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Karen Homey Neurosis y madurez la lucha por la autorealizi Karen Horney / Neurosis y madi —— Sighs veinte Psicologia Inrropvoci6n UNA MORAL DE EVOLUCION El proceso neurético es wna forma especial del. desarrollo hhumano, y 2 causa de Ta pérdida de energies constructivas que supane-- es una forma especialmente desdichads. No s6lo es di ferente en calidad de un desarrollo humano sano, sino que, en tayor grado de lo que ercemos, es su antitesis en diversos aspec- tos.{En condiciones favorables, las energids del hombre se dedi- cana Ja realizacién de sus potencialidades. Tal desarrollo dista ‘mucho de ser uniforme. De acuerdo con su temperamento, con sae tades y tendencias partieulores, con las condiciones de 31 are eMfantl > adulta, of hombre puede haceree mis blando 0 Tule" duro, més eauteloso o mAs confiado, con mayor o menor Donflanza’en sh; més contemplative o més superficial; y puede Sesarrollar aus dotes especiales. Pero cualquiera que sea el rumbo que siga, s6lo puede desarrollar sus potencialidades dadas. ‘Sometida a una tensién interna, una persona puede quedar en: jeatd desu verdadero yo. nonce dear i mayor pate do Sus energing a la tarea.de-moldearse, mediante. un rigido sistema de dictados interiores, para. convertirse enum. ser de absoluta pe jente_ una especie de perfeccién divina_sa- 3 idelizada que tlene-de-si, el orgullo.que le proportnan Tos supremes ratributos que (@ su entender) tiene, judo haber tenido 0 debiera.tener.. “Esta tendencia del desarrollo neurético (que se presenta deta- Hodamente en este-ibro) atrae-nuestra atencién mds allé del in- terés elinico o tedrico en los fendmenos patolégicos. Pues supone un problema moral fundamental: el huriano ‘deseo, impulso u ‘obligacién religiosa de alcanzar Ia perfeccién. Ningan estudiante 9 serio, dedicado al desarrollo del hombre, dudard de lo indeseable que ¢s el orgullo o la arrogancia, o el deseo de perfeceién cuando el orgullo es el motivo. Pero existen grandes divergencias de opi- nién acerca de lo deseable o necesatio de una disciplina interior, con el fin de asegurar un proceder moral. Dando pot sentado que estos dictados interiores ejercen un efecto retardatario sobre la espontaneidad del hombre, no deberfamos, de acuerdo con el pre- cepto cristiano (“Sed perfectos..:"): luchar por In perfeccidn éNo seria arriesgado, y realmente ruinoso, para Ia vide moral y Social del hombre, el: abandonar tales dictados? Este no es el lugar para disoutir los diversos aspectos en los cuales esta cuestién ha sido tratada en toda la historia de la hu manidad, ni-yo estoy preparada para ello. Sélo quiero sefialar que tuno de los-factores esenciales: de que depende la cuestiin, es nuestra creencia acerca de Ja naturaleza humana, «_Hablando en sentido. general, hay tres conceptos. supremos del fin de la moral, basados en las diferentes interpretaciones.de Ja naturaleza human esencial. Los frenos impuestos no pueden ser suprimidos por el que éréa —en los términos que sean— que el hombre es pecaminaso por naturaleza, o impulsado por instintos primitivos (Freud). El tin de la moral tlove que. for entoncee 2] freno o la superacién del status'naturae y no su desarrollo, La meta tiene que ser diferente para los que creen que ent la naturaleza bumana“hay algo, esencialmente “bueno”, y algo “ma- Jo”, pecaminoso o destructor. Se concentrard en ta. seguridad de 1h ‘victoria eventual del bien inherente, refinado, dirigido 0 re- forzade, por elements como: la fe, la xez6n, Ja voluntad o Ia gracia —segin el concepto ético o religioso particular. dominante Aut noe trata s6lo de combati y suprimi el mal, ya quo ala vez existe un programa positivo, Pero el: programa positive se basa en ayvdas sobrenaturales de-alguna clasey 0 en (mn ideal de razén o voluntad, que sugiere el uso de los dictados interiores que frenan y prohiben. Finalmente, el problema de la moral es diferente de nuevo cuando creemos que en el hombre son inherentes fuerzas cons- tructivas de evolucién que le impulsan a realizar sus potenciali- dades. Esta creenola no significa que el hombre sea esencialmente ‘bueno, To cual presupondrfa un conocimiento dado del bien y del mal. Significa que el hombre, por su misma naturalezn y 10 | propio acuerdo, lucha por realizarse, y que sus talentos se desen- yuelven con tal lucha, Al parecer, por ejemplo, no puede desarro- Mar hasta et méximo sus potencialidades humanas, 2 menos que ea shicero consigo mismo; a menos que sea activo-y productivo; ‘menos que se una a los demés eon un espiitu de,solidaridad. AL parecer, no puede desarrollarse si.se entrega a una “osoura ‘egolatria” (Shelley), y atribuye todos sus inconvenientes a las deficiencias de los demds, Puede desarrollarse, en el verdadero sentido, solamente cuando asume la plena responsabilidad de si mismo, De este modo llegamos 2 una moral evolutioa, en Ia cual el ex terio mediante el cual cultivamos 0 rechazamos lo que hay dentro dg nosotros, reside en la pregunta: gEsta tendencia o actividad particular, ayuda o dificulta mi desarrollo humano? Como lo de- muestra la frecuencia de las neurosis, toda clase de presiones pueden derivar nuestras energlas constructivas’ a canales des tructores. Pero cuando se cree en una tendencia auténoma hacia la pro- ia realizacién, no se necesita una camisa de fuerza interior eon Ii cael dominar la espontaneided, nl el tigo. de low dictades interiores para impulsarnos a erfeccién. No hay duda de que tales métodos disciplinarios pueden suptimir factores indeseables, pero tampoco eabe duda de-que son Satinos para nuestro erect iento. No los necesitamos porque vemos una posibilidad mejor de Tuchar con Jas fuerzas destructoras de nuestro interior: la de su- perarlas realmente. El camino hacia esta meta es un conocimiento cada vez, mayor de nosotros mismos. El conocimiento de sf no es tina finalidad en s{ misma, sino un medio de liberar las fuerzas del desarrollo espontineo. En este sentido, trabajar en nosotros signifiea no s6lo la obi gacién moral suprema, sino al mismo tempo, en un sentido mivy real, el supremé privilegio moral. La seriedad con que tomemos nuestro crecimiento moral depende de nuestro deseo. Y si perde- ros la obsesi6n neurética del yo, al desarrollarnos bremente, también nos entregamos libremente al amor y al interés de las dems personas, Entonces queremos darles 1a oportunidad de-un desarrollo sin trabds{‘cuando sean jévenes, y ayudarles ch todo lo posible a encontrarse y a realizarse, cuando su desarrollo esté oT dificultado, Sen como fuere, ya por nosotros 0 por los demis, et ideal es la liberacién y el cultivo de las fuerzas que conducen 9 In realizacién de Ia personalided, Espero que este libro, mediante: una exposicién més clara de los factores que sirven de obsticulo, ayude, en su esfera, a dicha liberacién. aw KH. Y Cartruto Prmao LA BOSQUEDA DE LA GLORIA Cualesquiera que sean las condiciones en que se crle un nifio, si no es mentalmente defectuoso, aprender a hacer frente a los dems, de una o le otra forma, y, probablemente, adquiriré ciertas habilidades, Perg bay otras fuerzas en él que no puede adquirir © incluso desarrdllar, con el aprendizaje. No es necesario, y en realidad no se puede, ensefiar a un alcomoque a que se convierta fen roble, pero, si tiene la oportunidad, sus potencialidades,in- trinsecas’ se desarrollardn, Igualmente, el ser humano, si tiene oportunidad, tiende a desarrollar sus potencialidades humanas particulares, Entonces desarroliard las ‘nicas fuerzas vivas de su verdadero yo: a claridad y Ja profundidad de sus sentimientos, pensamientos, deseos, intereses; la habilidad de saber despertar Sus recursos, la fuerza de su voluntad, los dones y capacidades especiales que pueda tener; Ia facultad de expresarse y de. rela- cionarse con los otros, espontineamente, Todo esto, le permitirs, con el tiempo, encontrar sus valores y sus fines en la vida. en resumen, crecer4, sustanolalmente sin desviaciones, hacla su rea- lizacién. ¥ por esta razén hablo ahora y en todo este libro del verdadero yo odmo la fuerza interior central, comiin a todos los seres humanos }, sin embargo, ‘inica en cada uno de ellos, que 5 Ia fuente profunda de crecimiento ‘Tnicamente el individuo puede desarrollar sus potencialidades dadas. Pero, como cualquier otro organismo vivo, el individuo * Cuando en Jo faturo te haga una referencia al crecimiento, pra se aplica en este sentido, el del libre y sano desnrollo de acuerdo con las potencias de cada individuo, 13 rumano necesita condiciones favorables para su transformacién “de alcornoque en roble"; necesita una atmésfera cordial para darle una sensacién de seguridad interior, y la fuerza intima ne- cesaria que Je permita tener pensamientos y sentimientos propios, xy poder expresarse. Necesita la buena volintad de los demis, no ‘blo para que Ie ayuden en sus muchas necesidades, sino para que le gufen y Te animen para que se convierta en un individuo maduro y fecundo, También necesita una sana friccién con los descos y voluntades de los demAs. $i de este modo puede crecer ‘con Ios demés en el amor y en la competencia, también podsd cerecer de acuerdo con su verdadero yo. Pero mediante varias influencias adversas, un nifio puede no poder erecer de acuerdo con sus necesidades y posibilidades i Gividuales. Teles condiciones desfavorables son demasiado vari das para que las enumeremos aqui. Pero al ser resumidas, todas cllas indican el hecho de que la gente del medio del nitio, esta demasiado absorta en sus propias neurosis, para poder amar al nifio, © incluso para concebirle como un individuo; sus actitudes hhacia él, estin determinadas por sus necesidades y respuestas neu: réticas? Expresado sencillamente, pueden ser dominantes, pro: tectores en exceso, amenazadores, irritables, exigentes, indulgentes ‘en exceso, erriticas, parciales.con los otros hermanos, hipécritas, Indiferentes, etcétera, Nunca se trata de un solo factor, sino 3 pre de la constelacién completa que ejerce Ia influencia maligna sobre el desarrollo de un nifo. fi ‘Como resultado, el nifio no adquiere una sensacién de con- lanza, sino una profunda insegurided y ot aprensin, a la eval yo doy el nombre de angustia bdsica. Es la sensacién de estar ais- Tado y solo en ef mundo potencialments hostil. La presién de esta angustia bisica evita que el nifio se relacione con los dems con Ja.espontaneidad de sus sentimientos, y le obliga a hallar formas de hncetles frente. Tiene que (inconscientemente) tratarles de ‘modo que no despierten ni acrecienten, sino que més bien calmen su angustia hésica. Las actitudes particulares resultantes de estas 2 Todas las perturbaciones neurbticas de las relacfones humanss enum radas en el Capitulo 2X01 de. este libro, pueden teoer lugsr. CE. Nuestros Confictos Interiores, Karen Horney, Capitulo 2, "El Conflcto Bisto.”, y Capitulo 6, "La imagen idealizida”, Ediciones Siglo Velnte, Buenos Aires, M necesidades estratégicas ineonsolentes, estin determinadas por el tempers del nfo pot las contingenelis de su medio. Eo Ia puerta de su vida mente de ellos. Incipio, esto significa que va a ir contra los A Pi % ‘emis, icin los demés, o lejos de los demés, En tna relacién humana sans, los movimientos contra la gente, hacia a gente y lejos de ella, no se excluyen mutuamente, La ca- idad de necesitar y dar afecto, la capacidad de ceder; la capa- cidad de Iuchar y de retirnrs,” son expacidades complementa ring, nebesatias a Jas buenas relaciones humanas. Pero en el nifio {que se siente exi terreno precario, por causa de su angustia bisica El afecto, por cjemplo, se hace dependiente; la docilidad se convierte en apaciguamiento, Igualmente, se ve impulsado a Iu- char o a mantenerse alejado, sin tener en cuenta sus verdaderos sentirsientos, ni lo inadecuado de su actitud en una situacién par- ticular, El grado de ceguera y rigidez de sus actitudes esth en proporcién a la intensidad de la angustia, bisiea que haya dentro de a Como, en estas condiciones, el nifio se ve impulsado no sélo ‘en una de estas direcciones, sino en todas ellas, desarrolla actitu- des fundamentalmente contradictorias hacia los demés. Los mo- vvimientos hacia, contra, y al margen de la gente, constituyen un conflicto, su conflicto basico con los demés. Con el tiempo, trata reesfitlo hacienda. que donne une de dichas sctitudes, ba: le sacl {a dee Ta setitud prevalesodore sen apiesiva, dbl 0 deve ta pli prevleeaora at agree, ello deer Esta primera tentativa para resolver los conflictos neurdticos ‘no es superficial. Por lo contrario, tiene una influencia decisive sobre el rumbo ulterior del desarrollo neurdtico. No sélo se rela- ciona exclusivdmente con las actitudes hacia los demés; inevita- blemente supone eiertos cambios en la personalidad, De scuerdo a su direccién principal, el nifio adquiere también ciertas necesida- des, sensibilidades.q inhibiciones adecuadas, y los principios de the obligaiones tofales, Por ejemplo, el nifio cll ende no 36> a subordinarse a los dems y apoyarse en ellos, sino que trata de Bw Poa ean P a PD LL ear EE, ser abnegado y bueno. Igualmente, el nifio agresivo trata de dar valor @ la fuerza y a la capacidad de resistir y de luchar. ‘Sin embargo, el efecto integrante de esta primera solucién no ‘es tan firme, ni tan total como en las soluciones neuréticas que se discuten més tarde. En el caso de una muchacha, por ejemplo, Tas tendencias déciles so habfan hecho dobainantes. Mostraba una clega ndoracién por elestas figuras autorizadas, tendeneias a con graclarse y a apsciguar, timidex para expresar sus dleseos, y espo- rédicas tentativas de sacrificio. A los ocho afios colocd algunos de sus juguetes en la calle para que se los Hlevase algin nifio mas pobre que ella, sin decitle a nadie que lo habla hecho. A los ‘once, trat6, infantilmente, una especie de entrega mistica median te In oraciin, Tenfa faatasias en las cuales se veia oastigada or Jos maestros de quienes se enamoraba. Pero, hasta Jos diecinueve afios, facilmente accedfa a todos los planes formados por otros ‘para vengarse de algin maestro; aungue generalmente era un cor- derito, a veces encabezaba las rebeliones escolares. Y cuando cl pastor de su iglesia la decepcioné, pass de Ia devocién religiosa a un cinismo temporal. Las razones de esta falta de integracién —de la cual es tipico este ejemplo— residen en parte en Ia falta de madurez del indi- viduo en crecimiento y en parte en el hecho de que la solucién primitiva tienda prineipalmente a la unificacién de las relaciones fon los demés. Por lo tanto hay lugar, y a la vez necesidad, de una integracién mis firme. El desarrollo descrito hasta ahora no es uniforme, Los detalles del medio desfavorable son distintos en cada caso, como los del ccurso del desarrollo y su resultado, Pero siempre davien la fuerza interfor y Ja coherencia del individuo, y, por lo tanto, engendran ciertas necesidades vitales para remediar las deficiencias resultan- tes. Aunque éstas estén {ntimamente relacionadas entre sf, pode- mos distinguir los aspectos siguientes: i ‘A pesar de sus tentativas primitivas para solucfonar sus con: flictos con los demés, el individuo esti ain dividide y necesita una integracién mfs firme y comprensiva, zones, no ha tenido la oportunidad de desarrollar ‘una verdadera confianza én sl: su fuerza Interior est rammada por estar_a la or _hallarsé dividido, por el_mc ‘su “soluciOn” primitiva iniciS un desarrollo unilateral, Taciendo 16 108 ii le 33 inati Jos ons Tructives. Por lo tanto, necesita desesperadamente una confianza en si y no el sustituto de ella, ‘No se siente debilitado en un vacio, sino especificamente con menos sustancia, menos bien equipado que otros para la vida. Si tuviera la sensacién de tener un lugar, su sentimiento de inferio- ridad con respecto de los otros no serfa un obstdculo serio. Pero el vivir en una sociedad basada en la competencia, y sentirse en el ‘iltimo lugar —como le ocurre al neurdtico— aislado y hostil, solo puede desarrollar una urgente necesidad de elevarse por encima de los demds. ‘Aiin_més bisico que estos factores es el comienzo de su ena- jeiincén'de-sT-mismo, No S610 su verdadero yo no puede orecer Yeclamento, sino que, a la vez, su necesidad de crear medios ar- tiliciales y estratégicos para su trato con los demés, le ha obli- gado a vencer sus sentimientos, deseos y pensamientos genuinos. ‘Desde el momento en que la seguridad se ha hecho suprema, sus pensamientos y sentimientos mds intimos han perdido su impor~ tancia —en realidad han sido silenciados, y se han hecho indis- Tintos, (No importa lo que siente, con tal de que esté seguro}. factores determinantes; ya noes OT irlo_asi, el conductor, as Te Divito que Hay dentro de Cf, Sie Toone el _conducidy, Ademis, fo Te debilita en general, sino que fuerza Ia enajenacién aia- diendo un at nfusién: ya no sabe dénde esta, ni “quién” es. sta Incipiente enajenacién del yo es més basica porque de a los otros dafios su intensidad malsana. Entenderemos esto ‘mis claramente si imaginamos lo que ocurtirla si los otros pro- cesos pudieran tener lugar sin esta enajenacién del centro vivo de la persona. En tal caso, la persona tendria conflicts, pero Estos no la Hevarlan de un Iado a otro; su confianza en si (como Ja palabra indica, se requiere un yo en el cual depositar In con- fianza) quedarla’dafiada, pero no desarraigada; y sus relaciones ‘con los demés quedarian perturbadas, sin que interiormente de- fine de tener relaciin con ellos. De shi que, prineipalmente, To ‘que el individuo enajenado de s{ necesita, es algo que le sirva de ‘Apoyo, una sentaciin de identidad; seria absurdo decir un susti- tuto de su verdhdero yo, porque no existe tal cosa. Esto le podria WW dar algiin significado ante si y, a pesar de todas las flaquezas de su estructura, darle una sensacién de poder y de significacién, Con tal de que no cambien sus condiciones interiores (sme- diante circunstancias afortunadas), de modo que pueda prescin- dir de Jas necesidades enumeradas, silo hay un medic 1 eda _realizarlas_aparentemente, teal iy me te _Ta_imaginacin. dual € incopscientemente, la ima- ginaciin se pone a trabajar, y crea_en_su,menie unilmagen fe nte este proceso, se dota de poderes ilimi- fados, y de excolsas facultades; se" convient en Un hiron: ei Un ‘Gentes Saran tupreme tame sean ee ‘un dios. La autoidealizacién siempre supone una autoglorificacién ge- neral y, por lo tanto, da al individuo la tan necesaria sensacién de importancia y superioridad sobre los otros. Pero no es un ciego engrandesimiento, Cada persona construye su imagen idealizada ‘con los materiales de sus experiencias especiales, sus. fantasias Drimitivas, sus necesidades particulares, y tembién sus facultades dadas. Sino fuera por el cardcter personal de la imagen, no lograria un sentimiento de identidad y de unidad, Idealiza, para empezar, su “solucién” particular, su conflicto basico: la doci- lidad se convierte en bondad; el amor en santidad; la agresividad en fuerza; las condiciones de. mando en herofsmo y omnipoten- cia; el desapego en sabiduria e independencia, Todo lo que —de acuerdo con su solucién particular— aparece como falta 0 defecto es borrado o retocado. Puede proceder con sus tendencias contradictorins de tres mo- dos diferentes, Pueden. ser glorificadas también, y quedar en se~ gundo térmitio. Puede, por ejémplo, aparecer en el curso del and- lisis que una persona agresiva, para quien el amor es una blan- dura imperdonable, es en sit imagen idealizada no sélo un caba- lero de brillant armadura, sino también un gran amante, Segundo, las tendencias contradictorias, ademas de estar glo- rificadas, pueden estar aisladas en la mente de la persona, que no constituyan ya conflictos perturbadores. Un paciente era, ‘en su imagen, un bienhechor de la humanided, un sablo que habia tdquirido a’ serenidad interior, y una persona que podia ‘sin escripulos, dar muerte a. sus enemigos. Estos aspectos —todos ellos consclentes— no eran contradictorios para él, sino que no 18 habia conflicto entre ellos. En Ja literatura, esta forma de supri- mit conflictos mediante el aislamiento se ha’ presentado en la obra de Stevenson: El Doctor Jekyll y Mister Hyde. Ultimamente, las tendencias contradictorias pueden ser exalta- das como facultades 0 hazafias positivas, de forma que se con- viertan en aspectos compatibles de una rica personalidad. Yo he itado en otra parte un ejemplo por el cual una persona bien dotada convirtié sus tendencias déciles en virtudes cristianas, sus tendencias agresivas en una facultad dnica para el eaudillaje po- Iitico, y su desapego en Ia sabidurla de un fil6sofo. Asi los tres aspectos de su conflicto bisico estaban a la vez glorificados y reconciliados entre sf. Llegé a ser, en su mente, el equivalente moderno del uomo unfoersale del Renacimiento, Eventualmente el individuo puede legar a identificarse con su imagen idealizada e integrada. Entonoes no es una imagen visio- naria que adora secretamente; imperceptiblemente, se convierte en su imagen: la imagen idealizada se convierte en el yo ideal zado. Y este yo idealizado es mis real para él que su verdadero Yo, no sélo porque es més atractivo, sino porque responde a sus necesidades apremiantes. Este cambio de su centro de gravedad €$ un proceso enteramente fntimo; en él no hay cambio exterior observable. El cambio se ha producido en el fondo de su ser, en sus sentimientos hacia s{, Es un proceso curioso y exclusivamente humano, A url cocker spaniel no se le ccurriria que él es “re mente” un seifer irlandés. Y la transicién puede ocurrir en una persona s6lo porque st verdadero yo se ha hecho indistinto. Mien- tras el curso sano en esta fase del desarrollo —y en cualquler faso— seria wh movimiento hacia su verdadero yo, entonces, co- mienza a abandonarlo definitivamente por su yo ‘idealizado. El Ultimo comfonza’ a representar para él Jo que “realmente” © po- tencialmente es, lo que. podria ser y lo" quo deberia sor. Se converte on I prapettiva desde la eual se maa, la vera de edit con que se mide, La autoidealizacién, en sus yarios aspectos, es Io que yo Il. marfa una soluciin neurética total —es decir, una soluoién no slo de un conflicto, particular, sino una soluc'4n que impleita- 4 Nuvstros confctor intesiores Aa mY EEE Ere EEE mente promete satisfacer todas las necesidedes interiores nacidas en un individuo en una época dada. Ademés, le promete no sélo librarse de sus sentimientos dolorosos e insoportables (de inferio- ridad, de angustia, de divisién), sino que por afiadidura consti tuye tuna misteriosa realizacién de si y dg gu vida, No es de ex- trafiar, entonces, que cuando crea que ha’ hallado tal solucién, s¢ aferre a ella desesperadamente. No os de extraiiar que, usando ‘un buen término psiquidtrico, se haga_compulsiva La aparioién regular de la autoidealizacién on la neurosis, es of resultado de la aparioién regular de las necesidades, compulsivas,nacides, en tun medio que favorece las neurosis. Podeinos mirar Ia autoiden- lizactén desde dos posiciones ventajosas: es el resultado Iégico de tun desarrollo precoz, y a la vez es el comienzo de uno nuevo. Esti destinada a tener una gran influencia sobre el ulterior desarrollo, porque sencillamente es un paso tan importante como el abandono del verdadero yo. Pero la principal razén de su efecto revolucio- nario reside en otra consecuencia de este paso. Las energlas que evan hacta la autoidealtzacién, se destinan al fin de dor realidad al ser idealizado, Esta derivacién significa un cambio completo en el curso de Ia vida y el desarrollo del individuo, ‘Veremos, en este libro, los diversos modos en los cuales este cambio de direccién ejerce una influencia modificadora sobre la personalidad en total. Su efecto mis inmediato es evitar que la fautoidealizacién sea un proceso puramente interlor, ¢ incorpo- rarla al circuito total de la vida del individuo, El individuo quiere 1, mejor dicho, se ve impulsado a expresarse. Y esto significa en- tonces que quiere expresar su yo idealizado, probarlo en la accién. Se infiltra en sus aspiraciones, sus metas, sir conduicta en la vida, y sus relaciones con los demés. Por esta razén, Ja autoidealizacis nevitablemente, se_convierte en_una_tendoncia dimensiones: la La autoidealizecién sigue endo su parte nu ‘otros elementos de ella, siempre pregentes, aunque en varios grados de fuerza y de coriciencia en 4 Ya discutitemos el signifieade exacto de comptletén, cuando tengamos tuna Idea mis completa dos pasos ulteriores que supone esta solucién. 20 4 f ‘cada caso individual, son la necesidad de perfecciéu, In ambiciin neurética y la necesidad de un triunfo vindicativo. (D nize las tengencias hacia la realizacién del yo idealizado, la feocién es la més radical. Tiende nada menos que a modelar la personalidad hasta convertirla en el yo ideali- ‘on la versién de Shaw, el neurético tiende no sélo a tetocarse, sino a modelarse para convertrse en la clase ideal de perfecoién prescrita por los rasgos especificos de su ima- gen idealizada, rata de alcanzar dicha meta, mediante un com- plicado sistema de deberes y tabiies, Como este proceso es a Ia Yer critica y complejo, lo discutiremos més tarde en un capitulo aparte.® (2) El. inds obvio y extravertide dé los elementos de la bisqueda de gloria, es 1a ambicién neurdtica, el deseo de un triunfo exte- rior. Aunque esta tendencia a destacarse suele estar en todo, generalmente se aplica més a las materias en las cuales el desta- curse es mAs facil para un individuo, on un tiempo dado. De ah ‘eave fa ambicién varfe varias veces durante la ida, En la escuela tuna ‘pérsona puede halla una deshonra intolerable en no tener las mejores notas. Més tarde, puede estar compulsivamente im- pulsado a tener eitas con las chicas mis apetecibles. Y lego, Eanes Ta ebsestén de-genar la mayor eantidad de dinero, o tener Ja posicién politica més importante. Tales cambios fécilmente dan origen a ilusiones engafiosas. La persona que durante un tiempo ha estado fandticamente decidida a ser el mayor héroe atlético 0 guerrero, puede, en otra ocasién, estar igualmente determinada 8 ser el santo més grande. Puede creer, entonces, que ha “per- Gido” su ambicién, O puede decidir que el destacarse en atletismo y en la guerra no era lo que “realmente” querfa. De este modo, ax. puede no darse cuenta de que ain navega en la nave de Ja ambi- Eiin adlo gue Ea combiad de rumbo. Claro, que se debe analiar ‘en detalle fo que le ha hecho variar de rumbo en aquella ocasion particular. Yo pongo de relieve estos cambios porque indican el hecho de que In gente que se halla en las garras de la ambicién, tiene poca relacién con el contenido de lo que hace. Lo que © Gh, Capitulo 111, “La tirana del debiera”. a importa es destacarse. Si no se reconoce esta falta de relacién, hay muchos cambios incomprensibles. Para los fines de esta discusién, el area patticular de actividad que ansia le ambicién especifica es de escaso interés, Las carte: terfstioas siguen siendo iguales cuando se trata de ser el eaudillo de Ia comunidad, el conversador ms -brillantp, el musica mis famoso, el explorador mis conocido, el poseeddr del papel social rms brillante, el mejor escritor, la persona mejde vestida. El cua- dro varla, sin embargo, en tuchos aspectos, segin la naturaleza del éxito deseado. En rasgos generales, puede corresponder més a Ia eategorfa dé poder (poder directo, poder detrés del trono, {nfluencia, manipulacién), © més a Ia categoria de prestigio (reputacién, honores, popularidad, admiracién, ateneién especial). Estas tendencias ambiciosas son, hablando relativamente, las rs realistas de les teridencias expansivas. Al menos es asi en el sentido de que Ja gente de que so trata, realiza verdaderos es- fuerzos con el fin de destacarse. Estas tendencias parecen también mis realistas porque, con bastante suerte, sus poseedores pueden realmente adquirir los anhelados honores e influencias. Pero pot otra parte, cuando alcanzan mis dinero, més distincién, més po- der, Hegan a sentir el impacto total de la inutilidad de su bis. queda, No logran con ello Ia paz del espiritu, ni Ia seguridad interior, ni la slegria de vivir. La intima desolaciéa, para cuyo semedio silieron a perseguir el fantasma de la gloria, sigue siendo tan grande como siempre, Como éstos no son resultados acciden- tales, que pueden suceder en este 0 el otto individuo, sino que se han de producir inexorablemente, se puede afirmar, que la entera persecucién del éxito es intrinsecamente irreal, Como vivi- mos en una cultura que valora la competencia, estas observaciones podrlan aparecer oxtrafias, Esta tan profundamente arraigado en todos nosotros que todos quieran destacarse y ser mejores que e} vecino, que consideramos “naturales” estas tendencins. Pero el que las tendencias compulsivas de éxito. s6lo surjan en una socie- dad basada en la competencia, no las hace mesos neuréticas Incluso en una cultura basada en la saps hhay muchas gentes para las cuales otros valores —como, pot ejemplo, alcan- 22 6 zar madurez— son més importantes que el destacstse sobre los El iltimo elemento de la bisqueda de Ia gloria, mis destruo- tor que Jos demfs, es Ia tendoncia hacia un feunka Puede estar estrechamente unida con: la tendencia de un triunfo real pero, on tal caso, su fin rincipal es ave dealer a los dems mediante el dfo; o lograr el poder, mediante ‘uae posteidn Importanter pars_ poder infigir sukimentos alos demis, especialmente de cardcter humillante, Por otra parte, la tendencin a destacarse, puede quedar relogada a 1a fantasfa, y In necesidad de un triunfo vindicativo se manifiesta entonces en im- pulsos frecuentes e irresistibles, en su mayor parte inconscientes, de frustrar, empequefiecer o derrotar a Jos otros en las relaciones Dersonales. Llamo a este impulso, vindicativo, porque Ja fuerza que lo motiva nace del impulso de tomar venganza de humilla- ciones sufridas en Ia nigez; impulsos reforzados durante el des- arrollo neurdtico posterior, Estos crecimientos posteriores son pro- hablemente la causa de que la necesidad de tin triunfo vindicativo con el tiempo se convierta en un ingrediente regular de la bis queda de gloria, Pero el grado de su fuerza y la conciencia que Ja persona tenga de ella varia considerablemente. La smayoria de la gente no se da cuenta de tel necesidad, sélo la advierto en momentos fugaces. Sin embargo, a veces sale al exterior y enton- ces se convierte en el motor de la vida, apenas disimulado. Entre Jas recientes figuras histéricas, Hitler es un buen ejemplo de la persona que pasé experiencias humillantes, y entregé su vida en- tera al fandtico deseo de triunfar sobre una masa de gente cada ‘vez mayor. En su caso se aprecian claramente circulos viclosos, que aumentan constantemente la necesidad. Uno de ellos nace de que él sélo podia pensar en categorias do triunfo y derrote. De abf que el miedo a Ja derrota hiciera siempre necesarios los ulte- totes triunfos. Ademés, la sensacién de grandeza aumentada con ‘cada triunfo, le hacia mds intolerable cada vez, que ninguna per- sona, ni ninguna nacién, no reconociese su grandeza, Hay muchos hechdsthistéricos similares, aunque en escala me- nor. Como ejemplo de literatura moderna, mencionareinos el caso 23 de The Man Who Watched the Train Go by* (El Hombre que vio Pasar el Tren). Es el caso de un empleado concienzudo, so- netido en su vida familiar y en su oficina, que al parecet no pensaba mas que en cumplir con su deber. Al deseubrir las ma- Riobras fraudulentas de su jefe, con la bancarrota resultante de Ia firma, su escala de valores se derrumba. Haidistincién artificial entre los seres superiores a quienes todo se pert te, y los infe- totes como él, para quien s6lo queda la estrecha senda de la Conreccién, so disuelve, Se da cuenta de que él tembién puede Ser “grande” y “libre”. Podrfa tener una querida, incluso la des: inmbrante querida del jefe. Y su orgullo crece de tal manera, que llega a acercarse a ella y cuando es rechazado, la estrangula. Bus- ‘cado por In policta, siente miedo a veces, pero su incentivo prin- Cipal es derrotar a la poliefa. Tncluso en su tentativa de suicidio, ste es el motivo principal, ‘Con mayor frecuencia, ia tendencta de un triunfo vindicativo est cculta, A causa de su naturaleza destructora, es el elemento fniis ooulte. de la busqueda de gloria, Puede haber slo aparente- mente una frenética ambicién. En el anilisis sélo se ve que el impulso que la. motiva es la necesidad de humillar y derrotar Jos demés, elevandose por encima de ellos. La ambicién de supe- tioridad, menos dafiina, puede absorber Ia compulsién mas des- luvetora, Esto permite a tna persona dar salida a su necesidad y no sentir remordimiento por ello. Es, claro esté, importante reconocer los aspectos especificos de Ins tendencias individuales que se encuentran en la bésqueda de gloria, porque es siempre la constclacién especifiea Ta que ha de Ser analizada. Pero no podemos entender la naturaleza ni el im- picto de estas tendencias a menos que las consideremos como partes de una unidad coherente. Alfred Adler fue el primer psi: Eoanalista que los vio como fendmeno total, y que sefalé su deci- siva importancia en la neurosis.” Existen varias sélidas pruebas de que la bisqueda de gloria constituye una unidad total y coherente. En primer lugar, todas 4 Por Georges Simencn, Reynal end Hitchcok, Nueva York. En ol Capltulo XV de este Mbro veremos Ta comparaclin de los cor ceptor de Adler y de Freud. w entre espontineo y compulsive es Jas tendencias individuales descritas més arriba, regularmente con- curren en una persona. Claro que alguno de los elementos pre- domina, para hacernos hablar de un ambicioso, 0 uy’ sofiador. Pero f) predominio de alguno de los elementos no indica la ausencia de los otros. La persona ambiciosa puede tener también una ima- gen de sf grandiosa; el sofiador ‘puede querer una supremecia real, Sunque este tiltimo factor esté s6lo aparente en el modo en que se ofende su orgullo por el triunfo de los demis.* ‘Ademds, todas las tendencias individuales estén tan {ntiinamen- te relacionadas) que Ta tendencia prevalecedora puede cambiar durante la vidg de una persona dada. Puede abandonar los suefios Ge gloria paraoer un padre y un emplendo perfecto, y Ivego para Sere! mayor(amante de todos los tiempos. Ytodas ellas tienen en comin| dos caracteristlcas. ge- ‘comprensibles poz, el génesis y las funciones del fend- arn otal eu naturalent eompalsial s/.sn_cakctelhmaginativa ‘Ambos han sido menconados, pero es deseable tener una pintura ins sucinta y completa de su significado. Su_naturaleze compulsivag nace de que Ja autoidealizacién (y Iv biisqueda de gloria que tiene como consecuencia) es una so- Mweidn neurdtice. Cuando lamamos compulsiva a una tendencia, queremos dar a entender lo contrario de luchas 0 deseos espon- (near ‘Los itimos son la expresién del verdadero yo; los pri meros estén determinados por las necesidades intimas de fa es- tructura neuréticn. Fl individuo tiene que obrar de acuerdo con ellos, sin tener en cuenta sus deseos, sentimientos ¢ intereses rea Tes, pues de lo dontrario padecerd angustia, se verd desgarrado vot fos eonflictos| abrumado por sentimientos de culpa, se senticd Techazado por lds demés, etc. En_otras palabras, Ia’ diferencia i ferencia entre “Yo quiero” Y"Tengo que afin de_evitar el peligro’. Aunque ol individuo puede conscientemente sentir que su ‘ambicién o sus patrones de perfeccién son lo que quiere alcanzar, en realidad, es impulsado © Como lag personalidadet a veoes aperecen distitas, de acuerdo.con Bh cndencia predominante, hay una gran teftactén a considerar dichas-tenden- Cin! Como entidades separedes, Freud micsba fenbmenos muy similares a éstos, tomo tendencias inctinivas independientes. Cuando yo hice uoa primera ten- inti para emumerar ls tendenelas compulsivas de Ta neurosis, también se parecleron “tendenclas neurbticas” independientes. 25 a ello Est en las garras de la necesidad de gloria. Como no se da cuenta de la diferencia entre querer y verse impulsado, tene- mos que establecer ef criterio para une dstincién entre ambos Lo mis decisivo es que se ve impulsado en el camino de la gloria, a-4 con un completo desilén de si o de sus-intereses. (Recuerdo, por ejemplo; una ambiciosa nifia de diez afios, que pensaba que pre- ferla ser ciega antes que no tener el primer puesto de Ia clase). Hay raz6n para pensat, si real y figuradamente, el mayor niimero de vidas humanss no ‘se sacrifica ene] altar de Ia gloria. John Gabriel Borkman murié cuando comenz6 a dudar de la validez y la posibilidad de realizar su grandiosa misién. Aqui entra en el cuadro un elemento realmente mégico. $i nos sacrificamos or, una causa que nosotros, y In mayorla de las personas sans, puede, en sentido realist, ‘lamar constructiva en los términos de su valor para los seres’ humanos, eso es| clertamente trigico, pero tiene un sentido. Si desperdiciamos nhestras vidas esclav!- zados al fantasma de Is gloria por azones que nos son descono- cidas, e50 supone Ia enorme proporeién de tragico derroche, tanto ms, cusnto més valiosas son potencialmente nuestras vides. Otro criterio acerca de la naturaleza compulsiva de la necesi dad de gloria —como de cualquiera otra tendencia compulsiva— Oot es su 2. Como los intereses reales de la per- “— sona no tienen importancia, tiene que ser el centro de In atencién, tiene que ser el més atractivo, el mas inteligente, el més original, ‘aunque la situacién no lo exija; sio no, con sus atributos dados, puede ser el primero, Tiene que salir victorioso en cualquier dis- cusion, sin tener en cuenta déude esté Ia verdad. En este aspecto sus pensamientos son completamente los contrarios de los de S6- crates, “..,pues seguramente no estamos discutiendo ahora, con el fin de que prevalezca mi criterio 0 el tuyo, sino que me figuro que ambos debemos estar luchando por la verded”* La compu sién de la necesidad del neurdtico de una supremacia sin discer ‘nimienio, Te hace indiferente a la verdad, ya relativa a 41, los otros, 2 los hechos femds, como cualquier otra tendencia compulsiva, la bisque- 4-3 da de gloria tiene Ia condici6n_de insaolable. Tiene que operar mientras que las fuerzas desconocidas (para él) le estén impul- Phatén, Didlogos. Finalmente, Ja naturaleza compulsi @ sando. Puede haber una cierta alegria por la acogida favorable de alguna obra hecha, de alguna victoria ganada, de algin signo de reconocimiento o admiracién, pero no es duradera. Un éxito xara ver. se experimenta como tal en primer luger 0, al menos, tiene que dejar lugar al abatimiento 0 al miedo, poco después En cualquier caso, Ia persecucién implacable de més prestigio, més dinero, mis mujeres, mis viotorla y conguista sigue adelante, casi sin respiro ni satisfacciones, de una tendencia sv de- westra en las reacciones a su frustractén. Cuanto mayor sen la importancia subjetiva, mAs imperiosa serd Ia necesidad de alcan- zar su meta, y por lo tanto, més intensas las reacciones a su frus- traci6n, Estas tonstituyen uno de los modos por los cuales pode- ‘mos medir la intensidad de una tendencia. Aunque no es siempre fdcilmente visible, la bésqueda de la gloria es una tendencia po- derosisima, Puede ser como una obsesién demoniaca, casi como un monstruo que devora el individuo que lo ha creado, Y las eacciones a Ja frustracién son igualmente graves. Lo indica ol terror a la deshonra o Ia condena, que para muchas gentes sig- nifica el fracaso. Las reacciones de pénico, depresién, desespera- cidn, xabla contra sf mismo y contra los demés, contra lo que se considera como fracaso, son frecuentes y desproporcionadis. La fobis de caer desde las alturas es una expresién frecuente dol miedo de caer desde las alturas de Ia ilusoria grandezs, Consi- deremos el suefio de un paclente que tenfa la fobia de las alturas. Lo tuvo en un tiempo en que habla comenzado a dudar de st inowestionable superioridad, En su suefio se ballaba en la cum- bre, pero en peligro de caer, y se asia desesperadamente al borde del pico: “No puedo legar'mis alto de lo que estoy —decla—, ppor Jo tanto, todo lo que tengo que hacer es aferrarme a ello con todas mis fuerzas”. Conscientemente se referia a su posiciin s0- cial, pero en un sentido més profundo este “No puedo llegar mis alto”, también se referfa a las ilusiones que se hacia acerca de si, No podia llegar més alto porque tenfa (en su mente) juna omaipotencia divina y una importancia oésmical La fegund cargeteristion tnberente a todos los elementos de Iy_bisqueda de gloria es el papel grande y peculiar que Te Tma- juega el instrumento del proceso de auto: Pa idealizacién, Pero es un factor tan eritico que la entera bisqueda de gloria tiene que estar invadida de elementos fantésticos. No importa que la persona se estime como realista, es intitil lo vea- lista que sea su marcha hacia el éxito, el triunfo, o la perfeccién; 4 imaginacion Ie acompaiia y le hace convertir la realidad en espeiisme, No se puede ser irreal acerca de sf y realista en otros aspectos. Cuando el vagabundo del desierth: brumado por la fatiga y la sed, ve un espejismo, puede realizar esfuerzos reales para aleanzarlo, pero el espejismo —la gloria— que deberia poner 4 sus dolores, es producto de Ja imaginacién. En realidad la maginacién invade todas las funciones psiquicas y mentales de ‘a persona sana, Cuando experimentamos el dolor 0 la alegria de lun amigo, es nuestra imaginacién la que nos permite hacerlo, Cuando deseamos, esperamos, tenemos, creamos 0. planeamos, nuestra imaginaciOn es la que nos muestra Ias posibilidades, Pero ‘a imaginacién puede ser productiva o improductiva: puede acer. catnos @ nuestra verdad interior —como frecuentemente se hace en los suefios— 0 apartamos de olla, Puede hacer nuestra expe- iencia real mds pobre o mds rica. Y estas diferencias distinguen Jn imaginacién neurética y la sana Cuando pensamos en los planes grandiosos que muchos new ‘éticos desarrolfan en Ia naturalezn fantistica de. su. autoglorf cacién, y sus exigencias, nos sentimos tentados a creer que estin mejor dotados que los demés del don real de Ia imaginacién, y que, por dicha razén, les es més facil dejarse extraviar por ela Este concepto no corresponde a mis experiencias. La imaginacién pueden tenerla tanto los neuréticos como los sanos. No he tenido pruebas de que el neurético per se sea por naturaleza mas ima. Binativo que los otros. Sin embargo, el concepto es una falsa conclusién basada en observaciones certeras. En realidad, Ia imaginacién.representa un papel importante en Tas neurosis. Pero, las causes no son factores constituctonales, sino funcionales. La imaginaeién opera igualmen- te que en la persona sana, pero a la vez absorbe funciones que no deberfa tener normalmente, Se pone al servicio de las nece- sidades neuréticas, Esto es especialmente claro en la busqueda de la gloria, que, como sabemos, es producto de necesidades pode- rosas. En la literatura psiquiétrica las deformaciones imaginstivas, S¢ conocen por “pensamientos frutos del deseo”. Aunque el tér- B mino es muy conocido, no me parece acertado, Es demasiado es- trecho. Un término acertado comprenderia no s6lo los pensamien- tos, sino las observaciones, las creencias y en especial los senti- mientos. Ademés, es un pensamiento —o un sentimiento—, que est determinado no s6lo por nuestros deseos sino por nuestras Anecesidades. Y el impacto de tales necesidades es lo que presta a Ia imaginacién Ia tenacidad y el poder que tiene en la neurosis, lo que Is hace prolifica y destructora El papel que Ia imaginacion desempesa en In bisqueda de sloria se muestra indudablemente en los ensuefios. En los menores suelen tener un caricter francamente grandioso. Por ejemplo, un colegial que aunque es timido y retraldo, suefia con que es el mayor atleta, el mayor genio o el mayor Don Juan, En épocas pposteriores, hay seres como Madame Bovary, que casi’ constante- mente se entregan a suefios de experiencias’ roménticas, de mis- tica perfeceién o misteriosa santidad. A veces los ensuefios toman Ja forma de conversaciones imaginarias en las cuales los otros quedan impresionados 0 avergonzados. Otros, mas complicados en su estructura, tratan de suftimientos nobles 0 vergonzosos al verse sometidos a la crueldad o ta degradacién. Frecuentemente los ensuefios no son historias elaboradas, sino que més bien des empefian un acompafamiento fantéstico a Ja rutina diatie, Mien- teat atiende a sus hijo, toca el plano, o ae pelna, una mujer, por ejemplo, se ve simulténeamente, como la madre abnegada, la ma- ravillosa pianista, i la deslumbrante belleza, que apareceria en las peliculas, En dlgunos casos, Ios ensuesios demuestran clara mente que una pdrsona puede, como Walter Mitty, vivir cons- tantemente en dos'mundos. Otras personas, igualmente decididas a buscar la gloria, experimentan ensuefios tan escasos y abor tivos que pueden ‘decir con subjetiva honradez que no tienen vida fantistica. No hay que decir que estin equivocadas. Aun que sélo se preacupen por las posibles desdiches que puedan acaccerles, después de todo es Ia imaginacién la que evoca tales contingencias, Pero los ensueiios, a pesar de ser importantes y reveladores, cuando ocurren, no. son la més dafina obra de la imaginacién, Pues una persona se da cuenta de que esti ensofiando, es decir que esté imaginando cosas que no han ocurrido 0 que no es fel que ocurran en la forma que las est4 experimentando en la 29 fantasta, Al menos no es dificil pora ella dase cuenta de h tencia y el cardcter itreal de los ensuefios. La obra més dafiina de Ia imaginacién es la referente a las sutiles y totales deformacio- nes de la realidad que no se advierten, El yo idealizado no se completa en un solo acto de creacién: una vez producido, nece- sita continua atencién. Para darle realidad, la persona tiene que realizar una labor incesante falsificando Ja realidad. Tiene que hacer virtudes de sus necesidades, 0 convertirlas en algo més que lo que espera justificadamente, Tlene que convertir sus intencio- nes de ser honesto y considerado, en el hecho de ser honesto y considerado. Las brillantes ideas que tiene para un periédico ha- cen de él un erudito, Sus potencialidades se convierten en haza- fias reales. Conocedor de Jos valores morales “verdaderos’, se con- vierte en una persona virtuosa, con frecuencia una especie de genio. moral, y su:imaginacién tiene que trabajar sin cesar, para Gisipar toda prueba de lo contrario. i La imaginacién también opera para cambifr las creencias del neurdtico. Necesita creer que los dems son maravillosos 0 vicio- 308 y constituyen un desfile de gentes benévolas o peligrosas. También cambia sus sentimientos. Necesita sentirse invulnerable y con su fmaginacién tiene el poder suficiente para suprimir el dolor y el suftimiento. Necesita tener sentimientos profundos: confianza, simpatia, amor, dolor; sus sentimientos de simpatia, sufrimiento, eteétera, quedan magnificados. La percepéiin de las deformaciones de la realidad interior y exterior, que piiede ocasionar la imaginacién cuando se pone al servicio de 1d bisqueda de gloria, nos deja una interrogante in- tranquilizadora. gDénde termina la imaginacién neurética? El neurético no pierde totalmente el sentido de la realidad, ,lénde tstd entonces la frantern que lo separa del prlcdpata? Si fay al guna frontera cop respecto a las hazafias de imaginactén es indu- dablemente vagi, Sélo podemos decir que el psicépata tiende a mirar los procesos de su imaginacién més exclusivamente como la ‘nica realidad importante, mientras que el neurético —por las ra- zones que sean— conserva un cierto interés por el mundo exte- 40 Cf, la obra del Ministerio de Ia Verdad, en la novela do George Orwell, MAIL Noveclentos Ochenta y Cuatro. 30 Hor, y su lugar en él, y por Jo tanto posee uma orientecién.® Sin eimbargo, mientras est4 suficientemente en tierra para funcio- nar de un modo, no obviamente alterado, no hay Hmites a las alturas a que puede ascender su imaginacién. En realidad, de las caracteristicas mas notables do la “bisqueda de gl. jue penetra en el terreno de la fantasta, en el de las posibili ilimitadas, ‘Todas las tendencias tienen en comin la biisqueda de mayor subiduria, conocimientos, virtud © poderes de los que tienen los seres humanos; todas ellas tienden a lo absoluto, Jo ilimitado, lo infinite. EI neurético que tiene la obsesién de la bisqueda de gloria, sélo se contenta con el valor absoluto, Ia absoluta santidad y el absoluto poderfo. Es, por Jo tanto, ta ‘antitesis del hombre Yerdaderamente religioso. ‘Para este stim, sélo para Dios son posibles todas las cosas; Ja versién del neurético es: nada es im- posible para mi. Su fuerza de voluntad deberia tener proporciones mAgicas, su razonamiento deberla ser infalible, su previsién impe- cable, sus conocimientos totales. El tema del pacto diabélico, que ‘aparece en este libro, comienza a surgir. El neurdtico os el Fausto, que no esth satisfecho con conocer una gran cantidad de cosas, sino que quiere conocer todo. Esta ascensién a lo ilimitado esti determinada por Ta fucrea de las necesidades que hay detrés de la bisqueda de gloria. Las necesidades de lo absoluto y Io supremo son tan apremiantes, que vencen los frenos que generalmente impiden que nuestes imaginacién se aparte de la realidad. Para su buen funcionamien- to, el hombre necesita a Ia vez Ia visién de las posibilidades, le petspectiva del infinito, y el darse cuenta de las limitaciones, de las necesidades, de lo conoreto. Si el pensamiento y el sentimiento del hombre estén primordialmente, Gedleados ao lofinilo.y la vision de las posibilidades, pierde su sentimiento de lo conereto, de lo inmediato, Pierde su capacidad de vivir el momento pre- sente, Ya no puede someterse a sus necesidades, a lo que se podria. Hamar “limitaciones humanas’, Pierde de vista lo que es 1 at sees. de. et diferenca son complcadas. Mercere la pena ‘qxaminar Wi lo decisiyo!afire ellas ex un abandono radical del verdadero. yo (y wna desviaeién mis radical hacia el yo idealizdo) de parte del poicdpats, aL realmente necesario para lograr algo, “Cualquier posibilidad pe- queia requeriria un tiempo para convertirse en realidad”, Su pensamiento se hace demasiado abstracto, Su conocimiento se convierte “en una especie de conocimiento inhumano, para cuya producciin se desperdicia el individuo, igualmente que se, des- perdiciaron los hombres en Ia construcci6n. de las Pirdmides’, Sus Sentimientos hacia los demés se evaporanet un “sentimentalismo abstracto hacia la humanidad’, $i, por lo contrario, un hombre no ve mis allé del estrecho horizonte de lo conereto, se hace "estrecho de criterio y de espfritu mezquino”. No se trata de una cuestién de esto 0 Jo otro, sino de ambas cosas, si tiene que haber desarrollo, El reconocimiento de las limitaciones, leyes y nece- sidades sirve de freno para no ser atrebatado al infinito, y contra el mero “tropiezo con las posibilidades” 12 Los frenos de la imaginacién funcionan mal en la bisqueda de la gloria. Esto no significa una ineapacidad general pars ver las cosas necesarias y obrat de acuerdo con ellas. Una direccién especial en el desarrollo neurbtico ulterior, puede hacer que mu- chas gentes se sientan més seguras restringiendo sus vidas, y que entonces tiendan a mirar las posibilidades de dejarse arrastrar por Ih fantasia, como un peligro que hay que evitar. Pueden cerrar sus mentes a todo lo que les parezca fanthstico, ser contrarias al pensamiento abstracto y aferrarse anhelosamente a cuanto ¢s visible, tangible, concreto o inmediatamente vitil, pero mientras Ja actitud consciente hacia estas materias varia, todo neurdtico se resiste interiormente a reconocer limitaciones @ lo que espera do sf, y que eree posible aleanzar. Su necesidad de levar a la realidad el yo idealizado es tan imperativa, que tiene que apartat los frenos, como absurdos 0 inexistentes. ‘Cuanto mAs haya, avanzado su imaginacién irracional, es més probable que se sienta positivamente horrorizado a cuanto sea real, definido, conereto, o final. Tiende a aborrecer el tiempo por- ‘que es algo definitivo; vl dinero porque es concreto} Id muerte a cqusa de su finalidad, Pero puede aborrecer también tener un deseo o una opinién definidos, y por to tanto evitar una decisién 12 Bn esta discustén filosfica yo sigo la obra de Stren Kierkegaard, Stck- nets unte Death, Princeton University Press, 1941, eserta en 1844, Las cltas que aparecen en ete parrafo estin tomadas de dicho libro. 32, definitive, Como ejemplo citaremos el de una paciente gue ac flelaba la idea de ser" un fuego fatuo danzando en un nayo de Juma; se aterraba al mirarse ai espejo, no por el miedo de ver posibles imperfecciones, sino porguc tenia que verse frente a la Fealidad de que tenia contornos definidos, de que tenia sustancia, de que estaba “sometida s. una forma corporal concrete’. La ha- ‘cin sentirse como un pijaro con las alas clavadas a un tablero. Y en un tiempo en que aquellos sentimientos emergian a la'con- ciencia, sentia impulsos de romper el espejo. Seguramente, el desarrollo no es siempre tan extrema. Pero todo neurético, aunque pase superficialmente por sano, se resiste a verse frente a a evideneia, cuando se trata de las ilusiones par- ticulares acerea de sf. ¥ tiene que hacerlo, porque sus ilusiones se disiparian si lo hiciora, La actitud hacfa las leyes y regulaciones externas varle, pero siempre tiende a negar las leyes que operan dentro de él, se niega a ver lo inevitable de la causa y efecto en Tas matetias psiquicas, o de que un factor sigue al otro o lo refuerza, Hay modos infinitos en los cuales 61 desdefia la evidencia que no quiere ver. Olvida; no le importa; fue accidental; fue cosa de las circunstancias 0 porque otros le provocaron; no’ pudo evi- tarlo, porque era “natural”, Como un tenedor de libros freudu- Tento, llega a todos los extremos con tal de mantener su doble cuenta; pero, contrariamente a él, sélo acredita lo favorable e ignora Io otro. Aun no he visto ningtin paciente en el cual ta franca rebelién contra la realidad, tal como se expres6 en Harvey ("Durante veinte afios he combatido la realidad, y ahora la he encido finalmente”), no toque alguna cuerda familiar. O, para citar de nuevo la clisica expresién de un paciente: “Si no fuera por Ia realidad, yo estaria perfectamente bien”. Queda poner en mayor relieve la diferencia entre Ja bisqueda de ‘gloria 'y los sanos afanes humanos. Superficialmente, pueden parecer engaiiosamente similares, tanto que las diferencias s6lo parecen variaciones de grado. Al parecer, el neurético es s6lo més ambicioso, mas preocupado por el poder, el prestigio y el éxito ‘que Ia persona sana; como si sus patrones morales fueran sélo ifs altos 0 mis rigidos que los ordinarios; como si seneillamente fuera mas presumido, 0 se considerase mis importante de lo que 33 la gente hace generalmente. Y, realmente, squid @ trazar una linea y decit: “Aqui eee & azar une lines y decir: “Aqui es donde termina lo sano y co: Las similitudes entre las luchas. sanas y las tendencias neurb- teas existen porque tienen una raiz comin en las potencialidades humanas especificas. Mediante su capacidad mental, el hombre tiene la facultad de crecer. En contraste con los otros animales, puede imaginary plantear, En muchos aspectos, puede gradual, mente aumentar sus facultades y, como la historia lo demuestra, Jo ha hecho realmente. Lo mismo ocurre con la vida de un solo individuo, No hay limites rigidos de lo que puede hacer de su vida, de las cualidades o facultades que puede desarrollar, de lo que ‘puede crear, Considerando estos hechos, parece inevitable que‘el hombre no esté seguro de sus limitaciones y por lo tanto, cology sus metas dema indo alts o demasiado baja. Esta incer lumbre es la base sin la cual la busqueda de la gloria no se puede desarrollar. siieeriel iat La diferencia bisica entre las luchas sanas y las tendencias neu: réticas de gloria, reside en Jas fuerzas que las impulsan. Las lu- chas sanas nacen de una propensién, inherente en los seres hu- manos, a desarrollar las posibilidades que les han sido dadas. La creencia en un impulso inherente de desarrollo ha sido siempre el dogma elésico, sobre el cual descansa nuestra teorfa y nuestra terapia.!? Y esta ereencia ha crecido con nuevas experiencias. E1 tthico cambio esté en la direccién de una fortnulacién més precisa Xe-diria ahora {como he indicado en las prijpras paginas de este bro) que ls fuerza vivas del verdadero Yo, nos impulan&I4 a La biisqueda de gloria, por lo contrario, nace de la necesidad eda vended al-yo idealizade. La diersnee oy blake porn todas las demés diferencias son consecuencia de ésta, Como la autoidealizacién en si eg una solucién neurétiea, y como tal, de 48 Pox “esta” quiero dar a entender In tesis de la “Asocacén en Fa- vor del Progreso del Psicoanklisis”, if Bn a Inreducelén de Nuestros Confletos Interiores, dj: “Yo aco que 1 hombre tne laeapacidad y cl deaco te dosarcl ur potncinldeden = CE también el doctor Kurt Coldteln, en: Humay, Noture, Horvacd Vaivraty Press, 1940, Sin embargo, él no hace la ditncin adefitive para Jon sees huraaoe— entre Ta realncin del verdadero yo del yo deshnde ot cardcter compulsive, todas las tendencias resultantes de ella son necesariamente compulsivas. Como el neurético, micntras con- serva sus lluslones con respecto de sl, no, puede seconocer link taciones, fa biisqueda de gloria pasa a'lo ilimitado, Como el prin cipal fin es aleanzar la Govin, po iene Interés on apres a Saberde hacer, de progcesar paso a paso; on realidad Uende a despreciarlo, No quiere subir a uni montafia; desea estar en I ‘cumbre. Por loTantorpierde I sentido de lo que significa el ere imiento o la evalucin, aunque hable acerca de ello Finalmente, ‘como la creacién del yo idealizado es sélo posible a expensas de Ih verdad, acerca de si, su realizacién requiere nuevas deforma- ciones de'la verdad, a cuyo fin pone al servicio su imaginacién. Por lo tanto, en mayor 0 menor proporcién, pierde en et proceso su interés por la verdad, y el sentido de lo que es cierto o nos una pérdida que, entre otras cosas, explica su dificultad en dis tinguir los sentimientos, creencias y Tuchas gonuinos, de sus equi yalentes artificiales (pretensiones inconscientes) en si y en los demds EL énfass pasa del celal parece La diferencia, entonces, entre las tendencias sanas y los im- Palsos de gloria del neurético, es Ia que existe entre Ia esponta- eidad y Ia compulsién; entre el reconocimiento y Ja negacién de las limitaciones; entre el tinico deseo de un producto final glorioso, y el interés de Ja evolucién; entre el ser y el parecer, entre Ta fantasia y Ia verdad. La diferencia asi expuesta no 3 idéntica a la que hay entre un individuo relativamente sano y in individuo neurético. El primero puede no estar sinceramente dedicado a realizar su verdadero yo, ni el segundo totalmente impulsado a dar realidad a su yo idealizado, La tendencia hacia Ja autorrealizacién opera también en el neurdtico; en Ja terapia no se puede ayudar al erecimierito del paciente, si el impulso no esté dentro de él, Pero, mientras Ja diferencia entre la persona sina_y la neurética en’ este respecto es sélo de grado, Ia dife- rencia entre Iuchas genuinas y tendenclas compulsivas, a pesar de similitudes superficiales, es de calidad y no de cantidad.¥ ‘A mi entender, el simbclo mAs pertinente del proceso neuré- tico inieindo por'la busqueda de gloria es el contenido ideacio- 14 Cuando hablo dé neurtico” en este Iibxo, me refiero a una persona cn Ta cual las tendencias neuséticas prevalecen sobre las sents, 35 ral de las historias del pacto diabélico. E! diablo, o algu personificacién del mal, tienta a una persona 7 lige see algoas turbacién material o espiritual, ofreciéndole poderes ilimitados. Pero s6lo puede obtener esos poderes mediante Ix condicién de vender su alma o ir al infierno, La tentacién puede seaecer a cual- quiera, rico 0 pobre de esplritu, porque apela a dos deseos pode- ros0s; el anhelo de infinito y ‘el deseo de una fécil salida, De acuerdo con las tradiciones religiosas, los mAs grandes caudillos religioses de Ia humanidad, Buda y'Cristo, experimentaron tal tentacién. Pero’ como tenfan un espiritu firme, reconocieron la tentacién y la rechazaron, Ademis, las condiciones estipuladas en el pacto, son una adecuada representacidn del precio pagado fen el desarrollo neurético, Hablando en términos simbélicos, el camino fécil a la gloria infinita es inevitablemente el camino aun infierno interior de autodesprecio y autotormento. Al tomar dicho camino, el individuo plerde realmente su alma, su verdadero yo. Caviruro I EXIGENCIAS NEUROTICAS BI neurdtico en busca. de gloria se pierde en el reino de le fantadia, del infinto, Ge lag posiblidades ilimitadas. En eparien sees sna vida. “normal”, como miembro de su familia y de ie caewunidad, rdaliza su trabajo y toma parte en actividades ry se enna, Sin 'defse cuenta, al menos sin darse cuenta de le creantign de’ ello, vive en dos mundos: el de su vida privadn so caer cl de su vida oficial, ¥ los dos no chocan: repetiernos 18 Freee im paciente, citada en e} capitulo anterior: “Le vide es horrible; jesté tan ena de realidad!” aes lero que. el neurético se niegue a tener en, cuents Tn evidéncla, la realidad inevitablemente se presenta, on dos formas, $l neurdtico puede estar excepcionalmente bien dotado, pero, on ei neerela, ep como todo el mundo: con limitaciones humanas sanerales, @ la ver que con dificultedes individuales considers- Foner ese geal no eoncuerda,con su imagen divina. Para él, Jo pes eenn sosenta minutos; tiene que hacer cola, como todos los sor een taxista o el jefe actian como si é! fuera un simple mortal Ty indignidades a que se siente expuesto estin muy bien fim Fei ee etd pequeto incidente que una paciente recordabs vara den, Tehia tres aifos y sofiaba con ser una reina de cuenta So fades cuando un tio suyo la tomé en brazos y le dijo en, tone de Panes "{Qué_ cara més sucia tienes!” Ella nunca oWvidS su Seyia impotente. De este modo, una persona ash esth casi cone, rae aempetenfrentada con discrepancias dolorosas. 2Y qué hacel {Como se Tas explica, cémmo reacciona ftente a ellas o trata de oT disiparlas? Mientras de 3 su engrandecimiento personal sea demasiado indispensable para ser tocado, puede sacar en conclusion que el mundo esté mal, Deberla ser distinto, Y asi, en lugar de analizar SBF Tsiones, reseour- wor exigenety cow et sndo exterior Deb ser tratado por los otr0s, © por el destino, dé aciierdo con Tos con. cptos gloriosos $ gue tiene de s{, Todos deberfan tener en cuenta gus usones, Todo lo que no sea at es injusto, El deberia haber El neurético se considera con derecho a una atencién, consi- deracién y deferencia especiales por parte de los otro: Estas exigenoias de deferencia son comprensibles, y a veces incluso ob vias, Pero slo son una parte de una exigencia mis total: la de que todas las necesidades producto de sus inhibiciones, sus mie- dos, aus conflictos y- sus soluciones deberian ser satsfechas 0 lebidamente respetadas, Ademés, cualesquiera que sean sus sen- timientos, pensamientos o acciones, ésto} no deben tener malas consecuencias. Lo cual significa que el neurdtico cree que no debe estar sometido a las leyes psiquicas. Por lo tanto no necesita, cen rae al ae ae sus ule Ast él no lene que hacer nada para resolver sus problemas; los que deben tratar'de no molestie, Poms 198 oto8 Son Un psicoanalista aleman, Harald Schultz-Hencke,t fue el pri- mero entre los psicoanalistas modernos en ver estas exigencies de los neuréticos. Las lamé Réessennansprueche (exigencias gigan- tescas) y les atribuyé un papel decisive en las neurosis Aunque: Ye comparto su opinién acerea de su importancia, mi concepto Hae del suyo en inuchot aspectos. No creo que sea afortunado el término “exigencias gigantescas”. Desorienta porque sugiere las exigencias son desmedidas en su contpnido. Fs clerto que ce muchos casos no son sélo excesivas, sino intdsticas; sin embargo, g tie Leha oe a ae 1 contenido exorbitante 's exigencias hace mds diffcil discernir en uno 1s Ho que ‘parece racional. ene ‘omemos, por ejemplo, un negociante que se exaspera porqu al tren no sale-a tna hora que te convions. Un. emige, ae olke que no arriesga nada importante, le puede indicar que es muy + Harald Scholta-Hencke, Einfiheung zur Paychoanalyse 38 exigente, Nuestro negociante responderla con otro arrebato de indignaci6n. El amigo no sabe de lo que habla, Es un hombre muy ‘ocupado, y es razonable que espere que el tren salgs a una bora buena, Seguro que su desco es razoneble, ¢Quién no desearfa que un tren saliera 4 la hora que le conviene personalmente? Pero... n0 tentimos derecho a ello, Esto nos lleva a la esencia del fenémeno: sun deseo o necesidad, en si muy com ae comvierte éh und exigencia. ET que no se cu empl $e considera como una in- Jus TrustraciOn, como un delito, acerca del cual es natural que nos indignemos. La diferencia entre una necesidad y una exigencia es muy clar Sin embargo, si las corrientes psiquicas ocultas han convertido la una en Ja-otra, el neurético no sélo no ve la diferencia, sino que se niega a verla, Habla de un deseo comprensible o natural, cuan- Ga To que s0 reliero realmente és @ una exigencia; y se cree con derecho a muchas cosas que, & pensase claramente, verla que no eran suyas inevitablements. Estoy pensando, por ejemplo, en pacientes que se indignan cuando les ponen una multa por esta~ cionar mal su coche. De nuevo, el deseo de salir con bien es muy explicable, pero no tienen derecho a la exencién. No es que no conozcan las leyes. Pero sostienen (si es que piensin acerca de ello) que a otros no les han multado, y que es por lo tanto in- justo que les hayan pillado a ellos. For estas razones parece aconsejable hablar sencillamente de ‘exigencias irracionales o nouréticas, Son necesidades neurdticas que los individuos, sin quererlo, han transformado en exigencias, ¥ son irracionales’ porque asumen un derecho, un titulo que en realidad no existe. En otras palabras, son excesivas, por el mero hecho de ser hechas como exigencia, en lugat de et reconoeldes simplemente como necesidades neurdticas. El contenido especial de las exigencias. varia en detalle, de acuerdo con la particular es- tructura nourética, Sin embargo, hablando generalmente, el pa- ciente se siente con derecho a todo cuanto le es importante, para el cumplimiento de sus necesidades neuréticas particulares. Cuando hablamos de una persona exigente, generalmente pen~ samos en las exigencias que hacen a otras personas. Y las rela- cciones humanas ex walidad constituyen un rea importante en la ‘cual se originan las exigencias neurdticas. Pero generalmente sub- 30 he ‘I a “ “ 4 ? cstimaremos el aleance de las exigencias y ror ello las restringi- mos. Van tanto ditigidas a las instituciones humanas, como a Ia vida en st En términos de fas relaciones humanas una exigencia total fue expresada por un paciente que en su conducta exterior era més bien timido y reservado, Sin que lo supigra, padecis de inercia, y tenia inhibida la explotacién de sus recutéos. “El mundo deberia Zslar a mi setvieio —dijo—, y ati yo no tendria que molestarme”, ‘Una exigencia igualmente total era la de una mujer, que en ef fondo de su ser temfa dudar de s{ misma, Se sentfa con derecho fn que todas sus necesidades fueran atendidas. “Es inconcebible n Gijo—, que ef hombre que juiero que se enamore de mi, no Jo haga”, Sus exigencias, originalmente se expresaron, en términos religiosos: "Todo lo que pido a Dios, me lo concede”. En su nso, su exigencia tenfa un revés. Como serfa una derrota inconcebible fl que no se cumplieran sus deseos, ponia el freno a casi tédo lo que queria, con el fin de no exponerse a un “fraceso” Lo gente que necesita tener raz6n siempre, se cree con dere- cho a que nadle les critique ni dude de ellos. Los que tienen anhe- los de poder, exigen obediencia ciega, Otros, para los cuales la vida se hn convertido en un juego en el cual otra gente debe ser hbilmente manipulada, se ereen con el derecho de engefiar a todo ¢l mundo, pero no admiten que nadie les engafie. Los que tienen miedo de hacer frente a sus conflictos, se ereen con derecho & goslayar todos los problemas, A la persona agresivamente explo- tadora, y que trata de intimidar a los demds para valerse de ellos, Te parecerd injusto que los demas quieran un juego limplo. Le persona arrogante y vengativa, que siente el implso de ofender 2 los demfs, pero que necesita su reconocimiento, se cree com derecho a la “inmunidad”. Por mucho que haga contra los otros, piensa que nadie debe darle importancia, Otra versién de la mis- na exigencia es la de la “comprensidn”. Por taciturna e irritable ‘que sea la persona, se cree con derecho a la comprensién. El indi- Viduo para’ quien e} “amor” es la solucién total convierte su ne- Cesdad en Ia eigencia de una devoclén eclusiva ¢ incondicio- hal. El desapegado que al parecer no pide nada, sin embargo txige una cosa: que no le molesten. Siente que no quiere nada de los demas y por lo tanto tiene derecho a que le dejen en paz, y por ‘ocurra Jo que Gourra, “Que no Je moles Imente implica 40 estar exento de criticns, o esfusi estos ditimos sean * st eee Bastar como una muestra de las exi gencias nee tions que operan en Jas relaciones personales, En situsciones nite Hhoperdopales 0 con referencia a las instituciones, provaleosa Te Umenelas de contenido negative. Los beneficios producto Of eyes se dan por sentados, pero se considera injusto si resultan desventajosos. | ‘Ado le estay agradecida a un jncidente ocurrido durante la satin guerra, porque me abrié los ojos a las exigencias incor reates Sue yo abrigaba, y por ellas, a las de Tos demés. Cu Solvin de-un vile a México, twve que deier ‘el viaje en avién en Goapus Christ, a causa de les prioridades. Aunqué yo consi jerabn perfectamente justificada esta regulacién, advert! que me indig- eoeeeyer que se me aplicaba. Estaba realmente exagperada ante Jas perspectivas de un viaje de tres dias a Nueva ‘York, y me PrssPonay fatigada, MI alteractén culmind en el pensamiento con, folador de que aquelo pola ser un facto providencial, ya que at avién podia ocurrirle algo. iS Pee este punto, vi de repente To absurdo de mis reac- see eae eenesca de ells, vi ns exlgenchs primers, se excepeton; segunda, pensar que la providencia se ocupabs ser Gisekte dem Desde entonces mi actitud, hacia, ol vile Ceca meio, Era igualmente moleto ir sentada noche y dla eh fac vagones llenos de gente, Pero yo no estaba cansada ya ¢ {ricluso comencé a gozar del viaje, ; ; ‘roo que cualqulera puede tener esta experiencia, mediante |a seein Ge sty de fos demés. Las difoultades que tiene me cha gente, por ejemplo, para observar Jas regulaciones del trin- See eeeo! peaton © conductor— con frecyencia son el resultado Be ons protesta inconsciente contra ellos. No deberian estar, so- ‘metidos a tales reglas. Otros se ‘ofenden ante la “insolencia” de un Banco, al Hamarles la atencién de que han extendido un che- que por una suma mayor que Ja depositada. También, ‘el miedo Fo aaa imeapacidad de prepararse para ellos, cen a Jos cxkmenes fe exnton, Igualmente, la indignactn al ver de uma exigere ede derivarse de ereerse con derecho & unt diversion de primera clase. 4 Esta exigencia de ser la excepeién se observa tambié in nbién con res- ecto a ls leyes naturales, palquicas 0 ise. Es asombroso io btases que son pacientes intsligentes en todos los demls ay ects, cuando se trata de vor la inevitabilidad de la causa y to en los asuntos psiquicos. Pienso en relaciones tan obvias ‘como las siguientes: si_queremos Jograr algo, tenemos que tra, ientras Geamos arrogan- jenttas no nos amemos a nosotros rsp podramos ara se Gers, y por To tant tendremas mm de amor. Los pacien cuales les ha sido presentada tal secuencia de cates y” ‘ie 0, i han puesto a discutir, o se han hecho evasivos y confuses tt? muchos factores que producen esta peculiar falta de er- imiento Tenemos que darnos cuenta, en primer término, ‘que el captar las relaciones de causa y efecto, significa enfrentar al paciente con la necesidad de los cambios interiores. Claro que es siempre dificil cambiar cualquier factor neurdtico, Pero, ate. mis, como ya hemos visto, hay muchos pacientes que tienen unt inconsciente aversién a reconocer que estan sometidos a cual- quier necesidad. Las solas palabras “reglas”, “necesidades” 0 ‘estriccfones” les hacen estremecer, si es que dejan que su sig- nificado les Hegue. El reconocimiento de cualquier necesidad api cable a ellos, les hace descender de su clevado mundo, a una realidad en Ia cual van a estar sometidos a las mismas leyes na- turales que los demés. Y esta necesidad de climinar la necesided sus vidas es Ja que trans ‘una oxigencia. En el ani lisis esto se demuestra en su creencla de estar por e necesidad do cambiar, As, nconcientemente, se tegen vet que tienen que cambiar sus acttudes, sl quieren ser Independien fs o menos vulnerables, 0 desein creer en qu ser ama “as ce ean i eae aden ser ane, vida en general. Cualquier duda acerea del cardcter itracional de Jas exigenclas esta destinada a desaparecer en esta érca, Natu: relmente, el sentido de creerse un dios, se quiebra al enfrentarse con el hecho de que Ja vida es también aria para él; que ol 2 OL Capitulo 7, “El Proceso de lo Fragmentackén Psiq “La Aversién Contra Todo Cambio en la Persona Resignada” cera 4a destino le puede herir en cualquier momento por medio de un ficcidente, una mala suerte, la enfermedad y la muerte, terminsn- do con su sentimiento de omnipotencia, Pues (reiterando una sn- tigua verdad) se puede hacer muy poco contra ello, Se pueden evitar ciertos riesgos de muerte, y podemos, hoy en dia, prote- gemos contra las pérdidas financieras relacionadas con la muerte; pero no podemos eviter Ia muerte. Incapaz de hacer frente a \ Precario de su vida como ser humano, el gencias do su inviolabilidad, de ser elegido de ‘Voritorde tw suerte, de que la vide es fécil y sin dolor. En contraste con las exigencias que operan en Ins relaciones hhomanae lag flativas a fa vida en genera, no se pueden afimar eficazmente, El neurética que tenga estas exigencias sélo puede hhncer dos cosas. Puede negar, en su mente, que le puede ocurrit algo. En tal caso tiende a la ‘temeridad, a salir cuando haco frio y tiene fiebre, a no tomar precauciones contra ,'as infecciones, a tener comereio sexual sin prceauciones, Vivird como sino fuera fa envejecer o morir, Por lo tanto, cuando le sucede alguna adver- sidad, 0 tiene alguna mala experiencia, al pénico le invade. Por trivial que sea la experiencia, acaba con su sentido de Is inviola- bilidad, Entonces puede pasar al otro extremo, y tomar dobles pprecauiciones. Si no puede confiar en su sentido de la inviclabi- Tidad, entonces le puede ocurrir cualquier cosa. Esto no quiere Gecir que haya renunciado a sus exigencias, Més bien, significa que no quiere exponerse a la demostracién de su futili Otras actitudes hacia Ia vida y el destino parecen més_sen- sutas mientras no se reconocen las exigencias que hay detrés de elias. Muchos pacientes, directa 0 indirectamente, expresan el Sentimiento de que es una injusticia que sufran dificultades. Cuan- do hablan de sus amigos, indican que, a pesar de que también ‘son neurdticos, soportan mejor las situaciones sociales; que uno tiene mis éxito con las mujeres; que el otro es mis agresivo 0 disfruta més de la vida, Estos distingos, aunque fities, son com- prensibles. Después de todo cada cual sufre sus dificultades per- fonales, y por lo tanto encuentra deseable no padecer las dif. fultades particulares que Te atormentan. Pero la respuesta del paciente 4 formar parte de uno de-aquellos seres “envidiables” Indien un proceso Inds grave. De repente puede padecer un res- friado y- desconsolarse. Si se examinan tales respuestas deseubri- a xa 4 mos que la fuente de la perturbacién es Ja rigida exigencia a no tener problemas de, ninguna clase. El neurético se cree con de- recho @ estar mejor dotado que todo el mundo. Ademis tiene derecho no sélo a una vida desprovista de problemas personales, sino a las cualidades combinadas de los que conoce personal- mente 0, mejor dicho, en Ia pantalla: a.ger, tan humilde e inteli- gente como Charles Chaplin, tan humano y valeroso como Spencer ‘Tracy, tan victoriosamente viril como Clark Gable. La exigencia de que yo no deberfa ser yo es demasiado irracional para ser presentada como tal. Aparece en forma de envidis hacia cualquier persona mejor dotada o més afortunada en su desarrollo; en Ia Imitactn y adoracién de ellos; en exigencias dirigidas hacia el analista para proporcionarle todas estas perfecciones deseables y con frecuencia contradictorias. Esta erigencia de estar dotado de atributos supremos, es bas- tante peligrosa en sus implicaciones. No s6lo causa un’ descon- tento y envidia erénicos, sino que constituye un verdadero in- conveniente para el anilisis. Si en primer lugar, es injusto que el paciente tenga perturbaciones es doblemente injusto ‘que se espere de él que trabajo en_sus ables ola cr. ex aliviado de sus trarlo, se_siente cor cho ficultades, sin Tener que pasar por el laborioso proceso del cambio. Este examen de las erigencias neursticas no es complete. Como cada necesidad neurdtica puede convertirse en una exigencia, ten driamos que discutir cada una de ellas con el fin de hacer un cuadto completo de las exigencias. Pero incluso un corto examen nos da la sensacién de su naturaleza peculiar, Ahora trataremos de poner mas de relieve sus caracterfsticas comunes. Para comenzar, son irresles en dos aspectos. La persona es tablece un titulo que existe sélo en su mente, y.tiene poca (si es que tiene alguna) ugnsideracién para la posibilidad Wel cumy lento de sus exigencias. E3066 obvio on Tas exigencias franca- Frente Tanidsticas de estar exentos do enfermedad, velex y muer- te. Pero con las otras, ocurre lo mismo. La mujer que se cree con derecho a que se acepten todas sus invitaciones, se ofende de que alguien las decline, sin tener en cuenta le urgencia de las razo- nes que tiene para no aceptar. El estudioso que insiste en que todo se le dé facilmente, se molesta en tener que publicar o hacer “4 peroatemente aj pesar de darse cuenta de que no puede bse 2 rein una. penost labor. El alcobélica que se eree con derecho ertque todos fe ayiden en una calamidad financiera, encuentra isto que Is ayuda no se le dé inmedieta y gustosamente, estén fo no en posicion de hacerlo. FEtor ejemplos Indican, implcitamente, wna gegundn caracte: rine fa engenelas neuen enasetiane, To tan pat Tie aT observador Te parece “céndido”, y le ree Tr rare similares on os. ior minados, Estas impresiones dian fundamento a las conchustones too ichas exigen- dan Manw'galamente rasgos de caricter “infantiles” de gente que {al menos en este aspecto) no han potido crecer. Realmente no EEL niffo es también egocéntrico, pero sélo porque aim no Ta desarrollado el sentimiento de relacién hacia los demés. Sen- Miicmente no sabe que los otros tienen también sus necesidades ci arrtnclongs, como-por ejemplo que su roadre necesita dormir o Fo tiene dinero para comprar un juguete, El egocentrismo det Neurdtico tiene una base distinta y mucho més eomplicada, Esti Wonsumido en st porque se ve impelido por sus necesidades psi- Shiens, desgarrado por sus conflitos y obligado a aderise a sus weitenes peculiares. Aqui apazecen, por lo tanto, dos fenémenos fue, precen similares, pero son diferentes. Hn conseouencin, ¢) Gecivea un pacionte que sus exigencias son infantiles es de uma Completa futiidad terapéutica. Para él, s6lo puede significar que soreiracionales (eosa que cl analista fe puede mostrar de mejor Seanere) ¥ esto al menos le hace pensar. Sin mucho trabajo ulte- rior no cambiaré nada : ‘Basta para esta distincién. El egocentrismo de las exigencias reimdtioas puede quedac resumido enor teoninos de mi vel, eee eee roncia, Las prioridades en tiempo de guerra estén mu ern Gahan mis necesidades deberian tener wna sbsoluta prioridad 1 Beurétioo se siente enfermo, 0 quiere que hagan algo, todos Secures on su ayucla, La cortés afirmacién del analista le see tiene tiempo Ure para una consulta, con frecuencia rect te sma réplica furiosn o insultante, o simplemente cae en_oidos Pe doe. Si-el paciente lo necesita, deber'a haber tiempo, Cuanta sore rolacion tenga el neurético con el mundo que le rodea. de de los demis y de sus sentimientos. Como caperimentos, sin i fen cuenta lo necesario que es tal trabajo thenos cuenta se 45 2 me dijo un paciente que demostrabs un altivo desdé me dijo. aba un al por la rea lidad: "Soy ‘un cometa que recorre el espacio. Lo cual significa aque Jo gue yo necesito es rel, los dems y sus neoesidades son s”, Una tercera caracteristica de las exigencias neuréticas, reside i sus esperanzas de que las cosas vengan al individuo, e Ie qe ceo rare recom jue hacer Tos esfuerzos_adeouadas, No reconoce que si se Sfente solo tenga que lamar a alguten; alguien tiene que Hamarle a 41, El simple razonamiento de que tiene que comer menos si auiere perder peso, con frecuencia tropieza con tanta oposicién interior que sigue comiendo, pero ain considera injusto no estar tan delgado como otros, Otro puede aducir que deberla tener tena posicién honorable, una posicién mejor, un aumento de sa- jo, sin haber hecho méritos especiales para ello y, lo que es rms, sin haberlo pedido. Ni siquiera debe de tener una idea muy clara deo que quiere. Debera estar en le posiién de rechazar ‘9 tomar cualquier cosa. Frecuentemente, una persona puede expresar con palabras con- rmovadoras lo que desea para set Faiz, Pero u Familiy sus amigos se dan cuenta, al cabo de un tiempo, que es extremadamente die ficil hacerle feliz. Por lo tanto, pueden decirle que debe de haber algin descontento en 61 que le impide lograr Ja felicidad. Ene tonces puede ser que vaya a un analista. El amalista aprectard el deseo de dicha del paciente como un bbuen motivo para venir a psicoanalizarse, Pero también preguntard por qué el paciente, con todo su deseo de dicha, no es dichoso. ‘Tiene muchas cosas con las cuales serla feliz Is mayoria de la gente. Un hogar agradable, una buena esjosa, seguridad econd- mica. Pero no saca partido de nada; no tiene ningin interés ‘goroso, En el cuadro hay una gran cantidad de pasividad y com- placencia consigo, Al analista le extrafia, desde la primera entre- vista, que el paciente no hable de sus dificultades, sino que més bien, de un modo impertinente, exponga una serie de deseos. A la hora siguiente, sus impresiones se han confirmado. La inercia del paciente es el’ primer obstéculo del andlisis: por lo tanto eb cuadto se aclara. En él apatece una persona atada de pies y ma- ‘nos, incapaz de explotar sus recursos, y llena de exigencias tenaces 4 de que todas las cosas buenas de la vida, incluso el contento del alma, deben ser para ella, Otro ejemplo que sirve de ilustracién a la exigencia de ayuda sin esfuerzo, arroja una nueva luz acerca de su naturaleza, Un piciente que habia tenido que interrumpir su andlisis durante {ina semana, se alteré por un problema surgido en la sesién ana- Jitica anterior. Expresé su deseo de vencer Ja dificulted antes de irse —un desco perfectamente legitimo. Por Jo tanto, yo traté con todas mis fuerzas de legar a Ia rafz del problema particular, Al cabo de yn ticmpo adverti que el paciente no ponfa nada de su parte, Hacia el efecto de que yo tenfa que arrastrarle, Al trans- currir Ja hora, y6 sentia una creciente irritacién de parte suya. ‘Al interrogurle directamente, me lo confitmé diciendo que, en efecto, estaba irritado; no queria quedarse con aquella dificultad tuna semana entera, y yo no habia hecho hasta entonces nada que In aliviase. Yo indiqus que su deseo era muy razonable, pero que, al parecer, se habia transformado en una exigencia que ya no lo era, La resolucién del problema dependia de lo accesible que fuera en aquel momento, y de sus esfuerzos y los mfos. En lo referente a él, debia haber algo que le impedta hacer los esfuer- 0s hacia el fin deseado, Al cabo de ciertos forcejeos, que omito faquf, él no pudo menos que ver Ia verdad de lo que yo decia Su itzitabilidad desapareci6; sus exigencias irracionales y su sen- {ido de apremio también desaparecieron, Y afindié otto factor revelador: le parecia que yo era la que habfa creado el problema y por Jo tanto yo era la que debfa solucionarlo. ¢Cémo, a su en- tender, era yo responsable? No querfa decir que yo hubiera come- tido un error; era sencillamente que en In hora anterior so habia dado cuenta de que no habla podido vencer su cardcter vengativo, ‘que apenas habia comenzado a percibir. En realidad, en aquella época, no queria siquiera verse privado de él, sino sblo de ciertas alteraciones que le acompafiaban, Como yo no habla respondido ‘a su exigencin de librarle inmediatamente de ellas, se sentia con derecho a una retribucién. Con tal explicacién indicaba las ral- cces de sus erigencias: su negativa interior a asumir la responsa- bilidad de si, y suy.parencia de un interés constructive. Esto le turatlabo, te taped hacer nada por sy eonverta en unw ne: tesidad que otra persona —en esto caso el aralista— toinase la a ee Se wenn nile responsabilidad, y le arreglase el asunto. ¥ también aquélla ne- ‘cestdad se convertia en una exigencia. a Este ejemplo, indica una cuarta caracterfstica de las exigencies neurétieas: pueden ser de naturaleza vindicatia, La persona se siente maltratada e insiste en una retribucién, Este es un viejo azunto. Es obvio en Jas neurosis traum@ticas y on ciertos estados piranoicas. Hay muchas descripciones de esta caractersticn en In literatura, entre ella, el que Shylock exija su libra de came, y el que Hedda Gabler pida nuevos lujos cuando se entera de que su marido no va a obtener Ja oftedra esperadi Yo quiero decir aqui que Ins exigencias vindicstivas son un elemento frecuente, ya que no regular, en las exigencias neurd- ticas, Naturalmente varia la conciencia que el individuo tiene de cllas. En el caso de Shylock eran conscientes; en el ejemplo de la célera del paciente contra mf, estaban en los umbrales de Ia conciencia; en muchos casos son inconscientes. De acuerdo con mis experiencias, yo dudo de su ubicuidad, Pero las he encon- trado con tanta frecuencia que siempre las busco. Como mencioné ent el contesto de Ia necesidad de un triunfo vindicativo, la can- tidad de venganza ocult que se alla en It mayor de as rosis es grande. Los elementos vindicativos operan cuando se pre- sentan exigencias con respecto a frustraciones o sufrimientos pa- sados; cuando se hacen de modo militante; cuando la realizacton de ag exigencas se siente como un triunfo su frustractén como une derrota, cuenta ta_gente do_sus_exigencins? Cuando el concepto que se tenga de uno y del medio est mis ifluido por la imaginacién, tanto mAs Ia ‘persona y Ia vida en general serdn como so necesita verlas. En la mente de Ia persona no hay lugar para ver que tiene exigencias y necesidades, y la mera mencién de la posibilidad de que las tenga esiofensiva. La gente no le deja esperar. No tiene por qué tener accidentes, ni siquiera envejecer... El tiempo debe ser bueno cuando sale de excursion. Las cosas deben salirle bien, Otros neurdticos parecen darse cuenta de sus exigencins, pues abiertamente piden privilegios. Pero lo que es obvio para el ob- servadoy puede no serlo gara Ia persona observada, Lo que el observador ve, y lo que el observado siente, son dos cosas muy 48 distintas, Una persona que agresivamente presenta sus exigencias, puede, a lo sumo, darse cuenta de ciertas expresiones 0 implica- Tones de sus exigencias, como por ejemplo, el ser impaciente 0 no aceptar la contradiceién. Puede darse cuenta de que no le gusta pregontar cosas, ni dar las gracias. Sin embargo, esta con- Ciencia es distinta de’ saber que uno se cree con derecho a que fos demas hagan Jo que uno quiera, La persona puede darse cuenta de que es temeraria en ocasiones, pero, frecuentemente, embellece su temeridad lamAndola valor 0 confianza en si, Puc- de, por ejemplo, dejar un buen empleo, sin tener perspectivas de ‘tro, considerando tal paso como Ia expresién de la confianza que tiene en si eh ‘puede ser una realidad, pero puede existir a la ver una temer{dad, producto de cteerse con derecho a In buena suerte. Puede tener, en las profundidades de su alma, la ereencia Secreta de que no va a morir. Pero, incluso eso, no es Ja concien- ‘ein de sentirse con derecho a estar ‘por encima de Ias limitaciones biolégicas. En olros casos, las exigencias estén ocultas para la persona que las abriga y para el observador no preparado. El ultimo, aceptars cualquier razbn que se aduzea en favor de las demandas. Gene- yalmente, 10 hace menos por ignorancia psicolégica que por sus razones neuréticas particulares. Puede, por ejemplo, hallar a veces inconveniente que su esposa 0 su querida le absorban demasiado tiempo, pero a Ia vez halaga a su vanidad que él sea indispen- sable para ella, O, una mujer, puede hacer demandas agotadoras asindose en su desvalimiento. Ella es la nica que experimenta Ia necesidad. Incluso puede tener gran cuidado de no molestar a los demés. Estos otros, sin embargo, pueden apreciar el papel de protector 0, a causa de claves secretas particulates, sentirse “cul- ables” si no estin a la altura de lo que Ia mujer esperaba de ellos. ‘Sin embargo, aun cuando una persona se da cuenta de expe- rimentar ‘ciertas necesidades, nunca se da cuenta de que sus necesidades sean injustas o irracionales, En realidad, cualquier Guida acerea de su validez significarfa un paso hacia sw disolucién. Por lo tanto, como son vitalmente importantes para él, el neuré- tico tiene que construir en su mente una capa impermeable para Tacerls completamente legitimas, Tiene quo entire, absclts- mente convencido de que son justas. En el andlisis, ol paciente legs a grandes extremos, para probar que sélo espera Io que se 49 merece, A la inversn, por razones terapéuticas, es importante re- conocer la naturaleza de Ja exigencia especial y In naturalezs de justificacién, Ya que las exigencias se mantienen y se suprimen ‘con su bese, ésta se convierte en una posicién estratégica, Si, por ‘ejemplo, una persona se cree con derecho a toda clase de servi clos, a causa de sus méritos, tione que, tin querer, exagerar dishos iéritos, para que se sicnta justamente ofendida si no le presten los servicios. Con frecuencia, las exigencias se justifican por razones cultue rales, Porque soy mujer - porque soy hombre - porque soy tu madre - porque soy tu empleador... Como ningura de estas ra- zones dan en realidad el derecho ‘a las exigencias presentadas, hay que destacar su importancia excesivamente, Por ejemplo, en este pais no hay un rigido cédigo cultural por ei cual lx dignidad esculina se ofenda al lavar platos. Por Jo tanto, si existe la exigencia de estar exento de trabajo servil, la dignidad de ser un hombre © un jomalero tiene que ser aumentada, La base siempre presente es Ia superioridad. El denuminador gomiin es: porque soy algo especial, tengo derecho a... De esta forms, es inconsciente en su mayoria, Pero el individuo puede over un énfasis sobre el significado ‘especial de su tiempo, su trabajo, sus planes, que siempre tiene razén Los que cieen que el “amor” fo resuelve todo, que el “amor” Te da a uno derecho a todo, tienen, por Jo tanto, que exagerar la profundidad o el valor del amor; no mediante una pretensién cons- clente, sino sintiendo en realidad mas amor del que existe. La necesidad de exagerar, con frecuencia tiene repercusiones que pue- den contribuir a formar un clrculo vicioso, Esto es especialmente clerto cuando se tienen exigencias, basindose en el desvalimiento © el suftimiento, Mucha gente, por ejemplo, siente timidez de hhacer preguntas por teléfono. Si quiere que alguien haga la pre gunta por él, la persona a la que esto se rofiere siente que suis iuhibiciones son mayores de lo que son en realidad, con el fin de hacerlas vélidas, Si una mujer se siente demasiado inerme o deprimida para hacer sus labores caseras, se hark mfs inerme y més deprimida de lo que es en verdad, y entonces sufriri real- mente mds. No se debe, sin embargo, llegar a la precipitada conclusion de ‘que es deseable para las otras personas de su medio, no acceder 50 ‘as exigencias neuréticas. Tanto el acceder como el negarse pue- de empeorar el estado, es decir, que en ambos casos las exigencias pueden hacerse atin mis enféticas. La negativa generalmente sélo sirve cuando el neurdtico ha comenzado 0 comienza a asumir In responsabilidad de sf. Quizds la base mis interesante de Ins exigencias es Ia de In “justiola’. Porque ereo en Dios, porque he trabajado siempre, o Porque soy un buen ciudadano, es un asunto de justicia que no me ocurra nada y que las cosas me salgan bie>. Los beneficios terrenales deben ‘ser la consecuencia de ser piadoso y bueno. La prueba de lo contrario (la prueba de que los premios no son In consecuericia necesaria de la virtud) es desechada. Si so presenta esta tendencia on un paciente, él generalmente indicaré. que su sentimiento de fusticia se extiende también a otzos, que él se in- digna igualmente cuando los demés son victimas de’ una injusticia Esto es verdad, hasta cierto punto, pero s6lo significa que su ne- eesidad de dar asus exigencias una base de justicia, se ha gene- ralizado en una “filosofia". La importancia dada a Ja justicia tiene un reverso, que es hacer a la gente responsable de cualquier adversidad que le suceda. El que la persona aplique este aspecto a si misma, depende del grado de su rectitud conselente. Si uno es rigido, experimentard al menos conscientemente, como una injusticia, cualquier adver- sidad que Ie suceda. Pero tenderd con mayor facilidad aplicar a Jos otros la ley de Ia “justicia retributiva’. Quizds una persona que se ha quedado sin empleo, no queria realmente trabajar. En las materias mas personales, dicho individuo se slente con derecho a recibir en proporcién igual a Jo que da. Esto serfa na- tural, si no hubiera dos Factores que escapan a su atenci6a. Sus ores positivos asumen en su mente proporciones exageradas (entre ellos se encuentran las buenas intenoiones), mientras que , ignora las dificultades que han llevado a una relacién, Y ademds, Jos valores que pone en la balanza, son a veces incongruentes, Un ppaciente, por ejemplo, pone en su haber sus intenciones de coope- rar, su deseo de verse libre de los sintomas alarmantes, y sus vi- sitas y pago regulares, Pero el analista tiene Ia obligaoién de cu- rerle, Desgraciadamente, no hay proporcién. El paciente, sblo se puede poner bien si estd dispuesto y puede trabajar en si y cam- bar. Por lo tanto, si las buenas intenciones del paciente no estin 51 gombinadas con esfuerzos eficaces, logrark poca cosa. Las alter stiones seguirin ocurriendo y el paciente, con creciente irrita Tian, se sentird burlado; presentard su cuenta en forma de repr. Shed o“quejas, y se sentirh enteramente justifieado en su creciente desconfianza hacia el analista. Jaexcesiva importancia dada a la jysticia puede ser, aunque po necesariamente, un cimuflaje de las téndencias de venganza. Guardle las exigencias se presentan basindose principalmente en cana” con fa vida, generalmonte se destacan los méritos per- un cles: Cuanto mis vindieativas son las exigencias, mis se destace Sitar ocasionado. También aqul, hay que exagerar el daiio oca- Sjonedo, cultivar el sentimiento hacia él, hasta que se hace tan grande que ia "victima” se siente con derecho a exigir cuslauler ernificio, o a infligir cualquier castigo Canna tas exigencias son decisivas para el mantenimiento de ung neurosis, e&, por 10 tanto, importante mantenerlas. Esto se aplica sélo a las que se dirigen contra la gente, poraue, no, rere decilo, el destino y In vido, tenn une forma de burlar Pralguter aserto. drigido hacia ellos. Volveremos varias veces, ctr tuestién, Basta decir aqui que, en general, los medios por Te ules el nourdtico trata de que los otros acoedan a su exigen ee atin Intimamente nidos con sus Dases. En resumen, puede cae ete impresionar a los olros con su importencia tinica; puede ialstacer eneantar, prometer;tlene que tratar de que Tos dems comPiMtan obligados y apelar a su sentido de justicia o de enlpas Mcde, destacando sus sufsimientos, apelar a Na pieded y es see ator de culpa; puede, destacando su amor hacia los otros, setlar a sus anbelos de amor o a su vanidads puede intim davies ancl ‘ritabllidad. La persona vengativa, que arming a los de- cor, ton sus insaciables exigencias, trata, mediante duras acusa- Clones, de lograr su obediencia : ones erancio todas Ins energias dedioadas a justificar sus ext genclne y a afimaras, hay que esperar inteneas roneciones 9 68 Featractin, Suele haber un miedo subconsclent, pero Is respuesta pretiorevatece es célera, o incluso rabia. Este, eélora es de une Se Precullos. Como Ins exigeneias ge sienten subjetivamente come fustas ls frustraciones se experimentan como injustas, Tt ‘célera J atguiente tiene, por fo tanto, el eardeter de wna just indigna: subsiquion'rsona siente, en otras palabras, no s6lo eélera, sino el 52 derecho de encolerizarse, un sentimiento vigorosamente defendi” do en el andliss, [Antes de profndizar en las varias expresiones de esta indig: acidn, voy 8 piesentar una breve teorfa, en particular, le teoris presentada por John Dollard y otros, de que reaccionamos, on Rostilidad a la frustracién® En realidad, las simples obsexvaciones Hemuestran que este aserto carece de validez. Por lo contrario, ¢¢ SSombrosa Ta cantidad de frustracién que los seres humanos pue7 Jer gufct sin experimentar hostlidad. Esta surge solamente i fe cree que Ia frustracién es injusta o si basindose en las exigen- tias neurdticas se considera injusta. Y entonces tiene las caraeie- Giices especificns de la indignacién o de sontirse maltratado. La Gesgracia o el dafio causado adquiere entonces proporciones es traordinarias. Si uno se siente maltratado por otra persona, est persona se hace de repente indigna, adiosa, eteétera, es decir ave Princlignscién influye directamente sobra nuestro juicio acerca de Tos demés, Esta es una de las fuentes del recelo neurético, Tasn- ign es tuna razén, ¥ muy importante, de que muchos neuréticos estén muy insegures acerea de su juicio de los demfs, y de que Savin con tanta facilidad de una actitud amistosa a una de con denacién total, asa simplificar, fa aguda reacciin de célera e incluso de rabia, pede tomar uno’de los tres cursos siguientes. Puede quedar re- Trimida, por cualquier razin y entonces —como eualquier host Rand reprimida— aparecer en sintomas psicosométicos: fatiga, Uolor de cabeza, perturbaciones estornacales, eteétera, Por lo con trario, puede estar bremente expresada, o al menos sentida en Su totalidad, En este aso, cuanto menos fundamento tenga 1a olera, tanto mas tendremos que exagerar el dafio causado; en- fonees, inconscientemente, se hacen acusaciones contra Ja persona, neusaciones Tégicas al parecer. Cuanto més abiestamente vin tive sea Ta persona, por cuslesquiera razones, mis dispuesta estarA a tomar venganza, Cuanto més abiertamente arrogante,,mas se- 4 BI postulads ae realiza basindose en la teorla freuiiana acerca do los Instintos, y supore el aseito de que toda hostlided es una reacolén a ta frus- saa ti2 tos inatintes 9. sus derivaciones, Para Tor analistas que aceptan Ie sectenae Freud acerea del instinto de la muerte, la hostiidad derira también fr energia del initinto de destruceién, 53 Bora de que tal venganza es la expres clase de reaccién es hundirse en Ia melancolia y In propia conmi- seracién. El individuo se siente extremadamente maltratado ys desespera. *|Cémo pueden hacerme estol”, se dice. En estes casos, el sufrimiento se convierte en el medio de expresar los reproches, Es mis ficil observar estas reacciones en los ottos queen uno mismo, pues el estar convencido de que se tiene razén, inhibe et autoanilisis, Sin embargo, nos interesa examinar nuestras propias reaceiones cuando nos preocupa el dafio que nos hacen, euando comenzamos a meditar acerea de las malas cualidades de alguien, © cuando sentimos el impulso de vengarnos de los demés, Enton: es tenemos que examinar Ja cuestién de si nuestra reaceién esti en proporcién al dafio hecho. Y si, con un examen honrado, ha- Mamos una desproporcién, tenemos que buscar las ocultas exigen- cias. Siempre que estemos dispuestos a abandonar algunas de nnuestras necesidades y prerrogativas especiales, y siempre que estemos familiarizados con las formas especiales de nuestra hosti- lidad reprimida, no es dificil reconocer una aguda reaccién a una frostracién individual, y descubrir la exigencia particular que hay detris de ella. El ver las exigencias en uno 0 dos casos, no quiere decir que uno se libre de todas ellas. Generalmente, s6lo nos li- bramos de las que son especialmente notables y absurtas. El proceso recuerda a la cura de la soliteria en la cual s6lo se elimi- an partes de la lombriz. Pero ésta se regenera y mina nuestras fuerzas hasta que se le quita Ia cabeza. Esto significa que pode- mos librarnos de nuestras exigencias sélo hasta el punto de que logremos vencer el anhelo de gloria, y todo cuanto pone, Sin embargo, contrariamente a Ja cura de la solitaria, en el. proceso de reintegraciém mental, todos los pasos son importantes. mn de la justiota, La tercera Los efectos que Ins exigencias tienen sobre una persona y su vida son varios. Pueden crear un sentimiento difuso de fracaso, yun descontento tan total, que se puede llamar un rasgo del acter. Hay otros factores que contribuyen a tal descontento cré- nico. Pero entre las fuentes que lo crean, estén notablemente las exigencias. El descontento se demuestra en la tendencia en cual- quiet momento de Ia vida, en mirar lo que falta, o lo que es malo, y de este modo quedar descontenty con| toda la situacién. Por ejemplo, un hombre esti dedicado a un trabajo muy satis. 34 factorio, y tiene una vida familiar altamente constructiva, pero no ene of tempo suficiente para tocar ef piano, que significa mu. ‘cho para él; 0 quizés una de sus bijas no le ha’salido bien, y estos factores asumen tal imporlancia en su vidu que no puede apre- ciat lo bueno que tiene. © eonsideremos una persona cuyo da, agradable por todo io demés, se estropea porque lo que ha ent cargado no Hega a tiempo, o'Ia que sblo experimenta las moles: de un viaje hermoso, Estas actitudes son tan comunes que cisi todos las han encontrado, Los que las tienen, a veces se preguntan por qué slo miran el lado negro de las cosas. © desechan el asurto Mamandolq “pesimistas". Esto, aun sin ser una explicacién, sia tuna base seudofiloséfies a una incapacidad personalisima pura tolerar las adversidades. Mediante esta actitud, la gente se hace la vida més dura, en muchos aspectos. Cualquier dolor se hace mAs penoso si so le Considera injusto. Mi experiencia del tren es una buena ilustrucién, Mientras lo consideré una imposicién injusta, me parecié algo in. foportable. Después, cuando hube descubierto Ja exigencia que habla detris de ello —aunque los asientos eran igualmente dutos y el viaje igualmente largo— logré disfrutar de la situacidn, Esto Se aplica del mismo modo al trabajo, Cualquier trabajo realizado con el sentimiento subversivo de que es injusto, 0 con la secreta exigencia de que deberla ser mis Heil, resulta fatigoso. En otras palabras, mediante las exigencias neuréticas se pietde esa. parte del arte de vivir que consiste en tomar las cosas como vienen. Giertamente hay experiencias abramadoras, pero éstas son raras, Para el neurético, los sucesos sin importancia se convierten en ccatistrofes y la vida en una serie de sobresaltos. Inversamente, al neurdtico sélo mira los aspectos brillantes de la vida de los demés; aquél ha triunfado, éste tiene hijos, otro es mds rico 0 hace més cosas que yo, las casas de los demis son mejores, sus astos mas verdes Aunque esto es muy sencitlo de descubrir, es dificil de reco- nocer, especialmente en nosotros. Parece tan real, esa cosa de suprema importancia de la cual carecemos y que otto tiene, De este modo, el balance queda deformado en dos aspectos: con respecto a si mismo yya los demAs. La mayoria de la gente ha recibido el consejo de ho comparar sus vidas con los aspectos bri. Nantes de las vidas de los demés, sino més bien con la totalidad 58 Irorrerrres ee aE rrr Gescuido o ignoranci inconsoientes. Hamé Lebensneid, una envidia que no ¢s de este 0 estén més firmemente atrincheradas. ‘Otra consecuencia, es un set ’ tan io de fe realidad, Lleno de exigencias por un lado, ‘ioe de afirmar sus derechos, cuando realmente p +e csio. El paciente, por ejemplo, que por wna parte sient 4 {jue el mundo entero deberia estar a su servicio no $e OY para apuntar ua cost Stratpersona, hipersensible cuando no se cumplian las exigent de horas, 0 un Kip: ‘ 3 impedir un ea nearéticas de deferencia, aguantaba flagrantes im ‘ parte de algunos amigos, La sensacibn de no tones ‘ Batt dey aapecto bajo el cual padece un paciente, y puede com { oe ere asentd de sus quejas mientras na se preocupe di w rracionales son Ia fuente de la perturbacién o que las exigenci a jenos un importante factor contribuyente,’ i Frere anal abrigar exigencias es uno de Tos factores rele- 4 Gf, Copitulo IK, “La Soluciin de In Modest", 58 Pero aun éuando se dan cuenta de la validez de este consejo, 40 pueden seguirlo porque su vision deformada no es up ‘asunto de ielectual. Es més bien, una ceguera emo- cect es decir, una ceguera resultante: de necesidades interiores qoneelmceuonclas son una mezcla dp envidia o insensbilidad hac iSedemfs. La envidia tiene la cualidad de lo que Nietzsche talle, sino de la vida en general. Va acompafiada del sent reset Ginico excluido, el tinico preocupado, el tinico solo, el Geico asustado, comprimido. La insersibilidad, asimismo, no indice ico a asteate una persona enteramente insensible Es el resultado Be fas engencias, y entonces adquiere una funcién propia: | fustfiear el egocentrismo de la persona, gPor qué los demés, az sen trucho mejor que él, ban de esperar algo suyo? gPor du! siuc ts. en mayor necesidad que los que le xodean 4 Gh batk'mis desoutdado que cualquiera de Tos otras— ne aoe eracho a mirar sél0 por si? De este modo las exigencias timiento general de ince bre aceren de sus derechos, Este es un fendmeno comp Prtyoalas gon slo uno de Tos factores determinentes, EL Privado en el cual el neurético se siente con derecho a todo es pavetyeal que se siente confundido acerca de sus derechos o” el vantes que contribuyen a la inereia, que en su forma abjerta wetlta cb quizas la perturbacién neurética més frecuente, En con cate eea'la oclosidad, que puede ser voluntaria,y amable, lo rostsa cs una pardlisis de las encrglas psiquicas. Se extiende no wiin a hacer Tas cosas, sino a pensar y sentir, Todas Ins exigencias, por definieign, sustitayen el trabajo activo det nenrbtico en sus Problems, y por lo tanto paralizan su deserrollo, En muchos oases, ven causa’ de una aversion total a todo esfuerzo. La exigencia jnconsciente es que la mera intencién baste para producir el éxito, tha obtener un empleo, para ser feliz, para venoer una dificultad. La persona tiene derecho a todo eso sin emplear energias. veces wa Mignifica que otra persona debe hacer el trabajo: que lo haga Jorge. Si esto no sucede, la persona tiene motives para sentirse Feccontenta, Asi, ocurre frecuentemente que se cansa ante Ia mera perspectiva de hacer algiin trabajo extra, como por ejemplo mo- verse 0 it de compras. A veces, durante el andlisis so consigue werar una fatiga individual. Un paciente, por ejemplo, tenia mu- Cline cosas que hacer antes de salir de viaje y so sentia eansado fun antes de comenzar el trabajo. Yo sugeri que enfocase el pro- Hema de cémo habia que hacer todo aquello, como un desafio att Ingenio. Aquello le gust6, desaparecié Ia fatign y pudo Tacer oily sity sentitse cansado vi apremiado, Pero, aunque é habla txperimentado de aquella manera su capacidad de actividad y su flegeia por ello, pronto cesd su impulso de hacer esfuerzos espon- Tdneamente, pues las exigencias inconscientes estaban ain muy bien atrincheradas. Cuanto mis vindicativas son las exigencias, mayor es el grado de inercia, Entonces el argumento es el siguiente: “Otros son fos responsables de la situacién en que me encuentro, por To tanto, tengo derecho a una reparacién. |Y qué clase de reparaeién seria si yo hago todo el esfuerzo!” Naturalmente, s6lo una persona que ha perdido el interés constructivo en la vida puede argumentar de esta manera. No es ya él quien tiene que hacer algo por su vida; tienen que hacerlo "ellos", o el destino. La tenacidad con que el paciente se aferra a sus exigencias y Jas defiende en el andlisis, indica el considerable valor subjetivo aque tiene para él, Tiene varias lineas de defensa, y pasa de unas F otras, repetiddmente, Primero, no tiene exigencias, no sabe de qué habla el analisla; luego, todas ellas son racionales; después pro- 3T cede a defender las bases subjetivas que le sirven de justificacién. Cuando por fin se da cuenta de que tiene exigencias, y de que éstas son infundadas en realidad, parece perder ei interés en ellas; no tienen importancia 0 son inofensivas, No puede menos de ver, con el tiempo, que las consecugneias son vatias y gravest por ejemplo, que le ponen irritable ¥ descontento; que seria mus cho mejor para él si fuera activo en lugar de esperar que las cosas vinieran a él; que, en realidad, sus exigencias paralizan sus evergias psiquicas. Tampoco puede cerrar su mente al hecho de ‘que las ganancias pricticas derivadas de sus exigencias son mi- nlmas, Cierto que ejerciendo presién. sobre los demas’ pucde veces lograr que accedan a sus demandas, tdcitas o expresas. Pero, ain asi, ges més feliz. por ello? En cuanto a sus exigencias, son fatiles. Se sienta o no con derecho a ser la excepcién, est some- ido a las leyes psiquicas y biologicas. Su exigencia de que debi poseer las excelenclas combinadas de los denis nak cain 1un Spice. El darse cuenta de las adversas consecuencias de las exigen- cias y de su futilidad intrinseca, no constituye tuna mella real; no lleva consigo la conviccién. La esperanza del analista de que el comprender esto desarraigue las exigencias, se queda sin sea- lizar frecuentemente. Generalmente, mediante el andlisis sw in tensidad disminuye; pero en lugar ‘de quedar desarraigadas las exigencias se ocultan mds atin. Ante una nueva presién nos danos cuenta de la profundidad de la imaginacién irracional inconsciente del paciente, Mientras intelectualmente se da cuenta de 0 fitil de sus exigencias, inconscientemente se aferra a ellas y cree que ante su fuerza de voluntad no hay nada imposible. Si lo desea con la fuerza suficiente, sus deseos se realizarin. Si atin no se han realizado, no es que &1 pida lo imposible —como el analista quiere hacerle creer— sino que no Io ha querido con el vigor suficiente. Esta creencia da una complexién diferente a todo el fenémeno, Hemos visto ya, que las exigencias del paciente son irreales en el sentido de que se arroga un titulo inexistente a toda clase de prerrogativas. También hemos visto que clertas exigencias son Srancamente fantésticas. Ahora reconocemos que todas ellas estén invadidas de migicas esperanzas. Y s6lo entonces captamos hasta ‘qué punto las exigencias son un medio indispensable para dar 58 realidad al yo idealizado. No representan una realidad en el sen- do de probar su exeelencia realizando alguna hezaia, pero le proporcionan las pruebas y coartadas necesarias, Tiene que probar ‘que estd por encima de las leyes psiquicas y naturales. Y con el tiempo; al ver que los demas no acceden a sus exigenci ‘sth sometdo a las leyesfsiens, quo no eat fue hee ees y dolores comunes, nada de eso sirve de prueba de que sus po- sibilidades sean limitadas. Slo es prueba de que, hasta entonces, no ha sido tratado con justicia. Pero s6lo mantenlendo sus ext. gencias, éstas podrdn realizarse algin dia. Las exigencias son la garantia de su futura gloria, Ahora entendemos por qué el paciente responde sélo con tibio interés Ia evidencia de los efectos dafiinos de sus exigencias sobre su vida real. No discute el daiio, pero o! presente no tien: importancia en vista del glorioso futuro. Es como la persona qua s¢ cree con derecho a una herencia; en lugar de hacer esluerzos constructivos para vivir, dedica todas sus energias a la afirmacton de sus derechos. Entre tanto, su vida real pierde interés para 61, se empobrece; pierde todo Io que podria hacer su vida digna de vivirse. Y por lo tanto, la esperanza de posiblidades futuras se convierte eada vex m4s en 10 tinico para que vive. E! neurético realmente esté peor que la persona hipotética que reclama una herencia, Tiene el sentimiento de que va a perder su titulo de gloria futura, si se interesa por si y por su maduren, Esto es légico en base a sus premisas, pues, en tal caso, la reali. dad de su yo ideslizado perderia significaciOn, Mientras le posea el hechizo de dicha meta, el camino intermedio es positivamente desalentador. Significarta verse como un mortal igual que todos los demas, acosado de dificultades; significarfa asumir 1a respon. sabilidad de si que es asunto suyo el vencer dificultades y des- arrollar Ins potencialidades que tenga. Es desalentador porque le haria sentirse como si perdiera todo. Puede considerarse este camino —que es el de la salud— s6lo euando es lo bastante fuerte Para prescindir de Ja solucién hallada con Ia autoidealizacién No entendemos totalmente la tenacidad de las exigencias mien- tras les miremps s6lo como una “ckndida” expresién de lo que el nourético, con Ia imagen glorificada que tiene de sf, eree que Te espera; 0, como un comprensible deseo de que sus necesidedes 59 aaa erect ace E eee eee te y i t ‘ i ‘ compulsivas sean realizadas por otros, La tenacided con que el neurdtico se aferta a cualquier actitud, es un indicio seguro de ‘aue dich actitud realize funciones que parecen indispensibles Gn a estructura de su neurosis, Hemos visto que las exigencias parecen resolver muchos problemas para él. Su funcién principal es perptua ls ilusiones que tiene acercajde si, y hacer respon sables_a factores que estén fuera de su alcance, Llevando sus necesidades a la dignidad de pretensiones, niega sus inconvenien- tes, y eoloca Ia responsabilidad de sf, sobre otras personas, Tas Gireunstancias o el destino, En primer lugar es injusto que tenga dificultades, y tiene derecho a que la vida esté dispuesta de modo gque a él no fe cause molestias. Por ejemplo, si le piden un prés- timo-o «na contribucién, se altera y en sia mente insulta a la persona que se la pide, En realidad In causa de su indignacién tr au pretension de que no le molesten. gQué es lo que hice tan ecesaria su pretension? La peticién en realidad le enfrenta con un conflicto dentro de si, entre su necesidad de acceder a la peti- tidn y su necesided de frustrar a los dems. Pero mientras tenga Gemagiado miedo o no quiera hacer frente al conflicto —por cua- lerquiera razbn— tiene que mantener su protensién. Le pone en los términos de no querer ser molestada, pero mis precisamente es Ia pretension de que el mundo debe’ proceder de una forma {que no movilice sus conflictos (y le haga darse cuenta de ellos) Mas tarde comprenderermos por qué es tan vital para él dechinar Ia responsabilidad, Pero ya vemos que sus pretensiones le impl- den enfrentarse con sus dificultades y, por lo tanto, perpetian su neurosis. cartroro 11 * Lo, Wocgnidad do Peypcise | LA TIRANIA DEL DEBIERA Hasta ahora hemos diseutido, principalmente, e6mo el neuré- tico trata de llevar @ la realidad su yo idealizado con respecto al Snundo exterior. Con hazafias, o mediante la gloria del éxito, el poder o el triunfo, Las pretensiones neurdticas también estin relacionadas con el mundo exterior; trata de afirmar los privilegios a que le da derecho su sor ‘excepeional, por todos los medios a ‘gu aleance, El sentirse por encima de las necesidades y las leyes Je permite vivir en un ‘mundo de ficcién, como si realmente estu- ‘vier por eneima de ellas, Y cuando no esté a la altura de su yo JGealizado, sus pretensiones le permiten responsabilizar do dichos “fracasos” a factores fuera de su alcance, "Ahora. discutiremos ese aspecto de Ja realizacién, brevemente mencionado en el primer capitulo, en el cual el foco estd dentro de si. Contrariamente a Pigmalién, que traté de que otra persona realizase su concepto de Ia belleza, el neurdtico se dedica a con- vertirse en un ser supremo de su propia hechura, Mantiene ante Jealma la imagen de su perfeccién e inconscientemente se dice: “Olvida Ia despreciable eriatura que realmente eres; ast es como deberfas ser; y ser este ser idealizado es lo que importa. Debes Soportar todo, entender todo, gustar todo, ser siempre fecundo”, pare mencionir sffo uno de estos pocos dictados interores. Como son inexorables, Ips llamo “la tirania del debiera”. Los dictados interlores comprenden todo lo que el nourdtico dcbiera hacer, ser, sentir, saber, y los tabies de todo lo que no Gebiera ser. Comenzaré enumerando algunos de ellos con el fin 6 de hacer un breve resumen, (Los ejemplos serin mis detallados ‘cuando discutamos Jas caracteristicas de los debieras) El neurdtico deberta ser el méximo de la honestidad, generosi- dad, consideracién, justicia, dignidad, valor, abnegacin. Debe ser el perfecto amante, marido 0 maestro. Debe soportur todo, gustar todo, amar a sus’ padres, a su esposa, a su pais; ono debe estar unido a nada, ni nadie, nada debe importarle, nunca debe sentirse herido, siempre deberfa estar sereno, Siempre deberia gozar de la vida, o estar por encima del placer y del goce. De- berfa ser espontineo; deberfa saber dominarse. Deberia saber, comprender y prever todo. Deberia poder resolver inmediatamen- te sus problemas y los de los demds. Heberla poder vencer cual- quier dificultad en cuanto la adviertd, No deberia estar jamés eansado © enfermo, Deberla saber buscarse siempre un trabajo, Deberla hacer en una hora cosas que slo se pueden hacer en dos o tres. Este examen indica a grandes rasgos el aleance de los dictados interiores, y nos deja la impresin de que las demandas que el neurético se hace, aunque comprensibles, son, en general, dema- siado dificiles y rigidas. Si se le dice aun paciente que espera demasiado de sf, frecuentemente lo reconoce sin vacilacién; in- eluso puede haberse dado antes cuenta de ello. Ceneralmente afiade, explicita 0 implicitamente, que es mejor esperar inuco de si que esperar poco, Pero el hablar de lus demandas que se hhace no revela las peculiares caracteristicas de los dictados inte- riores, Estos adquieren un claro relieve, bajo un examen més in- mediato, Se imponen porque son el resultado de la necesidad que sionte la persona de convertirse en su yo idealizado, y de su convieeién de que puede hacerlo, Lo que primero nos choca, es el mismo desdén_ por Jo préeti- table que invade la tendencia de realizacién. Muchas de las de- mandas son de una clase que ningén ser humano puede cumplir. Son claramente fantésticas, aunque la persona no se dé cuenta de ello, Sin embargo, no puede menos de reconocerlo, en cuanto sus esperanzas salen a la luz de Ja eritica. Pero el que se dé cuenta intelectualmente, generalmente no cambia mucho. Digemos que tun médico puede comprender claramente que no puede realizat tun trabajo cientifico intensive, ademés de nueve horas de con- sulta, y una intensa vide social; sin embargo, después de realizar 62 tentativas abortadas para limitar alguna de las tres actividades, ontinia como siempre. Sus demandas de que las limitaciones G2 tiempo y energia no deben regie para él, son mis fuertes que su razén, ©, para poner un ejemplo més sutil: durante una seston de andlisis una paciente estaba desolada, Habia estado hablando con una amiga acerca de los problemas maritales de la «ltima, que eran muy complicados. Mi paciente silo conoeia sociaimente ai marido. Sin embargo, aunque Hevaba varios aos psicoanali. zindose y tenfa un conocimiento suficiente de las derivaciones psicolégioas que upon la relacién entre dos persones, erela que deberfa haber podido decir a su amiga si su matrimonio era sos. tenible o no. Yo Ie dijo. que esperaba de sf algo que nadie podia lograr, indiqué la cantidad de preguntas que habla que aclarar antes de quo se tuviera una impresion de los factoret que operan en ta situacién, Entonces resulté que ella se habia dado cuenta de la mayorla de las dificultades, antes de que yo se las hubiera indi. cado, Pero ain crefa que debfa tener una especie de sexto sentido ‘que penetrase 4 través de ellas. Hay otras demandas que no son fantésticas en si, pero que demuestran un completo desdén de la situacién en que podrian realizarse, Asi, muchos pacientes esperan terminar su andlisis en snuy- poco tlempo porque son muy ineligentes Pero el proarese en el andlisis tiene poco que ver con la inteligencia. El poder de raciocinio que pueden tener dichas personas, se emplea, realmen- te, para obstaculizar el progreso. Lo que importa son las fuerzas emotionales que operan en los pacientes, sit capacidad de ende- rezarse y asumir la responsabilidad de ellos. Esta esperanza de fécil triunfo, no s6lo opera a lo largo del anilisis, sino igualmente con respecto a la penetracién individvol Por ejemplo, el reconocimiento de algunas de sus pretensiones neurdticas le parece que es haber vencido a todas. Eso requiere un trabajo paciente; las pretensiones subsistirdn mientras no ha- yan cambiado las necesidades emocionales que las han creado (es0 lo ignofan). Green que su inteligencia deberla ser un motor supremo. Naturalmente, su decepeién subsiguiente es inevitable Igualmente, una maestra puede esperar que, con su larga expe. riencia de la entéflanza, le resultarfa facil escribir un ensayo sobre cualquier tema pedagégico. Si las palabras no fuyen de at pluma, 63 | | | | | su visién se nubla: “Aunque yo estuve expuesto a esta deberia haber salido de ella como um lilo de un ee Si él pudiera asumir una verdadera responsabilidad por su vida en lugar de una espuria, pensarfa diferentemente, Reconoceria que lis influencias primitivas no pueden por menos que moles- tarle desfavorablemente. Y verfa que, cualquiera que fuese el origen de sus dificultades, éstas alteran su vida presente y Futura Por esta raz6n debe dedicar sus energias a vencerlas, En lugar de ello, deja el asunto entero al nivel fantistico y futil en su de- manda de que él no debiera haber sido afectado, Es un signo de progreso el que un paciente, en un perlodo posterior, varie de posicién y se enorgullezea de no haber quedado completamente abrumado por las experiencias primitivas, ras retrospectivos operan con su fglso sentido de la responsabi- Jidad y Ia misma futilidad resultdnte, Una persona mantendrd que deberia haber ayudado a su amigo, expresando una eritica franca; otra que deberfa haber criado a sus hijos sin que se pu- sieran neuréticos, Naturalmente, todos sentimos haber fallado en algin aspecto, Pera se pueden examinar las razones del fracaso y aprender de ellas. También tenemos que reconocer que cn vista de las dificultades neurdticas existentes en la época de los "fraca- sos", realmente pudimos haber hecho lo mejor posible en tal ccasién, Pero, para el neurético, haber hecho lo mejor posible no es hastainte. Milagrosamente, él deberla haber hecho algo :nis. Igualmente, el darse cuenta de los inconveniontes actuales es indeseable para un ser acosado por debieras dictatoriales. Cual- quiera que sea Ja dificultad, debe ser prontamente suprinida, EL modo de efectuar Ia supresién, varia, Cuanto mas vive la persona en un mindo de imaginaciOn’ es més probable que no tenga en cuenta las cificultades. As{ una paciente que descubrié que tenia grandes deseos de ser una eminencia gris, y que vio lo que dicha tendencia habia influido en su vida, quedé convencida, al dla siguiente, de que la tendencia era enteramente un asunto pasado. No debia tener anhelos de poder, por Jo tanto, no los tenia. Des: pués de tales “mejoras”, que ocurrian frecuentements, nos dimos cuenta de que la tendencia de dominio o influencia, no era mas que la expresién de! mAgico poder que ella tenia en su imaginacién, La actitud hacia la nifiex ho es ‘i rea en la cual los debie~ 66 Otros tratan de suprimir mediante la voluntad, cualquier difi- cultad udvertida, A este respecto, Ia gente puede Hegar a grandes extcein0s, Pienso, por ejemplo, en dos jovencitas, que erelan que tno. debian tener miedo de nada. Una de ellas tenia miedo a los Jadrones, y durmié en una casa vacia, hasta que el miedo se le quité. La otra temia nadar cuando el agua no estaba transpa rente, por temor a que la mordiesen peces o sexpientes. Y cruz6 a nado una babla infestada de tiburones. Ambss muchachas lo- graron de esta manera vencer sus temores, De este modo, los incidentes parecen dar la raz6n a los que consideran que el psico- anilisis es una tonteria, zAcaso no demuestran que lo (inico nece- sarioies dominarse? Pero en realidad el miedo a los ladrones y fa Its serpientes, no era mis que la manifestacién més obvia y expresa de un temor escondido, Y esta ansiedad basica, quedaba intucta con el veneimiento del miedo reconocido. Simplemente, quedé cubierta, lanzada més profundamente con la supresién de tin sfotoma que no tocaba la verdadera perturbacié En el andlisis podemos observar oSmo la maquinaria de la vo- Iuntad se utiliza en ciertos tipos cuando se dan cuenta de alguna flaqueza, Resuelven ¢ intentan mantener un presupuesto, mez- arse con la gente, ser més firmes, 0 mas benévolos. Esto estaria muy bien, si mostrasen un interés igual en comprender las im caciones y origenes de sus perturbaciones, Desdichadamente, les falta este interés. El primer paso, que es ver Ia extensién completa de la particular alteracién seria ir contra su esencia. Seria lo con- trario de su tendencia frenética para que desaparezca la pertur- bacién. También, ya que se creen que deberian ser lo bastante fuertes para vencerla mediante un dominio consciente, el proceso do un cuidadoso desenredo serfa.un réconocimiento de debilidad y derrota, Estos esfucrzos artificiales estén destinados, pronto 0 tarde, a disminuit; luego, a lo sumo, la dificultad se ha’ dominado tun poco. Lo tinico seguro es que se ha ocultado, y que seguird operando en forma mis disfrazada, : Naturalmente, el analista, no debe estimular tales esfuerzos, sino analizarlos La mayorfa de las perturbaciones neuréticas resisten incluso Jos mayores esfyerzos de dominio, Los esfuerzos conscientes no sirven de nada contra una depresién, contra una inbibicién pro- @ PP PP OEE fundamente srraigada a trabajar, o contra ensuefios agotadores. Se pensrla quo esto 3 cafo para culgulera que be obteido ‘agin conocimiento psicolégico durante el andlisis, Pero, de nue~ vo, la claridad de pensamiento no penetra el “Yo deberta domi narlo”. El resultado es que se sufte mis iptensamente las depresiones, eteétera, porque ademds de ser penosis, se convierten en el signo visible de su falta de omnipotencia. A. veces el analista puede pillar este proceso en sus comienzos y cortarlo de raiz. Asi unt paciente que habia revelado In extensién de sus ensuefios, mien tras exponfa en detalle lo sutilmente que invadian la mayor parte de sus actividades, se dio cuenta del dafio que causaban, al menos del modo en que minsban sus energias, A la vez siguiente se sentla un poco culpable de que los ensuefios persistieran. Cono- celendo sus exigencias, yo le inyecté mi creencia de que no serfa posible ni prudente cortarlas artificialmente, porque seguramente ‘cumplfan importantes funciones en su vida, que irlamos enten- diendo gradualmente. Ella se sintié muy aliviada, y entonces me dijo que habia decidido terminar con sus suefios. Pero como no habfa podido lograrlo, erefa que yo me iba a enfadar con ella La paciente habla proyectado en mf sus esperanzas. Muchas reacciones de desolacién, irritabilidad 0 miedo, que se producen durante el andlisis son menos una respuesta al descu- brimiento de sus problemas que hace el paciente (como el ana- lista tionde a suponer), que a su sentimiento de impotencia para suprimirlo inmediatamente. Asi los dictados interiores, aunque son unos medios mAs radi- cales de mantener la imagen idealizada, como los otros, no tien- den a un cambio real, sino a In perfeccién absoluta ¢ inmediata Tienden «: hacer desaparecer la imperfeccién, o a aparentar que se ha logrado la perfeccién particular. Esto es especialmente claro si, como en el dltimo ejemplo, las demandas interiores estin exte- Horlaadas. Entonces lo que la persona realmente es y lo que sufte, pierde su importancia, Sélo importa lo que es visible para los demés; un temblor de la mano, un rubor, una torpeza en sociedad, Los debieras, por lo tanto, carecen de la serledad moral de los genuinos ideales. Los que 10s padecen, no luchan por lograr un 68 mayor grado de honradez, sino que se sienten lmpuleades a bon- seguir Ja honradez absoluta, que se encuentra a la vuelta de la ‘esquina, 0 se consigue mediante Ia imaginacién. ‘lo sumo, pueden lograr une perecsén objetive, tal como Ia deserita por Pearl Buck, en su Madame Wu de Pavilion of Women. {En él se describe una ‘mujer que se erce que siempre hace todo bien, La apariencia superficial de tales gentes es, no es preciso decitlo, completamente engaiosa, Ellos mismos se asombran cuando, al parecer surgida de la nada, tienen une fol calles o alguna descompensacin cardiaca, gCémo es pregunten. Siempre han vivido perfectamente, han jo jofes en 511 clase, organizadores, esposos 0 padres modelos. Con el tiempo sucede algo que no pueden dominar del modo acostumbrado. ¥ como no tienen otro modo, su equilibrio se altera, El analista, al tener conocimiento de ello y de la enorme tensién bajo Ja eual opera, se manila de que bublersn seguldo adelante sin graves alteraciones. Cuanto més nos damos cuenta de la naturaleza de los debieras, mis claramente vemos que la diferencia entre ellos y los patro- es morales verdaderos no es de cantidad, sino de calidad. Uno Ge los més graves errores froudianos fue’ el mirar_Tos dictados interiores (ulgurlos de cuyos aspectos habla visto y descrito como cl superego), como los constituyentes de Ia moralidad en general. Para comenzar, su relacién con las cuestiones morales no os de- nasiado cercana, Es cierto que los mandatos de perfeceién moral zsuimen un lugar prominente entre los debieras, por In sencilla razén de que las cuestiones morales son importantes en todas las vidas, Pero no podemos separar estos debieras particulares de ‘tres, igualmente insistentes, claramente determinades por 1a farroganela inconselente, como por ejemplo: “Yo deberia salir fécilmente de un embotellamiento del trifico", o “Yo deberia saber pintar sin trabajo y sin aprendizaje Iaborioso". También tenemos {que recordar'que muchas demandas carecen incluso de un con- tenido moral, entre ellas: "Yo deberia salir,con bien de todo”, “Yo deberia sucar el mejor partido de todo", “Yo deberla poder ven- germe siempre de todos", Sélo viendo el cusdro completo, pode- ros tener una perspectiva adeouada de las demandas de perfec- tién morel. Como los otros debieras, estin penetrados por el es- 68 * piitu de la arrogancia y ta tendencia a destacar Ja gloria del neurético, convirtiéndolo en un dios, Son, en este sentido, la fal sificacién newrdtica de las tendenoias morales normales. Cuando se afiade a todo esto la falta de honradex inconsciente, que suporie necesariamente el hacer desaparecer las manchas, se es considera ms como un fenémeno inmoral en lugar de como un fenémeno moral. Es preciso tener una idea clara de estas diferencias para poder orientar al paciente, en lugar de hacia un mundo ilus al desarrollo de ideales genuinos, Hay otra cualidad de los debieras quo los distingue de los pa- trones genuinos, Esté implicita en los comentarios anteriores, pero Hone demasiado peso propio para no ser declarada soparada y explicitamente. Se trata de su cardcter coercitioo. Los ideales tam- én tienen un poder de obligacién sobre nuestras vidas. Por ejemplo, si entre ellos esth la ereencia de cumplir con las respon- sabilidades, que reconocemos como tales, hacemos todo lo posible para hacerlo, aun cuando esto pueda ser dificil, Cumplir con ellas es lo que nosotros deseamos iiltimamente o estimamos justo, El deseo, el juicio, la decisién es nuestra. Y, como estamos de acuerdo con nosotros, las decisiones de esta clase nos dan libertad y fuer- za. Al obedecer los debieras, por lo contrario, tenemos la ‘misma libertad que hay en una contribucién “voluntaria” 0 una ovacién en una dictadura. En ambos casos, siempre tt répidas vengan- 21s si no estamos a Ia altura de lo que se esperdba de nosotros. En cl caso de los-dictados interiores, esto significa viclentas reac- ciones morales ante el no cumplimiento; reacciones que atravie- san la escala total de la angustia, la desesperacién, Ia autocondena y los impulsos autodestructores. Para el espectador, pueden apa- recer totalmente desproporcionados a la provocacién. Pero son totalmente proporcionados a lo que ello significa para cl individuo. Voy a citar aiin otto ejemplo del carkcter eoercitiva de los die- tudos interiores. Entre los inexorables debieras de una mujer s- taba el prevenir todas las contingencies. Estaba orgullosa de lo que consideraba sus dotes de previsiOn, y de evitar los riesgos a su familia mediante su prudencia y su presciencia, Una vez hizo planes complicados para que su hijo se psicoanalizase, Sin em argo, no habia sabido tener en consideracion Ia influencia de un amigo de su hijo, enemigo del psicoandlisis. Cuando se dio cuenta de que habfa dejado al amigo fuera de sus cfleulos, tuvo una 10 fuerte reacién fisen, y te pareclb que Ja tera cela bp su es. En realidad era'muy dudoso que el amigo tuvie Bitencia como ella pensaba, e incluso podia. haber buscado su apoyo. La reacoién fue enteramente debida a haberse dado brus- cca cuenta de que ella deberla haber pensado en él. Igualmente tuna mujer que se considera una magnifica chofer, empujé lige- ramente @ un coche que iba delante de ell, y ‘un afical, de policia la reconvino. Ella tuvo una sibita sensacién de irrealidad, aunque el accidente era minimo, y no teria a los policfas siempre que pensaba que tenfa razén. ‘Las reacciones de ansiedad con frecuencia escapan-a la aten~ cién porque las acostumbradas defensas contra la ansiedad actian {nstantineamente. Asi un hombre que se crefa un amigo perfecto, se dio cuenta de que habla tratado con aspereza a un amigo, cuando debia haberlo ayudado, y se entregé a la bebida, ¥ una mujer que crcia que debfa sor siempre amable, fue erticada por tuna amiga por no haber invitado a otra a una fiesta. Experiment tuna fugaz angustia, y estuvo a punto de desmayarse, reaccionan- do frente a ello con una creciente necesidad de afecto, que era su forma de contener la angustia. Un hombre, bajo I» tensién de los debieras incumplidos, desarrollé la apremiante necesidad de dormir con alguna mujer. Para é1 la sexualidad era un medio de scntirse querido, y de restablecer su propia estimacién menguada 1s de extrafiar, pues, en vista de las restricciones, que los debierss Tengan tal’ poder eoercitiv, Una persona, puede fun- cionar bastante bien mientras viva de acuerdo con sus dictados Interiores. Peso pierde el equilibrio, si se ve pillada entre los de- Dieras contradictorios. Por ejemplo, un hombre crela que debia ser el médico ideal y dedicar todo su tiempo a sus pacientes. Pero también deberfa ser el marido ideal, y dar a su esposa todo el tiempo necesario para que fuese feliz. Al darse cuenta de que no podia ser ambas cosas, fe invadié una ligera angustia, La angustia Siguié siendo ligera, porque él inmediatamente trat6 de resolver cl nudo gordiano corténdolo con una espada, y determinando es- tablecerse en el campo. Esto signifiaba rentnclar a sus esperane zas de aprender y de este modo arriesgar su futuro profesional EI dilema, quedé al'fifr resuelto, satisfactoriamente, mediante 1 anilisis. Pero esto muestra la cantidad de desesperacién que n puede ser engendrada por los dictados interiores contradictorios. Una mujer estuvo a punto de quedar destrozada, porque no podia combinar el ser una madre y una esposa ideales, ya que lo diltimo significaba para ella sufrisle todo a un esposo alecholic. Naturalmente, tales debieras contradiotorios hacen dificil! ya gue no imposible, tomar una decisién racional entre ellos, ya que las exigencias opuestes son iguslmente cocrcitivas, Un’ pi- clente pasaba noches de insomnio porque no podia decidir s se ‘iba a fr de vacaciones con su esposa, 0 quedarse trabajando en {a oficina. gDeberfa estar de acuerdo con lo que esperaba de él esposa, 0 con Jo que esperaba su empleador? La ouestin de lo die 4 queria renlmente'no le habia entrado en la cabeza. Y, en base a los debieras, el asunto no podia decidivee, , Un persona no se da cuenta nunca del impacto total de la tiranfa interior © de su naturaleza. Pero hay grandes diferencios indioiduales en las actitudes hacla esta tirania y los medios de expertmentarla, Fluctian entre Ios polos opuestos de la docilidad y Ja rebelién, Mientras elementos de tales actitudes diferentes actian en cada individuo, usualmente provalece el uno y el otto, Fara anticipar distinciones ulteriores, las actitudes y los modes de experimentar los dictados interiores, estin principalmente de. terminados por los mayores atractivos, que Ia vida oftece al indi. yiduor dominto, amor. 0 libertad. Como mas tarde vamos a dis: cutir estas diferencias,* sblo indicaré aqui brevemente cémo ope- tan con respecto a los debieras y los tabies _ El tipo expansivo, para quien el dominio de Ia vida es critico, fiende a identificarse con sus dictados interiores y, ya consclente © inconscientemente, a estar orgulloso de sus patrones, No discute su validex y trata de realizarlos de una u otra forma, Puede tvatar de estar a la altura de ellos en su conducta real. Deberia ser el mds importante para todos; deberfa no equivocarse jamés; de- berfa no fracasar en nada que intentase} en resumen, realizar. to- dos sus debieras particulares, Y, en su mente, eétd ala altura de sus supremos patrones, Su arrogancia puede ser tan grande que no considere siquiera Ia posibilidad del fracaso, y lo deseche si se produce, Su rectitud arbitraria es tan rigida que, en su mente no puede cometer tin error, 1 Cf, Capitulos VIL, IX, X y XL, 18 juanto més abismado esti por su imaginaci6n, menos necesario ve cs hacer esfueraos reales Entonces ex suficlente que en su mente sea supremamente temerario u honesto, por muy acosado {que exté por los miedos, o por muy deshonesto que sea en Ia ro Hidad. La frontera entre el “debiera” y el “soy” es muy vage para €l; probablemente no esté muy clara para ninguno de nosotros. BI poeta olemin Christian Morgenstern ha expresado esto con- cisamento en uno de sus poemas. Un hombre estaba en un hes pital, con la piema rota por un camién. Leyé que en la calle onde habia tenido el accidente no se permitia el transito de eamiones, y llegé ‘la conclusion de que: su experiencia habla fido s6lo un suetio, Porque sacaba en conclusién que no sucedia nada que no debiere suceder. Cuanto mis prevalese sobre. su raciocinio la imaginacién de una persona, més desaparece la fron- tera y es el esposo, padre o ciudadano modelo. 5 EL tipo pokes para quien el amor parece la resolucién de todos los problemas, igualmente siente que sus deberes con: tuyen una key incuestionable, Pero al tratar anhelosamente ae a ln altura de ellos, siente, constantemente, que no puede hacerlo. FI elemento principal de su experiencia conscionto es, por lo tanto, autocritiea, un sentimiento de culpa, por no ser el ser supremo. : Satie ‘Llevadas al extremo, estas dos actitudes hi Jos dicta teriores, hacen dificil que Ja persona se analice. La tendencia hacia una extrema actitud le puede impedir ver faltas en st mismo, Y Ia tendencia hacia el otro extremo —la de sentirse ct Ipable con demasiada facilidad— supone el peligro de ver inconvenientes que tengan un efecto abramador en lugar de Wberador.| | TEI tipo resignado, finalmento, para quien la idea de la “hber- tad” es mas atractiva que ninguna otra, cs, de los tres, el que ‘est més-dispuesto a rebelarse contra su tiranfa interior. 7 core de Ia misma importancia que la libertad, o su versién de ella, ticne para él, es hipersensible a toda coaccién, Se puede rebelar en una forma pasiva, Entonces todo Jo que eree que deherla hacer, ya sea con respecto a un trabajo, a la leotura de un libro, ‘0 al comercio sexual con sv mujer, se convierte —en su mente- fen una coacelén, desplerta un resentimiento consciente o incons- lente, y por consecuencia, le abate. Si hace algo, lo realiza bajo Je tensién producida por su resistencia Interior, 3 Se puede rebelar contra los debi lebieras de un mod Pose tratar de rescind de todos ellos, e ir al ote teen insistiendo en hacer s6lo cuanto le agrada. La rebelié : ae ae y entonces es, frecuentemente, Ie sebelion dt desesperaci, Ya que no puede ser tn dechado de pied, i, l, etcétera, ces seri te“ ” seek promiscuo, mentizoso, aftentard-a los dened ee ces, una persona que generalmente cumple con ras atraviesa una fase de rebelién, TP Maret fi doce fo cain maestria esas rebeliones temporales. No ha demostrado iclmente que pueden ser venckias, por la inisina razin de Geis eae externas constituyen un poderoso alia- 7 bs ictados interiores. Y después el individuo queda triste ‘inalmente, otros pueden ‘r . len pasar por fases alternativas de “bon- dad dn a set et aera hop quier norma o principio, Para el amigo que los observa, tales Personas presentan un enigma insoluble, A veces son ofensivas Imente frvesponsabler en los asuntos senuales 0 financieros, y en otras demuestian una sensibilidad moral altamente desnrollada ‘or Io tanto, el amigo que ha desesperado de que tuvieran.algin sentimiento de decencia, se tranquiliza con respecto a que des- pués de toda son buens personas, aunque al poco tiempo vuelve a toner graves dudas. Otros pueden estar constantemente pasando de: “Yo debiera” a “No, no lo haré"; “Yo deberla pagar una deuda No, gpor qué voy a pagarla?”; "Yo deberla guardar una , no lo haré", Con frecuenela estas entey dan la impresion do es: | pontaneidad y confunden sus actitudes| contradictorias hi dy conta s| contradictorias h “debieras Cualquiera que sea Ja actitud que prevalezea, siempre se exte- riotiza una gran cantidad del proceso: se experimenta como si se realizara entre uno y los dems. Las variaciones a este respect, conciernen al aspecto particular que se exterioriza, y al modo en que se hace, En términos generales, una persona puede, pri- mordialmente, imponer sus normas a los otros, y hacer demandas inexorables en cuanto a Ia perfecoién de ellos, Cuanto mis se siente la medida de todas las cosas, més insistiré, no acerca de Ja pexfeccién general, sino sobre la aceptacién de sus normas par. 4 Uculares. El que los demés no logren hacer eso, despierta su des- dén 0 su cflera. AGn mis irracional es el hecho de que la irrita- cién que siente hacia si por no ser, en ningin momento y bajo todas las condiciones, lo que deberia ser, puede ser vuelta hacia afuera, Ast, por ejemplo, si no es un perfecto amante, o es pillado fen una mentira, se puede volver coléricamente contra los que ha fallado y Innzar ncusaciones contra ellos ‘También puede experimentar lo que espera de si como vinien- do de los demés. Y si los demés esperan algo realmente o si él ceree sencillamente que lo esperan, sus esperanzns se convierten entonces en demandas que hay que realizar. En ol anélisis cree Que el ‘analista espera lo imposible de él. Atribuye al analiste sus Sentimientos do que siempre deberia ser productivo, siempre de- beria tener suefios que notificar, siempre hablar de lo que el analista espera que hable, siempre darse cuenta de Ia ayuda, y aemostrarlo con su mejoria, Si cree de esta manera que otros esperan o exigen algo de él, puede responder de dos modos diferentes, Puede tratar de anti- tipar o adivinar sus esperanzas y estar dispuesto a realizarlas. En tal caso, usualmente anticipa que le condenarian o dejarian en caso de que fallase. O, si es hipersensible a Ja coaccién, creeré ue le hacen imposiciones, que se meten en sus asuntos, que le empujan o le coaccionan, Entonces lo siente mucho, e incluso se rebela contra ellos. Puede estar en contra de hacer regalos en Navidad, porque son cosa esperada, Puede it a Ja oficina o a una lun poco después de lo convenido. Olvidaré los aniversarios, tas o cualquier favor que se le pida, Puede olvidar hacer una ta a sus parientes porque su madre le ha pedido que lo haga, tunque le habria gustado visitarlos y habla pensado en hacerlo, Se rebelard contra cualquier peticién, Las criticas de los demas Te indignan més que le asustan. Su autocritica injusta se oxterio-~ riza tenazmente. Piensa que los demés son Injustos al juzgarle, y que siempre sospechan motivos ulteriores. O, si su rebelidn es ans agresiva, lanzard descaradamente su desaffo, y creeré que no le importa lo m4s minimo lo que los demés opinen de él. La reacciéa excesiva a las peticfones es un buen medio de re- conocer las demandas ulteriores. Las reacciones que nos parecen totalmente desproporcionadas pueden ser particularmente {tiles 8 gn autoanalisis. La siguiente ilustracién, autoanlisis en parte, puc- de ser til para demostrar ciertas falsas conclusiones que pode- ‘mos sacar de autoobservaciones. Es concemiente a un negociante muy ocupado a quien vi en una ocasién. Le habfan pedido tele- fénicamente si podfa ir al muelle para recibir a un escritor refu. lado que venin de Koropa, Siempre tubia.adiado s dcko escritor, y Ie habia conocido socialmeltté'durante un viaje a Eu- ropa. Como tenfa todo el tiempo ocupado con conferencias y otros trabajos, le habria sido realmente imposible acceder a la peticién, cspeclaliente ya que suponfa esperar horas enteras en el muelle Mis tarde se dio cuenta de que podia haber reaccionado de dos maneras, ambas sensatas. Pudo decir que lo pensaria, y verla si podia hacerlo, 0 pudo declinar diciendo que fo sentia mucho, y ‘que podia hacer otra cosa por el eseritor. En vez de ello, reacciond con inmediata irritacién y dijo bruscamente que tenia mucho que hncer y nunca irfa @ recibir a nadie al puerto. En seguida Jament6 su respuesta, y luego se molest en averi- guar dénde estaba alojado el escritor, de modo que pudiera ayu darle, si lo necesitaba, No s6lo lamentaba el ineidente; tambisn se sentla desconcertado, gNo pensaba tan bien del escritor como crela? Estaba seguro de que si. No era tan amigo de ayudar como se consideraba? En tal caso, gse hallaba irritado porque le habian Puesto en un apuro por tener que dar pruchas de su amistad? Aqui estaba en buen camino. El solo hecho de dudar de lo genuino de sw generosidad era ya un paso impoxtante, pues, ¢! su imagen idealizada, él era un benefactor de la humanidad. Sin embargo, era més de lo que él podia digerir en aquella oportuni- dad, Rechazé la posibilidad recordando que después sintié anhe- los de ofrecer y dar ayuda, Pero al cerrar una de Ins avenidas de su pensamiento, hall6 de repente otra clave. Al ofrecer ayuda, la iniciativa habia sido suya mientras que en la otra ocasién le hae ban pedido que hiciera algo. Entonces se dio cuenta,de que habia considerado la peticién como una imposicién injusta. $i hubicra sabido la egada del escritor, seguramente habria considerado es- pontineamente el salir a recibitlo. Entonces pensé en muchos incidentes similares en Jos cuales habia reaccionado con irritaciin cuando le pedian un.favor, y se dio cuenta de que, al parecer, sentla como una imposicién 0 coaccidn, lo que en realidad eran tmeras peticicnes 0 sugerencias, También pens6 en su irritabilidad 6 jando no estaban de acuerdo con él 0 cuando le eritieaban. Liegs {tla conclusién de que deseaba dominar, Yo menciono esto aqui, porque hay reacciones de esta clase que se toman facilmente por tendenelas de dominio, Lo que habfa visto en 61 era eu bipersen- sibildad a In eoacoién y Ta eritica. No podia soportar Ta eaxecién porque ya estaba dentro de una camisa de fuerza. Y no podia so- portar Ia critica, porque él era su peor eritico, En este contexto podriamos seguir Ja senda abandonada por é! al dudar de su ama- bilidad. En gran yfarte era amable porque deberta ser amable y no por su amor abstreeto por la humanidad, Su actitud hacia los indi- YViduos concretos kstaba mucho més dividida de lo que ereia él, Asi, cualquier peticién Je sumia en un conflicto interior: tendrla (que acceder a ella y ser muy generoso, y a Ta vez. no permitir que nadie le coaccionase. La irritabilidad era Ja expresién de verse pillado en un dilema que era entonces insoluble. os de los debieras sobre la personalidad y la vida de son’ tenon vara sopin tu modo de responder « clos 0 de ex: perimentarlos, Pero ciertos efectos se demuestran inevitable y regularmente, aunque en mayor o menor grado, Los debieras siem- pre producen un sentimiento de tensifn, tanto mayor cuanto mis trata la persona de levarlos a la realidad. Puede sentir que esth todo el tiempo de puntillas, y puede sufrir un agotamiento ex6- nico, Puede sentirse vagamente tenso 0 acorralado, O, si sus pen- samientos coinciden con actitudes que se esperan culturalmente de 4, puede sentir sélo una tensién casi imperceptible. Sin em- hhargo, puede ser Io bastante fuerte para hacer que una persona activa desee dejar toda actividad u obligacién, Ademés, a causa de las exteriorizaciones, los debieras siempre contribuyen a alteraciones de las relactones humanas en uno 0 en otto aspecto. La perturbacién mis general en este punto es Ia hipersensibilidad a la critica. Como Ta persona es despiadada consigo misma, no puede experimentar ninguna critica por parte de los otros —ya réal o supuesta, ya amable w hostil— por ser tan condenatoria como la suya. Comprenderemos mejor la intensidad de esta sensibilidad cuando nos demos cuenta de Yo mucho que se odia el neurético por no estar a fa altura de los prineipios que 1 €1 mismo se ba impuesto? De todas maneras las clases de altera- cién en las relaciones humanas dependen, de la clase de exteriori- zacién que prevalevea. Pueden hacer a I persona demasiado cxt- tica y dspera con los demés o demasia{lo recelosa, demasiado desafiadora 0 demasiado complaciente, Lo mds importante de todo, es que los debieras dafian la espon- taneidad de los sentimientos, deseos, pensamientos, creencias, es decir, la capacidad de sentir los propios sentimientos y de expre- sarlos. La persona, entonces, puede ser, a lo sumo, “espontiner- mente compulsiva” (para citar a una paciente) y expresar “i= bremente” Jo que debiera sentir, desear, pensar 0 creer. Estames acostumbrados a pensar que no pueden dominar Jos sentimientos, y_sblo Ia conducta, A tratar con los demas podemos hacer que {rabajen, pero no podemos hacer que nadie ame su trabajo, Igual mente, estamos acostumbrados a pensar que podemos obligarnos, ‘como si no sintigramos recelos, pero no se puede infundir, a hy fuerza, un sentimiento de confianza, Esto sigue siendo cierto, esencialmente, Y si necesitésemos una nueva prueba, el psicoana. lista la proporeionarfa. Pero si los debieras dan una orden « los sentimlentos, la imaginacién mueve su varita mégica y la from tera entre lo que deberiamos sentir, y lo que sentimos, se evapora, Conscientemente creemos 0 sentimos entonces como’ deberfamos creer 0 sentir. Esto aparece en el anilisis cuando Ie espuria certidumbre de Jos seudosentimientos queda conmovida, y el paciente pasa por un periodo de incertidumbre turbadora, que es penoso, pero cons- tructivo. Una persona, por ejemplo, que crefa que queria a todo el mundo porque creia que deberia hacerlo, puede preguntar en- tonoes: ¢Quiero realmente a mi marido, a 'mis discipulos, a mis pacientes? z0 @ alguien? Y en este punto las preguntas no tienen respuesta porque s6lo ahora se puede actuar sobre los miedos, recelos y resentimientos, que han impedido la libre emisién de los sentimientos positivos, que estaban cubiertos por los debieras, Yo lamo constructivo a este periodo, = representa una iis queda de lo genuino. Es asombroso hasta el punto que pueden quedar aplastador los descos espontineos por los dictados interiores, Citaremos Ia * Capitulo ¥, “Odio y Desprecio de St”. 8 carta de una paciente, escrita después que describié la tirania de sus debieras: algo, jni si- “Vi que era completamente incapaz de querer elgo, quiere a ‘muertel Y, desde luego, no «vidas. Hasla entonces Jo crefa que mi perturbacién era que yo ne podia hacer co- Sas; que eit incapaz.de renunelar a un suefio, de reunit mis cosas, de aceptar o dominar mi irritabilidad, de ser mas hu- mana, ya por {uerza de voluntad, paciencia o dolor. ‘Por primera vez entonces, vi que era literalmente ineapez de sqntir nada, (A pesar de mai famosa hipersensibilided! ) Que bien conocia el dolor —todos ie ors estaban id la rabia,-el desdén y la Jéstima de mf misma, y Ia des Peracion, durante los dltimos seis afios, Sin embargo, ahora 1p veo, todo era negativo, reactivo, compulsivo, todo impuesto desde’ afuera; dentro no habla absolutamente nada milo’ seacibn de sentimientos artificlales es especialmente asom- Pe een us cya Imagen Wealizada va on In dieci6n de Tr bondad, el amor Ia santidad: Deberlan ser contra fagradecidos, comprensivos, generosos, amantes, y,, por Jo tanto, aeeaeeseettes, tonen today esas cuatidades, Hablan y reallzan fetos como si fueran tan buenos y amantes. Y como estin conven- tides do ello, incluso pueden convencer temporalmente a otras. Pero, claro esté, que estos sentimientos artificiales, earecen de profundidad y de fuerza. En circunstancias favorables, pusdes Ser bastante consistentes, y entonces, naturalmente, no se dude de ellos, Madame Wu, en Pavilion of Women, comenzb a duder Ge lo genuino de sus sentimientos sélo cuando surgieron dificul- tas fn su familia, y cuando encontrs un hombre ave ere sin ero y hon su vida emocional. a rR Teecuetemente To superficial de Tos setinientes a mex dida se demuestra en’ otros aspectos. Pueden desaparecer fécil- mente, El amor cede en seguida e) paso a la indilerencia, of! resentimiento y el desprecio, cuando resultan herides el orgullo © la vanidad, Ein estos casos la gente no suele preguntarse: “gQué 3 De “Finding Uli Sell" American Joural for Peycheanalyt, 1940 tna Gort, con bslogo de Raven Homey 9 sucede que mis sentimientos 1 opiniones cambian’ con tanta faci .d? “Green sencillamente que hay una persona que les ha qu tado su fe en la humanidad, © que “realmente” nunca confiaton en ella, ‘Todo esto, pues, no significa que no son capaces-de sentimientos fuertes y vivos, sino que lo que apargce. en los niveles més cons- clentes con frecuencia es una gran pretensién, en la cual hay muy poco de genuino, A Ja larga, dan la impresién de ser insustanciales, evasivos, fal- tos. Sus arebator de cblea son lot dinoossentimientos renlmente En el otto extremo, los sentimientos de endurecimiento y falta de piedad, pueden ser exagerados también. Los tabiies de senti- raientos de ternura, simpatia y confianza, pueden ser tan grandes en algunos neuréticos, como los tabsies de la hostilidad y los sen- timientos de venganza en otros. Dichas personas creen que deben vivir sin relaciones personales intimas, por fo cual consideran que no las necesitan. No deberlan gozar con nada, por lo cual creen que no les importa, Su vida emocional esté menos deformada que empobrecida, Naturalmente, los cuadros emoctonales engendrados por los dic- tados interiores no estin siempre dentro de estos dos grupos extremos. Las érdenes pueden ser contradictorias. Uno deberfa ser tan compasivo que no evitase ningin sacrifiefo, pero también tener tanta sangre frla que pueda realizar cualquier acto de ven- genza. Como resultado, la persona est a veces convencida de que es dura y otras de que os extremadamente amable. En otras gentes se reprimen tantos sentimientos y doscos, que sobrovieno una muerte emocional, Puede haber, por ejemplo, ef tabti de querer algo para ellos, lo cual pone una tapa en todos los:deseos vivos y crea inhibiciones, acerca de hacer algo para ellos, Entonces, en parto a causa do tales inhibiciones, desarrollan pretensiones y se fereen con derecho a que todo en la vida les sea presentado en bandeja de. plata, Y entonces, el resentimiento, ante la frustracién de tales pr tensfones puede quedar ahogado mediante el dictado de que t nen que soportar Ia vida, 80 i os sentimien ‘Nos damos menos cuenta del daio hecho a nuestrc i fe tos or tatos debieras, que de otros dafios causados por los i tenbargo, ee realmente el precio més alto que pagamos pot (Nee de aleanzar la} perfeccién. Los resentimientos son fs pate fs vi nosotros; si se los somete a un régimen tat , viva de noretinda incertidumbre en nest ser esenlal, quo lone que afectar adversamente nuesras relaciones dentro y 2 nosotros, i . Es, ‘iff sobrestimar la intensidad del impacto * a dos interiores, Cuanto mas prevalece en Is persona Ia tendencia a Ye inlerio’®® Calidad el yo idealizado, tanto mis los debieras se con: Marten en el tinico motor que les impulse a actuar. Cuando Vitente que esth atin may lejos de su verdadero yo, deseure parte del efecto esterilizador de los debieras, puede, sin eml are ser completamente incapaz de considerar su abandon, pore ot Silos val menos asi cree— no haria nada. A veces puede express su recelo en términos de la Gee que, sélo por la bas ie Se aera gente proceda bien, to cual es la exterioriza- uate ace Spedencinintarir. otonots Tos debieas sagen Sion alor subjetivo para el paciente, del cual puede prescindlr seo eG experiment Te cxptencia de las fuerzas espontineas que hay en él. sivo de los ‘Gasade nos damos cuenta del enorme poder coercitivo de lo debi oat ‘que hacer una pregunta, cuye respuesta dis aehtemas en el Capitulo V: ¢Qué le ocurre a Ia persona al darse caer da que no puede estar a In altura de sus dictados inte: brvernente: entooescomienn ‘a odiarse y & despreciarse. No podemos, en realidad, comprenc a rie eParpacto de los debieras hasta que vemos hasta qué punto rote Snentador de odio hacia sf La amenaza de un edio punt Foals sl que acecha detrés de ellos, es la que realmente los con- vierte en un régimen de terror, Cartruvo IV ORGULLO NEUROTICO A pesar de todos sus esfuerzos hacia la perfeccién, y de todo Jo conseguido con su creencia en la perfeccién, el neurbtico no cconsigue lo que més necesita: confianza en si y propia estimacifn. ‘Aunque en su imaginaci6n es igual a un dios, carece de la con- fianza terrenal de un simple pastor. Las altas posiciones @ que puede ascender, la fama que puede conseguir, Te hacen arro- ante, pero no le proporcionan seguridad interior. En el tondo de su ser se siente rechazado, es flicilmente herido y necesita con- fitmacién incesante de su valor. Se siente fuerte ¢ importante mien tras tiene el poder y Ia influencia y se ve apoyado por In defe- rencia y el elogio, Pero todos estos sentimientos consoladores se eaban facilmente cuando, en un medio extrafio, le falta dicho apoyo; cuando tiene algin fracaso; 0 cuando esti solo. El Reino de los Cielos no se abre mediante gestos exteriores. Veamos qué le osu ata confianza ons, durante el curso de tun desarrollo neurético. AI parecer, para que la confianza en si crezca, el nifio necesita una ayuda exterior, Necesita carifio, cul dados” proteccién, una atmésfera de confianza, estimulo en sus tctividates, diseiplina constructiva. Si estos factores se dan, el nifio tendrd una “confianza basica’, para usar el término feliz de Marie I. Rasey,t que comprende la confianza en sy en los dems. En su lugar, una combinacién de influencias perniciosas impl- de el desarrollo sano del nifio. Hemos discutido estos factores y 2 Marie 1. Rasey, “Pojchoanalysts and Education”, ensayo leido ante 1a Asociueiin Pro Fomento del Psiccanslisis, 1949, 83 SSS su inluenela general en el primer capitulo, Aqui voy a aad wn euantas razones mis que hacen especificamente dificil para él legs on autovelozacin econ, Uo igh ovelgn pur ‘umentar su sensacién de importancia, Se puede sentir que. nado spreciado no por lo que, sino taaer oe vatltdoer Ja necesidad que tienen sus padres de ndoractp, prestgio © po- fe a rdgimen rigtdo de principe per ihistes puede des en él un sentimiento de inferioridad, por no estar a la altura a tle demaadas, Ls travesunsy las mats nota ie escuela pueden ser soveremente roprendidas, mientas que la buenn con ete o las buenas nots se consietan como cosa natural as tendencias hacia Ia autonomia o la independencia pueden ser ridjalizadas, Todas esos Factores, ademis de una carencia seneral de verdadero carlo o interés le dan Ia sensactén de ne S2: quedo preted, o menes dono ser apreiado como no ahtemés, ol desatollo neurtco, infsiado porta conscacin sfavorable primitiva, le debilita en el centro d divsido'y’ enlenado do si Su auloidealzacién une tenive de temediar el daio hecho por elevarse en su mente por encima le Ia cruda realidad de si y de los demfs. ¥, como en las historias del pacto diabélico, consigue toda Ja gloria, a veces en la ima; hacibn y a veces en la realidad, Pero en lugar de una s6lidn con- fianza en st, sso tlone un brillante don de valor dudossimo: el orgallo neustco. Ambos son tan semejantes que muchas veces Jay confusiones expicales con repecto a sus diferencias: La de- niin de una antigua edicin del diccionario Webster, dice ave cl orgullo es la propia estimacién, basada en méritos reales o ima- kiana. Se ace a tno ene mério eles 0 magia, pero a arabos se les Hama “propia estimacién”, como si esta dife- rencla no tuviera importancla, Hatt La confusién también nace del hecho de que la mayoria de los padres miran In confianza en s{ como una cualidad mistériosa surgida de la nada, pero cya posesién resulta altamente desea ble. Es, por lo tanto, Igico que esperen que el analista se Ia proporcione de algin modo. Lo cual me recuerda una caricatura en In cual un conejo y un ratén reciblan una inyeccién de valor; entonces crecian de tamatio, y ambos eran temerarios y Ilenos do esptrita combativo. Lo que los padres no saben —y desde Iue- 84 o, no quieren reconocer— es la estricta relacién de causa y efecto tine hay entre los dones personales existentes, y la sensacién de Gnfianza en si. Esta relacién es tan definida como el modo en om el estado financiero de una persona depende de sus propieda- gs, sus ahorros 0 sui capacidad de ganar dinero, Si estos Factores son’ satisfactorios, Ia persona tendré la sensacién de seguridad sonémica. O, para dar otto ejemplo, la confinnza del pescador {fecansa en factores tan coneretos como el buen estado de su taeen, de sus redes, su conocimiento del tiempo y del mar, y su fuerza muscular Lo que se considera como dotes personales, varia en cferto gra- do con In cultura en que se vive. En la clvilizactin occidental com- prenden tales cuslidades 0 atributos como tener convieclones at Tonomas y vivir de acuerdo con ellas, tener Ja confianza en st fynanada del conocimiento de sus cualidades, de asumir Ia res- fonsabilidad de sf mismo, mediante una valoracién reslista de Ponstras condiciones y limitaciones, de tener sentimientos fuertes Y definidos y de poseer la capacidad de establecer y cultivar bue- yas relaciones humanas. El buen funcionamiento de estos factores fe demuestra, subjetivamente en una sensacién de confianza en Sf Yen la proporcién en que estas condiciones se debiliten, lo hnard la confianza en si TEL orgullo sano esté basado, también, en atributes sustancia, tes, Puede ser una alta estima por fas hazafias especiales, como el sentirse orgulloso de un acto de valor moral o de un trabajo bien fecho. O puede ser un sentimiento més completo de nuestro pro- pio valor, un tranquilo gentimiento de dignidad. Considerando Ia cf sensibilidad de un orgullo neurético, hos sentimos inclinados h mirarlo como un crecimiento, excesivo del orgullo saludable, Sin embargo, Ja diferencia esencial, coma Remes visto muchas vecds, no es de cantidad, sino de calidad. El orgullo neurdtico es por comparacién insustancial, y se bass en fastores enteramente distintos, todos los cuales pertenecen o sit- Yen de apoyo 2 la versién glorifieada de uno, Pueden ser dones Retranos —-prestigio; pueden consistir en atributos y facultades que uno mismo se arroga. Se las variedades del orgullo neurdtico, la referente al pros- tigio es la que parece mis normal. En nuestra civilizacién es une co | | | | eacoién normal el estar orgulloso de tener una novia atractiva, de proceder de una familia respetable, de ser nativo, de haber nacido en el Sur, o en Nueva Inglaterra, de pertenecer @ un gru- Po politico o profesional que disfrute ‘de prestigio, de conocer Gentes de importaneia, de ser popular, de tener un buen coche 0 ‘una buena casa, Fe Esta clase de orgullo es Ia menos tipica en les neurosis. Para mucha gente con dificultades neuréticas considerables, estas co- sas significan lo mismo que para la persona relativamente sana; para otros pueden significar menos, si es que significan algo, Bero hay otros que ponen tanto orgullo neurético en estos valores. de prestigio, y para quienes son tan criticos, que sus vidas giran en torno de ellos, y con frecuencia ponen sus mejores energias a su servicio, Para tales gentes, es absolutamente) indispensable aso- ciarse con los grupos prestigiosos y el figurar fn instituciones de iimportancia, Caro. que todas sug actividaded se" relacionge, oe térninos de intereses gemuinos o legitimos deseosos de progreso, Cualquier cosa que acreciente su prestigio puede despertar un real jabilo; cualquier fallo del grupo para destacar el prestigio de dicha persona, o cualquier disminucién del grupo en st, prove. ‘ea todas las reacciones de orgullo herido que vamos a disoutic ahora. Por ejemplo, el que un miembro de la familia “no haga carrera” © tenga alguna enfermedad mental puede constituir un fuerte golpe a su orgullo, oculto detrés de una preocupacién su- perficial por el pariente, También hay mujeres que. prefieren abstenerse de ira un restaurante 0 a wn teatro, sifhan de ir sin ‘que las acompaie un hombre. Todo esto se parece a lo que los antropélogos nos dicen acer- a de ciertos lamados pueblos primitivos entre los cuales el indi. viduo se siente principalmente como parte del grupo. Entonces el orgullo no estd en los asuntos personales, sino en las institucio- nes y actividades del grupo. Pero mientras estos procesos parecen ser similares, son esencialmente diferentes. La diferencia princi- pal estd en que el neurético est4, en el fondo, separado del grupo. No se siente parte de él, no tiene un sentimiento de hermandad, y se vale principalmente de él para su prestigio personal Aunque una persona puede estar consumida por el pensamien- to y Ia bitsqueda del prestigio, frecuentemente esto no suele verse como un problema néurético que hay que analizar, ya por ser tan Frecuente 0 porque parece un aspecto normal dela altura, ‘© porque el mismo analista padece esa enfermedad, Es una en- fermedad, y una enfermedad devastedora, porque hace a la gen- te oportunista y de ese modo mella su integridad. Lejos de ser normal, es indicio de una perturbacién grave. En realidad, se da solamente en los que estén profundamente alejados de si, que incluso su orgullo neurético estd colocado fuera de ellos mismos. El orgullo neurético, ademés, descansa en los atributos que tuna persona se atroga en la imaginacién, todos ellos pertenecien~ tes a su imagen idealizada particular. Aqui se pone de relieve Ja naturaleza peculiar del orgullo neurético, El neurético no esté orgulloso de ser el ser humano que realmente es. Conociendo la pperspectiva equivoeada que tiene de ‘si, no nos sorprende que su orgullo borre dificultades y limitaciones. Pero va mis alld de es0. En su mayoria ni siquiera est orgulloso de sus dones existen- tes, Incluso puede tener s6lo una vaga idea de ellos; puede hasta negarlos, Pero, aunque los reconozca, pueden no intezesarle. Por ejemplo, si el analista le llama la atencién sobre su gran capacidad de trabajo, o la tenacidad que ha demostrado para abrirse camino en la vida, 0 indica que, a pesar de sus dificaltades, ha escrito un buen libro, el paciente se pueds encoger de hombros y pasar por alto el elogio con notable indiferencia. Especlalment, no te precio por todo lo que es meramente “lucha” y no realiza- Cin, Tnelusp desde, por ejemplo, I lucha honrada por legar a las ralces de su problema, demostrada al ira ver a su analista, © al tratar de autoanalizarse. f Peer Gynt puede servis como ejemplo Iterario, No le impor. tan gran cosa sus dotes existentes, su gran inteligencia, espiritu de aventura y vitalidad, Pero esté orgulloso de una cosa que no ¢s, de “ser mismo”. En realidad ¢¢ —en su smento- no él sino su imagen idealizada, con ilimitada “libertad” y poderes ili- rnitados. (Ha elevado su egocentriso sin limites a la dignidad de una filosofia de la vida con su maxima: “Sé sincero contigo mismo”, la cual, como Thsen indica, es Ja glorificacién de: “B4s- tate a ti mismo" rare mucin pacientes hay muchos Peor Gynt, deseosos de conservar sus itusiones!dé ser un santo, una inteligencia cum- bre, de poseer un aplomo absoluto, etoétera; y sienten que perde- 87 thin su “individualidad” si cedieran una pulgada de sus valores, La imaginacién en sf puede convertirse en el valor supremo, {eagren guenta el empleo que se le da ya que permite a su po- seedor mirar con desdén a las gentes pedestres que se preocupan de la verdad, El paciente, claro esté, no hablarg de lav“vordad sino que mencionard vagamente la “realidad”. Un paciente, por elemplo, cuyas pretensiones eran tan gtandiosas que esperiba gue el mundo estuviera a su servicio, en el primer momento re- Chad dicha pretensin llaméndola absurda incluso degradan- te. Pero al dia siguiente recuperé su orgullo: las pretensiones eran entonces “una magnifica creacién mental”, El verdadero significado de las pretensiones irracionales habla quedado sumer. ido, yet orgullo Ge la lmaginacion tlunfabe Mfs frecuentemente, el orgullo no esté unido especificamente 4 Ia Amaginacién, sino a todos los procesos mentales; intelecto, fazén y fuerza de voluntad. Los poderes infinitos que el neurdtico se atribuye son, des- pds de todo, facultades de le mente. No es de extrafiar, enton- Ges, que esté fascinado por ellos y orgulloso de ellos. La ‘imagen ‘dealizada es un producto de Ia imaginaclén. Pero no so ha crea dd deta noche a Ia maffana. Un trabajo incesante de intelecto imaginaci6n, inconsclente en su mayorla, se dedlica al manteni- tmiento del ‘mundo ficticio privado, mediante racionalizaciones, ustificactones, exteriorizaciones, y reconeiliacién de irreconeilia. bles; en resumen, mediante la bisqueda de medios de hacer que las cosas aparezcan distintas de lo que son. Cuanto més enajena- ds de si esté Ja persona, tanto més su mente es la suprema rea lidad. ("Una persona no tiene existeneia aparte de mi pensa- miento; no tengo existencia aparte de mi pensamiento’). Como Ia Dama de Shalott, no puede ver la realidad directamente, sino a través de un espejo. Mas precisamente: ve en tl osouje nolo ny pensamlentos, acerca del mundo y de si, Por esta razéniel orgu: Mo del intelecto, mejor atin, de la supremacla mental, no esté Iimitado a los fines intelectuales, sino que se produce regular. mente en todas las neurosis, También hay orgullo en las facultades y prerrogativas a las cuales se cree con derecho é] neurdtico. Ash puede estar enorgu- Hecido de una invulnerabilidad ilusoria que, en el plano fisieo, significa no estar enfermo jamis, ni suftir daflo fsico alguno, 88 en el aspecto psiguico, no senttse herido qunea, Otros pueden tar orgullosos de su buena suerte, de ser “favoritos de los dlo- Ses", Ksthn orgullosos de no contraer la Ialain en un ditto onda la hay, de ganar en el juego, o de tener buen temp pp todar at neurosis es una exestién de orgullo ol afimar eficaziente las pretensiones, Los que s0 sienten con derecho, a abtener algo por nada, ze sientenorgullosos de Hacer que os de sles preston dinero, les agar recados,y Yes preston ston cién médien gratuita, Otros, que se slenten con dered oa aig rida, de, Jos dem, cone date sue conejo 93 aoe eae apropiinilativa, sin babele pedo cons antes. Otros se slenten con derecho a la exoneracién, en evento indican que les ocurre algo. Estin orgullosos si logran de: prt Th Ihstima y ef perddn, y se sienten ofendidos si Ia otra per jermanece critica. ; Pe orgullo del neurStico en estar a ta altura de sus aleados interiores puede parecer robusto en la superficie, pero en Tk re3- Tidad es tan endeble como las otras clases de orgullo, ya que eth Inevitablemente unido,a las pretensiones. La madre que se sente orgullosa de ser Ia oe perfecta, generalmente es ai hontadez imaginacién, La persoba que esti orgullosa de su th a pede po fcr mens svn, pro esta genorlmento pene da de falta de honradez inconsclente y setnleons et ae a is desu abnegacién, pueden no ser genes pore pucden ebusa de fos dems Invenda wi y yalimi ademds de confundir sus tabies de race Jotullnmelan ‘por ie vartud de a arta ends, los debieras pueden tener un mérito meramente objetivo, sh B = weatelae el neudtica puede estar orgulloso de no pedir — ayuda cuando serla sensato el carlo an problema muy cono- cido en la labor social, Hay algunos orgullosos de sacar bueno ee ce lo estén de no aprovecharse de nada, cae Fengan que estar siempre con los ganadores, 0 no hacer nada en * Gitteamen Mosos de la altura de sus ‘ slo pueden estar orgullosos de. at id ae E] hecho de conocer el “bien” y el ima Kes hace semejantes a Dios, igual que la serpiente les promet 89 a Adin y Eva. Los altos principios del neurdtico Ie hacen creer que es una maravilla moral de la cual debe estar orgulloso, sin tener en cuenta e6mo es en la realidad'y lo que hace. Puede haber reconocido en el andlisis su hambre devoradora de pres- tigio, su escaso sentimiento de la verdad, su cardcter vengativd; pero’ todo ello no le hace m4s humilde, ni le hace sentir me- hos que es un ser moral superior. Para él, los defectos reales no cuentan, Su orgullo no esté en ser moral, sino en conocer lo que debiera hacer. Incluso aunque temporaimente reconozca la in- utilidad de los reproches que se hace a s{ mismo, y aunque a veces se aterre de ellos, no cede en les demandes quo se hace ¢Qué importa que él sufra, después de todo? gNo es su sufri- miento otra prueba de su superior sensibilidad ‘moral? Por lo toni e parece justo pagar ese precio con tal de mantener su Cuando pasamos de estos puntos de vista generales a los de- talles de las diferentes neurosis, el euadro 4s confuso, a primera vista, No hay nada sencillamente que no pueda ser motivo de ‘orgullo, Lo que para una persona es bueno, Jes malo para la otra. Hay quien se enorgullece de ser rudo con los demés, otros se avergiienzan de cualquier cosa que pueda ser mirada ‘como rue deza, y estin orgullosos de su sensibilidad hacia los demés. Uno esté ‘orgulloso de ser fanfarén; otro so avergonzarla de cual- quier huella de fanfarronerfa. Hay quien esté orgulloso de con- fiar en Ia gente, y hay quien esté igualmente orgulloso de des- confiar de ella, eteétera Pero esta diversidad es turbadora s6lo mientras consideremos las especiales clases de orgullo, fuera del contexto de la per sonalidad en total. En cuanto veamos cada cual desde la perspec- tiva de la estructura total del caricter del individuo, surge un principio ordenador: su necesidad de estar orgulloso de si es tan jimperativa, que no puede tolerar In idea de estar en las garras, do ciegas necesidades; por lo tanto, usa su imaginacién para con- veitir en virtudes estas necesidades, para transformarlas en cus- lidades de qué enorgullecerse. Pero s6lo sufren la transformaci6n las necesidades compulsivas que sirven su tendencia de levar a Ja realidad su imagen idealizada. Inversamente, tiende a supri- mir, negar y desdefiar todas las que se oponen a dicha tendencia 90 Su capacidad para esta reversién inconsciente de valores es rfectamente asombrosa, El mejor medio de presentarla serfan [is ecaricaturas. lll se podria mostrar més vividamente de qué modo la gente afligida con algin rasgo indeseable, toma un pin- tal, pinta sobre el rasgo con hermosos colores, y presenta orgu- Tlosamente el cuadro de sus dones. Asi, la inconsecuencia se con- verte en libertad ilimitada, In ciega rebelién conta el cédigo moral existente en ester por encima de los prejuicios comunes, @l taba en hacer algo para si en santa abnegacién, la necesidad de apaciguar en pura bondad, la dependencia en amor, la explo- tacién de los demés como astucia, La capacidad de afirmar pre- tensiones egovéntrieas aparece como fuerza, el espfritu de ven- genza como justicia, las téenicas de frustracién como un arma fnteligente, Ia aversién al trabajo como el “resistir con éxito el mortal hibito del trabajo", etcétera. Estos. procesos ineonscientes con frecuencia me recuerdan los Trolls de Peer Gynt, para quienes “el negro parece blanco, lo feo hermoso, Jo grande chico, y Jo sucfo limpio”, Interesante- mente, Ibsen explica este reverso do los valores de un modo se- mmejante al nuestro. Mientras se vive en un mundo de suefios au- tarquico, como Peer Gynt, diee Ibsen, no se puede ser sincero ‘consigo mismo, No hay puente entre ambos. Son demasisdo dis tintos en principio para que haya entre ellos alguna solucién de transigeneia, ¥ si uno no es sincero consigo mismo, y vive una ‘vida egocéntrica de grandeza imaginaria entonces uno confunde también sus propios valores. La escala de valores de uno, es tan equivocada como la de los Trolls. ¥ este es, en realidad, el tenor de todo lo discutido en este capitulo. Mientras vayamos en busca de Ia gloria, no podemos preocuparnos por nuesti.. verdad, El ‘orgullo neurético, en todas sus formas, es falso orgullo. Una vez captado el principio de que sélo se esté orgulloso de las tendencias que sirven para dar realidad a la imagen ide lizada, el andlisis estaré alerta para desoubrir cualquier orgullo ‘oculte en toda posicién tenazmente defendida. La relacién entre l valor subjetivo de un rasgo y el orgullo neurético en él, parece ser regular. Al reconocer cualquiera de estos factores, el analista puede sacar en conclusiép que probablemente el otro est tam- bién presente, Unas veces uno, y otras otro, sale primero a ta luz. ‘Asi-un paciente al principio de! andlisis puede expresar orgullo aL por su cinismo, o por su poder de frustrar a los di de frus lemas. Y at Beep ding aot es dnd. ¥ sane dado tiene para el paciente, puede estar razonablemente soguro de gue desempetia “una patte significativa en la neurosis par. Es terapéuticamente necesario qué-4 “analista gradualmente tenga un cuadro cluro de las clases de orgullo aie ce operan en cada paciente individual. Naturalmente, un paciente no puede mirar una tendencia, una actitud o una reaccion como tun problema sobre el cual hay que trabajar, mientras esté, cons. cliente © inconscientemente, orgulloso de él. Un paciente puede ata, Por efemplo, ee de st necesidad de butlar’s los jemés. El analista’ puedo considerar patente que es una tendencia problemética sobre la a hey got actnn wens dl te hay que actuar, y venc eventaalmente, porquo considers interés el werdaders Yer do su paciente, Se da cuenta del cardcter compulsive enclen- cia, de la perturbsciin quo crea en las relaciones hemaun eta pérdida de energias que podrlan ser empleadas para fines cons- tructivos. Por otra parte, el paciente, sin darse cuenta ile ello, puede sentir que su misma capacidad de burlar a los dems, le Convierte en una persona superior; y secretamente se enorgullece do ella, Por lo tanto, no esth interosade en analiza la terclencla de burlar, sino los factores suyos que impiden que lo haga a la perlecci6n. Mientras este diferencia de valores esté oculta, el analista y el paciente se moverdn en diferentes planos y el and- lisis se realizar en sentido contrari. El orgullo neurético que descansa en una base tan yacilante es tan endeble como un castillo de naipes y, como el aitimo, se cae al menor movimiento. En términos de la experiencia subje- tiva hace oulnerable a Ia persona, y lo hace exactamente en la roporcién en que su org produce obsesién. Las dos reac- clones tipicas del orgullo herido son vergiionza y humillacién, Nos sentimos avergonzados si hacemos, sentimos 0 pensamos algo que viola nuestro orgullo. Y nos sentimos humillados si otros hacen algo que hiere nuestro orgullo, 0 no hacen lo que nuestro orgullo requiere de ellos. En toda reaccién de vergienza o hu- rnlflacién, eso parece fuera de lugar o de proporcidn, si respon- demos a estas dos preguntas: gQué es lo que ha despertado esta 82 respuesta en la situacién particular? gY qué orgullo oculto ha resultado herido? Estin intimamente relacionados, y ninguno de ellos tiene una pronte respuesta. El analista ‘puede saber, por ejemplo, que la masturbacién provoca una -vergiienza excesiva fen una persona que en general ha tenido una actitud racional y sensata ante el problema y no se lo reprocha los demés. Aqui, al menos, el factor que produce la vergtienza parece claro, gpero lo es? La masturbacién puede significar cosas diferentes a las di- ferentes gentes, y el analista no puede saber, sin prepsracién, cudl de los factores que supone la masturbacién despierta In ver giienza, ,Signifiea para el paciente en particular una actividad sexual degradada porque esté seperada del amor? {La satisfac: cién lograda es mayor que la obtenida en el intercambio sexual, y_ por lo tanto perjudica a la imagen que Je une a uno solamente al amor? 4Se trata sélo de las fantasias concomitantes? ,Signifi- ca el reconocimiento de tener necesidades? gEs una complacen- cia excesiva para un estoica? 4Significa la pérdida del dominio de s{? Sélo cuandp el analista conoce la importancia que estos factores tienen pata el paciente, puede tratar la cuestion de la clase de orgullo hetido mediante Ia masturbacién, Tengo ain otra flustraelén que muestra la necesidad de Ia precisién con respecto a los factores que despiertan la vergitenza © la humillacién, Hay muchas mujeres solteras que estén profun- damente avergonzadas de tener un amanto, aunque en sus pen: sumientos conseientes son completamente anticonvencionales, En el caso de tales mujeres, es importante averiguar primero si su orgullo ha sido ofendido por el amante particular. gEn tal caso Ja vergiienza se debe a que el amante no es lo bastante atrac- tivo 0 devoto? 4O es que ella le ha permitido maltratarla? gO clla es dependiente de él? 40 la vergiienza se debe al hecho de tener un amante sin tener en cuenta su postcién o personalidad? dEn tal caso,’ es para ella un asunto de prestigio el estar casa- da? 0 el tener un amante y soguir soltera es una prueba de ser indigna e inatractiya? 4O el desear estar por encima de los deseos sexusles, como ung veitalh ‘Con frecuencia, el mismo incidente puede despertar cualquier reacclén —la de vergilenza o In de humillacién— prevaleciendo una sobre la otre, Un hombre es rechazado por una muchacha; se puede sentir humillado, y reaccionar, diciendo: “sQuién se 93, cree que est”, 0 puede sentirse avergonzado de que su encanto ‘0 aun su virilidad no sean inresistibles, El comentario hecho en una discusién, no causa impresién; puede, 0 sentirse humillado “por esos necios que no me comprenden’, o puede sentirse aver. gonzado do su propia torpeza. Alguien se aprovecha de él, se Puede sentir humillado por el explotador, o avergonzado de st por no haber afirmado sus propios intereses. Sus hijos no son brillantes 0 populares; puede sentitse humnllado por este hecho ¥ pagarlo con ellos, o puede sentirse avergonzado porque de un modo 0 de otto le han fallado. Estas observaciones indican la necesidad de cambiar la orien- tacién de nuestros pensamientos, Nos sentimos inclinados a poner un énfasis excesivo en la situacién real, y @ pensar que deter. mina nuestras reacciones, Nos sentimos ‘inclinados, por ejemplo, & ‘mirar como “natural” el que una persona reaccione con ver, sgitenza si se ve pillada en una mentira. Pero luego hay otra persona que no siente nada de eso; por lo contrario, se siente humillada por el que la ha pillado en mentira y se vuelve contra ¢l, Asi, huestras reacciones no estin sélo determinadas por la situacién, sino atin més por nuestras necesidades neuréticas Mas especificamente, el mismo principio opera en la reaccién de vergiienza y humillacién que en la transformecién de los va. lores. En los tipos agresivos y expansivos, Ins reacciones de ver glienza suelen estar ausentes. Incluso el escrutinio detallado del foco del analista, puede no descubrir huellas al comienzo. Se trata de genites que viven tan imaginativgmente, que en su mente no tienen mancha, 0 que se han eubiefto con tna capa protector de rectitud militante que todo cuanfo hacen ¢s, ¢0 ipso, bueno. Las heridas a su orgullo pueden venir sélo del exterior. Cual- quier discusién de sus motivaciones, cualquier descubrimiento de un obstéculo se siente como un insulto. Sélo pueden ver un in- tento malicioso en la persona que les hace este. En los tipos déciles y modestos las reaceiones de humillacién estin eclipsadas por los sentimientos de vergtienza. En la super- ficie, estén preocupados con estar a la altura de sus debieras. Pero, por razones que més tarde discutiremos, miran mas su in. capacidad de ser perfectos, y por lo tanto se avergiienzan facil mente, El analista puede, por lo tanto, segiin prevalezca una u of otra reaccién, sacar conclusiones acerca de Jas tendencias nota- bles de Ia estructura bésica, Hasta aqui las relaciones entre el orgullo y las xeacciones sus heridas son simples y direetas. ¥, como son tipleas, pareceria fenalllo para el anata © pare la pelsona que se enalied el sacar inferencias de la una o de la otra. Reconociendo una clase espe- cial de orgullo neurético, puede ostar olerta a la clase de provo- cacién que suele producir vergienza o humillacién. Y, viceverss, el que se produzean tales reacctones le estimularia a descubrir ef orgullo bisico y a examinar su naturaleza especifica. Lo que com- plicg el asunto es el hecho de que estas reaceiones pueden estar nubladas por diversos factores. El orgullo de une persona puede ser extremadamente vulnerable, pero conscientemente no expresa ning sentimiento de dolor. El creerse perfecto evita las sensa- ciones de vergiienza, Ademés, el orgullo de ser invulnerable le puede prohibir el reconocer ante sf que se siente herido. Un dios puede sentir célera ante la imperfeccién de los mortales, pero no se siente herido por el jefe o por el taxista; tlene que tener la sgrandeza suficiente para pasarlo por alto y la fortaleza necesaria para dominar todo. Los “insultos”, por lo tanto, le hieren doble- mente: al sentirse hurnillado por otros y por el hecho mismo de sentirse herido, Tal persona es un dilema permanente: es vulne- rable hasta un grado absurdo, pero su orgullo no le permite el ser vulnerable de ninguna manera, Esta condicién interior con- tuibuye grandemente a una irritabilided difusa El problema puede estar también ofcurecide porque las xe- acciones directas al orgullo herido pueden ser automfticamente transformadas en sentimientos que no sean de vergiienza ni de humillacién, Puede herir esencialmente nuestro orgullo el que lun esposo 0 un amante se interese por otra mujer, no tenga en cuenta nuestros deseos, 0 se preocupe por su trabajo o sus pasa- tiempos favoritos. Pero, conscientemente, podemos experimentar- Jo como el pesar del amor no correspondido. Un desaire puede ser expetimentado como une decepcién. Los sentimientos de vergiien- za pueden aparecer en nuestra conciencia como una vaga inquie tud, como turbacién, més especificamente, como sentimientos de culpa, Esta iltiqta transformacién es de’ particular importencia porque permite un entendimiento bastante répido de clertos sen- 6 een eee ee a! timientos de culpa. Si, por ejemplo, una persona lena de preten siones inconscientes tiene sentimientos de culpa por una mentira inogente, podemos suponer, sin temor a equiveceros, que le im- poita mis parecer que ser honesto; y que su orgullo resulta heri- do por no haber sido capaz. de mantener la ficcién de una absoluta verackad, © sf una persona egoctntia so sone culpable por alguna falta de consideracién, tenemos sjiie preguntarnos si, este sentimlento de culpa no es In vergiienza por haber manchado el halo de bondad, més que un honrado pesar por no haber sido tan sensible con lor dems como habria querido ser. ‘AdemAs, puede ocurrir que ninguna de estas reacciones, ya directas o'transformadas, se sientan conscientemente: podemios sblo damos cuenta de nuestras reacciones a estas reacclones. En- tre tales reacciones “secundarias” estin Ia rabia y el miedo, Es bien conocido que cualquier herida de amor provoca hos- tilidad, Esta va desde Ia antipatia al odio, de Ja irritabilided a la célera, y de ésta a una furia asesina, A veces la relacién entre la rabia y el orgullo se establece con bastante facilidad para el ob- servador. Por ejemplo, una persona est furiosa contra sw emplee- dor porque cree que le ha tratado mal, o contra un taxista porque cree que le ha timado; incidentes que, a lo sumo, s6lo merecen provocar enojo. La persona sélo se da cuenta de una cblera jus {ificada ante el mal comportamiento de los otros, El observador, Gigamos el analista, verk que su orgullo ha sido herido por los {neidentes, que Ia persona se siente humillada y que ha renceto- yado con rabia: El pacfente puede aceptar esta interpretacién como a que explica mAs probablemente la reaccién excesiva, 0 puede Insistir en que esta reaccién no era excesiva y que su célera era tuna reaccfén normal a la maldad o le estupidez de los demés, ‘Aunque no toda Jn hostilidad irracional se debe al orgullo he- rido, tiene en él una parte mayor de la que, se supone general- mente. El analista deberd estar siempre alerta a esta posibilidad, especialmente en lo relativo a la reacei6n del pacienté hacia él, « las fnterpretaciones y a ln situacién analitica en total, La relacién ‘con el orgullo herido se comprende més facilmente si la hostilidad tiene ingredientes de detraccién, desdén o intento de humillar. Lo que opera aqui es Ia ley de ja expiscién. El paciente, sin sa- ber te slente bumillado y responde de acuerdo con ello. Des- pués de tales incidentes es una pérdida de tlempo el hablar de 96, la hostilidad del paciente, El analista tiene que ir directamente al grano, descubriendo lo que en la mente del paciente se ha registrado como humillacién, A veces los impulsos de humillar al analista, 0 los pensamientos acerca de ello, aunque no vayan se- guides de ningiin acto, aparecen al comienzo del andlisis antes de que el analista haya tocado ningyin punto débil, En este caso es probable que el paciente se sienta inconscientemente humillado por gl solo hecho de ser analizado, y la misién del analista es ponér en claro esta relacién, Naturalmente, lo que ocurre durante el anilisis ocusre también fuera de él. Y si pensamos mas en la posibilidad de que la con- ducta ofensiva pueda nacer del orgullo herido nos ahorrarlamos muchos inconvenientes. Asf, cuando un amigo o un pariente pro- cede en forma desagradable, después de haberle ayudsdo con Ii beralldad, no deberbos indignarnos por su ingratitud, sino con- siderar lo que ha padecido su orgullo al aceptar la ayuda. ¥, de acuerdo con las circunstancias, podemos tener una explicacibn con él, 0 ayudarle de una manera que deje a salvo su orgullo. Tgnalmente, en el caso de una actitud desdefiosa hacia la gente, no basta sentirse resentido por Ja arrogancia de la persona; te- rnemos que considerarla como alguien que va por Ia vida en carne viva a eausa de la vulnerabilidad de su orgullo. Lo que es menos conocido es que Ia misma hostilidad, odio ‘¢ desprecio pueden ser dirigidos contra uno mismo si sentimos ‘que hemos ofendido nuestro orgullo, Los violentos reproches que se hace la persona no son Ta finica forma que puede asumir esta célera contra el yo. El odio vindicativo del yo tiene tantas impli- caciones que perderiamos el bilo si lo discutiésemos ahora entre las reacciones al orgullo herido, Por lo tanto, lo discutiremos en el capitulo sigien EI miedo, la angustia y el pénico pueden ocurrit como reac- clones a hurillaciones anticipadas, o a otras que han tenido lugar. Los miedos anticipados pueden ser relativos a eximenes, actos piblicos, reuniones sociales o citas amorosas; en tales octsiones se describen generalmente con el término “stage fright” (pavor de la escena). Es un término bueno si lo usamos metaféricamente ppira cualquier miedo irracional que preceda a una representacién publica o privada, Comprende fas situaciones en que queremos or producti una buena impresién —como por ejemplo, a parientes nuevos, a algin personaje importante, 0 a un “maitre d’hétel” en un restaurante—, 0 cuando se inician actividades nuevas, un em- pleo nuevo, una clase de pintura, una clase para hablar en pti- blico. Las gentes que tienen estos miedos con frecuencia se re~ fioren a ellos llamdndolos miedo al fracaso, al ridiculo. Al parecer, esto es Jo que ellas temen. Sin embargo, es un error expresetlo asi, porque sugiere un miedo racional de un fracaso real.’Deja fuera el hecho de que lo que constituye el fracaso para una per- sona dada es subjetivo, Puede comprender todo cuanto no sign’- fica la gloria y la perfecen, y la anticipacion do esta posbilidad ¢s, precisamente, lo que constituye las formas.suaves del “pavor de la escena”, La persona teme no quedar tan bien como exigen sus deberes, y por Io tanto su orgullo so siette heride. Hay una forma mAs perniciosa de pavor que comprenderemos més tarde; cen ella, fuerzas inconscientes operan en la persona, obstrayendo ‘sus capacidades en el mismo momento de la accién. El “pavor de la escena” es, por lo tanto, el temor de que por lag tendencias autodestructoras de la persona ésta sea ridiculamente torpe, s° alvide de su papel, se abogue, y de este modo fracase en lugar de ser gloriosa y vietoriosa. Otra categoria de micdos anticipados no es Ia rclativa a la ca- lidad de los actos de la persona, sino a la perspectiva de tener que hacer algo que hiera su orgullo especial —como el pedir un aumento o un fayor, el presentar una solicitud o el abordar a ‘una mujer—, porque supone Ia posibilidad de ser rechezado, Pue- de ocurrir antes del comercio sexual si esto supone una humic Tacién para él Las reacciones de miedo pueden te a los “insule tos". Mucha gente reacciona con temblores, sudores 0 culquier otra expresién de miedo, a una falta de deferencia 0 a la con- ucla arrogante por patte de los deimds. Estas reacciones 5 una mezcla de rabia y de miedo, el miedo en parte de la propi violencia. Rencciones de miedo similares pueden seguir a un sen- timiento de vergiienza sin que sta se experimente como tal. Una persona puede verse bruscamente abrumada por un sentimiento de incertidumbre, incluso de pénico, si ha estado torpe, timida 1 ofensiva, Por ejemplo, hubo una mujer que subla en automd- vil una montafia, a cuya cumbre se ascendfa por un sendero. 98 ‘Aunque éste era muy escarpado se hubiera podido subir fécil mente a pie si no hubiera estado fangoso y escurridizo, Ademis no iba vestida adecuadamente; llevaba un yestido nuevo, zapatos de tacén alto y earecia de bastén, Sin embargo, intenté la subi- da: pero después de haber resbalado varias veces renuncié. Mien- tras deseansaba vio mis abajo un perro que ladraba furiosamen- te a los transetintes y tuvo miedo de él. Aquel miedo era extra porque generalmente no le asustaban los perros y porque se daba cuenta de que no habia razén para asustarse, ya que habia por alli gentes a las que el perro pertenecia indudablemente, Por lo tanto, comenz6 a pensar acerca de ello, y recordé un incidente de su adolescehcia, que le habfa eausado mucha vergiienza. Re- conocid, entonces, que en realidad estaba tan avergonzada, por no haber podido legar a Ia cumbre de In montafa, “Pero”, se dijo, “habria sido una locura hacerlo”. Luego pens6: ‘Pero’ yo deberia haber podido hacerlo”, Aquello le sirvid de clave; reco- nocié que era un “estipido orgullo”, que se habla sentido herida, Ihaciéndola sentirse inerme ante un posivle atague, Como vere- mos luego, estaba entrogada inerme a sus propios ataques, y ha- bia exteriorizado el peligro. Aunque no era completo, aquel au- toandlisis result6 eficaz: su miedo desapareci6, Tenemos un entendimiento rts inmediato de las’ reacciones de rabia que de las de miedo. Pero en citimo andlisis estén unidas, y no se comprenden Ins unas sin las otras. Ambas tienen Jugar pérque una herida a nuestro orgullo constituye un peligro aterzador. La raaén de ello reside en parte en que el orgullo sus- tituye la confianza en si, que hemos digcutido antes. Esta, sin ‘embargo, na es toda la respuesta. Como veremos més tarde, el neurético vive entre las alternativas del orgullo y el, desprecio de si, de forma que el orgullo herido le lanza a los abismos del desprecio, Esta es una relacién muy importante que hay que tener en cuenta para comprender muchos perfodos de ansiedad. ‘Aunque Ia reaccién de la rabia y la del miedo pueden, en Ja mente de la persona, no tener nada que ver con el orgullo, pueden sin embargo servir de postes que indiquen su direccién. La conelusién puede estar. fanto més oscurecida si estas reaccio- nes secundarias no apareéeh como tales, pues ellas a su vez. pue- den estar reprimidas, por cualquier razén. En este caso, pueden 99 ¢ evar a contribuir a ciertos cuadros sintométicos, como los epi sodios pstoopaticos, las depresiones, la bebida, los desérdenes ei. cosométicas, O la necesidad de contener Ia emocién de cdlera y de miedo puede convertirse en uno de los factores conducentes & un apastamiento general do Ins emociones, No sélo It bla y ‘el miedo, sino todos los sentimientos tipnden a se 0 ol edo pnden a ser menos plenos El carkcter pernicioso del orgullo neurético reside en la com- bintctén de ser vilalmente bnportante. pars individ val mismo tiempo hacerle extremadamente vulnerable. Esta crea tensiones, que @ causa de su frecuencia e intensida tan tan intoleables que exigen un remedio: exfurzor autométt cos para restablecer of orgullo cuando esté herido y evitar heridas cuando ext em peligro, necesidad de salvar las apariencias es urgente, y hay rm dio un modo de efectunrle. En Tealidad hay tantos mecios id sos, toscos y sutiles, que debo restringir mi presentaciin a los més frecuentes ¢ importantes. El mis eficaz y al parecer ca omnipresente es uno relacionado con el impulso de tomar ven- ganza de Io que se siente como humillacién. Lo hemos diseutido ‘como una reaccién de hostilided al dolor y al peligro que supone ‘el orgullo herido. Para el cardeter vengativo puede a ln ver ser tun medio hacia la autovindicacién. Supone Ia creeneia de que al vengarse del ofensor, el propio orgullo queda restablecido, Es- ta creencia se basa en el sentimiento de que el ofensor, por el solo poder de herir nuestro orgullo, se ha colocado por encima de nosotros y nos ha derrotado. Al tomar venganza y herir mis de lo que él nos ha herido, la situacién cambia completamente Hemos triunfado y le hemos derrotado. El fin de la vergiienza neurética no es “quedar en paz”, sino triunfar pegando més fuerte. ‘Nada inferior al triunfo puede restablecer la grandeza imagina- ria de que esté investido el orgullo, Hsta capacidad de restable- cer el orgullo es In que da a le venganza nourética su increlble tenactdad, y fo que explica su cardeter compulsivo, ‘Como luego vamos a discutir Ia venganza detalladamente aho- ra me limitaré a presentar los perfiles de algunos factores esen- 2 Capitulo VII, “Las Soluclones Expansivas”, 100 ciales. Como el poder de venganza es tan valioso para el res- tublecimiento del orgullo, este poder esti investido de orgullo En la mente de ciertos tipos neuréticos es igual a fuerza, y con frecuencia es la unica fuerza que conocen, A Ta inversa, la in- cupacidad de vengarse generalmente se experimenta como und debilidad, sin tener] en cuenta los factores internos que prohi- fren el movimiento |vengativo. Asi, cuando la persona so siente humillada, y Ia situaeién o algo ‘de su interior no le permite vengerse, sufre una doble herida: el “insulto” original y Ia “de- note” como la oposicién aun triunfo vindicativo. La necesidad de un triunfo vindicativo, como hemos dicho an- tes, es un ingrediente regular de la bisqueda de gloria. Si es In fuerza dominante de la vida, crea un citculo vicioso del que es dificil salir. Entonces la determinacién de elevarse por encima de los demés en todos los aspectos posibles, es tan gigantesca, que refuerza la necesidad de gloria, y con ella el orgullo neurético. El orgullo hinchedo, a su vez, ‘pone de relieve cl cardcter ven- gator y por lo tanto hace que sea adn mayor Ja necesidad de triunfo. Entre los modos de restablecer ¢1 orgullo, el que siguo en im- portancia es perder ek interés en todas las situaciones © perso- as que en aigena forma han herido dicho ongulla. Mucha, gen te pierde su interés por el deporte, la politica, las investiguciones intelectuales, eteétera, porque su impaciente necesidad de desta carse o de hacer una obra perfecta no esth satisfecha. Entonces Ja situacién les resulta tan insoportable que tienen que renun- feet saben lp que he ooutido; senllamento platen ln terds, y puetten dedicarse entonces una actividad que esté por debajo de sus potenclalidades, Una persona puede ser un buen maestro, pero al ser destinada @ una misién que no puede domi- ar desde el primer momento 0 que encuentra degradante, su interés por la'ensefianza se desvanece. Tales cambios de actitud fo aprecian también en los aprendizajes. Una persona bien do- TealPiete comenzar a estudiar con entusiasmo.pintura , arte dramAtico, Sus maestros o amigos le encuentran prometedor y fe animan, Pero a pesar de sus dotes no es un Renoir o un Ba: rrymore de la noche a Ia mafiana, Se da cuenta de que no es el Unico bien dotado de su clase, Es naturalmente torpe en los es- 10

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