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Isabel Morant (Dir.) Historia de las mujeres en Espana y América Latina Votumen IV Del siglo xx a los umbrales del xx1 Volumen coordinado por Guadalupe Gomez-Ferrer Gabriela Cano Dora Barrancos Asuncion Lavrin CATEDRA, HISTORIA/SERIE MENOR Indice Parte VIL ‘TRANSFORMACIONES EN LAS VIDAS ELAS MUJERES. ESPANA PrasextaciSn [Isabel Morant] Intropuccion [Guadalupe Gomez-Ferrer] MUvERES EN POLITICA ansueteninneuennmmnnnnnnn 7 Radicalismo politico, feminismo y modemizacién [M.* Dolores Ramos} . . : Feminismo. Elagrado derecho de vor [Resa MC: pel] [La Segunda Repiblics: significado para las mujeres [Mercedes Yusta] Republcanas en la Gueta Civil compromiso antifascist Mary Nash] ... Mujeres azules en la Guerra Civil (MC Teresa Gallego Méndez} -- MUJERES EN LAS VANGUARDIAS. INTELECTUALES Y ARTISTAS Escritoras y periodistas en los afios veinte (Marcia Castillo Martin} “ distinte al afiruar ef devedhu includible de fa mujer al wabajo, al mar- gen de los condicionantes temporales. Por lo tanto, la formacin pro- fesional y la integracidn de la mujer en la produccién en aquellos afios no fueron consideradas como algo temporal, sino como un paso defi nitivo hacia la insercién de las mujeres en el proceso productivo. Con: sideraban el trabajo asalariado como via imprescindible para la conse- ‘ucién de la emancipacién femenina al razonar que la base de su emancipacién individual residia precisamente en su independencia econdmica. En su conjunto fueron timidas las afirmaciones reivindicativas de “este estilo y encontramos més bien que las espafiolas de la época se- _guian interiorizando las tradicionales trabas con respecto al trabajo ex tadoméstico, ya que acudian constantemente a justificantes exteriores para argumentar sus derechos. En este sentido, el caso de la estrategia “de la Unién de Muchachas es bastante ilustrativo. Desde su creacién, ‘a organizacidn juvenil fue més enérgica que la organizacién de sus = mayores a la hora de reivindicar sus derechos educacionales y profesio- ‘ales como también mejoras en las ofertas culturales y de formacién ‘profesional. Significativamente expresaron una mayor conciencia de jeres expresaron con palabras su compromiso con el esferzo bélica ntifascista y sus voces fueron escuchadas. Estas publicaciones fueron también instrumentos decisivos para atraer a otras mujeres a Ja causa, 7 Sin embargo, el alcance de los articulos y debates iba mas alld de la po- litica antifascista y, a menudo, las mujeres se dedicaban a fijar sus pro: pios intereses con respecto a la guerra y a revolucién, asi como a sum. nistrar recursos para las iniciativas cuiturales femeninas. Esta comuni- cacién cultural entre las lectoras, escritoras y editoras de estas revistig reé un universo especifico para mujeres, una importante experiencia. 4 de afirmacién en una cultura femenina tradicionalmente oral. EXPECTATIVAS ¥ REALIDAD: EL AMBITO DEL TRABAJO En el terreno del trabajo los resultados fueron mucho més ambiva: |= Ientes. Muchas mujeres se identificaron completamente con fa consig. : 1a «Hombres al frente, mujeres al trabajo» y precisamente vieron ext” coyuntura como un momento clave para romper con las reticencias frente al trabajo asalariado femenino. Pero en este campo chocaron con una resistencia dificil de superar. En efecto, Ia formacién profesi nal de las mujeres tuo mucho menos éxito que la campaiia de cule rizacién, bisicamente por la falta de colaboracién de los sindicatos y de los trabajadores calificados. Las frecuentes cquejas tanto de las muje, res antifascistas como de las mujeres anarquistas pusieron de relieve lt falta de colaboracién y la hostilidad masculina con respecto a su capa citacién en oficios cualificados y la resistencia masculina a su incom racién a los puestos de trabajo asalariado desempefiados hasta enton: es por los trabajadores. 3 En este sentido, la consigna «Mujeres al trabajo» fue ambivalen ‘ya que atin seguian vigentes las tradicionales reticencias con respecto: trabajo extradoméstico femenino. A pesar de la coyuntura de la guerra yy de la urgente necesidad de mantener el ritmo de produccién debide ala insercidn de los hombres en las milicias y, mas tarde, en el regular, no se produjo una aceptacién real de su integracién global el trabajo productivo. El Instituto de Adaptacién Profesional dela jer de la Generalitat de Cataluita efectus la formacién de varias cde mujeres en oficios y profesiones. Colocé varios centenares de mt res formadas en puestos de trabajo, entre ellos, en las fabricas de pi duccién bélica. Sin embargo, la segregacién ocupacional y la diseri nnaci6n salarial se mantuvieron incluso en las empresas colectiv Las mujeres seguian con pocas expectativas en sus horizontes lal 138 139 su condicién de mujer y las limitaciones que esto habia representado 4. Pero en esta politica de compromiso da la impresién de que atin ope- en el campo de su educacién. Expusieron de forma muy clara su capac _ aban unos fuertes condicionantes de género que impedian, incluso a cidad y derecho para desarrollar una educacién y un aprendizaje en tetas jovenes mas radicales, reivindicar su derecho a un trabajo sin acu igualdad de condiciones con los hombres. Precisamente, la Conferens dir a los justificantes exteriores. De hecho, las reivindicaciones espect cade las Muchachas de Madrid en mayo de 1937 incluyé en sus Con: ficamente femeninas en el terreno laboral quedaron difumninadas en clusiones el siguiente punto programatico: blacidn civil. La dimension colectiva de la labor proveedora de las mur jeres eta rupturista y reflejaba exactamente la imprecisién de las fr fas de los espacios publico y privado en la retaguardia republicans ‘Como madres combatioas, el nuevo papel de las mujeres como proves: doras de la comunidad cuestionaba la restriccién tradicional de su tividad al hogar y legitimaba, de este modo, su acceso a Ia esfera pb a, aunque pot medio de actividades de apoyo apropiadas. de la guerra la nueva imagen de la joven miliciana con el mono azul revolucionatio y armada de un rifle o un fusl en la retérica y el imagi pario colectivo de la guerra visualizada en la propaganda y los carteles, ide guerra, evocaba el valor y el coraje del pueblo en su lucha contra el _ fasciso y constitufa un aliciente para que los hombres emputiasen las aumas en la guerra. Sin embargo, la consigna movilizadora dominante «Los hombres al frente de batalla, las mujeres a la retaguardia»— apenas suscitaba oposicidn, ni siquiera entte las militantes, Est claro que en las primeras semanas de la guerra habia comba- tientes femeninas, milicianas que se fueron a luchar con las armas a los - ffentes, algunas de las cuales cayeron en combate. En la escalada inicial del fervor antifascista, algunas optaron espontaneamente por el com- bate armado y se dirigieron alos frentes de Aragén, de Guadalajara, de las montatias del Pais Vasco y la sierra de Madiid, de Andalucia, de Mallorca y de la Maestranza, entre otros, Pese ala evocacién de figuras de milicianas, heroinas muertas o heridas en el frente como Lina Ode- na, Caridad Mercader o Rosario Ja Dinamitera, evocada en las poesias de Miguel Hemindez, las milicianas no constituyeron un cjemplo a ~ seguir. Es dificil establecer el ntimero de mujeres en los diferentes fren- = tes de guerra pero su presencia fue muy minoritaria. Un nimero deter = pinado actué como milicianas, otras llevaron a cabo servicios auxiliares - de asistencia, sanidad, aprovisionamiento, administracién, cocina o lar _ yanderia, pero existen indicios de que no todas Jas milicranas estaban de E acuerdo con que les asignaran las tareas de cocina, lavanderia,limpieza | ocuidados. Dos milicianas decidieron abandonar el Quinto Regimiento y vasladarse ala columna del POUM que capitaneaba Mika Etchebéhé- |e, donde no estaban obligadas a cocinar y lavar y sus cometidos eran los fniamos que los de los hombres de la columna. En su libro de memorias Mi guera de Expats, Eschebshére explicé como una de las milicianas, “Manuela, le comentaba: «He oido decir que en vuestra colurana las mi Jicianas tenian los mismos derechos que los hombres, que no lavaban ‘ops ni platos. Yo no he venido al frente para morir por la revolucién = con un trapo de cocina la mano.» En realidad, la presencia de las muje- | es en los frentes se justificaba ante todo por el hecho de que realizaban las obligaciones femeninas. En estas nuevas y excepcionales circunstan- das, como era la guerra de trincheras, los papeles tradicionales femeni ni siquiera se cuestionaban. Aunque al principio la guerra de mili ‘Gas habia representado una ruptura de las estructuras jerarquicas, tam- __bién concibié sus propias reglas y normas de conducta de género. Muchas de las que se fueron eran jévenes con vinculos politicos, familiares 0 afectivos con sus compaiieros de milicis. Se trataba de FIGURAS TRANSGRESORAS: LAS MILICIANAS EN LOS FRENTES DE GUERRA Se da una clara coincidencia politica entre las diferentes organ ciones femeninas con respecto al espacio de actuacién de la mujer rante la guerra. Si bien quedaron algo difuminadas las fronteras es cd Ambito pablico y el privado, quedé definido de forma muy rip que su Srea de actuacidn era la retaguardia, Tanto Mujeres Libres com ia AMA rechazaron st incorporacion a los frentes de guerra como: de movilizacién antifascista, Es cierto que, en los primeros moment 142 143 mujeres que no estaban sujetasa las restricciones de sus deberes mater: 5 nales. Alegaron diferentes motivaciones para alistarse. Junto a la evi. dente atraccién de una inmediata respuesta armada a la agresion fascig._ ta, existia también el aliciente de asumir una funcién totalmente nue ‘va que rompia con las limitaciones de las normas tradicionales de la conducta de género. Algunas no querian aceptar un papel secundarig en la retaguardia en defensa de los valores democriticos de la Segunda Republica o del desarrollo revolucionario. El somanticismo y los eevg dos ideales influyeron también en la decisidn de algunas mujeres de guir el ejemplo de otros miembros de su familia. Para otras, existia encanto de la aventura en los primeros meses del verano y la posibilis dad de cultivar nuevas relaciones personales. La venganza de la familia represaliada también figuraba entre los motivos para adoptar las armas yy convertirse como miliciana en figura femenina subversiva, totalmen te rupturista, y ripidamente rechazada por la sociedad por no acopl se alos arquetipos habituales de género. Ta inicial actitud de elogio y entusiasmo populares hacia as mile ianas pasé enseguida a un tono mis crtico, incluso burlén, tal come. describe George Orwell en su Homenaje a Catalwiia. Heroismo, valor fuerza formaban parte de la leyenda de la mujer soldado levantada en armas contra el fascismo. A principio, las mujeres que optaron por él combate armado fieron elagiadas como simbotos de la generosidady el valor y la resistencia popular antifascista. Se pas6 de encomiarlas ridiculizarlas y desacreditarlas. Por una vez, hubo consenso entre los partidos politicos muy divididos, los sindicatos ¢ incluso las org ones femeninas, sobre la necesidad de obligar a las milicianas a rete rarse de los frentes de combate y, en septiembre, se puso en prictica uy procedimiento para forzarlas a abandonatlos. A finales del otoio, ef Primer Ministro socialista Francisco Largo Caballero sancioné procedimiento y aprobé unos decretos militares que ordenaban @ Iujeres retirarse de los frentes. No todas las mujeres los abandonare inmediatamente, pero para comienzos de 1937 su nimero habia d cendido dristicamente. y Un rasgo curioso y dificil de valorar en esta evolucién es el cde que ninguna de las organizaciones femeninas pusiera piblica fen tela de jucio la campatia para que las mujeres abandonaran el bate armado. Realmente se percibe una falta de voluntad para diseu abiertamente este asunto, aunque existen referencias esporidicas ae narran la amarga desilusign de muchas milicianas al verse obligadsé dejar los frentes. Ni siquiera las revistas femeninas antifascistas expres ron une clara defensa conjunta de las milicianas. Pocos textos ett Milicianas en la Columna de Acero, Guadarrama (1936). Ministerio de Cultura, ‘Archive General de la Administracion (Alfonso). ron el desdén que los hombres situados en las estructuras de poder mar nifestaban hacia las mujeres, y ninguno defendia la competencia femeni- "nao ponia en duda la validez def argumento de que su falta de forma- én profesional o militar imitaba su utilidad en Jos frentes de combate, Se adujeron muchas razones para justificar el programa de confina- ‘miento de las mujeres a la retaguardia. El argumento principal, presen- tado tanto por las organizaciones femeninas como por los grupos po- litcos, fue que las mujeres eran mas eficaces ali, puesto que estaban ‘capacitadas para llevar a cabo las tareas de apoyo necesarias para el es- fuerzo beélicos simultineamente, su falta de formacién militar y ¢l des- ‘conocimiento de las armas hacfa que no fueran candidatas aptas para contienda armada. En realidad, las propias milicianas reconocieron validez de esta Kinea argumentaly, en este sentido, racionalizaron su edicacidn a la labor de socorroy @ los servicios sanitarios y hospitala- “tios auxiliares para los que estaban mejor formadas. No atribuyeron ta division del trabajo a ninguna cualidad innata de las mujeres, sino “mis bien asu falta de formacién militar y habilidad para manejar el fu ail, Ademés, su rendimiento armado en el frente no logrd mejorar por “que los hombres eran reacios a entrenarlas en las armas, Muchas muje- 144 145 de los milcianos eintent6 poner en marcha los llamados liberatorios de Ia prostitucién como centros de rehabilitacién, Cabe destacar, ademis, la cuestién crucial de la disciplina militar ya decision de militarizar la milicia popular. El cambio de politica con respecto al ejército desempeiié un papel atin mas decisivo en la justificacién de la campafia destinada a excluir a las mujeres de los fentes de combate. La milicia popular habia surgido de forma es ponténea en respuesta ala agresiOn militar fascista cuando en los pri zeros dias de la guerra el ejército republicano se habia derrambado. Lapoblacién civil de trabajadores, intelectuales y campesinos, el pue blo en armas, se encargé de luchar contra la rebelidn militar fascsta, ‘as milicias populares eran grupos armados que no respondian a la disciplina de un ejército tradicional ni a a jerarquia militar. Estaban _ organizadas principalmente por los anarquistas, los marxistas dis: = dentes y los sindicatos bajo el mando militar de soldados y oficiales ~ leales a la Repiiblica. La milicia popular ofrecia un modelo de resis- _tencia armada colectiva y sin jerarqufas con tendencia a adoptar la causa revolucionaria. En 1937, la iniciativa de hacer un reglamento para los militares, emprendida por los comunistas cuando reprimie- yon el impulso inicial revolucionario, condujo al renacimiento del ‘modelo militar tradicional de un ejército regular y rigurosamente dis- ‘iplinado. La derrota anarquista de mayo de 1937 significé la desapa- ‘icin gradual de Ia milicia como respuesta popular armada a la gue- _ ma antifascist. En este contexto, las milicianas se encontraron atra- _ padas en una lucha politica de mayor envergadura entre dos modelos de instituciones militares: la milicia voluntaria sin jetarquias y las _fuerzas armadas regulares sumamente estratificadas, La maliciana no tenia cabida en la estructura disciplinaria del ejército regular y, con la desaparicién de la milicia, la opcién de las mujeres de participar en © laresistencia armada se hizo insostenible. ‘Aunque no adoptaron la politica de movilizacion armada, existid aun cierto grado de vinculacién entre las mujeres y Ios frentes de guerra, _ ya que se encargaron de algunas actividades de ayuda a los combatien tes. Organizaron «campafas de inviemo» con el objetivo de promover la confeccién de ropa para los soldados —iniciativa muy importante Aebido a las dificultades de aprovisionamiento de ropa—, confeccio- “Baron paquetes con enseres higiénicos, realizaron trabajos de asistencia _{ de sencin alos heros. También se dedicaron al apoyo mora de es combatientes con visitas 2 los frentes e intercambio epistolar me- -diante la formula de «madrinas de guerra». Ambas iniciativas planes ‘fon problemas y son a la vez. esclarecedores con respecto al grado de res pensaban también que un papel militar directo no era apropiado para ells, Su preferencia supuestamente natural por la paz negaba su dedicacién a la guerra, Las organizaciones femeninas denunciaban también la participacin de las mujeres en el combate armado, lo que consideraban una emulacién inadmisible de los varones y una conduc: ta impropia de mujeres. Las diferencias de género se mantenian parg ‘explicar Ia diferenciacién de papeles y las distintas funciones de los hombres y las mujeres en la resistencia antifascista : Para el otofio, el problema de la prostitucién se habia vinculadg inextricablemente a la presencia de las mujeres en los frentes de come bate. A menudo se relacioné a fas milicianas con la prostitucin y insinud incluso que representaban a a Quinta Colurana y se infilta ban en las filas antifascistas. De ese modo, la nueva acusacién, més ani: bigua, de que las milicianas estaban actuando como prostitutas, fue de= cisiva para desacreditarlas y motivar a demanda popular de que fueran expulsadas de los fientes. Se ordené que las mujeres regresaran ine: diatamente, antes de que la enfermedad venérea se extendiera més, Esta acusacién recibié tna gran cantidad de atencién informativa, tan- toen la prensa republicana como fascista, y fue un instrumento stimay mente eficaz para confinar a las mujeres a la retaguardia. ‘Muchas ex milicianas habian denunciado lo que consideraban un ataque difamatorio contra su integridad orquestado tanto por la Prope ganda fascsta como por las fuentes de informacién republicanas. identificacidn de las milicianas con las prostitutas era demasiado sim plista para sostenerse si se aplicaba a todas ellas en general, En las meas etapas de la guerra, algunas prostitutas fueron al frente comom licianas o enfermeras, tal como hicieron algunos criminales excarcels dos, pero no se pensaba que estos tltimos desacreditaran a todos fos milicianos y soldados. A menudo se expresaba el argumento de que ‘mujeres debian retiratse de los frentes debido al peligro de que las en fermedades venéreas se extendiesen e, indudablemente, llego a ser an de los factores principales del creciente descrédito de la milicianas cierto que uno de los problemas sanitarios mas importantes de la g za era el control de las enfermedades venéreas que, ya en 1937, seh bian convertido en un grave riesgo para la salud. Se impulsaron pol 2s sanitarias en este ambito, Es importante sefialar que la propagack de este tipo de enfermedades pudo haberse debido mis al extrao nario auge de la prostitucién en la retaguardia, en donde el comet crecié para satisfacer la demanda de los soldados de permiso, quel actividad sexual en fos frentes de combate. Ademés, Mujeres Lib denuncid de forma constante la prictica de la prostitucion por 146 147 10 menos guapas, més © menos mecandgrafas, hemos visto mujeres jo efectuado en la mentalidad masculina con respecto a las muje- Ee Ce ea 7 ; hhumiladas en la misma eslavitud de siempre, res. La comrespondencia entre las «madrinas de guerra» y los soldados emuestran claramente que los combatientes consideraron esta tela: cién como inicio de una relacién de noviazgo mientras las dficulta: ddes de los grupos de visitadoras alos frentes encargadas de la tarea de levantar fa moral de los soldados fueron atin mayores. Los testimonios dejan muy claro que, por lo general, los combatientes interpretaron la iniciativa de estas j6venes ~casi misioneras en la concepcidn de su ta: rea de levantar la moral de los soldados— como una invitacién abier ta a una relacién sexual, La incomprensidn mutua y Ia rabia de los combatientes quedan expresadas en el testimonio de Ia joven Teresa Pamies, afiiada entonces de la Alianca Nacional de la Dona Jove en su libro de memorias: Quan érem capitans (Memériesd'aquella guerra): = La mentalidad tradicional en tomo a la mujer cambié muy len- tamente ¢ incluso las propias mujeres siguieron interiorizando algunas pautas de conducta tradicionales de género. Signo de la pervivencia de Jas actitudes tradicionales, asi como de su peso entre las mujeres fue el fracaso del Decreto de Interrupcién Artificial del Embarazo promulga- do por la Generalitat de Cataluiia en diciembre de 1936, que autoriz6 Ja prictica legal del aborto en una serie de instituciones sanitarias de Catalutia. El fracaso de la Reforma eugéuica del aborto consttuye un in- ddicador importante de las limitaciones del cambio efectuado en las es- tnucturas mentales durante la Guerra Civil. Pese a estas limitaciones, durante los afios de la guerra se produjo "na movilizacién politica y social masiva de las mujeres que logr6 in- __tegrar en un esfuerzo colectivo a miles de espaftolas identificadas con __ la causa antifascista. Aungue no se resquebrajaron los viejos esquemas - con respecto al papel social de la mujer, es indudable su mayor proyec- én politica y su presencia en el escenario social. Se produjo una ma- _ yor visibilidad y presencia de las mujeres en las actividades sociales y _ destacan las miitiples facetas de su combatividad y lucha antifascista. __ Tstd claro que se produce una dindmica de avance social con respecto ‘a la mujer. Su amplia presencia y su compromiso con la lucha antifas- esta significaron la difuminacién de las rigidas fronteras entre la esfera publica y la privada. La mujer accedi6 de forma masiva al universo de Ia educacidn y la cultura, expres6 su voz en las multiples publicacio nes, y su papel de resistencia civil antifascista en la retaguardia fue de- | dsivo para lograr la continuidad de la resistencia militar durante los | aios de la guerra, Las iniciativas de las organizaciones femeninas llega- ‘on mucho mis alld del pequefio micleo de mujeres politizadas ante tiormente y abarcaron un importante colectivo de espafiolas. Ademés, en un contexto de hostilidad o indiferencia de los part- dos politicos y de las instituciones del Estado, por su propia iniciativa _ qearon organizaciones y redes de actuacién que desarrollaron estrate- "gas de resistencia antifascista y, en menor medida, actividades de espe- fica atencién a las mujeres. Su protagonismo en estas actividades ‘constituyé una plataforma de cara a su propio desarrollo como indivi _ duos y actores en un proceso social més amplio. Pese a las enormes di- ‘icultades en los momentos de una guerra que conllevé bombardeos, | Tacionamientos y desplazamientos de miles de refugiados, la guerra re- = presenté un momento de transformacién de su condicién social no Le dije que {..] [ramos] chicas muy serias y responsebles, poli ticamente seguras ¥ que, politicamente confratemnizaban con. los _ combatientes de la Repiibica, [..] y contest: “Sly st 78, Ya, PO ‘qué no nos damos un garbeo ti y yo por los olivos, chata? ‘Adopts una postura mas grave y dijo: siQué sabes ta de lo que ne: cesitan los combatientes! Es lo dinico que te cisculpa: la ignoranca, ‘Apuesto un jamén serrano a que todavia eres virgen, tobillera [.. ‘LA GUERRA COMO ESCENARIO DE CAMBIO Y¥ CONTINUIDAD EN LA CONDICION SOCIAL DE LA MUJER Los cambios en las estructaras mentales constituyen procesos lat 208. En el breve periodo de tres afios de guerra se produjo una tendenr cia hacia una reconsideracién de las mujeres y de su papel social perd no se llegd a un cuestionamiento de sus papeles tradicionales y atta ‘menos a una redefinicién de las relaciones de poder entre hombres ¥. mujeres, Un editorial del periédico anarquista Tierra y Liberiad del de diciembre de 1936 subrayé los pocos cambios efectuados con pecto a la mujer durante los primeros meses de la guerra: El ejemplo esti vivo en todas partes; en la mayoria de os si catos de los pueblos ocurze que, mientras los compaferos ds fo resuelven tn astinto las mujeres siguen ejerciendo, en el propit sindicato y con el mismo espirita servil que lo hacian antes en les hhogares, ls trabajos efemeninos» de gusar, lavar, ete. Desde que c ‘menzé la lucha hemos recorrido muchos pueblos de Espafia Cistas,y, salvo algunos sindicatos que han aceptado burguesitas 148, 449 sélo por los cambios legislativos de equiparacién juridica de los sexos ola legalizacién del aborto en Catalua, sino también por su protaga: nismo en la resistencia antifascista y su creciente convencimiento de fa validez de su capacidad social. Para muchas mujeres su combatividad antifascista y su participacion en las actividades de la retaguardia cons: tituyeron una plataforma de formacién y concienciacién no solo pol: tico sino también de cara a su propia identidad como mujeres. ¥ atin aque la aguda polarizaci6n y rivalidad politica de las organizaciones: meninas impidieron el desarrollo de proyectos en comin, excepto algunos casos muy coneretos, se produjo un despertar y una aceler Cidn en el proceso de concienciacién de las mujeres en tomo a cuestig nes de indole social, asi como en tomo a los problemas relacionad de forma més directa con su condicién de mujer. Pero la aceleracié ‘en el ritmo de cambio y de concienciacién de género no tuvo el-ti po suficiente para madurar durante la breve duracién de la Guerra vil, cuyo desenlace trigico y la represién de una dictadura de cuarent afios del franguismo truncaron esta trayectoria de cambio social en experiencia colectiva de las espaviolas. 2 Mujeres azules en la Guerra Civil Maria Teresa GALLEGO MENDEZ, La Seccién Femenina (SF) de Falange fue una organizacién de mu- jeres surgida en un movimiento politico de oposicién a la Republica. Sus objetivos iniciales no estuvieron relacionados con [a situacién de Jas mujeres espaftolas ni mucho menos con sus derechos © su avance, por el contrario, su caracteristica principal fue la subordinacién a la po- _ fitica antirrepublicana y a los intereses masculinos de la Falange, y en = todo caso, la reaccién negativa ante los recientes y atin limitados logros BiBuoGRaniA [ALvaiaa, Jean y MARIA, A, Solano Lae. Memorias, La Conufa, Edicis do Ga 2002. ExcHrstnene, Mika, Mi guerra de Expaa, Barcelona, Plaza y Janés, 1987. : Honrapo, Amparo, Memorias del publ. La ger civil spariola rontada por testiens dea "os bandos: inna Pernt, Fravcec Salts, Josep Tomas, Madrid, La Esra de tos ‘ras, 2004 Les dons del 36, Bercelona, Fundacién Tantam, 2002. : INasis, Mary Rojas, Las mee epubicanas en la Guerra Ci, Madi, Taurus, 199, Pana, Terese, Quan dem capitens (Meméres daquela guerra), Barcelona, Dopes, Ronaicurz Lavez, Sofia, Mageres ex guera. Almerda, 1936-1939, Granada, Fane Blas Infante, Aeéez, 2003, ‘uijeres que ha existido en la historia de Espafia hasta el presente. La investigacion sobre la SF durante la Guerra Civil y, en general, so- bre toda st existencia de més de cuatro décadas (1934-1977) es muy es- ‘asa. La literatura de orientacién filangista y franquista apenas dedica breves referencias de reconocimiento a su labor de entrega y colabora- , pero sin prestaratencién al importante papel politico y social que desempedtaron aquellas mujeres, tanto en la etapa de expansi6n de Ba Jange como en el primer franquismo. Sélo recientemente se esti llevan- doa cabo estudios de caracter local o funcional sobre la historia de la SE. Por tiltimo, alas actividades desempaiiadas durante la Guerra Civil En octubre de 1933, en Madrid, se fandé Falange Espafiola (FE) 150 151

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