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El poeta se acuerda de su vida

[Jueves] 1 de marzo

Es el título de un poema de Aleixandre, pero en realidad significa un regalo precioso que recibí
hace dos días. Un "post-it" reenviado, una revelación, una primicia, la complicidad de la amistad.
Una risotada por un chiste (y no nos reímos mucho, para que no se nos cayeran los dientes),
imágenes de un reverendo ni muy vivo pero casi muerta. Nadie comprenderá jamás, ninguno de
los que lean estas palabras. Precisamente, por ello, es íntima esta nota, y sólo dos amigos pueden
entenderla. Haría mal si no comentara algo, si lo disipara solamente para mi egoista intimidad, pero
en cuestión de días, de horas, ya es un punto álgido en mi vida. Recuerdos del bardo, imágenes
preciosísimas que no son otra cosa que la rememoración de sus nuevas angustias, de sus
preocupaciones que nos hacen habitar palabras, sentarnos en silencio sobre la cóncava redondez
de la o, por ejemplo, mientras la poesía, dentro de nosotros, se sigue escribiendo. Sólo pocos
podemos comprender una vida cuando un verso es ya nuestro. La poesía siempre supone vacíos,
espacios que quedan abiertos; el poeta apenas enlosa unos cuantos metros, traza un camino
inconcluso e inesperado que nos sorprende cuando lo hallamos, y bien podemos tomarlo o no. Eso
ya depende de quien está del otro lado. Ted Kooser escribió:

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First, I would have her be beautiful,
and walking carefully up on my poetry
at the loneliest moment of an afternoon,
her hair still damp at the neck
from washing it. She should be wearing
a raincoat, an old one, dirty
from not having money enough for the cleaners.
She will take out her glasses, and there
in the bookstore, she will thumb
over my poems, then put the book back
up on its shelf. She will say to herself,
"For that kind of money, I can get
my raincoat cleaned." And she will.

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A partir de que el autor se desprende de sus versos, ya no tiene control sobre ellos: la poesía es de
quien la lee, de quien construye más caminos sobre, bajo, o entre el camino ya construido por el
autor mismo. La poesía nunca se termina de escribir. La poesía significa, no por las palabras
mismas ni sus espacios por llenar, sino por los que llena en nosotros mismos, tan adosados a
veces sobre la creencia falsa del vivir. Los tres poemas de hoy son la ola que atraviesa el océano y
toca enrollada-enrollada un segundo continente sobre el que se desata, y no precisamente por
azar.

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Dos alondras e Hilario:
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Soy el curso de arena que se desliza
entre el canto y la duna
la lluvia de verano llueve sobre mi vida
sobre mi vida que huye y me persigue
y terminará el día de su comienzo.
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Lo que los ojos
de bueno
no vieron bien
los dedos dejaron
de bien hilar
agárralo bien
los dedos los ojos
vuelve lo bueno
mucho mejor.
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Publicado por © La Redacción de Adentro y Afuera   

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