intencién tecnolégica implica a menudo una desviacién de la fe 0 la confianza ‘en la naturaleza o la providencia; 2. la opulencia téenica y los concomitantes procesos de cambio tienden a socavar el esfuerzo individual hacia la excelencia y la estabilidad social; 3. el conocimiento tecnol6gico asimismo conduce al ser hu- mano a relacionarse con el mundo y obscurece lo trascendente; 4. los obje- tos técnicos son menos reales que los objetos de la naturaleza. Solo una nece~ sidad de supervivencia, y no un ideal de lo bueno, puede justificar el pasar por alto dichos argumentos. La vida del gran cientifico helenista Arquimedes nos brinda (como lo hacia la antigiedad) tuna suerte de icono o imagen viva de estos argumentos. A pesar de que, de acuerdo con Plutarco, Arquimedes era capaz. de inventar todo tipo de artefac- tos, no estaba muy dispuesto a hacerlo excepto cuando lo presionaba la necesi- dad militar —e incluso entonces se ne- gaba a dejar tras sf ningtin tratado so- bre el tema, debido a un saludable te- mor de que sus armas pudieran fécil- mente ser mal empleadas por la humani- dad."* Aliada con el criticismo judeo-crist no-islamico de la vanidad del conoci- miento humano y de la riqueza y poder terrenales," esta desconfianza premo- derna hacia la tecnologia domin6 la cul- tura occidental hasta el final de la Edad Media, y pueden encontrarse elementos de la misma vigorosamente repetidos ‘en _numerosas figuras desde entonces —desde a critica neoclésica de Samuel Johnson contra la promocién de la edu- ‘cacién en ciencias naturales propuesta por Milton,'* hasta Norbert Wiener quien, en 1947, al igual que Arquime- des veintitrés siglos atrés, prometié no publicar nada mas que pudiera ser per- judicial en manos de los militaristas.”” En una menos conocida alusién a otro aspecto del argumento moral clésico, John Wesley (1703-1791) tanto en sus ARGUMENTO. diarios personales como en sermones piiblicos, admite con pesar la paradoja de que la conversién cristiana da vida a ‘un tipo de autodisciplina que fécilmente engendra la acumulacién de riqueza —riqueza que inmediatamente socava la verdadera virtud cristiana. «En verdad, de acuerdo con la natural tendencia de los ricos, no podemos esperar que sea de otra manera», escribe Wesley." Con respecto a otros aspectos de la critica premoderna, Lewis Mumford, por ejemplo, ha criticado el ansia de poder manifiesta en la moderna tecno- logfa, y Heidegger, siguiendo el ejem- plo del poeta Rainer Maria Rilke, ha invocado el argumento metafisico al apuntar la desaparicién de la coseidad de las cosas, la pérdida de un sentido de la tierra en los objetos de consumo producidos en masa. Desde el punto de vista de Heidegger, la aniquilacién mun- dial de todas las cosas seria wa mera emisi6n final de lo que durante largo tiempo ha tenido lugar, de lo que ya ha sucedido». Desde el punto de vista de los anti- guos, por tanto, el ser-con la tecnologia es un incémodo ser-junto-a y esforzar- se-por-mantener-al-alcance-de-la-mano. Expresado en los términos de la dis- ciplina contempordnea del asesoramien- to tecnol6gico, esta actitud premoderna considera las téenicas como peligrosas o culpables hasta tanto se pruebe su ino- cencia 0 necesidad —y, en cualquier caso, el peso de las pruebas recae sobre aquellos que favorezcan la tecnologfa, no sobre los que la limitan. 2 Una forma de ser-con la tecnologia ra~ dicalmente diferente —que traslada el peso de las pruebas de aquéllos que fa- vorecen la introduccién de invenciones a aquéllos que se oponen— argumenta la bondad inherente de la tecnologia y el consecuente carécter accidental de cualquier mal uso de la misma. Hay as- pectos de esta idea o actitud que no carecen de esboz0s premodernos. Pero ‘en su forma completa y persuasiva los argumentos en este sentido se articulan totalmente por primera vez.en los escri- tos de Francis Bacon (1561-1626) en la época del Renacimiento, y posterior- mente llegan a ser caracteristicos de la filosofia de la Tustracién del siglo 18. ‘Al igual que el Socrates de Jenofon- te, Bacon acepta que la iniciacién de las acciones humanas debe estar guiada por el consejo divino. Pero a diferencia de Socrates, Bacon mantiene que Dios ha impartido a la humanidad un claro man- dato de aspirar a la tecnologfa como ‘medio para el alivio compasivo del su- frimiento de la condicién humana, del ser-en-el-mundo. El Know how técnico se escapa de toda duda acerca de las cconsecuencias de la acciGn técnica. Ante la eleccién entre una forma de vida de- dicada a las cuestiones cientifico-tecno- logicas o a las ético-politicas, Bacon ar- gumenta que la revelaciGn cristiana orienta a las personas hacia la primera por encima de la segunda, «Pues no fue aquél conocimiento puro incorrupto por el cual Adan bres a las criaturas segtin lo que les con- venfa, lo que dio origen a la Caida, Fue el ambicioso y orgulloso deseo de cono- cimiento moral para juzgar lo bueno y Jo malo, hasta el punto de que el hom bre puede rebelarse contra Dios y darse sus propias leyes, lo que fue la forma y manera de la tentacién» The Great ins- tauration, «Preface». Contrariamente a lo que implica el mito de Prometeo 0 la leyenda de Faus- to, no fue el conocimiento cientifico y tecnolégico lo que condujo a la Cafda, sino la Vana especulacién filoséfica refe- rida a las cuestiones morales. Formados ‘a imagen y semejanza de Dios, los seres humanos estin lamados a ser creado- res; abjurar de esa vocaciGn y practicar ANTHROPOS!17 ANALISIS E INVESTIGACION en cambio un improductivo discurso so- bre dilemas éticos acarrea el justo casti- go de una existencia marcada por la po- breza. «Aquél que no aplique nuevos reme- dios debe esperar nuevos males» (De as Innovaciones).” Mas atin, «el reino del hombre, fundado en las’ciencias», dice Bacon, «no ¢s otra cosa que... ei reino de los cielos» (Novum Organum 1, LXV). Es importante destacar que la discu- sida entre Sécrates y Bacon no es sim- plemente una discusién entre partida- Tios anti y pro-tecnologfa. Socrates otor- ga a las técnicas una funcién legitima pero estrictamente utilitara, y por tan- to recalca la dificultad de obtener un conocimiento de consecuencias sobre el cual basar cualquier certeza de fe o com- promiso. La acciGn técnica esté circuns- crita por la incertidumbre 0 el riesgo. Bacon, sin embargo, aunque apela a ve- ces a una justificacién consecuenci ta, basa en dltima instancia su cometido cn algo que se acerca a principios deon- tol6gicos. La prueba es que nunca con- sidera siquiera la evaluacign de los pro- yectos téenicos individuales 0 su mérito, Sino que simplemente defiende una afir- macidn sin reservas de la tecnologia en general. Es correcta la prosecucién de Ia tecnologia, no importa las consecuen- cias. Las intuiciones de incertidumbre son pasadas por alto en nombre de la revelacin El caricter Gnico de la interpretacién baconiana (0 renacentisa) de Ia tradi- ci6n teol6gica también debe ser resalta- do, Durante milenios las doctrinas de Dios como creador de «os cielos y la tierra» (Génesis 1:1) y de los seres hu- manos como hechos «a imagen de Dios» (Génesis 1:27) ejercieron una profunda influencia sobre la antropologfa judia y cristiana tardia, sin que nunca fueran expliciamente interpretadas como un mandamiento o llamada hacia la activi- dad técnica. Las interpretaciones tradi- cionales o premodernas se centran en el alma, el intelecto 0 la capacidad de amor como la llave la imago Dei." La primera atribucién de implicaciones tec- nol6gicas a esta doctrina se da a princi- pios del Renacimiento. La nocién teo- logica contempordnea del uso de la tec- nologia por el hombre para prolongar 18/ANTHROPOS ARGUMENTO la creacién 0 co-crear con Dios depen- de precisamente de la reinterpretacion del Génesis esbozada por Bacon. ‘La versi6n ilustrada del argumento re- ligioso de Bacon reemplazaré la obliga ci6n teol6gica por una natural. En pi ‘mer lugar, los seres humanos simple- ‘mente no podrian sobrevivir sin las tée- niicas. Como escribe D’Alambert en el «Discurso Preliminar» a la Enciclopedia (1751), existe un prejuicio contra las ar- tes mecénicas que es resultado de su asociacién accidental con las clases ba~ jas. En verdad, «la ventaja que las artes liberates poseen sobre las artes mecéni- cas, debido a sus exigencias sobre el intelecto y a la dificultad de sobresalir cn las mismas, esta suficientemente con- trapesada por Ia utilidad considerable- mente superior que la ditima tiene para Ja mayorfa de nosotros. Es su real utili- dad lo que las reduce forzosamente ‘operaciones puramente mecénicas con el objeto de hacerlas accesibles a un ‘mayor niimero de hombres. Pero mien- tras que justamente respeta a grandes genios para su ilustracién, la sociedad no debe degradar las manos que la sir ven. En las atin més directas palabras de Immanuel Kant, «la Naturaleza ha que- ido que el hombre deba, por sf mismo, producir todo lo que va més allé de la ordenacién mecénica de su existencia animal, y que no deba participar de nin- guna otra felicidad 0 perfeccion de aquella que él mismo, independiente- mente del instinto, ha creado por su propia razn».* Naturaleza y raz6n, si no Dios, ordenan a la humanidad la pro- secucién de la tecnologia; el ser huma- no ¢s redefinido no como homo sapiens sino como homo faber. La tecnologia es la actividad humana esencial. En més formas que las que Kant explicitamente proclama, «la Ilustracién es la liberacién del hombre de su tutelaje autoimpues- to».?8 ‘Siguiendo un re-direccionamiento (Ba- con) o reinterpretacién (D’Alambert y Kant) de la voluntad, Bacon y sus segui- dores rechazan explicitamente los argu- mentos ético-politicos contra las activi- dades tecnol6gicas en nombre de la mo- deracién. Con ironfa no aparente, B: con mantiene que las invenciones de la imprenta, la pélvora y el compas han hecho més para beneficiar a la humani- dad que todos los debates filoséticos y reformas politicas a lo largo de la histo- ria. Perseguir el poder, admite, puede ser pernicioso para un individuo © una nacién. Los individuos y grupos peque- fios bien pueden abusar de dicho poder. «Pero si un hombre se empefia en esta- blecer y extender el poder y dominio de Ja raza humana misma sobre el univer- so», eseribe Bacon, «su ambicién (siam- bicién puede llamarse) es sin duda tan- to una cosa més saludable como mas noble que las otras dos». Y, por supues- to, «el imperio del hombre sobre las cosas depende completamente de las ar- tes y ciencias» (Novum Organum I, CXXIX) ‘Bacon no expone detalladamente el cardcter saludable de las técnicas. Todo lo que hace es rechazar la idea tradicio- nal de su influencia corruptora sobre la ‘moral argumentando una distincién en- tre ol cambio en la politica y en las artes. «En un Estado es temido el cambio, ain en sentido de mejorar, a causa de los trastornos que ocasiona; pues la fuerza de los estados radica en Ia auto- ridad, la concordancia de los espfritus, la reputaci6n que se hayan conquistado, la opinién de su_poderio, y no en las demostraciones. En las ciencias y en las artes, al contrario, como en las minas de metales, debe continuamente reso- nar el eco del ruido de nuevos trabajos ¥ progresos ulteriores» (Novum Orga- num 1, XC). A diferencia de Arist6teles y Aquino, quienes efectuaban la misma distincién ANALISIS E INVESTIGACION pero encuentran en ella fundamentos para la precaucién en la tecnologia,” ‘Bacon piensa que la observacién es en si ‘misma suficiente para poner a la tecnolo- sgfa en su propio camino de desarrollo. Los seguidores ilustrados de Bacon, sin embargo, van considerablemente més alla, y argumentan la influencia po- sitiva o benéfica de las artes sobre la moral. En la Enciclopedia, por ejemplo, habiendo identificado «lujuria» simple- mente como «el uso que los seres hum: nos hacen de la riqueza y la industria para asegurarse una existencia placente- a» con su origen en «aquella insatisfac- cién con nuestra condicién... que es y debe estar presente en todo hombres, acomete directamente contra las anti- ‘guas «diatribas de los moralistas que la hhan censurado con més obscurantismo que luz.” Los criticos del bienestar material han mantenido que mina la mo- ral, ylos apologistas han respondido que ‘esto es asi slo cuando es levada al exceso. Ambos se equivocan. La abun- dancia es, como dirfamos hoy en dia, neutral. Un examen de la historia reve~ la que el Injo «no determina la moral sino... que mas bien toma su cardcter de esta altima». En verdad, es muy posible tener un lujo moral, un lujo que promueva el desarrollo virtuoso. Pero si una primera linea de defensa argumentaré por la moderacién, y una segunda por la neutralidad, una tercera sostendrai que tiene una influencia posi- tiva. David Hume (1711-1776), por ‘ejemplo, en su ensayo «Del Comercion, argumenta que un estado debe alentar a sus ciudadanos a ser artesanos més que agricultores 0 soldados. Mediante la bisqueda de «las artes de lujo, mentan la felicidad del estado». Pos- teriormente, en «Del refinamiento en las artes», explica que las épocas de lujo son a la vez «las mas felices y las mas virtuosas» debido a su propensién a fo- mentar la industria, el conocimiento y la humanidad>.” «En los tiempos en que la industria y las artes florecen>, escribe Hume, «los hombres se mantie~ nen en perpetua ocupacién, y disfrutan, ‘como recompensa, de la ocupacién mis- ma, asi como de aquellos placeres que son fruto de su labor».** Més atin, el espiritu de la actividad cen las artes galvanizaré al de las ciencias ARGUMENTO. Martin Heidegger (1889-1976) [Dibyo: Dik Leach] y viceversa; conocimiento ¢ industria recen al unisono. En las propias mitables palabras de Hume: «no pode- mos razonablemente esperar que una pieza de tejido de lana sea elaborada a la perfecci6n en una nacién que ignora la astronomfa».”” Y cuanto més avan- zan las artes y las ciencias, «més socia- bles se vuelven los hombres». Los com- ‘promisos técnicos promueven la paz ci- vil porque canalizan la energia que de ‘otra manera se dedicaria a la competen- cia sectaria. Las aspiraciones tecnol6gi- cas comerciales y cientificas tienden a romper las barreras nacionales y de cla- se, introduciendo asf la tolerancia y la sociabilidad. En palabras de un contem- porineo de Hume, Montesquieu, «El comercio es el remedio para los més de- tructivos prejuicios; pues es regla gene- ral que, dondequiera que encontramos buenas maneras, allf florece el comer- cio; y dondequiera que existe el comer- cio, alli hallamos buenas maneras»."° La significacién ética de la actividad tecnolégica no se limita, sin embargo, a su influencia socializadora. La tecno- logia es tanto una virtud intelectual como moral, ya que es un medio de adquisicién de conocimiento verdadero. La afirmacién de que la actividad tecno- logica contribuye al avance cientifico descansa en una teorfa del conocimien- to que, nuevamente, se articula por pri- mera vez de manera clara por Bacon, quien comienza su Novwn Organum 0 «nuevo instrumento» con el argumento de que el conocimiento verdadero se adquiere slo mediante la estrecha interrelacién con las cosas mismas. «Ni la mano ni el espfritu abandona- do a si mismo tienen gran potencia. Para realizar la obra se requieren instrumen- tos y auxilios que tan necesarios son a Ia inteligencia como a la mano» (Novum Organum I, 11). El conocimiento ha de adquirirse me- diante la experimentacién activa, y se evala fundamentalmente por su capa- cidad de engendrar trabajo. Los medios para llegar al conocimiento verdadero son lo que Bacon céndidamente lama storturar a la Naturaleza»; si se le deja cn libertad y sin restricciones, la Natu- raleza, como al igual que los seres hu- manos, esté poco dispuesta a revelar sus secretos.®* El resultado de este nuevo ‘camino seré la unién de conocimiento y poder (Novum Organum I, IIT). Bacon es, simplemente, un pragmético episte- mol6gico. Lo verdadero es lo que fun- ciona. «No tenemos, pues», dice, «con- fianza més que en una legitima induc- cién» (Novum Organum I, XIV). La base misma de la gran Enciclope- dia o Diccionario de las Ciencias, Artes 'y Offcios francesa es precisamente esta visi6n epistemolégica, una unidad entre teorfa y practica. Bacon es considerado explicitamente como el inspirador, y es clogiado por haber concebido a la filo- sofia: «como la dinica parte de nuestro conocimiento que puede contribuir a su- peramos o a hacernos més felices, asi. limitando, reduciendo dentro de los If s de las cosas titiles (¢ invitando) a los intelectuales a estudiar y perfeccio- nar las artes que 61 saluda como la par- te més clevada y més esencial de las ciencias humanas.®® Ms atin, explicando las prioridades de la Enciclopedia, los «Discursos Pre~ liminares continian diciendo que «se ha escrito demasiado sobre las ciencias; pero no lo suficiente sobre las artes me- cénicas».™° El articulo sobre «Arte» en la Enciclopedia critica ademas el prejui- cio contra las artes mecénicas, no s6lo porque ha «tendido a ocupar las ciuda- des con initil especulacién>,®” sino so- bre todo porque ha fracasado en produ- cir conocimiento genuino. «Es dificil, si no imposible... tener conocimiento a fondo de los aspectos especulativos del arte sin ser versado en su préctica», aun- que es igualmente dificil «llegar lejos en ANTHROPOS/19 ANALISIS E INVESTIGACION la préctica de una arte sin especula- ci6n».™ Es la nueva unidad de teoria y réctica —unidad basada en la practica ‘mis que en la teoria—,” la que esté en la base, por ejemplo, del elogio de Ber- nard de Fontenelle 2 la préctica de la ciencia experimental como una virtud intelectual asi como moral, y la reinter- pretacién que la Ilustracién hace de S6- crates como alguien que ha hecho des- cender la filosofia de los cielos para ex- perimentar con el mundo.” La inducci6n legftima, para Bacon, descansa asimismo en un rechazo meta- fisico de la teleologia natural. La bas- queda de un conocimiento de causas fi- nales, dice Bacon, «més que servir a las ciencias, las corrompe, a menos que se estudien las acciones del hombre» (No- vu Organum II, 11). La creencia en ccausas finales 0 propésitos inherentes a la Naturaleza es el resultado de supers- ticiones o falsas religiones. Deben ser rechazadas por hacer posible «una disec- cién y una anatomfa muy exactas del mundo» (Novum Organum I, 124). Na- turaleza y artificio no son ontol6gica- mente distintos. «Toda la Naturaleza no es sino Arte, desconocido para tis, exclama Alexander Pope. «La Natura- leza no existe», declara Voltaire, «el arte lo es todo». La distincién aristoté- lica entre artes de cultivo y de construc~ cidn es abandonada en favor de la cons- truccién universal. Con respecto a Pope, aunque no ¢s infrecuente encontrar comparaciones de las relaciones Dios/Naturaleza y artis- talarte en los autores antiguos y moder- nos, griegos y cristianos, hay sutiles di- ferencias. Para Plat6n (Sofista, 265b ss. y Timeo Zc ss.) y San Agustin (De Ci- vitate Dei XI, XXI), por ejemplo, hay que efectuar en primer lugar una distin- cin fundamental entre poiesis divina y humana, poiesis que a su vez debe ser distinguida de la techne y, en segundo lugar, el hecho de que, atin habiendo sido hecho por un dios, el mundo no debe ser considerado como un artefacto © algo que funciona de forma artificial. ‘Thomas Hobbes, secretario de Bacon, propone sin embargo ver la Naturaleza no s6lo como producida por un arte vino, sino que en sf misma es el «arte mediante el cual Dios ha hecho y gobier- na el mundo (Leviatén, Introduccién). 20/ANTHROPOS ARGUMENTO Emmanuel Kant En realidad, a tal punto es asi, que, para Hobbes, el arte humano por sf mis- mo puede decirse que produce objetos naturales, 0, para decirlo en otras pala- bras, la distincién entre naturaleza y ar- tificio desaparece. Este tiltimo punto también enlaza con el primero; la metafisica sostiene la vo- licién, Si naturaleza y artificio no son ontol6gicamente diferentes, entonces la distincién tradicional entre téenicas de cultivo y técnicas de dominio desapare- ce. No hay técnica que ayude a la natu- raleza a manifestar su realidad interna, ¥ los seres humanos son libres de perse- ‘uir el poder. Si la naturaleza es otra forma de artificio mecénico, es asimis- ‘mo razonable pensar en el ser humano ‘como maquina. «£1 hombre es una mé- quina y... en todo el universo hay solo una sustancia singular modificada de di- ferentes formas», concluye la Mettrie. «Pues {qué es el corazin», escribié ‘Hobbes un siglo antes, «sino una bom- ba? ZY qué son los nervios, sino otras tantas cuerdas? ;¥ qué son las articula- ciones, sino otras tantas ruedas?» (Le- viatéin, IntroducciGn). Pero las activida- des apropiadas a las maquinas son tec- noldgicas; el homo faber es otra forma de hombre maquina y viceversa ‘Como la de los antiguos, entonces, la forma distintivamente moderna de ser- con la tecnologia puede ser articulada en cuatro segmentos interrelacionados: 1. la voluntad de tecnologia es ordena- da a la humanidad por Dios 0 por la naturaleza; 2. la actividad tecnol6gica €s moralmente beneficiosa porque, al tiempo que estimula la accién humana, contribuye a satisfacer las necesidades fisicas y aumenta la sociabilidad; 3. el conocimiento adquirido por un contac- to técnico con el mundo es més verda- dero que la teoria abstracta; y 4. la na- turaleza no es mas real que los artificios; en realidad opera con los mismos prin- cipios, Es apenas necesario ilustrar ‘como los aspectos de esta ideologia si- guen siendo parte del discurso intelec- tual del marxismo, del pragmatismo, y de las actitudes populares respecto al progreso tecnol6gico, a la evaluacién de tecnologfas, y a la politica, educacién y medicina piblicas. 3 El argumento premoderno de que la tec- nologia es mala pero necesaria caracte- riza una forma de ser-con la tecnolo- ‘fa que efectivamente limité la répida expansién técnica en Occidente por aproximadamente 2.000 afios. El argu- mento renacentista e ilustrado en apoyo de la teorfa de que la tecnologia es inhe- rentemente buena revela una forma de ser-con la tecnologia que ha sido el fun- damento para una liberacién prometei- ca del poder técnico sin precedentes en la historia, Las causas proximas de esta radical transformacién fueron, por su- Puesto, legiOn: geograticas, economicas, politicas, militares, cientiicas, etc. Pero lo que reunié a todos esos factores en la Inglaterra del siglo XVIII para engen- drar una nueva forma de vida, lo que les permitié coaligarse en una forma verdaderamente nueva de ser-en-el- mundo, fue una especie de optimismo respecto a la expansién del desarrollo material que no se encontraré tan com- pletamente articulado en ningin otro momento en la cultura premoderna.® En contraste con el escepticismo pre~ modemno acerca de la tecnologia, sin ‘embargo, el optimismo tipicamente mo- demo no ha conservado su primacfa en la teorfa aunque ha continuado domi- nando en la préctica. Las razones de esto son complejas. Pero enfrentada a las consecuencias de la Revolucién In- dustrial en la vida real, desde los des- garros sociales y culturales a la polucién ambiental, la teorfa de la post-Ilustra- cién se ha vuelto més critica hacia la ANALISIS E INVESTIGACION tecnologia. El Romanticismo, como el nombre para la respuesta moderna tipi- ca a la Tlustracién, contiene asf implici- tamente una nueva forma de ser-con la tecnologia, que no puede identificarse ni con el antiguo escepticismo ni con el optimismo moderno. E] Romanticismo es, por supuesto, un fenémeno multidimensional. En un sentido, puede referirse a una tendencia permanente en la naturaleza humana que se manifiesta a s{ misma de manera diferente en épocas diferentes. En otr0, se refiere a una particular manifestacign cen Ia literatura y el pensamiento del si- glo XIX. Précticamente todos los inten- tos de analizar esta particular manifes- taci6n hist6rica interpretan el Romanti- cismo como una reaccidn a, y critica de, la ciencia moderna. Contra la mecdinica newtoniana, los roménticos proponen una cosmologia orgénica; en oposicién ala racionalidad cientifica, los roménti- ‘cos afirman la legitimidad e importancia de la imaginacién y el sentimiento. Lo ‘que rara vez se aprecia es hasta qué punto el Romanticismo puede ser tam- ign interpretado como un cuestiona~ miento —de hecho, el primer cuestio- namiento auto-consciente de la moder- ‘na tecnologia. Interpretado ast, sin embargo, el Romanticismo refleja un desasosiego acerca de la tecnologia que es no obstante fundamentalmente ambi- guo; aunque en conjunto la critica ro- méntica puede ser distinta del escepti- cismo antiguo y del moderno optimis- mo, en sus partes exhibe sin embargo afinidades diferenciales con ambos. Para comenzar, consideremos el as- pecto volitivo de'la tecnologia, En In visién antigua, la tecnologia era consi- derada como un alejamiento de Dios 0 los dioses. En la visién moderna, es or- denada por Dios 0, con el rechazo de Dios durante la Mustracién, por la Na~ turaleza. Con los roménticos, el deseo de la tecnologia mantiene sus cimien- tos en la Naturaleza, 0 es separado de toda determinacién extra-humana, En el primer caso, sin embargo, la natura~ leza es re-concebida como no sélo un ‘mecanismo mecénico sino como un es- fuerzo orgénico hacia el desarrollo y la expresién creativos. Desde la perspecti- va de la «filosofia mecénicar, la tecno- logia humana es una prolongacién del ARGUMENTO Hume orden mecénico; desde el punto de vis- ta de la Naturphilosophie se convierte fen una participacién en la auto-expre- sidn de la vida. Cuando es liberada de aquella creatividad orgénica, la tecnolo- fa se fundamenta tnicamente en la vo- Tuntad de poder humana, pero recono- ciendo sus consecuencias a menudo ne- gativas; la condicién humana adopta el Tostro de pathos gotico.* Lo maximo ‘que puede argumentarse es que la inten- ion tecnol6gica, es decir, la voluntad de poder, no debe perseguir hasta la exclu- sin de otras opciones voltivas —o que debe ser guiada por ideales estéticos. William Wordsworth (1770-1850), por ejemplo, el més filos6fico de los poetas roménticos ingleses, en su extenso poe- ma narrativo The excursion (1814) des- cribe cémo ha «vivido para observar / Como surge una nueva y nunca vista creacién» (Libro VIII, versos 89-90). ‘Abandonando toda reserva, me alborozo al Vos proms tcl eecia Sobre los ciegos elementos: un_ propésto [determinado, Una perseverancia que se alimenta; casi un [alma Tmpartida a la materia brute. Me regoctjo Midiendo la fuerza de esos gigantescos deres oi pi went pi ad [petidos A servir ala voluntad del Hombre de cuerpo ‘endeble (Libro VILL, versos 200-207). Aqui el regocijo y la afirmacién de la conquista y el control tecnolégico esté claramente en armonia con los senti- mientos de la Tustracion. ‘Aunque en medio de esta exultacién: Me aflijo, cuando sobre la cara oscura De este gran cambio miro; y alli contemplo ‘Tal utraje ala naturaleza (versos 151-153) Y més adelante escribe: Cuan insegura, cuan infundada es en st mista La Filosofia, cuyo predominio depende De instrumentos meramente materiales; qué [débiles Esas artes. y grandes invenciones, si no [tienen el apoyo De la virtud (versos 223-227) Agu el optimismo de la Hustracién es claramente reemplazado por algo que se aproxima al escepticismo premoderno, Clarificando su posicién en el tltimo libro del poema, Wordsworth admite que aunque ha denunciado, en. vistas del trabajo de los nis en las fabricas, que un nifio esté Sujeto alas artes De la moderna Ingenuidad, y transformado fen EI miembro insensible de una vasta maquina (Libro IX, versos 157-158). 10 es insensible al hecho de que la vida rural es también a menudo un «sino des- graciado» esclavizado a la «ignoranciar, Ia «necesidady y el chambre miserable (versos 163-165). No obstante, dice, sus pensamientos no pueden sino estar + Yoleados hacia los males que son nuevos Ly escogidos, ‘Una esclavitud que se oculta bajo la forma [de lo bueno, ‘Artes en si mismas beneficiosas y buenas, Pero llevades demasiado lejos y con dema- siada indulgencia (Libro IX, vers0s 187-190), En dichos versos Wordsworth ya no mantiene con ecuanimidad el principio ilustrado de que las artes son «por si mismas beneficiosas y buenas». Introdu- ce un profundo cuestionamiento con su sugestion de que la arremetida auto- creativa ha sido levada, en la tecnolo- aia, «de manera demasiado indulgente» y «demasiado lejos», y que bajo el dis- fraz de lo bueno, se ha creado la escla- vitud. Pero a diferencia de los antiguos, que demandaban limites especificos para las técnicas, con los roménticos no hay conclusién clara, salvo un desasosie- g0 critico —o una exaltada sensibilidad estética. ‘Mis tarde, en el soneto .*® «El di- 22/ANTHROPOS ARGUMENTO nero, aunque compra todo lo demas», argumenta, «no puede comprar moral y ciudadanos»,” «Los politicos del mun- do antiguo», dice, «estaban siempre ha- blando acerca de moral y virtud; los nuestros no hablan de otra cosa que no sea comercio y dinero».® De hecho, desde cl punto de vista de Rousseau, no s6lo «nuestras mentes... han sido corrompidas en la misma medida en que las artes y ciencias han mejorado»,"! sino que las artes y ciencias mismas «de- ben su nacimiento a nuestros vicios».** La accién, incluso la accién destructiva, particularmente a gran (o sublime) es. cala, es preferible a la inaccién.®* Lo que parece, al principio, un retor- no directo a los’ principios morales de los antiguos se hace, sin embargo, en nombre de ideales bastante diferentes. La virtud, para Rousseau, no es lo mis- mo que para Platén 0 Arist6teles —tal como nos indica claramente su elogio de Francis Bacon, «quizés el mas gran- de de los filésofosy.* De acuerdo con Bacon, Rouseau critica la «filosofia mo- ral» como una excrecencia del «orgullo humano»,* as{ como el hiato entre co- nocimiento y poder, pensamiento y ac- cién, que son Segtin él caracteristicos de 1a civilizaci6n; en cambio alaba a aque- llos capaces de actuar decisivamente en el mundo, para alterarlo en su favor, incluso cuando éstos son hombres. quienes los griegos hubieran considera- do barbaros. La virtud, por ejemplo, reside en los Escitas que conquistaron Persia, no en los Persas; en los Godos que conquistaron Roma, y no en los ‘omanos; en los Francos que conquista- ron Galia, los Sajones que conquistaron Inglaterra, etc.® En los paises civliza- dos, dice, «hay miles de premios para los hermosos discursos, pero ninguno para las buenas acciones»..” De acuerdo con Bacon, Rousseau de- fiende la necesidad de acciones, no de palabras, y aprueba los logros iniciales del Renacimiento, que liberd a la hu- manidad del estéril escolasticismo me- dieval.* Pero a diferencia de Bacon, Rousseau se percata de que también la racionalidad cientifica, a través de la alienacién de los afectos, puede a me- nudo debilitar la determinacién y el compromiso necesario para la accién de- cisiva. Asi, en una paradoja que se con- vertiré en sello distintivo del romanticis- mo, Rousseau se vuelve contra la tecno- logia —pero en nombre de ideales que estén en el corazén de la tecnologt Critica una encarnacién hist6rica deter- minada de la tecnologia, pero sélo para avanzar un proyecto que se ha vuelto ‘momenténea o parcialmente impotente. Fue en Inglaterra, sin embargo, don- de la Revolucién Industrial se manifes- 16 por primera vez a gran escala, que esta parad6jica critica adquirié una am- plia expresion literaria. Dicha expresion dio un vuelco realista, rechazando los patrones clésicos en favor de la deserip- cin especifica de situaciones reales, a menudo en formas poco convenciona- les. Un poema como el de William Bla- ke, «Londres» (1794) 0 una novela como la de Charles Dickens Hard Times (1854), con su presentacién de las des- humanizadoras consecuencias del traba- jo fabril, ilustran igualmente bien la fuerza de este enfoque. Wordsworth, de nuevo, puede ser citado para extender el tema de la alienacién de los afectos al nivel social. En una carta de 1801 escribe: «Pienso que el efecto més calamitoso que ha seguido a las medidas que iilti- mamente se han tomado en este pais, es el rapido debilitamiento de los afec- tos domésticos entre las capas més ba- jas de la sociedad... Durante muchos afios en el pasado, la tendencia de la sociedad, en todas las naciones de Eu- ropa, ha sido la de fomentarlos; pero recientemente, debido al despliegue de ‘manufacturas por cada lugar del pais... ANALISIS E INVESTIGACION los tazos del sentimiento doméstico... se han debilitado, y en innumerables ocasiones se han destruido por comple- to... Siesto es cierto,... no puede sobre- venir una calamidad peor a un pais.» El realismo roméntico esté, no obs- tante, aliado con el simbolismo visiona- rio, a través de estas cuestiones episte- mol6gicas. Consideremos, por ejemplo, otto aspecto del genio de Blake, sus poemas proféticos. Mas de un siglo an- tes, John Milton, en El Paraiso perdido (1667), ya habfa identificado a Satan con Jas actividades técnicas de la mineria, fundicién, forjado, y moldeado de los metales del infierno en la ciudad de Pan- demonium.® Siguiendo este ejemplo, Blake, en Milton (1804), identifica a Sa- tan con el abuso de los poderes de la tecnologia —y con la ciencia newtonia- na, Satan, «principe de las Huestes es- telares y de las Ruedas del Cielo», tam- bién tiene la tarea de hacer girar «los Molinos (textiles) dia y noche».** Pero en el prefacio lirico que abre esta épica apocaliptica, Blake rechaza la necesidad de «estos oscuros Molinos Saténicos» y cexclama: No abandonaré Ia Lucha Mental [Ni mi espada se dormira en mi mano Hasta que hayamos construido Jerusalem En la verde y placentera Inglaterra Este poema lirico, «¥ ellos recorrie- ron los Tiempos Antiguos», se musica~ liz6 y pas6 a ser el himno del socialismo briténico. Un socialismo imaginativo, visionario —por no decir ut6pico— es Ja roméntica respuesta a la critica ro- méntica de las limitaciones morales de la tecnologia. El Frankenstein (1818) de Mary Shelley, para dar otro ejemplo, presenta asimismo una relacién con la tecnologia de amor/odio, en la cual lo que se odia es debidamente redimido no por la delimitacién premoderna sino por el correlato afectivo de una expan- siva imaginacién, es decir, el amor. ‘La industrializacién, por tanto, soca va los afectos —es decir, el sentimiento y la emoci6n, a niveles tanto individua- Jes como sociales. Y este hecho préctico inmediatamente se alfa con una critica mis tedrica del énfasis ilustrado sobre Ja razén como la tinica o principal facul- tad cognitiva. La Ilustracién defendia la primacfa de la razén como el nico me- ARGUMENTO. Rousseau dio de promover la libertad humana a partir de las limitaciones materiales. El roméntico replica que no s6lo dicho én- fasis en la raz6n libera a la humanidad de sus ataduras materiales (de lo cual son testigos los males de la Revolucion Industrial), sino que en sf mismo es (ea palabras de William Blake) un «grillete forjado por la mente». El enfoque en la raz6n es en si mismo una limitacién que debe superarse; y a través de la conse- ceuente liberacién de la imaginacién la ccondicién hist6rica de la actividad técni- ‘ca puede a su ver ser alterada. En la defensa y definicién epistemol6gica eclisica» de Samuel Taylor Coleridge: «La imaginacién [...] la considero ya sea como primaria, 0 como secundaria. La imaginacién primaria mantengo que es el poder viviente y principal agente de toda la percepcién humana, y como tuna repeticién en la mente finita del ‘eterno acto de creacién en el infinito que YO SOY. En cuanto a la imagina- cién secundaria, la considero como un eco de la primera, coexistiendo con la voluntad consciente, idéntica ala prima- ria en su modo de accién, y difiriendo solo en grado, y en su. mado de opera- cién, Ella disuelve, difumina, disipa, con el objeto de recrear; o cuando este proceso se vuelve imposible, de todos ‘modos lucha por idealizar y unificar.»” Efectivamente, es a este poder a quien Blake apela como la fuente de su evolucién social, cuando proclama: «No conozco otra Cristiandad ni otro Evangelio que la libertad tanto del cuer- po como del espiritu para ejercitar las Divinas Artes de la Imaginaci6n, el Mundo real y eterno del cual este Uni- verso Vegetal no es sino una pélida som- bra, y en el cual viviremos en nuestros ‘Cuerpos Eternos o Imaginativos cuando estos Cuerpos Vegetales Mortales ya no existam». Finalmente, en lo que respecta a los, artefactos, la visiGn romantica tiene de nuevo semejanzas y diferencias con la de la Ilustracién. Se semeja a la de la Tiustracién en la creencia de que natu- raleza y artificio operan mediante los ‘mismos prineipios. Sin embargo, a di- ferencia de la Ilustracién, la visin ro- méntica considera a la naturaleza como la Mave del artificio més que el attifi cio la llave de la naturaleza. La méqui na es una forma disminuida de vida, y no la vida una compleja miquina. Mas ‘in, la naturaleza ya no se percibe so- bre todo en términos de formas esta- bles; la realidad de la naturaleza con- siste en proceso y cambio. Wordsworth ¥ otros romanticos ingleses estén pren- dados con la (Berakhot, Ila)’ De acuerdo con las censefianzas de Jest, «Ama ats enemigos 9 rucga por aquellos que te persiguen, para que pods set hijos de vaestro Padre que exten los Cielo; pact , trad. incluida en Benjamin Farrington, The Philosophy of Francts Bacon (Chicago: University of Chicago Pres, 1966) 47, La nota es a The Excursion, Libro VII, Ie nea {12, al comienzo de un pasae que describe la Itansformacion industrial del paisaje inglés como luna en la que «ninguna habitacion se levantaba antes, / Las moradas de los hombres» se yerguen hora «en formacin irtegulat / Como arboles en fos bosques» (vetsos 122-124) y como un «triunfo «que proclama / Cunto la dulce Directora del ara do Debe ala alianza con estas artes tecign nai- asl» (Yersos 190132), «Al tatar este tomar, ese bbe Wordsworth en su nota, «fue imposble m0 reso. fet, con gratitud, la agradable deserpcin.. que Dyer ha brindado acerca de las influencias dela Industria manufacturera sobre la faz de esa Isl Bl eserbia en una época on que Ia maguinaia ‘estaba comenzando a'ser introducida por primera ver, y su benevolente coraz6n le urgia& augurar de lla nada mis que el biens. Wordsworth, tanto como Sofories (Antigone, versos 331 y siguientes), ts capaz de apreciar los beneficio de la tecnologi. Pero, agrega ahora ela verdad me ha compeldo a extenderme sobre los ponzofosos efectos que sir- ‘gen de una aplicacion mal roguada y excesiva de poderes en stan admirables». 48. Jean Jacques Rousseau, «A Discourse onthe ‘Arts and Sciences, en The Social Contact and Discourses, tra. G.D.H. Cole (New York: Dutton, 1950), p. 164 48. Ibi.,p. 162. 50. Ibid. p. 161. Si. ibid 150, 52. Bid pp. 158 y 159, 53. Cf. én cuanto a esto, el uso que Nicoés Machiavelo hace de la vrtud como poder en Ei Principe (1512), 5. Ibid. p. 173. Los enciclopedisasigualmente

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